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Los secretos de una buena traducción

En el blog de esta semana nos adentramos en el mundo de las traducciones. ¿Cómo


hacer una buena traducción? ¿Se trata de trasladar las palabras de un idioma a
otro? Qué hacer con la puntuación, ¿la debemos escribir tal y como aparece en el
texto de origen o debemos adaptarlo a las normas de puntaución del español? Estas
pregutnas y algunas más se responden en el artículo de hoy.

Abordar la traducción en su conjunto

Antes de iniciar una traducción, toma conocimiento del texto de origen en su


conjunto: leer el texto íntegramente te permitirá, sin duda, entender mejor el sentido
global, la articulación, y evitar así las incongruencias.

Traducir las palabras y expresiones en su contexto

Las palabras y expresiones han de traducirse siempre teniendo en cuenta el


contexto. Así, el significado puede variar considerablemente de un texto a otro.

Sitios web especializados, como linguee.es proponen traducciones de palabras o


expresiones completas, lo que permite entender bien todo el contexto.

En estos sitios encontrarás frases hechas, lo que te evitará traducir frases como «we
should call it a day» como ¡«deberíamos llamarlo un día»! (La traducción correcta es
«deberíamos terminarlo»).

Cuando una expresión parece realmente intraducible, no utilices la traducción


palabra por palabra. Mejor intenta conservar el sentido global, incluso puedes
traducir una palabra con una expresión completa o viceversa.

Adáptate al texto manteniendo la fluidez

En una traducción es esencial seguir el texto original, pero también es necesario


saber adaptar la traducción para preservar la fluidez por encima de todo.

Cuidado también con traducir todo. Cuando no entendemos una frase, a menudo
nos sentimos tentados a hacer como si no la hubiéramos visto y “olvidamos”
traducirla. Esto perjudica la credibilidad de la traducción y la del traductor. En caso
de bloqueo, consulta un sitio web especializado o pregunta en un foro de
traducción. 

A la inversa, ciertos traductores se toman grandes libertades con el texto de origen y


añaden, para enriquecer el texto, elementos que no forman parte del mismo. Este
procedimiento tampoco es bueno: esto no es lo que te ha pedido el cliente y corres el
riego de añadir al texto afirmaciones erróneas.

Articulación y puntuación

 
En una traducción, tenemos tendencia a volcarnos en cada frase individual,
olvidando articularlas entre ellas. Especialmente en el caso en el que la articulación
no funcione de la misma forma en una lengua que en otra. En un texto en español,
recuerda utilizar palabras de unión (además, así, por otro lado, etc.), respetando el
sentido del texto de origen. Tu traducción debe ser fluida y agradable de leer.

Para aligerar el texto, no olvides la puntuación, concretamente la utilización


adecuada de las comas. Evita la utilización de puntuación poco habitual en el
idioma al que traduces, reemplazándola siempre que sea posible por puntuación
habitual.

Conjugación: guardar coherencia

Según el idioma de origen, el texto a traducir puede utilizar varias conjugaciones


diferentes. En francés, por ejemplo, es habitual utilizar la misma conjugación a lo
largo del texto: no mezcles, por ejemplo, pasado compuesto con pasado simple. Es
primordial mantener la conjugación elegida.

Releerse 

Finalmente, por mucha prisa que tengamos para acabar un texto para poder
acceder a otro, es importante releer la traducción. A veces descubrimos pequeñas
faltas recurrentes o incoherencias flagrantes. Corregirlas es asegurarte que tu texto
no te será devuelto. Entregarás así una traducción de calidad a la primera.

10 claves para mejorar como traductor

Etiquetas
diccionarios, formación continua, mejorar en traducción, recursos, ser mejor
traductor
No hay nadie mejor que uno mismo para ver qué debe mejorar y qué carencias se
observa, ya sea por las insuficiencias que se note al traducir —dudas gramaticales,
desconocimiento de cierta terminología, pobreza de vocabulario— o tal vez por los
comentarios que recibe de sus traducciones y que tanto ayudan a mejorar: ¿Textos
muy pegados al original? ¿Repeticiones excesivas?

Hace unos días, buscando documentación sobre el tema, encontré un ejemplar de


«La traducción del inglés al castellano: guía para el traductor» de Marina Orellana y
me gustó mucho la manera en que exponía algunas cuestiones, como la que nos
ocupa hoy: la mejora como traductores.

