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INDEPENDENTISTA
Alba Carosio1
RESUMEN
Presenta una recapitulación con reflexiones feministas sobre la participación de las mujeres en
la independencia nuestroamericana, con especial referencia a Venezuela y las luchas
bolivarianas. Se revisa la situación de las mujeres en la Colonia, su contribución a la economía,
la utilización de la fuerza sobre el cuerpo femenino como instrumento al servicio del dominio colonial,
la apropiación de los saberes femeninos de los pueblos originarios por el dominio español, las
resistencias y rebeliones de las indígenas, negras, mestizas y mulatas que prepararon el terreno
para la independencia, y las acciones pioneras de mujeres blancas de sectores populares y
élites. La historia suele registrar solamente a algunas mujeres extraordinarias, presentadas
como “espejo de varones sobresalientes”, pero en la realidad las mujeres que participaron
fueron muchas y diversas.
La Colonia
La vida de las mujeres en la Colonia estuvo determinada por su sexo, por su etnia y por su clase
dentro del marco de la cultura hispánica dominante, con valores y prácticas sociales y religiosas
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Doctora en Ciencias Sociales. Directora del Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad
Central de Venezuela albacarosio@gmail.com
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patriarcales, racistas y de casta, y bajo el control y la represión de las instituciones. Aunque todas
compartían la opresión de género, en América Latina colonial fue distinta la posición social y el
trabajo de las mujeres blancas de las capas altas, que el realizado por las pobres, indígenas,
Las primeras, recluidas en el hogar, reproducían hijos para consolidar el sistema de dominación
colonial y de clase. La familia, tanto en España como en la América española, era considerada el
garantizaba la continuidad legal y la conservación del status y del patrimonio. Durante la época
Carmen Clemente Travieso (1977) describió la vida cotidiana de las mujeres, diciendo que: “No
era concebible una mujer en aquellos tiempos, cuyo principal pensamiento no fuera la misa de
los domingos, donde asistía seguida de la esclava negra que le llevaba la alfombra, como un
perrillo faldero”2, tanto las mantuanas, como sus esclavas negras o indias, y las descendientes
la ignorancia y al sometimiento de los hombres. Las mujeres estaban primero bajo el control del
padre y después bajo el del marido, lo que no suponía un sometimiento total. El matrimonio era
un destino obligatorio, fuera de él, solamente el convento. Las doncellas se casaban muy jóvenes
cumpliendo así con sus deberes sociales, y con el patrón de moralidad obligatorio. Las mujeres
de la élite estaban obligadas ajustarse más a los ideales de mujer que los escritores didácticos de
la Colonia dictaban como metas de conducta femenina, como por ejemplo los propuestos en “La
2
“La mujer en la Colonia”, conferencia dictada en el Círculo Militar. En: Las mujeres en el pasado y en el presente, Conferencia dictada en el Círculo Militar - Caracas,
Agrupación Cultural Femenina2,1977. pp-33 y 37, Cit. por Espina, Gioconda. (2005) BREVE HISTORIA DE UNA LARGA LUCHA DE LAS MUJERES VENEZOLANAS POR LA LIBERTAD Y LA
IGUALDAD. Agenda 2005. Caracas: CEM-UCV
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perfecta casada” de Fray Luis de León y en la “Instrucción de la mujer cristiana” de Juan Luis
virginidad y del honor familiar. La ignorancia se consideraba garantía de honestidad frente a los
Fuera de la élite, en los sectores populares compuestos por artesanos, productores independientes
y comerciantes al menudeo, que conformaban masa heterogénea de gente humilde, sin acceso al
bordadoras, tejedoras, panaderas, areperas, lavanderas, alfareras, etc. que vivían en medio de la
pobreza. Sobre sus hombros descansó la precariedad de la economía colonial. En las ciudades
indígenas, mestizas y blancas pobres conformaban una red de comercio de subsistencia. Asegura
María del Mar Álvarez de Lovera (1994) que en la sociedad colonial, las mujeres tenían una
participación en el poder.
