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Los virus son microorganismos intracelulares obligados que usan componentes del ácido

nucleico y la maquinaria sintética de proteínas del anfitrión para replicarse y diseminarse. Los
virus suelen infectar a varios tipos celulares usando moléculas celulares normales de la
superficie como receptores para entrar en las células. Tras entrar en las células, el virus puede
causar una lesión tisular y enfermedad por cualquiera de diversos mecanismos. La replicación
vírica interfiere con la síntesis y función de las proteínas celulares normales, y lleva a la lesión
y, finalmente, a la muerte de la célula infectada. Esto da lugar a un tipo de efecto citopático
del virus, y se dice que la infección es lítica, porque se lisa la célula infectada. El virus también
puede causar infecciones latentes, lo que se expondrá más adelante.
Las respuestas inmunitarias innatas y adaptativas frente a los virus pretenden bloquear la
infección y eliminar las células infectadas. La infección se impide con interferones del tipo I
como parte de la inmunidad innata, y los anticuerpos neutralizadores contribuyen a la
inmunidad adaptativa. Una vez que se establece la infección, las células infectadas son
eliminadas por los linfocitos NK en la respuesta innata y los CTL en la respuesta adaptativa.
Los principales mecanismos de la inmunidad innata contra los virus son la inhibición de
la infección por los interferones del tipo lyla muerte de las células infectadas por los
linfocitos NK. La infección provocada por muchos virus se asocia a la producción de
interferones del tipo I en las células infectadas, especialmente en las células dendríticas
del tipo plasmocitoide. Varias vías bioquímicas desencadenan la producción de
interferón. Estas vías convergen en la activación de proteína cinasas, que, a su
vez, activan los factores de transcripción IRF que estimulan la transcripción del gen del
interferón. Los linfocitos NI< matan otras células infectadas por diversos virus y son un
mecanismo importante de inmunidad contra los virus al principio de la infección, antes
de que se desarrollen las respuestas inmunitarias adaptativas.

La inmunidad adaptativa contra las infecciones víricas está mediada por


anticuerpos, que bloquean la unión yEXTRACELULARES
entrada del virus en las células del anfitrión, y por
los CTL, que eliminan la infección, matando a las células infectadas. Los anticuerpos más
eficaces son los de afinidad alta producidos en las reacciones que tienen lugar en los
centros germinales dependientes de T.
Los anticuerpos son eficaces contra los virus solo durante el estadio extracelular de las
vidas de estos microbios. Los virus pueden ser extracelulares al principio de la
infección, antes de que infecten a las células del anfitrión o cuando se liberen de las
células infectadas por gemadón, o si las células infectadas mueren. Los anticuerpos
antivíricos se unen a la cubierta vírica o a antígenos de la cápside y funcionan, sobre
todo, como anticuerpos neutralizadores para impedir la unión del virus y su entrada en
las células del anfitrión. De este modo, los anticuerpos impiden la infección inicial y la
propagación entre las células. Los anticuerpos secretados del isotipo IgA son
importantes para neutralizar los virus dentro de las vías respiratoria e intestinal. La
vacunación oral contra el virus de la poliomielitis actúa induciendo una inmunidad
mucosa. Como hemos mencionado en capítulos anteriores, la principal función
fisiológica de los CTL es vigilar contra la infección vírica. La mayoría de los CTL específicos
frente a los virus son linfocitos T CD8+ que reconocen péptidos víricos
citosólicos, habitualmente sintetizados dentro de la célula, presentados o por moléculas
de la clase I del MHC. Si la célula infectada es una célula tisular y no una célula
presentadora de antígenos profesional, como una célula dendrítica, la célula infectada
puede ser fagocitada por la célula dendrítica, que procesa los antígenos víricos y los
presenta a los linfocitos T CD8+ vírgenes. Este proceso de presentación cruzada o
cebado cruzado. La diferenciación completa de los CTL CD8+ requiere, a
menudo, citocinas producidas por linfocitos cooperadores CD4+ o coestimuladores
expresados en las células infectadas. Como se expuso en los capítulos 9 y 11, los
linfocitos T CD8+ proliferan de forma masiva durante la infección vírica y la mayoría de
las células que proliferan son específicas frente a algunos pocos péptidos
víricos. Algunos de los linfocitos T activados se diferencian en CTL efectores, que pueden
matar a cualquier célula nucleada infectada. Los efectos antivíricos de los CTL se
deben, sobre todo, a la muerte de las células infectadas, pero otros mecanismos son la
activación de las nucleasas dentro de las células infectadas que degradan los genomas
víricos y la secreción de citocinas como el IFN--/, que activa los fagocitos y puede tener
cierta actividad antivírica. Estos efectos citopáticos pueden abarcar la lisis de las células
infectadas o la proliferación incontrolada de las células. Tales infecciones latentes son
frecuentes con el virus de Epstein-Barr y otros virus ADN de la familia de los herpesvirus.
En algunas infecciones víricas, la lesión tisular puede deberse a los CTL. Un modelo
experimental de una enfermedad en la que el trastorno se deba a la respuesta
inmunitaria del anfitrión es la infección por el virus de la coriomeningitis linfocítica en
los ratones, que induce una inflamación de las meninges de la médula espinal. El VCML
infecta las células meníngeas, pero no es citopático ni daña las células infectadas
directamente. El virus estimula el desarrollo de CTL específicos frente al virus que matan
a las células meníngeas infectadas durante un intento fisiológico de erradicar la
infección. Por tanto, la meningitis aparece en ratones normales con sistemas
inmunitarios intactos, pero los ratones con una deficiencia de linfocitos T no sufren la
enfermedad y, en cambio, se convierten en portadores del virus. Esta observación
parece contradecir la situación habitual, en la que los sujetos con inmunodeficiencia son
más sensibles a las enfermedades infecciosas que los sujetos normales.