Veamos qué consejos y prácticas nos da para mejorar y perfeccionarnos, y cómo


podemos aplicarlos:

1. Leer mucho y a buenos escritores en castellano. Dominar la lengua materna


es esencial para que un texto suene natural y sea impecable en términos de
gramática, ortografía, etc., así que uno de los consejos principales es leer y fijarse en
el estilo de las mejores plumas. Saber distinguir bien los tipos de narrativa y reparar
en cómo escriben es un buen ingrediente para traducir después.
2. Leer sobre diferentes disciplinas y materias. Ya sea agricultura, economía o
tecnología, por mencionar algunas, y aunque tal vez ciertas ramas no sean de
nuestro interés o especialidad, es útil ir adquiriendo vocabulario. Nunca se sabe
cuándo se va a necesitar. No es infrecuente que en una novela contemporánea
aparezcan temas especializados de los que no hayamos oído hablar, como me pasó a
mí en una en la que hablaban de béisbol. O que haya referencias muy concretas que
rocen los campos más técnicos.
Cito textualmente a Orellana en este punto: «Al igual que el buen nadador, el
traductor debe estar preparado para nadar en todas las aguas, es decir, lanzarse a
traducir un texto sobre materias que desconoce, o conoce poco, y hacerlo de manera
satisfactoria con todos los recursos a su alcance (bibliotecas, diccionarios, material
de referencia, etc.)». Y así es.
3. Leer diferentes tipos de material impreso: novelas, informes, resoluciones,
leyes… Encontraremos términos útiles en muchos tipos de texto y todo este
material, ayudará a enriquecer nuestro vocabulario y nos familiariza con distintas
modalidades de expresión. Hasta la etiqueta del champú o la composición del caldo
de pollo aportan información que puede ser relevante en algún momento. You never
know.
4. Recurrir al diccionario para precisar términos. Un diccionario no sirve
únicamente para comprobar la definición de un término, también nos enseña a
expresar lo mismo de otra forma enlazando a otras palabras o expresiones que tal
vez desconocíamos, nos da ejemplos de uso para saber cómo usar la palabra y, si es
de calidad, mucha otra información interesante: pinceladas etimológicas, sinónimos,
etc. Y cuando hablamos de diccionario, evidentemente nos referimos a todo tipo de
obra, monolingüe en la lengua de partida y en nuestra lengua materna, bilingüe,
especializado y muchos más.
✎ Encontraréis aquí una buena colección de recursos lexicográficos en
línea: https://enlalunadebabel.com/2014/10/22/la-caja-de-herramientas-del-
traductor-i-recursos-lexicograficos/
✎ Otro diccionario reciente que he descubierto en inglés y que puede ser de interés
es Fine Dictionary, con información etimológica y contextual. En la siguiente galería
encontraréis los resultados de búsqueda de la palabra «translator». Muy completo.
5. Acumular sinónimos. El traductor debe llevar una maleta repleta de palabras
y frases que puedan no solo sacarle de un apuro, sino también evitar que se
repita como el ajo (sin traicionar excesivamente el estilo del autor al que traduce,
ojo). Orellana dice que un traductor debería ser capaz de invocar al menos tres
equivalentes de cualquier palabra; yo no sé si pediría tanto, pero sí coincido con ella
en que es importante que tengamos una buena base de vocabulario y que sepamos
introducir variedad en un texto porque, como bien dice: «en castellano, la repetición
constituye por norma general un defecto estilístico, a diferencia del inglés que lo
tolera mejor».
He aquí, pues, algunos diccionarios de sinónimos:

 Wordreference: http://www.wordreference.com/sinonimos/
 Busca palabra: http://www.buscapalabra.com/sinonimos-y-antonimos.html
 Sinónimo: http://www.sinonimos.com/
 Tesauro de Signum: http://lenguaje.com/herramientas/tesauro.php
6. Recurrir a las fuentes de información, sobre todo las más fidedignas. Por
suerte, disponemos de un gran acervo de terminología en todas las ramas de
actividad: economía, finanzas, tributación… Las Naciones Unidas, así como sus
organismos especializados, entidades nacionales e internacionales, etc., han
profundizado en estas esferas, así que el vocabulario especializado suele estar a
nuestro alcance.
Y para facilitarnos la tarea, Orellana sugiere algo que he defendido siempre: leer
antes el documento que ha de traducirse y marcar todos los tecnicismos que
puedan suponer un problema. Si nos anticipamos a los obstáculos —buscando los
términos y teniendo clara su traducción o, por lo menos, el sentido—, el proceso de
traducción será más fluido y no a trompicones, que suele pasar cuando tenemos que
interrumpir la escritura para buscar los términos en cuestión.
Y, ojo, que cuando hablamos de fuentes de información no nos referimos solo a
material impreso o subido a Internet. También puede ser «el comodín de la
llamada». Por ejemplo, en literaria se puede consultar al autor (es una posibilidad
que no se da siempre, pero está ahí) y en especializada, tal vez tengas a un amigo o
conocido que se dedique a esa rama en cuestión.
Sin ir más lejos, me pasó la semana pasada al traducir unos documentos científicos
sobre lácteos. Tuve que recurrir a un amigo ingeniero agrónomo para que me
explicara y me dijera cómo llamaban ellos al “curd fine” que no lograba encontrar en
ningún sitio.

No me lo invento; he aquí el chivatazo.