mujeres de los estratos populares, aunque sus clientes y clientas muchas veces trascendieron su
grupo social y su condición racial. La curandería fue utilizada para tratar y sanar diversas
instrumento al servicio del dominio colonial. Las uniones de los españoles con las mujeres
indias fueron un factor crucial en la conquista de América. Durante todo el período colonial los
sexual étnica, así procrearon numerosos hijos, y el concubinato se convirtió en una arraigada
práctica social. La mujer indígena, como después la africana, tributó sexualmente a los
original, define la descendencia de un hombre español con una mujer indígena, y fue un sistema
plasmadas en los productos textiles y de alfarería, que tuvieron que concurrir obligadamente al
los españoles entrenaron a las mujeres indígenas en la cría de ganado vacuno y ovejuno, y en los
cultivos de las nuevas plantas y cereales que trajeron de Europa. A diferencia de la mujer ibérica,
la mayoría de las mujeres indígenas y mestizas fueron obligadas a trabajar para poder sobrevivir
Por su parte, la mujer negra, en su calidad de esclava, despojada de su propio cuerpo, era una
propiedad que reproducía en contra de su voluntad nueva fuerza de trabajo esclava, y además,
trabajaba en las tareas domésticas y de cultivo, al servicio de los patrones del campo y la ciudad.
Fue generadora de un plustrabajo importante por su articulación con los sectores económicos
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claves: minería, hacienda y plantación. A partir de los seis años las niñas negras comenzaban a
servir a sus amas y amos. La proximidad física entre las esclavas y los amos propició desde
estrechos vínculos emocionales entre las nodrizas y las criaturas blancas3, hasta las crueldades
propias del vínculo amo-esclava alimentadas por el cotidiano contacto doméstico. Hasta fines de
la Colonia no hay trabajo doméstico de la mujer negra en una propia unidad familiar, por cuanto
expoliación de la mujer africana es la de sus hijos, ni la lealtad ni el afecto a sus amos impedía
que fueran vendidas separadas de sus hijos. Como se aplicaba la ley del "vientre" el hijo de una
esclava era esclavo también, aunque su padre fuere un hombre libre y solamente si éstos los
manumitían, podían salir de la esclavitud, esas fueron razones que las llevaban a regalarlos, a
esconderlos al momento de nacer o a huir, o a buscar el aborto como mecanismo para no parir
esclavos.
Las mujeres indígenas y luego las mestizas, además de las negras, las zambas y mulatas fueron
cuantía del plus-producto entregado por el trabajo de estas mujeres al fondo de la acumulación
todo único e indivisible, la opresión patriarcal de las mujeres operaba en la colonia como
Resistencias y Rebeliones
3
La discriminación de los españoles hacia los criollos, llegó al extremo de considerar que la leche de las nodrizas negras o indígenas inferiorizaba a las y los amamantados,
se acusaba a los criollos de tener “mala leche”. Muchos creían que los vicios de la población blanca comenzaban en la cuna cuando entraban en contacto con las esclavas,
porque la presencia de las fuertes mujeres negras debilitaba el viejo sentido del patriarcado entre los niños criollos. Por otra parte, la proximidad de las mujeres negras era
una amenaza a los parámetros que aseguraban la superioridad de la raza blanca. (Luz Mena, 2006)
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Durante los tres siglos de vida de Nueva España, las rebeliones de los indígenas y los esclavos,
los tumultos de las castas sometidas y las acciones de los criollos prepararon el terreno para la
las mujeres intervinieron masivamente en las luchas por la tierra y en defensa de su etnia.
Anacaona (en La Española), Gaitana (en Colombia), Guacolda (en Chile), Apacuana y Ana Soto
(en Venezuela) son algunos de los nombres de las primeras luchadoras de la resistencia indígena.
Las mujeres quechua y aymara tuvieron un rol fundamental en la rebelión del Inca Tupac Amaru
y Tupac Katari de 1781, en Perú y Bolivia. Vencida la rebelión fueron ejecutadas con más
Micaela Bastidas (1781), Tomasa Tito Condemayta (1781), Marcela Castro (1781), Bartolina
Sisa (1782), Gregoria Apaza (1782), Cecilia Tupac Amaru, Manuela Tito Condori, Manuela
Gandarillas, fueron ajusticiadas “para que se perpetúe la memoria del castigo aplicado” e
inmediatamente borradas de la historia. En 1803, Lorenza Abimañay, junto con Jacinta Juárez y
rebelión fue reprimida y Lorenza Abimañay degollada, junto a otros líderes indígenas. Los
castigos de los actos de transgresión confirmaban una identidad global de la clase servil, y
también las diferencias entre hombres y mujeres por la crueldad del trato.
