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El sistema inmunitario de los animales es aquel que está encargado de dar protección y
defensa contra ciertos agentes que quieran invadir, instalarse y reproducirse en los
animales. Estos agentes extraños podrían causar enfermedades al cuerpo del animal, ya que
pueden usar moléculas que causan daños, con el fin de lograr su objetivo. Estas moléculas
se conocen con el nombre de antígenos.
El sistema inmunitario de los animales tiene una larga historia evolutiva, siendo el mismo
muy importante para los animales vertebrados e invertebrados. Este sistema posee la
capacidad de reconocer las sustancias y moléculas propias de los organismos. Por lo que
ayuda a mantener la homeostasis y el equilibrio celular. También puede reconocer
alteraciones propias del organismo, por lo que actúa para controlar y evitar la aparición de
enfermedades degenerativas.
La inmunidad innata de los animales invertebrados está compuesta por células que
dependiendo de su ubicación recibirán su nombre. Estas células tienen como función
atrapar a organismos patógenos, los cuales son destruidos dentro de estas células en
compartimientos especiales, antes de que pueda dañar al animal hospedador. Esta función
celular es conocida con el nombre de fagocitosis.
Innato
El sistema inmunitario innato de los vertebrados está compuesto por varios mecanismos de
defensa. Estos mecanismos son barreras anatómicas, fisiológicas, las mediadas por células
y el proceso inflamatorio.
En cuanto a las barreras anatómicas, encontramos a la piel, la cual sirve como protección y
barrera física para prevenir la entrada a los organismos patógenos. De igual manera en esta
línea también se debe nombrar a las mucosas, las cuales están cubiertas de células que
tienen la capacidad de generar moco y otras sustancias como saliva y lágrimas. Estas
secreciones tienen como función atrapar a los patógenos para ser eliminados por efecto de
lavado.
Adaptativo
Igual que los animales, las plantas son atacadas por bacterias patógenas que pueden
causarles una infección y disponen de un sistema inmunitario para defenderse. Las plantas
no tienen sistemas circulatorios que transporten células inmunitarias especializadas, sino
que cada una de las células vegetales tiene sus recursos de defensa propios.
Las bacterias patógenas entran a la planta a través de los estomas, unos poros
microscópicos presentes en la superficie de las hojas, aunque también pueden penetrar por
pequeñas heridas. Cuando las bacterias entran en contacto con las células vegetales, estas
activan una serie de respuestas inmunitarias, como por ejemplo:
-Reforzar las paredes celulares para evitar que las bacterias penetren en más células.
-Sacrificar las células infectadas, o incluso hojas y ramas enteras, para frenar el avance de
la infección.
Las plantas carecen de un sistema inmune adaptativo, que es el encargado de recordar una
infección y dependen exclusivamente de lo que llamamos inmunidad innata. Cuando una
planta es atacada por una bacteria infecciosa, de inmediato el vegetal ataca a la célula en
peligro. De esta manera "mata" a los posibles hospedadores. Es una especie de política de
tierra quemada: no crece ni la bacteria ni nada. Al fin y al cabo, a la planta le cuesta menos
hacer crecer una nueva hoja o un trozo de tallo que librarse de una infección generalizada y
por eso vemos partes de la planta pardas, marrones o negras.