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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

APROXIMACION HISTORICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA


(1908 – 1954)

POR:
JOSE ABELARDO DIAZ JARAMILLO

DIRECTOR:
MAURICIO ARCHILA NEIRA
PROFESOR TITULAR

TESIS DE DOCTORADO EN HISTORIA


FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
BOGOTÁ, 2017

I
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

RESUMEN

La investigación tiene como propósito pensar la constitución de los universitarios


colombianos como actores sociales en el periodo 1908 – 1954, visible en escenarios como la
educación, la política y la cultura. En tal sentido, el interés apunta a identificar y valorar la
experiencia estudiantil que concibieron los universitarios, indagando de qué materiales
ideológicos y prácticos estuvo constituida dicha experiencia. Para ello dedicamos la atención
a los discursos y dinámicas organizativas (congresos, federaciones programas) que
emprendieron y formularon los universitarios en aras de lograr la modernización de la
educación en Colombia, destacando su articulación a procesos similares adelantados por
estudiantes en otros países del continente. Asimismo, analizamos las prácticas simbólicas
(Fiesta del Estudiante, himnos y canciones, Maestro de la Juventud) que fueron concebidas
por los estudiantes, resaltando su ligazón con las circunstancias sociales del país y el
ambiente emocional de la comunidad estudiantil. Por último, nos detenemos en el análisis de
la protesta estudiantil, interesados en conocer los motivos que condujeron a los universitarios
a promover formas de movilización y reclamo para visibilizar sus demandas en distintos
momentos del período. Debe anotarse, finalmente, que la investigación pretende aportar
conocimiento para fortalecer lecturas que ofrezcan miradas de conjunto sobre la constitución
de los universitarios colombianos como actores sociales en la primera mitad del siglo XX.
Palabras claves: universitarios, experiencia estudiantil, practicas organizativas y simbólicas

II
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

ABSTRAC
The research aims to think about the constitution of Colombian university students as social
actors, in the period 1908 - 1954. The importance of students in Colombian society of the
first half of the 20th century is recognized, visible in scenarios such as education, politics and
culture. In this sense, the interest aims to identify and assess the student experience that
emerged in the referred period, inquiring of what ideological and practical materials that
experience was constituted. To this end, we devote attention to reconstructing the discourses
and organizational dynamics (congresses, federations programs) that university students
undertook and formula ted in order to achieve the modernization of education in the country,
highlighting their articulation with similar processes advanced by students in other countries
of the region. continent. Likewise, we analyze the symbolic practices (Student's Party, hymns
and songs, Youth Teacher) that were conceived, highlighting their connection with the social
circumstances of the country and the emotional environment of the student community.
Finally, we stop at the analysis of the student protest, interested in knowing the reasons that
led the university students to promote social protest as a repertoire of confrontation, to make
their demands visible at different times of the observed period. It should be noted, finally,
that this research wants to contribute knowledge of a topic that is lacking, to this day, of
readings that offer collective views on the constitution of Colombian university students as
social actors in the first half of the 20th century.
Keywords: university students, student experience, organizational and symbolic practices

III
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

A SIMÓN, EMI Y PAO


CON TODO MI CORAZÓN

Agradecimientos

IV
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Sabiendo que en toda empresa intelectual confluyen múltiples apoyos que suelen pesar, a
veces más de lo que piensa quien oficia como su principal responsable, el autor de esta
investigación reconoce la deuda que ha contraído con algunas personas que, durante y de
distinta forma, aportaron al proceso de elaboración de la misma. En primer lugar, debo
expresar mis agradecimientos al profesor Mauricio Archila Neira, director de la tesis, por
orientar compartir apreciaciones y sugerencias que fueron de gran valor. A él mis sinceros
reconocimientos.
A los profesores Cesar Augusto Ayala Diago de la Universidad Nacional de Colombia,
Álvaro Acevedo Tarazona de la Escuela de Historia de la Universidad Industrial de Santander
y a Renate Marsiske de la Universidad Nacional Autónoma de México, extiendo mis
agradecimientos por la lectura y las valiosas observaciones que hicieron al documento. Debo
decir que la obra de estos tres investigadores ha tenido especial relevancia en mi exploración
sobre el tema de los universitarios del país, y a ella seguiré acudiendo, para continuar
pensando un objeto de conocimiento que merece mayor reflexión histórica.
De igual modo, quiero manifestar mis agradecimientos al historiador Edgar Andrés Caro
Peralta, con quien tuve la oportunidad de dialogar sobre los estudiantes y su contexto
histórico, especialmente en los momentos de trabajo que compartimos en la hemeroteca de
la Biblioteca Nacional en los últimos años. Con desprendimiento y una demostración de
compañerismo, Edgar Andrés me brindó un apoyo valioso cuando las obligaciones laborales
me impidieron ubicar información que reposaba en varias bibliotecas de Bogotá.
Debo también hacer un reconocimiento a las directivas de la Corporación Universitaria del
Meta, y, en especial, a la Rectora Leonor Sánchez Mojica, quien tuvo la gentileza de
permitirme avanzar en la escritura de la última parte de la investigación, descargándome de
algunas responsabilidades como docente investigador de la institución.
De igual manera, agradezco a las personas que laboran en la Biblioteca Nacional de Colombia
y en la Sección Raros y Curiosos de la Biblioteca Luis Ángel Arango, por la atención –
siempre gentil- que me brindaron al momento de hacer consulta de materiales que allí
reposan.
Finalmente, quiero expresar profundos agradecimientos a mi familia, por su presencia y
acompañamiento.

V
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

CONTENIDO
INTRODUCCIÓN............................................................................................................................. 1
CAPITULO PRIMERO: PROCESOS ORGANIZATIVOS DE LOS ESTUDIANTES 1908
– 1934 ............................................................................................................................................. 57
1. Primera etapa: 1908 - 1919 ........................................................................................................... 61
1.1 Primer Congreso Internacional de Estudiantes de la Gran Colombia (1910).............................. 61
1.1.2 Se instala el congreso estudiantil ............................................................................................. 74
1.1.3 Temas del congreso estudiantil ................................................................................................ 77
1.1.4 Después del congreso estudiantil ............................................................................................. 87
1. 2. Segunda Etapa: 1919 - 1934.................................................................................................... 100
1.2.1 Asamblea de Estudiantes de Bogotá (1919) ........................................................................... 100
1.2.1.1 Estatutos de la Asamblea de Estudiantes ............................................................................ 106
1.2.1.2 Labores de la Asamblea de Estudiantes .............................................................................. 108
1.2.1.3 Conferencias sobre la degeneración de la raza .................................................................... 114
1.2.1.4 Centro Universitario de Propaganda Cultural ..................................................................... 117
1.2.1.5 Consolidación de la Asamblea de Estudiantes .................................................................... 118
1.3 Primer Congreso de Estudiantes (1922) .................................................................................... 127
1.3.1 Debates en el congreso ........................................................................................................... 129
1.4 La Misión Alemana y el Segundo Congreso Nacional de Estudiantes (1924) .......................... 136
1.4.1 La reforma por dentro ............................................................................................................ 142
1.4.2 La discusión del proyecto de reforma en el Congreso de la República .................................. 147
1.4.3 ¡La reforma instruccionista ha muerto! .................................................................................. 154
1.5 Promover y extender la organización estudiantil ...................................................................... 158
1.6 El Tercer Congreso Nacional de Estudiantes (1928) ................................................................ 162
1.6.1 Temas debatidos ..................................................................................................................... 163
1.6.2 La política se toma el congreso estudiantil ............................................................................ 166
1.6.3 Crisis de la Federación Nacional de Estudiantes.................................................................... 169
1.6.4 El escándalo de la Casa del Estudiante y los Centros Universitarios de Acción Departamental
(1929) .............................................................................................................................................. 170
1.7 Conclusiones del capitulo.......................................................................................................... 175
CAPITULO SEGUNDO: ENTRE SIMBOLOS Y TRADICIONES:
EL UNIVERSO SIMBOLICO DE LOS ESTUDIANTES ........................................................ 178
2. Entre símbolos y tradiciones ....................................................................................................... 178
2.1 La Bandera Estudiantil .............................................................................................................. 181
2.2 Himnos y canciones .................................................................................................................. 185

VI
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2.3. El Maestro de la Juventud ........................................................................................................ 196


2.3.1 Polémica por la elección de José Vasconcelos ....................................................................... 199
2.3.2 El Maestro de la Juventud en Medellín y Cartagena .............................................................. 207
2.4 La Fiesta del Estudiante ............................................................................................................ 212
2.4.1 Origen de la Fiesta del Estudiante .......................................................................................... 212
2.4.2 Primeras celebraciones en Colombia ..................................................................................... 214
2.4.3 Transformación de la Fiesta del Estudiante ........................................................................... 217
2.4.3.1 De fiesta a carnaval ............................................................................................................. 217
2.4.3.2 La fecha cambia .................................................................................................................. 220
2.5 El carnaval estudiantil en Bogotá .............................................................................................. 223
2.5.1 Lo político en el carnaval estudiantil ..................................................................................... 225
2.5.2 El carnaval estudiantil y el orden social ................................................................................. 229
2.5.3 La mujer y el carnaval estudiantil .......................................................................................... 230
2.5.4 Reinado y distinción social .................................................................................................... 237
2.5.5 El carnaval estudiantil como mercancía ................................................................................. 239
2.5.6 El carnaval estudiantil y el consumo de alcohol .................................................................... 242
2.6 La Fiesta del Estudiante en el país ............................................................................................ 244
2.6.1 Medellín ................................................................................................................................. 245
2.6.2 Tunja ...................................................................................................................................... 247
2.6.3 Cartagena................................................................................................................................ 249
2.6.4 Manizales ............................................................................................................................... 252
2.6.5 Bucaramanga .......................................................................................................................... 254
2.7 Fiesta del Estudiante y conflictos sociales: una mirada nacional .............................................. 255
2.7.1 Medellín ................................................................................................................................. 256
2.7.2 Tunja ...................................................................................................................................... 258
2.7.3 Cartagena................................................................................................................................ 259
2.7.4 Bogotá .................................................................................................................................... 263
2.7.5 En otras ciudades.................................................................................................................... 265
2.8 La conmemoración del 8 de Junio............................................................................................. 266
2.8.1 La muerte de Gonzalo Bravo Pérez........................................................................................ 266
2.8.2 El 8 de junio como lugar de memoria .................................................................................... 267
2.8.3 Desde arriba ........................................................................................................................... 268
2.8.4 Desde abajo ............................................................................................................................ 270
2.8.5 Disputas por el sentido de la fecha ......................................................................................... 273
2.8.6 Prohibido recordar .................................................................................................................. 275

VII
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

2.8.7 Cambiar el día es cambiar el sentido de la historia ................................................................ 276


2.8.8 La masacre del 8 y 9 de junio de 1954 ................................................................................... 277
2.9 Conclusiones ............................................................................................................................. 280
CAPITULO TERCERO: FORMAS DE LA PROTESTA ESTUDIANTIL (1921 – 1945) .... 283
3. La protesta estudiantil como objeto de análisis ........................................................................... 284
3.1 Mirada externa .......................................................................................................................... 285
3.2 Análisis de la protesta estudiantil en Colombia ........................................................................ 289
3.3 Nuestro enfoque ........................................................................................................................ 291
3.4 Tipología de las protestas estudiantiles ..................................................................................... 293
3.4.1 Motivos de la protesta ............................................................................................................ 294
3.4.1.1 Motivos educativos y gremiales .......................................................................................... 295
3.4.1.2 Motivos políticos ................................................................................................................. 297
3.4.2 Formas de la protesta.............................................................................................................. 298
3.5 Análisis de casos de protesta estudiantil en Colombia .............................................................. 301
3.5.1 Huelga de la Universidad del Cauca (1921) ........................................................................... 301
3.5.1.1 Prohibir retretas a estudiantes ............................................................................................. 302
3.5.1.2 Crece el apoyo a los estudiantes .......................................................................................... 303
3.5.1.3 Un nuevo rector ................................................................................................................... 306
3.6 Huelga del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario (1930) ........................................... 310
3.6.1 Elección de rector ................................................................................................................... 312
3.6.2 Se declara la huelga estudiantil .............................................................................................. 316
3.6.3 El gobierno interviene ............................................................................................................ 320
3.6.4 Otro rector .............................................................................................................................. 323
3.7 Huelga en el Liceo Celedón (1940)........................................................................................... 325
3.7.1 Origen de la huelga ................................................................................................................ 326
3.7.2 Interviene el gobierno............................................................................................................. 328
3.7.3 De nuevo la huelga ................................................................................................................. 330
3.7.4 Se clausura el Liceo Celedón ................................................................................................. 331
3.7.5 La prensa y la huelga estudiantil ............................................................................................ 332
3.8 Huelga en la Universidad de Cartagena (1940)......................................................................... 334
3.8.1 Por el mejoramiento intelectual de la universidad ................................................................. 334
3.8.2 En manifestación permanente ................................................................................................ 336
3.8.3 Interpretación del ataque a Diario de la Costa....................................................................... 339
3.8.4 Continua la huelga.................................................................................................................. 342
3.9 Anticomunismo y defensa del catolicismo en las protestas estudiantiles (1945) ...................... 343

VIII
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

3.9.1 Tunja: inicio de las protestas .................................................................................................. 345


3.9.2 Muerte del estudiante Eduardo González ............................................................................... 350
3.9.3 Las exequias del estudiante .................................................................................................... 351
3.9.4 Bogotá: nuevo escenario de protestas .................................................................................... 353
3.9.5 Ahora en Medellín.................................................................................................................. 357
3.9.6 En el nororiente del país ......................................................................................................... 359
3.9.7 ¿Un 8 de junio al revés? ......................................................................................................... 361
3.9.8 Conclusiones del capitulo....................................................................................................... 364
CONCLUSIONES GENERALES .................................................................................................. 371
ANEXOS......................................................................................................................................... 378
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA ...................................................................................................... 411

IX
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

INTRODUCCIÓN

Luego de concluida la Guerra de los Mil Días (1902), los colombianos pudieron retomar las
distintas labores que, por efectos de la confrontación armada en los campos y ciudades, habían
tenido que interrumpir. Una de las actividades que se restablecieron fueron las clases en los
colegios y universidades, suspendidas porque, en algunas ocasiones, sus instalaciones se
convirtieron en centros de mando1, o porque los estudiantes tomaron la decisión de participar en
la guerra, vinculándose a alguno de los ejércitos enfrentados2.

Para ese momento, la infraestructura educativa del país en el ámbito de los estudios profesionales
era modesta: tres universidades en Bogotá, una en Pasto, una en Popayán, una en Medellín y otra
más en Cartagena. En Bogotá, la más antigua institución que ofertaba títulos profesionales era
el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, fundado en 1653, y regentado de manera
autónoma y con criterios religiosos3. Existía además la Universidad Republicana, creada en
1890, bajo preceptos liberales, en un intento por contrarrestar el influjo del conservatismo
religioso en la formación de los jóvenes del país. Finalmente, funcionaba la Universidad
Nacional, fundada en 1867, y que para la coyuntura anterior a la última guerra había sido
desmembrada en varias facultades (Derecho y Ciencias Políticas, Ingeniería y Matemáticas, y
Medicina) dispersas por el centro de la ciudad4.

1
En Pasto, por ejemplo, en las instalaciones del Colegio de Jesús (transformado posteriormente en la Universidad
de Nariño) se sintieron los estragos de la guerra, como lo recrea la siguiente descripción: “El Liceo se cerró (…) a
mediados de julio, sin haber sido posible clausurarlo mediante exámenes y sesión solemne, como se acostumbraba,
pues el local debió ser entregado al gobierno para ser ocupado por tropas, cada vez más numerosas, que se enviaban
a la frontera, o que levantaba la ciudad para su defensa, mediante escuadrones de milicianos, o cívicos, como se
decía entonces. Los estudiantes empezaron a manifestarse inquietos a pesar de las admoniciones de los catedráticos;
hubo discusiones acaloradas en las clases, pugilatos en el patio de recreo, gritos de vivas y abajos; en una palabra,
la disciplina casi se vino al suelo. En breve, los mayores abandonaron los estudios para ir a alistarse en sus
respectivos bandos”. Sergio Elías Ortiz, Del Colegio de la Compañía de Jesús a la Universidad de Nariño (1712 a
1904), Imprenta del Departamento, Pasto, 1956, p. 204.
2
En las confrontaciones armadas en el siglo XIX, era común que los estudiantes interrumpieran sus actividades
escolares y tomaran partido por alguno de los bandos enfrentados. Para el caso de la Guerra de los Mil Días, suele
destacarse el caso del estudiante de la Universidad Republicana, Enrique Olaya Herrera, quien se alistó en las
fuerzas liberales. Ver Gustavo Humberto Rodríguez, Olaya Herrera. Político, estadista y caudillo, Colección
Presidencia de la Republica, Bogotá, s.f.; también Hugo Velasco A., Ecce Homo. Biografía de una tempestad,
Editorial Argra, Bogotá, 1950, p. 30. Sobre el impacto de las guerras civiles en el funcionamiento de la enseñanza
en Bogotá, Edwin Hernández y Patricia Pecha Quimbay, La universidad bogotana y la enseñanza de la medicina
en el siglo XIX. Entre la precariedad, la inestabilidad política y la miseria de las guerras civiles, Circulo de Lectura
Alternativa, Bogotá, 2003.
3
La historia del Colegio del Rosario ha sido abordada en diversos trabajos, de los cuales destacamos dos: Fernando
Mayorga García, El Estado y el Colegio del Rosario en el siglo XIX: una historia de luces y sombras, Editorial
Universidad del Rosario, Bogotá, 2002; Julio Gaitán Bohórquez, El Colegio del Rosario y el proyecto decimonónico
de universidad en Colombia: un intento de reconstrucción desde la normatividad, Centro Editorial Rosarista,
Bogotá, 2002,
4
Renán Silva, “La universidad colombiana en el siglo XIX”, en Credencial Historia, N°154, Bogotá, 2002, p. 11.

1
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Fuera de Bogotá, como se indicó, funcionaban cinco universidades y otros establecimientos que
otorgaban títulos profesionales, sin tener el carácter propiamente de universidad. En Medellín,
por ejemplo, junto a la afamada Escuela Nacional de Minas, funcionaba la Universidad de
Antioquia, cuya fundación suele ubicarse en el siglo XVIII5. Al norte del país, en la capital de
Bolívar, funcionaba la Universidad de Cartagena, creada por disposición del general Francisco
de Paula Santander en 18246, mientras que en el suroccidente había dos establecimientos: la
Universidad del Cauca, ubicada en la ciudad de Popayán y fundada en 1827 por disposición del
general Santander7; y la Universidad de Nariño, ubicada en la capital de ese departamento,
fundada por el Presidente Rafael Reyes en 1904, aunque sus orígenes se remontan a 1712, con
el surgimiento del Colegio de la Compañía de Jesús8.

Casi todas las instituciones mencionadas (salvo la Universidad Republicana), estaban dirigidas,
por razones históricas o por factores coyunturales de orden político, por directivas afines al
conservatismo religioso, una situación que con el paso de los años pretendió ser modificada
–Renán Silva ubica ese propósito a partir de 1910- por sectores políticos que, conscientes de la
apertura de una nueva fase en el desarrollo económico del país y el interés por afrontar los
desafíos que imponían los nuevos tiempos, plantearon la necesidad de crear un sólido sistema
universitario nacional. Valga decir que en el camino, fueron apareciendo universidades de
ideología liberal, como ocurrió con el Externado de Derecho (fundado en 1886 y reabierto en
1918) y la Universidad Libre, fundada en 1923, bajo el liderazgo del general Benjamín Herrera9.

En las décadas siguientes se fundaron nuevas universidades en Bogotá y en distintas capitales


departamentales. En febrero de 1931 se refundó la Universidad Javeriana, de carácter
confesional, lo mismo que la Pontificia Universidad Bolivariana, creada en Medellín en 1936.
En 1945 se creó en Cali la Universidad del Valle (1945) y la Universidad Nacional de Colombia
en Manizales. En 1948 se constituyó en Bucaramanga la Universidad Industrial de Santander, y

5
Julio Cesar García, Historia de la instrucción pública en Antioquia, Universidad de Antioquia, Medellín, 1962, p.
364 y 365. En la década siguiente se creará el Colegio Dental (1919) y la Escuela Remington (1915), que ofrecía
títulos en taquigrafía y mecanografía. También se fundó la Escuela de Comercio.
6
Roberto Burgos Ojeda y otros, Universidad de Cartagena: 170 años, Panamericana Formas e Impresos, Cartagena,
1998.
7
Gerardo Andrade González, La Universidad del Cauca en sus primeros años de vida y el Arzobispo de Mosquera:
en los 180 años de la fundación, Ediciones Utopía, Popayán, 2007.
8
Gerardo León Guerrero, Historia de la Universidad de Nariño, 1827 – 1930, Editorial Universitaria Universidad
de Nariño, San Juan de Pasto, 2004; Sergio Elías Ortiz, Del Colegio de la Compañía de Jesús a la Universidad de
Nariño…, Op. cit.
9
Juan Camilo Rodríguez Gómez, “Una talanquera contra la regeneración: antecedentes de la Universidad Externado
de Colombia”, en Boletín de Historia y Antigüedades, N°841, Bogotá, 2008; Aline Helg, La educación en
Colombia: 1918 – 1957, Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá, 2001, p. 84; Víctor Hernando Alvarado,
Universidad Libre: libro de oro, 1923 – 2005, Universidad Libre, Bogotá, 2005.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

en 1953 la antigua Facultad de Ciencias de la Educación, ubicada en la capital boyacense, pasó


a denominarse Universidad Pedagógica y Tecnológica de Tunja10.

Mientras esto ocurría en las regiones, en Bogotá se conformaron dos nuevas universidad en la
década de 1940: el Colegio Mayor de Cundinamarca (1945), que ofertaba carreras profesionales
para mujeres, y la Universidad de los Andes (1948), concebida como un centro de formación
académica de las elites liberales del país11.

Escuela de Medicina de la Universidad de Antioquia, 1945. Fuente: Ricardo Aricapa Ardila, La persistencia
de las ideas: 70 años de la Biblioteca de la Universidad de Antioquia, Universidad de Antioquia, Medellín,
2005, p. 37.

La gestación y consolidación de este sistema universitario en Colombia, fue producto de


dinámicas promovidas por actores diversos como el Estado, los partidos políticos, la Iglesia
Católica y las elites regionales12, interesadas en promover el desarrollo económico y atender los

10
Absalón Jiménez y Helwar Figueroa, Historia de la Universidad Pedagógica Nacional, Universidad Pedagógica
Nacional, Bogotá, 2002; Luís Bohórquez Casallas, La evolución educativa en Colombia, Publicaciones Cultural
Colombiana, Bogotá, 1956; Mario Carvajal, Testimonio universitario, Biblioteca de la Universidad del Valle, Cali,
1969; Martha Lucía Londoño de Maldonado, Encrucijada de itinerarios posibles: historia global del surgimiento
de la universidad en el viejo Caldas: 1935 – 1950, Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales, 1996;
Álvaro Acevedo Tarazona, La UIS. Historia de un proyecto científico – técnico, Ediciones UIS, Bucaramanga,
1998; Ariel Díaz Osorio y Libardo León Guarín, Historia de una Universidad del medio siglo: la UIS, Ediciones
UIS, Bucaramanga, 1996; Lina Adriana Parra Báez, La Universidad Pedagógica de Colombia y la formación de
maestros 1953 – 1960, UPTC, Tunja, 2003.
11
Daniel Arango Jaramillo, Los primeros diez años de la Universidad de los Andes, Universidad de los Andes,
Bogotá, 1998; Miguel García Bustamante, Una historia de la educación femenina en Colombia: el Colegio Mayor
de Cundinamarca. 1945 – 2000, Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca, Bogotá, 2003.
12
Absalón Jiménez y Helwar Figueroa, “Las universidades colombianas de medio siglo y la dispersión del sistema
universitario: proyectos modernizantes de elites regionales”, en El oficio de investigar: educación y pedagogía
hacia el nuevo milenio, UPN – CIUP, Bogotá, 2000; Álvaro Acevedo Tarazona, Modernización, conflicto y
violencia en la universidad en Colombia: AUDES (1953 – 1984), Fondo Editorial Universidad Industrial de

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

problemas sociales derivados del crecimiento demográfico y de un proceso de urbanización que


se aceleró de la mano con la violencia política que sacudió los campos y aldeas del país después
de 1930. También, por la conformación de un sector de la población que hoy llamaríamos juvenil,
el cual retomó un ideal heredado del siglo XIX que concebía la educación profesional como un
apreciado capital simbólico al cual se debía acceder, pero que, además, demandaba niveles de
cualificación técnica y científica para afrontar los retos que imponían las condiciones del
momento13.

Entre 1908 y 1954 (periodo en el que nos centraremos), las universidades del país acogieron a
una reducida población de estudiantes. La siguiente tabla muestra el número de universitarios
matriculado entre 1925 y 1955:

Evolución de la matrícula de educación superior en Colombia

AÑO 1925 1935 1945 1955


Número de estudiantes
matriculados en Entre 1.500 4.137 6.512 13.284
universidades del país y 2.000
Fuente: Aline Helg, Op. cit., p. 8414; German W. Rama, Op. cit., p. 30.

Dos observaciones se pueden establecer al observar la información consignada en la tabla. En


primer lugar, es razonable pensar que el número de estudiantes universitarios entre 1903 y 1925
haya estado por debajo de los 1.500, debido a hechos como la crisis económica derivada de los
efectos de la última guerra civil, la debilidad de la cobertura del sistema universitario y las
dificultades que representaba para muchos jóvenes acceder a una matrícula en una universidad.
En segundo lugar, la tabla muestra un aumento progresivo del número de estudiantes en 1935, y
desde ese año hasta 1955, lo cual se explicaría por factores como el crecimiento de la población
en el país15, la ampliación de la oferta universitaria en varias ciudades y el ingreso de la mujer a

Santander, Bucaramanga, 2004, p. 102; Martha Cecilia Herrera, “Educación superior en el siglo XX. Expansión,
diversificación y fragmentación”, en Credencial Historia, N°154, Bogotá, 2002.
13
Algunas de estas situaciones son resaltadas por German W. Rama en El sistema universitario en Colombia,
Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1970, p. 30. Desde una perspectiva local, Catalina Reyes, La vida
cotidiana en Medellín, 1890 – 1930, Colcultura, Santa Fe de Bogotá, 1996, p. 70 y 71.
14
Los cálculos de Helg están basados en las cifras –no del todo regulares- consignadas en los informes oficiales que
presentaban anualmente los ministros de Instrucción Pública (posteriormente, de Educación Nacional) y los
funcionarios departamentales. Que no siempre coinciden las cifras sobre el número de estudiantes en el periodo, lo
ejemplifica el cálculo de Luis Enrique Orozco, quien indicó que la población universitaria para 1940, era de 2.990
estudiantes, cifra que no coincide con los datos de la tabla que hemos presentado. Ver “La autonomía interna como
fundamento de la relación con el Estado: el caso colombiano”, en Universidad y política en América Latina,
Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F., 1987, p. 65.
15
Como lo destaca un estudio sobre el tema, las tres primeras décadas del siglo XX colombiano se caracterizaron
por registrar altas tasas de natalidad. Ver Carmen Elisa Flórez N., Las transformaciones sociodemográficas en
Colombia durante el siglo XX, Banco de la República – TM Editores, Bogotá, 2000.

4
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

la universidad (medida que fue aprobada como ley en 1936), aunque esto último no fue tan
marcado como para explicar el crecimiento de la matrícula universitaria16.

Es evidente, de cualquier modo, que la población universitaria en la primera mitad del siglo XX
fue reducida en términos numéricos. No obstante, eso no es óbice para que fijemos la atención
en este sector social y rastreemos su comportamiento público en un periodo en el que, por cierto,
Colombia registró notables transformaciones en su estructura económica, social y cultural. Valga
recordar, al respecto, que las primeras décadas del siglo XX representaron para el país su ingreso
a un nuevo estadio de su desarrollo económico y cultural, dejando atrás un período que estuvo
marcado por el atraso de sus fuerzas productivas y por el predominio de una cultura permeada
por la religión católica que lo relegó del acceso no accidentado a las corrientes modernas de
pensamiento17. Desde la primera década del siglo se hicieron intentos por modificar dicha
estructura, lo cual dio origen a tensiones y conflictos, en los que se vieron envueltos múltiples
actores18. La Iglesia Católica, por ejemplo, fue una protagonista de primer orden en esas
confrontaciones, debido al poderío de que era poseedora, afianzado desde el Concordato firmado
entre el Estado colombiano y el Vaticano en 1887, y que le permitió imponer una mentalidad
premoderna desde las instancias educativas, que limitó la consolidación de una visión acorde
con las necesidades que imponían los nuevos tiempos19.

Si bien los años veinte anunciaron un quiebre del modelo de país que se negaba a desaparecer20,
será con el arribo de los gobiernos liberales, desde 1930, pero principalmente en el primero de
Alfonso López Pumarejo (1934 – 1938), que Colombia asistirá a un intento de modernización –
tal vez el más ambicioso- de su estructura económica y social, en el que, como era entendible,
se incluyó la reforma del sistema educativo21. Esta había sido, precisamente, la principal
demanda de los estudiantes desde comienzos del siglo XX, y la que originó, en los años veinte,
un dinámico movimiento gremial estudiantil que se plasmó en una organización de carácter

16
Según Martha Cecilia Herrera, en 1943 la mujer representaba el 2% de los 5.113 universitarios matriculados en
el país. Ver “Las mujeres en la historia de la educación”, en Magdala Velásquez Toro (Dir. Académica), Las mujeres
en la historia de Colombia, Editorial Norma, Bogotá, 1995. La cifra de mujeres matriculadas en universidades
colombianas (incluso para años anteriores) fue bajísima, si se la compara con datos de otros países. Por ejemplo, en
1910, estudiaban en universidades francesas 3.830 mujeres, y 4.057 universitarias en Alemania en 1914. Ver Julián
Marías, La mujer en el siglo XX, Alianza Editorial, Madrid, 1980, p. 73.
17
Fabio López de la Roche, “Tradiciones de cultura política en el siglo XX”, en Miguel Eduardo Cárdenas
(Coordinador), Modernidad y sociedad política en Colombia, Fescol – IEPRI - Foro Nacional por Colombia,
Bogotá, 1993.
18
Jesús A. Bejarano, “La economía”, en Jaime Jaramillo Uribe (Director), Manual de Historia de Colombia, Tomo
III, Procultura, Bogotá, 1982.
19
Miguel Ángel Urrego, Intelectuales, estado y nación en Colombia. De la guerra de los Mil Días a la Constitución
de 1991, Siglo del Hombre Editores, Universidad Central, Bogotá, 2002.
20
Carlos Uribe Celis, Los años veinte en Colombia. Ideología y cultura, Ediciones Aurora, Bogotá, 1984.
21
Jaime Jaramillo Uribe, “La educación durante los gobiernos liberales 1930 – 1946”, en Álvaro Tirado Mejía
(Director), Nueva Historia de Colombia, Planeta Editorial, Bogotá, 1989. Una visión de la obra educativa de
Alfonso López Pumarejo en Mario Aguilera Peña (Asesoría histórica), Alfonso López Pumarejo y la Universidad
Nacional de Colombia, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2000.

5
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

nacional que pretendió, de la mano de discursos tomados de experiencias sociales y culturales


mundiales, modificar el ambiente educativo y cultural del país.

Estos intentos por modernizar la estructura social y cultural de Colombia desencadenaron una
constante, compleja y en ocasiones radical confrontación entre las distintas fuerzas políticas, que
actuaban a favor o en contra de tal pretensión22. Es lógico, por tanto, comprender que el clima
de agitación local se vio alimentado por las dinámicas discursivas y prácticas del acontecer
internacional, el cual incidió notablemente en el ambiente interno del país, debido, entre otras
cosas, al alineamiento adoptado por las elites políticas que dirigieron los destinos de la nación
en aquellos años. Esto se observó con meridiana claridad desde el comienzo de siglo. Así,
sucesos como la Revolución Mexicana (1910), la Gran Guerra (1914 – 1918), la Revolución
Rusa (1917), el Movimiento Reformista de Córdoba (1918), el triunfo de la República en España
y la guerra civil que la azotó (1936 – 1939), el ascenso del fascismo europeo y el estallido de la
Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945), tuvieron incidencia en la política interna del país,
delineando la visión y configurando el comportamiento de prácticamente todos los sectores
sociales (intelectuales, estudiantes, políticos, empresarios, etc.), que se desenvolvieron en la vida
pública en aquel momento.

De manera que la circunstancia histórica de los universitarios en la primera mitad del siglo XX
fue bastante compleja, y a ella se tendrá que hacer referencia, para poder identificar y sopesar
las coordenadas que orientaron y definieron su constitución como actores sociales.

1. Problema de investigación

La razón para fijar la atención en un sector de la población reducido, como lo fue el de los
universitarios durante la primera mitad del siglo XX, radica en que, a pesar de su pequeñez
numérica, desplegaron una intensa y variada actividad en campos sociales diversos como la
educación, la política y la cultura, la cual, en gran medida, permanece aún desconocida23. Valga
recordar que los universitarios contribuyeron a aclimatar en Colombia corrientes modernas de
pensamiento social y pedagógico desde la primera década del siglo XX, las cuales estimularon
la reflexión, desde nuevas perspectivas, sobre viejos e inéditos problemas presentes en la
sociedad; también debe recordarse que los estudiantes nutrieron las huestes partidistas tanto de
derecha como de izquierda, y dotaron a éstas de cuadros directivos que, con el paso del tiempo,
devinieron en destacados líderes políticos (Enrique Olaya Herrera, Jorge Eliecer Gaitán, Gilberto
Álzate Avendaño, Carlos Leras Restrepo, Diego Montaña Cuellar, entre los más renombrados a
escala nacional), que ocuparon importantes cargos de dirección en el Estado; por último, para no

22
Álvaro Tirado Mejía, Aspectos políticos del primer gobierno de Alfonso López Pumarejo, Planeta, Bogotá, 1995.
23
Recordamos aquí a Norbert Elías, quien llama la atención sobre el valor de los datos sociales: a su juicio, éstos
pueden tener una importancia sociológica sin tener una importancia estadística y viceversa. Ver Norbert Elías y
John L. Scotson, Establecidos y marginados. Una investigación sociológica sobre problemas comunitarios, Fondo
de Cultura Económica, México, 2016, p. 84.

6
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

extendernos en la identificación de los significados de la presencia estudiantil, debe reconocerse


que los universitarios contribuyeron a la consolidación y modernización de profesiones
(medicina, psiquiatría, ingeniería, odontología, etc.), lo que representó para el país poder
promover y extender los conocimientos científicos a ramas como la economía, la industria, la
infraestructura vial y la salud, hecho que redundó en el mejoramiento de las condiciones de vida
de los colombianos y en el desarrollo económico y social del país.

De tal modo, lo que se propone en esta investigación es efectuar un acercamiento a la historia


social de los universitarios colombianos en la primera mitad del siglo XX, en la que se aborde
su aparición y desenvolvimiento como actores sociales, haciendo explícitas las reivindicaciones
gremiales y políticas, así como las prácticas culturales que adoptaron, adaptaron y reivindicaron.
En ese orden de ideas, formulamos las siguientes hipótesis que orientarán la reflexión:

Hipótesis uno: Por el lugar que ocuparon en la estructura social, los estudiantes colombianos de
la primera mitad del siglo XX se constituyeron en actores sociales destacados, logrando
establecer vínculos con instituciones que trascendieron el ámbito educativo (partidos políticos,
iglesia, Estado). Esta particularidad incidió en los procesos de organización estudiantil gremial
y política que promovieron los universitarios, y los animó a protagonizar conflictos que se
tradujeron en movilizaciones permanentes, las cuales estuvieron signadas por respaldos o
cuestionamientos al ordenamiento político y social del país.

Hipótesis dos: Los estudiantes concibieron la transformación del sistema educativo heredado del
siglo XIX, como la principal demanda gremial, particularmente en las tres primeras décadas del
siglo XX. Por tal razón, deben verse como destacados impulsores de la modernización de la
educación en la primera mitad del siglo pasado.

Hipótesis tres: Sin embargo, los estudiantes fracasaron en ese propósito, al no haber existido
unidad de criterios entre ellos acerca de la concepción de la reforma universitaria que se debía
aplicar, pero también por la debilidad del gremio estudiantil y la oposición que desplegaron
distintas fuerzas políticas y religiosas para impedir la materialización de sus demandas. En ese
sentido, los estudiantes no lograron la reforma universitaria por la vía de la presión y la
movilización, como ocurrió en otros lugares del continente. Será a través de la intervención del
Estado, en 1935, cuando se dé comienzo a una reestructuración del sistema educativo en
Colombia, justo cuando el gremio estudiantil, que se había constituido para ese propósito en los
años veinte, ya manifestaba signos de agotamiento.

Hipótesis cuatro: Las dos primeras generaciones de estudiantes del siglo XX (que los
especialistas del periodo suelen denominar Generación del Centenario y Generación de Los
Nuevos), expresaron con sus demandas y cuestionamientos, nuevas sensibilidades sociales que
se abrían paso en la región, de la mano de cambios sociales y culturales de alcance mundial. Las
agremiaciones, congresos y simbología estudiantil que se crearon, fueron manifestaciones de

7
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

esas sensibilidades, las cuales tenían como fin la promoción de la participación de los jóvenes
en la vida pública de las naciones.

Hipótesis cinco: La constitución de los estudiantes como actores sociales no fue uniforme en lo
que respecta a sus vínculos ideológicos y políticos, al estar sujeta a dinámicas políticas internas
(Hegemonía Conservadora, Republica Liberal) y externas (Primera Guerra Mundial, Reforma
de Córdoba, Guerra Civil Española, ascenso del fascismo europeo). Esta singularidad permite
divisar diferentes tipos de universitarios durante el período, los cuales conjugaron
reivindicaciones gremiales y políticas diversas, de acuerdo al momento político.

2. Sobre el periodo

La trama histórica de la investigación se inscribe, en términos temporales, entre 1908 y 1954.


Como toda periodización, la que formulamos puede ser objeto de debate, ya que, siguiendo a
Jacques Le Goff, si bien ésta puede ser útil para establecer un control del tiempo, también puede
generar “problemas de apreciación del pasado”24. Generalmente, los análisis sobre la presencia
de los universitarios en Colombia en el siglo XX, establecen como mojón de inicio el año 1909,
y ubican como acontecimiento madre, la participación de los estudiantes en las protestas que
ocurrieron en Bogotá el 13 de marzo de ese año contra el Presidente Rafael Reyes25. El
argumento que suele emplearse para justificar tal fecha, indica que operó aquella actuación de
los estudiantes como su ingreso a la vida pública en el siglo XX. El otro mojón que suele
identificarse como marca temporal de cierre, se ubica el 8 y 9 de junio de 1954, cuando se
produjo la muerte de trece estudiantes en la ciudad universitaria y en las calles del centro de
Bogotá por tropas del ejército. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre con la fecha de apertura
(1909), parece no existir consenso sobre el por qué 1954 como fecha de cierre. De cualquier
modo, lo que tiene de común esa periodización es que prioriza el acontecimiento antes que el
proceso, desconociéndose que cuando se habla de estudiantes, ante todo se está haciendo
refiriendo a actores que suelen configurarse o desenvolverse en y a través de procesos sociales.

Para los fines de esta investigación, adoptaremos el año 1908 como inicio del análisis, el cual
extenderemos hasta 1954. Para ello se formula la siguiente argumentación: 1908 marca, a nuestro

24
Jacques Le Goff, ¿Realmente es necesario cortar la historia en rebanadas?, Fondo de Cultura Económica,
México, 2016, p. 13.
25
Por ejemplo, Jaime Caycedo Turriago, “Periodización de la lucha estudiantil”, en Estudios Marxistas, N°26,
Bogotá, 1984; Mauricio Archila Neira, “Entre la academia y la política: el movimiento estudiantil en Colombia,
1920 – 1974”, en Renate Marsiske (Coordinadora), Movimientos estudiantiles en la historia de América Latina,
Vol. I, UNAM, México, 1999, p. 160. Otras lecturas sugieren un comienzo en 1910, con la realización en Bogotá
del Primer Congreso Internacional de Estudiantes de la Gran Colombia; o en 1918, de la mano de la influencia del
movimiento reformista de Córdoba: ver Álvaro Acevedo Tarazona, Memorias de una época. El movimiento
estudiantil en Colombia en los años sesenta y setenta del siglo XX, UIS, Bucaramanga, 2016, p. 55; Alberto Gómez
Martínez y Albio Martínez Simanca, Estudiantes y cambios generacionales en la sociedad colombiana (1910 –
1934), Grafías Ducal, Bogotá, 2012; Yvon Lebot, Educación e ideología en Colombia, La Carreta, Medellín, 1979,
p. 89.

8
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

juicio (apoyados en fuentes documentales), el comienzo de una dinámica de acción política de


los universitarios en el país, articulada a propósitos de reforma de la educación y de crítica al
sistema político vigente, un comportamiento que desde ese momento será sostenido. Quiere esto
decir, por ejemplo, que la participación de los estudiantes en las protestas de marzo de 1909, o
en el congreso internacional de universitarios en 1910, fueron expresiones concretas de una
dinámica que habían comenzado a impulsar los estudiantes desde tiempo atrás. Alrededor de un
ideario como el que se ha destacado, se configuró una generación de estudiantes (la primera del
siglo XX), la cual actuará hasta finales de la década de 1910, y tendrá una incidencia notoria
(aunque no siempre reconocida), en el movimiento estudiantil de los años veinte.

El otro referente temporal que nos sirve de límite lo ubicamos en 1954, en torno al impacto de
los hechos trágicos ocurridos en junio de ese año. Aquí volvemos de nuevo a la fecha, pero
ofrecemos una lectura que opere como justificación. Al respecto, consideramos que lo ocurrido
en Bogotá esos dos días tuvo un importante efecto simbólico en la comunidad estudiantil del
país26, lo cual se expresó tanto en su comportamiento colectivo como en su representación del
sistema político. Por ejemplo, un efecto que tuvo la masacre de 1954, fue un cambio en la
sensibilidad estudiantil que se expresó en la adopción de posturas que desde entonces hicieron
parte de la cultura política de los universitarios, como lo fue el antimilitarismo27. Incluso los
protagonistas en aquella coyuntura se representaron como parte de una nueva generación
estudiantil –la Generación de Medio Siglo-, la cual habría tenido como rasgo distintivo haber
ingresado a la historia “a golpes de tragedia”28. El impacto en la sensibilidad estudiantil se
manifestó en el opacamiento del espíritu festivo de que aquellos habían sido exponentes, algo
que puede observarse con la celebración del carnaval estudiantil, que si bien continuó
realizándose, perdió los bríos y alcances de que gozó en épocas pasadas.

La transformación de la sensibilidad estudiantil que adjudicamos a lo ocurrido en 1954, se


manifestó con intensidad luego de la caída del régimen militar y en la posterior instauración del
acuerdo bipartidista, el cual fue cuestionado con firmeza por sectores estudiantiles, quienes
interpretaron la salida a la crisis de gobernabilidad, como una jugada antidemocrática que
afectaba los intereses de amplios sectores de la sociedad colombiana. De hecho, es diciente que
apenas transcurrido un tiempo luego de los hechos de 1954, ocurriese algo que difícilmente se
hubiese pensado antes: la radicalización política de capas del estudiantado por fuera de los

26
Afirma Álvaro Acevedo Tarazona que la muerte de los universitarios en junio de 1954, “partió en dos la historia
del movimiento estudiantil colombiano”. Ver Memorias de una época…, Op. cit., p. 71.
27
José Abelardo Díaz Jaramillo, “Estudiantes, represión y memoria: tres momentos de lucha estudiantil en
Colombia”, en CEPA, N°10, Bogotá, 2010.
28
José Arizala, Protagonistas de nuestro tiempo, Universidad Autónoma de Colombia, Bogotá, 1995. p. 17.
Además, Diego Uribe Vargas, La Generación del medio siglo: un testimonio y una actitud, Ediciones Nuevo Signo,
Bogotá, 1955.

9
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

marcos del bipartidismo, actitud que los conducirá a promover formas de lucha inéditas hasta
ese momento en los escenarios universitarios del país29.

3. Estado del arte30

La historiografía sobre los estudiantes colombianos en el siglo XX31 ha registrado en los últimos
años un cambio sustancial en calidad y cantidad, si se compara su estado con lo que existía en
épocas anteriores32. En efecto, hoy es posible identificar una producción investigativa que ha
apuntado a explorar aspectos que van desde el diseño de propuestas teóricas y metodológicas
para afinar la mirada sobre ese actor social, pasando por análisis de los procesos de configuración
histórica del estudiantado en coyunturas diversas, hasta miradas que priorizan la comprensión
de experiencias de caso, particularmente para contextos regionales y locales. Distintas razones
podrían ubicarse para explicar esa transformación historiográfica. Por ejemplo, podría estar
asociada al protagonismo de los estudiantes en movilizaciones por la defensa de la educación
pública en la historia más reciente del país, lo cual ha despertado el interés académico por su
constitución como movimiento social y/o su devenir en la sociedad. Otra razón sería la
ampliación de programas de Historia en distintas universidades del país, lo que ha podido animar
a profesionales en formación a formular y elaborar tesis de grado, maestría y doctorado sobre

29
José Abelardo Diaz Jaramillo, “Juventud, nueva izquierda y revolución: los avatares políticos de Antonio Larrota
González”, en Controversia, N° 194, Bogotá, 2010. Francisco Leal Buitrago destacó que la masacre estudiantil de
1954, dio origen a una “pelea” entre los estudiantes y los militares, que fue acallada por sectores del bipartidismo
que apoyaban la intervención militar desde el gobierno. Ver Francisco Leal Buitrago, “La participación política de
la juventud universitaria como expresión de clase”, en Varios, Juventud y política en Colombia, Fescol, Bogotá,
1984, 166.
30
Para este tópico nos apoyamos en la ponencia “Balance historiográfico sobre los estudiantes colombianos durante
la primera mitad del siglo XX”, que presentamos en el XVI Congreso Nacional de Historia reunido en Neiva en
2012, y en el sugerente ejercicio de análisis historiográfico de Álvaro Acevedo Tarazona y Gabriel Samacá Alonso,
“El movimiento estudiantil como objeto de estudio en la historiografía colombiana y continental: notas para un
balance y una agenda de investigación”, en Historia y Memoria, N° 3, Tunja, 2011.
31
No se desconoce que para períodos como el siglo XIX, existen investigaciones que abordan la presencia de los
universitarios en Colombia, sin que sea, en algunos casos, el objeto principal de análisis: Frank Safford, El ideal de
lo práctico. El desafío de formar una elite técnica y empresarial en Colombia, Universidad Nacional de Colombia
– El Áncora Editores, Bogotá, 1989; Alberto Martínez Boom y otros, Maestro, escuela y vida cotidiana en Santafé
colonial, Sociedad Colombiana de Pedagogía, Santa Fé de Bogotá, 1999; Diana Soto Arango, “El movimiento de
estudiantes y catedráticos en Santa Fe de Bogotá a fines del siglo XVIII”, en Renate Marsiske (Coord.), Movimientos
estudiantiles en la historia de América Latina, Vol. I, Centro de Estudios sobre la Universidad, México, 1999;
Renán Silva, Universidad y sociedad en el Nuevo Reino de Granada. Contribución a un análisis histórico dela
formación intelectual de la sociedad colombiana, La Carreta Editores, Medellín, 2da. Edición, 2009; María Clara
Guillen de Iriarte, Los estudiantes del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario (1826-1842), Editorial
Universidad del Rosario, Bogotá, 2008; María Clara Guillen de Iriarte, Los estudiantes del Colegio Mayor de
Nuestra Señora del Rosario (1773 -1826), Editorial Universidad del Rosario, Bogotá, 2006; María Clara Guillen de
Iriarte, “Pasajes de la vida estudiantil en el siglo XIX bogotano”, en Credencial Historia, N° 214, Bogotá, 2007.
32
Un panorama algo diferente al divisado por Mauricio Archila hace algunos años, en el que advertía una debilidad
de la historiografía nacional en el tratamiento del sector estudiantil. Ver “Entre la academia y la política…”, Op.
cit.; “El movimiento estudiantil en Colombia…”, Op. cit.; y Mauricio Archila, “Historiografía sobre los
movimientos sociales en Colombia. Siglo XX”, en La historia al final del milenio. Ensayos de historiografía
colombiana y latinoamericana, Vol. 1, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1995.

10
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

ese tema. Por último, podría destacarse la existencia de escenarios académicos (revistas
científicas, congresos de historia, grupos y líneas de investigación) que han contribuido a la
formulación de proyectos sobre el tema, y, por supuesto, a la difusión de los resultados obtenidos.

No obstante, pese a la diversidad de perspectivas y a los avances que se pueden observar, aún
existen limitaciones en la historiografía sobre los estudiantes colombianos que, desde luego, no
opacan de ninguna manera los aportes construidos. Sin embargo, éstas deberán irse atendiendo,
en clave de consolidar un campo historiográfico como el aquí tratado. En un plano general,
podría destacarse que la investigación sobre los estudiantes colombianos:

a. Ha privilegiado lo coyuntural antes que la larga duración, destacando la participación de los


estudiantes en crisis políticas como las jornadas de marzo de 1909, las protestas de junio de 1929
o los sucesos trágicos del 8 y 9 de junio de 195433. En otros términos, las investigaciones
elaboradas se han concentrado en coyunturas, renunciando a interpretar procesos que,
indefectiblemente, se ubican en temporalidades más grandes. En ese sentido, el siglo XX suele
ser leído de manera fraccionada, en lo que respecta a la presencia del componente estudiantil,
haciendo falta análisis sobre momentos clave como la Hegemonía Conservadora, la República
Liberal, el Frente Nacional, etc.

b. Ha enfatizado la mirada sobre lo político y lo agitacional, sin contemplar otras dimensiones


sociales de la experiencia estudiantil.

c. Ha focalizado la atención particularmente en Bogotá, siendo escasas las lecturas sobre la


experiencia estudiantil en otras ciudades del país.

d. Ciertas interpretaciones han estado sujetas a posturas ideológicas más que a procedimientos
científicos34, lo cual ha conducido a una especie de maniqueísmo histórico del tema. Por ejemplo,
la historiografía liberal para el periodo de análisis, convirtió a los estudiantes y lo estudiantil en
expresiones naturales del liberalismo, y otro tanto ocurrió con la historiografía promovida por el
conservatismo y en alguna medida con la de izquierda.

Estos rasgos explicarían, unos más que otros, y en parte, por qué, pese a los aportes recientes,
los universitarios no se han convertido en un objeto solido de investigación35. En países como
España, México o Argentina, la situación es radicalmente diferente, existiendo una tradición

33
Los primeros ejercicios fueron los de Alberto Martínez Gómez, Movimientos estudiantiles en la historia de
Colombia, Editorial Oveja Negra, N° 36, Bogotá, 1986; e Yvon Lebot, Educación e ideología en Colombia, La
Carreta, Medellín, 1979.
34
Esta observación es planteada por Renate Marsiske, y tiene enorme validez para el caso colombiano. Ver
Marsiske, Op. cit.
35
Ver Álvaro Acevedo Tarazona y Gabriel Samacá Alonso, “El movimiento estudiantil como objeto de estudio…”,
Op. cit.

11
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

académica que incluso ha ensayado ejercicios de historia comparada36. Todo esto causa
extrañeza para el caso colombiano, si se tiene en cuenta que el sector estudiantil es uno de los
más antiguos37.

Lo que el lector encontrará en las líneas que siguen, es un ejercicio de síntesis que busca sopesar
la bibliografía más significativa sobre algunos ejes temáticos, resaltando sus aportes y
limitaciones, para poder divisar posibles perspectivas de análisis que estimulen la construcción
de nuevo conocimiento. En esa dirección, se ha organizado la presentación por bloques
temáticos, buscando relacionar el tratamiento dado con los aspectos centrales que serán
abordados en la investigación. Los temas tratados son la protesta estudiantil, el impacto de la
Reforma de Córdoba en Colombia, las expresiones culturales estudiantiles, y, por último, la
mujer y su ingreso a la universidad.

a. Protestas estudiantiles

Dos coyunturas han sido resaltadas con insistencia sobre la participación de estudiantes en
conflictos sociales en la primera mitad del siglo XX: los hechos ocurridos en Bogotá el 9 de
marzo de 1909 y el 8 de junio de 1929. La primera coyuntura devino en la caída momentánea
del general Rafael Reyes, y la segunda, en una crisis municipal que afectó al gobierno del
Presidente Miguel Abadía Méndez. La interpretación de los dos acontecimientos fue permeada
rápidamente por la historiografía de corte liberal, que los convirtió en momentos excepcionales
ligados al devenir histórico del Partido Liberal. Así se puede constatar en estudios sobre la vida
de Enrique Olaya Herrera38, e incluso en interpretaciones como la de Gerardo Molina sobre el
impacto de las ideas liberales en el pais39. Quizá la excepción a esa mirada fue la de Medófilo
Medina, quien analizó las dos coyunturas como expresiones de la protesta urbana, aunque sin
mostrar con detenimiento la trayectoria de los estudiantes antes y durante las refriegas
callejeras40.

Precisamente, el otro acontecimiento histórico que se suele referenciar con insistencia es el de


las protestas cívicas de junio de 1929, conocidas como las jornadas contra la “rosca” de Bogotá.

36
Ver Renate Marsiske, “Clases medias, universidades y movimientos estudiantiles en América Latina (1900-
1930)”, en Renate Marsiske (Coord.), Movimientos estudiantiles en la historia de América Latina, Centro de
Estudios sobre la Universidad, México, 1999.
37
Mauricio Archila, “El movimiento estudiantil en Colombia. Una mirada histórica”, en Revista del Observatorio
Social de América Latina, N° 31, CLACSO, 2012, p. 158. Es diciente, a propósito de la antigüedad de este actor
social, un artículo de German Arciniegas sobre la participación de los jóvenes estudiantes en la gesta independista
del siglo XIX: “Los estudiantes y la revolución de la independencia”, en Sábado N° 543, Bogotá, 1954.
38
Por ejemplo, José Manuel Pérez Sarmiento, Reminiscencias liberales 1897-1937, Editorial El Grafico, Bogotá,
s.f., y Gustavo Humberto Rodríguez, Olaya Herrera…, Op. cit.
39
Gerardo Molina, Las ideas liberales en Colombia (Tres tomos), Tercer Mundo, Bogotá, 1989.
40
Medófilo Medina, La protesta urbana en Colombia en el siglo XX, Ediciones Aurora, Bogotá, 1984. Una
interpretación poco referenciada sobre los hechos de marzo de 1909, es la de Enrique Revollo del Castillo, El 13 de
marzo de 1909, S.e., Barranquilla, 1934.

12
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

La bibliografía acerca de esa coyuntura es amplia, aunque una buena parte se caracteriza por el
análisis superficial del hecho, repitiendo argumentos y apoyándose en un limitado y reiterado
acervo documental, generalmente la prensa de la época. Ocurre además, que en algunos casos se
reproducen las tesis que promovió la historiografía liberal sobre el periodo de la hegemonía
conservadora, de tal modo que los eventos del 8 de junio de 1929 son leídos como el comienzo
de la caída del conservatismo, y del “arribo glorioso” del liberalismo al poder41.

Reconociendo la importancia que tuvo en el imaginario estudiantil los hechos de junio de 1929,
se han ensayado otras interpretaciones sobre el acontecimiento, pero desde perspectivas que
privilegian aspectos ligados a las representaciones sociales y la cultura. Por ejemplo, Beethoven
Zuleta Ruiz analizó la forma como se llevaron a cabo las honras fúnebres de Bravo Pérez en
Bogotá, destacando que la ceremonia luctuosa, más que para demostrar el dolor de la pena por
la muerte del joven estudiante, sirvió para “presentar en sociedad las insignias, los títulos, grados,
funciones y el lugar ocupado según el rango”42. Esto, a propósito de los actos en los que
participaron más de veinte mil personas, los cuales, desde la visión de Zuleta Ruiz, recrearon las
circunstancias sociales de la época. Por otro lado, nosotros analizamos el significado que tuvo la
muerte del universitario Bravo Pérez en la comunidad universitaria de Bogotá, mostrando que
tempranamente surgió una memoria en torno a su nombre, la cual se convirtió en un objeto de
disputa de la que se hicieron participes los estudiantes y otros actores políticos (partidos, prensa,
etc.)43. El análisis quiso demostrar la importancia que adquirió la memoria de lo que ocurrió
entre los universitarios de Bogotá, la cual no solo se proyectó con el paso de los años, sino que
se resignificó, a raíz de los hechos del 8 y 9 de junio de 1954.

El interés por los hechos de 1909 y 1929, con el marcado acento liberal en su interpretación,
como se mencionó, posicionó una lectura que señalaba que durante la Republica Liberal no
ocurrieron movilizaciones estudiantiles o carecieron de trascendencia. Esta tesis, por supuesto
no es cierta, ya que, tanto en los tiempos de la hegemonía conservadora como de los gobiernos
liberales se registró una permanente movilización estudiantil, que muchas veces tomó la forma

41
Se destaca la siguiente bibliografía: Alejandro Vallejo, Bogotá 8 de junio, Publicaciones de la revista Universidad,
Bogotá, 1929; Camilo Castellanos, “Se cae la rosca”, Alternativa, Bogotá, N°18, junio de 1979; Ciro Quiroz, La
Universidad Nacional de Colombia en sus pasillos, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2003; Carlos
Medina Gallego, Crónicas de violencia 1929-1954, Ediciones Alquimia, Reimpresión, Bogotá, 2004; Diego
Montaña Cuellar, Memorias, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1996; José Abelardo Díaz Jaramillo,
“Represión y memoria: tres momentos de lucha estudiantil en Colombia”, Revista CEPA, N° 10, Bogotá, 2010;
María Tila Uribe, Los años escondidos. Sueños y rebeldías en la década del veinte, Editorial CEREC, Bogotá, 1994;
Medófilo Medina, La protesta urbana… Op. cit.; Mauricio Archila, “Entre la academia y la política…”, Op. cit.;
Renán Vega Cantor, Gente Muy Rebelde. Mujeres, artesanos y protestas cívicas. Tomo 3, Ediciones Pensamiento
Crítico, Bogotá, 2002; Alfonso Borrero, S.J., Los movimientos estudiantiles contemporáneos (Tercera parte),
Simposio permanente sobre la universidad, Asociación Colombiana de Universidades – ICFES, Bogotá, 1983, 1984.
42
Beethoven Zuleta Ruiz, Discursos estudiantiles y analítica del poder, Colección Autores Antioqueños, Medellín,
2000, p. 41.
43
José Abelardo Díaz Jaramillo, “El 8 de junio y las disputas por la memoria: 1929 – 1954”, en Historia y Sociedad
N°22, Medellín, 2012.

13
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

de la protesta violenta44. De hecho, existen trabajos que de manera indirecta han referenciado
algunas protestas ocurridas entre 1930 y 1946. Por ejemplo, en la investigación de Gonzalo
Cataño sobre la trayectoria intelectual y política de Luis Eduardo Nieto Arteta, se referencia unas
protestas estudiantiles ocurridas en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional en abril
de 1933, motivadas por la solicitud de renuncia de toda la planta profesoral, así como el cambio
del reglamento interno de la Facultad, y una mayor representación estudiantil en el consejo
directivo45. De acuerdo con Cataño, las protestas fueron importantes, entre otras cosas, porque
impulsaron la candidatura de German Arciniegas para la Cámara de Representantes como vocero
de los intereses estudiantiles y se “promovió ante las directivas del liberalismo la necesidad de
modernizar el sistema universitario heredado del siglo XIX”46.

Cinco años más tarde, en mayo de 1938, se registraron fuertes protestas de estudiantes contra el
examen de revisión que se aplicaba al terminar la secundaria y el curso preparatorio, ambos
requisitos para poder ingresar a la universidad. Las protestas fueron analizadas por Orlando
Moreno Martínez, quien se interesó por identificar las tendencias ideológicas que giraron en
torno al conflicto y por el impacto que éste tuvo en Bogotá y otras ciudades del país47. Moreno
Martínez orienta la investigación sobre ese suceso, preguntándose por los motivos que llevaron
a los estudiantes a oponerse a las políticas de modernización educativa que promovía la primera
administración del Presidente López Pumarejo. En ese sentido, advierte que para los estudiantes,
el curso preparatorio (nueve meses de duración), era “un obstáculo que retrasaba los estudios
universitarios”, además de un gasto innecesario. En lo que respecta al examen de revisión, éste
fue valorado como injusto, “porque de él pendía la suerte del estudiantado y por lo general era
diseñado y aplicado por docentes ajenos a la situación de las instituciones”48.

Moreno Martínez señala que, inicialmente, la inconformidad fue expresada por estudiantes de
secundaria, pero pronto éstos fueron respaldados por los universitarios, que ampliaron las
demandas al exigir la rebaja en las matrículas y supresión de su pago para estudiantes de bajos
recursos; creación del servicio de salud, libertad de catedra y asistencia a clases, la
implementación de rutas escolares, la construcción de restaurantes y casinos universitarios, la
creación de una tienda de libros a bajos precios, y el rechazo de los profesores extranjeros porque
no dominaban el idioma ni conocían la realidad del país. Así las cosas, y con el foco de la protesta
ubicado en Medellín y Bogotá, el paro estalló el 5 de mayo de 1938, con la participación de
estudiantes de todas las tendencias políticas. Durante su desarrollo, los estudiantes acudieron a
repertorios clásicos de enfrentamiento, como marchas, discursos y consignas; pero además,

44
Mauricio Archila, “Entre la academia y la política…”, Op. cit.
45
Gonzalo Cataño, Luis Eduardo Nieto Arteta: esbozo intelectual, Universidad Externado de Colombia, Bogotá,
2002, p. 23.
46
Ibíd., p. 24.
47
Orlando Moreno Martínez, “El paro estudiantil de mayo de 1938”, en Anuario Colombiano de Historia Social y
de la Cultura, Vol. 36, N° 2, Bogotá, 2009.
48
Ibíd., p. 47.

14
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

desplegaron otros, más beligerantes, como la toma por la fuerza del Ministerio de Educación
Nacional, previa al desarme que hicieron de los guardias de seguridad del edificio. También fue
común el apedreamiento de los edificios donde funcionaban los periódicos El Tiempo y El
Espectador, vistos como enemigos de las demandas de los estudiantes. En la parte final, Moreno
Martínez muestra la resonancia nacional del paro estudiantil de 1938 (se propagó a ciudades
como Santa Marta, Manizales, Pasto, Cúcuta, Popayán, Cartagena, etc.), y señala que, en ultimas,
el conflicto social expresó el temor que generaban las medidas modernizantes del sistema
educativo promovidas por el Gobierno.

Como puede verse, los dos casos demuestran que durante los gobiernos liberales (1930 – 1946),
los estudiantes promovieron protestas por razones diversas que deberán explorarse con
detenimiento.

Ahora bien, debe destacarse un rasgo particular de la historiografía de la protesta estudiantil en


el periodo, y es su marcado acento centralista, es decir, su interés por analizar casos registrados
en Bogotá49. Esto, desde luego, conduce a pensar si la conflictividad estudiantil solo se registró
en la capital de la república, lo cual, por supuesto, no es de ningún modo cierto. Sin embargo, la
ausencia de investigación sobre la protesta estudiantil en otras ciudades del país ha alimentado
esa percepción. No obstante, en los últimos años han aparecido algunas investigaciones sobre el
activismo estudiantil en universidades de “provincia”, que han permitido divisar la presencia de
conflictos en los que participaron los estudiantes.

Aquí hay que destacar los trabajos de Dora Piñeres de La Ossa sobre la protesta estudiantil en la
Universidad de Cartagena entre 1920 y 1946, en donde se vieron comprometidos los
universitarios, las autoridades académicas y los sectores políticos de la ciudad50. En uno de sus
trabajos, la autora examina los movimientos estudiantiles de la Universidad de Cartagena a partir
de dos experiencias puntuales: una, recreada en los años veinte, y ligada a la “búsqueda de una
universidad moderna en el trasfondo de una política de centralización universitaria, que
amenazaba con el cierre de las universidades departamentales”; la otra, recreada en los años
cuarenta, enmarcada en los propósitos del Estado de la modernización educativa. Es de su interés
ubicar las motivaciones, logros y peculiaridades de los dos movimientos estudiantiles
resaltados51. Indica que los dos casos están ligados a la pretensión de modernización de la
universidad, variable que considera clave para explicar el origen de los movimientos

49
José Abelardo Diaz Jaramillo, “Balance historiográfico sobre los estudiantes colombianos…”, Op. cit.
50
Dora Piñeres de La Ossa, Modernidad, universidad y región. El caso de la Universidad de Cartagena, 1920 –
1946, UPTC, Tunja, 2008; “Relación universidad y sociedad, prensa y política en los movimientos estudiantiles de
los años cuarenta en la Universidad de Cartagena”, en Revista Historia de la Educación Latinoamericana N° 11,
Tunja, 2008; “El Movimiento Renovador Estudiantil y las Reformas Universitarias de Colombia, 1920 – 1930”, en
Palobra N° 1, Cartagena, 2000.
51
Piñeres de la Ossa, Modernidad, universidad y región… Op. cit., p. 192.

15
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

estudiantiles allí. En el análisis de Piñeres de la Ossa es fundamental destacar el papel que


desempeñó la prensa oficial y estudiantil en el conflicto que se presentó en la universidad.

También para el caso de la Universidad de Cartagena, pero con una mirada que inicia en 1948 y
se extiende hasta 1980, Amalfi Padilla Castilla se interesó por el activismo estudiantil que se
gestó en la universidad, estableciendo sus posibles causas y los efectos que conllevaron a tal
manifestación en los espacios académicos y administrativos de esa institución52. Apoyándose en
testimonios de antiguos egresados de la Facultad de Filosofía y Letras de la universidad, Amalfi
Padilla reconstruyó lo que considera fue el primer movimiento estudiantil en Cartagena, el cual
caracteriza como expresión de las movilizaciones estudiantiles que por esa época se presentaban
al interior del país, motivados por el deseo de transformar un sistema educativo, animados por
los vientos reformistas de 1918. Por esa particularidad histórica, y por las reiteradas protestas y
huelgas que realizaron estudiantes vinculados a aquella Facultad, ésta fue “percibida por las
autoridades universitarias y departamentales como el lugar de agitación y perturbación de la
disciplina al interior del claustro universitario”, señala Padilla.

Concibiendo la universidad como una organización sistémica, compuesta por subsistemas


interdependientes, Padilla Castilla ubica la organización estudiantil como uno de esos
subsistemas, centrando su interés en las relaciones que éste establece con los otros estamentos
(docentes y administrativos) y su posicionamiento al interior de la institución. Para tal fin, ubica
la importancia de los movimientos estudiantiles en la historia de Colombia, señalando, como
hipótesis de trabajo, que la “modernización de las universidades colombianas sufre una suerte
de estancamiento entre 1948 y 1980: sus estructuras académico-administrativas se vuelven más
rígidas, y la movilidad de los saberes es puesta bajo vigilancia y control”. Por otro lado, señala
que “los poderes centralizados y la consolidación de ideologías políticas bipartidistas producen
unas formas de resistencia específicas”53.

El autor refiere que los movimientos estudiantiles en la Universidad de Cartagena surgieron en


la década de 1930, al calor de las movilizaciones que irrumpieron para transformar el sistema
educativo del país. Destaca, en particular, el movimiento estudiantil en la Facultad de Filosofía
y Letras en 1930, originado a raíz de la pretensión gubernamental de destituir al rector Carl
Glockner, de origen alemán. En ese, como en otros conflictos estudiantiles, las movilizaciones
ocuparon el aula de clase, el patio de la universidad y la calle. En los años cincuenta, los
conflictos estudiantiles en la Universidad de Cartagena estuvieron marcados por las tensiones
entre el bipartidismo político. Para 1950, el autor ubica la conformación de comités y consejos

52
Amalfi Padilla Castilla, Universidad, política y poder. Relaciones de poder en los espacios académicos-
administrativos de la Universidad de Cartagena 1948 – 1990, EAE, Colombia, 2012; y “Organizaciones
estudiantiles en la Universidad de Cartagena: reconocimiento, partidismo y relaciones de poder (1948 – 1980)”, en
Revista Historia de la Educación Colombiana, N° 12, Tunja, 2009.
53
Padilla Castilla, “Organizaciones estudiantiles en la Universidad de Cartagena…”, Op. cit., p. 126.

16
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

con la finalidad de defender los intereses de la comunidad educativa, acentuar la crítica al sistema
político y exigir financiamiento de la educación pública. Consecuencia de este proceso fue la
conformación de la organización estudiantil en la Universidad de Cartagena como medio de
participación y con inclinación hacia los partidos tradicionales, aunque más adelante lo hará
hacia nuevas ideologías, como la comunista. Un tema analizado por el autor son las protestas
estudiantiles durante la dictadura militar, que se reforzó luego de lo ocurrido en junio de 1954.
A partir de ese suceso, el CUB desplegó actividades de solidaridad con los estudiantes del país
que se oponían al régimen militar54.

Precisamente, los hechos del 8 y 9 de junio de 1954, interpretados desde los marcos de la protesta
estudiantil, han sido un tema tratado en diversas ocasiones –muchas coincidentes en la forma de
abordar y explicar lo ocurrido-, de lo cual existen libros de época, crónicas, artículos, etc.55. Sin
embargo, al leerlos se tiene la impresión de que, a pesar de la importancia del acontecimiento,
se ha avanzado poco en lo que tiene que ver con la construcción de nuevo conocimiento que
permita comprender, con nuevas preguntas y mejor trabajo de archivo, el ambiente estudiantil
previo y posterior a la masacre de junio, así como el impacto que tuvo ésta en los círculos
estudiantiles del país. Por ejemplo, ha sido poco explorado el tema de la relación de los
estudiantes con la experiencia militar, tanto en Bogotá como en otras ciudades56.

b. Estudiantes y liderazgos políticos

Otra temática abordada ha sido la relación de los estudiantes con la política, recordando que
aquellos actuaron o se perfilaron como líderes en las distintas fuerzas partidistas que existieron
durante el periodo. Al respecto, se debe precisar que en esa línea temática hay dos tendencias

54
Ibíd., p. 133.
55
Medófilo Medina, La protesta urbana en Colombia…, Op. cit., Renán Vega Cantor, Colombia. Entre la
democracia y el imperio, Editorial El Búho y El Códice, Bogotá, 1989; Mauricio Archila, “Entre la academia y
la…”, Op. cit.; Díaz Jaramillo, “Represión y memoria…”, Op. cit.; Jorge Serpa Erazo, Rojas Pinilla. Una historia
del siglo XX, Editorial Planeta, Bogotá, 1999; Manuel Ruiz Montealegre, Sueños y realidades. Procesos de
organización estudiantil 1954 – 1966, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2002; Abraham Fernández de
Soto, Quién llamó a la policía? Editorial Minerva, Bogotá, 1954.
56
Álvaro Acevedo Tarazona ha llamado la atención acerca del respaldo que recibió de los universitarios el gobierno
de Gustavo Rojas Pinilla, recordando que durante algún tiempo, directivos y estudiantes de la UIS y de elites locales
de Ibagué y Pereira, apoyaron al régimen militar al recibir de éste apoyos para crear centros de educación superior
en esas ciudades. Incluso, agrega Acevedo Tarazona, en la UIS “no fue claro el respaldo unánime de los estudiantes
a la caída de Rojas Pinilla del poder en 1957, toda vez que algunos de éstos, en ciertas ocasiones, dieron muestras
de apoyo a la dictadura”. Ver Acevedo Tarazona, Modernización…, Op. cit., p. 185. Una situación diferente se vivió
en otras ciudades. Por ejemplo, en Pasto, los estudiantes de la Universidad de Nariño se movilizaron por la salida
de Rojas Pinilla del poder, pese a que el departamento de Nariño fue favorecido con diversas obras de interés público
durante el gobierno militar. Ver Gabriela Hernández Vega, La mujer en la Universidad de Nariño: 1935 – 1969,
Editorial Universitaria – UNED- Universidad de Nariño, San Juan de Pasto, 2004, p. 106. En Cartagena, la muerte
de los estudiantes en junio de 1954, mereció la condena del Comité Universitario de Bolívar, que no sólo exigió al
régimen militar una investigación de lo ocurrido, sino que además desplegó una solidaridad con los estudiantes de
Bogotá. Ver Amalfi Padilla Castilla, “Organizaciones estudiantiles en la Universidad de Cartagena…”, Op. cit., p.
132 y ss.

17
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

marcadas: la que privilegia el análisis de los individuos (líderes, intelectuales) y la que privilegia
el análisis de los colectivos (generalmente grupos generacionales).

Entre los primeros ejercicios académicos que exploran la relación entre estudiantes y política,
sobresale el de Nubia Gaitán y Myriam Restrepo, quienes se interesaron por interpretar la
relación entre el movimiento estudiantil y los partidos políticos en los años veinte57. Publicado
hace más de 30 años, la investigación –una tesis de maestría en historia- tiene el mérito de haber
articulado dos situaciones que difícilmente pueden disociarse, como lo son el surgimiento de
líderes estudiantiles y su militancia en partidos políticos, contribuyendo a su modernización
desde el plano de lo discursivo y del relevo político.

Otra investigación es la ya citada de Ricardo Arias sobre Los Leopardos, en la que se analiza,
desde el enfoque de la historia intelectual, el comportamiento de un grupo de individuos salidos
del ambiente estudiantil de los años veinte, afamados por el férreo carácter del que hicieron gala,
y por el contenido doctrinario que le imprimieron a la política conservadora58. La tesis de Arias
indica que Los Leopardos expresaron los intereses y anhelos de una nueva generación política e
intelectual que, en su interés por posicionarse en el campo de la política y de la cultura,
desplegaron estrategias simbólicas que incidieron en su constitución, dinamizando, por ejemplo,
las practicas editoriales y de difusión cultural, como no había ocurrido hasta ese momento en el
país. Si bien los miembros del grupo fueron intelectuales, señala Arias, no supieron romper con
el bipartidismo y el orden dominante, aunque no renunciaron a su papel como críticos de la
sociedad.

Un aporte de la investigación de Arias es la reconstrucción que elabora del ambiente social y


cultural de los años 1920, época de cambios significativos para el país. En su análisis, el autor
es cuidadoso en mostrar las dinámicas de la vida cultural e intelectual del momento, destacando
aspectos como la importancia de la bohemia, el papel de las sociedades literarias, etc., de la mano
con la circulación de ideas, el papel de la prensa y de los debates políticos y sociales de mayor
relevancia. Es en este plano en donde encontramos valiosas descripciones e interpretaciones de
asuntos como el surgimiento del movimiento estudiantil de la mano de la reivindicación de la
reforma universitaria, así como el papel que cumplió la revista Universidad y dirigentes como

57
Nubia Gaitán F. y Myriam Restrepo T., El movimiento estudiantil en la década del 20 en Colombia y su influencia
en la modernización de los partidos, Tesis de Maestría en Historia, Universidad Javeriana, Bogotá, 1988.
58
Arias Trujillo, Op. cit. También sobre este grupo de estudiantes conservadores puede consultarse la tesis de Fabio
Alejandro Cobos Pinzón, La juventud conservadora en la década de los años veinte: orígenes y conformación del
grupo político – intelectual de Los Leopardos: 1919 – 1924, Tesis de Historia, Universidad Nacional de Colombia,
Bogotá, 2005; y, del mismo autor, “La intelectualidad conservadora en Colombia. Fuentes para el estudio del grupo
Los Leopardos”, en Aimer Granados y otros (Editores), Temas y tendencias de la historia intelectual en América
Latina, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo – Universidad Nacional Autónoma de México, Morelia,
2010.

18
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

German Arciniegas en la agitación de ideas asociadas a la renovación cultural y educativa de


Colombia.

La relación estudiante – política ha sido indagada con más fuerza por la historiografía, a partir
de la reconstrucción de las trayectorias de vida de algunos individuos que sobresalieron en el
campo de la política partidista, y que fueron estudiantes durante el periodo de análisis. En esa
área han predominado ejercicios de corte biográfico, particularmente sobre individuos que se
destacaron como miembros o líderes estudiantiles de agrupaciones políticas de derecha o de
izquierda. En ese grupo de trabajos encontramos la investigación sobre del malogrado intelectual
barranquillero Luis Eduardo Nieto Arteta, elaborada por el sociólogo Gonzalo Cataño. Allí se
destacan aspectos de la vida de Nieto Arteta, como su experiencia estudiantil en Bogotá,
describiendo las adaptaciones que debía hacer un joven de provincia que se desplazaba a la
capital del país para realizar estudios profesionales. Por esa vía, Cataño recrea la vida cultural y
política de la ciudad, y la participación de Nieto Arteta en agrupaciones como el Grupo
Marxista59.

María Teresa Cifuentes, de otro lado, elaboró un análisis sobre la vida del dirigente de izquierda
Diego Montaña Cuellar, quien participó en la dinámica estudiantil en los años veinte60. Si bien
la faceta de Montaña Cuellar como estudiante no es el objetivo de la obra, Cifuentes tampoco la
desconoce cómo momento especial en la vida del biografiado. Sin embargo, la autora se remite
a lo que Montaña Cuellar anotó en sus memorias (las cuales, por cierto, y así lo indicamos más
adelante, tienen un alto valor como fuente para conocer la vida estudiantil en Bogotá en los años
veinte)61, resaltando algunos hechos en los que los estudiantes –y el propio Montaña Cuellar-
participaron, como las célebres jornadas del 8 de junio de 1929 en Bogotá.

Una suerte distinta ha corrido José Francisco Socarras, el célebre psiquiatra de Valledupar, quien
se destacó en sus épocas de universitario en Bogotá como dirigente estudiantil (participó en dos
congresos nacionales de estudiantes), y del cual, sin embargo, no se tiene una investigación que
reconstruya su paso por la universidad, circunstancia que apenas es mencionada brevemente en
una biografía elaborada por Guillermo Sánchez Medina62.

En el campo del liberalismo se han publicado algunos trabajos sobre la vida de estudiantes que
militaron en esa corriente política. Por ejemplo, dos estudios sobre la vida de Enrique Olaya
Herrera, los cuales ya referenciamos, en los que de manera breve se describe su paso por la
Universidad Republicana, de donde salió graduado como abogado en 1904. Existen además dos

59
Cataño, Luis Eduardo Nieto…, Op. cit.; y Gonzalo Cataño, La introducción del pensamiento moderno en
Colombia: el caso de Luis E. Nieto Arteta, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2013.
60
María Teresa Cifuentes, Diego Montaña Cuellar: un luchador del siglo XX, La Carreta Editores, Medellín, 2010.
61
Ibíd.
62
Guillermo Sánchez Medina, José Francisco Socarras. Biografía, recuerdos y recuentos, Universidad Pedagógica
y Tecnológica de Tunja, Tunja, 1996.

19
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

biografías sobre la vida de Gabriel Turbay, en las que se resalta su condición de estudiante en
Bogotá en los años veinte: la de Agustín Rodríguez Garavito63 y la de Gonzalo Buenahora
Delgado64. También existen dos publicaciones de Francisco Mario Velásquez sobre la vida de
Luis López de Mesa, en las que se destaca su faceta como universitario, y especialmente su
participación en el primer congreso de estudiantes que se reunió en Bogotá en 191065.
Finalmente, se debe mencionar la investigación de Darío Acevedo Carmona sobre la vida política
e intelectual de Gerardo Molina, en la que describe brevemente su paso por la Universidad de
Antioquia, en Medellín, y luego en Bogotá, a donde fue a parar después de que fuera expulsado,
junto a otros estudiantes (entre los que se encontraba Diego Luis Córdoba), por haber participado
en una huelga en 192866.

La vida del político liberal atlanticense Saúl Charris de la Hoz, fue analizada por Medófilo
Medina en una investigación que acude al método biografico67. En ella el historiador se ocupa
de la vida de un político de provincia que se desenvolvió en las filas del liberalismo y de
organizaciones disidentes de los años sesenta (MRL, Anapo). En la reconstrucción de la
trayectoria vital de Charris de la Hoz, Medina dedica algunas páginas a describir su arribó a
Bogotá en 1937, con el fin de adelantar sus estudios profesionales en la Universidad Javeriana.
Si bien la etapa estudiantil del político atlanticense no es extensa en la obra, la interpretación que
de ella hace Medina es rica en lecturas que invitan a divisar los retos y expectativas que
despertaba en los jóvenes provincianos estudiar en Bogotá. Por ejemplo, destaca que la
instalación en la ciudad de Charris de la Hoz debía servir para “crear las condiciones para el
arribo de sus hermanos menores que, con excepción de uno, querían adelantar sus estudios
profesionales en la capital”68. Asimismo, resalta la motivación por ser alguien y el reto que para
un estudiante costeño representaba vivir en un ambiente social y cultural distinto al de su lugar
de origen. Finalmente, Medina destaca el clima de agitación en Bogotá (perceptible en la prensa
y la radio), derivado de los cambios políticos que promovía el Presidente Alfonso López
Pumarejo, (como el proyecto de Ley de Reforma Agraria), y a los cuales se opuso el
conservatismo. En ese escenario, descollaban personalidades afines a las ideas socialistas y de
la Iglesia Católica, que imprimían altas dosis de pasión y sectarismo a la política, alimentadas
por las lecturas de factores externos como la situación política en España, donde el Frente

63
Agustín Rodríguez Garavito, Gabriel Turbay, un solitario de la grandeza, Tercer Mundo, Bogotá, 1977.
64
Gonzalo Buenahora Delgado, Biografía de una voluntad, Editorial Minerva, Bogotá, 1948.
65
Francisco Mario Velásquez, Vida y obra del profesor Luis López de Mesa, Universidad de Antioquia, Medellín,
1985; Francisco Mario Velásquez, “López de Mesa, agitador universitario”, en Correo de los Andes, Vol. 32,
Bogotá, 1985.
66
Darío Acevedo Carmona, Gerardo Molina. El intelectual y el político, Frente Acción Política Educativa,
Medellín, 1986. Una publicación que reúne trabajos de académicos sobre la vida y obra de Gerardo Molina,
especialmente su paso por la rectoría de la Universidad Nacional, en Mario Aguilera Peña (asesor histórico),
Gerardo Molina y la Universidad Nacional de Colombia, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2001.
67
Medófilo Medina, Juegos de rebeldía. La trayectoria política de Saúl Charris de la Hoz (1914 -), Universidad
Nacional de Colombia, Bogotá, 1997.
68
Ibíd., p. 47.

20
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Popular había triunfado en 1936. Estar vinculado a una institución como la Universidad
Javeriana fue para el estudiante Saúl Charry de la Hoz un reto que reavivó su interés por la
política, a la cual se dedicó con energía, una vez se tituló como abogado en 1942.

Caso aparte es el de Jorge Eliecer Gaitán, de quien, por razones obvias, se han elaborado
múltiples ejercicios biográficos, en los que se suele destacar –sin mayor profundidad en la
mayoría de los casos- su paso por la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional, resaltando
lo importante que fue para él la experiencia estudiantil. De una lista que podría resultar extensa,
resaltamos los trabajos, desiguales en calidad y propósito, de Herbert Braun, Alberto Zalamea y
José Antonio Osorio Lizarazo69.

En el campo del conservatismo existen algunas investigaciones que han resaltado el papel de
líderes políticos que surgieron del medio estudiantil. Sin duda, la más importante, por su
dimensión y calidad, es la del historiador Cesar Augusto Ayala sobre la vida de Gilberto Álzate
Avendaño. Se trata de una obra monumental (tres tomos) que sigue con detenimiento el
transcurrir del manizalita por los senderos de la política, desde su infancia hasta el momento de
su muerte en 1960. Gracias a un trabajo paciente de indagación, interpretación y escritura, el
lector logra tener conocimiento de facetas importantes de la vida de Álzate Avendaño, como su
asunción como líder en la época del bachillerato, y su participación activa, en representación del
conservatismo, en los congresos estudiantiles de 1928 y 1930. Un acierto de la obra de Ayala
Diago es haber identificado las corrientes políticas y literarias que influyeron en la formación
del joven Álzate y de su generación, recreando con generosidad el complejo contexto histórico
y cultural en que aquel se desenvolvió; el análisis permite, además, comprender como los asuntos
estudiantiles tuvieron una inusitada importancia para las distintas fuerzas políticas que se
enfrentaron en los años finales de la hegemonía conservadora y durante los iniciales de la
república liberal70.

Desde luego, el conservatismo fue una cantera de la que salieron muchos liderazgos
estudiantiles. Sin embargo, curiosamente, poco se ha explorado sobre sus vidas, lo cual marca
un rasgo distintivo de la historiografía política del país, la cual parece haber menospreciado los
estudios prosopográficos, dejándolos en manos de “biógrafos oficiales”, siempre interesados en

69
Herbert Braun, Mataron a Gaitán, Universidad Nacional, Bogotá, 1987; Alberto Zalamea, Gaitán: autobiografía
de un pueblo, Zalamea Fajardo Editores, Bogotá, 1999; José Antonio Osorio Lizarazo, Gaitán: vida, muerte y
permanente presencia, Carlos Valencia Editores, Bogotá, 2008 (La primera edición es de 1952).
70
Este tema es tratado específicamente por Cesar Augusto Ayala en El porvenir del pasado: Gilberto Álzate
Avendaño: sensibilidad leoparda y democracia. La derecha colombiana de los años treinta, Universidad Nacional
de Colombia, Bogotá, 2007. León Arled Flórez publicó un artículo pionero en el que analiza la participación de
Gilberto Álzate Avendaño en el cuarto congreso estudiantil de 1930: “El delegado antioqueño: apuntes para la
historia del movimiento estudiantil de los años veinte”, en Memoria y Sociedad, N° 1, Bogotá, 1995. También existe
una publicación editada por Bernardo Mejía Rivera, que reúne textos de y sobre Gilberto Álzate Avendaño, algunos
relacionados con su faceta estudiantil: Gilberto Álzate Avendaño, Biblioteca de Escritores Caldenses, Manizales,
1985.

21
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

construir visiones apologéticas de “sus” héroes. Apenas si puede rastrearse una investigación
sobre el boyacense Rafael Azula Barrera, en la que se resalta su etapa como estudiante en
Bogotá71, y un estudio sobre la vida de Lucio Pabón Núñez, oriundo de Norte de Santander y
quien llegaría a ser congresista, en el que se aborda su etapa como estudiante, primero, en el
Colegio José Eusebio Caro, de Ocaña, y, posteriormente, en la Universidad Javeriana, a donde
ingresó para cursar la carrera de Derecho y Ciencias Económicas72.

Si bien en el movimiento estudiantil sobresalieron personas de color negro, son pocas las
investigaciones sobre la vida de individuos como Diego Luis Córdoba y Manuel Zapata Olivella,
quienes en distintos momentos desempeñaron papeles significativos en el movimiento
estudiantil (principalmente Córdoba, quien llegó a ser presidente de la Federación Nacional de
Estudiantes en 1930)73. Por ejemplo, sobre su vida se tienen algunos trabajos desiguales en su
calidad y con débil apoyo documental, en los que su perfil como líder estudiantil queda
desdibujado, al resaltarse básicamente su papel como dirigente político en las filas del
liberalismo74. Sobre Zapata Olivella, de origen cordobés, y quien fue estudiante de Medicina de
la Universidad Nacional en Bogotá en los años cuarenta, así como militante comunista durante
algún tiempo, se ha destacado más su obra literaria, desconociéndose otras facetas de su vida
como su condición de estudiante de provincia75.

Finalmente, destacamos el trabajo de Albio Martínez Simanca sobre la vida del dirigente
estudiantil Carlos H. Pareja, a quien se conoció por el seudónimo de que hizo uso: Simón
Latino76. Martínez Simanca se interesa por la vida del intelectual cartagenero, quien obtuvo
prestigio en los círculos académicos y literarios de Bogotá por ser el fundador de la librería La
Gran Colombia, destacando su participación en el segundo congreso de estudiantes realizado en
Medellín en 1922, al que asistió como delegado de la Universidad de Cartagena. El autor sigue
los pasos de Pareja en Bogotá, a donde se trasladó en 1924 para continuar sus estudios
profesionales en la Facultad de Medicina. Del trabajo debe decirse que, si bien acierta al divisar
la vida del intelectual cartagenero como un tema de investigación, ésta carece de una solidez
analítica y documental, debilidad que se agudiza cuando el autor acude a una narración que no

71
Carlos Maldonado Z., La formación de un intelectual: vida estudiantil y política de Rafael Azula Barrera 1912 –
1936, Departamento de Historia, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2005.
72
Jorge Meléndez Sánchez, Lucio Pabón. El nacionalismo católico en Colombia, Editorial El Búho, Bogotá, 2004.
73
Una investigación reciente ha analizado el liderazgo negro en Colombia desde 1943 (para ese momento, un
individuo como Diego Luis Córdoba hacía varios años había concluido su paso por la universidad).
74
José E. Mosquera, Diego Luis Córdoba: mito y realidad, Editorial L. Vieco, Medellín, 2015; Teresa de Varela,
Diego Luis Córdoba: biografía, Imprenta Fondo Rotatorio Policía Nacional, Bogotá, 1987.
75
José Luis Garcés González, Manuel Zapata Olivella, caminante de la literatura y de la historia, Ministerio de
Cultura, Bogotá, 2002; William Mina Aragón (Presentación y selección), Manuel Zapata Olivella, un legado
intercultural: perspectiva intelectual, literaria y política de un afrocolombiano cosmopolita, Ediciones Desde
Abajo, Bogotá, 2016.
76
Albio Martínez Simanca, Simón Latino y la librería La Gran Colombia, patrimonio cultural de Bogotá, Instituto
Distrital de Cultura y Turismo, Bogotá, 2004.

22
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

profundiza en las circunstancias vitales del protagonista y la relación que estableció con el medio
social en el que se desenvolvió.

En síntesis, este conjunto de obras sobre la vida de individuos que fueron estudiantes durante el
periodo de la investigación, tiene la particularidad de ser desigual en cuestiones de calidad y
rigor. Sobresalen, en efecto, publicaciones sin mayor profundización en la faceta estudiantil de
las personalidades tratadas, contando con poco acervo documental y sin una articulación de la
vida del biografiado a problemas de investigación. En contraste, hay otras publicaciones –pocas-
que se distinguen por acudir al género biográfico con el rigor del caso, logrando articular con
maestría la vida del individuo con la circunstancia histórica en que se desenvolvieron.
Consideramos, al respecto, que la biografía o prosopografía sigue siendo una posibilidad
narrativa válida para desentrañar la circunstancia estudiantil en la primera mitad del siglo XX,
al permitir condensar en una trayectoria vital los rasgos no sólo individuales sino colectivos de
una época77.

c. La Reforma de Córdoba y su impacto en Colombia

Es un lugar común resaltar el significado de la Reforma de Córdoba de 1918, destacando su


influencia en las juventudes universitarias y en la sociedad latinoamericana en general, durante
gran parte del siglo XX. La connotación del hecho explicaría el interés por su estudio, el cual,
por cierto, ha dado origen a una extensa y variada bibliografía que al día de hoy continúa
creciendo78. Al respecto, Renate Marsiske considera que los primeros treinta años del siglo XX
pueden considerarse como la época de la reforma universitaria, en la cual afloraron
“movimientos estudiantiles en muchas universidades latinoamericanas, surgidos e influenciados
por el movimiento de reforma universitaria de Córdoba”79. Para el caso de Colombia, no han
sido pocos los investigadores que han tomado como válida la premisa del impacto del
reformismo de 1918 en el sistema educativo y la sociedad en general80. Por ejemplo, Álvaro

77
Sobre la biografía y los estudios históricos, véase François Dosse, La apuesta biográfica. Escribir una vida, PUV,
Valencia, 2007.
78
Entre los textos más significativos sobre la Reforma de Córdoba podemos mencionar: Juan Carlos Portantiero,
Estudiantes y política en América Latina en el proceso de la reforma universitaria 1918 – 1938, Siglo XXI Editores,
México, 1983; Dardo Cúneo (Compilación), La Reforma Universitaria, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1988; José
Luis Romero, Situaciones e ideologías en América Latina, Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, 2001;
María Cristina Vera de Flachs (Ed.), Movimientos estudiantiles en América Latina y Europa, Junta Provincial de
Historia de Córdoba, Córdoba, 2006; Gabriel del Mazo, Reforma universitaria y cultura nacional, Editorial Raigal,
Buenos Aires, 1955; Tomas Escajadillo, La revolución universitaria de 1930, San Martí, Lima, 1930.
79
Marsiske, Op. cit., p. 11.
80
Alfonso Borrero, La Universidad latinoamericana: la reforma de Córdoba, Asociación Colombiana de
Universidades – ICFES, Bogotá, 1983; Olmedo Vargas (Coordinador), Movimientos universitarios: América
Latina, Siglo XX, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia – Rudecolombia, Tunja, 2005; Olmedo

23
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Acevedo Tarazona afirma que la reforma educativa que se promovió durante la Republica
Liberal, fue un intento por “poner fin a la tutela de la Iglesia y otorgarle a la Universidad Nacional
el carácter rector en dicha materia, bajo el sello de la libertad de catedra y autonomía universitaria
que le inspirara el Movimiento Estudiantil de Córdoba en Argentina (1918)”81. Una
argumentación parecida la formuló Javier Ocampo López, quien resaltó la influencia del
acontecimiento de 1918 en el país, al convertirse en bandera de las nuevas generaciones “para la
modernización de la educación universitaria”82.

Si bien estos planteamientos pueden abrazarse sin prevención, existe el inconveniente de que
suelen ser extremadamente generales, al no especificar con precisión de qué modo se manifestó
esa influencia. En parte, la imprecisión pudo haberse originado cuando un protagonista como
German Arciniegas, quien, al establecer el impacto del reformismo en el país, llegó a expresar
que “La universidad, después de 1918, no fue lo que ha de ser, pero dejó de ser lo que había
venido siendo83. Tal vez por esa falta de precisión un investigador colombiano, al analizar la
repercusión de la Reforma de Córdoba en los países de Latinoamérica, señaló la conveniencia
de “adoptar escrupuloso sentido de realidad para no incidir en mendaces triunfalismos”84.

Al revisar la producción académica sobre el tema (reflejada en compilaciones, libros, artículos


y tesis universitarias), se observa que éste ha sido revisado con cierto rigor para los casos
argentino (lo que es apenas comprensible) y mexicano, y en menor medida para el peruano85. En
lo que respecta a Colombia, el asunto es diferente, ya que, si bien las referencias al hecho suelen

Vargas, “Dinámica del movimiento universitario en Colombia: 1920 – 1930”, en Olmedo Vargas Hernández
(Compilador), Archivos y documentos para la historia de la educación en Colombia, Rudecolombia, Tunja, 2000.
81
Álvaro Acevedo Tarazona, Modernización, conflicto y violencia en la universidad de Colombia: AUDESA (1953
– 1984), Ediciones UIS, Bucaramanga, 2004, p. 29. La aseveración de Acevedo Tarazona había sido planteada
tiempo atrás por Gerardo Molina, quien reconoció que la Ley 68 de 1935 orgánica de la Universidad Nacional,
aclimató reformas que “venían del movimiento argentino de 1918: intervención de los estudiantes y profesores en
el gobierno de la universidad, cierta autonomía en ella, y desde luego nuevos métodos de formación de los alumnos”.
Ver Gerardo Molina, “Universidad oficial y privada (1978)”, en Mario Aguilera Peña (Asesor histórico) Gerardo
Molina y la Universidad Nacional de Colombia…, Op. cit., p. 159.
82
Javier Ocampo López, “German Arciniegas, el estudiante de nuestra América”, en Olmedo Vargas (Coordinador),
Movimientos Universitarios América Latina Siglo XX, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
– Rudecolombia, Tunja, 2005, p. 20.
83
Germán Arciniegas, El estudiante de la mesa redonda, Plaza & Janes, (Cuarta edición), Bogotá, 1982, p. 194.
84
Alfonso Borrero, La universidad latinoamericana. La reforma de Córdoba, Asociación Colombiana de
Universidades – ICFES, Bogotá, 1983, p. 110. “Conviene, ante todo, distinguir entre la repercusión que tuvieron el
´espíritu de la Reforma´¨, y sus principios, de una parte, y las ´Bases de organización´, por otra”, observa Borrero.
85
Pueden mencionarse los siguientes trabajos: Antonio Padilla Arroyo y Alcira Soler Durán (Coord.), Voces y
disidencias juveniles: rebeldía, movilización y cultura en América Latina, Universidad Autónoma del Estado de
Morelos, México, 2010; Roberto Ferrero, Historia critica del movimiento estudiantil de Córdoba (1955-1973),
Alción Editora, Córdoba, 2009; UNAM, Universidad y política en América Latina, Universidad Nacional
Autónoma de México, México, 1987; Jesús Bravo Baquero, El movimiento latinoamericano de reforma
universitaria en Michoacán 1917 – 1967, UMSNH, Morelia, 1978; Jose Carlos Mariátegui, Siete ensayos de
interpretación de la realidad peruana, Biblioteca Amauta, Lima, 1976.

24
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

ser numerosas, hasta el día de hoy se carece de estudios sistemáticos que demuestren de qué
manera influyó el reformismo de 1918 y cuáles fueron sus implicaciones86.

Uno de los primeros ejercicios de interpretación del movimiento de Córdoba, fue el de Johns H.
Adams, publicado en la revista oficial de la Universidad de Antioquia87. Básicamente lo que
hace Adams es identificar cuestiones como el contexto histórico en el que se inscribió el
acontecimiento de 1918, las demandas que plantearon los estudiantes cordobeses y el impacto
que tuvo el movimiento estudiantil en los sistemas educativos de los países de la región. Ese
parece ser un marco común de interpretación de varios trabajos, en los que predomina una lectura
general, sin que suela haber una interpretación detenida para el caso colombiano, la cual permita
establecer con evidencia empírica el o los impactos del movimiento reformista en el país.

En una dirección parecida se ubican dos artículos de Álvaro Acevedo Tarazona (uno en
coautoría), que tienen como interés principal, establecer las circunstancias históricas (mundiales
y locales) que estimularon el movimiento reformista en Argentina, y determinar cuál fue su
legado para América Latina88. El primer ejercicio tiene la virtud de sintetizar procesos de orden
político, ideológico y social que precedieron y animaron el movimiento reformista, los logros
del movimiento (su sentido social y político, la democratización y la autonomía universitaria, las
cátedras libres y por concurso, la participación estudiantil en el gobierno universitario y la
dimensión latinoamericana), pero también sus limitaciones, apoyándose en la bibliografía más
destacada sobre el tema. Sin embargo, las conclusiones para el caso de Colombia parecen quedar
en el mismo lugar: reconocer la influencia del movimiento reformista, afirmando que éste llegó
al país en 1922 (sin establecer por qué en esa fecha), y ligar el impacto al papel de una clase
media que irrumpía altiva en la sociedad.

Posteriormente Acevedo Tarazona retomó el tema89, pero esta vez acudió a un marco de
interpretación novedoso: conectar comparativamente el acontecimiento de 1918, con el
Cordobazo, un sonado levantamiento social ocurrido en 1969, también en la ciudad de Córdoba
(Argentina), y en el que los universitarios tuvieron una participación destacada. Acevedo
Tarazona recrea las circunstancias históricas que dieron origen a los dos sucesos, enfatizando en

86
Una bibliografía que reitera la tesis sobre el impacto de la reforma en Colombia en Olmedo Vargas (Coordinador),
Movimientos universitarios: América Latina, siglo XX, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia –
Rudecolombia, Tunja, 2005; Olmedo Vargas, “Dinámica del movimiento universitario en Colombia: 1920 – 1930”,
en Olmedo Vargas Hernández (Compilador), Archivos y documentos para la historia de la educación en Colombia,
Rudecolombia, Tunja, 2000.
87
John H. Adams, “La reforma universitaria de Córdoba: sus raíces y sus alcances”, en Anales de la Universidad
de Antioquia, N° 167, Medellín, 1967.
88
Álvaro Acevedo Tarazona, “A cien años de la reforma de Córdoba, 1918-2018: la época, los acontecimientos, el
legado”, en Memorias del IV Seminario Taller Internacional Vendimia 2010, Villa de Leiva, 2010.
89
Álvaro Acevedo Tarazona y Gabriel Samacá, “De la reforma de Córdoba al Cordobazo. La universidad como
escenario de luchas por la democracia en Argentina, 1918 – 1969”, en Memorias. Revista Digital de Historia y
Arqueología desde el Caribe Colombiano, N°15, Barranquilla, 2011. [En línea] [Consultado 9 agosto de 2015]
Disponible en: http:/rcientificas.uninorte.edu.co/index.php/memorias/article/viewArticle/3214/4892

25
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

los factores políticos y culturales. En la parte final, establece algunas consideraciones sobre el
caso de Colombia, destacando que “no se conoce en detalle el influjo que pudo haber tenido el
movimiento reformista de Córdoba en el estudiantado colombiano de la primera mitad del siglo
pasado”, aunque hubo una tenue conexión de los estudiantes con el ideario reformista, el cual se
proyectó hasta los años sesenta, como se observa en el accionar de organismos como Asociación
Universitaria de Santander y la Federación Universitaria Nacional90. Esta tesis, como veremos,
será retomada por el autor en trabajos posteriores.

Algunos ejercicios han explorado el impacto de la Reforma de Córdoba en el activismo


estudiantil colombiano en las primeras décadas del siglo XX, como es el caso de José Ramón
Llanos, Olmedo Vargas y Carlos Arturo Reina91. En estos ejercicios se insiste en la tesis del
influjo del movimiento reformista en los estudiantes colombianos, lo cual se expresó de variadas
formas: por ejemplo, en reivindicaciones como la autonomía universitaria y la libertad de
catedra, que dieron origen a una movilización estudiantil, particularmente en los años veinte. Si
bien podría no haber discrepancia con ese planteamiento –que suele insistir en el carácter
positivo de la influencia, dando a entender que las ideologías pueden extrapolarse de un lugar a
otro, sin que se generen tensiones sociales de ningún tipo-, existe una debilidad ligada a la poca
profundización histórica del hecho mismo, en el que el ejercicio heurístico generalmente es
pobre92.

Una perspectiva diferente para abordar el impacto del reformismo de Córdoba fue planteada por
Leopoldo Múnera Ruiz, quien acudió al análisis comparativo para revisar la influencia del
acontecimiento de 1918 en la estructura orgánica de algunas universidades de América Latina.
Munera señala que la Reforma de Córdoba imprimió al gobierno de las universidades un
elemento específico que giró alrededor de la participación de la comunidad universitaria en la
dirección de las instituciones de educación superior93. En ese orden de ideas, su interés fue
identificar ese impacto en cinco universidades de Argentina, México, Chile, Brasil y Colombia94,
teniendo como elemento central de comparación la participación de los representantes de la

90
Acevedo Tarazona y Samacá, “De la reforma de Córdoba…”, Op. cit. En una publicación anterior, el autor indicó
que la influencia del reformismo universitario “no fue tan evidente en Colombia”. Ver Modernización, conflicto y
violencia,… Op. cit., p. 179.
91
José Ramón Llano Hernández, “Paginas de la historia: movimiento estudiantil y reforma universitaria: primeras
décadas del siglo XX”, en Taller: revista de análisis de la actualidad política, N° 1, Bogotá, 2002; Olmedo Vargas,
“Dinámica del movimiento universitario en Colombia: 1920 – 1930”, en Olmedo Vargas Hernández (Compilador),
Archivos y documentos…”, Op. cit.; Carlos Arturo García, “El movimiento estudiantil en Colombia, década del
sesenta”, en Argumentos, N° 14 – 17, Bogotá, 1986.
92
Es sintomático que las referencias al impacto de la reforma de Córdoba en Colombia suelan centrarse en el análisis
de la revista Universidad, dirigida por German Arciniegas, como si un proceso social como el aquí referenciado,
pudiese explicarse a partir de una sola fuente, por más significativa que ésta fuese.
93
Leopoldo Munera Ruiz, “La Reforma de Córdoba y el gobierno de las universidades públicas en América Latina:
análisis comparado de cinco universidades”, en Ciencia Política, N°12, Bogotá, 2011.
94
Las instituciones académicas analizadas fueron la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Nacional
Autónoma de México, la Universidad de Chile, la Universidad de Sao Paulo y la Universidad Nacional de Colombia.

26
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

comunidad universitaria en el gobierno de las instituciones. En ese propósito, Munera Ruiz hace
un recuento del movimiento reformista destacando las implicaciones de las tesis del Manifiesto
Liminar de 1918, y señalando que, pese a su importancia regional, el eco de la Reforma de
Córdoba fue heterogéneo y dependió de “los sistemas políticos y sociales en los que resonó”95.
Enseguida, procede a analizar la suerte que corrió el legado reformista en los cinco países
mencionados. Para el caso de Argentina, establece que luego de 1918, ese legado estuvo sujeto
a los periodos de vigencia de la democracia, que fueron intermitentes durante gran parte del siglo
XX. En México, la influencia del reformismo universitario se sintió con fuerza en 1929, cuando
la Universidad Nacional de México (fundada en 1910), obtuvo una “autonomía institucional
limitada”, la cual pronto la condujo a una crisis presupuestal que la obligó de nuevo a recurrir al
Estado, sacrificando su independencia. En octubre de 1933, el Congreso de la República aprobó
la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de México, que le otorgó la autonomía plena.
Como lo resalta Munera Ruiz, esto se dio en medio de la agitación revolucionaria, lo cual incidió
en el destino de la universidad, al no coincidir su suerte con los propósitos que le quería definir
el Estado. Concluye el autor señalando que, para el caso mexicano, el cogobierno y la autonomía,
connaturales a la Reforma de Córdoba, “tuvieron para las elites académicas un carácter
instrumental y, por consiguiente, fueron negociables con el poder político, a pesar de que el
movimiento estudiantil y un sector minoritario del profesorado en ningún momento dejaron de
reivindicarlos como principios básicos para la existencia de la universidad pública”96. Para el
caso de Colombia, Munera Ruiz destaca que los postulados reformistas “siempre fueron un
referente lejano con relación a las instituciones que reglamentaron el gobierno universitario, pues
la cultura política estuvo permanentemente limitada por el tipo de democracia restringida que
imperó en el país, dentro de la cual, la simple idea de cogobernó resultaba insurreccional”97. En
síntesis, si bien la perspectiva comparativa de Munera Ruiz es interesante, por tratarse de una
historia de lo institucional y de las políticas oficiales en el campo de la educación superior, tiene
una limitación significativa y es la de no identificar con precisión la participación de los
estudiantes en los procesos históricos que se describen98.

Desde un plano diferente, pocas investigaciones han explorado el impacto del reformismo de
1918 en universidades de provincia. Entre las existentes tenemos el trabajo de Dora Piñeres de
la Ossa, que indaga por los efectos discursivos emanados del movimiento estudiantil de Córdoba,
sobre los universitarios de Cartagena en la década de los años veinte99. De acuerdo con Piñeres

95
Munera Ruiz, “La Reforma de Córdoba…”, Op. cit., p. 10.
96
Ibíd., p. 18.
97
Ibíd., p. 28.
98
Una característica que, por cierto, suele cobijar lecturas de este tipo. Ver, por ejemplo, el artículo de Iván David
Ortiz Palacios, “La autonomía universitaria”, en Jorge Cárdenas Galvis (Compilador), Universidad. Actualidad y
siglo XXI, Sinprofuac, Bogotá, 1998.
99
Dora Piñeres de la Ossa, Modernidad, universidad y región..., Op. cit.; y “El movimiento renovador estudiantil y
las reformas universitarias en Colombia, 1920 – 1930”, Op. cit.

27
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

de la Ossa, la experiencia del reformismo fue adoptada por los estudiantes colombianos desde
1919, cuando un grupo de jóvenes (Germán Arciniegas, Diego Luís Córdoba, Diego Montaña
Cuellar, Gerardo Molina), reivindicó la modernización universitaria. El corpus ideológico
reformista fue adoptado por los estudiantes de Cartagena, lo que se tradujo en reivindicaciones
y movilizaciones en la década de 1920 y 1930.

Recientemente, Álvaro Acevedo Tarazona, el historiador que más ha investigado sobre los
movimientos estudiantiles en Colombia haciendo contribuciones en distintas áreas (perspectiva
teórica, metodología y estudios de caso), publicó un trabajo en el que analiza la experiencia del
cogobierno universitario en la Universidad Industrial de Santander en la década de 1970100. El
autor muestra que esa experiencia del cogobierno (1971 – 1976), que se inscribió en el ciclo de
protestas estudiantiles más importante del siglo XX en el país, se apoyó en los principios
emanados del Movimiento de Córdoba101. La tesis es sugestiva porque, además de invitar a
pensar la persistencia del legado reformista en el movimiento estudiantil colombiano para un
período lejano del hecho mismo102, logra demostrar con un análisis de los planteamientos que
formularon los estudiantes en la coyuntura referida, que el eco del reformismo cordobés
continuaba resonando en distintas universidades del país103.

Es de resaltar que si bien se ha insistido en el impacto del movimiento reformista –de su corpus
ideológico y reivindicativo, si pudiera decirse- en el activismo estudiantil de los años veinte104,
es extraña una bibliografía que permita acercamientos consistentes a la vida de los más
destacados dirigentes estudiantiles, como fue el caso de German Arciniegas (la referencia

100
Álvaro Acevedo Tarazona, La experiencia histórica del cogobierno en la Universidad Industrial de Santander.
Concepciones y divergencias en disputa por la autonomía universitaria 1971 – 1976, Editorial Universidad
Industrial de Santander, Bucaramanga, 2016. Para divisar la importancia del aporte de Acevedo Tarazona a la
consolidación del campo historiográfico sobre los movimientos estudiantiles, quizá deba tenerse presente su
condición de investigador radicado en la periferia y no en la capital del país, factor que, sin pretender validar una
especie de determinismo geográfico, sí serviría para explicar la motivación y alcance de la visión analítica
consignada en sus investigaciones, en las que suele remarcarse la necesidad de lecturas descentradas de la historia
de los universitarios de Colombia.
101
Acevedo Tarazona, La experiencia histórica del cogobierno…, Op. cit., p. 13.
102
En otra investigación, que ya hemos citado aquí, Acevedo Tarazona ubicó la persistencia del influjo reformista
de 1918, en el activismo estudiantil de la UIS en los años cincuenta. Ver, Modernización, conflicto y violencia…,
Op. cit.; p. 189.
103
El asunto de la suerte del reformismo de Córdoba tanto en Argentina como en otros países del continente es una
perspectiva de análisis interesante, en tanto invita a pensar las proyecciones que tuvieron corrientes de pensamiento
en la sociedad, en momentos posteriores a aquellos en que se gestaron y operaron con mayor fuerza. Para el caso
argentino, Juan Sebastián Califa elaboró una argumentación detallada sobre el reformismo de Córdoba más allá de
1918, en la que señaló que éste aún continuaba circulando en la sociedad argentina en los años de 1950, e incluso
alimentó la radicalidad estudiantil que será común desde ese momento en los jóvenes universitarios de ese país. Ver
Juan Sebastián Califa, Reforma y revolución. La radicalización política del movimiento estudiantil de la UBA 1943
– 1966, Eudeba, Buenos Aires, 2014.
104
Así se plantea en la investigación de Alberto Gómez Martínez y Albio Martínez Simanca, Estudiantes y cambios
generacionales… Op. cit.

28
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

individual más destacada en Colombia, aunque no la única), sobre el que existen algunas
aproximaciones con escaso rigor investigativo105.

Una tesis que se sostendrá en la investigación, a propósito del impacto de la Reforma de Córdoba
en Colombia, es que éste parece no haber tenido la fuerza que a veces se le ha otorgado. Una
razón para explicar ese hecho es que los vientos del movimiento reformista llegaron al país,
cuando desde hacía varios años los universitarios colombianos venían debatiendo, elaborando o
escuchando propuestas para reformar la educación y la vida universitaria, que incluían aspectos
como la autonomía universitaria y la participación de los estudiantes en los cuerpos de dirección
de las universidades. En esa línea de argumentación, debe recordarse la importancia de los
congresos internacionales de estudiantes, particularmente el de Montevideo en 1908106, entre los
dirigentes estudiantiles colombianos, desde finales de los años diez. Por ejemplo, la
documentación que, a modo de memorias, circuló en Colombia, sobre aquel congreso, dio pie
para que, ese mismo año, un grupo de universitarios planteara la organización de un congreso
internacional (1910) en Bogotá, el cual estuvo permeado, de principio a fin, por temas como la
autonomía universitaria, la enseñanza científica, la extensión universitaria y la participación de
los estudiantes en los organismos de dirección de la universidad. Que así hubiera ocurrido, es
decir, que planteamientos del componente “duro” del movimiento reformista de 1918 ya
hubiesen estado ondeando entre los estudiantes colombianos desde mucho antes, pudo haber
moderado el cariz de novedad del reformismo argentino en el medio colombiano. De ningún
modo se pretende pasar de un extremo a otro, y desconocer cualquier tipo de influencia –que la
tuvo- en la juventud universitaria del país, pero se quiere resaltar ese hecho, para explicar los
alcances y limitaciones de un tema que merece y debe reflexionarse con profundidad: la
recepción y el impacto del reformismo de 1918 en Colombia.

d. Estudiantes y cultura

El énfasis que la historiografía ha otorgado a la política como escenario para analizar la presencia
de los estudiantes colombianos, ha originado la percepción –incorrecta, a nuestro juicio- de que
éstos sólo tuvieron interés o se movilizaron por razones políticas, derivadas generalmente de su
militancia en las distintas fuerzas partidistas. Sin desconocer que efectivamente existió tal interés
por lo político107, consideramos que los estudiantes también otorgaron importancia a otras

105
Por ejemplo, Juan Gustavo Cobo Borda, Arciniegas de cuerpo entero, Planeta, Bogotá, 1987; Antonio Cacua
Prada, German Arciniegas. Su vida contada por el mismo, Instituto Colombiano de Estudios Latinoamericanos y
del Caribe, Bogotá, 1990; Javier Ocampo López, “German Arciniegas, el estudiante de Nuestra América”, en
Olmedo Vargas Hernández (Editor), Movimientos universitarios América Latina siglo XX, Rudecolombia, Tunja,
2005.
106
María Cristina Vera de Flachs, “Un precedente de la reforma del 18: el I Congreso Internacional de Estudiantes
Americanos. Montevideo 1908”. [En línea] [Consultado 15 junio de 2016] Disponible en:
http://www.reformadel18.unc.edu.ar/privates/vera%20R.pdf
107
Aunque la tesis debe tratarse siempre con cuidado, para no caer en la tentación de homogenizar –en este caso,
hacia lo político- comportamientos de un sector social tan polifacético en sus actividades como el estudiantil.

29
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

actividades que podrían enmarcarse en el plano de lo cultural. Como ya se anotó, un rasgo


distintivo de los estudiantes universitarios de la primera mitad del siglo XX, fue su propensión
a desplegar actividades simbólicas que se materializaron en canciones, símbolos, fiestas, etc.
¿Qué tanto conocimiento se tiene de ese tipo de actividades estudiantiles? ¿Qué papel
cumplieron al interior de la comunidad estudiantil del país?

Sin duda, ha sido el carnaval estudiantil, junto a los reinados estudiantiles, las actividades que se
han destacado con más fuerza en los trabajos académicos dedicados al tema. En este campo
sobresalen las investigaciones pioneras del historiador Marcos González, que se inscriben en un
propósito mayor, como es conocer los orígenes de los carnavales realizados en Bogotá desde los
tiempos coloniales108. Apoyándose en la tradición historiografía francesa de las mentalidades,
González ha explorado el carnaval a través del tiempo, estudiando sus formas y sentidos sociales.
En esa dirección, se ha interesado por el análisis del carnaval estudiantil, el cual inicialmente se
manifestó como fiesta del estudiante. Al ejecutarse año tras año, la fiesta estudiantil adoptó actos
carnavalescos como la figura de Don Pericles Carnaval, cuya muerte marcaba el fin de la
celebración109.

Un acierto del análisis de González Pérez, es poner en evidencia las tensiones sociales que se
derivaban de la ejecución del carnaval estudiantil en Bogotá. Distintos intereses (políticos y
religiosos) intentaron, y de hecho, lo consiguieron, regular la forma del carnaval estudiantil,
prohibiendo prácticas que eran propias de esas celebraciones. Si bien la lectura de González
Pérez, consignada en varios trabajos, tiene el mérito de haber sido la primera en otorgar la
importancia a este tipo de actividades promovidas por los estudiantes en la primera mitad del
siglo XX, adolece de algunas limitaciones que de ningún modo, restan significado a sus aportes.
Por ejemplo, los análisis de González Pérez se han circunscrito a Bogotá, explorando el carnaval
en los años veinte, con alguna proyección a los primeros de la década de 1930. Se desconoce, en
esa dirección, la suerte que tuvo la celebración de esa actividad en otros lugares del país, con
todas las implicaciones que la festividad generalmente tenía. Lo anterior podría servir de motivo
para estimular nuevas miradas a partir de estudios de caso locales, y para determinar las rupturas
y continuidades que pudo tener la celebración. De igual manera, es necesario hacer una

Aclarémoslo de una vez: cuando decimos que los estudiantes se interesaron por la política, no pretendemos de
ninguna manera decir que tal interés se manifestó en todos los estudiantes de la época.
108
De la producción académica de Marcos González sobre los carnavales, podemos destacar: Marcos González,
Ceremoniales, fiestas y nación, Intercultura Colombia, Bogotá, 2012; Marcos Gonzales Carnestolendas y
carnavales en Santa Fe y Bogotá, Intercultura Colombia, Bogotá, 2005; Marcos González Pérez y Catalina
Bohórquez, “Los reinados estudiantiles en los años 20”, en Credencial Historia, N° 323, Bogotá, 2016; Marcos
González Pérez, “Bogotá, escenario de un carnaval”, en Edgar J. Gutiérrez S. y Elisabeth Cunin (Compiladores),
Fiestas y carnavales en Colombia. La puesta en escena de las identidades, La Carreta Editores, Medellín, 2006;
Marcos González Pérez, “El concepto de fiesta”, en Marcos González Prez (Coordinador), Fiesta y nación en
América Latina. Las complejidades en algunos ceremoniales de Brasil, Bolivia, Colombia, México y Venezuela,
Intercultura Colombia, Bogotá, 2011.
109
Marcos González Pérez, “Bogotá, escenario de un carnaval”…, Op. cit., p. 180.

30
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

exploración sobre la persistencia de la celebración en el país, ya que en algunas ciudades el


carnaval y el reinado estudiantil, persistieron como practica cultural más allá de la primera mitad
del siglo XX. ¿Qué factores sociales y culturales explicarían ese hecho? ¿Qué tipo de
sensibilidades alimentaron las prácticas festivas en los años cuarenta y cincuenta?

Existen otras investigaciones que, sin tener como objetivo principal analizar las expresiones
lúdicas y culturales de los estudiantes, las mencionan resaltando su importancia. En este grupo
podemos ubicar el libro de Ciro Quiroz sobre la historia de la Universidad Nacional, la
investigación de Alberto Gómez Martínez y Albio Martínez Simanca, y la tesis de doctorado
sobre los jóvenes colombianos, de Carlos Arturo Reina110. No obstante, al no tener como
prioridad temática el carnaval estudiantil, poco logran avanzar en la comprensión de su papel,
resaltando aspectos ya tratados en los trabajos pioneros de Marcos González.

Un rasgo dominante en los análisis sobre el carnaval estudiantil y los reinados estudiantiles, es,
como ya se dijo, su circunscripción a Bogotá, careciéndose de miradas que formulen
acercamientos a esas actividades en otras ciudades del país. Entre los pocos trabajos que han
abordado el carnaval o la fiesta estudiantil en escenarios distintos a Bogotá, se tienen los de
Beethoven Zuleta (en una de las publicaciones aparece éste autor con el nombre de Fabián
Adolfo Zuleta)111, quien aborda el caso de Medellín, desde una perspectiva que privilegia el
lenguaje simbólico en el análisis. En concreto, el autor explora el significado de la Fiesta del
Estudiante, del carnaval y del reinado estudiantil en Medellín en 1922, destacando que la
celebración de ese año, fue autorizada por la alcaldía, pero condicionándola, lo que limitó “su
posibilidad de contradicción, confrontación y desajuste”, propias de su carácter festivo. Así, la
petición juvenil, solicitud que el autor denomina “formalización del acto lúdico”, producto de la
limitación por la vía del permiso oficial, impidió que la festividad no pudiera “profundizar en su
mirada del universo, captar otras temporalidades y construir las posibilidades de un orden
distinto en la cotidianidad individual y colectiva”. Además, la estatización de la vida festiva,
quedó reglada “a un plano privativo y doméstico y su carácter público quedó restringido a unos
pocos privilegios, a unas migajas de tiempo”112.

No obstante, el autor considera que, pese al deseo de validar una festividad preparada y
organizada por el poder, ésta logró poner en cuestión algunos “principios de realidad”. Sin

110
Ciro Quiroz, La Universidad Nacional de Colombia en sus pasillos, Universidad Nacional de Colombia, Facultad
de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, Bogotá, 2003; Alberto Gómez y Albio Martínez, Cambios
generacionales…, Op. cit.; Carlos Arturo Reina, Historia de los jóvenes en Colombia…, Op. cit.
111
Beethoven Zuleta Ruiz, Discursos estudiantiles y analítica del poder…, Op. cit.; y “Juventud, cultura y poder en
Colombia en la década de 1920. Mascaradas, reinas y funerales”…, Op, cit. Como se dijo, los dos autores citados
corresponden a la misma persona, deducción que hacemos luego de comparar los dos textos y encontrar similitudes
en las tesis expuestas y en la argumentación que se elabora. Aquí, sin embargo, citaremos los dos trabajos con los
nombres con los que aparecen firmados.
112
Zuleta Ruiz, Discursos estudiantiles y analítica del poder…, Op cit., p. 33 y 34.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

embargo, los estudiantes no lograron una subversión total del universo. El autor cree divisar esta
particularidad con las máscaras, expresión que, siguiendo la línea de argumentación de Mijaíl
Bajtín, permiten alterar las fronteras naturales y ridiculizar el orden, pero que, en el caso de
Medellín, esto fue imposible porque su naturaleza original y espontánea fue regulada por las
autoridades locales.

Otro aspecto de la festividad estudiantil analizado fue el reinado y el rito de coronación de la


reina. Allí se expresaría, de acuerdo con el autor, un deseo colectivo de una sociedad ideal, en
donde “el estudiantado construye la réplica de un reino, albergando en la intimidad de la
representación, la posibilidad de edificarlo”113. Detrás de la elección de soberanas que regirían
dominios sobrenaturales, Zuleta ubica aspiraciones de “un proyecto mesiánico capaz de sostener
la esperanza reformadora y nacional”. Esto se expresaría, por ejemplo, en las misiones y
responsabilidades que adquirían las reinas, las cuales alteraban el principio festivo de la
celebración: “la alegría subsiste, pero se atenúa y toma los tonos serios de una responsabilidad y
compromiso, como si la risa dependiera del dictado de una consigna y una estrategia de
poder”114. Este rasgo otorgaría a las fiestas un cierto espíritu oficial, “que se traduce en un afán
por emular – que no parodiar- las expresiones verbales y modos de la comunicación oficial,
pareciendo querer construir al lado del mundo del Estado y la política, un segundo mundo,
exclusivo de los universitarios”115. Por lo anterior, Zuleta considera que en la práctica, y a pesar
suyo, la fiesta estudiantil, terminó consagrando “la inmutabilidad y perennidad de las reglas que
rigen su mundo, jerarquías, valores y normas”, quedando así desvirtuada la verdadera naturaleza
de la fiesta, al desdibujarse “el mecanismo liberador y regenerador de sus miembros”116.

La importancia del análisis de Beethoven Zuleta radica, a nuestro juicio, en que despliega una
mirada hacia los efectos simbólicos de las festividades estudiantiles en comunión con los factores
políticos del momento histórico. En otras palabras, Zuleta propone leer los rituales estudiantiles
como expresiones de poder que definen sus formas y contenidos.

Para el caso de Bucaramanga, Álvaro Acevedo Tarazona ha mostrado cómo, de la mano de la


Asociación de Universitarios de Santander (AUDESA), en la década de los cincuenta se
promovieron las festividades universitarias –que se realizaban desde la década anterior-, entre
las que sobresalían los carnavales y reinados, las cuales captaban la atención de la ciudadanía,
pese a que solían ser restringidas “a los clubes, bailes y comidas donde sólo podía participar la
“crema y nata” de la sociedad local”117.

113
Zuleta, “Juventud, cultura poder. Mascaradas, reinas y funerales”…, Op. cit., p. 47.
114
Zuleta Ruiz, Discursos estudiantiles y analítica del poder…, Op. cit., p. 39.
115
Ibíd.
116
Zuleta, “Juventud, cultura y poder. Mascaradas, reinas y funerales”…, Op. cit., p. 50.
117
Acevedo Tarazona, Modernización, conflicto y violencia…, Op. cit., p. 199.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Finalmente, otra perspectiva que ha sido explorada es la música estudiantil, particularmente la


asociada a la celebración del carnaval. En esta línea destacamos el análisis de Catalina
Bohórquez Mendoza, publicado en una obra dedicada a estudiar el carnaval desde una
perspectiva comparada, en el que explora la dimensión simbólica de la música en la fiesta
estudiantil de la primera mitad del siglo XX118. La tesis de Bohórquez indica que la música del
carnaval estudiantil de los años veinte y treinta, “se desbordó más allá de la música de las calles
y la puesta en escena” y enriqueció el carácter transgresor del carnaval estudiantil. Entre los
ritmos que se emplearon para entonar la celebración, se destacaron la milonga, tango – danza, el
pasillo y el two step, los cuales sirvieron para acompañar las letras de canciones que hacían
alusión al espíritu festivo de los estudiantes, a la denuncia de hechos polémicos como la Ley
Antialcohólica o en honor a las candidatas y reinas.

Otro trabajo que se ocupa de la música en el carnaval estudiantil es el libro de Jaime Cortes
Polanía, aunque el propósito de éste es más amplio en términos históricos119. La publicación,
una tesis presentada para la Maestría en Historia y Teoría del Arte y la Arquitectura de la
Universidad Nacional de Colombia, tiene como objetivo analizar la colección musical que se
publicó en Mundo al Día de Bogotá, en los años veinte y treinta. Como se observa, el periodo
coincide con la época en que, con mayor intensidad, se celebró en Bogotá el carnaval estudiantil.
Cortes Polanía muestra que en Mundo al Día se publicaron las partituras musicales de canciones
que se referían a la festividad estudiantil, fenómeno cultural que se articuló a un proceso más
general que se registraba en el país, como era la irrupción de corrientes nacionalistas que
abogaban por cambios en la estructura social de Colombia. En lo que respecta a la música y el
carnaval estudiantil, el aporte de Cortes Polanía se ubica en dos campos: por un lado, en la
recuperación de parte de la historia del carnaval estudiantil (canciones, partituras, compositores),
lo cual permite dimensionar la importancia de ese universo simbólico construido por los
estudiantes en aquellos años; por otro lado, en proponer una explicación de esa riqueza
simbólica, articulándola a procesos culturales que venían ocurriendo en el país y que
reivindicaban una postura nacionalista en y desde el ámbito artístico.

En síntesis, por lo reseñado hasta aquí, no resulta difícil destacar la necesidad de promover
nuevas miradas a los carnavales y los reinados estudiantiles, que permitan divisar la relación de
los estudiantes con la cultura (sus orígenes, desarrollos propios, impacto en la vida estudiantil y
social en general). Además, es necesario ampliar la mirada de lo cultural más allá de los
carnavales, ya que los universitarios también impulsaron otras actividades como la edición de

118
Catalina Bohórquez Mendoza, “La música como dimensión simbólica del carnaval”, en Marcos González Pérez
(Coordinador), Carnavales y nación. Estudios sobre Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba y Venezuela, Intercultura
Colombia, Bogotá, 2014.
119
Jaime Cortes Polanía, La música nacional popular colombiana en la colección Mundo al Día (1924 – 1938),
Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2004.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

revistas y periódicos, encuentros deportivos, obras teatro, concursos de oratoria, tertulias,


excursiones, que enriquecieron lo que Sandra Carli denomina la experiencia universitaria120.

Estudiantes en un café de San Victorino (1945). Fuente: González Uribe, Guillermo (Editor), Bogotá años 40
(Fotografías de Sady González), Ediciones Revista Número - Alcaldía Mayor de Santa Fe de Bogotá, 2007.

e. Mujer y universidad

El ingreso de la mujer a la universidad en Colombia se estableció legalmente en 1936, lo que


significó que pudieran adelantar estudios de formación superior, inicialmente en carreras como
farmacia, enfermería, bellas artes, arquitectura y odontología, las cuales eran calificadas como
compatibles con la función de servicio social que la mujer debía desempeñar120. Al respecto, se
debe recordar que desde la segunda década del siglo XX surgió en el país un debate acerca de si
la mujer podía y debía estudiar en la universidad para formarse como profesional. Múltiples
argumentos a favor y en contra se plantearon, lo cual indica la importancia que tuvo el tema para
el país121.

Es interesante observar que en el activismo estudiantil que se desplegó con inusitada fuerza en
los años veinte, la mujer apareció siempre como una aliada de los estudiantes, tomando en
ocasiones un protagonismo inédito, como ocurrió particularmente en los reinados. Sin duda, y

120
Sandra Carli, El estudiante universitario. Hacia una historia del presente de la educación pública, Siglo XXI
Editores, Buenos Aires, 2012. El concepto de Carli tiene puntos de encuentro con el de sociabilidad estudiantil,
empleado por Pilar González Bernaldo de Quirós, quien a su vez se apoya en el análisis de Maurice Agulhon. Ver
Civilidad y política en los orígenes de la nación argentina, 1829 – 1862, Fondo de Cultura Económica, Buenos
Aires, 2000, p. 112 y ss.
120
Aunque no fueron esas carreras las únicas que interesaron a las mujeres. Por ejemplo, Gabriela Peláez Echeverri
ingresó en 1937 a la carrera de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Nacional en Bogotá. Ver Gabriela
Peláez Echeverri, La condición social de la mujer en Colombia, Editorial Cromos, Bogotá, 1944, p. 24.
121
Martha Cecilia Herrera, “Las mujeres en la historia de la educación”, en Las mujeres en la historia de Colombia,
Magdala Velásquez Toro (Dir. académica), Norma, Bogotá, 1995.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

así lo mostraremos en la investigación, su vinculación a las actividades estudiantiles posibilitó


que la corriente social e ideológica que pregonaba el otorgamiento de derechos sociales a la
mujer se fortaleciera e hiciera posible que, por primera vez, pudiesen ingresar a la universidad
para cursar una carrera profesional122.

Es este, sin duda, un interesante capítulo de la historia de la educación y de los estudiantes en


Colombia, que, sin embargo, no ha despertado un sostenido interés historiográfico, incluso para
períodos que van más allá del marco temporal de esta investigación, en el que se observa una
mayor presencia de la mujer en la universidad. Puede afirmarse, sin duda, que la mujer es la gran
ausente en la historiografía sobre los estudiantes colombianos del siglo XX.

Existen algunas investigaciones que han explorado la presencia de la mujer en la universidad


durante la primera mitad del siglo XX. La antropóloga Lucy Cohen, de origen costarricense,
quien visitó por primera vez el país a finales de los años cincuenta, se interesó por estudiar el
impacto que tuvo el ingreso de la mujer a la universidad, hecho que definió como un
acontecimiento revolucionario. En una investigación que data de 1971, Cohen analizó el
transcurrir de cien profesionales egresadas entre 1935 y 1955, pertenecientes a la primera
generación de colombianas que obtuvo grados en universidades del país. La selección tuvo en
cuenta la época en la cual realizaron los estudios universitarios y que hubiesen escogido una
profesión consolidada y de imagen masculina como medicina, derecho, arquitectura, ingeniería,
farmacia y filosofía y letras123. En síntesis, el análisis de Cohen es un aporte original, al tratarse
del primer estudio que se interesó por explorar el impacto que tuvo el ingreso de la mujer a la
universidad.

Posteriormente, Cohen publicó una nueva investigación que continuó con la reflexión sobre el
ingreso de las mujeres a la universidad en Colombia. En esta ocasión, reconstruyó con más
profundidad el proceso político y jurídico que les garantizó ese derecho124. Para ello, Cohen
siguió el rastro de 41 mujeres del grupo original (es decir, de las cien universitarias que aparecen
en la publicación de 1971), explorando las transformaciones de la educación superior sobre sus
vidas, sus hijos y la sociedad. Si bien acudió a un tratamiento focal para analizar el problema, en
el que primó la entrevista, éste se articuló al contexto social más amplio –la autora acude a la
expresión contexto etnohistórico para referenciarlo- en el que se fueron identificando los
acontecimientos históricos del país, de la mano con la presencia de la mujer en la universidad.
Una tesis central de la investigación indica que el ingreso de la mujer a la universidad fue
resultado de una dinámica que se gestó en varias ciudades desde la década de 1920, cuando las

122
En 1932, German Arciniegas, actuando como Representante a la Cámara, presentó un proyecto en el que se
incluyó el ingreso de la mujer a la universidad. Ver German Arciniegas, La universidad colombiana: proyecto de
ley y exposición de motivos presentado a la Cámara de Representantes, Imprenta Nacional, Bogotá, 1932.
123
Lucy Cohen, Las colombianas ante la renovación universitaria, Ediciones Tercer Mundo, Bogotá, 1971.
124
Lucy Cohen, Colombianas en la vanguardia, Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, 2001.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

mujeres –las predecesoras, como las denomina la autora- comenzaron a participar en


movimientos de reivindicación social y política, a la par que editaban publicaciones con
contenidos feministas. Como lo reconoce Cohen, las mujeres que ingresaron a la universidad
“fueron participantes activas en una era de cambio y al serlo, transformaron estas
instituciones”125.

Entre los temas más importantes que fueron abordados en la investigación, se tiene el del aporte
de Ana Galvis Hotz, Ángela Villa de Toro y Paulina Gómez Vega, definidas por Cohen como
las precursoras y defensoras de la causa de la mujer; el Cuarto Congreso Internacional Femenino
que se reunió en Bogotá en 1930, considerado por la autora como un evento crucial para
posicionar reivindicaciones de la mujer en la sociedad colombiana; y la huelga de estudiantes
del Instituto Central Femenino en 1937, tal vez la más importante protesta de mujeres estudiantes
registrada en la primera mitad del siglo XX en Colombia. Por el tratamiento amplió de las
situaciones de orden histórico que están articuladas a un problema de investigación (los impactos
de la vinculación de la mujer a la educación superior en el siglo XX), y estar apoyada en un
acervo documental diverso, Colombianas en la vanguardia es una valiosa contribución para
entender el significado que tuvo para el país el ingreso de la mujer a la educación universitaria.

Desde una perspectiva ya no grupal, Patricia Lewin de Pinzón abordó la trayectoria de vida de
Esmeralda Arboleda Cadavid, una destacada política del siglo XX, que abanderó el derecho de
las mujeres a sufragar y se convirtió en la primera senadora electa del país. Pinzón de Lewin
aborda en la segunda parte de la investigación, la etapa formativa de Esmeralda Arboleda,
reconstruyendo las circunstancias sociales y familiares que le permitieron –y también que le
quisieron impedir- acceder a la universidad y adquirir un título profesional. Siguiendo la senda
que estaban ya recorriendo las primeras mujeres, luego de que se abrieran en 1937 las puertas de
la universidad, Esmeralda Arboleda se inscribió en 1938 a la Facultad de Derecho de la
Universidad del Cauca (su padre era de origen payanes), convirtiéndose en la primera mujer
universitaria en cursar una carrera en esa institución126.

El paso de Esmeralda Arboleda por la Universidad del Cauca, como lo demuestra la autora, se
dio en un ambiente social en donde los prejuicios culturales sobre la mujer eran marcados. “La
parentela, los maestros, los universitarios, la sociedad toda, veían en la estudiante de Derecho a
una transgresora de los códigos femeninos. Se traslucía el machismo, así sus condiscípulos
dieran muestras de la gallardía y las buenas maneras”, señala Lewis de Pinzón127. No obstante,
la estudiante hizo frente a esa hostilidad, destacándose pronto por sus dotes intelectuales y por

125
Ibíd., p. 305.
126
Patricia Pinzón de Lewin, Esmeralda Arboleda. La mujer y la política, Taller de Edición Rocca, Bogotá, 2014.
127
Ibíd., p. 90.

36
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

su integración a las actividades académicas y estudiantiles que se gestaban en la universidad128.


Luego de concluir los estudios en 1943, Esmeralda Arboleda continuó su formación en Estados
Unidos, donde realizó una especialización en temas de rehabilitación de niños delincuentes. En
1945 retornó a Colombia, para preparar y sustentar su tesis de grado, la cual fue calificada con
reconocimientos. Pinzón de Lewin considera que la experiencia vivida por Esmeralda Arboleda
en la universidad, su contacto con Baldomero Sanín Cano, rector de la Universidad del Cauca, y
el estudio del Derecho, fortaleció sus tesis a favor del feminismo, una causa que nunca abandonó.
De tal forma, la investigación tiene valor porque permite identificar las condiciones que debieron
afrontar las primeras mujeres que se motivaron para ingresar a las universidades en el país, y la
importancia de esa experiencia para sus vidas, que, como anotamos, en el caso de Esmeralda
Arboleda fue fundamental.

El interés por analizar el ingreso de la mujer a la universidad colombiana, ha motivado a algunos


investigadores a preocuparse por el papel que cumplieron ciertas iniciativas para dotar de
espacios formativos a quienes habían sido beneficiados con la medida gubernamental de 1936
que establecía la posibilidad de que la mujer pudiera acceder a una carrera profesional en una
universidad. Ruth López analizó el proceso que permitió la creación entre 1945 y 1947 de los
Colegios Mayores de Cultura Femenina, conocidos también como Universidades Femeninas,
establecimientos que, de acuerdo con López, buscarían atender la demanda femenina de mayor
preparación intelectual y cualificación profesional, y ser una alternativa a las universidades
masculinas. La autora señala que, en la promoción de las universidades femeninas, participaron
hombres y mujeres, “pero estas últimas lo hicieron con enorme entusiasmo y dedicación,
convencidas de que ciertos sectores académicos y profesionales, así como las medias carreras,
eran más apropiados para las mujeres”129. Si bien la iniciativa de las universidades femeninas
fracasó, el intento expresó el interés por ofrecer a las mujeres alternativas educativas prácticas,
que hicieran compatible su vida familiar y profesional. Además, “fue una manera de influir en
la transformación de los valores imperantes en la sociedad, convencidas de que ellas mismas
debían crear nuevos modelos sociales de mujer”130.

Miguel García Bustamante, por su parte, analizó el surgimiento y consolidación del Colegio
Mayor de Cundinamarca en Bogotá, creado por orden del Congreso en 1946131. Para García

128
De hecho, Esmeralda Arboleda fue la única mujer estudiante en la universidad, mientras cursó la carrera.
Tendrían que pasar seis años para que otra mujer, Margot Londoño de Cañaveral, se graduara en Derecho (1951).
129
Ruth López Oseira, “La Universidad Femenina, las ideologías de género y el acceso de las colombianas a la
educación superior 1940 – 1958”, en Revista Historia de la Educación Latinoamericana, N°4, Tunja, 2002.
130
Ibíd.
131
Miguel García Bustamante, Una historia de la educación femenina en Colombia: el Colegio Mayor de
Cundinamarca. 1945 – 2000, Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca, Bogotá, 2003; y “El Colegio Mayor
de Cundinamarca: institución promotora de la educación femenina en Cundinamarca (1946 – 1996)”, en Jorge Iván
Marín Taborda y José Eduardo Rueda Enciso (Compiladores), Historia y sociedad en Cundinamarca: aportes
historiográficos y documentales de la vida política y de lo público, ESAP, Bogotá, 2006.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Bustamante, el origen de los colegios mayores estaba relacionado con los procesos de cambio
en el orden material y cultural, que se fueron consolidando desde las primeras décadas del siglo
XX, pero particularmente en los años treinta. Aquí identifica las reformas liberales en el campo
educativo, particularmente las disposiciones del gobierno de Enrique Olaya Herrera y de la
primera presidencia de Alfonso López Pumarejo. De igual manera, destaca la irrupción de
nuevas fuerzas sociales que formularon reivindicaciones que fortalecieron la idea de cambio. En
este plano, el autor ubica a la mujer y el surgimiento de lo femenino como sujeto específico que
reaccionó a una cultura patriarcal que, “apoyada en afirmaciones de filósofos, políticos y
autoridades religiosas, la había olvidado prácticamente como sujeto de la historia nacional”132.

Tal interés explicaría los esfuerzos que se emprendieron, particularmente en el ámbito educativo,
para “sumar a la mujer a las nuevas tendencias de renovación y desarrollo”. Una prueba fue la
promoción de su ingreso al bachillerato, desde 1936, como norma general para todas las
instituciones educativas. Aunque desde luego, y así lo reconoce García Bustamante, los anhelos
de cambio fueron atacados por escritores y políticos liberales, y por sectores como la Iglesia
Católica, “que vio amenazados sus derechos con la injerencia del Estado en un tema que se había
considerado casi exclusivo y propio”. Esta oposición dio como resultado que la presencia de la
mujer en el bachillerato y universidad fuese paulatina, impidiendo el acceso a las denominadas
profesiones liberales133.

Es en ese contexto en que surgen los Colegios Mayores de Cultura Femenina, cuya finalidad
principal era impartir a sus estudiantes una formación profesional “propia de su sexo”. En efecto,
los Colegios Mayores surgieron como una solución intermedia a las posturas de quienes se
negaban a la coeducación de los dos sexos, y a quienes defendían el ingreso de la mujer a la
universidad. De ese modo se garantizaría “lo eminentemente femenino, como propuesta
educativa”, otorgando la posibilidad de acceder a profesiones de estatus intermedios a un número
determinado de mujeres pertenecientes, en buena medida, a estratos medios de la población,
“algo que se hacía necesario, dadas las circunstancias de la época: reformas liberales y requisitos
económicos”134.

A través de la Ley 48 de diciembre de 1945, se formalizó la creación de estas instituciones, que


debían establecerse en las ciudades donde existieran centros universitarios o institutos femeninos
de educación secundaria y superior, aprobados por el Estado. Las ciudades que cumplían con
esos requisitos eran Bogotá, Medellín, Popayán y Cartagena. En el caso de Bogotá, el Colegio
Mayor de Cundinamarca, también denominado Universidad Femenina de Cundinamarca o

132
Bustamante, “El Colegio Mayor de Cundinamarca…”, Op. cit., p. 118.
133
Ibíd., p. 119.
134
Ibíd., p. 123.

38
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Universidad Nacional Femenina, ocupó las instalaciones del antiguo Panóptico y su


inauguración fue el 7 de agosto de 1946.

La finalidad principal del Colegio Mayor era ofrecer una “cultura superior de carácter
universitario” a las jóvenes que, terminado el bachillerato, desearan continuar sus estudios
generales sin el propósito de dedicarse al ejercicio de una profesión como la medicina o el
derecho. Como lo señala García Bustamante, el énfasis estaba soportado en una concepción
elaborada y difundida por sectores políticos, la cual establecía que la “naturaleza femenina” no
era compatible con el “ejercicio especializado de una profesión”. De ahí que se considerara como
más pertinente una formación en cultura general, compatible con la vida familiar y necesaria
“para el hogar y la buena educación de los hijos”135. Ese sesgo, que se plasmó en las
características de los programas ofrecidos en la institución (culinaria y costura, secretariado,
ayudantes de arquitectura, servicio social, letras, biblioteconomía, técnicas de laboratorio y de
rayos X), provocó reacciones de las jóvenes “que veían en la condición de los Colegios
Universitarios Femeninos y la importancia relativa de las profesiones que allí se ofrecían, una
serie de desventajas en el futuro laboral frente a quienes asistían a una universidad formal”. Una
crítica que para el autor era fundamentada, ya que “sin una preparación suficiente, la
incorporación de la mujer al trabajo la llevaría a ocupar cargos subsidiaros”136.

Por cierto, la oferta educativa de los Colegios Femeninos estaba ligada a una demanda del sector
en expansión como era el del comercio y de los servicios, y a las necesidades de un grupo de
población “deseoso de alcanzar una formación posprimaria que le garantizara algún futuro
profesional”. Todo esto en un momento en que la mujer “empezaba a exigir el acceso a la
educación superior, a cuestionar los modelos tradicionales de la organización familiar
colombiana y a canalizar una demanda económica evidente dentro de unos marcos netamente
femeninos que serían reafirmados a partir de 1949, cuando la educación mixta fue prohibida
según lo establecido en el Concordato con la Santa Sede por el gobierno conservador de
turno”137.

La mirada a la mujer universitaria en lugares distintos a Bogotá ha sido explorada débilmente.


Además del caso de Esmeralda Arboleda en la Universidad del Cauca, se han indagado
experiencias en Cartagena y Pasto. Como se anotó líneas arriba, las investigaciones de Dora
Piñeres de La Ossa han demostrado que el activismo estudiantil tuvo una dinámica importante
en Cartagena desde los años veinte. En el tema de la mujer universitaria, la autora analizó en un
artículo, el caso de Paulina Beregoff, de nacionalidad rusa y educada en Estados Unidos, que
ofició como profesora de Bacteriología en la Universidad de Cartagena, y a la vez fue estudiante
de Medicina en la misma institución en los años veinte. Además de reconstruir la trayectoria de

135
Ibíd., p. 125.
136
Ibíd., p. 126.
137
Ibíd., p. 127.

39
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

vida de Beregoff, Piñeres de la Ossa identificó y sopesó las barreras que debió sortear Beregoff
en la universidad, siendo uno de los más notorios la ruptura con el rol tradicional que asignaba
a la mujer su lugar únicamente al espacio doméstico138. Este caso analizado por Piñeres de la
Ossa sirve para demostrar que lo vivido por Esmeralda Arboleda en la Universidad del Cauca,
no fue un caso excepcional, y que no importaba ni siquiera la nacionalidad de la mujer que se
atrevía a ingresar a una universidad colombiana para formarse como profesional.

Para el caso de Pasto, Gabriela Hernández Vega ha publicado algunos trabajos, que incluyen su
tesis doctoral, en los que explora la relación entre educación y mujer desde el siglo XIX hasta la
primera mitad del siglo XX139. La tesis principal sobre la que ha trabajado Vega Hernández
señala que el ingreso de las mujeres a la universidad desde 1935 se convirtió “poco a poco y por
doquier en un campo de batalla”140. Para demostrarlo, reconstruye la legislación que,
especialmente desde 1930, favoreció a la mujer en su interés por acceder a la universidad.
Enseguida, aborda el caso de Nariño, indicando que el ambiente allí no fue el más favorable para
que se asumiera el nuevo estatus civil y educativo dado a la mujer, al asociarse esta disposición
con las políticas liberales. En esto destaca las presiones de las fuerzas católicas, y en especial,
del Obispo de la Diócesis de Pasto, Diego María Gomez141. Un factor que es identificado por la
autora en la reconstrucción de los hechos, importante a nuestro juicio, tiene que ver con la
disposición de las mujeres a hacer valer sus derechos contemplados en la ley, influenciadas por
ideas renovadoras que circulaban en publicaciones como Agitación Femenina, dirigida por
Ofelia Uribe de Acosta, y en eventos como el IV Congreso Internacional Femenino, celebrado
en Bogotá en 1930, al que asistieron delegadas de Nariño142. Las mujeres nariñenses, en efecto,
no fueron pasivas ante el escenario que se abría paso.

Finalmente, María Teresa Hoyos se interesó por la educación que recibieron las mujeres en Pasto
entre 1880 y 1930, destacando que, si bien recibieron educación en planteles específicos, ésta se
limitó a conocimientos mínimos que finalmente fortalecieron el ideal que promovían sectores
como la Iglesia Católica, en los que la mujer aparecía como guardiana de la moralidad de la
familia143.

138
Dora Piñeres de la Ossa, “El ingreso de la mujer a la universidad, entre discursos y debates: el caso de Paulina
Beregoff, la primera universitaria en Colombia”, en Palobra, N°3, Cartagena, 2002. De la misma autora, el artículo
“La primera mujer universitaria en Colombia: Paulina Beregoff 1920 – 1970. La Universidad de Cartagena su centro
de docencia y formación”, en Revista Historia de la Educación Latinoamericana, N°4, Tunja, 2002.
139
Gabriela Hernández Vega, La mujer en la Universidad de Nariño: 1935-1969, Editorial Universitaria - UNED -
Universidad de Nariño, San Juan de Pasto, 2004; y “La condena a la equidad: el ingreso de las mujeres a la
Universidad de Nariño”, en Revista Historia de la Educación Latinoamericana, N°8, Tunja, 2006.
140
Hernández Vega, La mujer en la Universidad de Nariño…, Op. cit., p. 11.
141
Ibíd., p. 60, 66 y ss.
142
Ibíd., p. 57.
143
María Teresa Hoyos Álvarez, “La educación de la mujer en el sur colombiano. Pasto, 1880 – 1930”, en Revista
Historia de la Educación Latinoamericana, N° 4, UPTC, 2002.

40
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Luego de efectuar la revisión bibliográfica sobre los universitarios de Colombia en la primera


mitad del siglo XX, resaltando los cuatro campos temáticos que han recibido mayor atención de
los investigadores, consideramos oportuno retomar las líneas de interpretación que, a modo de
síntesis, permitan identificar las rasgos más sobresalientes de la bibliografía tratada, y señalar
posibles rutas de indagación para futuras investigaciones. En ese sentido, se pueden establecer
las siguientes tesis sobre la bibliografía de los universitarios en Colombia:

1. Existen numerosas referencias a los universitarios en el periodo de estudio, pero generalmente


éstas son fragmentadas, con marcos de análisis de carácter coyuntural. En síntesis, se carece de
miradas que se inscriban en procesos históricos de larga duración que permitan comprender las
formas y cambios de la experiencia estudiantil en Colombia.

