Está en la página 1de 8

HISTORIA DE LA IGLESIA PRIMITIVA

III. LA IGLESIA CRISTIANA INICIAL: SU ENORME


DIVERSIDAD
Tal vez, pensemos que desde el inicio del
cristianismo fue básicamente una sola: una
religión nacida de Jesús, como fue
interpretado por Paulo, llevando la Iglesia
de la Edad Media hasta nuestros días. Pero
las cosas no fueron así tan fáciles. Cerca
de 150 años después de la muerte de Jesús,
encontramos una gran de gama de distintos
grupos cristianos que alegaban representar
las visiones de Jesús y de sus discípulos,
pero con puntos de vista completamente
divergentes, mucho más divergentes que
cualquier información encontrada en el Nuevo
Testamento.
¿Quiénes eran algunos de esos grupos?
a) Los ebionitas. Judíos convertidos al
cristianismo que insistían en preservar su
judaísmo y obedecer las leyes estimuladas
por Dios a Moisés, como se encuentran en la
Biblia hebraica, y al mismo tiempo
acreditaban que Jesús era el Mesías enviado
por Dios para salvar el mundo.
La mayoría de los estudiosos acredita que su
nombre deriva de la palabra hebraica
“ebyon”, que significa “los pobres”.
Posiblemente, estos cristianos obedecieron
la orden de Jesús de renunciar a todo en
favor del Evangelio, entregándose a la
pobreza voluntaria como parte de su devoción
religiosa, así como los primeros seguidores
de Jesús de acuerdo con el Libro de Hechos
(2:44-45). Entendían que la fe en Jesús no
presuponía una ruptura con el judaísmo sino
la interpretación correcta de él, la
religión revelada por Dios a Moisés en el
Monte Sinaí.
Los ebionitas eran judíos estrictamente
monoteístas. Como tal no que acreditaban que
el propio Jesús era divino. Solo podía haber
un Dios. En vez de eso, Jesús era el ser
humano escogido por Él para ser el Mesías.
Él no había nacido de una virgen: sus padres
eran José y María, y él era un hombre muy
justo que Dios había adoptado como su hijo y
a quien había dado la misión de morir en la
Cruz para expiar los pecados de los otros.
Pensemos por qué no sabían que Jesús había
nacido de una virgen. Ellos no podían leer
el Nuevo Testamento porque todavía no había
un Nuevo Testamento. Los ebionitas tenían
sus propios libros sagrados, juntamente con
la Biblia hebraica, incluyendo un Evangelio
que era muy parecido al Evangelio de Mateo,
pero sin los dos primeros capítulos que
narran el nacimiento virginal.
b) Los marcionistas. Seguidores de Marción
un famoso teólogo y predicador del siglo II
de Asia Menor que pasó algunos años en Roma
antes de ser expulsado de la Iglesia y
retornar para Asia Menor, donde estableció
numerosas iglesias en muchas ciudades.
Marción veía a Paulo como el gran héroe de
la fe, el único apóstol que realmente había
comprendido a Jesús y su relación con la ley
judaica. Pablo estableció una distinción
entre la ley de Moisés que no llevaba a la
salvación; y, el Evangelio de Jesús que
llevaba. Marción creía que esa distinción
era absoluta: la ley judaica y el Evangelio
de Jesús no tenían nada en común. La ley era
una cosa (para los judíos), y el Evangelio,
otra (para los cristianos).
Marción escribió un libro llamado
“Antitheses” (literalmente, “declaraciones
contrarias” que mostraba la absoluta
dicotomía entre el Dios del Antiguo
Testamento y el Dios de Jesús. El Dios del
Antiguo Testamento era un Dios juzgador,
encolerizado y vengativo; el Dios de Jesús
era un Dios de salvación, amoroso y
misericordioso. ¿Qué diferentes eran esos
dos dioses? Entonces, Marción ofrece una
conclusión lógica: eran dos dioses
diferentes.
Jesús no era y no podía ser humano. En la
verdad era un ser divino, pura y simplemente
Os adversarios de Marción llamaron esta
visión de Cristo “docetismo”, de la palabra
griega “dokeo” (“parecer, aparecer)”. Jesús
surgió con la apariencia de carne humana,
como Pablo dice (Romanos 8.3). Él en la
verdad no se volvió carne.
c) Los grupos gnósticos. Varios grupos que
tienen algunos puntos de vista teológicos
basados básicos en común son llamados de
“gnósticos” del griego “gnosis”
(“conocimiento”), porque sustentaban que era
el conocimiento y no la fe, lo necesario
para la salvación. ¿Pero conocimiento de
qué? Conocimiento de cómo este mundo surgió
y todavía más importante, de quién tú
realmente eres. Específicamente, tú
necesitas saber quién eres, de dónde vienes,
quién te colocó aquí, y cómo puedes volver.
Varios grupos gnósticos imaginaban que
algunos de nosotros nos vinimos de aquí, de
esta tierra, y no pertenecemos a ella.
Vinimos de otro reino, un lugar celestial, y
fuimos presos en los límites impíos de
nuestros cuerpos. Necesitamos descubrir cómo
escapar y para eso precisamos de
conocimientos secretos (gnosis).
En los sistemas cristianos gnósticos, Jesús
es un ser divino que bajó del plano divino
para transmitir el conocimiento secreto de
la salvación a los espíritus presos aquí.
