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Samuel Malkún 201729838

REFLEXIONES DE HOBSBAWM

Eric Hobsbawm fue un historiador marxista británico. La mayoría de su trabajo lo


realizó durante el siglo XX y se especializó en historia contemporánea. También trabajó
de cerca la historia social. En su libro “Sobre la historia” Hobsbawm recopila una serie
de ensayos y conferencias que recopilan sus pensamientos sobre algunos temas de la
historia.

En los primeros dos capítulos de interés – Historiadores y economistas – Hobsbawm


reflexiona sobre la relación entre economistas e historiadores y la historia económica
que ambas disciplinas han construido. Para Hobsbawm, la historia es vital para la
ciencia económica:

“Mi argumento da a entender que la economía, divorciada de la historia, es


como un barco sin timón y que los economistas sin la historia no tienen una
idea muy clara de hacia donde navega el barco” (Hobsbawm, 1998)

Sin embargo, Hobsbawm no está de acuerdo con lo que el denomina la historia


económica para economistas, o la cliometría. Este tipo de historia económica consiste
en reconstruir las economías del pasado a partir de un sistema de ecuaciones. Una
primera crítica de Hobsbawm a este tipo de historia es que “proyecta sobre el pasado
una teoría ahistórica”. Para el, los economistas son “incapaces de construir modelos
que expliquen los grandes acontecimientos como la Revolución Industrial”. Una
segunda crítica es su dependencia en datos reales. Hobsbawm considera que los datos
a menudo son fragmentarios y poco dignos de confianza, ya que la “la mayor parte de
la historia sigue siendo, en términos cuantitativos, una zona de oscuridad y
conjeturas”.

En el próximo capitulo, el autor habla sobre el partidismo en la ciencia. Plantea dos


posibles espectros para esto: el partidismo de los hechos y el de la gente. Sobre el
primer espectro, está la controversia si es posible o no la objetividad en la ciencia o si
todo tiene una proposición política. En cuanto al segundo espectro, Hobsbawm
considera que este se deriva del primero, pues “los hombres son o deberían ser
partidistas en su actitud ante las ciencias”. Hobsbawm considera que las afirmaciones
de los científicos deben estar sujetas a validaciones por métodos que no estén sujetos
a partidismos. El autor hace un llamado a los científicos a que no se apeguen a sus
opiniones, sino a “considerar la posibilidad de dejarse persuadir”. Para Hobsbawm, el
partidismo es inevitable en las ciencias y esto resulta beneficioso porque:

“proporciona un incentivo para cambiar los términos del debate científico, un


mecanismo para inyectar nuevos temas, nuevos interrogantes y nuevos
modelos de respuesta desde fuera”. (Hobsbawm, 1998)

En los últimos dos capítulos de interés, Hobsbawm reflexiona sobre Marx, su aporte a
la historia y su relación con la disciplina. El autor considera que se debe diferenciar
entre el marxismo y el “marxismo vulgar”, que es a lo que el llama algunas ideas
asociadas a Marx, pero que no son necesariamente representativas del “pensamiento
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maduro” de Marx. Entre estas están la interpretación económica de la historia, el


modelo de base y superestructura, el interés de clase y la lucha de clases y las leyes
históricas y la inevitabilidad histórica, por mencionar algunas. Para Hobsbawm:

“el principal valor de Marx para los historiadores de hoy reside en sus
afirmaciones sobre la historia y no en sus afirmaciones sobre la sociedad en
general”. (Hobsbawm, 1998)

También es importante la crítica del marxismo al positivismo. El marxismo insiste en


una jerarquía de fenómenos sociales y en la existencia de tensiones internas en todas
las sociedades. Según Hobsbawm, esto permite explicar los hechos de la evolución
social y aquí recae la fuerza del argumento de Marx. De esta manera, Hobsbawm
critica dos teorías de las ciencias sociales: la reducción del proceso histórico a un solo
cambio de la sociedad tradicional a la moderna o industrial y las teorías estructurales-
funcionales. En un último capítulo, Hobsbawm recuerda que el grueso del trabajo
histórico de Marx se publicó en sus escritos teóricos y prácticos, no en trabajos de
historia como tal. Marx buscaba demostrar el comunismo como resultado histórico y
fruto de la evolución histórica, pero lo hizo partiendo del capitalismo.

Hobsbawm resume el efecto de Marx sobre la historia en cuatro puntos. Primero, la


creciente influencia de Marx en los países no socialistas, que es mayor hoy que en
cualquier otra época. Segundo, el uso de los métodos de Marx, en los cuales se centra
la historia marxista. Tercero, la pluralidad de la historia marxista, que considera que “la
ciencia es un dialogo entre puntos de vista diferentes basado en un método común”.
Por último, la transformación de la corriente principal de la historia, que ya no aísla al
marxismo ni viceversa, sino que evalúa las ideas expuestas sin centrarse en la ideología
del autor.

Como economista, me gustaría centrar mi crítica a la opinión de Hobsbawm sobre la


historia económica. Si bien la cliometría tiene ciertas falencias, principalmente los
problemas de identificación empírica, las dos críticas de Hobsbawm me parecen
inadecuadas. Toda construcción de la historia, menos aquella que se hace a medida
que se desarrollan los sucesos, es ahistórica por definición. La historia como disciplina
realiza lecturas de documentos y fuentes antiguas con metodologías recientes. Lo
mismo se puede decir de la crítica de los datos. Es cierto que estos suelen ser
fragmentarios y poco dignos de confianza, pero lo mismo ocurre con la mayoría de las
fuentes de la historia. Con tal de que los economistas trabajen los datos con cautela y
desarrollen métodos para enfrentarse a sus posibles problemas, como lo suelen hacer,
no debería haber problema con su origen dudoso, así como no hay problema para los
historiadores cuando se enfrentan a sus fuentes. Lo que hace la cliometría no es ajeno
a la historia y la crítica de Hobsbawm no es más que un ataque a los economistas por
apropiarse de la historia económica con sus métodos y alejarla de los historiadores.

Referencias

Hobsbwam, E. (1998). Sobre la historia. Barcelona: Editorial Crítica.

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