Las mujeres negras participaron en diversas formas de resistencia, como las prácticas mágicas de
dominio y seducción, el arte del bien querer, los ritos religiosos, la música afro y, sobre todo, en
múltiples rebeliones. Guiomar compañera del negro Miguel combatió junto a él en la primera
rebelión de esclavos en Venezuela (1552), siendo proclamada reina del cumbe, a la usanza
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africana. Juana Francisca, María Valentina y Juana Llanos fueron importantes protagonistas de la
rebelión encabezada por el negro Guillermo en 1771-74 en la zona del Tuy Barlovento, cerca de
Caracas, que sacudió el dominio los “gran cacao”. Trinidad, Polonia y Juana Antonia
participación activamente en la insurrección del negro José Chirino (1795)4, una de las grandes
En el submundo hostil, lleno de vejaciones y de torturas en que vivían las y los esclavos, no
había nada que perder, el hecho de llegar a ser libres era lo único que importaba. (Ermila
Troconis de Veracoechea, 1998). Las africanas eran sometida al duro trabajo de la mina, de las
plantaciones o del servicio doméstico, en la noche usadas sexualmente por patrones y capataces,
y las hijas o hijos que nacieran aumentaban el número de esclavos. Si la mujer africana era
violada y salía embarazada tenía tres opciones: el aborto5, el suicidio o tener el hijo del hombre
esclavizadas forma parte del aparato ideológico del racismo, justificaba el abuso sexual basado
en el poder y el temor. Por eso surge el cimarronaje, que es la huida del hombre blanco. Las
regiones, incluso hubo haciendas que fueron manejadas por mujeres. En toda América Latina
hubo zonas liberadas por esclavas y esclavos escapados, el cimarronaje no fue sólo huída de la
También tuvieron lugar resistencias y rebeldías entre las mujeres blancas especialmente de las
clases populares, y aún en las élites. Por ejemplo, la insurrección comunera que sacudió todo el
virreinato de la Nueva Granada en el año 1781, tuvo inicio en la acción de Manuela Beltrán, una
4
Desde 1522 con la rebelión de Herniquillo, en República Dominicana, hasta José Leonardo Chirino, en Venezuela, en 1795, suman más de ciento cincuenta rebeliones
antiesclavistas, coloniales y preindependistas a lo largo y ancho de América Latina y el espacio Caribe.
5
El aborto, era realizado por muchas negras, aprovechando conocimientos a menudo ancestrales en la materia, para no parir esclavos.
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humilde vendedora callejera que rompió en pedazos la Real Cédula, que imponía impuestos para
financiar la guerra contra Inglaterra, y la lanzó al aire. En su acción se concentraban siglos de ira
acumulada por un pueblo explotado y oprimido sin medida; agobiado por tributos a la Corona, al
viejos fusiles o instrumentos de labranza, se apoya en mujeres que van y vienen por pueblos y
estancias, por trochas y caminos, llevando lo que sus manos diligentes pueden coger para que los
España (1796) tuvieron participación destacada, Joaquina Sánchez, esposa de José María
España, de quien se dice era contacto con los esclavos de las haciendas involucrados en la
Una forma de resistencia de las mujeres al orden jerárquico colonial, en el que el patriarcado
familiar y la sujeción de las mujeres potenciaba el control social, fue la lucha por la participación
en la educación y en el saber. Se prefería a las niñas ignorantes, que no supieran leer y escribir
para que no pudieran comunicarse con los hombres, y en todo caso las que lograban aprender
lectoescritura solamente se les permitía leer libros de devoción. La educación de las niñas se
en parte mestiza no otorgaba casi ninguna compensación a la mujer, la cual ni siquiera podía