2. En las investigaciones sobre los universitarios ha predominado el enfoque político, plasmado


en análisis sobre individuos, colectivos o expresiones que suelen agruparse bajo el concepto de
movimiento estudiantil. Tal predominio temático ha conducido a un descuido de otras
dimensiones que podrían ser importantes para comprender la presencia de los universitarios en
la sociedad colombiana. Por ejemplo, el ámbito cultural es primordial en tanto puede arrojar
luces sobre los procesos identitarios que forjaron los estudiantes. Como señalan Acevedo y
Samacá, el análisis de los marcos culturales de la experiencia universitaria es un ejercicio
imprescindible que debe conducir a explorar “los espacios de sociabilidad creados por los
estudiantes, tales como las reuniones en bares, tabernas, encuentros de colonias, reinados, y en
general todos aquellos lugares para compartir experiencias y crear solidaridades y lazos de
confianza”144.

3. Ha primado el enfoque que privilegia lo acontecido en Bogotá, asumiéndose que lo allí


ocurrido es representativo de lo nacional. Esto ha generado lecturas distorsionadas de la
experiencia universitaria en Colombia. Como señala Medófilo Medina, la historia política del
país se ha abordado de manera casi exclusiva desde el centro (es decir, desde lo ocurrido en
Bogotá), siendo necesario “en el estudio de los procesos políticos, ir de las regiones al centro”145.
De ahí que se deban estimular miradas desde lo regional, que permitan establecer los orígenes,
formas y cambios de la experiencia estudiantil en el país.

4. Debe ser central en investigaciones sobre los universitarios del país en la primera mitad del
siglo XX, analizar la presencia de la mujer en la universidad (incluso antes de que, por ley, se
hubiese permitido su ingreso formal a la universidad para adelantar estudios profesionales, hecho
que ocurrió en 1936) y su incidencia en campos de la vida estudiantil, como las reivindicaciones
gremiales, comportamientos políticos y la sociabilidad.

144
Acevedo Tarazona y Samacá, “El movimiento estudiantil como objeto de estudio”…, Op. cit., p. 67.
145
Medina, Juegos de rebeldía…, Op. cit., p. 19.

41
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

5. Las protestas estudiantiles en la primera mitad del siglo XX no han sido abordadas desde una
perspectiva global146. Comprender la protesta estudiantil entre 1908 y 1954 permitiría identificar
las dinámicas de confrontación (motivos, singularidades y diferencias) que promovieron los
estudiantes del país, y establecer sus conexiones con las dinámicas políticas presentes en la
sociedad. De la mano con este planteamiento, se debe resaltar la necesidad de indagar por la
protesta estudiantil en lugares distintos a Bogotá.

4. Marco teórico

El tema de la investigación demanda establecer las consideraciones teóricas y conceptuales que


se emplearán para interpretar a los estudiantes como actores sociales: ¿A qué nos estamos
refiriendo cuando empleamos el concepto estudiante? ¿Qué características o condiciones –y de
qué orden- constituyen o dan cuerpo a esa categoría? ¿Qué relación existe entre la categoría
estudiante y la condición juvenil y generacional? Además, ¿Cómo interpretar el comportamiento
colectivo de los estudiantes en los campos de la política, la educación y la cultura? ¿Qué
circunstancias sociales e individuales incidieron en la configuración del estudiante como un actor
social?

En cierta medida, estas cuestiones han sido formuladas por investigadores que han elaborado,
desde perspectivas históricas y sociológicas, acercamientos al transcurrir de los estudiantes en
distintas sociedades, entre las que se incluye la colombiana. En ese ejercicio reflexivo han
advertido, por ejemplo, que una dificultad que aflora al momento de abordar a los estudiantes
como objeto de investigación, tiene que ver con los alcances del concepto que se emplea para
referirlos. Se trata, afirman los analistas, de un concepto resbaloso y en muchas ocasiones
impreciso147. De modo que es indispensable establecer precisiones de alcance teórico y
conceptual para poder emprender una investigación sobre los universitarios del país en la primera
mitad del siglo XX. Al respecto, Francesco Benigno ha recordado que, en el campo de la
historiografía, la discusión sobre los orígenes, alcances y limitaciones de los conceptos no se
puede soslayar, so pena de que se quiera creer que éstos son imperecederos y, por tanto, no deben

146
Uno de los pocos, sino el único, ejercicio de interpretación que formula un análisis global de la protesta estudiantil
(desde los años veinte hasta 1974) es el de Mauricio Archila, “Entre la academia y la política…”, Op. cit.
147
Por ejemplo, Carlos Reina, Historia de los jóvenes…Op. cit., p. 244; Alberto Gómez Martínez y Albio Martínez
Simanca, Estudiantes y cambios generacionales…, p. 21; Mauricio Archila, “Entre la academia y la política…”,
Op. cit., p. 158. Este último autor formula una crítica que nosotros juzgamos acertada, de los enfoques de inspiración
marxista, que acuden al modelo clasista para explicar los conflictos protagonizados por los estudiantes. Destaca
Archila que el conflicto estudiantil no se inscribe en la lógica de la lucha de clases en la esfera productiva, y que
éste su ubicaría en el campo educativo o cultural, en donde tienen peso explicativo factores políticos como la
demanda de democracia, el antiimperialismo, etc. Ver Archila Neira, “El movimiento estudiantil en Colombia…”,
Op. cit., p. 72.

42
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

merecer la atención del investigador148. En ese orden de ideas, acudiéremos al concepto de


estudiante para referirnos a:

a. Un individuo que dedica gran parte de su tiempo diario –durante un periodo especifico de su
vida- a actividades asociadas al estudio, en planteles educativos (colegios o universidades), con
el propósito de lograr un reconocimiento oficial (traducido en un título de bachiller o
profesional). De tal modo, la condición de estudiante no está determinada por la procedencia
social del individuo (clase), ni por el género o por la adscripción partidista o religiosa que
manifieste tener. Esta precisión ha sido divisada por distintos analistas para el caso de
Colombia149.

b. Un individuo que es joven, generalmente, por la forma como la sociedad ha dispuesto que la
formación académica de los individuos se corresponda con la etapa de la vida que está asociada
a la adolescencia y juventud, la cual establece roles que preceden la etapa de la adultez (este
aspecto se abordará más adelante).

Estos dos rasgos asociados al concepto de estudiante, tienen la virtud de abrir nuevos problemas
para la reflexión. Si es indiscutible el carácter transitorio de la condición de estudiante –ésta se
tiene sólo el tiempo de duración de los estudios-150, también lo es la forma de representar esa
condición en términos históricos. Al respecto, la investigadora argentina Sandra Carli considera
que los estudiantes son una categoría institucional y jurídica que “en su devenir histórico-político
ha expresado particularidades epocales, nacionales e institucionales, y ha sufrido
transformaciones”151. Desde esa perspectiva, Carli plantea una idea sugerente al momento de
pensar qué se quiere significar con la expresión estudiante: reconoce que ese significado se ha
transformado con el paso del tiempo, ocurriendo lo mismo con las imágenes que se tienen o se
construyen de él. De ahí se deriva el reto de poder advertir las transformaciones de las visiones
acerca de los estudiantes universitarios en marcos temporales amplios, en la medida en que las
figuras del estudiante “adoptan signos de distintos contextos, épocas y acontecimientos
vinculados con historias locales, nacionales o regionales de las universidades”152.

Para pensar el problema de la representación histórica del estudiante, Carli propone analizar las
formas de la experiencia estudiantil, es decir, los aspectos adoptados por la condición de
estudiante en circunstancias concretas, y que dan origen a sociabilidades y sensibilidades
específicas. A riesgo de decir una Perogrullada, se debe recordar que el estudiante de la primera

148
Francesco Benigno, Las palabras del tiempo. Un ideario para pensar históricamente, Cátedra, Madrid, 2013.
149
Por ejemplo, Mauricio Archila Neira, “Entre la academia y la política…”, Op. cit.; Manuel Ruiz Montealegre,
Sueños y realidades. Procesos de…, Op. cit.; Álvaro Acevedo Tarazona, Memorias de una época…, Op. cit.
150
Manuel Antonio Garreton y Javier Martínez (directores), El movimiento estudiantil: conceptos e historia, Tomo
IV, Biblioteca del Movimiento Estudiantil, Ediciones Sur, Santiago de Chile, 1985, p. 31.
151
Carli, Op. cit., p. 14.
152
Ibíd., p. 46 y 48.

43
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

mitad del siglo XX no fue el mismo del siglo XIX, y que éstos no podrían equipararse al que se
ha configurado en los tiempos actuales. Si bien en términos formales los tres casos se encuentran
en un mismo lugar (en la condición de ser estudiantes), la experiencia estudiantil en cada uno ha
sido totalmente diferente, debido a que dicha experiencia se configura con materiales
socioculturales que están ligados a las circunstancias históricas del país, de la localidad y de la
trayectoria familiar de la que procede el individuo, con todas las implicaciones que esto último
acarrea.

Desde luego, la experiencia estudiantil también está articulada o se configura desde el ámbito
educativo. Al respecto, François Dubet afirma que los estudiantes deben ser vistos como
individuos que “se definen por condiciones escolares y, sobre todo, por el sentido que dan a sus
estudios”153. Esta observación pone la atención sobre el universo académico en el que se
desenvuelven los estudiantes, y resalta que existen entre éstos diferencias –ligadas a variables
propiamente universitarias, señala Dubet- que no se pueden soslayar: si bien los estudiantes de
una carrera pueden proceder del mismo medio social, su experiencia estudiantil no siempre será
la misma. Asimismo, el análisis debe considerar “el tipo de relación que establecen los
estudiantes con sus estudios, las finalidades profesionales que planean, los intereses intelectuales
que ponen en juego, las estrategias de construcción de las carreras”154.

Pero aún hay más asuntos vivenciales que deben divisarse. En efecto, al reflexionar acerca de lo
que, conceptualmente, significa ser estudiante, surgen interrogantes sobre la relación que guarda
ese concepto y esa condición social, con otras dos variables importantes: juventud y generación.
La relación entre estudiante y juventud, por ejemplo, aparece siempre como indisociable, como
se destacó líneas arriba155. Sobre ese asunto, François Dubet afirma que no es una necedad decir
que los estudiantes deben ser considerados como jóvenes, y que ambas identidades –la juvenil y
la estudiantil- no son excluyentes156. En el mismo sentido, Eduardo Weiss recuerda que los
estudiantes también son jóvenes, y destaca que, generalmente, las investigaciones suelen
enfocarlos “principalmente en términos de su condición social, su desempeño escolar y su
trayectoria académica”, desconociendo la dimensión juvenil157.

153
Si bien no perdemos de vista que el análisis de Dubet aborda a estudiantes que se desenvuelven en contextos
sociales y periodos distintos al que nos ocupa, consideramos que las líneas trazadas por el sociólogo pueden tenerse
en cuenta para elaborar un acercamiento conceptual a la cuestión de los estudiantes colombianos en la primera mitad
del siglo XX.
154
François Dubet, “Los estudiantes”, en CPU-e Revista de Investigación Educativa, N°1, Veracruz, 2005. [En
línea]. [Consultado 13 marzo de 2016] Disponible en: https://www.uv.mx/cpue/num1/inves/estudiantes.htm
155
Existen ejercicios de análisis histórico sobre la juventud, entre los que sobresalen el de Víctor Alba, Historia
social de la juventud, Plaza & Janes Editores, Barcelona, 1975; y la obra colectiva coordinada por Giovanni Levi y
Jean Schmitt, Historia de los jóvenes, dos tomos, Santillana Taurus, Madrid, 1996.
156
Dubet, Op. cit.
157
Eduardo Weiss, “Los estudiantes como jóvenes. El proceso de subjetivación”, en Perfiles educativos, Vol. 34,
UNAM, 2012. [En línea]. [Consultado 12 abril de 2016]. Disponible en:
http://132.248.192.241/~perfiles/sistema_ojs/index.php/perfiles/about/submissions#onlineSubmissions

44
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Estas visiones tienen la virtud de resaltar una limitación de enfoque, presente en las
interpretaciones convencionales, y es la de desconocer que los estudiantes incluyen, a la vez, a
la juventud como variable que enfatizaría en condiciones de vida que rebasan los marcos de la
universidad. Además, destacan que la época estudiantil es también un momento de cambio en la
situación personal (la juventud como etapa de la vida y como piedra de toque de su entrada a la
adultez), lo que implica la adquisición progresiva de roles, disposiciones y conductas adultas.
De tal modo, se presenta aquí una situación interesante: como indica Dubet, el estudiante no se
puede reducir ni a su papel ni a su condición, en la medida en que elabora una experiencia que
articula una manera de ser joven y una relación con los estudios. En otras palabras, “los
estudiantes son también unos jóvenes, pero en un sentido distinto: participan plenamente de un
modo de vida juvenil repleto de afinidades electivas y de diversiones masificadas que no siempre
son especificas ni suficientemente características del exclusivo medio estudiantil”158.

Quiere esto decir que existe también una experiencia juvenil en los estudiantes, que debe ser
reconocida al momento de hacer análisis sobre su configuración social. Recuerda Dubet que, en
muchos casos, el estudiante “es un joven que se aleja más o menos de su familia, que adopta un
estilo de vida sometido a una serie de condiciones: el alojamiento, la ciudad donde estudia, la
naturaleza de sus recursos, el tipo de sociabilidad que adopta, sus opciones ideológicas y
políticas”. Además, es un individuo “cuyo estilo de vida no está determinado únicamente por los
estudios, ni mucho menos, y que se explica por la problemática más amplia de la juventud como
edad de la vida y como prueba de ingreso a la condición de adulto”159.

La otra variable que aparece ligada al concepto de estudiante es generación. De hecho, no es


difícil constatar que el factor generacional ha sido recurrente al momento de querer explicar la
condición estudiantil. El uso del término generación ha estado supeditado a una reflexión
permanente, en la que aparece involucrada una amplia tradición académica de países como
España, Francia y Alemania (y que ha incluido a escuelas de pensamiento tan disimiles, como la
vitalista y la marxista). Historiadores como Marc Bloch, por ejemplo, definieron la generación
en los siguientes términos:
Los hombres nacidos en un mismo ambiente social, en fechas cercanas, por fuerza sufren influencias
similares, especialmente durante su periodo de formación. La experiencia prueba que su comportamiento
presenta, respecto a grupos sensiblemente más viejos o más jóvenes, rasgos distintivos por lo común
muy claros. Esto sucede hasta en sus desacuerdos que pueden ser muy profundos. Apasionarse por un
mismo debate, aunque sea en sentido opuesto, es todavía parecerse. Esta comunidad de huellas, que
proviene de una comunidad de una época, forma una generación160.

158
Dubet, Op. cit.
159
Ibid.
160
Marc Bloch, Apología para la historia o el oficio del historiador, Fondo de Cultura Económica, México D.F.,
2001, p. 171.

45
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

La definición del historiador francés asesinado en 1944, contiene elementos de interpretación


similares a los que estableció el filósofo español Julián Marías (a la vez, discípulo de José Ortega
y Gasset, principal mentor del método generacional), para quien una generación (en sentido
histórico social y no biológico), refiere a una comunidad de individuos que tienen la misma edad
y comparten el mismo contacto vital161. El concepto de edad, sin embargo, según Marías, no es
de sustancia matemática, sino vivencial. Citando a Ortega y Gasset, Marías afirma que la edad
es, “dentro de la trayectoria vital humana, un cierto modo de vivir… no es una fecha, sino una
‘zona de fechas’ y tienen la misma edad, vital e históricamente, no solo los que nacen en un
mismo año, sino los que nacen dentro de una zona de fechas”162. O, en palabras del sociólogo
alemán Karl Mannheim, otro exponente de renombre de este enfoque, “la conexión generacional
no es, ante todo, otra cosa que una modalidad especifica de posición de igualdad dentro del
ámbito histórico social, debida a la proximidad de los años de nacimiento”163.

Además, existen en esa concepción otras señales o referencias que deben tenerse en cuenta. Una,
es que lo decisivo en la idea de las generaciones no es que se sucedan, sino que se solapan o
empalman. Siempre habrá dos generaciones actuando al mismo tiempo, sobre los mismos temas
y en torno a las mismas cosas, pero con distinto índice de edad y, por ello, con diverso sentido.
Otra, es que las generaciones son mucho más que los pequeños grupos de individuos ilustres que
suelen representarlas: en verdad, estos hombres son los hombres representativos de una
generación que comprende los innumerables hombres anónimos nacidos dentro de una «zona de
fechas». Por último, sin querer agotar el planteamiento general, en una perspectiva histórica, una
fecha se «desdobla» en varias, que corresponden a las diversas generaciones, que coexisten, en
interacción, con funciones precisas e insustituibles. La representación esquemática de la tesis
anterior mostraría lo siguiente: a) los «supervivientes» de la época anterior, que señalan de dónde
viene la situación presente, los hombres «de otro tiempo» que todavía están en este y lo hacen
presente; b) los que están en el poder, en todos los órdenes, y cuya pretensión coincide en líneas
generales con la figura de mundo predominante; c) la «oposición», la generación activa que

161
Julián Marías, “Generaciones”, en David L. Sills (Director), Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales,
Aguilar, Madrid, 1975, p. 90.
162
Ibíd.
163
Karl Mannheim, “El problema de las generaciones”, en Revista Española de Investigaciones Sociológicas,
(Madrid), Vol., 62, 1993. Karl Mannheim (1893 – 1947) consideró que las generaciones eran unidades de análisis
pertinentes para explicar los procesos de cambio histórico social y los ‘estilos de pensamiento’ y de actitud de época.
En su interpretación del enfoque generacional, Mannheim estableció que aquello que configura una generación no
es compartir la fecha de nacimiento –lo de denomina la situación generacional, que puede ser algo potencial-, sino
la parte del proceso histórico que los jóvenes de igual edad-clase comparten. Deben existir, indica Mannheim,
algunos componentes en ese compartir, para que surja el vínculo generacional: la presencia de acontecimientos que
rompan la continuidad histórica (marcando un antes y un después en la vida colectiva), y que esas discontinuidades
sean experimentadas por miembros de un grupo de edad en un punto formativo en el que el proceso de socialización
no ha finalizado (por lo menos en sus fases más cruciales) y cuando los esquemas empleados para interpretar la
realidad no son rígidos por completo. Finalmente, las unidades generacionales, elaboran ese vínculo de formas
distintas de acuerdo con los grupos concretos a los que pertenecen sus miembros.

46
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

todavía no ha triunfado y lucha con la anterior para sustituirla en el poder y realizar sus propias
innovaciones; d) la juventud que inicia una nueva pretensión y anticipa la «salida» o desenlace
de la situación actual164.

En lo que respecta a la relación entre generación y estudiante, pueden identificarse dos enfoques
distintos al momento de tratarla. Uno, en que se suele interpretar al estudiante, y particularmente
las actividades que éste despliega, como expresiones de la confrontación entre generaciones
distintas que comparten una misma circunstancia histórica. Apoyándose en el modelo propuesto
por José Ortega y Gasset, para quien la historia camina y procede por generaciones165, esta
lectura enmarca el comportamiento del estudiante en el enfrentamiento entre jóvenes y adultos,
o entre «nuevos» y «viejos», en el que los primeros visualizan el mundo adulto como ajeno a
ellos, y su integración a él como una especie de capitulación. Ese enfoque ha conducido en
algunos casos a que se priorice una interpretación psicologista del comportamiento del estudiante
en la sociedad. Así lo observan, por ejemplo, Manuel Antonio Garreton y Javier Martinez166,
cuando afirman que la actuación de los estudiantes estaría asociada a una especie de
resentimiento propio de grupos separados por edades. De ese modo, siguiendo a los autores
citados, los conflictos estudiantiles serían “propios de la adolescencia”, y el carácter juvenil –
generacional explicaría rasgos recurrentes en los jóvenes, “como la búsqueda de profetas
grandiosos, causas heroicas, etc.”167.

El otro enfoque que reivindica el factor generacional, lo aplica de un modo diferente. En síntesis,
se interesa por dicho factor para reconocer la coexistencia de grupos sociales que comparten una
misma circunstancia histórica (son coetáneos), los cuales entran en contradicción o polémica al
interpretar esa circunstancia de forma diferente168. Como se observa, si bien ese enfoque tiene
en cuenta el factor etario, otorga importancia especial a las condiciones históricas y culturales
en que se desenvuelven los grupos sociales separados por edades, y a las identidades y
subjetividades que estos construyen. De tal modo, el recambio generacional se concibe como
expresión de la confrontación entre identidades y subjetividades distintas, que se enfrentan entre
sí, en su afán por imponerse unas sobre otras169. Es aquí donde radica la explicación de los
procesos históricos, un planteamiento que, por cierto, ha sido empleado en reiteradas ocasiones
en Colombia. De hecho, resulta innegable advertir el peso de la variable generacional en las

164
Marías, Op. cit.
165
José Ortega y Gasset, En torno a Galileo, Espasa Calpe, Madrid, 1965.
166
Garreton y Martínez, El Movimiento Estudiantil…, Op. cit., p. 6.
167
Ibíd. Esto a pesar de que más adelante se diga que los movimientos estudiantiles se explican también “en
conjunción y tensión con otras dimensiones e impulsos”, algo que los autores no describen con claridad.
168
Esta es la lectura que, por ejemplo, efectúa Antonio Gramsci, para quien la lucha que se da entre la generación
«vieja» y los «jóvenes», expresa las tensiones sociales derivadas de la inconformidad por una “vieja estructura que
no contiene ni consigue dar satisfacción a las exigencias nuevas”. Ver Antonio Gramsci, Antología (Selección y
notas de Manuel Sacristán), Siglo XXI Editores, México D.F., 1970, p. 274.
169
Víctor Muñoz Tamayo, Generaciones: Juventud universitaria e izquierdas políticas en Chile y México
(Universidad de Chile – UNAM 1984 – 2006), LOM Ediciones, Santiago, 2011, p. 13.

47
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

interpretaciones sobre los cambios políticos en la historia del país, particularmente en la primera
mitad del siglo XX170. A guisa de ejemplo, las relaciones entre la Generación de Los Nuevos y
la Generación del Centenario, ha sido un tema recurrente en investigadores que se han interesado
por la historia política e intelectual de Colombia en las primeras décadas del siglo XX171.

Para los fines de esta investigación, se reconocerá la importancia del factor generacional en tanto
permite comprender el desenvolvimiento y articulación social de los universitarios de Colombia
durante el periodo que ha sido advertido172. Esta observación demandaría, entre otras cosas,
precisar cuántas generaciones existieron en la primera mitad del siglo XX. Al respecto, Julián
Marías señaló que la determinación empírica de las generaciones dentro de una sociedad
analizando en detalle las vigencias de ésta y su variación, solo podría establecerse haciendo
investigaciones rigurosas y minuciosas173. Para el caso colombiano, no siempre ha habido
precisión sobre la cantidad, las franjas de edad y las denominaciones de las generaciones que
existieron en el periodo. Por ejemplo, Abel Naranjo Villegas destacó que en la primera mitad del
siglo XX se desenvolvieron dos generaciones: la Generación Republicana y la Generación
Modernista174. Hicieron parte de la primera los colombianos que, nacidos entre 1865 y 1880,
actuaron públicamente entre 1905 y 1920. De la segunda hicieron parte los colombianos que
nacieron entre 1895 y 1925, y actuaron entre 1920 y 1950175.

Una visión diferente fue formulada por Ernesto Cortes Ahumada, quien estableció para el
periodo la existencia de cuatro grupos generacionales: cada grupo fue identificado por el año en
que inició su vida pública (un rasgo que distingue esta clasificación de otras). De tal modo, se
tendrían los siguientes grupos: Generación de 1900 (nacidos entre 1863 y 1877); Generación de

170
Algunos ejemplos, de los muchos que podrían citarse, son: Ernesto Cortes Ahumada, Las generaciones
colombianas, Galería de Autores Boyacenses, Tunja, 1968; Abel Naranjo Villegas, Generaciones colombianas,
Breviarios colombianos, Banco de la Republica, s.d.; Carlos Uribe Celis, Los años veinte en Colombia. Ideología y
cultura, Ediciones Alborada, Bogotá, 1991; Javier Gutiérrez Villegas, Santos y López de Mesa. Sesenta años de
historia nacional, Universidad de Antioquia, Medellín, 1984. También los estudiantes han interpretado su
participación en los asuntos de la vida pública, acudiendo al enfoque generacional, como lo hace Hugo Caicedo en
el artículo “Gaitán y la generación del medio siglo: discurso del Universitario Hugo Caicedo”, publicado en Sábado
(Bogotá), abril 16 de 1955; y Diego Uribe Vargas, en una publicación titulada La Generación del medio siglo… Op.
cit.
171
Dos obras importantes que abordan la relación entre la Generación del Centenario y la de los Nuevos, son las de
Ricardo Arias, Los Leopardos…, Op. cit.; y Gilberto Loaiza Cano, Luis Tejada y la lucha por una nueva cultura,
Colcultura, Bogotá, 1995.
172
Mauricio Archila, “El movimiento estudiantil en Colombia…”, Op. cit., p. 72; Gómez Martínez y Martínez,
Estudiantes y cambios generacionales…, Op. cit.
173
Marías, “Generaciones”, Op. cit., p. 90.
174
Naranjo Villegas, Generaciones colombianas, Op. cit., p. 75 y ss. Un tercer grupo social se aglutina en lo que
Naranjo Villegas denomina Generación Socializadora (1950 – 1980).
175
En el esquema generacional de Naranjo Villegas, la Generación Modernista tiene un mayor marco temporal de
nacimiento que las generaciones anteriores y posteriores, sin que explique la razón. Esto pone de manifiesto que los
límites de las generaciones no siempre son absolutos. Sobre esto último ver L. Moskvichov (Compilador), La
sociedad y la sucesión de las generaciones, Editorial Progreso, Moscú, 1979, p. 32.

48
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

1915 (nacidos entre 1878 y 1892); Generación de 1930 (nacidos entre 1893 y 1907); y
Generación de 1945 (nacidos entre 1908 y 1922)176. Los nacidos en fecha posterior a 1922,
harían su irrupción en la vida pública en 1960.

Si bien se cuenta con las dos referencias bibliográficas mencionadas, suele predominar en las
interpretaciones sobre el asunto generacional una lectura que establece la existencia de dos
grupos generacionales para las primeras décadas del siglo XX (sin que ninguna formule con
claridad hasta qué momento incidió la segunda): la Generación del Centenario y la Generación
de Los Nuevos. Como resultado de esta interpretación, que ha sido predominante, aquellos
colombianos que nacieron en las décadas de 1910 y 1920, y que, formalmente, no harían parte
de la Generación de Los Nuevos, no han sido identificados en términos generacionales; o, por lo
menos, se desconoce una denominación que los agrupe, así como la caracterización de su
circunstancia histórica particular177.

De cualquier modo, acudiremos al enfoque generacional al considerar que tanto el concepto


como el enfoque permiten ubicar, comprender y explicar los modos de actuar que adoptaron los
estudiantes universitarios en la primera mitad del siglo XX (hay que tener presente que en
coyunturas específicas, los universitarios del país se reconocieron como partícipes de grupos
generacionales: ocurrió, por ejemplo, cuando se identificaron en los años veinte como miembros
de la Generación de la Serpentina y de la Generación de la Boina Vasca, y, posteriormente, de
la Generación de Medio Siglo). La circunstancia vital, o, para emplear los conceptos de
Mannheim, la situación y el vínculo generacional, por ejemplo, permiten comprender los
referentes identitarios que esgrimieron los estudiantes, como miembros de una generación en
particular, con los que pretendieron desmarcarse de otros grupos sociales (los de mayor edad)178.
Así, la experiencia estudiantil, a la luz de la mirada generacional, adquiere mayor definición, y
permite divisar las transformaciones que tuvo la forma de ser estudiante durante el período: de
tal manera, se entenderá que los jóvenes estudiantes que hicieron parte de la Generación del
Centenario, construyeron una experiencia universitaria diferente a la que forjaron los jóvenes de
la Generación de Los Nuevos, algo que puede argumentarse al comparar cuestiones como las
representaciones e imaginarios de que eran poseedores, las maneras como se relacionaron con la
cultura y los problemas históricos a los que se vieron abocados. Finalmente, el enfoque

176
Desde luego, antes y después de las dos generaciones mencionadas, existieron otras. Ver Ahumada Cortes, Las
generaciones colombianas, Op. cit.; p. 21 y ss.
177
Es inevitable pensar aquí en lo dicho por Mannheim, a propósito de los planteamientos de Villegas y Ahumada.
Dice Mannheim que “(…) en la medida en que se habla, simplemente y sin mayor diferenciación, de «generaciones»
se suelen mezclar constantemente los fenómenos biológico-vitales con los fenómenos correspondientes que forman
las fuerzas socioespirituales (sic). Con una mezcla así, se llega a una especie de «sociología de tablas cronológicas»
que es capaz de descubrir corrientes espirituales de carácter generacional –que de seguro serán completamente
novedosas- gracias a ciertos peritos en historia que se sirven de una «perspectiva de pájaro» para estudiar los
momentos históricos necesarios”; ver Mannheim, “El problema….”, Op. cit.
178
Es la razón que esgrime Víctor Muñoz Tamayo en su estudio. Ver Generaciones…, Op. cit., p. 26.

49
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

generacional permite reconocer la incidencia de las diferencias generacionales en los


movimientos sociales (entre ellos, el promovido específicamente por los estudiantes) y en el
cambio social, como lo destacó en su momento Karl Mannheim179.

Estudiantes de último año del Externado de Bachillerato, recibiendo el título de bachiller.


El Liberal (Bogotá), nov. 24 de 1939, p. 16.

No obstante, se debe precisar que no será un objetivo de la investigación formular clasificaciones


de grupos generacionales durante el periodo, o “encasillar” a los estudiantes para luego
interpretarlos. Sí, que se tendrá en cuenta, como ya se dijo, la importancia del agrupamiento
generacional en distintos momentos del periodo de análisis, porque las circunstancias históricas,
cargadas de representaciones colectivas y conflictos específicos, expresaron precisamente la
diversidad de sensibilidades y temperamentos que allí se movían. Además, porque, como ya se
dijo, los propios estudiantes estuvieron siempre inclinados a identificarse como miembros de
grupos generacionales específicos180.

5. Metodología

Un primer reto que debió resolverse fue precisar a qué tipo de estudiante nos referiríamos en la
investigación. Se estableció que el interés principal giraría en torno a los estudiantes
universitarios, y no a los estudiantes de colegios181, sin desconocer que, en distintos momentos,

179
Mannheim, “El problema…”, Op. cit.
180
En un artículo publicado en un folleto estudiantil en Bogotá, se lee que cada hombre “está ligado a su tiempo,
encadenado a su generación, pues las generaciones son gradas que sube la humanidad. Cada generación construye
la suya enseguida de las precedentes; no se trata de tomar la delantera o de volver hacia atrás; cada uno de ellas
tiene sus leyes, su forma, sus costumbres y su valor oculto”. Ver “Las generaciones”, El Universitario (Bogotá),
junio 24 de 1935, p. 3.
181
Durante gran parte del periodo analizado existió –al parecer, producto de la inventiva de los propios estudiantes-
una clasificación para distinguir a quienes eran estudiantes universitarios y a estudiantes de colegio: a los primeros
se les denominaba estudiantes y a los segundos alumnos. El siguiente testimonio permite recrear el modo en que
operaba la primera clasificación: “Mi amistad y compañerismo con los estudiantes, epíteto que en Popayán se

50
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

tanto unos como otros se vieron involucrados en dinámicas políticas y educativas similares182.
Además, se estableció que se haría énfasis en los estudiantes, teniendo como telón de fondo la
experiencia estudiantil, sin desconocer la influencia de la experiencia juvenil. En otras palabras,
se estableció que el interés principal sería el actor estudiantil, en su condición de estudiante,
aunque sin desconocer del todo el papel o peso que tuvo el componente juvenil en su
configuración individual y social183.

Realizada esa precisión, el siguiente paso dado fue proceder a identificar la presencia de los
estudiantes universitarios en la sociedad colombiana durante el periodo, para lo cual, y en vista
de la complejidad del tema en términos temporales y situacionales, se seleccionaron tres campos
de análisis: los procesos de organización, las prácticas culturales y las protestas que promovieron
los estudiantes durante el periodo. Se buscó de ese modo centrar la atención en aspectos
puntuales, evitando la dispersión temática. Desde luego, la selección fue una medida que implicó
costos: si bien facilitó la organización de la información y la escritura del texto, dejó al margen
múltiples facetas de la vida estudiantil no menos importantes que las que aparecen relatadas en
el texto.

Al indagar por la presencia del estudiante universitario en Colombia, se otorgó validez al


argumento que resalta la necesidad de ubicar esa presencia teniendo en cuenta los contextos
regionales y locales, y ser “menos universalistas”184. Este planteamiento implicó tener en cuenta
una crítica –que compartimos- a las interpretaciones que priorizan el caso bogotano, el cual se
ha solido mostrar como la representación de lo que acontecido en todo el país185. Se trata, en
efecto, de una visión limitada, ya que pasa por alto el hecho de que la condición estudiantil debió
ser diferente –el grado habría que establecerlo- en ciudades como Medellín, Popayán, Pasto o
Cartagena, como resultado de procesos históricos de orden cultural, político y económico
específicos ligados a circunstancias regionales y locales. De ahí que en la investigación se haya

reservaba a los de la Universidad, aunque existieran colegios”, en Gustavo Arboleda, Evocaciones de antaño. Mis
memorias, Arboleda, Imp., Cali, 1926, p. 299.
182
Por ejemplo, desde finales de la década de 1910, y en la década siguiente, los estudiantes de secundaria se aliaron
con los universitarios, en la brega por la reforma del sistema educativo del país, e hicieron parte de los organismos
gremiales, como mostraremos en el capítulo primero. De cualquier forma, es evidente que los estudiantes
secundarios no han sido tratados como tema de investigación en el país; Acevedo Tarazona y Gabriel Samacá, “El
movimiento estudiantil como objeto de estudio…”, Op. cit., p. 58.
183
Esta perspectiva ha sido estudiada por Carlos Arturo Reina Rodríguez en Historia de los jóvenes en Colombia…,
Op. cit. Afirma Reina: “Ser estudiante le agregó un plus de importancia al hecho vital de ser reconocido como joven.
Quizás por ello, la forma más común a través de la cual han sido interpretadas las juventudes a lo largo de la historia
ha sido precisamente por su condición social, política y cultural de ser estudiante”. Ver p. 243.
184
Marsiske, Op. cit., p. 13.
185
Esta crítica es planteada por Alberto Gómez Martínez y Albio Martínez, aunque de una forma un tanto
contradictoria. Por ejemplo, indican que “(…) tendríamos que preguntarnos si por el impacto político se pueden
generalizar acontecimientos estudiantiles que solo ocurrieron en Bogotá. Pero tampoco se puede ignorar que en la
capital de la Republica se potencia la política de toda la nación”. Ver Estudiantes y cambios generacionales…, Op.
cit., p. 28. Resaltado nuestro.

51
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

propuesto, hasta donde las posibilidades lo permitieron, tener en cuenta las dinámicas impulsadas
por los estudiantes radicados en ciudades distintas a Bogotá.

Además de las actividades políticas, se quiso prestar atención a las acciones estudiantiles que
tuvieron un componente cultural. Como se ha insistido, la política no fue el único escenario en
el que se desenvolvieron los estudiantes ni el único motivo que los animó a participar en la vida
pública; por ende, se consideró oportuno ampliar la perspectiva de análisis, incorporando otras
dimensiones de la experiencia universitaria. Al respecto, Carli ha señalado que el análisis de la
presencia de los estudiantes no debe “circunscribirse exclusivamente al estudio del accionar del
movimiento estudiantil”, para “evitar la exclusiva asociación entre estudiantes, movimiento
estudiantil y política”, y así poder “explorar otros elementos”186. Por eso se ha otorgado
importancia a prácticas como el carnaval y los reinados estudiantiles, sin dejar de advertir que lo
analizado aquí fue poco, si se tiene en cuenta la variedad de acciones culturales y lúdicas que
promocionaron los estudiantes universitarios de Colombia, como las competencias deportivas
(un campo que está por explorarse, en clave de una historia social del deporte en Colombia), la
creación de revistas culturales, la promoción de excursiones científicas, la participación en
ceremonias cívicas y semanas culturales, las intervenciones en programas radiales, entre otras.
En futuras investigaciones podrían incorporarse ese tipo de actividades como unidades de
análisis para ampliar las miradas sobre la presencia del estudiante universitario en la sociedad
colombiana durante la primera mitad del siglo pasado.

Una vez establecidas las consideraciones temáticas ya advertidas, se procedió a la búsqueda de


las fuentes de información y a su sistematización. El primer ejercicio nos condujo a múltiples
escenarios (archivos y bibliotecas), ubicados tanto en el país como fuera de él, en los que se pudo
acceder a documentos de variada clasificación: periódicos, memorias, informes, etc. De las
fuentes de que dispusimos, se debe anotar un desequilibrio en cuanto a su origen, estado y
calidad. Veamos:

En primer lugar, se acudió a la prensa nacional y regional (e internacional, en algunos casos)


para identificar la presencia de los estudiantes universitarios. La relación entre este tipo de prensa
y los estudiantes universitarios amerita precisiones. En efecto, la prensa oficial y regional fue
central para hacer seguimientos sistemáticos a dinámicas diversas de los estudiantes: protestas,
eventos (congresos, visitas) y actividades culturales. En ese sentido, como fuente de información,
fue fundamental. Sin embargo, como ocurre con cualquier fuente, el investigador debe tratar
críticamente los periódicos, y saber que éstos adoptaron en muchos casos el papel de actores187,

186
Carli, Op. cit., p. 57 y 59.
187
Así propone entender a la prensa el historiador François – Xavier Guerra. Ver Luis Miguel Glave, “Entrevista
con François – Xavier Guerra: Considerar al periódico mismo como un actor”, en Debates y perspectivas, N°2,
Madrid, 2003, p. 197. [En línea] [Consultado 5 febrero de 2016] Disponible en:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=19431

52
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

y que, por ende, las representaciones que hicieron de los estudiantes y de sus dinámicas,
estuvieron reguladas por sus posturas políticas (simpatías, prevenciones, o franco rechazo)188.
De hecho, no debe perderse de vista que, en la gran mayoría de los casos, la prensa colombiana
del periodo fue un apéndice de los partidos políticos, y su función parecía no ser otra que
secundar o justificar el proceder de aquellos.

Además de la prensa oficial, fue de suma utilidad la consulta de las publicaciones elaboradas por
los propios estudiantes en distintos momentos del periodo. Al respecto, se debe destacar que una
particularidad de los estudiantes, tanto de universidad como de colegio (aunque en menor
medida), fue el interés por crear publicaciones que sirvieran de plataforma para dar a conocer
sus visiones sobre aspectos de la vida nacional e internacional. También fueron pensadas como
herramientas para fortalecer los procesos de organización gremial y para difundir los programas
y políticas que impulsaban. Si bien se ha hablado recurrentemente de la importancia de la revista
Universidad (la cual se editó en 1921 y 1927), no fue ésta la única publicación en el período que
se analizó.

El tratamiento dado a las publicaciones estudiantiles apuntó a identificar cuestiones como las
estrategias que sus editores emplearon para convertirlas en realidad (en algunos casos, se trataba
de verdaderas proezas editoriales), el papel que jugaron en la difusión de los programas
gremiales e iniciativas organizativas, la influencia que ejercieron las agrupaciones políticas
externas en la comunidad estudiantil y la recepción e influencia de acontecimientos de orden
internacional. Sobre este último aspecto, precisamente la revisión de la prensa estudiantil nos
permitió evaluar el peso que ejercieron ciertos acontecimientos internacionales en la mentalidad
y proceder de los estudiantes del periodo, una perspectiva que no debe soslayarse al momento
de historiar la presencia de este actor en la sociedad colombiana189. De igual manera, el análisis
de la prensa estudiantil permitió divisar la trayectoria organizativa de los universitarios, logrando
identificar la importancia que adquirió la dimensión gremial y la dimensión política en la historia
de los universitarios, “entendiendo por la primera todo lo que se refiere al que hacer de los
estudiantes, sus logros y conquistas académicas, y, por la segunda, la dimensión ideológica y su
vinculación con la política en general”190.

Para profundizar en el conocimiento de la experiencia estudiantil, acudimos a las memorias de


los congresos estudiantiles que se realizaron en el periodo. Para fortuna del investigador, la

188
Aspecto particularmente visible cuando se informaba acerca de las protestas estudiantiles: de acuerdo con la
circunstancia política (bajo un gobierno conservador o viceversa) y de las aspiraciones de los estudiantes, el
periódico daba cuenta de la protesta resaltando su justeza (al punto de respaldar a los inconformes) o no. Ese
comportamiento permite comprender por qué en muchas ocasiones las sedes de los periódicos fueron blanco de las
protestas estudiantiles durante el periodo que se analizará.
189
Marsiske (Coord.), Movimientos estudiantiles en la historia de América Latina…, Op. cit., p. 12.
190
Carli, Op. cit., p. 15. Agrega la investigadora argentina que para “un análisis de los movimientos estudiantiles
hay que detectar la combinación entre ambas dimensiones y hacerla explicita” (Ibíd.).

53
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

decisión de los propios estudiantes de imprimir las conclusiones de los congresos nacionales,
hizo posible que se pudiesen conservar las memorias de algunos de ellos: así, por ejemplo,
existen memorias del primer congreso internacional de estudiantes celebrado en Bogotá en 1910;
del primer y segundo congreso nacional de estudiantes reunido en Medellín (1922) y Bogotá
(1924); y del tercer congreso estudiantil reunido en Ibagué en 1928191. Poder tener acceso a esas
memorias ha sido importante porque ha posibilitado conocer pormenores de esos eventos, como
la participación de los estudiantes (nombres, procedencias, número), los temarios que orientaron
las discusiones (identificando sus preocupaciones inmediatas), así como la cultura estudiantil
asociada a la organización de este tipo de eventos.

A propósito de esto último, también se debe destacar la importancia del Fondo Germán
Arciniegas de la Biblioteca Nacional, en el cual reposan documentos que pertenecieron a Germán
Arciniegas, y que guardan relación con el activismo estudiantil de los años veinte, tanto del país
como de otros lugares del continente. Este fondo está compuesto por volúmenes, documentos,
cartas, revistas, que fue reuniendo en vida el célebre dirigente estudiantil, y que hoy se
encuentran catalogados y pueden ser consultados sin ningún inconveniente.

De igual modo, acudimos a las memorias redactadas por quienes, en algún momento del periodo,
actuaron como líderes estudiantiles o fueron testigos de época. Se trata de huellas escritas de
gran valor, porque reúnen impresiones registradas por personas que vivieron los hechos de
manera directa e indirecta. No obstante, este tipo de fuente no fue dominante en la investigación,
como hubiésemos querido, debido al poco registro de ese tipo de ejercicios192.

Para identificar la infraestructura y expansión del sistema educativo, así como el número de
estudiantes existente durante el periodo, acudimos a fuentes primarias oficiales y a bibliografía
secundaria sobre los orígenes de las universidades del país, así como las condiciones en que se
desenvolvían los procesos de enseñanza. Siguiendo nuevamente a Carli, hemos considerado que
la reconstrucción de la experiencia universitaria en Colombia durante la primera mitad del siglo
XX, demanda leer las marcas y signos de la historia de la universidad y de la historia colombiana,

191
Posteriormente, en 1930 y 1934 se realizaron dos congresos más, y no se imprimieron las memorias de los
eventos, lo cual era sintomático de la crisis que ya acompañaba al movimiento estudiantil del país para ese momento.
192
Son escasas las memorias escritas por quienes fueron estudiantes durante el periodo de análisis. Al respecto,
pueden mencionarse las de Manuel Baena, Arcadio Dulcey, Jaime Jaramillo Uribe, Gabriel García Márquez, Diego
Montaña Cuellar, Alejandro Galvis Galvis, Fernando Martínez, José Consuegra Higgins, José Hurtado García,
Carlos Alemán Zabaleta y los testimonios (no propiamente memorias) de German Rey, José Francisco Socarras,
Jaime Angulo Bossa, entre otros. Un individuo como German Arciniegas, protagonista del movimiento estudiantil
en los años 20, no elaboró nunca unas memorias de su participación como estudiante, aunque fue autor de numerosos
artículos de prensa, de un relato histórico ficcional (El estudiante de la mesa redonda) y de proyectos de ley sobre
aspectos relacionados con la reforma educativa. Su vida y sus recuerdos como estudiante, aparecen publicados -en
un formato que deja mucho que desear- en el libro entrevista editado por Antonio Cacua Prada, Germán Arciniegas.
Su vida contada por el mismo…; y en una pésima imitación de éste, escrito por Marta Lucia Tamayo Fernández,
Germán Arciniegas: el hombre que nació con el siglo: (una autobiografía escrita por otro), Universidad Central,
Bogotá, 1998.

54
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

pero también los elementos propios de las culturas institucionales. En ese sentido, los informes
presentados por los distintos ministros de educación (Instrucción Pública y luego Educación)
fueron una fuente privilegiada, al reunir información diversa, relacionada con las intervenciones
del Ejecutivo en ese ramo, o el estado de la educación en el país.

No queremos concluir este apartado, sin antes decir –nuevamente- que hubiésemos querido
establecer las procedencias sociales de los estudiantes, ampliar la mirada sobre la experiencia
estudiantil (revisar las condiciones en que, por ejemplo, vivían los estudiantes en las ciudades)
y detenernos con mayor juicio en el análisis de sus prácticas culturales y expresiones gremiales
y políticas (agrupaciones, movilizaciones y protestas). Sin embargo, razones diversas lo
impidieron. Esperamos poder hacer esa labor más adelante.

6. Contenidos

La investigación está organizada en tres capítulos que se acompañan en la parte final de unas
conclusiones generales y de unos anexos que reúnen información relevante de los temas tratados
en cada capítulo. Los contenidos que se abordan son los siguientes:

El primer capítulo se ocupa de los procesos de organización que impulsaron los estudiantes
universitarios, para lo cual se efectúa un recorrido que comienza en 1908, cuando se dan los
primeros pasos para crear espacios de encuentro entre los universitarios para reflexionar acerca
del problema educativo en el país. Luego se describe el surgimiento de agremiaciones
importantes como la Asamblea de Estudiantes de Bogotá y la Federación Nacional de
Estudiantes, que darán al activismo estudiantil una proyección inédita. También se referencia los
congresos estudiantiles de los años veinte y las iniciativas que impulsó el gremio estudiantil en
pro de lograr la reforma educativa en 1914 y 1925.

La mirada la extendemos hasta 1934. La razón estriba en que, a nuestro juicio, en ese momento
se cierra una época –tal vez la más importante- en el protagonismo estudiantil, que se expresó
en la realización de varios congresos estudiantiles de carácter nacional, la creación de la
Federación Nacional de Estudiantes y en una intensa movilización social por la reforma
universitaria. Desde 1934 en adelante, el activismo estudiantil, tal y como se conoció en la etapa
previa, perderá notable peso, en parte por la agudización de la contradicción bipartidista que se
proyectó entre los estudiantes, afectando las dinámicas que éstos habían impulsado, y que los
condujo a adoptar como prioridad la defensa de los postulados de los partidos políticos. Un rasgo
sintomático de ese comportamiento, que, si bien no era nuevo entre los estudiantes, sí se potenció
después de 1934 (incluso desde mucho antes, como se mostrará), fue la creación de
organizaciones estudiantiles tremendamente hostiles entre sí, como la Unión Nacional de
Estudiantes Conservadores y la Asociación Nacional de Estudiantes Anti conservadores, ambas
creadas en 1936. Estas asociaciones fueron, para ponerlo en sintonía con una tesis consignada
en una publicación reciente, expresión del discurso del odio creado y difundido por el

55
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

bipartidismo tradicional193, el cual penetró en el imaginario de los estudiantes colombianos para


quedarse allí durante un buen tiempo.

El segundo capítulo analiza las prácticas simbólicas elaboradas y promovidas por los estudiantes
a lo largo de las primeras décadas del siglo XX. En la primera parte reflexionamos sobre dos
conceptos que servirán para comprender esas dinámicas estudiantiles: tradición inventada y
ritual. Luego analizamos cinco practicas simbólicas: el uso de la bandera estudiantil, la creación
y entonación de himnos musicales, el origen de la Fiesta del Estudiante y su ejecución en el país,
y la conmemoración del 8 de Junio, día en que fue asesinado el estudiante Gonzalo Bravo Pérez.
El capítulo indaga por los sentidos que otorgaron los estudiantes a esas prácticas, lo cual permite
develar que en muchas ocasiones éstas recrearon las contradicciones que acompañaron a un
sector que, como el estudiantil, nunca fue homogéneo en términos sociales y políticos.

El tercer capítulo analiza las protestas estudiantiles durante el periodo, enmarcadas en un análisis
previo acerca de los motivos de la inconformidad de los estudiantes, y la forma como ésta se
manifestó en los escenarios públicos. Reconociendo la riqueza de la acción colectiva de los
estudiantes, particularmente la de carácter contencioso, se propone una tipología que permita
agrupar los motivos que impulsaron a los estudiantes a protestar, así como una tipología de los
repertorios de enfrentamiento que fueron empleados. En la segunda parte del capítulo se analizan
cinco casos de protestas estudiantiles ocurridos en distintos momentos del periodo y en diversas
ciudades del país, para profundizar en las lecturas acerca de los motivos que condujeron a que
los estudiantes se volcaran a la protesta social, y las consecuencias derivadas.

La organización y estructura narrativa de los capítulos posibilita que estos puedan ser leídos de
modo independiente.

193
Javier Guerrero Barón, El proceso político de las derechas en Colombia y los imaginarios sobre las guerras
internacionales 1930 – 1945, UPTC, Tunja, 2014.

56
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

CAPITULO PRIMERO:
PROCESOS ORGANIZATIVOS DE LOS ESTUDIANTES COLOMBIANOS
1908 - 1934

En este capítulo se recrean e interpretan las dinámicas que emprendieron los estudiantes
colombianos entre 1908 y 1934, para dotarse de plataformas programáticas y estructuras
organizativas con las que pudiesen lograr las aspiraciones gremiales y políticas que los
acompañaron. Al respecto, nos ha sorprendido constatar que tempranamente (desde la primera
década del siglo XX), los estudiantes construyeron organizaciones locales y nacionales,
celebraron eventos y reivindicaron programas con los que pretendieron intervenir en los debates
sobre la calidad del sistema educativo o la situación política del país. Ese interés permitió su
posicionamiento como actores sociales en el escenario público, en circunstancias no exentas de
tensiones políticas.

Dos tesis se sostendrán en el capítulo. La primera establece que durante el periodo de análisis
–particularmente entre la primera y la tercera década del siglo XX- los estudiantes colombianos
convirtieron en un objetivo principal la reforma del sistema educativo, para lo cual tuvieron que
desplegar estrategias y enfrentar las resistencias de distintos sectores políticos. Como se
mostrará, la lucha por la reforma universitaria en Colombia empezó mucho antes de lo que se ha
creído (años veinte). La segunda tesis indica que las dinámicas emprendidas por los
universitarios colombianos estuvieron sintonizadas con el panorama internacional, de donde
extrajeron experiencias e ideologías que animaron su actuación en el plano nacional. Al respecto,
debe indicarse que si algo caracterizó a los universitarios del país en el periodo que nos ocupa,
fue su conexión con el mundo. En esos términos, se establecerá que para comprender la
trayectoria organizativa y programática de los universitarios del país, debe ésta conectarse con
sucesos como la Revolución Mexicana (1910), la Gran Guerra (1914 – 1918), la Revolución
Rusa (1917), el Movimiento de Córdoba de 1918, la proyección del imperialismo estadounidense
sobre la región, la Guerra Civil Española, el ascenso del fascismo en Europa y la Segunda Guerra
Mundial. Cada uno de estos sucesos fue leído e interpretado por los estudiantes de distintas
maneras1, lo cual incidió en las representaciones que éstos hacían de cuestiones como el papel
de la universidad, la responsabilidad social del profesional, la soberanía de Colombia, entre
otros.

Al poner el acento en los procesos de organización estudiantil, hemos tenido presente que a lo
largo del siglo XX los estudiantes colombianos impulsaron dinámicas que lograron trascender
los marcos educativos e impactaron a la sociedad. Al respecto, suelen identificarse cuatro
grandes momentos del protagonismo estudiantil en el siglo XX: el primero, que se ubica en los

1
Álvaro Acevedo Tarazona, Modernización, conflicto y violencia en la universidad de Colombia (1953 1984),
Ediciones UIS, Bucaramanga, 2004, p. 34 y 35.

57
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

años veinte, con la creación de la primera federación nacional y la organización de varios


congresos estudiantiles; el segundo, en los años posteriores a la caída del general Rojas Pinilla
en 1957, cuando surge la Unión Nacional de Estudiantes de Colombia, UNEC; el tercer
momento, en los años sesentas, con la creación de la Federación Nacional de Universitarios,
FUN; finalmente, en los años setenta, con el surgimiento de un movimiento estudiantil de alcance
nacional articulado al Programa Mínimo (1971).

Durante la primera mitad del siglo XX, como ya se estableció, los estudiantes promovieron
acciones para dotarse de estructuras organizativas y plataformas de lucha gremial y política. No
obstante, el periodo no fue uniforme en términos políticos, hecho que ha dado origen a la
formulación de propuestas de periodización para comprender de qué modo se manifestó y qué
logros alcanzó el activismo de los estudiantes durante aquellas décadas. Una de las primeras
propuestas de periodización la formuló Jaime Caycedo Turriago, quien estableció cuatro etapas
que abarcan todo el siglo XX. Aquí tendremos en cuenta las dos primeras, que se ajustan a la
periodización que hemos definido para nuestra investigación: la primera, denominada de
surgimiento e institucionalización (1909 – 1934) y la segunda, de acomodamiento demo - liberal
(1935 – 1957)2. Para Caycedo Turriago, la primera etapa, que a la vez subdivide en dos
momentos (1909 – 1921 y 1922 – 1934), es la del surgimiento de la Federación Nacional de
Estudiantes y de la realización de cinco congresos estudiantiles (el último, precisamente en
1934). Se registra un ascenso de la movilización estudiantil, estimulada por factores como la
presencia del imperialismo estadounidense y sus efectos en Colombia (caso Panamá) y la
agudización de la crisis económica en los años veinte. Aquí destaca la realización de congresos
estudiantiles, la creación de una agremiación y la reivindicación de la reforma universitaria3.
Posteriormente, ocurrió lo que el autor define como acomodamiento demo - liberal, en el
gobierno de Alfonso López Pumarejo y los proyectos de reforma educativa que impulsó (1935),
y la reacción de las fuerzas conservadoras a esa reforma. El período termina con la caída del
régimen militar en 1957.

De otro lado, Mauricio Archila ha formulado tres etapas en la historia de la movilización


estudiantil en el siglo XX4. La primera, la ubica en los años veinte (aunque reconoce que
tempranamente hubo expresiones, por ejemplo, en 1909), y la extiende hasta 1945, justo cuando
concluye la experiencia de los gobiernos liberales. Durante los años correspondientes a esta
etapa, se produce en el país el surgimiento de un movimiento estudiantil que, de la mano con la
reivindicación de la reforma universitaria, emprendió una batalla por la modernización del
sistema educativo. Para tal fin, surgió una federación nacional de universitarios, se realizaron

2
Jaime Caycedo Turriago, “Periodización de la lucha estudiantil”, en Estudios Marxistas, N°26, Bogotá, 1984.
3
Ibíd., p. 71.
4
Mauricio Archila Neira, “Entre la academia y la política: el movimiento estudiantil en Colombia, 1920 – 1974”,
en Renate Marsiske (Coord.), Movimientos estudiantiles en la historia de América Latina, Centro de Estudios sobre
la Universidad, México, 1999.

58
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

varios congresos estudiantiles y se presentaron diversos conflictos. La segunda etapa la ubica


entre 1946 y 1957, y la denomina como resistencia democrática, haciendo alusión a la
agudización de la lucha bipartidista, la intensificación de la violencia política, el ascenso del
conservatismo al poder y el cercenamiento de libertades públicas. Posteriormente, habría una
tercera etapa entre 1958 y 1974 (año hasta el que extiende el análisis), marcada por la existencia
del Frente Nacional y la oposición que a éste hicieron distintas fuerzas y movimiento sociales,
entre ellos el estudiantil.

Recientemente, Álvaro Acevedo Tarazona formuló una periodización en la que se destacan dos
etapas: 1910 – 1957 y 1958 - 19845. En la primera, los estudiantes adoptaron reivindicaciones
como la autónoma universitaria y la modernización de la educación, y se distinguieron por haber
mantenido una relación estrecha con los partidos políticos tradicionales. En la segunda etapa, la
movilización estudiantil se caracterizó por su desplazamiento hacia la izquierda radical,
explicada por factores como el carácter excluyente del sistema político (Frente Nacional) y la
violencia política como relación social que se desplegó en distintos escenarios del país.

En este capítulo formularemos una periodización diferente para identificar la presencia de los
estudiantes como actores sociales. La razón radica en que las propuestas antes mencionadas, si
bien advierten rasgos históricos que podemos compartir, en unos casos tienden a homogenizar
momentos con características distintivas o a olvidar parte de lo ocurrido (por ejemplo, en la
primera etapa); o a proyectar dinámicas que van más allá de donde realmente pudo incidir cierto
tipo de activismo estudiantil que se gestó en un momento particular. En síntesis, identificamos
tres etapas a la hora de analizar el comportamiento gremial y político de los universitarios en la
primera mitad del siglo XX:

Primera etapa (1908 – 1919): A nuestro juicio, es la etapa más desconocida de la historia de las
movilizaciones estudiantiles durante el siglo XX en Colombia. Formalmente, comienza en 1908
con la propuesta de algunos universitarios de organizar un congreso internacional de estudiantes
en Bogotá, y se extiende hasta 1919, cuando es creada la Asociación de Estudiantes de Bogotá
(1919). Entre uno y otro hecho –cerca de doce años-, se registraron las primeras acciones de los
estudiantes que estuvieron encaminadas, principalmente, a lograr la reforma de los estudios
profesionales, influenciados por corrientes ideológicas como el arielismo y el antimperialismo,
y por la plataforma programática surgida de los congresos internacionales de estudiantes que se
realizaron en Montevideo (1908) y Buenos Aires (1910). Fue en esta etapa en la que surgieron
los primeros intentos por reformar la educación colombiana, y no en los años veinte, como suele
creerse6. Como rasgo distintivo, predominaron dos dinámicas paralelas de organización

5
Álvaro Acevedo Tarazona, Memorias de una época. El movimiento estudiantil en Colombia en los años sesenta y
setenta del siglo XX, UIS, Bucaramanga, 2016, p. 48 y ss.
6
La observación crítica es de Ricardo Arias, Trujillo en Los Leopardos. Una historia intelectual de los años 1920,
Uniandes – Ceso, Bogotá, 2007, p. 63.

59
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

estudiantil: una, heredada de la segunda mitad del siglo XIX, que correspondió a un
asociacionismo primario que tuvo su expresión más acabada en las sociedades académicas que
existían en algunas facultades universitarias7; la otra, en proceso de gestación, buscó la creación
de una federación de estudiantes, con propósitos gremiales (sin que ese propósito se hubiese
conseguido).

Segunda etapa (1920 – 1934): Puede ser considerada como la Edad de Oro del activismo
estudiantil en la primera mitad del siglo XX. En ella se registran hechos significativos como la
creación de los primeros referentes organizativos estudiantiles (Asamblea de Estudiantes de
Bogotá y la Federación Nacional de Estudiantes), la celebración de cinco congresos nacionales
estudiantiles y la adopción de la reforma universitaria en Colombia como la hoja de ruta de los
estudiantes. La etapa estuvo marcada ideológica y culturalmente por acontecimientos como la
Revolución Mexicana, la Revolución Rusa y la Reforma de Córdoba. También, por la proyección
geopolítica de los Estados Unidos en la región, lo que reforzó un sentimiento antiimperialista en
los círculos estudiantiles del país, ya manifiesto en la generación anterior. Al inscribirse el
activismo estudiantil en los tiempos de la hegemonía conservadora y proyectarse sobre el primer
gobierno liberal (1930), hizo suyas las tensiones que marcaron las disputas políticas entre el
bipartidismo, las cuales incidieron en la suerte del movimiento estudiantil. La etapa termina
precisamente con el último congreso estudiantil reunido en Bogotá en 1934, el cual puso en
evidencia la crisis irreversible del gremio estudiantil.

Tercera etapa (1935 – 1954): Estuvo marcada por un agudo y permanente enfrentamiento entre
los estudiantes, por razones principalmente de orden político. Desaparecida la Federación
Nacional de Estudiantes, y concluido el ciclo de los congresos estudiantiles (en 1934), la
movilización estudiantil se ciñó a los criterios políticos, es decir, se impuso el factor político
sobre el gremial entre los estudiantes, lo cual se reflejó en el agotamiento de las dinámicas
gremiales que se habían gestado en la década anterior. En cambio, aparecieron organizaciones
políticas estudiantiles ligadas al bipartidismo, distintas a las agremiaciones de años pasados. Las
disputas políticas de los estudiantes estuvieron signadas por hechos internacionales como la
Guerra Civil Española (1936 – 1939), el ascenso del fascismo y el curso de la Segunda Guerra
Mundial, y por la agudización de la contradicción liberal – conservadora en el campo de la
política interna. Aquí debe ubicarse un sub etapa (1940 – 1943) en la que se intentó reconstruir
una organización estudiantil de carácter nacional, para lo cual se realizaron cuatro congresos,

7
Maurice Agulhon, El círculo burgués. La sociabilidad en Francia, 1810-1848, Siglo XXI Editores, Buenos Aires,
2009, p. 39. Un estudio de Germán Perales Birlanga acerca del comportamiento de los estudiantes españoles entre
1875 y 1939, ofrece interpretaciones de interés para comprender lo que advertimos para el caso colombiano. Señala
Perales: “Más allá de las dificultades de más profundos planteamientos terminológicos y sociológicos, la asociación,
desde el momento en que unos cuantos individuos identifican entre ellos una serie de intereses comunes, deciden
formar una comunidad para su realización conjunta y se dotan de unos mínimos organizativos, se constituye en una
de las formas más básicas de actuación colectiva”. Germán Perales Birlanga, Católicos y liberales: el movimiento
estudiantil en la Universidad de Valencia (1875-1939), PUV, Universidad de Valencia, 2009, p. 15.

60
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

aunque sin resultados similares a los identificados en los años veinte, por las secuelas de la crisis
que desde finales de los años treinta acompañó la actividad gremial y política de los
universitarios. La etapa se extiende hasta 1954, año en que se registran los hechos trágicos del 8
y 9 de junio en Bogotá. Aquí se cierra el periodo del activismo estudiantil de la primera mitad
del siglo XX.

Las tres etapas, cada una vista por separado, podrían convertirse en un objeto de investigación
propio, que involucraría múltiples variables de análisis e implicaría un exhaustivo rastreo de
información. Para los fines de esta investigación, hemos centrado la mayor atención en las dos
primeras etapas, básicamente por dos razones. En primer lugar, porque, como ya se dijo, de la
primera etapa poco se ha investigado en la historiografía nacional. En segundo lugar, porque las
dos primeras etapas (1908 – 1934) fueron las más ricas en iniciativas (eventos, creación de
organizaciones, elaboración de programas políticos y gremiales, etc.), las cuales, evidentemente,
marcaron la historia de la participación de los estudiantes en la vida pública del país. La tercera
etapa, sin desmeritarla de ningún modo como objeto de análisis, tuvo unas características
distintas a las dos primeras, como haber predominado una especie de repliegue estudiantil hacia
lo político, fundiendo su suerte con la historia de las agrupaciones partidistas.

1. Primera etapa: 1908 - 1919

Contrario a la tesis que ubica la irrupción de los estudiantes colombianos en la escena pública en
las jornadas de marzo de 1909, sostendremos que ésta puede rastrearse en 1908, cuando un grupo
de universitarios en Bogotá se articuló alrededor de la discusión sobre el estado de la educación
en Colombia y la situación política nacional e internacional. Como se demostrará, alrededor de
este ejercicio se configuró una dinámica en la que los estudiantes divisaron objetivos que
estimularán su protagonismo en la etapa siguiente. Entre los objetivos divisados figuró la crítica
al modelo educativo imperante, la reivindicación de una universidad laica y moderna, y la
necesidad de contar con una agremiación que reuniera a los estudiantes del país.

1.1 Primer Congreso Internacional de Estudiantes de la Gran Colombia (1910)

A los estudiantes

Vosotros sois el provenir; la tea


del entusiasmo en vuestras manos prende,
Vosotros sois de lo que no se vende
vosotros sois la redentora idea!

Es el orgullo la mejor presea.


De vuestra noble juventud que enciende
Un santo enojo cuya llama asciende
Como purpureo pabellón que ondea.

61
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

¡Salve gloriosa juventud; ya es hora


De que broten las rosas de la aurora
Y alumbre el sol de nuestro camino incierto!

Habéis probado que Colombia herida


Esta humillada, pero no vencida
Que tiene orgullo y q’ el honor no ha muerto.

El Estudiante (Cartagena) mayo 29 de 1909, p. 1.

El 7 de diciembre de 1908, diez universitarios residentes en Bogotá, se reunieron en el local de


la Sociedad de Practicantes de la Facultad de Medicina, con el propósito de discutir la pertinencia
de celebrar un congreso que congregara a estudiantes de Colombia, Venezuela y Ecuador,
naciones que en el pasado habían constituido la Gran Colombia8. La idea de organizar un evento
de esa magnitud era totalmente inédita en el país, en donde ni siquiera se había ensayado la
organización de un congreso local. Esta circunstancia suscita algunos interrogantes: ¿Cuáles eran
los motivos que animaban a los estudiantes a formular un evento de tal magnitud? ¿De dónde
surgía la idea de realizar un congreso estudiantil de esas características? ¿Cuál era el sustrato
político en el que se desenvolvía la iniciativa de los estudiantes?

Lo primero que se debe advertir es que el deseo de los estudiantes afloraba en un momento
coyuntural ligado a la proximidad de la celebración del centenario de la independencia, ocasión
propicia para reivindicar el ideario de unidad territorial y espiritual que animó a la generación
libertadora en la lucha contra el poderío español en el siglo anterior. Al respecto, debe decirse
que el propósito de los estudiantes colombianos, visto desde el plano internacional, no era
inédito. En países como México, los estudiantes también habían decidido organizar un congreso
estudiantil en 1910, para lo cual contaron con el apoyo del Estado, interesado en dar
majestuosidad a la celebración nacional9. En el caso de Colombia, si bien la propuesta de los
estudiantes fue avalada por el Gobierno, esa razón no explica del todo el origen de la propuesta,
ya que, como veremos, los estudiantes se sentían motivados por asuntos que resultaban de mayor
interés para ellos. De hecho, a nuestro modo de ver, el congreso propuesto era en realidad una
estrategia de los estudiantes para agudizar el cuestionamiento a la estructura educativa del país
–vista como anticuada-, y poder justificar la urgente intervención del Estado en ese asunto. Este
planteamiento nos obliga a echar un vistazo a la situación de Colombia en los primeros años del
siglo XX.

8
La vinculación académica de los participantes era la siguiente: cuatro estaban vinculados a la Facultad de Medicina
y Ciencias Naturales; uno a la Facultad de Matemáticas e Ingeniería; otros tres a la Facultad de Derecho y Ciencias
Políticas; uno más a la Universidad Republicana y dos al Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario (de éstos
tres últimos se desconoce sus carreras). Si bien es difícil establecer con precisión sus lugares de origen, algunos
procedían de ciudades distintas a Bogotá, como se mostrará más adelante.
9
Así ocurrió, por ejemplo en México, como lo muestra María de Lourdes Velásquez Albo en Los congresos
nacionales universitarios y los gobiernos de la Revolución 1910 – 1933, UNAM, México D.F., 2000.

62
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Al respecto, se debe recordar que Colombia había comenzado el siglo XX sumido en una
profunda crisis social y económica derivada de los estragos de la guerra de los Mil Días (1899 –
1902), la cual representó un estancamiento general de su economía. A esto se sumó el
desmembramiento del territorio a pocos meses de concluida la guerra, por la separación de
Panamá (1903), con las enormes secuelas emotivas que ese hecho provocó en el ser nacional, y
la continua manifestación de los conflictos políticos internos derivados del cierre de los espacios
democráticos para los vencidos de la guerra anterior, actitud promovida por sectores de la clase
dirigente conservadora.

En este difícil escenario, Rafael Reyes, un político que a la vez había oficiado como comerciante,
militar y explorador, se hizo a la Presidencia en 1904 (apoyado por sectores del conservatismo
histórico y por liberales), emprendiendo una serie de medidas que representaron para el país una
transformación decisiva. En el plano económico, por ejemplo, Reyes promovió la conversión del
peso (totalmente desvalorizado) a su valor real y fundó el Banco Central; de otro lado, impulsó
obras públicas que permanecían inconclusas (principalmente caminos y carreteras);
profesionalizó y modernizó las fuerzas armadas y estimuló la inversión extranjera en el territorio.
En el campo político, Reyes invitó a los liberales a formar parte de su gobierno, algo que fue
visto con sorpresa por los dirigentes políticos de la época, acostumbrados a concebir al contrario
como un enemigo irreconciliable. Estas medidas impulsadas por el mandatario, estaban
soportadas en un criterio que parecía anunciar una nueva forma de entender el ejercicio de
gobierno: “Menos política y más administración”. La máxima compaginaba, efectivamente, con
una característica de la personalidad de Reyes que era otorgar un valor especial al pragmatismo,
a la primacía de la acción sobre la discusión y el estéril debate. Por estos hechos, el Quinquenio,
como se conoce la etapa de gobierno de Rafael Reyes, ha sido interpretado como un intento por
aproximar el país a la modernidad10.

Fue en ese contexto en el que los universitarios suscribieron la iniciativa de proponer un congreso
estudiantil, al considerar que, en correspondencia con las medidas que se estaban adoptando para
adecuar el país a las necesidades que imponía la situación nacional e internacional, la educación
ameritaba con urgencia una intervención estatal. Razones tenían los estudiantes para pensar de
esa manera. El estado de la enseñanza universitaria –para no ampliar la observación a todo el
sistema educativo- era de lamentar. El caso de la Universidad Nacional era diciente: había sido
desmontada como institución centralizada, pasando las Facultades que la constituían a control
directo de los diferentes ministerios; además, se vulneró su autonomía y existía un estricto

10
Humberto Vélez, “Rafael Reyes: Quinquenio, régimen político y capitalismo (1904 – 1909)”, en Álvaro Tirado
Mejía (Director), Nueva Historia de Colombia, Planeta Editorial, Bogotá, 1989, p. 188 y 189. Para profundizar en
la vida de Rafael Reyes, se puede consultar a Eduardo Lemaître, Rafael Reyes. Biografía de una gran colombiano,
Editorial Norma, Bogotá, 1994.

63
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

control ideológico sobre estudiantes y profesores11. Si bien era cierto que algunas de estas
medidas se adoptaron desde los tiempos de la Regeneración, se habían acentuado con la
promulgación de la Ley 39 de 1903, diseñada por Antonio José Uribe, la cual ratificó el papel
de la religión católica en los asuntos educativos, y restringió el carácter científico de la
enseñanza12. De manera que la «cuestión religiosa», que según Carlos Arturo Torres, era en ese
momento un “grave problema y punto oscuro, (…) de nuestra organización social y política”13,
particularmente por la injerencia del elemento religioso en la enseñanza universitaria, se había
convertido en un argumento central en la crítica de los estudiantes, que les permitió congregarse
como grupo social.

Sin embargo, hay otro factor que es necesario ubicar para explicar el origen de la propuesta de
organizar un congreso de universitarios en Colombia en 1910. Al respecto, debe decirse que para
ese momento era evidente un despertar del protagonismo juvenil en toda la región, el cual se
venía traduciendo en la fundación de agremiaciones estudiantiles, la organización de congresos
nacionales e internacionales, la creación de revistas y la difusión de ideologías y literatura que
se relacionaba con una sensibilidad nueva, que precisamente era abrazada y fortalecida por una
juventud deseosa de participar en la conducción de los destinos de sus países. Es indudable que
los estudiantes colombianos estuvieron motivados en su propósito, al saber de la realización, en
enero de 1908 en Montevideo, del Primer Congreso Internacional de Estudiantes. De hecho, y
puede considerarse esto como una de tesis central del capítulo, el congreso de 1910 en Bogotá -
y las actividades que desplegaron los estudiantes desde entonces en Colombia- difícilmente
podrían explicarse si no se conectan con las circunstancias que abrazaron el congreso estudiantil
de 1908. De modo que es necesario hacer referencia al evento de 1908, para poder comprender
el origen y significado del Congreso Internacional de Estudiantes de la Gran Colombia (1910),
y dilucidar cuál pudo ser su incidencia en el activismo de los estudiantes colombianos en los
años siguientes. También, porque permitirá ampliar el argumento sobre el creciente
protagonismo que adquirieron los jóvenes del continente a comienzos del siglo XX.

Entre el 26 de enero y el 2 de febrero de 1908, se realizó el Primer Congreso Internacional de


Estudiantes en Montevideo. El congreso había sido convocado en junio de 1907 por la
Asociación de Estudiantes de Montevideo (creada en 1893), por medio de un manifiesto en el
que se hablaba de la búsqueda de la “convivencia fraterna y armónica de todos los pueblos del

11
Jaime Jaramillo Uribe, La personalidad histórica de Colombia y otros ensayos, El Áncora Editores, Bogotá, 1994,
p. 261. Un dato elocuente para dilucidar el clima ideológico que acompañaba la enseñanza universitaria en Bogotá:
en 1902, los profesores de la Facultad de Medicina fueron notificados de que debían hacer su profesión de fe, para
no ver comprometidos sus cargos. Ver Hernando Forero Caballero, Evolución histórica de la medicina en Santa Fé
de Bogotá, Biblioteca de Autores Cundinamarqueses, Bogotá, 1983, p. 63.
12
Ivon Lebot, Educación e ideología en Colombia, Editorial La Carreta, Medellín, 1979; La Ley de 1903 puede
consultarse en Antonio José Uribe, Instrucción pública, Disposiciones vigentes. Exposición de motivos, Imprenta
Nacional Bogotá, 1927.
13
Carlos Arturo Torres, Discursos, Biblioteca Popular de la Cultura Colombiana, Bogotá, 1946, p. 14.

64
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

nuevo mundo”, y de dar continuidad histórica a lo hecho por las “leyendas del ciclo heroico”14.
En cierta forma, el congreso convocado en 1908, era un punto de llegada luego del recorrido que
habían efectuado los estudiantes, no solo de Uruguay, en la brega por lograr una incidencia en
la suerte de las instituciones educativas15. El congreso tuvo una amplia concurrencia y
representatividad, toda vez que estuvieron presentes delegaciones de Argentina, Chile, Paraguay,
Perú, Bolivia, Brasil y Uruguay16. Como se deduce, los únicos países que no estuvieron
representados fueron Colombia, Ecuador y Venezuela, aunque a los universitarios colombianos
se les hizo extensiva la invitación.

Entre las razones que impulsaron la realización del congreso en Uruguay se encontraba el estado
de la educación universitaria que se impartía en las instituciones de ese país (que se hacían
extensivas a otros de la región), la cual se vio cuestionada por un movimiento de renovación
ideológica y cultural que venía abriéndose paso desde el final del siglo XIX17. Al respecto, Vera
de Flachs ha destacado que en las instituciones educativas oficiales de Uruguay se impartió
enseñanza religiosa hasta 1909, y se emplearon métodos que convertía a los estudiantes en
“simples oyentes”. Esto provocó una reacción que, en el plano inmediato, dio origen a una
agremiación y a la edición de publicaciones que servían de plataforma para promover debates
sobre la calidad de la enseñanza y la necesidad de adoptar enfoques que recogieran las corrientes
pedagógicas y científicas de nuevo tipo.

Evidentemente, la dinámica promovida por los estudiantes no pudo estimularse sin haber
contado con un sustrato ideológico que la animara. En ese plano, los estudiantes encontraron en
las ideas de José Enrique Rodó, un destacado intelectual perteneciente a la Generación del 900,
un vigoroso punto de apoyo. Rodó con su escritura había encendido los ánimos de sectores
urbanos, ligados a los escenarios intelectuales y académicos, al invitarlos a tomar parte en la vida
pública. En febrero de 1900 publicó un pequeño texto, Ariel, que trascendió las fronteras,
poniendo en el escenario un acervo de motivaciones que se apoyaban en una fe en el porvenir de
América Latina18. El uruguayo hablaba claro y sin rodeos. Sus destinatarios eran los jóvenes. A

14
Ver “La Asociación de los Estudiantes de Montevideo a sus compañeros americanos”, Evolución (Montevideo),
N°15, junio de 1907, p. 193 – 195.
15
Gabriel del Mazo, Estudiantes y gobierno universitario. Bases doctrinarias y técnica representativa en las
universidades argentinas y americanas, Editorial El Ateneo, Buenos Aires, 1946, p. 24 y ss.
16
María Cristina Vera de Flachs, Un precedente de la reforma del ’18: el Congreso Internacional de Estudiantes
Americanos. Montevideo 1908. [En línea] [Consultado 15 junio 2016] Disponible en:
http://www.reformadel18.unc.ar/privates%0R.pdf. Del total de 113 delegados, la mayoría (38) hacían parte de la
delegación de Argentina, seguida por la delegación uruguaya (37) y de Brasil (21). Las otras delegaciones: Bolivia
(5), Paraguay (2), Perú (4) y Chile (3). Los estudiantes de Honduras, Guatemala, Costa Rica y Cuba delegaron su
representación en dos estudiantes uruguayos.
17
Gerardo Caetano y Adolfo Garcé, “Ideas, política y nación en el Uruguay del siglo XX”, en Oscar Terán (Coord.),
Ideas en el siglo. Intelectuales y cultura en el siglo XX latinoamericano, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2008.
18
José Enrique Rodó, Ariel, Fondo de Cultura Económica, México D.F., 1984.

65
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

ellos era que estaba dirigido su mensaje de acción. Así la reconoció en una carta que envió a
Miguel de Unamuno, a propósito de la aparición de Ariel:

Es, como usted verá, obra de acción, si así puede decirse; ha querido hablar a la juventud a que
pertenezco, a la juventud de América, sobre ideas cuyo interés y oportunidad me parecen indudables; y
si no pareciera una aspiración presuntuosa, agregaría que he ambicionado iniciar, con mi modesto libro,
cierto movimiento de ideas en el seno de aquella juventud, para que ella oriente su espíritu y precise su
programa dentro de las condiciones de la vida social e intelectual de las actuales sociedades de
América19.

La influencia de Rodó, particularmente desde la publicación de Ariel, aunque no fue inmediata,


se expresó con fuerza. Como ha destacado Carlos Real de Azúa, entre 1905 y 1915 hubo un
núcleo intelectual latinoamericano que profesó las proposiciones conceptuales de Ariel como
definición ideológica20. En el caso de Colombia, si bien no hay estudios que demuestren con
suficiencia la recepción del arielismo, ésta de ninguna manera puede soslayarse21. Al respecto,
Azúa afirma que en Colombia el valor de Ariel no se destacó hasta 1908, cuando Antonio Gómez
Restrepo publicó un artículo alusivo en la revista Trofeos de Bogotá22. Además, destaca que,
entre los intelectuales jóvenes que ostentaron o aceptaron la identificación arielista, se
encontraba el boyacense Carlos Arturo Torres23. De hecho, el propio Rodo sostuvo intercambio
epistolar con Carlos Arturo Torres, e hizo comentarios a su Idola Fori, la obra más destacada de
Torres, publicada en 1909 en España24.

El impacto del arielismo se sintió especialmente en los estudiantes. Fue allí donde caló con más
fuerza el mensaje de Rodó25. De hecho, fueron comunes las publicaciones y centros de

19
Albarrán Puente, Op. cit., p. 118.
20
Carlos Real de Azúa (Prólogo a José Enrique Rodó), Ariel. Motivos de Proteo, Biblioteca Ayacucho, Caracas,
1993, p. xxiv y xxv.
21
El registro de la prensa colombiana evidencia la presencia de notas acerca de Rodó, particularmente desde la
segunda década. A modo de ejemplo: Leopoldo Alas, “José Enrique Rodó”, El Liberal Ilustrado (Bogotá), N° 782,
1913; Rubén Darío, “José Enrique Rodó”, El Liberal Ilustrado (Bogotá), N°1816 – 21, junio 24 de 1916; Armando
Solano, “Con ocasión de la muerte de Rodó”, El Grafico (Bogotá), mayo 12 de 1916; Antonio Gómez Restrepo,
“José Enrique Rodó”, Cultura (Bogotá), Vol. 4, N° 20, 1917. Desde ese momento, será evidente la admiración y
reivindicación de la obra de Rodo entre los jóvenes colombianos, lo cual se expresó de variadas formas: centros de
estudio con el nombre de Ariel, notas en publicaciones recordando la obra y vigencia del pensador uruguayo, etc.
Ver, por ejemplo, José Guerra, “La contemporaneidad de José Enrique Rodó”, Sábado (Bogotá), junio 7 de 1947.
22
Carlos Real de Azúa, Medio siglo de Ariel (Su significación y trascendencia literario – filosófica), Academia
Nacional de Letras, Montevideo, 2001, p. 82.
23
Carlos Real de Azúa, Prologo a José Enrique Rodó, Ariel. Motivos de Proteo, Biblioteca Ayacucho, Caracas,
1993, p. xxiv.
24
José Enrique Rodó, Entre el fanatismo y el escepticismo: comentarios a Idola Fori de Carlos Arturo Torres,
Ediciones América Anunciadora, Bogotá, s.f. La referencia al comentario de Rodó a la obra de Carlos Arturo Torres
en Glicerio Albarrán Puente, El pensamiento de José Enrique Rodó, Ediciones Cultura Hispánica, Madrid, 1953, p.
71.
25
Para el caso de Lima, José Luis Enrique ha resaltado la influencia del arielismo en sectores estudiantiles, y
particularmente en individuos como Víctor Andrés Belaunde, quien precisamente participó en el congreso

66
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

estudiantes que recurrieron al título arielista como una definición y una bandera. Regresando de
nuevo al congreso de 1908, el cual se convocó bajo el signo común del arielismo26, es de
señalarse que la nutrida participación que registró se debió, según advierte Flachs, a la existencia
de agremiaciones estudiantiles en varios de los países asistentes, que gestionaron con antelación
recursos económicos para garantizar la presencia en el encuentro27. Esto explicaría, aunque solo
en parte, porqué fue imposible la participación de delegados de Colombia (se carecía de una
agremiación que, en este caso, gestionara ante el Estado la ayuda necesaria para el
desplazamiento), y comprender, de paso, porqué desde 1910 los estudiantes en ciudades como
Bogotá, definieron como prioridad la construcción de un gremio estudiantil con proyección
nacional.

Entre los temas abordados en el congreso, además del ya comentado sobre la educación laica,
estaban el de la representación en los consejos directivos de las facultades, la importancia de la
cátedra libre y la necesidad para el Estado de preparar hombres de ciencia, promover la
educación física y crear becas de estudio28. Estos temas no expresaban caprichos de los
estudiantes. De hecho, en momentos en que se celebraba el congreso estudiantil, se discutía en
el congreso de Uruguay una polémica reforma a la enseñanza que apuntaba a descentralizar la
universidad y a crear consejos autónomos en cada Facultad, lo que implicaba mayor injerencia
del Poder Ejecutivo en el gobierno universitario. De modo que el debate condujo a que se
fortalecieran las posturas de los estudiantes a favor de la autonomía universitaria29. En lo que
respecta a la discusión sobre la representación de los estudiantes en los consejos directivos de
las universidades, los estudiantes lograron que el congreso uruguayo aprobara la Ley Orgánica

internacional de estudiantes en Montevideo en 1908. Ver Imaginar la nación. Viajes en busca del “verdadero Perú”
(1881 – 1932), Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 2015.
26
Carlos Real de Azúa, Medio siglo de Ariel (Su significación y trascendencia literario – filosófica), Academia
Nacional de Letras, Montevideo, 2001, p. 82.
27
Al respecto, debe anotarse que, particularmente en las naciones del sur, venía registrándose desde finales del siglo
XIX una dinámica estudiantil que se proyectó con fuerza desde la primera década del siglo XX, expresándose en la
constitución de agremiaciones: la Asociación de Estudiantes de Montevideo se creó en 1893; la Federación de
Estudiantes de Brasil en 1901; la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile en 1906, el Centro
Universitario de Lima en 1906 y la Federación de Estudiantes de la Universidad de Buenos Aires en 1908.
28
Los temas abordados en el congreso fueron los siguientes: a. Universidad oficial y universidad libre; b. Sistemas
de exámenes y métodos de exoneraciones por el profesor c. Especializaciones y generalización de los estudios
preparatorios d. Estudios libres y reglamentación obligatoria e. Unificación de los programas universitarios
americanos f. Equivalencia de los títulos académicos g. Representación de los estudiantes en los consejos directivos
de la enseñanza universitaria h. Franquicias a los estudiantes i. Becas y bolsas de viajes j. Ejercicios físicos y
celebración de torneos atléticos a nivel internacional k. Adhesión a la Corda Frates Federación Internacional de los
Estudiantes l. Fundación de la Liga de Estudiantes Americanos m. Intercambio de libros, revistas y diarios n.
Organización de congresos periódicos de estudiantes americanos.
29
La ley, que finalmente fue aprobada el 31 de diciembre de 1908, “permitía el cogobierno de la Universidad a
través de consejos universitarios con representación académica, estudiantil y del Poder Ejecutivo”. Ver Fabio
Moraga Valle, “Reforma desde el sur, revolución desde el norte. El Primer Congreso Internacional de Estudiantes
de 1921”, en Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, N°47, México, 2014, p. 155 – 195. Luego
del congreso de Montevideo, se realizaron dos más: en Buenos Aires en 1910 y en Lima en 1912.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

de la Universidad, en la que se establecía que los consejos directivos de las facultades estarían
integrados por diez miembros, uno de los cuales sería un estudiante. La medida, en palabras de
Gabriel del Mazo, significaba “la primera consagración legal de la participación estudiantil en
el gobierno universitario”30.

Pese a que ningún estudiante colombiano concurrió a la cita en Montevideo, tanto la


convocatoria como los documentos que recogieron las deliberaciones del evento estudiantil
circularon en Colombia. Lo anterior se advierte sin dificultad, al comparar los programas de
1908 y 1910. Las semejanzas de los temas son indiscutibles. Esto, es necesario decirlo, no tiene
ninguna sorpresa. Como han demostrado Martín Bergel y Ricardo Martínez, desde el comienzo
del siglo XX, habían despuntado con fuerza dos formas de sociabilidad intelectual que
fortalecieron un discurso latinoamericanista: la correspondencia y la revista americana, con sus
implicaciones derivadas de la reproducción y difusión31. Sin duda, fue a través de la
correspondencia que los estudiantes colombianos tuvieron información del evento de 1908, e
incluso, por ese medio debieron ser invitados, tal y como lo deja ver el profesor Antonio Gómez
Restrepo en una comunicación que dirigió a la junta organizadora del congreso de 1910 en
Bogotá32. Asimismo, a través de la correspondencia debieron tener acceso a las conclusiones del
congreso de Montevideo, editadas, como era ya costumbre en los eventos estudiantiles

Regresando de nuevo a la reunión de diciembre de 1908 en Bogotá, debe decirse que de allí salió
constituida una junta con la responsabilidad de impulsar las tareas de rigor para dar forma a la
iniciativa. La junta la integraron Demetrio García Vásquez, quien actuó como su Presidente,
mientras que Antonio José Caro y Manuel V. Peña fueron elegidos como Vicepresidente y
Tesorero, respetivamente, y Salvador Iglesias y Tulio E. Tascón como Secretarios33. En los

30
Gabriel del Mazo, Estudiantes y gobierno universitario…, Op. cit., p. 27. Como se verá más adelante, éstos temas
–y en general, todos los que se trataron en el congreso de 1908- se convirtieron en constantes referencias en las
peticiones de los estudiantes colombianos desde 1910.
31
Martín Bergel y Ricardo Martínez Mazzola, “América Latina como práctica. Modos de sociabilidad intelectual
de los reformistas universitarios (1918 – 1930)”, en Carlos Altamirano (Director - editor), Historia de los
intelectuales en América Latina II. Los avatares de la ciudad letrada en el siglo XX, Katz Editores, Buenos Aires,
2010.
32
En una carta publicada en enero de 1909, Antonio Gómez Restrepo anotó, a propósito de la circular de los
estudiantes colombianos que había llegado a sus manos: “Quieren ustedes repetir el esfuerzo que en este mismo año
han hecho los estudiantes de Montevideo, quienes lograron reunir un Congreso internacional cuyos laboriosos
trabajos constan en una publicación que ha llegado recientemente a esta ciudad”. Y agregó: “Leyendo las actas y
memorias de ese Congreso, se aprecia fácilmente la importancia que puede llegar a tener una reunión de esta clase,
sobre todo si puesta la mira en fines desinteresados y científicos, se prescinde de discusiones inoportunas y de todo
aquello que pueda turbar la seriedad de una Asamblea”. Ver “Respuesta del Dr. Antonio Gómez Restrepo”, XYZ
(Bogotá), enero 16 de 1909, p. 1.
33
Los estudiantes presentes en la reunión del 7 de diciembre de 1908 eran: Demetrio García Velásquez, Luis María
Vela Briceño, Manuel Vicente Peña y Lázaro Patiño (Facultad de Medicina y Ciencias Naturales); Antonio José
Caro (Facultad de Matemáticas e Ingeniería); Joaquín Guell, Salvador Iglesias y Tulio Enrique Tascón (Facultad de
Derecho y Ciencias Políticas); Ramón Rosales (Universidad Republicana; sin información de la carrera); y José
Saavedra Galindo y Martin Vargas (Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario; sin información de la carrera).

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

primeros días de enero de 1909 se publicitó la circular que convocaba al congreso estudiantil.
De igual modo, los miembros de la junta acudieron a los poderes públicos para solicitar que, por
medio de los consulados, se extendiera la invitación a las delegaciones estudiantiles, retomando
un procedimiento que se había empleado en Uruguay en 1908. Dirigida a los estudiantes del país
y a los “hombres públicos” que se hallaban vinculados a la política, la academia y a los diarios,
la circular estudiantil rezaba así:
Los suscritos estudiantes de las Facultades de Medicina y Ciencias naturales, de Derecho y Ciencias
Políticas, de Matemáticas e Ingeniería de la Universidad Nacional; de las de Derecho y de Filosofía
y Letras del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario; de la Escuela Militar; de la Escuela de
Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Republicana, y de la Escuela Dental de esta ciudad,
tenemos el honor de comunicar a usted que hemos constituido una Junta con el objeto de tratar en
ella del asunto que en seguida pasa a exponerse, lo que participamos a usted con el fin de rogarle se
sirva emitir su opinión acerca de él, en respuesta dirigida al señor Presidente de dicha Junta, don
Demetrio García Vásquez.

Un grupo de jóvenes pertenecientes a las Facultades Universitarias de Montevideo, constituyó hace


poco tiempo una Junta con el propósito de organizar un Congreso al cual asistieran representantes
de los países centro y suramericanos. Los jóvenes iniciadores realizaron su obra; y aquel Congreso
en el cual estuvieron representadas las naciones invitadas, excepción hecha, entre todas, de
Colombia, Ecuador y Venezuela, celebró sus sesiones con éxito en la capital del Uruguay, en uno
de los primeros meses del presente año, dejando al terminar sus labores los más hermosos e
interesantes anales científicos y patrióticos, de los cuales da cuenta un folleto que ha llegado al país
recientemente.

La realización de un proyecto semejante, tiene como fin la Junta compuesta por los infrascritos; y
como es el tiempo en que la Nación entera se prepara para celebrar con gran solemnidad el primer
centenario de nuestra independencia patria, nos proponemos, si los elementos que hemos menester
se prestan para llevarla a cabo, lanzar la idea de los jóvenes de Montevideo, a los de Colombia,
Ecuador y Venezuela con el fin de conmemorar la fecha clásica con la reunión de un Congreso
formado por jóvenes estudiantes de las tres Repúblicas, que si abrazándose un día pudieron formar
la Gran Colombia –la Patria ideal con que soñó Bolívar- estrechándose hoy con el más poderoso
vinculo, con el de la juventud, quizá pudiera asegurarse la base de una definitiva alianza futura, a la
vez que dilucidar, en provecho para las tres naciones, puntos científicos y de interés común y
consagrar así, en el día de la Patria, el más grato recuerdo a la memoria de su Libertador.

Es este el propósito que ponemos en conocimiento de usted por medio de la presente circular, con
la cual nos proponemos obtener las opiniones importantes del país, antes de empezar a poner los
medios necesarios para realizarlo34.

Como era de esperarse, la circular provocó reacciones. Simón Chaux, uno de los fundadores de
la Universidad Republicana en 1889, en carta dirigida a Demetrio García el 19 de diciembre de
1908, expresó su complacencia por la idea de los estudiantes, entre otras razones (enumeraba

34
Ver “Circular”, XYZ (Bogotá), enero 16 de 1909, p. 2. El documento está firmado por catorce estudiantes, tres
más de los que asistieron a la reunión del 7 de diciembre. Si se tiene en cuenta que entre la reunión del 7 de diciembre
y la redacción y publicación de la circular transcurrieron pocos días (a lo sumo, unas semanas), se deduce que la
iniciativa no atrajo a más estudiantes. Otra novedad es que aparecen dos instituciones educativas nuevas en la
convocatoria: la Escuela Dental y la Escuela Militar. Los nuevos estudiantes eran F. O’Byrne (Facultad de Escuela
Dental), G. Manrique Terán (Escuela Militar) y Tomas Doria M. (Facultad de Medicina y Ciencias Naturales).

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

diez), porque la iniciativa debía dar continuidad a la empresa de los libertadores del siglo XIX,
y servir para “emancipar la instrucción superior”35. En la misma dirección, L. Meza F. Barón se
refirió a la idea del congreso estudiantil, evocando sentimientos de unidad política e intelectual
entre las tres naciones que compartían “conciencia de una misma historia y de una misma
sangre”36.

Junta organizadora del Congreso Internacional de Estudiantes de la Gran Colombia .


Fuente: Revista de la Casa de Salud de Florencia (Bogotá), julio – agosto de 1934.

De otro lado, Antonio José Restrepo, en comunicación dirigida al universitario Demetrio García
Vásquez el 15 de febrero de 1909, consideró la iniciativa como una “bella manifestación de
americanismo”, que permitiría “dignificar la celebración del primer Centenario de la
Independencia”37. Finalmente, para no extendernos, Alberto Sánchez celebró la idea de realizar
el evento estudiantil, en clave de fracaso generacional, resaltando que a los jóvenes del presente
les correspondía la misión de lograr lo que en el pasado otros no consiguieron: el bienestar para
todos, y como un acto de desagravio a la “memoria de nuestros Próceres por las deslealtades que
la han ofendido”38.

35
Ver “Congreso de Estudiantes”, La Prensa (Bogotá), enero 2 de 1909, p. 1.
36
Ver “Congreso de Estudiantes”, La Prensa (Bogotá), enero 16 de 1909, p. 1. Ocho días después, F. Barón de
nuevo se refirió a la iniciativa de los estudiantes, reflexionando acerca del papel que el momento histórico imponía
a los jóvenes del continente, y los retos que debían sortear: “¿Cuál sería la suerte de algunas naciones, si se lograse
obtener la fraternidad intelectual de la juventud, cuyos corazones obedecen a los impulsos de toda idea generosa y
grande? ¿A dónde alcanzarían las Repúblicas bolivianas (sic), si las fuerzas que empiezan a surgir y que un día
tendrán en sus manos los intereses sociales, se aproximan y aúnan sus esfuerzos para seguir adelante en la lucha por
el progreso y por la vida?”. Ver “Congreso de Estudiantes”, La Prensa (Bogotá), enero 23 de 1909, p. 1.

Aparecen, de derecha a izquierda, de pie: Joaquín Guell, Ramón Rosales, Tulio Enrique Tascón, Demetrio García
Vásquez, L. M. Vela Briceño, Manuel V. Peña. Sentados: Salvador Iglesias, José María Saavedra Galindo y Antonio
José Caro.
37
Ver “Congreso de Estudiantes. Habla Antonio José Restrepo”, La Prensa (Bogotá), febrero 23 de 1909, p. 1.
38
Ver “Congreso de Estudiantes. Habla Alberto Sánchez”, La Prensa (Bogotá), 1909, p. 1.

70
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Existía, como se puede deducir, un ambiente favorable para los propósitos de convocar un
congreso internacional de estudiantes. Intelectuales como Antonio José Restrepo y Carlos Arturo
Torres, políticos como Rafael Uribe Uribe, así como directores de diarios, no dudaron en celebrar
la iniciativa de los jóvenes, y pusieron a disposición sus fuerzas para tal fin39. El propio Ministro
de Gobierno, Marceliano Vargas, celebró la iniciativa, comunicando al Presidente de la Junta
Organizadora su disposición para garantizar la realización del evento, el cual permitiría
“estrechar los lazos de unión entre los tres pueblos hermanos” y poder dilucidar “cuestiones
científicas de interés común y de carácter práctico para nuestra enseñanza”40.

En esas condiciones, las cosas parecían marchar sin ningún tropiezo. Hacia la tercera semana de
enero, la Junta se reunió para elaborar la programación del congreso. Aquí nuevamente la
experiencia uruguaya marcó el rumbo del evento que se preparaba en Colombia. Las bases del
Congreso Internacional de Estudiantes se estructuraron en doce artículos, en las que se precisó
el objetivo del encuentro (Art. 1°), su duración (Art. 2°), la dinámica que tendría, así como la
cantidad de delegados y la directiva que lo presidiría (Art. 3°, 4°, 5°, 6°, 8°, 9°, 10° y 11°), los
temas a tratar (Art. 7°) y el órgano de publicidad con que se contaría (Art. 12°). En el Artículo
1° se definió que el objetivo del congreso sería promover el acercamiento de la juventud
universitaria de las tres repúblicas y “tratar asuntos relacionados con la educación, puntos
científicos de interés general y promover la adhesión de los centros estudiantiles de los tres países
a la Liga de estudiantes americanos (sic), residente en Montevideo”. Entre los temas a tratar (Art.
7°), se establecieron los siguientes:

a) Conveniencia de la unificación de los programas universitarios y equivalencia de títulos


profesionales.

b) Becas y canjes de estudiantes.

c) Franquicias y privilegios para los estudiantes.

d) Intercambio de libros, tesis, revistas y periódicos.

f) Conveniencia del método de oposición o de concurso para el desempeño del Profesorado en


las Facultades.

g) Adhesión a la Liga de estudiantes de Montevideo.

39
El director de El Impulso de Pasto, Mariano Rodríguez, al conocer la circular estudiantil, celebró la iniciativa
expresando la disposición de poner las páginas de su diario para promover el congreso universitario, a la vez que
anunció que haría gestiones con el director de El Grito del Pueblo de Guayaquil, para que informase a los directores
de diarios de Ecuador y de los directores de los colegios de la celebración del evento en Colombia. Ver “Congreso
de Estudiantes”, La Prensa (Bogotá), marzo 9 de 1909, p. 1
40
Ver La Prensa (Bogotá), febrero 27 de 1909, p. 2.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

h) Organización de Congresos periódicos de los estudiantes de Colombia, Ecuador y


Venezuela41.

Sin embargo, vino la crisis política de marzo de 1909, la cual afectó la gobernabilidad del
Presidente Rafael Reyes, al punto de provocar su salida. ¿Qué tanto alteró ese hecho los planes
relativos al congreso estudiantil? A primera vista, lo ocurrido en esa coyuntura parece haber
fortalecido el ambiente político a favor de la iniciativa de los estudiantes. Al respecto, Reyes
había cerrado el Congreso en diciembre de 1904 y al año siguiente, en marzo, reunió una
Asamblea Nacional Constituyente en medio de una gran oposición. Con ese procedimiento,
Reyes obtuvo amplias facultades para ejecutar su programa económico y las reformas que
propugnaba. Para 1909 la situación era prácticamente insostenible al haberse roto el bloque de
poder que lo apoyaba y originarse una oposición que reunía a distintas fuerzas partidistas que
dieron forma al republicanismo. La estabilidad del gobierno se vino a pique finalmente a raíz de
los hechos de marzo de 1909, debiendo Reyes abandonar el cargo semanas después42.

Como ha sido destacado, los estudiantes participaron en las protestas contra Reyes43. Sin
embargo, es preciso decir que no todos apoyaron la salida del primer mandatario, ya que también
había estudiantes que le ofrecían su apoyo. De hecho, un testigo y protagonista de las jornadas
de marzo, afirma que Demetrio García Vásquez y Tulio Enrique Tascón, dos de los estudiantes
que hacían parte de la Junta Promotora del congreso estudiantil, eran “frenéticos reyistas” que
se mantuvieron al margen de las protestas contra el mandatario44.

Lo que vino para los estudiantes después de los hechos de marzo, fue una ola de reconocimientos
públicos por su papel en los hechos recientes. Surgieron, en efecto, lecturas difundidas
especialmente desde la prensa, acerca de los jóvenes, en las que se destacaba positivamente su
papel en los asuntos de la vida diaria. Desde las páginas de un diario, por ejemplo, se decía lo
siguiente:

A cada vuelta de esquina una junta, un circulo, una opinión. La política está en auge, con estos
asuntos de Panamá, de Elecciones, de Congreso y de cien cosas más. Todo chico mayor de diez años
opina. Mas ya no como opinábamos nosotros cuando teníamos la misma edad. Entonces, Palos a los
rojos decían unos. Palos a los godos, decían otros. Y todos los chicos reunidos nos separábamos en
un momento y se hacían los partidos, y se tiraban piedras y rojos y godos salían heridos, maltrechos,
con deseo del desquite. Y en cada corazón fresco empezaba a echar sus raíces perversas el fanatismo
y la intransigencia.

41
Ver “Programa del Congreso de Estudiantes”, La Prensa (Bogotá), febrero 27 de 1909, p. 1.
42
Darío Mesa, “La vida política después de Panamá”, en Santiago Mutis Duran (Editor), Manual de Historia de
Colombia Tomo III, Procultura, Bogotá, 1982.
43
Medófilo Medina, La protesta urbana en Colombia en el siglo XX, Ediciones Aurora, Bogotá, 1984; Alberto
Gómez Martínez y Albio Martínez Simanca, Estudiantes y cambios generacionales en la sociedad colombiana
(1910 – 1934), S.e., Bogotá, 2012, p. 43.
44
Enrique Revollo del Castillo, El 13 de marzo de 1909, Editorial Castro Senior y Roncallo, Barranquilla, 1934, p.
19.

72
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

(…) Ya se han cortado en los corazones juveniles esas raíces dañinas. Las ideas nuevas y sanas
empiezan a germinar. Pero toca a la juventud dar voces de alerta, toca hablar, encauzar, no dejar que
se pierdan esos días de calma y olvido, para que vuelvan a revivir savias ya muertas. (…) La juventud
del mañana debe mirar al día y hacer ante todo y por sobre todo, obra de cultura: cultura en la
política, cultura en la sociedad, cultura en la escuela, cultura en la vida pública. Y esa obra de cultura
debe ser lenta45.

Sin duda, los sucesos últimos y sus efectos en la representación social de los jóvenes
colombianos, fortalecieron el proceso de la irrupción de los sectores juveniles en los asuntos
públicos, un hecho que, como se dijo anteriormente, era de carácter continental. En el caso de
Colombia, dicha irrupción se explicó en algunos casos acudiendo a la metáfora de la familia, en
la que se planteaba que el hijo (joven o estudiante) conquistaba derechos respecto a sus
progenitores, pero manteniendo el respeto por aquellos y sin alterar la armonía de la familia. O,
haciendo énfasis en la relación entre maestros y discípulos, en la que éstos mantenían despierta
la fe en el conocimiento inculcado por los primeros, y se concebían “no como simple receptáculo
de ajenas ideas, sino como un ser dinámico que lleva en sí mismo la fuerza y la razón de su vida
intelectual”46.

Desde entonces, fue común registrar un movimiento de opinión favorable a los jóvenes, que se
expresó en la aparición de publicaciones con nombres alusivos a esa condición. Por ejemplo, El
Estudiante (Cartagena), La Juventud (Túquerres), La Juventud (Frontino), Juventud (Popayán)
y La Joven Colombia (Bogotá), cuyo lema, consignado en la primera página de la publicación,
era “ser el órgano que exprese los anhelos de la juventud colombiana”47. De otro lado, y en
sintonía con la construcción de una imagen favorable a la juventud, Carlos Arturo Torres no
dudó en celebrar la participación de la juventud en los asuntos públicos, al considerar que así
“podrían determinar una transfiguración intelectual y dar un nuevo rumbo al pensamiento
colectivo en Colombia”48.

Ese interés, desde luego, tuvo efectos prácticos. No cabe duda de que los estudiantes comenzaban
a representarse a sí mismos como un grupo social articulado en torno a ideales asociados a la
transformación de la educación y por los cambios políticos. Esto se vio con fuerza, luego de las
jornadas del 13 de marzo, en la discusión del tratado entre Estados Unidos y Colombia por el
caso de Panamá. Al respecto, los estudiantes de diversas universidades de Bogotá enviaron en
marzo de 1909, una comunicación al Presidente de la Asamblea Nacional con motivo de la firma
del tratado que se estaba negociando entre las dos naciones, en la que solicitaban que se aplazase
la discusión sobre los acuerdos, argumentando que la opinión pública no estaba “suficientemente

45
Ver “Gente joven”, La Prensa (Bogotá), abril 20 de 1909, p. 1.
46
Ver La Prensa (Bogotá), febrero 27 de 1909, p. 1.
47
Ver “La joven Colombia”, La Joven Colombia (Bogotá), abril 20 de 1909, p. 1. Otro medio, El Sufragio, tenía
como lema “trabajar por la causa republicana y por la liga de los obreros y la juventud”. Ver “Congreso Internacional
de estudiantes de la Gran Colombia”, El Sufragio (Bogotá), marzo 31 de 1910, p. 1.
48
Citado por Miguel Ángel Urrego en Intelectuales, estado y nación en Colombia. De la guerra de los Mil Días a
la Constitución de 1991, Siglo del Hombre Editores – Universidad Central – DIUC, Bogotá, 2002, p. 73.

73
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

ilustrada”, lo cual podría interferir en la construcción de un concepto acertado sobre el asunto49.


También salieron los estudiantes a las calles a protestar para clamar a favor de la autonomía
universitaria, y por la reivindicación de un proyecto de reforma de la Universidad Nacional, que
había sido archivado en el Congreso50.

1.1.2 Se instala el congreso estudiantil

Somos estudiantes que hemos abandonado transitoriamente el banco de los claustros universitarios para
congregarnos en la conmemoración del Centenario de nuestra independencia política y rendir homenaje de
veneración y gratitud a la memoria de nuestros próceres y libertadores. A un mismo tiempo que colocamos
nuestra ofrenda en el altar de los recuerdos gloriosos de una misma Patria, vamos también a exponer las
aspiraciones y tendencias que acaso marcaran un porvenir de renovación en la existencia espiritual de la
juventud universitaria de la Gran Colombia.
Palabras de Demetrio García en la apertura del Congreso Estudiantil, p. 50 y 51.

El congreso estudiantil se instaló el 19 de julio de 1910 en el Teatro Colón, contando con la


presencia del Presidente Ramón González Valencia, los ministros del despacho y el Cuerpo
Diplomático acreditado en Bogotá, y, como advierte la prensa, de un numeroso público.
Previamente, la Junta Organizadora había comisionado a Tulio Enrique Tascón y Joaquín Guell
para recibir a los delegados venezolanos y ecuatorianos en Barranquilla, y acompañarlos en su
viaje –largo y tedioso- a la capital51. El discurso de apertura estuvo a cargo del Ministro de
Relaciones Exteriores, Carlos Calderón, quien en su deseo de resaltar la importancia de reunir a
las juventudes estudiantiles de las tres naciones, acudió en su intervención a figuras retoricas
extraídas de la Grecia Clásica y del pasado de las tres naciones (“Hijos de Ávila”, “Chimborazo”,
“Pichincha”, “Funza turbio y perezoso”, “raza de titanes”). La pretensión del representante
colombiano era establecer conexiones entre un pasado glorioso que dio origen a ese “Imperio”
que se llamaba “República de Colombia” o “Gran República”, con los deberes que marcaban la

49
Ver “Para la historia”, La Joven Colombia (Bogotá) abril 23 de 1909, p. 2. La Comunicación decía la siguiente:
“Los infrascritos estudiantes de la Universidad Nacional y de otros establecimientos de educación, haciendo uso del
derecho garantizado por el artículo 45 de la Constitución vigente, pedimos respetuosamente a esa Honorable
Corporación que, por no estar suficientemente ilustrada la opinión pública respecto de los Tratados celebrados por
el Representante de Colombia en Washington con los Estados Unidos y con Panamá, y por hallarse próxima la
reunión del Congreso convocado por el Ejecutivo a Sesiones extraordinarias, aplace para entonces la discusión de
tales Tratados”.
50
En esa ocasión, estudiantes de las Facultades y colegios organizaron un acto público en las calles del centro de
Bogotá, para pedir al Presidente de la república y al Ministro de Instrucción Pública poner en consideración del
Congreso nuevamente el proyecto de reforma a la Universidad Nacional que había sido presentado por varios
representantes, y que fue bloqueado en el Senado aduciéndose la conclusión del periodo de las sesiones ordinarias.
Ver “Protestas de la juventud notable de la Capital”, en El Observador (San José de Cúcuta), octubre 23 de 1909,
p. 2 y 3.
51
Ver “Congreso de Estudiantes”, El Pueblo (Bogotá), junio 1 de 1910, p. 3. Señala la fuente que los delegados
estudiantiles de Ecuador y Venezuela fueron recibidos con gran algarabía en la estación del tren en Bogotá.

74
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

existencia de los estudiantes52. Ideas entendibles si se tiene en cuenta que el evento estudiantil
hacia parte de la programación para celebrar el centenario de la independencia de Colombia.

Una vez instalado el congreso, el punto siguiente fue la elección de la Junta Directiva. La
Presidencia fue ocupada por Demetrio García Vásquez, y como Vicepresidentes fueron elegidos
Rafael Bruzal López, de Venezuela, y Manuel M. Sánchez, de Ecuador; y como Secretario
continuó actuando el colombiano Salvador Iglesias. Si bien la Junta Organizadora estableció que
se sesionaría entre el 20 de julio y el 7 de agosto, el calendario sufrió varias alteraciones. Así,
luego de la sesión inaugural, el congreso volvió a sesionar el 28 de julio, es decir, prácticamente
una semana después de inaugurado, y continúo el 29 y 30 de julio, para luego entrar en un receso
de un día. Nuevamente retomó actividades entre el 2 y el 5 de agosto, interrumpiéndose los días
6 y 7 de agosto, para reiniciar el día 8. Finalmente, el evento se clausuró el 10 de agosto.

Las sesiones se realizaban en las horas de la tarde. Los estudiantes debían alternar el tiempo entre
las deliberaciones en el congreso y las actividades festivas programadas. A los estudiantes
extranjeros, por ejemplo, se les invitó a paseos al Salto del Tequendama y a las Minas de Sal de
Zipaquirá, así como a actos cívicos, siendo el más resonado la peregrinación al monumento a los
“héroes anónimos de la Guerra Magna”, en donde se colocó una placa con la leyenda que rezaba:
El primer congreso internacional de estudiantes reunido en Bogotá el 20 de julio de 1910, en
nombre de la juventud universitaria de la Gran Colombia, tributa en este monumento un
homenaje a los héroes anónimos de la independencia de las repúblicas hermanas.

El número de participantes en el congreso fue de 38, distribuidos por naciones de la siguiente


forma: por Ecuador siete estudiantes; por Venezuela cuatro estudiantes y por Colombia
veintisiete estudiantes. La representación colombiana se circunscribió a universidades de Bogotá
y de Medellín (un delegado de la Universidad de Antioquia), lo cual despertó críticas de
estudiantes de otras ciudades. Laurentino Quintana (oriundo del Cauca, pero estudiante en
Bogotá) publicó una nota en un diario unas semanas antes del inicio del congreso estudiantil, en
la que cuestionó que la participación se limitara a Bogotá (es seguro que Quintana hacia esa
queja, al mirar los nombres de los firmantes de la convocatoria y de las Bases del congreso). Se
preguntaba Quintana si, con ese carácter reducido, podía hablarse de un congreso nacional e
internacional de estudiantes. Sin oponerse a la realización del congreso, al que consideró de gran
importancia, Quintana cuestionó su limitada participación, exponiendo una tesis que será
recurrente en otros momentos del activismo estudiantil, y era pretender proyectar lo acontecido
en Bogotá, como si tuviera el carácter de nacional (“… el concepto erróneo que entre nosotros

52
Ver Discurso de Apertura del Congreso Internacional de Estudiantes pronunciado en el Teatro de Colón, por el
ministro de relaciones exteriores, señor doctor don Carlos Calderón, Imprenta Nacional, Bogotá, 1910.

75
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

existe (…) de creer que Bogotá es Colombia, y que lo que aquí se apruebe tiene fuerza obligatoria
para las otras entidades de la Republica”)53.

En esa misma línea de argumentación, Quintana consideró como una prioridad “afianzar más y
más los lazos que deben unir a la juventud colombiana”, lo cual implicaba reconocer las causas
que debilitaban ese interés, entre las cuales mencionaba “ese desprecio que por la juventud del
resto del país –y no solo por la juventud sino por el resto del pueblo Colombiano, se tiene en
algunas ocasiones en esta capital”. Y agregaba:
Además, creemos nosotros que se debió exigir por lo menos un Representante a cada Departamento
en donde hubiera facultad de Filosofía y Letras, como sucede v.g. en Cali. Este representante, salido
del seno de los respectivos planteles, haría algo así como obligatorio todo acuerdo que se decrete en
el Congreso. De lo contrario, aunque se nos objete, que a él vendrán estudiantes de todos los puntos
de la Republica, no pasará lo mismo, porque les falta el título que les da la elección, y así los
resultados prácticos y los anhelos generosos y nobles de la corporación juvenil no serán tan fecundos
como es de desearse. Este representante habría podido ser enviado por las gobernaciones respectivas,
las cuales no habrían esquivado su contingente, haciendo así menos gravosa la ayuda del Gobierno
Nacional, el cual solo haría los gastos de los Representantes del Exterior. Así habrían sido más
nacionales, más fecundas y más obligatorias las decisiones del Congreso 54.

Las observaciones de Quintana sobre la reducida participación en el congreso estudiantil tenían


mucho de ciertas, toda vez que había temas importantes a tratar como la unificación de los
programas universitarios y la equivalencia de los títulos profesionales, cuestiones que merecían
una lectura contrastada de las experiencias de los distintos centros universitarios de Colombia.

53
Ver “Congreso de Estudiantes”, El Vocero (Bogotá), mayo 13 de 1910, p. 2.
54
Concluye Quintana haciendo la siguiente observación: “Ojala se remediara este defecto –único que le
encontramos al Congreso- y por lo menos invitara a las Universidades de Cartagena, Medellín, Popayán y Pasto.
Esto serviría no solo para hacer más fecunda la obra del Congreso, sino que sería un estímulo para la juventud, que
tomaría más empeño en estudiar los asuntos que en él van a tratar; y en el augusto recinto se daría el abrazo
indisoluble que por siempre debe unir a la generación que se levanta, y de ella oiríamos el juramento solemne y
sonoro que prometiera mantener la libertad y la integridad de la Nación, por encima de todo”. Ver “Congreso de
Estudiantes”, El Vocero (Bogotá), mayo 13 de 1910, p. 2. Valga aclarar que en el congreso reunido en Bogotá
participó un delegado de la Universidad de Antioquia, lo que demostraría que si bien no hubo una representación
nacional en el evento, por lo menos no todos los delegados procedían de Bogotá.

76
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

1.1.3 Temas del congreso estudiantil

Como ya se anotó, la Junta Organizadora propuso diez temas para debatir en el congreso de
Bogotá. Esos temas retomaron intereses y preocupaciones que en aquel momento eran de
vital importancia para los estudiantes de Colombia y la región, y que se habían agitado en el
congreso estudiantil de 1908 en Montevideo. Para su tratamiento, se acordó que cada uno se
abordara por medio de informes, es decir, documentos elaborados por comisiones integradas
por dos estudiantes, los cuales serían leídos en las sesiones del congreso. En esos informes
los estudiantes comisionados tenían la libertad de tratar el tema respectivo como quisieran,
teniendo presente que, una vez se concluyera su presentación, se abriría la discusión y se
formularían proposiciones que se aprobaban por el mecanismo del voto público. Las
proposiciones, por cierto, iban dirigidas a los respectivos gobiernos. Los temas con los
estudiantes responsables de presentarlos en el congreso, fueron los siguientes:

TEMA RESPONSABLES NACIONALIDAD


Conveniencia de la unificación de los programas Demetrio García Vásquez y Colombianos
universitarios y equivalencia de títulos profesionales José Julián Villaveces
Conveniencia del método de oposición o de concurso para Eliecer Vargas y Luis F. Guerrero Colombianos
el desempeño del profesorado en las Facultades
Representación de los estudiantes en los Consejos Ciro Caballero y Daniel Peralta Colombianos
Directivos de las Facultades
Becas y canjes de estudiantes José P. Esmeral y Eduardo del Rio Colombianos
Franquicias y privilegios para los estudiantes, intercambio Alberto Abello, Miguel Arteaga y Colombianos
de libros, tesis, revistas. (Bibliotecas internacionales) Miguel Vargas
Adhesión a la liga de estudiantes americanos promovida Alfonso Villegas R. y Colombianos
en Montevideo Alberto Aparicio
Organización de Congresos periódicos entre los Rafael Abello Salcedo y Colombianos
estudiantes de Colombia, Ecuador y Venezuela Luis E. López de Mesa
Fuente: Elaborado por el autor.

Como se destaca en la tabla, las comisiones encargadas de elaborar los informes estaban
integradas solo por estudiantes colombianos, una disposición adoptada por la junta organizadora
desde un comienzo, probablemente para facilitar la preparación del congreso y permitir que los
delegados internacionales dedicaran sus energías a tramitar los apoyos de los gobiernos
respectivos, y contar con el tiempo suficiente para hacer el desplazamiento hacia Bogotá. No
implicaba la disposición que los delegados de Ecuador y Venezuela no pudiesen elaborar y
presentar informes sobre los temas definidos. De hecho, se abrió esa posibilidad y en algunas
sesiones los delegados internacionales presentaron informes. Los delegados presentaban los
informes en sesiones plenarias en las que podían intervenir todos los estudiantes y además hacer
propuestas de proposiciones (como lo hicieron en diversas ocasiones los estudiantes venezolanos
y ecuatorianos) que se sometían a votación.

77
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

En la primera sesión, el 28 de julio, José Julián Villaveces presentó un informe sobre la


Conveniencia de la unificación de los programas universitarios y equivalencia de títulos
profesionales. El informe estaba estructurado de tal modo que pudiese ilustrar, por medio del
contraste, la enseñanza en su país y en los “pueblos avanzados”. En esa dirección, comenzó la
exposición abordando la educación primaria, para luego continuar con la de secundaria y
concluir con la profesional o universitaria. En el primer nivel, Villaveces destacó que en
Colombia, distinto de lo que ocurría en las “naciones avanzadas”, la enseñanza primaria estaba
rezagada porque se aplicaban sistemas que aniquilaban las “energías del niño”, al obligarlos a
“hacer esfuerzos excesivos, que tienen por resultado el idiotismo”55. Contra ese sistema,
Villaveces reivindicaba la idea de la educación como creación de un espíritu de investigación,
estimulado a través del método objetivo formulado por el pedagogo suizo Johann Heinrich
Pestalozzi.

Enseguida Villaveces abordó la educación secundaria, que, en teoría debía producir un hombre
que “se conoce a sí mismo; sabiendo sus derechos tratará de cumplir con sus deberes, y en pleno
desarrollo armónico, intelectual y físico, podrá desafiar sin miedo todos los contratiempos de la
vida”. Sin embargo, en el medio colombiano ocurría, porque al joven se le convertía en una
“máquina de recitar lecciones”, con el resultado de que al final éste salía convencido de que el
colegio era una tortura que no producía ningún bien. No obstante, planteaba Villaveces que la
sola unificación de los programas no conduciría a mejores resultados, debiéndose promover la
unificación de los métodos56.

Finalmente, Villaveces describió el estado de la educación profesional tomando ejemplos de los


programas de Medicina, Derecho y Matemáticas e Ingeniería, para destacar que, pese a los
esfuerzos de ciertas instituciones educativas y de algunos profesionales, el problema principal
radicaba en los métodos de enseñanza. Por tal motivo, reivindicaba lo que denominó las bases
positivas de la instrucción, que, a su juicio, debían aplicarse en los tres países –por motivos de
unidad de raza, lengua, clima e intereses internacionales- y que procedían de Argentina y Chile,
países que eran vistos como modelo. Al final, Villaveces invitó a los delegados de Ecuador y
Venezuela a que solicitaran a los Gobiernos de sus países la igualdad de los estudios en las
Facultades y que los títulos expedidos tuviesen validez en las tres naciones”57.

Los planteamientos de Villaveces provocaron un debate entre los delegados colombianos. Una
vez concluida la presentación del informe, el estudiante Pablo E. Páez pidió que se solicitara al
Congreso de Colombia la derogatoria de los artículos 12, 13 y 14 del Concordato de 1887, y de

55
“Informe del delegado José Julián Villaveces”, Primer Congreso Internacional de Estudiantes de la Gran
Colombia, J. Casis Editor, Bogotá, 1910, p. 29. También presentaron informes sobre este tema el delegado
colombiano Carlos Uribe y el delegado venezolano Tomás Antonio Sanmiguel.
56
Ibíd., p. 30.
57
Ibíd., p. 32.

78
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

los artículos de la ley de Instrucción Pública, “como garantía y base indispensable de la libertad
de investigación y exposición de principios científicos y filosóficos, y como medio nacional de
propender por el positivo adelanto Instruccionista de la Nación, conforme a las exigencias del
progreso contemporáneo”58. La proposición de Páez ponía en la mira el predominio de la religión
en la enseñanza que se impartía en el país, limitando su carácter objetivo y científico; una
característica que se había reforzado, como ya se dijo, con la Ley 39 de 1903, cuyo primer
artículo planteaba que la educación pública en Colombia se organizaría y enfocaría en
concordancia con la religión católica59.

Sería incorrecto decir que existía unidad de criterios entre los delegados colombianos frente a
los temas y los enfoques que eran analizados. De hecho, a propósito de la moción de Páez, ésta
fue controvertida por el estudiante Vargas Eliecer, quien manifestó la inconveniencia de plantear
ciertas discusiones (se refería precisamente a la proposición de Páez), recordando que había un
“acuerdo secreto” entre algunos delegados al Congreso, para que no se mezclaran “en las labores
del mismo, asuntos de la índole del que originaba el debate”60. Abierta la polémica que por
momentos parecía encenderse y que vino a mermar cuando los delegados Maldonado Carbo y
López de Mesa presentaron una proposición en la que, reconociendo que la unificación de los
programas universitarios requería de la “igualdad legislativa de los Estados en materia de
Instrucción pública”, se proponía someter esa consideración al estudio de los Cuerpos
Legislativo de las tres repúblicas61.

En la sesión del 30 de julio, Demetrio García presentó dos documentos para su discusión: uno
sobre la universidad autónoma y neutral, y otro titulado Bases generales de un proyecto para la
organización de la Universidad. En el primer texto, García se refirió a la Autonomía
Universitaria, un tema que se venía agitando en el país desde 1909, cuando el Representante
Rafael Uribe Uribe presentó un proyecto de ley que pretendía reorganizar la Universidad
Nacional62. El proyecto de Uribe, ajustado a su ideal de construir una nación moderna y
sintonizada con los cambios que se debían hacer en la educación del país63, invocaba la necesidad
–“con carácter de urgencia”- de modernizar los estudios universitarios, lo que implicaba estar al
tanto de las nuevas ideas educativas y la modificación de los métodos de enseñanza. Señalaba
Uribe, y aquí coincidía con García Vásquez, que para hacer ciencia se debía reemplazar los
métodos tradicionales de enseñanza, dando mayor importancia a la observación directa y el

58
Ibíd., p. 26.
59
Ver Antonio José Uribe, Instrucción Pública, Disposiciones…, Op. cit., p. 38.
60
“Informe del delegado….”, Op. cit., p. 27.
61
Ibíd., p. 39.
62
Rafael Uribe Uribe, “Proyecto de ley, informe y exposición explicativa sobre reorganización de la Universidad
Nacional”, Labor parlamentaria, Tomo III, Lotería de Medellín, Medellín, 1980. Ver “Proyecto de ley sobre
formación de un patrimonio para la Universidad Nacional”, Revista Universitaria. Órgano de información sobre el
Congreso Internacional de Estudiantes de la Gran Colombia (Bogotá), N°3, mayo de 1910, p. 23 y 24.
63
Eduardo Santa, Rafael Uribe Uribe, Editorial Bedout, Medellín, s.f., p. 335.

79
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

método experimental. En esa dirección, proclamaba que las universidades debían ser científicas,
experimentales, modernas y evolutivas; sólo así éstas dejarían de ser “meras oficinas de
expedición de títulos para ejercer profesiones”64.

De modo que García no partía de la nada al momento de plantear sus reflexiones. Desde la óptica
de García, la proclamación de la universidad autónoma y neutral era una de las principales
reivindicaciones de la juventud universitaria de la Gran Colombia, con la cual estaría garantizada
la apertura a las corrientes científicas, literarias y filosóficas modernas, y permitiría consolidar
“una justa y bien equilibrada organización social”65. Si bien reconocía García que los términos
autónomo y neutral resultaban incomodos y habían sido vedados en Colombia, expresaban las
tendencias contemporáneas de la educación. Por eso consideraba que había llegado el momento
de promover reformas universitarias, “de acuerdo con la índole de las necesidades que los
tiempos actuales reclaman” y una “nueva organización en los planteles de instrucción
universitaria, a fin de dejar abiertas las puertas para que por ellas entren las corrientes
innovadoras de la vida contemporánea”66. Y agregaba:

Así es que las aulas de nuestra Universidad han sido deliberadamente cerradas a la divulgación de
ciertas teorías científicas y filosóficas, basadas en las recientes adquisiciones de los conocimientos
modernos, porque el carácter misoneísta (sic) de gentes alejadas del movimiento de las ideas o
aferradas al sectarismo de determinadas tendencias, las han juzgado peligrosas y perturbadoras para
el quietismo intelectual de sus alumnos, proscritos en el aislamiento de una tradición esterilizada
por la rutina escolástica. La dirección científica y administrativa del Instituto ha estado sometida a
la exclusiva voluntad de los Ministros, que las aventuras de la política ponen al frente de la
instrucción pública, motivo por el cual son generalmente individuos llenos de compromisos
personales, adictos incondicionales del régimen usufructuario del poder, cuya atención está más
comprometida con los intereses de una donación de círculo que con los relacionados al adelanto de
la institución universitaria y, sobre todo, poco preocupados de las urgentes reformas que demanda
nuestra abandonada instrucción popular. Desde luego se deducen las funestas consecuencias que
trae consigo el error de resumir en las manos de una sola persona, que con frecuencia adolece de
insuficiente preparación para dirigir por sí sola el complicado ramo de la instrucción pública que,
como es sabido, requiere un estudio detallado de las necesidades y de los recursos que constituyen
el medio de las diferentes secciones geográficas del país, para llevar a cabo una activa política
pedagógica, que sea como el eje directivo de las fuerzas productoras de la nación 67.

Sin duda, la descripción que hacia García era dura: la universidad no pasaba de ser una simple
oficina del Estado, reducida a un centro burocrático “destinado exclusivamente para expedir
títulos profesionales y desprovista de la más insignificante acción sobre el agregado social”. Para
transformar esa universidad “encastillada” y “cerrada sobre sí dentro de los muros de una
pedantería empachosa”, García retomó la propuesta de Uribe sobre la extensión universitaria,

64
Uribe Uribe, “Proyecto de ley…”, Op. cit., p. 355. Como se afirmó en la nota 50, el proyecto de Uribe Uribe no
prosperó, lo que desencadenó las protestas de los estudiantes realizaron un acto público de protesta en las calles del
centro de Bogotá.
65
“Estudio sobre Universidad autónoma y central presentado por el delegado Demetrio García Vásquez”, Primer
Congreso…, Op. cit., p. 58.
66
Ibíd., p. 59.
67
Ibíd., p. 58.

80
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

una innovación en el contexto colombiano, pensada como un mecanismo que “debería mezclarse
en la corriente de los intereses de las clases populares y contribuir de este modo a la civilizadora
tarea de difundir entre las masas obreras los destellos de la cultura inspirada en los humanitarios
ideales de la confraternidad cristiana”68.

Finalmente, García cuestionó “las añejas prácticas de la instrucción verbal y memorista” que
predominaban en la enseñanza profesional, e invocó la necesidad de “reemplazar la conferencia
retórica y la lección diaria recitada al rigor de un texto, con la exposición razonada y comprensiva
de los hechos y con la demostración experimental en el laboratorio”. Además, pidió que se dotara
a la universidad de archivos, museos, bibliotecas, laboratorios y gabinetes “provistos de
abundancia de cuantos elementos ha menester la especulación científica para la adquisición del
conocimiento de la realidad”. Finalmente, consideró necesario:

modificar completamente el régimen de los exámenes para poner a salvo el decoro y la moralidad
del estudiante, quien ha de preferir el saber fecundo y positivo, antes que el vano halago de verse
declarado sabio prematuro mediante el incierto valor de una calificación obtenida según sea el grado
de habilidad con que haya logrado recitar unas cuantas paginas señaladas por la buena suerte en el
socorrido programa del examen; y por último, cuidar de constituir con solicito empeño la jerarquía
profesional sobre las bases del concurso que ha de proveer, ayudado del sistema de agregación, el
servicio de cátedras múltiples, asignando a los profesores la correspondiente remuneración
pecuniaria que les permita consagrarse al cultivo de la investigación científica, para cumplir
satisfactoriamente con las obligaciones que exige una acertada labor docente” 69.

Estas reivindicaciones sólo podrían convertirse en realidad en un contexto en el que se


garantizara la “autonomía universitaria en la esfera económica y en la dirección científica”. Ahí
radicaba el verdadero problema universitario, según Demetrio García. De ahí que, en se planteara
una moción, en la que se planteaba que, siendo la base de la autonomía universitaria la
independencia económica, como había sido expuesto por García, se recomendaba a los Cuerpos
Legislativos de los tres países la creación de fondos especiales, que serían administrados por las
Universidades, “sin otra intervención del Estado que la del tribunal destinado a examinar las
cuentas”70.

El delegado Carlos Uribe intervino manifestando que la autonomía universitaria era tratada como
un dogma político o una insignia antirreligiosa entre los asistentes al congreso. Defendió la idea
de la autonomía universitaria, indicando que la independencia de las universidades no era “un
dogma liberal”, porque también se aplicaba en universidades de “pueblos conservadores como

68
Ibíd., p. 59 y 60. La idea de la extensión universitaria había sido formulada por Rafael Uribe Uribe en el Congreso
de la República en 1909. En su propuesta, ésta debía operar a través de conferencias y lecturas sobre diversos ramos
del saber, ofrecidas a la sociedad en un lenguaje sencillo. Este recurso, desde la óptica de Uribe Uribe, debía ser útil
para el “bienestar de las clases laboriosas”, y permitir que la universidad pudiese “salir del aislamiento en que se la
ha mantenido, para ponerse en contacto directo con ese pueblo, que es quien la paga y sostiene”. Ver Rafael Uribe
Uribe, “Proyecto de ley…”, Op. cit., p. 373 y 22.
69
“Estudio sobre Universidad autónoma…”, Op. Cit., p. 60.
70
Ibíd., p. 71.

81
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Inglaterra y la rechazan pueblos avanzados como Francia”. Destacó que la educación no podía
estar encomendada al Estado, al ser utilizaba por éste “para cambiar los rumbos científicos de la
educación y dirigir sus esfuerzos en determinado sentido la juventud del porvenir”. En esos
términos, defendió el informe de Demetrio García, al que no catalogó de “revolucionario”, ya
que éste pedía para una Universidad del siglo XX “las instituciones democráticas y autónomas
de una Universidad que se fundó hace 1.400 años”71.

La propuesta de García fue apoyada por los ecuatorianos Esmeral y Arroyo, y el venezolano
Bruzual. Nuevamente el delegado Páez, adscrito a la Escuela Dental, apoyando el proyecto de
García, indicó que se debía proscribir “el proselitismo sectario y el fanatismo dogmático como
base indispensable de toda reforma Instruccionista y de toda transformación saludable de la
enseñanza”. En la enseñanza, agregaba Páez, debían actuar profesores con un comportamiento
neutral y “puramente científico”, con vocación por el estudio y aptitudes científicas y
pedagógicas especiales, alejados de “sectarismos reaccionarios y odiosos”72. Para Páez, existía
una “relación consecuencial” con el tema de la autonomía universitaria:

El espíritu del convenio con la Santa Sede Apostólica es opresivo, inquisitorial, funesto, sobre todo
en punto de instrucción pública. Tiene fuerza de pacto legal y se opone abiertamente y de modo
incuestionable a toda tendencia reformista. Por mi parte continuo participando del concepto de que
mientras estén en vigor, mientras graviten fatalmente entre nosotros los despóticos artículos del
Concordato vigente leídos por mí en una de las anteriores sesiones y en virtud de los cuales no
solamente los textos sino los profesores quedan bajo el arbitrario capricho, bajo la inclemente
jurisdicción y bajo la intolerable intransigencia de los Diocesanos ordinarios y de sus dogmas, toda
iniciativa liberadora que tienda a elevar la instrucción pública al nivel que le corresponde en la época
presente y que se impone como condición misma de la evolución contemporánea y del progreso
universal, son nulas y de una eficacia negativa. Toda reforma que bajo estas bases consagremos
carecerá de fundamento y edificaremos en el aire, y así no sin razón en el fondo se nos moteja
irónicamente de Congreso Infantil en una hoja anónima que ha llegado a mis manos, y cuya literatura
sofistica, ridícula y sosa es bien conocida: literatura jesuítica73.

En la sesión del 3 de agosto se discutió el informe sobre Conveniencia del método de oposición
o de concurso para el desempeño del profesorado en las Facultades, elaborado por el delegado
Luis F. Guerrero. También se leyeron los informes elaborados por Tomas Arocha Sandoval y
por Carlos Uribe. Sobre este asunto había diversas posturas. Inicialmente, se puso a
consideración una proposición en donde se planteaba que el método de concurso era el más
adecuado para la provisión de las cátedras universitarias, por lo cual el Congreso recomendaba
a los Gobiernos de los países representados expedir disposiciones para ponerlos en práctica.
Contrario a esta idea, la cual refutó, el delegado Páez planteó la creación de escuelas pedagógicas
dependientes de la Universidad y alguien propuso solicitar a los jefes de gobierno de los tres
países establecer una facultad pedagógica dependiente de la universidad central respectiva. Se

71
Ibíd., p. 72 y 73.
72
Ibíd., p. 81.
73
Ibíd., p. 82.

82
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

aprobó una proposición que planteaba el método de concursos como el más adecuado para la
provisión de las cátedras universitarias, aunque se aspiraba a que en el futuro esas cátedras se
otorgaron “por el sistema de examen de obras, tal como está establecido generalmente en
Alemania”74.

El informe de Guerrero resaltaba que la elección acertada de los profesores y de métodos de


estudio apropiados, era una de las cuestiones más importantes en la enseñanza. Afirmaba que
“con profesores poco aptos, o sin afición a la enseñanza”, la instrucción decaería así los
programas y reglamentos fueran “progresistas y científicos”. De igual modo, reivindicaba
métodos de enseñanza “amplios y lógicos”, que inculcaran en los alumnos un “espíritu de
investigación y de curiosidad científica” propio de la enseñanza moderna: “Algunos se imaginan
que el estudio y la asistencia a los Liceos y Universidades tiene por objeto único almacenar –y
entre mayor numero mejor- en las cabezas conocimientos, la mayor parte sin digerir, formando
de la ciencia un enciclopedismo, no solo estéril sino nocivo y que forma los peroradores (sic) y
disertadores de tres al cuarto, planta que se da silvestre en nuestras Facultades, por desgracia”75.

En la descripción que hacia Guerrero, existían cuatro


métodos para la elección de profesores: el de nombramiento
directo por el Poder Ejecutivo; el de propuesta de ternas al
Consejo Directivo de cada Facultad (métodos ambos que
han venido usándose en Colombia); el de elección por el
Consejo Directivo de cada Facultad; y el de concurso u
oposición. Este último era el más adecuado, según el
expositor, porque se alejaba de la intriga y permitiría que la
carrera de profesor adquiriera respeto y valoración. Por tal
motivo, pregonó el concurso como forma de selección de
los profesores: “Un profesor elegido de esta suerte, no
debiendo su nombramiento más que a su propio mérito,
quedará independiente y podrá ejercer su ministerio con
toda libertad sin tener que dar cuenta al Gobierno de sus
palabras ni de sus ideas”76. Enseguida vinieron los debates.
El delegado Arteaga objetó las ventajas del método de
oposición presentado en los informes, mientras que
Demetrio García saludó las tesis de los dos informes,
Tulio Enrique Tascón, participante en el destacando que éstas se apoyaban en la experiencia
Primer Congreso Estudiantil de 1910.
alemana. En la sesión del 4 de agosto, se discutió acerca de la representación

74
Ibíd., p. 89.
75
Ibíd., p. 93, 94.
76
Ibíd., p. 95.

83
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

de los estudiantes en los Consejos universitarios. Fue aprobada una proposición que señalaba
que el Congreso aceptaba como “una legítima aspiración la representación de los estudiantes en
los Consejos Directivos, designando al efecto un número justo de puestos en dichos consejos
para que sean ocupados por estudiantes elegidos por el voto directo de sus compañeros”77. Era
esta, como se ha resaltado, una demanda muy sentida de los estudiantes del país y del continente.
El delegado del Colegio del Rosario, por ejemplo, expresó que el régimen en esa institución “no
(era) tan democrático como antes”. Demetrio García días antes había reivindicado el derecho
que la cabía a profesores y estudiantes para “intervenir independientemente en la dirección
administrativa y científica de las universidades”. También se planteó una proposición, elaborada
por tres delegados colombianos, que planteaba “una justa representación en los Consejos
Directivos de la Universidad mediante elección directa de aquellos”78. Finalmente, también se
discutió la pertinencia de crear becas nacionales e internacionales, para lo cual se aprobó una
proposición que encomendaba solicitar a los Gobiernos apoyo para ese propósito y estimular el
canje reciproco de estudiantes de Ecuador, Venezuela y Colombia.

1.1.3.1. Antiimperialismo estudiantil

Los estudiantes reunidos en 1910 no solo se aprestaron a discutir sobre temas de educación.
También lo hicieron sobre otros asuntos que estaban relacionados con la situación política del
continente. No hay que perder de vista que una característica que acompañó a los universitarios
en aquella etapa –aunque en realidad, lo fue en toda la primera mitad del siglo XX- fue su interés
por los asuntos internacionales. De ahí que no resulte extrañó que en el evento hubiese aflorado
como tema de discusión un asunto que precisamente, por su tratamiento, marcó la historia del
congreso estudiantil de 1910: nos referimos a la postura que debían adoptar las naciones del
continente frente a la proyección de los Estados Unidos sobre la región. Al respecto, si bien no
existió en la programación del congreso estudiantil un punto específico dedicado a dicho asunto,
sí hubo discusiones –algunas, por cierto, dieron origen a proposiciones- sobre la presencia de los
Estados Unidos.

Por ejemplo, en la sesión del 4 de agosto, los delegados Luis López de Mesa y Diego Carbonell
(venezolano) presentaron una proposición en la que se solicitaba a los Gobiernos de las tres
naciones representadas en el congreso, hacer esfuerzos para motivar a los estudiantes que salían
de sus países a formarse en otras naciones, a que escogieran destinos que contribuyeran a
cualificarlos para bien de la independencia de sus países de origen, y no a favor del “progreso de
imperialismos adversos”. No había que hacer muchos esfuerzos para entender que se hacía

77
Primer Congreso…, Op. cit., p. 114.
78
Ibíd., p. 90, 114. Además de la participación en cargos administrativos, los estudiantes pedían la alternabilidad
en ellos (Rectorado y Consejos Directivos).

84
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

referencia a los Estados Unidos. La proposición en su integridad permite identificar el


razonamiento que solía hacerse en aquel momento para fijar una posición política de ese estilo:

“El Primer Congreso Internacional de Estudiantes de la Gran Colombia, considerando:


1° Que uno de los más altos ideales que persigue la juventud intelectual de la América latina (sic)
es el mantenimiento de la raza en condiciones que garanticen su independencia de la acción
absorbente de otras razas;

2° Que para ello las repúblicas latinoamericanas deben buscar el desarrollo de su cultura, conforme
con las condiciones de su ser, manifiestas en la historia de un pasado glorioso y en la aspiración a
un porvenir de paz, sin buscar su engrandecimiento en el remedo ilusorio de las cualidades de otras
razas;

Acuerda:

Suplicar respetuosamente a los Gobiernos y a los Pueblos de Colombia, Ecuador y Venezuela se


esfuercen porque los jóvenes que van a buscar un cultivo más intenso a otras naciones escojan
aquellas que convengan mejor a esta aspiración a fin de evitar que, vueltos a sus respectivas patrias,
sirvan de puente al progreso de imperialismos adversos a la independencia de estos países 79.

Reconociendo que el antiimperialismo como planteamiento ideológico ha tenido en América


Latina connotaciones específicas que han cambiado con el paso del tiempo80, es posible sostener
que la postura de los estudiantes esgrimida en 1910, estaba dotada de un sentimiento
marcadamente rodoniano, que, como ya se anotó, circulaba desde 1900 –año de publicación de
Ariel- por los países de la región, y dotó a sectores sociales –intelectuales y estudiantes,
principalmente- de argumentos para tomar distancia de los Estados Unidos. Además de Rodo,
también se debe destacar la influencia del pensamiento de Miguel Ugarte, intelectual y
diplomático argentino, de tendencia socialista, quien a comienzos del siglo XX defendió una
postura similar que plasmó en celebres textos y que lo motivó a emprender un recorrido por
distintos países del continente, alentando a distintos círculos sociales a reivindicar la soberanía
de las naciones ante los riesgos que veía encarnados por las pretensiones de Estados Unidos 81.
Por intelectuales de este corte, y por otros que procedían de otras trayectorias políticas distintas
(pensamos por ejemplo, en el colombiano José María Vargas Vila), el antiimperialismo como
postura política se difundió con cierta fuerza e impactó en sectores sociales diversos. De hecho,

79
Ibíd., p. 115. Es curioso que uno de los autores de la proposición, Luis López de Mesa, posteriormente se fuera a
adelantar estudios en la Universidad de Harvard, luego de haberse titulado en la Facultad de Medicina y Ciencias
Naturales en 1912. Ver Francisco Mario Velásquez Aristizábal, Vida y obra del profesor Luis López de Mesa,
Universidad de Antioquia, Medellín, 1985.
80
Alexandra Pita González y Carlos Marichal Salinas (Coordinadores), Pensar el antiimperialismo. Ensayos de
historia intelectual latinoamericana, 1900 – 1930, El Colegio de México Universidad de Colima, México D.F.,
2012.
81
En ese recorrido, Manuel Ugarte visitó a Colombia en noviembre de 1912, en un momento de agitación política
interna por la discusión sobre el tratado entre Colombia y Estados Unidos, a propósito de los hechos de Panamá
ocurridos en 1903. Ver Norberto Galasso, Manuel Ugarte y la lucha por la unidad latinoamericana, Ediciones
Corregidor, Buenos Aires, 2001. Sobre la concepción antiimperialista de Ugarte, ver Miguel Ángel Barrios, El
latinoamericanismo en el pensamiento político de Manuel Ugarte, Editorial Biblos, Buenos Aires, 2007.

85
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

en Colombia hubo un sentimiento antiimperialista que determinó el surgimiento de protestas


sociales, en las que se pusieron en escena representaciones en torno a la defensa de los intereses
nacionales, que se creía ver amenazados, por potencias extranjeras representadas en actores
como los consorcios económicos82.

Este tipo de razonamientos que circularon en el congreso estudiantil, fueron encarnados por un
individuo como Luis López de Mesa83, quien pretendía recrear un sentimiento que se asumía
como justo, y que encontraba su fundamento en un suceso que lastimó profundamente la
sensibilidad nacional, como lo fue la separación de Panamá84, que había regresado de nuevo al
debate público, a propósito de la firma de los tratados entre Colombia y Estados Unidos 85. Al
respecto, es oportuno recordar que los estudiantes de diversas universidades de Bogotá habían
enviado, en marzo de 1909, una comunicación al Presidente de la Asamblea Nacional con motivo
de la firma de los Tratados, en donde solicitaban el aplazamiento de la discusión sobre los
acuerdos, argumentando que la opinión pública del país no estaba “suficientemente ilustrada”
sobre el asunto, factor que podría interferir en la construcción de un concepto acertado sobre el
asunto86.

Como era de esperarse, la proposición que presentaron López de Mesa y Carbonell fue
vivamente discutida, surgiendo una modificación a la parte resolutiva presentada por los
delegados Uribe, Abello, Villaveces, Esmeral y Caballero Ciro, quienes plantearon lo siguiente:

Suplicar respetuosamente a los Gobiernos y a la prensa de Colombia, Ecuador y Venezuela trabajen


en el sentido de que los jóvenes que vayan a perfeccionar sus estudios y su educación al Exterior,

82
El antiimperialismo, en su vertiente antiestadounidense, presente en sectores sociales de extracción urbana desde
la primera década del siglo XX en Colombia, ha sido analizado por Renán Vega Cantor en Gente muy rebelde.
Mujeres, artesanos y protestas cívicas (Tomo 3), Ediciones Pensamiento Crítico, Bogotá, 2002.
83
Sobre la postura de Luis López de Mesa en el congreso estudiantil, ver Mario Velásquez Aristizábal, “López de
Mesa, agitador revolucionario”, en Correo de los Andes (Bogotá), N° 32, 1985.
84
Sobre la separación de Panamá, López de Mesa afirmaría que “Ningún otro infortunio hirió tanto el corazón de
Colombia”. Ver Luis López de Mesa, Escrutinio sociológico de Colombia, Editorial Bedout, Medellín, 1970, p.
183.
85
Durante la administración de Rafael Reyes (1905 – 1909), éste pretendió, a través de su ministro en Washington,
Enrique Cortes, suscribir un tratado para poner fin a las diferencias surgidas entre Colombia y Estados Unidos, a
raíz de la proclamación de la independencia de Panamá en 1903. La decisión de Reyes terminó por convertirse en
“el florero de Lorente” que originó la crisis de gobierno que condujo a la renuncia de Reyes a la presidencia. Ver
Alfonso López Michelsen, “La cuestión del Canal desde la secesión de Panamá hasta el tratado de Montería”, en
Álvaro Tirado Mejía (Director) Nueva Historia de Colombia, Planeta Editorial, Bogotá, 1989.
86
Ver “Para la historia”, La Joven Colombia (Bogotá) abril 23 de 1909, p. 2. La Comunicación decía la siguiente:
“Los infrascritos estudiantes de la Universidad Nacional y de otros establecimientos de educación, haciendo uso del
derecho garantizado por el artículo 45 de la Constitución vigente, pedimos respetuosamente a esa Honorable
Corporación que, por no estar suficientemente ilustrada la opinión pública respecto de los Tratados celebrados por
el Representante de Colombia en Washington con los Estados Unidos y con Panamá, y por hallarse próxima la
reunión del Congreso convocado por el Ejecutivo a Sesiones extraordinarias, aplace para entonces la discusión de
tales Tratados”.

86
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

no lo hagan en los Estados Unidos, porque su ambiente de imperialismo, al influir en los educandos,
traería con el tiempo graves consecuencias para la independencia de nuestros Estados 87.

La modificación fue negada, aprobándose la versión original por 18 votos afirmativos en la parte
resolutiva, y por 19 en los considerandos. El delegado Esmeral declaró que estaba de acuerdo
con la parte resolutiva pero no con los considerandos; mientras que el delegado Páez hizo constar
su voto negativo al primer considerando, y solo el delegado ecuatoriano Illingworth manifestó
su desacuerdo a toda la proposición. Sin embargo, el asunto no concluyó ahí, ya que enseguida
se plantearon proposiciones más radicales. Por ejemplo, el delegado ecuatoriano Belisario
Quevedo propuso que el Congreso de Estudiantes pidiera a los Gobiernos de las tres naciones
“que las grandes empresas nacionales, como construcción de ferrocarriles, explotación de minas,
canalización de ríos, etc.”, no estuviesen “en manos de Compañías constituidas por individuos
imperialistas, aun cuando por ello ocurran perjuicios económicos de relativa importancia”88. La
proposición de Quevedo fue aprobada sin reserva alguna.

Para ratificar el sentimiento de rechazo al imperialismo, de origen estadounidense,


particularmente, el congreso estudiantil aprobó la adhesión a la Liga de Estudiantes de
Montevideo, concebida como un proyecto que promovía la unidad y fraternidad entre las
naciones y de la “raza latina”89.

1.1.4 Después del congreso estudiantil

A pesar de que Colombia fue sede de un congreso internacional de estudiantes en 1910, evento
que pudo haber despertado en los estudiantes del país un interés por promover dinámicas de
organización, los dirigentes tuvieron dificultades para consolidar –pese a que lo intentaron- un
gremio que los representara. De hecho, lo que predominó –como ocurría antes de 1908- fue un
activismo estudiantil fraccionado y centrado en gran medida en actividades académicas, con
una predominancia de Bogotá como escenario principal. ¿Cómo explicar esa situación?

De entrada, pueden advertirse varias razones. Una, de peso, estaba ya presente en la crítica que
unas semanas antes de la realización del congreso, había resaltado Laurentino V., cuando llamó
la atención sobre la débil representatividad que tenía la preparación del certamen internacional
de 1910. Al haberse restringido –sin querer decir que así se lo propusieron los organizadores- la
participación a estudiantes de la capital, fue difícil comprometer a miembros de instituciones
educativas de otras ciudades en propósitos como los que se derivaron de las sesiones del
congreso, y desde luego, en un proyecto ambicioso como la creación de una organización gremial
de carácter nacional.

