0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
35 vistas1 página
Este documento es un homenaje a Evaristo Ángel Calderón, quien falleció recientemente. Sus amigos lo recuerdan con cariño como alguien que alegraba sus días con su gloriosa voz y canciones. Lamentan que se haya ido tan pronto y sin poder despedirse adecuadamente. Le piden que los cuide desde el cielo y les reserve un lugar para el asado. Extrañarán su compañía y risa, pero se esfuerzan por honrar su memoria reuniéndose nuevamente con él algún día.
Este documento es un homenaje a Evaristo Ángel Calderón, quien falleció recientemente. Sus amigos lo recuerdan con cariño como alguien que alegraba sus días con su gloriosa voz y canciones. Lamentan que se haya ido tan pronto y sin poder despedirse adecuadamente. Le piden que los cuide desde el cielo y les reserve un lugar para el asado. Extrañarán su compañía y risa, pero se esfuerzan por honrar su memoria reuniéndose nuevamente con él algún día.
Este documento es un homenaje a Evaristo Ángel Calderón, quien falleció recientemente. Sus amigos lo recuerdan con cariño como alguien que alegraba sus días con su gloriosa voz y canciones. Lamentan que se haya ido tan pronto y sin poder despedirse adecuadamente. Le piden que los cuide desde el cielo y les reserve un lugar para el asado. Extrañarán su compañía y risa, pero se esfuerzan por honrar su memoria reuniéndose nuevamente con él algún día.
última macha acostado en una nube, tocando las más hermosas chacareras y haciendo bailar a los querubines movidos carnavalitos con un arpa dorada. Ay, ¡que dolor!, te nos fuiste, chango, y no nos diste la oportunidad de que tengamos una despedida como Tatita Dios manda. Si nos hubieras dado un aviso te juramos que esta vez no ibas a tener que poner ni un peso para el vino, esta vez nosotros nos encargábamos de todo y, creenos, que solo íbamos a comprar del mejor. Hasta la señora del Enano Choquevilca le habría dado permiso para trasnochar. ¿Pero quién se lo iba a imaginar, no? Vamos a extrañar tu voz gloriosa y tus canciones que nos alegraban los días tristes y grises. Quedate tranquilo que a la guitarra no le pasó nada, está en la casa del Turco Matías, y, si vos no te enojás, se la vamos a regalar al changuito de él, viste que siempre tuvo lindo oído para las zambas. Ay, Evaristo, ¡qué tristeza!. Eras demasiado lindo, demasiado puro y demasiado bueno para este mundo de porquería, era lógico que los de arriba te quisieran para que estés con ellos. Ay, Evaristo querido, ¿por qué tenías que haber chupado tanto esa noche? ¿Si vos sabías que el whisky te daba mala macha? Cualquiera de nosotros te habría llevado. Pero no sé por qué te reclamamos, siempre fuiste tozudo y nunca quisiste molestar a nadie, eras feliz con tu bicicleta. Danos una señal para indicarnos que allá en el cielo te están tratando como corresponde, como el angelito que sos. Sos el primero que se nos va, y eso nos deja a todos en orsai, estamos más desorientados que un perro en cancha de bochas, ya que estás allá, andá reservando algún lugar bonito para hacer el asado, no vamos a aguantar mucho sin vos, seguro que desde arriba nos estás viendo y ya sabés cómo el Chato Rodriguez te lloró toda la noche. Pero no fue el único. No te quiero decir por acá quién vino a tu funeral para no armar escándalo, ya viste cómo son los pueblos, y esta ciudad no es otra cosa que un pueblo más grande, pero vos ya sabés quién vino. Vino sola, lo habríamos cagado a piñas si venía el quía. Saludó a tu mamá, y se quedó al lado de tu hermana todo el día. Creo que también le consiguió pastillas para que las dos pudieran dormir. Ay, Evaristo, no sabés la suerte que tenés al no tener que pasar por esto. No hay dolor más grande que el dolor que te queda cuando un amigo se va. Pero ya nos vamos a volver a ver, te aseguro que todos a partir de ahora vamos a hacer buena letra para poder acompañarte allá arriba, imaginate que el Chueco Valdez ya averiguó los requisitos para que hagamos un retiro espiritual en el monasterio de Río Blanco, el bruto no sabía que las Carmelitas eran todas mujeres así que quedó medio mal, igual la Hermana Superior lo perdonó y hasta le regaló medio kilo de miel. Pero es una anécdota que no tiene gracia si no estás vos para que escuchemos tus carcajadas. Amigo querido, nos veremos pronto. El Chueco, El Barry, El Chato, el Turco, el Pollo, el Negro y el Ñato.