Los virus pueden alterar sus


antígenos y así dejar de ser dianas de
las respuestas inmunitarias. Los
antígenos afectados suelen ser las
EXTRACELULARES
glucoproteínas de la superficie, que
son reconocidas por los
anticuerpos, pero los epítopos del
linfocito T también pueden sufrir
variaciones. Los genomas víricos
sufren mutaciones en los genes que
codifican las proteínas de superficie y
la variación que se produce como
resultado de ello se llama deriva
antigénica. Los genomas de ARN segmentado de los virus de la gripe que habitan
normalmente en diferentes especies de anfitriones pueden recombinarse en las
células del anfitrión, y estos virus con mezcla pueden diferir mucho de las cepas
prevalentes. La mezcla de los genes víricos da lugar a cambios importantes en la
estructura antigénica que se llama cambio antigénico, que crea virus
distintos, como el virus de la gripe aviaria o el de la gripe porcina. Son más
frecuentes variantes víricas más sutiles. Hay tantos serotipos de rinovirus que la
vacunación contra el catarro común puede no ser una estrategia preventiva
factible.
Algunos virus inhiben la presentación de antígenos proteínicos citosólicos
asociados a la
clase I del
MHC. Los virus
pueden
producir
diversas
proteínas que
bloquean
diferentes
pasos en el

procesamiento, transporte y presentación del antígeno. Algunos virus pueden


producir proteínas que actúan como ligandos para los receptores inhibidores de
los linfocitos NI< y así inhiben su activación.
Algunos virus producen moléculas que inhiben la respuesta inmunitaria. Estos
ejemplos representan probablemente una pequeña fracción de las moléculas
víricas inmunosupresoras. La identificación de estas moléculas plantea la
interesante posibilidad de que los virus hayan adquirido genes que codifican
inhibidores endógenos de las respuestas inmunitarias durante su paso a través
de los anfitriones humanos y hayan así evolucionado hasta infectar y colonizar a
los seres humanos.
Algunas infecciones víricas crónicas se asocian al fracaso de las respuestas de los
CTL, lo que permite persistir a los virus. De este modo, los virus pueden haber
evolucionado para explotar los mecanismos normales de la regulación
inmunitaria y activar estas vías en los linfocitos T. Este fenómeno se ha llamado
agotamiento, lo que implica que las respuestas inmunitarias contra los virus se
inician, pero después se clausuran prematuramente. VIH y el virus de la hepatitis.
El virus puede infectar y matar o inactivar a linfocitos T inmunocompetentes. El
ejemplo obvio es el VIH, que sobrevive infectando y eliminando linfocitos T CD4+,
los inductores clave de las respuestas inmunitarias a los antígenos proteínicos.

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