87
Primer Congreso…, Op. cit., p. 116.
88
Ibíd., p. 118.
89
Ibíd., p. 215. La proposición incluía un cuestionamiento a la decisión tomada en el congreso estudiantil de
Montevideo, de suprimir el vocablo “latino” a la denominación de la Liga de Estudiantes.

87
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Otra razón radicaría en el relevo generacional, lo que implicó la retirada de quienes habían
promocionado y participado en el congreso de 1910, al concluir sus estudios de pregrado.
Algunos de ellos iniciaron estudios de especialización fuera del país, o se dedicaron a otras
actividades como el periodismo y la política. Por ejemplo, Demetrio García se tituló como
médico en 1912 y al poco tiempo viajó a Paris para continuar su formación profesional en el
Instituto de Medicina Legal y Psiquiatria90. Algo similar hizo Luis López de Mesa, quien luego
de concluir los estudios de Medicina en 1912, se fue a Estados Unidos a adelantar una
especialización en psiquiatría en la Universidad de Harvard, como ya se anotó91. Otros
estudiantes, como Alfonso Villegas Restrepo, se dedicaron al periodismo (será fundador de El
Tiempo en 1911). Estos ejemplos permiten entender por qué los compromisos y tareas que
salieron aprobados del congreso estudiantil no tuvieron en sus principales promotores a
individuos comprometidos en su ejecución.

También es probable que hayan pesado otras razones. Por ejemplo, el hecho de que en Bogotá
se hubiesen concentrado las mayores energías, sin que se hubiese logrado una articulación con
iniciativas estudiantiles de otras ciudades. Esa circunstancia, por cierto, estará presente hasta los
años veinte, cuando se iniciará una dinámica de carácter nacional.
Otra posible explicación debe buscarse en las circunstancias políticas del país, luego de la
celebración del congreso estudiantil. En 1910 se posesionó como Presidente de la Republica,
Carlos E. Restrepo, conservador antioqueño, a nombre del republicanismo. Fiel a los principios
que habían orientado su oposición a la administración anterior, el nuevo mandatario impulsó la
reforma constitucional de 1910 para adecuar el Estado a las exigencias económicas y políticas
del momento, queriendo conservar la paz y la armonía en el país a través de la unidad nacional
y el fortalecimiento de las expresiones democráticas. En ese propósito, intentó promover
reformas en la educación -se manifestó contrario, a pesar de reconocerse como católico, a un
credo en particular-, lo que le generó problemas con el clero católico92.

Para Restrepo, el país necesitaba de una reforma radical en la instrucción pública, práctica y útil,
que no estuviera ligada a fines partidistas ni al sectarismo93. Su visión, en ese sentido, no era
distinta de la formulada por Uribe Uribe tiempo atrás, ni tampoco de la que habían planteado los

90
Demetrio García obtuvo su grado de doctor con la tesis Psicología Patológica de la Emotividad y de la Voluntad.
El Presidente de la tesis, el profesor J. M. Lombana Barreneche la calificó así: “Esta tesis inicia una era muy fecunda
en los estudios de patología mental, y señala los nuevos rumbos que es necesario adoptar en esta materia, bastante
descuidada entre nosotros”. Demetrio García fue el primer especialista con título de psiquiatría en el país. Falleció
en Cali el 26 de diciembre de 1968. Ver Tribuna Medica (Bogotá), octubre 14 de 1968, p. 4.
91
Ver Francisco Mario Velásquez Aristizábal, Vida y obra del profesor Luis López de Mesa,…, Op. cit.
92
Catalina Brugman Álvarez, El fracaso del republicanismo en Colombia entre 1910 y 1914, Tesis de Pregrado en
Historia, Universidad de los Andes, Bogotá, 2000. Una exposición de las bases políticas del republicanismo en
Carlos Eugenio Restrepo, Orientación republicana, Imprenta del Banco Popular, Bogotá, 1972.
93
Darío Mesa, “La vida política después de Panamá”, en Jaime Jaramillo Uribe (Director), Manual de Historia de
Colombia Tomo III, Procultura, Bogotá, 1982, p. 114.

88
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

estudiantes reunidos en 1910. Pese a ser católico, Restrepo pretendió replantear la relación entre
la religión, la política y el Estado. En su mensaje al Congreso de la Republica, al finalizar su
mandato, afirmo: “Creo que nuestra Religión pierde inmensamente con la existencia de partidos
teológicos; que las acciones de los partidos católicos traen funestas reacciones anticatólicas, y
que vendrían males incalculables el día en que los pueblos confundan el catolicismo con
cualquiera de las fracciones militantes, sea para defenderlas, sea para atacarlas”94. Con ese
criterio, el mandatario había puesto de manifestó su desacuerdo con que, por ejemplo, en Boyacá
como en otros lugares del país, los nombramientos de los maestros dependieran de los curas
párrocos. También apoyó el ingreso de profesores extranjeros que introdujeran elementos para
la modernización de la educación, una medida que no era bien vista por el clero95. Estas posturas
le merecieron ataques de la Iglesia Católica, dispuesta a defender el monopolio de la educación
de que gozaba desde la firma del Concordato en 1887. Finalmente, las divergencias jugaron un
papel fundamental en el fracaso de la Unión Republicana, e incidieron para que los estudiantes
continuaran presionando por lograr una reforma en el sistema de enseñanza que se aplicaba en
el país.

La lectura anterior no debe, sin embargo, conducir al desconocimiento de logros que se derivaron
de la organización y realización del congreso de 1910. Entre los aciertos que podrían destacarse,
figuran los siguientes:

El congreso de 1910 fue la primera actividad –de trascendencia por su carácter internacional y
por los asuntos allí tratados- que realizaron los estudiantes colombianos en su larga historia como
actores sociales. Este dato es significativo, si se tiene presente que, sin antes haber realizado un
congreso nacional, se celebró uno de carácter internacional.

La idea de realizar un congreso internacional de estudiantes permitió a los jóvenes colombianos


ser reconocidos como actores capaces de impulsar actividades académicas y emitir lecturas
críticas de asuntos como la educación, el papel de la universidad y la política96.

En torno a la preparación del congreso surgieron dinámicas que marcarán el activismo de los
estudiantes, y que se verán reflejadas en los años posteriores. Por ejemplo, que se haya creado
un medio impreso de comunicación (tal vez la primera publicación estudiantil en el siglo XX),
como lo fue la Revista Universitaria, que fungió como órgano oficial del congreso estudiantil de

94
Carlos E. Restrepo, Mensaje del Presidente de Colombia al Congreso de 1914, Imprenta Nacional, Bogotá, 1914,
p. 14.
95
Brugman Álvarez, Op. cit., p. 95.
96
Ignacio Gomeza Gómez, Configuración e irrupción de un nuevo actor político – social: las juventudes
universitarias latinoamericanas (1908 – 1930), Tesis de Licenciatura en Historia, Universidad Nacional de
Montevideo, 2010.

89
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

1910, que si bien no tuvo una existencia prolongada (dos o tres números), despertó y fortaleció
el interés por la edición de este tipo de publicaciones97.

Otro hecho importante ligado a la realización del congreso de 1910, fue el posicionamiento en
los estudiantes de visiones acerca de la organización y la formulación de demandas y la
deliberación argumentada, entre otras prácticas, que fortalecieron el activismo estudiantil.
Precisamente, sobre la organización estudiantil, los impulsores del congreso tenían como
objetivo estimular una organización estudiantil de carácter nacional, para lo cual elaboraron un
proyecto que se denominó Asociación de los Estudiantes de Colombia, el cual se describía en
doce artículos que contemplaban aspectos como el carácter de los miembros constitutivos y la
estructura organizativa (representantes, consejos directivos, etc.). La futura asociación
estudiantil tendría una proyección nacional y de ella podrían hacer parte estudiantes que
estuviesen vinculados formalmente a alguna institución educativa (universidad o colegio), pero
además, quienes sin pertenecer a ningún establecimiento de enseñanza, se hubiesen asociado
“con el fin de cultivarse”98.

Finalmente, otro logro derivado de la realización del congreso de 1910, fue la discusión de
cuestiones que desde entonces serán constantes en el activismo de los estudiantes del país. Nos
referimos a asuntos como la autonomía universitaria, la extensión universitaria y la adopción de
posturas nacionalistas frente a la proyección de los Estados Unidos sobre la región, que era vista
como una amenaza. Como se ha resaltado, estos asuntos fueron tratados mucho antes de que
estallara el conflicto en la Universidad de Córdoba en 1918 y que de éste se proyectaran sus
efectos ideológicos sobre todo el continente. El desconocimiento de lo debatido en el congreso
de 1910 realizado en Colombia, ha contribuido a que se resalte lo suscitado en Argentina en
1918, desconociéndose el hecho de que varias de las cuestiones que allí afloraron ya habían sido
advertidas y discutidas por los estudiantes en Montevideo en 1908 y en Bogotá en 1910. Por esa
misma vía, se ha olvidado que los intentos por reformar la educación no empezaron con German

97
Un campo de análisis ligado al objeto de nuestra investigación –aunque no abordado aquí por la magnitud del
mismo- es el de las publicaciones estudiantiles, llámense periódicos, revistas, etc. Entre las primeras publicaciones
estudiantiles del siglo XX debe mencionarse la Revista Jurídica, que comenzó a editarse desde 1906. En 1910
circulaba la Revista de Matemáticas E Ingeniera. Órgano de los Estudiantes de la Facultad, cuyo objetivo era,
según se anotó en la nota editorial del primer número, “trabajar por el engrandecimiento de la Facultad y de estimular
a los estudiantes que quieran dar a conocer sus adelantos científicos”. Más adelante, la nota hace la siguiente
precisión: “Para poder cumplir bien el deber que nos hemos impuesto, hemos creído conveniente no dejar entrar
nunca en nuestra Revista artículos políticos. La política se ha apoderado en Colombia, desde tiempo inmemorial,
de todos los espíritus. Ha perturbado las labores de las escuelas y colegios, y nos ha llevado al estado más
lamentable. Ella no engendra sino odios y dificultades, e impide que el estudiante se consagre en un todo a sus
labores científicas; de tal modo, que al admitir nosotros cuestiones políticas, no haríamos otra cosa que desvirtuar
el fin que nos hemos propuesto, e impedir que él tenga el buen resultado a que aspiramos”. Y además: “Las labores
del ingeniero son casi siempre independientes de estas cuestiones y se concretan sólo a dar a sus estudios teóricos
una aplicación práctica, útil a la sociedad y a la Patria”. Ver “Nota editorial”, Revista de Matemáticas e Ingeniería.
Órgano de los Estudiantes de la Facultad (Bogotá), N°1, junio de 1910, p. 1 y 2.
98
Artículo 1°, citado por Alberto Gómez Martínez, Estudiantes y cambios generacionales…, Op. cit., p. 56.

90
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Arciniegas y otros líderes estudiantiles del momento, siendo más justo decir que éstos
continuaron una dinámica que había comenzado una generación estudiantil varios años atrás99.

Si bien fue este el panorama posterior al congreso de 1910, no debe esto conducir a creer que los
estudiantes colombianos desaparecieron de la escena pública hasta el año 1919, momento que
cierra la primera etapa en la periodización que hemos propuesto en el intento de describir e
interpretar la presencia de los estudiantes colombianos en la primera mitad del siglo XX. De
hecho, los estudiantes de Bogotá y de ciudades como Popayán, Medellín y Cartagena,
continuaron promoviendo formas de asociación de carácter académico y político, como las
sociedades académicas, las ligas universitarias y los clubes estudiantiles. Esto último es de
especial importancia porque permite establecer como tesis que la etapa previa al surgimiento de
organizaciones estudiantiles de carácter nacional, estuvo marcada por la creación y existencia de
pequeñas asociaciones que jugaron papeles destacados en la configuración de las identidades
estudiantiles en contextos locales y regionales.

En efecto, en el espectro del asociacionismo estudiantil de la época, se destacaron las sociedades


académicas, cuya historia en Colombia se remonta al último tercio del siglo XIX, cuando, de la
mano con el movimiento cientificista impulsado por los liberales radicales, se creó un
movimiento a favor de la ciencia y el conocimiento como herramientas indispensables para la
transformación social y cultural del país100. Como una consecuencia de ese movimiento
científico, en 1897 se creó la Sociedad Jurídica de la Universidad Nacional, compuesta por
alumnos de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas101, la cual debió interrumpir sus labores,
como ocurrió con las universidades y centros educativos de la capital, a raíz de la Guerra de los
Mil Días. Pasada la contienda militar, instituciones como la Universidad Nacional retomaron sus
funciones, y se fundaron o reorganizaron sociedades científicas en Bogotá. Además, el Estado
reconoció como oficiales a las sociedades de Medicina de Medellín, Barranquilla, Cartagena y
Cali, las sociedades de Ingeniería y Jurisprudencia de Medellín y la Academia de Historia de
Antioquia102. Así resurgió la idea en los estudiantes de conformar sociedades científicas al
interior de las Facultades, concebidas como foros de difusión del pensamiento académico y como
espacios para la construcción de solidaridad.

99
La observación es de Ricardo Arias Trujillo, Los Leopardos. Una historia intelectual… Op. cit., p. 63.
100
Un estudio sobre el surgimiento de las sociedades científicas en el país es el de Diana Obregón Torres, Sociedades
científicas en Colombia. La invención de una tradición 1859 – 1936, Banco de la Republica, Bogotá, 1992.
101
Carol Villamil Ardila, Aproximación histórica a la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la
Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, Bogotá, 2001, p. 52. La
autora precisa que fue en 1897 y no en 1908, cuando se fundó la Sociedad Jurídica. Desde 1898 existía en Medellín
la Sociedad Antioqueña de Jurisprudencia, al parecer, con una participación limitada de estudiantes. Sus miembros,
entre quienes se destacó Fernando Vélez y Samuel Velilla, editaron desde 1903 la Revista Jurídica. Ver Revista
Jurídica (Medellín), N° 1, octubre de 1903.
102
Obregón, Op. cit., p. 148.

91
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

El 4 de julio de 1908, trece estudiantes de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas (Joaquín


Guell, Tulio Enrique Tascón, Salvador Iglesias, Federico Puertas J., Jorge González García, José
Hipólito Andrade, José Salcedo, José Antonio Vargas Torres, Liborio Escallón, Manuel Higuera,
Ricardo Serpa, Teodomiro Calderón D. y Remigio González G.)103, decidieron reconstituir la
Sociedad Jurídica de la Universidad Nacional, que ya entre 1897 y 1898 había gestado sus
primeros logros. Al año siguiente, el 8 de febrero de 1909, adquirió personería jurídica la
sociedad. Dos meses después, el 4 de septiembre de 1908, apareció el primer número de la
Revista Jurídica, que serviría como órgano de difusión de la organización estudiantil. Lo anterior
permite evidenciar distintas iniciativas estudiantiles independientes de las directivas
universitarias, que, si bien prestaron su patrocinio institucional, se mantuvieron ajenas a la
dirección y administración de la sociedad, la cual recaló siempre en los estudiantes miembros104.

A propósito de esto último, la Sociedad Jurídica, que se regía por unos estatutos, definió como
su objetivo institucional “estrechar los vínculos entre los alumnos de la Facultad, desarrollar los
hábitos de estudio y difundir las nociones de la Justicia y del Derecho”. También se propuso
reunir “en un solo cuerpo los esfuerzos de los jóvenes que se dedican a la abogacía, estrechar los
vínculos del compañerismo y hacer lo más posible por el estudio”105. El ingreso a la asociación
se regulaba a través de concursos científicos que se abrían anualmente para llenar las vacantes,
y en donde actuaban como jurados notables jurisconsultos que oficiaban como profesores.
Además de los socios de número –estudiantes de la Facultad seleccionados-, la Sociedad Jurídica
vinculaba como honorarios a personalidades ligadas al entorno jurídico y político del país, y a
miembros de las misiones diplomáticas con asiento en Bogotá. En sus sesiones (una por semana,
según estipulaban los estatutos) y en las páginas de la Revista Jurídica, fueron tratados diversos
temas del derecho, de la política y de la economía, entre los que sobresalieron los partidos
políticos, las relaciones internacionales, el sistema penal, los derechos del hombre, los modos de
tradición de la propiedad, la servidumbre, el matrimonio, la esclavitud, el acceso de la mujer a
la educación, entre otros. Por todas estas razones, la Sociedad Jurídica gozó en aquel tiempo de
un alto prestigio en el contexto académico local y nacional106.

Ahora bien, pese a que se definía como un espacio de orientación “meramente científica”, la
política permeó los ambientes internos de la Sociedad Jurídica y motivó actitudes que se
tradujeron en posturas –siempre cobijadas por una visión académica- ante situaciones de orden
nacional e internacional. Lo anterior se dio así, pese a que, en una postura que era común en

103
Los estudiantes Joaquín Guell, Tulio Enrique Tascón y Salvador Iglesias, estuvieron vinculados desde un
comienzo a la junta organizadora del congreso estudiantil de 1910, y participaron del mismo. Los tres oficiaron en
distintos momentos (entre 1908 y 1909), como presidentes de la Sociedad Jurídica. Más adelante (1910) ingresaron
a la sociedad los estudiantes Alfonso Villegas Restrepo, Alberto Aparicio, Eliecer Vargas, participantes en el Primer
Congreso Internacional de Estudiantes de la Gran Colombia de 1910.
104
Villamil Ardila, Aproximación histórica…, Op. cit., p. 64.
105
Ver Revista Jurídica (Bogotá), septiembre 4 de 1908, p. 3.
106
Ver “Sociedad jurídica de la Universidad Nacional”, (Bogotá), julio 7 de 1916, p. 2.

92
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

distintos sectores de la vida pública del país, propugnaba por apartarse del “peligroso sendero de
las polémicas políticas”107. Así se vio reflejado cuando, por ejemplo, se hicieron críticas al
Gobierno, especialmente por aspectos referidos a la educación universitaria y a temas polémicos
como el asunto de Panamá y la Doctrina Monroe. A propósito de esto último, no debe olvidarse
que la idea de realizar el congreso estudiantil de 1910 en Bogotá, fue impulsada, como se ha
indicado, por miembros de la Sociedad Jurídica.

La Sociedad Jurídica también promovía reuniones de entretención alrededor de la erudición y


cultura108. Además, mantenía relaciones y hacia canjes con agremiaciones estudiantiles de
Colombia109 y de otros países, y en ocasiones parecía actuar a nombre de los estudiantes
colombianos. Con el paso del tiempo, la finalidad de la Sociedad Jurídica se transformó. A
finales de la segunda década, por ejemplo, se introdujo una reforma estatutaria que establecía
que la Sociedad Jurídica velaría “por el desarrollo de las ideas de confraternidad y solidaridad
entre los estudiantes y por el compactamiento (sic) de la juventud colombiana y el acercamiento
de ésta a la de Hispano – América (sic)”110. Esta postura se reflejó en hechos como el intercambio
de comunicaciones entre la Sociedad Jurídica y agremiación estudiantiles de otros países. Por
ejemplo, en diciembre de 1919, la Sociedad Jurídica envió a la Federación de Estudiantes del
Perú un saludo, y hacía votos por un acercamiento cordial entre los estudiantes americanos y
planteaba que cualquier conflicto entre las naciones debía solucionarse acudiendo a la armonía
y la conciliación111.

107
Ver “Nota editorial”, Revista Jurídica (Bogotá), mayo 15 de 1911, p. 1.
108
Ver “La fiesta de anoche en la Facultad de Derecho”, El Heraldo (Bogotá), julio 4 de 1922, p. 1.
109
Un registro de algunas publicaciones estudiantiles que llegaron a manos de los miembros de la Sociedad Jurídica,
las cuales aparecen registradas en los números de la Revista Jurídica, arroja lo siguiente: El Faro (Costa Rica),
Revista Universitaria (Caracas), La Evolución (Montevideo), La Universidad (San Salvador), Revista de la
Universidad (Tegucigalpa) San-Ev-Ank (México), Tribuna de la Juventud (Buenos Aires), Revista Universitaria
(Lima). También recibía publicaciones de ciudades como Cali, Popayán y Medellín.
110
Villamil Ardila, Aproximación histórica…, Op. cit.
111
Ver “La Sociedad Jurídica y la Federación de Estudiantes del Perú”, El Diario Nacional (Bogotá), diciembre 4
de 1918, p. 1.

93
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Bernabé Riveros, ex presidente, secretario y tesorero de la Sociedad Jurídica.


Fuente: Revista Jurídica (Bogotá), agosto – septiembre de 1924, p. 321.

Es importante destacar que también existieron sociedades jurídicas en otras ciudades donde había
programas de Derecho. En 1918, se había constituido la Sociedad Jurídica en la Universidad de
Cartagena, con el fin de “ensanchar los conocimientos de sus miembros”112. Ese mismo año se
creó la Sociedad Jurídica en la Universidad del Cauca, la cual eligió una directiva y pronto editó
su propia publicación113. También se habían constituido sociedades académicas en carreras como
Ingeniería y Matemáticas. En 1911 ya existía en Bogotá la Sociedad de Matemáticas y en 1920
se constituyó la Sociedad de Ingeniería de la Universidad del Cauca. En algunos colegios
también existían asociaciones como la Sociedad Jorge Isaacs del Colegio Araujo y Ramírez de
Bogotá (1919).

A finales del siglo XIX existían sociedades literarias en la Universidad de Popayán, como lo
recuerda Gustavo Arboleda, quien indica que era costumbre en los estudiantes dar origen a ese
tipo de asociaciones. En las sesiones que se realizaban, recuerda Arboleda, “figuraba la lectura
de las composiciones que sobre temas determinados se les habían dado con anticipación a los
socios para que las escribieran: lectura de algún trozo o articulo selecto y a renglón seguido una
disertación sobre ese artículo o la crítica del mismo”114. También editaban hojas sueltas a las que
denominaban periódicos. Se reunían en las casas de los miembros, aunque después o
simultáneamente, según las circunstancias, lo hicieron en espacios de las Facultades.

112
Ver “Sociedad Jurídica de la Universidad de Cartagena”, Revista Universitaria. Órgano de la Universidad de
Cartagena (Cartagena), julio 31 de 1918, p. 29.
113
Ver “Sociedad Jurídica de la Universidad del Cauca”, Revista Jurídica (Bogotá), N° 103 y 104, marzo y abril de
1919, p. 191.
114
Gustavo Arboleda, Evocaciones de antaño. Mis memorias, Arboleda Imp., Cali, 1926, p. 287.

94
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

En 1915 se dio origen en Bogotá a la Sociedad Literaria de Rubén, la cual buscaba trabajar “por
la unión intelectual de los países de habla hispana”115. Otra asociación estudiantil destacada en
la capital era el Centro de Derecho Internacional, que como solía ocurrir con asociaciones de
otro tipo, acudió a la prensa para poner en conocimiento del publico sus actividades y posturas
frente a acontecimientos de la vida nacional e internacional. En abril de 1917, por ejemplo, el
CDI dio a conocer una proposición aprobada en una sesión, relacionada con los hechos derivados
de la guerra mundial, y en la que, invocando una idea de patriotismo, saludaba al Gobierno
nacional y le deseaba la mejor de la suerte en el manejo de la situación116. Un año antes,
estudiantes de la Facultad de Medicina fundaron un Club de Estudiantes de Medicina, con el fin
de mejorar su funcionamiento y ser, “al mismo tiempo que estímulo para la solidaridad
estudiantil, ejemplo de laboriosidad y energía117.

Entre las sociedades académicas del país se establecieron relaciones que promovían el
intercambio de ideas y publicaciones. En 1920, miembros de la Sociedad Jurídica de la
Universidad del Cauca, enviaron el siguiente saludo a la Sociedad Jurídica de la Universidad
Nacional:

Tenemos motivos de especial agradecimiento para con los miembros de la Sociedad Jurídica de la
Escuela de Derecho de la Universidad Nacional de Bogotá quienes movidos por un espíritu de
confraternidad y solidaridad, no han esquivado los medios para estrechar más las relaciones con los
miembros de la nuestra. Para ello no se han contentado con enviarle a nuestra Sociedad una atenta
nota de saludo sino que también nos han remitido algunos ejemplares del órgano de su publicación
Revista Jurídica, la que hoy en día forma parte muy valiosa de la incipiente biblioteca de nuestra
Sociedad118.

Los casos mencionados permiten establecer que si bien los estudiantes no contaron con
organizaciones de carácter gremial y nacional, como las que se conocerán a partir de 1919,
destinadas a lograr beneficios para su formación profesional, no renunciaban a promover
iniciativas por otros canales, que permitieran obtener demandas y ser espacios para la
sociabilidad y la construcción de identidad social. Eso explicaría que en ocasiones las sociedades
académicas cumplieran funciones gremiales invocando, por ejemplo, el establecimiento de
reglamentaciones y mejoramiento de las profesiones. De modo que, posterior a 1910, se observa
a los estudiantes elevar memoriales o publicar manifiestos que consignaban demandas

115
Ver “Sociedad Literaria de Rubén Darío”, La Época (Bogotá), marzo 19 de 1919, p. 2. Como Subsecretario de
la Sociedad oficiaba Augusto Ramírez Moreno.
116
Ver “El Centro de Derecho Internacional”, El Diario Nacional (Bogotá), abril 13 de 1917, p. 1.
117
Ver “Iniciativas de los estudiantes de la Facultad de Medicina”, El Diario Nacional (Bogotá), marzo 8 de 1916,
p. 7.
118
Ver Revista de Derecho y Ciencias Políticas. Órgano de la Sociedad Jurídica de la Universidad del Cauca
(Popayán), N°20, octubre de 1920, p. 104.

95
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

relacionadas con el reconocimiento de las carreras profesionales, la calidad de la enseñanza o la


preparación de los profesores119.

El activismo estudiantil en las ciudades era, si no constante, por lo menos frecuente. En la Costa
Caribe, por ejemplo, se dio origen a la Liga Costeña, integrada por estudiantes de Atlántico,
Bolívar y Magdalena120.

En este marco histórico que recrea el asociacionismo estudiantil en la década de los años diez,
hay un hecho que se destaca y es la nucleación formal de los universitarios, a través de
organismos, en los partidos liberal y conservador. Sobre este asunto, es de anotar que, siguiendo
una tradición que se puede ubicar en el siglo anterior, los estudiantes del país se adscribían en
asuntos de política tanto a uno u otro de los partidos. Sin embargo, en los años que abordamos
las fuentes de información muestran un permanente nucleamiento que se manifiesta a través de
la creación de asociaciones políticas. Para las elecciones presidenciales de 1910, un grupo de
más de doscientos universitarios de distintas Facultades y “naturales de distintas secciones del
país”, dirigió a los diputados de la Asamblea Nacional Constituyente, una carta en donde pedían
el apoyo para la elección de José Vicente Concha como Presidente de la Republica121. En
noviembre de 1918, un grupo de jóvenes dirigió una comunicación al Presidente del Directorio
Nacional de la Unión Conservadora, en la que anunciaban la decisión de constituir una
organización juvenil, como respuesta a la disgregación en que se hallaba la juventud
conservadora, según comentaban. La unidad de los jóvenes conservadores “bajo una
organización cordial y desinteresada, sería entonces sí, capaz de ofrecer no escaso contingente
al Partido, cuyo afianzamiento en el Poder tanto y tan justamente debe preocuparnos”122.

En las filas del liberalismo ocurría lo mismo. En esas toldas los jóvenes universitarios dieron
origen, en el período que analizamos, a los centros liberales universitarios. En enero de 1917 se
constituyó el Centro Liberal Universitario, “encargado de dirigir la acción uniforme y decidida
de la juventud liberal universitaria”, para las elecciones prontas a realizar123. En la proposición
emitida, se reproducían tesis similares a las esgrimidas por los universitarios conservadores:

119
En junio de 1917, estudiantes de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas dirigieron una comunicación al
Ministro de Instrucción Pública, solicitando la contratación de profesores extranjeros, como disponía la ley, para
las cátedras de Hacienda Pública, Estadística y Sociología. Expresaban los firmantes: “Nuestras enseñanzas
universitarias son por extremo deficientes. Salvo una que otra materia, podemos afirmar que en lo relativo al
derecho, y más especialmente a las ciencias sociales, carecemos del personal que tenga la debida preparación para
su enseñanza. Faltan cátedras cuya existencia es hoy de fundamental importancia en todo instituto universitario”.
Ver “Renovación de la enseñanza universitaria”, El Diario Nacional (Bogotá), junio 13 de 1917, p. 1.
120
Ver “El Comité Universitario de la Liga Costeña”, El Diario Nacional (Bogotá), agosto 3 de 1919, p. 2.
121
Ver “Habla la juventud universitaria”, El Vocero (Bogotá), julio 13 de 1910, p. 2.
122
Ver “Organización de la juventud conservadora”, La Época (Bogotá), noviembre 30 de 1918, p. 1.
123
Ver “Manifiesto del Comité Liberal Universitario a los estudiantes liberales de la capital”, El Diario Nacional
(Bogotá), abril 21 de 1917, p. 1.

96
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

El Centro Liberal Universitario se complace en comunicar su instalación a la Dirección Nacional


del Partido y al Directorio Liberal de Cundinamarca, y se honra en ponerse a sus órdenes en todo lo
que tienda al triunfo del genuino liberalismo. Asimismo, presenta cordial saludo a la prensa liberal
y republicana del país, especialmente a aquella que fue anatematizada por la Conferencia Episcopal,
y la excita, en nombre de la juventud liberal, a continuar imperturbable la lucha por los fueros del
poder civil contra los excesos del clericalismo124.

Miembros del Centro Universitario Conservador con Marco Fidel Suarez.


Fuente: Cromos (Bogotá), 1917.

Estas asociaciones –con directivas elegidas internamente- eran apoyadas por la prensa afín a los
dos partidos políticos. Por ejemplo, el Centro Universitario Conservador, como pasó a
denominarse la organización juvenil conservadora, enviaba saludos a los directores de periódicos
conservadores en Bogotá, como La Crónica, La Época y El Nuevo Tiempo, en los que celebraba
el apoyo que daban a “las doctrinas conservadoras y de los principios tutelares de la sociedad”125.

Este comportamiento estudiantil tuvo incidencias profundas en sus comportamientos, y en cierto


sentido, serán una marca cultural que los acompañará durante la primera mitad del siglo XX. De
hecho, en la historia del comportamiento gremial y político de los universitarios del país –uno
de nuestros intereses en esta investigación- se observa una permanente fluctuación entre los
campos de lo gremial y de lo político, que en ocasiones fue sorteado con astucia para evitar
divisiones internas, pero en otras no lo fue así, provocando tensiones que, como ocurrió en los
años treinta y cuarenta, impidieron el agrupamiento de los estudiantes del país.

Desde luego, las relaciones entre los partidos políticos (con sus ideologías, programas,
protagonismo de los liderazgos internos) y el activismo estudiantil en Colombia en la primera
mitad del siglo XX, son un objeto de análisis que debe abordarse sin ligerezas que pueden

124
Ver “Juventud universitaria”, La Juventud (Frontino), diciembre 30 de 1917.
125
Ver “Centro Conservador Universitario”, La Época (Bogotá), abril 12 de 1919, p. 1.

97
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

conducir a conclusiones apresuradas, una práctica que, por cierto, ha sido bastante común cuando
se estudia el papel de los partidos políticos tradicionales en la historia del siglo XX. Por ahora,
nos interesa destacar que en la década de 1910, los universitarios del país otorgaron un
significado especial a la identificación política partidista, que los condujo a elaborar manifiestos
y reclamar públicamente afiliaciones tanto en uno como en otro bando. Y no en pocas ocasiones,
llevó que se pusieran a disposición de los partidos, como soldados de batalla, para impulsar
campañas electorales e incluso para participar en ellas como candidatos126.

Aun así, fue posible que los universitarios no renunciaran a cuestiones que resultaban de valía
para ellos. Nuevamente insistimos aquí en la intención de construir una asociación gremial que
reuniera a todos los estudiantes del país, más allá de las profesiones que estudiaban y de las
corporaciones (sociedades, núcleos, etc.) de las que hacían parte. De hecho, hay evidencias de
que en esa etapa, posterior al congreso de 1910 y antes de 1919, los universitarios ensayaron
iniciativas que buscaban ese fin. Por ejemplo, en mayo de 1911, miembros de las sociedades de
estudiantes de Bogotá, convocados por la Sociedad de Matemáticas, discutieron acerca de la
constitución de la Asociación General de Estudiantes Colombianos, para lo cual intentaron
promover elecciones de los Consejos Directivos ese mismo año127.

El interés por avanzar en el propósito no fructificó, por razones que no se pueden precisar. Sin
embargo, varios años después volvió a retomarse el proyecto. Y, de nuevo, la ruta que se tomó
fue la misma de 1911. Cinco años después, en mayo de 1916, un grupo de estudiantes de
diferentes Facultades de Bogotá –esta vez la fuente no menciona a los participantes como
miembros de sociedades académicas- se reunió “con el objeto de constituir una Junta provisional
y hacer un llamamiento a todos los estudiantes de la capital para proceder a la organización y
unificación de los diversos elementos del gremio”. Una proposición aprobada por unanimidad,
recogió el interés principal que acompañó a los estudiantes reunidos: “La Liga Universitaria hace
constar que desde su sesión inicial se empeña por la reforma radical y autónoma de la
Universidad Nacional, con ánimo decidido”128.

126
El siguiente dato sirve para ilustrar el efecto de la política en el activismo estudiantil. Para las elecciones locales
de 1918, varios estudiantes vinculados a la Sociedad Jurídica de Bogotá, actuaron como candidatos en sus
respectivos departamentos. Entre ellos: Rafael Ángel Donado (había sido director de la Revista Jurídica), para la
Asamblea de Atlántico; José Jorge Núñez para el departamento del Magdalena; Rafael Tafur Guerrero para el
departamento de Bolívar; Bernabé Riveros para el departamento de Cundinamarca (como primer suplente); Santiago
Jiménez Arrechea para el departamento del Valle y Rafael Campo para la Cámara de Representantes (suplente) del
departamento del Magdalena. La forma como es presentada la información sobre la elección de los estudiantes, es
diciente del clima político que acompañaba a los miembros de las sociedades: “Con placer registramos los triunfos
adquiridos por nuestros compañeros de estudios en la Sociedad. La Sociedad ha triunfado con los laureles de sus
hijos en el pasado debate electoral, en el cual fueron elegidos varios miembros para ocupar varios puestos en las
diversas Asambleas de los Departamentos”. Ver Revista Jurídica (Bogotá), N°101 – 102, enero y febrero de 1919,
p. 93.
127
Ver “Asociación de estudiantes”, Revista Jurídica (Bogotá), mayo 15 de 1911, p. 34. Asistieron a la reunión
cuarenta estudiantes.
128
Ver “Liga Universitaria”, El Diario Nacional (Bogotá), mayo 17 de 1916, p. 5.

98
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

De ese modo se daba comienzo a un nuevo esfuerzo que, en los días siguientes, contempló
actividades como la difusión de la iniciativa y de una hoja de ruta que contempló la programación
de un congreso nacional de estudiantes, aprovechando que el congreso estudiantil de Quito,
programado para 1912, no había podido realizarse. En esa dirección, la Liga Universitaria
pretendió avanzar en la organización del congreso estudiantil que debía iniciar sesiones el 7 de
agosto de 1916. Para ello se elaboraron unos estatutos que contemplaban la participación de tres
delegados por cada una de las Facultades universitarias de Bogotá y dos por cada una de las que
integraban las universidades departamentales, mientras que de la Universidad Republicana de
Bogotá, el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario y la Escuela Dental Nacional se podrían
enviar dos delegados por cada institución.

Del congreso estudiantil debían salir acuerdos relacionados con la instrucción pública, con
carácter de reformas para ser presentadas al Ministerio de Instrucción Pública, “solicitando de él
que los presente al Congreso de la Republica, para que esta alta corporación resuelva si en su
concepto han de ser o no leyes”. Finalmente, se destacaba en los organizadores el interés por
hacer un evento representativo y propositivo, para lo cual abría la posibilidad de que, desde los
centros universitarios, se remitieran proyectos para ser discutidos129. El propósito de los
estudiantes recibió saludos de apoyo. Un diario liberal destacó el que, según su opinión, debía
ser uno de los derroteros del evento estudiantil:

Está en el ambiente la necesidad de una reforma en los sistemas de instrucción pública; ninguno de
los partidos políticos de nuestra tierra discute la urgencia inminente de ese problema nacional. Todos
admiten su evidencia, pero ninguno que tenga en su mano los elementos de transformarla en sentido
moderno y progresista, se atreve a tocar esa piedra sacramental, que es hoy el motivo determinante
de nuestro proceso científico.

Otro derrotero señalaba:


(…) En nuestro país, realmente, muy poco se sabe de las nuevas corrientes ideológicas que a diario
agitan a los públicos estudiantiles de las grandes capitales. No se conocen unos a otros los
estudiantes; y aquella transfundición del sentimiento nacional que se establece en el alma de los
estudiantes de un mismo país, y que trae como consecuencia la comunidad de un símbolo y la
diferenciación del ideal de un Estado o de un pueblo, es débilmente cultivada entre nosotros, y casi
incomprendida toda la magnitud de su alcance patriótico y nacional 130.

Sin embargo, la iniciativa estudiantil fracasó. Las razones fueron advertidas por los estudiantes:
pese a haberse redactado circulares, solicitado apoyo del Congreso Nacional y del propio
Presidente de la Republica José Vicente Concha, finalmente se obtuvo “la negligencia del
público, la indiferencia del Congreso y la absoluta falta de interés del señor Concha”131.

129
Ver “Congreso nacional de estudiantes”, El Diario Nacional (Bogotá), junio 6 de 1916, p. 5. Los estatutos eran
ocho, y mencionaban asuntos como la elección de delegados, la metodología, fecha y extensión del congreso.
130
Ver “Congreso nacional de estudiantes”, El Diario Nacional (Bogotá), mayo 31 de 1916, p. 1.
131
Ver “Notas editoriales”, Revista Jurídica (Bogotá), mayo y junio de 1919, p. 194.

99
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

1. 2. Segunda Etapa: 1919 - 1934

Esta segunda etapa es, a nuestro juicio, la más brillante que ha tenido el activismo estudiantil en
la historia de la primera mitad del siglo XX, por varias razones: se crea la Federación Nacional
de Estudiantes, se realizan cuatro congresos nacionales estudiantiles, se logran conquistas que
favorecen la experiencia estudiantil (por ejemplo, la Casa del Estudiante en varias ciudades), se
institucionalizan actividades como la Fiesta del Estudiante, se promueve una campaña a favor
del ingreso de la mujer a la universidad, se reivindica la reforma universitaria, entre otras. La
etapa está caracterizada por hechos del siguiente tenor:

a. Cambio de régimen político (de la Hegemonía Conservadora a la Republica Liberal), con las
consecuencias derivadas de ese acontecimiento en el imaginario político de los estudiantes. Por
ejemplo, la agudización de las divisiones entre los estudiantes por cuestiones políticas; y un
interés mayor por instrumentalizar el activismo estudiantil, por parte de la dirigencia política de
los dos partidos tradicionales y de los de tendencia radical.

b. Influencia de acontecimientos internacionales en el activismo estudiantil, como el movimiento


reformista de 1918, la Revolución Mexicana (en facetas distintas: en torno a la figura de José
Vasconcelos, a favor del nacionalismo popular, el movimiento cristero, etc.), la Revolución
Rusa, la proyección de Estados Unidos sobre la región y las consecuencias derivadas (guerrilla
de Augusto Cesar Sandino). Estos acontecimientos aportaron referentes ideológicos y políticos
a los estudiantes, útiles para perfilar su presencia en el escenario político del país.

1.2.1 Asamblea de Estudiantes de Bogotá (1919)

Como se mostró al final de la primera etapa (1908 – 1919), si bien los estudiantes realizaron un
importante evento internacional que, de la mano con la apropiación de experiencias del mismo
tipo realizadas en el sur del continente, permitieron perfilar las demandas y configurar un
activismo estudiantil, este no logró trascender los marcos de Bogotá, por razones que también se
esbozaron y de nuevo se resaltan aquí: relevo generacional, localismo del activismo,
imposibilidad –pese a los intentos- de construir una agremiación, entre otros.
De igual modo, se resaltó que, pese a no haber podido constituir una agremiación de nuevo tipo,
los estudiantes continuaron promoviendo formas de asociación, desde donde ejecutaron
actividades académicas y políticas, a la par que editaron publicaciones que permitieron poner a
circular ideales de renovación espiritual y política procedentes de otras latitudes. Tal fue el caso
de la Sociedad Voz de la Juventud, fundada en 1917 por Germán Arciniegas132, la cual, como

132
Germán Arciniegas se había matriculado como estudiante en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la
Universidad Nacional de Colombia en febrero de 1918. Ver Antonio Cacua Prada, Germán Arciniegas. Su vida
contada por el mismo, Publicaciones Universidad Central, Bogotá, 1990, p. 67.

100
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

demostraremos más adelante, desempeñó un papel determinante en la gestación de la primera


agremiación estudiantil en el país, e instaurará una dinámica en Bogotá hasta entonces
desconocida, que logró proyectarse a otras ciudades.

En marzo de 1919, tres asociaciones estudiantiles, la Sociedad Jurídica, el Centro de Derecho


Internacional de la Universidad Nacional y la Sociedad Voz de la Juventud, anunciaron
públicamente el propósito de reunir en Bogotá una Asamblea de Estudiantes. Al leer la
proposición que aprobaron al final de la reunión, se puede establecer que su propósito era lograr
reunir a los “centros universitarios” del país. Para avanzar en esa dirección, los estudiantes
establecieron una comisión encargada de la organización del evento133. Valga decir que para la
Sociedad Jurídica, poder reunir a la Asamblea de Estudiantes el 7 de agosto, significaba dar el
primer paso para la formación de la Confederación de Estudiantes colombianos, “vivamente
deseada por el gremio estudiantil de toda la República”134.

La propuesta de los estudiantes tenía cosas en común con las iniciativas que sus pares habían
impulsado en 1911 y 1916, aunque desde luego había novedades que vale la pena destacar. En
primer lugar, se observa de nuevo a la Sociedad Jurídica insistir en el propósito de construir una
agremiación estudiantil, contando con el apoyo del CID. Por otro lado, se ve actuar en la misma
dirección a la Sociedad Voz de la Juventud, que recibió el reconocimiento de la prensa de la
ciudad, al concebirla como una asociación juvenil constituida para velar por los asuntos
estudiantiles de la ciudad. Una diferencia de esta asociación respecto de las primeras, era que
Voz de la Juventud actuó además como organización de apoyo a demandas estudiantiles, tanto
de Bogotá como de otras ciudades. El 28 de septiembre de 1918, por ejemplo, sus integrantes
realizaron un mitin en las calles del centro de la ciudad, como expresión de solidaridad con los
algunos estudiantes de la Escuela Normal de Medellín, quienes habían sido expulsados a raíz del
apoyo que éstos expresaron a Pedro Pablo Betancourt, “por sus trabajos pedagógicos y por la
labor de pluma que está llevando a cabo en pro de la reforma educacionista”135.

Otro factor -novedoso en ese momento- que perfiló el propósito de constituir la Asamblea de
Estudiantes, fue la presencia de Carlos Pellicer Cámara en Bogotá, como integrante de la
Legación de México en Colombia. Carlos Pellicer Cámara136, quien arribó a Bogotá en diciembre

133
Ver “Proposición”, El Diario Nacional (Bogotá), marzo 13 de 1919, p. 3. Aparece firmada por Daniel Uribe
Botero. Fueron nombrados como representantes Bernabé Riveros y Eduardo Esguerra Serrano, por la Sociedad
Jurídica; Nicolás Ramos H. y Daniel Uribe, por el Centro de Derecho Internacional, y Marco A. Vidales y Nicolás
Llinas por la Sociedad Voz de la Juventud.
134
Ver “Asamblea de estudiantes”, Revista Jurídica (Bogotá), N°103 y 104, marzo y abril de 1919, p. 184.
135
Ver “El mitin universitario de esta tarde”, El Diario Nacional (Bogotá), septiembre 28 de 1918, p. 1.
136
Carlos Pellicer Cámara nació en San Juan Bautista, Estado de Tabasco, el 16 de enero de 1897. Hijo de un
farmaceuta, cursó parte de la secundaria en la Escuela Nacional Preparatoria, donde fundó una revista de corte
literario. Se interesó por la política, convirtiéndose en un defensor del gobierno de Venustiano Carranza. Una
descripción y análisis de la presencia de Carlos Pellicer en Bogotá en José Abelardo Díaz Jaramillo, “Yo vine a

101
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

de 1918, había llegado al país con tres propósitos: realizar una campaña de propaganda a favor
de México (como era el interés del presidente Venustiano Carranza), fortalecer la organización
de los estudiantes en Bogotá (como era el propósito del Congreso Local de Estudiantes del
Distrito Federal, del que Pellicer hacia parte), y continuar con sus estudios de preparatoria (como
era el deseo suyo y el de sus padres).

Luego de la reunión de marzo, los miembros de las sociedades emprendieron una campaña
pública a favor de la creación de la agremiación estudiantil. Desde el mes de marzo se publicaron
en la prensa capitalina invitaciones dirigidas a todos los estudiantes, para asistir a reuniones que
tratarían cuestiones relacionadas con la idea de constituir una organización afín a sus intereses137.
En esa empresa el papel de Carlos Pellicer, quien trabó amistad con German Arciniegas, fue
destacado138. La idea de impulsar un encuentro de estudiantes del que debía emerger una
plataforma de demandas relacionadas con aspectos educativos y de bienestar, parecía tomar el
camino que recorrieron los estudiantes mexicanos desde 1916, cuando, en el marco de un
congreso estudiantil, se constituyeron en asamblea permanente de delegados de las escuelas del
Distrito Federal, la cual, posteriormente, en 1920, se transformó en federación139.

La preparación del encuentro demandó esfuerzos enormes que se tradujeron en jornadas


agotadoras. En ocasiones, cuando las cosas no marchaban al ritmo deseado, producto de la
“apatía y dejadez” en que vivía la juventud bogotana, algo que a Pellicer le parecía
“espantoso”140, no se perdió el optimismo. En julio de 1919 se realizó una nueva reunión que
dio origen a lo que se comenzó a conocerse Asamblea de Estudiantes de Bogotá141. Del encuentro
salió aprobado un conjunto de propósitos que se convirtieron en banderas de lucha para los
tiempos venideros. En el documento oficial que fue dado a conocer al público, se establecieron
las reivindicaciones siguientes:
a) Determinación del Día del Estudiante.

b) Fundación de la Casa del Estudiante

crearlo todo’: Carlos Pellicer y la Asamblea de Estudiantes de Bogotá 1918 – 1920”, Memoria y Sociedad, N°40,
Bogotá, 2016.
137
Ver “Reunión universitaria”, El Tiempo (Bogotá), 1 de marzo, 1919, p. 2.
138
Señala Germán Arciniegas que al arribar Carlos Pellicer a Bogotá, ya él tenía en mente crear una federación de
estudiantes y, al entrar en contacto con el mexicano, juntos comenzaron a actuar en ese propósito. Ver Antonio
Cacua Prada, Germán Arciniegas. Su vida contada por él mismo, Op. Cit., p. 74.
139
Velázquez Albo, Op. cit.
140
Carta de Carlos Pellicer a Doña Deifilia C. de Pellicer (junio 6 de 1919), p. 110.
141
La denominación Asamblea de Estudiantes terminó convirtiéndose en el referente nominal de lo que vino a ser
la primera organización estudiantil de carácter gremial y no adscrita a ningún partido político en Bogotá. La
Asamblea de Estudiantes tuvo el carácter de permanente y decisoria, y permitió el encuentro de universitarios y
colegiales para debatir temas relativos a su condición social. Entre 1919 y 1924 sesionaron seis asambleas
estudiantiles, y cada una de ellas contó con una junta directiva, constituida por un presidente y un secretario, elegidos
por delegados que representaban a facultades universitarias y colegios de la ciudad.

102
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

c) Extensión universitaria, mediante la fundación de escuelas nocturnas para obreros y de una


Universidad Popular.

d) Acercamiento íntimo de las Naciones hispano-americanas y de los demás pueblos latinos.

e) Intercambio entre los estudiantes del Continente.

f) Comisiones de propaganda, de franquicia, de auxilio, de reforma instruccionista, de sport, de


salubridad, etc.

g) La Asamblea tendrá la representación de los estudiantes ante sus Cuerpos Directivos, para
todos los asuntos que con ellos puedan surgir.

h) La Asamblea recavará (sic) de los Poderes Públicos la reglamentación de todas las profesiones
en Colombia.

Como se observa, algunas de las reivindicaciones planteadas retomaban aspiraciones que habían
planteado los estudiantes en 1910, algunas incluso ya conseguidos por movimientos estudiantiles
latinoamericanos, particularmente de Uruguay, México y Argentina. Por ejemplo, el Día del
Estudiante, había surgido como iniciativa en el I Congreso Internacional de Estudiantes
Americanos realizado en Uruguay en 1908142 (en México se celebraba desde 1910)143.
Asimismo, instituciones como la Casa del Estudiante, que era una realidad en la patria de Pellicer
desde 1910144; algo parecido ocurría con la extensión universitaria, la cual dio origen a iniciativas
de enorme impacto, como la Universidad Popular Mexicana, fundada en 1912145.

En la reunión de julio de 1919 se estableció que la Asamblea de Estudiantes tendría como


propósito “la organización de la colectividad estudiantil en toda la República y la preparación
del primer Congreso Nacional de Estudiantes”146. Para ello los participantes decidieron realizar
una nueva sesión el 7 de agosto próximo, con el fin de vincular a estudiantes de los colegios y
de las facultades universitarias que no habían podido asistir a la primera sesión. Sin embargo, la
cita programada pudo realizarse sólo hasta la segunda semana de septiembre. Al respecto, es de
tenerse en cuenta que no eran menores las dificultades que encontraban los estudiantes en la
pretensión de sacar adelante sus aspiraciones, como lo testimonia Hernando de Velasco:
Grande y dura ha sido la labor de la junta preparatoria: sin apoyo oficial de ninguna naturaleza y
casi sin recursos pecuniarios, saca avante su propósito, merced a su esfuerzo generoso y a
constante anhelo de mejorar la institución estudiantil; en efecto, por medio de conferencias, por
la prensa y por cuantos medios han podido estar amantes del mejoramiento instruccionista,

142
Hugo E. Biagini, “Redes estudiantiles en el Cono Sur (1900-1925)”, en Renate Marsiske (Coordinadora)
Movimientos estudiantiles en la historia de América Latina, Universidad Nacional Autónoma de México, México,
2006, p. 83.
143
Javier Garciadiego Dantan, Rudos contra científicos. La Universidad Nacional durante la Revolución Mexicana,
El Colegio, México, 1997.
144
Ibíd., p. 69.
145
Morelos Torres Aguilar, Cultura y revolución. La Universidad Popular Mexicana (Ciudad de México, 1912 –
1920), Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2010.
146
Ver “La Asamblea de Estudiantes”, El Tiempo (Bogotá) julio 8 de 1919, p. 2.

103
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

levantaron el ánimo antes muerto de sus compañeros y les llevaron el convencimiento de la


urgente y necesaria unión de todos los que acudimos a las aulas, de la necesidad de formar una
institución fuerte y permanente, fiel guardiana de los fueros estudiantiles, para que todos los que
aprenden la verdad tengan la evidencia que no serán desamparados en las horas difíciles de la
desgracia147.

Finalmente, el 13 de septiembre se instaló de manera formal la primera Asamblea de Estudiantes


de Bogotá. Allí se eligió a Alfonso Esguerra (Facultad de Medicina) como Presidente, y a Efraím
Rozo (Facultad de Ingeniería) y Alejandro Bernate (Facultad de Derecho) como primer y
segundo vicepresidente, mientras que Alfonso Romero Manrique se designó como Secretario y
a German Arciniegas como Secretario Perpetuo148. Con la participación de 95 delegados en
representación de la Escuela de Derecho, Ingeniería, Medicina, Agronomía, Comercio, y del
Colegio Dental, Colegio de Araujo, Colegio Ramírez, Colegio Universitario, Colegio de
Restrepo Mejía, Colegio de San Bartolomé, Escuelas Unidas y el Gimnasio Moderno149, el
evento sesionó en el Salón Samper, y fueron presentados proyectos elaborados por los propios
estudiantes, relacionados con asuntos educativos que fueron remitidos al Gobierno y al Congreso
de la República.

De destacar dos proyectos: uno que pretendía establecer de manera oficial el canje de estudiantes
de diversas nacionalidades a través de becas, con lo que se buscaba “estrechar los vínculos de
solidaridad y buena inteligencia que deben unir a la Republica con los demás países de origen
hispano”; el otro proyecto pretendía “fomentar el perfeccionamiento y especialización de
algunas ciencias” a través del envío de estudiantes al exterior, apoyados por el Estado, con el
compromiso de que, una vez concluidos los estudios, debían “servir al Gobierno, por espacio de
cinco años, en los puestos que de acuerdo con los conocimientos adquiridos, éste los designe”150.
También determinó la Asamblea de Estudiantes realizar el 16 de septiembre una “sesión solemne
(…) en honor de Méjico (sic)”151, y enviar una comunicación de felicitación a la juventud

147
Ver “Los organizadores del Congreso”, Voz de la Juventud (Bogotá) agosto 28 de 1919.
148
Ver “Se instala la asamblea de estudiantes”, El Tiempo (Bogotá) septiembre 14 de 1919, p. 1.
149
Ver “Listado de los delegados a la primera Asamblea de Estudiantes”, Voz de la Juventud (Bogotá), septiembre
27 de 1919, p. 92. Como se deduce, la Asamblea de Estudiantes la integraban alumnos de las facultades
universitarias y colegios de la capital, lo cual refleja la simbiosis que existía entre los estudiantes de los dos niveles.
Cada delegación estaba constituida por principales y suplentes: mientras que una carrera universitaria estaba
representada por nivel de formación, es decir, por semestre, un colegio estaba representado por un delegado
principal y su suplente.
150
Ver Voz de la Juventud (Bogotá), septiembre 27 de 1919, p. 93 y ss.
151
Ver “Se instala la asamblea de estudiantes”, El Tiempo (Bogotá) septiembre 14 de 1919, p. 1. Describió Pellicer
los actos así: “El día 16 recibí gran número de felicitaciones y por la tarde hubo una grandiosa manifestación
estudiantil en honor de México. Cuando salí a entregarles la bandera hubo gritos de Viva México, Viva Carranza y
Viva Carlos Pellicer! (…) A cada momento gritaban Abajo el imperialismo yanqui”. Ver Carta de Carlos Pellicer a
Doña Delfilia C. de Pellicer (septiembre 22 de 1919), Op. cit., p. 143 y 144.

104
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

mexicana en su día, haciendo votos por el acercamiento intelectual entre los estudiantes de los
dos países152.

La manifestación de ayer a Méjico (sic)

Ayer a las cuatro de la tarde se reunió en el atrio del Capitolio nacional una numerosa multitud
con el fin de hacer en ese día una manifestación de simpatía a Méjico, de acuerdo con la invitación
que al pueblo en general habían hecho los universitarios de las Facultades de Medicina, Ingeniería
y Derecho, en carteles, que fueron fijados en las esquinas de la ciudad.

A las cuatro y quince minutos se inició el desfile, que iba encabezado por las banderas de Méjico
y de Colombia. La manifestación pasaba de mil personas; tomó la Plaza de Bolívar, la primera
Calle Real, subió luego por la calle 12, hasta llegas a la carrera 4ª, en donde en la actualidad se
halla la Cancillería de la Nación magna y hermana.

Durante el trayecto se escucharon numerosos vivas a la Nación hermana y a sus representantes.


Cuando los manifestantes llegaron, las vivas aumentaron, y en medio de general (sic) entusiasmo,
habló, en nombre de todos ellos, el joven estudiante de ingeniería don Roberto Andrade, quien
había… hizo el elogio de Méjico y dijo cuánta es la simpatía de que aquella gloriosa Nación goza
en Colombia.

Numerosos aplausos se escucharon cuando el orador terminó y luego, en corto discurso, que fue
también aplaudido, dio las gracias el señor Colín. Después hizo uso de la palabra el General
Felipe Santiago Escobar, Director de La Defensa Nacional, y cuando éste terminó, los
manifestantes regresaron, bajando por la misma calle 12. A las cinco de la tarde la Banda del
Conservatorio ejecutó ante la Legación una magnifica retreta, que fue encabezada con los himnos
de Méjico y Colombia.

Esa manifestación fue una demostración elocuente del cariño que los colombianos profesan por
quien es sin duda el centinela avanzado de los países hispanoamericanos.

El Tiempo, (Bogotá) septiembre 17 de 1919, p. 3.

Si se lee con detenimiento los derroteros establecidos en el evento, no es difícil identificar la


influencia que ejerció Carlos Pellicer en las aspiraciones de los jóvenes bogotanos, perceptible
en referentes prácticos como la extensión universitaria (que ya gozaba de una legitimidad notoria
en tierras mexicanas), la política de canje de estudiantes de distintas nacionalidades y la creación
de la Casa del Estudiante. El propio Germán Arciniegas reconoció la influencia de la experiencia
estudiantil mejicana entre los estudiantes bogotanos, al resaltar que la junta organizadora de la
Asamblea Estudiantil formuló un programa que se había basado en el conocimiento de la manera
como estaban “organizadas las asociaciones estudiantiles similares de toda América, y muy
especialmente las de Chile y Méjico (sic), que de tan envidiable manera prosperan”153.

152
Copias del acuerdo fueron remitidas al encargado de negocios de México en Colombia, y “al muy digno
Representante de la Federación Estudiantil Mejicana (sic), señor don Carlos Pellicer C”. Ver Voz de la Juventud
(Bogotá), septiembre 27 de 1919, p. 101.
153
Ver “La Asamblea de Estudiantes, ¿fracaso?”, El Tiempo (Bogotá) septiembre 25 de 1919, p. 3.

105
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Trascurridas varias semanas, la Asamblea de Estudiantes nuevamente se reunió, esta vez con el
propósito de inaugurar formalmente la naciente agremiación estudiantil, en un acto al que
asistieron varios ministros, miembros del cuerpo diplomático, rectores de los establecimientos
de educación y “muchísimas damas y caballeros de la más alta sociedad, a más de gran número
de estudiantes de todas las facultades y colegios”154.

1.2.1.1 Estatutos de la Asamblea de Estudiantes

Al año de constituida, la Asamblea de Estudiantes aprobó los Estatutos que, en cuarenta


artículos, servirían para orientar sus labores el activismo de los estudiantes155. En la primera de
las tres partes (Capítulo I y II), dieciocho artículos definían los propósitos de la Asamblea de
Estudiantes y los medios de acción que ésta emplearía. El primer artículo establecía que la
Asamblea de Estudiantes tenía como fin “la formación de una clase estudiantil compacta, fuerte
y culta, con tendencias sociales definidas (…) capaz de ejercer una influencia eficaz en los
destinos de la Republica y de la Raza”. Tres cuestiones llaman la atención de la definición: en
primer lugar, la reivindicación del concepto clase estudiantil, planteamiento que describe la
forma como se representaban los estudiantes en aquel momento; en segundo lugar, la evocación
de la idea de raza, una referencia que era común en distintos lugares del continente; y,
finalmente, el interés por promover un movimiento estudiantil culto y preparado.

Esos propósitos podrían consolidarse impulsando tres tipos de acciones: el fomento de la cultura
tanto intelectual, física, moral y artística de la juventud, como la exaltación del “principio de la
Alegría como norma suprema de vida”; la promoción del acercamiento de los pueblos hispanos;
y, por último, el impulso firme dela extensión universitaria para “coadyuvar al adelanto moral,
social y económico de las clases populares”. Un planteamiento estratégico que se sumaba a las
acciones anteriores establecía el interés de “intensificar el espíritu de unión y confraternidad de
los estudiantes en general; trabajar por la formación y eficacia de Asambleas similares en los
demás centros universitarios de la Republica y por la reunión de un Congreso nacional de
estudiantes; representar a los estudiantes en los conflictos que puedan surgir entre éstos y las
entidades directivas”. En ese propósito, jugaría un papel especial la Comisión de Pro
acercamiento estudiantil, la cual debía “iniciar y sostener un intercambio con los estudiantes
departamentales” a través de publicaciones, correspondencia y visitas periódicas, para así dar
“los pasos conducentes a la creación y eficacia de las Asambleas” (Art. 4°).

Para impulsar las acciones mencionadas, la Asamblea de Estudiantes nombraría las siguientes
Comisiones: de Pro-acercamiento estudiantil, de Prensa y Propaganda, de Enseñanza Primaria y
Secundaria, de Enseñanza Profesional, de Educación artística, de Deportes y Educación Física,

Ver “Se inaugura la Asamblea de Estudiantes”, El Tiempo (Bogotá) octubre 15 de 1919, p. 3.


154
155
Ver Estatutos de la Asamblea Permanente de Estudiantes residentes en Bogotá, Águila Negra Editorial, Bogotá,
1920. Los estatutos fueron redactados por German Arciniegas, y se aprobaron el 6 de agosto de 1920.

106
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

de Club, de la Fiesta del Estudiante, de Salubridad, de Asuntos judiciales, de Franquicias y


Auxilios, de Tesorería y de Credenciales, de Pro acercamiento internacional y de Pro extensión
Universitaria. La finalidad de estas Comisiones se describe en el articulado 4° a 18°. Estas
comisiones tenían como metas objetivos planteados en los congresos estudiantiles de 1908 y
1910, como la promoción del deporte y la educación física entre los estudiantes, de la Fiesta del
Estudiante y la Extensión Universitaria, entre otros.

Eduardo Esguerra Serrano, Presidente de la II Asamblea de Estudiantes.


Fuente: El Grafico (Bogotá), septiembre de 1922, p. 309.

En la segunda parte se caracterizaba a los Delegados a la Asamblea de Estudiantes, en un artículo


único que rezaba así: “La Asamblea estará constituida por Delegados de las distintas facultades
y colegios que funcionan en la capital de la Republica, elegidos, para períodos anuales, libre y
directamente por los estudiantes, a razón de un delegado por cada año de estudios en los
establecimientos de enseñanza profesional y de uno por cada cien estudiantes, o fracción no
menor de treinta, en los tres últimos años de los institutos de enseñanza secundaria” (Art. 19°).
La elección de los delegados se realizaría siguiendo una reglamentación especial que garantizara
“el derecho del sufragio y asegurar la genuina representación estudiantil”.

En la tercera parte de los Estatutos se planteaban consideraciones sobre el funcionamiento


interno de la Asamblea de Estudiantes. Se definía que la Asamblea nombraría de su seno y para
un periodo de seis meses un Presidente, dos Vicepresidentes, y un Secretario (este podría “ser
extraño a la Corporación”). De igual modo, instituía la figura de Secretario Perpetuo, cuyas
funciones no cesarían hasta tanto quien fungiera no presentara renuncia de su cargo o la

107
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Asamblea le solicitara la dimisión156. De tal modo, la Mesa Directiva quedaría integrada por el
Presidente, los Vicepresidentes, los Secretarios y un miembro de la Comisión de Tesorería.

En la última parte (“Disposiciones varias”), se establecían consideraciones sobre la proyección


de la Asamblea de Estudiantes. De importancia aquella que señalaba que ésta representaría los
estudiantes residentes en Bogotá, y tendría también “la representación de los estudiantes de toda
la Republica ante las demás naciones, mientras no funcione el Congreso Nacional de
Estudiantes”, aunque precisando que “de sus determinaciones a este respecto se dará cuenta
inmediatamente a las Asambleas departamentales (Art. 38°)”. Esta medida, que podría ser objeto
de cuestionamiento por asociaciones estudiantiles regionales, mostraba el deseo firme de los
estudiantes de Bogotá por superar el fraccionamiento y avanzar en la constitución de una
agremiación de carácter nacional. Y además explica que, especialmente desde 1921, a la
Asamblea de Estudiantes sus miembros –y también estudiantes de otras ciudades- la identificaran
indistintamente como Federación de Estudiantes o Federación Nacional de Estudiantes, aunque
formal y jurídicamente no existiera como tal. Finalmente, se destacaba que podrían ser miembros
federados de la Asamblea los estudiantes que manifestaran “su voluntad de serlo adhiriendo a la
matrícula escolar respectiva la estampilla emitida por la Corporación en que consta tal
carácter”157.

1.2.1.2 Labores de la Asamblea de Estudiantes

El 30 de agosto de 1920, ante la sesión de la II Asamblea de Estudiantes, German Arciniegas


leyó el informe de las labores realizadas por la agremiación durante el primer año de existencia.
En el recuento de los esfuerzos por crear una organización estudiantil, nuevamente Arciniegas
destacó a la Sociedad Voz de la Juventud, de la que él había sido creador, y de “otras asociaciones
estudiantiles de mayor autoridad y nombradía”, aunque sin nombrarlas. En la lectura del texto,
Arciniegas empleó la expresión “campaña definitiva” –acertada, a nuestro juicio-, para explicar
el éxito que tuvo el movimiento por la creación de la organización estudiantil. En esas labores
participaron, inicialmente, delegados de la Facultad de Ingeniería, el Externado de Derecho, el
Colegio del Rosario, la Sociedad Jurídica, la Sociedad de Medicina, Voz de la Juventud y la
Sociedad Rubén Darío, así como el representante de los estudiantes mexicanos, Carlos Pellicer.

Pese a haber tenido un inicio que advertía de buenos tiempos, reconocía Arciniegas que, un año
después, los impulsores de la iniciativa habían tropezado con dificultades relacionadas con “la

156
El Secretario Perpetuo era una figura simbólica. El art. 29° definía su papel: éste trabajaría “por conservar la
unidad de los trabajos de la Asamblea durante los diferentes periodos”. Como se verá, el primer y único Secretario
Perpetuo que tuvo la Asamblea de Estudiantes fue Germán Arciniegas.
157
Ver Estatutos…, Op. cit., p. 8. La directiva de la II Asamblea de Estudiantes quedó conformada así: Eduardo
Esguerra Serrano, Presidente; Roberto Restrepo, Primer Vicepresidente; Antonio Rocha, Segundo Vicepresidente;
Germán Arciniegas A., Secretario Perpetuo; Otto de Greiff, Secretario.

108
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

complejidad y trascendencia de una organización estudiantil”158. Para hacer explícitos los


aciertos y las debilidades, Arciniegas decidió ubicarlos en tres niveles: el internacional, nacional
y local.

En el plano internacional Arciniegas destacó la importancia –la fortuna, dice él- de contar con
Carlos Pellicer, antes de que se hubiese iniciado la última etapa previa a la creación de la
Asamblea de Estudiantes. “Cuando él llegó a Bogotá -resaltaba Arciniegas-, no había
corporación suficientemente autorizada para recibir las credenciales que acreditaban su misión
y así fue decidido colaborar en la institución que iba a desarrollarse y a cuya creación asistió, no
como mero espectador, sino como constante y desinteresada energía”. Enseguida destacó que,
con los estudiantes del Perú, Venezuela y Ecuador, la Asamblea pudiera intercambiar mensajes
de compañerismo, y realizar un homenaje a México. Destaca que, a raíz de la cuestión del
Pacifico, que enemistó a Chile y Perú, la Asamblea tuvo un comportamiento amistoso y cordial,
que fue unánimemente aplaudido. Sin embargo, anotaba Arciniegas que la Asamblea debía
buscar la forma de establecer en las relaciones entre las juventudes de América algo distinto al
“simple cambio de notas de protocolo, porque es justamente a quienes tienen alma nueva a
quienes corresponde buscar en actividades más constantes y firmes la base de una verdadera
confraternidad”159.

En el plano nacional, el propósito de formar una organización estudiantil no había prosperado


como se deseaba. Arciniegas era consciente de la complejidad de la empresa, la cual demandaba
invertir “mucho tiempo”. Con un dejo de lamento consignaba: “Hasta ahora llevamos unos
cuantos saludos, la propaganda benévola de la prensa y otras cosas de menor cuantía, incapaces
de producir una reacción que se traduzca en obras necesarias”160. Tan solo en Antioquia se
delineaba el surgimiento de una asamblea estudiantil, que para Arciniegas, estaba llamada a
prosperar ampliamente.

En el plano local, anotaba el Secretario Perpetuo, se registraba un mayor activismo de la


agremiación estudiantil. Destacaba el papel de la organización en la protesta que promovieron
los estudiantes de la Escuela de Derecho, contra el nombramiento de su director, algo que era
visto como perjudicial para ellos. Al final, aquellos triunfaron al ser sustituido el director recién
nombrado. Vino enseguida la participación en otro pleito estudiantil, esta vez por un decreto
inconveniente para los estudios odontológicos, que también fue reversado por el Gobierno, a raíz
de la presión de los estudiantes. También se obtuvo la renuncia del Subdirector de la Escuela de
Agronomía y se logró promover la revisión del pensum de la Escuela de Ingeniería y

158
Informe de las labores realizadas por la primera Asamblea de Estudiantes, Águila Negra Editorial, Bogotá,
1920.
159
Ibíd.
160
Ibíd.

109
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Odontología. Estos actos, eran vistos como aciertos de la Asamblea de Estudiantes, la cual, es
obvio, tuvo participación en los mismos.

Otros logros de la Asamblea de Estudiantes que pueden resaltarse fueron: la obtención de una
sala o pabellón especial para los estudiantes pobres en el Hospital de San José, la entrega de una
casa en Agua de Dios al doctor Adolfo León Gómez y, finalmente, la realización de conferencias
públicas sobre la degeneración de la raza, actividad que, como veremos más adelante, abrió un
escenario de acción cultural inédito en el país. Por último, otro logro de la Asamblea de
Estudiantes fue la realización de la primera Fiesta del Estudiante en Bogotá, una importante
actividad lúdica que será abordada con detenimiento en el capítulo segundo.

El informe de Arciniegas no pretendía juzgar lo hecho por la Asamblea de Estudiantes, sino más
bien llamar la atención sobre asuntos que eran vistos como decisivos para su suerte. Allí resaltaba
el optimismo y la inconformidad como características de los estudiantes y el movimiento
reformador. Sin embargo, en la parte final Arciniegas hacía una observación llamativa:
“Creemos que está tan lejos de la acción de la Asamblea la pretensión de una loca imposición,
forzando la armonía de la vida universitaria con amenazas innobles y detestables, como la
pasiva y benévola aprobación de quienes perdieron la elasticidad de los nervios y los impulsos
del corazón en su decrepitud”161. Arciniegas pretendía, ante un auditorio que lo escuchaba (cerca
de 2000 personas, según la fuente), cuestionar procedimientos promovidos por algunos
dirigentes, lo que traducía la existencia de un ambiente tenso en la dirección de la asamblea
estudiantil.

Unas semanas atrás, Arciniegas publicó en El Tiempo una nota sobre la agremiación de los
estudiantes en Bogotá, en la que, con un esquema parecido al que había empleado en el informe
de octubre de 1920, ubicaba los “factores positivos y negativos” que tenía la Asamblea de
Estudiantes en su corta trayectoria. Recién concluidas las elecciones de Delegados y la
designación de una nueva directiva, Arciniegas celebró que hubiese habido una elección en que
predominó “un criterio de indiscutible seriedad”. Reconociendo que la Asamblea de Estudiantes
tenía una corta historia, y que podían existir debilidades en las labores emprendidas en el primer
año de existencia, también eran evidentes los aciertos. Sin embargo, Arciniegas resaltaba que la
carencia de orden “dislocaba sus energías”, aumentada por la falta de “entusiasmo de unos, la
presencia pasiva de otros y la tendencia a obstaculizar y disolver de los menos”. Para Arciniegas,
era indudable que había miembros de la directiva que actuaban como obstáculo de la
agremiación. De estos últimos destacaba Arciniegas:

De la actitud de los últimos podrían hacerse tristes glosas, que un desprecio ya efectivo hace
innecesarias. Espíritus incapaces de la acción que crea, hombres de nula iniciativa y cuyas obras

161
Ibíd. Resaltado nuestro.

110
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

brillan por su ausencia, quieren probar su talento interponiéndose entre el presente y el futuro con
la espesa mampostería de las murallas chinas, afortunadamente de escaso valor en estos tiempos 162.

De hecho, desde 1919 las cosas no parecían ir bien entre los directivos de la Asamblea de
Estudiantes. Por ejemplo, el Presidente Alfonso Esguerra Gómez y Bernate Riveros tenían
controversias con Germán Arciniegas (este último cuestionaba la ausencia de Esguerra Gómez
durante un tiempo de la ciudad y abandono de su responsabilidad) y con Carlos Pellicer. Como
manifestación de esa rivalidad, Arciniegas afirmaba que en las elecciones de 1919 y 1920 “no
se acordaron” de tener en cuenta su nombre, a pesar de ser él, como así mismo lo manifiesta, el
creador y fundador de la agremiación163.

Las controversias pronto se transformaron en enfrentamientos. Esguerra Gómez mostró su


disgusto con la aprobación de una proposición de Arciniegas en la que se reconocía la labor de
Carlos Pellicer en la creación de la Asamblea de Estudiantes. La rencilla, que venía desde el
momento anterior a la instalación formal de la Asamblea de Estudiantes en 1919 (en donde, en
el evento de apertura, se pretendió negar la inscripción de Pellicer como Delegado por la
Federación de Estudiantes de México, acto que enardeció a Germán Arciniegas), creció cuando
Esguerra lanzó una acusación a Pellicer ante la Federación de Estudiantes de México164.

La II Asamblea de Estudiantes (1921 – 1922) también adelantó labores, en medio de tensiones


internas. Una versión respaldada por Arciniegas, indica que hubo “muchas y muy graves
dificultades, con motivo de las acusaciones políticas que se le hicieron por parte de algunos
jóvenes universitarios empeñados en dividir a los estudiantes y en perturbar su marcha regular”.
Por eso la Asamblea se vio obligada a abandonar sus labores ordinarias y atender la situación
que, según los declarantes, llegó a feliz término, gracias a un grupo de jóvenes conservadores
que integraron el Tribunal de Arbitramento y cuyo fallo, “basado en la hidalguía y en la más
estricta justicia, selló definitivamente la unión de todos los estudiantes”165.

Las tensiones que originó el conflicto entre Arciniegas y Esguerra Gómez se trasladaron al
proceso de elección de los delegados estudiantiles. La Asamblea de Estudiantes sesionaba
anualmente y para cada periodo se elegían delegados por Facultades y colegios; éstos delegados,
a nombre de todos los estudiantes de la capital, sesionaban participando en los debates y votando
disposiciones. Además, para cada periodo se elegía una junta directiva con los cargos ya
mencionados. Por eso, en julio de 1920 Arciniegas le escribió a Pellicer diciéndole que habría

162
Ver “De la organización estudiantil”, El Tiempo (Bogotá), julio 7 de 1920, p. 4.
163
Ver Cacua Prada, Germán Arciniegas…, Op. cit., p. 90. Para enmendar el hecho, se designó a Arciniegas como
Secretario Perpetuo. Sobre este proceder, Arciniegas opinaría: “Es curioso, yo debía suscitar mucha oposición entre
los estudiantes, pues ellos tenían especial cuidado en no elegirme, y los asambleístas no sabiendo como desembarrar
lo que habían embarrado, resolvieron nombrarme secretario perpetuo”.
164
En las cartas cruzadas entre Arciniegas y Pellicer se recrea la situación que aquí se enuncia. Ver Serge I. Zaitzeff,
Correo familiar…, Op. cit.
165
Ver “Cosas del día”, El Tiempo (Bogotá), agosto 1 de 1922, p. 3.

111
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

nuevas elecciones y que “nuevos vientos” llegarían con la elección de Eduardo Esguerra Serrano
como Presidente.

Esta situación ilustra las tensiones que, desde un principio, acompañaron las labores de la
Asamblea de Estudiantes, y que por cierto, serán permanentes al interior del gremio estudiantil
local y nacional. En particular, la elección de delegados siempre dio origen a conflictos al interior
del gremio. En septiembre de 1921, en comunicación al Presidente de la Asamblea de
Estudiantes, el Secretario de la Sociedad Jurídica saludaba la instalación de las sesiones de la
corporación y la elección de los Delegados, pese a que, como advertía, se le había negado a esa
sociedad y a la Sociedad de Medicina, el derecho de elegir delegados166. Meses antes, en junio
de 1921, estudiantes del Instituto Técnico Central anunciaron al Presidente de la Asamblea de
Estudiantes que no tomarían parte en la elección de delegados para el nuevo periodo de la
Asamblea, al considerar que las directivas habían atacado “al Gobierno y a la Religión”,
apartándose de los fines originales de la corporacion167. Este clima de tensión se acompañaba de
prácticas fraudulentas, que no estaban al margen del comportamiento de los estudiantes, como
lo relata Arcadio Dulcey al recordar la siguiente anécdota:

Se trataba de realizar la elección de un alumno del curso para que lo representara en las por entonces
recién establecidas asambleas estudiantiles. Le pedimos al profesor que presidiera la elección y para
el efecto de depositar los votos él mismo nos facilitó a manera de urna el sombrero duro o coco (…)
que por entonces usaban los hombres respetables. Fuimos depositando las papeletas manuscritas del
voto con el nombre del candidato de nuestras simpatías, a cuyo efecto el profesor nombró a dos
alumnos, el uno para verificar el escrutinio y determinar al vencedor. El curso lo componíamos
treinta estudiantes exactamente. Concluida la votación el profesor preguntó al encargado cuál era el
número de votantes y éste le suministró el dato que naturalmente coincidió con el de los alumnos
del curso. Se procedió al escrutinio o lectura de las papeletas y el otro encargado al terminar dijo:
por fulano, diez y seis votos; por zutano, diez votos y por mengano, nueve votos. Y agregó: el
resultado sobrepasa en cinco el número de votantes. El profesor inmediatamente, rojo de la ira,
descendió de la cátedra, agarró su coco y volcando la mesa y varias bancas para salir como una fiera
nos increpó: -Si ustedes que constituyen el futuro de la República, empiezan desde ahora a cometer
esta clase de delitos contra la pureza del sufragio y por lo tanto contra los principios republicanos
que son el sustento de la democracia, no le auguro un porvenir satisfactorio al país. (…) Y abandonó
el recinto con olímpico desprecio. Como es natural, todos permanecimos por largo rato silenciosos
y avergonzados168.

166
Ver Fondo Germán Arciniegas, Biblioteca Nacional de Colombia, Documento sin foliar.
167
Ver Fondo Germán Arciniegas, Biblioteca Nacional de Colombia, Documento sin foliar. La interferencia de las
directivas de los planteles no estaba circunscrita sólo a la elección de los delegados para la Asamblea de Estudiantes.
También se dio para otros eventos. Por ejemplo, cuando en 1920 se debía elegir los delegados para el Congreso
Internacional de Guayaquil, y el director de la Facultad de Derecho pretendió que las elecciones se sujetaran a un
acuerdo del Consejo de la Facultad, lo que desató la molestia de los estudiantes, quienes solicitaron la revocatoria
del acuerdo y la renuncia del rector. Al final, los estudiantes consiguieron esas demandas, lo que dio motivo para
que, como recuerda Arciniegas, aquellos recorrieran “las principales calles, con la bandera nacional, gritando hasta
quedar roncos. ¡Dos rectores de la facultad universitaria en un año, es mucho lograr!”; Ver Cacua Prada, Germán
Arciniegas…, Op. cit., p. 55.
168
Arcadio Dulcey, Mi lucha, Editorial Kelly, Bogotá, 1978, p. 85.

112
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Un año antes, al iniciarse el proceso de elección de delegados para la II Asamblea de Estudiantes,


se conoció que las directivas del Colegio de San Bartolomé habían decidido obviar la
participación de sus estudiantes, escogiendo ellos mismos a los delegados, no sin antes redactar
un acta que fue firmada por los delegados escogidos, pretendiendo mostrar que tal procedimiento
había sido democrático. El hecho despertó la reacción de los miembros de la Asamblea de
Estudiantes, quienes rechazaron la maniobra de los jesuitas y no validaron la representación
estudiantil de aquella institución. La postura de la directiva estudiantil motivó a los miembros
de la Compañía de Jesús, propietaria del colegio, a retirar las credenciales de los estudiantes169.

Dignatarios de la II Asamblea de Estudiantes de Bogotá. De izquierda a derecha:


José Joaquín Castro M., Eduardo Esguerra Serrano, José María González Concha y Otto de Greiff.
Fuente: Universidad (Bogotá), junio 7 de 1921, p. 181.

Este suceso tuvo implicaciones importantes, siendo la más notoria que la Asamblea de
Estudiantes, pese a haber recibido el saludo de importantes sectores de la vida pública del país,
como el del Arzobispo Primado, en poco tiempo comenzó a ser vista con inquietud debido
precisamente al comportamiento de jóvenes que no estaban dispuestos a seguir asumiendo como
naturales unas normas que invocaban el respeto a la autoridad establecida. Esto llevó a
Arciniegas a considerar que la Asamblea de Estudiantes tenía dos enemigos: los jesuitas y el
Gobierno de Marco Fidel Suarez, quien en sus intervenciones en el Congreso no ahorraba
energías para dirigir mensajes contra la Asamblea de Estudiantes, de la que llegó a destacar su
inconveniencia al poner en riesgo la disciplina que debía existir entre los estudiantes170.

169
En opinión de Arciniegas, el proceder de las directivas estudiantiles fue cuestionado por él, al ser “poco
tolerante”: “Mi opinión era de que nos hiciéramos de la vista gorda y aceptáramos a los delegados, mientras no
viniera una acusación de los estudiantes de San Bartolomé: esta mi opinión se asienta en las conveniencias de la
Asamblea, pues se me ocurre que aún no estamos en condiciones de afrontar abierta lucha con los jesuitas. Se
pretende que ellos de dobleguen a exigencias excesivas de la Asamblea, y esto no es posible o no parece posible”,
anotó. Ver Cacua Prada, Germán Arciniegas…, Op. cit., p. 46.
170
Carta a Pellicer, en Correo familiar…, Op. cit., p. 49.

113
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

1.2.1.3 Conferencias sobre la degeneración de la raza

La Asamblea de Estudiantes decidió organizar un ciclo de conferencias científicas en el Teatro


Municipal, sobre la degeneración de la raza, un tema que se convirtió en objeto de reflexión y
polémica en los círculos intelectuales y políticos del país en las primeras décadas del siglo XX.
En realidad, el tema tenía una proyección regional. Era una idea de época, para emplear la
expresión de Sandra Gayol171. Las conferencias organizadas por los estudiantes tuvieron un éxito
inmediato, que se expresaba en la concurrencia de un público deseoso de escuchar a afamadas
personalidades exponer sobre temas de cadente actualidad. Fue por eso, precisamente, que las
conferencias se constituyeron en actividades pioneras en su género, mucho antes de las famosas
conferencias que, en el mismo teatro, se realizarán en 1928. Las boletas se repartían
gratuitamente en las oficinas de El Tiempo y de El Espectador, en las librerías Colombiana y
Santafé, y en la Cigarrería Unión. Sin embargo, a raíz del éxito que pronto se registró, las boletas
comenzaron a cobrarse a precios diferentes, según el lugar de ubicación: 20 centavos para palco
y platea, y 10 centavos para galería. Se realizaban los viernes a las 8 y 30 de la noche.

El tema con el que se dio apertura a las conferencias fue la degeneración de la raza. No podía
haberse escogido uno más pertinente en ese momento. De la raza y de los efectos sociales y
culturales que recaían sobre ella se estaba hablando en toda la región. Para su tratamiento, se
invitó a individuos que, por su profesión médica, periodística o incidencia pública, podían
ofrecer interpretaciones al respecto. En ese sentido, fueron invitados renombrados profesionales
y políticos como Miguel Jiménez López, Rafael Escallón, Calixto Torres, Luis López de Mesa,
Rafael María Carrasquilla, Simón Araujo, Luis Zea Uribe, Diego Mendoza Pérez, Antonio José
Uribe y Lucas Caballero, quienes, siguiendo los criterios establecidos por la Asamblea de
Estudiantes, enfocaron el problema en cuestión desde los aspectos moral, fisiológico,
pedagógico, sociológico, psicológico, económico e industrial172.

La primera conferencia estuvo a cargo de Miguel Jiménez López173. La segunda conferencia,


realizada en dos sesiones, la presentó el prestigioso doctor Jorge Bejarano, quien continuó la

171
Sandra Gayol, Sociabilidad en Buenos Aires. Hombres, honor y café, 1862 – 1910, Ediciones del Signo, Buenos
Aires, 2000.
172
Ver “En la Asamblea de Estudiantes”, El Tiempo (Bogotá), mayo 3 de 1920, p. 3.
173
La conferencia de Miguel Jiménez López fue editada con el título Nuestra razas decaen: algunos signos de
degeneración colectiva en Colombia y en los países similares, Imprenta y litografía de Juan Casis, Bogotá, 1920.
Las intervenciones de Jiménez López y otros expositores, fueron editadas por El Espectador en el libro Los
problemas de la raza en Colombia, en 1920. Una versión más reciente fue editada por Catalina Muñoz Rojas: Los
problemas de la raza en Colombia. Más allá del problema racial: el determinismo geográfico y las “dolencias
sociales”, Universidad del Rosario, Bogotá, 2011. También intervinieron en las conferencias Rafael Escallón, quien
presentó una disertación titulada “La capacidad psicológica de nuestra raza”; Julio Manrique habló sobre los
estudios prehistóricos; Simón Araujo sobre “La juventud no decae”; Luis López de Mesa leyó una disertación
titulada “De la zona, de la sangre y de la nacionalidad”; Dionisio Arango Vélez habló de “Teoría de las causas que
determinaron la independencia de las colonias españolas”.

114
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

discusión abierta por Jiménez López, con la disertación El porvenir de nuestra raza, pero
controvirtiendo lo planteado por aquel. Pero no sólo Bejarano polemizó con las tesis de Jiménez
López. De hecho, lo expuesto por el reconocido medico incitó una reflexión al interior de la
Asamblea de Estudiantes, que designó a su Vicepresidente, Alejandro Bernate, para que
presentara un documento aprobado por la corporación, y que tenía por título La Asamblea de
Estudiantes y el problema de la raza. El documento reunía las apreciaciones de los estudiantes
sobre el tema, y pretendía polemizar con las tesis que sostenían los afamados expositores, las
cuales ligaban un supuesto decaimiento intelectual de los estudiantes con la idea de la
degeneración la raza colombiana. Sin negar el planteamiento que advertía de una crisis en la
formación de los estudiantes, traducida en hechos como la “falta de amor al estudio” y la
debilidad en la preparación profesional, la interpretación que hizo Bernate sobre la causa de esas
debilidades iba en una dirección totalmente contraria a la de los exponentes de la degeneración
de la raza, ubicándose en el plano de las condiciones materiales en que se efectuaba el hecho
educativo en el país.

En efecto, indicaba Bernate que si bien existía en la juventud colombiana una “degeneración o
decaimiento” (dos expresiones que no necesariamente significan lo mismo), que podría
explicarse acudiendo a los factores advertidos por los “doctos”, como el alcoholismo, el medio
ambiente y los defectos orgánicos, fisiológicos y psíquicos, era indudable que, más que crisis
estudiantil, lo que había era una deficiencia en los métodos científicos y pedagógicos, en los
profesores y en las directivas de las instituciones educativas del país, lo cual perjudicaba la
formación de los estudiantes174. Afirmaba Bernate:
Sin que pretendamos negar las afirmaciones de los maestros a quienes cita el doctor Jiménez López
en su admirable trabajo, y sin que desconozcamos, desde luego, que en el decaimiento anotado hay
una buena parte de responsabilidad de los estudiantes únicamente, creemos que la parte que en ella
corresponde a los dirigentes de la instrucción pública es muy grande para que no se tenga en cuenta
por todos los que se interesen en el estudio de los males que nos agotan y en la busca de remedios
para combatirlos.

Para ilustrar su tesis, Bernate acudía a hechos recientes ocurridos en varios colegios y Facultades
de Bogotá, que demostraban las irregularidades e imperfecciones “de que solo tienen
conocimiento exacto los jóvenes que diariamente concurren a los establecimientos de
educación”. Que se hubiese designado como rector de la Facultad de Derecho a un individuo
“tan cargado de virtudes privadas como desprovisto de las más elementales condiciones para un
empleo de esa naturaleza”; o que en la misma Facultad de Derecho no se hubiese abierto el curso
de Procedimientos y se corriera el riesgo de que los estudiantes obtuvieran el título de abogado
sin haber recibido esa materia; o que en la Facultad de Medicina hubiesen:

174
Días después, Alejandro Bernate extendió sus reflexiones sobre el asunto en un texto titulado “La Asamblea de
Estudiantes y el problema de la raza”, que apareció publicado en El Tiempo. Ver “¿Hay decadencia en la juventud
universitaria?”, El Tiempo (Bogotá), mayo 6 de 1920, p. 1.

115
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

profesores ineptos e incapaces, a quienes se sostiene allí porque gozan de gran valía en las altas
esferas oficiales, y que en la de Derecho abundan los profesores que no hacen sino repetir, año tras
año, las mismas palabras, sin traer jamás una idea nueva, una nueva apreciación, una nueva
enseñanza; y por último, queremos que el público se dé cuenta de que una de las causas que más
han contribuido a sembrar la pereza y el abandono en la actual juventud, es la largueza con que ha
procedido el Gobierno al otorgar facultad de expedir diplomas de bachiller a todos los colegios
cuyos directores han hecho esa solicitud.

Estos hechos, argumentaba Bernate, configuraban “una causa de mucho valor en el problema
que se estudia”. De ese modo, el enfoque que dieron los miembros de la Asamblea de Estudiantes
al famoso debate sobre la degeneración de la raza, y su expresión en el ámbito estudiantil, fue
ingenioso y acertado, al traer la reflexión sobre el decaimiento cultural no tanto a factores raciales
y geográficos, sino al atraso educativo, porque “cuando al maestro le falta la ciencia, el interés
o la apreciación y estimación de sus discípulos, éstos, lejos de amar el estudio y de interesarse
por las enseñanzas que se les dan, sienten antipatía, hasta aversión por ellas y las posponen a
cualquier pasatiempo frívolo y tonto” quienes están más interesados en que las cosas no sigan
así175.

Hay que decir que la de Bernate no fue la única postura estudiantil que se dio a conocer sobre el
tema del decaimiento de la juventud, como expresión de la degeneración de la raza. Roberto
Restrepo, estudiante de Medicina, elaboró un texto en el que se cuestiona las tesis que hablaban
de una decadencia de la juventud universitaria. Tomando en cuenta las lecturas del doctor
Jiménez López, Restrepo planteaba que el desinterés de la juventud por el estudio se debía a la
a la falta de preparación en los estudios de bachillerato, al excesivo número de estudiantes
universitarios, que daría origen a un “triste proletariado intelectual”; la mala organización de los
estudios, un sistema de exámenes cuestionable, el empleo de textos anticuados y la “poca
idoneidad en algunos profesores” y la falta de estímulos a los estudiantes sobresalientes. De
modo que, antes que hablar de una supuesta degeneración en la juventud universitaria, habría
que corregir los “hondos vicios en los sistemas educacionistas vigentes”. “Esa juventud es
víctima de un pésimo orden de cosas, y no causa de la decadencia de los estudios; al contrario,
nunca había mostrado tanta curiosidad intelectual, tanto deseo de levantar el nivel de los estudios
en Colombia. Y tiene perfecta razón, cuando se le habla de su decadencia, en levantar la voz para
decir en dónde está la raíz del mal y qué es lo que debe corregirse y mejorarse”, afirmaba
Restrepo176.

Los planteamientos de Bernate y Restrepo, que recogían el pensamiento de muchos miembros


de la Asamblea de Estudiantes, permiten identificar una postura original que se desmarcó de las

175
Ver “¿Hay decadencia en la juventud universitaria?”, El Tiempo (Bogotá), mayo 6 de 1920, p. 1.
176
Ver “Voces juveniles”, El Tiempo (Bogotá), mayo 25 de 1920, p. 1. En sintonía con las tesis de Roberto Restrepo,
editorializaba El Tiempo a favor de una “renovación completa de nuestros sistemas universitarios, y para llevarla a
cabo, urge ante todo esgrimir sin miedo a la piqueta de la verdad precisa, que ponga al descubierto los defectos de
lo existente y derribe lo que estorba el paso hacia un estado mejor”.

116
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

tesis convencionales acerca del estancamiento cultural de la nación, que pretendía ligar esa
particularidad de nuestra formación social, con factores como el alcoholismo, el mestizaje y la
ubicación geográfica. Asimismo, la interpretación hecha por la Asamblea de Estudiantes del
decaimiento intelectual de los estudiantes –tesis controvertida, al observar el propio activismo
de la corporación estudiantil- le servía para dar legitimidad a las acciones que anunciaba y
promovía, particularmente en el plano de la reforma educativa y la promoción de una cultura
articulada a la difusión del conocimiento científico, por la vía de la Extensión Universitaria.

1.2.1.4 Centro Universitario de Propaganda Cultural

Para fortalecer el entorno de las conferencias científicas, se creó en septiembre de 1920 el Centro
Universitario de Propaganda Cultural (CUPC). Bajo la dirección de Jorge Eliecer Gaitán, el
CUPC adelantó una labor de difusión de los propósitos que orientarían el centro, enviando
invitaciones a distintos periódicos y a figuras de la vida pública, como el Presidente Marco Fidel
Suarez, para que asistieran a las conferencias y las apoyaran. En la circular de invitación a la
primera conferencia se afirmaba: “El Centro Universitario de Propaganda Cultural tiene el honor
de invitar a usted a las Conferencias quincenales de vulgarización científica que ha organizado
y que con asistencia del Excelentísimo Sr. Presidente de la Republica iniciaran el miércoles 19
del presente, a las 8 y media pm, en el Foyer del Teatro Colon”. La primera conferencia fue
impartida por el doctor Julio Manrique, sobre “Extensión Universitaria”, tomando como modelo
para explicar esta labor un estudio sobre “Contagio de las enfermedades”177.

El éxito de las conferencias municipales en el Teatro Colón animó a las directivas estudiantiles
a replicarlas en poblaciones cercanas a la capital, bajo la modalidad de la Extensión
Universitaria. De hecho, la directiva estudiantil había definido que las conferencias científicas
debían hacerse extensivas a los departamentos del país. Pero la singularidad de esta nueva
campaña era que se presentaba como parte del propósito de “implantar en Colombia la
Universidad Popular”. Así, la primera población en donde se realizaron las conferencias de
“vulgarización científica” fue Facatativá, correspondiéndole a Julio Pardo Dávila disertar, en
tres ocasiones, sobre temas ligados a la agricultura antigua y moderna. Además, se programaron
conferencias en Zipaquirá, Girardot, Ibagué y Honda, siendo normal que en estas poblaciones se
constituyeran juntas directivas encargadas de dar continuidad a la campaña de extensión
universitaria. También se realizaron conferencias en lugares públicos de Bogotá, como se recrea
en una comunicación dirigida por el estudiante Jorge Eliecer Gaitán al director de El Tiempo:

Señor Director de El Tiempo.

Tengo el honor de manifestar a usted que conforme a los propósitos del “Centro Universitario de
Propaganda Cultural” éste ha organizado una serie de conferencias para obreros, sobre tópicos
científicos, que serán dictadas por miembros del Centro en las plazas de Nariño y Las Aguas en los

177
Ver “Invitación”, El Tiempo (Bogotá), mayo 19 de 1920, p. 3.

117
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

días y horas que oportunamente se señalaran. Las dos primeras versaran, la una sobre “electricidad”
y la otra sobre “vapor”.

Para advertir a los obreros y explicarles de qué se trata, el Centro organizará para el próximo
domingo una gran reunión de obreros, a las 2 de la tarde, en el patio sur del Capitolio. De antemano
me permito dar a usted los agradecimientos por el apoyo que sabrá prestar a nuestra labor, cuya
grande importancia no se escapa a su elevado criterio.

Soy de usted, con altos sentimientos de consideración y aprecio, su obsecuente estimador.

Jorge E. Gaitán. Presidente178.

Es preciso anotar que el formato que se empleó en la campaña no fue solo el de la conferencia,
ya que también se acudió al cine como herramienta de educación social179. Todo esto fue
alentando la creación de centros en muchos lugares, los cuales eran inaugurados por el estudiante
Gaitán. Sin embargo, al cabo de un tiempo, esta valiosa experiencia vio su fin, luego de que se
hicieran acusaciones sobre el manejo de recursos de la campaña cultural. A los pocos días de
haber dictado una conferencia en Cali en diciembre de 1921, sobre los fines de la Extensión
Universitaria, Gaitán presentó renuncia a la dirección del Centro Universitario, molestó por las
acusaciones sobre malversación de fondos que se hacáan180. La renuncia del director, sin
embargo, no significó el fin de las conferencias de extensión universitaria. Estas continuaron en
ciudades como Bogotá, Girardot y Zipaquirá, y siguieron conformándose juntas destinadas a
promover las campañas181.

1.2.1.5 Consolidación de la Asamblea de Estudiantes

Sin desconocer las tensiones internas que se presentaron al interior de la Asamblea de


Estudiantes desde su constitución, es indudable que la agremiación pronto comenzó a acumular
logros que se tradujeron en su consolidación y en su influencia a nivel nacional. Por ejemplo, es
un hecho que la rapidez con que se constituyó la Asamblea de Estudiantes, incidió en la
realización del Primer Congreso Nacional de Estudiantes en 1922, como lo mostraremos más
adelante. El fortalecimiento de la Asamblea de Estudiantes estuvo ligado al equipamiento de un
reglamento, un programa, unas directivas y la definición de un sistema de elección de delegados.

178
Ver “Conferencias populares”, El Tiempo (Bogotá), mayo 25 de 1920, p. 5.
179
Alberto Zalamea, Gaitán: autobiografía de un pueblo, Fajardo Editores, Bogotá, 1999, p. 76.
180
En la comunicación en la que anuncia su retiro, Gaitán, bastante enojado, comenta: “Hago saber que renunció
irrevocablemente a la Presidencia de la Extensión universitaria, que sólo enfermedad y calumnias me han reportado,
amargando mi espíritu de muchacho imbécilmente idealista”. Ver “Una rectificación de la Extensión Universitaria”,
El Tiempo (Bogotá), enero 20 de 1921, p. 2.
181
De acuerdo con uno de los biógrafos más importantes de Gaitán, las actividades promovidas desde el Centro
Universitario de Propaganda Cultural formarán en él dirigente estudiantil opiniones sobre la incidencia de la política
en la vida social que lo acompañaran a lo largo de su vida pública. Ver Herbert Braun, Mataron a Gaitán. Vida
pública y violencia urbana en Colombia, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1987, p. 90.

118
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

También se debió al reconocimiento legal que obtuvo la asociación (en marzo de 1921 la
Asamblea de Estudiantes obtuvo personería jurídica)182.

ASAMBLEA PRESIDENTE
I Asamblea (sep. 1919 – sep. 1920) Alfonso Esguerra Gómez
II Asamblea (sep. 1920 – sep 1921) Eduardo Esguerra Serrano
III Asamblea (sep. 1921 – sep. 1922) Alberto Uribe Uribe
IV Asamblea (sep. 1922 – sep. 1923) Francisco Bruno
V Asamblea (sep. 1923 – sep. 1924) S.d.
VI Asamblea (sep. 1924 – jul. 1925) Rafael García Salazar
Presidentes de la Asamblea de Estudiantes entre 1919 – 1926.
Fuente: Elaboración del autor.

La elección de delegados se efectuaba anualmente, tiempo que duraba cada Asamblea (en total,
hubo seis Asambleas, es decir, desde 1919 hasta 1925, año en que se eliminaron para dar paso a
los Centros Departamentales de Estudiantes). Con ese modelo de elección se garantizaba, en
teoría, una renovación permanente de las autoridades estudiantiles. Para el momento en que
expiraba el periodo de los delegados y el comienzo de uno nuevo, la Secretaria convocaba a
elecciones, a través de circulares publicadas en la prensa y en cartelones ubicados en lugares
públicos de la ciudad. Cada plantel (universidad o colegio) definía el momento de la elección
(que debía ser en los primeros doce días del mes de julio); una vez realizada la escogencia, los
responsables reportaban a la Presidencia y a la Secretaria de la Asamblea de Estudiantes las
credenciales de los delegados escogidos, soportada en un acta debidamente diligenciada. La
proporción de delegados era de uno para cada año de estudios profesionales, y para los Colegios
de bachillerato del uno por ciento. En la sesión de inauguración de la Asamblea de Estudiantes,
era elegida la nueva directiva de la agremiación.

Si bien es difícil determinar el número de afiliados que tuvo la Asamblea de Estudiantes en los
distintos periodos en que sesionó, dato que permitiría establecer aspectos como el crecimiento
de sus miembros, sí puede establecerse que hubo un aumento apoyándonos en descripciones e
informes oficiales. Entre las razones que explicarían un aumento del número de afiliados, se
encuentra la campaña emprendida por la corporación para conseguir tal fin. Al respecto, German
Arciniegas comentaba que, como parte de una estrategia organizativa, las directivas habían
establecido acuerdos con comerciantes de la ciudad para ofrecer productos y servicios a precios
especiales a aquellos estudiantes que demostraran su vinculación a la agremiación. De la
campaña hicieron parte tiendas comerciales, de transportes y de espectáculos. Por ejemplo,
“Luna Park” rebajaba el 50 por 100 en las entradas de los días ordinarios y el 30 por 100 en los
extraordinarios (fiestas patrias); la Librería Santa Fe, el 10 por 100 en los libros y el 5 por 100
en los textos de estudio y revistas; la relojería de Glauser, el 20 por 100 en todos sus artículos y
servicios; la Casa de Salud de Peña, el 10 por 100 en todos los servicios; la Empresa de

182
Ver “La Asamblea de Estudiantes obtiene personería jurídica”, Universidad (Bogotá), marzo 10 de 1921, p. 39.

119
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Automóviles del Rápido Expreso, el 10 por 100; los ferrocarriles, el 50 por 100 en los viajes de
ida y regreso; al igual que teatros como el Salón Olympia, el Teatro Caldas y la Peluquería del
Comercio183.

Ahora bien, el fortalecimiento de la Asamblea de Estudiantes estuvo atado a otro tipo de


iniciativas que, a ojos de los estudiantes, los favorecían. Entre estas acciones sobresalieron los
apoyos a las reclamaciones que los estudiantes hacían ante medidas que los perjudicaban,
algunas de las cuales Arciniegas referenció en el informe de 1920. Por ejemplo, hubo solidaridad
de la Asamblea de Estudiantes con los universitarios de Ingeniería, cuando éstos presentaron
quejas por los exámenes de revisión184. O solidaridad con los estudiantes becados de colegios y
universidades en Bogotá, a quienes no se les adeudaba la asignación convenida por la Nación y
los departamentos de donde procedían185.

Este apoyo también se dio en ciudades como Popayán y Medellín. Ocurrió así, por ejemplo,
cuando los universitarios y estudiantes de la Universidad del Cauca declararon la huelga, a raíz
de una medida de las directivas de la universidad que prohibía su presencia en las retretas de la
ciudad. La huelga estudiantil recibió el apoyo de la Asamblea de Estudiantes de Bogotá186. O
cuando se solidarizaron con los estudiantes de la Universidad de Antioquia, que sufrieron
expulsión al haber retirado el cuadro del Sagrado Corazón de Jesús que adornaba el Paraninfo,
y puesto en su lugar el retrato de Fidel Cano, siguiendo una disposición oficial187.

Para dar cumplimiento a lo establecido en los Estatutos, la directiva tomó la decisión de enviar
Delegados a distintas ciudades para promover la creación de Asambleas de Estudiantes. Las

183
Ver “La Federación de Estudiantes y sus ventajas y progresos”, El Tiempo (Bogotá), julio 31 de 1921, p. 6. A
Carlos Pellicer le hace saber en una carta: “Afortunadamente, con motivo de la creación de la Federación, todo
parece revivir. Ya, antes de principiar la inscripción, la Librería Santa Fe nos ha ofrecido apreciables descuentos: 5
por ciento en los textos; 10 por ciento en las demás obras, y las revistas al precio que se indique en la caratula, en
la moneda del respectivo país, al tipo corriente. La inscripción se principiará el miércoles que viene y esperamos
poder constituir un fondo social apreciable, vinculamos más íntimamente a todos los compañeros de la obra
estudiantil”. Ver Serge I. Zaitzeff, Correspondencia…, Op. cit., p. 76. Para beneficiarse del descuento al momento
de querer acceder al servicio de transporte, la Asamblea de Estudiantes propuso a la Empresa Rápido Expreso que
el estudiante debía mostrar el carnet emitido por la agremiación, y que lo acreditaba como miembro de la misma.
Ver “La Federación de Estudiantes hace una petición a la empresa de transporte”, El Tiempo (Bogotá), diciembre 4
de 1921, p. 3.
184
Ver “Exámenes de revisión en la Escuela de Ingeniería”, Universidad (Bogotá), marzo 23 de 1921.
185
El asunto fue tratado en sesión por la Asamblea de Estudiantes, que nombró una comisión para entrevistarse con
el Ministro de Instrucción Pública, para tratar el tema y garantizar el pago puntual de las becas. Asimismo, emitió
la Asamblea de Estudiantes una declaración en la que se solicitaba “de las entidades nombradas que dicten las
disposiciones vigentes que sean necesarias para que se modifiquen las dolorosas circunstancias a que han reducido
a esos jóvenes que, sedientos de saber, llenos de aspiraciones, se han expuesto a enormes sacrificios para realizarlas.
Esos pagos de las becas deben tener prelación por honor para las entidades que las han creado y por consideraciones
para los favorecidos que han abandonado la tranquilidad de sus hogares confiados en la palabra oficial, y que están
sufriendo la amargura del desengaño”. Ver “Por los becados”, El Tiempo (Bogotá), julio 18 de 1921, p. 7.
186
De la huelga en la Universidad del Cauca se da cuenta, en detalle, en el capítulo 3.
187
Ver “Los estudiantes y el Sagrado Corazón”, El Universal (Barranquilla), mayo 19 de 1921, p. 1.

120
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

labores de los Delegados eran significativas. Así se describían los pormenores de estas labores
en la prensa estudiantil. Gustavo Esguerra Serrano, por ejemplo, fue comisionado para dirigirse
al Huila y en el informe que presentó, destacó:

Como resultado de las conferencias habidas con el Director de Instrucción Pública, los Rectores del
Colegio de Santa Librada y la Normal y los Estudiantes de uno y otro plantel, tengo el placer de
informar a usted que quedó en la ciudad de Neiva instalada una Junta de Estudiantes, organizadora
de la Asamblea que deberá funcionar en aquella capital, Junta compuesta por jóvenes de inteligencia,
prendas personales y entusiasmo tal, que dan garantía de éxito completo188.

Si en ocasiones era difícil enviar delegados a las ciudades, de gran ayuda eran las
comunicaciones que se establecían entre las directivas del gremio y los estudiantes residentes en
distintas ciudades. Ulises Rojas, quien presidía la Junta Patriótica de Estudiantes de Boyacá,
informaba a las directivas de la Asamblea de Estudiantes de Bogotá de las labores realizadas por
los estudiantes de Tunja:

Muy placentero será para mi informar a esa honorable Asamblea de los trabajos que la Junta
emprenda en el presente año, y deseoso de que las dos Corporaciones puedan estrechar más sus
relaciones, me permito preguntar a usted si será posible que un Delegado nombrado por los Colegios
de esta Capital (Tunja) los represente ante esa Asamblea, para lo cual se le daría al elegido la
credencial que lo acreditara como tal. A nadie se ocultan los benéficos resultados que esta medida
produciría, porque una vez establecida en todos los Colegios de fuera de esa capital, fomentaría la
liga estudiantil y, más que todo, vendría a dar unidad a un plan, que bien dirigido y organizado, seria
factor importantísimo en los destinos de la Republica189.

En Medellín, el activismo estudiantil era, después de Bogotá, el más adelantado. De hecho, será
esta la principal razón para que la capital antioqueña fuese escogida como la sede del primer
congreso nacional de estudiantes en 1922. Desde junio de 1921, los estudiantes vinculados a
comisiones nombradas por los Centros de Ingeniería, Medicina y Jurisprudencia, plantearon la
idea de reunir la Asamblea de Estudiantes en las semanas siguientes, para lo cual se designó una
comisión especial encargada de elaborar el programa. Entre los puntos que se consignaron en la
programación sobresalía el de garantizar la libertad para orientar los estudios con criterios
científicos, fomentar la protección de la infancia y de la mujer, y propender por la unión y el
compañerismo entre los estudiantes190. El tema de la mujer tuvo un lugar destacado en el
activismo estudiantil de Medellín, a tal punto que, para 1921, Amelia Arango H., fue elegida
como Vicepresidente de la Asamblea de Estudiantes de Antioquia.

188
Ver “La Unión Universitaria del Huila”, Universidad (Bogotá), febrero 24 de 1921, p. 19.
189
Ver “Los estudiantes boyacenses y la Asamblea de Bogotá”, Universidad (Bogotá), febrero 24 de 1921, p. 20.
190
Ver “Noticias de Medellín”, El Tiempo (Bogotá), junio 16 de 1921, p. 1.

121
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Amalia Arango H., Vicepresidenta de la Asamblea de Estudiantes de Antioquia.


Fuente: Universidad (Bogotá), marzo 23 de 1921.

Las múltiples labores de la Asamblea de Estudiantes de Bogotá le merecieron un reconocimiento


de sociedades y centros universitarios de otras ciudades, a tal punto que desde 1921 se asociaba
su nombre al de Federación de Estudiantes de Colombia (aunque también hizo parte de la
campaña de la Asamblea de Estudiantes, para fortalecer su liderazgo entre los estudiantes del
país, como lo veremos más adelante). En este contexto, marcado por un activismo estudiantil sin
precedentes, surge la revista Universidad en febrero de 1921, la cual jugará un papel de primer
orden en las iniciativas para formalizar una agremiación estudiantil de carácter nacional191. El
primer número de la revista, del que se editaron mil números que se agotaron prontamente,
consignó en su nota de presentación lo siguiente:
La obra de la Asamblea de Estudiantes no sería completa si un órgano de publicidad no fuera
recogiendo ordenadamente las vibraciones de su vivir. Por otra parte, hay que dar fe, mas
visiblemente, de la capacidad intelectual de la juventud, y creemos dar ocasión a esto, porque de ella
y no nuestras son estas páginas. (…) Estudiantes, tenemos la aspiración afirmativa de ir. Ir adelante,
llenando de juventud el camino. Inconformes, porque en la inconformidad hallamos el principio de
todo progreso, y animados por la perspectiva de lucha que todo anhelo renovado, supone 192.

La II Asamblea de Estudiantes, bajo la Presidencia de Eduardo Esguerra Serrano, fue la que más
importancia otorgó al relacionamiento de los estudiantes colombianos con las dinámicas
políticas y gremiales de orden internacional. En su informe sobre las labores de la II Asamblea
de Estudiantes, Esguerra Serrano cuestionó el criterio de ciertos líderes estudiantiles que querían
limitar el activismo estudiantil a asuntos de orden local, y reducidos a lo académico o
profesional. Afirmaba Esguerra Serrano:

Porque es sin duda muy grave error el creer que la acción de la juventud debe estar limitada a los
claustros universitarios o a lo sumo extenderse a los problemas locales, enormes y menudos, que de
tiempo atrás esperan solución. La labor que corresponde a la juventud es inmensamente más amplia:

191
Ricardo Arias, Los Leopardos. Una historia intelectual de los años 1920,… Op. cit.
192
Ver “Notas”, Universidad (Bogotá), febrero 24 de 1921, p. 14.

122
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

abarca ella todas las esferas de la actividad humana; y así en la vida internacional y política de los
pueblos, como en las relaciones sociales y privadas de los ciudadanos, debe el esfuerzo juvenil
manifestarse en forma de generosas renovaciones que rectificando añejos y perjudiciales conceptos,
afiancen el porvenir de la humanidad sobre una base de verdadera concordia internacional, de
verdadera libertad y tolerancia, de no mentida fraternidad y autentico progreso.

De ahí el que las actuales organizaciones estudiantiles propendan al acercamiento de las diversas
nacionalidades y a la formación de cordiales vínculos entre ellas mediante el conocimiento reciproco
y la mutua compenetración. De aquí también el que la juventud se interese por la organización
política de los pueblos y haciendo abstracción de tendencias partidaristas (sic), proclame
valerosamente una reforma social y política que garantice para todos los ciudadanos la inviolabilidad
de sus derechos y los encauce a la pacifica consecución de sus aspiraciones, bases éstas del
desenvolvimiento armónico de las energías y actividades que generan la grandeza de los pueblos193.

Fiel a esas tesis, Esguerra Serrano194, impulsó una juiciosa labor de acercamiento a iniciativas
estudiantiles tanto del país como de fuera de él. Hizo esfuerzos por establecer relaciones con
federaciones estudiantiles de otros países, como Venezuela. Intercambio saludos con la
Federación de Estudiantes de Perú. Además, comprometió esfuerzos para que el Gobierno
garantizara la participación de la delegación colombiana al II Congreso Internacional de la Gran
Colombia (vista como un logro, a raíz de las “declaraciones de ferviente y efusivo
hispanoamericanismo” que formuló la delegación colombiana, las cuales fueron celebradas por
los asistentes195), reunido en Guayaquil en octubre de 1920. Finalmente, promovió la toma de
posturas de la agremiación estudiantil ante acontecimientos que comprometían la soberanía de
Colombia y de otros países de la región; protestó contra la actuación de Juan Vicente Gómez en
Venezuela y saludó el nombramiento de José Vasconcelos como rector de la UNAM en México.

193
Ver “Del informe”, Universidad (Bogotá), marzo 23 de 1921, p. 14. Sobre el informe de Esguerra, anotaba
Arciniegas en carta dirigida a Pellicer, del 10 de abril de 1921: “Habrá recibido usted los números de Universidad
y convendrá en que eso es algo muy bueno. Le reclamo atención a la parte del informe de Eduardo Esguerra sobre
cuestiones internacionales de la Asamblea, publicado en el número cuarto. Ya verá por ese documento que aquí
poco a poco se le irá haciendo justicia, para acabar con toda la trama de canalladas de don Alfonso”. Ver
Correspondencia entre…, Op. cit., p. 72, 73.
194
Eduardo Esguerra Serrano nació en Bogotá en 1895. Hizo sus estudios secundarios en el Colegio de San
Bartolomé, e ingreso a la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional en 1917, de donde se graduó en 1922.
Ver Oliverio Perry, Quién es quién en Colombia, Oliverio Perry & Cia., Bogotá, 1970, p. 138.
195
Los estudiantes que asistieron al congreso de Guayaquil fueron Eduardo Esguerra Serrano, Roberto Andrade y
Gonzalo Restrepo. Este último publicó en la revista Universidad dos extensas notas en que exponía las discusiones
centrales del evento: la autonomía universitaria y la situación internacional. Valga anotar, sobre estos asuntos, que
en el evento se aprobó una moción de apoyo a la libertad de Republica Dominicana y se analizó la posición de
América Latina frente a “la civilización penetrante y expansiva de los Estados Unidos del Norte”. Sobre la
autonomía universitaria, el otro gran debate del congreso de Guayaquil, los delegados colombianos reivindicaron la
tesis de la “autonomía absoluta”, una conquista que debía hacerse por los cauces pacíficos, sin acudir a
“procedimientos violentos”, y debía contemplar pasos como la centralización y la autonomía fiscal, para luego
conquistar la “emancipación universitaria del influjo oficial”. Eso solo sería posible, decía Restrepo, luego de una
obra “labor larga y perseverante” con “intensos debates en el seno de la Universidad misma y en el concepto
público”. Ver “El Congreso de Guayaquil” “El Congreso de Guayaquil y la autonomía universitaria”, Universidad
(Bogotá), febrero 24 de 1921, p. 7 y ss.

123
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Sesión de la VI Asamblea de Estudiantes en 1924.


Fuente: Mundo al Día (Bogotá), julio 21 de 1924, p. 7.

La Asamblea de Estudiantes carecía de una sede, debiendo sesionar, de acuerdo con el carácter
de las reuniones y las circunstancias del momento, en espacios diferentes. Por ejemplo, para
reuniones permanentes solían encontrarse las directivas en la Escuela de Taquigrafía, ubicada en
el edificio número 423 de la carrera 8ª. Por esa carencia, la idea de conseguir un lugar en donde
los estudiantes pudiesen asistir para poder ejecutar practicas asociadas al ocio y la entretención,
se convirtió en una prioridad. A ese lugar se le denominó de distintas maneras (Club Estudiantil
o Club de Estudiantes Federados), hasta que, desde 1924, fue conocida como la Casa del
Estudiante.

En 1921, en el discurso de instalación de la Asamblea de Estudiantes, el Presidente Francisco


Bruno insistió en la idea de tener “nuestro hogar común”, haciendo referencia a una casa como
lugar apropiado para el encuentro entre los estudiantes:
Allí, cada grupo de estudiantes ocuparía un apartamento o un cuarto amplio; el hotel, el baño, el
campo de deportes, en la misma heredad; todos amigos, todos compañeros, todos hermanos: el
bachiller, el practicante de Medicina, el aprendiz de técnico y el manual, el estudiante de códigos,
el agrónomo y el dentista, el obrero sastre y el de la herrería, el ingeniero y el industrial, el alumno
del Conservatorio y el de las Bellas Artes; todas las profesiones, todas las carreras, todas las
especializaciones. Allí, en consorcio íntimo, vivirán el mancebo fuerte, robusto e imaginativo de las
montañas antioqueñas con el vaquero audaz de los Llanos y de las Sabanas de Bolívar y
Cundinamarca; el valeroso y fuerte hijo de Santander caucano; el recio y musculado nariñense con
el aguerrido y poderoso goagiro (sic); el alegre y despreocupado tolimense con el descendiente
legendario de Sugamuxi, el resignado y heroico boyacense con el explorador del Dagua y el minero
del Choco; el heredero de la estirpe noble con el humilde hijo del sabanero; el aristócrata con el
plebeyo, y el rico con el pobre, todos vinculados por el amor, por el estudio, por el destino, por la
Patria. Sería si como en aquella mansión se congregara la Patria con sus más dilectos hijos, sus

124
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

preferidos, los hijos de sus entrañas y de su alma, y los uniera fuertemente, poderosamente, en una
sola caricia, en una sola mirada de fuego196.

Otro indicador de las labores de la Asamblea de Estudiantes fue su disposición para abrazar
causas como la institucionalización y reconocimiento de las carreras y títulos de los estudiantes.
En un ambiente de desorganización en el que solía predominar la improvisación y la falta de
control en las ofertas de programas universitarios, amén de la calidad de los mismos, era
frecuente que, por disposiciones oficiales, los estudiantes resultaran perjudicados al ponerse en
riesgo el tiempo que habían dedicado a su formación profesional. Así ocurrió, por ejemplo, en
octubre de 1921, cuando, a raíz de una disposición del Ministerio de Instrucción Pública sobre
la reglamentación de las Escuelas Dentales, destacaba que existía un descuido de la vigilancia
oficial para conseguir su cumplimiento, lo que había dado origen a que esas escuelas funcionaran
como empresas particulares, persiguiendo fines puramente mercantiles, “haciendo
excesivamente costosos estos estudios y descuidando por completo las mejoras de orden material
que requerirá una enseñanza realmente efectiva”. Lo anterior motivó a la Asamblea de
Estudiantes a pedir al Congreso Nacional la expedición de una ley por la cual se creara la
Facultad Dental Nacional, incorporada a la Universidad Nacional y reglamentada por el
Ministerio de Instrucción Pública, buscando así una mejor “preparación de los futuros dentistas”
y elevando “el nivel moral y el decoro de la profesión a la altura que le corresponde”197.

Otro hecho asociado a la actuación de la Asamblea de Estudiantes, es haber impulsado la reforma


de los estudios universitarios y secundarios en el país. En este caso, retomó los acumulados de
los estudiantes que, desde 1908198, reivindicaban una modernización de los métodos de
enseñanza y de los contenidos que se impartían en las instituciones educativas del país, así como
las tesis a favor de la reforma universitaria, que provenían de países como Argentina y Uruguay.

En el plano de las ideas, la Asamblea de Estudiantes se apropió de las representaciones que los
estudiantes de otros lugares del continente elaboraban y ponían a circular sobre la circunstancia
histórica de la región. Sobresalió, en ese asunto, que se cruzaron posturas diversas, cobijadas
bajo el manto de un antiimperialismo sui generis. En el caso colombiano estas posturas tuvieron
acogida, motivada por hechos de la vida nacional, vistos con signo trágico, como la perdida de
Panamá. En 1921, la Asamblea de Estudiantes aprobó una proposición de protesta por la
violación de la libertad e independencia de República Dominicana, e invocando la solidaridad

196
Ver “En la instalación de la Asamblea de Estudiantes”, El Tiempo (Bogotá), julio 12 de 1921, p. 3.
197
Ver “Proposición de la Asamblea de Estudiantes”, El Tiempo (Bogotá), octubre 9 de 1921, p. 6. La propuesta
contemplaba la aceptación de los certificados de los alumnos que habían cursado los dos primeros años en los
Colegios Dentales de Bogotá, y la refrendación de los diplomas de los estudiantes que habían aprobado el tercer
año de formación.
198
Es expresivo que en 1921, Demetrio García Vásquez, uno de los organizadores del Primer Congreso
Internacional de Estudiantes de la Gran Colombia, reunido en Bogotá en 1910, y autor del informe sobre la
universidad neutral y científica, presentara un proyecto al Congreso sobre reforma universitaria. Ver “Reformas
universitarias”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 26 de 1921, p. 4.

125
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

hispanoamericana. Una expresión de ese clima de agitación en clave antiestadounidense, lo


encontramos en una comunicación de la Convención Nacional de la Juventud Conservadora, en
la que se planteaba lo siguiente:

Dígase al Excelentísimo señor Presidente de la Republica y al Ministro de Relaciones Exteriores


que la juventud conservadora del país vería con satisfacción que se buscara el mayor acercamiento
posible con las naciones ibero-americanas y que el Gobierno perseverara y acentuara la política de
dignidad y de cautela en las relaciones de Colombia con los Estados Unidos. (…) Excelente eso de
que se acentué una política iberista, si nos permiten la intransigencia del vocablo, única que se
aviene al carácter de la juventud199.

Las labores de las distintas Asambleas de Estudiantes de Bogotá incidieron en el comportamiento


de sectores políticos, religiosos y académicos de la ciudad. Sus aspiraciones y formas de
actuación despertaron recelos e incomodidades. Aquí es oportuno volver a Pellicer, quien
opinaba que la agremiación estudiantil surgida en Bogotá (a la que él llama, de modo impreciso,
Federación de Estudiantes) había nacido a pesar de la oposición que le hicieron las autoridades
religiosas (Pellicer recuerda, que la Federación de Estudiantes estaba compuesta “en su gran
mayoría por jóvenes católicos”200).

La animadversión hacia la Asamblea de Estudiantes también fue promovida por los rectores de
los planteles educativos, particularmente de los colegios, acudiendo a procedimientos como la
prohibición a los estudiantes para que realizaran las elecciones de delegados, bajo pena de
sanción, o la incitación para que desatendieran los llamados de los directivos de la agremiación
estudiantil.

Desde luego, sería equivocado pensar que quienes contrariaban a las directivas estudiantiles, lo
hacían actuando como si fueran marionetas, manipuladas al capricho de fuerzas invisibles. En
mayo de 1919, diez estudiantes que habían oficiado como delegados a la Asamblea Estudiantil,
comunicaron a la Directiva su renuncia irrevocable, en protesta por los “ultrajes cometidos”
hacia la Jerarquía Eclesiástica y el irrespeto a las autoridades, incluida la del Presidente de la
Republica, por los miembros de la agremiación estudiantil, la cual no actuaba en favor de los
intereses de la juventud, ni mucho menos lo hacía “dentro del orden y el respeto a la
autoridad”201.

De otro lado, en el Colegio Universitario, el Rector se opuso a que los estudiantes del plantel
eligieran los delegados que los representarían en la III Asamblea de Estudiantes, a raíz de las

199
Ver “La Convención Nacional de la Juventud Conservadora”, Universidad (Bogotá), marzo 23 de 1921.
200
Carta de Carlos Pellicer a Doña Deifilia C. de Pellicer (diciembre 28 de 1919), Correo familiar…, Op. cit., p.
177 y 178.
201
Ver “La delegación del Instituto Técnico”, Universidad (Bogotá), mayo 27 de 1921, p. 145. La respuesta de la
directiva de la Asociación de Estudiantes no contempló posturas diplomáticas de ningún tipo, como se lee a
continuación: “Se acepta la renuncia de los Delegados y Suplentes del Instituto Técnico Central, por considerarlos
ineptos para comprender un movimiento de solidaridad estudiantil”.

126
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

denuncias que la agremiación hizo del manejo indecoroso que aquel hacía del plantel, al que
había convertido en “el más repugnante expendio de certificados falsos y la más vergonzosa feria
de ignorancia y cinismo”202.

1.3 Primer Congreso de Estudiantes (1922)

Venid!, compañeros; y en cambio de este mensaje fraterno; traednos el mensaje y el abrazo de vuestros Colegios
y de vuestras regiones; y así, confundidos en gratísimos transportes de genuino patriotismo, en comunión e
inteligencia perfectas, sentaremos las bases de la verdadera vinculación nacional, que radica en la igual
iluminación de los espíritus y en el creciente afecto de los corazones!
Manifiesto de los estudiantes antioqueños a los estudiantes colombianos, 1920, p. 20.

En octubre de 1922 se realizó en Medellín el primer congreso nacional de estudiantes. Con este
evento, se abrió la página de los congresos estudiantiles en Colombia, que incluye la realización
de siete eventos celebrados en las décadas siguientes. Hacemos justicia si decimos que la
realización del evento estudiantil fue, en gran medida, fruto de la labor emprendida por la
Asamblea de Estudiantes de Bogotá desde 1919. Es cierto que los estudiantes antioqueños,
nucleados en la recién constituida Asamblea de Estudiantes, tomaron cartas en el asunto y
desplegaron energías para organizar el congreso y servir, con los rigores del caso, como
anfitriones. Pero también es cierto que los miembros de la Asamblea de Estudiantes de Bogotá
habían abierto una nueva etapa en el activismo estudiantil en Colombia, perceptible en propósitos
como lograr reunir a los estudiantes del país en un congreso y poder constituir una federación de
carácter nacional. Esa había sido la intención que los había acompañado incluso desde 1919, y
el encuentro de Medellín expresaba, en gran medida, ese interés.

Cuando en agosto de 1920 Germán Arciniegas leyó el informe sobre las labores realizadas por
la I Asamblea de Estudiantes de Bogotá, aprovechó la presencia de un grupo de estudiantes de
la Escuela de Minas de Medellín que por esos días visitaba la capital y que estaba presente en la
sesión del gremio estudiantil bogotano, para “estrechar vínculos y echar las bases firmes de una
solidaria acción estudiantil nacional”203. De hecho, aquella sesión de la Asamblea de Estudiantes
se hizo en honor de los estudiantes antioqueños. En esa oportunidad, Arciniegas preciso:

Una coincidencia feliz hace que presentemos el informe de las labores de la primera Asamblea a
tiempo que un núcleo de estudiantes de la Escuela de Minas de Antioquia nos visita. Así nuestro
mejor deseo es el de que todo lo que de alentador y bueno dejo ella, fecunde en esos compañeros
que representan el núcleo fuerte y viril de la Republica. Nuestro solo propósito consiste en hacer un

202
Ver “El Colegio Universitario”, Universidad (Bogotá), junio 7 de 1921.
203
La recepción que se hizo de los estudiantes antioqueños en Bogotá, fue todo un acontecimiento, como lo recuerda
Arciniegas: “Cuando el tren llegó eran las ocho y media de la noche; con todo una gran multitud llevó entre vivas
estruendosos a los antioqueños, hasta el hotel en donde se alojaron: allí la Asamblea había organizado la gran
serenata con la Banda Nacional. (…) Yo pasé nota a todos los rectores pidiendo, como secretario de la Asamblea,
que se izara la bandera nacional en los edificios de las Facultades mientras permanecieran entre nosotros los
muchachos de la Escuela de Minas, y todos han accedido con la mayor amabilidad”; en Serge I. Zaitzeff,
Correspondencia…, Op. cit., p. 52.

127
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

resumen, con los puntos en donde se hizo más visible ese intento inicial, para que se vea la necesidad
de prolongarlo, con mayor vigor, indefinidamente en el tiempo.

Y líneas más adelante, al referirse a las acciones de la Asamblea de Estudiantes, afirmó: “Tan
solo en Antioquia empieza a delinearse con firmes relieves una Federación, que está llamada a
prosperar ampliamente entre quienes ahora mismo están diciendo de su vitalidad en una visita
que nos hace honor y ofrece envidiable ejemplo”204.

Estas apreciaciones, que se fortalecieron a raíz del papel que desempeñaron los estudiantes en
febrero de 1921, cuando se presentó el conflicto en la Universidad de Antioquia por la polémica
del retrato de don Fidel Cano en el Paraninfo de la universidad205, permiten divisar lo que
Arciniegas y otros miembros de la directiva pensaban acerca de la proyección del activismo
estudiantil en el país, y del reconocimiento que hacían de las labores de los colegas de Antioquia.
De ahí que no resultara extraña la propuesta que lanzó Arciniegas desde las páginas de
Universidad, en enero de 1922, de realizar el primer congreso estudiantil en Medellín. De hecho,
la propuesta fue apoyada por los universitarios del Cauca y Bogotá. Vinieron enseguida acciones
que le dieron consistencia a la propuesta. El 1 de febrero de 1922, por ejemplo, se realizó una
reunión en el Salón de Grados de la Universidad de Antioquia, para finiquitar aspectos operativos
del congreso estudiantil, en la que participaron varios profesores y estudiantes, acompañados por
José Camacho Carreño, en representación de los estudiantes de Bogotá. De la reunión salieron
constituidas dos juntas, una asesora y otra organizadora206. En marzo, la Asamblea de
Estudiantes ratificó formalmente la propuesta de organizar el congreso estudiantil, y convocó los
esfuerzos de las agremiaciones estudiantiles locales para llevar a cabo tal fin207.

En una entrevista para Sábado, revista editada en Medellín por Francisco Villa, Arciniegas habló
de las razones y alcances que podría tener el congreso de estudiantes. Señalaba que la escogencia

204
Ver Informe de las labores realizadas…, Op. cit. Arciniegas escribirá a Pellicer: “En la sesión solemne que se
verificó aquí en honor de los medellinenses leí mi relación de las labores realizadas por la primera Asamblea. (…)
Produjo buen efecto y los antioqueños han admirado nuestra labor”; en Serge Zaitseff, Correspondencia…, Op. cit.,
p. 54.
205
La Asamblea de Estudiantes de Medellín, en una de sus primeras disposiciones adoptadas en 1921, aprobó la
colocación en el paraninfo de la universidad de un retrato de don Fidel Cano.
206
Integraron la junta organizadora figuras reconocidas de la academia y estudiantes como Pedro P. Betancourt,
José J. Gómez, Tomas Cadavid Restrepo, Joaquín G. Ramírez, Andrés Rivera Tamayo y los Presidentes de la
Asamblea de Estudiantes, de la Asociación de Cronistas y del Centro Amigo del Estudiante y los estudiantes
designados por el Consejo Directivo de la Asamblea, Andrés Rivera Tamayo, Alberto Jaramillo Sánchez y José
María Isaza M. En el informe que presentó José Camacho Carreño de su labor a favor del congreso estudiantil,
anotó lo siguiente: “Fue mi ánimo infundir entusiasmo a los estudiantes de Antioquia para que se interesaran de
corazón en la obra universitaria, pero, he de confesarlo, que ante ellos pude templar mi espíritu como en una fragua
y convencerme de que los proyectos que en Bogotá se enuncian como irrealizables, en Antioquia, por la intuición
de talentos prácticos, adquieren posibilidad de realización: la utopía se convierte en realidad”. Ver “Del movimiento
estudiantil antioqueño”, Universidad (Bogotá), N° 27, 1922, p. 98 y 99.
207
Ver I y II congresos nacionales de estudiantes: Colombia, Medellín 1922, Bogotá, 1924, Ediciones Colombia,
Bogotá, 1926, p. 14.

128
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

de Medellín debía entenderse como un acto de justicia con la Universidad de Antioquia en su


centenario. Esa ocasión, indicaba Arciniegas, permitirá un encuentro alejado de las clásicas
“efemérides patrias con los pesados discursos inútiles del patrioterismo”. Había además una
ventaja, por su ubicación geográfica, lo que facilitaría el traslado de las delegaciones del país.
Al ser interrogado sobre las expectativas del congreso, Arciniegas afirmó que éste buscaba “la
concentración inicial de una campaña universitaria”, que al recoger “las vibraciones de centros
escolares equidistantes de Medellín”, favoreciera “su solidaridad futura”. Eso era lo que
precisamente ocurría en otros países de América y Europa, advertía Arciniegas. Aunque
reconoce que era hora de que los estudiantes dejaran de actuar como una masa y lo hicieran como
un “bloque definido” movido por “perfiles orientadores como una gran falange apostólica en
marcha a las etapas excelentes”. He ahí el principal propósito del congreso estudiantil: lograr la
“compactación de la juventud nacional”. Afirmaba Arciniegas:
Si el Congreso – y ya sabrá lograrlo- echa las bases definitivas de la organización estudiantil de
Colombia, habremos encontrado la manera de que los jóvenes colaboren continua e intensamente al
mejoramiento de la Republica. Y la Universidad centenaria dejará sin escrúpulos los clásicos
modismos de su antiguo ritual para rendirse al gesto joven, como un viejo Dios generoso que recibe
con orgullo el espíritu nuevo”208.

Había además motivos de carácter gremial que justificaban la realización del congreso
estudiantil, y que estaban anunciados en la convocatoria del evento. Por ejemplo, la discusión
sobre la centralización universitaria, el estudio de las conclusiones a que llegó el Congreso
Internacional de Estudiantes celebrado en México, la adhesión de Colombia a la Confederación
Internacional de Estudiantes, la definición de una postura sobre la política internacional y la
proyección de las Asambleas Estudiantiles que ya funcionaban.

1.3.1 Debates en el congreso

Pese a los malos augurios sobre el congreso estudiantil que pregonaron algunos sectores de la
vida política, el evento fue inaugurado el 8 de octubre de 1922, de la mano de las festividades en
la Universidad de Antioquia, que cumplía un siglo de creada209. La convocatoria fue atendida
por 23 estudiantes, distribuidos por ciudades y centros universitarios, así:

Por Bogotá: Jorge de Francisco Cabo, Rafael Bernal Jiménez y Carlos Lozano y Lozano
(Facultad de Derecho del Colegio del Rosario). Alberto Suarez Hoyos, de la Asamblea de
Estudiantes de Bogotá; Rafael Valencia Samper, de la Escuela de Agronomía; Lucio García, de
la Escuela de Ingeniería, Edgardo Manotas, del Externado y Luis Alberto Martínez. Al llegar a

Ver “El Congreso de Estudiantes”, Sábado (Medellín) julio 8 de 1922, p. 1.


208

Ver “El Primer Congreso Nacional de Estudiantes y el centenario de la Universidad de Antioquia”, Sábado
209

(Medellín), julio 29 de 1922, p. 797 y 798; Joaquín G. Ramírez, “Congreso de estudiantes: discurso inaugural”,
Derecho colombiano (Bogotá), N° 67, octubre 14 de 1922, p. 806, 807. El discurso también se publicó en Sábado,
(Medellín), N°67, 1922.

129
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Medellín, un mes antes de la fecha programada, Germán Arciniegas, quien se presentó como
Delegado de la Federación de Cundinamarca, fue objeto de atenciones por parte de los
anfitriones, entre ellas una cena en el Hotel Europa210.

Por Cartagena: Alberto E. Soto y Carlos H. Pareja. Por Manizales: Gabriel Llanos G., Delegado
del Instituto Universitario de Caldas. Por Popayán: Francisco Villamil L. Por Cali: Miguel Ángel
Escobar Castro. Por Tunja: Rafael Salamanca Aguilera.

Por Medellín: Escolástico Baquero Gutiérrez, Roberto Duque B., Nicolás Flórez, Pedro Nel
Gómez, Alberto Jaramillo Sánchez, Clemente López L., Marco A. Roberto, Mario Restrepo
Gaviria211.

Las Bases del congreso estudiantil estaban contempladas en 12 artículos. Para los temas
propuestos, todo estudiante o profesional salido de las aulas seis meses antes del 9 de octubre de
ese año, podía presentar al Congreso informes para ser discutidos. Estos debían ser entregados
previamente al comité encargado de la organización general del Congreso. Los temas debatidos
en el congreso, tal y como se redactados, fueron los siguientes:

a. Organización estudiantil en Colombia, con sus anexos de sindicatos, asambleas,


federaciones, etc.

b. Organización de Congresos de Estudiantes periódicos.

c. Representación de los estudiantes en los Consejos Directivos de la Enseñanza


Universitaria.

d. El concepto de Universidad en sus relaciones con el Estado.

f. Organización del bachillerato.

g. Intercambio profesional entre las Facultades del País.

h. Misiones Pedagógicas al Exterior.

i. Actitud de los estudiantes colombianos frente a los problemas internacionales de Hispano-


América.

210
El arribo de Germán Arciniegas a Medellín para participar en el congreso de estudiantes, le significó, en lo
personal, conocer a Gabriela Viera, quien se convertirá en su futura esposa en noviembre de 1926.
211
En las Bases se estableció que los Delegados escogidos lo harían en representación de las Facultades
Universitarias existentes en el país, así como de la Escuela Nacional de Minas, queriendo ello decir que la invitación
no tenía restricciones de ningún tipo. De igual modo, habría delegados por las Asambleas Estudiantiles existentes
(el número de Delegados por Facultad o Asamblea era de uno).

130
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

j. Reforma del Pensum de las Escuelas Normales, en el sentido de adaptarlo a las necesidades
de las distintas secciones del País212.

Primer Congreso Nacional de Estudiantes, Universidad de Antioquia.


Fuente: Sábado (Medellín) julio 29 de 1922, p. 808.

Al inicio de las sesiones se aprobaron varias proposiciones de reconocimiento a las reinas


estudiantiles de Bogotá, Cartagena y Medellín; a los maestros de la juventud elegidos por los
estudiantes y a Germán Arciniegas, “por sus nobles iniciativas en pro del renacimiento
estudiantil en Colombia y por sus valiosos trabajos en favor del congreso nacional de estudiantes
que acaba de instalarse”. Luego, se abordaron los temas en el orden establecido en las Bases. El
primero era el de la organización de congresos periódicos de estudiantes. La comisión encargada
(Alberto Suarez Hoyos, Rafael Valencia S., Marco Robledo A.), presentó el informe haciendo
un recuento del camino recorrido para construir la agremiación de los estudiantes. Destacó el
papel rector de la Asamblea de Estudiantes de Bogotá, que “vino a dar la voz de alerta, a romper
la tradicional indiferencia que se albergaba en los espíritus jóvenes y a sentar definitivamente las
bases del edificio de todas las aspiraciones del gremio”.

Reconociendo la premura de tiempo con que se había convocado el congreso y la complejidad


de los asuntos que debían ser allí tratados, era comprensible que no se podría adoptar
conclusiones definitivas. Esta particularidad dio pie para que se propusiera como innecesario e
inconveniente que se fijaran fechas determinadas para la reunión de los congresos, aunque se
planteó la necesidad de hacer un congreso posterior al de Medellín, en un periodo no mayor de
tres años ni menor de uno. Dicho congreso sería convocado por la junta central residente en
Bogotá, que integraban estudiantes de los distintos departamentos del país. Al final, se aprobó
que el próximo congreso fuera en Bogotá, como efectivamente ocurrió en 1924.

212
“Bases”, en I y II Congreso de Estudiantes..., Op. cit., p. 21.

131
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

El segundo tema que se abordó fue la representación de los estudiantes en los consejos directivos,
a partir de un informe que elaboró Germán Arciniegas y Marco Robledo S. El tema, antiguo
como que ya había sido tratado en el congreso estudiantil de 1910, era visto aquí –nuevamente-
como un problema trascendental. Para los expositores, era insuficiente el sistema por el cual se
nombraba a un estudiante para que representara a sus compañeros por periodos anuales: “En
efecto es preciso acercarse a un ideal que consistiría en que para cada caso particular el
representante nombrado interpretara el querer de la mayoría, para lo cual estimamos más
benéfico el nombramiento de voceros distintos en los casos particulares”213.

También descartaban la idea de que a los estudiantes los representaran los profesores. En cambio,
propusieron tomar como base los consejos estudiantiles que debían funcionar en cada colegio o
facultad, y que podrían funcionar cada año con los delegados y los primeros suplentes de cada
instituto, que se eligieran para representantes a las asambleas de estudiantes a los respectivos
planteles. Así por ejemplo, en la Escuela de Derecho, donde se nombraban cuatro delegados, el
consejo estudiantil quedara integrado por ocho miembros.

Para las escuelas de bachillerato se proponía adoptar una elección distinta a fin de que el consejo
tuviese “siquiera de cinco miembros”. Estos consejos de estudiantes servirían además como
órganos de comunicación entre las asambleas y las escuelas respectivas, y entre los estudiantes
y los profesores, a la vez que fomentarían las actividades estudiantiles locales de cada escuela.

En la propuesta de Arciniegas y Robledo, las funciones ante los consejos directivos o consultivos
de los consejos estudiantiles serían las siguientes:

a. En todos los casos en que se juzgue conveniente, el consejo de estudiantes podrá estar
representado ante el de profesores por uno de sus miembros, nombrado de acuerdo con las
conveniencias de cada caso, que tendrá voz y voto en las discusiones.

b. En los casos de reforma o de organización escolar o de variación de pensums, el consejo de


estudiantes o el de profesores podría convocar una reunión plena de los dos, con igualdad de
derechos.

En cuanto a las funciones de carácter exclusivamente estudiantil, éstas quedarían determinadas


por las necesidades propias de la escuela en los casos particulares.

Por lo anterior, planteaban los comisionados, en forma de proposición, la creación de consejos


estudiantiles en cada escuela, con representación, voz y voto, ante los consejos directivos o
consultivos214.

213
I y II Congreso…, Op. cit., p. 37, 38.
214
Ibíd., p. 39.

132
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

El delegado Roberto Duque B., presentó un informe distinto sobre el mismo tema. Duque
compartía el criterio de que los profesores no debían oficiar como representantes de los
estudiantes en los Consejos Directivos, y que la representación estudiantil no debía ser ocasional,
sino permanente, al considerar que casi todos los asuntos tratados en los consejos directivos se
relacionaban directamente con los estudiantes. De modo que la representación estudiantil debía
ser permanente y la elección ser directa, en aras de tener una mayor legitimidad. En esos
términos, Duque proponía la reforma de los reglamentos de las Facultades y universidades del
país para permitir “hacer parte integrante de los consejos directivos, a un estudiante elegido
directamente por los estudiantes del respectivo establecimiento”215.

Al final, se aprobó la proposición que planteaba que la representación en los Consejos Directivos
sería de carácter ocasional o permanente, a juicio de los Consejos de Estudiantes, y estaría a
cargo de los consejos estudiantiles determinar los casos específicos en que ella debía hacerse
efectiva.

El concepto de universidad y su relación con el Estado, fue el tercer tema abordado en el


congreso estudiantil. Los comisionados lo discutieron, relacionándolo con la idea de la
autonomía universitaria, bajo el argumento de que para poder realizar sus funciones científicas
y culturales era absolutamente necesario que no pesara sobre la Universidad “ni las fluctuaciones
de la política ni las aberraciones de la intransigencia”216. La Universidad, a juicio de los
expositores Germán Arciniegas y Carlos Lozano y Lozano, debía entregarse al desarrollo de la
investigación, sin sentirse amenazada. Estas eran las tesis que doce años atrás, en el congreso de
1910, Demetrio Vásquez había presentado en su informe sobre la universidad neutral y científica.

Para avanzar en ese propósito, el informe planteaba que primero se debía avanzar en la
autonomía económica, consideraba como la base primordial de toda reforma universitaria. Lo
anterior demandaba garantizar un presupuesto seguro, para lo cual se planteaba que el Estado
cediera algunas rentas a la universidad. La reforma universitaria, según los expositores, debía
cumplirse integra y exclusivamente en la Universidad Nacional, “entendiéndose también bajo
esta denominación a las facultades departamentales”217.

Se discutió asimismo, la tesis sobre la pertinencia de crear nuevas Facultades por fuera de la
Universidad Nacional, algo que fue visto como perjudicial e injustificable, ya que el país no
contaba con una población universitaria numerosa, y la insuficiencia de recursos económicos no
garantizaría su funcionamiento. El delegado por el Colegio del Rosario, Edgardo Manotas,
mostró su desacuerdo con el informe presentado por la comisión encargada, de la que él hacia
parte. Para Manotas, la única forma de obtener la reforma universitaria en Colombia era creando

215
Ibíd., p. 42.
216
Ibíd., p. 45.
217
Ibíd., p. 47.

133
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

otra Universidad, para fomentar la competencia y el mejoramiento de la enseñanza. Las


divergencias entre las dos posturas fueron tratadas por la plenaria, que, al final, adoptó la decisión
de archivarlo con el argumento de que resultaría “funesto para la fraternidad y organización
estudiantil”218.

La salida que se adoptó para no avanzar en la discusión sobre la creación de nuevas


universidades, se ajustaba al artículo 11 de las Bases, que establecía como horizonte del
Congreso que sus discusiones y conclusiones estuviesen orientadas “únicamente dentro de los
problemas estudiantiles, sin tocar para nada las cuestiones que se relacionan con las contiendas
de los partidos políticos del país”219. Una premisa que, por cierto, mostraba la dimensión de los
efectos que había tenido la pasión partidista en el gremio estudiantil, y que aún persistía.

La unificación de la enseñanza y la extensión universitaria fueron los temas que se trataron a


continuación. En el informe que sirvió de exposición, Rafael Jiménez Bernal, Marco Robledo
A. y Rafael Valencia Samper establecieron que la unificación de los planes de estudio de carreras
similares de distintas facultades beneficiaría a los estudiantes que, al querer pasar de una ciudad
a otra, debían cambiar de Facultad. Sin embargo, se consideró que eso no era posible en esos
momentos por las diferencias que había entre los planes de estudio. Para remediar el problema,
propusieron la adopción de “planes de estudio uniforme en cada uno de los ramos en que se halla
dividida en Colombia la enseñanza profesional”. De igual modo, consideraron necesario
implantar métodos modernos en la enseñanza, crear cátedras que expresaran el movimiento
científico universal y que se introdujeran reformas en las escuelas profesionales, para así poder
“colocar la universidad a la altura de los grandes establecimientos similares del mundo”220.

Los tres delegados que integraron la comisión, todos estudiantes de Derecho, presentaron un
proyecto de artículo sobre la adopción de un plan de estudios para la Facultad de Derecho y
Ciencias Políticas de la Universidad Nacional. Advirtieron que dicho plan debía adaptarse a las
demás Facultades que había en el país. Observaciones similares formularon para la de Facultad
de Medicina de la Facultad en Bogotá, Medellín y Cartagena.

La Extensión Universitaria fue abordada en el informe de Edgardo Manotas y Rafael Bernal


Jiménez. Más que un informe, la intervención de los dos estudiantes apuntó a reconocer su
importancia. Se propuso en el informe formar en los municipios Centros de Extensión
Universitaria, que deberían sostenerse con actividades culturales o solicitar apoyos económicos
a personalidades. Estos centros tendrían como finalidad impulsar una cruzada contra el
analfabetismo y a favor de una “mayor cultura nacional”. También se estableció que las

218
Ibíd., p. 50.
219
Ibíd., p. 50.
220
Ibíd., p. 52.

134
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Asambleas Estudiantiles debían contar con Escuelas Ambulantes de Lectura, Escritura,


Instrucción Cívica e Industrial y de Comisiones de vulgarización científica e industrial.

Otras disposiciones que se adoptaron en el congreso fueron: solicitar una “estricta vigilancia
sobre la expedición de diplomas de bachillerato, en el sentido de suprimir la facultad de
expedirlos a aquellos colegios que arrojen una proporción del 50 por 100 de rechazados en los
exámenes de revisión, que se han verificado hasta el día”221. También se pidió la supresión de
todas las Escuelas Normales del país, y en su reemplazo crear Institutos Pedagógicos
reglamentados con los criterios de la pedagogía moderna. Sobre las misiones pedagógicas el
congreso planteó que todos los departamentos y el gobierno nacional contratarían expertos para
organizar la instrucción pública, y que otorgarían becas en el exterior, por concurso, con la
finalidad de poder reemplazar a los técnicos extranjeros, una vez concluyeran sus contratos.

Por último, los estudiantes debatieron sobre los problemas internacionales, y adoptaron posturas
que invocaron la unidad de la juventud hispanoamericana y un “acercamiento de todos los
pueblos hermanos del continente americano”. Sobre la tesis del equilibrio americano, el congreso
estudiantil declaró en una comunicación:
El primer Congreso Nacional de Estudiantes Colombianos, saluda con fervoroso entusiasmo a la
juventud de Hispano América, pide a la Federación Nacional la intensificación de sus relaciones con
las demás de América, desea el mayor acercamiento de todos los pueblos hermanos del continente
americano, e insinúa al gobierno de la Republica la conveniencia de que los cargos adjuntos a las
Legaciones y de Cancilleres de los Consulados de Colombia en las naciones Hispano Americanas
sean provistos con estudiantes que sean fieles mensajeros de los propósitos antes enunciados222.

El 22 de octubre fue clausurado el Primer Congreso Nacional de Estudiantes, en el Paraninfo de


la Universidad de Antioquia, con asistencia de Lucia I, Reina de los Estudiantes de Medellín y
Manizales, y de su Corte de Honor. El evento estudiantil fue clausurado por Alberto Jaramillo
Sánchez, que ofició como Presidente, quien se refirió al significado el congreso estudiantil en
los siguientes términos:
Hora es ya de que la juventud de Colombia se persuada definitivamente de que debe ir depurando
por si misma el ambiente de la nueva patria. ¿En quién, más que en su propia fuerza, puede ella
confiar para la realización de sus elevados anhelos? ¿Podrán, acaso, abrigar más interés en los
tiempos por venir, los hombres que no han de vivirlos que quienes vivimos con la expectativa de su
advenimiento? La patria del futuro es la patria de la juventud, la patria nuestra, y no habrá entidad
humana capaz de cercenarnos el derecho que tenemos para prepararla desde ahora 223.