elegir su pareja. Los matrimonios acordados por los padres y garantizados por las dotes no se
relacionaban con el amor, sino con la conveniencia. Algunas, como Sor Juana Inés de la Cruz,
veían el convento como una manera de escapar de yugo matrimonial. Otras se refugiaban en las
casas de recogimiento o beaterios: allí convivían con las abandonadas por sus maridos. Un
considerable número de mujeres veía en el claustro una forma de refugio y protección. En los
Conventos, de los que había dos clases: pequeños y austeros y grandes con comodidades, se
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desarrolló la resistencia cultural de las mujeres en forma de literatura conventual. Monjas
escritoras fueron además de Sor Juana: Clarinda y Amarilis (seudónimos en Perú), Sor Francisca
Josefa de Castillo (Colombia), Madre María de San Joseph, María de Jesús Tomelín, Sor María
Petra de Trinidad, Sor Sebastiana Josefa de la Santísima Trinidad (México), Sor Úrsula Suarez
A fines del siglo XVII, se publicaba en Quito el periódico de ideas independentistas Primicias de
la Cultura de Quito, y allí logró alzarse la voz de Manuela Espejo, quien publicaba con el
seudónimo Erophilia. Claramente se quejaba Manuela, de que las mujeres no podían descubrir la
sublimidad de las ciencias, sólo los hombres tienen derecho al conocimiento, denuncia la
injusticia diaria que sufren las mujeres. Este texto es el primero en que se denuncia de manera
Guerras de Independencia
Mujeres de todos los sectores sociales y étnicos participaron de frecuentes y distintas maneras en
el proceso de la independencia. En los momentos clave no fueron una ni dos mujeres sino un
colectivo de ellas las que participaron e hicieron posible los históricos cambios sociales. La
historia suele registrar solamente a algunas mujeres extraordinarias, presentadas como “espejo de
varones sobresalientes”, pero en la realidad fueron muchas y diversas las mujeres que
decir, cumplieron múltiples papeles en las luchas emancipatorias. Hubo una participación
destacado a las más conspicuas mujeres de la clase dominante. Las indígenas, negras y mestizas
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contribuyeron, junto a los hombres de avanzada de aquel tiempo, al triunfo de la revolución por
la independencia: marcharon a la par del hombre por derriscaderos, sierras, vados y cañones.
Nuestra independencia contó con el aporte decisivo de cientos de mujeres que dentro y fuera de
las filas del ejército apoyaron la construcción del proyecto libertario patriota. Junto con los
combatientes avanzaron las voluntarias, que fueron soldadas, enfermeras, aguateras, cocineras.
Las mujeres que acompañaron a las huestes cocinaban a lo largo del trayecto, durante horas
participación de las mujeres en las guerras independentistas estuvo –en la mayoría de los casos-
ligada al apoyo a familiares, las mujeres del pueblo partían a la guerra con sus compañeros,
cargando sus hijos, sus ollas, sus ropas y las pocas pertenencias del hogar. Estas camaradas de
batalla, determinantes en un momento dado, no sólo no fueron valoradas, sino que no fueron
registradas e incorporadas a la historia, fueron invisibles y aún siguen así. Avanzadoras, troperas,
soldaderas, rabonas, vivanderas, juanas, fueron inseparables de los ejércitos y el mejor sostén
con que podía contar el campesino soldado. Fueron multitud de mujeres del pueblo anónimas y
olvidadas, sus nombres desaparecieron a medida que las batallas avanzaban. A la retaguardia de
todos los ejércitos iban las mujeres. Muchas de ellas fueron tomadas prisioneras y fusiladas por
los realistas. Quedan unas pocas en la memoria a pesar de que fueron legiones.