Sin Jesús no podríamos tener ese
conocimiento. Él realmente es el Salvador de
nuestras almas
La mayoría de los gnósticos, sin embargo,
pensaba de otro modo, según ellos, Jesús era
un ser humano que había sido temporariamente
habitado por un ser divino, Cristo, para su
ministerio público entre el momento de su
bautismo – cuando Cristo entro en él en la
forma de paloma – y el instante antes de su
muerte. Por eso, Jesús grito en la cruz:
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me
abandonaste?” Fue cuando el Cristo divino
dejó a Jesús morir solo. Pero él resucitó a
Jesús de entre los muertos y después
continuó transmitiendo sus enseñanzas
secretas a sus discípulos más próximos,
antes de retornar al plano celestial.
Esto puede no parecer el cristianismo que
aprendimos en el catecismo o en la escuela
dominical, pero era muy popular en varios
sectores de la Iglesia iniciar. La salvación
no dependía de tener fe en la muerte y
resurrección de Jesús, sino de comprender la
enseñanza secreta que él había revelado.
Tenemos la suerte de que algunos de estos
libros aparecieron en la Edad Moderna en
especial cuando un conjunto de escritos
gnósticos, comúnmente llamados de Evangelios
Gnósticos fueron descubiertos en el desierto
de Egipto, cerca de la ciudad de Nag
Hammadi, en 1945. Ellos presentan un retrato
del cristianismo bastante distinto de todo
lo que la mayoría de nosotros aprendió o
mismo oyó. Y la razón para eso es obvia: los
gnósticos fueron los perdedores de la
batalla para definir quién iría a decidir de
forma “cierta”, oficial, el cristianismo
para toda la posteridad.
d) Los cristianos protoortodoxos. Al final,
apenas un grupo de cristianos venció la
batalla por los convertidos. Su victoria
probablemente fue sellada en algún momento
del siglo III. Cuando el emperador romano
Constantino se convirtió al cristianismo en
el inicio del siglo IV, fue esa la forma
victoriosa de la fe. Cuando el cristianismo
después se vuelve la religión oficial del
imperio cerca de 50 años después de
Constantino, esa fue la forma aceptada por
casi todos con muchas variaciones,
lógicamente. Siempre hubo visiones
alternativas.
Así que venció la batalla, esa forma de
cristianismo declaró no apenas que era la
cierta, sino que había estado cierta, el
tiempo todo.
El término para “creencia correcta” es
“ortodoxia” y “ortodoxia” (en griego, orthos
significa “certo”, y doxa, “opinión”). Los
cristianos ortodoxos, o sea, aquellos que
vencieron la batalla clasificaron todos los
puntos de vista rivales como herejías, de la
palabra griega para “elección”. Heréticas
son las personas que escogen acreditar en la
creencia errada, una creencia no ortodoxa.
¿Cómo deberíamos llamar al grupo de
cristianos qué sustentó los puntos de vista
que me vencieron antes que la victoria fuese
sellada? Se acostumbra a llamarlos de
“protoortodoxos”, los ancestrales
espirituales de aquellos cuyas visiones
posteriormente se volvieron ortodoxas
Los protoortodoxos son los cristianos de los
siglos II y III, sobre los que tenemos más
información ya que fueron sus textos, no los
de sus adversarios, aquellos preservados
para la posteridad. Entre ellos están
autores cómo Justino Mártir, Ireneo,
Tertuliano, Hipólito, Clemente de Alejandría
y Orígenes. Ellos hicieron eso en gran
medida argumentando contra todas las otras
partes al mismo tiempo, llevando a ciertos
tipos de informaciones paradójicas.
Concordaban, por ejemplo, con los ebionitas
en relación a Jesús ser absolutamente
humano, más discordaban cuando negaban que
él fuese Dios. Concordaban con los
marcionistas en que Dios era plenamente
divino, pero discordaban cuando negaban que
fuese humano. ¿Cómo los protoortodoxos
podían aceptar ambos? Diciendo que Jesús era
las 2 cosas al mismo tiempo, Dios y hombre.
Esa se volvió la visión ortodoxa.
Las principales doctrinas ortodoxas sao
aquellas que acabaron volviéndose los credos
cristianos: hay un solo Dios, es el creador
de todo lo que hay, por tanto, la creación
es inherentemente buena, mismo que
corrompida por el pecado. Jesús, su hijo, es
al mismo tiempo humano y divino; y no es dos
seres (como sustentaban los gnósticos), pero
uno solo; él trajo la salvación no por medio
de conocimiento secreto sino al derramar su
sangre verdadera.
Como todos sus rivales, los protoortodoxos
tenían una gama de libros que consideraban
autoridad sagrada y consideraban que daban
aval a sus propios puntos de vista. Algunos
de ellos acabaron formando parte del canon.
Los principales debates en los círculos
protoortodoxos decidían respecto a cuáles
libros protoortodoxos debían ser aceptados,
pero todos los protoortodoxos concordaban en
que ninguno de los libros heréticos podría
haber sido escrito por cualquiera de los
apóstoles, por tanto, no serían incluidos en
el canon de las Escrituras.

También podría gustarte