221
Ibíd., p. 67.
222
Ibíd., p. 83. En la misma dirección, el congreso estudiantil aprobó la adhesión de la FNE a la Federación
Internacional de Estudiantes.
223
Ver “El Primer Congreso Nacional de Estudiantes y el centenario de la Universidad de Antioquia”, en Sábado
(Medellín), octubre 14 de 1922, p. 834 y 835. Las palabras de Jaramillo Sánchez, cargadas de un sentido
premonitorio, respondían a un estilo común en la época. Sobre el significado del congreso estudiantil, una
publicación bogotana refirió: “Porque es preciso comprender que Colombia va cruzando actualmente una
interesante etapa de transición en todos los órdenes de su existencia. Dos épocas fundamentalmente diferenciadas

135
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

1.4 La Misión Alemana y el Segundo Congreso Nacional de Estudiantes (1924)

La realización del Primer Congreso Nacional de Estudiantes fortaleció el interés de los


universitarios por demandar al Estado la aplicación de una reforma del sistema educativo del
país. Uno de los hechos más notorios que se derivaron del evento de Medellín, fue que, por
primera vez en la historia de los movimientos estudiantiles, se transmitió la imagen de un grupo
social articulado, nucleado en una organización (aun débil, es cierto, pero en aras de
fortalecerse), unido a unas demandas comunes aunque no siempre compartidas por todos los
miembros agremiados, y con disposición para estimular la movilización a favor de ellas.

Del congreso estudiantil de 1922 salió el mandato de insistir ante el Gobierno y el Congreso de
la Republica en la reforma educativa. El Comité Ejecutivo Nacional de Estudiantes224, máximo
órgano de los estudiantes una vez concluyó el congreso en Medellín, asumió un papel
protagónico en esa tarea. El 22 de septiembre de 1923, el Comité Ejecutivo organizó en Bogotá
una movilización ante el Congreso Nacional, para pedir la aplicación de la reforma educativa en
el país. Los miembros del Comité Ejecutivo entregaron las bases aprobadas en Medellín a las
Comisiones de la Cámara y el Senado. En esa ocasión habló a nombre de los estudiantes Rafael
Bernal Jiménez, miembro del Comité Ejecutivo, quien pidió la adopción de reformas
indispensables para el progreso universitario:

Excelentísimos señores Presidente del Senado y de la Cámara de Representantes:

Por vuestro muy digno conducto, solicitamos respetuosamente del Congreso de Colombia, en
nuestro carácter de miembros del Comité Ejecutivo Nacional de Estudiantes, la expedición de la ley
sobre reforma de la instrucción primaria, secundaria y profesional, de acuerdo con las siguientes
bases aprobadas por el Congreso Estudiantil de Medellín, y ampliadas por este Comité:

I. Instrucción Popular. Lucha del Estado contra el analfabetismo, a base de instrucción gratuita y
obligatoria.

II. Instrucción Primaria. Sustitución en ella de los métodos memorísticos, por los de observación.

III. Creación de un Instituto Pedagógico Nacional en Bogotá, y supresión de las Escuelas Normales
existentes.

IV. Instrucción Secundaria. Sustitución en ella del criterio especulativo por la orientación práctica.

V. Establecimiento de un bachillerato practico, que será de dos o tres años de estudio y estará
compuesto por los cursos indispensables del bachillerato actual, con adición de algunos otros, tales
como mecanografía, etc., que habiliten al individuo para la lucha por la vida.

luchan de manera formidable por el dominio de su vida en todas las manifestaciones de su actividad. Y en medio al
trafago de su actual desconcierto, sólo se percibe con entera claridad la pugna a muerte de dos ideologías: la
acometividad renovadora de los hombres nuevos contra la hosquedad defensiva de los hombres viejos”. Ver “El
Congreso de Medellín”, El Grafico (Bogotá), noviembre 4 de 1921, p. 1.
224
Eran miembros del Comité Ejecutivo Nacional de Estudiantes: Luis Ángel Arango, Guillermo Londoño M.,
Jorge Soto del Corral y José Luis Trujillo.

136
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

VI. Bachillerato General. Para los individuos que no hayan de seguir ninguna carrera profesional.

VII. Bachilleratos Especiales. Para las distintas carreras profesionales, o lo que es lo mismo
bachilleratos técnicos.

VIII. Especificación de las asignaturas de estos bachilleratos y programa completo de cada una de
ellas, consignado en un pensum oficial obligatorio.

IX. Creación en la capital de la Republica de un Consejo Nacional de Revisión, único autorizado


para expedir diploma de bachiller, a los alumnos que hayan obtenido certificado de terminación de
estudios, en los colegios de instrucción secundaria, previo examen presentado ante el mencionado
Consejo.

X. Instrucción Profesional. Centralización universitaria en la capital de la Republica y supresión de


las Universidades seccionales.

XI. Creación de becas y concesión de viáticos a los estudiantes provenientes de los Departamentos
que ingresan a la Universidad, y que necesiten de tales auxilios.

XII. Adjudicación de las cátedras profesionales por el sistema de oposición. Elección de los Rectores
de las Facultades por votación del profesorado de cada una de ellas. Designación de un Rector
general de la Universidad, encargado de su dirección suprema, por los Cuerpos de profesores de las
distintas Facultades.

XIII. Creación, para vida económica de la Universidad, de un capítulo especial en la ley de


apropiaciones de cada año.

XIV. Educación física obligatoria.

XV. Mejoramiento de las condiciones del profesorado y del magisterio en general, mediante una
remuneración equitativa y decorosa225.

Varios senadores, entre quienes estaba Hernando Uribe Cualla, se mostraron de acuerdo con las
aspiraciones de los estudiantes, y ofrecieron su ayuda para concretar las demandas que éstos
pedían. Estas expresiones de apoyo despertaron en los estudiantes una inusitada confianza en los
parlamentarios. Parecían sobrarle a éstos aliados en las dos Cámaras, para discutir la pertinencia
de la reforma educativa. El Ministro de Instrucción Pública, Miguel Arroyo Diez, presente en el
acto, intervino, dirigiéndose a los estudiantes en los siguientes términos:

Señores estudiantes:

No me corresponde tomar parte en este torneo, y me habéis sorprendido pidiéndome que hable.
Pero creedme que experimento una gran complacencia al satisfacer vuestros deseos y al expresar la
sincera voluntad que me anima de acompañaros en esta lucha renovadora, que tiende a satisfacer el
clamor general por que se implanten en este país, en toda su amplitud, los métodos científicos
educacionistas preconizados desde el siglo XIX en los países que van a la vanguardia de la
civilización, y que tarde han empezado a golpear en nuestras playas.

La actual evolución educativa no es como aquella que solo atendía el desarrollo físico del cuerpo y
a las actividades políticas en los clásicos tiempos antiguos de la Grecia y de la Roma; ni tampoco el
ascetismo que despreciaba el cuerpo y la política en ese momento histórico que algunos denominan

225
Ver “El Congreso y las reivindicaciones estudiantiles”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 23 de 1923, p. 6.

137
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

tiempos teológicos: si lo es la reciente del romanticismo que desarrollaba tan solo la inteligencia y
la sensibilidad como ideal intelectual y moral; todas estas formas, que no se rechazan del todo, son
fuerzas colaterales o concomitantes para el desarrollo del ultrafin (sic) de la educación actual que se
endereza a las actividades económicas en un siglo como el nuestro que es esencialmente comercial
a industrial, y menos se oponen estos nuevos sistemas y tendencias a los principios éticos y religiosos
que reglan la enseñanza pública en nuestra estatuto. Hay que tener presente que educar es hacer apto
al individuo para que se sirva a sí mismo y para que sirva a la sociedad de que forma parte. La
Administración actual participa de vuestros anhelos y desea llevarlos a la realización. El Gobierno
quiere que vuestras nobles aspiraciones sean acogidas por el Congreso en leyes positivas, y que esas
leyes reciban del Ejecutivo, de sus colaboradores y de toda la sociedad forma práctica. Es necesario
pasar de las teorías a los hechos tangibles.

Con íntimo placer os anuncio que una comisión de las Cámaras, asociada al Ministerio del ramo,
está elaborando un proyecto de ley, que será quizás como el primer sillar del magno edificio 226.

Y enseguida hizo una revelación que tendría en su materialización, un efecto político destacado
en los meses siguientes:
En ese proyecto se organiza una misión nacional asesorada por una extranjera para que estudie el
problema y proponga un plan armónico en orden al mejoramiento de nuestros establecimientos
docentes. En ese mismo proyecto se da el primer paso hacia la centralización de la educación pública
oficial, que es indispensable para el logro de proyectos futuros ya que el Gobierno no podría
responder de los resultados de una labor que esta fuera de su radio de acción. Se provee también a
la fijación del sueldo mínimo de los maestros, y se aseguran sus jubilaciones por medio de un
sindicato, para que esos abnegados apóstoles de la enseñanza no encuentren al fin de su larga y
meritoria carrera, como única recompensa o premio a sus fatigas, el hospital y la miseria.

Quizás logremos dar espíritu propio y nacional a nuestra educación, en lo cual es ya como una
pestaña de luz este clamor y anhelo que se están manifestando tan espontáneamente en estos cultos
y bellos regocijos estudiantiles227.

Sin tener la certeza para decir que fue resultado de una solicitud de los estudiantes, en 1923 el
Presidente Pedro Nel Ospina anunció, apoyándose en una disposición contemplada en la Ley 57
de 1923, la contratación de una misión educativa extranjera que tendría como fin evaluar el
sistema educativo del país, y proponer la reforma de los aspectos que lo ameritaban228. Al
respecto, debe tenerse en cuenta que la administración de Pedro Nel Ospina mostró un interés

226
Ibíd.
227
Fue tal el entusiasmo que causó entre los estudiantes lo dicho por el Ministro Miguel Arroyo Diez en su
intervención, que en medio de la ovación que aquellos le hicieron, se escuchó el grito de ¡Viva el Vasconcelos
colombiano!
228
La propuesta de traer una misión extranjera para reformar la educación, al parecer, fue de Agustín Nieto
Caballero, quien había escrito en algún momento: “Una misión Kemmerer para la educación, una misión belga y
suiza, o alemana, dirigida por un hombre conocido por sus obras, por su espíritu, por su ciencia: tal será la única
que podría dejar huella en nosotros”. En Sobre el problema de la educación nacional, Editorial Minerva, Bogotá,
1937, p. 37, 39, 40. Que la misión fuera alemana, parece haber sido una idea de Miguel López Jiménez, quien para
ese momento había oficiado como representante diplomático en Berlín. Así lo deja ver José Ignacio Vernaza en
Biografía del General Pedro Nel Ospina, Editorial América, Cali, 1935, p. 144.

138
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

por adecuar la infraestructura a las corrientes modernizadoras, y en ese propósito, la educación


se convirtió en un campo de intervención229.

La misión contratada, que pasaría a la historia con el nombre de la Misión Pedagógica Alemana,
estuvo integrada por tres miembros de nacionalidad alemana, Anton Eitel, Farl Decker y Carl
Glockner, y por tres asesores colombianos, Emilio Ferrero, Tomas Rueda Vargas y Gerardo
Arrubla, de amplia trayectoria en el campo de la educación230. Al tener conocimiento de la
disposición presidencial, la directiva estudiantil se aprestó a prepararse para tener un papel
principal en la inédita coyuntura que se abría paso en el país. El 23 de junio el Comité Ejecutivo
emitió la convocatoria al II Congreso de Estudiantes, que debía reunirse en Bogotá, y al día
siguiente envió un saludo al nuevo Ministro de Instrucción Pública, Juan N. Corpas, en el que
expresó sin reservas su deseo de aportar a la discusión sobre la reforma instruccionista, que se
iniciaría con la instalación formal de la Misión Pedagógica. Se buscaba de ese modo manifestar
el interés de los estudiantes por participar en la discusión sobre la reforma educativa, y de paso,
dejar constancia pública de que no serían actores pasivos en ese debate.

La convocatoria hecha por el Comité Ejecutivo para reunir el II congreso en Bogotá el 20 de


julio próximo, sorprendió a los miembros de las agremiaciones locales del país. Para el Comité
Ejecutivo, que tenía la autoridad para convocar al congreso estudiantil, la situación obligaba a
realizar el congreso lo más pronto posible. Así lo anotaba en la comunicación interna:

Como podéis ver en el archivo, las razones y conveniencias que el Comité encarecía para que este
segundo Congreso se reuniese el 20 de julio, no podían ser más fundamentadas y oportunas. Era la
una, el mandato imperativo del Congreso de Medellín y la muy más poderosa de que estando para
llegar la Misión Pedagógica, contratada por el Gobierno, era más lógico que las aspiraciones
estudiantiles, cristalizadas en Acuerdos, precediesen a las actuaciones de la susodicha misión 231.

La inesperada convocatoria del II Congreso Nacional de Estudiantes, tuvo como consecuencia


que la delegación antioqueña no asistiese al evento, aunque sí lo hicieron delegados de Cartagena
y Popayán, además de Bogotá, y de ciudades que no habían participado en el congreso de 1922:
Manizales, Barranquilla, Ibagué, Santa Marta y Facatativá232. Entre los puntos planteados para

229
Esta lectura es planteada por quien fungió como uno de los ministros de Instrucción Pública del Presidente Pedro
Nel Ospina, nos referimos a José Ignacio Vernaza, Biografía del General…Op. cit.; una lectura alejada del periodo,
es la de Renán Silva, “La educación en Colombia. 1880 – 1930”, en Álvaro Tirado Mejía (Director), Nueva Historia
de Colombia, Planeta, Bogotá, 1989, p. 85.
230
Ingrid Muller de Ceballos, La lucha por la cultura: un estudio comparado de formación de docentes, Universidad
Pedagógica Nacional - Centro de Investigaciones CIUP, Bogotá, 1991, p. 39.
231
I y II Congreso…, Op. cit., p. 113. Resaltado nuestro.
232
Si bien se adujeron motivos económicos para desplazarse a Bogotá, hubo otra razón. Las razones de los
estudiantes antioqueños fueron recogidas por la reina de los Estudiantes de Medellín, quien, en comunicación al
Comité Ejecutivo, anotó: “(…) porque no habiéndose dado a conocer con tiempo los puntos que han de tratarse, en
sus sesiones, ninguno podrá presentar su trabajo serio y que valga la pena de ser discutido en Asamblea de tanta
trascendencia. No habiendo trabajos preparatorios, no parece acertado exponer la Causa Estudiantil a un golpe tan
rudo como el que vendría al reunir un Congreso poco fructuoso. Sería más conveniente convocar para las vacaciones

139
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

debatirse figuraban algunos de un interés especial como la reestructuración orgánica de la


agremiación (del que hablaremos más adelante), aunque la mayor atención, por razones obvias,
estuvo centrada en la reforma educacionista y la incidencia en las labores de la Misión
Pedagogoca233.

Como solía ocurrir en eventos de este tipo, el congreso emitió proposiciones enmarcadas en la
discusión sobre la reforma educativa, que fueron dirigidas al Ministerio de Instrucción Pública
y a la Misión Pedagógica. Por ejemplo, los estudiantes invocaron la organización del plan de
estudios de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional, la reforma
al plan de estudios de la Facultad de Matemáticas e Ingeniería y la creación de la Facultad de
Odontología. De igual modo, pidieron al Gobierno que, en aras de renovar el cuerpo de
profesores de las Facultades, se aprobaran quince becas para jóvenes recién egresados de
cualquier Facultad, para adelantar estudios de formación en las “mejores Universidades del
mundo”. También se consideró la necesidad de traer al país, periódicamente, profesores
extranjeros suficientemente “preparados para ampliar los estudios profesionales de la juventud
universitaria”. Sin embargo, las consideraciones principales sobre la reforma educativa,
quedaron contempladas en el Acuerdo N°12, en el que los estudiantes solicitaron a las Cámaras
Legislativas y a la Misión Pedagógica que tuvieran en cuenta las bases que habían sido aprobadas
en el Congreso de Medellín y que habían sido ampliadas por el Comité Ejecutivo Nacional de
Estudiantes. Las bases eran las mismas que habían sido consignadas por el Comité Ejecutivo en
las Cámaras en la manifestación del 22 de septiembre de 1923234.

A los contenidos programáticos de las Bases se agregó lo contemplado en el Acuerdo Número


16, sobre Unificación de la Instrucción Pública Primaria y Normal, en el que se planteaba la
necesidad de centralizar las rentas municipales de Instrucción Pública; destinar auxilios
nacionales a las Universidades y facultades seccionales; la unificación en la dirección del ramo
de Instrucción pública, para el cumplimiento de las disposiciones del Ministerio de Instrucción;
la creación de un pensum escolar, soportado en los recientes adelantos pedagógicos, y
fomentando la enseñanza de la agricultura por medio de los Jardines Infantiles; selección de los
profesores por los Directores Departamentales de Instrucción pública; fijación de los sueldos de

de julio de 1925, y acordar de una vez, haciéndolos conocer en todo el país, los puntos principales que han de
tratarse”. Ver I y II Congreso…, Op. cit., p. 126.
233
Los puntos del programa fueron (en los términos de la convocatoria): Estatutos de la Federación Nacional de
Estudiantes, censo nacional de estudiantes, organización de la Cruz Roja Nacional de la Juventud, seguro
educacionista, excursionismo y deportes, educación militar universitaria, prohibición de la participación política de
las directivas estudiantiles, relaciones con las federaciones de otros países y reforma educacionista.
234
Ver I y II Congreso…, Op. cit. Una declaración de los estudiantes señalaba: “Que el Gobierno de Colombia ha
contratado una Misión de Técnicos para la organización de la Instrucción Pública Nacional, la que comenzará sus
importantes labores en el próximo mes de agosto, y Que la Reforma Instruccionista, para que sea perfecta, no debe
ser obra única del poder Público, sino que en ella deben intervenir tanto los que ejercen la elevada misión del
Magisterio como la juventud estudiosa representada por este Congreso”. Ver “Acuerdo Número 16 sobre
unificación de la Instrucción Pública Primaria y Normal”, en I y II Congreso…, Op. cit., p. 189.

140
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

los maestros por medio de una ley que haría cumplir el Ministerio del ramo; el mejoramiento de
las instalaciones y construcción de edificios escolares con las mejores condiciones higiénicas y
pedagógicas; establecimiento y organización de las Escuelas Normales Departamentales, para
ambos sexos y reforma del actual pensum a que están sometidas de conformidad a los métodos
de enseñanza modernos; el establecimiento de cursos de Vacaciones para los maestros rurales
en las capitales de los Departamentos y costeados por el Gobierno; y, finalmente, la creación de
una Escuela Nacional para estudiantes con discapacidades.

Es de anotar que un grupo de estudiantes, entre los que figuraba Germán Arciniegas, elaboró una
declaración que invocaba el papel transformador de la juventud del país, y destacaba la misión
que ésta tenía en la universidad:

La Universidad le pertenece a la juventud. Únicamente la juventud puede guiarla con acierto,


poniéndola al servicio de la raza, del pensamiento y de la vida. Por eso creemos que el Congreso de
Estudiantes debe poner en las manos de los universitarios la obra de la reforma. Que las soluciones
que proponga no las ofrezca para que los legisladores las conviertan en malas leyes que no han de
cumplirse, porque de todos los poderes el único capaz de interpretarnos es el poder joven. Ni
legisladores, ni gobernantes, ni maestros, tienen una idea que corresponda exacta y fielmente a
nuestra propia idea. Ellos no han vivido nuestra inquietud, y no sabrán traducirla. Y lo cierto es que,
de hecho, hasta hoy, no han dado una prueba satisfactoria que pueda desmentir la afirmación que
aquí consignamos. Ahí están los claustros inmóviles, urgidos de nuestra decisión para renovarse 235.

Una vez concluyó el evento estudiantil, vino la ejecución de una serie de actividades
programadas para demostrar que la pertinencia de la reforma educativa no solo la demostraba la
presencia de una misión extranjera, sino la insistencia de los propios estudiantes. El 17 de
septiembre, a pocas semanas de que la Misión Pedagógica iniciara sus labores, los estudiantes
realizaron una manifestación que concluyó a las afueras del Congreso, para solicitar a ese
organismo la aprobación de las reformas universitarias esbozadas en los congresos estudiantiles
de 1922 y 1924. En el acto público tomó la palabra el Senador Guillermo Valencia, quien, entre
otras cosas, manifestó que el Senado había decidido postergar la discusión sobre el proyecto
presentado por los estudiantes, al tener cocimiento de que prontamente una Misión estaría
laborando sobre ese mismo asunto y redactaría un informe que, de seguro, haría referencia a
cuestiones advertidas por los estudiantes.

235
Ver “Correspondencia”, en I y II Congreso…, Op. cit., p. 213, 214. Aparecen firmando el documento Germán
Arciniegas, Eduardo Esguerra Serrano, Néstor Villegas, Gabriel Turbay, Mario Correa R., Jorge Enrique Bueno, E.
Amaya Rubio, Arcesio Mejía M., Arturo Mejía M., Ricardo Jordán, Luis C. Mora S., M. Prieto P., Darío Hernández,
Pedro C. Ortiz, Julio González Concha, Jorge Zalamea C., Cuellar Wallis, P. N. Gómez, R. Gómez Amorocho.
Como se ve, aparecen firmando estudiantes que, oficialmente, no estaban acreditados como delegados al congreso.

141
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Así las cosas, era evidente que los estudiantes habían logrado ganar una posición ante la
discusión del tema de la reforma educativa, y difícilmente podría omitirse su opinión al respecto,
so pena de desatar su inconformidad y protesta236.

1.4.1 La reforma por dentro

Los miembros de la misión procedentes de Alemania, arribaron al país probablemente en el mes


de julio de 1924, e iniciaron sus labores en los primeros días de agosto. Un año después, el 3 de
agosto de 1925, éstos le presentaron al Presidente Pedro Nel Ospina el Proyecto de ley orgánica
de la instrucción pública, como fue denominado el documento que ocupaba ciento ochenta
paginas237. Para poder tener un conocimiento de primera mano de la situación de la enseñanza
en los planteles educativos, así como de la infraestructura y cultura educativa del país, los
miembros de la misión viajaron a varios departamentos. En esa correría se entrevistaron con
funcionarios de la rama, accedieron a informes y disposiciones oficiales y consultaron leyes y
documentos relacionados con el funcionamiento de los planteles educativos de distinto orden.

Así pues, la elaboración del proyecto de reforma a la instrucción pública no fue un ejercicio
realizado por unos “sabios extranjeros” que concibieron la reforma a la educación sin haber
tenido ningún contacto con la realidad colombiana. Todo lo contrario. Los miembros de la misión
asumieron con entera responsabilidad el fin para el que fueron contratados, teniendo siempre
como premisa conocer el contexto social y cultural de Colombia. En eso el Gobierno del
Presidente Pedro Nel Ospina y los distintos Ministros de Instrucción Pública que hubo en el
tiempo en que estuvo operando la misión, ofrecieron las mejores condiciones238.

Un hecho que debió llamar la atención de los miembros de la Misión Pedagógica (nos referimos
aquí específicamente a los alemanes), fue la creciente agitación estudiantil que se registró en el
primer semestre de 1925 (aunque ésta fue constante durante todo ese año), motivada por las
críticas a la educación que se impartía en las Facultades y colegios del país. En efecto, a
comienzos de abril los estudiantes de la Universidad del Cauca declararon la huelga para

236
En el saludo de apertura del II Congreso Estudiantil, Guillermo Londoño afirmó: “Ved si ha prosperado nuestra
organización: recordad no más la indiferencia con que el Gobierno consideraba antes nuestras inquietudes, las creía
un juego de muchachos y se les prestaba la menor atención. De algún tiempo para acá, empieza a modificar su
concepto, y para citaros un solo hecho, os recuerdo la actitud del Senado de la república, en sus sesiones del año
pasado, que por proposición del entonces Ministro de Instrucción pública, doctor Arroyo Diez, dispuso que los
miembros del comité a que tengo el honor de pertenecer tomáramos parte, con derecho a voz, en las deliberaciones
de la Comisión de Instrucción Pública. Jamás se había discernido un honor más grande a la juventud”. Ver I y II
Congreso…, p. 132.
237
Misión Pedagógica, Proyecto de ley orgánica de la instrucción pública y exposición de motivos, Sociedad
Editorial, Bogotá, 1925. El documento aparece firmado por los seis miembros de la Misión Pedagógica, los tres
alemanes y los tres colombianos.
238
Ver al respecto el informe de José Ignacio Vernaza, Memoria del Ministro de Instrucción y Salubridad Públicas
al Congreso de 1926, Imprenta Nacional, Bogotá, 1926,

142
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

reclamar el nombramiento en propiedad de un rector idóneo, contrariando una disposición del


Gobernador del Cauca, que pretendía imponer el nombre de un amigo. El ambiente pronto se
desbordó, y los estudiantes pasaron a reclamar otros propósitos, como el derecho a tener
representación directa en el Consejo Directivo de la universidad, con el claro propósito de poder
incidir en la elección de la máxima autoridad universitaria. Finalmente, luego de cerca de veinte
días de agitación callejera, retornó la normalidad dejando en el ambiente la idea de que los
estudiantes no estarían dispuestos a aceptar el nombramiento de algún funcionario o docente, si
éste no cumplía con las condiciones que el cargo demandaba.

En mayo la agitación estudiantil se trasladó a la Facultad de Medicina en Bogotá. Allí los


estudiantes decretaron la huelga, por razones muy similares a las de los jóvenes caucanos:
nombramiento de profesores competentes para los cursos, dotación y mejoramiento de las
condiciones de enseñanza y representación directa en el Consejo Directivo de la Facultad. Lo
singular de este conflicto estudiantil fue que los estudiantes acudieron a la figura del plebiscito,
para determinar la suerte de tres profesores a los que se cuestionaba por su calidad profesional y
condiciones pedagógicas.

Estos dos casos, de los varios que podrían describirse239, sirven para poner en evidencia los
severos cuestionamientos que de manera recurrentemente hacían los estudiantes de las
condiciones en que debían adelantar sus estudios profesionales. Advertían esos cuestionamientos
de anomalías que debían ser atendidas con urgencia, como el nombramiento de profesores por
concurso, eliminando la designación por consideraciones personales o políticas, dotación de
equipos para carreras como Medicina e Ingeniería, mejoramiento de la infraestructura física en
donde los estudiantes tomaban los cursos y la supresión del sistema de “llamado a lista”.

Estas demandas se unían a las carencias y debilidades que el propio Ministerio de Instrucción
Pública venía advirtiendo desde hacía algunos años, y que estaban consignadas en los informes
anuales que presentaba el jefe de la cartera en el Congreso de la República. De modo que no es
descabellado pensar que la conflictividad social derivada del cuestionamiento al sistema de
enseñanza que predominaba en casi todas las instituciones educativas del país, fue analizada por
los miembros de la misión, y varios de los cuestionamientos hechos por los estudiantes fueron
incorporados a las propuestas que se recogieron en el proyecto de reforma educativa. De hecho,
como se verá enseguida, no pocos planteamientos consignados en el articulado del proyecto que
presentaron al Presidente Pedro Nel Ospina, recogen las observaciones y críticas formuladas por
los estudiantes en los conflictos que sostuvieron con las autoridades académicas, pero además,

239
Podrían mencionarse otros conflictos ocurridos en el mismo período: por ejemplo, el del 8 de junio, en la Facultad
de Derecho, que involucró al Rector de la Facultad y a varios profesores, producto de la inconformidad de los
estudiantes de la clase de Internacional Público, luego de que el profesor que la impartía cerró la puerta del salón e
impidió el ingreso de los estudiantes que llegaron minutos después de comenzada la clase.

143
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

y esto es significativo, de los debates y proposiciones formuladas en los congresos estudiantiles


de 1922 y 1924.

El documento estaba estructurado en dos partes, cada una con 143 artículos. En la primera se
caracterizaban, definían e introducían conceptos novedosos sobre la instrucción primaria, la
instrucción normalista, la instrucción secundaria, la instrucción universitaria, la instrucción
técnica o profesional y la enseñanza artística. Además, abordaba aspectos relacionados con las
entidades directivas y consultivas superiores, y el asunto de las pensiones y jubilación de
profesores y administrativos. La segunda parte del proyecto, denominada Exposición de motivos,
servía como argumentación para justificar cada uno de los artículos consignados en la primera
parte.

Una visión sintética del proyecto de reforma educativa destaca que éste proponía la educación
primaria obligatoria, con la libertad para los padres de escoger el tipo de establecimiento
deseado, la creación de un bachillerato que se diversificaría en clásico, comercial y científico, el
bachillerato a las mujeres y el establecimiento de un sistema de control público a la educación,
entre otras propuestas240.

En lo que respecta a la instrucción universitaria, el proyecto tocaba en 21 artículos asuntos de


gran importancia. Para empezar, los miembros de la misión partían de reconocer que en
Colombia no existía una Universidad en el sentido moderno del término, pese a que había
numerosas Facultades en Bogotá y en las capitales de los departamentos (Medellín, Popayán,
Pasto y Cartagena). Por esa razón, señalaron que la organización de una universidad moderna en
Colombia era la tarea más urgente de la reforma de la educación. En primer lugar, otorgaba a la
Universidad un protagonismo de primer orden, que no sólo se limitaba a formar las clases
dirigentes de la sociedad y ser un vínculo de unidad nacional, sino además, porque debía ser el
medio por el cual la Nación entraba en contacto con la cultura universal: “El dominio del espíritu
no admite limites locales, no puede ser encerrado dentro de fronteras políticas: es universal. El
país, que por su nacionalismo o por su indiferencia o por otras causas se excluyera de este trabajo
común, o desdeñara acoger los resultados de las investigaciones de otros pueblos, se vería
privado de toda facultad creadora”, anotaron los miembros de la misión.

En tal sentido, lo que proponía el proyecto era constituir una sola Universidad oficial, el
“problema más actual y difícil”, llamada Universidad de Colombia, que debía reunir las
Facultades de Teología, Filosofía y Letras, Derecho y Ciencias Políticas, Medicina con sus
auxiliares, y Ciencias Naturales e Ingeniería. Dicha universidad tendría su centro en la capital de
la república, pero podrían funcionar Facultades de la misma en las capitales departamentales,
siempre y cuando se garantizara un funcionamiento serio de los estudios universitarios. Se
buscaba de esa manera evitar que continuaran fundándose, con el nombre de universidades,

240
Renán Silva, “La educación en Colombia…”, Op. cit., p. 85.

144
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

institutos que no podían tener esa categoría, por falta de recursos apropiados. También, y había
realismo en el argumento, porque, por la población del país y por su situación económica, no era
sensato tener varias universidades: “Con una sola es suficiente por ahora”, anotaron241.
Contemplaba además el proyecto que solo las Facultades universitarias podrían otorgar
oficialmente el grado de doctor (sin perjuicio de lo permitido para el Colegio Mayor de Nuestra
Señora del Rosario).

De otro lado, el proyecto de reforma reivindicaba la idea de la autonomía universitaria. Se leía


en el proyecto: “La experiencia de los países en donde las universidades han alcanzado su mayor
desarrollo y esplendor, demuestra que para llegar a esa altura, la Universidad necesita una
conveniente autonomía para establecer e impulsar los estudios según lo exigen los adelantos
científicos, así como las circunstancias del país”. Para que la autonomía fuese eficaz, se indicaba
que la universidad debía tener una administración especial y propia, bajo la inspección del
Gobierno, quien la ejercería a través del Ministerio de Instrucción Pública242.

En esa dirección, el proyecto de reforma establecía que las instituciones de la universidad serían
el Claustro, el Consejo Directivo, el Rector y el Representante de los estudiantes, quien tendría
voz pero no voto243. El Gobierno, a su vez, contaría con un Procurador que sería miembro del
Consejo Universitario. Los estudiantes adquirían un papel especial al ser incluidos en el Consejo
Universitario y en el Claustro. Este último estaría integrado por el Rector, el Procurador, los
profesores catedráticos y los demás docentes que tuviesen voz y voto en el Consejo Universitario
y en el Consejo Directivo de las Facultades establecidas en la capital de la república. El Consejo
Universitario, de otro lado, estaría integrado por el Rector, el Procurador, los Decanos de las
Facultades establecidas en la capital, y un Representante de cada Grupo universitario
departamental, que sería un docente universitario.

Sin duda, una innovación de primer orden del proyecto de reforma educativa, fue reconocer a
los estudiantes, como órgano de la universidad, tal y como ocurría en las universidades
extranjeras. A juicio de la Misión Pedagógica, resultaba pertinente dar cabida a la representación

241
Misión Pedagógica, Proyecto de reforma de la instrucción pública…, Op. cit., p. 114.
242
El proyecto planteaba: “la importancia y necesidad de una mayor participación del Gobierno Nacional en la
dirección y reglamentación de las Facultades, han sido prácticamente demostradas con los recientes sucesos
ocurridos en la Universidad del Cauca, pues se vio allí que, a pesar de que este instituto está regido por disposiciones
departamentales, se consideró sin embargo indispensable acudir al Ministro de Instrucción Pública, solicitando su
intervención para decidir el conflicto”; Misión Pedagógica, Proyecto de reforma de la instrucción pública…, Op.
cit., p. 118.
243
Para la verificación de la elección del Representante de los estudiantes, la Misión Pedagógica consideró que se
debía aprovechar “como medio fácil de hacer esa elección, la organización que actualmente existe ya entre los
estudiantes, y que ha dado nacimiento a la entidad Directiva llamada Comité Ejecutivo Nacional, y a otros cuerpos
representativos llamados Centros Departamentales y Consejos Estudiantiles”. Además del fin operativo que
contemplaba la precisión de los miembros de la misión pedagógica, se destaca el reconocimiento otorgado por ésta
al gremio estudiantil, lo que permite pensar en la posibilidad –no confirmada por nosotros- de que unos y otros
hubiesen intercambiado opiniones, a propósito de la reforma educativa y su pertinencia para el país.

145
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

de los estudiantes, porque así se lograrían dos fines importantes: poner en estrecho contacto a
los estudiantes con las autoridades universitarias, y hacerlos participes en el estudio de los
problemas y asuntos que concernían a la universidad. Además, así se evitaría que asuntos
relacionados con el orden interno de la universidad, el profesorado y la disciplina, se ventilaran
fuera de la Universidad244.

La caracterización que se hacía del representante de los estudiantes expresaba la amplitud de


criterios de los integrantes de la misión: sería miembro de la Representación de los estudiantes
quien estuviera matriculado y hubiese cursado en la respectiva Facultad dos años por lo menos.
De igual modo, tenía como objeto “estimular el trabajo intelectual y científico de los estudiantes,
propender al mejoramiento moral social y material de éstos, tomar parte en el Claustro y en la
Sala Plena y entenderse con las autoridades universitarias”245.

Por otro lado, el proyecto de reforma establecía los tipos de profesores, sus características y
funciones, y discriminaba los sueldos de acuerdo a cuatro categorías: catedráticos, agregados,
auxiliares y honorarios. El sueldo del catedrático, por ejemplo, sería mayor que el del profesor
agregado, bajo el criterio de que el “profesor que dedica todo su tiempo a su cátedra, debe ser
suficiente para atender con decoro a la subsistencia y a las necesidades de sus estudios” (Art.
88). Planteaba además que no podrían ser removidos los profesores catedráticos ni los profesores
agregados, sin antes oír al Consejo Universitario (en el que, como vimos, estaban presentes los
estudiantes, lo que significa que podrían exponer sus puntos de vista en ese órgano, cuando
estallaban conflictos derivados del desempeño de los profesores).

No hay duda que el proyecto presentado por los miembros de la misión provocaba un
sacudimiento en la vetusta estructura educativa del país, y laceraba intereses y esquemas
mentales que actuaban como obstáculos para la modernización educativa. De ahí que sea
comprensible que el proyecto levantará una pronta animadversión. Por ejemplo, la propuesta de
eliminar las universidades departamentales generó el rechazo de las elites políticas regionales
–y de los estudiantes de provincia-, al sentir amenazados sus intereses. Al respecto, vale la pena
traer a cuento lo que anotó en 1918 el Ministro de Instrucción Pública, Emilio Ferrero, y,
posteriormente miembro de la Misión Pedagógica, sobre el estado de algunas universidades:

244
Misión Pedagógica, Proyecto de reforma de la instrucción pública…, Op. cit., p. 128, 129. En esos términos,
los estudiantes tendrían vocero en el Claustro, que tenía entre sus atribuciones elegir al Rector de la Universidad
Nacional, y en la Sala Plena de cada Facultad.
245
Ibíd., p. 27. Precisaba el proyecto: “Por lo que se refiere al Consejo Universitario, al Consejo Directivo de los
Grupos departamentales y al Consejo Directivo de cada Facultad, aun cuando el proyecto no establece la
intervención permanente de un representante de los estudiantes como miembro de estos cuerpos, si prescribe que
sea oído en el seno de ellos en los asuntos concernientes a los estudiantes, cuando la representación de éstos lo
solicite. Como se ve, el proyecto adopta un término medio entre los dos extremos, o sea el de darle en todo caso
entrada a un representante de los estudiantes en toda deliberación de estos Consejos, o el de excluir en absoluto a
dicho representante de toda participación en las labores de aquellos” (p. 130).

146
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

De las Universidades departamentales, algunas han padecido seriamente los efectos de la penuria
del Tesoro Nacional, del cual en mucha parte dependen, en forma de subvenciones o auxilios. La
demora en pagar estos, y el grave descuento que resulta de cubrirlos en vales del Tesoro, ha causado
a esos institutos notorio quebranto. Hay Universidad departamental que, fuera de los estudios del
Bachillerato, que pertenecen más bien al campo de la educación secundaria y no a la universitaria,
cuenta sólo con una Facultad. En tales términos la denominación de universidad resulta visiblemente
desproporcionada a su objeto. Dado que esta precaria situación les resta a estos planteles el brillo y
eficacia que deberían tener, y dado que para los esfuerzos de un solo Departamento es carga
demasiado ponderosa el sostenimiento de una Universidad en el alto pie que corresponde a tan
egregia institución, es muy digna de tomarse en cuenta y considerarse seriamente la idea lanzada
por el meritísimo Rector de la Universidad de Popayán, doctor Alfredo Garcés, quien en su informe
rendido en el presente año, e incorporado en el del Director General de Instrucción Pública del
Cauca, lanza la idea de una Unión Universitaria entre Departamentos, cuyo efecto sería el de aunar
los esfuerzos y recursos de éstos, a fin de sostener en común centros universitarios provistos de todo
cuanto han menester para elevarlos a grande altura. Así, según la mente del autor de esta idea, los
Departamentos del Cauca, Nariño, Huila, Valle del Cauca y Caldas podrían asociarse para constituir
lo que pudiera llamarse Universidad Colombiana del Pacifico246.

Sin embargo, los miembros de la Misión Pedagógica se cuidaron de no plantear la tesis de la


centralización universitaria, medida que implicaba suprimir las universidades existentes fuera de
Bogotá, y más bien buscaron una solución conciliadora (fueron sus términos): la constitución de
una sola universidad oficial para todo el país, con su ubicación central en Bogotá, y con la
posibilidad de constituir Facultades departamental (en las, hasta entonces universidades
departamentales) como integrantes de la universidad oficial. Este planteamiento generó en el
campo estudiantil sentimientos encontrados, como lo veremos más adelante, que permiten
entender por qué no todos los estudiantes se mostraron partidarios del proyecto de reforma
educativa.

Es evidente que el proyecto presentado otorgaba a los estudiantes una mayor presencia en la
discusión de los asuntos internos, hecho que se ajustaba a los reclamos que venían realizando
desde años atrás (ya desde la realización del primer congreso estudiantil en Bogotá en 1910).

1.4.2 La discusión del proyecto de reforma en el Congreso de la República

Al día siguiente de recibir el documento elaborado por la misión, el Presidente Pedro Nel Ospina
lo radicó como proyecto para su discusión en el Congreso de la Republica. En el mensaje a los
parlamentarios, el primer mandatario no ahorró palabras para referirse a la pertinencia del
proyecto que en esos momentos dejaría en manos de los miembros del parlamento. Afirmaba el
Presidente Ospina:
Al recomendaros ingenua y sinceramente este proyecto, cuya adopción será, según mis ideas, de
inmenso beneficio para el país y dará honra a quienes en ella hayamos intervenido, me permito
rogaros, con todo respeto, que hagáis lo que éste (sic) a vuestro alcance no sólo para que lleguemos
a gozar de los beneficios de una ley que, por obra de concienzuda adaptación y de poderoso espíritu
de progreso, logrará atender nuestras actuales necesidades en esta materia, sino también para que no

246
Memoria del Ministro de Instrucción Pública al Congreso de 1919, Imprenta Nacional, Bogotá, 1918, p. 35.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

se retarde para la Nación la era de mejoramiento que se trata de asegurarle por medio de estas
iniciativas247.

A renglón seguido, el mandatario recordó a los legisladores que, una vez aprobado el proyecto
y expedida la ley, vendría la reglamentación de la misma, un proceso que tomaría tiempo, por lo
cual resaltó el apremio con que debían proceder los parlamentarios para evitar retardos en los
debates248. La observación hecha por el Presidente Ospina a los legisladores daba cuenta, sin
duda, del poco tiempo del que se disponía para evaluar y aprobar el proyecto de reforma. Pero,
también reflejaba el conocimiento que tenía el primer mandatario de los procedimientos
indecorosos que solían reinar en las Cámaras legislativas, al momento de tratar proyectos que
resultaban incomodos para determinados intereses. Temiendo las dificultades que tendría la
discusión del documento presentado por la Misión Alemana, el Presidente Ospina quiso llamar
la atención sobre la importancia del proyecto para la nación. Sin embargo, lo que preveía que
podría ocurrir, en efecto, terminó sucediendo, como se verá enseguida.

En el Senado –conformado por mayorías afines al Partido Conservador- el proyecto de reforma


educativa sufrió modificaciones sustanciales, que cambiaron la filosofía original que le daba
soporte249. El propio ministro Vernaza reconoció que al proyecto original se le introdujeron
algunas reformas250, mientras que un columnista de prensa anotó que el proyecto en la Cámara
alta había sido “malamente modificado”, a tal punto que poco tenía que ver con el proyecto
original planteado sus autores.

La postura que se adoptó en el Senado vino acompañada de una campaña de propaganda desde
la prensa, difundida por sectores religiosos y políticos conservadores que se opusieron con furia
al proyecto educativo. Desde las páginas del diario conservador La Opinión, por ejemplo, se
adelantó una campaña contra el proyecto de ley acudiendo al argumento falaz de que éste
amenazaba el credo católico, pese a que en el proyecto se respetaban las creencias religiosas de
los colombianos; además, se desconocía el hecho de que, entre los miembros de la misión había
individuos como el colombiano Emilio Ferrero, “cuya ortodoxia no (era) dudosa”251. En la
creación de un ambiente de desinformación y ataque al proyecto de reforma educativa
desempeñó un papel central la comunidad de los jesuitas del Colegio de San Bartolomé, que
puso a circular un folleto titulado Observaciones al proyecto de ley sobre instrucción, en el que
se sostenía que en Colombia sólo la Iglesia Católica tenía la potestad de intervenir en la

247
Misión Pedagógica, Mensaje Presidencial, Proyecto de ley…, Op. cit., p. 179, 180.
248
Ibíd., p. 180.
249
Jesús María Yepes, La reforma educacionista en Colombia: informe de la comisión del senado que estudió para
segundo debate el proyecto de ley “orgánica de la instrucción pública”, Imprenta Nacional, Bogotá, 1926; Antonio
José Uribe, Política instruccionista: la reforma escolar universitaria de 1903 a 1904, la misión pedagógica de 1924
a 1926 lo que debe hacerse en la instrucción y en la educación nacionales, Imprenta Nacional, Bogotá, 1926.
250
José Ignacio Vernaza, Biografía del General…, Op. cit., p. 144.
251
Ver La Opinión (Bogotá), 1925.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

instrucción pública, y que, para colmo de males, ningún miembro de esa iglesia había tenido
representación en la Misión Pedagógica.

Paradójicamente, quien adoptó el papel de “sepulturero de la reforma” (así lo definió Federico


Lleras Camargo)252, fue Guillermo Valencia, el poeta y senador caucano que había recibido el
voto de confianza de los estudiantes para que los representara en la Corporación 253. El
calificativo dado al político conservador no era exagerado. En efecto, Valencia adoptó una
postura de rechazo a pretensiones clave contempladas en el proyecto de reforma educativa, e
incluso propuso nuevos artículos que desdibujaron el carácter innovador del proyecto propuesto
por la Misión Alemana. Por ejemplo, Valencia cuestionó dos planteamientos centrales del
proyecto: la centralización universitaria y la idea de la religión católica como componente
identitario en la educación. De la centralización universitaria, el senador caucano, al señalar su
oposición, acudió a la vieja tesis del centralismo político que regía al país desde el siglo anterior,
y que se expresaba en la importancia que adquirirá la capital de la república, en detrimento de
las demás ciudades del país. El argumento, como se puede ver, desempolvaba un resentimiento
que, desde el periodo colonial (y con mayor fuerza, desde la época republicana del siglo XIX,
había dado origen a disputas entre grupos sociales (elites políticas y económicas) que sentían
amenazados sus intereses y representaciones de poder. Al catalogar como inadmisible e
inconveniente la centralización universitaria, Valencia, señalaba que la “ciudad grande”, al ir
“asimilando gradualmente todas las fuerzas vivas de un país”, sumía a las demás ciudades en el
abandono y el atraso, y éstas perdían al estudiante provinciano que acudía a la capital a recibir
formación profesional, en desmedro de las universidades departamentales254.

252
Ver “La reforma instruccionista ha muerto”, El Tiempo (Bogotá), octubre 23 de 1925, p. 1. Anotaba Federico
Lleras Camargo de Guillermo Valencia: “Más papista que el Papa nuestro distinguido bardo, ha querido poner la
instrucción pública bajo el férreo dominio de las comunidades religiosas, quedando estas en mejores condiciones
que los maestros del país. Si es cierto que según el Concordato debe estar en sus manos, nosotros debemos estar
agradecidos de la benevolencia que han tenido en no llevar a sus últimos extremos los dispositivos de tan distinguido
y disentible (sic) pacto”. Y concluía preguntando: “¿Qué dirán los estudiantes que no hace mucho ovacionaban al
senador Valencia, lo proclamaban nuevo Mesías llamado a transformar los caducos sistemas de gobierno, y le daban
sus votos para ocupar la primera magistratura”. En términos similares fue caracterizado Guillermo Valencia por
otro diario de Bogotá: “El señor Valencia ha decapitado la reforma universitaria, pero en la propia guillotina ha
decapitado su prestigio”. Ver “la regresión educacionista”, La Republica (Bogotá), octubre 23 de 1925, p. 1.
253
Es apenas lógico entender que la estimación de los estudiantes hacia el congresista caucano concluyera en ese
momento. Además, ese hecho podría explicar por qué los estudiantes decidieron cambiar la composición poética
que había creado Valencia en 1924, la cual fue adoptada como himno oficial de los estudiantes del país (asunto que
será tratado en el segundo capítulo). Debe recordarse que los estudiantes de Bogotá y Popayán apoyaron la
candidatura presidencial de Guillermo Valencia en 1917, y que éste, en un discurso de agradecimiento por el apoyo
ofrecido, se refirió a los estudiantes con expresiones como la siguiente: “Permitidme convivir con vosotros, ser todo
vuestro, palpitar con vuestros entusiasmos, regocijarme en vuestros triunfos, acompañaros en vuestras amarguras,
ayudaros en vuestras empresas”. Que otros eran los deseos del poeta congresista en 1925, resultaba evidente. Ver
“Vuestro presente cifra un enigma inviolado”, en Guillermo Valencia, Discursos, Tomo III, Instituto Caro y Cuervo,
Bogotá, 1974, p. 175.
254
Guillermo Valencia, “La tendencia de centralización urbana, síntoma de decadencia”, en Discursos, Tomo III,
Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1974, p. 80 y ss.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

De otro lado, Valencia acusó –sin fundamento alguno- a la Misión Pedagógica de querer limitar
el papel de la Iglesia Católica en el manejo de la educación, tal y como establecía el Artículo 41
de la Constitución de 1886. Para evitar que así sucediera, Valencia propuso dos artículos que
buscaban resaltar el lugar que, según su pensamiento, ocupaba la religión católica en la sociedad
colombiana. El primer artículo propuesto establecía:
“Articulo: En la universidad, en los grupos universitarios, en los colegios, en las escuelas y en los
demás centros de enseñanza de Colombia, la educación e instrucción públicas se dirigirán en
concordancia con la religión católica. La enseñanza religiosa será obligatoria en la forma establecida
por los artículos 12, 13 y 14 de la ley 35 de 1888”.

El segundo artículo dejaba con claridad el grado de intolerancia religiosa de que era portador el
político caucano:
“Articulo. Los maestros y profesores que en el ejercicio de sus cargos sustenten y propaguen ideas
contrarias al dogma y a la moral católicos, serán retirados del magisterio o profesorado mediante
comprobación del hecho, según el procedimiento que fije el poder ejecutivo”.

Era comprensible, en tal sentido, que en el Senado se atacara la figura de la libertad de


investigación, caro a los intereses de los estudiantes colombianos, desde el congreso
internacional reunido en Bogotá en 1910255. Además, que se buscará modificar, como finalmente
se logró, el artículo que otorgaba sólo al Estado el derecho a expedir títulos de bachiller y quedara
en manos del Ministerio de Instrucción Pública del nombramiento de los directores
departamentales del ramo.

Sin embargo, la modificación que vino a exasperar los ánimos de los estudiantes y que motivó
la réplica enérgica de sectores de la opinión pública, fue la introducción de un artículo que
formulaba la expulsión de los estudiantes que promovieran huelgas en los planteles educativos,
a la vez que resaltaba la imposibilidad de que pudieran ser admitidos en otras instituciones. El
artículo, cuyo autor era, nada más ni nada menos, que el compositor del primer himno de los
estudiantes en Colombia, Guillermo Valencia, señalaba lo siguiente:

“Todo movimiento subversivo en forma de huelga o confabulación que en cualquier


establecimiento de instrucción oficial tienda a parar su funcionamiento total o parcialmente, o a
rechazar determinados superiores, acarreará para los promotores y secuaces la expulsión inmediata

255
Se preguntaba Federico Lleras Camargo, luego de revisar las modificaciones al proyecto de reforma educativa:
“¿Qué nos quedará entonces de la labor de la misión pedagógica? Un curso de enseñanza primaria y normalista, que
alivia la situación material de los maestros, si es que la realización de las reformas pedagógicas contenidas en esta
parte de la ley, no encalla como, seguro, en los mismos intereses creados alrededor de la Escuela Normal y el
Instituto Pedagógico. La misión nos habrá dejado sí un servicio trascendental: el de habernos demostrado una vez
más, a la luz meridiana, cuál es la tristísima situación del país en materias instruccionistas”. Ver “Por la genuina
reforma instruccionista”, El Tiempo (Bogotá), noviembre 9 de 1925, p. 1.

150
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

del plantel en que tales casos ocurran y la no aceptación de los expulsados por ningún otro centro
de instrucción oficial”256.

La justificación que daba Valencia al artículo propuesto era que, una vez se aprobara la
representación de los universitarios en el Consejo Universitario y en los consejos directivos de
cada Facultad, era imperioso, “correlativamente”, establecer “alguna sanción contra la rebeldía
estudiantil”. Preveía Valencia que el otorgamiento de nuevos derechos a los estudiantes podría
conducir a estos a ampliar más demandas e intensificar formas de protesta, a lo cual había que
cerrarle el paso. “En el salón rectoral la discusión entre iguales, y en el patio del establecimiento,
el mitin tumultuario para imponerse a todos, es una situación que no me es dado entender y
menos sustentar dentro de la apreciación normal de una sociedad organizada”, sostenía el
senador caucano. Habría que agregar, en clave de contextualizar lo anterior, el hecho de que,
desde hacía ya algún tiempo, los representantes del Estado manifestaban la preocupación por los
niveles de beligerancia que adoptaban los estudiantes en los conflictos que surgían en las
universidades. De hecho, el propio Valencia, en su argumentación a favor del artículo, citó el
caso de la Universidad Libre que, en 1923, debió expulsar a varios estudiantes que se vieron
involucrados en una huelga contra las autoridades de la institución. Para evitar la consolidación
del soviet estudiantil (la expresión es de Valencia), se debía adoptar medidas como las que se
contemplaban en el artículo257.

El propósito que se buscaba con el artículo sobre huelgas estudiantiles introducido por Guillermo
Valencia, era cercenar el derecho de los estudiantes de protestar en el futuro contra un profesor
incompetente, o rebelarse contra alguna arbitrariedad académica o cosa por el estilo. Como lo
advirtió Federico Lleras Camargo, lo que se buscó con el artículo fue “ahogar en ellos
(estudiantes, N.A.) todo espíritu de inconformidad (queriendo) opacar su carácter e impedir toda
iniciativa de saludables reformas”258.

Como era de esperar, los miembros de la Misión Pedagógica mostraron su desacuerdo con lo
contemplado en el artículo sobre huelgas estudiantiles, argumentando que lo allí consignado,
además de inconveniente, era imposible de aplicar:
No está bien establecer en la ley castigos disciplinarios, pues las mismas leyes militares, en donde
disonarían menos, los dejan –como es natural- a los reglamentos. Dentro de los colegios mismos es
costumbre desde hace mucho tiempo usar una prudente elasticidad en este grave asunto, teniendo
siempre en cuenta para la aplicación de sanciones, además de otras muchas circunstancias, la edad
del alumno y su naturaleza peculiar. Es, pues, en concepto nuestro, de todo punto inconveniente la
aceptación de este artículo, que quizás vendría a trasladar las cuestiones disciplinarias de la

256
Guillermo Valencia, “La tendencia de centralización urbana…”, Op. cit., p. 88.
257
Guillermo Valencia, “Son horas de acentuar netamente los principios”, en Discursos, Tomo III, Instituto Caro y
Cuervo, Bogotá, 1974, p. 89.
258
Ver El Tiempo (Bogotá), octubre 23 de 1925, p. 1.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

universidad y de los colegios oficiales a la antesala del Ministerio de Instrucción Pública y a las
barras del congreso, agravando los conflictos estudiantiles en vez de facilitar su solución.

Además:
Aun cuando para la misión no cabe duda alguna, por ser cosa evidente, de que es indispensable
mantener estrictamente el orden y disciplina en los establecimientos de instrucción, sin lo cual todo
el trabajo de los profesores y alumnos se hace estéril e infructuoso, considera ella, sin embargo, que
las medidas tendientes a asegurar esa disciplina no deben ser materia de la ley sino de los
reglamentos de los respectivos institutos. La ley solo debe contener los principios orgánicos de la
instrucción pública, y no están bien en ella las disposiciones meramente disciplinarias 259.

Invocaban los miembros de la misión, como un mecanismo para promover el orden y la


disciplina y evitar las confrontaciones en las universidades, dar relevancia a la representación de
los estudiantes, tal y como lo habían consignado en la Exposición de motivos. Para la Misión
Pedagógica, la representación de los estudiantes debía “prestar un concurso eficacísimo, como
se ve en muchas universidades extranjeras y especialmente en las inglesas, en cuyos colleges
(sic) el orden y la disciplina están fundados en la organización entre los alumnos y mantenidos
por ellos mismos”260.

La crítica al comportamiento del político caucano no provino únicamente de los estudiantes. De


nuevo, Demetrio García Vásquez, el otrora estudiante organizador del Primer Congreso
Internacional de Estudiantes en 1910, y oportuno evocador de situaciones ligadas a la
reivindicación de la reforma educativa, en carta dirigida al director de El Tiempo, Eduardo
Santos, se mostraba extrañado por el comportamiento de Guillermo Valencia:

Acabo de leer en El Nuevo Tiempo de hoy un extenso artículo del senador Guillermo Valencia, en
que explica la razón de una serie de modificaciones por él introducidas al proyecto de ley orgánico
de la instrucción pública. No me propongo rebatir algunos de los puntos de vista expuestos por el
distinguido parlamentario en el citado artículo. Sólo me permito señalar el ostensible contraste que
presenta el senador Valencia entre su actitud en 1915 y la correspondiente a la época actual. En
aquel año el senador Valencia acogió y sostuvo con amplio y decidido empeño el proyecto de
reforma universitaria, considerado y aprobado con el voto unánime de la cámara, en los debates
reglamentarios verificados en las sesiones de los días 21, 22, 23 y 25 del mes de septiembre del
mencionado año. Ese proyecto, aprobado con el carácter de “formula de transacción”, contenía entre
sus principales disposiciones: la formación de un Consejo universitario constituido por el rector de
la Universidad, los rectores de las respectivas facultades, y un profesor de cada una de éstas,
designado por el correspondiente consejo directivo; el consejo de cada Facultad daba cabida “con
voz y voto” a un estudiante de último año, elegido directa y libremente por los estudiantes de los
tres últimos años (…)

Con tales antecedentes el actual senador caucano libró gallardamente su primera batalla en favor de
la Universidad moderna. La juventud, siempre leal y generosa, aclamó al nuevo conductor, quien
cayó abatido por una implacable censura reaccionaria que detuvo el curso del anhelado proyecto. Y

259
Ver “La Misión Pedagógica y la huelga estudiantil”, El Tiempo (Bogotá), noviembre 10 de 1925, p. 3; además,
Misión Pedagógica: concepto sobre las modificaciones introducidas por el honorable senado al proyecto de ley
orgánica de la instrucción pública, Imprenta Nacional, Bogotá, 1925.
260
Misión Pedagógica, Proyecto de ley orgánica…, Op. cit., p. 131.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

años más tarde esa misma juventud, que ahora está expuesta a la proscripción y a la expulsión
erigidas en sistema legal, propuso y obtuvo que fuera acogido el nombre del senador Valencia como
candidato de la coalición iniciada y propulsada por el insigne jefe del liberalismo colombiano. En
aquella hora propicia “se interrogaba el ceño del adversario” para interpretar los anhelos de la
juventud, que jamás ha puesto precio a la conciencia de los hombres de ideas sinceras y principios
definidos261.

La opinión de la prensa liberal no era distinta a la que había esbozado García Vásquez. Desde
las páginas de El Tiempo se anotó que el proyecto presentado por la Misión Pedagógica fue
“monstruosamente deformado” en el Congreso de la República, a tal punto que se puso la
instrucción pública del país en un escalón inferior al que se encontraba antes del debate
parlamentario. De hecho, anotaba el periódico capitalino, el proyecto reformulado cercenó
garantías a los alumnos de colegios y Facultades, que habían sido “conseguidas día por día”, a
través de reclamos y movilizaciones. Además, era vergonzoso el espectáculo que ofrecía el país
a las naciones del mundo, al contratar una misión de expertos para que, al final, se impusieran
los intereses de los poderes internos:
Traer al país técnicos en cuestiones educativas, que rindan su informe y que elaboren un proyecto
para que éste venga a servir de base para tomar medidas reaccionarias, es por lo menos un
espectáculo capaz de desacreditar a la nación. Y los estudiantes no tienen más medidas para evitar
su derrota, que esta de nombrar sus voceros ante la Cámara. Allí ha de decidirse su suerte. Y creemos
que las voces prestigiosas de esos dos jóvenes representantes eviten que ese deformado proyecto de
instrucción pueda pasar adelante262.

La suerte que estaba corriendo el proyecto de reforma educativa en el Congreso adquirió un


signo más trágico, al ser éste discutido a un ritmo que no era el esperado por los estudiantes. El
tiempo apremiaba y los estudiantes se sintieron obligados a acudir a mecanismos de protesta
para notificar a los legisladores no solo la molestia por las modificaciones que se estaban
haciendo al proyecto, sino además, por la lentitud con que se estaba debatiendo en el Congreso.
El 19 de septiembre, estudiantes de distintos colegios y de todas las Facultades de la universidad,
al grito de ¡Viva la reforma!, “invadieron” las barras del Senado, con el objeto de reclamar de
los senadores el inicio del estudio del proyecto de reforma educativa entregado por el Presidente
Ospina en agosto pasado263.

Correspondiendo a la solicitud de los estudiantes, la presidencia de la Corporación anunció que


el senador García iniciaría al día siguiente el análisis del articulado correspondiente, para que lo
más pronto se pusiera a consideración de la plenaria la discusión del proyecto. Dicho esto, los
estudiantes que estaban presentes en el recinto entraron en júbilo. Luego, a petición de los
estudiantes, fue designado como integrante de la comisión que discutiría el proyecto el senador
Restrepo. Pero si el comportamiento de los senadores provocaba sentimientos de rabia entre los

261
Ver “La reforma instruccionista. El Dr. Valencia”, El Tiempo (Bogotá), octubre 21 de 1925, p. 3. Una visión del
desempeño de Guillermo Valencia en el Senado en 1925, en Guillermo Valencia, El doctor Guillermo Valencia en
el Congreso de 1925, Imprenta del Departamento, Popayán, 1925.
262
Ver “Los voceros de la juventud”, El Tiempo (Bogotá), noviembre 3 de 1925, p. 3.
263
Ver “La manifestación estudiantil”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 20 de 1925, p. 3.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

estudiantes, también era cierto que el comportamiento de éstos, ajeno a la coyuntura, generaba
cuestionamientos de las directivas del gremio. La tensión que generaba el momento, condujo a
que surgieran críticas al comportamiento de un grupo de estudiantes que, en un momento
decisivo para la suerte de la educación del país, se diluyeran en actividades que resultaban menos
importantes, como el carnaval estudiantil. Un tal L. Flórez Álvarez escribía una nota de prensa
en la que se leía:
No puede ser que los jóvenes universitarios solo piensen en las sonoras mascaradas de sus fiestas
cuando el país se agrieta por las manos no limpias, cuando cubren sombras, ya claudicante y
enfermizo, y no tiene fuerzas para repudiar los delitos de peculado, falsificación y robo. (…) Hoy,
en vez de erguirse con el orgullo de las vidas nuevas ante esa avalancha o impunidad que se arraiga
en las Cámaras Legislativas, se forman comités jubilosos para las diversiones, se anda por esas calles
no en ruidosos tumultos que gritan la protesta contra el negocio organizado por presidentes y
ministros; se va como en rumorosa cauda hacia el carnaval con las almas afeminadas y pueriles.

Es un desconsolador contraste este que vemos hoy. Tanta vida derrochada arrojando serpentina y
confetis. Tanto celo por la beldad tal o la belleza cuál. Tanto galardón por el ilusorio trono de una
fiesta; y en cambio el país marchando hacia la ruina moral. Impulsado por traficantes cuya palabra
oficial tiene el calor de los falsos vocablos que se murmuran en busca de una disculpa vergonzosa!
(sic)264.

1.4.3 ¡La reforma instruccionista ha muerto!

A través de la prensa liberal se esgrimieron posturas a favor de la aprobación del proyecto de


reforma educativa original y se pidió al Ministro Vernaza su intervención para impedir que el
“nuevo” proyecto que había sido aprobado en el Congreso, se convirtiera en ley de la
república265. El Comité Ejecutivo Nacional de Estudiantes, por su parte, convocó a los miembros
del Centro Departamental y a los Consejos Estudiantiles de las Facultades y colegios de la
ciudad, a una reunión de urgencia en la Casa del Estudiante el domingo 25 de octubre, para
discutir las modificaciones hechas al proyecto de reforma educativa en el Congreso, y el
comportamiento que se debía adoptar. Para el organismo convocante, la citación era un

264
Ver “La voz de la juventud”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 9 de 1925, p. 3. Si bien el momento en que se
discutía el proyecto de reforma educativa en el Congreso coincidía con la fecha de la fiesta estudiantil, el sector de
estudiantes nucleado en torno a la Federación de Estudiantes no bajó la guardia, y fijó sus energías para presionar
para que se debatiera y aprobara en el Congreso el referido proyecto. Una proposición aprobada por los senadores,
el 20 de septiembre resulta llamativa: “El Senado de la Republica se congratula con el distinguido y siempre
interesante gremio de estudiantes en todas las facultades, colegios y escuelas de la capital y de los demás centros
universitarios del país, con ocasión de su fiesta de carnavales, que tendría lugar el lunes próximo. El Senado hace
votos por que la juventud que se educa en los planteles oficiales y en los que el esfuerzo privado mantiene
florecientes en la Republica, se conserve fiel a las tradiciones democráticas con que los fundadores de la patria
supieron dotarla y por qué les dé cada día mayor impulso y solidez a sus estudios”. Ver “La gran manifestación
estudiantil ante el senado”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 20 de 1925, p. 2 y 6. Resaltado nuestro.
265
“Mil veces preferible quedar como estamos y aplazar la reforma para mejores tiempos, si es que alguna vez
Colombia puede disponer libremente de sus propios destinos, y ante el grito angustiado de la patria se apaciguan las
pasiones políticas y los odios sectarios”, anotó Federico Lleras Camargo. Ver “La reforma instruccionista ha muerto,
El Tiempo (Bogotá), octubre 23 de 1925, p. 1.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

“llamamiento de trascendencia”, motivo por el cual determinó que en los planteles en los que no
existieran consejos estudiantiles, los estudiantes podrían acreditar un delegado por cada año de
estudios. Lo anterior explica que la reunión hubiese registrado una asistencia notable, de la que
tomaron parte estudiantes del Centro Departamental, de las Facultades y colegios, pese a que
para ese momento se encontraban en período de vacaciones.

Entre los puntos que se trataron en la reunión estuvo el nombramiento de cuatro voceros para la
Cámara de Representantes, escogidos entre las diversas tendencias políticas, con el objeto de
cuestionar las modificaciones al proyecto de reforma educativa266. Enseguida, los estudiantes
procedieron a comunicar al Presidente de la Cámara de Representantes la escogencia de dos
voceros miembros de esa corporación, para que, a nombre de las directivas de la Federación de
Estudiantes, expresaran las aspiraciones y consideraciones que los acompañaban respecto de la
reforma educativa. Se trataba de los doctores Francisco de Paula Pérez y José Manuel
Manjarrés267. El estilo de la comunicación dirigida al Presidente de la Cámara de Representantes
(“Excelentísimo señor Presidente de la Cámara de Representantes”, rezaba el encabezado),
expresaba la convicción que tenían los estudiantes de poder incidir en la voluntad de los
miembros de la Corporación, a favor de la aprobación de la reforma educativa. La decisión
adoptada fue recibida con acierto en las páginas de la prensa liberal. En una editorial de un diario
se recreó la situación en torno al debate de la reforma educativa en el Congreso:

Los estudiantes están en el deber de asumir alguna actitud. Por ahora, lo único que podrían hacer,
era eso. Nombrar dos inteligentes voceros que no les tengan miedo a las iras reaccionarias de sus
copartidarios, y que eviten, en todo lo que sea posible, la amenaza que significaría, un proyecto
como el que ha aprobado el Senado, para la cultura del país. (…) Después, si no se logra nada en la
Cámara, y allí también se opina que no hay nada que hacer en la instrucción, como no sea
endurecerla, hacerla estéril y absurda, los estudiantes tienen muchas maneras de protestar. Nunca
les han fallado. Y su vigorosa masculinidad no les ha permitido nunca ninguna debilidad ni ninguna
claudicación espiritual268.

266
Ver “Por la reforma estudiantil”, El Tiempo (Bogotá), octubre 23 de 1925, p. 3; “La reunión estudiantil de ayer”,
El Tiempo (Bogotá), octubre 26 de 1925, p. 7.
267
Ver “Vocero de los estudiantes en la cámara”, El Tiempo (Bogotá), noviembre 3 de 1925, p. 4. Aparece firmada
por Abel Botero, Arístides Charria Tovar, Gonzalo Esguerra Gómez, Juan Pablo Llinas y Jorge Soto del Corral. A
los doctores Francisco Paula Pérez y José Manuel Manjarrés, los estudiantes enviaron una comunicación que decía:
“Conociendo su manera de pensar, en lo general a fin con las ideas estudiantiles sobre los proyectos de reforma
instruccionista, que en la actualidad se debaten en la Honorable Cámara de Representantes, solicitamos
fervorosamente de usted acepte la misión de alcanzar para dichas ideas la efectividad que anhelan nuestros
representados. En la seguridad que usted atenderá este llamamiento que obliga su reconocido patriotismo,
agradecemos anticipadamente. En nombre de las diversas entidades estudiantiles, cuya delegación poseemos, los
esfuerzos que en desarrollo de los mencionados propósitos realice” (Ibíd.).
268
Ver “Los voceros de la juventud”, El Tiempo (Bogotá), noviembre 3 de 1925, p. 3.

155
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Los estudiantes continuaron realizando acciones para presionar a los miembros del congreso. En
los primeros días de noviembre enviaron un memorial a la Cámara sobre la reforma educativa269.
Nuevamente hacían extensiva la invitación a todos los estudiantes de la capital para que
concurrieran y participaran en la discusión de un asunto que consideraban “de vital importancia
para las nuevas generaciones”. Sin embargo, la dilación fue la estrategia adoptada en la Cámara
baja para entorpecer la discusión del proyecto de reforma educativa. Tal comportamiento obligó
al Ministro de Instrucción Pública, José Ignacio Vernaza, a solicitar al Presidente de la
Corporación que se destinaran sesiones extras para discutir el proyecto de ley. Sin embargo, para
el Presidente de la Corporación, de apellido Casabianca, era más apremiante en ese momento
discutir un proyecto sobre aumento de sueldos de los Ministros del Despacho Ejecutivo270.

El Ministro Vernaza explicó el fracaso de la propuesta, señalando dos razones. Por un lado, la
carencia de recursos económicos para poder aplicarla, y, por otro lado, porque “los teorizantes
(sic) no se contentaron sino con hablar, más nunca en llevar a la práctica de los presupuestos
oficiales la manera de hacer efectiva la instrucción primaria, base de toda la verdadera reforma,
y destruir el analfabetismo”. Decía Vernaza:

Pero el proyecto de reforma tropezó desde el primer momento con un escollo insalvable: el dinero.
Porque la oposición que algunos artículos despertaron en el sector religioso y que el Ministro se
empeñó en suavizar para que el proyecto fuese viable ante la mayoría conservadora, alertada ya en
este punto por un folleto de los Padres Jesuitas, desapareció. El proyecto después de 25 días de
continua discusión en el Senado de aquella época cumplió con este deber patriótico y el proyecto
bajó a la Cámara de Representantes, en donde se estancó 271.

El proyecto feneció en la Cámara, al no haberse presentado éste de manera formal para su


discusión. De ese modo, con la clausura del Congreso, el proyecto de reforma educativa
propuesta por la Misión Pedagógica terminó archivado272. Así las cosas, las palabras de Federico
Lleras Camargo redactadas en octubre, semanas antes de que se hubiese conocido la suerte
definitiva del proyecto, resultaron acertadas: “No habrá ya reforma instruccionista; la familia
conservadora del Senado le ha cerrado el paso; ha tenido miedo a los interesados influyentes y
el país debe dejar caer sobre ella y ellos toda la responsabilidad del fracaso”273.

269
Como había ocurrido en ocasiones anteriores, de nuevo las directivas hacían extensiva la invitación “a todos los
estudiantes de la capital a que concurran a la discusión de este asunto que es de vital importancia para las nuevas
generaciones”. Ver “Invitación estudiantil”, El Tiempo (Bogotá), noviembre 4 de 1925, p. 5.
270
En una intervención en la Cámara, el Ministro Vernaza expresó, en un tono de presión que la Cámara “cometería
una inconsecuencia negándose a considerar el proyecto, porque él es resultado de las labores de una misión
contratada por el mismo Congreso y el Senado y lo consideró y lo aprobó en la forma en que lo creyó conveniente”.
Ver “Cámara sesión de ayer”, El Tiempo (Bogotá), noviembre 8 de 1925, p. 5; también, José Ignacio Vernaza,
Biografía del General…, p. 155.
271
José Ignacio Vernaza, Biografía del General Pedro Nel Ospina, Op cit., p. 154.
272
Muller de Ceballos, Op. cit., p. 40.
273
Ver “La reforma instruccionista ha muerto”, El Tiempo (Bogotá), octubre 23 de 1925, p. 1.

156
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

¿Cómo evaluar el papel de los estudiantes agremiados en momentos en que se discutía la suerte
del proyecto de reforma? German Arciniegas fue un duro crítico del comportamiento de los
estudiantes ante los hechos, especialmente de la decisión de los estudiantes de la Facultad de
Medicina que, por problemas que ésta poseía y dificultaban su aprendizaje, tomaron la decisión
de emigrar hacia el sur, para continuar con sus estudios.
El solo acto de que por un día, en una hora, en sólo un instante llegue a pensar por un grupo de
jóvenes distinguidos en que ya no es posible hacer la vida universitaria en Bogotá, es algo demasiado
alarmante como síntoma vergonzosa. (…) Pero nosotros tememos que los estudiantes de medicina
hayan equivocado el camino. Es cierto que son absurdos los sistemas de proveer cátedras en la
Universidad y más absurdos los medios que se han ideado para renovar el personal docente, pero la
acción del estudiante es libre y bien puede plantearse una situación de hecho que haga revisar de un
golpe todo el estatuto. Desde el boycoteo (sic) y la huelga hasta la revolución, los estudiantes tienen
aquí muchos caminos para escoger, antes que dejar a Colombia, en un gesto que si es de protesta, lo
es también de impotencia.

Y concluía:
Los estudiantes de Colombia han faltado a un deber de juventud, porque no han realizado su
revolución universitaria, y habría que considerarlos como desertores si fueran a buscar en otros
países su porvenir, sin provocar antes entre nosotros el movimiento fecundo en donde se hundan
todos los vicios de la organización universitaria. (…) La opinión pública, la prensa, los antiguos
alumnos, verán con satisfacción la sacudida famosa. Si el problema se encara resueltamente, que se
cierren por dos días las escuelas, nada de esto será de temerse, porque a todo hará frente la juventud
bien informada y la opinión publica justa. Hagan los estudiantes su manifiesto y hablaremos de una
vez por todas en este negocio274.

Si se da por acertada la crítica de Arciniegas al comportamiento de los estudiantes, se debe


examinar qué tanto estaban preparados para afrontar una lucha por lograr la aprobación de la
reforma educativa, pero también, y quizá sea algo más importante, pensar si los estudiantes
realmente estaban de acuerdo con la reforma a la educación, tal y como estaba planteada en el
proyecto de la Misión Pedagógica275. Por ejemplo, a raíz de la propuesta de constituir una sola
universidad en Bogotá y establecer Facultades en las ciudades en las que había universidades,
surgieron discusiones entre estudiantes y profesores de Medellín y Bogotá, sobre cuál era la
mejor Facultad de Medicina, lo cual debió afectar la unidad del gremio estudiantil y restar fuerzas
para presionar al Congreso con la contundencia que ameritaba el caso276. De hecho, los

274
Ver “La crisis universitaria”, El Tiempo (Bogotá), mayo 15 de 1925, p. 1.
275
En 1932, cuando fungía como parlamentario a nombre del Partido Liberal, Germán Arciniegas evaluó el trasegar
de los estudiantes en pro de la reforma educativa en el país. En aquella oportunidad, Arciniegas reconoció que si
bien los estudiantes tuvieron en sus manos “la posibilidad de introducir cambios en la estructura de las escuelas,
(…) no logramos concretar nuestras aspiraciones en puntos fundamentales”. Esto debido, señalaba el joven político,
a que el gremio estudiantil carecía de un “elemento más capacitado”, queriendo destacar la debilidad de conciencia
de los estudiantes de aquellos años. Ver German Arciniegas, “Hacia la Universidad Nacional”, en Emir Sader, Pablo
Gentili y Hugo Aboites (Comp.), La reforma universitaria: desafíos y perspectivas noventa años después,
CLACSO, Buenos Aires, 2008, p. 262.
276
Así registraba la prensa: “La agitación estudiantil de Bogotá, tan bien intencionada, tan capaz de lograr benéficos
cambios y mejoras sustanciales, ha producido un resultado imprevisto: de que en Medellín se ha despertado el más

157
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

estudiantes de la Universidad de Antioquia conformaron un Comité Estudiantil pro Universidad,


con el objetivo de oponerse a la centralización universitaria, aduciéndose que perjudicaría
“grandemente a los pobres que carecen de los medios suficientes para ir a estudiar a la capital”277.
En Cartagena esa postura existía desde 1923, precisamente después de que estudiantes
agremiados habían radicado en el Congreso un proyecto de reforma educativa que contemplaba
la centralización universitaria278.

Esto último nos enfrenta además a otro problema, y es el de los niveles de representación que
tuvo el gremio estudiantil en aquellos años. Como se advirtió en otro lugar, el tema de la
representatividad de las organizaciones de los movimientos estudiantiles es ineludible si se
quiere entender su fortaleza y capacidad de movilización279. El asunto fue crítico si se hace una
lectura de todo el periodo de los años veinte. Así lo vieron algunos de los dirigentes de la FNE,
como se verá más adelante.

Finalmente, se debe decir que si el proyecto de reforma educativa que presentó la Misión
Pedagógica no fructificó, no fue por responsabilidad de los estudiantes, o por su debilidad
organizativa, que como dijimos, pudo haber servido para que los opositores no encontraran
mayores obstáculos. Precisamente fue en éstos últimos, en quienes recayó la responsabilidad de
que el proyecto no hubiera sido aprobado. Se trataba de sectores ligados a la Iglesia Católica y a
establecimientos educativos, que no vieron con buenos ojos que, tal como estaba formulado en
el proyecto, únicamente el Estado tuviese la facultad de otorgar el grado de Bachiller, buscando
eliminar el negocio que había surgido en torno a ese reconocimiento280.

1.5 Promover y extender la organización estudiantil

Orientándose por las decisiones que se adoptaron en el congreso estudiantil de 1924, el Comité
Ejecutivo de la FNE procedió a clausurar las Asambleas Estudiantiles, y en su reemplazo,
constituir los Centros Departamentales de Estudiantes. No había duda que el fracaso en la

ardiente entusiasmo por la Universidad de Antioquia, y que al coro de reclamos de aquí ha respondido allí un coro
de alabanzas tendientes a mostrar como un remedio a los males denunciados el traslado de los estudios médicos al
valle de la Candelaria, en donde, dicen prominentes personajes de esa ciudad, no dejan nada que desear”. Ver
“Bogotá y la Facultad de Medicina”, El Tiempo (Bogotá), junio 7 de 1925, p. 1; también “De Medellín”, El Tiempo
(Bogotá), junio 7 de 1925, p. 4.
277
Ver “De Medellín”, El Tiempo (Bogotá), junio 14 de 1925, p. 4.
278
Dora Piñeres de la Ossa, Modernidad, universidad y región: el caso de la Universidad de Cartagena…, Op. cit.,
p. 81. Informaba la prensa que los estudiantes de la Universidad de Cartagena dirigieron a los Presidentes de la
Cámara de Representantes y del Senado un extenso telegrama, en el que pedían que no se expidiera la ley sobre la
centralización de los estudios, al considerar “que ella les causaría enormes perjuicios a los estudiantes, y el quitaría
importancia a esta intelectual ciudad”. Ver “De Cartagena”, El Tiempo (Bogotá), octubre 3 de 1923, p. 4. Resaltado
nuestro.
279
Manuel Antonio Garreton y Javier Martínez (Directores), El Movimiento Estudiantil: conceptos e historia, Tomo
IV, Biblioteca del Movimiento Estudiantil, Ediciones Sur, Santiago de Chile, 1985, p. 47.
280
Renán Silva, “La educación en Colombia…”,… Op. cit., p. 85.

158
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

aprobación del proyecto de la reforma educativa en 1925, sirvió para acelerar el nuevo diseño
del gremio estudiantil que se había definido en 1924, y así poder construir una agremiación sólida
para los nuevos tiempos. Una de las lecciones aprendidas del pasado reciente fue precisamente
que la organización estudiantil fuera de Bogotá –e incluso en la propia capital- era
extremadamente débil, por lo que se debían urgentemente crear organismos seccionales que
condujeran el activismo de una forma “ordenada y eficaz”.

La decisión de acabar con las Asambleas desde luego suscitó debates al interior del gremio. No
resultaba fácil expedir el certificado de defunción de unos organismos locales que, para bien o
para mal, habían orientado e impulsado el activismo estudiantil desde hacía algunos años en
ciudades como Bogotá y Medellín. Recordemos que, para el caso de Bogotá, existieron seis
Asambleas Estudiantiles desde 1919, y en torno a ellas se consolidaron liderazgos importantes y
se agitaron reivindicaciones que despertaron nuevas inquietudes entre los estudiantes. Al
respecto, Alberto Gómez y Albio Simanca creen que los debates surgidos a raíz de la nueva
medida expresaban con nitidez “que la composición sociopolítica de la Federación se había
diversificado”281, lo cual era comprensible.

En Bogotá, el proceso de constitución del Centro Departamental de Estudiantes comenzó el 28


de junio de 1925, cuando se eligió una dirección colegiada. Desde ese momento, el interés por
hacerse al control de la máxima instancia desencadenó agudos debates que, en algunos casos,
finalizaron en enfrentamientos entre los estudiantes. El caso más patético, precisamente, ocurrió
en mayo de 1926, cuando debía elegirse los delegados para el segundo Congreso Departamental
de Estudiantes282. Para esa ocasión, cosas turbias ocurridas en torno a las condiciones del
certamen presagiaron un final borrascoso. Por ejemplo, ante la disposición del Centro
Departamental de Estudiantes de exigir la inscripción a la FNE a los estudiantes que deseaban
participar en las elecciones, varios universitarios que no cumplían con ese requisito manifestaron
su inconformidad con la medida. Estudiantes de la Facultad de Medicina, muchos de los cuales
no estaban afiliados a la federación, consideraron la disposición del Centro Departamental
“como muy precipitada”, al desconocer el poco tiempo que se tuvo para hacer el debido registro.
Arguyendo que con ese proceder se atentaba contra la libertad del sufragio estudiantil, los
inconformes advertían de los posibles resultados que arrojaría la medida:
Si se hubiera dado a conocer como plazo suficiente como para que todos los estudiantes hubieran
hecho sus gestiones de ingreso a la federación, seguramente no habría nada que objetar, pero en el
plazo perentorio que se ha señalado puede dar ocasión a que determinadas tendencias queden en

281
Gómez Martínez y Simanca Martínez, Estudiantes y cambios generacionales…, Op cit., p. 194.
282
Las elecciones de 1926 tuvieron como novedad la participación de los estudiantes de los colegios y la aplicación
del sistema del cuociente electoral, para dar mayor representatividad a los estudiantes de la ciudad en el máximo
organismo del departamento. Ver El Tiempo (Bogotá), abril 15 de 1926, p. 3.

159
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

situación privilegiada que no se compadece con la justicia y equidad y ante todo con la pureza del
sufragio estudiantil, que de manera tan plausible quedó entronizada en las primeras elecciones 283.

Días antes de las elecciones, programadas para el 2 de mayo, y en un intento por poder hacerse
al control de la dirección del Centro Departamental, un numeroso grupo de estudiantes
conformado por alumnos de secundaria de los colegios jesuitas y de los Hermanos Cristianos,
recibió la orden de federarse en masa, con el propósito de acceder a un buen número de cargos
y así poder hacerse al control del organismo departamental284. De inmediato, un grupo de
estudiantes con posturas anticlericales, intentó salir al paso a los propósitos de los jesuitas,
haciendo público en las calles lo ocurrido, justo cuando los estudiantes de los colegios cristianos
se habían congregado para hacer campaña. Lo que sucedió en el momento en que los dos grupos
estudiantiles se encontraron, fue contado por las directivas del segundo congreso estudiantil
reunido en Ibagué en 1928:
Al amparo de la policía, que terció en este debate, el grupo disidente lleva a cabo una manifestación
pública que resultó de carácter agresivo, pues atacó a algunos elementos de la corriente opuesta que
se tituló de los independientes. A su vez, estos reaccionaron por medio de una vigorosa
manifestación a la cabeza de la cual limpias manos juveniles empuñaban el pabellón nacional. Se
encontraban los manifestantes independientes en la principal calle capitalina escuchando la voz de
un orador surgido de su seno, cuando un numeroso piquete de policía los atropelló sin consideración
alguna, hirió y maltrató a muchos de ellos y por último, les arrebató el pabellón que conducían. Con
valor temerario algunos estudiantes opusieron la fuerza de sus músculos y el temple de su espíritu a
la arbitrariedad de los corchetes. Esto dio lugar a que muchos de aquellos fueran conducidos a los
calabozos de un cuartel de policía, medida que produjo general exacerbación en las aulas, la cual
culminó en una imponente manifestación que tradujo la protesta indigna de la juventud contra la
injusticia realizada por las autoridades285.

Si bien las gestiones ante las autoridades sirvieron para conseguir la libertad de los estudiantes
detenidos, las pugnas entre las fracciones antagónicas continuaron, hasta el día de las elecciones,
cuando los independientes, que advertían la existencia de un flagrante chocorazo, hicieron
explotar las urnas con fosforo blanco, lo que llevó de nuevo a un enfrentamiento que terminó
con la intervención de la policía. De no haber sucedido así, cuenta Montaña Cuellar, el Centro
Departamental de Estudiantes hubiese “caído bajo control jesuítico”286.

En vista de lo delicado de la situación, en donde quedaba desvirtuada la idea que se había


propagado sobre las elecciones estudiantiles, que se consideraban como “un bello gesto de orden
y de respeto constitucional en esa vida amable, ligera, alocada, maravillosa de los

283
Ver “Interesantes notas de actualidad”, El Tiempo (Bogotá), abril 20 de 1926, p. 6.
284
Diego Montaña Cuellar, Memorias, Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, Bogotá, 1996, p. 83 y
84.
285
Ver Acuerdos vigentes. Decretos del comité ejecutivo nacional. Programa de la federación, Talleres de
Ediciones Colombia, Bogotá, 1929.
286
Montaña Cuellar, Op. cit., p. 83, 84.

160
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

estudiantes”287, el Comité Ejecutivo Nacional determinó nombrar por decreto a los miembros
del Centro Departamental de Cundinamarca por el resto del período en curso. La junta directiva
quedó conformada así:

PRINCIPALES SUPLENTES
Jorge Samper Sordo Francisco Wisner
Manuel Santamaría Caro Víctor Amaya González
German Zea Hernández Héctor Silva Herrera
Alvaro Delgado Morales Arturo Puyana
Antonio Palacio Eugenio González
Luis Enrique Cuervo Carlos Leras Restrepo
Jorge Montaña Rafael Romero Cortes
Fuente: El Tiempo (Bogotá), 1926.

Debe destacarse, al margen de este lamentable suceso, que el Comité Ejecutivo Nacional de
Estudiantes también desarrolló una intensa labor de propaganda a nivel nacional, en aras de
fortalecer la organización estudiantil. Para ello comisionó a cinco dirigentes estudiantiles para
que organizaran los centros departamentales en Cali, Manizales, Popayán, Tunja, Bucaramanga
y Cúcuta. Además, promovió una campaña de afiliación de los estudiantes a la federación,
apoyándose en los periódicos y empleando incluso carteles ubicados en las esquinas de las calles
de Bogotá, en donde se describían las ventajas que tendría un estudiante “federado”. Aquí se
hacía alusión a los servicios a los que se podría acceder, en lugares como la Casa del Estudiante,
en donde había comedores, biblioteca, peluquería y billares, o en la clínica de hospitalización288.

Estas medidas, sin embargo, no arrojaron los resultados esperados. Por un lado, la labor de los
cinco comisionados chocó con la indiferencia que encontraron en varios de los lugares a donde
se dirigieron. De hecho, la propia directiva nacional, en un intento por facilitar la labor de los
comisionados, dirigió numerosas cartas a estudiantes residentes en todas las capitales de
departamentos, sin que se hubiesen tenido respuestas aleccionadoras. Ese ambiente poco
estimulante tenía que verse reflejado necesariamente en el número de afiliados a la FNE. En este
asunto, los datos eran contundentes para ilustrar que el gremio estudiantil en el país era
extremadamente débil. El número de estudiantes federados en Bogotá, en 1926, era de 273, cifra
que debió crecer en los días previos a las elecciones para el Comité Departamental, realizadas
en mayo de ese año, al ser colocada como condición para quienes quisieran participar en la

287
Ver “Los estudiantes”, El Tiempo (Bogotá), abril 15 de 1926, p. 3. También se leía en la nota de prensa lo
siguiente: “Allí en las elecciones, en las cuales no se juzga ninguna clase de intereses mezquinos y donde no hay
fraudes ni violencias, se da un ejemplo de equidad a toda la Nación”. Resaltado nuestro.
288
Ver “La Federación estudiantil”, El Tiempo (Bogotá), febrero 5 de 1926, p 3. Por cierto, esta manera de acercar
a los estudiantes a la FNE, va a ser objeto de cuestionamiento en distintas ocasiones por directivos, porque sucedía
que en muchos casos se interpretaba que los estudiantes que se afiliaban sólo buscaban sus beneficios personales,
sin comprometerse en los asuntos de la federación.

161
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

escogencia de la junta directiva, su afiliación a la federación. La distribución de las afiliaciones,


por institución educativa, era la siguiente:

Universidad o Colegio Cantidad


Universidad Libre 103
Facultad de Medicina 51
Colegio Universitario 20
Escuela de Veterinaria 14
Colegio del Rosario 14
Escuelas Dentales 14
Facultad Nacional de Derecho 11
Facultad Nacional de Ingeniería 11
Colegio de Ramírez 7
Instituto Técnico 5
Externado de Derecho 4
Colegio de San Bartolomé 3
Instituto Bolívar 3
Instituto La Salle 2
Escuela Nacional de Comercio 2
Conservatorio Nacional de Música 1
Escuelas Unidas 1
Escuela Moderna de Comercio 1
Gimnasio Moderno 1
Total 273
Fuente: El Tiempo (Bogotá), mayo 1 de 1926, p. 4.

Como lo reconocían algunos integrantes de la directiva, la cifra no sólo era reducida, sino que
determinaba el nivel de fortaleza de la agremiación. En esas condiciones, así se razonaba, la
capacidad de incidencia de la FNE en asuntos relacionados con la reforma de la educación, por
ejemplo, era discutible. Además, también actuaba en contra de la estabilidad de la FNE, las
disputas entre los estudiantes por razones políticas, algo que ya era recurrente, y que, por cierto,
recreaba la derrota de la tesis que solía esgrimirse desde hacía varios años, y que planteaba la no
intromisión de la política en los asuntos del gremio estudiantil289. Nada más alejado de la
realidad, como veremos a continuación, al analizar el tercer congreso nacional de estudiantes
que se convocó para 1928.

1.6 El Tercer Congreso Nacional de Estudiantes (1928)

En contravía de lo que se había acordado en el congreso estudiantil de 1924, el Comité Ejecutivo


Nacional convocó al tercer congreso nacional de estudiantes que debía reunirse en Ibagué, y no
en Cartagena, aduciendo factores de último momento, que apremiaban la reunión de los
estudiantes federados del país. La decisión, que estaba cobijada legalmente por los estatutos del
máximo órgano directivo, despertó las molestias de los estudiantes cartageneros, que en un acto

289
Ver “El mundo estudiantil”, El Tiempo (Bogotá), enero 1 de 1926, p. 6, 7 y 11.

162
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

de desacato, decidieron no asistir al evento de Ibagué. En una nota enviada a los estudiantes de
la capital de Bolívar, el Comité Ejecutivo Nacional explicó que los factores inesperados que
motivaron la decisión de cambiar la sede eran de orden económico, destacando que la ubicación
de la sede del congreso complicaría una participación amplia de estudiantes, y que existía además
urgencia de realizar el evento para discutir un conjunto de hechos como la reforma educativa y
la delicada situación que se había desatado al interior del Centro Departamento de Estudiantes
en Bogotá, así como el resonado conflicto estudiantil en la Universidad de Antioquia a
comienzos de ese año. La convocatoria finalmente fue atendida por veintiún delegados que
representaron a siete ciudades. La distribución fue la siguiente:

Por Bogotá: Manuel Blanco Soto, Segundo Lamus Girón, Carlos Lleras Restrepo, Santiago
Rentería, Francisco Rueda Herrera, Héctor Silva Herrera, Francisco Socarras, Joaquín Villa
Llinás y Luis Alberto Bravo.

Por Bucaramanga: Antonio Vicente Arenas.

Por Manizales: Bernardo Mejía Rivera

Por Medellín: Gilberto Álzate Avendaño, Severino Cadavid, Horacio Gómez J., José Gutiérrez
Gómez, Eduardo Mejía V., Gerardo Molina.

Por Pasto: Ignacio Salazar.

Por Popayán: Jorge E. Fernández, Mario Tomas Mosquera.

Por Santa Marta: Ramón Miranda.

La Mesa Directiva del máximo evento estudiantil quedó constituida por Carlos Lleras Restrepo,
como Presidente, Horacio Gómez J., como Primer Vicepresidente, Mario Tomás Mosquera,
como Segundo Vicepresidente y Luis Alberto Bravo, como Secretario.

1.6.1 Temas debatidos

El programa que orientó las discusiones del congreso estudiantil compartía semejanzas con los
de los dos congresos anteriores, aunque hubo cuestiones novedosas que respondían a asuntos
políticos de actualidad de Colombia y el continente. En síntesis, tres bloques grandes reunían
cuestiones distintas: organización estudiantil, problemas educativos y cuestiones políticas290. En
el primer bloque se discutió sobre la reforma de los estatutos de la Federación Nacional,

290
Ver Federación Nacional de Estudiantes, Acuerdos vigentes. Decretos del comité ejecutivo nacional. Programa
de la federación, Talleres de Ediciones Colombia, Bogotá, 1929.

163
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

estableciendo una división de sus funciones y de sus facultades291. Era evidente que uno de los
propósitos del programa expresaba la urgencia de ajustar el funcionamiento de la federación, ya
que los cambios orgánicos que se habían adoptado en 1924 (por ejemplo, la supresión de las
Asambleas Estudiantiles y la promoción de los Centros Departamentales) no estaban surtiendo
los efectos esperados. La necesidad de fortalecer una agremiación estudiantil con capacidad de
incidencia en la sociedad, así lo requería, como quedó demostrado en la coyuntura posterior al
segundo congreso estudiantil, sumamente rica en agitaciones obreras y sociales, y en donde el
sector estudiantil quedó rezagado o plegado a otros sectores por carecer de un organismo de
representación sólido. Por eso se planteó la necesidad de crear nuevos centros departamentales
y locales, revisar la vinculación de los antiguos federados, definir un órgano de expresión del
gremio estudiantil y establecer las funciones de la Intendencia Suprema de la Federación.
Asimismo, se discutió el papel de la Cruz Roja de la Juventud292, y la elección de las reinas
estudiantiles, estableciéndose que si bien las elecciones se celebrarían de acuerdo a lo dispuesto
en el acuerdo número 5 del segundo congreso nacional de estudiantes293, los centros
departamentales podían, con autorización del Comité Ejecutivo Nacional, cambiar, para casos
determinados, la forma de la elección294. De ese modo, se buscó regular la ejecución de una
actividad que había cobrado un significado especial en las ciudades, y que en muchas ocasiones,
como se verá en el segundo capítulo, originó conflictos entre los propios estudiantes. También
se definió que los cargos honoríficos que otorgaban las reinas estudiantiles, sería “meramente
honoríficos”, y no implicarían a quienes los recibieran, derechos para intervenir en las labores
de las entidades directivas. También se establecía que los fondos recogidos por las reinas
estudiantiles ingresarían a la caja de la Federación, y se manejarían por la junta administradora,
de conformidad con los acuerdos respectivos.

291
El informe sobre los principios de la FNE fue presentado por Gilberto Álzate Avendaño, y se aprobó por
unanimidad. Ver “Clausura sus sesiones el congreso nacional de estudiantes”, La Prensa (Barranquilla), agosto 15
de 1928, p. 3. Un análisis de la participación de Gilberto Álzate Avendaño en el congreso de Ibagué, en Cesar
Augusto Ayala Diago, El porvenir del pasado: Gilberto Álzate Avendaño, sensibilidad y democracia. La derecha
colombiana de los años treinta, Fundación Gilberto Álzate Avendaño, Bogotá, 2007.
292
La Cruz Roja de la Juventud actuaría como una entidad propia de la FNE, y estaría sometida al reglamento de la
Cruz Roja Internacional. Ésta tendría como misión vigilar los servicios médicos que se prestaban en las casas o
clubes estudiantiles y difundir “entre el pueblo” y los estudiantes, cartillas de higiene y fomentar el “amor” a la
cultura física. Ver Federación Nacional de Estudiantes, Acuerdos vigentes…, Op. cit., p. 52 y 53.
293
El Acuerdo Número 5, del Segundo Congreso Nacional de Estudiantes, pretendió regular la realización de esa
actividad, estableciendo disposiciones como: que la elección estaría a cargo de los consejos estudiantiles de los
planteles educativos del país, para lo cual deberían contar con un libro especial destinado para que todos los
estudiantes federados de los planteles anotaran sus nombres y el de la candidata a la que apoyaban. Una vez
concluida la elección, el libro debería pasar, previamente legalizado por los miembros del consejo estudiantil, al
comité departamental, encargado de verificar el escrutinio general. “Una vez esté realizado por el comité
departamental, se designaran las personas que hayan obtenido el mayor número de votos; éstas, en número de tres,
serán proclamadas públicamente para elegir por el sistema de voto pagado, de entre ellas, la que obtenga mayor
número de votos”. Ver Acuerdos vigentes…, Op. cit., p. 57 y 58.
294
Ver “Acuerdo Número 3 por el cual se dictan algunas disposiciones relacionadas con la reina de los estudiantes”,
en Acuerdos vigentes…, Op. cit., p. 55.

164
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

El segundo bloque estuvo dedicado a los problemas educativos, en los que volvían a discutirse
viejos propósitos, pero también se formularon otros: la situación de la mujer ante la educación,
la reivindicación de la cátedra libre, la abolición del texto y modernización del sistema de
examen y calificación, establecimiento de seminarios y debates, adopción de programas, la
autonomía universitaria, la enseñanza agrícola en la institución primaria y secundaria, creación
de la escuela de arquitectura, formación y nombramiento de profesores, promoción de la cultura
física y la higiene escolar, el canje de profesores universitarios con otros países y la intervención
de los estudiantes en el gobierno de los planteles.

El tercer bloque estuvo centrado en la discusión de temas ajenos al campo educativo, pero de
importancia para los estudiantes: los asuntos relativos a la política nacional, y especialmente, a
la internacional. Básicamente dos fueron los temas a discutir: la juventud frente al imperialismo
y el problema de las dictaduras en América Latina y el Caribe. Al respecto, la razón que se tuvo
para escoger a Santa Marta como la sede del próximo congreso de estudiantes en 1930, fue la
conmemoración del primer centenario de la muerte de Simón Bolívar. No podía haber un motivo
más poderoso para realizar el encuentro de estudiantes en esa ciudad. Al hacer un congreso
estudiantil en ese año y en el lugar en donde había fallecido el Libertador, los estudiantes
pretendían evocar el proyecto de unidad continental que aquel había pregonado en vida, justo en
un momento difícil para las naciones de la región que sufrían los embates de Estados Unidos. Ir
a Santa Marta era, si se quiere, volver a Bolívar, para ponerlo a actuar de nuevo.

Esta representación de los estudiantes quedó recogida en un acuerdo, en el que se decía que el
congreso de 1930 debería ocuparse “principalmente del estudio de los medios que la juventud
de la América latina (sic) debe emplear en su lucha contra el imperialismo, de cuyos atentados
vienen siendo víctimas todas las naciones del continente”295. Por si esto no fuera suficiente,
también se aprobó una resolución sobre la “lucha anti-imperialista”, cuyo articulado expresaba
tareas de enorme peso simbólico. Así por ejemplo, el Art. 1° establecía que para organizar la
lucha de la juventud contra el imperialismo, el Comité Ejecutivo Nacional se pondría de acuerdo
con la Federación de Estudiantes Latinoamericanos para secundar sus labores; el Art. 2° señalaba
que las directivas estudiantiles trabajarían continuamente “para que en las escuelas primarias, y
principalmente en las clases de historia patria”, inculcaran a los niños “el sentimiento
antiimperialista”; el Art. 3° orientaba también a las directivas estudiantiles fomentar los cursos
de historia de la república, procurando que “libros antiimperialistas” ocuparan una sección
especial en las casas y clubes estudiantiles. Finalmente, el Art. 4° solicitaba a las directivas
estudiantiles incidir para que el Estado no contratara empréstitos con un solo país, ni se
concedieran a éste garantías específicas, en una clara alusión a las empresas de capital
estadounidense.

295
Ver “Acuerdo Número 4”, en Acuerdos vigentes…, Op. cit., p. 59.

165
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Desde luego, también hubo tiempo para denunciar las dictaduras que en ese momento existían
en algunos de los países de la región, como era el caso de Venezuela. El estudiante Juan Pablo
Llinás se atrevió a presentar para su aprobación, un mensaje de denuncia del imperialismo y de
las dictaduras que estrangulaban “el espíritu democrático de los pueblos”, y abrían “con su
vergonzoso vasallaje las puertas a la irrupción de las naciones conquistadoras”. Ante ese
panorama, Llinás promovía una “voz cordial de aliento y de adhesión a las juventudes que
lucha(ban) contra el imperialismo y las dictaduras, y consigna(ba) su admiración ferviente hacia
Augusto Cesar Sandino”, un “símbolo viviente y batallador del espíritu libre de la América indo-
latina”296.

1.6.2 La política se toma el congreso estudiantil

Pese a que desde un comienzo se había planteado que la política no sería admitida en el congreso
estudiantil, ésta se hizo presente incluso desde antes de la apertura formal del evento en Ibagué.
De hecho, algún medio periodístico no dejó de asociar la escogencia de esa ciudad para realizar
el certamen de los estudiantes, con la celebración allí mismo del congreso liberal de 1922, el
cual fue presidido por el general Benjamín Herrera. La política se respiraba por todas partes, y
encontraba en los jóvenes estudiantes a individuos prestos a mostrarse como portaestandartes de
las múltiples ideologías que hacían parte del panorama político297. De modo que de poco sirvió
que se hubiese aprobado una proposición en la que se establecía que no se iba a permitir discutir
en las sesiones el programa de ningún partido político, “ni a trabajar por nada distinto del bien
del gremio, atendiendo a sus más amplias aspiraciones, sino a señalar las orientaciones sociales
de la federación”298.

La prensa se encargó de atentar contra lo acordado por los estudiantes, al hacer referencias al
congreso estudiantil de Ibagué. Aquí no había nada nuevo, ya que siempre los periódicos
intentaban incidir en el curso de los congresos estudiantiles. Cada diario, respondiendo a criterios
políticos particulares, lanzaba sus percepciones sobre la pertinencia de los eventos, se atrevía a
cuestionar o a aplaudir los programas que se debatirían, y hacía un cubrimiento periodístico
especial, o simplemente los minimizaba para restarle importancia. El Tiempo, por ejemplo,
aplaudió la realización del evento estudiantil, y consideró como acertados los temas que allí se
debatirían: “La quietud que se viene produciendo en las aulas desde hace algún tiempo y que ha
impuesto nuevos problemas a la consideración de la juventud, hará que en este Congreso
presenten proyectos más netos y atrevidos que los llevados a las reuniones anteriores de Medellín
y Bogotá”. El Espectador manifestó su complacencia al ver que el congreso se realizaría en
Ibagué, y opinó que el programa era completo, al incluir “todos los asuntos que reclama hoy la

296
Ver “Contra el imperialismo y las dictaduras”, en Acuerdos vigentes…, Op. cit., p. 65.
297
Ver Ayala Diago, El porvenir del pasado…, Op. cit.
298
Ver “Protesta de imparcialidad política”, en Acuerdos vigentes…, Op. cit., p. 63.

166
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

atención de la juventud estudiosa”, entre ellos, el de la juventud frente al imperialismo y el


problema de las dictaduras en la región. En la misma dirección, El Colombiano consideró que
“solo un asunto por su importancia y urgencia podía justificar el evento: La juventud frente al
imperialismo”.

Desde una orilla distinta, El Nuevo Tiempo consideró admirables las propuestas relacionadas con
la especialización profesional obligatoria, la cultura física e higiene escolar, la enseñanza
agrícola en la educación primaria y secundaria, los cursos de vacaciones para los maestros y el
canje de profesores universitarios con otros países. Sin embargo, valoró como desacertada la
vinculación de la mujer a la universidad, la cátedra libre y la intervención de los estudiantes en
el gobierno escolar, al considerar la “juventud no estaba preparada para una autonomía como la
que existía en las universidades europeas y norteamericanas”299.

Estas opiniones, que circularon antes del congreso estudiantil, marcaron ideológicamente las
discusiones que posteriormente se realizaron en el evento. Al respecto, habría que decir que la
política entró al congreso de varias formas. Por ejemplo, a través de los saludos aprobados a
sectores sociales como la clase obrera, como el que propusieron José Francisco Socarras,
Santiago Lamus Girón y Ramón Miranda. Pero también la política se manifestó en el juego de
posiciones que pusieron en juego los estudiantes para intentar hacerse al control de la mesa
directiva del congreso y del Comité Ejecutivo que saldría elegido al final del evento. Tres
sectores políticos estaban representados en el congreso estudiantil, como lo indicaba un diario
bogotano, que los describió en los siguientes términos:
Todas las tendencias que se destacan en el panorama de la política nacional están representadas en
el congreso de estudiantes reunido en la ciudad de Ibagué. Una bella y fecunda agitación ideológica
ha presidido los debates de aquella corporación universitaria. La política en su alto significado ha
intervenido en las deliberaciones. Y se han delineado claramente tres grupos representativos de las
ideologías que actualmente se debaten en el país.

A la extrema derecha, que lleva en los labios el grito agresivo del principio de autoridad, se opone
la extrema izquierda revolucionaria, Roma y Moscú, la autoridad y la revolución tienen sus
exponentes entre la falange universitaria. En el centro está el grupo vacilante de los indecisos, de
los eclépticos (sic) que le hacen concesiones benévolas simultáneamente a la reacción y a la
revolución. Las dos extremas interpretan el movimiento ideológico contemporáneo 300.

En las sesiones del congreso estudiantil pronto afloraron las diferencias y los enfrentamientos
por asuntos políticos. En la primera sesión, el delegado conservador Marco Naranjo López, se
retiró del Comité Ejecutivo Nacional, luego de que se negase una proposición de su autoría, en
la que saludaba a las autoridades civiles y eclesiásticas del país. La proposición era inconcebible
para los estudiantes de tendencia liberal y socialista:

299
Gómez Martínez y Martínez Simanca, Estudiantes y cambios generacionales…, Op. cit., p. 190.
300
Ver “En el Congreso estudiantil”, Ruy Blas (Bogotá), agosto 6 de 1928, p. 3.

167
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

El comité ejecutivo nacional de estudiantes, en el día de su instalación, envía un respetuoso saludo


a las autoridades civiles y eclesiásticas de Colombia y se complace en anunciarle la iniciación de
sus labores. Declara que está absolutamente convencido de que el espíritu católico modela la
nacionalidad y considera atentatoria contra la cultura del país todo acto y toda idea que tienda a
debilitar el sentimiento católico del pueblo colombiano. Cree que la realización de la prosperidad
nacional no puede llevarse a cabo sino dentro de la armonía entre la iglesia y el Estado, cuya
negación ha entorpecido notoriamente el desarrollo de las fuerzas esenciales de nuestra democracia;
cree, así mismo, que el respeto a las autoridades constituidas es la base necesaria de todo
perfeccionamiento social y que en nuestras republicas americanas, donde un afán iconoclasta ha
hecho de ellas inmensos laboratorios de anarquía intelectual y política, es indispensable, ante todo,
afirmar las teorías del orden contra la disolución creciente.

Animado de estas ideas, el comité ejecutivo nacional de estudiantes ofrece su colaboración en la


obra cultural que las jerarquías establecidas han iniciado ya en la nación y confía en la buena acogida
que ellas habrán de dispensarle a las iniciativas estudiantiles.

Comuníquese al señor presidente de la república, al Ilmo. Señor arzobispo primado y publíquese301.

Una vez se conoció el contenido de la proposición, ésta fue controvertida –también con criterios
políticos- por José Francisco Socarras y Diego Luis Córdoba, imbuidos de ese ambiente
anticlerical del que había hablado Lleras Restrepo. Socarras y Córdoba radicaron la siguiente
constancia:
Los suscritos, miembros del comité ejecutivo nacional de estudiantes, dejan constancia en el acta de
hoy de su voto negativo a la proposición presentada por el D. Naranjo López, por considerarla
perjudicial para los intereses universitarios, pues estiman que el ideárium (sic) debe encaminarse
por derroteros distintos de los señalados en dicha proposición, la cual, en sentir de los suscritos, es
ajena al verdadero espíritu de la federación de estudiantes colombianos302.

La elección del Comité Ejecutivo fue otro motivo para que se originara una tensión entre las
distintas fuerzas políticas. Como editorializó Ruy Blas, la composición política del Comité
Ejecutivo sirvió para que, por fin, se divisaran los “diversos caminos ideológicos” que se les
presentaban a los jóvenes del país, en una “hora cargadas de urgencias revolucionarias y de
inquietudes espirituales”. Habían quedado representadas, en esa lectura, dos tendencias en el
seno del comité: una de corte liberal, y la otra, de orientación revolucionaria303. Esas tendencias
quedaron representadas, aunque no de manera equilibrada, en el Comité Ejecutivo Nacional de
Estudiantes. Al respecto, Carlos Lleras Restrepo, quien fue elegido Presidente del congreso
estudiantil, describió las maniobras que desplegaron los tres sectores en los siguientes términos:
“(…) al Congreso Nacional de Estudiantes de Ibagué nos presentamos los delegados divididos en
tres grupos: uno mayoritario de izquierda con marcadas inclinaciones al socialismo y del cual
nosotros formábamos parte; uno segundo, de liberales moderados, y los conservadores. Estos
últimos, a su vez, tenían dos alas: la que encabezaba con esa discreción que nunca ha perdido José
Gutiérrez Gómez y otra, beligerante, cuyo vocero fue Gilberto Álzate Avendaño. El Comité
Ejecutivo Nacional estaba representado por Abel Botero y Ricardo Sarmiento Alarcón. (…) Cuando

301
Ver “Ha surgido un conflicto en las directivas estudiantiles”, Ruy Blas (Bogotá), agosto 26 de 1928, p. 5.
302
Ibíd.
303
Ver “La división universitaria”, Ruy Blas (Bogotá), agosto 27 de 1928, p. 5.

168
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

llegó la hora de elegir nuevo Comité Ejecutivo, Gutiérrez Gómez propuso socarronamente un
nombre que para los bogotanos era desconocido: el de Diego Luis Córdoba. Nos explicó que el
negro acababa de ser expulsado de la Universidad de Antioquia por haber tomado parte en una
huelga y que iba a terminar sus estudios en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional. Fue
elegido sin resistencias; pero, como lo confesó después José Gutiérrez, los conservadores estaban
haciendo una jugada maquiavélica, pues pensaban enfrentar un liberal de la vieja escuela y católico
a marcha martillo, a nuestro grupo de medio revolucionarios y medio anticlericales, para fortificar
así la posición conservadora dentro de la Federación304.

Miembros del Comité Ejecutivo Nacional de Estudiantes

PRINCIPALES SUPLENTES
Miguel López Pumarejo (L) Jorge Soto del Corral (L)
Marco Naranjo López (C) Hernando Echeverri
Diego Luis Córdoba (S) Guillermo Nannetti (L)
Manuel Antonio Arboleda Octavio Robledo (L)
Carlos Lleras Restrepo (S) Bernardo Mejía Rivera (C)
José Francisco Socarras (S) Mario Aramburu
Luis Alberto Bravo (L) Gustavo Pérez
Fuente: Acuerdos vigentes…, p. 70.

Los sectores conservadores hicieron, desde luego, una lectura favorable a ellos. Según decían, la
plancha que presentaron (diversa en filiaciones políticas), alcanzó un “resonante triunfo”, al ser
elegidos para principales Marco Naranjo López, Diego Luis Córdoba, Carlos Lleras Restrepo y
Manuel Antonio Arboleda y como suplentes Bernardo Mejía Rivera, Octavio Robledo, Mario
Aramburu, Gustavo Pérez y Guillermo Nanetti. El triunfo fue posible al presentarse a última
hora una división en el “grupo de los bolcheviques que pensaban conquistar también ese reducto
en su afán de sectarismo”305.

1.6.3 Crisis de la Federación Nacional de Estudiantes

Pese a que en los congresos se hacían diagnósticos de las razones que impedían el fortalecimiento
de la organización estudiantil, y se establecían medidas que buscaban superar los inconvenientes
que se presentaban, estas iniciativas parecían no tener una efectividad real. La razón principal
que podía identificarse para explicar esa situación, radicaba en que desde hacía algún tiempo las
corrientes políticas de las que hacían parte los estudiantes, habían orientado a éstos imponerse
en la vida interna del gremio. Las disputas en los congresos estudiantiles, precisamente, eran la
expresión más acabada de ese comportamiento. Es por eso que se puede encontrar aquí una
explicación de peso para comprender el proceso de desintegración, a nuestro juicio irreversible,

304
Carlos Lleras Restrepo, Borradores para una historia de la república liberal, Editora Nueva Frontera, Bogotá,
1975, p. 142 y 143.
305
Ver “Clausura sus sesiones el congreso nacional de estudiantes”, La Prensa (Barranquilla), agosto 15 de 1928,
p. 3.

169
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

en el que entró la FNE, que si bien tendrá su fecha de extinción en 1935 (en el último congreso
estudiantil), había comenzado desde mucho antes.

Es llamativo que, a la par de los conflictos que se fueron recreando al interior de la agremiación,
los estudiantes desplegaran iniciativas para crear y fortalecer organismos de carácter partidista.
Así actuaron los estudiantes socialistas, como también lo hicieron los liberales y conservadores.
En 1928 un grupo de estudiantes de universidades y colegios de Bogotá, anunciaron su ingreso
al Partido Socialista Revolucionario, expresando su deslinde con los “partidos históricos en que
durante largos años se dividió la opinión colombiana”306. En abril de 1931, los miembros del
directorio nacional universitario convocaron a los estudiantes de esa tendencia política en
Bogotá, a conformar un nuevo directorio nacional liberal universitario307. Incluso los estudiantes
gaitanistas pretendieron ir más allá, al contemplar la creación de una nueva federación estudiantil
para hacer oposición a la FNE308.

Posterior al congreso estudiantil de 1928, y en un ambiente tenso como el que se describió, era
apenas comprensible que se sucedieran enfrentamientos o divisiones entre los estudiantes. Las
razones podían variar. Por ejemplo, en unos casos podía ser la convocatoria a elecciones para
escoger nuevas directivas departamentales, como ocurrió en Bogotá en septiembre de 1928, a
poco de concluido el congreso de Ibagué309. O en agosto de 1929, a raíz de un escándalo que
estalló por el manejo de la Casa del Estudiante en Bogotá, el cual involucró a integrantes del
Comité Ejecutivo Nacional de Estudiantes y del Centro Departamental de Estudiantes (CDE).
Ese hecho vino a acrecentar la crisis de la FNE al estimular el surgimiento de una organización
estudiantil paralela en Bogotá, en un claro intento de desconocer al Comité Ejecutivo Nacional.

1.6.4 El escándalo de la Casa del Estudiante y los Centros Universitarios de Acción


Departamental (1929)

En el ambiente estudiantil fue creciendo la sensación de que profundas fracturas amenazaban la


estabilidad del gremio, que, si bien nunca había sido homogéneo en cuestiones de política, había
logrado durante algún tiempo dinamizar un activismo que tuvo resonancia en la sociedad
colombiana. De un tiempo para acá, las disputas partidistas se acervaron, a tal punto que
cualquier suceso podía servir para encender los ánimos y estimular enfrentamientos entre los
estudiantes. En 1929, la crisis de la FNE alcanzó un nivel crítico, por cuenta de unas denuncias

306
Montaña Cuellar, Op. cit., p. 94 y 95. Firmaban la declaración Ricardo Sarmiento Alarcón, Héctor Silva Herrera,
Luis Alberto Bravo, Enrique Uribe, José Francisco Socarras, Antonio Vicente Arenas, Hernando Echeverri Mejía,
Juan Francisco Mujica, Roberto García Peña, Manuel Antonio Arboleda, Alejandro Villalobos Serpa, Julio Azaud,
Jesús María Arteaga, Joaquín Tiberio Galvis, Diego Montaña Cuellar, entre otros.
307
Ver “Se harán elecciones en las facultades”, en Mundo al Día (Bogotá) abril 22 de 1931, p. 6.
308
Cacua Prada, German Arciniegas: su vida contada…, Op. cit., p. 202.
309
Ver “Un debate borrascoso en el centro de estudiantes”, La Prensa (Barranquilla), septiembre 10 de 1928, p. 1.

170
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

sobre la administración de la Casa del Estudiante en Bogotá, realizadas por Antonio Vicente
Arenas, Vicepresidente del CDE, y que aparecieron publicadas en la revista 8 de Junio310.

La crisis se originó cuando Carlos Lleras Restrepo, Presidente de la FNE, de manera inconsulta
y arbitraria, ordenó el cierre de la Casa del Estudiante, paralizando las actividades estudiantiles
que allí se impulsaban. Al actuar de esa manera, decía Arenas, se había desconocido la postura
del CDE, única entidad que, de acuerdo con los Estatutos, podía tomar tal providencia.
Enseguida, en un acto de dignidad, renunciaron algunos miembros de la dirección del Centro
departamental, y el Gerente de la Casa del Estudiante, Margarlo Gómez Parra, quien venía
desempeñando esa responsabilidad desde 1925311. A esto vino a sumarse la expedición del
decreto reglamentario número 3 de 1928, por obra de Lleras Restrepo, que “cerraba las puertas
de la Casa del Estudiante a muchos estudiantes que con razón no querían someterse a cumplir
un cumulo de requisitos humillantes”312.

Como reacción al proceder de las directivas de la FNE, y “en presencia de una falta completa de
dirección y de una ausencia total de eficiencia en los servicios”, estudiantes de varias Facultades
procedieron a constituir consejos estudiantiles que no se sujetaban a las orientaciones del CNE.
Lo anterior agudizó la crisis de la FNE, y complicó la suerte de Carlos Leras y José Francisco
Socarras, a quien también se responsabilizó de lo ocurrido.

310
La Casa del Estudiante fue fundada en Bogotá en 1924, convirtiéndose en un apoyo importante para estudiantes
de escasos recursos que encontraban allí servicios como restaurante, asistencia médica, etc., a precios bajos. Una
descripción del funcionamiento de la Casa del Estudiante se encuentra en Manuel Góngora Echenique, Lo que he
visto en Colombia, Imp. Góngora, Bogotá, s.f.
311
La figura de Gerente de la Casa del Estudiante se creó en el congreso estudiantil de 1924, con el fin de garantizar
una administración pulcra de los recursos económicos de esa institución. El papel de Margarlo Gómez como gerente
de la Casa del Estudiante, fue considerada como positiva por el Centro Departamental de Estudiantes. Ver “La
renuncia del gerente de la Casa del Estudiante”, 8 de Junio (Bogotá), N° 6, 1929, p. 216.
312
Ver “La renuncia del gerente de la Casa del Estudiante”, 8 de Junio (Bogotá), N°6, 1929, p. 216.

171
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Servicios de la Casa del Estudiante en Bogotá.


Fuente: Mundo al Día (Bogotá), julio 11 de 1930, p. 8 y 9.

Ahora bien, Arenas creía que no todos los miembros de la Federación eran responsables de la
debacle en que ésta se encontraba. Por eso afirmaba que el personal de la directiva debía
someterse “a una revisión severa, a una especie de plebiscito estudiantil”, para eliminar así “a
todos los elementos que el gremio rechace”. Esto porque le correspondía a las directivas ser
escrupulosas en el cumplimiento de los deberes que habían contraído con los estudiantes, y uno
de esos deberes era dar a conocer todo lo malo y lo bueno que se hiciese:

Los estudiantes tienen derecho a conocer en cualquier momento el estado material de una Casa que
es exclusivamente suya. Delante de ellos debe haber una página siempre abierta en que puedan ver
el movimiento de sus haberes y convencerse por sus propios ojos de que la administración ha sido
siempre limpia. (…) No pueden las directivas encasillarse, envanecidas de una autoridad que han
recibido de los estudiantes y que debe volver a ellos cuando lo estimen necesario. No pueden
tampoco prevalecerse de esas dignidades para hacerse a un nombre o a una posición, como
desgraciadamente ha acontecido en algunas ocasiones de parte de elementos oportunistas. Es
preciso, en una palabra, alejar de la Federación toda sombra de autoritarismo que la haga aparecer
como una institución odiosa a los ojos de aquellos que más bien deben amarla 313.

La crítica de Antonio Vicente Arenas encontró apoyo en Miguel Ángel Gaitán, director de la
revista 8 de Junio, quien precisamente prestó sus páginas para que Arenas hiciera públicas sus
denuncias sobre el comportamiento de algunos directivos de la FNE. Gaitán desde luego actuaba
con calculo, ya que él mismo consideraba que la FNE se encontraba en un punto muerto que le
impedía desarrollar la “labor cultural y de acercamiento a que esta(ba) obligada”. Para Gaitán,
era urgente que la FNE se encauzara “por rumbos más adecuados y afines con la misión que le
corresponde”:

313
Ver “La Federación vista por dentro”, 8 de Junio (Bogotá), N° 5, 1929, p. 197, 198.

172
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Ya hemos tenido oportunidad de decir, que la misión de la Federación Nacional de Estudiantes no


debe circunscribirse al fenicio programa de fundar doradas casas de asistencia para estudiantes,
alejando de allí los atributos y decorados de la inteligencia, sino que, por el contrario, la Federación,
cuya importancia no debe pasar desapercibida para un espíritu analítico de las concepciones sociales
debe tender sus paralelas con clavos de cultura vigorosos en la mente de cada uno de sus federados,
trazándoles al mismo tiempo un programa tan abigarrado de ideas hondas, que llegue a afectar hasta
la misma medula de la república.

Y agregaba:
Los estudiantes quieren acabar resueltamente con los organismos muertos de la federación, y
anhelan convertir a ésta en un organismo cuyas ruedas de oro se deslicen sobre la columna vertebral
de la república, a cuyas trepidaciones magnificas despierte de su sueño búdico, esta república que
se halla en estado preagónico, no “por falta de lógica”, sino por sobra de pereza 314.

Las opiniones de Arenas y de Gaitán animaron a quienes, siendo miembros del Centro
Departamental de Estudiantes, tenían una opinión diferente sobre el estado de la FNE. En una
dura carta contra Arenas, publicada en 8 de Junio, Isabel Montaña Camacho, Ernesto Molano
Castro, Mauricio Guerra y Pedro Alejando Cortes salieron al paso a las críticas de Arenas, las
cuales catalogaron como desprovistas de razón. ¿Dónde –le preguntaban a Arenas- se hallaba la
crisis moral por la que atravesaba la FNE? ¿Cuáles habían sido los prejuicios que, según él,
hacían aparecer al CDE como un centro exclusivista? Además, le pedían que precisará cuáles
habían sido “las intrigas y combinaciones”, mediante las cuales algunos miembros habían podido
llegar a ocupar puestos en las directivas estudiantiles.

El reclamo de los integrantes del CDE a Antonio Vicente Arenas expresaba, desde luego, una
profunda molestia por la forma como éste había procedido. Por eso no ahorraron recurso alguno
para desacreditarlo ante la opinión pública (“Que diga también cuáles son los proyectos que en
su carácter de miembro del Centro Departamental ha presentado en pro de la Federación”) y
recordar que cualquier cargo que se formulara al CDE, debía estar respaldado por pruebas: “(…)
en todo asunto, y especialmente tratándose de estudiantes, se requiere una gran dosis de aplomo
mental y de mesura periodística”, anotaron los autores de la reclamación315.

Un Comité Provisional que surgió como expresión del desacuerdo con el Comité Ejecutivo de
la FNE, salió al ruedo para respaldar las denuncias de Antonio Vicente Arenas. Dirigiéndose a
éste último, Francisco Rodríguez R., presidente del Comité Provisional y firmante de la
comunicación, señalaba que era necesario “terminar con la infección” que se había apoderado
de la Casa del Estudiante y la tenía en condiciones lamentables. Además, se lamentaba de que
las nuevas directivas pretendieran regir los destinos de la Casa, en contra de la voluntad de la
mayoría de los estudiantes, y que éstas hubieran empleado los nombres de Francisco Samper

314
Ver “Nuestra actitud y el Comité Ejecutivo”, 8 de Junio (Bogotá), N° 7, 1929, p. 244, 245.
315
Ver “El Centro Departamental de Estudiantes refuta cargos formulados contra las directivas estudiantiles”, 8 de
Junio (Bogotá), N° 8, 1929, p. 301.

173
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Madrid e Isabel Montaña Camacho “como bandera para esconderse detrás de ellos como en una
barricada316.

Los cuestionamientos que se le hicieron a Arenas no lo amilanaron. En efecto, Arenas de nuevo


volvió a manifestarse sobre la crisis de la FNE, otra vez desde las páginas de la revista 8 de
Junio. El directivo estudiantil elaboró un duró y franco diagnóstico del estado de la FNE,
poniendo en su lugar ideas que, a su juicio, no se correspondían con la actuación del gremio, ni
con su solidez. “Ni las directivas estudiantiles en ninguna época ni los congresos han sido la
representación autentica de los estudiantes”, consignó Arenas como tesis. Si bien existían la FNE
y el CDE, lo hacían en un estado “rudimentario”, no existiendo en realidad una organización
estudiantil nacional, porque el Comité Ejecutivo desconocía las necesidades de los estudiantes
del país, lo que impedía unificarlos alrededor de un programa. Pero había algo quizá más
contundente en la argumentación de Arenas: las directivas estudiantiles de la federación, en
realidad no representaban al gremio, “sino a un reducido grupo de estudiantes, muchos de los
cuales han entrado a formar parte de la Federación por el solo interés material que de ella puedan
derivar”. Esto se demostraba al ver el número –reducido- de federados en Cundinamarca. Por
eso afirmaba:
Ni las directivas estudiantiles en ninguna época ni los Congresos han sido la representación autentica de
la voluntad de los estudiantes. Allí se ha llegado, gracias a intrigas y combinaciones que ciertamente no
honran a nadie y que sólo han servido para convertir a la Federación en una imagen de lo que es la
democracia en Colombia en donde hay un hombre que legisla solo, una minoría de electores que elige
sola y una minoría de presuntos representantes del pueblo que desconoce sus necesidades y no se
preocupa por ir hasta él sino cuando lo necesitan para su provecho particular. Una cosa muy parecida se
observa en la federación de varios años atrás, no ciertamente porque la juventud carezca de energías y
de capacidades para combatir en todos los campos, sino porque no ha sido posible dar con el escollo de
estas dificultades que han hecho encallar la buena voluntad de muchos.

La crítica de Arenas, quien militaba en las filas del socialismo revolucionario, se inscribía en el
propósito de replantear el rumbo de la FNE. Una oportunidad para avanzar hacia ese fin, podía
estar en la realización del IV Congreso Nacional de Estudiantes, a celebrarse en 1930. Pero para
que fuese así se debía garantizar los gastos de las delegaciones de los departamentos, y conseguir
así que el congreso fuese de verdad nacional, con asistentes que fuesen “auténticos
representantes de la juventud”. En ese propósito, los Centros Universitarios de Acción
Departamental que habían surgido como organismos alternos a los CDE, debían jugar un papel
especial en la unificación nacional de los estudiantes.

Como se deduce, lo que Arenas proponía era dar un remezón total en la FNE, bajo el argumento
de que las actividades estudiantiles habían entrado en una nueva fase “mucho más brillante que
las anteriores”, y eso debían reconocerlo las actuales directivas estudiantiles. Para que no hubiera
duda de que ese era el principal propósito que buscaba Arenas y los integrantes de los CUAD,

316
Ver “La Casa del Estudiante”, 8 de Junio (Bogotá), N° 9, 1929, p. 331, 332.

174
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

éstos consideraban que era urgente que la FNE reconociera a los miembros de los Centros
Universitarios de Acción como federados, se constituyera un Comité Ejecutivo provisional o
definitivo formado por un delegado de cada CUAD y se crearan comisiones de estudiantes de
esos centros para discutir la manera de organizar la federaciones de estudiantes en su respectivo
departamento317.

1.7 Conclusiones del capítulo

La primera generación de activistas estudiantiles –entre 1905 y 1915- tuvo el mérito de haber
iniciado un debate que se apoyó en tesis y planteamientos sobre el estado de la educación
universitaria en Colombia, y la urgencia de su transformación. Tal debate, que se proyectó hasta
la década de 1920, abordó temas como la autonomía universitaria y la libertad de cátedra, así
como la importancia del conocimiento científico para la modernización del país. Estas
reivindicaciones expresaban una concepción en torno a la universidad, que a ojos de los
estudiantes, era entendía como un lugar especial en donde las “fuerzas intelectuales y morales”,
como afirmaba Demetrio García, podían formarse “en el más noble y desinteresado sentido de
finalidad de la ciencia, la mente y el corazón de quienes más tarde serán los conductores de los
gloriosos destinos del porvenir de la gran patria colombiana”318.

Estos planteamientos de los estudiantes nos permitieron establecer que antes de que irrumpiera
el discurso reformador de Córdoba, en 1918, en Colombia ya se habían reivindicado algunos de
sus postulados, lo cual se tradujo en demandas y movilizaciones de los estudiantes, y en la
elaboración de proyectos de ley que buscaron la reforma del sistema educativo. El congreso
internacional de estudiantes reunido en Bogotá en 1910, fue precisamente el escenario que abrió,
formalmente, la crítica de los estudiantes al modelo de universidad que imperaba en el país, y
condensó un conjunto de propuestas para su transformación, que desde entonces hará parte de
las reivindicaciones principales de los universitarios de Colombia.

Aunque los estudiantes intentaron construir una agremiación nacional en la década de 1910,
diversas circunstancias lo impidieron. Lo anterior no impidió que continuaran promoviendo
asociaciones de carácter académico, científico o literario, que además sirvieron –aunque no era
ese su fin- para establecer reivindicaciones que estaban relacionadas con el estado de las carreras
profesionales. Un caso paradigmático de ese tipo de asociación fue la Sociedad Jurídica de la
Universidad Nacional, que jugó un papel especial en la continuación de los esfuerzos por

317
Ver “La crisis moral de la Federación”, 8 de Junio (Bogotá), N° 7, 1929, p. 269 y 270. En una carta pública en
la que responde a los cuestionamientos hechos por algunos miembros del CDE a Antonio Vicente Arenas, éste
manifestó que no debía interpretarse su actitud “como un ataque a la Federación de Estudiantes”, a la cual, según
manifestaba, había dedicado sus mejores energías. Ver “Carta del Vicepresidente del Centro Departamental de
Estudiantes”, 8 de Junio (Bogotá), agosto 29 de 1929, p. 400.
318
Demetrio García, Primer Congreso de Estudiantes…, Op. cit.

175
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

construir una agremiación estudiantil y mantuvo una correspondencia con agremiaciones


estudiantiles de otros países.

Como se demostró en la segunda parte del capítulo, en 1919 se abrió una nueva etapa del
activismo estudiantil en el país, que tuvo su máxima expresión con la realización del primer
congreso de estudiantes en 1922, y la creación de la Federación Nacional de Estudiantes. Esos
dos hechos llevaron el activismo estudiantil a escala nacional, permitiendo el encuentro de los
universitarios de varias ciudades y la unificación de intereses que se tradujeron en demandas al
Estado relacionadas con la transformación del sistema educativo y el mejoramiento de las
condiciones de vida de los universitarios. En estas dos primeras etapas es innegable el papel que
desempeñaron algunos dirigentes, entre los cuales es difícil olvidar los nombres de Demetrio
García, Luis López de Mesa, Germán Arciniegas, Eduardo Serrano, entre otros.

Precisamente, al analizar el papel de los líderes estudiantiles, se destacaron factores como el


relevo y la transitoriedad para explicar la continuidad de las dinámicas organizativas de los
universitarios del país. Como se resalta en un trabajo que hemos citado en la investigación, “la
transitoriedad caracteriza la acción estudiantil”, ya que los actores, individuales y colectivos, son
extremadamente pasajeros, lo cual incide en la dinámica del activismo y en su persistencia en el
tiempo319.

Se indicó, de otro lado, que los estudiantes - agremiados o no- no siempre marcharon en la misma
dirección, lo cual es entendible si se tiene presente que nunca hubo uniformidad de criterios para
interpretar y resolver el problema educativo de Colombia, e incluso no siempre coincidieron
frente a los fines que debía tener una organización estudiantil. Por ejemplo, algunos dirigentes
estudiantiles en los años veinte, consideraron que parte de la solución al problema de la
educación universitaria pasaba por la centralización universitaria, una medida que rechazaban
con energía los estudiantes de Medellín, Popayán, Pasto y Cartagena. Esta divergencia, no de
poca monta, explican en parte porqué el proyecto de reforma educativa que presentó la Misión
Pedagógica contratada por el Presidente Pedro Nel Ospina, y que se discutió en el Congreso en
1925, en donde finalmente se aprobó con modificaciones sustanciales que le quitaron su carácter
transformador, no mereció el apoyo de todo el gremio estudiantil, lo que provocó
cuestionamientos al comportamiento de los estudiantes, sobresaliendo, en particular, la crítica
de individuos como Germán Arciniegas.

Además, no todos los estudiantes que se hacían representar en la Federación Nacional


Estudiantil, compartían el tono secular y en ocasiones abiertamente antirreligioso que adoptaban
algunos de sus dirigentes, algo que fracturó la unidad estudiantil. A lo anterior habría que sumar
las tensiones partidistas que se manifestaron al interior del gremio y de la propia directiva
estudiantil, incidiendo notablemente en la crisis de la federación que afloró desde 1928 y la

319
Garreton y Martínez, El Movimiento Estudiantil: conceptos e historia…, Op. cit., p. 31.

176
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

condujo a su extinción en los años siguientes. Precisamente, una tesis que se planteó para
explicar la crisis del activismo estudiantil al final de la década de 1920, tiene que ver con las
relaciones que sostuvieron los estudiantes con los partidos y con el sistema político. Desde el
siglo XIX, los estudiantes hacían parte de los partidos políticos, y así continuó durante las
primeras décadas del siglo XX. Sin embargo, las tensiones derivadas del juego político
bipartidista pudieron ser relativizadas, particularmente en ciertos momentos de la década de
1920, que es cuando la Federación Nacional de Estudiantes logra tener un importante
reconocimiento público. Sin embargo, el triunfo de los liberales en 1930 tuvo unas implicaciones
fundamentales para el activismo estudiantil. La más visible estuvo ligada a la agudización de la
confrontación entre los dos partidos tradicionales (unos liberales victoriosos y unos
conservadores molestos por la derrota en las presidenciales de 1930), y que tomará niveles
inéditos a medida que el liberalismo se afiance en el poder y promueva una serie de reformas
–que incluyeron a la educación- que apuntaban a la modernización del país. Estas circunstancias
condujeron a que los estudiantes se plegaran totalmente a las direcciones de los dos partidos
– no se debe olvidar que durante las administraciones de Enrique Olaya Herrera y Alfonso López
Pumarejo, varios dirigentes estudiantiles fueron designados para ocupar cargos de importancia,
lo cual impactó la sensibilidad política del gremio-, y dieran preeminencia a la defensa de los
postulados partidistas, relegando la actividad gremial, la cual finalmente se abandonó en los
primeros años de la republica liberal. Los fracasos de los congresos estudiantiles de 1930 (Santa
Marta) y 1934 (Bogotá), reflejan el fin de la edad de oro del activismo estudiantil de los años
veinte, a la par del interés de los estudiantes por defender los postulados de los gobiernos del
partido conservador y el partido liberal.

Así finalizó una etapa extensa del activismo estudiantil que comenzó en 1908 y que tuvo su
momento de gloria en los años veinte, con la creación de la Federación Nacional de Estudiantes
y con la realización de varios congresos nacionales. Tendrá que pasar un lustro para que,
nuevamente, los universitarios vuelvan a pregonar la creación de una federación de carácter
nacional, que permita la intervención organizada de los estudiantes ante los problemas que tenía
la educación superior en el país.

177
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

CAPITULO SEGUNDO
ENTRE SIMBOLOS Y TRADICIONES:
EL UNIVERSO SIMBOLICO DE LOS ESTUDIANTES

Este capítulo tiene como propósito analizar el universo simbólico construido por los estudiantes
colombianos en la primera mitad del siglo XX. La tesis que orientará la reflexión señala que
durante el periodo los estudiantes dieron origen a prácticas simbólicas que permitieron visibilizar
y fortalecer sus demandas y aspiraciones ante la sociedad. En estricto sentido, nos referimos a
prácticas distintas a las acciones políticas, si por ellas entendemos procedimientos de carácter
contencioso entre diversos actores. En cambio, pensamos en actividades con un fuerte
componente simbólico y lúdico –aunque sin desconocer su imbricación con lo político- como
las fiestas, los reinados, las peregrinaciones, la entonación de himnos, entre otras. En líneas
gruesas, lo que se buscará demostrar es que los estudiantes colombianos fueron inventores de
tradiciones que lograron proyectarse, unas más que otras, hasta la segunda mitad del siglo XX,
y que sirvieron para forjar y fortalecer su identidad grupal, estimular la diversión y cuestionar o
legitimar aspectos de la sociedad colombiana de la época.

En tal dirección, se analizarán cinco prácticas que, por la reiteración de su ejecución, devinieron
en tradiciones: la reivindicación de la bandera estudiantil, la entonación y difusión de himnos y
cantos alusivos a los estudiantes, la elección del Maestro de la Juventud, la celebración de la
Fiesta del Estudiante y la peregrinación a la tumba de Gonzalo Bravo Pérez. Al indagar por los
sentidos que se otorgaron a estas prácticas, se tendrá en cuenta que, como expresiones colectivas,
éstas se ubicaron en contextos sociales que incidieron en su ejecución y desenlace. Se debe anotar
que, a pesar de la precariedad de las fuentes de información, hemos construido una mirada que
trascienda el espacio bogotano, para identificar con mayor precisión las particularidades y
alcances de algunas tradiciones estudiantiles en el país.

2. Entre símbolos y tradiciones

Dos perspectivas teóricas orientan las reflexiones sobre las prácticas simbólicas de los
estudiantes en el periodo de análisis: la tradición inventada de Eric Hobsbawm y la lectura de
los rituales simbólicos propuesta por Rodrigo Díaz Cruz. Que las dos perspectivas procedan de
un historiador y un antropólogo, expresa una idea que no por obvia, debe soslayarse: la
historicidad de prácticas sociales que, por su continuidad y alto contenido simbólico, devinieron
en tradiciones.

El termino tradición inventada está asociado a la obra de Eric Hobsbawm, quien lo empleó para
dar cuenta de prácticas de naturaleza simbólica o ritual, normalmente gobernadas por reglas
aceptadas abierta o tácitamente por quienes las ejecutan, y que buscan inculcar valores y normas

178
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

de comportamiento por medio de su repetición (ritualización)1. Generalmente, las tradiciones


intentan conectarse con un pasado histórico que favorezca su reproducción, aunque tal referencia
pueda ser en gran parte ficticia. En la misma dirección, indica el historiador inglés que no todas
las tradiciones son permanentes -algo que no debe restar la atención del investigador, quien está
obligado a explicar su aparición y consolidación, “más que sus posibilidades de existencia”-, lo
que permite destacar que las tradiciones entran en declive con el paso del tiempo y, por ende, no
son invariables3.

En la línea de argumentación de Hobsbawm, cualquier análisis de la tradición inventada, además


de indagar por el texto que guía la práctica y la forma como se representa externamente, debe
describir el contexto en donde se ejecuta, ya que el estudio de las tradiciones inventadas no puede
desmarcarse del análisis de la sociedad, es decir, no se puede avanzar “más allá del simple
descubrimiento de tales prácticas si no se integra en un estudio de más alcance”4. Debe
igualmente tenerse en cuenta que las tradiciones tienen significados distintos para la gente, y
esto más cuando se trata de periodos o momentos históricos diferentes. Por último, la
representación que se pueda hacer del ritual de la tradición puede ser elástica y dinámica:
mientras que el texto básico de un ritual repetido puede continuar básicamente sin cambios, el
modo preciso en que se produce la ceremonia puede cambiar5.

En síntesis, Hobsbawm destaca tres tipos de tradiciones:

1. Las que establecen o simbolizan cohesión social o pertenencia al grupo, ya sean comunidades
reales o artificiales. 2. Las que establecen o legitiman instituciones, estatus, o relaciones de
autoridad. 3. Las que tienen como principal objetivo la socialización, el inculcar creencias,
sistemas de valores o convenciones relacionadas con el comportamiento.

Como se verá, al momento de analizar las tradiciones inventadas por los estudiantes, en ellas se
recrearon los tres tipos advertidos por Hobsbawm. Esto quiere decir que las prácticas
estudiantiles tuvieron significados múltiples y contradictorios hacia el interior del grupo social
que las promovió (los estudiantes), pero además, hacia el exterior, a donde apuntaban los
propósitos que las justificaban. También será importante tener en cuenta el contraste de las
prácticas simbólicas impulsadas por los estudiantes en el país. Por ejemplo, el de la invocación
al cambio constante y la innovación del mundo moderno y el intento de estructurar algunas
partes de la vida social de éste como invariables e inalterables6. En otros términos, fue

1
Eric Hobsbawm y Terence Ranger, La invención de la tradición, Editorial Crítica, Barcelona, 2012, p. 8. Agrega
Hobsbawm: “Es evidente que cualquier práctica social que necesita llevarse a cabo repetidamente tenderá, por
conveniencia o por eficiencia, a desarrollar un grupo de convenciones y rutinas, que pueden ser formalizadas de
facto o de iure con el objetivo de enseñar la práctica a los nuevos aprendices”; Op. cit., p. 9.
3
Ibíd., p. 9.
4
Ibíd. p. 19.
5
Ibíd. p. 112.
6
Ibíd., p. 8.

179
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

paradójico que, en su interés por reivindicar el cambio y la transformación social, la comunidad


estudiantil del país acudiera a prácticas simbólicas que tenían un fuerte peso de un pasado que,
así lo manifestaban algunos de los protagonistas, se quería superar. Si José Ingenieros –un autor
muy leído por los estudiantes en los años veinte- había proclamado que “Todo porvenir (era)
obra de los que no (tenían) complicidad con el pasado”7, los estudiantes colombianos no fueron
del todo fieles a esa premisa. Al respecto, es de interés, en este punto, recordar lo que señala el
historiador inglés acerca de las nuevas tradiciones inventadas: suelen estar hechas con
“materiales antiguos” que se fueron acumulando en el pasado de la sociedad, pero que se dispuso
de un elaborado lenguaje de práctica y comunicación simbólica.

Tal paradoja puede ser entendida analizando la lógica de los rituales y sus proyecciones en la
sociedad. El antropólogo Rodrigo Díaz Cruz ha reflexionado al respecto, acudiendo algunas de
las principales teorías sobre los rituales (Víctor Turner, Emilio Durkheim), estableciendo que
éstos están conformados por procesos, funciones y formas simbólicas8. Una tesis sugestiva que
sostiene Díaz tiene que ver con la crítica a lo que él denomina visión domesticada de los rituales,
la cual apunta a restar fuerza al carácter transgresor de los rituales9. Coincidiendo con
Hobsbawm, Díaz Cruz refiere la presencia de una pluralidad de perspectivas o de horizontes
desde los cuales suelen ser interpretados y experimentados los rituales10. Esto quiere decir que
tales prácticas no tienen un solo significado, pudiendo ser interpretados de diversas maneras, ya
que todos los participantes “no se mueven dentro de un todo cultural unitario e incuestionado, ni
están anclados en un sistema de significados culturales compartido”11. Este planteamiento tiene
enorme valor explicativo, y nos será de utilidad para interpretar y comprender los sentidos –
muchas veces contradictorios- que expresaron algunas tradiciones estudiantiles en Colombia.

Díaz Cruz problematiza la idea de ritual como reforzador del orden de las cosas, y reivindica la
tesis de la transgresión ritual como el momento en que los participantes “socavan las normas
metafísicas, morales, sociales, lingüísticas y racionales, y en los que experimentan directamente
la fuerza creativa de la naturaleza –una naturaleza caótica y contradictoria, excesiva y sin límites
– que está viva en cada individuo”. Advierte que el ritual tiene el poder de volver extraños los
objetos que nos son familiares, alterar o suspender sus significados usuales, violentar hábitos y
renovar la percepción que se tienen de ellos. Quiere decir lo anterior, y así lo entiende Díaz Cruz,
que una particularidad de los rituales, no siempre advertida, es la capacidad que tienen de
producir nuevas situaciones y no simplemente recrear las ya existentes. La lectura convencional

7
José Ingenieros, Las fuerzas morales, Ediciones Fausto, Buenos Aires, 1993.
8
Para Víctor Turner, el símbolo “es la más pequeña unidad del ritual” que tiene la función de representar o recordar
algo, “ya sea por la posesión de cualidades análogas, ya por asociación de hecho o de pensamiento”. Ver Víctor
Turner, La selva de los símbolos, Siglo XXI Editores, Madrid, 1980, p. 21.
9
Rodrigo Díaz Cruz, Archipiélago de rituales. Teorías antropológicas del ritual, Anthropos, México D.F., 1998.
10
Ibíd., p. 312.
11
Ibíd., p. 315.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

señalaría, en efecto, que los rituales se celebran en respuesta a una tradición que así lo demanda.
Contrariando esa interpretación, Díaz señala que los rituales pueden crear nuevos horizontes
“desde los cuales se tiene un rango de visión de la propia sociedad y forma de vida, de nuestro
ser en el mundo, pero también, justo por tenerlo, desde los cuales los hombres rituales se hacen
visibles y se definen a sí mismos frente a los otros”. Esos horizontes pueden expresar “los
intereses y las emociones de los actores, sus intenciones y deseos; donde se vuelcan los
movimientos de los cuerpos disciplinados, los dispositivos de poder y las practicas estructuradas,
pero también donde ‘hablan’ los cuerpos intoxicados, donde se despliegan revelaciones
filosóficas que promueven la reflexividad y la creatividad. Espacios lúdicos y de recreación, los
rituales y los múltiples horizontes que los configuran y que son producidos por ellos posibilitan
la comprensión y la crítica de la propia sociedad y forma de vida”12.

La síntesis realizada de los planteamientos de Hobsbawm y Díaz Cruz sobre los rituales, de
ningún modo agota la riqueza de sus observaciones y, desde luego, no recoge todo lo que puede
decirse acerca de los rituales y su función social. Por ejemplo, un aspecto que queda pendiente
en el análisis sobre los rituales es el papel de los escenarios públicos en donde éstos se
representan o ponen en escena. Una perspectiva que no ha sido explorada con fuerza, y que, por
ejemplo, permitiría identificar los efectos simbólicos que se generan en el público observador.
Todas las tradiciones inventadas son prácticas que necesitan de escenarios públicos para ser
representadas, y es aquí donde juegan un papel importante lugares como la calle, la plaza, la
alameda, el cementerio, etc.13. De hecho, en el caso de las tradiciones estudiantiles, la relación
entre el ritual y los espacios públicos fueron esenciales, y su identificación y articulación, por tal
razón, son indispensables para lograr una comprensión más abarcadora de aquellas.

Finalmente, debe anotarse que un propósito de este capítulo será estudiar la aparición y
consolidación de algunas tradiciones estudiantiles durante la primera mitad del siglo XX, algunas
de las cuales, como veremos, retomaron elementos simbólicos de prácticas ejecutadas en
periodos anteriores de la vida republicana, como la Fiesta del Árbol y las peregrinaciones a las
tumbas de líderes políticos, no sin antes haber sido resemantizadas por los estudiantes, para
poder adaptarlas a circunstancias sociales diferentes.

2.1 La Bandera Estudiantil

Entre los primeros símbolos que reivindicaron los estudiantes en el periodo de análisis,

12
Ibíd., p. 314 y 315.
13
Afirma Sandra Gayol: “Es muy difícil obviar la calle cuando se intenta pensar la sociabilidad. Ella es el puntapié
inicial que se proyecta en línea recta hacia el café, y es también el punto de llegada de ese encuentro que se refuerza
en los lcales. De la calle se parte y a ella se vuelve. No sólo como coronación de un encuentro “amistoso” sino
también en tanto espacio empleado para “dirimir una cuestión”. Sandra Gayol, Sociabilidad en Buenos Aires.
Hombres, honor y cafés, 1862 – 1910, Ediciones del Signo, Buenos Aires, 2000.

181
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

encontramos la «bandera estudiantil». Sin embargo, es difícil poder dimensionar su impacto


social, ya que en distintos momentos el símbolo desapareció de la escena pública, y en otras
ocasiones su presencia se confundió con la de la bandera nacional, uno de los artefactos
promovido por el Estado para estimular un sentimiento de colombianidad, y que vivía en aquel
momento un proceso de consolidación pública14.

Acto de entrega de la bandera de los universitarios en la Escuela de Ingeniería.


Fuente: Universidad (Bogotá), enero de 1921.

La primera referencia a la bandera estudiantil se encuentra en el testimonio de Arturo Quijano,


un profesor de derecho internacional del Externado de Colombia y editor del periódico El
Porvenir, que circuló en Bogotá entre 1902 y 1915. Cuenta Quijano que, como miembro de la
Junta de Festejos Patrios de 1917, tuvo la ocurrencia de crear una bandera estudiantil, la cual
debía ser traspasada todos los años, de Facultad en Facultad, en el marco de las ceremonias
patrias. Sin especificar las rasgos de la bandera (la caracteriza como estudiantil, pero no ofrece
una descripción que defina su forma15), el dato de Quijano suscita controversia, si se tiene
presente que en una nota de prensa publicada en 1920, a propósito de la celebración de la primera
fiesta del estudiante en Colombia (precisamente en ese año), se afirmaba que uno de los actos
principales ejecutado ese día, fue la realización de una manifestación por las calles de Bogotá,
en donde los estudiantes “llevaban en alto la bandera de la Universidad que las damas bogotanas

14
Luis A. Bohórquez Casallas, Símbolos patrios colombianos, Imprenta Nacional, Bogotá, 1980.
15
Para 1921, la que se tenía como bandera estudiantil era de color verde y blanco, y en la parte superior tenía
estampado un escudo (al parecer, el de la república). La única imagen que logramos ubicar es la que aparece
publicada en un número de la revista Universidad. Otra referencia sobre su forma en Marcos González Pérez,
Carnestolendas y carnavales en Santa Fe y Bogotá, Editorial Visuales, Bogotá, 2005, p. 109.