Este olvido histórico tiene relación, por un lado con el papel subordinado y la discriminación del
conjunto de las mujeres en la sociedad, y por otro con la negación del colectivo de ellas,
constituido por mujeres del pueblo pobre, quienes hicieron posible los históricos cambios
sociales. Los historiadores oficiales desaparecieron la lucha del pueblo y, dentro de esa lucha,
especialmente la de las mujeres, casi nada se sabe de la participación de las mujeres en la lucha
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independentista como conjunto de masas. Faltan relatos, faltan anécdotas y descripciones que las
Guerreras: en el momento necesario ellas cargaban el fusil y salían a pelear, Las hubo que
pusieron sus pechos desnudos ante el pelotón de fusilamiento para salvar a sus hombres, hasta
borrosas siluetas andrajosas, emponchadas, llevando cántaros de agua para los agonizantes y
socorriendo heridos, ayudando a morir, sepultándolos y rezando por ellos, todas eran expertas en
Manuela Godoy, una santiagueña que estuvo en la batalla de Tucumán, dijo: "Aunque sea con
agua y algún aliento a los hombres, algo se hace para ayudar a la patriada. Y si tengo que agarrar
una bayoneta y ensartar godos, no soy lerda ni me voy a quedar atrás". Pocos nombres han
quedado de estas mujeres bravas que acompañaron a las tropas patriotas, Cira Tremaría y Juana
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Una contribución importante de las mujeres a la gesta independentista fue actuando como espías
de los realistas, muy útiles para las emboscadas, averiguando todo lo que podían sobre las tropas.
vinculadas con la guerrilla de los Llanos; recibía y mandaba mensajes, compraba material de
guerra, convencía a jóvenes y les ayudaba a adherirse a los grupos patriotas. Experta en
espionaje, Policarpa fue indispensable para la causa patriota. Las damas, las niñas, las mujeres de
la servidumbre y las esclavas entablaban amistades y hasta amores con oficiales con el objetivo
proporcionaban albergue e información sobre los movimientos de las tropas realistas. Las
mujeres constituyeron una temible red de espionaje y subversión que minó la organización del
ejército realista.
Más conocidas y recordadas fueron las mujeres patriotas relacionadas o compañeras de los
grandes héroes comandantes que comandaron tropas ellas mismas, algunos ejemplos son
enfermera de los campos de batalla, Josefa Camejo quien encabezó a un grupo de mujeres
prestas a defender la ciudad de Barinas, Luisa Cáceres de Arismendi y por supuesto las
excepcionales generalas (recién ascendidas en nuestro siglo): Manuela Sáenz y Juana Azurduy.
emancipada, tanto durante el proceso revolucionario como cuando se desataron las luchas
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Las mujeres de la clase acomodada criolla jugaron un papel importante en las luchas por la
independentistas. En sus salones se reunieron los patriotas conspiradores, se destacan entre ellas
Sánchez de Thompson en Argentina, en su casa se escuchó por primera vez el himno nacional.
Francisca Javiera Carrera, hermana de José Miguel, el presidente de la Junta Chilena, fue una
infatigable, consecuente y voluntariosa compañera de los ideales libertarios, tanto en los días de
triunfo como en los de derrota transitoria. De ellas dice Carmen Clemente Travieso (1964): “Las
mujeres de las clases altas, por su misma condición de señoras de la casa, que tenían algún
barniz de cultura y seducción y por su belleza `triste y resignada`, tenían ocasiones de dejar oír
su palabra, de dar su opinión.” Las matronas se ocuparon también como financistas de la causa
Protzel, 2009).
No olvidemos sin embargo, que a una amplia proporción de mujeres patriotas su adhesión a la
causa independentista les costó la vida. A los hombres independentistas se les perseguía,
torturaba y asesinaba en los campos de batalla y las cárceles, pero a las mujeres además se les
humillaba, a muchas se les montó desnudas sobre un burro, cubiertas de miel y plumas, se les
azotaba y exhibía en plaza pública. Así hicieron por ejemplo, con Ana María Campos en
enfatizando así la convicción de las autoridades de que las mujeres revolucionarias eran
comparables con las prostitutas y, en todo caso, inferiores a los hombres revolucionarios. Parejo
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al reconocimiento de la valentía y el aporte revolucionario de las mujeres, fue aumentando la
consecuencias como la tortura y la muerte. En las luchas por la independencia se rompió con los
ese lapso extraordinario, la igualdad entre mujeres y hombres pareció ser posible. Pero
terminadas las batallas el dominio masculino volvió a imponerse. Las mujeres tuvieron más
temerosos de su avance en la vida pública, los hombres las devolvieron a las casas y se volvió a
petición al gobernador, con el título: "Representación que hace el bello sexo al gobierno de
ponían a la orden para la defensa de Barinas, sin ningún temor los horrores de la guerra.