Porque muchas veces ni siquiera las colecciones de glosarios que descubrimos,
recopilamos y compartimos en redes nos solventan la papeleta. Eso sí, ayudan,
como esta recopilación de glosarios multilingües que podéis descargaros aquí mismo
en PDF: Multilingual Dictionaries.
7. Comparar textos publicados en dos idiomas. Estos textos nos permiten ver
cómo otros han traducido un término, expresión o, simplemente, cómo se
desenvuelven con el tema en cuestión. Cotejar textos es un buen ejercicio porque
nos permite aprender siempre, ya sea una expresión o una nueva modalidad
lingüística.
Orellana nos habla de la conveniencia de familiarizarnos con series de las Naciones
Unidas sobre tratados, convenios, resoluciones, decisiones y recomendaciones;
discursos; tipos de cartas, etc., que nos ayuden sobre todo si tenemos entre manos
una traducción de índole institucional.

En este apartado yo haría hincapié también en la importancia de los textos


paralelos, textos originales en la lengua de partida o en la de llegada sobre el
mismo tema y cuya función es similar o equivalente a la de la traducción.
Documentarse con documentos parecidos, no solo es útil para la traducción que
tengamos entre manos, sino también para ganar más soltura en esa especialidad.
Pablo Muñoz lo explica muy bien en este artículo de su blog Algo más que traducir.
Y ya que hablamos de textos para comparar el que tenemos entre manos, aprovecho
para recordar la importancia de los corpus —conjuntos amplios y estructurados
de ejemplos reales de uso de la lengua— para ver en qué contextos encontramos
una palabra, por ejemplo, y que pueden ayudarnos a cotejar la conveniencia o no de
usarlos en determinados textos.
 Corpus de Referencia del Español Actual
(CREA): http://corpus.rae.es/creanet.html
 Corpus Diacrónico del Español (CORDE): http://corpus.rae.es/cordenet.html
 British National Corpus: http://www.natcorp.ox.ac.uk/
 Corpus of Contemporary American English
(COCA): http://corpus.byu.edu/coca/
 Colección de corpus en inglés, español, portugués: http://corpus.byu.edu
8. Ejercitarse en la redacción. Orellana nos aconseja «tomar algunas frases para
traducirlas con precisión, economía o elegir algunas mal hilvanadas para
estructurarlas mejor», puesto que con este tipo de ejercicios el traductor usa su
espíritu crítico, sentido del ridículo u otras cualidades.
De algún modo estamos también ejercitando nuestra creatividad, como propuse
hace un tiempo en otro artículo. Fomentar la creatividad y practicar la escritura solo
puede ir en beneficio del traductor, que al final puede aportar más calidad a los
textos. Saber escribir y aprender estrategias de escritura nos ayuda a ganar
fluidez y confianza para despegarnos de los textos, sin dejar de ser fieles, ojo.
Marina Orellana termina aquí sus consejos, pero yo añadiría un par más:

9. Releer y revisar siempre con atención lo que traducimos. Otra forma de


analizarnos y ver de qué pecamos y qué hacemos bien —que para eso somos buenos
profesionales y no va a ser todo negativo— es releer con ojo crítico lo que
traducimos. Dejar reposar las traducciones y ver qué podríamos haber hecho de otro
modo, y aplicarlo después. En este artículo del blog sobre la revisión de
traducciones encontraréis algunas claves.
10. Tener curiosidad por lo que nos rodea y seguir formándonos. Ya lo dijo Xosé
Castro hace unos meses: «La curiosidad mató al pobre gato … y engordó el intelecto
del traductor». Para mejorar hay que ser proactivos y no hay nada mejor que estar
atentos a lo que nos rodea, tener sed de aprendizaje y estar dispuestos a seguir
formándonos.
Actualmente el traductor tiene muchas opciones para seguir formándose, como ya
comenté en la serie de artículos con consejos traductoriles. Hay muchos cursos
especializados para suplir aquellas carencias o engrosar nuestro bagaje como
profesionales. Algunas empresas que ofrecen cursos útiles para traductores son:
 Cálamo y Cran: http://www.calamoycran.com/
 Trágora Formación: http://www.tragoraformacion.com/
 Aulasic: http://www.aulasic.org/
 Con trazo firme: http://www.contrazofirme.es/
 Zot Formación: http://www.zotformacion.com/
 Estudio Sempere: http://www.sampere.edu.es/index.php/cursos-a-distancia
 Traduversia: http://traduversia.com
Y no olvidemos los cursos que ofrecen las asociaciones de traducción de todo el
país: Asetrad, Aptic, Xarxa, etc.
Como siempre, las listas no suelen ser exclusivas y lo que a uno le va bien, a otro tal
vez no tanto, pero en general son buenos consejos para novatos y no tan novatos.
¿Se os ocurren otras maneras de seguir mejorando como traductores?
***
Para saber más:
 La traducción del inglés al castellano: guía para el traductor . Marina
Orellana. Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 1994.
 Cómo mejorar tus traducciones si eres estudiante o estás empezando ,
artículo de Pablo Muñoz en su bitácora.
 Consejos básicos para mejorar las traducciones de textos científicos del
inglés al español, artículo de M. Gonzalo Claros en la revista Panacea.

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