182
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

les habían obsequiado en 1910, y de la cual hicieron entrega a la Facultad de Medicina a quien
toca guardarla este año”16. Como se deduce, en 1910 ya se realizaba el ritual de entrega de la
bandera de una Facultad a otra, en ese caso a la Facultad de Medicina, “a quien tocaba guardarla
este año”. Si bien en esa ocasión se ejecutó la ceremonia de entrega de la bandera estudiantil
como había sido concebida por Arturo Quijano, surge el inconveniente de establecer la fecha de
su origen, ya que, como se deduce, ese ritual en realidad había sido concebido siete años antes
de que Quijano lo propusiera.

De cualquier modo, es de destacar que, tanto el símbolo como el ritual existieron y fueron
acogidos por los estudiantes bogotanos, quienes reprodujeron el sentido que les había dado
origen: su reivindicación y traslado de una Facultad a otra, debía entenderse como “símbolo de
la unidad de ideales dentro de la diversidad de ideas; de la unidad del alma estudiantil dentro del
alma múltiple de la Patria! (sic)”17. Como se deduce de esta concepción, la bandera simbolizaba
la simbiosis del alma estudiantil con el alma de la Patria. Fue común que, en la programación de
las celebraciones como la Fiesta del Estudiante, uno de los primeros actos fuese el desfile por
las calles portando la bandera estudiantil, como ocurrió en varias ciudades del país (en Medellín
y Cartagena, por ejemplo), para luego, en ceremonia vistosa, oficializar su traslado de una
Facultad a otra.

Si bien el ritual –que no tenía un origen propiamente estudiantil- no desapareció con el paso de
los años, sí evidenció modificaciones en sus significados, al irse incorporando nuevos sentidos
que se correspondían con concepciones y sentimientos políticos que surgieron, como la
solidaridad estudiantil internacional y la idea de la unidad de las naciones latinoamericanas.
Cuando así ocurrió –volvemos al problema advertido líneas atrás – nos encontramos con que ya
no se hacía referencia a la bandera estudiantil, sino a la bandera, a secas, dándose a suponer que
podría tratarse de la bandera nacional. Estos cambios de sentido se registraban en momentos en
que, precisamente, el Estado promovía sus símbolos patrios, y a la vez, orientaba a los distintos
grupos sociales para que adoptaran o despertaran actitudes especiales hacia aquellos. Por
ejemplo, en febrero de 1925 el Presidente Pedro Nel Ospina sancionó la Ley 28 de 1925, que dio
origen a la Fiesta Nacional de la Bandera, la cual debía celebrarse el 7 de agosto de cada año 18.
Como es comprensible, la reivindicación de la bandera como símbolo nacional, apuntó a

16
Ver “De Colombia”, El Día (Quito), noviembre 4 de 1920, p. 3.
17
Arturo Quijano, El alma de Colombia ante el Derecho Internacional, Imprenta Nacional, Bogotá, 1923, p. 100.
18
Ver la Ley 28 de 1925, en Ministerio de Educación Nacional, Educación colombiana. Disposiciones orgánicas y
reglamentarias de la Educación Nacional de 1903 a 1958, Imprenta del Ministerio de Educación Nacional, Bogotá,
1959, p. 59; “La fiesta de la bandera”, El Diario Nacional (Bogotá), enero 18 de 1925, p. 6. La nota informa que
también se instituyó la fiesta en Perú y Bolivia. En 1947, de nuevo bajo un nuevo gobierno conservador, se creó la
“Institución de la Bandera”, con el fin de “fomentar el culto por los símbolos de la nacionalidad colombiana y a la
vez recompensar a los estudiantes que más se distingan por su comportamiento cívico y por su aprovechamiento
intelectual”; Disposiciones orgánicas…, p. 403.

183
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

promover y fortalecer un sentimiento de comunidad que desdibujaba cualquier referencia a lo


estudiantil.

La Bandera Estudiantil. Fuente: Universidad (Bogotá)

El paso del tiempo –particularmente desde el comienzo de los años treinta- parece haber restado
fuerza al sentido original del ritual de la transmisión de la bandera estudiantil de Facultad en
Facultad. Eso parece haberlo advertido el propio Arturo Quijano, cuando con un tono de lamento,
refirió el hecho en los siguientes términos:

Es verdaderamente sensible que por consideraciones que no vienen al caso –pero que apenas pertenecen
a un plano inferior de pasiones políticas o divergencias ideológicas- se haya abandonado la tradición de
esa ceremonia tan simbólica y que fue llevada a cabo con tan buen éxito en los primeros años. Por qué
la abandonaron los estudiantes? Por qué las Juntas de Festejos Patrios dejaron de patrocinarlas? (sic)19.

Sin embargo, llama la atención que las referencias a la bandera (en general, ya no la estudiantil)
continuaran presentes en el activismo de los estudiantes. Se trataría así de un proceso de
resignificación o resemantización de los sentidos originales otorgados a un símbolo. Por
ejemplo, en el mismo año en que Quijano publicó el texto donde aparece la referencia a la pérdida
del ritual estudiantil, Diego Luis Córdoba, presidente del gremio de los universitarios, leyó un
discurso titulado El desfile de banderas y su significación, en un acto público celebrado el 11 de
julio en Bogotá. El acto consistía en un desfile con las banderas de las naciones

19
Arturo Quijano, “La bandera estudiantil”, en Cantores de Bogotá, Águila Negra Editorial, Bogotá, 1929, p. 95.

184
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

hispanoamericanas, y que apuntaba a difundir mensajes de unidad política en un momento


particular de la historia, en donde el sojuzgamiento era rasgo dominante en algunos países de la
región. En su intervención, Córdoba resaltaba el acto público como algo diferente a lo que
tradicionalmente ocurría en la celebración del Día del Estudiante:

Por primera vez, en los anales patrios, se registra un hecho de la nobleza y majestad de éste que estáis
consumando ahora mismo vosotros, jóvenes estudiantes representativos del mundo de Hispano-
América. Porque debéis comprender que no asistís solamente al cumplimiento de uno de los variados
números de la Fiesta del Estudiante colombiano, que no estriba el desfile de banderas en recorrer de un
extremo a otro las calles principales de nuestra ciudad capital: significa algo de mucha más enjundia y
encierra un hondo sentido de trascendencia universal. A no dudarlo, la manifestación de hoy resonará
en todos los ámbitos del Continente nuevo y cada buen americano de los nuestros mirará en ella la piedra
angular de esa fraternidad tan anhelada por nosotros y de realización inaplazable.

Como se deduce, con el acto se buscaba invocar sentimientos de unidad entre los estudiantes
hispanoamericanos. «Universitarios indolatinos» fue la expresión que empleó el dirigente
estudiantil, para referirse a “todos los que milita(ban) bajo esas mismas banderas” que se
levantaban en alto, que, si bien eran naciones hermanas “destinadas por la naturaleza a vivir sin
cadenas”, estaban “bajo el yugo ignominioso de un estado de cosas contra el cual hay que
reaccionar”. Enseguida, evocaba el dirigente gremial la suerte de países como España, Venezuela
y Perú, gobernadas por déspotas que sometían a la población a la dominación inmisericorde, en
donde los estudiantes eran las principales víctimas. Además, por si lo anterior no bastara, existía
un enemigo más grande, el “imperialismo saxoamericano”, entendido como la expresión acabada
de la Doctrina Monroe. De modo que, en este caso, la bandera empleada por los estudiantes en
un acto público, servía para reivindicar sentimientos de unidad entre las naciones y para
estimular la lucha contra las dictaduras que actuaban en contra de “la unión apetecida” y contra
“la insolencia de un coloso cuyo imperialismo nefando repudiamos, proscribimos y
quebrantaremos”20.

2.2 Himnos y canciones

La creación y entonación de ritmos musicales fue otra práctica impulsada por los estudiantes
colombianos en el período de análisis. Como sucedió con otras expresiones, los estudiantes del
país imitaron a sus pares del sur, quienes desde comienzos del siglo XX crearon ritmos y
melodías a través de las cuales podían exteriorizar las aspiraciones que se proponían como grupo
social. Sin embargo, como ocurrió con otras prácticas similares, en Colombia la creación y
ejecución de cantos tuvieron un desarrollo propio, lo cual se puede constatar al analizar tanto los

20
Ver “El desfile de banderas y su significación”, 8 de Junio (Bogotá), Vol. 1, N°5, p. 201 – 203. La referencia a la
bandera estudiantil tuvo también expresión en el contexto internacional. El 7 de mayo de 1924, Víctor Raúl Haya
de la Torre pronunció un discurso al hacer entrega de la “Bandera de la nueva generación hispano-americana” a la
Federación de Estudiantes de México. Entre las ideas que reivindicó el dirigente estudiantil peruano, sobresalió la
de la unidad de los “veintiún pueblos indoamericanos”. Ver Juan Carlos Portantiero, Estudiantes y política en
América Latina. El proceso de la reforma universitaria (1918 – 1938), Siglo XXI Editores, México, 1978, p. 348.

185
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

contenidos de las letras que se fueron creadas, como el grado de aceptación que tuvieron en la
sociedad21.

En aras de contextualizar la recepción de esta tradición, debe decirse que los himnos fueron los
primeros cantos entonados en los ambientes estudiantiles del continente. Entre estos, el primero
de que se tiene noticia fue el Himno de los Estudiantes Americanos, compuesto en 1912, y que
tuvo su origen en el Congreso Estudiantil celebrado en Buenos Aires en 1910. En aquel evento
(que contó con la presencia de delegaciones de Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile, Perú y El
Salvador), se dio a conocer ante los concurrentes un vals de un estudiante de ingeniería, Augusto
Landa, titulado “Solidaridad americana”22. La ejecución de la composición musical en un evento
que reunía a estudiantes de distintas naciones, dio motivo para que el comité organizador del
próximo congreso, que debía realizarse en Lima, tomara la decisión de promover un concurso
público para dotar de un himno a los estudiantes de América.

Para tal propósito, los organizadores, adscritos al Centro Universitario de Lima, difundieron las
bases del concurso –uno poético y otro musical- por varios países de América. Como resultado,
se presentaron 17 composiciones poéticas (cuatro de Perú, y el resto de otras naciones)23. Para
el concurso de música se enviaron 48 composiciones. Finalmente, resultó ganadora la letra del
peruano José Gálvez Barrenechea24 y la del compositor musical Enrique Soro, de origen chileno.
El himno estudiantil ganador, cuyo concurso expresó el espíritu de unidad que promovían los
estudiantes reunidos en el evento de Lima25, aludía a los estudiantes, quienes eran vistos como
una promesa que se abría paso en la sociedad, llevando en sus manos la señal de transformación
social:

Coro
¡Juventud, juventud, torbellino,
soplo eterno de eterna ilusión;

21
Antes de que aparecieran los primeros cantos alusivos a los estudiantes colombianos, en los años veinte, apareció
un Himno del Estudiante, compuesto por Emilio Murillo en 1909, como expresión de gratitud a los estudiantes que
habían participado en los hechos de marzo de 1909 en Bogotá. Al ser el maestro Murillo un compositor musical, es
válido considerar que se trató de una pieza sin letra. La referencia se encuentra en La Joven Colombia (Bogotá),
1909.
22
Hugo A. Biagini, La contra cultura juvenil. De la emancipación a los indignados, Capital Intelectual, Buenos
Aires, 2012, p. 73.
23
Ver “El himno de los estudiantes americanos”, El Comercio (Quito), abril 10 de 1912, p. 1. Las bases del concurso,
dice la nota de prensa, fueron “profusamente repartidas en América” (Ibíd.).
24
José Gálvez Barrenechea era conocido en los círculos estudiantiles del Perú como el “Poeta de la Juventud”, a
raíz del éxito literario que tuvo en unos juegos florales realizados en 1910 en la Universidad de San Marcos. Antes
del Himno de los Estudiantes Americanos, Gálvez compuso letras asociadas al despertar de los estudiantes, como
el Himno a la Primavera (1909). Ver Mercurio Peruano (Lima), febrero de 1920.
25
Fabio Moraga Valle, “Reforma desde el sur, revolución desde el norte. El Primer Congreso Internacional de
Estudiantes de 1921”, en Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, N°47, México D.F., 2014, p.
159.

186
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

fulge el sol en el largo camino,


que ha nacido la nueva canción!

Estrofas
Sobre el viejo pasado soñemos,
en sus ruinas hagamos jardín
y marchando al futuro cantemos
que a lo lejos resuena el clarín.

La mirada embriagada en los cielos


y aromados por una mujer,
fecundemos los vagos anhelos
y seamos mejores que ayer.

Consagremos orgullo en la herida


y sintamos la fe del dolor,
y triunfemos del mal de la vida
con un frágil ensueño del amor.

Que las dulces amadas suspiren


de pasión al mirarnos pasar,
que los viejos maestros admiren
el tropel que los va a superar.

Coro
¡Juventud, juventud, torbellino,
soplo eterno de eterna ilusión;
fulge el sol en el largo camino,
que ha nacido la nueva canción!26

La recepción del Himno de los Estudiantes Americanos parece haber sido notoria en distintos
países de la región. Una fuente indica que en 1921, éste “se cantaba en Bogotá como un canto
de vida y de esperanza”27. Al respecto, Germán Arciniegas recuerda que los estudiantes de
Bogotá conocieron la letra del himno a través de Pablo de la Cruz, un colombiano que adelantaba
estudios de arquitectura en Santiago de Chile, y había presenciado las fiestas estudiantiles que
se realizaban allí. De la Cruz memorizó la letra y el ritmo del himno, que compartió a sus pares
de Bogotá, quienes lo aprendieron a cantar, “enloquecidos de entusiasmo”28.

26
Ver “Himno de los Estudiantes Americanos”, Verbum. Órgano del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras,
(Buenos Aires), N° 21, 1912, p. 34. La música compuesta por Enrique Soro se puede escuchar en el siguiente link:
https://www.youtube.com/watch?v=uz3B_CntGVI (Recuperado el 21 de junio de 2016)
27
Testis Fidelis, El 10 de mayo o de como los chistes, las parodias y los cuentos tumbaron una dictadura! S.e,
Medellín, 1957, p. 12 y 13.
28
Ver “Septiembre”, El Tiempo (Bogotá), agosto 31 de 1995, p. 5ª. La nota aparece publicada en el libro América
nació entre libros. Arciniegas ubica erróneamente el origen del himno en el Congreso Internacional de Estudiantes
realizado en Montevideo en 1919; considera que la decisión de premiar al poeta peruano y al músico chileno, fue
un “gesto de reconciliación entre los dos países después de la Guerra del Pacifico”. Para la Fiesta del Estudiante en
Bogotá en 1921, la primera de ese tipo que se realizó en la ciudad, se divulgó el Himno de los Estudiantes
Americanos, según un comentario aparecido en la revista Universidad. Ver “Por la Fiesta del Estudiante”,
Universidad (Bogotá), octubre de 1921.

187
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Enrique Soro y José Gálvez.


Fuente: Universidad (Bogotá), agosto 18 de 1921, p. 217.

El ambiente festivo que promovieron los estudiantes en Colombia a partir de 1920, estimuló la
creación de nuevos cantos alusivos a los estudiantes. Precisamente, la primera composición
dedicada a los estudiantes colombianos, fue la del político conservador y poeta Guillermo
Valencia, quien gozó de la simpatía de los estudiantes durante los últimos años de la década de
1910 y comienzos de la siguiente. La composición de Valencia, titulada Himno del Estudiante,
fue estrenada en el marco de las fiestas estudiantiles en Popayán, realizadas en octubre de 1922,
y se replicó en ciudades como Bogotá, hecho que, por cierto, demuestra que no siempre los
referentes asociados al activismo estudiantil (discursos, símbolos, etc.), tuvieron una única
dirección (centro – periferia). La composición del maestro Valencia (con su tono clásico)
constaba de ocho estrofas (la primera se repite al final):
Alma ciencia! Tus hijos hoy vienen
a mullir de coronas tu altar,
en ofrenda a la dulce esperanza
con que arrullas el arduo pensar.

Tú confieres invicta nobleza,


y ante el paria doblegas al rey.
Sólo un canon regula tus ritos:
la desnuda verdad es tu ley.

Danos ya la vivifica norma


que redima el humano dolor,

188
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

y congregue en la mesa del mundo


al esclavo de ayer y al señor.

Tú nos das, como otrora Minerva,


pulcro acero de sino triunfal,
para herir la soberbia impostura
y vencer a los tigres del mal.

Quien bebió de tu mágico filtro


seguirá del espíritu en pos,
ya descienda hasta el limo del hombre
o remonte hasta el ápice: Dios.

A tu aijaba (sic) pedimos ansiosos


fieros dardos de libre volar
que defiendan los patrios anhelos
en la tierra, en el aire y el mar.

Cifra somos del hoy y el mañana


nos encienden amor y virtud.
Escuchad la palabra sublime,
juventud, juventud, juventud

Signó grácil de luz y armonía,


nos predice una Reina gentil,
ampo níveo con halo de aurora
viva imagen de heráldico lis.

Alma ciencia! Tus hijos hoy vienen


a mullir de coronas tu altar,
en ofrenda a la dulce esperanza
con que arrullas el arduo pensar29.

Tiempo después de conocerse la letra, a la composición de Valencia se le dio música; sin


embargo, hay poca claridad sobre cuál fue la melodía, ya que en los registros aparecen dos
composiciones diferentes elaboradas por dos artistas: una de Jerónimo Velasco y otra de
Guillermo Quevedo Zornoza. Lo cierto es que el Himno del Estudiante fue un símbolo que
durante un corto tiempo sirvió para alegrar las festividades estudiantiles y fortalecer la idea de
comunidad estudiantil, una de las principales apuestas que buscaban los jóvenes de las
instituciones educativas del país. Y decimos que fue corta la historia del primer himno
estudiantil, ya que en las sesiones del II Congreso Nacional de Estudiantes reunido en Bogotá en

29
Ver “Himno del Estudiante”, Repertorio Americano (San José de Costa Rica), enero 29 de 1923, p. 256. También
“El Himno del Estudiante”, El Tiempo (Bogotá), diciembre 6 de 1922, p. 1. En la versión que apareció publicada
en El Tiempo, la cuarta estrofa no fue incluida.

189
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

1924, se decidió abrir un concurso para componer un himno para los estudiantes colombianos30.
Dicha convocatoria ayuda a explicar la aparición de nuevas composiciones alusivas a los
estudiantes. Precisamente, ese mismo año apareció una nueva composición titulada Himno del
Carnaval, de Jaime Robledo U., cuya letra estaba centrada en el carnaval estudiantil. Las cuatro
estrofas del Himno del Carnaval eran las siguientes:
Lejos de libros y profesores,
mucho más lejos del bien y del mal,
entre sonrisas, mujeres, flores,
llega el prestigio del Carnaval.

Las chicas, que antes eran esquivas,


pues nuestros no eran capa ni frac,
entre las redes quedan cautivas,
de nuestra flema de Bergerac.

En nuestro empeño sólo admitimos


el magisterio de Omar Kayam,
que, en una copa, sapiencia y vino,
supo, felices, involucrar.

Y así entre corte de luz y amores


y muy distantes del bien y del mal,
brotará en medio de entre las flores
la flor burlesca del Carnaval31.

El Himno Estudiantil

Nada más hermoso, en estos momentos en que la juventud estudiantil toda se prepara febrilmente a
celebrar su fiesta propia, que el advertir cómo de su seno surgen manifestaciones de genio y de vida. Un
aventajado alumno del Conservatorio Nacional de Música, don Jorge Aurelio Gómez, es el autor del
hermoso himno que desde hace un año alcanza merecidos laureles. Ejecutado la primera vez en el Teatro
de Colon, en los festejos del 21 de septiembre, acogido luego por la Banda Nacional, destinado en
Medellín por S.M. Lucia I a ser instrumentado por la de aquella ciudad, en esta volverá a acompañar las
fiestas del presente año, ya con esplendidos coros, en la velada que se verifique en honor de la nueva
reina de los estudiantes bogotanos, en el momento de su presentación triunfal. Éxitos como el de Gómez
son éxitos de la juventud colombiana.

Fuente: El Tiempo, septiembre 19 de 1923, p. 3.

En 1925 apareció una nueva composición dedicada a los estudiantes, de cuya letra y música fue
autor el maestro Alberto Urdaneta Forero. La razón que explicaría la aparición de un nuevo
himno estudiantil radica en la inconformidad que públicamente expresaron los estudiantes hacia
la figura de Guillermo Valencia, por la postura que éste adoptó frente al papel de la Misión
Pedagógica y la reforma universitaria que se discutió con intensidad entre 1924 y 1925 (como

30
I y II congresos nacional de estudiantes: Colombia, Medellín 1922, Bogotá, 1924, Ediciones Colombia, Bogotá,
1926, p. 209.
31
Ver “Himno del Carnaval”, Mundo al Día (Bogotá), septiembre 20 de 1924, p. 15.

190
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

se mostró en el Capítulo Primero). Pero también es probable que haya motivado el cambio de
himno por los contenidos de las composiciones. En efecto, si se comparan los dos himnos
dedicados a los estudiantes, el de 1922 y 1925, se observa que la versión de Alberto Urdaneta
explota con intensidad la alegría que despertaba el carnaval estudiantil, mientras que en la
composición de Guillermo Valencia predomina un tono formal -a una poesía fría- que estaba
lejos de validar la fiesta y la alegría, invocando a figuras como Minerva, asociadas al
conocimiento. La composición de Urdaneta era efectiva en la descripción de lo que significaba
el carnaval para los estudiantes:

Se aproxima el carnaval
y al son de un aire marcial
hace su entrada triunfal
la mascarada real.

Ya comienzan a llegar
las murgas estudiantiles,
y mil votos infantiles
no se cansan de exclamar;

Cantemos al alegre carnaval


cantemos a la farsa estudiantil;
cantemos la sonrisa juvenil
de Perrot y Colombina
la más bella y más gentil. (Coro)

Las comparsas van pasando


en unísono tropel.
Y dondequiera van dejando
un reguero de laurel.

Los festivos Arlequines


su canción al entonar,
al compás de áureos clarines
no se cansan de exclamar.

Cantemos al alegre carnaval


cantemos a la farsa estudiantil;
cantemos la sonrisa juvenil
de Perrot y Colombina
la más bella y más gentil. (Coro)

De la tarde esplendorosa
bajo aclamaciones mil,
desfila la bulliciosa
mascarada estudiantil.

Y al compás de las trompetas


y del bélico clarín,

191
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

van cayendo las caretas


sobre el suelo de aserrín32.

La composición de Alberto Urdaneta, conocida también como Himno del Carnaval (un título
apropiado, si nos atenemos a la letra), tuvo una rápida acogida, debido a que, como lo indica
Jaime Cortes Polanía, este tipo de himnos utilizaban melodías sencillas y fáciles de reconocer
por el público, en este caso, los estudiantes33. Además, favorecía la composición de Urdaneta
que tuviera letras que podían cantarse con facilidad, como en efecto ocurrió en las calles, en los
cafés y en los recintos cerrados en donde se realizaban actos especiales, como las veladas de
coronación de la reina estudiantil, en donde fue común que el himno lo entonaran alumnos del
Coro del Conservatorio Nacional34.

Cabezote de la partitura Loco Carnaval. Fuente: Mundo al Día (Bogotá).

Es importante resaltar que fue precisamente el carnaval, la fiesta organizada por los estudiantes
desde 1921, el acontecimiento que motivó la aparición de canciones alusivas a los estudiantes y
a sus fiestas, aspecto que, por cierto, describe los significados simbólicos que tuvieron en la
sociedad de la época las prácticas promovidas por los estudiantes del país. Nunca antes, ni
tampoco después, se observará el interés de artistas colombianos de primer nivel, de componer
ritmos musicales alusivos a los reinados y carnavales organizados por los estudiantes35. Entre
los compositores que elaboraron obras en honor a las candidatas al reinado o a la celebración
estudiantil, pueden mencionarse a Guillermo Quevedo Z., Luis A. Calvo, Alberto Collins, Jaime
Robledo, Francisco Cristancho, Gustavo Acosta y Marco DaCapo, entre otros36.

32
Ver “Himno del Estudiante”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 22 de 1925, p. 9. Letra y música de Alberto
Urdaneta.
33
Jaime Cortes Polanía, La música nacional y popular colombiana en La colección Mundo al Día (1924 – 1938),
Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2004, p. 137.
34
Ver “Himno del Carnaval”, El Tiempo (Bogotá), julio 11 de 1926, p. 3.
35
J. Cortes Polanía, La música nacional… Op. cit.
36
Algunas canciones pueden escucharse en el siguiente link: http://revistacontestarte.com/la-musica-del-carnaval-
estudiantil-de-los-anos-20-y-30/ (Recuperado el 15 de julio de 2016)

192
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Himnos y canciones alusivos a los estudiantes (1924 – 1931)


CANCION COMPOSITOR AÑO
Himno del Carnaval Jaime Robledo 1924
Himno del Carnaval Alberto Urdaneta 1925
Emilia I Alberto Collins 1925
Emilia II Alberto Urdaneta 1926
Olga I Francisco Cristancho 1928
Reina Mora Alberto Urdaneta 1928
Beatriz Gustavo Acosta 1928
Himno a la Bandera Alejandro Wills y Diego Uribe 1928
Inesita Jerónimo Velasco 1928
Su majestad Lucho Bermúdez 1929
Teresita Fortunato Beleño 1929
Loco Carnaval Guillermo Quevedo 1929
Inspiración Carlos Escamilla 1929
Ofenda Real Rafael Vélez 1929
Cecilia Juan Salas 1929
María Teresa I Marcel DaCapo 1929
María Teresa Benjamín Romero Santos 1929
Carnavalesco Emiliano González 1930
Teresita Luis A. Calvo 1931
Fuente: Catalina Bohórquez Mendoza, Op. cit.; Jaime Polanía, Op. cit.; Mundo al Día (distintas ediciones).

Con el paso de los años sucederá un hecho singular alrededor de los ritmos musicales, con dos
caras, si vale la figura, que merece ser analizado. Por un lado, el agotamiento – no habría un
mejor término para explicarlo - de la Fiesta del Estudiante en los años treinta y cuarenta,
complementado con el reforzamiento de una sensibilidad política en los estudiantes del país, que
los condujo a un evidente fraccionamiento estimulado por las disputas políticas. Lo anterior dio
origen a una especie de silencio musical, el cual, recordemos, estaba atado a la promoción de sus
actividades festivas. Al irse agotando el modelo festivo y alegre, producto de los temperamentos
ya advertidos, fue desapareciendo la práctica de concebir cantos que resaltaran el carácter alegre
y prometedor de los estudiantes. Tal vez, y está podría ser una hipótesis que complemente la idea
anterior, habían cambiado las circunstancias emotivas y espirituales, si se quiere, en que se
movieron los estudiantes de los años veinte, herederos de la sensibilidad que se había erigido en
los congresos estudiantiles internacionales desde 1908, y por los ecos del movimiento reformista
de Córdoba de 1918. De cualquier modo, esta nueva actitud se corresponde con la hipótesis que
hemos formulado: el momento en que se registra la presencia de los estudiantes a través de
expresiones musicales, coincide con la época de oro del activismo estudiantil en Colombia (1919
– 1934); su correlato es la pérdida de protagonismo de los estudiantes en el período siguiente,
que se expresa, por ejemplo, con la no existencia de expresiones musicales alusivas a las
iniciativas culturales emprendidas por ellos.

193
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

En cambio, si hubo cantos estudiantiles, estos estuvieron relacionados con hechos luctuosos,
muy alejados de los himnos de los años veinte. De hecho, existió una tradición musical
totalmente diferente, que aludía a la muerte del estudiante Gonzalo Bravo Pérez, ocurrida en
junio de 1929. Esta tradición se abrió pasó en el país con la composición El compañero, la cual,
en tres estrofas recreaba los sentimientos que despertó en los estudiantes la muerte de Bravo
Pérez:

Yo tenía un compañero
(otro igual no encontraras);
si a fuego el clarín tocaba,
siempre a mi lado marchaba
al mismo paso y compas.

Silbando viene una bala


(para mí o para ti);
a él le tocó… lo siento;
¡Ay, yace a mis pies, sangriento
como un pedazo de mí!

- ¡Compañero: dame la mano


para cargar mi fusil!
– Yo no puedo… adiós, ya muero;
¡vive feliz, compañero,
combatiendo varonil!

El ritmo de la composición fúnebre, “que tanto conmovió las almas, como inmenso lamento
colectivo, en el entierro de Bravo Pérez”, como señala Arturo Quijano, fue introducida en
Colombia por la primera Misión Militar chilena37, y adaptada por los estudiantes de Bogotá. Sin
embargo, no fue la única composición musical que hizo referencia al luctuoso acontecimiento
de 1929. Como lo destaca Ciro Quiroz, los estudiantes también pregonaron una composición que
refiere los hechos en que fue asesinado el estudiante Bravo Pérez en Bogotá, en donde se
incorporan los nombres de quienes fueron acusados como los responsables directos de la muerte
del estudiante:

Rengifo volá, vola


ya no fuiste presidente,
y te vas de Bogotá
para tu tierra caliente.

Tu ambición te dio la muerte


pues caíste como un coco,
confórmate con tu suerte,
llorá y llorá Chichimoco.

La rosca murió
Rengifo se va,

37
Ver “El compañero”, en Arturo Quijano, Cantores de Bogotá, Águila Negra Editorial, Bogotá, 1929, p. 100.

194
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

murió Chichimoco
feliz Bogotá.

Todo manzanillo al ver


a Chichimoco caído
lloraba a más no poder
a Chichimoco tendido38.

Más adelante aparecerá una nueva composición musical que se adoptó como himno oficial de la
Federación de Estudiantes de Colombia en 1954. En algunas versiones se habla de canción, y en
otras de himno. La letra de las estrofas refiere los hechos del 8 y 9 de junio de 1954, cuando
fueron asesinados varios estudiantes en las calles del centro de Bogotá. En la letra se hace
referencia a la muerte del estudiante Gonzalo Bravo Pérez en 1929, pero se incluye los nombres
de algunos estudiantes muertos en 1954 (Helmo Gómez, Raquel Cantor), se reivindica la
memoria y se describe el ataque de que fueron objeto los estudiantes por parte del Ejército39:
Bravo Pérez era signo
de la causa estudiantil,
por eso lo asesinaron
con disparos de fusil.

Llenas de pañuelos blancos;


eran más de veinte cuadras
los asesinos mataron
por todos los cuatro flancos.

La bayoneta calada
derribó a Raquel Cantor,
su memoria esbelta y pura
levantemos con amor.

Del Rosario asesinó


a Jaime Pacheco Mora,
esos tiros por la espalda
Colombia entera los llora.

El ejército defiende
intereses extranjeros,
y a estudiantes colombianos
los asesina en el suelo.

38
Ciro Quiroz, La Universidad Nacional de Colombia en sus pasillos, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá,
2003, p. 95. Dice Quiroz que se trató de coplas que se convirtieron en un himno, repetido “sin cercas por calles y
carreras”.
39
Una aclaración sobre la letra del himno: se ha empleado la versión publicada en el libro de Ciro Quiroz, aunque
hemos realizado una corrección en la última estrofa, ya que, a nuestro juicio, el autor comete un error: confunde la
UNEC (cuando en realidad debe decir FEC, en alusión a la Federación de Estudiantes de Colombia). Ver Ciro
Quiroz, Op. cit., p. 131, 132. Una versión musicalizada en:
http://memoriaypalabra.blogspot.com.co/2011/06/himno-de-los-estudiantes-colombianos.html (Recuperado en
julio 23 de 2016).

195
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Cuando nuestro Uriel cayó


la verdad lo protegía,
representaba el emblema de
nuestra filosofía.

Si los médicos pusieron


cinco corazones muertos,
los consolará la patria
con su corazón abierto.

Cuando mataron a Chávez


no llegaba ni a los veinte
era obrero proletario
del futuro continente.

Si a Helmo Gómez lo mataron


en la lucha colombiana,
ya su sangre nos unió
a la causa americana.

Con la FEC a la cabeza


no tememos la agresión,
pues con ella marcharemos
en un solo batallón

Germán Arciniegas, al comentar tanto el himno del estudiante de 1921 (haciendo referencia,
seguramente al Himno de los Estudiantes Americanos), como el himno adoptado por la FEC en
1954 (Arciniegas erra al ubicar esa adopción en 1957), escribe lo siguiente: ‘Los corridos son
así: el calor lo da el recuerdo, la historia que se va cantando. La canción de 1957 no será tan fina
como la nuestra del año 21, pero tiene esa emoción humana que solo dan nuestros junios
rebeldes, con sus mareas de frentes blancas que van a romperse contra la roca de la dictadura”40.
La confesión de Arciniegas es ajustada a lo que, a nuestro juicio, fue el cambio de época que
vivieron los estudiantes colombianos en la primera mitad del siglo XX. Dicho en otros términos,
las letras de las canciones que entonaron los estudiantes en ese periodo, permite identificar la
manera como ellos se representaron en la sociedad, y el trato que recibieron –al principio, de
beneplácito, pero luego de hostilidad- de ciertas instituciones (prensa, partidos políticos, etc.).
Si, como vimos, en los primeros himnos los estudiantes fueron representados y se representaron
ellos mismos como expresión de esperanza y confianza en el futuro, desde los años treinta y
hasta los cincuenta, los estudiantes ya no evocarán sensaciones parecidas. Incluso, motivarán
sentimientos diferentes, que en no pocos casos se traducirán en ataques a su integridad.

2.3. El Maestro de la Juventud

La elección del Maestro de la Juventud fue otra práctica simbólica promovida por los estudiantes,
con la que buscaron exteriorizar sus críticas a los métodos de enseñanza y a la formación cultural

40
Testis Fidelis, El 10 de mayo…, Op. cit., p. 12 y 13.

196
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

del país, a través del reconocimiento a individuos con trayectorias en los campos de la educación
y la ciencia. Al respecto, debe decirse que la elección del Maestro de la Juventud se venía
ensayando en otros países de América Latina desde años atrás, y fue acogida en Colombia
oficialmente desde 1921. En toda la región, los estudiantes adoptaron la decisión de expresar de
manera pública la admiración por individuos que habían construido una obra académica y
política que, a ojos de aquellos, resultaba esclarecedora para comprender la circunstancia
histórica del Continente y las responsabilidades que imponía el presente. Nombres como los de
José Rodó, Rafael Altamira, Manuel Ugarte41, Romain Rolland, José Vasconcelos, Víctor Raúl
Haya de la Torre, José Ingenieros y Alfredo Palacios, rondaban asiduamente por los países de la
región, alimentando el ideario de renovación pregonado con entusiasmo por los estudiantes, un
sentimiento que, por cierto, se había fortalecido a raíz de la Primera Guerra Mundial (1914 –
1918), acontecimiento que dio origen a valores políticos, sociales, éticos, económicos,
educativos, estéticos, distintos de los de la generación precedente, y que condujo al eclipsamiento
de antiguas glorias continentales como Andrés Bello, Faustino Sarmiento, Juan Montalvo, José
Victorino Lastarria y Rubén Darío. En cambio, dio luz a un nuevo momento en el que adquirieron
peso individuos que exponían un idealismo que alertaba contra la injerencia extranjera e
invocaba a la juventud universitaria como sinónimo de renovación social. De manera que la
elección de un Maestro de la Juventud tenía un efecto simbólico notable: pretendía difundir un
mensaje de renovación de una sociedad –sin importar que algunos de ellos fueran de países de
otros continentes- que además de ser vista como obsoleta, estaba plagada de vicios y de
injusticias urgentes de resolver.

Para Alejandro Korn, los profesores –Korn mismo lo era- eran una expresión de la “crisis de
cultura” que vivían las universidades en la segunda década del siglo XX. A su juicio, los
profesores encarnaban “la persistencia de lo pretérito”, lo que los mantenía hundidos en la
mediocridad y la rutina, y escudados en un “autoritarismo torpe”. Esto los hacía responsables de
la reacción que protagonizaba la nueva generación en ese momento42. Por eso era necesario
terminar con ese modelo de profesor, “que pertenece a un pasado que no volverá” y reivindicar
una “nueva docencia”. El llamado de Saúl Alejandro Taborda, venido desde el sur, era
contundente: “Que los muertos entierren sus muertos, y que los entierren bien para que no
resuciten. Ahora se quiere vivir en pleno presente, construyendo, de cara al futuro, sin
componendas ni compromisos con otras edades”43.

41
Como dato diciente, debe mencionarse que el argentino Manuel Ugarte visitó a Colombia en noviembre de 1912,
en un momento de agitación política por los hechos de Panamá. Ver Norberto Galasso, Manuel Ugarte y la lucha
por la unidad latinoamericana, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 2001.
42
Alejandro Korn, “La reforma universitaria y la autenticad argentina”, en Dardo Cuneo (Compilación, prologo,
notas y cronología), La Reforma Universitaria, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1988, p. 140 - 142.
43
Saúl Alejandro Taborda, “Docencia emancipadora (1920)”, en Juan Carlos Portantiero, Estudiantes y política en
América Latina..., Op. cit., p. 326.

197
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

En estricto sentido, la tradición de la elección del Maestro de la Juventud parece haberse iniciado
en 1919, cuando el argentino Alfredo Palacios, difusor continental de la Reforma Universitaria
de 1918, fue proclamado por los estudiantes peruanos como Maestro de la Juventud44. Desde ese
momento, y como consecuencia de la difusión de las iniciativas estudiantiles a través de redes
culturales que permitían la circulación de noticias donde se detallaban aquellas actividades, se
comenzaron a efectuar elecciones de Maestros de la Juventud en diversos países45.

Ahora bien, con la elección del Maestro de la Juventud sucedió un hecho que Hugo Biagini ha
resaltado con acierto: “la negación del tiempo físico y la asimilación del ser joven con los
compromisos con el cambio social; al punto de adoptarse la fantástica creencia de que existen
jóvenes ancianos y viejos jóvenes”46. Elegir como símbolo de la juventud a personas “viejas”,
como generalmente ocurrió, era un acto provocador e irreverente, como lo reconoce Germán
Arciniegas. Esto es paradójico, si se tiene en cuenta el calado que tenía la consigna de Manuel
González Prada –otro “grande” reverenciado por la juventud universitaria de América-, la cual
rezaba “Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra!”47. Arciniegas lo recreaba de manera clara
al reconocer que, al gritar ‘Los viejos a la tumba!...’, “moviéramos nuestras banderas de
esperanza hacia la casa de algún maestro, como don Enrique José Varona, que andaba ya por los
setenta años”48. Tal vez los estudiantes creían encontrar justificada su actuación acudiendo a José
Ingenieros, a quien también se consideró como Maestro de la Juventud, y quien, refiriéndose al
«entusiasmo», había expresado: “Para ser entusiasta no basta ser joven de años”49. Por ese
motivo, fue que Arciniegas reconoció que en la elección de los viejos no había nada de extraño:
Todo depende de saber qué es un viejo. Un viejo, para nosotros, era el hombre que se había detenido,
que pensaba hacia atrás, que se repetía mecánicamente. Teníamos viejos en los compañeros que se

44
Biagini, La contracultura juvenil…, Op. cit., p. 179.
45
Claudio Maíz y Álvaro Fernández Bravo (editores), Episodios en la formación de redes culturales en América
Latina, Prometeo Libros, Buenos Aires, 2000. Ver Introducción.
46
Biagini, La contracultura juvenil…, Op. cit., p. 297.
47
El origen de la expresión se ubica en el discurso que pronunció González Prada en un acto público realizado en
Lima en 1888, en el marco de la reivindicación del territorio peruano, perdido a raíz de la guerra con Chile. La
expresión, ubicada en la parte final del discurso, reza así: “En esta obra de reconstrucción y venganza no contemos
con los hombres del pasado: los troncos añosos y carcomidos produjeron ya sus flores de aroma deletéreo y sus
frutas de sabor amargo. ¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra!”. Ver Manuel González Prada, Páginas Libres.
Horas de lucha, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1976, p. 46.
48
Ver “Cien mil estudiantes buscan un maestro”, El Espectador. Suplemento Literario (Bogotá), julio 3 de 1949.
49
Ver José Ingenieros, “Entusiasmo”, Universidad (Bogotá), octubre 6 de 1921, p. 291. Agrega Ingenieros: “La
juventud termina cuando se apaga el entusiasmo. No hay mayor privilegio que el de conservarlo hasta muy entrada
la edad viril; es don de pocos y parece milagro en quien lo atesora hasta la ancianidad. En ese único secreto reside
la eficacia de los escritores enamorados de una idea, y que saben afirmarla, proclamarla, repetirla: en cien formas,
como las del torbellino, apasionadas. Son los heraldos de su tiempo y encuentran eco en el corazón de la juventud,
siempre esquiva al razonamiento frio, enemiga de los sofistas solapados y de los capciosos contemporizadores. Sólo
conocen la simpatía calurosa los que irradian su propio entusiasmo”.

198
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

sentaban en los mismos bancos de clase. Estos viejos de veinte años eran los que más nos
impacientaban. Pero a los setenta años tenían abierta la mente, fresca la curiosidad elemental… 50.

De modo que, más que juventud, el Maestro de la Juventud debía poseer cualidades como la
invocación de ideales de transformación, la reivindicación de la acción y el pensamiento como
complemento, y manifestar una profunda fe en el porvenir. A juicio de los estudiantes, en un
contexto de profesores anclados en el pasado, era oportuno y necesario reivindicar a aquellos
que estimulaban en los alumnos facultades indispensables para la lucha cotidiana, a través del
estudio de los problemas y la búsqueda de soluciones a los mismos.

Un análisis de las complejidades que acompañaron la elección del Maestro de la Juventud


ayudará a comprender las lecturas que hacían los estudiantes de la educación que se impartía en
aquella época, y de las tensiones sociales que despertó la puesta en escena de ese ritual en
Colombia.

2.3.1 Polémica por la elección de José Vasconcelos

La elección del Maestro de la Juventud en Colombia tiene un interés especial, porque puso en
evidencia las tensiones que existían entre los propios estudiantes, y entre estos y las instituciones
(Iglesia, partidos políticos, etc.), al momento de cuestionar o legitimar concepciones sobre la
educación y el papel de los maestros o tutores en la sociedad. Siguiendo a Arciniegas, lo que
buscaban los estudiantes al proponer la elección de un individuo que sirviera como referente de
la juventud, era ante todo escoger un símbolo “que significara algo nuevo y diferente, ya que
siempre vivíamos hablando mal de los profesores y de los rectores”51. De modo que, detrás de
un acto que, en principio no parecía tener pretensión diferente a la de otorgar un reconocimiento
a un individuo ligado a la vida universitaria, existía el propósito de cuestionar –en ocasiones con
dureza- el estado de la educación (en todas las variantes que el termino posibilita) impartida en
las instituciones educativas del país52. Así lo expresaba el estudiante Ernesto González Concha
en las páginas de Universidad, al efectuar un análisis crítico de los profesores que impartían
enseñanza en los centros educativos:
Los estudiantes de otros tiempos también sentimos como los de hoy la necesidad imperiosa de una
renovación que haga eficiente la labor del estudiante y sentimos deseos de ver hechos polvo esa
cantidad espantable de moldes y de ídolos, métodos y profesores, que servil o inconscientemente
adoraban y acataban no pocos compañeros. Pásmanos el ver que métodos viciados, en desuso en
todas partes, tengan carta franca entre nosotros, y que no pocas medianías de los mediano sean
profesores, no en un solo establecimiento, sino en muchos, y que no haya una autoridad competente

50
Ver “Cien mil estudiantes buscan un maestro”, El Espectador. Suplemento Literario (Bogotá), julio 3 de 1949.
51
Antonio Cacua Prada, Germán Arciniegas. Su vida contada por él mismo, Publicaciones Universidad Central,
Bogotá, 1990, p. 98.
52
La elección del Maestro de la Juventud en Bogotá, recuerda Arciniegas, se dio en un medio en donde
predominaban “unas arqueologías de profesores, que en cada frase que hacían vaciaban un fósil”; citado en Biagini,
La contracultura…, Op. cit., p. 197.

199
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

que juzgue a estos acaparadores de los víveres más preciosos. (…) Empecemos por el principio y
estudiamos lo que debe ser un buen profesor. Hagamos propaganda, emprendamos una campaña
contra la uncinariasis de la enseñanza53.

También, y no es menos importante, existía una motivación articulada a la reivindicación de lo


moderno, frente a aquello que era visto como tradicional y obsoleto.

Operativamente, la elección del Maestro de la Juventud tenía una formalidad que debemos
recrear, antes de ahondar en algunos episodios que marcaron la historia de su ejecución en el
país. En la elección del Maestro de la Juventud participaban directamente los estudiantes tanto
de universidades como de colegios, quedando marginados de esa decisión los que carecían de
esa condición. El proceso de escogencia se iniciaba, generalmente, con la proclamación de los
nombres, que se solía acompañar de la recolección de las firmas de los estudiantes que apoyaban
a los candidatos proclamados; la elección definitiva se efectuaba en el marco de la celebración
de la Fiesta del Estudiante, siendo ganador el que más apoyo tuviera.

No quiere esto decir que se eligiera un Maestro de la Juventud cada año, aunque podía suceder
por alguna circunstancia extrema (por ejemplo, si el elegido fallecía). Finalmente, se debe
destacar que la fuerza simbólica que mostró el ritual en un comienzo fue reduciéndose –las
tradiciones también se desgastan, recuerda Hobsbawm-, a tal punto que prácticamente no hay
registros de elecciones de maestros de la juventud en los años treinta, hecho que, por cierto,
encierra interrogantes de gran calado sobre la fuerza del activismo estudiantil en el periodo de
análisis, como lo hemos resaltado al revisar la persistencia y agotamiento de prácticas como los
himnos y la bandera estudiantil en los años veinte.

El primer Maestro de la Juventud fue elegido por los estudiantes en Bogotá en 1921. Francisco
Montoya M., profesor de química, el “más viejo de todos nuestros catedráticos”, como recuerda
Arciniegas, fue escogido de manera unánime por los estudiantes de la capital54. Sin embargo, el
profesor Montoya falleció ese mismo año, lo que motivó un nuevo proceso de elección que, por
razones no precisadas, finalmente se realizó en 1923.

En la elección del Maestro de la Juventud de 1923 se involucraron sectores ajenos al gremio


estudiantil, como ocurrió también con otras prácticas55. Desde las páginas de El Tiempo, se lanzó
el nombre del profesor de Medicina José María Lombana Barreneche, aduciendo que sus
cualidades humanas y científicas eran “motivos suficientes para que los universitarios le

53
Ver “Los profesores”, Universidad (Bogotá), junio 9 de 1921.
54
Cacua Prada, Germán Arciniegas… p. 98. Francisco Montoya tenía ochenta años de edad, al momento de ser
elegido Maestro de la Juventud.
55
Es evidente que el ritual estudiantil se convirtió también en una ocasión para que los partidos políticos (incluyendo
a la prensa y a la Iglesia Católica), extendieran hasta allí sus enfrentamientos, lo cual explica por qué la elección de
una persona, vinculada al mundo de la academia y ajena a la política directa, suscitó un enfrentamiento agudo como
el de 1923 en Bogotá.

200
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

otorguen ya el título de ‘Maestro de la Juventud’”56. El comportamiento del periódico liberal es


llamativo, porque pone de presente como sectores externos a la comunidad estudiantil se
adjudicaban el derecho –a pesar de las excusas de rigor que solían presentar- de definir nombres
de personas para la elección del Maestro de la Juventud. Sin duda, se pretendía condicionar la
actuación de los estudiantes, regulando sus deseos y posturas políticas. El hecho, de por sí, ilustra
las presiones que distintas instancias de poder volcaron sobre la comunidad estudiantil, como un
mecanismo para extender y mantener sobre ella su influencia. Por eso, al caracterizar la
candidatura de Lombana Barreneche como “espontánea y justa”, El Tiempo consideró que debía
“ser acogida con sincero entusiasmo por todos los universitarios”57.

La propuesta del periódico liberal –respaldada por otros diarios como El Diario Nacional y El
Derecho de Barranquilla- recibió de manera inmediata diversos apoyos. Luis Eduardo Nieto
Caballero se refirió a la propuesta como una “hermosa idea”, al considerar que Lombana
Barreneche no solo era un maestro de la juventud sino de patriotismo, por lo que se comprometió
a apoyarla y a recoger dineros para la elaboración de un retrato y la medalla de oro58. El medico
Juan Nepomuceno Corpas celebró la nominación de Lombana Barreneche, y ofreció una de las
salas de la Clínica del Hospital para que allí se colocara una placa de mármol con su nombre59.

Es cierto que la posición de la Asamblea de Estudiantes no era ajena a la idea de proclamar a


Lombana Barreneche como Maestro de la Juventud60. Tal y como lo informó Antonio J. Lemos
Guzmán, quien oficiaba como vicepresidente del gremio, en una de las sesiones de la Asamblea
de Estudiantes se había valorado el nombre del “sabio medico e insuperable maestro” para la
nominación como Maestro de la Juventud, el cual contó con la aprobación de “todas las
delegaciones”, bastando solo la ratificación de la designación en una nueva reunión de la
Asamblea de Estudiantes61. Sin embargo, distinto a lo manifestado por Lemus Guzmán (quien
asumiría más tarde la defensa del nombre de José Vasconcelos), no existía tal unanimidad al
interior del gremio estudiantil, en torno al nombre de Lombana Barreneche. De hecho, un grupo
de estudiantes decidió proclamar a Monseñor Rafael María Carrasquilla, rector del Colegio

56
Ver “El futuro maestro de la juventud”, El Tiempo (Bogotá), enero 4 de 1923, p. 1. Lo que no dice El Tiempo es
que, además de profesor, Lombana Barreneche era un político liberal. En efecto, Barreneche había sido candidato
presidencial en 1926, enfrentándose al conservador Miguel Abadía Méndez. Una descripción de la faceta de
Barreneche como profesor de Medicina, se encuentra en Arturo Campo Posada, Una vida, un médico, Ediciones
Fondo Cultural Cafetero, Bogotá, 1982, p. 83, 88.
57
No contento con definir arbitrariamente el nombre de Lombana Barreneche, El Tiempo indicó que “el día en que
se le proclame Maestro de la Juventud, a más de obsequiarle una medalla de oro, se coloque también su retrato al
óleo en la Clínica del Hospital, Clínica que llevara desde entonces el nombre de ‘Sala Lombana Barreneche’”. Ver
El Tiempo (Bogotá), enero 4 de 1923, p. 1.
58
Ver “El futuro maestro de la juventud”, El Tiempo (Bogotá), enero 5 de 1923, p. 1.
59
Ver “El dr Corpas y el Maestro de la Juventud”, El Tiempo (Bogotá), enero 16 de 1923, p. 1.
60
No obstante, estudiantes de Medicina de la Universidad Nacional que se oponían a esa candidatura, juzgaban a
Barreneche como “materialista, radical, escéptico, masón, corrosivo e incisivo”. Ver Cacua Prada, German
Arciniegas…, Op. cit., p. 98.
61
Ver “El Maestro de la Juventud”, El Tiempo (Bogotá), enero 5 de 1923, p. 3.

201
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Mayor de Nuestra Señora del Rosario, como Maestro de la Juventud62. Paralelamente, otro grupo
de estudiantes, entre los que se encontraba Germán Arciniegas, manifestó no sentirse
identificado con ninguno de los dos nominados (ni con el doctor Lombana Barreneche ni con
Monseñor Carrasquilla), y tuvo la idea –provocadora, sin duda- de proclamar al Licenciado José
Vasconcelos como Maestro de la Juventud.

Las razones para impulsar el nombre de Vasconcelos, ese mago del ideal, como fue definido en
una publicación estudiantil63, destacaban su papel en la transformación educativa y cultural que
había adelantado en México, y su postura antiimperialista y de denuncia de gobiernos
autoritarios64. Para muchos estudiantes de Bogotá –del país y del continente- José Vasconcelos
era la expresión de lo que debía ser un profesor moderno y comprometido con la transformación
de la educación como medio para sacar del atraso a países como México y Colombia65. Al
respecto, recuera el joven estudiante Carlos Lleras Restrepo, que los estudiantes de entonces
veían a José Vasconcelos como un símbolo, por sus actuaciones en el campo de la política y la
educación66. En síntesis, para decirlo con las palabras de Saúl Alejandro Taborda, Vasconcelos
encarnaba esa nueva docencia emancipadora, alejada de los viejos valores y mezquinos ideales
que identificaban a los representantes de la generación anterior67.

62
Cacua Prada, Germán Arciniegas…, Op. cit., p. 98.
63
Ver Universidad (Bogotá), abril 6 de 1922, p. 2. Un seguimiento a las primeras referencias que tuvieron los
estudiantes colombianos de José Vasconcelos nos remite, de nuevo, a la revista Universidad, en la que se publicaron
varias notas acerca del intelectual mexicano. Por ejemplo, en enero 26 de 1922, Universidad reprodujo el discurso
que leyó José Vasconcelos en la apertura del Congreso de Estudiantes celebrado en México en 1921, un documento
importante porque permite identificar los motivos de la admiración que profesaban los estudiantes colombianos
hacia él. Otras notas publicadas en la revista fueron “¿Quién es José Vasconcelos?”, y “José Vasconcelos” (esta
última elaborada por Augusto Ramírez Moreno) (Universidad, Bogotá, septiembre 21 de 1921). Meses antes de que
fuera proclamado por los estudiantes bogotanos, Vasconcelos, en calidad de Secretario de Educación Pública, donó
a la Asamblea de Estudiantes de Bogotá, una biblioteca de literatura mejicana compuesta por cincuenta libros. En
nota de agradecimiento, el gremio de Bogotá le dirigió el siguiente mensaje: “La Asamblea de Estudiantes envía su
más efusivo agradecimiento al ilustre señor don José Vasconcelos por la valiosa donación que, a nombre de la
Universidad de su País, ha hecho a esta Asamblea; se sirve de esta oportunidad para significarle la simpatía con que
ha visto sus trabajos en favor de la juventud y de los ideales hispanoamericanos, y señala un puesto de honor en la
Biblioteca de la Federación al regalo que ha hecho”. Ver “Asamblea de Estudiantes”, Universidad (Bogotá), abril
6 de 1922.
64
Un hecho vale la pena ser recreado: el 12 de octubre de 1920, en el acto de celebración del Día de la Raza, José
Vasconcelos atacó con dureza a los gobiernos de México, Guatemala y Venezuela, a los que acuso de tiranías. La
postura de Vasconcelos fue ampliamente comentada en la revista Universidad desde 1921. Ver “Sensacional
incidente diplomático”, Universidad, (Bogotá), mayo 12 de 1921.
65
A José Vasconcelos se le proclamó Maestro de la Juventud en diversos países de la región, luego de habérsele
proclamado en Colombia. En Perú, los estudiantes de la Universidad de Trujillo, lo hicieron en julio de 1923, lo que
provocó molestias en los círculos locales; luego le siguieron las adhesiones de los de Arequipa, Cuzco y Lima. En
1924 recibió la misma nominación de los estudiantes de Costa Rica; Claude Fell, José Vasconcelos. Los años del
águila, Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F., 2009, p. 576, 582.
66
Carlos Lleras Restrepo, Borradores para una historia de la republica Liberal, Tomo I, Editora Nueva Frontera,
Bogotá, 1975, p. 148.
67
Saúl Alejandro Taborda, “Docencia emancipadora (1920)”, en Juan Carlos Portantiero, Estudiantes y política en
América Latina..., Op. cit.; p. 326.

202
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Por otro lado, también incidía la visión que tenía Vasconcelos de los jóvenes –y en especial, de
los estudiantes- a quienes consideró como el sector de la población capaz de producir la necesaria
conmoción espiritual en todo el continente Iberoamericano hacia su “regeneración”. De ahí el
apoyo que expresara Vasconcelos a la reforma universitaria, como una forma de tender puentes
culturales hacia las masas populares y de abrirles las puertas para su ingreso. Esta postura, que
sintonizaba con la tesis del reformismo universitario de extender la universidad a los sectores
populares, contribuyó, como indica Claude Fell, para que Vasconcelos se presentara ante los
medios universitarios y estudiantiles de Hispanoamérica, como un intelectual demócrata
consagrado a una vasta campaña de educación popular en su país68.

De modo que había un evidente cálculo político en los estudiantes bogotanos que propusieron el
nombre de Vasconcelos como Maestro de la Juventud: acudían a su enorme prestigio, como lo
habían hecho otros estudiantes de diferentes países, para derribar estructuras universitarias
arcaicas y petrificadas. Por eso, una vez se conoció el interés, se suscitó una profunda
controversia que trascendió los marcos de la comunidad estudiantil, para convertirse en un asunto
de debate político nacional. Como recuerda Arciniegas, al proponerse el nombre de Vasconcelos
como Maestro de la Juventud, “las corrientes que defendían los nombres propuestos se
enardecieron muchísimo y en el debate vinieron a tomar parte estudiantes y público”69. Que así
ocurriera demuestra la influencia e interés de actores externos por incidir en una decisión que,
en la letra, debía incumbir solo a los estudiantes. Pero había ocurrido algo parecido –y seguirá
ocurriendo- en otras actividades surgidas de las entrañas de los estudiantes.

La polémica por la elección del Maestro de la Juventud se expresó en los periódicos, los cuales
jugaban un papel de primer orden en las controversias públicas. Así lo entendieron los
promotores de la candidatura de Vasconcelos, quienes, con la aprobación de Alfonso Villegas
Restrepo, director del diario La República, impulsaron desde sus páginas la campaña70. Por su
parte, desde los periódicos conservadores se defendió el nombre de Monseñor Carrasquilla,
mientras que El Tiempo, se alineó a favor del nombre de Lombana Barreneche.

Desde un comienzo la propuesta de un grupo de estudiantes de elegir a Vasconcelos causó


controversia, según se adujo, porque el candidato no era nacional71. Varias personalidades

68
Fell, Op. cit., p. 568; Enrique Krauze, Caudillos culturales en la Revolución Mexicana, Siglo XXI Editores,
México D.F., 1985.
69
Cacua Prada, German Arciniegas…, Op. cit., p. 100.
70
Ibíd., p. 99. A propósito, Germán Arciniegas asumió en el diario La Republica la sección juvenil con enfoque
liberal, mientras que Rafael Escallón lo hizo con la sección juvenil de tendencia conservadora. Las dos secciones
aparecían en el mismo número, lo cual da idea del espíritu amplio del director del diario, defensor del ideal de
tolerancia republicana. Ver Gilberto Loaiza Cano, Poder letrado. Ensayos sobre historia intelectual de Colombia,
siglos XIX y XX, Universidad del Valle, Cali, 2013, p. 230.
71
El cuestionamiento de la nacionalidad de Vasconcelos fue, efectivamente, un argumento central en quienes no
apoyaban su nominación. Al respecto, recuerda Arciniegas la siguiente anécdota: “La reacción de Villegas fue muy
típica. Él no se podía mover de la cama, pero nos oyó con mucha atención, como si estuviera bueno y sano. Cuando

203
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

sentaron su opinión sobre ese asunto. Max Grillo celebró la nominación del mexicano, al
considerar que la juventud universitaria de Colombia había obrado “cuerda y generosamente al
proclamar al grave y apostólico don José de Vasconcelos, maestro de la juventud, dando con tan
espontaneo desprendimiento de todo extremo nacionalista, una noble prueba de su americanismo
de buena y sincera amalgama”72. En sentido contrario, un tal Carlos Gutiérrez Trujillo, en carta
dirigida al director de La Republica, cuestionó en términos duros el “morbo del extrajerismo”,
sostenido por Arciniegas y compañía, al sostener que en Colombia no había quien mereciera ser
llamado maestro de la juventud. Contrariando esa tesis, Gutiérrez Trujillo sostenía:

Puede ser cierto que en Colombia no haya ningún Vasconcelos, pero sí hay no sólo maestros de la
juventud, sino maestros de maestros; no otra cosa observa quien echa una mirada sobre el jardín
espiritual de esta querida patria nuestra y cuenta troncos viejos y cepas venerandas cuyos renuevos
perfuman el ambiente y alimentan el espíritu no sólo de los colombianos sino de muchos de nuestros
pueblos hermanos. (…) En Colombia hay hombres de talento, y capaces de las grandes virtudes
científicas y civiles. La juventud colombiana no merece ser calificada como lo es en las notas
editoriales a que he hecho referencia, y la prueba de ello la dará no eligiendo a ningún extranjero
como Maestro de la Juventud colombiana73.

Estos planteamientos traducían claramente lo que parecía estar en juego con la nominación de
José Vasconcelos como referente de la juventud colombiana. José Mar advertía que, antes que
una postura nacionalista, lo que existía era la injerencia de “personas mayores, con cuyas ideas
no están bien las muy generosas del insigne funcionario mexicano”:
Ya se sabe que en Colombia la marcha espiritual de la juventud está vinculada constitucional, legal
y socialmente a la voluntad de la clase eclesiástica, y que no es esta la que haya demostrado mayor
simpatía por las tendencias y sistemas desarrollados vigorosamente en la Secretaria de Educación
Pública de México. “Vasconcelos, por dios” habrá sido la natural exclamación de muchas mentes
tutelares, para quienes ese nombre no representa lo que es en realidad, es decir, un espíritu
preocupado por crear en su pueblo una noción y un estado de vida más noble, más libre y más
amable, sino la tremebunda encarnación del viejo lema heterodoxo: “instrucción pública, laica y
obligatoria”. (…) Por fortuna, en la breve historia de nuestro movimiento estudiantil hay
antecedentes que permiten pensar razonablemente en la posibilidad de que esta oposición a la
candidatura de Vasconcelos no sea espontanea en los jóvenes de la protesta, sino concebida y
aconsejada sigilosamente por quienes le tienen miedo a la libertad de deliberación y organización
de la juventud74.

Las tensiones tomaron cuerpo y se agudizaron al interior del gremio estudiantil. Un grupo de
estudiantes de la Universidad Nacional procedió a pegar cartelones en las esquinas de las calles
céntricas, con mensajes en contra de la proclamación de Vasconcelos como Maestro de la

acabamos se quedó pensando y me dijo: ‘Mire, Germán. Todo eso que usted dice parece muy exacto, pero hay una
cosa en la que no los puedo acompañar definitivamente, y es que ustedes están diciendo que en Colombia no hay
una persona digna de ser maestro de la juventud’. ‘Efectivamente, doctor. De eso se trata. Aquí no hay uno sólo,
doctor, le replicamos’”. Cacua Prada, German Arciniegas…, Op. cit., p. 99.
72
Ver “José Vasconcelos y Agustín Nieto Caballero”, Cromos (Bogotá), septiembre 29 de 1923, p. 195 y 196.
73
Ver “El Maestro de la Juventud. Carta abierta”, El Tiempo (Bogotá), mayo 24 de 1923, p. 5.
74
Ver “El nacionalismo”, El Tiempo (Bogotá), mayo 24 de 1923, p. 3.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Juventud. Otro grupo de estudiantes de Manizales, se pronunció a favor de la candidatura de


Lombana Barreneche, invocando ideas nacionalistas:
Sin negar los méritos que pueda tener el señor Vasconcelos, Ministro de Educación Pública de
México, para que se le rinda el homenaje de maestro de una juventud, consideramos que tratándose
del caso especial de la Juventud de Colombia, debemos rendir ese homenaje a algún maestro que
haya tenido parte efectiva en la educación y formación de las últimas generaciones colombianas.
Ese título creemos que corresponde de derecho al Dr. Lombana Barreneche, candidato proclamado
y aceptado en todos los ámbitos del país. El cambio de su nombre por el del Licenciado señor
Vasconcelos, nos pone en ridículo ante las demás naciones hispanoamericanas, dándoles base para
creer que no tenemos en Colombia un hombre digno de llamarse maestro de su juventud 75.

Los trabajadores de Bogotá, organizados en el Sindicato Obrero de Colombia, pusieron su punto


de vista a favor del caudillo cultural de México, y saludaron a la Asamblea de Estudiantes de
Bogotá por la designación de Vasconcelos para Maestro de la Juventud, “por ser éste hombre de
miras altamente humanitarias, que desde el puesto de Secretario de Instrucción Pública de
México ha sabido elevar a las clases trabajadoras, dándoles toda clase de apoyo, de modo que
aquel país es ejemplo de adelanto y de progreso del proletariado”76.

El 14 de mayo de 1923, en la inauguración de las sesiones de la V Asamblea de Estudiantes,


varios delegados, sin contar con la aprobación de la mayoría, entusiasmados “por la obra
admirable realizada desde Méjico y con proyecciones sobre el Sur del Continente por el señor
Licenciado José Vasconcelos”, lo proclamaron como Maestro de la Juventud de Colombia, e
hicieron un llamamiento a las federaciones estudiantiles de América para que siguieran su
ejemplo. Sin embargo, al día siguiente, un grupo de estudiantes de la Facultad de Matemáticas e
Ingeniería de la Universidad Nacional, manifestó su inconformidad por la “manera inusitada”
como se había escogido el nombre de Vasconcelos como Maestro de la Juventud77. Con el paso
de los días se acentuaron las disputas al interior del gremio estudiantil. El 30 de mayo de nuevo

75
Ver “El dr Lombana Barreneche y el maestro de la juventud”, El Tiempo (Bogotá), mayo 23 de 1923, p. 3.
Firmaron la declaración Alejandro Villa Álvarez, Julio Zuluaga, Abelardo Arango, Juan A. Toro, Eduardo Peláez,
Gonzalo Hoyos, Emiliano Gutiérrez, Ricardo Jaramillo, Julio Laserna, José J. Hoyos, Juan Pinzón, Eudoro Galarza
Ossa, Jorge S. Robledo, Enrique Cordobés.
76
Ver “Proposición”, El Tiempo (Bogotá), mayo 24 de 1923, p. 3. Alfonso de Rosenweig Díaz (miembro de la
Legación de México en Colombia), respondió al Sindicato Central Obrero en los siguientes términos: “El Licenciado
Vasconcelos, cuya devoción y cuyo afecto por Colombia son innegables y mejor conocidos por los que, como yo,
no ha sino pocos meses escucharon su palabra, acogerá, estoy cierto, tan gallardo gesto de simpatía, no sólo con la
flor de un agradecimiento hondo y fraternal, sino, principalmente, con el delicado sentimiento de quien, esforzado
amigo de la clase obrera, atesora esta nueva prueba de confraternidad latinoamericana que enaltece al Sindicato
Obrero de Colombia, de quien me suscribo, atentamente servidor”. Ver “Vasconcelos y Colombia”, El Tiempo
(Bogotá), junio 2 de 1923, p. 3.
77
Ver “Declaración de los estudiantes”, El Tiempo (Bogotá), mayo 17 de 1923, p. 3. En rigor, indicaban los
estudiantes firmantes que la proclamación de la candidatura de Vasconcelos no tuvo el carácter de representatividad,
al ser realizada por “unos cuantos estudiantes que en manera alguna constituyen un núcleo representativo de la masa
estudiantil”. Firmaron la declaración Hernando Parra Lleras, Pedro G. Camacho, Ernesto Parra Ll., Gabriel Durana
Camacho, José Daniel Camacho A., Manuel José Uribe C., Santiago Escallon, Santiago Garavito, Daniel Camacho
G., Daniel Brigard Herrera, José María Samper (muchas más).

205
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

se reunió en sesión la V Asamblea de Estudiantes con el fin de volver a discutir la proclamación


de José Vasconcelos como Maestro de la Juventud. A la sesión, reunida en el Conservatorio
Nacional de Música, asistieron los veintidós delegados que constituían la mayoría absoluta,
mientras que un numeroso grupo de estudiantes, cercanos a los cuatrocientos, se ubicó en las
barras, para observar el desenlace de los hechos. Como ya había sido expresado públicamente,
un sector de estudiantes pretendía reconsiderar la proposición aprobada en la sesión del 14 de
mayo, en donde se proclamó el nombre de Vasconcelos como Maestro de la Juventud. A favor
de reconsiderar el nombre de Vasconcelos intervinieron, con encendidos discursos, Joaquín
Fidalgo, Silvio Villegas y Eliseo Arango. A favor de la nominación de Vasconcelos intervinieron
Hernando de la Calle, Rafael Bernal Jiménez, Gabriel Turbay y Antonio José Lemos Guzmán,
quienes impugnaron la reconsideración e hicieron una calurosa defensa de la proclamación de
Vasconcelos. Finalizado el debate, la Asamblea negó por unanimidad la reconsideración, y
ratificó la elección hecha de José Vasconcelos78.

Además de las intervenciones a favor de la postulación de Vasconcelos, resultó fundamental en


su elección como Maestro de la Juventud, una comunicación que el propio Vasconcelos envió a
Germán Arciniegas, en la que le agradecía por la nominación que le habían hecho. La
comunicación fue leída por Arciniegas en una sesión de la Asamblea de Estudiantes79, no sin
antes haber solicitado a Vasconcelos su publicación en forma de manifiesto. De tal modo, el
documento salió en forma de folleto, pudiéndose así justificar el lanzamiento de su candidatura,
porque se mostraba su interés por la situación de América: “Cuando se conoció el escrito de
Vasconcelos todos cerraron filas en torno a su nombre, hasta el clero y los proponentes de
Monseñor Carrasquilla. Y ganó Vasconcelos!”80.

En síntesis, la polémica originada por la proclamación de Vasconcelos como Maestro de la


Juventud en 1923, contribuyó a que un mayor número de ciudadanos reflexionase sobre la
situación de la cultura y la educación nacional en Colombia81, y a que se hiciera hincapié en la
eventualidad, aplaudida por unos, combatida por otros, de un compromiso social del mundo

78
Ver “El Maestro de la Juventud”, El Tiempo (Bogotá), mayo 31 de 1923, p. 1. Recuerda Arciniegas: “Allí
pronunciaron encendidos discursos, como nunca los volvieron a hacer, ni siquiera en el Congreso de la República,
Gabriel Turbay, Eliseo Arango, Camacho Carreño y otros. Las figuras claves en la discusión fueron Eliseo Arango
y Gabriel Turbay. El ala más conservadora del cuento la representó Joaquín Fidalgo Hermida”; Cacua Prada,
Germán Arciniegas…, Op. cit., p. 100.
79
Ver “Asamblea de estudiantes”, El Tiempo (Bogotá), agosto 9 de 1923, p. 3. Afirma Arciniegas: “Días antes le
había escrito una carta al maestro Vasconcelos pidiéndole una colaboración para Universidad y preciso recibí su
respuesta, de veinte páginas, antes de la elección”. Cacua Prada, German Arciniegas…, Op. cit., p. 100. La
comunicación de Vasconcelos a Germán Arciniegas tiene por título “Carta a la juventud de Colombia”, y tiene fecha
del 28 de mayo de 1923. Ver José Vasconcelos. Textos. Una antología general, SEP – UNAM, México D.F., 1982,
p. 128 – 133.
80
Cacua Prada, Germán Arciniegas…, Op. cit., p. 100.
81
Ver “El hondo significado de la elección de Vasconcelos”, La República (Bogotá), octubre 25 de 1923, p. 7.

206
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

estudiantil y su participación en la obra de “regeneración” continental82. Desde luego, también


sirvió para agudizar las tensiones al interior del gremio estudiantil, a tal punto que, en las sesiones
de la VI Asamblea de Estudiantes realizada en 1924, los sectores estudiantiles que habían
mostrado su disgusto por la nominación de José Vasconcelos, consiguieron que se aprobara una
proposición en la que se autorizaba la creación de un reglamento sobre la elección del Maestro
de la Juventud, en el que se determinó que el Maestro de la Juventud debía ser de nacionalidad
colombiana83. Finalmente, otro resultado de la polémica fue la consolidación de un grupo de
dirigentes estudiantiles de origen conservador, el cual se opuso a la designación de Vasconcelos,
y que adoptó el nombre de Los Leopardos, con el cual promoverán la defensa de una forma de
hacer y entender la politica84.

2.3.2 El Maestro de la Juventud en Medellín y Cartagena

Estudiantes de otras ciudades del país siguieron los pasos de los de Bogotá en la elección del
Maestro de la Juventud. No quiere esto suponer que lo realizado por los estudiantes de provincia
tuviese que pasar, primero, por Bogotá. Al respecto, debe decirse que los estudiantes de ciudades
como Medellín, Cartagena y Popayán conocían experiencias estudiantiles internacionales que se
difundían a través de diversos medios (lectura de prensa, intercambio de revistas estudiantiles,
etc.). Ahora bien, tampoco significa que se deba minimizar la influencia que ejercía el activismo
estudiantil realizado en Bogotá. De cualquier modo, al analizar el curso que tuvo la elección del
Maestro de la Juventud en lugares diferentes a la capital de la república, se observan
continuidades y rupturas en la práctica, que confirman la necesidad de matizar las
interpretaciones que de ellas se hagan. Como lo remarca Antonio Gramsci, no basta “la premisa
de la difusión orgánica desde un centro homogéneo de un modo de pensar y de obrar
homogéneo”, ya que un “mismo rayo luminoso da refracciones luminosas distintas al pasar por
diversos primas”85.

Las fuentes consultadas permiten establecer que en ciudades como Medellín, Popayán,
Manizales y Cartagena, los estudiantes realizaron elecciones de Maestro de la Juventud,
particularmente en los años veinte. En 1921, en el marco de la Fiesta del Estudiante, los
estudiantes de Medellín eligieron como Maestro de la Juventud a Francisco Antonio Mejía Uribe,

82
Fell, Op. cit., p. 576. La polémica en torno al nombre de José Vasconcelos originó posturas risibles, como la
advertida por el diario El Nuevo Tiempo de desear, para el Partido Conservador, un Vasconcelos creyente. Ver El
Tiempo (Bogotá), mayo 28 de 1923, p. 3. Resaltado nuestro.
83
Ver “Acuerdo N°2 por el cual se reglamenta la elección de Maestro de la Juventud”, en I y II congresos
nacionales…, p. 151, 153.
84
Fabio Alejandro Cobos Pinzón, “La intelectualidad conservadora en Colombia. Fuentes para el estudio del grupo
Los Leopardos”, en Aimer Granados y otros (Editores), Temas y tendencias de la historia intelectual en América
Latina, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo – Universidad Nacional Autónoma de México, Morelia,
2010, p. 227.
85
Antonio Gramsci, Cultura y literatura, Ediciones Península, Barcelona, 1968, p. 98.

207
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

un respetado profesor de Medicina, a quien llamaban cariñosamente “Doctor Pachito”. Los


motivos que se esgrimieron para elegir a Mejía Uribe concuerdan con los planteados por los
estudiantes en la elección Bogotá: el Maestro de la Juventud, sin importar la edad, debía ser un
individuo de ideas liberales que, sin ser anticatólico, actuara con independencia, promoviera el
pensamiento moderno, estimulara la ciencia como una herramienta para resolver los problemas
sociales y, algo muy importante, mantuviera una relación fraterna con la juventud.

Francisco A. Mejía Uribe, Maestro de la Juventud de los estudiantes antioqueños.


Fuente: Sábado (Medellín), julio 8 de 1922, p. 784.

Francisco Antonio Mejía Uribe reunía las condiciones requeridas para ser elegido Maestro de la
Juventud. Reconocido en el medio como un intelectual liberal, Mejía había sido diputado a la
Asamblea de Antioquia años atrás, destacándose por sus posturas democráticas en tiempos
aciagos. Además, fue miembro fundador de la Academia de Medicina de Medellín y divulgador
de las ciencias biológicas. Estas dos facetas, insistimos, le merecieron el título de Maestro de la
Juventud en ambos significados, esto es, “en el de profesor que durante largos años difundió la
ciencia en un sinnúmero de discípulos, y en el de ciudadano cuyo corazón rebozaba en afectos
de caridad, de beneficencia, de protección y de estímulo para la sociedad toda, y en particular
para los estudiosos”86. Además, Mejía Uribe mantenía relaciones amistosas con los estudiantes,
llegando incluso a presidir la Asamblea de Estudiantes en Medellín y a participar en los
preparativos de la Fiesta del Estudiante de 1921. En la celebración de la Fiesta del Estudiante de
1922, el universitario Eduardo Vasco leyó un discurso que destacó las virtudes del profesor
Mejía Uribe. Su lectura permite identificar las razones que encontraban los estudiantes en los
maestros para escogerlos como referentes de la juventud.
Porque sois, a estas horas de vuestra meritoria existencia, un prodigio de energía; porque las luces del
alba sorprenden vuestros pasos camino de la cátedra; porque bajo el sol del mediodía, mientras otros

86
Ver Anales de la Academia de Medicina de Medellín, N°8, mayo – junio de 1945, p. 457 y 459. Un perfil
biográfico de Francisco A. Uribe Mejía en Javier Mejía Cubillos, Diccionario biográfico y genealógico de la elite
antioqueña y viejocaldense. Segunda mitad del siglo XIX y primera del XX, Red Alma Mater, Pereira, 2012.

208
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

descansan, vos desafías la inclemencia en busca de discípulos y pacientes, con unción apostólica, y todas
las horas que os dejan estas nobles tareas se las dáis (sic) por completo a los libros, puliendo más y más
el diamante purísimo de vuestro espíritu; porque aprendisteis de los griegos la eterna sonrisa, es sonrisa
que al refulgir en los frisos del Partenón soberbio, no tiene más claridad ni más frescura que cuando
juega en vuestros labios; porque no hay en las ilimites (sic) praderas de vuestra vida un solo camino
tortuoso, ni un solo gesto que no sea de ascensión hacia el bien: por eso, Maestro, os proclamamos como
un símbolo de juventud y de generosidad; y por eso, como sabe de nuestros valles tórridos el aliento
ardoroso de la tierra fecunda, hasta las cumbres andinas que encaneció la nieve, así sube hasta la cumbre
mayestática de vuestra vida la salutación encendida de nuestra juventud que os proclama: Maestro87.

Ahora bien, en el caso de Medellín, un hecho llama la atención: la elección de una mujer, al
mismo tiempo que un hombre, como Maestra de la Juventud. Ocurrió en 1921 con la elección
de Amalia Arango (de cuyos datos biográficos carecemos)88. El hecho resulta llamativo ya que
es el único registro que se tiene de una mujer que recibió esa denominación en Colombia –e
incluso en el contexto de Hispanoamérica-, además, su caso demuestra que, simultáneamente,
podían ser designados dos maestros de la juventud en una misma circunstancia89.

Si la elección del Maestro de la Juventud en Medellín parece no haber originado tensiones, no


significa que así haya sido en otros lugares. Además del caso bogotano ya registrado, lo ocurrido
en Cartagena en 1923 sirve de ejemplo para destacar los conflictos que acompañaron la elección
del Maestro de la Juventud, producto de intereses de sectores diferentes al estudiantil. En la
capital de Bolívar la elección del Maestro de la Juventud era un acto que hacía parte de la Fiesta
del Estudiante. En la festividad de 1923, en la ceremonia de proclamación de una candidata al
reinado, algunos estudiantes vinculados a la Universidad de Cartagena y a colegios (varios
administrados por comunidades religiosas), postularon el nombre de Antonio José de Irisarri
como Maestro de la Juventud, un reconocimiento que éste valoró en un “vibrante y elocuente
discurso”90.

Irisarri era una figura pública en la ciudad, por varias razones. Reconocido como un educador
con ideas liberales, se había desempeñado como Director de Instrucción Pública y era director
(y propietario) del Colegio de la Esperanza, una institución reconocida por impartir métodos de
enseñanza modernos, en un contexto en donde predominaban los colegios de carácter
confesional. Además, un aura de respeto acompañaba a Irisarri, a raíz de las excomuniones –la
última, ocurrida en enero de 1921- de que había sido objeto por el Arzobispo Pedro Adán

87
Ver “El día del estudiante”, Sábado Revista Semanal (Medellín), julio 8 de 1922, p. 784.
88
Ver El Tiempo (Bogotá), septiembre 22 de 1921, p. 1.
89
Una lectura no desprevenida, desde luego, debe relacionar la designación de una mujer como miembro de la
directiva de una agremiación y su irrupción como actor social en la vida pública, como en efecto ocurría en ese
momento. Ver Olmedo Vargas Hernández, “Dinámica del movimiento universitario en Colombia 1920 – 1930”, en
Archivos y documentos para la historia de la educación colombiana, Rudecolombia, Tunja, 2000, p. 134.
90
Ver “De Cartagena”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 24 de 1923, p. 4. Describe el corresponsal que, una vez
Irisarri concluyó su discurso, los estudiantes desfilaron ante él, aclamándolo incesantemente, y luego “subieron a la
residencia del ilustre maestro infinidad de amigos y admiradores suyos, entre los que se contaba un selectísimo y
florido grupo de señoras y señoritas que daban con su presencia mayor solemnidad y esplendor al acto”.

209
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Brioschi91. De modo que, ante los ojos de la juventud, Irisarri aparecía como un intelectual
promotor de la educación moderna y crítico de la injerencia de las ideas religiosas en los asuntos
educativos, por lo cual era perseguido.

Antonio José de Irisarri. Fuente:


http://www.cartagenadeindiasweb.com/cartagena_notas_esperanza.html

Luego de la proclamación del nombre de Irisarri como Maestro de la Juventud, vinieron


manifestaciones de apoyo, en donde participaron estudiantes y sectores de la vida social. En uno
de los actos de aclamación, Irisarri pronunció unas palabras que no escondían su emoción por la
designación:
No vengo con ninguna clase de pretensiones con vosotros al declararos que comprendo lo que es el cargo
de maestro. Maestro significa alto espíritu e intangibles virtudes para saber influir en el seno de la
juventud con impulso sublime, de generosidad y carácter. Maestro es aquel que sabe marcar todas las
reglas de la moral cristiana, timbrar de galardones la honradez purísima de las almas juveniles. Maestro,
en fin, es aquel bello carácter que consigue, por entre los odios y las mezquindades, una ética perfecta y
un símbolo luminoso de justicia y de verdad 92.

Sin embargo, el ambiente de entusiasmo que suscitó la aclamación de Irisarri, se enturbió al


conocerse de presiones hechas a los estudiantes para que invalidaran las firmas que habían
consignado en el documento de aclamación de Irisarri. Pronto se conoció que había surgido una
nueva candidatura para Maestro de la Juventud: la de Luis Patrón Rosano, Rector de la
Universidad de Cartagena. Con el paso de los días surgieron quejas de que en algunos colegios

91
Irisarri, quien no escondía su fe cristiana, además de ser excomulgado, fue presionado por el Ministro de
Educación para que cerrara el Colegio de la Esperanza en junio de 1922. Ver Apuntaciones críticas para la historia
apologética de un decreto por un sacerdote de la Arquidiócesis de Cartagena para El Luchador, Tip. Penitente,
Cartagena, 1921; Pedro Adán Brioschi, Una excomunión y los documentos que la justifican: observaciones, Tip.
De San Pedro Claver, Cartagena, 1921. La postura de Irisarri en Mi defensa de una segunda excomunión y
documentos sobre ella, Tipografía García, Cartagena, 1921.
92
Ver “De Cartagena”, El Tiempo (Bogotá), octubre 5 de 1923, p. 4.

210
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

se estaba amenazando con la expulsión a los estudiantes que se mostraban amigos de la


candidatura de Irisarri. Incluso se acusó al arzobispo Pedro Adán Brioschi de impulsar la
candidatura de Patrón Rosano, y de haber dirigido al Gobernador una comunicación pidiendo la
intervención oficial para lograr que los estudiantes de establecimientos públicos retiraran la firma
de la adhesión a Irisarri y se inclinaran a favor de la candidatura de Patrón Rosano93.

Que las miradas se centraran en el arzobispo Brioschi, a quien se juzgaba como responsable de
la campaña contra Irisarri, no era para nada injusto. De hecho, ese proceder se ajustaba fielmente
a la personalidad del alto jerarca de la Iglesia Católica en Cartagena, quien solía involucrarse
“en los debates políticos y en los asuntos reservados para los sectores dirigentes encargados del
poder civil”, empleando sus pastorales “para atacar, desaprobar o autorizar el nombramiento de
un empleado público, recomendar dirigentes conservadores de su confianza y denigrar de todo
aquello que se pareciera al liberalismo, al modernismo y a la masonería”94. El historiador
cartagenero Eduardo Lemaitre, por su parte, no dudó en describir al arzobispo Pedro Adán
Brioschi como un hombre “de carácter autoritario y recio, con una visión del mundo ajena a los
nuevos tiempos”95.

Con las cosas puestas en esos términos, la calle se convirtió en el espacio natural para dirimir las
tensiones derivadas del antagonismo entre las dos candidaturas. El 6 de octubre, los partidarios
de Luis Patrón Rosano, especialmente estudiantes de colegios oficiales, organizaron una
manifestación en donde aclamaron oficialmente su nombre como Maestro de la Juventud. Los
partidarios de Irisarri – donde sobresalían los universitarios- no se quedaron con los brazos
cruzados e hicieron actos similares. Mientras tanto, en un artículo de prensa –la prensa también
era una trinchera de combate- el estudiante Simón Bossa defendió la candidatura de Irisarri y
criticó la campaña sucia que se hacía contra su nombre, acusando al Arzobispo Brioschi como
su principal artífice. Para Bossa, era urgente encontrar una salida al inédito problema que había
surgido, el cual, como informaba el corresponsal de prensa, tenía “en constante alarma a la
sociedad cartagenera”96.

Las presiones del Arzobispo Brioschi tuvieron al cabo de un tiempo su efecto, al conseguir que
varios estudiantes que habían plasmado su firma en el documento de apoyo a la candidatura de
Irisarri, solicitaran su nulidad y procedieran a vincularse a la campaña a favor de Patrón Rosano.
El comportamiento de los estudiantes fue cuestionado con dureza por el universitario Carlos
Pareja, lo que despertó la molestia del Arzobispo Brioschi, quien pidió al Gobernador del

93
Ver “De Cartagena”, El Tiempo (Bogotá), octubre 7 de 1923, p. 4.
94
Jairo Álvarez Jiménez, “Clero, pueblo y poder civil en el caribe colombiano: entre conflictos políticos y
divergencias religiosas”, Revista Amauta, N°15, Barranquilla, 2010, p. 69.
95
Eduardo Lemaitre, Historia general de Cartagena, Tomo IV, Banco de la Republica, Bogotá, 1983, p. 505.
96
Ver “De Cartagena”, El Tiempo (Bogotá), octubre 7 de 1923, p. 4.

211
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Departamento la destitución de Pareja como estudiante de la Universidad de Cartagena97.


Finalmente, Antonio José de Irisarri fue elegido Maestro de la Juventud de Bolívar, y acompañó
los actos de coronación de la Reina de los Estudiantes en 192398.

Ahora bien, si, como se demostró en la elección del Maestro de la Juventud en Cartagena, la
Iglesia Católica presionó a la población estudiantil, para favorecer a un candidato en particular,
lo que suscitó un álgido debate que condujo a cuestionar el papel del Arzobispo Brioschi, no
debe esto suponer que dicha intervención de la Iglesia Católica en el curso de esa tradición
estudiantil, supuso siempre una oposición o generó conflictos. Aquí jugaron mucho las
circunstancias sociales y culturales de las ciudades donde los estudiantes promovieron la
tradición del Maestro de la Juventud. Por supuesto, pensamos en el peso de instituciones como
la Iglesia Católica en la vida cotidiana, y la presencia marcada de criterios ligados a preceptos
morales. En 1929, por ejemplo, los estudiantes de Manizales eligieron al Padre Nazario Restrepo
como Maestro de la Juventud99, sin que hubiesen aflorado controversias entre los estudiantes de
esa ciudad. ¿Acaso puede este caso servir para ilustrar la tesis que hemos sugerido? Creemos
que sí, a pesar de que el planteamiento, para el caso de Manizales, como pudo ser también para
otros lugares, demanda tener más información para agudizar la reflexión.

2.4 La Fiesta del Estudiante

La revuelta contra la universidad antigua se expresaba no sólo en las manifestaciones del campo ideológico
sino en el mundo de las fiestas estudiantiles100.

Una de las prácticas simbólicas más importantes que se ejecutó en el período de análisis, fue la
Fiesta del Estudiante. El grado de aceptación social que tuvo, la intensidad con que fue celebrada
y su ejecución en varias ciudades del país, son algunas razones que permiten resaltar ese
significado. Por lo anterior, en las líneas que siguen haremos un análisis de la Fiesta del
Estudiante, resaltando su origen, ejecución y transformación, para demostrar, entre otras cosas,
que en torno a esa actividad se gestaron nuevas prácticas (que devinieron en tradiciones), como
el reinado y el carnaval estudiantil, las cuales, precisamente, convirtieron a la Fiesta del
Estudiante en la más grande tradición inventada por los estudiantes colombianos en la primera
mitad del siglo XX.

2.4.1 Origen de la Fiesta del Estudiante

Celebrada por primera vez en Bogotá (y en Colombia) en 1920, la Fiesta del Estudiante tuvo

97
Ver “De Cartagena”, El Tiempo (Bogotá), octubre 8 de 1923, p. 4; “Una entrevista con Simón Latino”, La
Republica (Bogotá), diciembre 19 de 1923, p. 7.
98
Ver “De Cartagena”, El Tiempo (Bogotá), octubre 14 de 1923, p. 4.
99
Guillermo Duque Botero, Apuntes para la historia del clero en Caldas, Editorial Bedout, Medellín, 1957, p. 355.
100
Cacua Prada, German Arciniegas…, Op. cit., p. 111.

212
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

como antecedente celebraciones similares registradas en otros países de la región,


particularmente en Uruguay y Chile101. En el Primer Congreso Internacional de Estudiantes
Americanos reunido en Montevideo en 1908, un estudiante argentino, Delfín Carballo Araya,
propuso declarar el primer día de primavera (21 de septiembre) como fiesta anual para todos los
estudiantes americanos102. En Chile el primer “Día de los Estudiantes” se celebró el 23 de octubre
de 1915. De acuerdo con Fabio Moraga:
La iniciativa había partido cuando, a mediados de año, una delegación de estudiantes de Medicina, a
cuya cabeza iba el presidente del Centro de Estudiantes, Ernesto Morales Troncoso y otros cuatro
alumnos, fueron a Montevideo a tomar parte de un homenaje al malogrado Héctor Miranda, el
organizador del Primer Congreso Internacional de Estudiantes de Montevideo. Allá presenciaron las
fiestas con que los jóvenes uruguayos y argentinos recibían la llegada de la primavera. De vuelta, la
delegación propuso introducirlas en Chile. La iniciativa fue tomada por el Centro de Estudiantes de
Medicina que propuso celebrar el “Día de los Estudiantes” con una serie de actividades que intentaban
recoger y canalizar el ambiente bohemio y la experiencia murguera que los jóvenes aspirantes a galenos
habían desarrollado espontáneamente. (…) para organizar y dirigir las festividades que, para la ocasión,
contó con la colaboración del gobierno que decretó feriado escolar103.

En Ecuador, la Federación de Estudiantes (fundada en 1919) estableció en sus estatutos la


necesidad de promover las fiestas universitarias y las patrias104. En México, el presidente
Plutarco Elías Calles declaró el 20 de junio como el Día del Estudiante, por medio del acuerdo
número 823 del 26 de mayo de 1925, en el cual destacó “que es un hecho altamente halagador,
el de la cada vez mejor y más consciente organización del elemento estudiantil”105.

En los países en donde se celebró la Fiesta del Estudiante, su ejecución reunió aspectos similares:
coronación de reinas, desfile de disfraces, serpentinas, etc. En la capital chilena, relata Moraga
Valle, el “experimento resultó enormemente exitoso” al desfilar por las principales calles, “que
aun respiraba ese aire monacal que le daba la omnipresencia católica, (…) una extraña y enorme
caravana de disfrazados para realizar una fiesta en que se rendía homenaje a la juventud y la

101
Debe tenerse presente que el elemento de lo lúdico y del ocio entre los estudiantes, había tenido sus primeras
manifestaciones en las universidades de la Europa del Antiguo Régimen. De tal manera, la concepción de una fiesta
del estudiante, propuesta y puesta a andar en el sur del continente en la segunda década del siglo XX, debió recibir
influencias de las manifestaciones europeas, siendo la del carnaval, la más evidente. Una interpretación del papel
del ocio y la diversión en la cotidianidad del estudiante universitario, en Margarita Torremocha, La vida estudiantil
en el Antiguo Régimen, Alianza Editorial, Madrid, 1998.
102
Biagini, La contracultura juvenil..., Op. cit., p. 72.
103
Fabio Moraga Valle, “Muchachos casi silvestres”. La Federación de Estudiantes y el movimiento estudiantil
chileno 1906 – 1936, Universidad de Chile, Santiago, 2007, p. 174 y 175.
104
Estatutos de la Federación de Estudiantes del Ecuador, Imprenta de la Universidad Central, Quito, 1919, p. 3.
105
Renate Marsiske, “Antecedentes del movimiento estudiantil de 1929 en la Universidad de México: actividades
y organización estudiantil”, en Movimientos Estudiantiles en la historia de América Latina Vol. III, Renate Marsiske
(Coordinadora), Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F., 2006, p. 152.

213
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

alegría de vivir”106. En México la celebración también incluyó la elección de reinas


estudiantiles107.

Imágenes alusivas al Día de los Estudiantes en Chile. Fuente: Juventud (Santiago de Chile), N°7, 1919.

2.4.2 Primeras celebraciones en Colombia

La idea de celebrar la Fiesta del Estudiante surgió por primera vez en Colombia 1910, en el
marco del Primer Congreso Internacional de Estudiantes de la Gran Colombia que sesionó en
Bogotá y reunió a estudiantes de Colombia, Ecuador y Venezuela. En una de las sesiones del
evento se propuso la institucionalización de una celebración a la que se denominó Fiesta del
Estudiante, y se estableció como fecha de ejecución el 24 de julio, día del nacimiento de Simón
Bolívar108. La fecha, que se entendería como “día de vacaciones para los estudiantes”, tuvo desde
el comienzo un significado especial: invocaba la idea de patriotismo unida a la figura del
natalicio del Libertador.

Establecer plenamente la recepción que tuvo la iniciativa estudiantil es difícil, ya que los pocos
registros de información que se tienen no ofrecen mayores detalles, factor que puede ser
explicado por la circunstancia misma de la celebración: generalmente ésta se ejecutaba en el

106
Moraga Valle, “Muchachos casi silvestres”…, Op. cit., p. 175.
107
Marsiske, Op. Cit.
108
Ver Primer Congreso Internacional de Estudiantes de la Gran Colombia, J. Casis Editor, Bogotá, 1910, p. 285.
El interés por la celebración de una fiesta estudiantil advierte del conocimiento que tenían los estudiantes de
Colombia de los procesos de organización que promovían sus pares de otras latitudes y, en particular, en los países
del cono sur del continente, como se puso de manifiesto en el primer capítulo.

214
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

periodo de vacaciones, y la dimensión simbólica de la fecha daba realce a las iniciativas


institucionales, lo cual ocultaría la presencia de los estudiantes. También pudo incidir la
debilidad del gremio estudiantil en el país (no existía una agremiación de carácter nacional ni
regional), imposibilitando la capacidad de gestión de los estudiantes ante las autoridades para
dar trascendencia a la actividad programada.

Algunos años después, en 1917, estudiantes vinculados a la Sociedad Jurídica de la Universidad


Nacional109, retomaron la idea de institucionalizar una celebración estudiantil. En una
comunicación del 30 de junio de 1917, dirigida al director del diario La República, los
universitarios Rafael Ángel Donado, Luis Martínez Delgado, Luis Crespo, manifestaron que con
ese propósito buscaban que “la confraternidad estudiantil deje de ser palabra vana para
convertirse en realidad halagüeña al patriotismo y a la cultura, y derivación lógica de ese su
anhelo de concordia”. En ese sentido, concebían los organizadores que la fiesta estudiantil
serviría para “estrechar vínculos de amistad entre todos los estudiantes colombianos”, y
fortalecer el sentimiento de “gratitud y recuerdo” hacia el libertador Simón Bolívar. Por ello,
solicitaban el apoyo de los directores de los establecimientos educativos “para llevar nuestra voz
a sus alumnos”, y de los periodistas, para lograr una “labor eficaz de propaganda”110.

Si bien la iniciativa que promovió la Sociedad Jurídica pretendía dar continuidad al propósito
planteado en 1910, será hasta 1920 cuando se celebre por primera vez en Colombia la Fiesta del
Estudiante. Para ese momento había sido creada la Asociación de Estudiantes de Bogotá en 1919,
una agremiación que reunía a prácticamente todo el sector estudiantil de la capital, y cuya
dirigencia había establecido como uno de sus propósitos lograr la institucionalización de la Fiesta
del Estudiante111.

Para cuando eso ocurrió, ya se tenía conocimiento de la forma como se celebraba la fiesta
estudiantil en otros países de la región. Al respecto, German Arciniegas recuerda que la idea de
realizar la Fiesta del Estudiante en Bogotá se fortaleció a raíz de lo contado por el estudiante
colombiano Pablo de la Cruz, recién llegado de Santiago de Chile, donde había cursado una
especialización en arquitectura. De la Cruz presenció la celebración estudiantil que allí se hacía
y dio detalles a un grupo de estudiantes bogotanos, como que estás se realizaban el primer día
de la primavera, es decir, el 21 de septiembre, con “un gigantesco carnaval”, donde los

109
La Sociedad Jurídica, como se destacó en el capítulo primero, fue una agrupación académica que reunía a
estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional. De carácter liberal, editaba la Revista Jurídica,
la cual desempeñó un papel destacado en la circulación de ideas e información de actividades estudiantiles de
Colombia y la región.
110
Ver “La Sociedad Jurídica y la fiesta de los estudiantes”, La República (Bogotá), julio 14 de 1917, p. 1.
111
La reunión constitutiva de la Asamblea de Estudiantes de Bogotá, llevada a cabo en 1919, estableció como uno
de los propósitos, la creación del Día del Estudiante. Ver José Abelardo Díaz Jaramillo, “Yo vine a crearlo todo:
Carlos Pellicer y la Asociación de Estudiantes de Bogotá”, en Memoria y Sociedad, N°40, Bogotá, 2016.

215
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

“estudiantes salían de por las calles en planes de farra extraordinaria”112. De acuerdo con German
Arciniegas, lo contado por De la Cruz motivó a los estudiantes bogotanos a hacer lo mismo, pese
a la singularidad geográfica y cultural de la capital del país:

Cuando Pablito de la Cruz nos contó lo de las fiestas de la primavera en Santiago, inmediatamente se
me ocurrió hacer lo mismo en Colombia. Claro en una forma postiza. Establecimos el carnaval. Desde
luego esto no se había celebrado jamás en Bogotá. El carnaval fundamentalmente es una fiesta costeña,
del Caribe principalmente. Salir en traje de disfraz en Bogotá, con ese frio, qué cosa más absurda113.

De manera que la primera celebración de la fiesta estudiantil se realizó en Bogotá el 21 de


septiembre de 1920, y según los reportes de prensa, en el festejo tomaron parte “todos los
elementos estudiantiles desde los escolares primarios hasta los más avanzados universitarios”,
así como representantes de los poderes públicos y “varios elementos de la alta sociedad”, un
rasgo que será común en las celebraciones futuras. Una mirada atento permite destacar que los
actos de la celebración fueron variados y privilegiaron los escenarios públicos. Además, el
diseño de la fiesta buscó reunir elementos de orden histórico, político y cultural. Por ejemplo, la
realización de la Fiesta del Árbol, una celebración ejecutada desde el siglo XIX (“consagrado
como emblema de la nueva era y que recogía simbólicamente los festejos de los “mayos” de la
Revolución Francesa y de las siembras del Árbol de la Libertad, realizadas por Antonio Nariño
en Santafé”)114, la cual se realizó en el trayecto de la Plaza de los Mártires a la Plaza España.
También se efectuó en el edificio de la Academia de Historia la ceremonia de proclamación del
Maestro de la Juventud115.

En horas de la tarde, los estudiantes adscritos a varias Facultades se trasladaron desde el Salón
de Grados de la Facultad de Derecho, en dirección al Parque de Santander. En ese lugar, y ante
una concurrencia de más de dos mil quinientos jóvenes, el Presidente de la Asamblea de
Estudiantes, Eduardo Esguerra Serrano, pronunció un discurso “vibrante de patriotismo”; luego
se dirigieron al Palacio de la Carrera para saludar al Presidente de la Republica, Marco Fidel
Suarez116. Luego se dirigieron a saludar a la representación diplomática del Ecuador, donde se

112
Cacua Prada, Germán Arciniegas..., Op. cit., p. 111.
113
Ibíd., p. 111, 112. Pablo de la Cruz (nacido en Medellín en 1894), estudió Ingeniería en la Universidad de
Antioquia y, posteriormente, realizó estudios de Arquitectura en la Universidad Católica de Santiago de Chile. A
su regresó a Colombia en 1919, ocupó cargos en el Ministerio de Obras Públicas.
114
Marcos González, Ceremoniales, fiestas y nación. Bogotá: un escenario. De los estandartes muiscas al Himno
Nacional, Intercultura Colombia, Bogotá, 2012, p. 292. Afirma Konig, citado por González, que “el árbol de la
libertad representaba claramente un instrumento de movilización, que fuera de sus funciones como creador de
lealtad y unidad interna, también estaba dirigido hacia el exterior, con el fin de fomentar la solidaridad y avivar el
entusiasmo por la lucha contra el poder colonial”, ver González, Op. cit., p. 163.
115
Ver “De Colombia”, El Día (Quito), noviembre 4 de 1920, p. 3.
116
Ver “La Fiesta del Estudiante”, El Combate (Bogotá), mayo 15 de 1920, p. 2. La descripción que hace este diario
no concuerda con la versión de Arciniegas, quien destacó que para esa celebración la idea del carnaval “produjo un
contagio universal, de modo que los estudiantes se precipitaron a la calle en la primera fiesta”, aunque indica que
“el número de disfrazados que salió a la calle fue mínimo”. Ver Cacua Prada, Germán Arciniegas, Op. cit., p. 112.

216
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

reuniría el III Congreso de Estudiantes de la Gran Colombia. La celebración concluyó con un


“festival nocturno” en el Teatro Colon, totalmente colmado, al que se dio principio cantando el
Himno Nacional y en donde se realizó “una representación típica de costumbres estudiantiles
inglesas, francesas, españolas y colombianas”117.

2.4.3 Transformación de la Fiesta del Estudiante

Si bien la Fiesta del Estudiante se ejecutó durante prácticamente toda la primera mitad del siglo
XX, de ningún modo debe pensarse que la celebración permaneció inmutable en su forma y no
sintió los efectos de distinto orden que imponía el contexto social en donde se ejecutaba. Una
historia de la Fiesta del Estudiante, enmarcada en la sociedad, como era el deseo de Hobsbawm
respecto de las tradiciones, conduce a reconocer esa particularidad del ritual estudiantil. De modo
que el propósito de las líneas siguientes apuntará a mostrar algunas transformaciones
significativas que tuvo la celebración de la Fiesta del Estudiante en el país entre 1921 y 1954.

2.4.3.1 De fiesta a carnaval

Entre las modificaciones más sobresalientes que registró la Fiesta del Estudiante, se destaca su
trasformación en carnaval en 1921. Se trató de una mutación rápida y muy significativa: el paso
de una fiesta a carnaval. Los expertos en las festividades coinciden en destacar el sentido
transgresor del carnaval, que es precisamente la característica que lo diferencia de la fiesta. No
toda fiesta es carnaval, pero todo carnaval es fiesta y más que eso118. Como lo destacó Bajtín al
estudiar el carnaval en la Edad Media, a diferencia de la fiesta oficial, “el carnaval era el triunfo
de una especie de liberación transitoria, más allá de la concepción dominante, la abolición
provisional de las relaciones jerárquicas, privilegios, reglas y tabúes”119. Con el carnaval, la
inversión del orden de las cosas se efectúa en la efervescencia colectiva. Es el desbarajuste
gracias al cual aparece, como en un paréntesis en medio de la cotidianeidad, un mundo
completamente diferente120. Los participantes se apropian del orden por mimetismo, representan
el desorden para conjurarlo, se enfrentan en el juego. Conmociona los ordenamientos sociales;
crea una comunidad lúdica efímera donde todo se hace posible, donde las jerarquías y las
convenciones de la vida ordinaria se disuelven121.

Creemos que, efectivamente, Arciniegas confunde la celebración de 1920 y 1921, siendo en esta última en donde,
por primera vez, se realizó el carnaval estudiantil, como acto de la Fiesta del Estudiante.
117
Ver “De Colombia”, El Día (Quito), noviembre 4 de 1920, p. 3.
118
Edgar J. Gutiérrez y Elisabeth Cunin (compiladores), Fiestas y carnavales en Colombia La puesta en escena de
las identidades, La Carreta Social, Medellín, 2006.
119
Mijaíl Bajtín, La cultura popular en la Edad Media y Renacimiento, Barral Editores, Barcelona, 1974, p. 15.
120
Georges Balandier, El desorden. La teoría del caos y las ciencias sociales, Gedisa Editorial, Barcelona, 2003, p.
118.
121
Balandier, Op. Cit., p. 120, 121.

217
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

El carnaval estudiantil celebrado en Bogotá, ha sido analizado en diversas oportunidades122. El


historiador Marcos González, el investigador que más se ha ocupado del asunto, ha rastreado sus
orígenes, estableciendo que éstos se funden con otras prácticas carnavalescas y festivas que se
ejecutaban desde los tiempos de la Colonia. Un capítulo de esa historia lo constituye las
carnestolendas, una diversión popular de las poblaciones marginadas, celebrada los tres días
antes del miércoles de ceniza, en la que era costumbre disfrazarse o tiznarse y recorrer las calles
en grupos acompañados de música y librando batallas con huevos rellenos de harina, ante la
mirada del público que ocupaba los balcones y ventanas. En el comienzo del periodo republicano
aparecieron las fiestas cívicas, mezclándose con celebraciones como las carnestolendas, que, a
principios del siglo XX, se fueron extinguiendo, entre otras causas, por los fuertes ataques de la
iglesia católica y sectores políticos tradicionalistas, “quienes veían en estos goces populares
costumbres peligrosas que debían erradicarse123.

Como se anotó, la celebración de la Fiesta del Estudiante en 1920 tuvo más de acto político
(concentración, movilización, discursos), que de acto festivo. Sin embargo, al año siguiente la
celebración adquirió una connotación totalmente distinta, al incorporarse nuevos actos como el
reinado estudiantil y el desfile de disfraces por la Calle Real124. Estas actividades imprimieron a
la festividad un carácter más participativo al involucrar a diversos sectores sociales de la ciudad.
Desde las páginas de El Tiempo se resaltó el impacto que tuvo la celebración de 1921, destacando
el ambiente carnavalesco inédito que ésta había tenido:

Con entusiasmo caluroso aplaudimos la fiesta realizada ayer por la Federación de Estudiantes, que
vino a romper por unas horas la monotonía de nuestras calles. Disfraces, mascarada, confetis y
serpentinas, bulliciosos carros carnavalescos, música, alegría, juventud, todo eso nos dieron esos
estudiantes admirablemente disfrazados que ayer pusieron en nuestra gravedad chibcha la nota
luminosa de la alegría latina125.

122
González Pérez, Carnestolendas y carnavales en Santa…Op. cit.; Marcos González Pérez, Ceremoniales, fiestas
y nación, Intercultura Colombia, Bogotá, 2012; Marcos González Pérez y Catalina Bohórquez Mendoza, “Los
reinados estudiantiles en los años 20”, en Credencial Historia, N° 323, Bogotá, 2016; Catalina Bohórquez Mendoza,
“Una mirada al carnaval desde la perspectiva de la antropología simbólica de Clifford Geertz y la antropología de
Lévi-Strauss”, [En línea] [Consultado el 14 de agosto de 2016] Disponible en:
file:///C:/Users/Jose%20Diaz/Downloads/10294-35504-1-SM.pdf; Carlos Arturo Reina Rodríguez, Historia de los
jóvenes en Colombia 1903 – 1991, Tesis para optar al título de Doctor en Historia, Universidad Nacional de
Colombia, Bogotá, 2012.
123
González, Carnestolendas y carnavales…, Op. cit., p. 275.
124
Nuevamente se resalta que la Fiesta del Estudiante en Colombia evidenció transformaciones durante el tiempo
en que se realizó. Por ejemplo, en 1924 la Reina Elvira I instituyó la celebración del Día de la Madre del Estudiante
el 23 de septiembre, para lo cual todos los estudiantes que tenían la madre viva debían llevar un clavel rojo, y los
estudiantes que no, un clavel blanco. “La Fiesta del Estudiante”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 18 de 1924, p. 3
125
Ver “La fiesta de los estudiantes”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 21 de 1921, p. 1. Recuerda Arciniegas: “Con
Jorge Soto del Corral alquilamos los disfraces en el Teatro Municipal. Casi todos se enmatachinaron con cosas
elementales. (…) Diez automóviles descubiertos y varios camiones carrozas desfilaron por la Calle Real. Esto
paralizó el tráfico y abrió camino a las fiestas futuras”. Cacua Prada, Germán Arciniegas…, Op. cit., p. 112. Nueve
años después se seguía resaltando el efecto que tuvo el cambio de la festividad. Ver “En el día de la juventud”,
Cromos (Bogotá), julio de 1930.

218
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Con el inicio del carnaval, afirma Arciniegas, “el entusiasmo produjo un contagio universal”,
pese a que el número de disfrazados no fue grande. La celebración en septiembre de 1921, estuvo
precedida de la Batalla de Flores realizada en julio, actividad que presentaba para la Asamblea
de Estudiantes de Bogotá, la posibilidad de recoger ingresos económicos, por la venta de boletas
para ingresar al Luna Park. Las boletas eran de distintos precios (dependía de si el estudiante
estaba federado)126.

La fiesta estudiantil en Bogotá estimuló en otras ciudades una especie de fiebre por ese tipo de
festividad. De hecho, la fiebre por el carnaval, como celebración, se asoció al aprendizaje de una
“ciencia difícil y necesaria: la ciencia de divertirse”, que parecía reducirse “a las ciudades de la
Costa, únicas que sabían de fiestas populares, de disfraces y de bailes monstruos (sic). Ahora ya
en el interior se las imita y piensa en superárseles. (…) Los pueblos tristes son pueblos de
vitalidad escasa, de temperamento apocado. Que los nuestros dejen de serlo es un buen síntoma,
revelador de salud, de energía, de fuerza”127. Desde entonces, fue común la realización de
carnavales, aunque no siempre tuviesen el carácter estudiantil, bajo el argumento de que eran
apropiados para animar a “pueblos tristes y de vitalidad escasa”. Desde las páginas de El Tiempo
se reconoció el efecto social del carnaval estudiantil de 1921, al dar a la calle un sentido diferente:
“La Fiesta del Estudiante nace apenas, pero ha hecho ya progresos maravillosos; el año pasado,
apenas sí hubo algún desfile y un bello pero ceremoniosos concierto en el Teatro Colon. Este
año se entró de lleno en lo que es la vida estudiantil”. También se hacía un reconocimiento a la
agremiación estudiantil, que pudo romper “el sello de nuestra fría vida ceremoniosa y tuvo la
audacia encantadora de reír y jugar en nuestras calles seudo austeras”128.

PROGRAMA DEL DIA DEL ESTUDIANTE 1921

8 a.m. Fiesta del Árbol en la Avenida del Estudiante

11 a.m. Apertura de Exposición de Costuras en el Foyer del Teatro Colon.

10 a.m. Paseo de la Bandera de los estudiantes de la Facultad de Medicina a la de Ingeniería, por el


siguiente trayecto:

Calle 10 (Escuela de Medicina) carrera 8ª, calle 15, calle 10 (Escuela de Ingeniería). Al pasar por el
Teatro Colón las señoras y señoritas organizadoras de la Exposición cantaran el Himno estudiantil desde
los balcos (sic) del Foyer. Entregará la bandera el estudiante de Medicina señor Alberto Uribe y la
recibirá el estudiante de Ingeniería señor Julio González Concha.

2 p.m. Concurso de deportes en Luna Park.

126
Ver “La Batalla de Flores en el Luna Park”, El Tiempo (Bogotá), julio 19 de 1921, p. 5. Para la Batalla de Flores
de 1921, la junta organizadora invitó al Presidente de la Republica. Debe tenerse en cuenta que la Batalla de Flores
se realizaba el 20 de julio, día en que se celebraba el grito de independencia. Esta particularidad, la unión de dos
celebraciones, era un calculado propósito que unía dos tradiciones.
127
Ver “Carnavales”, El Tiempo (Bogotá), diciembre 30 de 1925, p. 3.
128
Ver “La fiesta de los estudiantes”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 21 de 1921, p. 1.

219
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

I. Carrera a pie. Velocidad 100 metros.

II. Natación superficial. Velocidad.

III. Natación, zabullendo. Velocidad.

IV. Carreras en bicicleta alrededor del lago, pasando por los puentes. Velocidad.

V. Regatas, haciendo un 8 alrededor de los islotes. Velocidad.

VI. Entrega de los premios por la Presidencia.

VII. Canto del Himno estudiantil (sic). Presidirán y entregaran los premios don Paco Montoya, Maestro
de la Juventud, y los doctores J. M. González Valencia, Luis Felipe Calderón y Víctor E. Caro, Rectores
de las Facultades Nacionales.

Habrá salón de té en el pabellón chinesco y servicio de mostrador a cargo de don Alejandro Riviére. En
la Plaza de Bolívar habrá autobuses, autos y coches desde las 7 a.m., que harán el recorrido de ese punto
a Luna Park. Precios de costumbre. Rebaja de 50 por 100 para los Federados.

8 y 45. Función en homenaje de la Federación de Estudiantes con la representación de ‘Adiós, Juventud’


y con el tercer acto de ‘El Pilluelo de Paris’, por la Compañía Valle – Csillag (sic) en el Colón.

Fuente: El Tiempo (Bogotá), septiembre 21 de 1921, p. 1.

Un hecho significativo para entender la transformación de la fiesta estudiantil en carnaval, fue


el involucramiento de la mujer en la organización de la celebración y su participación en el
reinado, como ilustraremos más adelante. A lo anterior hay que agregar, en clave de interpretar
el realce de la celebración de la fiesta en 1921, la decisión del Ministro de Instrucción Pública,
Miguel Abadía Méndez, de otorgar vacaciones a los estudiantes de las Facultades, Colegios y
Escuelas Oficiales del país los días 20 y 21 de septiembre, para que concurrieran a los actos de
celebración129.

La institucionalización del carnaval estudiantil de 1921 fue vista con beneplácito por distintos
sectores sociales de la ciudad. Muchos vieron esa celebración como “un paréntesis a la faena, a
la lucha, y un reconfortante para emprenderlas nuevamente”130. También fue concebida como
una oportunidad para que los estudiantes de la capital, venidos de distintos lugares del país,
pudieran fraternizar131. Sin embargo, no todos los estudiantes de la capital participaron en el
carnaval estudiantil de 1921 en Bogotá, algo que resultaba extraño. Sobre esto desde las páginas
de El Tiempo se planteaba la siguiente pregunta “¿Qué prematura y necia gravedad creen exponer
los universitarios que en un día como este se resisten a echarse a la calle, a ser jóvenes estudiantes
que saber ser alegres, ingenuos y un tanto traviesos?”. Enseguida, llamaba la atención sobre la
necesidad de que en el carnaval se involucrara “no sólo esa elite que lucha por crear el ambiente

129
Cacua Prada, Germán Arciniegas…, Op. cit., p. 113.
130
Ver “El carnaval bogotano”, El Diario Nacional (Bogotá), enero 12 de 1925, p. 3.
131
Ver “El Día del Estudiante”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 21 de 1921, p. 1.

220
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

universitario, sino los jóvenes todos que asisten a las aulas; es preciso romper esta atonía y este
fastidio que han pesado sobre nuestra vida universitaria”132.

2.4.3.2 La fecha cambia

La transformación de la Fiesta del Estudiante también se reflejó en el cambio de la fecha y el


tiempo de duración de la celebración. En varias oportunidades, por razones que se irán
resaltando, el calendario festivo fue objeto de modificación. Como se indicó líneas atrás, la Fiesta
del Estudiante se realizó por primera vez el 21 de septiembre de 1920, siguiendo la costumbre
de los estudiantes chilenos y uruguayos, quienes simbólicamente asociaban el comienzo de la
estación de la primavera con la alegría estudiantil. Al año siguiente, en 1921, cuando la fiesta
adoptó la forma de carnaval, el gobierno otorgó vacaciones a los estudiantes de las facultades y
colegios del país los días 20 y 21 de septiembre, para que éstos pudieran contar con más tiempo
para la celebración.

No obstante, al cabo de un tiempo surgieron inconvenientes con la fecha asignada para la


celebración. Uno era la debilidad simbólica de la fecha, lo cual estaba relacionado con la
inexistencia de la estación de la primavera en Colombia. Otro inconveniente era que la
celebración se hacía en momentos decisivos del calendario escolar, cuando se avecinaban los
exámenes de fin de año y los estudiantes se veían obligados a limitar su participación en la
festividad. El inconveniente lo advirtieron los propios estudiantes. En una carta dirigida a la
Reina Elvira I, un joven bogotano pedía su intervención para que el día de celebración se
trasladara “para otra época más oportuna, menos perjudicial, con el objeto de que los jóvenes
puedan entregarse jubilosamente a la disipación del carnaval, sin el temor de exponer de manera
alguna el resultado de los estudios”. Indicaba el firmante que si bien la celebración era de un
solo día, ésta en realidad implicaba más jornadas:
Vos sabéis, y toso (sic) sabemos, lo fatales que son las distracciones largas en la última época de los
estudios anuales. Y, aunque la fiesta no es sino de un solo día, los estudiantes emplean varios más: antes
del 21, en preparativos; y después en descanso, por la consiguiente fatiga corpórea, que impide tomar
los libros con todo el entusiasmo necesario. Y ocho o diez días, en el caso efímero de un año escolar,
forman un inoportuno lapso relativamente largo; más aún en la proximidad de los exámenes que, por lo
general, principian a mediados de octubre en todos los colegios133.

Vino así el primer y significativo cambio en la fecha, ocurrido en 1923, el cual contó con la
aprobación del Ministro de Instrucción Pública, José Ignacio Vernaza, quien a su vez trató el
asunto con el Comité Ejecutivo Nacional de Estudiantes134. Ese año la festividad se efectuó entre

132
Ver “La fiesta de los estudiantes”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 21 de 1921, p. 1.
133
Ver “Carta a SM Elvira”, El Tiempo (Bogotá), octubre 3 de 1923, p. 3. Otro inconveniente que tenía la
celebración el 21 de septiembre, era que en lugares como Popayán los estudiantes ya se encontraban en vacaciones.
134
El Comité Ejecutivo Nacional de Estudiantes, la máxima autoridad del gremio estudiantil, emitió un decreto en
donde dispuso una reglamentación sobre las fiestas estudiantiles en el país, con el evidente propósito de fortalecer

221
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

el 21 y el 24 de junio135, ampliándose la celebración a cuatro días, lo cual se explica por el hecho


de que la celebración contaba con una amplia aceptación social. En 1924 la celebración se
trasladó de nuevo al mes de septiembre (del 21 al 24 de ese mes). Sin embargo, en 1925 la fecha
y duración de la celebración volvieron a modificarse, estableciéndose sólo un día de festejo, el
10 de julio136. Días después, el Presidente Pedro Nel Ospina ratificó el cambio de fecha, según
argumentaba, para “darle mayor pompa, haciéndola concordar con alguna fecha clásica de la
república”137. En 1930 de nuevo se modificó la fecha de la celebración, al trasladarse a la última
quincena de julio; posteriormente, en 1934, otra vez por disposición del gobierno, la festividad
pasó a celebrarse entre el 3 y el 6 de agosto138.

Los cambios en la fecha y tiempo de duración de la festividad, que fueron continuos hasta 1954,
tenían motivaciones diversas. La más significativa, como se anotó, tuvo que ver con el cambio
de carácter de la festividad estudiantil (de fiesta a carnaval), lo que implicó ampliar el tiempo de
la celebración. Además, fue común que la época escogida por las autoridades para efectuar la
celebración fuera en los meses de julio o agosto, queriendo acercarla a las fiestas patrias, y en
septiembre, por el factor simbólico original. En otras ciudades del país, la fecha de celebración
coincidió en unos casos con la de Bogotá (particularmente el mes de septiembre), pero en otros
fue diferente, y también ella fue objeto de modificaciones permanentes. En 1937, la fiesta
estudiantil en Manizales se realizó entre el 14 y el 17 de octubre139. En Barranquilla, el
gobernador decretó el cambio de la celebración en 1928, que pasó de julio a agosto140.

La extensión de los días de celebración en Bogotá fue objeto de debate público. En una ocasión,
quienes se oponían a que la celebración durase varios días, aducían que esa extensión perjudicaba
el nivel de formación de los estudiantes. Uno de quienes sostenía esa tesis era el propio Ministro
de Educación, Eliseo Arango, quien afirmaba que en Bogotá los jóvenes matriculados en centros

la autoridad de los distintos organismos (Comité Ejecutivo y Asambleas), y garantizar un control sobre las
actividades estudiantiles. Ver “Las Fiestas estudiantiles”, El Tiempo (Bogotá), agosto 20 de 1923, p. 1.
135
Ver El Tiempo (Bogotá), junio 21 de 1923, p. 4.
136
Ver “La Fiesta del Estudiante”, El Tiempo (Bogotá), octubre 23 de 1925, p. 5. En comunicación enviada al
Ministro de Educación, el Comité Ejecutivo Estudiantil manifestó: “Con todo, ponemos en conocimiento de usted,
que los actos del comité ejecutivo en este particular, están sujetos a la revisión del Congreso de estudiantes (sic), y
que es esta corporación la llamada a proveer definitivamente sobre la materia”, rezaba la parte ultima de la
comunicación, firmada por Abel Botero, A. Charria Tovar, Gonzalo Esguerra Gómez, Juan Pablo Llinas y Jorge
Soto del Corral.
137
Ver “Fiesta de los Estudiantes”, El Tiempo (Bogotá), octubre 23 de 1925, p. 3.
138
Ver “Es probable que este año no haya elección de reina estudiantil”, El Tiempo (Bogotá), julio 12 de 1934, p.
3.
139
Ver “El lunes se proclamaran las candidatas al reinado estudiantil”, La Voz de Caldas (Manizales), septiembre
4 de 1937.
140
Ver “La gobernación transfirió para el mes entrante el festival de los universitarios”, La Prensa (Barranquilla),
julio 23 de 1928, p. 2.

222
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

educativos, no estudiaban como debían por el número de fiestas que estaba contemplado en el
calendario:
De los nueve meses que tiene el año escolar, sólo se utilizan tras para el estudio, y esto,
medianamente. El desorden y la anarquía que han venido reinando en los institutos y centros de
instrucción, han hecho que ésta se encuentre en condiciones tan desventajosas y lamentables. La
cantidad ya excesiva de festividades religiosas, civiles y locales, muchas de éstas improvisadas, le
restan al año escolar las tres cuartas partes de su utilidad y servicio. Y esto es sencillamente
intolerable en una ciudad como Bogotá, donde resulta siempre más costosa la educación de un
muchacho y donde menos se hace por estudiar. Las festividades de semana santa, carnavales
estudiantiles, vacaciones de julio y siete de agosto y las demás que a su tiempo van resultando
aisladamente, forman al fin y al cabo cerca de setenta días, perdidos inútilmente141.

2.5 El carnaval estudiantil en Bogotá

Ya se anotó que la primera Fiesta del Estudiante se realizó en Bogotá en 1920, y que al año
siguiente, ésta se transformó en Carnaval. Hecha la distinción entre las dos celebraciones, y
expuesta la diferencia entre la celebración de 1920 y 1921, procederemos a realizar una lectura
del Carnaval Estudiantil en Bogotá, sin que se desconozca que en otras ciudades también se
realizaron celebraciones estudiantiles, las cuales referiremos en la segunda parte del capítulo.
Dos razones nos motivan para analizar el carnaval de Bogotá: en primer lugar, por la posibilidad
de disponer de un mayor número de fuentes de información y, en según lugar, por el hecho de
que, al ser la capital del país y reunir el mayor número de centros educativos, el carnaval
estudiantil tomó dimensiones especiales, desencadenando situaciones que difícilmente pueden
hallarse en otra ciudad. Tal particularidad convierte la celebración bogotana en un rico
laboratorio de análisis, que aquí será leído desde la perspectiva de los estudiantes y desde la
óptica de otros actores (elites políticas, comerciantes, iglesia católica, etc.), siempre teniendo en
cuenta que estas festividades fueron acontecimientos sociales difíciles de captar desde un solo
ángulo, tal y como lo resaltaba Hobsbawm.

Las tesis que guiarán nuestra lectura señalan que el carnaval estudiantil fue un artefacto
simbólico que apuntaló la presencia de los estudiantes en la sociedad y perfiló su crítica
–contradictoria, en muchos casos- al armazón político y cultural del país. De igual manera, se
sostendrá que hubo siempre el interés de sectores ajenos al ámbito estudiantil de querer
establecer criterios de ejecución y regulación de la celebración. Se insistirá además, en que, por
ser un evento grupal, nunca hubo un propósito único en su ejecucion142. Por último, se sostendrá
que el carnaval estudiantil sirvió para legitimar relaciones de poder en la sociedad. Lo

141
Ver “El deber de estudiar”, Cromos (Bogotá), julio de 1930. Una tesis que será de nuevo sostenida en 1934 por
el Ministro de Educación, Jaime Jaramillo Arango, quien consideraba que los estudiantes “perdían mucho tiempo
en los carnavales”. Ver La Defensa (Medellín), julio 3 de 1934, p. 2.
142
Hobsbawm, La invención de la tradición…, Op. cit.; Díaz Cruz, Archipiélago de rituales..., Op. cit.

223
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

anteriormente señalado se revisará indagando por los sentidos políticos, económicos y culturales
que tuvo la festividad en la ciudad.

Sobre la ejecución del carnaval estudiantil, debe tenerse


en cuenta que éste solía durar dos o tres días,
dependiendo de las circunstancias políticas y
económicas que registraba la ciudad o el país.
Generalmente, el carnaval iniciaba el día siguiente de la
coronación de la reina, que solía realizarse en un recinto
cerrado (por ejemplo, el Teatro Colón). Simbólicamente,
el carnaval comenzaba con la llegada a la ciudad de Don
Pericles Carnaval Neira y Godoy143, un inmenso muñeco
de trapo, acompañado de carrozas, murgas y personas
disfrazadas que lanzaban claveles rojos, serpentinas y
confetis. Don Pericles era conducido - por una ruta de
antemano anunciada en los programas- hasta el Hotel
Ritz. La reina elegida inauguraba el evento montada en
una carroza, seguida de muchas otras que participaban
Muerte de Pericles Carnaval. Fuente: Mundo al en un concurso por ser la mejor decorada, y que era
Día (Bogotá), septiembre 24 de 1924, p. 1. bautizada con un nombre alegórico al tema que
representaba144.

Mientras esto ocurría, el público desde los balcones de las casas y de los edificios públicos,
presenciaba el desfile y participaba lanzando flores y gallardetes. Como es comprensible, el
tráfico de la ciudad era interrumpido por varias horas, cuando se realizaba la realización de la
mascarada estudiantil, una especie de desfile de disfraces por las principales calles de la
ciudad145. En horas de la noche, solían programarse cocteles de reconocimiento a la reina

143
Si bien no se conoce el origen del nombre, Marcos Pérez considera posible que los estudiantes de la Facultad de
Derecho de la Universidad Nacional, acudieran a ese apelativo para evocar a Pericles, gobernador de Atenas en el
siglo V a.C., quien apoyó las artes y las letras en aquella época. Ver Marcos González Pérez (Coordinador),
Carnavales y nación. Estudios sobre Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba y Venezuela, Intercultura Colombia,
Bogotá, 2014, p. 36.
144
En el carnaval estudiantil de 1930, varias carrozas fueron bautizadas con los siguientes nombres: Acorazado del
Gun Club, Caballeros del Invierno, Orangutanes, Los Marinos del Oriente, Los Negros, Los Signos del Zodiaco,
Los Lunáticos, Los Caballeros de Calatrava, La Corte de Luis XV. Ver “Lo que se vio y ocurrió en el Carnaval”,
Mundo al Día (Bogotá), julio 14 de 1930, p. 4.
145
Ver “La gran mascarada de los estudiantes”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 20 de 1921, p. 1. El trayecto era el
siguiente: del Teatro Municipal hacia el centro de la ciudad, por la carrera 7ª hasta San Diego; de aquí debía volver
por la Avenida de la Republica y bajar por la calle 15, y seguir por la carrera 8ª (Calle de Florián) hasta la Plaza de
Bolívar; de aquí por la calle 11 hasta la carrera 5ª y luego bajar por la calle 10 hasta la carrera 8ª y de aquí nuevamente
hasta el Teatro Municipal.

224
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

entrante y a la ex reina, en lugares exclusivos como el Jockey Club. Luego, se daba paso a bailes
programados en los salones del Hotel Ritz.

El carnaval continuaba al día siguiente, con actividades como la becerrada en el Circo de San
Diego, a donde concurría numeroso público (en 1933 concurrieron quince mil personas), y en la
que participaban los estudiantes a través de las cuadrillas. El carnaval concluía con el robo,
fusilamiento y entierro de Don Pericles en la Plaza de los Mártires, “entre los lloriqueos de las
viudas y berridos de dolor, simbolizaba la finalización del carnaval”, como recuerda Arciniegas.
El gran muñeco de algodón, era entonces guardado frente a la Facultad de Medicina, en la Plaza
de los Mártires.

2.5.1 Lo político en el carnaval estudiantil

Los carnavales estudiantiles tuvieron diversos sentidos, y no fueron ajenos a las representaciones
y contiendas políticas del momento. De hecho, su realización brindaba una oportunidad para que
los estudiantes manifestaran sus apreciaciones sobre la vida pública, acudiendo al lenguaje
carnavalesco. Esta particularidad sirve para explicar por qué, desde un comienzo, el carnaval se
convirtió en un objeto de disputa, en donde midieron fuerzas instituciones ajenas al gremio
estudiantil. De hecho, algunos sectores políticos no consintieron la realización de los carnavales
estudiantiles en el país, por razones de contenido moral y político. En 1923 se prohibieron
algunos disfraces, como los de arzobispo, obispo, sacerdote u otros similares, por considerarlos
“como injuriosos”146. En la celebración de 1925 se prohibió llevar disfraz –salvo previa licencia
de la alcaldía de la ciudad-; además, no se podía proferir gritos o ejecutar actos contrarios al
respeto y a la moral, y no se podían utilizar disfraces o comparsas alusivos a asuntos políticos y
religiosos147. O censurar el reinado estudiantil, como lo hizo el Arzobispo de Bogotá en 1931, lo
que provocó la renuncia de la reina Ana Sáenz148. En 1932, sectores del conservatismo se
opusieron al carnaval al considerar que éste era promovido por los liberales, interesados en crear
un ambiente de fiesta constante, para distraer a los ciudadanos: “Era necesario hacer fiestas,
muchas fiestas, para que la atención se retirará de tanta estupidez administrativa”, se señaló desde
las páginas de La Unidad149. La curia católica también se opuso en varias ocasiones al carnaval,

146
González Pérez, Op. cit., p. 181.
147
Marcos González Pérez, “Bogotá, escenario de un carnaval”, en Edgar J. Gutiérrez S. y Elisabeth Cunin
(Compiladores), Fiestas y carnavales en Colombia. La puesta en escena de las identidades, La Carreta Social,
Medellín, 2006, p. 179.
148
Ver “Doña Ana Sáenz renuncia al Reinado Estudiantil”, Gil Blas (Bogotá), agosto 13 de 1931, p. 5.
149
Ver “Carnavales”, La Unidad, (Bogotá), junio 23 de 1932, p. 6. Una postura, por cierto, oportunista, ya que en
años anteriores, el director del periódico, Laureano Gómez, fungió como uno de los oradores principales en el evento
de coronación de una reina estudiantil en Bogotá.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

como ocurrió en Cúcuta, donde miembros de la feligresía, “en un momento de desesperación


rabiosa quisieron impedir el desfile de los disfraces populares”150.

Los cuestionamientos de orden moral que solían emitir los críticos de las festividades
estudiantiles, eran recreados, a modo de mofa, en las páginas de El Tiempo:
El carnaval ha sido mirado con malos ojos por algunos cegatones profesores de moral. Esas fiestas
“báquicas”, esas “orgias” dicen, exaltan las inclinaciones animales de los hombres y aíslan el espíritu o
lo anegan en un mar tumultuoso de sensaciones groseras. El hombre se hace menos humano y más bestial;
la materia enervada deprime el pensamiento y el sentimiento, y las nobles concepciones y las nobles
acciones son casi siempre imposibles en este estado de alegría “desenfrenada”151.

Pero no solo la institución católica se opuso a los


carnavales estudiantiles. También hubo voces de
rechazo en sectores de izquierda. Ignacio Torres
Giraldo, un reconocido dirigente socialista lamentó Disfraz La crisis más alta.
Fuente: Cromos (Bogotá), junio de 1930.
que los estudiantes, en lugar de haber unido esfuerzos
para combatir al régimen político tradicional, se
hubiesen dedicado a “coronar reinas”, en abierta
alusión a los reinados152.

Una mirada sobre lo político en el carnaval estudiantil,


mostraría lo siguiente:

a. Del carnaval estudiantil se construyeron lecturas


acerca de cómo debía realizarse y los sentidos sociales
que debía tener o promover. Aquí predominó una voz
externa al gremio estudiantil, difusora de una narrativa
moralizante en la que, por ejemplo, se definía a los
estudiantes como “un significativo motor de actividades” que debían ser encauzadas y llevadas
“a un término feliz”153. Quienes defendían la realización del carnaval estudiantil, establecían

150
Ver “El carnaval bogotano”, El Diario Nacional (Bogotá), enero 12 de 1925, p. 3. Se trataba de una postura
reiterada de la Iglesia Católica y de sectores políticos tradicionalistas, que consideraban las Carnestolendas, una
fiesta popular bogotana, como goces con “costumbres peligrosas que debían erradicarse”. Ver González,
Carnestolendas…, Op. cit., p. 162.
151
Ver “El carnaval y la caridad”, El Tiempo (Bogotá), diciembre 27 de 1923, p. 3.
152
Ignacio Torres Giraldo, Los inconformes, Editorial Latina, Bogotá. Desde una orilla política distinta, Rafael
Bernal Jiménez coincidió con Torres Giraldo, al señalar que, por dedicarse al “revoleteo de las serpentinas”, los
estudiantes no fueron capaces de presionar lo suficiente para lograr la reforma universitaria que se agitaba desde
1922. Ver Rafael Bernal Jiménez, La educación, he ahí el problema, Ministerio de Educación, Bogotá, 1949, p.
164.
153
Ver “El Día del Estudiante”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 21 de 1921, p. 1.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

criterios de ejecución que se ajustaban a sus percepciones del orden social, como se observa en
la siguiente nota de prensa:
Hoy celebran los estudiantes su fiesta anual. Es el triunfo de la alegría,
y debe serlo de la alegría sana, de aquella que no deja heces en el
alma ni quebrantos en el cuerpo. Por las calles de la ciudad,
muchachos venidos de todos los puntos del país desfilan en caravana
feliz, ocultando bajo sus máscaras el loco ardor que los anima, y
transformando, siquiera por un momento, la melancólica y brumosa
Bogotá, en una urbe bulliciosa y fantástica, en donde el placer es el
amo supremo. Nosotros acompañamos de todo corazón a los
estudiantes en su Fiesta, y hacemos votos por que cada año traiga para
ellos nuevas conquistas de libertad bien entendida y se les abran
nuevos horizontes, que les permitan servir a la Patria en toda la
amplitud de sus anhelos generosos154.

b. El carnaval estudiantil actuaba como una válvula de escape de


las contenciones violentas que acumulaba la sociedad, por la vía
de la diversión, contribuyendo de ese modo a la conservación del
orden social, en una ciudad que solía describirse como
neurasténica, triste y melancólica. Un comentario de prensa así
lo reconocía: “En realidad, nos hacía falta una fiesta de todos, un
día de desbordamiento de todas las actividades traviesas, de todas
las alegrías contenidas. Y esta fiesta que resumía un anhelo de
todos, ha cumplido su objeto admirablemente”. En esos El Tío Sam. Fuente: Mundo al Día,
términos, el carnaval era un “paréntesis amable entre el tedio del (Bogotá), septiembre 30 de 1924,
p. 12.
trabajo diario” , ya que “si no le fuera dado al hombre
155

divertirse, vivir unas cuantas horas entregado a la más extravagante locura de placer y de
entusiasmo, entonces sucumbiría por completo en el fastidio, enfermaría de cansancio y de
tedio”156.

c. Desde un comienzo, los estudiantes, principales sujetos celebrantes157, otorgaron al carnaval


sentidos políticos. German Arciniegas, por ejemplo, afirmó que la crítica a la universidad antigua
“se expresaba no sólo en las manifestaciones del campo ideológico sino en el mundo de las
fiestas estudiantiles”158. Desde luego, aquí lo político estaba marcado por los intereses
partidistas, de los que no eran ajenos los estudiantes. Comenta German Zea, a propósito, que el
reinado estudiantil de 1922 fue “netamente político”, porque los estudiantes liberales apoyaron

154
Ver “La Fiesta de los Estudiantes”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 21 de 1924, p. 3. Resaltado mío.
155
Ver “El carnaval”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 23 de 1925, p. 3.
156
Ver “En el día de la juventud”, Cromos (Bogotá), julio de 1930.
157
El término es de Marcos González, quien lo define como “aquella colectividad que realiza la fiesta y la dota de
significados, en cuyo interior los grupos o individuos desempeñan funciones o roles específicos, de carácter
organizativo o ceremonial”; Op. Cit., p. 17.
158
Cacua Prada, Germán Arciniegas…, Op. cit., p. 111.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

a la candidata Elvira (hermana de German), mientras que los estudiantes conservadores a Helena
Ospina, hija del general Pedro Nel Ospina, y Presidente de la Republica159. Esto ocurrió a pesar
de reconocer, como lo hace Arciniegas, que el reinado se había pensado como “un criterio de
acercamiento a las clases altas”160.

Murga 8 de Junio, integrada por estudiantes. Fuente: Cromos (Bogotá), junio de 1930.

Los estudiantes acudían a las formas del carnaval, como los disfraces, máscaras, serpentinas y
carrozas, para apuntalar la crítica al sistema político. Esto se observa en distintos momentos de
la celebración. Por ejemplo, cuando a raíz de la salida del poder de los conservadores en 1930,
en el carnaval de ese año se conformó una murga que adoptó el nombre de 8 de Junio, haciendo
alusión a los hechos ocurridos el 8 de junio de 1929 en Bogotá161. En esa celebración, se
emplearon disfraces de personalidades políticas, como el del presidente saliente Miguel Abadía
Méndez, y hubo otros como La crisis más alta y La política actual, que aludían a
acontecimientos que habían provocado calamidades entre los colombianos, como la crisis
económica de 1929 y el recuerdo de la separación de Panamá162.

Palabras a un estudiante

Estudiante amigo:

Mañana es el día de tu fiesta. Abandona el claustro y las aulas de estudio y sál (sic) a la calle, que
es el aula de la vida! Pónte (sic) un disfraz. No importa su color ni lo que él signifique. Después de

159
German Zea Hernández, Selección de discursos y escritos varios, Scala Sociedad Fiduciaria, Bogotá, 1987, p.
422 y 423.
160
Cacua Prada, Germán Arciniegas…, Op. cit., p. 113.
161
Ver “Ayer debutó con gran éxito la murga 8 de junio”, Mundo al Día (Bogotá), junio 30 de 1930, p. 9.
162
Ver “Lo que se vio y ocurrió en el Carnaval”, Mundo al Día (Bogotá), julio 14 de 1930, p. 4.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

tantas preocupaciones y de tantos afanes es necesario que rías, que rías mucho, que rías de todo, de
todos y hasta de ti mismo.

Mañana es carnaval. Tienes por tanto todo el derecho de reír, y si no lo haces, serás considerado
como un loco. A la calle, amigo, a la calle donde aprenderás a luchar y a sufrir. Allí no hay maestros
ni profesores que adormecen la mente y atrofian el entendimiento. Allí reconocerás que la manera
de enseñar de ciertos profesores no despierta las energías, las iniciativas, las investigaciones, sino
que, por el contrario, automatiza y convierte al discípulo en un ser pasivo, retardatario e inútil. Y
también comprenderás que nuestros sistemas de educación, más que amor, hacen coger odio al
estudio bochornoso y pesado de los claustros tradicionales. En la calle, fuera del colegio, ya no
experimentaras esa congelación interior, esa suspensión de las energías vitales, esa momificación
espiritual.

A la calle, amigo estudiante. El carnaval te convida a reír y tus demás compañeros te llaman a través
de las caretas multicolores. Ponte una máscara, embriágate la sangre con vino rojo y corona tu frente
de rosas. Glorifica la risa. Cánta (sic) el himno de la locura y entona salmos de contento. Y cuando
comience a anochecer, piensa, amigo estudiante, en tu novia lejana, en tu romántica novia de
provincia. Y cuando reviente en el cielo la primera estrella, canta, canta la copla del estudiante
bohemio y despreocupado, ebrio de alcohol y de alegría, sobre el libro descuadernado:

Ni contigo ni sin ti tienen


mis males remedio; contigo porque no estudio
y sin ti… porque no ceno.
Enrique Millan

Fuente: Cromos (Bogotá) julio de 1930.

2.5.2 El carnaval estudiantil y el orden social

Los estudios acerca del carnaval destacan su carácter transgresor, que se expresa en la inversión
del orden de las cosas, producto de la efervescencia colectiva, lo que da origen a un mundo
completamente diferente163. En el caso del carnaval estudiantil, esa particularidad evidentemente
fue así. Como anotó un diario capitalino, en el carnaval estudiantil el individuo se hacía “menos
humano y más bestial”, en medio de un “estado de alegría desenfrenada”164. Uno de los efectos
más contundentes del carnaval estudiantil, era la paralización de la ciudad. Por ejemplo, para los
días de la celebración las dos Cámaras del parlamento suspendían labores, e igual ocurría en las
oficinas públicas, en las casas de correo, los bancos y en las oficinas de la prensa. Desde luego,
el tráfico también se alteraba. En los días de carnaval se veían escenas en donde los participantes
arrojaban “confetis a la boca de los policías, sin que estos manifestaran extrañeza o
desagrado”165. La alteración del orden se manifestaba también en los comportamientos de los
estudiantes en espacios públicos. Por ejemplo, en 1923 el administrador del tranvía se quejó ante
el alcalde, porque los estudiantes perjudicaban el servicio de los tranvías, “estorbando la buena
marcha de estos y obligando a los motoristas y conductores a detener los vehículos para subir a

163
Georges Balandier, El desorden. La teoría del caos…, Op. cit., p. 118. Marcos González Pérez, Carnestolendas
y carnavales…, Op. cit., p. 21.
164
Ver “El Carnaval y la caridad”, El Tiempo (Bogotá), diciembre 27 de 1923, p. 3.
165
Ver “Deducciones de una distracción de carnaval”, 8 de Junio (Bogotá), Vol. 1, n 5, p. 204 y ss.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

ellos y luego, formando el escándalo más incivil, llegando hasta romper los bastidores dañar la
luz, timbrar más pasajeros”166.

Las escenas alegres del carnaval solían alternarse con momentos de tensión. Lo ocurrido en 1930
ilustra la otra cara del carnaval estudiantil. En esa ocasión, mientras en las calles las personas se
arrojaban confetis y serpentinas, en las clínicas se veían escenas de dolor, producto de los
excesos de licor y la imprudencia en la celebración. Un muerto y varios heridos, por ejemplo,
fue el saldo de los hechos en el circo de San Diego167. En otro lugar, un hijo del político liberal
Simón Bossa, estudiante en la Facultad de Derecho, resultó herido de gravedad, y en varios cafés
hubo actos de violencia que dejaron múltiples lesionados, algunos de ellos “pertenecientes a
destacadas familias”. Pero ahí no terminaron las cosas:

Hubo numerosos robos, muchísimas pendencias y actos de deplorable incultura como la de


recoger del suelo serpentinas y confetis para lanzarlos al rostro de caballeros y damas
distinguidas, infringiéndoles con ello tremendo insulto injustificado y exponiéndolos hasta la
pérdida de un ojo, actos que revelan en quienes los ejecutaron un bajísimo nivel moral, impropios
(…) de la tradicional y reconocida gentileza capitalina168.

Este tipo de hechos pusieron en alerta a los organizadores del carnaval, pero particularmente a
los representantes de las instituciones oficiales. Según Marcos González, en aras de garantizar
el orden social, la prohibición se fue convirtiendo en el rasgo distintivo en las convocatorias de
los carnavales estudiantiles169. Para ello se elaboraron reglamentaciones en las que se establecían
criterio para participar en la celebración y evitar situaciones que condujeran a hechos
lamentables. Por ejemplo, en 1924 la Junta organizadora de la Fiesta del Estudiante emitió un
decreto en donde se estableció que las personas que quisieran disfrazarse debían, previamente,
inscribirse en la Policía Nacional, y quedaba prohibido el uso de explosivos (suponemos que la
medida se refiere al uso de pólvora)170.

2.5.3 La mujer y el carnaval estudiantil

Un análisis del carnaval estudiantil en la primera mitad del siglo XX, debe conducir a indagar
cuál fue el lugar que ocupó la mujer en la organización y ejecución de la celebración. Sin duda,
el carnaval estudiantil fue un escenario para que las mujeres pudieran proyectar y expresar las

166
Ver “Una queja contra los estudiantes”, El Tiempo (Bogotá), julio 6 de 1926, p. 6. Pedía el administrador del
tranvía al Centro Departamental de Estudiantes que pusiera “remedio a la conducta de los estudiantes por medio de
conferencias, insinuaciones, etc., etc.”.
167
Ver “Lo que se vio y ocurrió en el Carnaval”, Mundo al Día (Bogotá), julio 14 de 1930, p. 4.
168
Ibíd. La descripción que hace la nota es extensa y sugerente para pensar los niveles de violencia que se registraban
en el marco de la celebración del carnaval estudiantil, y de los cuales participaban miembros de “destacadas
familias”.
169
González Pérez, “Bogotá, escenario de un carnaval”,… Op. cit., p. 181.
170
Ver “Se han dictado las medidas para reglamentar la fiesta de los estudiantes”, Mundo al Día (Bogotá),
septiembre 10 de 1924, p. 7.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

aspiraciones e inquietudes de que eran portadoras. Gracias a su vinculación a la festividad


estudiantil, la mujer logró posicionarse como actor social, reivindicando –muchas veces de
manera contradictoria- planteamientos ligados a un discurso moderno y renovador, con posturas
ideológicas de una sociedad tradicional171. Como lo demuestran varias investigaciones, en los
años veinte la mujer se perfiló y constituyó como protagonista en la vida cotidiana, al reivindicar
sus derechos y cuestionar un modelo social que pretendía ligar su presencia al hogar, sin poder
ejercer derechos como el voto o el ingreso a la universidad172. En ese marco, surge una pregunta
¿Qué tanto contribuyó el carnaval estudiantil al posicionamiento de la mujer en la sociedad
colombiana? A nuestro juicio, el carnaval estudiantil fue un escenario importante en ese logro,
como intentaremos demostrarlo.

Cualquier lectura que se haga sobre la participación femenina en el carnaval estudiantil debe ser
cuidadosa, para no caer en posturas sectarias como las del líder comunista Ignacio Torres
Giraldo, quien cuestionó las celebraciones estudiantiles, al verlas como un distractor colectivo.
Para que eso no ocurra, es necesario plantear un análisis del carnaval estudiantil, que tenga en
cuenta la opinión de los organizadores y de los participantes. En el caso de Bogotá, nuevamente
las opiniones de Germán Arciniegas son importantes. Según Arciniegas, la vinculación de la
mujer al carnaval en 1921, apuntó a dos propósitos: facilitar un acercamiento a las clases altas y
vincular a la mujer al ambiente universitario: “Por primera vez las damas y las jóvenes
penetraron a la propia Universidad. Antes una mujer no podía entrar a nada en ella, como si les
estuviera totalmente prohibido. Este paso rompió la prohibición secular de que la mujer entrara
a la Universidad”173.

La vinculación de la mujer en el carnaval estudiantil se expresó en asuntos como la organización


de la celebración, haciendo parte de los distintos comités (propaganda, económico, etc.); en la
coordinación de concursos (de pintura, cerámica, muñecas, poesía, etc.); o en la participación en
el reinado estudiantil. En esas facetas, las mujeres desplegaron sus capacidades y perfilaron
liderazgos que eran poco visibles hasta ese momento. De ningún modo la mujer fue simple objeto
de decoro en la celebración, como señaló la crítica. Ahora bien, fue en el reinado estudiantil

171
Una situación que parecían reproducir muchos actores –no sólo las mujeres- en aquella época, como lo argumenta
Diana Paola Pardo Pedraza, Ellas y nosotras. Luchas y contradicciones en los modos de representar a la mujer
(1930 – 1932), Universidad de los Andes, Bogotá, 2011.
172
Por ejemplo, Lucy M. Cohen, Colombianas en la vanguardia, Editorial Universidad de Antioquia, Medellín,
2002; Magdala Velásquez Toro, “La Republica Liberal y la lucha por los derechos civiles y políticos de las mujeres”,
en Las mujeres en la historia de Colombia, Tomo I, Mujeres, historia y política, Grupo Editorial Norma, Bogotá,
1995; Ricardo Arias Trujillo, Los Leopardos. Una historia intelectual de los años 1920, Universidad de Los Andes,
Bogotá, 2007, p. 135 y ss.; Martha Cecilia Herrera, “Las mujeres en la historia de la educación”, en Las mujeres en
la historia de Colombia, Tomo III, Mujeres y cultura, Grupo Editorial Norma, Bogotá, 1995.
173
Cacua Prada, Germán Arciniegas…, Op. cit., p. 113 y 160. Por ejemplo, la hermana de German Arciniegas, Isabel
Arciniegas Angueira, se vinculó desde un comienzo a la organización del carnaval estudiantil, haciendo parte de
comités y coordinando concursos. Igual ocurrió con Elvira Zea Hernández y Ana Esguerra Serrano (hermanas de los
dirigentes estudiantiles German Zea Hernández y Eduardo Esguerra Serrano, respectivamente).