Textualmente decían:
“No ignoran que V.E., atendida la debilidad de nuestro sexo, acaso ha procurado
eximirnos de las fatigas militares: pero sabe muy bien V.E. que el amor a la patria
vivifica a entes más desnaturalizados y no hay obstáculos por insuperables que no venza.
Nosotras, revestidas de un carácter firme y apartando a un lado la flaqueza que se nos
atribuye, conocemos en el día los peligros a que está expuesto el país; él nos llama a su
socorro y sería una ingratitud negarle unas vidas que sostiene. El sexo femenino, Señor,
no teme los horrores de la guerra: el estallido del cañón no hará más que alentarle: su
fuego encenderá el deseo de su libertad, que sostendrá a toda costa en obsequio del suelo
Patrio”
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La proclama insurge contra los estereotipos atribuidos a las mujeres, y reclama una participación
generosamente igualitaria en el dolor del combate, como en la realidad ignorada por la historia
recuerda que las decisiones sobre la participación de las mujeres las tomará él de acuerdo a las
Vencedores de Carache, sabed que el pueblo que vienen a rescatar es tan digno de
vuestros heroicos sacrificios, que todo él está lidiando por la libertad o padeciendo por
ella; hasta el sexo bello, las delicias del género humano, nuestras amazonas han
combatido contra los tiranos de San Carlos, con un valor divino aunque sin éxito. Los
monstruos y tigres de España han colmado la medida de la cobardía de su nación, han
dirigido las infames armas contra los cándidos y femeninos pechos de nuestras beldades,
han derramado su sangre; han hecho expirar a muchas de ellas, y las han cargado de
cadenas, porque concibieron el sublime designio de libertad a su adorada patria. ¡Las
mujeres, sí soldados, las mujeres del país que estáis pisando combaten contra los
opresores, y nos disputan la gloria de vencerlos! todo hombre será soldado, puesto que
las mujeres se han convertido en guerreras, y cada soldado será un héroe por salvar
pueblos que prefieren la libertad a la vida. (Proclama a los soldados del Ejército
Libertador de Venezuela, Cuartel General de Trujillo 22 de junio de 1813).
Las aguerridas mujeres son puestas como ejemplo, y como acicate para los soldados.
En suelo latinoamericano surgió durante la Colonia uno de los primeros hombres que reivindicó
el patriarcado. Planteó que las mujeres debían ser consultadas en las actividades políticas, pues
esa “mitad de individuos” tenía derecho a estar representada en el gobierno. Esta marginación de
la mujer, decía Miranda, constituye una “injusticia irritante, muy digna de ser tomada en
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En 1792, en una carta dirigida a Alejandro Petión, entonces miembro de la Convención Nacional
"Por mi parte os recomiendo una cosa sabio legislador: las mujeres. ¿Por qué dentro de un
gobierno democrático la mitad de los individuos, las mujeres, no están directa o indirectamente
representadas, mientras que sí están sujetas a la misma severidad de las leyes que los hombres
hacen a su gusto? ¿Por qué al menos no se les consulta acerca de las leyes que conciernen a ellas
más particularmente como son las relacionadas con matrimonio, divorcio, educación de las
niñas, etc.? Le confieso que todas estas cosas me parecen usurpaciones inauditas y muy dignas
de consideración por parte de nuestros sabios legisladores." (cit. por Carmen Bohorquez, 2006)
En estas palabras de Francisco de Miranda resuenan los argumentos que postuló Olympia de
campeón de la educación de las mujeres. Abrió escuelas mixtas en Bolivia, en plena guerra de la
Independencia, durante la década de 1820, bajo el gobierno de Sucre. Educaba a todos los que
quisieran ser educadas, sin distinción de etnia ni de sexo, pensaba que era necesario dar
instrucción y oficio a las mujeres para que no se prostituyeran por necesidad, ni hiciesen del
Sin embargo, más de un siglo debieron esperar estas ideas y muchas debieron ser las luchas de
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Cuando cesaron las batallas los tradicionales grupos marginados de la sociedad -indígenas y
social -del poder y del saber- que habían ocupado durante los siglos del coloniaje. En el caso de