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

donde la mujer logró exteriorizar con mayor contundencia sus posturas políticas. Básicamente
lo hizo de dos maneras: por medio de las declaraciones públicas que hacía de hechos del discurrir
nacional, y a través de las ejecutorías que realizaba como reina. Evidentemente, los reinados
permitieron a las mujeres adquirir notoriedad pública. Si, por un lado, las candidatas y reinas
emitieron opiniones que justificaban –aunque no todas- situaciones que legitimaban su
marginamiento de la universidad y de la política, fortaleciendo las posturas patriarcales, también
es cierto que supieron no pocas aprovecharon los canales que abrían los reinados, para difundir
planteamientos renovadores acerca de su papel en la sociedad. De ese modo, sintonizaban sus
comportamientos con posturas como la de don Baldomero Sanín Cano, quien en el discurso de
coronación de la reina estudiantil en Medellín en 1927, evocó el problema femenino y exaltó la
emancipación de la mujer moderna, que debía romper “la jaula dorada en que se le tiene
prisionera”174.

Las opiniones emitidas por las candidatas al reinado, permiten identificar sus visiones sobre la
vida pública. Si bien se observa que no existía homogeneidad en la manera de reflexionar e
interpretar situaciones, habiendo incluso notorias contradicciones entre ellas, es perceptible un
lento acomodamiento de tesis novedosas sobre su papel –el de la mujer- en la sociedad
colombiana175. Un acercamiento a las opiniones que emitían las candidatas a los reinados
estudiantiles sirve para ilustrar lo anterior. Por ejemplo, en 1930 las candidatas expresaron a un
reportero de Mundo al Día sus posturas frente a temas de política, reivindicaciones estudiantiles
y feminismo. Sobre este último tema, muy agitado en los años veinte, la candidata Tuliola
Villegas no dudó en mostrarse partidaria de la reforma de algunos códigos y leyes, que, según
ella, parecían “el fruto no de representantes del pueblo, sino de malos maridos en el congreso”176.
Para Paulina Rueda, si bien era cierto que la mujer debía tener “tantos derechos como el hombre
(…) sería mejor que no hiciera uso de ellos”177, mientras que Alicia del Castillo concibió que, si

174
Ver “La mujer debe salir de su jaula dorada”, El Correo de Colombia (Medellín), julio 14 de 1927, p. 8. Desde
luego, también había oradores en las coronaciones de reinas, que invocaban figuras religiosas para comprometer un
supuesto sentido espiritual del reinado estudiantil, como lo hizo Laureano Gómez en la coronación de María I en
1921. Ver “En la coronación de María I”, en Antonio Cacua Prada, Si viviera Laureano, Editorial Kelly, Bogotá,
1989, p. 35 y ss. Valga resaltar que don Baldomero Sanín Cano fue un defensor del sufragio femenino –práctica
que conoció durante su estadía en Inglaterra a comienzos del siglo XX- y que siempre reivindicó el derecho de la
mujer a la educación y su participación en la política. Ver Patricia Pinzón de Lewin, Esmeralda Arboleda. La mujer
y la política, Taller de Edición Rocca, Bogotá, 2014, p. 100.
175
En esa lenta transformación, no del todo concluida, incidieron, por supuesto, acontecimientos en el campo de la
política, como sucedió con el IV Congreso Internacional Femenino que se reunió en Bogotá en diciembre de 1930.
Dicho evento, auspiciado por la Liga Internacional de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas, fue un suceso de
primer orden que logró reunir el movimiento feminista más destacado, justo en un momento en que la mujer
irrumpía en la política –pensemos en María Cano-, desafiando el convencionalismo del momento. En el congreso
femenino las delegadas reclamaron el mejoramiento de las condiciones de educación y trabajo, y buscaron el cambio
del Código Civil que gobernaba la vida de las mujeres casadas. Ver Lucy M. Cohen, Colombianas en la
vanguardia…, Op. cit., p. 307.
176
Ver “Candidatas”, Mundo al Día (Bogotá), junio 27 de 1930, p. 5.
177
Ver “Candidatas estudiantiles”, Mundo al Día (Bogotá), junio 28 de 1930, p. 37.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

bien el “feminismo bien entendido” no era reprochable, no debía significar quitar “derechos a
los hombres, derechos que les pertenecen por naturaleza”178.

La reina estudiantil de Medellín y su corte, en el Primer Congreso Nacional de Estudiantes en 1922.


Fuente: Sábado (Medellín) octubre 14 de 1922, p. 809.

Sobre los conflictos estudiantiles, las candidatas y reinas también emitieron opiniones.
Consultada su opinión, una candidata en 1930 respondió: “Simpatizo con la mayor parte de ellas:
las más de las veces, esas huelgas van encaminadas a la conquista de un derecho”179. En 1932,
un periodista de La Unidad preguntó a varias candidatas su postura sobre la participación de la
mujer en la vida pública. Las entrevistas aparecieron en una sección denominada Inquietudes
femeninas. La candidata Inés Ucrós consideró que la mujer debía “dedicarse a cosas más
espirituales”, y en asuntos de política, “ante todo seguir las ideas, ya sean del padre, ya del esposo
o del novio”. Por eso se oponía “a la tesis que defiende el derecho del voto de la mujer, pues esto
sería llevarnos a actividades políticas”. Pero, al ser interrogada sobre el ingreso de la mujer a la
universidad, se mostró partidaria al considerar que ellas tenían “derecho bastante para ello”, e
indispensable “para el perfecto desempeño de las funciones propias de la mujer en el hogar”180.

En un sentido opuesto, la candidata Fanny Betancourt afirmó que la mujer debía “tomar parte
activa en las tareas ciudadanas” y luchar por el derecho a ciertas prerrogativas a través del
sufragio, “el más sagrado de los deberes públicos”. Y si bien consideró que la sociedad no estaba
preparada para esa reforma, concebía necesario “conseguir una unión de todas las fuerzas
femeninas a fin de saturarnos de idealidad política y lograr por este medio contribuir al
engrandecimiento de la patria”. Que tuviese esa concepción explica por qué la candidata apoyó
el ingreso de la mujer a la universidad, en consonancia con “la agitación intelectual de los

178
Ver “Candidatas estudiantiles. Señorita Alicia del Castillo”, Mundo al Día (Bogotá), julio 1 de 1930, p. 5.
179
Ver “Candidatas estudiantiles”, Mundo al Día (Bogotá), junio 27 de 1930, p. 5.
180
Ver “Doña Inés Ucrós habla para La Unidad”, La Unidad (Bogotá), junio 23 de 1932, p. 5.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

tiempos nuevos”. Aunque, eso sí, garantizando que “la conexión con los libros no entorpezca la
faena hogareña”181. Una postura similar esbozó otra candidata, indicando que la mujer debía
participar en política, pero “conservando la línea femenina” y utilizando “sus armas propias: el
amor, la conseja tierna, la sonrisa y la espiritualidad”. Validó además el ingreso a la universidad,
ya que la mujer “tiene obligación de cultivar su inteligencia; lo exige el momento social, lo exige
su misión en el hogar182.

Las opiniones de las candidatas permiten establecer el significado que tuvo la presencia de las
mujeres en los reinados. Si bien en esos eventos se reproducían valores ligados a la visión
patriarcal dominante, también abrían la posibilidad para que pudieran circular y hacerse visibles
planteamientos novedosos e incluso contrarios a los difundidos y defendidos por los sectores
tradicionales, de los cuales, por cierto, también hacían parte muchos estudiantes183.

De otro lado, la presencia y existencia de las reinas resultaba decisiva para gestionar ante el
Estado proyectos que buscaban elevar el nivel de vida, o si se quiere, mejorar las condiciones de
existencia de los estudiantes. Como indican las fuentes, era común que los programas de las
candidatas contemplaran iniciativas tendientes a ese fin. La candidata María Angulo, en el
reinado estudiantil de Bogotá en 1930, afirmó que de ser elegida, trabajaría por la unión de todos
los estudiantes y por la construcción de campos deportivos y una biblioteca. Además, señaló que
buscaría que la instrucción, primaria y secundaria en los planteles oficiales fuera gratuita, ya que
“millares de jóvenes se quedan sin instrucción por carecer de los medios necesarios para atender
el alto costo de nuestros colegios”184. Otra candidata expresó que su interés sería promover el
deporte y fundar liceos literarios, bibliotecas, academias de historia y la construcción de la Casa
del Estudiante, como un “acto de justicia a la actual generación estudiantil”185. La candidata
Paulina Rueda expresó que, de obtener la corona, se dedicaría a impulsar la Casa del Estudiante,
para que los jóvenes “pudieran dedicarse, (…) al cultivo de las bellas artes”186, un propósito que

181
Ver “Con Doña Fanny Betancourt”, La Unidad (Bogotá), julio 15 de 1932, p. 4. De la educación opinaba la
candidata Fanny Betancourt: “Si a la mujer se le educara en otra forma, cuán varia sería nuestra posición al
sorprendernos una reforma que nos permitiera intervenir en ciertas actividades que benefician a la sociedad”.
182
Ver “Inquietudes femeninas”, La Unidad (Bogotá), junio 8 de 1932, p. 5. El valor que las candidatas otorgaban
a la educación estaba conectado a la tesis que promovía la Liga Internacional de Mujeres Iberoamericanas e
Hispanoamericanas, sobre la emancipación de la mujer como producto de su acceso a la educación. No quiere esto
decir que las candidatas al reinado estudiantil conocieran de la Liga o supieran de sus reivindicaciones. Lo que se
quiere resaltar es la circulación de idearios, en este caso relacionados con reivindicaciones de la mujer, y su
apropiación –habría que establecer de qué modo ocurrió- por personas que las ponían en evidencias cuando eran
entrevistadas por periodistas, como ocurrió en este caso. Sobre la tesis de la Liga Internacional, ver Lucy M. Cohen,
Colombianas en la vanguardia…, Op. cit.
183
Señala Pardo Pedraza: “En este discurso, la educación de la mujer se orientó a reforzar su rol fundamental en el
hogar y en la sociedad, como procreadora de ciudadanos y reproductora de los valores, es decir, como madre”. Ver
Ellas y nosotras…, p. 150.
184
Ver “Respuesta de la Señorita María de Angulo y Angulo”, Mundo al Día (Bogotá), junio 26 de 1930, p. 5.
185
Ver “Candidatas”, Mundo al Día (Bogotá), junio 27 de 1930, p. 5.
186
Ver “Candidatas estudiantiles”, Mundo al Día (Bogotá), junio 28 de 1930, p. 37.

234
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

compartía la candidata Alicia del Castillo, quien manifestó que de ser elegida, trabajaría con
entusiasmo para “proporcionarles todo el bienestar que se merecen los que más tarde
engrandecerán la patria”187.

Carruaje en el carnaval estudiantil. Fuente: Cromos (Bogotá).

Con la elección de la reina Elena I en Bogotá en 1925, se materializaron proyectos como la


Avenida de los Estudiantes, el Pabellón de los Estudiantes en el Hospital San José, el Parque de
los Estudiantes y la Casa del Estudiante188. En 1924 la reina estudiantil de Cali, Leticia I, pidió
al Gobierno la aprobación de la reforma universitaria que con urgencia demandaban los
estudiantes en el país189. En Manizales, la reina de los estudiantes solicitó a la asamblea
departamental un auxilio de cinco mil pesos para la Casa del Estudiante190. En Bucaramanga, la
reina Margot, elegida en 1945, se comprometió con la creación del hogar del estudiante, para
que pudieran darse “cita los estudiantes para discutir sus problemas y crear una conciencia en
torno a todas sus inquietudes y proyectos”191. En 1933, la reina estudiantil de Bogotá y los
miembros del Comité Ejecutivo Nacional de Estudiantes, redactaron varios proyectos de ley,
para ser presentados en el Congreso, referidos a la protección de los niños en las escuelas
primarias y a la construcción de la Casa del Estudiantes en Chapinero192.

187
Ver “Candidatas estudiantiles. Señorita Alicia del Castillo”, Mundo al Día (Bogotá), julio 1 de 1930, p. 5.
188
Ver “Progreso estudiantil”, El Diario Nacional (Bogotá), junio 14 de 1925, p. 3.
189
Ver “La reina de los estudiantes de Cali reclama con ardor la reforma instruccionista de nuestra país”, Mundo al
Día (Bogotá), julio 25 de 1924, p. 10.
190
Ver “La reina de los estudiantes solicita un auxilio para la Casa del Estudiante”, La Prensa (Barranquilla), marzo
27 de 1928, p. 2.
191
Ver Vanguardia Liberal (Bucaramanga), junio 7 de 1945.
192
Ver “La reina de los estudiantes de Bogotá vendrá a Manizales”, La Voz de Caldas (Manizales), agosto 10 de
1933, p. 1.

235
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

La Reina de los Estudiantes visita los colegios

Ayer, la reina de los estudiantes, doña Elena, acompañadas de sus damas de honor, doña Lucy Cajiao y
doña María Luisa Urueta Uribe, visitaron algunos de los colegios públicos y privados de la ciudad. Tan
gentiles damas sorprendieron a los alumnos en horas de la clase en muchos establecimientos y visitaron
todas las dependencias de los edificios en donde funcionan.

Un poco después de las tres de la tarde doña Elena y sus damas de honor, se presentaron al edificio que
ocupa la escuela de bachillerato de la Universidad Libre y penetraron al interior. La soberana recorrió el
plantel, penetró a muchas aulas en donde se dictaban clases en esos momentos y luego se hizo conducir
al salón de estudios de los internos. Los jóvenes educandos del ilustre plantel recibieron a la soberana
con todo el respeto que se merece. Seguidamente se dirigieron a la facultad de derecho e ingeniería de
la misma Universidad y allí permanecieron largo rato en cordial charla con los universitarios.

Su majestad salió gratamente impresionada y tuvo frases de elogio para la disciplina y funcionamiento
general del establecimiento. Hoy seguirán visitando los otros colegios adonde ayer no pudieron acercarse
la soberana del reinado estudiantil y sus compañeras.

Fuente: El Diario Nacional (Bogotá), abril 4 de 1925, p. 3.

Pero hubo otro escenario donde las reinas desempeñaron un papel significativo: la proyección y
fortalecimiento de las organizaciones estudiantiles. Gracias a su labor, por ejemplo, se
impulsaron los centros departamentales y locales de estudiantes. En Bucaramanga, la reina
Margot, elegida en 1945, se comprometió a “colaborar para constituir la federación de
estudiantes, que servirá invariablemente para dar feliz culminación a sus justas ambiciones y
para que de manera organizada se agiten sus iniciativas”193. En fin, podrían citarse infinidad de
ejemplos con los cuales se puede demostrar que las reinas estudiantiles jugaron un papel de
primer orden, no solo en la simbología carnavalesca, sino en el activismo estudiantil durante el
periodo194. Sin duda, por estas razones, las reinas se constituyeron en verdaderas autoridades en
el gremio estudiantil, por lo menos durante una etapa.

La realización de los reinados estudiantiles fue además un motivo para que la mujer reivindicara
el derecho a salir a la calle para divertirse. Una comunicación a la reina Helena I, dirigida por un
grupo de padres de familia de alumnas de un colegio bogotano, solicitaba su intervención para
que las directoras de colegios de señoritas permitieran que sus alumnas pudieran participar en la
fiesta estudiantil, ya que “(…) no es justo que sólo sean los varones quienes hayan de sentir la

193
Ver Vanguardia Liberal (Bucaramanga), junio 7 de 1945.
194
De una reina estudiantil se dijo lo siguiente: “Doña María Teresa realizó el tipo perfecto de la soberana
estudiantil. (…) Supo ella vincularse armoniosamente a los anhelos universitarios y realizó, durante su reinado feliz,
obras de recordación perdurable que vincularan eternamente su nombre al recuerdo y a la gratitud”. Ver “Doña
María Teresa I”, Mundo al Día (Bogotá), julio 10 de 1930, p. 7.

236
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

alegría y la expansión; que las niñas y señoritas gocen siquiera con ver el bullicio de sus colegas
los estudiantes”195.

A modo de síntesis, puede establecerse que la participación de la mujer en los carnavales


estudiantiles fue importante porque le permitió lograr un mejor posicionamiento social. En el
caso del reinado estudiantil, si bien este reprodujo una visión de la mujer que resaltaba valores
tradicionales196, también es cierto que le permitió su proyección como figura especial para las
actividades gremiales de los estudiantes. Como se vio, las reinas estudiantiles fueron
determinantes en la ejecución de obras que favorecieron al gremio estudiantil. Ese protagonismo,
de la mano con otras situaciones que se registraron en el plano de la política nacional, estimuló
un mayor interés por la discusión sobre el acceso de la mujer a la universidad197. Como señaló
Arciniegas, “A los dos años de establecida la fiesta del 21 de septiembre, Día de la Primavera,
empezaron a abrirse las aulas para la mujer”198.

2.5.4 Reinado y distinción social

Si el carnaval estudiantil, por esencia, transgredía el orden social por un breve período, el reinado
estudiantil tenía el poder de colocar las cosas en su lugar, pese a que, desde su lógica interna, se
evocaran mundos imaginarios (reinos) que reñían con la realidad199. En otras palabras, el reinado
–y particularmente la forma como solía ejecutarse el ritual de principio a fin- sirvió para recordar
a quienes participaban en él -y a quienes no-, la existencia de un orden social que debía ser
respetado200. Incluso podría irse más lejos en la observación, y plantear que el reinado estudiantil
–contrariando la lógica natural del carnaval- no sólo contribuyó a la legitimación del orden
social, sino que lo reforzó201.

195
Ver “Por las estudiantes”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 19 de 1924, p. 3.
196
Aquí la observación de Pardo Pedraza es esclarecedora: “La salida de la mujer del hogar y su entrada a ciertos
espacios sociales considerados públicos no necesariamente entrañaron una transformación clara y radical en los
modos de representar a la mujer en ciertos discursos; por el contrario, muchos de ellos recalcaron la labor social
femenina en torno a principios que respondían más a la representación dominante de la mujer que a una
representación alternativa”; Ver Ellas y nosotras..., Op. cit., p. 149.
197
No pretendemos, de ningún modo explicar una cosa por la otra. El acceso de la mujer colombiana a la
universidad, derecho convertido en ley en 1936, fue una conquista social que involucró a múltiples actores –las
mujeres, en primera fila-, que comenzaron a manifestarse desde los años veinte. Ver Lucy M. Cohen, Colombianas
en la vanguardia, Op. cit.
198
Ver “El Día del Estudiante”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 30 de 1996.
199
Fabián Adolfo Zuleta, “Juventud, cultura y poder en Colombia en la década de 1920. Mascaradas, reinas y
funerales”, en Unaula, N°8-9, Medellín, 1989.
200
Rodrigo Diaz Cruz, Los lugares de lo político, los desplazamientos del símbolo. Poder y simbolismo en la obra
de Víctor W. Turner, Gedisa Editorial, México D.F., 2015.
201
Esta característica estuvo presente también en el reinado nacional de belleza, que comenzó a realizarse en 1934.
Un análisis sobre sus implicaciones políticas y sociales en Ingrid Bolívar, “El reinado de belleza: descubrir la
política en lo ‘natural’”, en Chloe Rutter Jensen (Editora), Pasarela paralela. Escenarios de la estética y el poder
en los reinados de belleza, Editorial Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, 2005.

237
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Hobsbawm resaltó los distintos sentidos que podía tener en los participantes una coronación,
como afirmación simbólica202. La premisa es útil porque permite pensar la existencia de
diferentes sentidos –simultáneos- sobre el reinado estudiantil, incluso al interior del gremio de
estudiantes. Como veremos más adelante, no todos los estudiantes se identificaron con el sentido
simbólico “oficial” de la celebración, a tal punto que no en pocas ocasiones quisieron darle uno
diferente o, incluso, impedir su realización como expresión de inconformidad.

La forma como el reinado estudiantil sirvió para legitimar el orden social puede rastrearse
indagando los mecanismos comunes empleados para su ejecución, y la forma como se representó
socialmente el ritual. Al respecto, se debe anotar que generalmente se acudió a una estrategia
simbólica: la distinción social203. Volvamos a Germán Arciniegas, uno de los gestores del
carnaval estudiantil, quien manifestó que la realización del reinado estudiantil se ideó con el fin
de promover el “acercamiento a las clases altas” de la sociedad bogotana. Eso explica que las
candidatas al reinado se escogieran de acuerdo a su posición social, de lo cual resultaban
seleccionadas hijas de políticos (incluyendo a Presidentes de la república) y empresarios204. Ese
rasgo distintivo del ritual estudiantil motivó rápidamente representaciones antagónicas, al ser
visto catalogado como una diversión para ricos.

La representación clasista del reinado se formalizó en prácticas como la celebración de la


coronación, que solía hacerse en lugares exclusivos donde se restringía la participación
ciudadana, fortaleciendo lo que Friedrich Nietzsche denominó un sentimiento de la distancia205.
Como lo pone de manifiesto Marcos González, en 1933 surgió una polémica sobre el sentido del
carnaval, al ser asociado a una forma de “exhibición de unos pocos (…) dado que los actos
centrales se programaban en sitios cada vez más cerrados”206. Esa práctica era reforzaba (y
legitimada) por un lenguaje que insistía en marcar distinciones sociales. En la prensa de la época
abundan ejemplos de ese lenguaje. Por ejemplo, en una nota se afirmaba que, gracias al carnaval
estudiantil de 1926, se podrían apreciar “junto a las mascaradas de los jóvenes, elegantes carrozas
repletas de selectísimas damas”, la cuales contribuían a “su mayor realce”207. En 1930, la prensa

202
Hobsbawm, La invención de la tradición, Op. cit., p. 112.
203
El término lo tomamos del sociólogo Pierre Bourdieu, quien analizó las estrategias simbólicas de los grupos para
legitimar sus posiciones de dominio en el campo social. Ver Pierre Bourdieu, La distinción. Criterio y bases sociales
del gusto, Taurus, Madrid, 1998; y Pierre Bourdieu, Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción, Anagrama,
Barcelona, 2002.
204
Ver “Septiembre”, El Tiempo (Bogotá), agosto 31 de 1995, p. 5. Valga el apunte de Arciniegas en la nota ya
citada, el cual devela las consecuencias sociales de los reinados estudiantiles: “Se hizo un baile a Maruja Vega, la
candidata al primer reinado. Tuvo su consecuencia. De ahí salió el noviazgo y posterior matrimonio con Carlos
Arango Vélez. Vista hoy, aquella fiesta en sus últimas consecuencias, y viendo que de ese matrimonio resultó la
esposa del Presidente Misael Pastrana, se ve en lo que paraban las fiestas del estudiante”.
205
Tal sentimiento, afirma Nietzsche, “se desprende de la diferencia profunda de las clases” y de “la mirada
escrutadora y altanera que la casta dirigente lanza sin cesar sobre sus súbditos”. Ver Friedrich Nietzsche, Ensayos
contra el cristianismo, Evergreen, España, 2016, p. 201.
206
González, Carnestolendas y carnavales…, Op. cit., p. 181.
207
Ver “Los carnavales y las calles”, El Tiempo (Bogotá), julio 6 de 1926, p. 5. Resaltado nuestro.

238
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

describió el evento de coronación de la reina estudiantil en el Teatro Colón, como una “una
velada de exquisito arte y de suprema distinción a la cual concurrió cuánto vale en Bogotá
socialmente, o en las artes, las letras o la política”208. Desde luego, ese fue un rasgo común en
las demás ciudades donde se realizaban reinados estudiantiles. En Manizales, el baile que los
estudiantes ofrecieron a la reina Marina Pinzón Urdaneta en el Circulo del Comercio en 1933,
“constituyó un acontecimiento social de la mayor suntuosidad entre nosotros, por el lujo de
nuestras damas, por el raro encanto de las mismas y por la cultura de los numerosos caballeros
asistentes”209.

Coronación de la reina estudiantil en el Teatro Colón.


Fuente: Mundo al Día (Bogotá), septiembre 22 de 1924.

Desde luego, la realización de los eventos asociados al reinado en recintos como el Teatro Colón
y los clubes sociales, otorgaron a la ceremonia un valor simbólico, el cual desató una lógica de
consumo entonces inédito en ciudades como Bogotá. Como lo indica Arciniegas, a la ceremonia
de coronación de la reina en el Teatro Colon, “todo Bogotá quería asistir y desde quince días
antes ya se acababan las entradas”210.

2.5.5 El carnaval estudiantil como mercancía

A una elección de reina le sacábamos muchos miles de pesos.


Germán Arciniegas, El Tiempo (Bogotá), septiembre 30 de 1996.

El carnaval estudiantil arrojaba buenos dividendos económicos, tanto para los estudiantes como
para los comerciantes y empresarios de la ciudad. Esto explica el interés de éstos de involucrarse
en la realización de la celebración, para lo cual se hicieron miembros de las juntas organizadoras.
Para los estudiantes esto no era visto como un problema. Hacer un carnaval estudiantil en Bogotá

208
Ver “Lo que se vio y ocurrió en el Carnaval”, Mundo al Día (Bogotá), julio 14 de 1930, p. 4. Resaltado nuestro.
209
Ver La Voz de Caldas (Manizales), julio 15 de 1933, p. 1.
210
Cacua Prada, Germán Arciniegas…, Op. cit., p. 116.

239
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

no era algo fácil. Había que buscar los recursos económicos. Desde luego, el carnaval pronto
operó como un dinamizador de la economía, convirtiéndose en un importante estímulo para el
comercio de la ciudad211. Las múltiples dinámicas que se programaban solían garantizar buenas
ganancias. Para ingresar a actividades como la coronación de reinas o las famosas becerradas en
el circo de San Diego, se debía comprar boleta. También se movían recursos en torno al alquiler
de disfraces, la venta de confetis y material para la decoración de las carrozas, al igual que por
la venta de alcohol y de comida, lo cual muestra una dinámica que era difícil de igualar en la
ciudad. Hasta se alquilaban balcones de las casas con segunda planta, para observar los desfiles.

Anuncios comerciales.
Fuente: El Diario Nacional (Bogotá), julio 11 de 1926, p. 1.

Los patrocinadores de los carnavales (que también lo eran, en muchos casos, de las candidatas a
los reinados), eran personas adineradas, generalmente comerciantes, interesados en promover la
celebración, como ya se dijo, por los dividendos que ésta les generaba. Desde luego, también lo
hacían por el reconocimiento social que se desprendía de ese apoyo. En 1921 la Federación de
Estudiantes en Bogotá, con apoyo de un grupo de mujeres, organizó un concurso de pinturas,
costuras y muñecas, cuyos premios fueron donados y exhibidos en sus almacenes, por los
comerciantes Valenzuela, Casabianca y Compañía. El gesto fue resaltado por la prensa de la
ciudad212. En 1923 la Sociedad de Embellecimiento promovió, para el marco de la fiesta
estudiantil, un concurso de vitrinas e invitó a los comerciantes a apoyarlo, resaltando que la
actividad traería beneficios para ellos213. En Manizales, los dividendos económicos del carnaval
estudiantil, motivó a los comerciantes a vincularse a las juntas organizadoras, con el fin de poder
incidir en el diseño de las programaciones y, así, garantizar beneficios214.

211
Santiago Castro-Gómez, Tejidos oníricos. Movilidad, capitalismo y biopolítica en Bogotá (1910-1930),
Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, 2009, p. 241.
212
Ver “La Fiesta del Estudiante”, El Tiempo (Bogotá), agosto 17 de 1921, p. 3.
213
Ver “La Sociedad de Embellecimiento y la fiesta de los estudiantes”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 13 de
1923, p. 1.
214
En 1935, la celebración del carnaval contempló corrida de toros, proyección de cine, juegos pirotécnicos,
verbenas, concurso de vitrinas y carrozas “y otros espectáculos más, todo lo cual será organizado por la empresa

240
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Los estudiantes que organizaban el carnaval eran desde luego conscientes del sentido comercial
que adquirió la celebración, algo que consideraban como inevitable y a la vez positivo, en la
medida en que a ellos también los beneficiaba. Germán Arciniegas, por ejemplo, reconoce que
el evento de coronación de la reina estudiantil producía mucho dinero: “Vinculamos a la clase
pudiente y adinerada. (…) Las boletas las vendíamos caras y se agotaban hasta con semanas de
anticipación”215. Las boletas se vendían en las calles, salones y, “al por mayor en los clubes”216.
Para las fiestas de 1924, los estudiantes recogieron $6.082217. En 1933, la reina Mariana Kohn
Olaya salió electa con ciento cincuenta y cinco mil votos, que representaron diez mil pesos218.
Sin embargo, en otras ciudades, los beneficios económicos no parecían ir del todo a las arcas del
gremio estudiantil. En Manizales, por ejemplo, la alcaldía determinó que los dineros del reinado
estudiantil y los carnavales de 1931, que ascendieron a $1.548, se dedicarían “totalmente a la
reconstrucción de la Plaza de Bolívar219. En 1933, el alcalde de esa ciudad, además de
reglamentar el carnaval estudiantil y establecer los precios para los hoteles (pensando en los
visitantes que venían a presenciar la celebración), dispuso que las personas que quisieran
disfrazarse, tenían que pagar a la Tesorería Municipal un peso, a excepción de los estudiantes y
los menores de 15 años220. En Puerto Wilches, los cuatro mil pesos derivados del reinado
estudiantil de 1945, se destinaron “a servicios de los educandos, como lo ha dispuesto la
dirección de educación del Programa de la semana social educativa”221.

Los buenos dividendos que dejaba la celebración estudiantil, se traducían en reconocimientos de


los poderes públicos y empresas particulares, a la directiva del gremio estudiantil222. Pero
también originó problemas entre los estudiantes por el manejo de los recursos. Esto obligó a que,
por ejemplo, el Centro Departamental de Estudiantes de Antioquia, emitiera un decreto para el
reinado de 1927, el cual estableció el uso de unas “chequeras especiales”, que debían registrar el
comprobante de cada voto vendido. De ese modo, los comprobantes de las chequeras tenían que
coincidir con el número de votos vendidos223.

Arístides Amaya”. Ver “Los espectáculos públicos serán lo mejor de los carnavales”, La Voz de Caldas (Manizales),
septiembre 27 de 1935.
215
Cacua Prada, Germán Arciniegas…, Op. cit., p. 116 y 160.
216
Ver “El día del estudiante”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 30 de 1996. Los dineros recogidos se destinaron a
la construcción de obras para beneficio de los estudiantes en Bogotá, como el pabellón del Hospital San José y el
sostenimiento de la Casa del Estudiante.
217
Ver “Las cuentas de la Fiesta del Estudiante”, El Tiempo (Bogotá), junio 14 de 1925, p. 3.
218
Ver “Diez mil pesos entraron a la casa del estudiante”, La Voz de Caldas (Manizales), agosto 2 de 1933, p. 1.
219
Ver “Los recaudos del reinado estudiantil y de los carnavales para la Plaza de Bolívar”, La Voz de Caldas
(Manizales), julio 24 de 1931. Así continúo haciéndose en otros años: Ver “Los recaudos de carnavales para la Plaza
de Fundadores y Bellas Artes”, La Voz de Caldas (Manizales), julio 21 de 1933.
220
Ver “El alcalde reglamenta los carnavales estudiantiles”, La Voz de Caldas (Manizales), julio 13 de 1933. En la
citada resolución se imponía como sanción a quien quitara el disfraz a otro, una multa de $10.
221
Ver “Reina de los Estudiantes”, Vanguardia Liberal (Bucaramanga), mayo 10 de 1945, p. 2.
222
Ver “Los carnavales estudiantiles”, La Voz de Caldas (Manizales), agosto 8 de 1933, p. 1.
223
Ver “Elección de reina”, El Correo de Colombia (Medellín), agosto 12 de 1927, p. 8.

241
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Anuncios comerciales. Fuente: El Diario Nacional (Bogotá), julio 19 de 1926, p. 7.

La Federación de Estudiantes de Bogotá también intentó sacar provecho de los dividendos


económicos del carnaval, para estimular la vinculación de los estudiantes al gremio. Pedía a las
empresas de transportes y espectáculos que ofrecieran precios especiales a los estudiantes que
acreditaran la afiliación a la federación224.

2.5.6 El carnaval estudiantil y el consumo de alcohol

El alcohol es la maldición de todos nuestros regocijos. Es el verdadero enemigo de las fiestas populares. Si en
esta ocasión pudiéramos dar un ejemplo de sana moderación. Si no ahogáramos en licor al pobre Carnaval, que
desearía no haber resucitado, habríamos consolidado de manera definitiva esta hermosa fiesta que tanta falta le
hace a Bogotá.
El Tiempo (Bogotá), julio 11 de 1923, p. 3.

El consumo de alcohol fue recurrente durante –y antes y después- del carnaval estudiantil. Desde
luego, el consumo de bebidas alcohólicas, en alto grado, en el caso de Bogotá, tenía una historia
larga. Con el arribo de la celebración estudiantil, los índices de consumo aumentaban. Los
estudiantes bogotanos no eran ajenos a esa práctica. En su cotidianidad, el consumo de alcohol
era una práctica recurrente, la cual solían ejecutar en lugares diversos, siendo los más comunes
los cafés del centro de la ciudad225. Desde nuestro análisis, el tema del consumo de alcohol
durante la fiesta de los estudiantes tiene gran interés, ya que contrariaba precisamente lo que
ciertos sectores sociales pretendían ver en las fiestas estudiantiles. Sin duda, el consumo de licor
era un ingrediente explosivo que fortalecía el sentido del desorden de los carnavales
estudiantiles.

Desde luego, el consumo de alcohol estaba ligado a una práctica económica que dejaba buenos
dividendos para los expendedores, y no solía ser advertida con la fuerza necesaria por los críticos

Ver “La Federación de Estudiantes y sus ventajas y progresos”, El Tiempo (Bogotá), julio 31 de 1923, p. 6.
224
225
Así lo reconocen algunos protagonistas: Arcadio Dulcey, Mi lucha, Editorial Kelly, Bogotá, 1978; Carlos Alemán
Zabaleta, En cada casa un piano, Trilce Editores, Bogotá, 2010.

242
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

del consumo. Nuevamente aparecía la imagen del carnaval como un espacio de relaciones
económicas, y en donde los estudiantes fueron considerados como amigos del consumo226. En
un editorial de 1922, El Tiempo llamó la atención sobre el consumo de alcohol, destacando que
en los últimos diez años ese “mal” había avanzado a tal punto que “todo lo ha invadido ya”. Sin
titubeos, el diario dirigía la mirada acusadora a un sector de la población:
¿A dónde va nuestra juventud por ese camino? Juventud abúlica, alejada de los grandes entusiasmos
espirituales que nuestras universidades no saben despertar, con cierto fondo de escepticismo chibcha, de
ironía negativa y de pereza creciente, el alcohol la atrae como el más poderoso de los imanes, y le pone
el sello de la degeneración definitiva227.

Como era comprensible, las alarmas se prendían cuando se avecinaba la fecha del carnaval
estudiantil. En los días de la celebración se disparaba el consumo de alcohol, algo que iba en
contravía de lo que, a ojos de la prensa y de los círculos políticos locales, debía significar la
celebración: una fiesta civilizadora228. En contravía de ese deseo, el alcohol actuaba como un
disolvente social y moral: “Las fiestas populares son casi todos derroches de bebidas, casi orgias.
Y la alegría apenas brilla en las pupilas vidriosas de los alcohólogos (sic)”, expresó El Tiempo,
refiriéndose al tema229.

Las autoridades prohibieron la venta de licores a menores de edad, al ser comunes los
“espectáculos (…) en Bogotá de muchachos de catorce y quince años en lamentable estado de
embriaguez”230. En 1923, la situación obligó a que se invocara la ley seca, “con todo rigor”,
durante la fiesta estudiantil, lo cual resultó infructuoso, por la actitud indiferente que asumieron
los expendios231. Nuevamente El Tiempo prendió las alarmas, al registrar que durante el carnaval
estudiantil de 1923, el consumo de licor alcanzó niveles que consideró excesivos:

Por desgracia, parece como si en Bogotá no fuera posible ninguna manifestación de alegría, ni hubiera
placer, ni nada fuera agradable, sin grandes cantidades de alcohol. De aquí que casi toda fiesta popular
degenere en tumulto y surjan reyertas, y lo que principió como una diversión inocente, tenga un trágico
epilogo. (…). Los estudiantes quieren gozar, quieren divertirse, quieren olvidar por unos días la
monótona y dura tarea del estudio. El pozo de las copas no les dejará sino hastío, malestar,
remordimiento. No encontraran allí nada de lo que buscaran. Y volverán a sus libros con menos valor,
con el sentimiento de que perdieron algo que no se puede recobrar 232.

226
La estigmatización derivada del consumo de bebidas alcohólicas era de vieja data en Colombia. Como tema de
investigación, ha sido estudiado particularmente para el caso de la chicha por Oscar Iván Calvo y Marta Saade, La
ciudad en cuarentena. Chicha, patología social y profilaxis, Ministerio de Cultura, Bogotá, 2002. Una
interpretación de época, con los códigos culturales del momento, es la de Laurentino Muñoz, La tragedia del pueblo
colombiano. Estudio de observación y vulgarización, Editorial América, Cali, 1935.
227
Ver “El alcohol en Bogotá”, El Tiempo (Bogotá), julio 8 de 1922, p. 1.
228
Ver “Los carnavales y las calles”, El Tiempo (Bogotá), julio 6 de 1926, p. 5.
229
Ver “El alcoholismo”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 14 de 1925, p. 3.
230
Ver “El alcohol y la fiesta del estudiante”, El Tiempo (Bogotá). septiembre 1 de 1925, p. 3.
231
González, “Bogotá, una ciudad…”, Op. cit., p. 181.
232
Ver “El carnaval y el alcohol”, El Tiempo (Bogotá), julio 14 de 1923, p. 3.

243
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

En 1924, las directivas del Gimnasio Moderno solicitaron a la Junta Organizadora de la Fiesta
del Estudiante, la declaratoria de ley seca durante los días de la fiesta, para todos los
estudiantes233. Al año siguiente, algunos colegios impidieron la salida de los estudiantes a las
fiestas estudiantiles, para evitar que sus alumnos cometieran “graves faltas de conducta”234.

Pero también había otra situación que se desprendía del consumo de alcohol, y eran los
espectáculos públicos que generaban los borrachos en las calles de la ciudad. Y pese a reconocer
que los “estudiantes formaban una pequeña minoría” entre los bebedores, que los había de “todos
los gremios y de todas las clases sociales”, El Tiempo pedía una “severa reglamentación de los
festejos (…) la adopción de medidas represivas contra todos los ebrios que perturban el orden”,
y “el compromiso formal de todo estudiante de no abusar del alcohol”, como medidas definitivas
“para eliminar de los festejos el disolvente de las borracheras” y salvar “su fiesta de un escollo,
en el cual puede naufragar235. En el carnaval estudiantil de 1930, se registraron hechos de
violencia, asociados al “exceso de licores”236.

2.6 La Fiesta del Estudiante en el país

La Fiesta del Estudiante fue acogida con rapidez en otras ciudades del país, luego de que se
instituyera en Bogotá en 1920. Que esto ocurriera nos motiva a reconocer cuestiones como los
niveles de comunicación que existían entre los estudiantes y el papel de la prensa escrita en la
promoción de estas actividades. Aunque también habría otra razón que explicaría la difusión de
la festividad: la realización del Primer Congreso Nacional de Estudiantes en Medellín en 1922,
certamen en el que participaron delegados de Bogotá, Tunja, Cartagena, Popayán y Manizales,
quienes aprobaron la institucionalización de la Fiesta del Estudiante y arribaron a sus lugares de
origen para promoverla.

Desde ese momento se realizaron celebraciones en distintas ciudades. En 1923, siguiendo los
registros de prensa, la Fiesta del Estudiante gozaba de una amplia simpatía, al punto que parecía
“estar establecida ya como costumbre en los principales centros estudiantiles del país”237. Entre
las primeras ciudades en las que se eligieron reinas estudiantiles estuvieron Bogotá, Medellín y
Cartagena. Un análisis de las celebraciones en estas ciudades permitiría divisar las adaptaciones,
funciones e impactos que tuvo esta actividad en el periodo de estudio. En esa dirección, se
establecerá como hipótesis de trabajo que, al ejecutarse en contextos locales marcados por
procesos sociales, culturales y políticos específicos, la Fiesta del Estudiante evidenció
modificaciones y adaptaciones que, en algunos casos, fortalecieron su función simbólica, y en

233
Ver “La ley seca y la Fiesta del Estudiante”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 17 de 1924, p. 3.
234
Ver “El alcohol y la fiesta del estudiante”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 1 de 1925, p. 3.
235
Ver “El carnaval y el alcohol”, El Tiempo (Bogotá), julio 14 de 1923, p. 3.
236
Ver “Lo que vio y ocurrió en el Carnaval”, Mundo al Día (Bogotá), julio 14 de 1930, p. 4.
237
Ver “Las fiestas estudiantiles”, El Tiempo (Bogotá), agosto 21 de 1923, p. 3.

244
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

otros, desencadenaron conflictos sociales. A continuación se realizará una aproximación a la


Fiesta del Estudiante en como Medellín, Tunja, Cartagena, Bucaramanga, entre otras.

La reina estudiantil de Medellín en paseo con delegados al Primer Congreso Nacional de Estudiantes en 1922.
Fuente: Sábado (Medellín) octubre 14 de 1922, p. 809.

2.6.1 Medellín

La primera celebración de la Fiesta del Estudiante en Medellín fue en septiembre de 1921, y


desde ese momento se realizó cada año. Como ocurrió en Bogotá, la celebración en la capital
antioqueña tuvo modificaciones en aspectos de forma (nuevas actividades incorporadas, cambios
en los días de celebración, entre otros) y estuvo sujeta a controles por parte de las autoridades
políticas y religiosas238. En la programación de 1921 se establecieron diversas actividades, entre
las que se destacaron la reunión extraordinaria de la Asociación de Estudiantes de la ciudad,
presidida por Francisco Uribe, Maestro de la Juventud, y se hicieron expresiones de simpatía a
individuos vinculados a la academia (como los doctores Emilio Robledo, Pedro Pablo
Betancourt, Justo Pastor Mejía y José Vicente Maldonado), así como retretas, desfiles, discursos,
comida, concursos y bailes239. No obstante, el elemento distintivo de la celebración de ese año,
fue el acto de simpatía de la comunidad estudiantil y académica hacia la República de Chile. Por
ejemplo, el 20 de septiembre la Asamblea Estudiantil aprobó un saludo a los estudiantes de la
nación austral y realizó una manifestación de simpatía de la que hicieron parte “miles de
estudiantes y ciudadanos de todas las categorías y condiciones y numerosísimas damas”. En
intervención del estudiante de ingeniería Alberto Jaramillo Sánchez, éste:

238
La tesis es advertida por María Teresa Arcila E. y Luis Guillermo López B, al estudiar el carnaval en Antioquia;
y si bien no se refieren específicamente al carnaval estudiantil, consideramos que la tesis se hizo también operativa
para controlar la celebración estudiantil. Ver “Carnavales en Antioquia: la iglesia y los grupos de poder regional
ante la inversión social”, en Marcos González Pérez (Coord.), Carnavales y nación. Estudios sobre Brasil,
Colombia, Costa Rica, Cuba y Venezuela, Intercultura, Bogotá, 2014.
239
Ver “Noticias de Medellín”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 21 de 1921, p. 5.

245
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

pronunció un discurso en el cual hizo un breve resumen histórico, y dijo que nuestra Gobierno debía
no sólo apoyar, como hácelo (sic), sino iniciar la fiesta anual de simpatía a Chile, donde se celebra
nuestro día con más entusiasmo que aquí mismo; exaltó la cordialidad de ambos países y concluyó
enviando un estrecho y fraternal abrazo a la juventud chilena, por conducto del Vicecónsul. La
multitud refrendó estas palabras con una estruendosa ovación. El señor Olano la contestó
elocuentemente y fue aplaudidísimo. Se vivó largamente a Colombia y Chile. La Banda oficial
ejecutó una retreta de gala, y don Tomas Cadavid Restrepo dictó una conferencia en la Universidad
sobre el tema ‘Bolívar Genio’240.

Como se observa, la celebración de la Fiesta del Estudiante en 1921, en el caso de Medellín,


sirvió para fomentar sentimientos de unidad entre las naciones latinoamericanas. De hecho, aquel
año se aprobó un saludo a la juventud latinoamericana y los estudiantes, acompañados de doña
Amelia Arango, Maestra de la Juventud, pasearon el pabellón por las calles cantando himnos
patrióticos, y vivando a Colombia, Chile, Ecuador y México.

Lucia Cock Quevedo, Reina de los Estudiantes.


Fuente: Sábado. Revista Semanal (Medellín), julio 29 de 1922.

La Fiesta del Estudiante en Medellín contó desde 1921 con la realización del reinado estudiantil
(que analizaremos en el siguiente apartado), y con nuevas actividades que fueron apareciendo en
cada versión. Por ejemplo, el concurso de disfraces (en 1921), la mascarada estudiantil (en 1922)

240
Ver “Noticias de Medellín”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 21 de 1921, p. 5. Ricardo Olano, empresario
colombiano residente en Medellín y representante del Gobierno de Chile en Colombia, anotó en sus memorias:
“Hoy es el día de la fiesta nacional de Chile. La Federación de Estudiantes me anunció anticipadamente que con
este motivo haría una manifestación de simpatía a Chile frente a mi casa. Efectivamente hoy a las 11 a.m. una gran
concurrencia, compuesta sobre todo de estudiantes se presentó frente a mi casa. Llevaban las banderas de Colombia
y Chile. (…) Vivó la muchedumbre con entusiasmo a Chile, a Colombia y a la Federación de Estudiantes”. Luego,
en un acto celebrado en el Hotel Internacional, varios estudiantes, al ritmo de la pianola, cantaron el himno de Chile
y de Colombia. Ver Ricardo Olano, Memorias Tomo I, Fondo Editorial Universidad EAFIT, Medellín, 2004, p.
133.

246
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

y los concursos literarios (en 1923). Y, distinto de lo que podría pensarse, en el marco de la
celebración estudiantil se establecían o reafirmaban peticiones a las autoridades académicas o al
gobierno, referidas a su bienestar o formación universitaria. Por ejemplo, en la celebración de
1921, los estudiantes universitarios pidieron al Congreso la aprobación de la autonomía
universitaria y dirigieron un memorial al Ministro de Instrucción Pública, en donde solicitaron
suprimir los exámenes de bachiller, solicitud que recibió la adhesión de los rectores de las
Facultades, la Universidad y la Escuela de Minas241.

En 1922 la celebración giró en torno a un sencillo programa. Los actos se iniciaron en horas de
la mañana con una misa en la Plazuela de José Félix de Restrepo, y continuaron con un “desfile
cívico” de estudiantes y miembros del Ejército, en dirección a la casa del Maestro de la Juventud.
Allí tomó la palabra Eduardo Vasco, quien se dirigió a don Francisco Uribe Mejía, con palabras
de respeto y admiración. Luego continuaron los actos en el Bosque de la Independencia, donde
los estudiantes y sus familias se entretuvieron con las barcas del Lago y el Carrusel, que fueron
cedidos ese día “en beneficio del Primer Congreso Nacional de Estudiantes”. En la noche, hubo
una fiesta social en el Salón España, organizada por la Federación de Estudiantes de Antioquia.
La alegría de ese día la dio la mascarada estudiantil, en medio del regocijo, pues el Alcalde
prorrogó hasta las doce de la noche el permiso para permanecer en la calle los disfrazados242.

En la Fiesta del Estudiante de 1927, los actos se extendieron a tres días. Formalmente, la
celebración comenzó el 12 de agosto, con la elección y proclamación de la reina estudiantil y la
serenata en su honor. En los siguientes dos días, se realizaron diversas actividades:
manifestaciones de simpatía al Maestro de la Juventud, Francisco Uribe Mejía; competencias
deportivas; una función de cine y un acto literario en el Paraninfo de la Universidad de Antioquia;
corrida de toros y baile en honor a las reinas. Por supuesto, no falto la misa solemne a cargo del
Presbítero Manuel José Reina. Uno de los momentos de más alegría se vivió en la noche del 13
de agosto, cuando entraron en escena las serpentinas, el confeti y las murgas de los estudiantes.
Como solía ocurrir, el evento de coronación de la reina, acaparó las mayores atenciones. La reina
fue trasladada en una lujosa243.

2.6.2 Tunja

En Tunja los estudiantes celebraron su fiesta desde 1921. En un comienzo, los días convocados
para el festejo fueron el 23 y 24 de julio. Posteriormente, en 1923, por determinación de la
Asamblea de Estudiantes de la ciudad, se trasladó la celebración para los días 21, 22, 23 y 24 de

241
Ver “Noticias de Medellín”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 22 de 1921, p. 1; “De Medellín”, El Tiempo
(Bogotá), septiembre 24 de 1921, p. 4.
242
Ver “El día del estudiante”, Sábado. Revista Semanal (Medellín), julio 29 de 1922, p. 777, 778; Ver “De
Medellín”, El Tiempo (Bogotá), octubre 13 de 1922, p. 4.
243
Ver “Programación de la Fiesta del Estudiante”, El Correo de Colombia (Medellín), agosto 12 de 1927, p. 8.

247
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

junio244. En la celebración participaban estudiantes de colegios (no había universidades en la


ciudad), destacándose los alumnos de las Escuelas Normales y del Colegio de Boyacá, entre
otros, que participaban en actividades como veladas literarias, concursos de composiciones en
prosa y verso alusivas a la fiesta y encuentros deportivos245. No obstante, la actividad que suscitó
mayor interés fue el reinado estudiantil, como ocurrió en otras ciudades. Al respecto, es de
señalar que en el desarrollo del reinado estudiantil se identifican aspectos similares a los
encontrados en otras localidades, lo cual indica la presencia de formas de comunicación y de
imitación de comportamientos entre los estudiantes. En resumidas cuentas, el proceso de
elección de reinas era el siguiente: inscripción de candidatas, conformación de consejos
electorales encargados de vigilar el proceso eleccionario (que se efectuaba en varios días,
votándose por colegios), jornadas de propaganda a favor de las candidatas, elección (venta de
votos) y coronación.

Como lo indican las fuentes, los reinados estudiantiles despertaban un entusiasmo desbordante
en toda la sociedad tunjana. La interpretación que hacían ciertos sectores sociales del reinado
estudiantil es llamativa. Al respecto, Tunja era considerada, más que ninguna otra ciudad de
Colombia, como la que ofrecía un “ambiente armónico” a este tipo de actividades, por ser una
“ciudad heráldica, grave y castiza, que ha conservado la severa fisonomía aristocrática de los
antiguos tiempos castellanos”246. Este tipo de lecturas sobre el reinado estudiantil recrean las
imágenes y discursos contradictorios que existieron sobre los sentidos y funciones de la
actividad, que se generalizó de forma rápida en el país. La lectura que nos ocupa en estos
momentos tiene, sin duda, un evidente componente romántico que establece una mirada
nostálgica de un pasado que si bien ya no existe, se sigue anhelando y cree advertirse en un
montaje que simula reinos con cortes y “mil títulos aristocráticos que ya se borraban de nuestra
memoria y sólo perduraban en los dulces cuentos maravillosos que se dicen a los niños”. Como
señala el autor de las líneas citadas:
En Tunja no hay pitos de fábricas, ni gritos estridentes de locomotoras. Y sería fácil que en ese silencio
señorial, en esa majestad callada y gentil, la Corte de la Reina Julia se acomodara demasiado con sus
títulos y su fausto y no quisieran volver a la vida sencilla y fea de hoy, ni las bellas muchachas que hacen
de caballeros de honor, ni los políticos prosaicos que hacen de Ministros. ¿Quién se extrañaría de que
dentro de poco tiempo no se pueda ir a Tunja en automóvil, sino en pesada carroza señorial? 247.

244
Ver El Tiempo (Bogotá), junio 21 de 1923, p. 4. En algunos momentos, la Fiesta del Estudiante parece haberse
ejecutado los días previos al carnaval de la ciudad, que se realizaba en el marco de la celebración de la Batalla de
Boyacá, el siete de agosto de cada año.
245
Ver El Tiempo (Bogotá), agosto 2 de 1921, p. 6.
246
Ver “En la corte de Tunja”, El Tiempo (Bogotá), julio 4 de 1923, p. 3.
247
Ver “En la corte de Tunja”, El Tiempo (Bogotá), julio 4 de 1923, p. 3. Aquí es oportuno recordar lo dicho por
Hobsbawm, apropósito de una particularidad de los reinados como tradición inventada: “Bajo ciertas circunstancias,
una coronación puede ser vista por los participantes y los contemporáneos como una afirmación simbólica de la
grandeza nacional. Sin embargo, en un contexto diferente, la misma afirmación puede asumir las características de
la nostalgia colectiva por las glorias pasadas”. Ver La invención de la tradición…, Op. cit., p. 112.

248
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Manifestación en Tunja en honor de la Reina de los Estudiantes de Boyacá.


Fuente: Cromos (Bogotá), 1923.

2.6.3 Cartagena

La vida del estudiante se centraliza entre los libros, los profesores y las frías pensiones, huérfanas de calor y de
amor. La vida del hombre necesita urgentemente, sentirse animada de algo bello, por algo dulce, y, por algo
grato en todas las etapas de su paso por el mundo, pero indiscutiblemente en la época de la juventud, lo reclama
y lo grita con urgencia inusitada todo el ser. (…) Ni en los libros, ni en los profesores ni en las frías pensiones
han de encontrar los estudiantes esas tres condiciones vitales.
Diario de la Costa (Cartagena), julio 12 de 1949.

Cartagena fue una de las primeras ciudades del país en la que se realizó el reinado estudiantil.
Dicho evento se inscribió en la línea de representación de la mujer que solía hacerse desde la
prensa local, que la asociaba a un estado de fragilidad y bondad248. Con el paso del tiempo, el
reinado estudiantil se extendió a otros municipios de Bolívar, como Carmen de Bolívar, Mompox
y Magangué, lugares a donde fue llevado por jóvenes que eran oriundos de estos lugares y
adelantaban sus estudios en la capital de Bolívar. Como lo recuerda el estudiante de la
Universidad de Cartagena, Hugo Vásquez, al salir a vacaciones y retornar a sus lugares
originarios, los invadía “una alegría sin límites, no sólo por estar de nuevo con los nuestros y
encontrarnos con amigos que regresaban de distintas ciudades del país, sino que teníamos la
oportunidad de buscar la forma de divertirnos en conjunto y una de las formas más sanas y
respetuosas eran los reinados estudiantiles”249.

Si bien los estudiantes postulaban el nombre de mujeres para que oficiaran como candidatas,
éstas debían consultar con sus padres para obtener su permiso. Es de pensar que a los padres les

248
Gloria Estela Bonilla Vélez, Las mujeres en la prensa de Cartagena de Indias 1900 – 1930, Editorial
Universitaria, Cartagena, 2011.
249
José Vicente Torres y otros, Anécdotas, cuentos y relatos de siete médicos caribeños, Callejas Artes Gráficas,
Bucaramanga, 2010, p. 265.

249
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

convenía que sus hijas participaran en los reinados estudiantiles, porque la nominación y elección
podía traducirse en logros simbólicos. Por ejemplo, los nombres y rostros de las candidatas solían
aparecer en las portadas de las publicaciones, y éstas eran objeto de atenciones especiales.
Ocurría también que los padres se negaran a ver a sus hijas participando en los reinados
estudiantiles, como ocurrió en Cartagena en 1949, cuando un grupo de personas quiso postular
el nombre de Elvira Vergara como candidata, pero su padre se opuso, inicialmente, por los
desórdenes y los tumultos que solían provocar los estudiantes250.

María I, reina de los estudiantes de Cartagena.


Fuente: Cromos (Bogotá) 1923.

Un momento especial en los reinados lo constituía la conformación de los comités de las


candidatas, los cuales cumplían papeles fundamentales a lo largo del certamen. Su constitución,
de hecho, solía decir cosas de las candidatas: su nivel social y capital cultural, etc. Las casas de
los padres de las candidatas eran convertidas en palacios, y candidatas debían visitar los planteles
para presentar sus programas. Los apoyos a las candidaturas de las reinas también generaban
dividendos simbólicos. Generalmente los propietarios de almacenes y profesionales (abogados,
médicos), promocionaban sus nombres y actividades, al aparecer en público como
patrocinadores de las campañas de las candidatas.

En los días del certamen, la propaganda callejera era tan abundante, como intensa era la
competencia entre las distintas campañas. De hecho, en ocasiones llegó a ser superior a la
empleada en los debates políticos: “Las radiodifusoras, la prensa, las pantallas de los cines, las
carteleras, la plaza pública y los salones de bailes, donde todas las noches se celebran concursos

250
Álvaro Monterrosa Castro, Elvira, mi reina estudiantil forever, Universidad de Cartagena, Cartagena, 2011, p.
27.

250
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

de resistencia, han sido literalmente absorbidos por la muchachada de las aulas para llevar a cabo
sus frenéticas campañas de propaganda”251. El asunto incluso provocó debates por el desaseo
que generaba en la ciudad, como lo ilustra la opinión de un columnista de Cartagena:

(…) Bien está que los estudiantes realicen su reinado, porque a más de una bella fiesta es un paréntesis
de alegría, en estos tiempos de inquietudes políticas, pero para no desvirtuar el hermoso significado y la
esencia misma del certamen, debemos orientarlos por los cauces más puros de la elegancia espiritual.
(…) por los perjuicios que se está causando con el aseo y la limpieza de la ciudad 252.

Los reinados desataban una intensa movilización ciudadana. Actividades en colegios y


universidades, adhesiones, pronunciamientos, visitas a emisoras y entrevistas a la prensa,
imprimían a la ciudad una dinámica de algarabía poco común. Los bailes también constituían
actividades de importancia en los certámenes de belleza, y su realización servía para marcar
diferencias de tipo social y cultural. Por ejemplo, en el reinado de 1949, los seguidores de una
candidata organizaron un baile que fue amenizado por la Orquesta Melodía, una de las mejores
de la ciudad, dirigida por Lucho Bermúdez.

Momento especial era el evento de proclamación de la candidatura, que solía hacerse varios días,
e incluso semanas después de comenzada la campaña. En Cartagena, la proclamación de Elvira
I, celebrada en la Casa Nacional del Periodista, estuvo precedida de un inmenso desfile por las
calles de la ciudad, y concluyó con un grandioso baile de salón. Desde luego, había también
momento para los discursos. En la proclamación de Elvira I en 1949, Simón Bossa López
expresó que hacía parte él de una juventud “que no ve en estos reinados estudiantiles un
pasatiempo vulgar para olvidar la dulce faena de los libros y entregarse al deprimente estado de
la embriaguez, sino que ambiciona la dignificación de estos torneos cívicos”253.

Si bien se trataba de un evento de belleza, los reinados estudiantiles permitían la exteriorización


de planteamientos políticos y críticas al ordenamiento social. En una nota de prensa de 1949, se
hacía referencia a “agitadores” que actuaban a favor de las candidatas, acudiendo a la demagogia
política para, en encendidas proclamas, “comba(tir) decididamente a las oligarquías”:
La modificación de los sistemas, obedece naturalmente al espíritu de la época. Los antiguos reinados,
con carrozas floreadas, con alejandrinas musicales y deliciosamente cursis, se han quedado atrás, con el
saco corto y los chalecos de fantasía. Todavía quedan algunos tradicionalistas que ensayan –al rayo de
una luz incierta-, una perfumada esquela, en donde la candidata desmayándose queda convertida en
catorce versos sentimentales, con la consabida boca de rubí, el irremediable cuello de cisne y la
incontenible corona de estrellas. Pero lo que está perfectamente comprobado es que las candidatas de
estos días tienen demasiadas preocupaciones electorales, para demorarse en problemas tan arcaicos
como esos de tener manos de azucenas e incomodas guirnaldas de luceros. Su electorado no responde lo

251
Ibíd., p. 151.
252
Ibíd., p. 226 y 227.
253
Ibíd., p. 110.

251
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

mismo que de hace treinta años y es necesario tocarle una tecla más de acuerdo con el momento
histórico254.

2.6.4 Manizales

Se tiene registró de la realización del reinado estudiantil desde 1923255. En septiembre de ese
año fue elegida Magola Patiño Gutiérrez, alumna de la Escuela Normal. En su primer manifiesto,
la reina recomendó “cultura, orden y entusiasmo” en los festejos estudiantiles256. Desde entonces
la festividad se efectuó cada año, con actividades que eran comunes en las celebraciones
realizadas en otros lugares. La coronación de la reina Alicia I en 1924, fue un acto especial, ya
que contó con “la presencia de lo más aristocráticos que tiene la sociedad manizalita”. El traspaso
de la corona, era recreado con suntuosidad por la prensa: la reina saliente, “con gesto real, colocó
la corona sobre las sienes de la nueva soberana y pronunció un discurso que la soberana entrante
contestó con frases plenas de emoción y de exquisita elocuencia y elegancia”, comentó la
prensa257.

Una particularidad que tuvo el reinado estudiantil de Manizales, fue su impacto en otras
poblaciones del departamento de Caldas, a tal punto que, con el paso de los años, éste adoptó el
carácter de reinado departamental258. Para apoyar las distintas candidaturas se conformaban
comités en lugares como Armenia, Pereira, Riosucio, Salamina, Anserma, Aguadas y otros
municipios. Allí las reinas y princesas eran recibidas con simpatía y su presencia era vista como
una manera de estrechar la unión entre la capital y los municipios del departamento. Como una
muestra de cordialidad, el alcalde de Armenia declaró a una candidata al reinado estudiantil del
departamento de Caldas, huésped de honor por ser un acontecimiento de alta significación social
su presencia en la ciudad. En Santa Rosa de Cabal, el impacto del reinado estudiantil entre la
población era grande:
Los comités respectivos trabajan con gran actividad y todos los días realizan muy interesantes
programas de acción popular. Continuamente se verifican actos de la mayor animación social. La
propaganda se lleva a efecto en forma atrayente; en las casas se han colocado banderolas con
leyendas alusivas a las respectivas candidatas. Se han organizado diversas murgas que recorren todas
las noches la ciudad cantando coplas y canciones al son de la música. También se organizan

254
Ver “Un reinado a la moda”, El Universal (Cartagena), junio 26 de 1949. La referencia a las oligarquías,
consignada en la nota es claramente de origen gaitanista.
255
Distinto de lo que afirma Oscar Gaviria Valencia, quien indica que el reinado de los estudiantes se realizó desde
1927, y se efectuó sólo “unas cuantas veces”. Ver Sesquicentenario de Manizales: origen de las festividades
manizaleñas, jolgorios, regocijos, carnavales, fiestas del estudiante, el centenario, fiesta brava y fiestas de
Manizales, Universidad de Caldas, Manizales, 1998, p. 8.
256
Ver “De Manizales”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 9 de 1923, p. 4.
257
Ver El Tiempo (Bogotá), septiembre 21 de 1924, p. 4.
258
En 1932 Elvira Rengifo, quien residía en Cali, fue elegida como reina de los estudiantes de Manizales, pero
proclamada por la Asamblea Departamental de Estudiantes como Reina de los Estudiantes de Caldas. Ver “La
vallecaucana señorita Elvira Rengifo reina de los estudiantes de Manizales”, La Voz de Caldas (Manizales), julio
11 de 1932.

252
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

continuamente numerosas y entusiastas manifestaciones en honor de las candidatas; las


manifestaciones se realizan animadamente, portando banderolas e insignias 259.

Los seguidores de las candidatas recorrían las calles de las ciudades, promocionando a sus
candidatas. Esto se veía reflejado en la votación. Por ejemplo, en 1931 la votación para elegir la
reina estudiantil fue de 21.371 votos260. Dos años después está aumento significativamente, al
alcanzar los 72.000 votos261. En el reinado de 1937 se depositaron 130.000 votos, casi el doble
de los obtenidos en 1933262.

Sofía Robledo Aristizábal, candidata al reinado estudiantil de 1933.


Fuente: La Voz de Caldas (Manizales), noviembre 4 de 1933.

En términos generales, el ritual de la elección y coronación de la reina era similar al de otras


ciudades del país. Las candidatas eran proclamadas en un escenario como el Teatro Olimpia de
Manizales. Desde el momento de la proclamación, se desataba una intensa movilización a favor
de las candidatas, las cuales visitaban el Instituto Universitario y otros colegios, en donde sus
seguidores organizaban festivales. También acudían a la emisora Radio Manizales, en donde
eran atendidas por periodistas que las entrevistaban. Una vez se hacia la elección de la reina, la
candidata ganadora emitía el primer decreto en el que establecía su corte de honor (integrado por
las candidatas que habían participado en el certamen), el cual recibía el encargo de administrar
reinos ficticios263. Luego de la coronación de la reina, se daba inició al carnaval estudiantil, que

259
Ver “Cómo se desarrolla el certamen estudiantil en Santa Rosa de Cabal”, La Voz de Caldas (Manizales), julio
10 de 1933, p. 2.
260
Era el resultado de los votos que obtuvo la candidata ganadora y la que ocupó el segundo lugar. Ver “Elegida
Mariela Valencia como reina”, La Voz de Caldas (Manizales), julio 17 de 1931.
261
Ver “Los escrutinios de la elección de la reina de los estudiantes”, La Voz de Caldas (Manizales), julio 11 de
1933, p. 1.
262
Ver “Realizados los escrutinios para el reinado del carnaval, ganó Marina”, La Voz de Caldas (Manizales),
octubre 2 de 1937.
263
Aquí recordamos nuevamente a Fabián Adolfo Zuleta, quien advierte en la construcción de reinados ficticios
formas de cuestionamiento al orden dominante. Ver “Juventud, cultura y poder…”, Op. cit.; p. 47.

253
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

contemplaba concursos de comparsas y disfraces, corridas de toros, proyección de cine, juegos


pirotécnicos, verbenas, concurso de vitrina y carrozas, entre otros264.

2.6.5 Bucaramanga

Si bien no se tiene el dato preciso de cuándo se realizó el primer reinado estudiantil en


Bucaramanga, se tienen registros de esa actividad para la década de 1940. En 1945, por ejemplo,
la prensa de la ciudad hacía descripciones del desarrollo del reinado estudiantil en la capital
santandereana, e incluso ésta también se realizaba en otras poblaciones del departamento (como
ocurrió en Puerto Wilches265), lo cual demuestra el grado de difusión y recepción de que gozaba
la celebración entre los estudiantes de secundaria (hay que tener en cuenta que para ese momento
no había universidad en Santander).

La celebración en Bucaramanga parecía seguir los pasos ya conocidos en otros lugares: se


proclamaban varias candidatas por parte de los estudiantes, enseguida se conformaban los
comités de apoyo, luego se procedía a hacer la agitación respectiva durante varios días; a
continuación se realizaba la elección en una fecha programada y, finalmente, se ejecutaba el
evento de coronación de la reina ganadora en un recinto especial. La programación de la campaña
de las candidatas incluía correrías por los planteles educativos en busca del apoyo de los
estudiantes266. Una nota de prensa de 1945 expresaba, con notable orgullo, que el reinado
estudiantil era un “certamen ya natural en nuestra ciudad”, el cual se realizaba “por fortuna,
dentro de la más estricta cultura, animación y buen comportamiento”, con lo cual los estudiantes
de Bucaramanga, daban “una magnifica lección a los de la capital de la república, cuyos torneos
comienzan mal y terminan peor”267. Un comentario que plasmaba las representaciones que se
solían hacer de la celebración estudiantil, ajustadas a una concepción de orden y civismo.

El acto de coronación de la reina estudiantil era una expresión simbólica de poder y distinción
social. En 1945, el evento de coronación se realizó en el Teatro Santander, principal escenario
cultural de la ciudad, fundado en 1932. Al arribar la reina y su corte al lugar, fue recibida por
una lluvia de flores y confetis arrojados por un público que estaba compuesto por representantes
del poder civil, estudiantes de los distintos colegios de Bucaramanga e integrantes de las familias
de la reina y las princesas. Por supuesto, había presencia de personas que supieron dar valor a
“tan solemne oportunidad”. El acto fue abierto por una orquesta, que durante la noche amenizó
a los asistentes. El discurso de apertura lo pronunció el Director de Educación del departamento,
Gustavo Serrano Gómez, lo cual demuestra el reconocimiento que tenía la celebración estudiantil

264
Ver “Los espectáculos públicos serán lo mejor de los carnavales”, La Voz de Caldas (Manizales), septiembre 27
de 1935.
265
Ver “Reina de los Estudiantes”, Vanguardia Liberal (Bucaramanga), mayo 10 de 1945, p. 2.
266
Ver “Actividades del reinado estudiantil”, en El Demócrata (Bucaramanga), mayo 30 de 1945, última página.
267
Ver “Reinado Estudiantil”, en El Demócrata (Bucaramanga), junio 2 de 1945, p. 2.

254
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

para las máximas autoridades cívicas del departamento. Luego le siguió el del estudiante Luis
A. Figueroa y, posteriormente, la reina estudiantil. Luego vinieron los actos de honor, a cargo de
las bandas de guerra de los colegios, y presentaciones artísticas de estudiantes del Colegio del
Rosario. El evento se cerró con un “suntuoso baile estudiantil” en el Colegio Santander, para el
cual se repartieron invitaciones especiales268.

El cuadro anterior evidencia el peso que tenía la tradición estudiantil en la sociedad bumanguesa.
Además, muestra el papel de la reina, figura que representaba a todos los estudiantes de la ciudad.
Ese papel, además de ser simbólico, tenía incidencia en los asuntos cotidianos de los estudiantes.
Como ya se dijo en otro lugar, las reinas se comprometieron en la obtención de bienestar para
los estudiantes y fomentaron las organizaciones entre ellos. En Bucaramanga no sucedió lo
contrario. Por ejemplo, en 1945 la reina Margot adquirió el compromiso de crear el hogar del
estudiante y de ayudar a constituir la federación de estudiantes269.

En Bucaramanga el reinado estudiantil se proyectó hacia la década siguiente. Al respecto, Álvaro


Acevedo Tarazona ha indicado que el carnaval estudiantil se realizaba en los años cincuenta,
identificando algunos hechos que explicarían, en parte, la proyección de la celebración. Por
ejemplo, indica que los carnavales estudiantiles en los primeros años de la década de 1950 eran
organizados por los universitarios vinculados a la Universidad Industrial de Santander (fundada
en 1948), quienes concebían la actividad como una forma de involucrar a los sectores populares
en actividades culturales270. Es evidente que los estudiantes de la UIS imprimieron una nueva
energía a la larga tradición, lo cual debió estimular su conservación por la vía de la ejecución.
Fue precisamente la Asociación de Universitarios de Santander (AUDESA), señala Acevedo
Tarazona, la que se encargó de organizar la celebración estudiantil, que se realizaba el 3 y 4 de
junio. En esos días era común ver marchas de comparsas y carrozas por espacios públicos,
mientras que otros eventos (relacionados con la coronación de las reinas), estaban reservados
–como ocurrió en otras ciudades- para la “crema y nata” de la sociedad local. En fin, el carnaval
estudiantil logró, por lo menos hasta 1954, captar la atención ciudadana y el reconocimiento de
la sociedad bumanguesa271.

2.7 Fiesta del Estudiante y conflictos sociales: una mirada nacional

Las tensiones sociales no fueron extrañas en las festividades estudiantiles. Era inevitable que
éstas afloraran por factores como la diversidad de actores que participaban directa o
indirectamente en la celebración; o, por los intereses que se ponían en juego alrededor de la

268
Ver El Demócrata (Bucaramanga), junio 8 de 1945, p. 1 y última.
269
Ver Vanguardia Liberal (Bucaramanga), junio 7 de 1945.
270
Álvaro Acevedo Tarazona, Modernización, conflicto y violencia en la universidad de Colombia: AUDESA (1953
– 1984), Editorial Universidad Industrial de Santander, Bucaramanga, 2004, p. 199.
271
Ibíd.

255
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

misma. En un contexto como el descrito, fue el reinado estudiantil, como componente principal
de la Fiesta del Estudiante, la actividad que más provocó malestares, los que estuvieron ligados
o motivados por: a. el carácter simbólico de los reinados; b. las pretensiones de reelección de
reinas; c. la intervención de sectores políticos y religiosos en la suerte de los reinados; y d. las
sospechas de fraude o “chocorazos”272. Para ilustrar esta tesis, a continuación se presentarán
algunos casos de conflictos derivados de los reinados estudiantiles, los que, en muchas ocasiones,
eran la extensión de las tensiones que existían en el campo de la política nacional y local
(representaciones de clase, crítica al sistema electoral por fraudes, entre otros).

2.7.1 Medellín

El primer reinado estudiantil se realizó en 1921, convirtiéndose desde ese momento en uno de
los principales eventos de las festividades estudiantiles, reuniendo un conjunto de situaciones
(representaciones de poder, luchas sociales, practicas cuestionables, etc.), que al ser divisadas,
permiten enriquecer el análisis de las mismas. Como se resaltó en otro lugar, la reina estudiantil
cumplía funciones especiales: durante la Fiesta del Estudiante, orientaba la elección de la nueva
reina, integraba el jurado para los diferentes concursos que se programaban, etc. Una vez elegida,
la reina adelantaba labores destacadas. Por ejemplo, promovía obras de caridad en beneficio de
los pobres de la ciudad, o actividades relacionadas con el bienestar de los estudiantes, como la
construcción de la Casa del Estudiante.

No obstante, en Medellín los reinados desencadenaron conflictos entre los estudiantes. En 1923
surgió una situación delicada en torno a la realización del reinado estudiantil, la cual tuvo un
impacto notable en la ciudad. El 15 de septiembre, cuando debían verificarse los escrutinios
parciales de los votos para elegir la reina, se registraron graves desórdenes, derivados del
enfrentamiento entre estudiantes que se oponían a la realización de los reinados y los jurados.
Según describe la fuente, los primeros, llamados “abstencionistas” o “antimonarquistas”,
pretendieron atacar las urnas con el propósito de destruirlas, acto que fue impedido por los
jurados, quienes sacaron revólveres y garrotes, “sin que llegaran a usarlos”273. El suceso
expresaba un ambiente, no de solidaridad y fraternidad alrededor de la fiesta estudiantil, como

272
El término chocorazo es una expresión del Caribe colombiano, que alude a una especie de “golpe en la cabeza”.
Su uso se popularizó a raíz del fraude que se cometió en La Guajira, en las elecciones presidenciales de 1904, y que
significó el triunfo de Rafael Reyes (1904 – 1910), sobre Joaquín F. Vélez. Desde ese momento, la expresión
chocorazo se empleó como sinónimo de fraude electoral. Sobre el acontecimiento de 1904, puede consultarse a
Adelina Cobo, El chocorazo: el fraude de Reyes en 1904, Grupo Editorial Ibáñez, Bogotá, 2013.
273
Ver “De Medellín”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 16 de 1923, p. 4.

256
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

solía advertir la prensa liberal274, sino de tensión y miedo. Además, ponía en evidencia la
existencia de lecturas contradictorias en torno a los sentidos de los reinados estudiantiles.

En 1925 surgieron nuevamente tensiones por la elección de la reina estudiantil. En esa ocasión
se enfrentaron las candidatas Rosa de Márquez Madriñan y Fita Uribe. Cada una contaba con
partidarios que promocionaban sus candidaturas; también había una amplia franja de estudiantes
“inclinada a la abstención”275.

Si bien el certamen comenzó sin percances mayores, con el paso de los días se fue divisando un
posible conflicto, a raíz de unas declaraciones de la candidata Fita Uribe, en las que señalaba que
en algunos planteles educativos los profesores pedían a los estudiantes no votar por ella, porque
era enemiga del catolicismo. La acusación condujo a que la candidata presentara la renuncia al
certamen, lo que provocó una gran manifestación de rechazo276. Para ese momento, en el
imaginario de los estudiantes se había establecido la idea de que Fita Uribe era la candidata de
los estudiantes pobres, y Rosa Márquez de los estudiantes ricos277. Del caso resulta evidente que
el factor religioso jugó un papel especial en la exacerbación de los ánimos estudiantiles. Así lo
corrobora Gilberto Mejía, protagonista de los hechos, quien destacó que efectivamente el factor
religioso en la elección de 1925, fue de los “más candentes, pues detrás de ese manto se
escondían, grandes conflictos económicos y sociales. (…) Como es natural todo se reflejaba en
las masas estudiantiles, que en su casi totalidad eran hijos de obreros, artesanos y pequeños
empleados”278.

Pero hacía falta otro actor que hizo parte del conflicto, los “antimonarquistas”, así denominados
por la prensa. Eran abiertamente “enemigos del reinado estudiantil”, aunque solían sus posturas
ser presentadas como expresiones de “anarquismo universitario”279. En un acto concurrido que
se realizó después de la elección de Rosa Márquez280, se advirtieron las razones que motivaban
a los “antimonarquistas” a oponerse a los certámenes de belleza: para ellos, esos eventos “iban
en mengua de nuestras ideas democráticas”281.

274
Que no siempre reinaba la armonía entre los estudiantes, lo prueban los hechos de violencia ocurridos en Medellín
entre varios estudiantes del Colegio Dental, quienes se enfrentaron en “un descomunal match de boxeo”, en plenas
festividades. Ver “De Medellín”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 16 de 1923, p. 4.
275
Ver “De Medellín”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 15 de 1925, p. 4.
276
Ver “De Medellín”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 17 de 1925, p. 4.
277
Gilberto Mejía V, Memorias. El comunismo en Antioquia (María Cano), Ediciones Pepe, Medellín, sf., p. 222.
278
Ibíd.
279
Ver “De Medellín”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 17 de 1925, p. 4.
280
La elección de Rosa Márquez como reina de los estudiantes fue duramente cuestionada por los seguidores de
Fita Uribe. Siguiendo el relato de Mejía V., hubo un fraude cometido por “los ricos” contra Fita Uribe, “la cual
verdaderamente obtuvo el mayor número de votos”, lo cual desencadenó enfrentamientos callejeros entre los
partidarios de las dos candidatas. Ver Mejía V., Op. cit., p. 222.
281
Ver “De Medellín”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 23 de 1925, p. 4.

257
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

El desprestigio de los reinados estudiantiles en Medellín parece no haber no terminó con los
hechos de 1925, ya que al año siguiente se registraron denuncias por la alteración de la votación
a favor de la candidata Maruja Restrepo282.

2.7.2 Tunja

En Tunja los reinados estudiantiles también motivaron conflictos, como ocurrió en 1925, cuando
un sector de estudiantes afín a la candidatura de Carmen Urdaneta, manifestó su inconformidad
al saber que Susana Rivadeneira, la reina vigente, pretendía aspirar a la reeleccion283. La razón
de la reina en ejercicio para aspirar de nuevo a la corona no se conoce, aunque la ofrecida por un
sector de la prensa era ridícula: “(…) por su gentileza, su exquisita gracia y su viva inteligencia,
se ha hecho merecedora a que se le postule para la reelección”, destacaba el corresponsal de El
Tiempo en Tunja284.

Susana Rivadeneira, Reina de los Estudiantes de Boyacá.


Fuente: Cromos (Bogotá) 1923.

Los partidarios de la candidatura de Carmen Urdaneta argumentaron que debía respetarse el


principio de la alternabilidad y cuestionaron el desbordado apoyo que miembros del Ejército
ofrecieron a la candidatura Susana Rivadeneira. Al final, si bien la votación favoreció
ampliamente a Susana Rivadeneira, el malestar que surgió obligó a la Asamblea de Estudiantes

282
Ver “De Medellín”, El Tiempo (Bogotá), julio 8 de 1926, p. 12.
283
Ver El Tiempo (Bogotá) junio 11 de 1925, p. 11. Coronada en 1924 como reina de los estudiantes, Susana
Rivadeneira había sido candidata también en el reinado de 1923.
284
Ver El Tiempo (Bogotá) junio 16 de 1925, p. 4.

258
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

de la ciudad a anular los votos consignados a favor de la ganadora, quien, a la postre, presentó
su renuncia, pese a las protestas que realizaron sus seguidores285.

2.7.3 Cartagena

En 1923 la reina estudiantil vigente, Maruja I, decidió postular de nuevo su nombre como
candidata, lo que provocó reacciones de las candidatas Felipa María Bossio, Sara Ester Lequerica
y Margarita Mathieu, y de quienes las acompañaban en sus pretensiones286. Un grupo de
estudiantes de Derecho, mientras tanto, al no contar con representación en el comité organizador
del reinado, decidió alzar la “bandera de la disidencia” y promover la candidatura de Mercedes
Amelia Gómez287. En 1924, varios estudiantes publicaron en Diario de la Costa una hoja titulada
«No más monarquía», en la que criticaban los reinados estudiantiles, al considerarlos como una
distracción ante los “problemas serios de los estudiantes”; además, consideraban que ese evento
simbólicamente golpeaba “la libertad del gobierno republicano con la perpetuación de la
monarquía”288. He aquí dos ejemplos, entre los muchos que podrían mencionarse, de las
tensiones que generó el reinado estudiantil en la capital de Bolívar.

Sin embargo, en 1949 se produjo el conflicto social más sonado –con proyección nacional- en
torno a la elección de la reina estudiantil en la ciudad. Ese año volvió a realizarse el reinado
estudiantil, que quiso verse como una especie de remedio para “mitigar la agresividad que tenían
los estudiantes luego de los actos de violencia del nueve de abril”289. Lo curioso del caso es que
la celebración, reinventada para mitigar las tensiones sociales, originó un agudo conflicto social
en Cartagena. Veamos cómo se dieron los hechos.

En el certamen de 1949 participaron las candidatas Alma Mackenzie, Albina Pareja, Elvira
Vergara Echávez y Carmen Marrugo Romero. Pronto, la candidatura de Elvira Vergara despertó
un inusitado entusiasmo, particularmente entre los estudiantes de provincia, a la postre, los más
pobres. La competencia fue reñida desde el inicio. Como recuerda José Vicente Torres, el
entusiasmo “había contagiado a toda la ciudadanía y hasta las entidades oficiales propiciaban la
justa, que a la vez servían de jolgorio a los estudiantes”290. El apoyo a las candidatas generó un
ambiente de jolgorio y de tensión en la ciudad. Los estudiantes que estaban matriculados en los
colegios y carreras de Medicina, Derecho y Farmacia, tomaron partido por una u otra. Hacer

285
Ver “De Tunja”, El Tiempo (Bogotá) junio 16 de 1925, p. 4.
286
Ver “Cartagena”, El Tiempo (Bogotá), agosto 20 de 1923, p. 4.
287
Ver “De Cartagena”, El Tiempo (Bogotá), septiembre 10 de 1923, p. 4.
288
Dora Piñeres de la Ossa, Modernidad, universidad y región. El caso de la Universidad de Cartagena 1920 –
1946, UPTC, Tunja, 2008, p. 198.
289
Monterrosa, Op. cit., p. 70. La propia Universidad de Cartagena fue epicentro de actos violentos el 9 de abril, y
las oficinas de El Fígaro y El Diario de la Costa fueron incendiadas. Una descripción de lo ocurrido en Cartagena
al conocerse la noticia de la muerte de Gaitán, en German Espinosa, La verdad sea dicha. Mis memorias, Taurus,
Bogotá, 2003, p. 56 y ss.
290
José Vicente Torres, en Anécdotas, cuentos y relatos de siete médicos caribeños…, Op. cit., p. 40.

259
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

parte del comité directivo del certamen, era un codiciado objetivo para muchos, porque de ahí
se derivaba prestancia social. Desde luego, los políticos de turno aprovechaban la ocasión para
mostrarse como benefactores de la juventud estudiosa, y ofrecían su apoyo a las actividades
estudiantiles. Era inevitable que así sucediera. De hecho, los propios estudiantes le introducían
al certamen asuntos de política, lo cual elevaba el entusiasmo y, por supuesto, provocaba recelos
entre la ciudadanía.

Candidata al reinado estudiantil en Cartagena.


Fuente: El Espectador (Bogotá), junio 29 de 1949, p. 7.

El 25 de junio, una agrupación de estudiantes, denominada Unión Universitaria, anunció su


interés de convertir el reinado en un “certamen cultural”, alejado de las pasiones políticas que,
según advertía, lo habían desdibujado en años anteriores. De hecho, su propuesta apuntaba a
limitar el reinado al ámbito universitario, para lo cual plantearon una candidatura única de las
tres facultades de la universidad. Sin embargo, su propuesta no encontró apoyo entre los
estudiantes291. La actitud de indiferencia ante la propuesta de la Unión Universitaria era apenas
comprensible. Difícilmente los estudiantes aceptarían que los reinados redujeran su rango de
incidencia, y que se alejaran de la realidad social y política en las que se ejecutaban. Como solía
ocurrir, el reinado estudiantil permitía que los estudiantes hicieran representaciones de la vida
política del país, en donde afloraba la crítica directa o encubierta, según las circunstancias del
momento. Por ejemplo, el joven Gabriel García Márquez –estudiante de Derecho en la

291
Monterrosa, Op. cit., p. 60, 61. La comunicación la firmaban Pedro Muskus (Presidente), Adolfo Álvarez
(Vicepresidente), Gabriel Pinedo (Secretario), Saleh Villamil (Fiscal), Carlos Mogollón, Amín Nassif, Rubén
Fernández y Darío Cabrera (Vocales).

260
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Universidad de Cartagena- resaltaba ese carácter en una columna publicada en El Universal bajo
el seudónimo de Séptimus:
Si de algo debemos enorgullecernos es de nuestra extraordinaria capacidad para reemplazar en la vida
pública a los políticos nacionales. (…) El vicio estatal de las oligarquías que tantos dolores han provocado
en la cabeza de la humanidad tiene en esta organización su analgésico efectivo, puesto que la limpia
hermenéutica enseña que nadie puede ser oligarca de sí mismo o que al menos en el estado unipersonal se
entiende la oportunidad de oligarquía sin peligro en algunos rivales o competencias.

(…) Somos los estudiantes y hemos descubierto la fórmula del estado perfecto, la concordia entre las
diferentes clases sociales, la equidad del salario, la liquidación por partes iguales de la plusvalía, la
disolución de los parlamentos remunerados y la absoluta y colectiva abstinencia electoral, pues ya no se
inclinará la razón hacia los absurdos veredictos de la mitad más uno, sino hacia los indiscutibles veredictos
del infalible pueblo individual. Sin embargo como nuestro estado perfecto lleva también dentro de sí, el
germen de su propia contradicción, para evitar divergencia entre los diferentes reinos de los estudiantes y
para imponer el orden entre ellas, será necesario elegir en un nuevo certamen la reina de la reina de los
estudiantes292.

Mientras ocurrían este tipo de declaraciones, se fue esparciendo el falso rumor de que la
candidata Elvira Vergara había renunciado, pronto desmentido por la propia candidata y por el
comité que la impulsaba. La postura de la candidata despertó una amplia adhesión de estudiantes,
en su gran mayoría de origen provinciano, hecho que expresaba el antagonismo –las
representaciones de clase se daban también en el reinado estudiantil- que existía entre los
estudiantes de provincia vinculados a los colegios públicos y en la Universidad de Cartagena,
“con los citadinos e hijos de los acaudalados que ocupaban los colegios privados”293. El ambiente
alertó a las autoridades locales, temerosas por posibles actos de violencia entre los miembros de
las distintas campañas. Rápidamente, la prensa cartagenera se pronunció por el rumbo que
tomaba el reinado estudiantil. En una nota invitó a los estudiantes a la cordura:

El concurso debe ser un certamen digno de la alcurnia histórica de nuestra ciudad, y exhortar a los
estudiantes para que vayan a las urnas de votación a sufragar por la candidata de sus simpatías, pero en
orden, respeto y dignidad. La coacción, el fraude, el ‘chocorazo’ y todos los vicios de los partidos
políticos, no deben salir a la luz pública en el torneo del presente año 294.

En la noche del 5 de julio, un comité de apoyo de una candidata organizó una marcha de
antorchas por las calles, la cual contó con una numerosa participación de estudiantes, amigos de
la candidata y curiosos. Los miembros de las otras candidaturas observaban ansiosos el acto
convocado. De pronto, por cualquier razón, se registraron enfrentamientos entre los integrantes
de las distintas candidaturas. El suceso, según cuentan testigos, cambio de forma definitiva el

292
Monterrosa, Op. cit., p. 47 y 48.
293
Agrega José Vicente Torres: “No está demás aclarar, que la gran mayoría de los estudiantes procedían de la
provincia y de ñapa eran pobres, por lo que las gestas estudiantiles en el fondo representaban una confrontación
entre la clase burguesa cartagenera la cual tenía su candidata, y los estudiantes venidos del campo, por lo que el
triunfo de nuestra candidata fue una bofetada para los pocos estudiantes citadinos que tenía la ciudad”. Ver José
Vicente Torres, Anécdotas, cuentos y relatos…, Op. cit., p. 44.
294
Monterrosa, Op. cit., p. 93. Resaltado nuestro.

261
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

rumbo del concurso, “y se fue a la basura las propuestas de un certamen limpio y organizado”295.
En esto también tuvieron culpa altos funcionarios de la Gobernación, interesados en incidir en
el desarrollo del certamen estudiantil. Un comunicado oficial el gobierno departamental
desconoció el Comité Organizador existente, y designó otro con el propósito, según advirtieron
los críticos, de atender el interés de personas que pretendían incidir en los resultados de las
votaciones296. Enseguida surgió la discusión de si los colegios podían tomar parte en las
elecciones. Un periodista señaló que por lo ocurrido en la marcha de las antorchas,
probablemente varios colegios privados se abstendrán de participar297. Asimismo destacó que
casi todos los colegios y Facultades participarían, salvo algunos planteles como la Academia de
Comercio, por decisión del rector. La noticia desató el malestar de sus estudiantes, ya que no
sólo se les prohibía participar en la escogencia de la reina, sino que se les impidió a las candidatas
el ingreso al colegio. Finalmente, se anunció que la Academia de Comercio sí participaría en el
certamen, pero que sus alumnos solo votarían por la candidata Alma Mackenzie, decisión que
fue rechazada por el Comité Organizador, al considerar que se trataba de una imposición a los
estudiantes, por lo cual anunció que no permitiría que ningún estudiante de la Academia de
Comercio participara en la elección. La cólera de los estudiantes despertó y, desafiantes,
recorrieron las calles de la ciudad. Arribaron a la casa de la candidata Albina Pareja, en donde le
prendieron fuego a una bandera que servía como distintivo de la campaña; luego protagonizaron
desordenes que obligaron a la intervención de la policía.

Los seguidores de la candidata Elvira Vergara interpretaron el proceder del Gobernador como
una tramoya para favorecer a una de las candidatas que carecía del apoyo mayoritario298. De
hecho, por consentimiento de éste, se decidió que las urnas de la votación se trasladarían a un
lugar que no estaba autorizado por los estudiantes, con el fin de efectuar el escrutinio en secreto,
algo que no estaban dispuestos a permitir. Decidieron entonces dirigir una comunicación al
Ministro de Educación Nacional y al Presidente de la Republica, en la que describían lo que

295
Ibíd., p. 144.
296
Ver “La Gobernación de Bolívar crea un conflicto en torno a la fiesta estudiantil”, El Universal (Cartagena),
julio 9 de 1949, p. 1. Integraban el Comité Organizador Jorge Mogollón (Presidente), Alfonso Munera
(Vicepresidente), Orlando Ariza (Secretario), Julio Pájaro (Tesorero), Juan Arango (Fiscal), entre otros. Como se
observa, no había ninguna mujer en el comité.
297
Ver “Las elecciones para reina de los estudiantes se verificarán mañana”, El Universal (Cartagena), julio 14 de
1949, p. 1.
298
Precisamente el 15 de julio, día en que debían realizarse la votaciones para escoger la reina de los estudiantes,
El Universal había consignado lo siguiente: “Los estudiantes deben prepararse para presentar a la ciudadanía un
espectáculo digno de quienes han bebido en las fuentes de la lectura diaria, la savia creadora de la cultura y de la
civilización. El fraude y los demás vicios que en política se han venido acostumbrando en Colombia todo el tiempo
de nuestra vida común como nación, deben estar alejados de nuestra condición de estudiantes, que por razón natural
debemos dar el ejemplo a las demás gentes, de nuestra rectitud, demostrando así nuestra inconformidad con esas
degeneraciones de la voluntad popular”; Monterroso, Op. cit., p. 197.

262
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

estaba ocurriendo y responsabilizaban al Gobernador de los actos. Además, advertían que de ser
necesario, acudirían a la huelga general en la ciudad.

Esta situación, aunada a nuevos hechos de violencia callejera entre estudiantes de las distintas
comitivas, motivaron al Comité Pro Elvira a tomar una decisión contundente: retirar a los tres
representantes del Comité Organizador, así como la candidatura de Elvira Vergara, con su
consentimiento, y proceder de inmediato a coronar a Elvira como reina. Es decir, el Comité Pro
Elvira, otorgándose una inusual autonomía, designó a Elvira Vergara como “reina de las
Facultades y soberana de la inteligencia, la cultura y la belleza”299.

2.7.4 Bogotá

En julio de 1934 se registró un conflicto laboral en la Cervecería Germania, en el que se vio


involucrada la reina estudiantil Mariana I, hija del propietario de la empresa Rudolf Kohn. Los
trabajadores de la cervecería acusaron a la reina estudiantil de haber llevado en su automóvil
particular a unos jefes de la policía, el día en que estalló la huelga. Luego de conocerse la
acusación, el comportamiento de Mariana I se convirtió derivo en una polémica que involucró
posturas a favor y en contra. El cuestionamiento se trasladó al propio reinado estudiantil, que se
convirtió en centro de controversia. Enseguida, fue cerrada la fábrica con el argumento de que
la actitud de los obreros no era la correcta, al haber llevado el asunto al campo puramente
personal, “publicando carteles injuriosos para la familia, con motivo de una supuesta
intervención de la reina de los estudiantes”300.

La postura de los estudiantes por el comportamiento de la reina Mariana I no fue generalizada.


De hecho, el comité seccional del Centro Departamental de Estudiantes emitió un decreto en el
que expresó su apoyo a la huelga de los trabajadores, pero rechazó las “injurias” cometidas por
“núcleos pseudo-estudiantiles contra la Soberana del gremio y encaminadas a minar por su base
las organizaciones sindicales de los obreros”, y a “menoscabar la influencia ponderada de la
monarquía estudiantil”301.

La controversia por el papel de la reina Mariana I en el conflicto laboral de Germania demuestra


la fragilidad a la que parecía haber llegado el reinado estudiantil a comienzos de los años treinta,

299
Como dato curioso, Gabriel García Márquez fue el encargado de leer el discurso de proclamación de Elvira I, el
2 de julio de 1949. Para entonces GGM estudiaba segundo semestre de Derecho en Cartagena, ciudad a donde se
trasladó luego de que tuviera que salir de Bogotá (cursaba Derecho en la Universidad Nacional), a raíz de los hechos
del 9 de abril de 1948. Ver Vivir para contarla, Editorial Norma, Bogotá, 2002. Un recuento de las circunstancias
que se dieron alrededor de la designación del futuro nobel como lector del discurso en la proclamación, en
Monterrosa, Op. cit., p. 104 y 132. El discurso de GGM fue publicado en El Universal el 5 de julio de 1949, es
decir, tres días después de que fuera leído en el acto de proclamación.
300
Ver El Espectador (Bogotá), julio de 1934.
301
Ver “El comité ejecutivo de estudiantes y la huelga de Germania”, El Tiempo (Bogotá), julio 15 de 1934, p. 3.
Está firmada por Antonio González, Víctor Emilio Jara y Héctor Acevedo A.

263
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

pero por sobre todo, su papel en situaciones donde afloraban conflictos que involucraban a
sectores no solo estudiantiles. El reclamo a la reina estudiantil, desproporcionado o no, mostraba
la percepción que tenían miembros de la comunidad estudiantil frente a ese tipo de
representaciones. En este caso, la procedencia social de la reina Mariana I fue motivo para
encender la discordia, que devino en actos de violencia, lo que condujo a que la reina estudiantil
presentará su renuncia irrevocable a la distinción que tenía302.

Un numeroso grupo de estudiantes, vinculados a varias universidades y colegios, se


pronunciaron a favor de la reina, y culparon a los estudiantes “uniristas y comunistas” de
propiciar los ataques. En su protesta reclamaban “contra los desacatos a la clarísima dama que
hoy aprestigia en sus manos el cetro del reinado estudiantil” y se preguntaban “cómo se pueden
confundir los intereses justísimos de los obreros y los intereses de una empresa industrial privada
con la pleitesía debida a la dama que rige los destinos del mas importante gremio de la república”.
Concluían afirmando que no tendrían en cuenta la renuncia presentada por S.M. la Reina, ya que
era voluntad de ellos “seguir bajo el leve yugo de sus deseos, mientras no exista un poderoso
motivo que nos obligue a aceptar su retiro del trono que, iluminado con su presencia, semeja el
pedestal de la belleza absoluta303.

Estas declaraciones ponen en evidencia la ya existente escisión del gremio estudiantil en Bogotá.
En este caso, el motivo era el trato dado a la reina estudiantil, algo incomprensible para sectores
de estudiantes que salían en su defensa, que no lograban comprender por qué se denigraba a una
dama de la alta sociedad, que dedicaba energías y recursos económicos para ofrecer bienestar a
los “más necesitados”. Esta tesis fue compartida por Luis Eduardo Nieto Caballero, quien se
refirió a la reina Mariana I como la hija de un rico industrial, que tomaba de la caja de su padre
“lo que quisiera”, para ayudar a pagar a los estudiantes sus pensiones y ofrecía a otros auxilios
pecuniarios. “Todos los inquietos súbditos, al acercarse a ella, hallaban a una hermana”, anotaba
Nieto Caballero. Por esa razón pedía a los estudiantes no aceptar su renuncia:

Los estudiantes de verdad, los gallardos espíritus, deben desagraviarla, retenerla, decirle que cuenta
con la adhesión rendida de todos ellos y que no habrán de aceptarle la renuncia. Y la sociedad
bogotana por conducto de un grupo de damas, entre las esclarecidas que acogen y realizan toda
noble idea, debe hacerle un homenaje, una fiesta, algo que le signifique la protesta contra el dolor
que le llegó y que le diga cómo vive en el corazón de todos. Grato nos será servir en cualquier forma
para que se le haga pronto a Doña Mariana I esa manifestación de cariño y respeto 304.

302
Ver “Los estudiantes y la huelga de Germania”, El Tiempo (Bogotá), julio 17 de 1934, p. 3.
303
Ver “Reiteran su adhesión a la Reina Doña Mariana los estudiantes”, El Tiempo (Bogotá), julio 19 de 1934, p.
9. Según el diario, la comunicación está respaldada por más de mil firmas.
304
Ver “La reina de los estudiantes”, El Tiempo (Bogotá), julio 23 de 1934, p. 5. “Si ha habido señor director una
reina que proteja a sus súbditos ha sido su majestad Mariana, quien como se puede demostrar en cualquier momento,
está pagando las pensiones de muchos estudiantes”, anotaron los firmantes de la declaración de apoyo a la reina
estudiantil. Ver “Los estudiantes y la huelga de Germania”, El Tiempo (Bogotá), julio 17 de 1934, p. 3.

264
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

2.7.5 En otras ciudades

Si bien hubo casos en que sectores estudiantiles se opusieron a los reinados, no resultaría del
todo cierto concluir que fueron sólo ellos quienes asumieron esa postura. Al respecto, debe
decirse que sectores políticos y religiosos expresaron en diversas ocasiones su incomodidad con
los certámenes de belleza estudiantil, e incluso intentaron impedir su realización. Así ocurrió en
Pasto, en diciembre de 1922, cuando los jesuitas buscaron sin éxito oponerse a la proclamación
de María Bucheli como reina de los estudiantes305. En Popayán, el reinado estudiantil de 1923,
más que sentimientos de alegría y solidaridad, despertó enemistades entre los seguidores de las
dos candidatas del certamen, hasta tal punto que éstas presentaron sus renuncias. El hecho,
inédito por demás, generó controversia en la sociedad payanes. Pronto, los estudiantes de las dos
campañas intentaron convencerlas de replantear la decisión adoptada. El 17 de noviembre se
organizó una manifestación que se dirigió a la residencia de la candidata Cecilia Cárdenas
Arboleda, a quien se le insistió en desistir de su decisión de abandonar el reinado, a lo cual
accedió. Enseguida hicieron la misma solicitud a la otra candidata, Laura Cuellar, “pero ésta
ratificó su renuncia, con el objeto de que volviera la armonía a los estudiantes que estaban muy
exaltados con el debate”306.

No obstante, el reinado estudiantil se hizo con una sola candidata, que fue coronada el 19 de
diciembre, en el marco de la Fiesta del Estudiante. No es fácil establecer las tensiones que en el
fondo, habían alterado el curso del reinado. Los festejos estudiantiles de diciembre, según indica
la fuente, mostraron un transcurrir tranquilo, con un público “vivamente interesados en el éxito
de los festejos”. De hecho, el resurgimiento del reinado estudiantil (si vale el termino) de 1923,
marcado por los deseos de la sociedad en general, destaca la importancia de su realización, a
pesar de que se le pretendió “ocultamente sustituir con los carnavales”307.

En Manizales el reinado estudiantil también dio origen a situaciones tensas. Por ejemplo, en
1926. Como ocurría en otros lugares, los festejos solían realizarse en el mes de julio, con la
inscripción de las candidaturas al reinado, y concluían con la coronación el primer día de la
Fiesta Estudiantil. De acuerdo con los reportes de prensa, ese año el certamen despertó
entusiasmo en la ciudad308. Sin embargo, dos días después ocurrió algo inesperado: todas las
candidatas al reinado estudiantil presentaron renuncia irrevocable. El hecho, inexplicable por la
debilidad de las fuentes, ilustra de cualquier forma las incertidumbres y tensiones que
acompañaron los festejos estudiantiles en la ciudad. Cuando ocurrían cosas como la que aquí

305
Ver “La reina de los estudiantes de Pasto”, El Tiempo (Bogotá), diciembre 18 de 1922, p. 3.
306
Ver “De Popayán”, El Tiempo (Bogotá), noviembre 18 de 1923, p. 4. El corresponsal –autor de la fuente citada-
agrega que la candidata Cárdenas Arboleda había retirado la renuncia, “ante reiteradas exigencias del rector,
profesorado, universitarios, normales, toda la sociedad, salvando con tan noble proceder festejos estudiantiles (sic)”.
Ver “La Fiesta del Estudiante en Popayán”, El Tiempo (Bogotá), diciembre 3 de 1923, p. 4.
307
Ver “La Fiesta del Estudiante en Popayán”, El Tiempo (Bogotá), diciembre 3 de 1923, p. 4.
308
Ver “De Manizales”, El Tiempo (Bogotá), junio 20 de 1926, p. 12.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

identificamos, la comunidad estudiantil y la sociedad, en general, entraban en una especie de


perplejidad. De hecho, la asamblea de estudiantes de Manizales advirtió de la posibilidad de que
la Fiesta del Estudiante terminará en un fracaso por la renuncia de las candidatas al reinado, lo
que obligó a hacer esfuerzos para cambiar la decisión de las candidatas, aunque no es posible
establecer si, finalmente, el reinado puede concluir309.

2.8 La conmemoración del 8 de Junio

Uno de los rituales más significativos que inventaron los estudiantes en el periodo de análisis,
fue la conmemoración de la muerte de Gonzalo Bravo Pérez, el primer estudiante asesinado por
la fuerza pública en el siglo XX. Como se mostrará enseguida, la conmemoración del 8 de junio
se convirtió en un referente identitario, alrededor del cual se originaron reiterados conflictos
sociales y políticos en los que se vieron involucrados los estudiantes, partidos políticos, la prensa
y los gobiernos de turno310.

2.8.1 La muerte de Gonzalo Bravo Pérez

La muerte de Bravo Pérez ocurrió en el marco de las protestas


cívicas contra la “rosca”, nombre usado para designar el sistema
corrupto presente en la administración municipal de Bogotá,
patrocinada soterradamente por el presidente Miguel Abadía
Méndez, quien promocionaba descaradamente a familiares y
amigos en puestos oficiales. En los primeros días de junio de 1929,
el alcalde Luis Augusto Cuervo destituyó a los gerentes de las
empresas del acueducto y el tranvía, quienes hacían parte del
engranaje corrupto y manejaban las dependencias a su antojo. El
gobernador de Cundinamarca, Ruperto Melo, algunos ministros y
el propio Presidente Abadía Méndez mostraron molestia por la Gonzalo Bravo Perez.
decisión de Cuervo, quien fue destituido. El 5 de junio, luego de Fuente: El Esp. (Bogotá), junio
conocerse la noticia de la destitución del alcalde, los bogotanos 8 de 1984, p. 1.
realizaron nutridas manifestaciones pidiendo el regreso de Cuervo y rechazando la presencia de
la “rosca”. Especial protagonismo tuvieron los estudiantes en las jornadas de protesta, que
duraron cinco días y en donde se produjeron enfrentamientos con la policía. Durante las jornadas
los manifestantes ejercieron una fuerte presión sobre Miguel Abadía Méndez, quien pretendió
ablandar los ánimos destituyendo a figuras menores del engranaje corrupto. Sin embargo, la
presión ciudadana tuvo en la mira al Ministro de Guerra, Ignacio Rengifo y el director de la

309
Ver “De Manizales”, El Tiempo (Bogotá), junio 23 de 1926, p. 5.
310
Elizabeth Jelin (comp). Las conmemoraciones: Las disputas de las fechas “in-felices”, Siglo XXI, Madrid, 2002,
p. 2.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Policía, Carlos Cortés Vargas, ambos comprometidos en la masacre de los trabajadores de la


zona bananera en diciembre de 1928.

En un intento por dispersar a los manifestantes, las autoridades emplearon la caballería, la cual
atropelló a quienes se concentraban en las calles, ocasionando varios heridos. Fue en este
contexto en donde murió el estudiante de Derecho, Gonzalo Bravo Pérez 311, quien en la noche
del 7 de junio recibió un tiro mortal por la espalda, cuando caminaba rumbo a su lugar de
residencia, cerca del palacio presidencial. El asesinato del estudiante aceleró el desenlace de la
crisis, toda vez que el suceso —así como el cuerpo del estudiante— sirvió para aumentar la
presión sobre el Presidente Abadía Méndez312.

Peregrinación a la tumba de Gonzalo Bravo Pérez.


Fuente: Cromos (Bogotá), julio de 1930.

2.8.2 El 8 de junio como lugar de memoria

Luego de la muerte de Gonzalo Bravo surgió el interés de distintos sectores de preservar su


nombre y recordar las circunstancias en que se produjo su asesinato. Aquí llama la atención que
los estudiantes, inducidos por sectores que salieron favorecidos con el desenlace de las jornadas

311
Bravo Pérez había nacido en Pasto y era el cuarto de cinco hijos de don Julio Bravo, una figura liberal de Nariño
y empresario de la luz eléctrica. Su madre, doña Leticia Pérez, era hermana del ex magistrado de la Corte y
diplomático Gonzalo Pérez, amigo personal del presidente Miguel Abadía Méndez. En Bogotá, Gonzalo Bravo, que
profesaba las ideas liberales, como su padre, tenía como acudiente a su tío materno, el conservador Gonzalo Pérez,
y el propio Abadía Méndez ofició como acudiente y profesor del estudiante asesinado. Ver El Diario Nacional
(Bogotá), junio 12 de 1929, p. 1.
312
Para lograr una comprensión del impacto de la muerte del estudiante Gonzalo Bravo Pérez en la ciudad, pueden
consultarse dos materiales audiovisuales de gran calidad, elaborados por la fecha: Bogotá de pie y 8 de junio de
1929. Las direcciones son: https://www.youtube.com/watch?v=Ia5Hc-HSNA8 (Bogotá en pie) y
https://www.youtube.com/watch?v=-R1JmYfQ24g (8 de junio de 1929). [Consultado el 22 de julio de 2016).

267
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

contra la “rosca”, asumieran el 8 y no 7, el día en que fue asesinado Bravo Pérez, como la fecha
de conmemoración313. De cualquier modo, desde ese momento, el 8 de junio de cada año sería
recordado el asesinato de Gonzalo Bravo Pérez, con actos que iban desde concentraciones en la
Ciudad Universitaria, hasta peregrinaciones a su tumba en el Cementerio Central, actos que se
inscribieron en el proceso de construcción y preservación colectiva de la memoria, que se
mantendrá —con evidentes modificaciones— más allá de la primera mitad del siglo XX. Sin
embargo, lo singular en este caso fue que los estudiantes no fueron los únicos que mostraron
interés en mantener en la memoria colectiva los hechos de junio de 1929. De hecho, es posible
identificar dos procesos paralelos de preservación social de la memoria, sobre lo sucedido
aquella fecha. Por un lado, un proceso que fue promovido desde arriba, es decir, desde la
institucionalidad y desde los sectores políticos oficiales, y un proceso promovido desde abajo,
ligado a las iniciativas de los estudiantes —sin desconocer la articulación que éstos tenían con
los partidos tradicionales—. En cada proceso hubo dinámicas y rituales diferenciados, que
respondían a intereses que podían coincidir en unos casos, pero en otros no tanto. De esa historia
daremos cuenta enseguida.

2.8.3 Desde arriba

Se ha dicho que la caída de la “rosca” fue, entre otras cosas, un triunfo de y para aquellos sectores
políticos y económicos que se encontraban marginados de la burocracia y del manejo de los
negocios que se promovían desde la Alcaldía de Bogotá. El rápido desenlace de los hechos,
favorable a los propósitos de los miembros de la denominada Junta de Notables, fue posible a
raíz de la muerte de Gonzalo Bravo, que fue aprovechada desde el primer momento, para ejercer
una mayor presión sobre Miguel Abadía Méndez314. Finalmente, el primer mandatario no tuvo
más remedio que acceder a las presiones de los miembros de la Junta de Notables, y el 8 de junio
procedió a destituir a dos de sus ministros, al director de la Policía y a otros funcionarios
menores, y nombrar en su reemplazo a personas adscritas o cercanas a la referida junta.

Precisamente, fue el 8 de junio, es decir, el día en que se resolvió por arriba la crisis política, la
fecha que terminó por instituirse y convertirse en el referente para los estudiantes. En otras
palabras, no fue el 7 de junio, día en que fue asesinado Gonzalo Bravo, sino el 8 de junio, cuando
salió victoriosa la Junta de Notables, la fecha que terminó por convertirse en el referente
histórico. ¿Cómo se explica que las cosas se hayan dado de esa manera? ¿Cuál fue la actitud de
los estudiantes ante ese hecho? ¿Asumieron pasivamente la instauración de la fecha? ¿Fueron
conscientes de las implicaciones simbólicas que la decisión implicaba?

313
José A. Díaz Jaramillo, “Estudiantes, política y memoria: tres momentos de lucha estudiantil en Colombia”, en
CEPA No. 10, Bogotá, 2010.
314
Ver Mundo al Día (Bogotá), junio 10 de 1929, p. 8.

268
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Las respuestas a los interrogantes probablemente puedan rastrearse en los sucesos que siguieron
al 8 de junio de 1929. Específicamente, a las iniciativas de sectores políticos que apuntaron a
establecer significados a las jornadas de junio, y promover la preservación de la memoria. Por
ejemplo, a pocos días de concluidas las jornadas de junio, el Concejo de Bogotá aprobó un
proyecto que contemplaba destinar a perpetuidad el lugar del Cementerio Central donde habían
sido depositados los restos del universitario muerto. Allí debía además, construirse un
monumento en su honor315. También, y por iniciativa del concejal liberal Calixto Torres Umaña,
se presentó un proyecto que propuso denominar “Avenida 8 de Junio”, el trayecto comprendido
entre la Calle 26 y la Avenida Chile por la Carrera Séptima. De igual modo, se contempló
declarar “fiesta municipal” el 8 de junio de cada año316.

Estudiantes en el Cementerio Central de Bogotá, en peregrinación a la tumba de Antonio José Cadavid.


Fuente: Universidad (Bogotá), 1921.

Estos sectores políticos —especialmente de filiación liberal— no sólo promovieron medidas


para preservar la memoria del universitario sacrificado, sino además, y esto es importante,
construyeron una narrativa que ligaba la vida del estudiante con el ideal de república y sociedad
que esos sectores defendían. De ese modo, se quiso mostrar a Gonzalo Bravo como un “héroe”,
un “símbolo de la juventud” y un “amante de la libertad dentro del orden”317. Se cerraba así el
círculo: a la imposición de una fecha como lugar de memoria, se agregó un discurso que hablaba
de un estudiante amante del orden, que con su sacrificio había contribuido “al triunfo de la

315
Ver El Fígaro (Bogotá), junio 11 de 1929, p. 11; Mundo al Día (Bogotá), junio 10 de 1929, p. 8. La idea de un
monumento como lugar de memoria, según Marc Auge, se corresponde con el interés por construir la memoria
oficial de los hechos. Ver Marc Auge, Las formas del olvido, Gedisa, Barcelona, 1998, p. 102.
316
Ver El Fígaro (Bogotá), junio 13 de 1929, p. 8. Nótese que se habla de fiesta municipal, y no de fiesta estudiantil.
317
Ver Mundo al Día (Bogotá), junio 10 de 1929, p. 17. El grado de participación de Gonzalo Bravo en las protestas
de junio no ha podido establecerse con certeza. De hecho, su nombre no aparece registrado en la prensa sino hasta
el momento de su muerte, distinto de lo que ocurre con otros universitarios como Joaquín Tiberio Galvis (entonces
militante del Partido Socialista Revolucionario), Manuel Conde y Rafael Zarate, quienes desde el principio
animaron las protestas.

269
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

República”318. Precisamente, era esa la razón que justificaba la realización de un monumento:


este debía servir de “lección objetiva y elocuente a las generaciones que sucedan a la actual”319.
Un columnista describió con claridad lo que aquí se quiere decir:

La memoria del estudiante arrancado prematuramente a la patria y a los suyos, debe ser sagrada y
digna del respeto y la consideración del pueblo colombiano. Su honrosa muerte es un símbolo
gallardo que debemos recordar siempre. […] Al monumento que la gratitud bogotana se promete
erigirle para guardar sus cenizas y perpetuar su gloria, debemos acudir en toda grave emergencia,
no sólo a depositar las flores del cariño, sino a templar y a fortalecer el espíritu cuando quiera que
los fueros de la justicia y el imperio de las normas republicanas, sufran el insano ataque de la vil
concupiscencia320.

2.8.4 Desde abajo

Los estudiantes de filiación liberal y conservadora, tuvieron un vivo interés por inscribir a
Gonzalo Bravo en los registros de la historia, acudiendo a diferentes mecanismos. A pocos días
de la muerte del universitario, la Federación Nacional de Estudiantes emitió una resolución en
la que, además de recordar que Gonzalo Bravo había hecho parte de la misma y participado de
“sus beneficios”, celebró la iniciativa de la prensa y del Concejo Municipal de erigir un
monumento en su memoria. También la agremiación estudiantil determinó colocar el retrato de
Gonzalo Bravo en el salón de sesiones321, mientras que un grupo de estudiantes y profesionales
decidió publicar la revista 8 de Junio, cuyo primer ejemplar apareció el 27 de junio de 1929, y
de la cual se editaron algo más de diez números. La revista tenía el propósito de evocar los
hechos de junio de 1929, como se lee en la nota editorial del primer número:

El 8 de junio de 1929 marcó nuestra fecha definitiva. A partir de ese día, todo el panorama que
presentaba la nueva generación ha cambiado totalmente […]. El día en que habíamos de levantarnos,
recogidas en un solo haz las voluntades para dar el grito de alarma. Un incidente sin trascendencia
considerable determinó el movimiento. La juventud, sacudiéndose en su sueño, súbitamente adoptó
una posición resuelta. Y para mostrarlo, decidió, si era llegado el momento, ir hasta el sacrificio. La
fuerza incontrastable del espíritu nos animaba. Y esa fuerza nos condujo, como un rebaño rebelde y
apasionado, al triunfo. De entonces, la generación de la boina vasca, estaba ya gloriosamente
salvada322.

318
El manoseo de la figura de Gonzalo Bravo originaba de cuando en vez cuestionamientos de sectores políticos
del país. Por ejemplo, un diario de Cali, molesto por la tergiversación que se hacía permanentemente de los hechos
de junio de 1929, anotó veinticinco años después (1954): “El supuesto héroe de la jornada, estudiante de derecho,
el joven nariñense Gonzalo Bravo Pérez […] para nada había tomado participación en los mítines de ese día. Su
muerte se debió a una bala que vino a herirlo de rebote cuando transitaba hacia su habitación”. Y agregó: “Le tocó
venir a figurar como ‘el soldado desconocido’ cuya memoria se utiliza y explota desde ciertas redacciones
capitalinas, con fines banderizos y no pocas veces aviesos”. Ver “El 8 de junio tergiversado y explotado”, El Relator
(Cali), junio 9 de 1954, p. 4.
319
Ver Mundo al Día (Bogotá), junio 10 de 1929, p. 8.
320
Ver Mundo al Día (Bogotá), junio 17 de 1929, p. 4.
321
Ver Mundo al Día (Bogotá), junio 12 de 1929, p. 2.
322
Ver 8 de junio (Bogotá), septiembre de 1929, p. 9 y 10.

270
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Sin embargo, fue la peregrinación a la tumba de Gonzalo Bravo, el ritual más sobresaliente que
emplearon los estudiantes para evocar las circunstancias de su muerte323. Desde el siglo XIX,
pero con especial fuerza en las primeras décadas del siglo XX, la peregrinación a la tumba de
algún líder político se convirtió en un ritual secular recurrente que alimentó el espectro simbólico
de los partidos tradicionales324. Dicha práctica permeó el comportamiento de los estudiantes, que
no dudaron en imitarlo325. De hecho, los estudiantes solían realizar peregrinaciones a las tumbas
de Julio Garavito o de Antonio José Cadavid326. De manera que, en el caso de Gonzalo Bravo
Pérez, lo que hicieron los estudiantes fue continuar con una tradición, pero adaptándola a los
hechos que se registraron en junio de 1929.

Generalmente, el acto comenzaba con una concentración de estudiantes en las tempranas horas
de la mañana. Allí se realizaba una especie de asamblea estudiantil, previa a la peregrinación al
cementerio, en la que participaban los universitarios y profesores e incluso el propio rector, como
sucedió en junio de 1950327. En esos espacios los estudiantes tenían la oportunidad de mostrar
sus destrezas en la oratoria, y para elaborar y difundir proposiciones en las que expresaban
opiniones sobre hechos relacionados con la vida universitaria o del país. En horas de la noche,
una vez habían concluido los eventos conmemorativos, se realizaban disertaciones radiales sobre
el significado del 8 de junio en las emisoras, en las que participaban personas vinculadas a la
vida universitaria. Por ejemplo, en junio de 1951, en la emisora Radio Continental se emitió un
programa en el que participaron el profesor Carlos Lozano y Lozano, y los estudiantes Carlos
Holmes Trujillo, Luis Armeyo y José Félix Castro, quienes divagaron sobre el sentido histórico
de la fecha328.

Las peregrinaciones comenzaron a realizarse desde 1930, configurando un ritual que, con el paso
del tiempo, contribuyó para que la fecha del 8 de junio se ligara al Día del Estudiante. Las
peregrinaciones podían variar, de acuerdo a las circunstancias políticas del país, a la situación
interna de las universidades y a los estados de ánimo de los estudiantes. Con el paso de los años,
se unieron a las peregrinaciones profesores y decanos de facultades, e incluso el propio rector de

323
Valga recordar que en las exequias de Gonzalo Bravo Pérez participaron cerca de cuarenta mil bogotanos.
Beethoven Zuleta, Discursos estudiantiles y analítica del poder, Colección Autores Antioqueños, Medellín, 2000.
324
La peregrinación política fue una transformación secularizada de la peregrinación religiosa, común en el contexto
europeo desde tiempos antiguos. Sobre el origen, persistencia y cambio de la peregrinación, puede consultarse a
José Luis Barreiro Rivas, La función política de los caminos de peregrinación en la Europa Medieval, Tecnos,
Madrid, 1997.
325
Cesar Augusto Ayala Diago, “La conquista de la calle y la resistencia conservadora a las reformas liberales del
año 1936”, en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, N°34, Bogotá, 2007.
326
Ver Universidad (Bogotá), marzo 10 de 1921, p. 39; Ver “Peregrinación a la tumba del doctor Antonio José
Cadavid”, Universidad (Bogotá), 1921.
327
Ver “Hoy hace 21 años”, El Tiempo (Bogotá), junio 8 de 1950, p. 4.
328
Ver El Tiempo (Bogotá), junio 9 de 1951, p. 1 y 17.

271
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

la Universidad Nacional, como ya se anotó. La conmemoración del 8 de junio de 1951 fue


registró por la prensa liberal en los siguientes términos:
Una vez concluida la reunión de la Facultad de Derecho, se inició una imponente peregrinación
presidida por el rector de la Universidad, doctor Julio Carrizosa Valenzuela desde la Ciudad Blanca
por la calle 26 y que desembocó en el Cementerio, frente a la tumba de Gonzalo Bravo Pérez […].
En su orden pronunciaron sus discursos los universitarios Héctor Charry Samper y José Joaquín
Arrazola y el doctor Pedro Gómez Valderrama. Las intervenciones de los universitarios tuvieron
momentos de gran fortuna y aludieron a la misión que le corresponde a la juventud en los momentos
actuales329.

Antes de que se iniciaran los discursos, o en momentos en que éstos eran pronunciados, se
procedía a colocar sobre la tumba del estudiante muerto las ofrendas florales. En algunas
ocasiones, como ocurrió en 1950, los estudiantes liberales aprovechaban la presencia en el
cementerio para colocar coronas “ante las tumbas de ilustres hombres desaparecidos, como
Rafael Uribe Uribe”, cuyo monumento estaba ubicado “exactamente frente al de Bravo
Pérez”330.

La Reina Estudiantil deposita una ofrenda floral en la tumba de Gonzalo Bravo Pérez.
Fuente: Diario de Colombia (Bogotá), Junio 9 de 1954, p. 7.

Es de anotar que, si bien los actos conmemorativos tuvieron un carácter luctuoso (ingrediente
emocional indispensable para dar al hecho un sentido trascendental), con el paso de los años,
éste fue, sino eliminado, contrarrestado, dando paso a ceremonias que incluían un espíritu
festivo. Por ejemplo, el sábado 7 junio de 1947 los estudiantes de la Universidad Libre y del
Instituto Universitario organizaron un “gran baile” con ocasión del 8 de junio, amenizado por la
orquesta “Ritmo Costello”. Para los preparativos del baile se conformó una comisión de

329
Ver El Tiempo (Bogotá), junio 9 de 1951, p. 1 y 17.
330
Ver El Tiempo (Bogotá), junio 8 de 1950, p. 4.

272
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

estudiantes y se emitieron boletas que tenían un descuento especial para aquellos que al momento
de comprarlas en la Secretaria de la Universidad Libre, mostraran el carnet estudiantil331.

2.8.5 Disputas por el sentido de la fecha

Desde luego, el asunto no se remitió únicamente a cómo mantener en la memoria social los
hechos en torno al 8 de junio. También, y prácticamente desde el mismo momento en que
concluyeron las jornadas de protesta en aquella fecha, se iniciaron disputas entre distintos
sectores sociales —incluidos los estudiantes— por dar sentido a lo acontecido. Liberales,
conservadores, socialistas, en fin, muchos actores querían decir cosas sobre lo sucedido. Por eso
es que es posible identificar la construcción de distintos sentidos sobre el 8 de junio, que se
cruzaron de manera permanente, nutriendo agudas disputas por la fecha.

Desde un comienzo fueron sectores liberales los que mostraron mayor interés en construir una
interpretación de los hechos del 8 de junio, ajustada a sus intereses políticos, a tal punto que
prácticamente se apropiaron de la fecha —para lo cual se apoyaron en la prensa332—,
desconociendo la participación en las refriegas de junio de líderes conservadores, como Silvio
Villegas, Miguel Jiménez López y el propio Luis Augusto Cuervo, y del Partido Socialista
Revolucionario333. En síntesis, el partido liberal se refería al 8 de junio como un hito fundamental
para esa agrupación, señalando que lo sucedido aquel día había significado el fin de la
Hegemonía Conservadora y el inicio de una nueva etapa en la historia nacional, cuyo rasgo
distintivo fue haber despejado el camino para la llegada del liberalismo al poder. Esa lectura
circuló, como ya dijimos, en la prensa liberal, y en espacios como las corporaciones públicas,
donde esa corriente política era dominante. Por ejemplo, en 1937 la Asamblea de Cundinamarca
en 1937, acudiendo a los códigos de interpretación elaborados por el liberalismo, emitió una
proposición sobre el 8 de junio que decía:
La asamblea de Cundinamarca, teniendo en cuenta que hoy se cumple el octavo aniversario de los
grandes acontecimientos históricos iníciales de la más fecunda, trascendental y benéfica
transformación que haya registrado la república en los últimos tiempos, se complace en presentar a
la ciudadanía de Bogotá —principal factor determinante— un mensaje fervoroso de congratulación
por sus brillantes y valerosas actuaciones del 8 de junio de 1929 en defensa de las libertades públicas;

331
Ver Jornada (Bogotá), junio 6 de 1947, p. 5. Los organizadores del baile anunciaron la presencia de “destacadas
personalidades del alto mundo social, político y profesional de la capital de la República”, lo que demuestra que
con el paso de los años la fecha no sólo sirvió para recordar, sino para promover actos que servían para establecer
distinciones sociales entre los habitantes de la ciudad.
332
De acuerdo con Calveiro, la memoria es un acto que “se conecta casi invariablemente con la escritura”. Ver Pilar
Calveiro, “Los usos políticos de la memoria”, en Sujetos sociales y nuevas formas de protesta en la historia reciente
de América Latina, CLACSO, Buenos Aires, 2006, p. 377. Los editoriales de la prensa liberal, conservadora y
estudiantil recrearon las distintas lecturas que se elaboraron del 8 de junio de 1929.
333
Sobre el papel de algunos militantes universitarios del PSR en las jornadas de junio de 1929, ver los testimonios
de Diego Montaña Cuellar en sus Memorias, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1996; y Carlos Arango
Z., Forjadores de la revolución colombiana, Editorial Colombia Nueva, Bogotá, 1983.

273
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

señala dicho día como fausto en los anales del país; consagra los hechos que con él se efectuaron y
sus consecuencias como hermosas páginas republicanas que honran la historia de Colombia 334.
Incluso el Presidente Alfonso López Pumarejo estableció en 1943, la fecha del 8 de junio como
fiesta nacional, por medio de un decreto que expresaba en su artículo único: “El día de mañana,
ocho de junio, será de fiesta cívica nacional”335. También el liberalismo sacó provecho de la
fecha para realizar movilizaciones en las calles de Bogotá, como ocurrió el 8 de junio de 1936.
En esa ocasión una marcha de antorchas partió de la Plaza de Bolívar y tomó la Carrera Séptima
para dirigirse al Cementerio Central, en donde se rindió “un homenaje a la memoria de los
caudillos populares Rafael Uribe Uribe, Benjamín Herrera, Tomas Uribe Márquez, Luis Tejada
y Gonzalo Bravo Pérez”336.

No obstante, el sentido de la evocación liberal del 8 de junio cambió luego de la salida del Partido
Liberal de la Presidencia en 1946. En efecto, luego de haber perdido las elecciones
presidenciales, el discurso del liberalismo sobre el 8 de junio registró transformaciones en sus
contenidos. Era la primera vez, desde 1930, que ese partido debía referirse al 8 de junio, sin estar
a la cabeza del gobierno, y esa circunstancia tenía que reflejarse en la lectura que realizó ese
organismo de la fecha referida. Diversos diarios afines al liberalismo, como El Liberal, al
referirse al 8 de junio, lo advirtieron: “Este nuevo aniversario del ocho de junio sorprende al
liberalismo en vísperas de entregar el poder que ha mantenido durante diez y seis años. Y es en
el contraste que ofrecen las dos situaciones donde se aprecia su opuesto significado. […] El
liberalismo deja el poder sin sufrir ningún ocho de junio”337. En 1947, El Tiempo se refirió a lo
sucedió en 1929, retomando el argumento que inscribía el acontecimiento en la historia del
liberalismo. Al hacerlo, creía encontrar las coordenadas de sentido338, necesarias para replantear
su futuro político. En esos términos, el 8 de junio de 1929 era parte de las “épocas legendarias”
del liberalismo colombiano:
El movimiento del 8 de junio que hoy conmemoramos es uno de esos episodios gallardos. Hubo
entonces un recio despliegue del pueblo fatigado con los pecados de la Hegemonía que sacudió lo
más íntimo del alma colombiana y sirvió de prólogo al derrumbe de los desestimados sistemas. El
cambio de régimen se verificó materialmente en 1930, pero el 8 de junio quedó protocolizada la

334
Ver “La asamblea saluda al pueblo de Bogotá con motivo del 8 de junio”, El Tiempo (Bogotá), junio 8 de 1937,
p. 7.
335
Ver “Para hoy decretó el gobierno día cívico”, El Tiempo (Bogotá), junio 8 de 1943, p. 1. La medida permitió
que desde la mañana de ese día, las actividades de los ministerios y de las oficinas públicas se suspendieran, para
garantizar la participación de los empleados en el carnaval estudiantil, que también se iniciaba el 8 de junio.
336
Ver “Marcha de antorchas habrá esta noche para celebrar el 8 de junio”, El Tiempo (Bogotá), junio 8 de 1936, p.
3.
337
Ver El Liberal (Bogotá) junio 8 de junio de 1946, p. 4.
338
En el sentido que le da Pilar Calveiro al término, cuando afirma que “son los peligros del presente los que
convocan a la memoria, en tanto forma de traer el pasado como relámpago, como iluminación fugaz al instante del
peligro actual”. Ver Pilar Calveiro, “Los usos políticos de la memoria”, Op. cit., p. 378.

274
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

inestancable crisis de unas costumbres, de unos hombres y de unos estilos de mando inferiores a las
urgencias del momento339.
Había también tiempo para referirse a Gonzalo Bravo, el “mártir adolescente de la represión”,
cuyo “holocausto generoso” debía “ser guion meritísimo para las nuevas generaciones del
liberalismo”340. Esa lectura del liberalismo sobre el 8 de junio, continuó en los años siguientes,
incorporando directrices para recuperar lo que, según consideraba la agrupación política, había
perdido el país en ese momento. Por ejemplo, en junio de 1953 nuevamente El Tiempo, al
referirse a la fecha, destacó lo que consideraba era su significado histórico, planteando la
necesidad de hacer memoria de los hechos de junio de 1929, para gloria de las ideas liberales:
No conviene echar en olvido las jornadas cívicas que hicieron de Colombia país rotundamente adicto
a los ideales democráticos y habituado a emitir su veredicto final sobre funcionarios y conductores.
El martirologio mismo que consagró en aquella ocasión el nombre del estudiante Bravo Pérez,
inmolado a impulso de su generosa decisión republicana asigna a esta fecha un doble carácter de
reivindicación civil y de fecundo sacrificio en aras de principios que siempre fueron caros a la
juventud y al pueblo colombiano. Hoy, como nunca, es procedente hacer memoria de estos sucesos
y renovar nuestra fe en los postulados indeclinables del espíritu y en la fuerza inmanente de las
ideas341.
Los estudiantes liberales también acudían a la fecha del 8 de junio para realizar sus reuniones
políticas, como sucedió el 8 de junio de 1947, cuando se realizó en el Teatro Colón la Convención
Universitaria Liberal; o en 1949, cuando los universitarios de filiación liberal organizaron una
manifestación en el marco de la conmemoración del aniversario de la muerte de Gonzalo
Bravo342.

2.8.6 Prohibido recordar

Como se indicó, desde 1930 los estudiantes comenzaron a realizar actos conmemorativos cada
8 de junio, los que, generalmente, tenían dos
momentos: al comienzo, una concentración en la
Universidad Nacional en horas de la mañana, y,
posteriormente, la peregrinación a la tumba de
Bravo Pérez en el Cementerio Central en horas
de la tarde. Para realizar estas actividades, los
estudiantes solicitaban los permisos a las
autoridades correspondientes. No obstante, hubo
ocasiones en que a los estudiantes les fue negado, Las autoridades prohiben los actos de conmemoración
de los estudiantes. Fuente: El Tiempo (Bogotá),
especialmente bajo los gobiernos de Laureano junio 6 de 1952, p. 1.

339
Ver El Tiempo, (Bogotá), 8 de junio de 1947, p. 5.
340
Ver “Evocación de un símbolo: 8 de junio”, El Tiempo (Bogotá), 8 de junio de 1947, p. 5.
341
Ver “8 de Junio”, El Tiempo (Bogotá), 8 de junio de 1953, p. 5.
342
Ver “Hoy inauguran la convención de los universitarios del Partido”, El Liberal (Bogotá), junio 8 de 1946, p. 1
y 7; y Jornada (Bogotá), junio 9 de 1949, p. 8.

275
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Gómez y de Gustavo Rojas Pinilla343. Por ejemplo, en junio de 1952 los estudiantes solicitaron
con anticipación el respectivo permiso. Sin embargo, el gobernador Hernando Carrizosa, en carta
dirigida a los estudiantes, negó la autorización argumentando que:

Habida consideración de las disposiciones legales vigentes, que rigen la celebración de esa clase de
reuniones públicas, encuentro que el programa presentado por usted está reñido con el espíritu de
aquellas disposiciones, y por tanto me veo en la penosa necesidad de comunicarle que el gobierno a
mi cargo se abstiene de conceder la licencia solicitada, por considerar que se trata de reuniones
públicas expresamente prohibidas por decretos nacionales en plena vigencia 344.

En la misma dirección, el director general de la Policía Nacional, general Miguel Sanjuán, emitió
un comunicado en la que prohibía cualquier clase de manifestaciones o reuniones, por hallarse
el país en estado de sitio.

Los Universitarios celebraran el 8 de Junio en la capital

I El domingo 8 de junio, a las 10 a.m., se efectuará una concentración de estudiantes de todas las
Facultades que funcionan en la capital, en la Ciudad Universitaria.

II A las 12 m. del mismo día se iniciará una peregrinación del universitariado (sic) hacia el
cementerio central para colocar ante la tumba de Bravo Pérez sendas ofrendas florales y rendirle un
homenaje de evocación a su memoria.

III La dirección universitaria designó como oradores para el acto en la Ciudad Universitaria los
señores doctor Álvaro Pérez Vives y José R. Duran; en el cementerio llevarán la palabra los señores
Edmundo Rico y Alfredo García Gálvez, Eduardo David Morales y David Pabón. También hablará
el rector, doctor Julio Carrizosa Valenzuela.

Fuente: El Tiempo, Bogotá, junio 5 de 1952, p. 1.

2.8.7 Cambiar el día es cambiar el sentido de la historia

La historia de la conmemoración del 8 de junio tuvo un giro especial cuando, en 1954, el Consejo
Directivo de la Universidad Nacional, pretendió modificar el sentido original de la
conmemoración, al trasladar el día de la celebración (el 8 de junio), que desde hacía algunos
años —en tiempos de la República Liberal— se había consagrado como fiesta del estudiante,
para el 1 de abril, la nueva fecha en que debía celebrarse la fiesta del estudiante345. La medida
pretendía, de manera arbitraria, que los estudiantes recordaran el inicio de la Real Expedición
Botánica del Nuevo Reino de Granada (ocurrida el 1 de abril de 1783), y la sanción de la Ley

343
Aunque también los liberales acudieron a la prohibición en la coyuntura de junio de 1945. Ver El Tiempo
(Bogotá), junio 8 de 1945, p. 1 y 17.
344
Ver El Tiempo (Bogotá), junio 7 de 1952, p. 9.
345
Abraham Fernández de Soto, Quién llamó a la policía?, Editorial Minerva, Bogotá, 1954, p. 33. El Acuerdo 85
de 1953, estipuló el cambio de la fecha.

276
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Orgánica de la Universidad Nacional, ocurrida el 1 de abril de 1936, y no el 8 de junio, como


era ya tradicional. La decisión de la directiva universitaria generó un profundo malestar en los
estudiantes. En una nota editorial, El Espectador cuestionó la arbitrariedad de la medida:

Es la de hoy, sin duda, una fecha que merece especial respeto desde el punto de vista que
corresponde, como acontecimiento histórico de decisiva influencia en la evolución de la ciencia en
Colombia y, particularmente, de la Expedición Botánica, presidida por la gloria inmortal de José
Celestino Mutis. Pero esa circunstancia no justifica, desde luego, el cambio de la fecha en que
tradicionalmente y con emoción renovada los estudiantes conmemoran cada año —el 8 de junio—
el sacrificio de uno de los suyos, del universitario Gonzalo Bravo, abatido en 1929, cuando se
desplomó con el corazón agujereado en la plaza donde su figura de caudillo juvenil, de caudillo
puramente estudiantil, se había erguido en defensa de una causa que nadie se atrevía a calificar de
innoble346.
La disposición institucional no fue aceptada por los estudiantes, quienes, siguiendo con la
tradición, se aprestaron a organizar los preparativos para efectuar la conmemoración en junio
siguiente, dando así continuidad a la tradición.

2.8.8 La masacre del 8 y 9 de junio de 1954

El 8 de junio de 1954 se cumplían veinticinco años del asesinato de Gonzalo Bravo Pérez. Los
estudiantes de la Universidad Nacional y la Universidad Libre, como era la tradición, se
aprestaron a conmemorar el suceso. En la preparación de los actos conmemorativos afloraba la
fraternidad y la alegría entre los universitarios. En ocasiones, la fecha coincidía con la realización
del carnaval estudiantil, pomposa fiesta con elección de reina estudiantil a bordo, la cual también
era celebrada desde décadas pasadas. Cuando así ocurría, el evento conmemorativo adquiría un
carácter más festivo. Sin embargo, en 1954 las cosas parecieron marchar por otro lado. En esa
ocasión, la presencia de los militares en el gobierno cambió el curso de la tradición, cuando
pretendió imponer una nueva simbología pública. En efecto, el régimen militar, en su deseo de
convertir el 13 de junio, día en que los militares habían llegado al poder, en una efemeride347,
pretendió entorpecer el ritual conmemorativo y el carnaval de los estudiantes en varias ocasiones,
lo que despertó su furia.

Sin duda, las pretensiones de los militares y la reacción de los universitarios, configuró un caso
de lucha por la primacía de las memorias políticas348. Como lo recuerda German Espinosa,
siendo estudiante del Colegio del Rosario, desde el mes de mayo de ese año, todas las
universidades y colegios de Bogotá debían aprestarse a celebrar el primer aniversario del arribo

346
Ver “El 8 de junio”, El Espectador (Bogotá), abril 1 de 1954, p. 4.
347
Cesar Augusto Ayala Diago, “Fiesta y golpe de estado en Colombia”, en Anuario Colombiano de Historia Social
y de la Cultura, N°25, Bogotá, 1998.
348
Elizabeth Jelin, Las conmemoraciones: Las disputas de las fechas “in-felices”…, Op. cit., p. 245.

277
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

de Rojas Pinilla al poder, el día 13 de junio. En el acto, los estudiantes debían desfilar con prendas
deportivas, en dirección al Palacio de San Carlos349.

Desacatando la orden del gobierno, que prohibió la realización de cualquier tipo de movilización
acudiendo a la existencia de un complot comunista, los universitarios iniciaron los actos
conmemorativos el 7 de junio en la Universidad Nacional. Allí, varios dirigentes evocaron en
emotivos discursos la figura de Gonzalo Bravo Pérez y relievaron el significado del 8 de junio
como fecha simbólica para los estudiantes del país. A la mañana siguiente, un grupo de personas
encabezado por las candidatas al reinado estudiantil, inició la tradicional peregrinación al
Cementerio Central, portando flores y coronas para adornar la tumba del joven sacrificado350.
Sin embargo, al llegar a las inmediaciones del cementerio los estudiantes observaron que las
puertas se encontraban cerradas y había presencia de la Policía impidiendo el ingreso al lugar.
Al indagar por la razón del cerramiento, los agentes manifestaron que estaban cumpliendo
órdenes del gobierno, hecho que indispuso a los universitarios, quienes procedieron a
obstaculizar el tránsito por la Calle 26. Al breve tiempo, los estudiantes pudieron ingresar al
cementerio para dar cumplimiento a los actos programados ante la tumba de Gonzalo Bravo
Pérez. Enseguida se pronunciaron enérgicos discursos contra el gobierno y las fuerzas policiales
por la afrenta que manifestaban haber recibido.

La reina estudiantil ante la tumba de Gonzalo Bravo Pérez.


Fuente: El Espectador (Bogotá), junio 8 de 1954, p. 11.

Luego de los actos en el Cementerio Central, los estudiantes regresaron a la Universidad


Nacional para retomar sus actividades académicas y participar en el carnaval. En momentos en

349
German Espinosa, La verdad sea dicha…, Op. cit., p. 97.
350
Ciro Quiroz, La Universidad Nacional en sus pasillos, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2003, p. 125.

278
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

que eso ocurría, una patrulla militar se estacionó en la entrada sobre la Calle 26, y seguidamente
sus ocupantes ingresaron a los predios de la universidad, generando la reacción de los
estudiantes351, que pronto se tradujo en tensión que se agudizó luego de que se conociera la orden
de desalojo dada por la administración de la universidad y el arribó de un bus con policías al
centro educativo. De repente comenzaron a escucharse disparos, uno de los cuales acabó con la
vida del estudiante de Medicina y Filosofía, Uriel Gutiérrez Restrepo, quien había hecho parte
del comité de preparación de los eventos conmemorativos del 8 de junio352.

Al día siguiente, estudiantes de diversas universidades concurrieron a la Facultad de Derecho de


la Universidad Nacional, a tributar homenaje a Uriel Gutiérrez. El escenario sirvió para que
dirigentes estudiantiles pronunciaran discursos que transmitían dolor y rabia, y condenaban al
gobierno militar y al rector de la Universidad por los hechos del día anterior. Luego, sobre las
diez de la mañana, una multitudinaria marcha salió de la Universidad Nacional por la Calle 26
en dirección al Palacio de San Carlos, para exigir justicia a la máxima autoridad del país, por los
hechos ocurridos. Con banderas enlutadas, coronas de flores y gritos de rechazo al régimen
militar y vivas a Uriel Gutiérrez, los marchantes arribaron a la Calle 13 con Carrera Séptima,
donde fueron impelidos a detenerse por un destacamento de soldados adscrito al Batallón
Colombia. Varios cayeron asesinados: Jaime Moore Ramírez y Hernando Morales Sánchez,
Hugo León Velásquez, Carlos J. Grisales, Álvaro Gutiérrez Góngora, Elmo Gómez Lucich
(peruano), Rafael Sánchez Matallana y Hernando Ospina353.

Distinto a lo ocurrido en las exequias de Gonzalo Bravo Pérez, el sepelio de los estudiantes
asesinados el 8 y 9 de junio de 1954 se realizó de manera individual y sin una amplia difusión.
Los sucesos de junio de 1954 tuvieron el efecto de marcar profundamente a los estudiantes
colombianos de la época. Además de alentarlos a reconstruir la Federación de Estudiantes
Colombianos, despertó un sentimiento anti militarista de profunda raigambre en su cultura
política354. Desde luego, la fecha trágica se convirtió en un nuevo punto de referencia para la
comunidad estudiantil: ahora sería el 8 y 9 de junio la nueva marca simbolica que, como lugar
de memoria, se evocaría cada año. Desde 1954 no se hablará más del Día del Estudiante, sino
del Día del Estudiante Caído, dándose así inicio a una nueva tradición política que se proyectará
varias décadas después.

351
Jorge Serpa Erazo, Rojas Pinilla. Una historia del siglo XX, Editorial Planeta, Bogotá, 1999, p. 221.
352
Quiroz, La Universidad Nacional en sus pasillos…, Op. cit., p. 126.
353
Los hechos ocurridos ese día han sido descritos en diversos trabajos: Carlos Medina Gallego, Crónicas de
violencia 1929 – 1954, Ediciones Alquimia, Bogotá, 2004; Medófilo Medina, La protesta urbana en Colombia en
el siglo XX, Ediciones Aurora, Bogotá, 1984; Quiroz, Op. cit.; Serpa Erazo, Op. cit.
354
Manuel Ruiz Montealegre, Sueños y realidades. Procesos de organización estudiantil, 1954 – 1966, Universidad
Nacional de Colombia, Bogotá, 2002; y José Abelardo Díaz Jaramillo, “Estudiantes, represión y memoria…”, Op.
cit., p. 76.

279
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

2.9 Conclusiones

En este capítulo argumentamos que, durante la primera mitad del siglo XX, los estudiantes
colombianos dieron origen a actividades de carácter simbólico, las cuales sirvieron para expresar
o exteriorizar sus posturas frente a situaciones de diverso orden, presentes en la sociedad
colombiana. De distinto formato y con contenidos diversos, esas actividades además tuvieron
como propósito despertar y fortalecer sentimientos de fraternidad y unión entre los estudiantes,
y lograr, particularmente en la segunda y tercera década del siglo, que fuesen reconocidos como
un grupo social compacto en sus propósitos y aspiraciones. También se resaltó que, en el impulso
de esas actividades (por ejemplo, el carnaval estudiantil), primó un deseo de diversión y
entretenimiento, algo que suele desconocerse cuando se elaboran acercamientos a los estudiantes
del país, abriendo paso a lecturas que suelen mostrarlos como individuos interesados
generalmente por cuestiones “más serias”, como la participación en la politica355.

En la interpretación del origen de las actividades estudiantiles, se estableció que éstas expresaron
un comportamiento de época que marcó a las sociedades latinoamericanas, las cuales registraban
procesos de agitación y transformación social y cultural, derivados de acontecimientos
internacionales como la Gran Guerra (1914 – 1918), la Revolución Mexicana, la Revolución
Rusa y el movimiento reformista de 1918. En este plano, fueron efectivamente los estudiantes
uno de los actores sociales que más sintió los efectos de ese ambiente efervescente. Precisamente,
Hugo Biagini caracterizó ese comportamiento como expresión de una sensibilidad juvenilista356,
la cual define como una forma de vivenciar la circunstancia histórica: al ser vista ésta como un
momento excepcional, los jóvenes consideraron un deber incidir en los destinos de la sociedad.

Para explicar el universo simbólico estudiantil, acudimos a la expresión tradición inventada,


acuñada por el historiador Eric Hobsbawm, al considerar que éstas se ajustaron a la
caracterización y objetivos identificados por E. Hobsbawm en su análisis: con ellas se buscó
establecer un conjunto de creencias y valores que incidieron en el comportamiento social de los
estudiantes, durante un periodo. Como se demostró, a través de las prácticas simbólicas –alunas
más que otras-, los estudiantes colombianos lograron un reconocimiento social, particularmente
en los años veinte.

Varias tradiciones impulsadas durante el periodo de análisis, no fueron inventadas por los
estudiantes colombianos, ya que, como se indicó, éstas se tomaron de otros contextos nacionales,
particularmente de Uruguay, Argentina y Chile. Sin embargo, consideramos que la expresión
tradición inventada, en el caso colombiano, tiene sentido ya que éstas no existían en el país, y al

355
Georg Simmel llamó la atención sobre la importancia del factor lúdico en los procesos de sociabilidad, la cual
define como el gusto de la unión con otros. Este hecho fue marcado entre los estudiantes colombianos en la primera
mitad del siglo XX. Ver Cuestiones fundamentales de sociología, Gedisa, Barcelona, 2002.
356
Biagini, La Contracultura juvenil…, Op. cit., p. 42.

280
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

ponerse en escena, tuvieron el carácter de la novedad. Además, si bien esas tradiciones


estudiantiles fueron tomadas de otras experiencias nacionales (salvo la peregrinación a la tumba
de un estudiante colombiano), debieron adaptarse a las circunstancias culturales y políticas del
país, hecho que le dio un carácter singular a las mismas.

Entre las distintas tradiciones estudiantiles357 se destacó, como ninguna otra, la Fiesta del
Estudiante. Sin duda fue el ritual estudiantil más importante durante el periodo, por diversas
razones, siendo las más destacadas las siguientes: por su proyección en todo el país
(prácticamente en todas las ciudades capitales se realizó, así como en muchos municipios, como
ocurrió en Caldas, Santander y Bolívar); por haber articulado múltiples sectores de la vida
nacional (comerciantes, autoridades locales, departamentales y nacionales, autoridades
religiosas, etc.) en su ejecución. Además, porque pese a que en varias ocasiones se vio
interrumpida por factores diversos, la Fiesta del Estudiante (y el reinado estudiantil como uno
de los actos principales de la celebración), logró proyectarse más allá del periodo de análisis de
esta investigación.

El seguimiento a las tradiciones estudiantiles muestra hechos de interés, como la facilidad que
tuvieron para adaptarse al contexto colombiano. En su análisis sobre estas prácticas,
precisamente Hobsbawm resaltó la capacidad para establecerse con gran rapidez en la sociedad,
por medio de un proceso de ritualización en el que la repetición fue un rasgo distintivo358. En el
caso de Colombia, se vio como los estudiantes no solo tuvieron la disposición para construir
artefactos simbólicos que sirvieran para expresar sus aspiraciones y críticas a la vida social, sino
además, la rapidez con que se incrustaron en la dinámica social. De igual modo, el análisis
permitió constatar que no todas lograron consolidarse y desaparecieron con el paso del tiempo
(la bandera estudiantil y su traslado entre las Facultades, la elección del Maestro de la Juventud),
mientras que otras pudieron proyectarse, incluso hacia la segunda mitad del siglo XX, como
ocurrió con la Fiesta del Estudiante, y particularmente con el reinado estudiantil. Que así haya
ocurrido, puede explicarse por el agotamiento simbólico que registraron esos rituales, en unos
casos, y por la resemantización o adaptación a los nuevos tiempos, en otros. Al respecto, debe
comprenderse que los rituales y símbolos surgen en contextos históricos específicos, y que el
cambio de los mismos tarde que temprano los desgasta, hasta convertirlos –o hacerlos parecer-
en inoficiosos. Eso es lo que parece observarse en el periodo posterior a la década de los años
veinte -la época que, a nuestro juicio, fue la más prolífica en símbolos asociados a los
estudiantes-, cuando da la impresión de existir un desgaste (pensamos en los años treinta y

357
En el análisis no se incluyeron otras tradiciones concebidas por los estudiantes colombianos en el periodo, como
el uso de la boina vasca, a finales de los años veinte.
358
Hobsbawm, La invención de la tradición…, Op. cit. p. 7.

281
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

cuarenta) de esa simbología, justo cuando operaba un cambio de sensibilidad en la estructura


social del pais359.

Como cualquier práctica social, las tradiciones estudiantiles estuvieron signadas por lecturas
contradictorias acerca de su pertinencia, contenidos y alcances, lo cual, en muchos casos, derivó
en tensiones y conflictos que trascendieron los marcos del ambiente estudiantil. Si por un lado,
las tradiciones inventadas se concebían como mecanismos simbólicos para promover
sentimientos de solidaridad y fraternidad, por otro lado, es evidente que despertaron sentimientos
contrarios. Desde luego, de ninguna manera planteamos que en torno a las tradiciones
estudiantiles siempre se hubiesen generado consensos. Todo lo contrario. Como se demostró,
hubo desacuerdos en prácticas como la elección del Maestro de la Juventud (recordemos el caso
de Bogotá y Cartagena) y en el reinado estudiantil, donde afloraron conflictos de alto nivel entre
los propios estudiantes. También las tradiciones estudiantiles dieron origen a tensiones sociales
y políticas que recrearon conflictos de la sociedad, viéndose involucrados actores como los
partidos políticos, la prensa, las autoridades religiosas, entre otros. Desde luego, estuvieron
involucrados también los estudiantes, que no constituían un cuerpo homogéneo en cuestiones
políticas ni sociales. Un ejemplo de lo anterior se recreó en la elección del Maestro de la
Juventud, particularmente en el caso de Bogotá en 1924, cuando se originó un conflicto por la
elección del mexicano José Vasconcelos. Vimos que los sectores estudiantiles que se opusieron
a la elección de Vasconcelos, lo hicieron por criterios de orden político y religioso, e incluso por
posturas nacionalistas, mientras que aquellos que impulsaron su candidatura, lo hicieron
motivados por la admiración que despertaba la obra cultural –una lectura política, por supuesto-
impulsada por aquel funcionario. En el caso de los reinados estudiantiles, fueron reiterados los
conflictos sociales, producto de las lecturas contradictorias que el evento generaba (por ejemplo,
que se asociara el reinado a una expresión monarquista, contraria a la democracia y que fortalecía
las divisiones de clases), y de prácticas ligadas a la elección de la reina, como los fraudes o
chocorazos360.

Como se argumentó, en muchas ocasiones los conflictos que se originaban alrededor de las
tradiciones estudiantiles, tenían conexión con la pretensión de sectores distintos al gremio
estudiantil, de incidir en el comportamiento de éste. Sin duda, las “disputas” por el control de
los estudiantes se expresaron en iniciativas que buscaban regular sus vidas y definir sus intereses
políticos.

Al reconstruir el universo simbólico de los estudiantes durante la primera mitad del siglo XX, se
puso de presente la importancia que tuvieron las distintas prácticas y símbolos en su cotidianidad.

359
Loaiza Cano, El poder letrado…, Op. cit.
360
Que las preocupaciones por posibles fraudes o chocorazos continuaban presentes al momento de la elección de
las reinas estudiantiles, lo recrea el ambiente que existía en la celebración del carnaval estudiantil en Bogotá en
1954. Ver “Se esperan ‘chocorazos’ en los escrutinios”, El Espectador (Bogotá), junio 8 de 1954, p. 11.

282
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Con ellas, los jóvenes pudieron encontrar sentidos especiales a su condición de estudiante.
Acceder a ese universo simbólico resulta decisivo para captar las representaciones sociales que
elaboraron los estudiantes para incidir en un contexto que muchas veces cargado de adversidades
para ellos.

CAPITULO TERCERO
LAS FORMAS DE LA PROTESTA ESTUDIANTIL (1921 – 1945)

En este capítulo analizamos la inconformidad estudiantil en la primera mitad del siglo XX. Al
respecto, dos hechos entrelazados nos han llamado la atención: por un lado, identificar la
existencia de una rica tradición de protesta estudiantil en Colombia, y, por otro lado, observar
un marcado desconocimiento de esa tradición, lo cual se expresa en un débil registro
historiográfico, pese a los aportes de investigaciones publicadas en los últimos años, de las cuales
se dará cuenta en el capítulo. Nos motiva realizar una lectura sobre este aspecto del
comportamiento de los estudiantes colombianos, al constatar que, como actores sociales,
sobresalieron notablemente desde la primera década del siglo XX, reivindicando demandas y
aspiraciones que, en muchas ocasiones, dieron origen a conflictos que tomaron el cauce de la
protesta social. En particular, queremos problematizar las razones más comunes que despertaron
en los estudiantes la inconformidad, y la manera como ésta se proyectó en la sociedad
colombiana. Abordaremos, en tal sentido, las acciones colectivas de los estudiantes que
estuvieron ligadas a demandas o reivindicaciones de variado tipo, y que tomaron el curso de la
confrontación con autoridades de distinto orden.

El capítulo comienza con una presentación de las premisas teóricas que algunos investigadores
de Colombia y de otros lugares, han formulado para ahondar en la comprensión de la protesta
estudiantil. Enseguida, propone un marco de interpretación de la protesta estudiantil, que se
apoya en los autores consultados, y en nuevos enfoques ligados a las teorías de la acción
colectiva. Luego continua con la formulación de una tipología de la protesta estudiantil en
Colombia, estructurada a partir de la identificación de los motivos y formas que ésta tomó en la
primera mitad del siglo XX. En una segunda parte del capítulo, se analizan cinco protestas
estudiantiles que se registraron en distintos momentos del periodo, para profundizar en el
conocimiento de las condiciones sociales que las configuraron y las formas que adoptaron.

La selección de los cinco casos que se analizan puede ser, desde luego, objetada. Valga señalar
que aquí operaron razones como que, entre 1908 y 1921, no se registraron conflictos estudiantiles
de envergadura. La huelga de la Universidad del Cauca (1921), el primer caso analizado, fue,
precisamente, el primer gran conflicto estudiantil registrado en el país. Además, que no hayamos

283
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

analizado algún caso para el periodo 1946 – 1954, no quiere decir, en modo alguno, que los
estudiantes no hubiesen promovido protestas en esos años. De hecho, fueron numerosas las
acciones contenciosas que aquellos impulsaron (por lo demás, es sintomático que el periodo de
esta investigación tome como referente histórico de cierre el año 1954, lo cual, como es de sobra
conocido, está ligado a los actos de protesta que protagonizaron los estudiantes en Bogotá, y que
terminaron de manera trágica)1. El análisis de los casos permitirá –ese es también otro propósito-
identificar rupturas y continuidades en la forma de la protesta estudiantil, durante el periodo
analizado.

3. La protesta estudiantil como objeto de análisis

La protesta estudiantil (asociada en muchos casos al concepto de movilización o movimiento2)


ha sido analizada en el contexto latinoamericano, articulándola a tres momentos históricos de
especial significado: la Reforma de Córdoba de 1918 y sus proyecciones sobre la región
(especialmente en Argentina, Perú y Cuba, y en alguna medida en Colombia); los hechos de
mayo de 1968 en Francia (y su influencia en América Latina, con preeminencia del caso de
México); y las movilizaciones contra la aplicación del modelo neoliberal en el ámbito educativo
en épocas más recientes (priorizando los casos de Chile, México, Colombia y Argentina). La
razón estriba en que en esos tres momentos históricos, los estudiantes tuvieron un evidente
protagonismo.

Al revisar la literatura que existe, se advierte que los análisis han privilegiado aspectos ligados
a los orígenes sociales de los estudiantes, así como a las demandas que reivindicaron, siendo
notorio un interés menor por la interpretación de la protesta estudiantil como acción colectiva
especifica. Una consecuencia que se deriva de esa inclinación, lo resaltamos nuevamente, es la
existencia de una débil bibliografía sobre ese tipo de acción estudiantil. Desde luego, esa
particularidad historiográfica se recrea para el caso de Colombia, lo que ha impedido una mejor
comprensión de los mecanismos de acción a los que acudieron los estudiantes para dar alcance
a sus demandas o reivindicaciones durante distintos periodos del siglo XX.

En las líneas que siguen, haremos una presentación de los aportes de diversos investigadores
sobre la protesta estudiantil. En un primer momento, identificaremos las interpretaciones

1
Entre 1946 y 1954, Mauricio Archila identifico 27 protestas estudiantiles. Ver “Entre la academia y la política: el
movimiento estudiantil en Colombia, 1920 – 1974”, en Renate Marsiske (Coord.), Movimientos estudiantiles en la
historia de América Latina, Centro de Estudios sobre la Universidad, México D.F., 1999, p. 165.
2
Se lee en un libro dedicado al tema: “(…) utilizamos el concepto Movimiento Estudiantil para referirnos a una
lucha especifica de los estudiantes, como por ejemplo, una reforma universitaria, la caída de un dictador, la
formación de un bloque político nacional, la renovación cultural de la sociedad, etc.”. Ver Manuel Antonio Garreton
y Javier Martínez (directores), El Movimiento Estudiantil: conceptos e historia, Tomo IV, Biblioteca del
Movimiento Estudiantil, Ediciones Sur, Santiago de Chile, 1985, p. 32.

284
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

elaboradas en contextos diferentes al colombiano; luego, revisaremos los aportes construidos en


el país.

3.1 Mirada externa

A pesar de la débil historiografía sobre la protesta estudiantil en la región, existen investigaciones


que son de utilidad para reflexionar acerca de la manifestación e importancia de esa forma de
acción colectiva en la sociedad. Entre las primeras reflexiones que se elaboraron sobre la
presencia de los estudiantes, tenemos la del sociólogo uruguayo Aldo Solari (1922 – 1989), quien
se interesó en analizar el impacto de los movimientos estudiantiles en América Latina. Solari
prestó atención al tema, elaborando estudios que, a pesar del tiempo transcurrido desde el
momento de su publicación, continúan teniendo interés para explicar las circunstancias de la
participación de los estudiantes en las sociedades latinoamericanas3. Entre los temas que
interesaron a Solari, sobresale el del origen social de los estudiantes, la relación entre autonomía
universitaria y política, el cogobierno universitario, el surgimiento de los movimientos
estudiantiles y el papel de los liderazgos surgidos del activismo estudiantil y su proyección en la
sociedad.

Sobre la protesta estudiantil, Solari definió algunas líneas de análisis que podrían orientar nuevas
investigaciones. Por ejemplo:

a. Cuestionamiento a las interpretaciones que relacionan la debilidad del rol de estudiante con la
intensidad del movimiento estudiantil. Al respecto, Solari destaca que los críticos del
movimiento estudiantil (por ejemplo, la prensa oficial), acuden a este factor para explicar el bajo
rendimiento en los estudios y la fuerza de los movimientos estudiantiles. Si bien puede suceder
que “ciertas acciones del movimiento estudiantil tienden a reforzar el poco interés por el estudio
y el alargamiento de las carreras (…) sería totalmente desencaminado suponer que es la causa
fundamental de estos fenómenos”. En otras palabras, “es imposible mostrar una correlación clara
entre el bajo rendimiento y la importancia del movimiento estudiantil”, lo cual “permite pensar
que el bajo rendimiento es un rasgo bastante independiente de la importancia y radicalización
del movimiento estudiantil, aunque éste puede tener algún papel para reforzarlo”4.

c. Las organizaciones estudiantiles realizan actividades que se ubican en dos dimensiones


fundamentales: la gremial y la política. Por dimensión gremial entiende Solari las ideas y
comportamientos relacionados con la conquista de beneficios y medidas de protección a favor
de los estudiantes, como la gratuidad de la enseñanza, el acceso a textos baratos o gratuitos,

3
Por ejemplo: “Los movimientos estudiantiles universitarios en América Latina”, Comunicación al VIII Congreso
de Sociología, San Salvador, 1967 (fue publicada posteriormente en la Revista Mexicana de Sociología, N° 4, 1967);
y la compilación de textos de autores diversos, coordinada por Aldo Solari, con el título Estudiantes y política en
América Latina, Monte Ávila Editores, Caracas, 1968.
4
Aldo Solari, Estudiantes y política en América Latina, Monte Ávila Editores, Caracas, 1968, p. 31 y 32.

285
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

comedores estudiantiles, becas, etc. La dimensión política está asociada o motivada por ideas y
comportamientos relacionados con los fines de la sociedad entera. Estas distinciones son útiles
para comprender los propósitos de la protesta estudiantil, aunque Solari reconoce que “en
determinados casos será muy difícil distinguir entre lo propiamente gremial y lo referente a la
política universitaria, entre ésta y la nacional, etc.”5.

d. Solari emplea la expresión técnicas de acción para referirse al conjunto de acciones que suelen
emplear los estudiantes en las protestas como: huelgas, barricadas, ocupación pacífica o violenta
de edificios universitarios, incendio de omnibuses, etc.6.

e. Referencia la participación de los estudiantes en las protestas, estableciendo una tipología que
está relacionada con la vinculación al movimiento estudiantil. Al reflexionar sobre el
comportamiento de “todos” los estudiantes en las situaciones de crisis, Solari indaga por la
actitud de quienes no participan de las protestas: “En una huelga, por ejemplo, no participar en
ella, es un comportamiento activo, que implica concurrir a las clases desafiando las normas de
la comunidad estudiantil, etc. No ir a clases, puede ser en muchos casos, un comportamiento
totalmente pasivo en determinados estudiantes y en otros de cualquier manera mucho más
pasivo, que concurrir durante la huelga a actos y manifestaciones públicas o el grado más intenso,
intervenir en la dirección del movimiento huelguístico”7.

f. Indaga por la relación entre dirigentes y dirigidos. Al respecto, Solari se pregunta “¿cómo logra
la minoría de dirigentes activos obtener por lo menos para ciertas cosas, un relativamente alto
nivel de participación?”. Este asunto es de sumo interés, porque tiene que ver con la explicación
del apoyo que reciben los movimientos estudiantiles o la participación en ellos. Para explicar ese
problema, que también se expresa en el “enlace entre dirigentes muy radicalizados y una masa
esencialmente apática e indiferente”, Solari formula como hipótesis “que las posibilidades del
movimiento estudiantil de funcionar como una unidad pese a la apatía de una proporción cada
vez más grande a medida que nos acercamos a las cuestiones más estrictamente políticas,
depende de la pluralidad de fines que persigue y de su dosificación oportuna8.

Algunas de las líneas de interpretación formuladas por Solari, están presentes en las reflexiones
que, en una época más recientemente, ha formulado la historiadora alemana Renate Marsiske,
quien ha venido analizando los movimientos estudiantiles en América Latina (especialmente los
de la primera mitad del siglo XX), con regularidad. Su obra ha girado, básicamente, en torno a
casos paradigmáticos como el de la Reforma de Córdoba en América Latina o el movimiento
por la autonomía universitaria en México. Expresiones de ese interés académico son las

5
Ibíd., p. 53 y 54.
6
Ibíd., p. 89.
7
Ibíd., p. 58.
8
Ibíd., p. 71.

286
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

publicaciones (compilaciones y producciones propias)9, que revisan aspectos diversos del


activismo de los universitarios en Latinoamérica.

Conceptualmente, Marsiske define la protesta estudiantil como un “comportamiento colectivo


no institucional, expresión de un conglomerado social, con cierta estabilidad temporal, orientado
a promover o resistir determinadas transformaciones en el sistema global de que forma parte”10.
Señala que el estudio de los movimientos sociales, cuando son movimientos universitarios, debe
apuntar al problema de la relación compleja entre la universidad y su contexto social. En esos
términos, un movimiento estudiantil está lejos de ser un complejo autónomo, manejado con su
propia dinámica, el cual define con entera libertad sus medios y objetivos. De hecho, puede darse
el caso de que el movimiento estudiantil sea la manifestación de un conjunto de fuerzas sociales
que logran alcanzar en él (movimiento estudiantil) un carácter peculiar: “(...) ser expresión de
exigencias de grupos sociales que encuentran en la juventud universitaria a su vocero”. Con una
mayor precisión, afirma Marsiske que los actores de un movimiento estudiantil “muchas veces
no representan un poder en sí, sino en relación con otros grupos sociales; del apoyo de estos
grupos extrauniversitarios depende el desarrollo de los movimientos universitarios. Esto explica
los diferentes significados y desarrollo de los movimientos estudiantiles”11.

Para Marsiske, la protesta estudiantil (concepto que en ocasiones suele desdibujarse en o tomarse
como sinónimo de movimiento estudiantil, como ya lo anotamos) está relacionada con el
comportamiento de las clases medias que acceden a las universidades12. En clave de comprender
el contexto social en que afloran los conflictos estudiantiles, la investigadora alemana señala que
éstos pueden ser analizados desde diversos puntos de vista, y que en ningún caso se trata de
fenómenos aislados: “Los estudiantes y sus movimientos tienen relaciones muy estrechas con el
estado general de la sociedad y la calidad y la orientación de su vida política. No se puede seguir
considerando a los movimientos estudiantiles en América Latina como episodios de ocurrencia
ocasional”13. Finalmente, otra tesis interesante en la reflexión de Marsiske, es la que señala que
en el análisis de los movimientos estudiantes es importante destacar el papel de las
organizaciones estudiantiles, tanto en su dimensión gremial como en su dimensión política,
entendiendo por la primera todo lo que se refiere “al que hacer de los estudiantes, sus logros y
conquistas académicas, y, por la segunda, la dimensión ideológica y su vinculación con la

9
Nos referimos, por ejemplo, a los cuatro volúmenes titulados Movimientos estudiantiles en la historia de América
Latina, que fueron publicados entre 1999 y 2015, y de los cuales Renate Marsiske fue coordinadora.
10
Renate Marsiske (Coordinadora), Movimientos estudiantiles en la historia de América Latina (Tomo II), UNAM,
México, 1999, p. 13.
11
Ibíd., p. 15.
12
Renate Marsiske, “Clases medias, universidades y movimientos estudiantiles en América Latina (1900 – 1930)”,
en Renate Marsiske (Coordinadora), Movimientos estudiantiles en la historia de América Latina…, Op. cit., p. 142;
Juan Carlos Portantiero, Estudiantes y política en América Latina: el proceso de la reforma universitaria (1918-
1938), Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 1978.
13
Marsiske, “Clases medias, universitarios…”, Op. cit., p. 146.

287
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

política en general”. Es indispensable, en esos términos, “detectar la combinación entre ambas


dimensiones y hacerla explicita”14.

Si bien las lecturas de Solari y Marsiske son referentes importantes para analizar la protesta
social como rasgo distintivo de los estudiantes, debe reconocerse que, en unos casos, tienen la
marca del paso del tiempo y en otros han sido, si no superados, si replanteados o enriquecidos
por nuevas miradas. Entre las nuevas interpretaciones puede destacarse aquellas que han bebido
de las teorías de la acción colectiva, construidas particularmente desde la sociología, y
vinculadas a los estudios sobre los movimientos sociales. Se trata de enfoques diversos, con
origen en tradiciones intelectuales diferentes y postulados que en muchas ocasiones no coinciden
en sus resultados interpretativos. En esa línea de interpretación sobresalen los análisis de la
acción colectiva de sociólogos como Talcott Parsons, Neil Smelser, Robert Park y los de la
Escuela de Chicago, distintos en sus formulaciones y resultados, a interpretaciones más
recientes, como las de los sociólogos Alain Touraine, Charles Tilly o Sidney Tarrow15.

Particularmente, las últimas corrientes han reflexionado sobre la acción colectiva, de la mano
con el papel que adquirieron los denominados “nuevos” movimientos sociales. Aquí aparecen
enfoques y planteamientos que van a ser comunes en investigaciones sobre los movimientos
sociales, que resaltan aspectos como la cuestión de la construcción de identidad, la movilización
de recursos y la estructura de oportunidad política, entre otros. En la teoría de la acción colectiva,
precisamente, los movimientos sociales se definen como desafíos colectivos motivados por la
consecución de objetivos comunes que hacen posible una interacción sostenida y dan legitimidad
a una confrontación con las autoridades. Esa confrontación es la protesta social en sí, que suele
expresarse por medio de repertorios de enfrentamiento, a los que acuden los actores
involucrados.

Los cambios en la estructura de oportunidad política traducen un planteamiento analítico que


sirve para explicar las condiciones políticas que estimulan la irrupción de los movimientos
sociales y, por ende, la aparición de la protesta colectiva. Como factor complementario, se tiene
el papel importante que cumplen los “madrugadores”, como denomina Tarrow a aquellas
personas que, en el papel de líderes, valoran las circunstancias, estimulan la acción colectiva y
perfilan el surgimiento de los movimientos sociales.

En síntesis, la teoría de la acción colectiva ha ofrecido marcos de interpretación que sirven para
comprender el comportamiento colectivo de los estudiantes. De esa teoría, precisamente, nos
interesan algunos presupuestos teóricos y conceptuales para explicar el surgimiento de la protesta
estudiantil en la primera mitad del siglo XX. Sea el momento de advertir que no tomaremos

14
Marsiske, “Introducción”, Movimientos estudiantiles en la historia de América Latina…, Op. cit., p. 15.
15
Nos apoyamos en Mauricio Archila Neira, Idas y venidas. Vueltas y revueltas. Protestas sociales en Colombia,
1958 – 1990, ICANH – CINEP, Bogotá, 2003; en particular, en la Introducción.

288
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

como cierta la idea de que sólo puede haber acción colectiva si existen movimientos sociales.
Como se verá, en muchas oportunidades hubo protesta estudiantil sin que existiera un
movimiento estudiantil, entendido este como la expresión de un movimiento social, de carácter
permanente y organizado16.

3.2 Análisis de la protesta estudiantil en Colombia

Como se anotó líneas arriba, resulta paradójico constatar una variedad de protestas estudiantiles
en el periodo de análisis, y, a la vez, observar un notable desconocimiento de éstas, a tal punto
que ha quedado la protesta estudiantil reducida a tres momentos: las jornadas de marzo de 1909,
las jornadas de junio de 1929 y las jornadas del 8 y 9 de junio de 195417. Esta lectura carece de
una explicación sólida en la historiografía nacional, aunque algunos investigadores han
establecido posibles razones18. Lo cierto del caso es que en la bibliografía que existe sobre el
conjunto de la protesta social en el siglo XX, y en particular, de la ocurrida en la primera mitad
de la centuria, las acciones colectivas emprendidas por los estudiantes se diluyen, en la mejor de
las suertes, en otro tipo de acciones, sin que logren hacerse a un lugar autónomo, lo que motivaría
hacer análisis profundos que permitan tener un conocimiento específico de la protesta estudiantil
y su papel en las dinámicas sociales durante la primera mitad del siglo XX.

Lo anterior se constata al hacer una revisión de investigaciones que se relacionan indirectamente


con el tema, como la historia de la protesta urbana en Colombia de Medófilo Medina, un estudio
pionero que indaga las modalidades de expresión de la inconformidad (huelga, tomas de terrenos,
movilizaciones) de sectores sociales residentes en las ciudades del país. Esas acciones configuran
lo que el autor entiende por protesta urbana, la cual define como “formas amplias de
movilización de masas de la ciudad”, en las que participan diversas clases, “aunque en cada caso
la dirección del movimiento tiende a identificarse con un sector social determinado”19. Si bien
el autor no analiza una protesta estudiantil, precisamente por el carácter de la protesta urbana
(aglutinante, policlasista, multisectorial), recrea protestas en las que los estudiantes participaron

16
Esta precisión la resalta Mauricio Archila Neira en “Los movimientos sociales y el Estado en Colombia, 1958 –
1990”, en Amado Antonio Guerrero Rincón (Compilador), Estado, política y sociedad, UIS, Bucaramanga, 2006,
p. 150.
17
El problema, creemos, no radica en establecer fechas de inicio y finalización, sino en que se reduzca la protesta
estudiantil en el periodo, lo que impide, por ejemplo, su caracterización a partir de variables como la intensidad,
tipos de demandas, repertorios de lucha, etc.
18
Por ejemplo, Mauricio Archila reconoce que el movimiento estudiantil –o las luchas estudiantiles- no ha merecido
el mismo grado de atención que sí han tenido otros sectores del país, como el movimiento obrero o campesino,
debido, en parte, a factores propios del componente estudiantil, como su carácter cíclico y transitorio, que le resta
fuerza como actor político y social. Ver “Historiografía sobre los movimientos sociales en Colombia. Siglo XX”,
en La historia al final de milenio. Ensayos de historiografía colombiana y latinoamericana Vol. I, Editorial
Universidad Nacional, Bogotá, 1995, p. 314.
19
Medófilo Medina, La protesta urbana en Colombia en el siglo XX, Editorial Aurora, Bogotá, 1984, p. 16.

289
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

junto a otros sectores sociales, por razones de carácter político, como ocurrió en las jornadas de
marzo de 1909 o junio de 1929.

Otro ejemplo de este tipo de interpretaciones lo encontramos en la densa investigación del


historiador Renán Vega Cantor sobre la protesta popular en Colombia entre 1909 y 192920. Vega
Cantor analiza las protestas populares promovidas por sectores sociales, especialmente de
filiación urbana, como los inquilinos, artesanos, obreros y mujeres trabajadoras, en las que
participaron los estudiantes (puntualmente no analizó ninguna protesta emprendida por este
sector). La tesis que sostiene Vega Cantor es que el proceso de urbanización que se registró en
Colombia a comienzos del siglo XX, posibilitó la irrupción de la protesta popular, que se expresó
en motivos diversos y en variedad de actores y formas. Al respecto, Vega Cantor se refiere a la
protesta cívica como una forma de protesta social que se define como tal, no tanto por los
objetivos sino por los participantes, “que pertenecen a diferentes clases o fracciones de clase, y
se identifican coyunturalmente en torno a una reivindicación inmediata, que apunta a la solución
de un problema sentido por la población”21. Para comprender la forma de la protesta cívica y su
incidencia en la vida colombiana, el autor establece una tipología, entre las que destaca las
siguientes: protestas antiestadounidenses (rechazo contra las políticas de Estados Unidos en el
territorio colombiano); protestas en defensa de tradiciones religiosas; protestas por calidad de
servicios públicos, rebaja de arriendos o de precios de productos de consumo; protestas anti
fiscales; protestas en defensa de la moral y contra la exclusión social, entre otras.

En síntesis, si bien Vega Cantor no tuvo en cuenta las protestas estudiantiles como unidad de
análisis (aunque destaca el papel de los estudiantes en las protestas de junio de 1929 en Bogotá),
su interpretación de la protesta social es de interés para nuestro propósito, ya que sus
planteamientos sobre esa forma de acción colectiva en las primeras décadas del siglo XX tienen
conexión de orden histórico y explicativo, con la protesta estudiantil, objeto de nuestro interés.

Finalmente, otra fuente para analizar la protesta estudiantil en la primera mitad del siglo XX se
encuentra en la obra del historiador Mauricio Archila Neira, a quien hemos venido mencionando.
Estudioso de la incidencia de actores sociales diversos (obreros, estudiantes, y, más
recientemente, indígenas) en la vida del país en el siglo XX, Archila Neira ha indagado por la
presencia de los estudiantes en el periodo, llamando la atención sobre la débil historiografía de
los movimientos estudiantiles en Colombia, a pesar de su antigüedad y protagonismo22. En el
ensayo “Entre la academia y la política”, Archila plantea una periodización para abordar el
movimiento estudiantil, caracterizando sus formas y motivos (académicos: como la autonomía
universitaria, libertad de cátedra, mejores planes de estudio, etc., y políticos). La periodización

20
Renán Vega Cantor, Gente muy rebelde. Tomo 3 Mujeres, artesanos y protestas cívicas, Ediciones Pensamiento
Crítico, Bogotá, 2002.
21
Renán Vega Cantor, Op. cit., p. 16.
22
Mauricio Archila, “Entre la academia y la política…”,…, Op. cit., p. 158.

290
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

cubre 1920 y 197423, y se subdivide en tres momentos: años veinte (atisbos de libertad), 1946 –
1957 (resistencia democrática) y 1958 – 1974 (oposición al bipartidismo)24. En cada etapa, el
autor identifica las demandas de los estudiantes, sus referentes ideológicos y la relación que
establecieron con el bipartidismo político. En el análisis del comportamiento de los estudiantes,
refiere que en los años veinte, por ejemplo, éstos emplearon formas novedosas de protesta como
el rechazo a contestar lista, las amenazas de huelga y la movilización25.

Universitarios en huelga en Bogotá (abril de 1947). Fuente: González Uribe, Guillermo (Editor), Bogotá años 40
(Fotografías de Sady González), Ediciones Revista Número - Alcaldía Mayor de Santa Fe de Bogotá, 2007.

3.3 Nuestro enfoque

Las reflexiones de Vega Cantor y Archila Neira, y en alguna medida las de Medina, nos serán
de utilidad para proponer un acercamiento a la protesta estudiantil en la primera mitad del siglo
XX. Al valorar los aportes de los investigadores mencionados, no perdemos de vista los objetivos
específicos que orientaron sus estudios, así como los marcos temporales que privilegiaron. En
síntesis, establecemos las siguientes tesis para entender de qué hablamos cuando nos referimos
a la protesta estudiantil, en el periodo comprendido entre 1908 y 1954:

a. La protesta, como forma de acción colectiva, fue un recurso que acompañó a los estudiantes
colombianos durante todo el periodo de la investigación, para presionar demandas o expresar

23
En otro artículo, Archila establece consideraciones sobre el mismo tema, para un periodo más reducido. Ver
Mauricio Archila Neira, “Protestas sociales en Colombia 1946 – 1958”, en Historia Critica, N° 11, Bogotá, 1995.
24
La propuesta de Mauricio Archila difiere de la formulada por Jaime Caycedo Turriago, quien establece cuatro
etapas de la “lucha estudiantil” en Colombia: periodo de surgimiento e institucionalización (1909 – 1934); periodo
de acomodamiento demo-liberal (1935 – 1957); periodo de ruptura de la alianza de carácter demo-liberal entre el
estudiantado y la burguesía; y periodo de radicalización (años setentas). Ver “Periodización de la lucha estudiantil”,
en Estudios Marxistas, N°26, Bogotá, 1984.
25
Archila Neira, “Entre la academia y la política…”, Op. cit., p. 162. El texto tiene una debilidad –que impone el
límite de páginas para una contribución que reúne varios trabajos de académicos- y es que no se desarrollan ciertas
tesis con la extensión que ameritan.

291
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

molestias ante autoridades de diverso tipo. La protesta estudiantil tuvo un carácter netamente
urbano, por el hecho de ser impulsada por actores que se configuraron en instituciones ubicadas
exclusivamente en ciudades.

b. La protesta estudiantil fue una expresión o forma de la protesta social, la cual, siguiendo a
Archila Neira, puede definirse como acciones sociales que involucran más de diez personas,
“que irrumpen en espacios públicos para expresar intencionalmente demandas o presionar
soluciones ante distintos niveles del Estado o entidades privadas”26.

c. La protesta estudiantil fue, en muchos casos, expresión puntual del movimiento estudiantil
organizado, o de situaciones que no requerían de una expresión organizativa formal; incluso en
muchas ocasiones la protesta estudiantil se originó en circunstancias inesperadas, sin que
mediara ningún proceso de organización previo.

d. Las protestas estudiantiles implicaron costos simbólicos y materiales para sus participantes y
para la sociedad en general. Involucraron en todos los casos a otros actores (autoridades
educativas, políticas, religiosas y policiales). También hubo protestas de otros sectores sociales
(obreros o cívicas), en donde los estudiantes se vieron involucrados.

e. Las protestas estudiantiles tuvieron motivos u orígenes diversos, sobresaliendo los


relacionados con los asuntos educativos (reforma universitaria, por ejemplo), y gremiales, pero
también por motivos externos, como la política y la cuestión religiosa (por ejemplo, contra
determinado gobierno, o contra una política puntual de algún mandatario local o nacional).

f. En el análisis de la protesta estudiantil, el factor espontaneidad y coordinación ameritan


miradas especiales. Podían, en unos casos, registrarse acciones coordinadas, lo cual estaba
relacionado con la constitución de comités de huelga o cualquier organismo de dirección de las
mismas. En otros, la protesta estudiantil era espontanea, sin que hubiese mediado previamente
interés por promoverla.

g. La protesta estudiantil se expresó a través de diversas formas, o, para emplear un concepto


procedente de la sociología de la acción colectiva, por medio de repertorios de enfrentamiento
variados.

h. Los tipos de acciones empleados en la protesta estudiantil se movieron en torno a dos ejes: la
innovación y la tradición. En un periodo de análisis de varios años (incluso décadas), resultaría
equivocado pensar que la protesta estudiantil permaneció inmutable en su forma. Todo lo
contrario: es posible registrar innovaciones en medio de la tradición, producto del conocimiento

26
Archila Neira, Idas y venidas…, Op. cit., p. 75. En nota a pie de página, afirma el autor que el número de
participantes es el considerado convencionalmente entre los analistas de los movimientos sociales, para considerar
una acción como colectiva.

292
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

de otras experiencias (internacionales, por ejemplo), que permitieron renovar la acción colectiva
de los estudiantes colombianos. Esto conlleva a reconocer que la protesta estudiantil en
Colombia tiene una historia que habrá que delinear y analizar con cierto detalle.

i. Las acciones estudiantiles provocaban impactos desiguales ante la opinión pública. Es


necesario, en tal sentido, analizar los marcos culturales de los movimientos estudiantiles, al ser
útiles para comprender las formas de la protesta y sus alcances y asimilaciones en términos
sociales.

j. La protesta estudiantil se articuló a otras formas de protesta social; en muchas ocasiones los
estudiantes detonaron protestas por razones ligadas al factor educativo, pero en otras, éstas se
articularon o unieron a protestas impulsadas por otros sectores sociales (como ocurrió en las
jornadas de junio de 1929 en Bogotá). Lo anterior significa que, en determinadas situaciones, la
protesta estudiantil no se explica solo por la actuación o propósitos de los estudiantes27.

k. La protesta estudiantil tuvo, generalmente, un carácter local (una ciudad, por ejemplo), aunque
en ocasiones, por los motivos o las circunstancias políticas del país, se proyectó a otros lugares
(en mayo de 1938). En muy pocas ocasiones, cuando la protesta tuvo una proyección nacional,
se originó un ciclo de protestas (como ocurrió en 1945).

3.4 Tipología de las protestas estudiantiles

Por la variedad de motivos que animaron a los estudiantes a protestar, pero también por la
diversidad de repertorios que emplearon, es erróneo pretender homogenizar ese tipo de acción
colectiva. Además, no reconocer la variedad de formas de la protesta estudiantil, conduce a creer
que las acciones colectivas de los estudiantes no evidenciaron modificaciones de ningún tipo,
siendo siempre las mismas, y sin importar el peso singular de las circunstancias políticas y
sociales que registró el país. En contravía de esa idea, se reivindicará la tesis contraria: la protesta
estudiantil tiene una historia que estuvo sujeta a los cambios que registraron tanto los actores
que la promovieron, como las estructuras o marcos de oportunidad política en donde se
efectuaron.

A continuación, estableceremos una tipología de la protesta estudiantil entre 1908 y 1954, con
el propósito de poder identificarla y caracterizarla. Básicamente, se hará una descripción de los
motivos y formas de la protesta estudiantil en el periodo de análisis.

27
Marsiske, Movimientos estudiantiles…, Op. cit., p. 15.

293
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

3.4.1 Motivos de la protesta

Si toda protesta social está articulada a unos objetivos o propósitos que, en últimas, justifican o
explican la inconformidad desde la perspectiva de quienes la promueven28, en el caso de las
protestas estudiantiles esta premisa no deja de ser cierta. No obstante, por tratarse de una acción
colectiva enmarcada en un periodo que contempla varias décadas, en donde ocurrieron múltiples
acontecimientos relacionados con los cambios de régimen político y la modernización del
sistema educativo, los motivos que estimularon la inconformidad fueron amplios, a tal punto que
se corre el riesgo de no lograr reunirlos a todos fácilmente. Aun así, proponemos en seguida una
descripción de los motivos más sobresalientes, agrupándolos de acuerdo con los postulados:
móviles educativos y gremiales, y móviles políticos.

Los motivos educativos y gremiales estuvieron ligados o se derivaron de la experiencia


estudiantil de los universitarios en las instituciones educativas, o con cuestiones relacionadas
con el gremio estudiantil. Por ejemplo, aspectos como el mejoramiento de la educación
(modificación de los métodos de enseñanza, cuestionamiento a la calidad de los profesores,
solicitud de instalaciones educativas adecuadas, reconocimiento de las profesiones ante el
Estado, rechazo de los exámenes de revisión estipulados por el Estado, otorgamiento de becas,
o por posturas a favor y en contra de la centralización universitaria por parte del Estado, etc.).
Hubo ocasiones en que varios de estos motivos se encontraron en una misma coyuntura (por
ejemplo, el cuestionamiento a la calidad de profesores, a los métodos de enseñanza y la
reivindicación de la reforma universitaria). Por motivos gremiales también pensamos en asuntos
relacionados con la cotidianidad de los estudiantes, que derivaron en conflictos, por ejemplo, por
la elección de las reinas, por los manejos irregulares de los fondos estudiantiles o por el papel de
las directivas estudiantiles, etc.

Los motivos políticos tenían relación con las visiones y lecturas que hacían los estudiantes de la
realidad del país, de sus instituciones, o de acontecimientos mundiales (guerras, revoluciones,
etc.29. Generalmente, los motivos políticos daban origen a inconformidades que afrontaban de
manera colectiva, ante adversarios externos (por ejemplo, contra Perú en el marco de la guerra
de 1932, o a favor de la reforma universitaria), o podían dar origen a conflictos que enfrentaban

28
Esta premisa resulta valida tanto para las escuelas clásicas de la acción colectiva, como la marxista, como para
las más contemporáneas, ligadas al análisis de los movimientos sociales. George Rudé se refirió a la ideología de
la protesta en trabajos como Revuelta popular y conciencia de clase, Critica, Barcelona, 1981 y en La multitud en
la historia. Los disturbios populares en Francia e Inglaterra, 1730 – 1848, Siglo XXI, Madrid, Reedición, 2009.
Para el caso de la perspectiva de los movimientos sociales, ver Sidney Tarrow, El poder en movimiento. Los
movimientos sociales, la acción colectiva y la política, Alianza Editorial, Madrid, 2004.
29
El factor internacional suele ser destacado para explicar el comportamiento de los universitarios. Ver Manuel
Antonio Garreton y Javier Martínez, El Movimiento Estudiantil: conceptos e historia…, Op. cit., p. 46.

294
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

a los estudiantes entre ellos mismos (conflictos políticos derivados del apoyo a jefes de partido
o a gobiernos; o por razones religiosas).

Finalmente, debe tenerse presente que los motivos gremiales y políticos no siempre transitaron
por caminos separados, e incluso en ocasiones confluyeron. Para un análisis de los movimientos
estudiantiles, siguiendo a Carli, “hay que detectar la combinación entre ambas dimensiones y
hacerla explicita”30.

3.4.1.1 Motivos educativos y gremiales

Los motivos educativos tuvieron un notable registro, algo que resulta comprensible, ya que uno
de los principales propósitos que esgrimieron los estudiantes durante prácticamente todo el
periodo, fue la modernización del sistema educativo del país. La lucha por la reforma
universitaria, una demanda que circuló entre los estudiantes colombianos desde 1908 (mucho
antes de que surgiera el famoso movimiento reformista de 1918), es un claro ejemplo de ese
propósito. Entre los motivos educativos más destacados tenemos:

Por la reforma universitaria: como demanda general (porque en estricto sentido, ésta implicaba
la intervención del Estado en múltiples campos del sistema educativo), fue reivindicada por los
estudiantes, particularmente desde 1908, y tuvo una fuerza inusitada entre 1917 y 1930. Tuvo
momentos especiales, por ejemplo, entre 1924 y 1926, cuando se discutió en el Congreso de la
Republica el proyecto de reforma educativa de la Misión Pedagógica, contratada por el gobierno
del Presidente Pedro Nel Ospina.

Por la anulación de los exámenes de revisión: Durante un largo tramo del periodo de análisis, la
cancelación o modificación de los exámenes de revisión que debían presentar los estudiantes del
país, generó enfrentamientos con las autoridades de los planteles educativos. En algunos casos,
como ocurrió en 1938 en Bogotá, los conflictos suscitados alcanzaron niveles delicados31.

Por el cambio de directivas o profesores: Se trató de una demanda reiterada de los estudiantes
en distintas ciudades del país, muy marcada para las décadas de 1910 y 1920. Este motivo podía
dar origen a protestas fuertes, en especial, cuando las directivas acudían en defensa del profesor
o directivo cuestionado, lo cual desataba la inconformidad de los estudiantes. Uno de los
primeros registros ocurrió en la Universidad Republicana en 1914, cuando estalló un conflicto
estudiantil a raíz de la solicitud de reemplazar a un profesor, la cual fue denegada por el Rector32.

30
Sandra Carli, El estudiante universitario. Hacia una historia del presente de la educación pública, Siglo XXI
Editores, Buenos Aires, 2012, p. 15.
31
Orlando Moreno Martínez, “El paro estudiantil de mayo de 1938”, en Anuario Colombiano de Historia Social y
de la Cultura, Vol. 36, N°2, Bogotá, 2009.
32
Ver “Conflicto en la Universidad Republicana”, El Tiempo (Bogotá), junio 8 de 1914, p. 3.

295
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Para pedir la renuncia de rector: Esta demanda fue reiterada en el periodo de análisis, lo cual
se explica por el hecho de que los estudiantes consideraban que, en ciertos casos, los rectores de
los establecimientos educativos no eran competentes para ocupar esos cargos. En ocasiones, la
solicitud de cambio de rector incluía la de los profesores, como ocurrió en agosto de 1930 en el
Instituto Universitario de Caldas, cuando los alumnos del Instituto Universitario declararon la
huelga, demandando al Cabildo el cambio “de todos los profesores, inclusive el rector”, así como
del “sistema educacionista y de los métodos implantados”33.

Contra la expulsión de estudiantes: Fue éste un motivó de la inconformidad de los estudiantes.


En múltiples ocasiones, desató protestas de solidaridad. Por ejemplo, ocurrió en Bogotá en 1918,
cuando estudiantes vinculados a la Sociedad Voz de la Juventud, realizaron un mitin en apoyo a
los estudiantes de la Escuela Normal de Medellín, que habían sido expulsados por las directivas
del plantel34.

Contra la centralización universitaria, o a favor de la misma: La pretensión del Estado de


centralizar la educación universitaria, en especial desde comienzos de la década de 1920, suscitó
la inconformidad de estudiantes, particularmente de ciudades como Medellín y Cartagena, al
considerar que la medida implicaría no sólo inhabilitar las instituciones académicas ubicadas en
las capitales departamentales, sino tener que desplazarse a Bogotá para continuar los estudios35.

Por la promoción de la democracia en las universidades: Ocurrió cuando los estudiantes se


sintieron excluidos de la elección de las autoridades de las instituciones educativas. Uno de los
casos que recrea con pertinencia este motivo, fue la huelga de los estudiantes del Colegio del
Rosario en 1930, que se analizará en la segunda parte del capítulo.

Por el mejoramiento de los métodos de enseñanza: Abril de 1933, en la Facultad de Derecho de


la Universidad Nacional: el detonante que motivó la huelga de los estudiantes fue la abolición
“de los métodos de enseñanza entronizados en los claustros de Santa Clara desde los años de la
hegemonía conservadora”, el cual coincidía, según Cataño, con el objetivo del nuevo régimen
de “liberalizar la universidad”36.

33
Ver “Huelga universitaria”, Mundo al Día (Bogotá), abril 4 de 1930, p. 30.
34
Ver “La manifestación universitaria del sábado”, El Siglo (Bogotá), septiembre 30 de 1918, p. 2.
35
Para el caso de la Universidad de Cartagena, Doris Piñeres de la Ossa, Modernidad, universidad y región. El caso
de la Universidad de Cartagena 1920 – 1946, UPTC, Tunja, 2008. La medida también despertó el apoyo de círculos
estudiantiles, al considerarla como un paso decisivo en la modernización de los estudios universitarios en el país.
36
Gonzalo Cataño, Luis Eduardo Nieto Arteta: esbozo intelectual, Universidad Externado de Colombia, Bogotá,
2002, p. 23.

296
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Por la abolición del sistema de lista: Un móvil que despertó la iracundia de los estudiantes en
varias universidades del país, al considerarlo como un mecanismo de presión para los
estudiantes37.

Entre los motivos gremiales tenemos:

Contra la elección de reinas estudiantiles por fraudes, o contra el mismo reinado estudiantil:
En diversas ocasiones, desde 1921 (cuando se comenzó a realizar el reinado estudiantil en el
país), la elección de reinas originó en muchas ocasiones conflictos entre los mismos estudiantes,
al aducirse que éstos certámenes eran expresión de atraso, o porque en el conteo de los votos se
producían “chocorazos”, o se quería imponer a unas candidatas por encima de otras. Agudos
conflictos que devinieron en protestas, surgieron alrededor de los reinados estudiantiles, como
ocurrió en Cartagena en 1949.

Por manejos indebidos de recursos estudiantiles: ocurrió cuando las directivas cuestionaron el
manejo de recursos destinados a atender los servicios prestados en la Casa del Estudiante de
Bogotá en 1934.

3.4.1.2 Motivos políticos

Entre los motivos políticos más destacados en las protestas se tiene:

Contra el conservatismo y / o el liberalismo: Puede decirse que la reacción contra una u otra
fuerza política, fue un motivo recurrente de protesta colectiva en los estudiantes del país, presente
desde los años de 1910, pero que tomó fuerza en tiempos de la Republica Liberal (1930 – 1946)
y en el periodo de la reconquista conservadora (posterior a 1946).

Contra actos lesivos a la ciudadanía: Los estudiantes expresaron su inconformidad ante hechos
de la vida diaria como la pretensión de volver a aprobar en el Congreso la pena capital (1925)38.

Por razones religiosas: El factor religioso fue motivo para que en los estudiantes surgieran
inconformidades que, en ocasiones, terminaban en protestas. En unos casos, porque
determinadas acciones administrativas o políticas lastimaban la simpatía que los estudiantes
manifestaban hacia los credos religiosos (particularmente el católico), o porque se consideraba
que la defensa de aquellos limitaba derechos y libertades de los estudiantes. Hay que tener en
cuenta que frente a la cuestión religiosa, nunca hubo unanimidad de criterio entre los estudiantes
colombianos, ya que muchos eran católicos confesos. Muchas veces, los motivos de orden

37
Una descripción de la percepción que se tenía del sistema de lista en los años veinte, se encuentra en Luis Tejada,
“La huelga de la lista”, en Gotas de tinta, Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá, 1977, p. 235 y 236.
38
Ver “La gran manifestación de mañana contra la pena capital”, El Diario Nacional (Bogotá), septiembre 19 de
1925, p. 1.

297
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

religioso que originaban protestas, se cruzaban con intereses políticos, como ocurrió a comienzos
de 1921 en la Universidad de Antioquia39, o en mayo y junio de 1945 (protestas que se analizaran
al final del capítulo).

Contra el imperialismo: El antiimperialismo fue una característica política de los estudiantes en


el periodo de análisis. La firma del tratado entre Estados Unidos y Colombia por los hechos de
Panamá; las concesiones petroleras aprobadas por el Estado a favor de compañías extranjeras;
las agresiones de Estados Unidos a naciones del continente (como Nicaragua), entre otras,
originaron en distintas ocasiones protestas de los estudiantes40.

Contra el comunismo o el fascismo: El comunismo y el fascismo se convirtieron en motivos de


inconformidad en sectores estudiantiles, particularmente ligados al conservatismo, aunque
también sectores del liberalismo tuvieron un comportamiento de hostilidad parecido.
Particularmente en tiempos de la republica liberal (1930 – 1946), la retórica anticomunista tuvo
presencia en sectores estudiantiles, y dio origen a expresiones de protesta, como ocurrió en
194541.

Contra afrentas regionales: Hubo protestas de ese tipo cuando estudiantes de ciudades de
provincia sintieron lastimado su honor, por medidas tomadas por del Gobierno central, por
comportamientos de políticos o por informaciones de la prensa. Por ejemplo, sucedió en 1923
en Bucaramanga, cuando estudiantes protestaron en las calles por “la defensa de la dignidad
regional”, luego de que se hubieran cometido “ultrajes al derecho de Santander a ser
departamento42.

3.4.2 Formas de la protesta

Durante el periodo de análisis, los estudiantes acudieron a diversas formas para manifestar sus
inconformidades. Sobre este asunto, es necesario tener presente que los estudiantes colombianos
vivían al tanto de lo que ocurría en otras latitudes –no se debe olvidar que eran lectores asiduos
de periódicos-, y en particular, sabían de las acciones que promovían sus pares en países como
España, Cuba y Perú, para colocar algunos ejemplos. Las protestas estudiantiles en Colombia,

39
Beethoven Zuleta Ruiz, Discursos estudiantiles y analítica de poder, Colección Autores Antioqueños, Medellín,
2000.
40
En agosto de 1933, fue colocado en el salón de sesiones de la Federación de Estudiantes, el retrato de Julio
Carrizosa Valenzuela, Ministro de Educación, hecho que despertó molestias en ciertos directivos del gremio. Uno
de ellos, Duque Maya, pidió que se retirara con “urgencia” el retrato, “pues el ministro es no solo imperialista, lo
que viola los estatutos de la Federación sino que permitió que se redujera el presupuesto de la instrucción hasta una
cifra vergonzosa que alcanza apenas uno y medio por ciento del presupuesto nacional”. Ver La Voz de Caldas
(Manizales), agosto 10 de 1933, p. 1.
41
Ver “La policía cometió en Bogotá los mayores atropellos contra los comunistas”, La Voz de Caldas (Manizales),
agosto 2 de 1933, p. 1.
42
Ver El Tiempo (Bogotá), octubre 5 de 1923, p. 4.

298
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

es lo que finalmente se quiere rescatar, siguieron modelos de acción registradas en otros lugares
del mundo. Sobre esto Charles Tilly señala que en las acciones colectivas, los actores acuden a
formas de protesta no inventadas en la coyuntura43.

Una descripción de las formas que adquirió la protesta estudiantil o de las técnicas de acción,
como las denomina Aldo Solari44, da cuenta de un rico repertorio donde sobresalen las
siguientes:

a. Mitin: entendido como una concentración de personas, convocado de forma inesperada. Tiene
como particularidad cierta improvisación y corta duración. La reiteración de mítines puede dar
origen a una protesta. Los motivos de los mítines estudiantiles fueron variados: expresar
inconformidad por un profesor cuestionado o una autoridad; o por un acontecimiento de carácter
político: apoyo a un dirigente, o contra un hecho como la firma del tratado entre Colombia y EU.

b. Huelga: aparece como uno de los repertorios de lucha más recurrentes en la protesta de los
estudiantes. En términos generales, la huelga era el resultado de una situación exasperante que
afectaba los intereses de los estudiantes. Las fuentes indican que, en la mayoría de los casos, era
el recurso último al que acudían, y tenía un impacto simbólico evidente. La huelga estudiantil
solía durar varios días, e incluso semanas. Los estudiantes sabían que era la máxima acción.
Podía, y de hecho, recogía formas de protesta como la marcha, arengada, la toma de instalaciones
o el desalojo de las mismas, entre otras. En ocasiones, la huelga estudiantil abría un panorama
de tensiones que podían derivar en acciones no contempladas al comienzo, como
enfrentamientos con la policía, acciones de violencia contra establecimientos (locales de prensa,
por ejemplo). Por estas razones, las huelgas son actos de enorme riqueza para estudiar la protesta
estudiantil.

c. Enfrentamiento con la autoridad: Los enfrentamientos con las autoridades no fueron


recurrentes, pero se registraron en varias oportunidades: 1929, 1935, 1938, 1945 y 1948. En el
contexto de las protestas, cuando se producían enfrentamientos con las autoridades, solían
producirse heridos y detenidos.

d. Toma de instalaciones: considerada como “un verdadero gesto ritual de la revolución


estudiantil”45, consistió en la ocupación física de las universidades y el control de su ingreso, a
menudo acompañado de la interrupción de clases. Ocurrió, por ejemplo, en agosto de 1930,
cuando los estudiantes del Instituto Universitario de Caldas ocuparon, junto con personas no
relacionadas con el colegio, las instalaciones46.

43
Citado por Archila, Idas y venidas…, Op. cit., p. 47.
44
Aldo Solari, Estudiantes y política en América Latina, Monte Ávila Editores, Caracas, 1968, p. 89.
45
Manuel Antonio Garreton y Javier Martínez, El Movimiento Estudiantil: conceptos e historia…, Op. cit., p. 56.
46
Ver La Voz de Caldas (Manizales), agosto 9 de 1930.

299
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Estudiantes pronuncian discursos desde un balcón, en el marco de una protesta en el centro de Bogotá.
Fuente: El Grafico (Bogotá), mayo de 1927.

e. Desalojo de instalaciones: Una forma de protesta empleada por los estudiantes fue desalojar
las instalaciones educativas. Se creía, con mucho de razón, que el acto de no ir a los salones
generaba un cuestionamiento a las autoridades educativas. No ocurrió en muchas ocasiones, pero
si hay casos, y cuando ocurrían, había probabilidades de que se presentaran situaciones de
violencia, entre los estudiantes que apoyaban el repertorio y quienes estaban en contra y
deseaban ingresar al plantel. Uno de los casos más significativos se presentó en el Colegio Mayor
de Nuestra Señora del Rosario en Bogotá, en 1930, o en el Liceo Celedón de Santa Marta en
1940, casos que se analizan en la segunda parte del capítulo.

f. Desfiles: La protesta social era ante todo un acto que se hacía y adquiría forma en la calle. En
ese marco, el desfile o marcha callejera fue un recurso privilegiado, que pretendió transmitir
sentimientos diversos: poder de convocatoria, seguridad, decisión, disciplina, motivación,
beligerancia. En muchos casos, los desfiles fueron resultado de actos premeditados y preparados,
pero también surgieron de forma inesperada.

g. Arengas: Las distintas manifestaciones de los estudiantes contaron con la oratoria y la arenga
como un recurso para difundir los motivos de la protesta y para animar a los participantes de la
misma. Difícilmente puede ubicarse una manifestación sin arengas (salvo la famosa marcha del
silencio organizada por Jorge Eliecer Gaitán en febrero de 1948).

h. Daños físicos a planteles u otras edificaciones: Los daños a instalaciones fueron hechos que
deben entenderse en el marco de las huelgas de los estudiantes. Llama la atención que, en los
casos en que la violencia dio paso a los ataques a edificios públicos, se haya priorizado las sedes
de los periódicos. Así ocurrió, a modo de ejemplo, en Cartagena en 1940 y en Bogotá en
múltiples ocasiones. Además, a instalaciones policiales, como sucedió en Tunja en 1945. En

300
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

pocas ocasiones se produjo daños a las propias instalaciones educativas, como ocurrió en la
huelga del Colegio del Rosario en 1930.

3.5 Análisis de casos de protesta estudiantil en Colombia

De la basta cantera de protestas estudiantiles registradas en el periodo de análisis, se han


seleccionado cinco casos, con la finalidad de mirar con cierto detalle los factores que las
motivaron y las circunstancias que marcaron su desarrollo y las consecuencias que de ellas se
derivaron. Se han seleccionado protestas estudiantiles ocurridas en 1921, 1930, 1940 y 1945 en
ciudades como Bogotá, Popayán, Cartagena, Santa Marta, Tunja y Medellín. Como se indicó
líneas arriba, la selección que se hizo deja abiertos otros momentos (1946 – 1954) que deberán
explorarse.

3.5.1 Huelga de la Universidad del Cauca (1921)

En enero de 1921 estalló la que es, a nuestro juicio, la primera huelga estudiantil de notoriedad,
ocurrida en el país en la primera mitad del siglo XX47. Si bien es cierto que antes se habían
registrado conflictos en los que se vieron involucrados estudiantes, hasta ese momento no había
ocurrido un conflicto estudiantil que despertara el interés nacional, e involucrara a universitarios
de distintas ciudades48. Como se mostrará, el conflicto estudiantil se originó por un hecho menor
que pronto tomó una fuerza inusitada y despertó tensiones sociales entre actores diversos como
el gobierno nacional y departamental, las autoridades de la universidad y, desde luego, los
estudiantes. Entre los rasgos significativos de la huelga se destaca el cubrimiento de la prensa
nacional, los pronunciamientos a favor o en contra surgidos durante las cerca de cuatro semanas
que duró, y la destacada participación que tuvo la Asamblea de Estudiantes de Bogotá y el papel

47
Olmedo Vargas Hernández refiere una huelga nacional de estudiantes en 1921 (sin precisar la fecha), convocada
por la Federación Estudiantil (que tal vez confunde con la Asamblea de Estudiantes de Bogotá), la cual tuvo “mucho
éxito” en su convocatoria. Ver “Dinámica del movimiento universitario en Colombia: 1920 – 1930”, en Olmedo
Vargas Hernández (Compilador), Archivos y documentos para la historia de la educación colombiana,
Rudecolombia, Tunja, 2000, p. 131.
48
Debe decirse que 1921 fue un año de especial significado para el activismo estudiantil, básicamente por dos
razones: se avanzó en el proceso de organización de los estudiantes en varias ciudades del país, lo que dio origen
al año siguiente a la Federación Nacional de Estudiantes; además, se realizaron varias huelgas estudiantiles que
adquirieron resonancia nacional, como la huelga en la Universidad de Cartagena (febrero); en la Universidad de
Antioquia (en mayo, originada por la colocación del retrato de Fidel Cano en el Paraninfo de la universidad); la
huelga por los malos resultados en los exámenes de revisión en algunas Facultades de Bogotá y las protestas en la
Escuela de Bellas Artes en Bogotá, para mencionar las más significativas. Ver Olmedo Vargas Hernández,
“Movimientos universitarios, programas curriculares y universidad en Colombia durante 1921”, en Revista Historia
de la Educación Latinoamericana, N°2, Tunja, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Tunja, 2000;
Juan Ricardo Rey-Márquez, “El movimiento estudiantil en las artes plásticas”, en Ensayos. Historia y teoría del
arte, N° 12, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2007; para el caso de la huelga estudiantil en Cartagena,
El Espectador, febrero 15 de 1921, p. 5.

301
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

que cumplieron algunos liderazgos estudiantiles en el asesoramiento y acompañamiento a los


universitarios de Popayán.

3.5.1.1 Prohibir retretas a estudiantes

La huelga que se registró en la Universidad del Cauca en los primeros días de 1921, se desató
cuando el Director de Instrucción Pública, José María Arboleda Llorente, dirigió al Rector de la
Universidad del Cauca una nota en donde le ordenaba a éste prohibir a los estudiantes internos
su participación en las retretas nocturnas, aduciendo que aquellos se dedicaban a ejecutar
prácticas inmorales, como el consumo de alcohol. Una vez los estudiantes tuvieron conocimiento
de la misiva49, y molestos por lo que ordenaba el Director de Instrucción Pública y por la opinión
que de ellos éste tenía, le replicaron a través de una carta en la que le recordaban que era una
práctica tradicional la presencia de los alumnos internos en las retretas y funciones nocturnas50.
Además, argumentaban que su presencia allí “constituía un justo estímulo y un honroso
esparcimiento”, por lo cual, le expresaron molestia con su proceder, “opuesto a las
consideraciones que se merecen los universitarios en todas partes”51.

La carta de los estudiantes generó la reacción del Gobernador, un aliado del Director de
Instrucción Pública, que procedió a sancionar al Rector Tomas Maya y al Vicerrector, Presbítero
Emiliano López, al considerar que habían sido permisivos con la actitud de los estudiantes. De
inmediato, Maya y López presentaron la renuncia a sus cargos, siendo secundados por varios
profesores y empleados de la institución educativa. Las renuncias de las máximas autoridades de
la universidad y la cancelación de las becas a los alumnos que dirigieron la comunicación al
Director de Instrucción Pública (ordenada por éste), desencadenaron una crisis que, con el paso
de las horas, adquirió un nivel inesperado.

49
La Universidad del Cauca ofrecía carreras a estudiantes que procedían, en su gran mayoría, de lugares distintos a
Popayán, por lo cual, muchos residían en las instalaciones del plantel educativo, como ocurría con los alumnos del
colegio anexo a la universidad. Por residir en el plantel, esos estudiantes recibían el nombre de internos, una figura
que era replicada en otras universidades y colegios del país.
50
Ver “Grave conflicto en la Universidad del Cauca”, El Espectador (Bogotá), enero 7 de 1921, p. 1. Cesar Augusto
Ayala Diago destacó la importancia de las festividades cívicas y religiosas en Popayán en las dos primeras décadas
del siglo XX, de las cuales se hacían participes amplios sectores sociales de la ciudad. Ver “Popayán: dos décadas
de historia política (1900-1920)”, en Anuario de Historia Regional y de las Fronteras, N°5, Bucaramanga, 2000.
Acerca de la presencia de los estudiantes en las retretas públicas en Popayán, Gustavo Arboleda cuenta que era
costumbre de los estudiantes y alumnos (refiriéndose a quienes cursaban en la Universidad del Cauca y en el colegio)
participar de forma libre y espontánea en las festividades de la ciudad. Ver Evocaciones de antaño. Mis memorias,
Arboleda Imp., Cali, 1926, p. 317.
51
La pretensión de regular el comportamiento de los estudiantes parecía ser una práctica común en las autoridades
educativas de la ciudad. Una nota publicada en un periódico local en 1912, señalaba lo siguiente: “Y a propósito de
la Universidad, se nos ocurre llamar la atención de los supervisores para que se haga cumplir estrictamente la
obligación que tienen los alumnos de llevar el uniforme universitario en ciertas solemnidades. No es cuestión de
lujo sino de mayor cuidado en el vestir”. Ver “Universidad del Cauca”, El Siglo (Popayán), noviembre 24 de 1912.

302
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

En efecto, los estudiantes tanto de la universidad como del colegio anexo expresaron su
solidaridad con el rector y el vicerrector, y procedieron a declarar la huelga. El 7 de enero una
manifestación estudiantil se tomó las calles de la ciudad. El corresponsal de prensa de El
Espectador describió el acto como “imponente”. Dos objetivos tuvo la expresión colectiva:
expresar al rector la solidaridad a raíz de la destitución de que había sido objeto, y protestar ante
el Gobernador por la manera como había procedido. Frente a la residencia del rector, habló el
estudiante Jorge Guzmán, quien defendió a sus compañeros de estudio de los cargos formulados
por el Director de Instrucción Pública, gesto que fue contestado por el ex Rector, conmovido por
las muestras de afecto de que era objeto en ese momento.

Posteriormente, frente a la casa del Gobernador, los estudiantes Francisco Varona Rivera y
Espíritu Santo Cotes le reclamaron al funcionario por su manera de proceder: también lo hicieron
personas ajenas a la institución educativa, como el General Arcesio Costain y el periodista
Laurentino Quintana, quienes pidieron al mandatario replantear las renuncias del rector y
vicerrector, y considerar la inconveniencia de sostener en el cargo al Director de Instrucción
Pública. El Gobernador respondió de inmediato, en forma desafiante, manifestando que
restablecería en el cargo a Tomas Maya, pero no haría lo mismo con el Vicerrector, un sacerdote
que gozaba de la simpatía de la ciudadanía. La decisión del mandatario estimuló aún más la
inconformidad de un público que recogía a distintos sectores sociales de la ciudad52.

3.5.1.2 Crece el apoyo a los estudiantes

Los universitarios payaneses procedieron a difundir lo que ocurría en la Universidad del Cauca.
El mismo 7 de enero enviaron a la Asamblea de Estudiantes en Bogotá, el reconocido gremio
estudiantil de la capital, una comunicación en la que detallaban lo ocurrido en la universidad y
solicitaban apoyo para su causa. La misiva describía los hechos así:
Con pretexto no concurrieron alumnos internos Universidad, retretas, funciones nocturnas, lo cual
habíase aceptado tiempo atrás. Directo Instrucción Pública envió Rector nota destemplada
invocando vanos principios moralizadores, haciendo cargos desprovistos fundamento contra
mayoría nosotros. En respetuoso memorial observamos aquel funcionario concesión asistir
expresados actos no afectaba disciplina, ni iba contra prestigio Universidad. Inmediatamente
Gobernador exigió renuncia Rector, Vicerrector, quienes presentáronla (sic) irrevocable, ordenó al
Director del Ramo cancelara becas de los alumnos pobres, pobres en su mayoría.

Ante inesperada actitud resolvimos obrando mayor cohesión, armonía, organizar solemne
manifestación estudiantes, efectuóse (sic) ayer objeto pedir no se consideraran las renuncias
presentadas, derogárase (sic) la providencia contra los becados y se exigiera la renuncia de Arboleda
Llorente, Director de Instrucción Pública. Gobernador, exasperado, violento, dijo que accedería a
parte de la solicitud, pero que en ningún caso reemplazaría a Arboleda Llorente; tuvo además frases
contra los estudiantes, a quienes llamo ebrios. Doctor Laurentino Quintana replicóle (sic) estábamos
ebrios de luz, de esperanza.

52
Ver “Noticias de Popayán”, El Tiempo (Bogotá), enero 8 de 1921, p. 4.

303
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Concluían los estudiantes la comunicación informando que estaban dispuestos a no retornar a


las clases hasta tanto el Gobernador no retirara al Director de Instrucción Pública. Además,
pedían la solidaridad del gremio de Bogotá, en el cual depositaban la esperanza para que el
movimiento de inconformidad no decayera53. Acudir a la Asamblea de Estudiantes de Bogotá
no era un simple acto en busca de solidaridad. Dos razones de peso habían para que los
universitarios de Popayán miraran hacia la capital de la república. De un lado, sabían que la
Asamblea de Estudiantes era una agremiación importante, con sede en la capital del país, y que
gozaba del reconocimiento del Gobierno nacional, lo cual podría servir para presionar una salida;
por otro lado, se pensaba que al vincular al gremio estudiantil de la capital en el conflicto de
Popayán, este ganaría visibilidad, toda vez que las directivas estudiantiles en Bogotá contaban
con el apoyo de la prensa capitalina, como efectivamente ocurrió.

El presidente de la Asamblea de Estudiantes de Bogotá, Eduardo Esguerra Serrano, respondió


enseguida la comunicación de los universitarios de Popayán, informando que una vez se enteró
de los hechos, a los que catalogó como de “suma gravedad”, dirigió al Ministro de Gobierno y
al de Instrucción Pública una comunicación pidiendo su intervención en el conflicto. A los
“gallardos compañeros de Popayán”, el presidente del gremio les expresó la solidaridad en sus
“justas peticiones” y cuestionó la decisión del Director de Instrucción Pública de prohibir la
presencia de los estudiantes en las fiestas y funciones nocturnas. Esa decisión, advertía Esguerra
Serrano, reflejaba su incomprensión de la pedagogía moderna que debía formar “ciudadanos
libres, independientes, capaces de comportarse en todas partes conforme a los sanos principios
de la dignidad humana, por propio convencimiento, sin necesidad del temor emanado de una
vigilancia perpetua”. Que las directivas de la Universidad de Popayán permitieran que los
alumnos internos concurrieran a las retretas y funciones nocturnas, se ajustaba a lo que debía
promover una reglamentación universitaria científica, formando “en los educandos hábitos de
hombría de bien y rectitud de costumbres”. En cambio, el interés del Director de Instrucción
Pública era imponer a los estudiantes un “régimen conventual”, algo inadmisible que iba contra
los presupuestos de una educación moderna; e inconcebible para los estudiantes, que se
concebían como “ciudadanos ya”54.

Por lo demás, era paradójico que mientras el rector Tomas Maya y el vicerrector Emiliano López,
un “sacerdote virtuosísimo”, no consideraran como problema la presencia de los jóvenes en las

53
Ver “Grave conflicto universitario en Popayán”, El Tiempo (Bogotá) enero 8 de 1921, p. 4. La carta dirigida a la
Asamblea de Estudiantes, pudo ser sugerida por Manuel Alberto Vergara, estudiante de Bogotá y miembro de ese
gremio, quien se encontraba en Popayán al momento de estallar el conflicto. De hecho, en la comunicación de los
universitarios de Popayán informaban que Manuel Alberto Vergara estaba vinculado a la huelga, y promovía la
creación de un gremio de estudiantes en la ciudad.
54
Ver “La Asamblea de Estudiantes y el conflicto universitario de Popayán”, El Espectador (Bogotá), enero 8 de
1921, p. 1.

304
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

fiestas, sí lo hiciese un funcionario sin “la experiencia del doctor Maya, ni el celo religioso del
doctor López”. Finalizaba la comunicación Esguerra Serrano en los siguientes términos:
En nombre, pues, de la Asamblea de Estudiantes de Bogotá, muy encarecidamente suplico a S.S. se
digne interponer su prestigio y autoridad, a fin de que el conflicto que ha surgido en la Universidad
de Popayán halle una pronta solución sobre la base de que los señores Rector, Vicerrector y
Profesores continúen en sus puestos; de que se revoque la providencia dictada sobre cancelación de
becas; de que no se quiera privar a los universitarios de libertades legítimas y esparcimientos
honestos; y de que el señor Director de Instrucción Pública, doctor Arboleda Llorente, sea retirado
del cargo que actualmente desempeña, sin tener las necesarias simpatías, pues él es la causa de la
desarmonía que ha surgido entre la Universidad y el Gobierno del Cauca 55.

Con el paso de los días, el conflicto estudiantil se agravó. El Gobernador insistió en sostener al
funcionario responsable de la dirección de la instrucción en el departamento, mientras que los
estudiantes, decididos a no cesar en su demanda de verlo retirado de ese cargo, continuaron
recorriendo las calles para ejercer presion56. En estas acciones participaban los miembros de las
Sociedades Jurídica, de Ingeniería y de Agronomía, así como estudiantes de la Escuela Normal,
que se vincularon al movimiento de protesta. Los padres de familia tuvieron, a su vez, un papel
especial en el conflicto, al tomar parte en las acciones estudiantiles, al considerar legitima la
conducta del rector y vicerrector de la universidad. Por eso decidieron no obligar a sus hijos a
concurrir a las aulas. Estos hechos, en conjunto, motivaron al corresponsal a expresar que “nunca
había presenciado la ciudad un movimiento tan brillante”57.

A los pocos días, el Gobernador anunció el nombramiento de Efraím J. Navia y Jenaro Muñoz
como rector y vicerrector, respectivamente58. Con este motivo, la excitación en los estudiantes
aumentó. El corresponsal de El Tiempo en Popayán, José Diago U., atinó a decir: “Se agrava el
conflicto entre los universitarios y el Director de Instrucción Pública. La suerte de la Universidad
es de vida o muerte”. Ahora los estudiantes, además de negarse a concurrir a las clases,
expresaron su disposición de regresar a sus hogares, si en los próximos días el Gobernador no
atendía su reclamo. El reciente Centro Universitario constituido por los estudiantes de la
universidad, dirigió a algunos diarios (El Tiempo, La Nación, El Espectador), una comunicación
que ponía en evidencia las disposiciones adoptadas para no ceder y fortalecer el movimiento de
protesta:

55
Ibíd.
56
Ver “El conflicto estudiantil en Popayán”, El Tiempo (Bogotá), enero 9 de 1921, p. 1.
57
Ver “La huelga estudiantil en Popayán. Se pide la intervención del presidente en el conflicto”, El Espectador
(Bogotá), enero 10 de 1921, p. 5. En una comunicación dirigida a Eduardo Esguerra Serrano el 8 de enero, Manuel
Alberto Vergara le informa de la realización de un “soberbio mitin” a favor del vilipendiado vicerrector Emiliano
López, en donde se proclamó la solidaridad con la Asamblea de Estudiantes y se vivó la actuación del presidente
Esguerra Serrano. Ver “El conflicto en la Universidad de Popayán y la Asamblea de Estudiantes”, El Espectador,
(Bogotá), enero 10 de 1921, p. 5.
58
Ver “El gobernador hace nuevos nombramientos de rector y vicerrector de la Universidad”, El Espectador,
(Bogotá), enero 10 de 1921, p. 5.

305
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Los alumnos de las Facultades de la Universidad, en junta general, acordaron proclamar la huelga
estudiantil; sostener al Rector y al Vicerrector y abstenerse de concurrir a las aulas si, logrado el fin
que se proponen, se pretendiese penar a algunos alumnos; solicitar de las familias pudientes que
recojan a los internos; excitar a los estudiantes de la Republica a que a ejemplo de la Asamblea de
Bogotá hagan causa común con esta Universidad; y dar cuenta al Gobierno Nacional de la actitud
asumida, con el fin de solucionar de manera digna el conflicto 59.

Si bien los estudiantes guardaron la esperanza de que el Presidente Marco Fidel Suarez
interviniera a su favor, debieron sentir un enorme sinsabor cuando éste salió en defensa del
Gobernador, afirmando que se trataba de una “persona buena”, y que los universitarios debían
volver a las aulas y no dejarse influenciar por razones políticas. Las declaraciones del primer
mandatario fueron replicadas por Manuel Alberto Vergara60, quien desmintió la presencia de
móviles políticos en el conflicto, siendo prueba de ello el apoyo de los padres de familia a los
reclamos de sus hijos61. En los mismos términos, el ex rector Tomas Maya refutó la tesis del
gobierno sobre la existencia de móviles políticos en el conflicto:
Intencionalmente he callado: conocese (sic) nuestro medio. Sé comunican Gobierno actitud
estudiantes obedece a móviles políticos; nada más falso! Síntesis sucesos es la siguiente: Gobernador
pidióme (sic) renuncia en presencia del Vicario, pretextando por la incorrecta nota refutando
intachable dirigida por alumnos al Director de Instrucción Pública, para vindicarse de los cargos
injustos que se les hicieron. Presenté la renuncia y aceptóseme. Al día siguiente los alumnos
noticiados de lo que ocurrió hicieronme (sic) una manifestación honrosísima, y presentáronse (sic)
Gobernador para sostenerme. Al día siguiente una gran manifestación de los padres de familia
aprobó mi conducta y confirmó la huelga de los estudiantes y dirigióse (sic) al Excelentísimo señor
Presidente. Elemento oficial empeñado en ofuscar los hechos, sostenido solamente por personas
débiles o interesadas en mantener la pésima administración del Gobernador Bonilla 62.

3.5.1.3 Un nuevo rector

En un intento por resolver la crisis, el Gobernador nombró como nuevo rector (el tercero, en
apenas unos días), a una figura de la jerarquía católica, buscando contrarrestar el impacto
simbólico que había ocasionado la destitución del anterior vicerrector. Sin embargo, esto en nada
alivió la situación, e incluso es probable que la haya agudizado, luego de que el nuevo rector, en
su pretensión de reanudar las clases, anunció a través de carteles que éstas se reanudarían. El
llamado, al final, solo fue atendido por 15 alumnos de bachillerato, y ninguno de los de las

59
Ver “El conflicto en Popayán”, El Tiempo, (Bogotá), enero 10 de 1921, p. 1.
60
Como se anotó en la cita 53, Manuel Alberto Vergara era un estudiante, al parecer bogotano, vinculado a la
Asamblea de Estudiantes, que se encontraba presente en Popayán al momento de estallar la huelga estudiantil. De
inmediato Vergara prestó su asesoría a los universitarios de esa ciudad, y el 10 de enero el presidente del gremio
bogotano, Eduardo Esguerra Serrano, lo delegó como representante legal ante los estudiantes de Popayán, con la
misión de ayudar a sentar las bases de una asamblea de estudiantes en esa ciudad y afianzar los vínculos de
solidaridad. Dos días después informaba Vergara que ya se había instalado el comité organizador de la asamblea de
estudiantes en Popayán. Ver El Tiempo (Bogotá), enero 19 de 1921, p. 6.
61
Ver “El presidente Suarez y el conflicto universitario”, El Espectador (Bogotá), enero 13 de 1921, p. 1.
62
Ver “Habla el rector de la Universidad del Cauca”, El Espectador (Bogotá), enero 13 de 1921, p. 1.

306
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

facultades superiores, una cifra muy reducida si se tiene en cuenta que 319 estudiantes estaban
registrados ese año63.

En un acto de torpeza, y probablemente presionados por un rector compungido por el


comportamiento de los estudiantes, la policía quiso obligar a los alumnos que se hallaban en los
lugares inmediatos a la universidad, a que ingresaran a las clases, acto que fue resistido por ellos.
La postura de los estudiantes recibió elogios de distintos sectores políticos. Desde Medellín, por
ejemplo, el ex Presidente Carlos E. Restrepo envió un telegrama en el que expresó su deseo de
que las autoridades reconocieran “los legítimos fueros de los estudiantes”64.

Mientras tanto, Eduardo Esguerra Serrano dirigió al Presidente Marco Fidel Suarez una
comunicación en la que solicitaba su intervención en el conflicto universitario, no sin antes
cuestionar la tesis que marcaba la presencia de un móvil político en la protesta estudiantil. Para
Esguerra Serrano, era evidente que el conflicto en Popayán tenía un carácter político –como lo
tenía todo movimiento social, según afirmaba-, pero en un sentido amplio, al pretender
“garantizar, de manera efectiva, los derechos de los estudiantes”65. Argumentaba que los
estudiantes habían recibido apoyos diversos, incluso de personalidades distinguidas de Popayán,
algunas de ellas amigas del Presidente Abadía Méndez. Alejados de las intrigas propias de la
política interna, los estudiantes estaban motivados por el deseo de encauzar “la enseñanza
universitaria de Popayán, por sendas más amplias, más nuevas, más acordes con el movimiento
científico y con las necesidades del presente”. Por eso consideraba el dirigente estudiantil que el
Presidente Abadía Méndez debía intervenir para solucionar el conflicto universitario,
procediendo a nombrar funcionarios competentes que guiaran la universidad por “un régimen
más acorde con los novísimos dictados de la Pedagogía”66.

63
Ver “Continua el conflicto universitario en Popayán”, El Tiempo (Bogotá), enero 20 de 1921, p. 1. Como ocurrirá
en otros casos, la extensión de los conflictos estudiantiles obligó a los universitarios a tomar la decisión de concluir
los estudios en otras ciudades. Desde luego, era una decisión que no todos podían realizar, por los costos económicos
(traslado de ciudad, hospedajes, etc.). En el caso del conflicto en Popayán en 1921, varios estudiantes hicieron
gestiones para poder continuar sus estudios en Medellín y Bogotá. Ver El Tiempo (Bogotá), enero 19 de 1921, p. 6;
El Espectador (Bogotá), enero 28 de 1921, p. 5.
64
Ver El Espectador (Bogotá), enero 20 de 1921, p. 5.
65
Ver “El conflicto universitario de Popayán”, El Espectador (Bogotá), enero 24 de 1921, p. 6.
66
Ibíd.

307
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Estudiantes payaneses despiden a Manuel Alberto Vergara, delegado de la Asamblea de Estudiantes de


Bogotá. Fuente: Universidad, Bogotá, marzo 31 de 1921, p. 69.

Finalmente, el conflicto concluyó el 29 de enero, luego de que fuera designado Adolfo Córdoba
y Obando como nuevo rector, nombre que contó con el beneplácito de los estudiantes
inconformes. Según informaban los dirigentes estudiantiles, el Gobernador aceptó una propuesta
que contemplaba nombrar como rector a Córdoba y Obando, cambiar el Consejo Directivo de la
universidad, y restablecer a los antiguos empleados que habían renunciado. Asimismo, los
estudiantes consiguieron que el Director de Instrucción Pública se comprometiera a dejar el
puesto en los siguientes dias67.

El desenlace de la huelga estudiantil, fue interpretado por los estudiantes de Popayán –y también
por Manuel Alberto Vergara- como un triunfo. Sin embargo, la Asamblea de Bogotá no
compartió plenamente esa lectura, aunque reconoció que se trató de un acontecimiento
importante, al poner en el debate público las pretensiones del Director de Instrucción Pública de
convertir la universidad en un “monasterio medieval”, en contravía de “las nuevas corrientes
pedagógicas y al movimiento científico moderno”. Además, la huelga fue significativa, al haber
involucrado a los estudiantes, al rector y vicerrector, a los padres de familia y a la prensa de
todos los partidos políticos. Sin embargo, la agremiación bogotana hizo reparos al arreglo
definitivo, ya que, a su juicio, no tuvo este la contundencia que se esperaba, y se privilegió la
transacción:

Meramente transaccionales hemos llamado estas bases, porque mientras no se reforme el reglamento
de la Universidad de Popayán y se garantice en él la libertad de opinión, base de todo estudio
científico; mientras las normas actuales no sean cambiadas por otras que respondan a las necesidades
del presente y tengan por fundamento los principios de la pedagogía moderna, “que tiende a formar
desde el hogar ciudadanos libres, independientes, capaces de comportarse en todas partes conforme
a los sanos principios de la dignidad humana, por propio convencimiento, sin necesidad del temor
emanado de una vigilancia perpetuas”; mientras no sea retirado de la Directiva de Instrucción

67
Ver “El conflicto universitario de Popayán”, El Tiempo (Bogotá), febrero 1 de 1921, p. 1.

308
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Pública el señor Arboleda Llorente, personaje siniestro que ha sacrificado los altos intereses puestos
a su cuidado en aras de las conveniencias personales y de las menguadas ambiciones del circulo que
lo rodea, con desprestigio del Gobierno del Departamento, desprestigio que ha llevado hasta un
límite tal que impone al Gobierno Nacional el deber de cambiar de colaboradores en aquella
importantísima sección del país; mientras todo esto no se haga, el problema no se habrá resuelto, y
latentes quedaran nuevos conflictos, de magnitud y gravedad cada vez mayores 68.

Es de destacar igualmente, la confianza que depositó la Asamblea de Estudiantes en el Gobierno


Nacional, para solucionar el conflicto69. Sin embargo, el propio Presidente Marco Fidel Suarez
compartía las prevenciones que tenían directivos académicos sobre el comportamiento de los
estudiantes. En un discurso ante el Congreso, leído en julio de 1921 (apenas unos meses después
de haber concluido el conflicto en Popayán), el Presidente Suarez dedicó algunos renglones para
referirse a la participación de los universitarios del país en las actividades públicas. En su
intervención, resaltaba el mandatario que la participación de los estudiantes, que era creciente y
había dado origen a centros y asambleas, debía ser “culta y tranquila”, además de regulada:
(…) esa participación deben ejercerla ante sus superiores inmediatamente, y llegado el caso, ante
otras autoridades, pero en forma representativa y no en forma tumultuaria, que perturbe sus propios
trabajos, o intranquilice la sociedad, o los exponga a ellos mismos al concurso y compañía de gentes
propensas al desorden. Respecto a lo segundo, esto es, a la injerencia de los estudiantes en la
política activa, que busca la reforma de las leyes y de la Administración oficial, también es claro
que los que tengan edad y conocimientos suficientes pueden hacerlo, y aun conviene que lo hagan,
en sus reuniones privadas y en deliberaciones tan libres como correctas, pero sin mezclar esto con
acciones o manifestaciones que puedan calificarse de tumultos, y mucho menos de asonadas o
motines, porque esto sería incompatible con el orden de los estudios y con elementales dictados de
sentido común y conveniencia general. (Énfasis nuestro)70.

El discurso de Marco Fidel Suarez tiene una importancia explicativa, a propósito de la huelga de
1921, porque pone en evidencia la mirada preventiva que acompañaba a sectores políticos del
país, con respecto de la participación de los estudiantes en los asuntos públicos71. No era

68
“El conflicto universitario de Popayán”, Universidad (Bogotá), febrero 21 de 1921, p. 16. La valoración del
significado de la huelga estudiantil de Popayán que realizó la Asamblea de Estudiantes de Bogotá, apareció
publicada en el primer número de la revista Universidad, fundada por German Arciniegas. El balance de la huelga
estudiantil recreaba el momento político que se abría paso en el país con el protagonismo de los estudiantes como
rasgo distintivo.
69
Ver “El conflicto en la Universidad de Popayán y la Asamblea de Estudiantes”, El Espectador (Bogotá), enero
10 de 1921, p. 5.
70
Ver “El mensaje del Presidente de la Republica al Congreso”, El Tiempo (Bogotá), julio 21 de 1921, p. 3.
Resaltados nuestros.
71
El estudiante Manuel Alberto Vergara fue objeto, en efecto, de ataques de sectores del conservatismo local,
ligados al periódico La Patria, que intentó cuestionar su papel en la huelga. Los compañeros de Vergara salieron
en su defensa: “Nuestro amigo don Manuel Alberto Vergara está por encima de las calumnias de que quieran hacerlo
victima en Popayán los enemigos de la juventud independiente, y las protestas unánimes que en esa noble ciudad
ha producido el burdo desplante de adversarios sin escrúpulos deben constituir para él plena satisfacción. La
honradez, caballerosidad y perfecta corrección del señor Vergara están fuera de toda duda, y nada hay más honroso
para él que su actuación en el conflicto universitario del Cauca, a donde fue con sus propios recursos, impulsado
sólo por el deseo de conocer los rincones todos de su patria y alejado de toda idea egoísta y de todo pensamiento de
lucro. Cuanto en contra de esto se diga, es baja calumnia, que solo desprecio merece y contra la cual protestamos

309
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

desprevenida, por eso, la intención del Gobierno de reglamentar las prácticas de los estudiantes,
para evitar lo que denominaba “agitaciones indebidas”:
Los excesos que resultan de estas propensiones y prácticas, cuando ellas no se guían por la cultura
y el respeto, provienen de ciertas ideas confusas que se sirven actualmente a la juventud, haciéndole
creer que en el hogar, en la escuela y en las aulas superiores el régimen de los alumnos, que son
alimentados en la ciencia y guiados por las luces de sus maestros, debe ser el mismo régimen del
hombre sui juris, que se dirige por sí mismo y en quien los derechos civiles y políticos no tienen
más restricciones que las leyes del Estado, cuando la verdad es que en los grados iniciales de la
preparación del hombre, sus pasos necesariamente tienen que darse en una escala de autoridad y de
respeto72.

Lo que mostró la huelga de Popayán en 1921 fue una inconformidad de los estudiantes ante las
pretensiones de sectores de la vida política y académica de imponer comportamientos, sin tener
en cuenta sus opiniones, algo que de ningún modo estaban dispuestos a asumir. Si algo
caracterizaba a los estudiantes de la primera década del siglo XX, era la búsqueda de nuevos
referentes asociados a la modernidad, que se expresaban en la reivindicación de prácticas y
formas de vivir, que se alimentaban de experiencias foráneas que se conocían gracias a la
circulación de revistas o por las redes de sociabilidad impulsadas en y desde los centros
educativos, como las sociedades académicas, las asambleas estudiantiles, los congresos y
eventos internacionales, etc73.

3.6 Huelga del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario (1930)

Los corredores penumbrosos del Colegio del Rosario, por donde cruzaron un día los graves varones de la
emancipación, se llenan ahora con el grito de la muchachada rebelde. La huelga ha violentado las puertas y
ventanas, y entra despertando todos los ecos revolucionarios que dormían en los rincones embrujados. (…) El
conflicto se agudiza hasta la exasperación. Hay un sonoro desfile de muchachos entre banderas entusiastas. El
caserón se queda sólo y vacío. Sobre un portalón hidalgo un cartel flotante y desenfadado como una pirueta:
“Se arrienda”. Es la huelga que ha salido ahora a la calle entre un coro de estudiantes rebeldes. Y los graves
señores, los profesores engomados, miran tras de las gafas pedagógicas, y no entienden lo que está pasando”.
Mundo al Día, Bogotá, junio 16 de 1930, p. 7.

El 18 de marzo de 1930 falleció monseñor Rafael María Carrasquilla, rector del Colegio Mayor
de Nuestra Señora del Rosario desde 1890. Según estaba contemplado en las Constituciones que
regían el plantel desde los tiempos de la Colonia74, al ocurrir la muerte del rector, el primer

cuantos conocemos a Manuel Alberto Vergara y sabemos lo mucho que vale”. Ver “En contra de una calumnia”, El
Tiempo (Bogotá), febrero 11 de 1921, p. 5.
72
Ver “El mensaje del Presidente de la Republica al Congreso”, El Tiempo (Bogotá), julio 21 de 1921, p. 3.
Resaltados nuestros.
73
Sin duda, el conflicto universitario de Popayán recreó la inconformidad en estudiantes que portaban un estilo de
vida juvenil, que, al decir, de François Dubet, se caracterizaría por afinidades electivas como la participación en
diversiones populares, que no necesariamente eran exclusivas del medio estudiantil. Ver François Dubet, “Los
estudiantes”, en CPU-e. Revista de Investigación, N° 1, Veracruz, 2005, p. 13.
74
Fundado en 1653, el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario se regía por un conjunto de normas
denominadas Constituciones, aprobadas por la Corona en 1664 – y modificadas en distintos momentos-
reproduciendo el modelo del Colegio Mayor del Arzobispo de Salamanca. En las Constituciones se establecía que

310
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

mandatario –primero, el virrey y luego el Presidente de la república- debía escoger su reemplazo


de una terna elegida por la Consiliatura y los colegiales formales del plantel. De modo que, con
la muerte del rector Carrasquilla, las autoridades del colegio se vieron abocadas a iniciar el
proceso de elección de su reemplazo, un procedimiento interno que, como se verá, dio origen a
la más resonada protesta estudiantil que se recuerde en la historia del Colegio Mayor de Nuestra
Señora del Rosario75.

La huelga del Rosario fue, además, el más importante conflicto estudiantil registrado en 1930 en
el pais76, en momentos en que expiraba la republica conservadora, y el liberalismo se aprestaba
a tomar el control del Estado. Varias razones permiten resaltar la importancia del conflicto en el
Colegio del Rosario: su origen estuvo ligado al interés de los estudiantes por participar en la
elección de las autoridades internas del plantel, una demanda que se conectaba con los reclamos
que venían de los tiempos de la Reforma de Córdoba (1918), y que buscaba convertirse en
realidad en los planteles educativos de Colombia; además, el conflicto mostró el protagonismo
político del gremio estudiantil en la capital, que se expresó a través de mecanismos como la
organización, la acción coordinada y la solidaridad; por último, la huelga estudiantil obligó al
Estado a intervenir, pese a las características administrativas del plantel, aspecto que abrió el
debate nuevamente sobre la reforma universitaria en el país.

En las líneas siguientes se analizará la huelga del Rosario, identificando las causas inmediatas
que motivaron la reacción de los estudiantes del plantel y el curso que tomaron los hechos;
asimismo, se mostrará el papel de la agremiación estudiantil bogotana en la huelga de los
rosaristas, sosteniendo que su participación en el conflicto estuvo determinado por el interés de

en las elecciones internas -durante los siglos XVII, XVIII y XIX- tomarían parte el rector y vicerrector, los
consiliarios y 15 alumnos becados por la institución (aunque el número después varió), denominados colegiales
formales. El rector gobernaba conjuntamente con los consiliarios y, por encima de ellos, estaba el patrono o protector
del Colegio, que fue, durante el Virreinato de la Nueva Granada, el rey, y luego, durante la república, el Presidente
de la nación. Ver Guillen de Iriarte, María Clara. Rectores y rectorías del Colegio Mayor de Nuestra Señora del
Rosario 1653 – 2003, Academia Colombiana de Historia, Bogotá, 2003.
75
Los conflictos estudiantiles no eran extraños en el Colegio del Rosario. Para el siglo XVIII, Diana Soto Arango
ha estudiado un caso en “El movimiento de estudiantes y catedráticos en Santa Fe de Bogotá a fines del siglo XVIII”,
en Movimientos estudiantiles en la historia de América Latina, Tomo I, Renate Marsiske (coordinadora),
Universidad Autónoma de México, México D.F., 1999. Para el siglo XIX, se presentaron varios conflictos
estudiantiles, que son mencionados en: Iriarte de Guillen, María Clara. Los estudiantes del Colegio Mayor de
Nuestra Señora del Rosario 1826 – 1842, Editorial Universidad del Rosario, Bogotá, 2008; y Mayorga García,
Fernando. El Estado y el Colegio del Rosario en el siglo XIX: una historia de luces y sombras, Editorial Universidad
del Rosario, Bogotá, 2010.
76
La huelga de 1930 es mencionada por María Clara Guillen de Iriarte y Álvaro Pablo Ortiz en investigaciones
sobre la historia del plantel educativo, aunque sin efectuar una interpretación que trascienda el asunto normativo del
Colegio, y relacione el conflicto, por ejemplo, con factores ligados a las demandas estudiantiles por la
democratización de los planteles educativos del país. Ver Guillen de Iriarte, María Clara. Rectores y rectorías… Op.
cit.; y Ortiz Rodríguez, Álvaro Pablo. Historia de la Facultad de Filosofía y Letras del Colegio Mayor de Nuestra
Señora del Rosario 1930 – 1999, Editorial Universidad del Rosario, Bogotá, 2006.

311
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

reivindicar la aplicación de la reforma universitaria en Colombia. Al final se establecen, a modo


de conclusiones, algunas líneas de interpretación del acontecimiento estudiado.

3.6.1 Elección de rector

Según disponían las Constituciones internas, la elección del rector del Colegio del Rosario debía
realizarse a través de un proceso que comenzaba con la apertura formal por parte del Presidente
de la Republica, Patrono del colegio, continuaba con la elección de una terna de tres candidatos
y finalizaba con la escogencia del rector de la lista de los ternados, por el primer mandatario de
la nación. El sistema de elección de la terna, que podía durar varios días, tenía un carácter
restrictivo: únicamente podían participar los diez colegiales77, el rector encargado, el secretario
y los tres miembros de la Consiliatura. De tal modo, tomarían parte en la elección de 1930 el
rector encargado Jenaro Jiménez, el secretario Pedro Ramírez Toro, los consiliarios José Antonio
Montalvo, Emilio Ferrero y Francisco María Rengifo y diez alumnos colegiales (de una
población conformada por cerca de doscientos cincuenta estudiantes)78.

El proceso para la elección del rector tuvo un carácter controversial desde el principio. La
mayoría de los estudiantes internos, sin derecho a participar directamente en la elección,
decidieron impulsar, junto a algunos colegiales, la candidatura del sacerdote y secretario del
arzobispado José Alejandro Bermúdez, a quien veían como un abanderado de la reforma
universitaria79 y de la modernización de las “añejas tradiciones rosaristas”, motivo suficiente
para considerarlo como el sucesor indicado en la rectoría de monseñor Carrasquilla80. Para
impulsar el nombre de Bermúdez, los estudiantes conformaron un comité integrado por

77
En el Colegio del Rosario existían cuatro categorías de alumnos: los colegiales, que gozaban de prerrogativas que
no tenían los demás estudiantes, como ser electores de las autoridades del plantel y gozar de una beca gratuita; los
convictores, que pagaban su pensión alimenticia; los oficiales, que tenían beca gratuita, a cambio de prestar algunos
servicios en el colegio; por último, los externos, que asistían a las clases y presentaban exámenes a fin de año.
Revista del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, Bogotá, p. 319 y 320; Guillen de Iriarte, María Clara.
Los estudiantes del Colegio Mayor… Op. cit., p. 60, ss.
78
Los siguientes datos permiten apreciar, cuantitativamente, el número de estudiantes matriculados en el colegio (y
la diferencia entre los alumnos internos y los externos): en diciembre de 1929, seis meses antes de la huelga, habían
terminado el año escolar 234 alumnos (154 internos y 80 externos); en 1931 concluyeron el año escolar 180 alumnos
(100 internos y 80 externos); y en 1932 se matricularon 297 estudiantes (190 internos y 107 externos). Ver Revista
del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, Bogotá, 319, 320; Memoria del Ministro de Educación al
Congreso, S.e., Bogotá, 1932, p. 77, 79, 80.
79
Afirma Diego Montaña Cuellar que a José Alejandro Bermúdez, con quien los estudiantes tenía una excelente
relación, era visto por el régimen conservador como “una eminencia gris”, por su visión crítica. Ver Diego Montaña
Cuellar, Memorias, Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá,
1996, p. 106. Sobre la postura de Bermúdez en torno a la reforma universitaria, Ver José Alejandro Bermúdez, “La
reforma universitaria”, en Revista Jurídica (Bogotá) N°176, Bogotá, 1925.
80
Ver “Los estudiantes del Rosario proyectan hacer la huelga”, El Diario Nacional (Bogotá), junio 14 de 1930, p.
1.

312
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

representantes de todos los años de estudios del colegio, el cual realizó una activa campaña que
le dio al proceso de elección de rector un aire diferente entre la comunidad estudiantil.

José Alejandro Bermúdez dibujado por Rendón.


Fuente: Revista Jurídica (Bogotá).

Durante los días 11, 12 y 13 de junio de 1930 los miembros del cuerpo elector se reunieron para
realizar las tres consultas previas a la elección de la terna para rector. De acuerdo a las actas de
las sesiones electivas, el candidato José Vicente Castro Silva tuvo mayorías desde la primera
consulta, al obtener 14 votos; mientras que José Alejandro Bermúdez ocupó el segundo lugar,
con 9 votos; seguido de José María González Valencia, con 5 votos81. En la tercera consulta los
votos seguían favoreciendo al candidato José Vicente Castro, y Bermúdez había caído al quinto
lugar, sumando seis votos82.

La elección definitiva se realizó el 14 de junio en el Aula Máxima del Colegio. Antes de abrir la
votación y después de haber rezado el Ave María, el rector interino hizo lectura de algunos
capítulos del estatuto orgánico del colegio que se referían al acto que iba a celebrarse. Intervino
enseguida el consiliario Emilio Ferrero, quien pidió a los estudiantes aceptar el fallo, aun si éste
no era del agrado de todos. En un ambiente ya tenso, las declaraciones de Ferrero causaron un
profundo malestar, que vino a agudizarse cuando se dio a conocer el resultado final de la
votación: José Vicente Castro Silva obtenía 14 votos; Antonio Gómez Restrepo, 11 votos; José
María González, 9 votos; José Alejandro Bermúdez, 4 votos; Alberto Goenaga, 3 votos y Jenaro

81
Los partidarios de José Castro Silva eran seis colegiales de número y los tres consiliarios; mientras que los otros
cuatro colegiales de número eran partidarios de la candidatura de José Alejandro Bermúdez. Ver “Hoy se elige
nuevo rector del Rosario”, El Tiempo (Bogotá), junio 14 de 1930, p. 1.
82
Las actas de las elecciones fueron publicadas en la Revista del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario,
Bogotá, 1930.

313
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Jiménez, 3 votos. Así las cosas, la terna oficial quedaba conformada por José Vicente Castro
Silva, Antonio Gómez Restrepo y José María González Valencia, y el candidato apoyado por la
mayoría de los estudiantes quedaba excluido83.

Una vez se conoció el resultado final, una protesta generalizada se apoderó del claustro. Los
estudiantes, molestos, consideraron que la no inclusión de José Alejandro Bermúdez en la terna,
iba en contra del “deseo de la mayoría”84, y cuestionaron el sistema consignado en los cánones
orgánicos del colegio, que les prohibía tomar parte efectiva en la elección del rector de la
institución. Enseguida, desde el segundo piso del plantel, el profesor Carlos Lozano y Lozano
pronunció unas palabras pidiendo cordura a los estudiantes, pero también censurando la actitud
de la Consiliatura por los resultados de la elección. Cuando concluía su intervención, el rector
Jiménez, en un acto inaudito, se abalanzó sobre los estudiantes para arrebatarles la bandera del
plantel que minutos antes éstos habían sustraído de la sacristía de la capilla, lo que dio origen a
una trifulca. En cuestión de segundos, el rector logró hacerse a la bandera y huyó con ella por
los corredores del claustro, seguido por algunos colegiales y consiliarios. Con enfado, los
estudiantes salieron a la calle, acompañados por colegas de otras facultades que habían sido
convocados en actitud de apoyo. Desde los balcones del Café Riviera, con encendidos discursos,
se cuestionó a José Antonio Montalvo, consiliario a quien responsabilizaron de la derrota del
candidato estudiantil. Posteriormente, se dirigieron por la carrera séptima hacia la calle 11, a la
casa de José Alejandro Bermúdez, ausente en ese momento, circunstancia que los motivó a
dirigirse a las facultades ubicadas en el centro de la ciudad.

Frente a la Facultad de Ingeniería, el estudiante Juan B. Barrios invitó a los manifestantes a no


ceder en la campaña por la “reforma de la constitución rosarista”. Luego, se movilizaron hacia
la Casa del Estudiante, en donde los rosaristas Héctor Martínez Guerra y Alejandro Venegas, en
discursos emotivos, pidieron a las directivas de la Federación Nacional de Estudiantes el apoyo
“para llevar la reforma universitaria a todas sus consecuencias y a todos los rincones”. El
presidente de la federación, Diego Luis Córdoba, quien expresó la solidaridad absoluta de la
agremiación, indicó que con la actitud asumida por los alumnos rosaristas se declaraba
oficialmente la huelga estudiantil, la cual debía estallar de manera simultánea en todos los
planteles del país, y no cesaría hasta tanto no se consiguiera la reforma en el Colegio del
Rosario85.

83
Finalmente, el Presidente Abadía Méndez designó a José Vicente Castro Silva, como rector del Colegio del
Rosario. Guillen de Iriarte, María Clara, Rectores y rectorías… Op. cit., p. 552.
84
Ibíd., p. 551.
85
Ver “Los rosaristas quieren que se elija una nueva terna para rector”, El Tiempo (Bogotá), junio 15 de 1930, p. 1
y 13; “La huelga en el Colegio del Rosario”, Mundo al Día (Bogotá), junio 16 de 1930, p. 13. Entre las decisiones
adoptadas por los estudiantes rosaristas, se registra la creación de una comisión para dirigir el movimiento, integrada
por Juan B. Barrios, Jesús Estrada Monsalve, Héctor Martínez, Alejandro Vanegas y Julio Ortiz Márquez.

314
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

La situación surgida motivó a que un grupo de profesores del plantel -comisionados por los
estudiantes-86, entre quienes sobresalía Carlos Lozano y Lozano y Eduardo Zuleta, buscara un
diálogo con el ministro de educación, Eliseo Arango, para lograr su intervención en el conflicto.
Tal interés estaba orientado por una lectura acertada que hacían los estudiantes y profesores
acerca del joven ministro, a quien veían como un partidario de la reforma educativa en el país87.
En efecto, el ministro Arango reconoció que si bien el Colegio del Rosario se regía de forma
independiente, no podía ver con indiferencia el conflicto, por lo que anunció su intervención para
“conseguir una solución que armonizara los puntos de vista de las partes”. Si bien los profesores
y el ministro eran partidarios de la reforma en el Rosario, y contemplaron como salida a la crisis
desatada el cambio de la terna escogida para poder incluir el candidato de los estudiantes, e
incluso eran partidarios de que se modificara la Consiliatura, reconocían que esas salidas
obligaban a cambiar la normatividad del colegio, algo que no podría hacerse pronto.

Surgió entonces otra salida: como ni José Castro Silva ni Antonio Gómez Restrepo, primero y
segundo en la terna elegida, se encontraban en el país, se pediría al Presidente Miguel Abadía
Méndez, Patrono del colegio, que eligiera a José María González Valencia, el tercero de la terna,
quien luego presentaría la renuncia para que el Presidente Abadía Méndez pudiese nombrar un
rector interino, con prescindencia de la Consiliatura, para cuyo cargo los estudiantes tenían como
candidato al profesor Esteban Jaramillo. Como rector interino, Jaramillo quedaría con la facultad
de nombrar los consiliarios, uno de los propósitos que buscaban los estudiantes. En este
momento, rezaba así la formula, renunciaría Jenaro Jiménez y, con el nuevo estado de cosas
creado, y admitiendo la rectoría efectiva del primero de los candidatos que figuraba en la terna,
sería posible obtener la reforma integral en los estatutos constitucionales y en los reglamentos.

La farragosa formula fue presentada por una comisión de profesores al presidente Miguel Abadía
Méndez, que la rechazó sin vacilación, aduciendo “que no podía intervenir por las mismas

86
Desde un comienzo los profesores jóvenes del colegio se solidarizaron con los estudiantes, manifestando la
disposición de acompañarlos en el movimiento de protesta. Esta postura recrea las tensiones que habían al interior
del cuerpo de profesores, por la contrariedad de criterios en torno al discurso modernizador de la educación que
estaba presente en el país. Es diciente que los profesores más jóvenes estuviesen a favor de las reformas educativas.
87
Eliseo Arango es recordado por su vinculación al grupo conservador conocido como Los Leopardos. A pesar de
haber sido una figura juvenil destacada –Arango participó en el III congreso estudiantil en Ibagué en 1928-, poco
se conoce de su trayectoria política. El nombramiento de Eliseo Arango como Ministro de Educación, hecho algunos
meses antes de que estallara el conflicto en el Colegio del Rosario, fue cuestionado por el propio Arzobispo de
Bogotá, Monseñor Ismael Perdomo, quien dirigió al presidente Miguel Abadía Méndez una comunicación
trasmitiendo su inconformidad. La razón que aducía era inicialmente confusa, y se relacionaba con el hecho de que
el ministro no cumplía con una “formalidad de carácter religioso”. Sin embargo, la razón verdadera parecía ser que
el joven ministro era “partidario de la reforma de todos los institutos que constituyen la universidad nacional”, la
cual ponía en entredicho lo establecido en el Concordato en cuestiones de educación. Ver “Por cuestiones que tienen
que ver con el rito católico, el primado ha objetado la elección del doctor Arango para ministro de educación”, El
Diario Nacional (Bogotá), abril 21 de 1930, p. 1; Ver “Un conflicto”, El Diario Nacional, (Bogotá), mayo 28 de
1930, p. 3.

315
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

razones de la independencia con que se regían los asuntos del Rosario”88. Los profesores
intentaron enseguida persuadir al mandatario, reconociendo como justas las demandas de los
estudiantes y expresando el temor de que la crisis condujera al cierre del establecimiento. El
Presidente Abadía Méndez lamentó la situación, pero insistió en que era esa su posición.

¿Cómo entender el comportamiento del primer mandatario ante la crisis que se abría paso en la
capital del país? Es evidente que en el presidente pesaban hechos que deben advertirse. Por
ejemplo, que algunos de los implicados en el conflicto (por ejemplo, los consiliarios), habían
sido ministros en administraciones conservadoras anteriores, e incluso del suyo propio89. Otro
aspecto importante a tener en cuenta era que el Presidente Abadía Méndez tenía fresca en la
memoria los hechos de junio de 1929 en Bogotá, cuando un movimiento ciudadano provocó una
crisis en su gobierno, con consecuencias decisivas para el Partido Conservador. Varios de los
protagonistas del conflicto estudiantil de 1930, habían tomado parte en las protestas de 1929,
entre ellos, las agremiaciones estudiantiles de la capital90. De modo que, el presidente Abadía
Méndez, pronto a entregar el poder al liberal Enrique Olaya Herrera, poco le interesaba prestarse
a satisfacer los deseos de sectores políticos y sociales que meses atrás habían desatado una
movilización en la capital para denunciar a su gobierno.

3.6.2 Se declara la huelga estudiantil

Al tener conocimiento de la postura del Presidente Abadía Méndez y de la decisión de la


Consiliatura de negarse a dialogar91, la agitación se apoderó de la Casa del Estudiante. El
estudiante Héctor Martínez Guerra exhortó a sus compañeros a decretar la huelga y acudir al
colegio para sacar de los dormitorios los colchones y, con ellos a cuesta por las calles, demostrar
“que (…) no estaban en disposición de someterse incondicionalmente y a que se les siguiera
tratando en esa forma despectiva y humillante”. La propuesta fue acogida de inmediato por todos
los estudiantes, quienes, profiriendo vivas al cuerpo de profesores y abajos a personajes de la
política y del gobierno, acudieron a los dormitorios del Colegio del Rosario, dejándolos vacíos
en cuestión de minutos. Luego, cuando ya ocupaban la calle, uno de ellos, Juan de Dios Jaramillo,
se subió a una pirámide formada por colchones, y pronunció un encendido discurso en donde

88
Ver “La huelga en el Colegio del Rosario”, Mundo al Día (Bogotá), junio 16 de 1930, p. 13; “Los rosaristas
quieren que se elija una nueva terna para rector”, El Tiempo (Bogotá), junio 15 de 1930, p. 1 y 13.
89
Por ejemplo José Antonio Montalvo, egresado del Colegio del Rosario, fue Ministro de Industrias (1927 – 1929),
en el gobierno de Miguel Abadía Méndez; y Emilio Ferrero había sido Ministro de Instrucción Pública entre 1914
y 1918, en el gobierno del presidente José Vicente Concha.
90
La prensa liberal difundió la versión de que en la reunión en Palacio, el Presidente Abadía se había mostrado
disgustado con la presencia de Carlos Lozano y Lozano, uno de los miembros de la comisión que visitó al presidente,
a quien él manifestó su extrañeza de verlo en palacio, sabiendo el presidente que, en las jornadas del 8 de junio de
1929, aquel había pedido su cabeza. La versión fue desmentida por el propio Abadía Méndez. Ver “El Dr. Abadía
y su intervención en el conflicto del Rosario”, Mundo al Día (Bogotá), junio 17 de 1930, p. 3.
91
Ver “Hoy se elige nuevo rector del Rosario”, El Tiempo (Bogotá), junio 14 de 1930, p. 1.

316
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

invocó firmeza para perseguir “la reforma de las arcaicas disposiciones del colegio y a no dejarse
vencer por el capricho de los señores que integran la Junta de Consiliatura, y que son los que han
originado el conflicto”. De paso, el orador elogió la solidaridad de los compañeros de otros
establecimientos e invitó a los rosaristas a “acogerse al alero protector y amplio de la casa del
estudiante, donde no se les negaría el albergue y en donde sus ideas renovadoras encontrarían
firme apoyo”92.

Los rosaristas abandonan el colegio con los colchones a las espaldas.


Fuente: Cromos (Bogotá), junio 21 de 1930, p. 19.

En efecto, los rosaristas se dirigieron de nuevo a la Casa del Estudiante, donde fueron recibidos
con algarabía por los estudiantes federados, quienes pusieron a su disposición todos los servicios
que allí se ofrecían. En el patio principal de la edificación, los rosaristas formaron una vez más
una pirámide de colchones que sirvió de tribuna a un alumno de medicina, que, en emotivas
frases, pidió “a todos los estudiantes de Bogotá a mirar como propia la causa de los rosaristas y
a prestar cada cual su contingente en la medida de sus fuerzas para dar albergue íntegramente a
todos”93. Sucedió enseguida un hecho de un notable efecto simbólico: jóvenes de otros
establecimientos educativos invitaron a dos, tres y hasta cuatro rosaristas, a hospedarse en sus
casas y pensiones. Además, la Universidad Libre ofreció un salón para alojar entre 30 y 40
rosaristas, y un directivo del Centro Departamental de Estudiantes anunció que la Casa del
Estudiante ofrecería alimentación gratuita a todos los huelguistas. Un espontáneo espíritu de
compañerismo y solidaridad había germinado en los albores de la protesta estudiantil, expresión

92
Ver “El gobierno abrió las matriculas para los rosaristas”, El Tiempo (Bogotá), julio 31 de 1930, p. 5.
93
Ver “Los rosaristas quieren que se elija una nueva terna para rector”, El Tiempo (Bogotá), junio 15 de 1930,
p. 1, 13 y última. Como se indicó en la cita 66, la mayoría de los estudiantes del Colegio del Rosario eran internos,
es decir, dormían en el plantel, al carecer de recursos económicos suficientes para sostenerse fuera de sus
instalaciones.

317
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

que fue respondida con aplausos por los rosaristas, que “así comprobaron como todo el gremio
está con ellos en su generosa campaña renovadora”94.

La decisión de abandonar las instalaciones del colegio vino acompañada de la conformación de


una guardia estudiantil que tenía la misión de vigilar las puertas del colegio y evitar el ingreso
de estudiantes, con lo cual se pondría en riesgo la efectividad de la huelga95. Para reforzar el
mensaje que pretendían enviar a las autoridades del plantel, ubicaron a la entrada principal un
gran letrero que decía “Se arrienda”96.

Sin duda, las decisiones adoptadas por los estudiantes afectaron la legitimidad de la Consiliatura
y del rector interino. Ante los ojos del público, los funcionarios eran la autoridad de una
institución educativa que carecía de estudiantes. Ante esos hechos, uno de los consiliarios,
Emilio Ferrero, afirmó que “los estudiantes descontentos, que (…) quisieran abandonar el
establecimiento, naturalmente tenían toda la libertad para hacerlo, aun cuando tal determinación
sería muy sensible para la Consiliatura”. En un tono diferente, el rector Jenaro Jiménez declaró:
“(…) quienes no quieran volver, que no vuelvan. Estoy seguro de que cuarenta estudiantes no se
retiraran un solo día del claustro”. La declaración no fue, por supuesto, la más indicada en un
momento crítico como el que se registraba en el Colegio del Rosario. Enseguida, los estudiantes
le respondieron con contundencia: “Ninguno de nosotros volverá a pisar el plantel mientras no
se haya solucionado el conflicto de manera favorable a nuestros anhelos”97.

El cuestionamiento también se extendió a algunos directivos del colegio. Por ejemplo, los
estudiantes acusaron al consiliario José Antonio Montalvo de “burlar la opinión de los
rosaristas”, y exigieron su renuncia inmediata de los cargos de consiliario y profesor. Afirmaron
los estudiantes:
Desde hace varios meses sus alumnos de Derecho Penal estamos deseosísimos de obtener su
renuncia de dicha cátedra. No es esta una resolución tomada en tiempos de acaloramiento;
para probar a usted esto, estamos dispuestos a someter las conferencias que usted ha venido
dictando, a un tribunal de arbitramento, integrado por personas escogidas por usted mismo
entre las mejores capacidades en la materia. Es esta la manera como quiere obrar una juventud
noble y generosa, aun para con quienes, quizá debido a su temperamento, han querido
traicionarla98.

94
Ver “El gobierno abrió las matriculas para los rosaristas”, El Tiempo (Bogotá), julio 31 de 1930, p. 5.
95
La actuación de la guardia estudiantil originó inconvenientes. Por ejemplo, un alumno de literatura y oficial
becado del colegio, amenazó revolver en mano a los universitarios que montaban guardia, quienes lograron
desarmarlo, entregándolo a la policía.
96
Ver “La huelga en el Rosario”, Mundo al Día (Bogotá), junio 16 de 1930, p. 7.
97
Ver “Los rosaristas quieren que se elija una nueva terna para rector”, El Tiempo (Bogotá), junio 15 de 1930,
p. 1, 13 y última.
98
En declaraciones a la prensa, Montalvo indicó que la decisión de no incluir el nombre de José Alejandro Bermúdez
en la terna se debió a “la imposibilidad moral en que estaba el cuerpo de electores de permitir que sobre su conciencia
se hiciera una imposición extraña, por bueno e ilustre que fuera el candidato que se quisiera imponer”. Y agregó:
“Todos sus miembros juraron proceder rectamente y elegir según Dios y su conciencia, sin admitir imposiciones ni

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Es de destacar que en las posturas de los rosaristas es perceptible un sentimiento de seguridad


que se explica, en parte, por el apoyo amplio que recibieron de sectores políticos y académicos
de la sociedad. Por ejemplo, el rector de la Universidad Libre, Jorge Soto del Corral, en una nota
dirigida al comité de huelga rosarista, lamentó que la Consiliatura del Colegio hubiera roto “la
armonía indispensable entre profesores y estudiantes, que no son elementos divergentes sino
partes componentes de un solo organismo que no deben tener otra norma que la cooperación”.
Además, se atrevió a invitar a los miembros del comité de huelga a la Universidad Libre, donde
serían “recibidos con la mayor amistad”, y en la misma dirección, el consejo estudiantil de la
Facultad de Derecho de la Universidad Libre respaldó a los rosaristas, quienes fueron tratados,
según señalaba, como “un accidente dentro del claustro y no como una fuerza integrante de las
disciplinas docentes”99.

El Centro Departamental de Estudiantes, por su parte, emitió una resolución cuestionando el


desconocimiento de los derechos de los estudiantes hecha por la Consiliatura y por la mayoría
de los colegiales, quienes “traicionaron la voluntad manifiesta de sus compañeros de aulas y
permitieron que se establecieran sobre ellos mismos servidumbres morales que aniquilan su
personalidad”. Destacó además el gremio que la exclusión del candidato José Alejandro
Bermúdez en la formación de la terna era “apenas un incidente”, ya que lo realmente importante
que buscaban los estudiantes era la reforma de las “constituciones oligárquicas” que regían el
Colegio del Rosario, al que veían como un “herrete medieval”100.

La prensa liberal de la capital no dudó en salir en defensa de los rosaristas. El Tiempo afirmó
que la inconformidad estudiantil no se debía a la terna, compuesta de “hombres respetables,
probos y capaces”, sino más bien a la forma como se había conformado, con el propósito de
detener los anhelos estudiantiles. Se preguntaba el diario:
¿Por qué esa resistencia sistemática a los deseos de los estudiantes? ¿Por qué no reconocerles
la razón, cuando la tienen, y no admitir hechos como el de la popularidad de un candidato,
cuando ese candidato es plenamente digno del honor que se le quiere otorgar? La teoría de
que no se puede ceder a la presión, es una teoría que debe tener sus límites y que como única
norma de acción no se justifica máxime cuando esa presión no tenía caracteres reprobables
ningunos, y era solo una manifestación de merecida simpatía 101.

siquiera influencias extrañas, cosa que deben jurar como en efecto juraron, los electores sobre los santos Evangelios,
antes de proceder a la elección”. Ver “Los rosaristas quieren que se elija una nueva terna para rector”, El Tiempo
(Bogotá), junio 15 de 1930, p. 1 y 13. Si bien Montalvo presentó su renuncia a la cátedra en el Colegio, no lo hizo
de la Consiliatura, hasta tanto no se hiciera la elección de los consiliarios como mandan “nuestras constituciones”.
Ver “Renuncia de un profesor”, Revista del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario (Bogotá), junio de 1930.
99
Ver “Los rosaristas quieren que se elija una nueva terna para rector”, El Tiempo (Bogotá), junio 15 de 1930, p. 1,
13 y última.
100
Ibíd. Había otras demandas en los rosaristas: la revisión del pensum de la Facultad de Derecho y en el claustro
de Literatura, la elección de rector por los alumnos de la Facultad y por representantes de los alumnos de
bachillerato, la creación de la figura del profesor agregado y la creación de seminarios.
101
Ver “El conflicto del Rosario”, El Tiempo (Bogotá), junio 15 de 1930, p. 5.

319
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

En la misma dirección, Mundo al Día resaltó que la actitud de los estudiantes rosaristas era
“ampliamente razonable” y que la agitación se justificaba, más allá de que no se hubiera incluido
el nombre del Presbítero Bermúdez en la terna, por los anhelos estudiantiles “por la reforma
integral en la organización del Colegio del Rosario”102. Estas expresiones de apoyo de la prensa
ponen de manifiesto que los rosaristas gozaban de respaldo, y muestran el interés de sectores
políticos, particularmente de filiación liberal, por intervenir en el conflicto, con el argumento de
que allí se libraba una batalla contra el oscurantismo y la tradición escolástica en el campo
educativo, expresiones que estaban asociadas a la ideología conservadora.

3.6.3 El gobierno interviene

El curso que tomaron los hechos obligó al gobierno a modificar la postura adoptada al inicio,
probablemente para demostrar que la indilgada hostilidad hacia los estudiantes en huelga no era
cierta, como aseveraban algunos periódicos. De esa forma es que se logra comprender por qué
el Presidente Miguel Abadía dio una mayor libertad al ministro Eliseo Arango, para encontrar
una solución a la crisis, e incluso, al parecer, lo hubiese autorizado para actuar con firmeza, si
era el caso, ante la insensatez de las autoridades del Colegio del Rosario, dispuestas a no ceder
a los reclamos de los estudiantes.

En una reunión convocada por el ministro Arango con los consiliarios y profesores, a la cual
asistieron representantes de los estudiantes103, se divisaron dos posibles salidas: que los
consiliarios reconsideraran la elección de la terna, para incluir el nombre de José Alejandro
Bermúdez, o que presentaran sus renuncias, para no complicar más situación. Las dos
posibilidades, evidentemente, pusieron en manos de los consiliarios la solución a la crisis; sin
embargo, en forma categórica, éstos expresaron que de ningún modo contemplarían cualquiera
de las dos salidas, y reiteraron la decisión de esperar a que el nuevo rector arribara al país.

En vista de que la postura asumida por los consiliarios complicaba las cosas, al gobierno pareció
no quedarle otra salida que ordenar, por decreto, la elección de una nueva Consiliatura. La
medida, por supuesto, fue rechazada por los consiliarios y por el rector provisional, que en un
gesto de solidaridad con aquellos, procedió a cerrar el colegio aduciendo que sus puertas no
volverían a abrirse hasta tanto no regresara José Castro Silva al pais104. Llegaba así la crisis a un
punto de no retorno. En una editorial, El Tiempo cuestionó el papel de los consiliarios y la
decisión de cerrar el plantel:

102
Ver “La Huelga”, Mundo al Día (Bogotá), junio 20 de 1930, p. 7.
103
Ver “El Dr. Abadía y su intervención en el conflicto del Rosario”, Mundo al Día (Bogotá), junio 17 de 1930,
p. 3.
104
Ver “Los consiliarios del Rosario no aceptan el decreto del doctor Abadía Méndez”, El Tiempo (Bogotá), junio
24 de 1930, p. 1 y última.

320
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Así, con corazón ligero, los consiliarios del Rosario (…) contra la voluntad unánime del profesorado,
contra el querer del gobierno y de la sociedad, cuatro consiliarios asestan golpe de muerte al más ilustre
de nuestros colegios, causan grave daño a jóvenes que allí seguían sus estudios, pero ponen a salvo su
amor propio y tienen la satisfacción de proclamar que han hecho primar su voluntad por sobre todas las
conveniencias públicas. Así se ha consumado este escándalo, sin precedentes quizá en nuestros anales
educacionistas. (…) Una tonta obstinación de no acceder a los deseos de la opinión universitaria ha
precipitado a los consiliarios a una cadena de errores, que culmina en el más inaudito de todos 105.

Por su parte, el ministro Eliseo Arango destacó en entrevista a un periodista que la situación
ponía al Gobierno en una posición difícil por el aspecto legal, pero a la vez reconocía que el
conflicto tenía un carácter social que lo obligaba a intervenir. Además, cuestionó la decisión de
la Consiliatura de cerrar el plantel, perjudicando a los estudiantes, y de aferrarse a su postura
aduciendo el apego a las Constituciones que, a juicio del ministro Arango, eran malinterpretadas,
ya que en ellas se estipulaba su adaptación de acuerdo al cambio de las circunstancias
historicas106.

La decisión del gobierno de aplicar el decreto que ordenó la renovación de la Consiliatura,


motivó a los consiliarios a expresar al ministro Arango su disposición de revocar el cierre del
plantel, siempre y cuando los estudiantes hicieran una solicitud de reingreso, reconocieran las
faltas cometidas y pidieran las excusas de rigor. Por si esto fuera poco, los consiliarios se
reservaban el derecho de aceptar o no las solicitudes de los estudiantes, sancionando a los
promotores del movimiento de protesta107. Las exigencias desde luego fueron rechazadas por los
estudiantes, quienes afirmaron que no se prestarían a un trato “ultrajante para su dignidad y su
decoro”108.

Los profesores, de otro lado, adelantaron reuniones para encontrar soluciones a la crisis. En ese
ejercicio, surgió la propuesta de pedir a los estudiantes que regresaran a los claustros y
cumplieran con el reglamento interno, haciendo “prescindencia absoluta de la Consiliatura y del

105
Ver “Hay que salvar el Colegio del Rosario”, El Tiempo (Bogotá), junio 25 de 1930, p. 5.
106
Ver “No puede condenarse a la holganza a una multitud de muchachos”, Mundo al Día (Bogotá), junio 25 de
1930, p. 4.
107
Ver “Se agrava nuevamente el conflicto en el Rosario”, El Tiempo (Bogotá), junio 29 de 1930, p. 1 y 3.
108
La reacción de los estudiantes se nutrió, en parte, de lo informado por los diarios. Por ejemplo, El Nuevo Tiempo
señaló que los consiliarios habían puesto como condición para solucionar el conflicto, la entrega de los nombres de
los líderes de la protesta estudiantil, hecho que fue negado por el consiliario Emilio Herrera en una comunicación
dirigida al director del periódico, en la que indicó lo siguiente: “Aun cuando es notorio que las autoridades y
reglamentos del colegio han sido objeto de un grave desacato por parte de los alumnos que de su propia voluntad
han abandonado el plantel, ninguna exigencia de desagravio ha hecho sin embargo la Consiliatura, ni yo hablé
palabra en tal sentido al señor doctor Arango. Muchísimo menos le ha ocurrido ni podrá ocurrirle a ese cuerpo
directivo, formado como esta de caballeros, pensar siquiera en el ruin expediente de la delación. Ha querido la
Consiliatura (sic), eso sí, y su derecho para exigirlo es innegable, que los alumnos dispuestos a retornar al claustro
lo manifiesten así al rector, comprometiéndose a acatar debidamente las autoridades y reglamentos del instituto.
Menos no se puede pedir, y eso poco que se pide es algo que ningún alumno podría razonablemente excusar, si es
que de veras se busca el ordenado y buen funcionamiento del colegio”. Citado en “La Consiliatura del Rosario no
ha hecho exigencias de desagravio”, El Tiempo (Bogotá), julio 1 de 1930, p. 4.

321
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

rector interino”, mientras arribaba al país José Vicente Castro Silva, y se constituía un nuevo
cuerpo de consiliarios. Asimismo, el ministro Arango intentó buscar un acuerdo entre los
consiliarios y los estudiantes, “sobre bases de equidad y de justicia”, indicando que si se abría el
camino de la conciliación, él intervendría para que los estudiantes retornaran al Rosario y
concluyeran la huelga. Pero sí los consiliarios y el rector Jenaro Jiménez no se prestaban a “un
acuerdo amigable”, procedería, en nombre del gobierno, a resolver el conflicto de manera
“enérgica y definitiva”109.

¿Podía el gobierno intervenir de manera vehemente en el conflicto del Colegio del Rosario,
siendo éste un plantel autónomo?110 Quienes defendían esa tesis, argüían que al gobierno no solo
le asistía el derecho, sino la obligación de intervenir, ya que el Colegio del Rosario era una
entidad de servicio público, que, si bien se regía por reglamentos especiales y era autónoma, al
dejar de prestar el servicio para cuyo efecto había sido creado, obligaba al gobierno a intervenir
para restablecerlo. Además, de no hacerlo, el gobierno se prestaría para que en el parlamento se
adelantara una acusación formal contra el ministro de educación.

El rector interino Jenaro Jiménez salió al paso a los reclamos del ministro Arango, manifestando
que ni él ni los consiliarios habían desconocido el carácter de patrono que las Constituciones
reconocían al Presidente de la república, ni habían desoído sus prerrogativas, en particular, sobre
la elección de una nueva Consiliatura. No obstante, indicó que no sería correcto anticiparse a
formar una nueva consiliatura con prescindencia de la opinión del nuevo rector, “ni sería ello
adecuado para fomentar la completa armonía y unidad de miras entre el rector y los consiliarios”.
Sin duda, detrás de esa postura había una movida inteligente de Jiménez que se pulió con el
argumento de que, atendiendo el pedido del Presidente Abadía de realizar la elección de nuevos
consiliarios, había enviado una comunicación al rector en propiedad, solicitándole su opinión,
para lo cual Jiménez pedía “un poco de paciencia”, hasta tanto se conociera la postura del rector
titular, que, como se ha dicho, se encontraba en Europa.

Jiménez se refirió también a la clausura del colegio, diciendo que había dado la orden de reanudar
las labores y que las puertas del colegio estarían abiertas a los rosaristas que quisieran ingresar,

109
Ver “Se hacen esfuerzos para dar solución a la huelga del Rosario”, El Tiempo (Bogotá), junio 30 de 1930, p. 1
y 12.
110
Las relaciones entre las directivas del Colegio del Rosario y el Estado, particularmente en el siglo XIX, fueron
conflictivas. Luego de la independencia de España, el Patronato del Colegio fue asumido por el Jefe de Estado, que
lo utilizó en varias ocasiones para reforzar su autoridad sobre el plantel. Esto fue evidente en 1826, cuando Francisco
de Paula Santander promovió la Universidad Central en Bogotá. En 1860, el Intendente del Distrito Nacional de
Cundinamarca decretó la expropiación del Colegio y lo convirtió en cárcel; al año siguiente, con la ley de
desamortización de bienes de manos muertas, el Colegio se vio afectado. Sin embargo, en 1892, en tiempos de la
Regeneración, el Estado le concedió a éste una amplia autonomía. Sobre este tema se puede consultar a Julio Gaitán
Bohórquez, El Colegio del Rosario y el proyecto decimonónico de universidad en Colombia: un intento de
reconstrucción desde la normatividad, Centro Editorial Rosarista, Bogotá, 2002; y Fernando Mayorga García, El
Estado y el Colegio del Rosario en el siglo XIX… Op. cit.

322
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

siempre y cuando acataran los reglamentos, ya que no era “posible la vida en comunidad sin
orden, sin disciplina y sin una completa armonía entre gobernantes y gobernados”. Insistió en
que los alumnos rebeldes habían cometido faltas gravísimas e invocó el factor divino para
justificar la postura que había adoptado, ya que “ni Dios mismo cuya misericordia es infinita
puede perdonar al pecador que no sólo se niega a arrepentirse, sino que persiste obstinadamente
en rebelarse contra él”111.

3.6.4 Otro rector

La postura calculada de Jiménez, la presión de la prensa a favor de la solución a la crisis y la


continuación de la huelga estudiantil, debieron haber incidido para que el gobierno tomara la
decisión de pedir la renuncia del rector Jiménez y procediera a nombrar a un nuevo rector
interino. La decisión se basó en el razonamiento que hacía el ministro Arango: Jenaro Jiménez
había sido nombrado rector en interinidad mientras se elegía un nuevo rector, interinidad que
cesó desde el momento en que la Consiliatura hizo la elección de la terna y el presidente escogió
a José Castro Silva. De modo que, a Jenaro Jiménez vino a reemplazarlo Antonio María Barriga
Villalba, egresado del plantel educativo en 1914, y quien gozaba de la simpatía de los
estudiantes.

Una vez posesionado, Barriga Villalba se reunió con los miembros de la Consiliatura, a quienes
les manifestó la conveniencia de cumplir el decreto del gobierno que establecía el nombramiento
a la mayor brevedad de un nuevo cuerpo. La solicitud fue desatendida por los consiliarios,
quienes reiteraron estar a la espera del regreso del rector titular, “pues consideran que la elección
debe hacerse teniendo en cuenta la opinión y voluntad del nuevo director del colegio”112.

Al fracasar en el propósito de hacer cumplir el decreto del ejecutivo, Barriga Villalba tomó la
decisión de renunciar113. Poco sentido -debió pensar- tenía ser la máxima autoridad de una
institución donde no eran acatadas sus órdenes. La decisión de los consiliarios y la renuncia de
Barriga Villalba provocaron la furia de los estudiantes. En la tarde del 6 de julio, en un hecho a
todas luces inesperado, estos ingresaron violentamente a la casa rectoral del colegio, causando
daños y amenazando a varios colegiales. Enseguida la Consiliatura reaccionó con dureza
expulsando a los siguientes alumnos que, según advertía, habían tomado parte en los actos
violentos: Juan B. Barrios, Regulo María Niño, Hernando Borrero Cuadros, Julio Tovar

111
Ver “El doctor Arango propuso ayer una fórmula para arreglar el conflicto del Rosario”, El Tiempo (Bogotá),
julio 1 de 1930, p. 1 y 13.
112
Ver “Demora el arreglo para el conflicto del Rosario”, El Tiempo (Bogotá), julio 3 de 1930, p. 1 y 8.
113
Ver “Parece definitiva la renuncia de Barriga Villalba”, El Tiempo (Bogotá), julio 5 de 1930, p. 1 y 8; “Está de
nuevo sin rector el colegio del Rosario”, El Tiempo (Bogotá), julio 5 de 1930, p. 1 y 8.

323
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Quintana, Héctor Martínez, Joel Carrillo, Jesús Gómez Mejía, Isaí Gómez, Lisímaco Cárdenas,
Jesús Estrada Monsalve, Alejandro Venegas, Rafael González Torres y Francisco A. Correa114.

Viñeta que recrea el conflicto en el Colegio del Rosario.


Fuente: Fantoches (Bogotá), 1930

En un intento por evitar que la situación se agravara a raíz de los últimos sucesos, el Presidente
Abadía emitió un decreto en el que ordenaba que los alumnos de Derecho expulsados del Rosario
fuesen admitidos en la Facultad Nacional de Derecho, y los de literatura, en la Escuela Nacional
de Comercio. Algunos estudiantes matriculados en literatura, indignados por lo ocurrido,
enviaron a los miembros de la Consiliatura una comunicación en la que expresaban su
solidaridad con los alumnos expulsados. La reproducción en extenso del pronunciamiento,
permite identificar el férreo carácter de los estudiantes que apoyaban la huelga:
Leyendo su decreto en que expulsan a unos de nuestros colegas, llegamos a la conclusión de que ustedes
se propusieron, con una incomprensión inaudita, cerrar prácticamente el Colegio del Rosario; no somos
incautos como ustedes malévolamente nos califican; ustedes están convencidos hasta la evidencia de
que todos tomamos parte en la huelga y cualquiera actitud que se haya tomado y que muchos de nosotros
hemos apoyado directamente, está respaldada por nuestra persona y por nuestro carácter y en este caso,
de expulsión y cancelación de matrícula de sólo catorce de nuestros compañeros, consideramos la
expulsión y cancelación de matrícula como hechas a cada uno de nosotros y si ustedes no tuvieron el
valor moral suficiente para cobijar con su inteligente decreto a todos los que verdaderamente hemos
tomado parte activa en todos los sucesos ocurridos y que lo motivaron, nosotros de una manera
consciente y sin sugestiones de ninguna clase, como ustedes tristemente se lo han figurado de nuestra
actitud en la huelga, y como jóvenes que tenemos carácter y dignidad, protestamos ante ustedes y ante
la sociedad, que seguiremos a nuestros compañeros víctimas de la incomprensión de ustedes y que
rechazamos enérgicamente las tacitas promesas que ustedes nos han venido haciendo de recibirnos de

114
Ver “14 rosaristas han sido expulsados”, Mundo al Día (Bogotá), julio 8 de 1930, p. 2. La mayoría de los alumnos
expulsados eran de la Facultad de Jurisprudencia y hacían parte del comité de Huelga. Dos de ellos, Alejandro
Venegas y Rafael González Torres, estaban entre los 21 estudiantes que el año anterior (1929) obtuvieron las más
altas calificaciones en conducta y en rendimiento académico. Ver Memoria del Ministro de Educación Nacional al
Congreso de 1929, Imprenta Nacional, Bogotá, 1929, p. 169.

324
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

nuevo en el Colegio; ustedes han creído que en nuestros corazones jóvenes e inexpertos no se alvergaban
(sic) sentimientos de generosidad, de nobleza y de sacrificio, y por ello han creído erróneamente que
nosotros faltáramos a la sinceridad y al deber para con nuestros compañeros, pero no es así, y por eso
rechazamos la “humillante y parcial indulgencia” que ustedes quieren prodigarnos, porque no queremos
hacernos cómplices ni de la pretendida sanción que ustedes quieren imponer a unos pocos ni de la actitud
antipatriótica y sin razón que ustedes han asumido para con nosotros 115.

Los hechos últimos llevaron la crisis a un punto de no retorno. El “orgullo momificado de los
señores consiliarios”, como El Tiempo caracterizó el comportamiento de los miembros de la
Consiliatura116, condujo a la clausura definitiva del colegio (aunque para el momento en que eso
ocurrió, ya muchos estudiantes de Literatura y Derecho habían continuado sus estudios en la
Universidad Libre y el Externado de Derecho, y en los colegios Universitario y de Ramírez). De
ese modo, llegó a su fin la huelga estudiantil, producto, en parte, del cierre del plantel educativo,
que volvió a abrirse en agosto, cuando se posesionó el rector oficial, José Vicente Castro117, y se
constituyó una nueva Consiliatura, integrada por Tomas Rueda Vargas, Marcelino Uribe Arango
y Antonio Gómez Restrepo, quienes fueron elegidos el 19 de agosto de 1930118.

3.7 Huelga en el Liceo Celedón (1940)

Los estudiantes de los colegios también se vieron abocados en múltiples ocasiones a interrumpir
sus actividades académicas para promover actos de protesta, en pos de alcanzar aspiraciones o
expresar inconformidades. Entre las acciones más destacadas a las que acudieron los colegiales
sobresalieron las huelgas, que estuvieron acompañadas de marchas por las calles, tomas de
planteles, formulación de pliegos de peticiones, etc. Procederemos enseguida a describir e
interpretar una huelga realizada por los estudiantes del Liceo Celedón de Santa Marta en 1940.
La razón para seleccionar este acontecimiento, uno entre los muchos de su tipo que se registraron
en el período de estudio, radica en factores como su duración (cerca de treinta días) y la férrea
actitud que acompañó a los estudiantes para perseverar en sus propósitos, a pesar de la presión
que desplegaron las autoridades locales y nacionales para que regresaran a las aulas. Hasta cierto
punto, y es también un argumento de selección, en la huelga del Liceo Celedón se recrearon
aspiraciones y dinámicas que estuvieron presentes en huelgas registradas en otros colegios del
país, las cuales, por cierto, no han sido tratadas por la historiografía de los movimientos
estudiantiles en Colombia119.

115
Ver “14 rosaristas han sido expulsados”, Mundo al Día (Bogotá), julio 8 de 1930, p. 2. Firman la carta Alfonso
E. Guzmán, Luis C. Olarte R., Carlos López Gómez, Gilberto Hoyos R., Carlos D. Afanador, M. Zúñiga V., Rafael
García Solano, Alberto Escobar Ballesteros, Juan M. Pardo, Mariano Gutiérrez Romero Vanegas y Gustavo Suárez.
116
Ver “La tragedia del Rosario”, El Tiempo (Bogotá), julio 10 de 1930, p. 5.
117
El nuevo rector levantó las sanciones a los alumnos expulsados el 26 de agosto de 1930. Guillen de Iriarte, María
Clara. Rectores y rectorías… Op. cit; p. 553.
118
Memoria del Ministro de Educación Nacional al Congreso, S.e., Bogotá, 1930, p. 74.
119
Entre las pocas investigaciones sobre protestas de estudiantes de bachillerato, se destaca la de Lucy Cohen sobre
la huelga en el Instituto Central Femenino en Medellín, ocurrida en mayo de 1937. Ver Colombianas en la

325
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

3.7.1 Origen de la huelga

En 1905 el presidente Rafael Reyes expidió el Decreto 118 que dio origen al Liceo Celedón120.
El colegio, cuyo nombre homenajeaba al obispo Rafael María Celedón, inició labores el 5 de
mayo de 1906 y clausuró su primer año de actividades en noviembre de 1906. En un comienzo,
funcionó como un plantel al servicio de alumnos pertenecientes a familias distinguidas de la
ciudad y de la región, vinculadas a los dos partidos tradicionales121. Tal particularidad fortaleció
la idea de que el Liceo Celedón era una institución para la elite, visión que se reforzó en los
primeros años de existencia, cuando el liceo afrontó una difícil situación económica, debido a
que el departamento no contaba con los recursos financieros necesarios para garantizar su
funcionamiento122.

Al momento de ser declarada la huelga, el 2 de abril de 1940, cursaban en el plantel cerca de


trescientos jóvenes, de los cuales un número destacado habitaba en las instalaciones del plantel
en condición de internos, factor que se explica por el hecho de ser el único plantel de enseñanza
secundaria que tenía el departamento del Magdalena123.

Las razones que adujeron los estudiantes para declarar la huelga eran diversas: la inconformidad
con el rector del colegio, la incompetencia de algunos profesores, la falta de gabinetes de química
y física, la pésima alimentación y el mal trato que algunos profesores les daban124. Sin embargo,
de todas ellas, la razón que esgrimieron con mayor fuerza los estudiantes era la acusación al
rector por despotismo y por “amar mucho el dinero, pues la mayor parte de las cátedras del Liceo
se las ha adjudicado él, con notorio perjuicio para la cultura de los educandos”125.

vanguardia, Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, 2001; Orlando Moreno Martínez, “El paro estudiantil
de 1938”, en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, Vol. 36, N°2, Bogotá, 2009. Para un periodo
diferente, Jesús Rafael Bolívar, “La huelga de 1962 en el Colegio de Barranquilla (CODEBA): violencia estudiantil
y moralidad católica”, en Revista Amauta, N° 24, Barranquilla, 2014.
120
José Manuel Rodríguez Pimienta, Liceo Celedón. Cien años de historia, s.e., Santa Marta, 2005, p. 11, 12; Jaime
Villarreal Torres y Jorge Díaz Granados Villarreal, Sucesos del Magdalena en el siglo XX, Divulgamos Ltda., Santa
Marta, 1989, p. 294.
121
En 1928 el gobernador Juan B. Cormane asumió la responsabilidad de organizar el colegio como institución de
enseñanza primaria y secundaria con educación pública y gratuita, lo que permitió la llegada de estudiantes de los
sectores populares. Ver Pimienta, Op. cit., p. 39; Liceo Celedón, Exámenes generales y clausura de estudios en el
año de 1906, Tipografía Núñez – Roca, Santa Marta, 1906.
122
Ver Pimienta, Op. cit., p. 35. En cierta medida, la visión que se tenía del Liceo Celedón como centro educativo
de la elite de la ciudad, cambió a raíz de la nacionalización del plantel en 1937, promovida por el gobernador Pedro
Castro Monsalve, y que le otorgó al Ministerio de Educación el derecho de nombrar las directivas del colegio.
123
El Liceo Celedón tenía estudiantes internos, semi internos y externos, quienes venían de lugares como Ciénaga,
San Juan del Cesar, Barranquilla, Soledad, Riohacha, Valledupar, entre otros. Ver Carmen Franco Pérez, La
educación en Santa Marta: el caso del Colegio Liceo Celedón 1905 – 1955, Tesis de Grado para optar al título de
historiador, Universidad del Atlántico, Barranquilla, 2007.
124
Ver “Continua la huelga en el Liceo Celedón”, El Espectador (Bogotá), abril 4 de 1940, p. 5.
125
Ver “Un movimiento huelguístico estudiantil grave estalló en la ciudad de Santa Marta”, El Fígaro (Cartagena),
abril 3 de 1940, p. 1.

326
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Liceo Celedón. Fuente: El Grafico (Bogotá), 1927.

No era la primera vez que ocurrían protestas de este tipo en el plantel. De hecho, y esto llama la
atención, existía una tradición de confrontación de los estudiantes del Liceo Celedón, que se
expresaba en huelgas como las ocurridas en 1931, 1935, 1937 y 1938126. Una de las primeras
acciones que realizaron los estudiantes inconformes, fue constituir un comité para dirigir la
huelga, trazando unos ejes de acción que evitaran su desbordamiento. Vinieron en seguida las
acciones públicas. El mismo día en que inició la huelga, los estudiantes recorrieron las calles de
la ciudad “expresando con palabras su descontento”, mientras portaban las banderas de la
república y del Liceo, que fueron llevadas “con gallardía y en orden como insignias para alentar
el entusiasmo en la campaña iniciada desde el interior del colegio”. Al congregarse en el Parque
de Bolívar varios oradores manifestaron las razones del descontento, siendo “en ciertos
momentos un poco duros” al referirse al rector Abadía Valencia del Liceo127.

A la par, el Comité de Huelga se entrevistó con el gobernador y con el director de educación,


para ponerlos en conocimiento de los motivos de la huelga y la disposición que tenían de
suspender las clases hasta tanto no se resolvieran sus demandas. También dirigió un telegrama
al ministro de educación, Jorge Eliecer Gaitán, firmado por más de doscientos cincuenta
estudiantes, solicitando el cambio de rector, y que fue respondido por el ministro Gaitán, quien
indicó que “antes de proceder a resolver el problema”, debía conocer las quejas formuladas
contra el rector y saber la postura de éste. El mensaje del ministro fue el siguiente:

Bogotá, abril 2 de 1940

Liceistas, Santa Marta

126
En ocasiones, las huelgas estudiantiles en el Liceo Celedón conducían al cierre del plantel, como ocurrió en
1931. Ver Pimienta, Op cit., p. 44; Carmen Pérez Franco, La educación en Santa Marta…, Op. cit., p. 99.
127
Ver “La agitación estudiantil”, El Estado (Santa Marta), abril 2 de 1940, p. 3.

327
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Ministerio ha tomado medidas sobre quejas ustedes planteáronle (sic) pero halo (sic) hecho de
acuerdo sistema considera más útil para averiguaciones problemas inspirados en criterio seriedad y
alejado resoluciones unilaterales. Ustedes comprenden precedente funesto sentaría gobierno contra
derecho y razón si bastara simple queja contra un ciudadano para destituirlo sin comprobar primero
afirmaciones. No creo juventud que inspirase siempre nociones equidad pudiera entusiasmarse
semejante proceder el cual violaría uno de los mayores orgullos de la nacionalidad colombiana como
es el mantener inviolabilidad derecho entre cuyos principios esenciales cuenta el de no condenar a
nadie sin antes oírlo y vencerlo. Ni héles (sic) comunicado ni debo comunicarles medidas ministerio
ha tomado para investigación pues ello constituye base su eficacia.

Jorge Eliecer Gaitán128.

Por otro lado, si bien el gobernador Vives se comprometió a tratar el asunto con el alto gobierno
y logró que los estudiantes disolvieran la manifestación mientras se conocía la postura del
ministerio de educación129, éstos adoptaron la posición de no concluir la huelga, a raíz de que el
rector, en un acto inoportuno, procedió a abolir el comité estudiantil que existía en el plantel
desde antes de que estallara el conflicto, así como el comité de huelga que se había creado a raíz
de aquel130. En una comunicación publicada en un medio local, los líderes estudiantiles advertían
de la situación que acompañaba la huelga y de las pretensiones del Gobernador de diezmar las
fuerzas que daban aliento a la protesta:

El Comando de Huelga del Liceo Celedón se permite hacer la siguiente aclaración: hace ya varios
días una comisión de estudiantes estuvo conferenciando largamente con el señor gobernador, quien
nos insinuó de la manera más cordial que los estudiantes internos nos fuéramos al Liceo aun cuando
no entráramos a las aulas y los externos se fueran a sus casas, prescindiendo de este modo de las
manifestaciones públicas que indudablemente perturbarían el orden de la ciudad. De acuerdo con la
citada insinuación procedimos y actualmente nos encontramos firmes a fin de conseguir la realidad
de nuestro empeño. Firmes estudiantes!131.

3.7.2 Interviene el gobierno

Dos días después de declarada la huelga estudiantil, el Ministro de Educación envió a Santa
Marta a Alfredo Caballero Escobar, en calidad de comisionado, para que mediara en el conflicto
y encontrara una pronta solución. Luego de arribar a la ciudad el 4 de abril, Caballero Escobar
se entrevistó con el gobernador José B. Vives y el director de educación Carlos Urueta Ferrans.
Más tarde, el comisionado se trasladó al Liceo Celedón, donde conversó con el rector Abadía
Valencia y, posteriormente, con los estudiantes, allegando información para conocer a fondo los
móviles que habían dado origen al conflicto132. Y si bien la llegada del comisionado no logró
que los estudiantes levantaran la huelga, éstos propusieron, como “medida transaccional”, que
el director Urueta Ferrans fuera reemplazado por Rafael Guerra, el vice-rector del plantel, salida

128
Ver “El ministro Gaitán contesta a los estudiantes”, El Estado (Santa Marta), abril 3 de 1940, p. 1.
129
Ver “El gobernador consiguió que los estudiantes en huelga vuelvan al Liceo”, El Tiempo (Bogotá), abril 3 de
1940, p. 11.
130
Ver “Continua la huelga del Liceo Celedón”, El Espectador (Bogotá), abril 4 de 1940, p. 5.
131
Ver “La huelga de los estudiantes”, El Estado (Santa Marta), abril 6 de 1940, p. 1.
132
Ver “La huelga del Liceo Celedón”, El Estado (Santa Marta), abril 4 de 1940, p. 1.

328
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

que fue considerada por el gobierno como “inoperante y no aconsejable para solucionar el
problema”133. De modo que la situación, según comunicaba el inspector al Ministerio de
Educación, era delicada a causa de la resistencia de los estudiantes a volver a las aulas, pero
también por la disposición del gobierno de no ceder ante las pretensiones de los estudiantes y la
postura del rector de no retirarse por su propia iniciativa del cargo134.

En vista de esto, el 5 de abril el ministro Gaitán envió un nuevo mensaje a los estudiantes, en el
que expresaba su satisfacción al saber que las demandas de la huelga habían sido replanteadas
(tal vez pensaba el ministro en la solicitud de cambio del director de educación, y ya no del
rector, como se estableció al principio)135. Sin embargo, la realidad en el Liceo Celedón era
diferente a lo que desde Bogotá le era informada al ministro Gaitán. Luego de una asamblea
realizada por los estudiantes el 8 de abril, éstos aprobaron una proposición en la cual se establecía
no entrar a las aulas mientras permaneciera en la rectoría del plantel Mariño Abadía Valencia.
La decisión le fue informada al investigador enviado por el gobierno136. Ese mismo día, en horas
de la tarde, los estudiantes recibieron un telegrama del ministro Gaitán donde, en un tono menos
conciliador, les manifestaba que hasta tanto ellos no regresaran a las aulas, el gobierno no
entraría a analizar el problema para buscar su solución definitiva. La advertencia tuvo poco
efecto, ya que los estudiantes mantuvieron la determinación de permanecer en huelga, y no
ingresar a las clases, hasta tanto no se retirara al rector137.

El nuevo estado de cosas motivó a los editores de El Estado, un diario de circulación local, a
hacer un llamado al Comité de Huelga, para que actuara con “mucha serenidad y reflexión en
(un) asunto de tantísima gravedad”138. Reconociendo que con el paso de los días la situación se
hacía cada vez más grave, resaltaba que la presencia de “trescientos muchachos sin estudiar que
hay hoy regados por las calles y en el interior del colegio, no obstante que en actitud de orden,
constituyen un serio problema de perspectivas inquietantes”139.