las mujeres, con el tradicional pretexto de las funciones y responsabilidades propias de su sexo
fueron nuevamente recluidas en sus hogares o en los conventos, relegadas del escenario público
que les había servido para conseguir una emancipación que era de sus pueblos pero también de sí
mismas. Las grandes protagonistas, casi siempre desterradas, exiliadas y calumniadas, murieron
solitarias, en la pobreza y se borró toda huella de su memoria. El objetivo de igualdad que sirvió
de base ideológica a las luchas libertarias se diluyó con la toma del poder por parte de los
criollos ilustrados, que continuaron el pasado colonial sobre estos grupos otra vez marcados por
gestas notables y que conquistaron los grados militares como fruto de los conocimientos y
energía puestos en defensa de la emancipación, cuando la historia las mostró fueron recuperadas
como la amante del libertador Bolívar -Manuela Sáenz-, la esposa del guerrillero Manuel Padilla
-Juana Azurduy-, la mujer de Túpac Amaru -Micaela Bastidas-, etc. Los bronces de las plazas y
los libros de texto son ejemplo evidente de la historia oficial, contada en masculino y jalonada
Los prejuicios de la clase dominante de los criollos impidieron que las mujeres tuvieran
conocimientos que habían demostrado. No se incluyó a las mujeres en las nuevas constituciones,
simplemente se las ignoró, se sobreentendía que las mujeres tenían tan poca importancia en la
vida pública que ni siquiera se consideraron sus derechos políticos para prohibirlos.
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Excluidas del rol público sabemos de las acciones de las mujeres pero muy poco de su
pensamiento, la mayoría siguió sin saber leer y escribir, y las que lo hacían no tenían derecho a
escribir en los medios públicos, su pensamiento en el mejor de los casos, quedó plasmado en sus
cartas. Durante las guerras de la independencia los líderes políticos y militares intercambiaron
cientos de cartas que más tardes publicadas en volúmenes conformaron base histórica principal.
Los escritos femeninos, en cambio, fueron menos públicos que sus acciones.
Aunque las mujeres fueron excluidas de la política formal, fueron activas en los espacios
tramaron conspiraciones y se formaron alianzas. Ese tipo de relaciones mediadas con el estado
permitió a las mujeres, reivindicar que ellas trabajaban por la unidad nacional, en oposición a
de las nuevas naciones como mediadoras y unificadoras, identificadas con la patria y no con los
partidos políticos. Su exclusión de los espacios políticos las ponía en una situación ventajosa
para asumir esta función. Manuela Sáenz, por ejemplo, afirmaba el lugar central de las mujeres
seguir reclamando una posición no partidista. Mariquita Sánchez de Thompson consideraba que
las mujeres podían jugar un rol útil como mediadoras entre facciones políticas. Las redes sociales
que mantenían las mujeres eran consideradas factores importantes para la construcción de la
identidad nacional. Reconocían como la mayor de las amenazas para las nuevas naciones las
guerras civiles y la ambición personal como el mayor de los males, y de esto se desprendía la
mujeres –sostenían- eran más leales que los hombres, quienes cambiaban de bando para obtener
prebendas.
Manuela Sáenz y Juana Azurduy fueron las dos figuras femeninas más relevantes de la
Independencia de América, podrían incluso ser no solamente espejo la una de la otra, sino
también contrafiguras de los libertadores del Norte y del Sur (Bolívar y San Martín). Ambas
tienen mucho en común: fueron guerreras, las dos únicas mujeres que alcanzaron el grado
independentistas. Circulan dos cartas que podrían haber cruzado Manuela y Juana, hay dudas
estas notables mujeres, y todas las que participaron y apoyaron las luchas patriotas, entregadas y
nación, vieron sus expectativas e ideales frustrados, sus aspiraciones estafadas. Veamos sus
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MANUELA SÁENZ Y JUANA AZURDUY, CORONELAS DE LA REVOLUCIÓN
ascendida en el campo de Ayacucho, por el propio Sucre; Doña Juana, por el Libertador.
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