133
Ver “La huelga estudiantil en pie”, El Estado (Santa Marta), abril 5 de 1940, p. 1.
134
Ver “Sin solución el paro estudiantil”, El Espectador (Bogotá), abril 8 de 1940, p. 3.
135
Ver “La huelga de los estudiantes”, El Estado (Santa Marta), abril 6 de 1940, p. 1.
136
Ver “Sin solución el paro estudiantil”, El Espectador (Bogotá), abril 8 de 1940, p. 3.
137
Ver “Continua como el primer día de huelga estudiantil de la ciudad de Santa Marta”, El Fígaro (Cartagena),
abril 10 de 1940, p. 4. El Estado anotó que al día siguiente se reanudarían las clases, ya que los estudiantes “habían
entrado en razón”, y el gobierno revisaría las quejas planteadas por aquellos. Además, planteó que al interior del
movimiento estudiantil ya no “había la uniformidad de pensamiento de continuar firmes en su determinación
manifiesta de no asistir a clases sin que antes se reemplazara el rector. (…) En ese estado, vino como consecuencia
un movimiento interno en el seno de los propios estudiantes y surgió la idea de una reforma en el comité de huelga
que venía dirigiendo al estudiantado en ese movimiento”. Ver “Restablecida la normalidad en el Liceo Celedón”,
El Estado (Santa Marta), abril 10 de 1940, p. 1.
138
Ver “La huelga de los estudiantes”, El Estado (Santa Marta), abril 6 de 1940, p. 1.
139
Ver “No se ha modificado la situación del liceo”, El Estado (Santa Marta), abril 9 de 1940, p. 1. También
cuestionó El Estado las “indecisiones del ministro Gaitán”, haciendo referencia al manejo que el jefe de la cartera
estaba dando al conflicto en Santa Marta.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Dos días después pareció abrirse una posibilidad de acuerdo entre el Comité de Huelga y el
comisionado del ministerio de educación. Los estudiantes obtuvieron el compromiso del
comisionado de “que serían estudiados cuidadosamente”. En virtud de lo anterior, los estudiantes
se comprometían a volver a las clases a la mañana siguiente, “atendiendo a las insinuaciones del
ministerio que les hizo la consideración de que en esta forma se abría un mayor campo para el
entendimiento y arreglo de sus peticiones140. En el ambiente quedó la convicción de que la
petición principal de los estudiantes, la renuncia del rector Abadía, se había obtenido141. El 26
de abril los liceístas deciden retornar a las clases. La decisión del comité de huelga respondía al
acuerdo con el comisionado Alfredo Caballero Escobar, para dar tiempo al ministerio de estudiar
el pliego de peticiones de los estudiantes y solucionar el caso en el menor tiempo posible.

3.7.3 De nuevo la huelga

En la mañana del 26 de abril, los estudiantes declararon nuevamente la huelga, considerando que
el “compás de espera” había concluido y el Ministerio de Educación no había resuelto sus
solicitudes142. De inmediato, El Estado editorializó sobre la decisión de los estudiantes y
presionó al Gobierno para que resolviera pronto la crisis:

Los intereses de nuestra cultura no pueden continuar pendientes de una huelga o de un rector. El
gobierno nacional tiene que entrar ya a resolver este problema en una forma u otra. No dejamos de
comprender que es difícil encontrar una solución adecuada tal como están hoy las cosas, porque si
se complace a los estudiantes nombrándoles otro rector, sufre el principio de autoridad; y si no se
les complace, sufre el colegio y sufren ellos en definitiva, víctimas de su propia rebeldía. Se clausura
entonces e colegio? No lo aconsejaríamos sino como recurso final, ante la imposibilidad de hallar
otro. Pero si es cierto que el comisionado del ministerio les prometió a los estudiantes estudiar su
reclamo después de que depusieran su actitud rebelde y volvieran a las clases, el ministro es quien
debe hablar. Y debe hacerlo pronto y en una forma definitiva, porque estas vacaciones fuera de
reglamento que se han decretado los mismos alumnos no pueden prolongarse indefinidamente
(sic)143.

La decisión de reiniciar la huelga motivó al Gobierno nacional a advertir que, de no regresar al


colegio a clases, se vería obligado a cancelar las matrículas de los estudiantes. Para demostrar
que su paciencia tenía limites, estipuló que las clases se reanudarían el lunes próximo y a los
estudiantes que no acudieran a ellas o se atrevieran a sabotear la decisión, se les cancelaria
inmediatamente la matricula. Para que no hubiese duda de la decisión del Ministro de Educación,
se le indicaba al Gobernador y al Rector del Liceo que además se procediera a cancelar “las

140
Ver “Sin incidentes terminó la huelga estudiantil en el Liceo Celedón”, El Fígaro (Cartagena), abril 12 de 1940,
p. 10.
141
Ver “Quedó resuelto el conflicto estudiantil de Santa Marta”, El Fígaro (Cartagena), abril 13 de 1940, p. 1.
142
Ver “Los estudiantes del Liceo están en huelga nuevamente”, El Estado (Santa Marta), abril 26 de 1940, p. 1.
143
Ver “El problema del Liceo Celedón”, El Estado (Santa Marta), abril 26 de 1940, p. 3.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

becas departamentales si hubiere lugar y demás medidas accesorias que deban tomarse con
prudencia, pero con firmeza para establecer normalidad144.

El día establecido por el gobierno, se abrieron las puertas del Liceo Celedón y el propio
Gobernador acudió al plantel para constatar lo que pudiera ocurrir. Para sorpresa suya, los
estudiantes no concurrieron a las clases, desacatando abiertamente la orden emanada por el
Gobierno, lo que motivó al gobernador a dirigirse a los alumnos, a quienes les manifestó que
cometían un grave error al no concurrir; y en un intento de persuasión, les expresó que el
Gobierno entraría a estudiar sus peticiones una vez se hubiese normalizado el funcionamiento
del colegio. En ese momento, cuando el gobernador se dirigía a los estudiantes, fue interrumpido
por uno de ellos, quien “hizo tribuna” para expresar en términos fuertes contra el Gobierno,
siendo interrumpido por el gobernador. Enseguida, en medio de la tensión que existía, el
gobernador insistió en pedirles a los estudiantes que entraran al colegio y que aquellos que lo
quisieran hacer, levantaran la mano. Para su sorpresa, ninguno de los estudiantes lo hizo,
demostrándose así el desacato de los estudiantes a las autoridades. Consternado ante la
desobediencia de los estudiantes, el gobernador declaró clausurado el Liceo Celedón145.

3.7.4 Se clausura el Liceo Celedón

La decisión que adoptó el gobernador ante los hechos ocurridos en el Liceo Celedón, fue
respaldada por el presidente Eduardo Santos, quien la ratificó oficialmente, a través del Decreto
853 de 1940. Una lectura de la disposición del presidente Santos permite comprobar que en
ningún lado se hace mención de las denuncias que hacían los estudiantes; en cambio, no dudaba
en responsabilizarlos de impedir la reorganización del colegio que había anunciado el Gobierno,
motivados por la indisciplina y el desorden. El decreto en su integridad, era el siguiente:

El presidente de la república de Colombia, en uso de sus facultades legales, y

Considerando:

1° Que los estudiantes del Liceo Celedón de Santa Marta a despecho de todas las observaciones y
gestiones del gobierno han suspendido sus tareas y declarado la huelga a tiempo precisamente que
el gobierno nacional estudia un plan completo de reorganización del mencionado instituto.

2° Que dentro de una situación de desorden e indisciplina como la provocada por estas actuaciones,
no es posible realizar la proyectada reorganización que el ministerio de educación nacional se
propone acometer para dotar al departamento del Magdalena de un establecimiento de educación
secundaria que desarrolle una eficaz labor educativa y cultural; y

3° Que en el día de hoy el señor gobernador del departamento del Magdalena, en vista de la actitud
de franca resistencia a la autoridad asumida por los directores de la huelga estudiantil, y cumpliendo
instrucciones del gobierno nacional ha clausurado el referido establecimiento.

144
Ver “El Gobierno plantea los liceístas una disyuntiva”, El Estado (Santa Marta), abril 27 de 1940, p. 1.
145
Ver “El gobernador clausuró esta mañana el Liceo”, El Estado (Santa Marta), abril 29 de 1940, p. 1.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Decreta:

Art. Primero. Clausúrase (sic) por tiempo indefinido el Liceo Celedón de Santa Marta.

Art. Segundo. El gobernador y el director de educación pública del departamento del Magdalena
tomaran las medidas necesarias para dar cumplimiento a lo dispuesto en el presente decreto.

Art. Tercero. El ministerio de educación nacional elaborará inmediatamente un plan completo de


reorganización del Liceo Celedón para ponerlo en práctica cuando sea oportuna la reanudación de
tareas146.

La decisión del gobierno provocó la indignación de los estudiantes, quienes al conocer el decreto
se volcaron a las calles céntricas y marcharon en dirección al palacio de la gobernación, en donde
pronunciaron arengas y discursos. Uno de los líderes estudiantiles, al ser interrogado por un
periodista local sobre la suerte del paro, afirmó que lo seguirían “con más fuerza (…) que ya
habían recibido comunicaciones telegráficas de las Federaciones (sic) estudiantiles del país en
donde se les ofrecía apoyo en caso necesario”147. La situación del liceo se trasladó a la Asamblea
Departamental, en donde el estudiante Antonio Villa, uno de los voceros del movimiento
inconforme, intervino describiendo la situación que se registraba en el colegio. En el recinto
insistió en responsabilizar al Rector Abadía Valencia de la crisis, y resaltó otras razones, como
la calidad de los profesores, la carencia de laboratorios de física y química, la desorganización
de la biblioteca y el mal servicio de los sanitarios148.

Luego que el gobierno decretara la clausura del Liceo Celedón, el 2 de mayo, el rector Marino
Abadía Valencia presentó su renuncia, hecho que llevó a pensar que el Gobierno nacional
reanudaría las actividades educativas en el plantel149. Sin embargo, la clausura fue ratificada por
el resto del año, dando así por terminada la protesta de los estudiantes.

3.7.5 La prensa y la huelga estudiantil

Resulta pertinente analizar el comportamiento de la prensa local y nacional frente a la huelga en


el Liceo Celedón, ya que así se puede identificar las percepciones que elaboraba y ponía a
circular un actor tan fundamental en la vida nacional, como lo eran los periódicos, sobre los
estudiantes y las acciones que promovían.

Para El Espectador, por ejemplo, la huelga estudiantil carecía de legitimidad, ya que los cargos
contra el rector eran “absolutamente injustificados, como pudo comprobarse de las diligencias
de averiguación realizadas por el ministerio”150. Para El Tiempo, los estudiantes dieron origen a

146
Ver “El decreto sobre la clausura del Liceo Celedón”, El Estado (Santa Marta), mayo 2 de 1940, p. 3.
147
Ver “El gobernador clausuró esta mañana el Liceo”, El Estado (Santa Marta), abril 29 de 1940, p. 1.
148
Ver “Se pide al presidente Santos que revoque la orden de clausura del Liceo Celedón”, El Estado (Santa Marta),
abril 30 de 1940, p. 1 y 4.
149
Ver “Aceptada la renuncia del rector del Liceo Celedón”, El Estado (Santa Marta), mayo 6 de 1940, p. 16.
150
Ver “Clausurado el Liceo Celedón”, El Espectador (Bogotá), abril 29 de 1940, p. 1.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

una “aguda anomalía” sin justificación; por eso aplaudió el proceder del Gobierno al considerar
que los estudiantes no cedieron “en su actitud de evidente rebeldía contra la disciplina del
establecimiento y contra la autoridad de sus directores”:

Se trata por este medio, de castigar un acto de rebelión estudiantil plenamente injustificado, un brote
de anarquía que de quedarse sin sanción constituiría un funesto precedente en el ramo de la
educación pública, sobre el cual la autoridad del Estado no puede ser menos perentoria ni menos
estricta que en otros sectores de la administración. La medida del gobierno se justifica plenamente
en la razón anterior y en el hecho de que el ejecutivo nacional no podía por ningún motivo permitir
que el precedente sentado por los estudiantes samarios se convirtiera, al prologarse por más tiempo,
en un ejemplo pernicioso para los demás núcleos estudiantiles de la república151.

Incluso El Tiempo fue más allá, al señalar que la huelga en el Liceo Celedón fue originada por
un “núcleo de estudiantes izquierdistas” que, al declararse en rebeldía contra las autoridades del
plantel, dieron origen a un “hecho insólito y vergonzoso que el gobierno no podía dejar de
prosperar”. De ahí que el proceder del gobierno haya sido correcto:
El procedimiento de las huelgas estudiantiles, de los pliegos de peticiones, el reclamo altanero de
imaginarios derechos –todo eso, fiel y exacta copia del sistema empleado por los agitadores de las
extremas izquierdas para perturbar el tranquilo proceso social del país, debe desaparecer de raíz del
plano de la educación pública. De lo contrario, la cultura nacional estaría siempre sujeta a coacciones
aberrantes y a tácticas que, en otros campos, han ido desapareciendo dejando en ellos melancólicas
huellas. El caso del Liceo Celedón no podía ser resuelto en otra forma de como lo ha sido. Para
males drásticos, drásticas terapéuticas. Estamos seguros que esta enérgica medida disciplinaria del
gobierno será un fecundo ejemplo para todo el estudiantado colombiano cuando dentro de él
aparezcan brotes que como el de los estudiantes samarios atenten contra la autoridad del Estado y
contra los intereses de la educación nacional, y los propios de las clases estudiantiles del país 152.

La Razón, en una postura similar a la de El Tiempo, celebró la decisión del Gobierno de clausurar
el liceo, para no “tolerar la desmoralización y la anarquía en ningún orden de la actividad
nacional”. Consideraba que la huelga de Santa Marta en realidad era la continuidad de
situaciones de desorden que se registraron en otros colegios, como el San Simón, en Ibagué, que
“se hizo ingobernable”. Comentaba La Razón:
Los estudiantes internos salían del plantel a la hora que les daba la gana, y a la misma hora
regresaban; se sentaban a la mesa cuando les parecía; asistían a las lecciones cuando estaban en
disposición de ello; y no sufrían el menor reproche de sus superiores, sin hacer huelga y apedrear la
casa del secretario de educación. Diez rectores fueron puestos en el caso de renunciar, en breve
lapso, por solicitud airada de los estudiantes. No valía últimamente que el rector fuese
revolucionario, y que, por tal motivo, no asistiese al instituto; el mismo profesor Carlos Peláez,
actual secretario de gobierno del Tolima, fue sacado a sombrerazos de la rectoría 153.

El Estado, diario de circulación local, consideró que la huelga en realidad nunca fue “la expresión
autentica de inconformidad del estudiantado con el caballero que regía los destinos del plantel”,

151
Ver “La prensa capitalina y la clausura del Liceo Celedón”, El Estado (Santa Marta), mayo 3 de 1940, p. 3.
152
Editorial de El Tiempo reproducido por El Estado: Ver “El Liceo Celedón”, El Estado (Santa Marta), mayo 10
de 1940, p. 4.
153
Ver “La prensa capitalina y la clausura del Liceo Celedón”, El Estado (Santa Marta), mayo 3 de 1940, p. 3.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

sino que se trató de un movimiento que fue planeado y sostenido “por elementos extraños que
no pudieron jamás conquistarse las simpatías del rector, por lo cual provocaron la rebelión
estudiantil como venganza”154. Sin embargo, en su interpretación de la huelga estudiantil, El
Estado puso a circular razones que los diarios liberales de Bogotá no referían, en forma
interesada, como eran los inconvenientes derivados de la nacionalización del Liceo Celedón y el
papel del Ministro de Educación frente al conflicto. Según el diario local, el comportamiento del
ministro Jorge Eliecer Gaitán era una expresión clara del problema de la nacionalización: “El
ministro no tiene en estos momentos tiempo de ocuparse de nuestro Liceo, que está muy lejos
del centro de sus actividades, y nosotros tenemos que resignarnos a sufrir tal contratiempo, que
no existiría si el Magdalena no hubiera entregado por medio de un contrato la dirección total de
su plantel mayor”155.

3.8 Huelga en la Universidad de Cartagena (1940)

En octubre de 1940 los estudiantes de la Universidad de Cartagena protagonizaron una huelga


en la que se registraron niveles de violencia inéditos. En este apartado se interpretará el
acontecimiento, para lo cual se identificaran las demandas que esbozaron los estudiantes y el
curso que tomó la protesta. Se buscará resaltar que, tal y como ocurrió en otras huelgas
estudiantiles, la prensa local y nacional pretendió ligar los propósitos de los estudiantes con fines
políticos extraños al marco académico, tratándose en realidad de una protesta contra el gobierno
nacional, y de la cual hicieron tomaron del papel de fuerzas extremistas interesadas en generar
situaciones de violencia. En el análisis nuestro se demostrará, en contravía de las tesis anteriores,
que las razones de la protesta estudiantil estuvieron vinculadas a situaciones internas de la
Universidad de Cartagena.

3.8.1 Por el mejoramiento intelectual de la universidad

El jueves 10 de octubre, los estudiantes de la Universidad de Cartagena declararon la huelga,


motivados, según manifestaron, por el desempeño del Director de Educación Pública, Galo
Alfonso López, y a favor de la “reorganización de la Universidad”. Como solía ocurrir en
situaciones similares, los universitarios inconformes pronto conformaron un Comité de Acción
Estudiantil, con la finalidad de dirigir el movimiento156. La reacción del gobernador Manuel F.
Obregón, al conocer la declaratoria de huelga, no pudo ser más desafortunada: emitió una
apresurada comunicación –firmada también por el comandante de la policía de Bolívar- en donde

154
Ver “Que se abra el Liceo Celedón”, El Estado (Santa Marta), junio 17 de 1940, p. 4.
155
Ver “El Liceo Celedón”, El Estado (Santa Marta), junio 15 de 1940, p. 4.
156
Ver “Un grupo de universitarios solicita la renuncia del Director de Educación”, El Fígaro (Cartagena), octubre
11 de 1940, p. 1 y 8.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

alertaba a los estudiantes que, ante los “conatos de desorden”, no dudaría en aplicar las
“sanciones policivas (…) en guarda del orden público”157.

En evidente reacción a las advertencias del gobernador, los estudiantes realizaron el lunes 14 de
octubre una manifestación frente a la sede del palacio. En el acto hablaron algunos universitarios,
quienes insistieron en la renuncia del director de educación y de algunos profesores. En respuesta
a los requerimientos de los estudiantes, y en un tono distinto al que había empleado en el
comunicado, el gobernador expresó que antes de adoptar una resolución definitiva, debía
proceder a escuchar los descargos de los acusados; luego, dio lectura a un memorial que le habían
dirigido un grupo de universitarios, en el que solicitaban el nombramiento de una comisión para
investigar los actos denunciados. Esta comisión quedó integrada por Napoleón Franco, Eusebio
Vargas Vélez, Manuel Edmundo Mendoza y Blas Herrera Anzoátegui, quienes debían emitir un
dictamen definitivo, el cual sería tenido en cuenta por el gobernador. En esos términos, la
manifestación se disolvió pacíficamente, en parte por el mensaje de seguridad que transmitió el
gobernador, interpretado como “favorable para los intereses de la juventud estudiosa”158.

La presión de los estudiantes pareció dar resultado. A raíz de los cargos formados contra algunos
profesores, los aludidos presentaron renuncia de sus cargos al día siguiente159. Animados por la
noticia, los estudiantes realizaron una nueva manifestación que, a juicio de la prensa, se
constituyó en una de las más imponentes que efectuadas en Cartagena160. Como había ocurrido
anteriormente, los estudiantes se dirigieron al palacio de la gobernación, y, ante el mandatario
seccional, insistieron en la renuncia de Galo Alfonso López. Un universitario, en un exaltado
discurso, manifestó que los estudiantes conseguirían “sus fines por sobre todo obstáculo, yendo
hasta la violencia si es necesario”. “Los estudiantes –expresó- no retrocederán en el caso de que
se produzca derramamiento de sangre; sangre joven de estas generaciones correrá en los mismos
sitios en donde corrió la sangre gloriosa de los libertadores”161.

El secretario de gobierno, José Miguel Amín, presente en el acto, intervino pidiendo a los
estudiantes calma, siendo interrumpido de modo enérgico por los estudiantes, quienes no dejaban
de gritar ¡abajos! al Director de Educación. El secretario Amín se vio entonces obligado a pedir

157
Ver “El gobierno seccional hace una enérgica prevención a los jóvenes universitarios”, El Fígaro (Cartagena),
octubre 12 de 1940, p. 1 y 5. Dos elementos delicados tenía la comunicación del gobernador: por un lado, hacía
saber a los estudiantes que las manifestaciones que quisieran realizar, debían contar con el permiso previo; además,
enviaba a los padres de familia y encargados de alumnos de la Universidad y estudiantes de la ciudad, la advertencia
de que el gobierno cumpliría “inflexiblemente” la misión de conservar la tranquilidad y el orden, haciendo sancionar
“(…) a los cabecillas de estos movimientos subversivo (sic)”.
158
Ver “Que se reorganice la universidad pidieron ayer los estudiantes”, octubre 15 de 1940, p. 10; “Pacifica
solución para el conflicto en la universidad”, El Espectador (Bogotá), octubre 15 de 1940, p. 5.
159
Ver “Algunos profesores de la facultad de bachillerato de la Universidad de Cartagena renunciaron”, El Fígaro
(Cartagena), octubre 16 de 1940, p. 1 y 8.
160
Ver “El conflicto estudiantil en Cartagena”, El Espectador (Bogotá), octubre 19 de 1940, p. 5.
161
Ver “El conflicto estudiantil en Cartagena”, El Espectador (Bogotá), octubre 19 de 1940, p. 5.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

un tiempo prudencial, ya que, según señaló, no estaba “en las atribuciones del gobernador exigir
la renuncia del señor López”. La observación no fue bien recibida por los estudiantes, que lo
interrumpieron nuevamente. Enseguida, y luego de que el funcionario tomara la decisión de
retirarse, algunos oradores ocuparon sucesivamente la tribuna para expresarse en términos
encendidos. Además, tomaron la decisión de mantenerse en manifestación permanente hasta
tanto el Director de Educación no fuera removido del cargo. De la Plaza de la Proclamación los
estudiantes hicieron un recorrido por las calles, para luego, al caer la noche, dispersarse162.

3.8.2 En manifestación permanente

Al día siguiente, el gobernador convocó una reunión extraordinaria con sus secretarios en donde
trataron asuntos relacionados con el movimiento estudiantil. Rondaba en ellos la preocupación
por información que alertaba del apoyo que algunos sindicatos ofrecerían a los estudiantes, y
que se expresaría por medio de un paro en todas las actividades en la ciudad, el cual sería
decretado en las próximas horas163. Además, la decisión de dar a la manifestación un carácter
permanente fue cumplida por los universitarios. Durante el sábado y domingo las
manifestaciones se sucedieron sin interrupción. Divididos en grupos, los estudiantes visitaron el
comercio para solicitar “cuotas para sostener el movimiento”, actos que generaron en ocasiones
altercados con propietarios y empleados de locales comerciales, como ocurrió con los de la Casa
Singer, que al manifestar que no tenían autorización para entregar dinero, desataron la furia de
los estudiantes, quienes desde la calle atacaron con piedras las vitrinas del establecimiento
rompiendo los vidrios. La reacción violenta sobre el comercio ocasionó automáticamente el
cierre de los locales próximos y a que sus propietarios emplearan tableros para proteger los
vidrios. También, “en bochinchero tumulto”, como lo describió la prensa, los estudiantes
ingresaron a todos los cines “sin pagar entrada”, a tal punto que no quedó “un solo teatro a donde
no llegaran los huelguistas”.

El domingo en la mañana la agitación estudiantil continuó. En grupos los universitarios


recorrieron las calles de la ciudad, “dando vivas a la huelga y mueras al director de educación”.
Hacia el mediodía, se presentaron al coliseo donde se efectuaban encuentros de boxeo,
ingresando sin pagar la entrada, hecho que no fue objetado por los empresarios, para evitar
situaciones delicadas. Terminado el encuentro deportivo, los estudiantes salieron nuevamente a
la calle para continuar la agitación a favor de la huelga, deteniéndose en cada esquina a escuchar
a cualquier orador que improvisaba palabras de aliento al movimiento de protesta.

En la tarde se registró el ataque a las instalaciones de Diario de la Costa, periódico de circulación


local. Según se informó, cerca de quinientos estudiantes se dirigieron a la sede del periódico,

162
Ver “Los estudiantes efectuaron su segunda manifestación”, El Fígaro (Cartagena), octubre 19 de 1940, p. 1.
163
Ver “El movimiento estudiantil entra hoy en su máxima y peligrosa etapa”, El Fígaro (Cartagena), octubre 21
de 1940, p. 1.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

inducidos por un “famoso personaje de la política de agitación”, quien hizo referencia a un


reportaje publicado el día anterior por ese diario al director de educación, y que destacaba en
términos halagadores la labor realizada por él. La interpretación que hizo el orador del suceso,
puso en la mira el comportamiento del diario, que asimismo había desconocido la existencia de
la huelga de los estudiantes. Los universitarios, en esa línea de interpretación de los hechos,
tomaron la decisión de protestar frente a la sede del periódico, que por ser domingo, se
encontraba cerrada. “Legados allí –describe Mundo al Día- arrojaron algunas piedras que
rompieron varias vidrieras al mismo tiempo que lanzaban denuestos contra el director”. Pero
luego, armados de piedras y palos, irrumpieron violentamente, luego de dañar las puertas y
ventanas, invadiendo las oficinas y talleres, y destruyendo cuanto encontraban a su paso,
incluyendo la estación de radio instalada en la parte alta del edificio164.

Enterado del hecho, el gobernador Obregón despachó un piquete de policías a la Plaza de


Carnicería y a la Calle de Don Sancho, en donde se halla otro taller de la misma empresa
editora165. En poco tiempo, los edificios de los diarios y radiodifusoras, los cines y los teatros,
así como las dependencias oficiales, la Universidad, los colegios y algunos edificios de
periódicos y radiodifusoras, fueron rodeados por patrullas del ejército y la policía. La situación
era, sin duda, caótica en Cartagena.

Oficinas de Diario de la Costa destruidas.


Fuente: Diario de la Costa (Cartagena), octubre 27 de 1940, p. 10.

164
Ver “Un inaudito atropello. Los estudiantes atacan y destrozan el edificio de Diario de la Costa”, El Tiempo
(Bogotá), octubre 21 de 1940, p. 1.
165
La sensación de caos en la ciudad era fortalecida por informes que advertían del abandono policivo en que se
encontraba Cartagena, “haciendo el mismo efecto de una bomba que estalla”. Ver “Cartagena está a punto de quedar
desguarnecida”, El Fígaro (Cartagena), octubre 17 de 1940, p. 1 y 8.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

De hecho, hubo quienes consideraron que, de ese modo, la huelga estudiantil entraba “a su
periodo más peligroso”, ya que los sindicatos habían manifestado la declaratoria de paro general
hasta tanto no se resolviera el conflicto a favor de los estudiantes166. Luego de los sucesos contra
el periódico, esa misma noche, los estudiantes se reunieron con las directivas del sindicato de
choferes y otros, en busca de lograr una solidaridad efectiva de estos a su movimiento. Si bien
los choferes negaron la adhesión, los maestros sí manifestaron un apoyo abierto167.

Al otro día fue convocada una conferencia de urgencia por el gobernador, a la que asistieron los
miembros de la comisión de notables, los congresistas que aún se encontraban en la ciudad y
Francisco Amador Cortes, estudiante delegado por sus compañeros, para buscar llegar a un
acuerdo y evitar que la situación se tornara más delicada. En la reunión, los miembros de la
comisión de notables le manifestaron al gobernador que, dada la gravedad de lo sucedido, era el
momento de resolver tan grave problema mediante la separación Director de Educación,
“solución que el Gobernador y secretario Gobierno compartían”168. La solución parecía abrirse
camino, luego de que se conociera que todos los secretarios, incluido el de educación, habían
presentado sus renuncias el 23 de octubre.

Sin embargo, al día siguiente, se supo que el secretario de educación continuaba laborando en su
despacho, circunstancia que exacerbó al estudiantado, que de nuevo ocupó las calles e hizo saber,
desde las radiodifusoras, que “estaban dispuestos a llegar a todos los sacrificios, y, naturalmente,
proseguir el paro, hasta obtener el cambio definitivo del actual director de educación”. En los
mismos términos el comité de huelga dirigió una comunicación al ministro de educación: “(…)
si fuera necesario ofrendarían los estudiantes su sangre antes que transigir en su petición”, le
notificaban al ministro, y anunciaron una “gran manifestación” para la mañana siguiente, para la
cual contaría con el apoyo de los choferes, braceros del terminal y otros sindicatos, en
demostración de solidaridad.

¿Cómo explicar la situación del Director de Educación? ¿Por qué el gobernador no aceptaba la
renuncia del funcionario y evitaba la agudización del conflicto? La respuesta la daba el propio
gobernador Obregón, al declarar que debía esperar la respuesta del Ministerio de Educación para
proceder a considerar la renuncia colectiva de los secretarios, actitud que fue interpretada por los
estudiantes como una dilación para no atender la demanda que planteaban. Y para acabar de
agravar las cosas, el rector de la universidad pidió a los estudiantes regresar a clases para preparar

166
Ver “Un inaudito atropello. Los estudiantes atacan y destrozan el edificio de Diario de la Costa”, El Tiempo
(Bogotá), octubre 21 de 1940, p. 1.
167
Afirmaba el sindicato de maestros en la resolución de apoyo a la huelga estudiantil, que el director de instrucción
pública, cuya cabeza pedían los estudiantes, había reemplazado a varios inspectores escolares, “reemplazándolos
por elementos ajenos al profesorado y al escalafón de maestros sindicalizados”.
168
Ver “La Junta de Notables fija la actuación del gobierno frente al movimiento estudiantil”, El Fígaro (Cartagena),
octubre 23 de 1940, p. 1 y 5.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

los exámenes finales, haciéndoles saber que los “reacios y desobedientes (serían) castigados
quitándoseles el derecho a presentar exámenes finales”.

3.8.3 Interpretación del ataque a Diario de la Costa

La agresión a la sede del Diario de la Costa mereció diversas interpretaciones. Una versión
cercana a los estudiantes indica que éstos habían reaccionado, a raíz de una entrevista al director
de educación que el periódico había publicado, en la cual detallaba pormenorizadamente las
obras cumplidas durante su permanencia en el cargo. En cambio, el periódico se abstuvo de dar
información sobre la huelga169, hecho que sumado a la creencia de que el informativo apoyaba
al director de educación, por ser este miembro de la redacción y tener varios reporteros
empleados, condujo a cometer el hecho violento170.

De otro lado, el propietario del periódico, Carlos Escallón171, responsabilizó como instigadores
de los estudiantes, a los miembros de la Junta de Notables, Alejandro Saravia Romero (fiscal
segundo del Tribunal Superior), Francisco Vargas Vélez y Miguel Gómez Fernández. Este
último dirigió una carta al director del Diario de la Costa, rechazando los señalamientos:

En el relato que hace su diario de los sucesos ocurridos durante el movimiento estudiantil que
acaba de pasar, su repórter dice estar informado de que yo fui uno de los dirigentes de tal
movimiento, y como el hecho es totalmente inexacto, vengo a rectificarlo categóricamente.
En la única oportunidad que tuve para hablar a los manifestantes, desde los balcones de mi
casa, lo hice para recomendarles cordura; y cuando ayer fui solicitado por un grupo selecto
de estudiantes de Derecho y Medicina para que, acompañado por otros caballeros, fuera a
Palacio a gestionar una solución rápida del problema universitario, acepté porque entendí que
así cumplía un deber para con la ciudad y aun para con mi amigo el joven Director de
Educación Pública. Atribuirme el carácter de dirigente por tan limitada actuación, es buscar
el ahogado río arriba172.

169
Ver “Un inaudito atropello. Los estudiantes atacan y destrozan el edificio de Diario de la Costa”, El Espectador
(Bogotá), octubre 21 de 1940, p. 1.
170
Ver “La Junta de Notables fija la actuación del gobierno frente al movimiento estudiantil”, El Fígaro (Cartagena),
octubre 23 de 1940, p. 1 y 5.
171
Fundado por Gerónimo Martínez y Daniel Eduardo O’Byrne, Diario de la Costa apareció el 1 de diciembre de
1916. Al cabo de un tiempo, asumió la dirección del periódico Carlos Escallón Miranda, un reconocido abogado y
político conservador local.
172
Ver “Los estudiantes esperan hasta hoy la solución del conflicto”, El Fígaro (Cartagena), octubre 23 de 1940, p.
1 y 8. Por su parte, Alejandro Saravia Romero recordó su papel en los hechos mencionados: “Mi intervención en el
movimiento estudiantil obedeció a la súplica que me hicieron numerosos padres de familia, quienes tienen hijos que
no podían controlar ni retener en sus casas, pues a pesar de todas las amonestaciones, siempre lograban escapar y
se sumaban a las manifestaciones. Esos padres, creyeron que en mi condición de fiscal yo podía contribuir a la
rápida solución de la cuestión planteada, pues ya el ejército y la policía armados, patrullaban las calles y se pensaba
que podría sobrevenir un abaleo de los estudiantes. En posesión de estas alarmantes noticias, los estudiantes llegaron
a mi casa a pedirme que formara parte de la Junta de Notables encargada de hablar con el Gobernador Obregón,
para ver de conseguir una solución inmediata del estado de zozobra que vivía la ciudad. No pudiendo como fiscal
hacer nada en relación con la demanda de los padres de familia a que he aludido, quise aprovechar la oportunidad

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

A otro a quien Escallón acusó fue al líder sindical Juan Manuel Valdelamar, quien debió declarar
que durante las últimas semanas había permanecido en Barranquilla, actuando como conciliador
nombrado por el gobierno nacional, para intervenir en la solución del conflicto entre la Fedenal
y la Unión de Navieros, hecho que hacía imposible la versión de sus actuaciones en Cartagena.
Manifestó el dirigente:
Si los que están aquí en el propio teatro de los acontecimientos, como los directores del
periódico aludido, se atreven a mal orientar a la opinión pública con informaciones
tendenciosas y llenas de maldad y mentira, es explicable que en Bogotá tanto la prensa como
en el Congreso, hayan sido capaces de desnaturalizar el verdadero sano propósito del
movimiento estudiantil de Cartagena173.

La agresión a la sede del periódico cartagenero desató condenas de distintos medios periodísticos
del país, y dio origen a un debate en la Cámara de Representantes, lo que convirtió a la huelga
estudiantil de Cartagena en un acontecimiento de resonancia nacional. En el debate en la Cámara
hablaron representantes a favor de los estudiantes y sus demandas, y otros que cuestionaron su
comportamiento. Para el Representante Arcesio López Narváez, de filiación conservadora, “los
estudiantes estaban sosteniendo en el movimiento tesis muy atendibles de moral administrativa
y de bondad en los estudios”. Y sobre el ataque a Diario de la Costa, indicó que habían influido
“circunstancias especiales” que debían establecerse, ya que lo sucedido demostraba “el estado
de caos, de falta absoluta de autoridad que hay en el país, pues la policía nada hizo para contener
el atentado”. A su juicio:
Ese periódico (Diario de la Costa, N.A.) defiende siempre a todo trance al gobierno y en el
caso de los estudiantes venía hostilizando el movimiento. Una comisión de ellos visitó al
Director y le pidió que no los hostilizara y que les diera acogida a determinada publicación.
Hizo esa promesa y el domingo publicó solamente un reportaje laudatorio al Sr Director de
Educación. Luego afirma que en el ataque a los talleres tipográficos obraron no los estudiantes
sino elementos obreros, y que éstos procedieron impulsados por un sentimiento de venganza
que alientan contra el señor Escallón por ser este abogado de empresas norteamericanas que
sistemáticamente rehúsan el cumplimiento de las prestaciones sociales174.

El r. Demetrio Morillo elogió al Director de Educación y al rector de la universidad, quien, a su


juicio, había dado un notable prestigio a la Universidad de Cartagena. Agregó además que Diario
de la Costa era un periódico imparcial que siempre había “brindado asilo a los escritores liberales
no obstante no prohijar sus ideas”, y resaltó la ausencia de autoridad justo en el momento del
motín. Por su parte, el ministro de gobierno rechazó los “hechos tumultuosos ocurridos en
Cartagena”, resaltando que el gobierno no había podido “evitar el atentado” contra Diario de la

que para ayudarlos en mi condición de ciudadano ofrecí a los estudiantes con la delegación de que he hablado”. Ver
El Fígaro (Cartagena), octubre 23 de 1940, p. 1 y 8.
173
Ver “Los estudiantes esperan hasta hoy la solución del conflicto”, El Fígaro (Cartagena), octubre 23 de 1940, p.
1 y 8.
174
Ver “Si a las 10 no hay respuesta a las 11 decretaran la huelga”, El Fígaro (Cartagena), octubre 23 de 1940, p. 1
y 8.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Costa, porque “no podía pensar que él sucediera ya que el periódico no había atacado a los
estudiantes ni sus propietarios habían dado al gobierno cuenta de que se les hubiera amenazado”.
Al final, afirmó que “en ningún caso el gobierno podía aceptar que un funcionario cualquiera
tuviera que ser destituido bajo la presión del motín”, e informó que el Procurador delegado
viajaría a Cartagena a investigar lo sucedido.

El Ministro de Educación, a su turno, afirmó que no había recibido ninguna queja de los
estudiantes de Cartagena, y destacó “que debido a la legislación absurda que hay en el país en
estas materias el ministro no es quien debe aceptar la renuncia del director de educación sino el
propio gobernador no obstante ser aquel quien lo nombra”. Luego hizo un elogio de Galo Alfonso
López y censuró “el atentado contra el Diario de la Costa diciendo que este periódico se
preocupaba mucho por la educación”175.

Otro diario de circulación local, El Fígaro, dio una interpretación de lo que ocurría en Cartagena.
Condenando los hechos de violencia, consideró necesaria la huelga estudiantil pacifica para poner
fin a la corrupción que se había tomado el claustro universitario, a través del compadrazgo y la
“politiquería”. Cuestionó además la decisión del Ministerio de Educación de clasificar la
universidad en el mismo nivel en que se ubicaban los planteles privados que “apenas alcanzan a
cumplir su misión en el límite preciso marcado por la pedagogía contemporánea”. Recordaba el
diario que en 1935 se había expedido en el Congreso de la Republica una Ley Orgánica de la
Universidad, que dio a la institución autonomía en la administración de los fondos presupuestales
y en la dirección de sus asuntos internos. No obstante, el Gobierno limitaba su injerencia en el
funcionamiento del organismo universitario, por disposición del Ministro de Educación y los dos
representantes gubernamentales en el Consejo Directivo. De la misma manera, se cuestionaba
que las universidades seccionales, gracias a la citada ley, se hubiesen equiparado a la Universidad
Nacional, cuando deberían marchar “en una forma independiente de las influencias oficiales,
adquiriendo así la dignidad de que son merecedoras”. Se cuestionaba porqué “los directores de
Educación juegan en el funcionamiento interno del instituto un papel tan preponderante, cuando
en realidad no debería ser así. Si se hubieran cumplido estrictamente las disposiciones legales,
no presenciaríamos hoy el doloroso espectáculo que estamos viendo, de un profesorado incapaz
y de una absoluta falta de orden en los gastos de enseñanza”176.

175
Ver “La Junta de Notables fija la actuación del gobierno frente al movimiento estudiantil”, El Fígaro (Cartagena),
octubre 23 de 1940, p. 1 y 5. El propio presidente de la república, Eduardo Santos, tomó interés por lo ocurrido. El
22 de octubre escribió a los miembros de la Junta de Notables manifestando su desconocimiento de la situación, y
pidiéndoles su interpretación de lo que había sucedido, ya que consideraba que “en los momentos actuales nada es
más importante y necesario que impedir esos actos de violencia totalmente contrarios a las instituciones
republicanas, que si no son reprimidos y castigados plantearían para el porvenir del país un serio interrogante”. Igual
solicitud de información pidió el presidente Santos al Gobernador de Bolívar. Ver El Fígaro (Cartagena), octubre
23 de 1940, p. 1 y 5.
176
Ver “Por la reforma”, El Fígaro (Cartagena), octubre 23 de 1940, p. 3.

341
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Otra tesis esgrimida por el diario cartagenero destacaba como causa del conflicto estudiantil la
decisión oficial de ubicar a la universidad en el mismo renglón de institutos de enseñanza que no
requerían exámenes de revisión posterior para la admisión en colegios oficiales de altos estudios,
decisión que los estudiantes consideraron como favorable a la ineficacia de muchos profesores.
Al buscar responsables, los estudiantes no se limitaron a mirar a los profesores, sino que centraron
la atención además en el Director de Educación, a quien responsabilizaron del nombramiento de
profesores poco preparados para dictar clases en la universidad. A juicio del periódico que
citamos, la responsabilidad también recaía en el gobernador de Bolívar, a la postre jefe inmediato
del director de instrucción pública, “pues es su deber obligante responder ante el gobierno
nacional por el éxito de los ingentes gastos y atenciones administrativos que demanda la
ejecución de un año de estudio”. Por último, manifestaba que la Universidad de Cartagena debía
ser defendida “en forma radical de percances como este de la exclusión de que ha sido objeto, y
para ello urge ir más a lo hondo de sus males, más allá de una revisión de su personal
pedagógico”, ya que “su enseñanza no es una interpretación del pensum oficial”177.

Los miembros de la Junta de Notables tenían también una lectura de los hechos ocurridos en los
últimos días. El origen del conflicto estudiantil lo ubicaban en la decisión que tomó el Ministerio
de Educación de colocar la Facultad de Bachillerato de la Universidad de Cartagena, en
condiciones de inferioridad respecto de los planteles privados. El asunto se agravó, según los
miembros de la junta, cuando los estudiantes establecieron cargos contra el Director de
Educación, y el gobernador, a su vez, emitió el comunicado contra las pretensiones estudiantiles
y la declaratoria de la huelga. De ahí en adelante, se fueron sumando nuevas situaciones que,
vistas como desaciertos, explican por qué el conflicto estudiantil tomó niveles inéditos hasta
convertirse en una noticia de carácter nacional. Una de las situaciones que agravó el conflicto,
por ejemplo, fue la postura adoptada por el gobernador sobre la renuncia del Director de
Educación, alegando que legalmente estaba imposibilitado para remover al funcionario de su
cargo178.

3.8.4 Continua la huelga

El panorama lo describió con acierto El Fígaro: “Cuando la ciudad veía renacer la calma, al
conseguir los universitarios cartageneros la renuncia del director de educación pública, (…) el
conflicto se actualiza por segunda vez, y ahora con caracteres más alarmantes y peligrosos”179.

177
Ver “Sobre la organización universitaria”, El Fígaro (Cartagena), octubre 21 de 1940, p. 3.
178
Ver “La Junta de Notables fija la actuación del gobierno frente al movimiento estudiantil”, El Fígaro (Cartagena),
octubre 23 de 1940, p. 1 y 5. Firman la comunicación Francisco de Paula Vargas, Carlos Gustavo Arrieta y Víctor
Martínez, entre otros.
179
Ver “Si a las 10 no hay respuesta a las 11 decretarán la huelga”, El Fígaro (Cartagena), octubre 23 de 1940,
p. 1 y 8. Valga destacar que las intervenciones en la Cámara de Representantes fueron objeto de atención y análisis
de los estudiantes, y a los representantes les dirigieron telegramas en que expresaron reconocimiento o rechazo, por
las posturas que en el debate adoptaron. Al representante López Narváez le escribieron: “Agradecemósle (sic)

342
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

No parecía importar los últimos sucesos ni menos el debate en la Cámara de Representantes. El


Comité de Acción Estudiantil continuó labores, planeando nuevas acciones y estableció un plazo
de diez horas, para que el gobernador Obregón resolviera el conflicto. De no proceder en el
tiempo estipulado, los estudiantes procederían a ocupar las calles, contando con el apoyo de los
sectores sindicales, y con la disposición de “llegar hasta el sacrificio a fin de obtener todos sus
propósitos”. En comunicación al Ministro de Educación (del 22 de octubre), los estudiantes
volvieron a insistir en la renuncia del Director de Educación, para dar fin a la huelga:

Ayer debió renunciar Dieducación (sic), estudiantado, creyendo satisfechas sus legítimas
aspiraciones, retiróse (sic) hogares; pero en vista Dieducación (sic) continúa asistiendo
Despacho, estamos dispuestos lanzarnos nuevamente calles hasta tanto Gobernador provea
interinamente cargo, envía terna. Prevenimósle no intimidannos (sic) bayonetas listos morir
defensa nuestros ideales.

Hacémosle saber gestores movimientos forman núcleo distinguido estudiantes Facultades


profesionales. Ud. gestor otras cruzadas, sabe cuándo se resiente conciencia pública con
inútiles, ridículas estas amenazas que superan ánimos, precipitan acontecimientos. Urge su
intervención inmediata, fin calmar inquietud estudiantado.

Para el gobernador Obregón la petición de los estudiantes debía ser resuelta por el Ministro de
Educación quien debía definir el caso del Director de Educación Pública, al ser éste un empleado
nombrado por el ministerio. Sin embargo, el 23 de octubre, en horas de la noche, presentó la
renuncia el Director de Educación, la cual fue aceptada por el Gobernador. Una vez conocida la
noticia, los estudiantes suspendieron la huelga, aunque advirtieron que sería una medida
provisional, mientras se perfilaban los hechos180. Con el paso de las horas, se supo que el
secretario de gobierno, José Miguel Amín, había sido encargado del despacho de educación, lo
que motivo la hilaridad de los estudiantes. Así, llegaba a su fin la huelga en la Universidad de
Cartagena.

3.9 Anticomunismo y defensa del catolicismo en las protestas estudiantiles (1945)

Los intentos por reformar la educación fueron motivo de permanente confrontación entre las
distintas fuerzas políticas del país desde el siglo XIX. Cada tendencia consideró la educación
como un instrumento útil, ya para mantener un estado de cosas que consideraba inmodificable y
pertinente, o para generar transformaciones mentales y materiales en sectores de la población,
indispensables, según se argüía, para encaminar el país hacia la modernización. Desde el arribo
de los liberales al poder en 1930, el asunto tomó ribetes de preocupación. Hubo momentos en

gallarda defensa. Usted pudo apreciar falsedad afirmación diríjannos comunistas, sabe prensa imperialista aquí
combátenos injusta, calumniosamente. Saludámoslo (sic)”. En cambio, al representante José María Bustillo Franco,
le escribieron: “Actitud claudicante asumida usted hoy debate Cámara oblíganos retirarle confianza, apoyo político.
Manifestámoles (sic) estamos defendiendo causa justa”. Ver “Los estudiantes…”, El Fígaro (Cartagena), octubre
23 de 1940, p. 1 y 8.
180
Ver “La huelga de Cartagena”, El Fígaro (Cartagena), octubre 24 de 1940, p. 1 y última.

343
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

que, en efecto, la confrontación alcanzó altos niveles de intemperancia, cuando, por ejemplo, los
liberales pretendieron fortalecer la intervención del Estado en la educación, y modificar los
contenidos de la enseñanza, así como de sus métodos y propósitos, “para producir un elemento
humano dotado de conocimientos científicos y técnicos más acordes con las necesidades de un
país que busca su desarrollo económico y social, con una conciencia ciudadana más democrática
y critica181.

En esa historia de tensiones políticas derivadas del problema educativo, uno de los momentos
más álgidos se presentó a mediados de 1945, cuando se registraron fuertes protestas de
estudiantes de colegios y universidades en distintas ciudades del país, motivadas, como advertían
sus protagonistas, por situaciones que comprometían los contenidos de la educación y el papel
de la religión en la enseñanza. No era la primera vez que el binomio religión–educación originaba
tensiones entre las distintas fuerzas políticas de la nación182. Esto era comprensible, si se tiene
presente que “los intentos por parte del gobierno nacional para ejercer un control efectivo sobre
el sistema educativo chocaron con una fuerte oposición, especialmente de la Iglesia”183. Los
estudiantes, por contera, terminaban involucrados en los conflictos, siendo movilizados o
movilizándose ellos mismos de manera consciente, a favor de esta o aquella causa.

Como se mostrará, en 1945 circularon imaginarios de profunda raigambre en el país, como el


anticomunismo, el cual sirvió para construir un relato que advertía del riesgo a que se expondría
la religión católica, como efecto del avance de esa ideología en Colombia. Además, hubo un
ingrediente ideológico adicional, que provino de la coyuntura política europea: el desenlace de
la Segunda Guerra Mundial y la suerte que, años atrás, había corrido la República Española
(1939). Estos dos acontecimientos fueron leídos por las fuerzas conservadoras del país en clave
de una amenaza seria para el orden moral de la sociedad colombiana184.

Los efectos de la guerra europea en el ambiente estudiantil colombiano fueron notorios, como
está recreado en diversas memorias de personas que fueron testigos de esa época. Por ejemplo,
Jose Consuegra Higgins recuerda que, en los años treinta, siendo estudiante de bachillerato en
Barranquilla, el Prefecto de Disciplina, simpatizante de las potencias del eje, convirtió los patios
del colegio en una especie de cuartel, en donde se “practicaban marchas marciales con el debido

181
Jaime Jaramillo Uribe, “La educación durante los gobiernos liberales. 1930-1946”, en Álvaro Tirado Mejía
(Director), Nueva Historia de Colombia, Planeta, Bogotá, 1989, p. 109.
182
Jorge Mora Forero, Los conflictos educativos entre la Iglesia y el Estado. Primer gobierno de López Pumarejo
1934–1938, Universidad Antonio Nariño, Bogotá, 1996; Álvaro Tirado Mejía, Aspectos políticos del primer
gobierno de Alfonso López Pumarejo 1934–1938, Procultura, Bogotá, 1986.
183
Yvon Lebot, Educación e ideología en Colombia, Editorial La Carreta, Medellín, 1979, p. 41. También se puede
consultar a Thomas J. Williford, “Las tomas de colegios durante la República Liberal: parte de la estructura
discursiva de La Violencia”, en Historia Critica, N° 39, Bogotá, 2009.
184
Javier Guerrero Barón, El proceso político de las derechas en Colombia y los imaginarios sobre las guerras
internacionales 1930 – 1945, UPTC, Tunja, 2014.

344
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

asesoramiento de militares uniformados”185. Carlos Alemán Zabaleta, por su parte, cuenta que
el interés por los hechos de la Segunda Guerra Mundial y de la Guerra Civil Española fueron
notables en la generación de estudiantes de la que él hizo parte, al punto de desencadenar en
Bogotá peleas y discusiones, especialmente con los estudiantes de la Universidad Javeriana186.

De modo que, en 1945, las cosas parecían estar dadas para que cualquier hecho desencadenase
conflictos en los que jugarían papeles especiales la diatriba anticomunista y la defensa de la
religión católica, amenazada, según advertían las fuerzas conservadoras, por el gobierno liberal
de Alfonso López Pumarejo. En ese ambiente de tensión, los estudiantes, simpatizantes de
cualquiera de los dos bandos, estuvieron dispuestos a salir a las calles a defender sus
convicciones.

Las protestas estudiantiles de mayo y junio de 1945 se analizarán en dos momentos. Primero, se
reconstruirá el ciclo de protestas estudiantiles que se registró, detallando los motivos de la
inconformidad, la forma en que se manifestó, así como los referentes políticos e ideológicos que
fueron esgrimidos. Aquí se describirá el contexto que dio origen a las protestas en Tunja y su
posterior proyección a Bogotá, Medellín y otras ciudades del país. En la segunda parte se
formulará una interpretación que relaciona las protestas estudiantiles y la crisis de gobernabilidad
del segundo mandato del Presidente López Pumarejo.

3.9.1 Tunja: inicio de las protestas

El cambio de directora de un plantel no justifica una huelga de las proporciones y consecuencias de la que
acabamos de presenciar; el retiro de unos alumnos del Colegio de Boyacá, mucho menos…
Carta de Luis Casteblanco Prieto a Julio Roberto Salazar Ferro, miembro de la Conciliatura del Colegio de
Boyacá, mayo 28 de 1945.

Las protestas estudiantiles registradas a mediados de 1945, tuvieron como detonante un hecho
menor, ocurrido en la ciudad de Tunja: la inconformidad de las alumnas de la Escuela Normal
para Señoritas, por la destitución de la directora del plantel, ordenada por el Gobernador Héctor
Moreno Díaz. Una versión oficial indica que una visita al plantel realizada por inspectores de
educación, puso en evidencia manejos irregulares de la directora, lo que obligó a su
marginamiento y el nombramiento inmediato de su reemplazo187. La decisión no fue bien
recibida en algunos sectores tradicionales de la ciudad, que hicieron interpretaciones distintas
del hecho, lo que, en últimas, estimuló un fuerte conflicto social. El periódico El Siglo, por
ejemplo, reprodujo parte de la incomodidad, manifestando que la razón de la destitución tenía
que ver con la decisión de la ex rectora de construir en el plantel un oratorio en un lugar que
debía ser destinado para la construcción de una enfermería, acto que molestó a los inspectores

185
Jose Consuegra Higgins, Del recuerdo a la semblanza, Plaza & Janes, Santafé de Bogotá, 1996, p. 96.
186
Carlos Alemán Zabaleta, En cada casa un piano: memorias de Carlos Alemán Zabaleta, (Conversaciones con
Álvaro Pablo Ortiz y Guillermo Martínez González), Editorial Trilce, Bogotá, 2010, p. 68.
187
Ver Boyacá Liberal (Tunja), mayo 29 de mayo, 1945, p. 1.

345
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

escolares, afines al liberalismo188. Tal interpretación, que puso a circular el factor religioso como
la explicación de fondo, fue reforzada con la opinión del Padre Arturo Montoya, rector del
Colegio José Joaquín Ortiz, quien afirmó que la molestia de las alumnas se explicaba por la
destitución de la directora y por las declaraciones que sobre el suceso dio Vicenta Aguilar, su
reemplazo, que, según el padre, “hirieron el sentimiento religioso y moral de las educandas”189.

Lo cierto del caso es que, a raíz del marginamiento de la directora, las alumnas declararon la
huelga y realizaron desfiles por las calles de la ciudad, al tiempo que solicitaron al Gobernador
reversar la decisión, sin que éste atendiera la petición. La actitud del mandatario y la de Antonio
Cuellar Medina, corresponsal de El Tiempo y director del semanario liberal La Verdad de Tunja,
a quien diversos sectores veían como un enemigo del catolicismo, sirvió de motivo para que en
plena manifestación la emprendieran contra el palacio departamental y las oficinas del rotativo
local, para lo cual contaron con el apoyo de personas ajenas a la institución educativa.

En los días siguientes, las alumnas acudieron a la Escuela Normal para Varones y al Colegio
Ortiz, con la pretensión de motivar a los estudiantes a solidarizarse con su demanda, aduciendo
que la fe católica había sido ultrajada por las autoridades departamentales. El rector del Colegio
Ortiz no dudó en autorizar “a los alumnos mayores (a) que acompañasen a los huelguistas por
tratarse de un asunto estudiantil y religioso y no político (sic)”190. También se dirigieron las
alumnas al Colegio de Boyacá191, de vieja tradición liberal, pero el rector Jorge Cárdenas García
previno pronto a sus alumnos, argumentando que el problema les era ajeno y no permitiría
alteraciones de ningún tipo.

Pese a las advertencias del rector, los alumnos de los planteles en huelga arengaron a los
estudiantes del colegio, para que se sumaran a la protesta. El mensaje tuvo recepción, ya que un
grupo de cerca de 30 estudiantes no sólo mostró abierta simpatía por la inconformidad de las
alumnas, sino que además ejecutaron actos que atentaban contra la disciplina del plantel. El
hecho más delicado lo cometieron cinco estudiantes, quienes en compañía de algunos
particulares, recorrieron embriagados las calles de Tunja en las primeras horas del 18 de mayo

188
El argumento del periódico conservador fue desestimado por universitarios de tendencia liberal de Boyacá que
residían en Bogotá, quienes lo vieron como un recurso que ayudó a desorientar a la opinión pública. La Razón,
Bogotá, 4 de junio, 1945.
189
Ver “Falsas imputaciones hace El Tiempo al Colegio J.J. Ortiz y a su rector”, El Siglo (Bogotá), junio 5 de 1945.
190
Ver El Siglo (Bogotá), junio 5 de 1945. Al parecer, no solo el rector concedió el permiso, sino además se puso
al frente de la huelga dando orientaciones a sus líderes y arengando. Guardaba viejos problemas con el rector del
Colegio de Boyacá. Boyacá Liberal, Tunja, 29 de mayo de 1945, p. 2.
191
En 1945 existían en Tunja diversas instituciones de secundaria, administradas en su mayoría por comunidades
religiosas, y algunas por el Estado. Entre las primeras, de clara orientación conservadora, estaban el Colegio
Departamental de Señoritas, la Normal de Señoritas de Tunja, el Colegio Salesiano Maldonado, el Colegio José
Joaquín Ortiz, la Escuela Industrial, la Escuela Bolivariana de Tunja. De las segundas se destacaba el Colegio de
Boyacá, de orientación liberal, fundado en 1822 por Francisco de Paula Santander.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

de 1945, lanzando consignas de contenido político frente a las instalaciones del Colegio
Departamental Femenino.

Los sucesos obligaron al rector Cárdenas García a adoptar sanciones contra los implicados192. A
cuatro de ellos se les canceló la matrícula y se les retiró la calidad de estudiantes, hecho que tuvo
un efecto contraproducente, ya que sirvió de argumento para que se promovieran abiertamente
actos de protesta al interior del plantel, los cuales trascendieron los muros, permitiendo que la
inconformidad inicial se trasladara al Colegio de Boyacá y se centrara en su rector, quien se
convirtió en el blanco de los ataques de estudiantes y sectores conservadores de la ciudad. Así
las cosas, fueron los alumnos del Colegio de Boyacá los que declararon la huelga, que contó con
el apoyo de estudiantes de otros colegios193.

A la mañana siguiente, el rector Cárdenas García ratificó desde una emisora local las sanciones
a los estudiantes y acusó al padre Arturo Montoya194 de haber promovido los hechos ocurridos
el día anterior desde las instalaciones del Colegio Ortiz, institución que describió como un centro
antidemocrático y nazista195. El 21 de mayo se registró una movilización de estudiantes del
Colegio de Boyacá, para exigir la renuncia del rector del plantel. Previamente, buscaron apoyo
en los alumnos del Colegio Ortiz; sin embargo, el padre Montoya impidió su entrada, aduciendo
que el rector del Colegio de Boyacá había hecho graves señalamientos a la institución el día
anterior. Esto desde luego aumentó las molestias hacia el rector Cárdenas. En la tarde regresaron
nuevamente al Colegio Ortiz, logrando que los alumnos de los grados superiores del plantel se
sumaran a los estudiantes del Colegio de Boyacá, para luego dirigirse al despacho del
Gobernador. Hacia el final de la tarde, al notar que no aparecía el funcionario, la masa
inconforme agredió con piedras la edificación.

Al otro día, los estudiantes del Colegio Ortiz tomaron la primera clase, pero luego presionaron a
los superiores para que les permitieran unirse a los estudiantes de los otros colegios (en ese
momento los alumnos de la Normal de Varones se habían sumado a las protestas), que en número
cercano a los 1.500, se encontraban en las calles. En la movilización se dirigieron una vez más

192
Ver “Resolución N° 19 de 1945”, en La huelga estudiantil de Tunja y su resonancia en el país (1945). En Libros
Raros y Curiosos, Biblioteca Luis Ángel Arango, Bogotá.
193
Por ejemplo, las alumnas del Colegio Departamental de Señoritas dirigieron un telegrama al presidente Alfonso
López Pumarejo el 19 de mayo, solicitando su intervención para evitar la expulsión de los estudiantes del Colegio
de Boyacá.
194
El Padre Arturo Montoya era, además de una autoridad religiosa, una destacada figura académica al interior de
la Iglesia Católica. Nacido en Bogotá, había estudiado en el Colegio Nacional de San Bartolomé, del cual salió
como bachiller en 1916. Al año siguiente ingresó al noviciado de la Compañía de Jesús. Hizo estudios superiores
en la Universidad de Lovaina, en la Universidad de La Sorbona y en la Universidad de Friburgo. Antes de ejercer
la rectoría del Colegio Ortiz (1945–1948), la ejerció en el Colegio de San Bartolomé (1935–1938), en el Colegio
Javeriano de Pasto (1939–1942) y en el Colegio de San Pedro Claver de Bucaramanga (1943–1944).
195
Las acusaciones del rector del Colegio de Boyacá y las razones aducidas por las alumnas del Colegio
Departamental de Señoritas y las del padre Montoya, dan cuenta de un panorama tenso, en donde el elemento
religioso asociado a la enseñanza era muy marcado.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

al edificio de la gobernación, para reclamar al mandatario departamental por la expulsión de los


alumnos, sin que recibieran ninguna atención196, lo que motivo el incremento de las arengas y
que se lanzaran piedras sobre los cristales de la edificación, la casa del Gobernador y del Teatro
Cultural197.

Estudiantes del Colegio Ortiz, orientados por el “amor a Jesucristo” y el boyscoutismo.


Fuente: http://juventudorticiana.blogspot.com.co/search/label/%2317

Estos actos obligaron al mandatario a redoblar la seguridad en las calles, para lo cual solicitó
apoyo al Comandante de la Brigada del Ejército. Una de las primeras acciones que adelantaron
las tropas de la brigada –que se sumaban a los hombres de la Policía, presentes desde el comienzo
de las protestas- fue ubicarse desde tempranas horas del 22 de mayo en los planteles educativos
(como ocurrió en el Colegio Departamental de Señoritas y en el Colegio de Boyacá), “con el fin
de evitar que los estudiantes del plantel se salieran, porque entre otras cosas el rector del Colegio
Ortiz pidió ayer por escrito al gobernador y al secretario de educación que evitaran que los
estudiantes del Boyacá fueran a introducir desorden en el Colegio Ortiz, obstaculizando la
regularidad de las tareas”198. Es de resaltar que los estudiantes de los colegios que participaban
en las protestas, expresaban su parecer sobre las acusaciones de que era objeto el Colegio Ortiz,
a través de comunicaciones públicas como la siguiente:

196
Ver “Mil quinientos estudiantes se encuentran en huelga en Tunja”, El Siglo (Bogotá), mayo 22 de 1945, p. 1.
197
Ver “Apedreada la casa del Gobernador en la ciudad de Tunja”, El Tiempo (Bogotá), mayo 22 de 1945, p. 1 y 8.
La presión para que se reincorporara a los alumnos expulsados del Colegio de Boyacá era de tal magnitud, que un
diputado de nombre Clemente Quiroga Sarmiento manifestó que él mismo se pondría a la cabeza de las
movilizaciones, las cuales incluirían acciones dentro de la misma Asamblea, de no ser atendido lo que los
manifestantes demandaban en las calles.
198
Ver “Soldados heridos por estudiantes huelguistas en la ciudad de Tunja”, El Tiempo (Bogotá), mayo 23 de 1945,
p. 1 y 7.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Los alumnos del Colegio de Boyacá, la Escuela Normal, Escuela Industrial y Colegio Salesiano,
conociendo las palabras injuriosas y los cargos y responsabilidades que se atribuyen al Colegio
José Joaquín Ortiz en la presente huelga estudiantil, protestan y aclaran que la actuación del
Colegio Ortiz no ha sido otra que la de solidaridad al movimiento estudiantil iniciado por las
alumnas del Colegio Departamental Femenino y con el respaldo de los demás colegios de la
ciudad199.

De acuerdo con versiones oficiales, la orden se cumplía sin contratiempos, contando incluso con
el apoyo de los alumnos del Colegio de Boyacá, hasta que “un numerosísimo grupo de alumnos
del Colegio Ortiz, amotinado, atacó a la policía a ladrillazos, hiriendo a varios agentes y a
algunos soldados”. Al cabo de un tiempo, la fuerza armada logró contener a los alumnos; sin
embargo, éstos volvieron a indisponerse a raíz de “la encendida arenga de un levita, quien usó
de un léxico (sic) extremadamente violento contra el gobernador del departamento y contra el
rector del Colegio Boyacá”200. La persistencia de la inconformidad y las protestas obligaron a
las autoridades del Colegio de Boyacá (la denominada Consiliatura), del Colegio Departamental
de Señoritas y de la Normal de Señoritas, a anunciar que, de no remediarse la situación, acudiría
al cierre de los planteles, una medida de presión que, según advertían sus promotores, era
respaldada por un número grande de estudiantes que no se identificaban con los huelguistas201.

Como resulta comprensible en situaciones de este tipo, los hechos de Tunja suscitaron diversas
lecturas. Para los liberales, no había duda que la inconformidad estudiantil era estimulada y
respaldada por el clero y el conservatismo local, interesados en generar dificultades al gobierno
del presidente López Pumarejo. Al respecto, el diario bogotano La Razón, consideró que el
conflicto tenía “causas anteriores que en muy escasa manera se refieren al hecho insignificante
que parece ser motivo central de los trastornos; y ha derivado hacia finalidades que muy
incidentalmente han tenido relación con los primeros acontecimientos”202. Otra voz señaló que
se había utilizado la expulsión de los estudiantes del Colegio de Boyacá como “un simple y
venial pretexto de subversión” para atacar la institución y lo que está representaba en términos
políticos, que para algunos era “el futuro del partido liberal boyacense”203. Un grupo de liberales,
en carta enviada al Ministro de Educación Antonio Rocha, el 21 de mayo de 1945, manifestó
algo similar:
Suscritos ciudadanos liberales presenciamos huelga estudiantil esta ciudad, huelga sin base
alguna medianamente razonable o justa, y sostenida por elementos desean provocar anarquía
malestar social, ofrecen dinero estudiantes y cabida en otro colegio que siempre ha querido
asumir dirección juventud, vive provocando conflictos esta naturaleza, apoyamos decididamente

199
Ver El Siglo (Bogotá), mayo 23 de 1945, p. 5. La comunicación está firmada por cerca de trescientos alumnos.
200
Ver El Siglo (Bogotá), mayo 23 de 1945, p. 5.
201
Ver “El Colegio de Boyacá y la Normal se cerraran, si continua la huelga”, El Liberal (Bogotá), mayo 22 de
1945. Finalmente, fueron enviados a vacaciones anticipadas los estudiantes del Colegio de Boyacá y del Colegio
Departamental de Señoritas.
202
Ver “La verdad sobre los sucesos de Tunja”, La Razón (Bogotá), mayo 24 de 1945.
203
“Carta de Luis Casteblanco Prieto a Julio Roberto Salazar Ferro, miembro de la Consiliatura del Colegio de
Boyacá, mayo 28 de 1945”, en La huelga estudiantil…, Op. cit.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

actos buscan mayor bien educación, actos Rector Colegio Boyacá sostienen seriedad, prestigio y
buen nombre tan ilustre instituto204.

Por su parte, la Federación Boyacense de Trabajadores destacó el “carácter antidemocrático y


francamente subversivo” de la huelga estudiantil, azuzada por “elementos políticos reaccionarios
y falangistas”, y alertó “a los trabajadores organizados y a la ciudadanía democrática sobre los
peligros que entraña la intromisión descarada de los enemigos del Gobierno que preside el doctor
Alfonso López, en el movimiento estudiantil, con fines torcidos que persiguen crear una
atmósfera caótica que facilite una nueva conspiración”205.

3.9.2 Muerte del estudiante Eduardo González

Los fusiles oficiales, manchados ayer con sangre estudiantil, son el único argumento que ha encontrado el
gobierno para convencer a las niñas que exigen que se respeten sus sentimientos religiosos.
El Siglo (Bogotá), mayo 23 de 1945.

El 23 de mayo se registraron los hechos más dramáticos. En horas de la mañana, los estudiantes
del Colegio Ortiz realizaron una movilización por las calles y se apropiaron de la edición de El
Tiempo de ese día, traída desde Bogotá, la cual fue quemada en la Plaza de Bolívar como acto
de protesta, por considerar que el diario liberal, al referirse a los sucesos de Tunja, “desvirtuaba
los acontecimientos y formulaba acusaciones malignas contra un apreciable sacerdote”206. El
Ejército decidió intervenir haciendo disparos que, según una versión reproducida en El Siglo,
hirieron a Eduardo González, estudiante del Colegio Ortiz, quien pese a recibir atención médica
en una clínica, falleció en la madrugada del día siguiente207.

Es lógico entender que la actuación de los militares causó mayor indignación en los estudiantes,
lo que obligó a su acuartelamiento para prevenir nuevos incidentes. La furia colectiva, por lo
tanto, se dirigió hacia los miembros de la Policía que se encontraban en las calles, y que debieron
buscar refugio en el edificio que servía como estación208. No obstante, las puertas de la
edificación fueron derribadas por los inconformes, mientras que otros se dieron a ocupar la Plaza
de Bolívar. Estas acciones aumentaron el caos social y, de nuevo, el drama, ya que en las
refriegas resultó muerto un artesano y una mujer y un estudiante fueron heridos209.

204
“Comunicación al Ministro de Educación Nacional”, con fecha del 21 de mayo de 1945, en La huelga
estudiantil…, Op. cit.
205
“Pronunciamiento de la Federación Boyacense”, con fecha del 22 de mayo de 1945, en La huelga estudiantil…,
Op. cit.
206
Ver “Tunja totalmente incomunicada”, El Siglo (Bogotá), mayo 24 de 1945; “Un muerto y un herido cuando los
huelguistas de Tunja intentaron tomarse el cuartel de la policía”, El Tiempo (Bogotá), mayo 24 de 1945, p. 1 y 18.
207
Ver El Siglo (Bogotá), mayo 30 de 1945.
208
Ver “Fue restablecida la calma en la capital boyacense, desde anoche”, El Liberal (Bogotá), mayo 24 de 1945,
p. 1.
209
La muerte del artesano hizo que las protestas trascendieran el marco estudiantil e involucraran a sectores de
trabajadores de la ciudad. Ver Nepomuceno León Leal (Monseñor), “El Colegio José Joaquín Ortiz”, Repertorio
Boyacense, N° 337, Academia Boyacense de Historia, Tunja, 2001, p. 297.

350
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Ante la gravedad de los sucesos, el gobierno central tuvo que intervenir directamente. El Ministro
de Educación se dirigió a Tunja para conocer de primera mano los motivos de la inconformidad
y restablecer la tranquilidad por vías diferentes a la fuerza. En cierta medida, su llegada a la
ciudad y la intervención que realizó ante los manifestantes que ocupaban las calles, logró
apaciguar las molestias. Sin embargo, hacia las tres de la tarde, cuando aún la Plaza de Bolívar
se encontraba ocupada por inconformes y curiosos, “un camión llegó allí y descargó un piquete
de policía, de la traída de Bogotá (sic), cuyos agentes procedieron violentamente a despejar el
lugar, a golpes feroces de bolillo y disparos de bombas de gases”210. De nuevo se presentaron
motivos para que surgiera la inconformidad social.

Los estudiantes obligan a las tropas a refugiarse en el cuartel.


Fuente: El Siglo (Bogotá), mayo 27 de 1945.

3.9.3 Las exequias del estudiante

En la mañana del 25 de mayo se realizaron las honras fúnebres del estudiante y del obrero, a las
que concurrieron, según informó El Siglo, más de diez mil personas. El comercio de la ciudad
no abrió y los carteles murales pagados por el gobierno, que invitaban al sepelio, fueron
manchados con tinta roja211. El gobernador se vio obligado a nombrar una policía cívica para
vigilar la ciudad, mientras que los miembros de la Policía y el Ejército fueron acuartelados para
evitar hechos de violencia. Entre quienes intervinieron en los actos fúnebres estaba el padre
Arturo Montoya, “quien se expresó contra el gobierno en términos que no se consideraron
prudentes ni adecuados al acto”212. También intervino Beatriz Martínez, una alumna del Colegio

210
Ver “El Gobierno, directo responsable de los sucesos de sangre en Tunja”, El Siglo (Bogotá), mayo 28 de 1945.
211
Ibíd.
212
Ver “Las víctimas de la huelga fueron sepultadas ayer en completa calma”, El Tiempo (Bogotá), mayo 26 de
1945. Valga destacar que ese mismo día apareció en las esquinas de la ciudad una carta firmada por estudiantes del
Colegio de Boyacá, pidiendo la renuncia del rector, demanda a la que se sumó el Concejo de la ciudad, que a su vez
declaró persona no grata al corresponsal de El Tiempo.

351
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Departamental, quien leyó un discurso que fue visto con sospecha por el corresponsal de El
Tiempo, ya que en él “se hacían toda serie de cargos contra el régimen liberal”.

Luego del sepelio, las cosas parecieron normalizarse. En el Colegio de Boyacá se efectuó una
reunión a la cual asistieron el Secretario de Educación Pública, el vicerrector, la directora de la
sección femenina, nueve profesores del plantel y el consiliario Salazar Ferro, quienes
determinaron reanudar las clases. Por su parte, la prensa capitalina dio cuenta de un ambiente de
tranquilidad. El corresponsal de El Tiempo en Tunja anotó: “Loado sea Dios. El día de hoy
transcurrió en absoluta calma, turbada solamente por los comentarios que hace la ciudadanía
acerca de los dolorosos sucesos que acaban de presenciarse y que nadie acierta a comprender”213.

Exequias del estudiante y obrero muertos.


Fuente: El Siglo (Bogotá), mayo 27 de 1945.

No obstante, en la tarde del domingo, un grupo de profesores, adversario del rector Jorge
Cárdenas García, organizó una nueva reunión sin la presencia de éste ni la del consiliario, en la
que decidieron no reanudar las clases, “con el pretexto de que el doctor Cárdenas García había
sido desautorizado, no teniendo ellos tampoco por esa misma circunstancia autoridad alguna
para mantener la disciplina y continuar con regularidad las labores del instituto”214. Al día
siguiente los profesores no realizaron las clases, estimulando de nuevo el ambiente de huelga en
el colegio, lo cual obligó a la Consiliatura del plantel a tomar la decisión de adelantar, sin
vacilación alguna, las vacaciones hasta el 18 de junio de ese año215. Al respecto, se debe destacar
que el rector había sido investido de poderes por la Consiliatura, para determinar quiénes podrían

213
Ver “Hondamente adolorida pero en perfecta calma se encuentra la ciudad”, El Tiempo (Bogotá), mayo 27 de
1945, p. 10.
214
Ver “Entró en vacaciones el Colegio de Boyacá, antier”, El Radical (Tunja), mayo 30 de 1945.
215
Ver “Desde anoche quedaron clausuradas las tareas en el Colegio de Boyacá”, El Tiempo (Bogotá), mayo 29 de
1945, p. 13. Las clases se reanudaron el 2 de julio de 1945.

352
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

regresar a las aulas del Colegio de Boyacá216. Sin embargo, la propia Consiliatura abolió el
decreto que sirvió para cancelar la matrícula de los estudiantes, decisión que se tomó como un
triunfo de los inconformes, quienes procedieron a pedir la renuncia del rector. La Federación de
Trabajadores, pese a que identificaba en los conflictos intereses políticos afines al conservatismo,
adoptó una posición de apoyo a tal solicitud, al considerar que de no ocurrir, podrían venir nuevas
dificultades, mientras que la Asamblea y el gobernador de Boyacá, dejaron el grave problema de
las expulsiones en manos del rector del Colegio de Boyaca217.

3.9.4 Bogotá: nuevo escenario de protestas

Los sucesos ocurridos en Tunja despertaron sentimientos encontrados en diversos sectores


políticos y estudiantiles de Bogotá. Universitarios de tendencia conservadora, adscritos a las
facultades de Derecho, Medicina, Arquitectura y Economía de la Universidad Nacional, la
Universidad Javeriana, la Universidad Externado, la Universidad Libre y el Colegio del Rosario,
expresaron su dolor por la muerte del estudiante, a la que dieron un significado especial:
He aquí por qué Eduardo González Granados es un verdadero mártir; su muerte no es un simple
incidente como tantos, sino el síntoma de esa lucha ya planteada entre dos tendencias; en la flor
de la edad, pletórico de sueños y ambiciones, rebosante de generosidad e inteligencia, ha
sucumbido en defensa de nuestros ideales. Es, por esto, acreedor a nuestra gratitud y su ejemplo
debe ser fanal indeficiente (sic) que nos guie en las horas de prueba, que necesariamente
habremos de soportar218.

Una comisión de universitarios que viajó a Tunja a las exequias del estudiante, manifestó, en
cabeza de su presidente:
La profunda indignación que nos embarga no es meramente un sentimiento de solidaridad, sino
también de patriotismo ultrajado porque a Colombia en la persona de un estudiante se ha hecho
el más grave de los ultrajes. El nombre de Eduardo González entra a formar en el glorioso
martirologio colombiano y será enseña de futuras gestas219.

Sin duda, las representaciones que tenían los estudiantes bogotanos de los hechos de Tunja,
estaban mediadas por las lecturas recreadas en los diarios de la capital, que solían interpretar el
acontecer a partir de criterios tremendamente politizados. Como ha sido destacado en una
investigación reciente, los discursos emitidos por la prensa durante los años de la República
Liberal, fueron “una de las prácticas sociales de mayor resonancia en los diversos entramados
de la acción política”220. Así, la prensa conservadora de Bogotá no sólo informó de los hechos

216
Ver “El rector García Cárdenas fue investido de amplísimos poderes”, El Tiempo (Bogotá), mayo 24 de 1945.
217
“Pronunciamiento de la Asamblea del Departamento” (S.f.). La huelga estudiantil…, Op. cit.
218
Ver “Los universitarios de Bogotá se solidarizan con los de Tunja”, El Siglo (Bogotá), mayo 26 de 1945.
219
Ver El Siglo (Bogotá), mayo 25 de 1945.
220
Álvaro Acevedo Tarazona y Jhon Jaime Correa Ramírez, Tinta Roja. Prensa, política y educación en la
República Liberal (1930 – 1946). El Diario de Pereira y Vanguardia Liberal de Bucaramanga, Editorial UIS,
Bucaramanga, 2016, p. 506.

353
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

de Tunja acudiendo a los elementos retóricos de su concepción política, sino que además
estimuló un ambiente proclive a la movilización, que fue asimilado por los estudiantes de la
capital boyacense y de otras ciudades del país. Algo similar ocurrió con la prensa liberal, que
cuestionó las razones de las protestas estudiantiles de Tunja al asociarlas a intereses del
conservatismo y del clero, y adoptó una postura de apoyo incondicional al gobierno liberal.

Si bien la agitación en Bogotá empezó el 1 de junio, fue el 8 de junio el día que registró una
mayor tensión, por el sentido simbólico que tenía la fecha (asunto que tratamos en el capítulo
dos). Para ese día, como era costumbre, se programaron actos para conmemorar la muerte del
universitario Gonzalo Bravo Pérez, ocurrida en 1929; pero, a diferencia de lo sucedido en años
anteriores, esta vez fueron los estudiantes conservadores los que manifestaron interés en
participar de los actos, lo cual resultaba extraño, mientras que los estudiantes liberales,
paradójicamente, pretendieron restar intensidad a la conmemoración de 1945. Parecía la historia
al revés.

Cartel que invitaba a los actos en homenaje a Gonzalo Bravo Pérez y Eduardo González.
Fuente: La huelga estudiantil… Op. cit.

Era comprensible que al gobierno le preocupara la presencia de los estudiantes en las calles. Se
temía que ocurrieran hechos lamentables. Por eso tomó la decisión de prohibir los actos
conmemorativos y desautorizando las movilizaciones. En algunos centros educativos se asumió
la orden, como ocurrió en la Universidad Javeriana, donde el Padre Félix Restrepo prohibió a
sus estudiantes participar de los actos conmemorativos. Sin embargo, en otras instituciones
ocurrió lo contrario. Y si bien no fue multitudinaria la presencia de estudiantes en el centro de la
ciudad ese día, se produjeron fuertes enfrentamientos con la fuerza pública y con los bomberos,
que debieron intervenir para dispersar a los estudiantes que arrojaron piedras a los uniformados.

354
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Al final, como lo destacó un diario conservador, los cuarteles de la policía no dieron abasto con
los estudiantes de universidades y colegios detenidos221.

Los hechos generaron un duro pronunciamiento de la prensa liberal. El Espectador habló de


intentos de subversión contra el liberalismo, empleando a los estudiantes como punta de lanza.
En el pronunciamiento del diario liberal, se articulaba sin ninguna duda lo sucedido en Tunja
con las protestas en Bogotá:

A partir de los trágicos sucesos de Tunja, originados en un insignificante conflicto de rivalidad


entre dos institutoras de un mismo plantel de educación femenina, se ha hecho notorio el
desarrollo de una constante agitación estudiantil, a cada momento dispuesta a los actos de
violencia, y siempre contra las autoridades civiles. Coincidencialmente (sic) los focos de esa
excitación de los muchachos de las aulas, aparecen en los centros educativos más hostiles al
régimen liberal, o tienen en ellos su repercusión más rápida y más violenta, sin el menor disgusto
de los directores y responsables de la disciplina. Es evidente que la fiesta estudiantil de ayer para
rememorar el 8 de junio estaba encaminada a producir refriegas callejeras, como lo demostró la
frustrada insistencia de hacer manifestaciones tumultuarias, violando la prohibición terminante
de la policía222.

Al día siguiente, se realizó una movilización en la que participaron estudiantes de la Universidad


Javeriana, quienes pedían la destitución del alcalde y del director de la Policía, por haber
prohibido la manifestación del día anterior. El 10 de junio los estudiantes continuaron agitando
en las calles la tesis del anticomunismo y apedrearon la sede del Partido Socialista. En la noche
de ese día, estudiantes de Derecho de la Universidad Nacional, opuestos a las acciones
registradas, realizaron una asamblea de la cual salió un duro pronunciamiento en el que, además
de expresar apoyo al gobierno liberal, rechazaba “los movimientos subversivos efectuados por
los estudiantes reaccionarios e irresponsables, que han pretendido en manifestaciones públicas
ser voceros del estudiantado de la Universidad” y condenaba “los brotes falangistas de la
Universidad, puestos de presente con los gritos de ‘Viva la Falange, Viva Franco’, dentro de la
Facultad de Derecho”223.

En la noche del 11 de junio, un grupo de estudiantes que se había concentrado en el Parque


Santander, quemó banderas rojas en alegoría al liberalismo y al comunismo, y reclamó la
renuncia de Gerardo Molina, el rector de la Universidad Nacional, al que consideraba afín al
bolchevismo224. De esos hechos la prensa liberal destacó la presencia de estudiantes de Tunja

221
Ver “El estudiantado capitalino se batió valientemente con la policía en plenas calles”, La Defensa (Medellín),
junio 9 de 1945, p. 1 y 5.
222
Ver El Espectador (Bogotá), junio 9 de 1945, p. 4.
223
Ver El Espectador (Bogotá), junio 11 de 1945, p. 1 y 3.
224
Los antecedentes socialistas de Gerardo Molina, sirvieron para que sectores del conservatismo y el clero
argumentaran que su nombramiento como rector de la Universidad Nacional en 1944, reflejaba el avance del
comunismo en el país. Sobre Gerardo Molina y su papel como rector de la Universidad Nacional, ver Mario Aguilera
Peña (Asesor histórico), Gerardo Molina y la Universidad Nacional, Editorial Unibiblos, Bogotá, 2001.

355
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

que habían llegado a Bogotá para asistir al Congreso Latinoamericano de Educación Católica225.
También resaltó la participaron de alumnos de colegios que fueron autorizados “por sus
profesores para abandonar las aulas y lanzarse a la calle a disputar a piedra y a palo con los
comunistas y con la policía”226. La retórica anticomunista para ese momento había llegado a su
clímax entre los estudiantes227, estimulada por las opiniones de autoridades religiosas como el
Padre Félix Restrepo, quien se refirió a la supuesta presencia comunista en la Universidad
Nacional, a través de una metáfora que asociaba el comunismo a una enfermedad viral que debía
ser combatida: “Si en la Universidad Nacional tampoco se encuentra ese contagio, nos alegramos
todos los colombianos; pero si la infección existe, es inevitable la fiebre en un organismo
sano”228. El diario El Siglo, por su parte, afirmó que lo sucedido en Bogotá, hacia parte de una
lucha por impedir que el comunismo y los “bárbaros de Siberia” se tomaran a Colombia:

Los estudiantes de todo el país han persistido en sus propósitos de lucha contra el comunismo.
Bogotá marcó el comienzo de la campaña que ha repercutido con no menos fervor en Medellín,
en Bucaramanga, en Cartagena, en Cúcuta y en Pamplona, y en todos aquellos lugares donde el
estudiantado libre sigue siendo la esperanza de Colombia229.

El impacto de la retórica anticomunista en los universitarios se observa, por ejemplo, en una


comunicación suscrita a nombre de un Comité Estudiantil, en el que se invita a los jóvenes a
librar una batalla por lo que se asumía como un hecho incontrovertible: la injerencia del
comunismo en la educación del país. En el pronunciamiento mencionado, se lee lo siguiente:

Estudiantes de universidades y bachillerato:

La patria os convida a librar una jornada gloriosa. Pasos luminosos y brillantes corresponde dar
a la juventud en estos momentos. La educación en Colombia está siendo infiltrada por el
comunismo que tiene su presa predilecta en la Universidad. Libremos pues a la Universidad del
comunismo.

225
Ver “Estudiantes falangistas de Tunja actúan en Bogotá para acrecentar la agitación”, El Radical (Tunja), junio
13 de 1945, p. 1.
226
Ver “El orden público”, El Espectador (Bogotá), junio 13 de 1945.
227
Como demuestra Javier Guerrero Barón en su documentada investigación sobre los efectos ideológicos de la
Segunda Guerra Mundial en Colombia, la retórica anticomunista fue reconstruida por el conservatismo laureanista
desde las páginas de El Siglo, acudiendo a expresiones como “chusma comunista” y “turba comunista”, con las
cuales se construyó un enemigo (que incluía al comunismo criollo, pero por sobre todo, al liberalismo, la cabeza
del basilisco), al que había que derrotar. Ver Guerrero Barón, El proceso político de las derechas en Colombia…,
Op. cit.
228
Ver “El rector javeriano quiere que la Nacional expulse a los socialistas”, El Liberal (Bogotá), junio 14 de 1945,
p. 1.
229
Ver “Acción anticomunista”, El Siglo (Bogotá), junio 16 de 1945, p. 5. Meses atrás, Monseñor Miguel Ángel
Builes había expresado: “En 1930 subió al poder el liberalismo, y con este hecho se franquearon las puertas del
monstruo moscovita, merced a la afinidad de doctrinas entre la secta que empezaba a gobernar y el comunismo”.
Ver El Siglo (Bogotá), septiembre 12 de 1944, p. 11; mientras que el Arzobispo de Popayán, Diego María Gómez,
había señalado que “la gran amenaza que existe hoy contra la patria y contra el orden social, es la organización del
comunismo en Colombia”. Ver El Siglo (Bogotá), mayo 26 de 1945, p. 1 y 8.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

La asamblea estudiantil decidirá si la Universidad debe estar o no gobernada por el comunismo


y planteará la renuncia de algunos profesores que hacen práctica comunista en ella. Rogamos a
la prensa, a los hombres de buena voluntad, no desvirtuar nuestro movimiento y atender a este
grito de alarma que sale de los pechos juveniles y sinceros, no contaminados por las rastreras
conveniencias políticas230.

También se anunció la creación de un Comité Nacional Estudiantil Anti–comunista, que sería


activado en Bogotá y tendría como finalidad coordinar “las actividades antibolcheviques del
estudiantado en toda la nación”231. En Bogotá, y de la mano de la retórica anticomunista, sectores
del conservatismo, el clero y la comunidad estudiantil pretendieron la cabeza del rector Gerardo
Molina, como ya se indicó. Esto agudizó los enfrentamientos entre los mismos estudiantes.
Quienes defendían la presencia de Molina en el rectorado de la Universidad Nacional,
desplegaron iniciativas para manifestar su inconformidad ante los ataques de que éste era objeto.
En un pronunciamiento, más de trescientos estudiantes de la Facultad de Medicina, expresaron
el apoyo a la gestión del rector, porque había “sido garantía de progreso educacional, fuerza de
unión universitaria y consolidación del espíritu nacional”232.

Las tensiones obligaron al Ejecutivo a declarar el estado de sitio en Bogotá el 12 de junio,


aduciendo que las protestas de los estudiantes formaban parte de un plan que se estaba ejecutando
desde hacía algún tiempo, y que buscaba la caída del gobierno. La prensa liberal secundó esa
tesis del Ejecutivo, y acusó sin ambages al conservatismo de conspirar de forma permanente233.

3.9.5 Ahora en Medellín

Tienen perfecto derecho los estudiantes de un país católico a protestar porque el comunismo, negación de Dios,
de humanidad, de religión, de libertad, de orden social, de gobierno o autoridad, de convivencia fraternal y de
respeto al derecho, de sujeción a las leyes morales y positivas, se venga adueñando de posiciones dirigentes,
vaya calando por una tolerancia inconveniente en las clases sociales, se infiltre con crecido auge en nuestras
organizaciones políticas y amenace corromper la generación porvenir desde las cátedras que el gobierno,
contra el querer de los sentimientos católicos, ha propiciado antipatriótica e inoblemente (sic).
La Defensa (Medellín), junio 15 de 1945, p. 4.

En Medellín los estudiantes de la Universidad Católica Bolivariana (dirigida por el Padre Félix
Henao Botero), se sumaron a las protestas “para manifestar su adhesión a los colegas de Bogotá
en esta hora de represión de las fuerzas comunistas”234. Como había sucedido en Bogotá, en la
capital antioqueña los estudiantes conservadores se movilizaron agitando la bandera del
anticomunismo. No casualmente, el Directorio Conservador de Antioquia lanzó, en plena
coyuntura, un manifiesto político titulado ¡A la juventud corresponde la lucha anti-comunista!,

230
Ver “El rector javeriano quiere que la Nacional expulse a los socialistas”, El Liberal (Bogotá), junio 14 de 1945.
231
Ver “Acción anticomunista”, El Siglo (Bogotá), junio 16 de 1945 p. 5.
232
Ver “Vasto plan falangista en Boyacá”, El Espectador (Bogotá), junio 16 de 1945, p. 4.
233
Ver El Espectador (Bogotá), junio 13 de 1945; Ver “Bogotá en estado de sitio”, El Tiempo (Bogotá), junio 13
de 1945.
234
Ver El Siglo (Bogotá), junio 16 de 1945.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

que fue reproducido por la prensa e influyó notablemente en el comportamiento de los


estudiantes afines al conservatismo y al catolicismo. El 14 de junio, éstos convocaron a una
manifestación en el Parque de Bolívar, que debía partir hacia el edificio de la Gobernación. Un
volante, firmado por un denominado Comité Central y repartido en la concentración, expresó los
motivos que acompañaban a los estudiantes:
Estudiantes de Antioquia

El movimiento estudiantil que actualmente se realiza, no va contra el Gobierno ni contra ningún


centro educativo de la ciudad. Sobra decir que tampoco lo guía otro fin que el de apoyar al
estudiantado de Bogotá en su vigorosa lucha contra el comunismo. Queremos con esta
advertencia desmentir las especies comunistas de que nuestro movimiento es político y que va
contra el Gobierno.

Estudiantes unidos de Antioquia!! Todos a la manifestación de esta tarde contra el comunismo.


Adelante!! (sic)235.

Luego de iniciada la movilización, los “estudiantes católicos” (así los llamó El Siglo), que en ese
momento incluía a alumnos de colegios de secundaria, se encontraron de frente con la “brigada
de choque de los bolcheviques que estudian en la Universidad de Antioquia”, lo que originó un
enfrentamiento en el que tuvo que intervenir la policía236. Al final de la jornada resultaron varios
heridos237, situación que obligó a las autoridades a prohibir nuevas manifestaciones, como la que
pretendieron realizar al día siguiente los estudiantes de la Universidad Católica Bolivariana y del
Colegio de San Ignacio (de los Padres Jesuitas). No obstante, El Colombiano en la edición que
circuló el día en que pretendía realizarse la movilización, publicó en primera plana un aviso de
los alumnos de la Escuela de Derecho de la UCB, en donde invitaba a los “estudiantes
anticomunistas” a concentrarse en horas de la tarde en la Plaza de Bolívar.

235
Ver “A las cuatro comienza la manifestación estudiantil”, La Defensa (Medellín), junio 14 de 1945, p. 1 y 3.
236
Ver “Azuzadores comunistas provocaron ayer un sangriento choque contra estudiantes”, El Siglo (Bogotá), junio
15 de 1945, p. 10.
237
Ver “Los comunistas: únicos culpables de los escándalos de ayer”, La Defensa (Medellín), junio 15 de 1945, p.
1 y 3.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Titulares de primera página de La Defensa de Medellín.


Fuente: La Defensa (Medellín), junio 12 de 1945, p. 1.

A pesar de la prohibición ordenada por el gobierno local, estudiantes de la UCB, del Colegio de
San Ignacio y del Colegio San José, salieron a las calles en dirección a la Plaza de Bolívar, dando
origen en poco tiempo a un enfrentamiento entre los estudiantes católicos y los “estudiantes
demócratas” (así llamaba la prensa liberal a los estudiantes de la Universidad de Antioquia), lo
que obligó a la intervención de la policía. Al final, como lo recreó un diario liberal, los
“estudiantes demócratas, unidos a la policía, lograron que los falangistas se retiraran de las
calles”238. Estos hechos daban cuenta del clima de tensión existente entre los estudiantes de
distintas universidades y filiaciones políticas. Clima que adquirió expresiones delicadas, como
lo informó un diario conservador:
Con motivo de los sucesos de ayer, los ánimos estudiantiles amanecieron bastante caldeados por
las naturales recriminaciones de parte y parte entre las diversas corrientes en que actualmente está
dividida la opinión universitaria. (…) Varios muchachos liberales y comunistas, planearon una
linchada a los principales cabecillas de la manifestación. (…) Todo parece indicar que los
comunistoides (sic) o simpatizantes, están dispuestos a seguir agrediendo al estudiantado
católico239.

3.9.6 En el nororiente del país

En Bucaramanga los estudiantes del Colegio San Pedro Claver declararon la huelga en la mañana
del 12 de junio, como expresión de apoyo al movimiento de los universitarios conservadores en
Bogotá. En cuestión de horas se sumaron los alumnos del Instituto Técnico Radio Comercial, el
Colegio Virrey Solís, el Colegio de San Francisco y el Colegio del Rosario, que “salieron en
manifestación portando cartelones alusivos al movimiento y gritando abajos (sic) al
comunismo”240.

Al día siguiente, recorrieron las calles “cantando el himno nacional y lanzando abajos (sic) al
comunismo”. Tuvieron tiempo, además, para rectificar a Vanguardia Liberal por las acusaciones
que, según manifestaban, emitía el diario liberal: “Con el mismo derecho y el mismo fundamento
que su diario acusa nuestro movimiento de falangista, podríamos nosotros a la vez acusar a su
periódico de comunista y vendido al Kremlin. Las afirmaciones cuando brotan de hombres
responsables y dignos, se confirman con hechos y no con gratuitas suposiciones”, anotaron los
estudiantes241.

238
Ver El Espectador (Bogotá), junio 14 de 1945, p. 1.
239
Ver “A punto de linchar a un estudiante católico en la Universidad de Antioquia”, La Defensa (Medellín), junio
15 de 1945, p. 1 y 8.
240
Ver “El estudiantado santandereano apoya la huelga de los estudiantes universitarios”, El Demócrata
(Bucaramanga), junio 13 de 1945, p. 1 y 8.
241
Ver “La huelga estudiantil continua en Bucaramanga”, El Demócrata (Bucaramanga), junio 14 de 1945, p. 1. El
periódico Vanguardia Liberal de Bucaramanga, cumplió un papel destacado en la defensa de la obra de la República

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Una nueva movilización en apoyo a los estudiantes bogotanos se registró al día siguiente, la cual
contó con la participación de cerca de mil alumnos, en particular de colegios religiosos. Cantando
el himno nacional, portando banderas y cartelones con títulos como “No queremos órdenes de
Moscú” y “Viva Eduardo González, el mártir de Tunja”, los estudiantes se dirigieron a la Plaza
Bolívar, donde un orador expresó que los motivos de la manifestación “no eran otros que la
defensa de la integridad nacional vulnerada con las ideas totalitarias del comunismo, el enemigo
más terrible de la democracia”242. En otro momento, estudiantes del Colegio San Pedro Claver
afirmaron estar en huelga para velar por el Concordato243. Ante la secuencia de las
manifestaciones, el alcalde de la ciudad emitió un decreto prohibiendo su realización, decisión
que fue apoyada por la Asamblea del Departamento, lo que generó molestias entre los
estudiantes244.

En Pamplona la agitación involucró a alumnos de diversos colegios religiosos. El hecho


desencadenante fue un procedimiento administrativo que involucró al Colegio Provincial de
Pamplona. Al presentar renuncia el antiguo consiliario del colegio, a comienzos de junio, el
Gobernador Lamus Girón designó su reemplazo, el cual fue rechazado de manera enérgica por
el padre Gilberto Fabián, rector del plantel, “con lo cual tácitamente se declaraba en rebeldía
contra un decreto de la gobernación”245. El mandatario departamental tomó en cuenta la actitud
del director del colegio para ordenar su remoción246, a lo que los hermanos de la comunidad
religiosa que administraba el plantel respondieron con la decisión de rescindir el contrato
celebrado con el gobierno, si se cambiaba al rector.

La noticia de la posible salida de los hermanos produjo una evidente exaltación de ánimos en
distintos círculos de la población. Los estudiantes del Colegio Provincial no tardaron en
amenazar con la huelga247, acto que fue replicado por las alumnas del Colegio Provincial
Femenino, dirigido por las Hermanas Terciarias. El 15 de junio se realizó una manifestación de
estudiantes de todos los colegios regentados por los hermanos cristianos248. En una de las
manifestaciones, encabezada por las alumnas del Colegio Provincial, varios estudiantes hablaron
desde los balcones del Club del Comercio, mientras que en las calles se lanzaron gritos contra el

Liberal, lo que le mereció el rechazo de los sectores conservadores de la región. Al respecto, pude consultarse la
investigación citada de Álvaro Acevedo Tarazona y Jhon Jaime Correa Ramírez, Tinta Roja. Prensa, política y
educación en la República Liberal (1930 – 1946)…, Op. cit.
242
Ver “No queremos ordenes de Moscú, dice estudiantado de Santander Sur”, El Siglo (Bogotá), junio 16 de 1945.
243
Ver “El rector de San Pedro aboga por la huelga estudiantil”, El Tiempo (Bogotá), junio 15 de 1945.
244
Ver El Espectador (Bogotá), junio 14 de 1945, p. 1.
245
Ver El Espectador (Bogotá), junio 15 de 1945, p. 1 y 3.
246
Ver “Tiende a agravarse ahora la situación en Pamplona”, El Liberal (Bogotá), junio 20 de 1945, p. 11.
247
Ver “Sigue delicado el problema del Colegio Provincial de Pamplona”, Vanguardia Liberal (Bucaramanga),
junio 17 de 1945, p. 1.
248
Ver El Liberal (Bogotá), junio 16 de 1945.

360
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Partido Comunista y se portaron cartelones que, según afirmó un diario liberal, habían sido
impresos en los talleres del periódico Trabajo, de orientación conservadora.

Como había ocurrido en otras ciudades, las protestas se alimentaron de ideas y afirmaciones de
la prensa conservadora acerca de la religión católica, que sin duda, incidió en el comportamiento
de los jóvenes estudiantes. Por ejemplo, según El Siglo, lo que buscaba el gobierno con la
supuesta cancelación de los contratos con los Hermanos Cristianos en todo el departamento era
“sovietizar la juventud”249, a lo cual respondía la prensa liberal, señalando que en realidad lo que
allí ocurría era “un movimiento falangista, de idéntico carácter al que se ha desarrollado en otras
secciones de la república”250.

Los hechos de Pamplona incidieron en instituciones educativas de Cúcuta. Las protestas


corrieron por cuenta de los estudiantes del Colegio del Sagrado Corazón, quienes declararon la
huelga en solidaridad con los de Pamplona, lo que condujo al cierre del plantel por orden de la
directiva251. En la capital nortesantandereana se realizaron movilizaciones en donde se
escucharon gritos contra el comunismo252.

3.9.7 ¿Un 8 de junio al revés?

Muerto el estudiante Eduardo González en Tunja, por qué la prensa liberal no reproduce los editoriales del 8
de junio, cuando pereció el estudiante Bravo Pérez? (sic).
El Siglo, Bogotá, mayo 27 de 1945.

Sin duda, el conservatismo aprovechó lo ocurrido en Tunja para promover protestas estudiantiles
en otras ciudades del país y provocar una crisis política similar a la ocurrida el 8 de junio de 1929
en Bogotá, acontecimiento que el liberalismo había convertido en un lugar de memoria, y en
cuya narrativa el conservatismo aparecía como una fuerza derrotada253. Eso explica, por ejemplo,
que el asesinato del estudiante Eduardo González le sirviera para ajustar cuentas con el
liberalismo por los hechos de junio de 1929, como se aprecia al leer una comunicación, a
propósito de la muerte del estudiante en Tunja:
Esa prensa que a diario recuerda los sucesos de las Bananeras, que fueron un claro intento de
subvertir el orden público, y la muerte de Gonzalo Bravo Pérez, cuando los sucesos del ocho de

249
Ver “Profesores y alumnos declararon la huelga en Pamplona y Cúcuta”, El Siglo (Bogotá), junio 28 de 1945, p.
10.
250
Ver El Espectador (Bogotá), junio 15 de 1945, p. 1 y 3.
251
Ver El Liberal (Bogotá), junio 20 de junio de 1945, p. 11.
252
A la capital del Atlántico también llegó la ola de protestas estudiantiles. Alumnos del Colegio de Barranquilla
(oficial), del Colegio Biffi, del Colegio San José y del Colegio San Roque, regentados por los Hermanos Cristianos
y jesuitas, recorrieron en varias oportunidades las calles de la ciudad, cometiendo actos violentos y agitando la
bandera del anticomunismo, según advirtió la prensa liberal. Ver El Espectador (Bogotá), junio 28 de 1945, p. 1;
Ver El Liberal (Bogotá), junio 29 de 1945.
253
Hemos analizado el significado de la fecha en “El 8 de junio y las disputas por la memoria. 1929–1954”, en
Historia y Sociedad, N°22, Medellín, 2012.

361
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

junio, ha preferido en esta ocasión enmudecer para no tener que censurar tan estéril como
increíble asesinato254.

Al considerar que por fin tenía su propio 8 de junio conservador, el conservatismo usó la muerte
de Eduardo González, a quien sin titubeos llamó el estudiante mártir255, y pretendió convertirlo
en un símbolo para los estudiantes del país:

Eduardo González, fusilado por el régimen en una de las calles de Tunja, es el símbolo del
estudiantado colombiano, que como respuesta a sus justos clamores, recibe una descarga de
fusilería. El nombre de este estudiante vivirá siempre en la memoria de sus actuales y futuros
compañeros a modo de elocuente demostración de cómo actualmente se solucionan los problemas
públicos y de cómo entiende este gobierno el respeto que le merece la inviolabilidad de la vida
de sus ciudadanos256.

Sin embargo, para diarios como El Liberal, las movilizaciones estudiantiles de mayo y junio
respondían a un plan desestabilizador de mayor alcance, que se cobijaba bajo el manto de un
movimiento contra el comunismo, pero que en realidad pretendía editar un “ocho de junio al
revés”257:
Trátese, ni más ni menos, que de repetir un 8 de junio artificial, alegando peligros imaginarios
para la juventud en las lecciones de la Universidad, como si los mismos que tales cosas dicen no
estuvieran convencidos hasta la saciedad de que eso no es así, y de que si en alguna vez nuestras
instituciones docentes primarias, secundarias o profesionales han gozado de verdadero estímulo
y de libertad ilimitada para su desarrollo, es precisamente ahora, cuando por una verdadera y
constante preocupación por parte del gobierno florecen escuelas por todas partes, se fundan
institutos de estudios secundarios y se incrementan en forma notable las Facultades en muchas
ramas de la instrucción universitaria, reducida hasta hace poco a tres especialidades, hoy
multiplicadas en muchas más, todas prósperas y bien dirigidas258.

El plan desestabilizador al que se refería la prensa liberal, y que reproducía la interpretación del
Ejecutivo, abarcaba diversos escenarios. A comienzos de marzo de 1945, recientemente
levantado el estado de sitio, la policía había descubierto en la Catedral Primada de Bogotá un
depósito de armas y explosivos que supuestamente se emplearían para alterar el orden y afectar
al gobierno. El 31 de mayo se descubrió un plan de amotinamiento de presos recluidos en el
Panóptico de Bogotá, y se adujo que el hecho tenía conexión con los hechos de Tunja259. El
jueves de Corpus del mismo año, según informó la prensa liberal, se frustró otro golpe sedicioso.

254
Ver “El estudiante Eduardo González”, El Siglo (Bogotá), mayo 27 de 1945.
255
Desde el principio, la prensa liberal –especialmente la de Bogotá- puso en duda la responsabilidad de la policía
en la muerte del estudiante y del artesano, mientras que la prensa conservadora no dudó en establecer esa
responsabilidad, motivada, en parte, por el interés de establecer una similitud con lo ocurrido en junio de 1929. Ello
explica que la noticia construida por los conservadores, acudiera a procedimientos similares a los empleados por
los diarios liberales que registraron la muerte de Gonzalo Bravo Pérez en junio de 1929.
256
Ver “El estudiante Eduardo González”, El Siglo (Bogotá), mayo 27 de 1945.
257
Ver El Liberal (Bogotá), junio 28 de 1945, p. 1.
258
Ver El Espectador (Bogotá), junio 12 de 1945, p. 4.
259
Ver “La rebelión en el panóptico tenia conexiones con Boyacá”, El Liberal (Bogotá), junio 4 de 1945, p. 1.

362
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

A ese ambiente de zozobra se sumaron los escándalos que Laureano Gómez refería desde El
Siglo y que, a su juicio, comprometían al Presidente López Pumarejo (la muerte del boxeador
negro Francisco A. Pérez; el caso de la trilladora Tolima, etc.). Todos estos hechos afectaron al
liberalismo pero, por sobre todo, a “la reciedumbre combativa del propio presidente”260. El
gobierno, desde luego, reaccionó: el 1 de junio declaró turbado el orden público, concedió
libertades a la policía nacional para manejar la situación de orden público en la capital del país
y a través del Decreto N°1411, declaró la censura para la prensa hablada y escrita de Bogotá.

El Siglo refiere los enfrentamientos entre los estudiantes y la policía en Bogotá en junio de 1945.
Fuente: El Siglo (Bogotá), junio 12 de 1945, p. 1.

No obstante, el ambiente derivado de las protestas estudiantiles de mayo y junio agudizó la crisis
de gobernabilidad del Ejecutivo261. En el mensaje presidencial del 26 de junio de 1945 al
Congreso, el Presidente López Pumarejo se refirió a la grave situación de orden público, y
manifestó su deseo de dejar el cargo y abrir paso “a un ciudadano que (pudiera) congregar en
torno suyo a todos los grupos liberales y ser bien acogido por el partido conservador”262.
Finalmente, la crisis llegó a su máxima expresión el 31 de julio de 1945, cuando López Pumarejo
formalizó su renuncia ante el Congreso, que designó a Alberto Lleras Camargo como su
reemplazo263.

260
Gustavo Humberto Gutiérrez, “Segunda administración de López Pumarejo”, en Álvaro Tirado Mejía (Director),
Nueva Historia de Colombia, Planeta Editorial, Bogotá, 1989, p. 378.
261
Desde mucho antes el Presidente Alfonso López Pumarejo había dado señales de querer dejar el cargo. En
noviembre de 1943, solicitó una licencia para poder acompañar a su esposa a un tratamiento médico en Estados
Unidos, la cual, al cabo de un tiempo, pidió que le fuera prorrogada por más tiempo. Regresó en febrero de 1944, y
tres meses después, en mayo, presentó su renuncia al Congreso, la cual no fue aceptada.
262
Gutiérrez, “Segunda administración de López Pumarejo”,… Op. cit., p. 383.
263
Refiriéndose al mensaje del Presidente al Congreso, en el que presentó su renuncia formal, El Espectador destacó
que de ser aprobado su retiro, éste sería “celebrado segura y merecidamente como una victoria de la política de la
subversión”. Ver El Espectador (Bogotá), junio 27 de 1945, p. 4.

363
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

3.9.8 Conclusiones del capitulo

La protesta estudiantil en la primera mitad del siglo XX, así como los motivos y formas que
adoptó, fueron el tema central de este capítulo. Como se advirtió desde un comienzo, ha sido
ésta una materia que no se ha explorado desde una perspectiva de larga duración, que ofrezca
una visión de conjunto de las formas de la acción colectiva que desplegaron los estudiantes del
país, en una época marcada por constantes agitaciones y rupturas, y de las cuales los
universitarios fueron participes. Metodológicamente, se optó por abordar el tema a partir del
estudio de cinco casos registrados en distintos momentos, que, al ser divisados e interpretados
en una especie de plano secuencia, permitirían identificar cambios y permanencias de las formas
de la protesta estudiantil.

El primer caso que se analizó fue la huelga universitaria de Popayán, en 1921. Se trató de la
primera “gran” protesta estudiantil ocurrida en Colombia hasta esa fecha. Antes habían existido
otras formas de acción, como los mítines y las declaraciones públicas, pero no tuvieron la
dimensión (en tiempo y espacio), del conflicto en Popayán. Las pretensiones de las autoridades
académicas de impedir que los estudiantes participaran en las fiesta de la ciudad, como era
tradición, desencadenó la inconformidad. Detrás de esa decisión se escondía el interés de
preservar un modelo de estudiante, recatado y alejado de las distracciones mundanas. Un modelo
distinto al que reivindicaban los estudiantes, para quienes la diversión, además, de ser una
necesidad, se perfilaba como un componente central en la forma de asumir la modernidad.

Del conflicto universitario se destacó su proyección nacional y las expresiones de solidaridad


que despertó, mostrando la importancia que comenzaba a tener el intercambio de
comunicaciones entre los estudiantes de distintas ciudades. Puso también el conflicto en
evidencia el papel de los liderazgos estudiantiles, algo que incomodaba a sectores de la vida
política tradicional264. En efecto, en la huelga se destacaron líderes como Jorge Guzmán, Lucio
Herrera y Rafael Velasco, entre otros, aunque se aclaró que los estudiantes de la Universidad del

264
El estudiante Manuel Alberto Vergara fue objeto, en efecto, de ataques de sectores del conservatismo local,
ligados al periódico La Patria, que intentó cuestionar su papel en la huelga. Los compañeros de Vergara salieron
en su defensa: “Nuestro amigo don Manuel Alberto Vergara está por encima de las calumnias de que quieran hacerlo
victima en Popayán los enemigos de la juventud independiente, y las protestas unánimes que en esa noble ciudad
ha producido el burdo desplante de adversarios sin escrúpulos deben constituir para él plena satisfacción. La
honradez, caballerosidad y perfecta corrección del señor Vergara están fuera de toda duda, y nada hay más honroso
para él que su actuación en el conflicto universitario del Cauca, a donde fue con sus propios recursos, impulsado
sólo por el deseo de conocer los rincones todos de su patria y alejado de toda idea egoísta y de todo pensamiento de
lucro. Cuanto en contra de esto se diga, es baja calumnia, que solo desprecio merece y contra la cual protestamos
cuantos conocemos a Manuel Alberto Vergara y sabemos lo mucho que vale”. Ver “En contra de una calumnia”, El
Tiempo (Bogotá), febrero 11 de 1921, p. 5.

364
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Cauca, desde antes de 1921, promovían formas de organización, articuladas a la Sociedad de


Ingeniería y la Sociedad Jurídica265.

Entre los hechos destacados que dejó la huelga, se debe mencionar la creación de la Asamblea
de Estudiantes de Popayán y la fractura del bloque de poder local, que adoptó posturas a favor
de alguno de los dos bandos enfrentados266. Se trataba, según exponía el diario, de una crisis que
ponía en riesgo libertades, por el tosco proceder de “el espíritu viejo y bárbaro de funcionarios
que no entienden su oficio”, e invocó, como lo habían hecho los estudiantes, la intervención del
gobierno nacional, para evitar que estos funcionarios continuaran administrando el
departamento, con criterios que demostraban “ignorancia crasa de la pedagogía y una ausencia
completa de cultura”267.

La huelga del Colegio Mayor del Rosario, en 1930, demostró la vigencia de demandas que desde
años atrás promovían los estudiantes del país, como la democratización de la vida en los planteles
educativos268. En una columna periodística publicada por los días de la huelga, German
Arciniegas, un abanderado de la reforma universitaria en años anteriores, vio en el conflicto en
el Colegio del Rosario una expresión del problema universitario que existía en Colombia y que
no había sido resuelto, a su juicio, por culpa de los gobiernos conservadores. De ahí que siguiera
insistiendo (en 1930) en la “urgente necesidad de una reforma en los altos estudios”269. En la
misma dirección, el estudiante Roberto Posada Zarate expresó en una conferencia radial, que el

265
La Sociedad Jurídica editaba la Revista de Derecho y Ciencias Políticas, en donde se publicaba información
sobre aspectos académicos y culturales de la Universidad del Cauca y de otros establecimientos educativos del país.
Como lo indicamos en el Capítulo Primero, las sociedades jugaron un papel importante en los procesos de
sociabilidad estudiantil, en la etapa anterior a la constitución de las agremiaciones estudiantiles de los años veinte.
Para ilustrar el papel de la Sociedad Jurídica, transcribimos la siguiente nota aparecida en un número de la revista:
“Tenemos motivos de especial agradecimiento para con los miembros de la Sociedad Jurídica de la Escuela de
Derecho de la Universidad Nacional de Bogotá quienes movidos por un espíritu de confraternidad y solidaridad, no
han esquivado los medios para estrechar más las relaciones con los miembros de la nuestra. Para ello no se han
contentado con enviarle a nuestra Sociedad una atenta nota de saludo sino que también nos han remitido algunos
ejemplares del Órgano de su publicación Revista Jurídica, la que hoy día forma parte muy valiosa de la incipiente
biblioteca de nuestra Sociedad”. Ver Revista de Derecho y Ciencias Políticas. Órgano de la Sociedad Jurídica de
la Universidad del Cauca, Imprenta de la Universidad, Popayán, abril – mayo de 1919, p. 104.
266
Ver “Noticias de Popayán”, El Tiempo (Bogotá), febrero 10 de 1921, p. 1.
267
Ver “Conflicto universitario”, El Espectador (Bogotá), enero 10 de 1921, p. 3.
268
En el Tercer Congreso Nacional de Estudiantes reunido en Ibagué en 1928, se había discutido la intervención de
los alumnos en el gobierno de los planteles como una expresión de la reforma universitaria. Ver Alberto Gómez
Martínez y Albio Martínez Simanca, Estudiantes y cambios generacionales en la sociedad colombiana (1910 –
1934), Graficas Ducal, Bogotá, 2012, p. 193.
269
Ver “La universidad de los colombianos”, El Tiempo (Bogotá), julio 8 de 1930, p. 4. Ocho días después de que
apareciera la nota, Arciniegas leyó un discurso en la Universidad de Columbia (16 de julio), en donde, refiriéndose
al papel de los universitarios en la historia de Hispanoamérica, destacó la importancia de la huelga estudiantil en el
Colegio del Rosario. Recordaba que hacía poco tiempo “en el colegio del Rosario formularon los estudiantes
bogotanos un programa de autonomía universitaria, pero antes llamaron la atención de la ciudad abandonando el
edificio y trasladando los dormitorios a la Casa del Estudiante. A través de las calles principales se les vio desfilar
con los colchones al hombro, mientras en las puertas del colegio se decían estas palabras: ‘Esta casa se alquila’”.
Ver “La vida universitaria en Hispanoamérica”, El Tiempo, Bogotá, julio 30 de 1930, p. 5.

365
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

momento del país exigía un “nuevo tipo” de universidad, despojada del “sello medieval” que la
caracterizaba270.

Estas opiniones muestran que el conflicto en el Colegio del Rosario puso de nuevo en el debate
político la necesidad de emprender una reforma al sistema educativo universitario. Así lo
reconocían los propios rosaristas cuando demandaban la ejecución de “reformas inaplazables”
que condujeran al otorgamiento de derechos y reconocimientos a todos los estudiantes
matriculados en el colegio271. El apoyo que recibieron los rosaristas de la Federación Nacional
de Estudiantes y del Centro Departamental de Estudiantes, gremios conducidos por líderes
estudiantiles identificados plenamente con el discurso reformista de 1918, fue una expresión de
esa identidad en los fines.

Entre los repertorios de lucha que se emplearon, sobresalió el abandono del Colegio del Rosario
como medida de presión, algo poco común en los conflictos estudiantiles en el país (aunque se
aplicó en otros contextos nacionales y en épocas diferentes272). Como se resaltó, la determinación
de los estudiantes de abandonar el plantel tuvo un efecto simbólico difícil de soslayar: generó un
vacío de poder que no pudieron remediar las autoridades del plantel. Para sostener la huelga, los
rosaristas desplegaron además, junto a compañeros de otras instituciones educativas, diversas
actividades de propaganda y solidaridad, en donde también participaron las candidatas que
participaban en el reinado estudiantil.

La huelga del Rosario de 1930, por cierto, puso en evidencia el peso de la Federación Nacional
de Estudiantes y el papel que seguía desempeñando la Casa del Estudiante, como espacio de
sociabilidad política en la capital. Surgida en 1924, la edificación sirvió para que los estudiantes
federados de universidades y colegios de Bogotá, tuvieran un espacio en donde encontrar apoyo
material, pero también, un lugar para la entretención, la reunión e incluso la conspiración
política. La solidaridad estudiantil fue un factor importante para explicar la disposición de los
estudiantes de sostener una huelga en un establecimiento educativo como el Colegio del Rosario,
sin temor a perder la calidad de matriculado, y desafiando a las autoridades del plantel119.
También demuestra la integración entre los estudiantes en la capital del país.

De otro lado, el conflicto del Rosario puso en evidencia las tensiones que existían al interior del
conservatismo en el poder, por la discusión sobre la reforma universitaria. Los hechos analizados
mostraron a un Presidente dubitativo para actuar, pero por otro lado, a un joven ministro

270
Ver “La generación de la reforma y la exclaustración de la cultura”, El Tiempo (Bogotá), julio 16 de 1930,
p. 13. La conferencia del universitario Roberto Posada Zarate fue leída en la emisora HJN de Bogotá, el 1 de julio
de 1930.
271
Ver “Los rosaristas contestan a don Tomás Rueda Vargas”, Mundo al Día (Bogotá), junio 28 de 1930, p. 16.
272
Para el caso español, José Álvarez Cobelas, Envenenados de cuerpo y alma. La oposición universitaria al
franquismo en Madrid (1939-1970), Siglo XXI de España, Madrid, 2004, p. 294. Para el caso de América Latina,
Aldo E. Solari, Estudiantes y política en América Latina, Monte Ávila Editores, Caracas, 1968, p. 58.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

partidario de la reforma educativa y un aliado de los estudiantes en sus demandas273. Tal postura,
como se indicó, era contraria a la del Arzobispo de Bogotá. Lo anterior demuestra, como se
indicó en un análisis sobre la educación en Colombia estos años, que las discusiones sobre la
reforma educativa en el país, “involucró a grupos intelectuales y a movimientos de ideas más
amplios de los que se señalan regularmente”274.

Con el caso de la huelga en el Liceo Celedón, en 1940, se quiso mostrar que los estudiantes de
colegios también fueron promotores de conflictos en el país. Al respecto, nos llamó la atención
ver la disposición de los estudiantes para sostener una huelga durante varias semanas, desafiando
las advertencias del gobierno del presidente Eduardo Santos, y al Ministro de Educación, a los
partidos tradicionales (salvo uno que otro dirigente local) y a la prensa nacional y de Santa Marta.
Como se mostró, un factor que jugó a favor de los estudiantes fue la existencia de una tradición
de lucha que se reflejó en cuestiones como la constitución de un comité de huelga que asumió la
vocería del estudiantado y garantizó el orden interno del movimiento estudiantil275.

De esa huelga, es de destacar el comportamiento no violento de los estudiantes, a pesar de que


hubo circunstancias que pudieron favorecerlo. La prensa local destacó que si bien los estudiantes
en huelga permanecían en las calles, lo hacían en orden y sin causar problemas. Ni siquiera,
cuando se conoció la decisión del gobierno de clausurar el Liceo Celedón, se registraron hechos
violentos.

En el transcurso de la huelga afloraron posturas oficiales acerca del comportamiento que debían
tener los colegiales. Se debe recordar que la huelga del Liceo Celedón se dio en un contexto
político marcado por el interés del Estado, en cabeza del Presidente Eduardo Santos, de constituir
un modelo de juventud, amante de la institucionalidad y el orden. El origen del Día de la
Juventud, tiene que ver con tal interés276.

Finalmente, dos hechos sobresalen de la huelga de 1940. A diferencia de lo ocurrido años atrás,
cuando existía una organización estudiantil en el país, particularmente en el ámbito universitario,
para 1940 los estudiantes del Liceo Celedón no contaron con apoyo de sus pares de otros lugares
del país, debido a la debilidad en la que se encontraba ese gremio. De otro lado, la huelga
estudiantil del Liceo Celedón recrea las dificultades que afrontó el gobierno en su interés por
nacionalizar la educación secundaria. Las posturas que sobre ese tema adoptó El Estado, un
importante diario local, demuestran la oposición que ejercieron las elites regionales al proyecto

273
Ver “La educación pública constituye hoy nuestra mayor podredumbre, Eliseo Arango”, El Tiempo (Bogotá),
agosto 1 de 1930, p. 1 y 9; “Eliseo Arango y la educación pública”, El Tiempo (Bogotá), agosto 1 de 1930, p. 5.
274
Renán Silva, “La educación en Colombia. 1880 – 1930”, en Álvaro Tirado Mejía (Director), Nueva Historia de
Colombia, Editorial Planeta, Bogotá, 1989, p. 86.
275
Ver Pimienta, Op. cit., p. 45.
276
Ver “El presidente Santos hace un llamamiento a la juventud colombiana”, El Espectador (Bogotá), octubre 12
de 1940, p. 1.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

de reforma educativa, al sentir que se les iba de las manos una institución que había sido
concebida y orientada por sectores intelectuales del orden regional y local.

En la huelga de la Universidad de Cartagena en 1940, otro conflicto estudiantil ocurrido en la


zona norte del país, se observa el interés de los universitarios por mejorar las condiciones del
proceso de formación profesional. Como se vio, la actuación de los estudiantes apuntaba a
encontrar soluciones a ese problema. Por ejemplo, propusieron nuevas reglas para el
nombramiento de profesores y empleados, tanto de la universidad como del claustro de
bachillerato, estableciendo que estos recayeran en personas capacitadas (con grado de bachiller),
excluyendo a los profesores de idiomas extranjeros. También solicitaban que el nombramiento
de profesores se hiciera por concurso, y que del jurado calificador hicieran parte dos estudiantes
del último año de estudios; en fin, establecían que la comisión de cuatro faltas comprobadas
fuese motivo suficiente de retiro277.

Se aprecia en los estudiantes una cultura de la protesta, que se refleja en hechos como la
constitución de un comité directivo que tomó la vocería ante las autoridades oficiales, la prensa
y los sectores políticos. Entre los cálculos políticos que hicieron los estudiantes, sobresalió
declarar la huelga ad portas de finalizar el semestre académico y muy cerca de la fecha para los
exámenes finales. Sin duda, se buscó así generar presión sobre las autoridades academicas278.
Aunque el cálculo también pudo jugar en sentido contrario, y perjudicar a los propios estudiantes.

De otro lado, los estudiantes adoptaron estrategias para acumular fuerzas. Por ejemplo, acudieron
a sectores sindicalizados (choferes, maestros) de la ciudad, con lo que se amplió el carácter social
de la huelga, lo cual se tradujo en un potencial aumento de la conflictividad. El movimiento
estudiantil no fue homogéneo en los procedimientos. La prensa advirtió la existencia de sectores
estudiantiles que no se sentían representados por la directiva que asumió la vocería oficial279. La
prensa, de otro lado, elaboró interpretaciones sobre el comportamiento de los estudiantes, que
parecía reproducir prácticas de viejo cuño280. Así, por ejemplo, cuando se refirió a los estudiantes
que habían destruido las instalaciones de Diario del Caribe, empleó epítetos como “revoltosos

277
Ver “Continua sin solución el conflicto de la universidad”, El Tiempo (Bogotá), octubre 18 de 1940, p. 5.
278
Ver “De Cartagena”, El Tiempo (Bogotá), octubre 31 de 1940, p. 10.
279
Ver “Continua sin solución el conflicto de la universidad”, octubre 18 de 1940, p. 5.
280
La relación de los conflictos estudiantiles y la prensa en Cartagena, ha sido analizada en Dora Piñeres de la Ossa,
“Relación universidad y sociedad, prensa y política en los movimientos estudiantiles de los años cuarenta en la
Universidad de Cartagena”, Revista Historia de la Educación Latinoamericana, Vol. 11, 2008. Sobre la relación
entre estudiantes y prensa Acevedo Tarazona plantea una lectura que tiene mucho de cierto para el periodo que
venimos analizando. Señala que “El frecuente despliegue noticioso a pedreas, tomas, forcejeos con la policía y los
estudiantes, entre otras formas no consensuadas de conflicto, se constituía en una especie de cortina de humo sobre
las intenciones sustantivas o demandas gremiales que en realidad querían alcanzar los estudiantes. En múltiples
ocasiones, entre las expresiones de fuerza y los objetivos reales, distorsionó los objetivos y alcances del movimiento
estudiantil. En otras, los medios ´satanizaron’ las manifestaciones estudiantiles, porque las veían como una amenaza
para sus intereses de poder, o les daban amplios despliegues que se acomodaban a los intereses publicitarios de los
diarios”. Ver Acevedo Tarazona, Modernización, conflicto y violencia…, Op. cit., p. 277.

368
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

jóvenes cartageneros”, convertidos en “instrumento de pasiones y venganzas” y siempre


dispuestos “para el atentado populachero”281.

Un elemento de interpretación para destacar, es que las protestas estudiantiles que se registraron
en el periodo, dieron origen en pocas ocasiones a ciclos de protesta, entendidos como coyunturas
o “fases de intensificación de los conflictos”282. Al final del capítulo se analizó una coyuntura
que, a nuestro juicio, se acercó a lo que Sidney Tarrow denominó un ciclo de protesta social. En
efecto, entre mayo y julio de 1945, se presentó una protesta estudiantil que fue extendiéndose en
términos sociales y situacionales (de una a varias ciudades del país). El análisis de esas protestas
muestra que en las reivindicaciones y formas de actuar de los estudiantes, se recrearon
comportamientos alimentados de herencias ideológicas retomadas del bipartidismo tradicional
(posturas antiliberales, anticomunistas y a favor del catolicismo, pero también posturas laicas y
abiertamente antirreligiosas). Esas protestas fueron una expresión nítida del ambiente de tensión
que existía entre las fuerzas liberales y conservadoras, y en el que, concepciones asociadas a la
educación y la religión, fueron convertidas en motivos para la confrontación.

Sin duda, las protestas de 1945 expresaron intereses de sectores sociales que iban más allá del
estamento estudiantil, dando validez a lo señalado por la historiadora Renate Marsiske, quien
resaltó que muchas veces los actores de un movimiento estudiantil “no representan un poder en
sí, sino en relación con otros grupos sociales”283. En otras palabras, se quiere decir que el
conflicto estudiantil de 1945, estuvo lejos de “ser un complejo autónomo, manejado con su
propia dinámica”, y se trató más bien de la expresión de un conjunto de fuerzas sociales que
alcanzó en él una manifestación peculiar: fue expresión de exigencias de grupos sociales que
encontraron en la juventud universitaria a su vocero284. Como se vio, los estudiantes que salieron
a las calles a protestar, contaron con la simpatía y apoyo del clero, la prensa y la dirigencia de
los dos partidos políticos, motivados por factores políticos, pero también por sentimientos y
miedos construidos y puestos a circular desde hacía tiempo: el sectarismo, la intolerancia, el
anticomunismo, la defensa de la religión, entre otros. Esta particularidad de las protestas de 1945,
reafirmaría la tesis que indica que las expresiones estudiantiles del periodo carecieron de
independencia política, debido al “peso de la contradicción liberal-conservadora en toda la vida
nacional”285.

281
Ver “Los sucesos de Cartagena”, El Tiempo (Bogotá), octubre 22 de 1940, p. 4.
282
Tarrow, Op. cit., p. 202. Tarrow define los ciclos de acción colectiva como aquellos que incluyen una “rápida
difusión de la acción colectiva de los sectores más movilizados a los menos movilizados, un ritmo de innovación
acelerado en las formas de confrontación, marcos nuevos o transformados para la acción colectiva, una combinación
de participación organizada y no organizada y unas secuencias de interacción intensificada entre disidentes y
autoridades”.
283
Renate Marsiske (Coord.), Movimientos estudiantiles en la historia de América Latina,… Op. cit. p. 14 y 15.
284
Ibíd.
285
Mauricio Archila, “Entre la academia y la política…”, Op. cit., p. 162 y 163.

369
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Si bien en las protestas estudiantiles no siempre hubo niveles de violencia, en ocasiones se acudió
a ella, hecho que se expresó en enfrentamientos con diversas autoridades o entre los propios
estudiantes. Los casos analizados permitieron evidenciar que la prensa nacional jugó un papel
destacado al momento de recrear la protesta estudiantil como acontecimiento noticioso, pero
además, motivados por la toma de partido a favor o en contra del proceder de los estudiantes.
Este comportamiento de los diarios originó en muchos casos acciones contenciosas que
generalmente tomaron la forma de agresiones a las instalaciones donde se editaban los
periódicos. Como pudimos ver, sucedió así en Cartagena en 1940 y en Bogotá y Tunja en 1945.

370
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

CONCLUSIONES GENERALES

Esta investigación se propuso analizar la presencia de los estudiantes universitarios en la vida


pública de Colombia durante la primera mitad del siglo XX. Para tal fin, y reconociendo el
carácter polifacético de aquella presencia, se definió una ruta que permitiera una aproximación
a algunas de las facetas más significativas. En ese orden de ideas, se dio relevancia a los procesos
de organización gremial, a las actividades simbólicas y a las movilizaciones colectivas que
protagonizaron y promovieron los estudiantes. El eje de la reflexión que articuló los tres aspectos
mencionados, fue pensar de qué modo los universitarios se representaron como grupo social ante
la sociedad, siempre recordando que esa representación, al estar sujeta a las dinámicas de la vida
política nacional e internacional, evidenció modificaciones constantes.

Entre 1908 y 1954, las universidades del país albergaron una población estudiantil que, hacia el
final del período, rondó una cifra cercana a los 15 mil. Su importancia social, pese al reducido
número, fue significativa, expresándose en escenarios diversos como la educación, la política y
la cultura. El grado de participación los estudiantes en la vida social, sin embargo, fue variado,
a raíz de las circunstancias propias del sector estudiantil (origen social, cantidad, demandas
planteadas, motivaciones) y de los escenarios que se abrieron en el sistema político para que
pudiesen expresar las posturas de que eran portadores. Por ejemplo, desde 1908 y hasta 1934,
promovieron los universitarios del país dinámicas encaminadas a transformar el sistema
educativo, que se cuestionó por los métodos arcaicos de enseñanza en que se apoyaba, así como
por los contenidos impartidos y por la débil infraestructura física en que se ejecutaba. Al
respecto, se demostró que fue este propósito el que marcó la irrupción de los estudiantes como
actores sociales en la vida pública del país, en sintonía con dinámicas similares que venían
ocurriendo en la región, y que tenían como rasgo particular estar animadas precisamente la
aparición de los jóvenes como protagonistas de la vida social1. La irrupción de los estudiantes
colombianos fue, en cierta medida, expresión del surgimiento de sectores de la clase media,
interesados en acceder a niveles de formación profesional y a posiciones de mando en la
estructura de poder. Esto los condujo, como ocurría en otros lugares del continente, a cuestionar
el sistema educativo, que se asociaba a una forma de reproducir un pasado que quería a toda
costa superarse.

En el propósito de modificar el sistema educativo, los universitarios de Colombia se apoyaron


en experiencias externas, provenientes particularmente del sur del continente, que recreaban
esfuerzos similares de los estudiantes por transformar las universidades. Sobre este asunto, es
interesante constatar la articulación de aspiraciones entre el medio estudiantil colombiano y el

1
Ver Juan Carlos Portantiero, Estudiantes y política en América Latina en el proceso de la reforma universitaria,
1918 – 1938, Siglo XXI Editores, México, 1983; Renate Marsiske, “Clases medias, universidades y movimientos
en América Latina (1900-1930)”, en Renate Marsiske (Coord.), Movimientos estudiantiles en la historia de América
Latina, Centros de Estudios sobre la Universidad, México, 1999;

371
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

de otras naciones de la región. En efecto, los universitarios colombianos bebieron de la


experiencia construida en torno al Primer Congreso Internacional de Estudiantes, que se reunió
en Montevideo en 1908, y a partir de ahí lanzaron la inédita propuesta en nuestro medio, de
reunir en un congreso internacional a estudiantes de Venezuela, Ecuador y Colombia. En lo que
se denominó Primer Congreso Internacional de Estudiantes de la Gran Colombia, que sesionó
en Bogotá en 1910, los universitarios debatieron temas que, desde ese momento, estarán
presentes en el activismo estudiantil del país: la necesidad de alcanzar la autonomía universitaria,
la promoción de la libertad de cátedra, la adopción de métodos de enseñanza modernos que
permitieran superar el sistema escolástico y memorístico dominante en la enseñanza, la
contratación de misiones pedagógicas extranjeras, el otorgamiento de becas y el intercambio de
estudiantes, el establecimiento de concursos para profesores, entre otros. Para tal fin, los
universitarios debieron desplegar múltiples iniciativas (reuniones, elaboración de programas,
organización de congresos, creación de organismos directivos, edición de publicaciones, etc.),
con las que buscaron constituirse como grupo de presión para incidir en la modificación de la
política educativa del Estado.

El análisis del evento de 1910, identificando los debates que suscitaron los temas estipulados,
así como las iniciativas que desplegaron los estudiantes para lograr las reformas al sistema
educativo del país, demuestran que, antes que el Movimiento Reformista de Córdoba de 1918,
fue aquel acontecimiento –el congreso de 1910- el que incidió, en términos discursivos, en la
generación de estudiantes que en los años veinte, planteó –retomó- la urgencia de una reforma
universitaria en Colombia. En tal sentido, se debe reconocer el papel de esa primera generación
de activistas estudiantiles, que de manera valerosa puso en el debate público la urgencia de
modernizar la educación, algo que hasta hoy ha permanecido en gran parte en el olvido.

Luego del congreso de 1910, los universitarios se dieron a la tarea de constituir una agremiación
nacional que sirviera para promover sus intereses y ventilar sus aspiraciones ante la sociedad.
Estos propósitos no pudieron concretarse por razones diversas, como la debilidad numérica de
los estudiantes y por las dificultades que imponía la dispersión de las universidades en el país.
Ahora bien, esto no significó que los estudiantes no hubiesen ensayado otras formas de
organización. Al respecto, las sociedades académicas y literarias que existían desde el siglo XIX,
desempeñaron un papel importante, en tanto nuclearon a los estudiantes de las Facultades, y
permitieron la recepción y difusión de ideas y de actividades promovidas por estudiantes de
diferentes ciudades del país y del continente. Sin embargo, su carácter académico y la finalidad
para la que habían sido concebidas, advirtieron de la necesidad de construir referentes
organizativos de otra índole, acordes con las nuevas formas de participación de los estudiantes
que se estaba registrando en el continente. Es en ese marco que surge la Asamblea de Estudiantes
de Bogotá en 1919, la cual se dotó de un programa que recogía, en parte, las reivindicaciones
que se habían planteado desde 1910. Esta agremiación cumplió un papel destacado en la difusión
de una concepción moderna del estudiante (ligada a su papel como actor social, idea que se

372
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

alimentó del reformismo universitario de 1918), y estimuló la creación de agremiaciones


similares en otras ciudades de Colombia.

Posteriormente, en 1921, se creó la Federación Nacional de Estudiantes (FNE), la primera


agremiación de carácter nacional en la historia del país, la cual servirá como instrumento de
presión y movilización de los estudiantes para conseguir la modificación del sistema educativo
por medio de la reforma universitaria o, como se denominó en la época, la reforma
instruccionista. En ese propósito, el papel de la FNE fue sobresaliente. Al año siguiente de su
constitución, en 1922, los estudiantes realizaron el Primer Congreso de Estudiantes en la ciudad
de Medellín, y entre los contenidos temáticos consignados en el programa que se discutió, figuró,
de nuevo, la necesidad urgente de reformar los estudios universitarios del país.

Una prueba de fuego del gremio estudiantil, fue la aprobación en el parlamento del proyecto de
reforma educativa que presentó la Misión Pedagógica contratada por el Presidente Pedro Nel
Ospina, en un esfuerzo por modernizar la estructura económica del país durante su periodo de
gobierno. Dicho proyecto reunió una serie de propósitos –por ejemplo, la recuperación del
manejo de la educación por el Estado, la creación de una universidad oficial y el reconocimiento
de los estudiantes como sujetos en la educación, con derecho a la representación en la
administración de la universidad- que, vistos de conjunto, pretendían adecuar la estructura
educativa a los tiempos modernos. Algunos de los puntos formulados en el proyecto educativo,
coincidían con los planteamientos que venían reivindicando los estudiantes desde 1910. Este
hecho despertó en los miembros de la nueva generación estudiantil (la de los años veinte) la
esperanza de conseguir finalmente la tan anhelada reforma educativa. Para lograrlo, convocaron
de urgencia el Segundo Congreso Nacional de Estudiantes, que se realizó en Bogotá, en el que
se insistió en la necesidad de aunar esfuerzos para presionar por la ejecución inmediata de la
reforma. En esa dirección, delegaron a varios parlamentarios –entre los que se encontraba el
senador Guillermo Valencia- para que los representara en el Congreso, lugar donde se discutiría
y aprobaría el proyecto de ley.

El intento de reforma educativa despertó la animadversión de la Iglesia Católica y de sectores


políticos conservadores que sintieron amenazados sus intereses económicos y su poder simbólico
(derivado del control que ejercían sobre las instituciones de enseñanza), lo que condujo a que el
proyecto original sufriera modificaciones sustanciales en su pasó por el parlamento. Al final, la
suerte del proyecto de reforma universitaria representó un duro golpe para los estudiantes, y de
alguna manera incidió para que se produjera una crisis al interior de la FNE. De hecho, la
discusión del proyecto de reforma educativa puso al descubierto la debilidad del gremio
estudiantil, y la indiferencia con la que actuaron no pocos estudiantes, algo que se explicaba, en
unos casos, por la desinformación que había sobre los alcances del proyecto de reforma o por la
franca oposición que manifestaron sectores estudiantiles a sus contenidos. Por ejemplo, la
centralización universitaria despertó el celo de los estudiantes de provincia, que veían con

373
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

preocupación que las universidades de ciudades como Cartagena o Medellín pudiesen


desaparecer para dar paso a una única universidad estatal, ubicada en Bogotá (lo cual no era
cierto ni había sido propuesto por la Misión Pedagógica).

A pesar de la imposibilidad de que se aplicara la reforma universitaria, la FNE continuó con sus
labores, que desde ese momento se vieron salpicadas de escándalos y de manifiestas divisiones
entre los estudiantes, los cuales fueron permanentes. En 1928, durante las sesiones del Cuarto
Congreso Nacional de Estudiantes que se reunió en Ibagué, las tensiones fueron visibles, y
estuvieron marcadas por la defensa apasionada de las posturas políticas, lo que condujo al
enfrentamiento de los estudiantes conservadores con los liberales y socialistas. Desde ese
momento, que coincidía con el rápido debilitamiento del régimen conservador, las disputas en la
FNE tuvieron un marcado carácter político. Esta situación se acrecentará desde 1930, con el
arribo al poder del Partido Liberal. La suerte de los dos últimos congresos estudiantiles, el de
Santa Marta (1930) y el de Bogotá (1934), reflejan el notable debilitamiento del activismo
estudiantil, que apenas unos años antes, había sobresalido por su dinamismo y por ciertos logros.
De hecho, la participación de los estudiantes en estos dos últimos congresos fue menor en cuanto
al número de delegados, si se compara con los tres primeros. Incluso el cubrimiento que hizo la
prensa de los dos eventos (1930 y 1934) no tuvo la misma intensidad que se había registrado en
los anteriores. Sin duda, eran otros los tiempos para el activismo gremial de los estudiantes.

¿Cómo explicar el viraje marcado que tuvo el activismo estudiantil desde 1930? Una posible
razón quizá radique en que este se dejó arrastrar por el cauce turbulento promovido por los
enfrentamientos entre los partidos tradicionales. En estertores de la Hegemonía Conservadora,
de hecho, los estudiantes habían comenzado a movilizarse con intensidad, como no lo habían
hecho antes, para defender o cuestionar la actuación de los partidos políticos, especialmente del
liberal y conservador, acérrimos enemigos desde tiempos pasados2. Ese viraje será definitivo, e
impedirá que, a pesar de los intentos, los estudiantes del país nuevamente, como había ocurrido
en los años veinte, consiguieran aglutinarse en torno a ciertas demandas gremiales, pese a tener
militancias partidistas distintas. De hecho, lo que predominará desde el inició de aquel periodo
que cierta historiografía ha denominado la República Liberal (1930 – 1945) y, posteriormente,
durante la reconquista conservadora, será el enfrentamiento abierto entre agrupaciones de
estudiantes identificados por los colores partidistas, a tal punto que tendrá que pasar varios

2
Esta tendencia se proyectará con fuerza en la década siguiente, y se sostendrá hasta el final del periodo que se
analizó en esta investigación. Que hayan surgido, por ejemplo, dos años después del último congreso estudiantil
reunido en 1934, organizaciones como la Unión Nacional de Estudiantes Conservadores y la Asociación de
Estudiantes Universitarios Anticonservadores en 1936, es diciente del viraje que tuvo el comportamiento de los
estudiantes, posterior al año 1930. En 1946 se constituyó la Unión Estudiantil de Izquierda, la cual contó con
estatutos y definió como su propósito luchar “contra las fracciones reaccionarias de Colombia”. Ver “Unión
estudiantil de izquierda ha sido constituida en Bogotá”, El Liberal (Bogotá), junio 14 de 1946, p. 3.

374
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

lustros para que, en un contexto político especial (1954), surja de nuevo entre los estudiantes la
idea de resucitar una federación nacional.

Al analizar la participación pública de los estudiantes, se puede observar el interés recurrente


que éstos tuvieron de promover procesos identitarios. De hecho, en el propósito de que fueran
considerados como actores, reivindicaron para sí el concepto de clase estudiantil, queriendo con
ello transmitir la idea de ser un sector que, como sucedía con la clase obrera, podría cumplir
posiciones de vanguardia en los cambios políticos y culturales que demandaba la sociedad. Para
tal fin, los estudiantes acudieron –en distintos momentos- a diversos símbolos y prácticas que,
además de fortalecer una identidad buscada, expresaban lo que Hugo Biagini denominó
sensibilidad juvenilista. La bandera estudiantil, los himnos y cantos, la Fiesta del Estudiante, por
ejemplo, fueron concebidos como instrumentos para fortalecer una identidad colectiva, pero, a
la vez, fueron expresiones que daban cuenta de los materiales espirituales de que estaba hecha
esa identidad. Su constitución y ejecución permiten, de tal manera, establecer la forma como se
expresó la experiencia estudiantil en el periodo analizado.

Sin embargo, el interés de los estudiantes por manifestar esas sensibilidades en la sociedad,
chocó con las posturas e intervenciones de actores diversos: partidos políticos, Iglesia Católica,
elites tradicionales, y hasta de los mismos estudiantes, que no renunciaban a desenvolverse con
los códigos culturales que habían adquirido de aquellas instituciones tradicionales (iglesia,
familia, etc.). Que así fuese, traducía el interés marcado por conservar o reforzar la influencia o
tutelaje sobre los jóvenes, para que éstos no se salieran de los moldes que aquellos actores
consideraban como correctos. Ocurrió entonces que, en muchas ocasiones, los símbolos creados
por los estudiantes para fortalecer lazos de unidad y solidaridad, pero también para cuestionar el
orden social, dieron origen, al ser expuestos públicamente, a conflictos entre los estudiantes y
representantes de la iglesia y los partidos políticos, por ejemplo, y entre los propios estudiantes,
lo cual, por cierto, acentuó las desconfianzas que persistieron en distintos momentos y
menguaron la fortaleza del gremio estudiantil.

Un hecho de especial interés es constatar la persistencia de algunas prácticas simbólicas


estudiantiles, más allá del periodo que abarcó la investigación. Esto porque los símbolos creados
por los estudiantes fueron generalmente expresión de circunstancias históricas específicas que,
precisamente, hicieron posible su gestación y difusión. Por eso es curioso ver que algunos de los
símbolos que habían surgido, por ejemplo, en los años veinte, continuaran ejecutándose varias
décadas después al interior de la comunidad universitaria del país. En particular, el reinado
estudiantil, el cual, como se vio, se convirtió en una actividad aglutinadora (particularmente en
los años veinte) al involucrar a diversos sectores sociales de las ciudades del país, y que
continuaba ejecutándose en los años cincuenta e incluso más allá. ¿Cómo explicar que una
actividad que se había gestado en la tercera década, continuara realizándose en un contexto social
y cultural diferente, como era el de la segunda mitad del siglo XX? He aquí un tema para futuras

375
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

investigaciones sobre las representaciones y practicas simbólicas de los estudiantes en Colombia


en aquel periodo. Aquí se indicó que los símbolos estudiantiles posteriores a los años veinte (la
época dorada del activismo estudiantil), registraron cambios como resultado de un «desgaste
emocional» que originalmente estaba sujeto a una época que se había ya superado. Recordando
a Eric Hobsbawm, el asunto mostraría que las tradiciones inventadas también se desgastan, lo
que llevaría a su reinvención o reemplazo por otras tradiciones.

El desgaste simbólico también podría explicarse, o estaría relacionado, con la transformación


cualitativa que se observa en el activismo estudiantil desde 1930, y que coincide con el cambio
del régimen político como producto del arribo del liberalismo al poder. Es posible establecer
como premisa que el poder del simbolismo estudiantil en los años veinte radicaba, en parte, en
que era visto como una crítica al régimen conservador y al modelo de sociedad que éste
reivindicaba o sostenía, y que una vez este pareció agrietarse con las reformas de los gobiernos
liberales y, en general, con las modificaciones en la estructura social del país (crecimiento
demográfico, aceleración de la urbanización, etc.), las practicas estudiantiles de orden cultural,
perdieron mucha de su fuerza crítica, o, por lo menos, de su sentido original.

Los estudiantes no siempre acudieron a los canales simbólicos para expresar en escenarios
públicos sus posturas. También lo hicieron acudiendo a la movilización, la cual en muchas
ocasiones, dio origen a conflictos sociales que adquirieron trascendencia. Cuando así ocurrió,
generalmente los estudiantes dieron origen a movimientos sociales que concibieron la
confrontación como una opción para lograr demandas específicas. Precisamente, para tener un
acercamiento a ese tipo de acción colectiva, se propuso una tipología de los móviles y las formas
de la protesta estudiantil. De ese modo, se logró identificar un variado número de motivos ligados
a factores de orden gremial y de orden político. Entre los motivos gremiales se destacaron
aquellos referidos al mejoramiento del sistema educativo (por ejemplo, por el reconocimiento
legal de los programas, por la modernización de las condiciones físicas de los establecimientos,
por la calidad de los profesores, por la supresión de mecanismos como el llamado a lista, etc.).
Se pudo observar que este tipo de demandas a travesaron todo el periodo analizado, lo cual podría
indicar que, pese al mejoramiento del sistema de enseñanza universitaria que promovió el
Estado, éste nunca fue del todo satisfactorio.

En lo que respecta a los motivos políticos, se observa que los estudiantes se sintieron impulsados
a protestar por razones que se relacionaban con asuntos como la defensa o denuncia de los
gobiernos de turno, o por asuntos ligados a cuestiones de política internacional, entre otros. Que
así haya ocurrido pone de manifiesto, como se resaltó en su momento, la relación que siempre
existió entre los universitarios y los partidos políticos en la primera mitad del siglo XX. De
hecho, es claro que los estudiantes, además de participar de la vida universitaria, hacían parte de
los círculos partidistas, de los cuales tomaron y reelaboraron representaciones sociales acerca
del Estado y de la sociedad en general, las cuales ponían a jugar en la comunidad estudiantil.

376
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Esta práctica generalmente daba lugar a tensiones que, en muchos casos, se tradujo en
enfrentamientos abiertos entre los estudiantes. Al respecto, las tensiones políticas que, en
principio se ubicarían en el campo de la política nacional, tuvieron sus capítulos especiales en el
sector estudiantil, del cual, como se resaltó al principio de la investigación, salieron
permanentemente cuadros o líderes que tomaran las riendas de los partidos políticos (tanto los
ubicados en la derecha como en la izquierda).

En lo que respecta a las formas de la protesta estudiantil, se destacó que los estudiantes hubiesen
empleado una variedad de repertorios como el mitin, la marcha callejera, la arenga, la oratoria,
la toma de edificios (como instituciones educativas o sedes gubernamentales) y el enfrentamiento
con las autoridades policivas. Visto desde una mirada general, lo que se observa con esto es la
presencia de un movimiento social (en este caso, el estudiantil), que acudió a un variado y rico
repertorio de lucha que se constituyó, reformuló y transformó con el paso de las décadas. Esta
particularidad se podría explicar como resultado de la adaptación que hicieron los estudiantes
de estrategias desplegadas en conflictos protagonizados por otros sectores sociales (obreros,
inquilinos, etc.), o en conflictos estudiantiles de otros países de la región y de Europa (por
ejemplo, Argentina, Perú, Cuba, Venezuela, República Dominicana y España).

Para profundizar en el análisis de la protesta estudiantil, se abordaron cinco protestas promovidas


en momentos históricos y lugares diferentes del país: en la Universidad del Cauca en 1921, en el
Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario en 1930; en el Liceo Celedón en 1940, en la
Universidad de Cartagena en 1940 y en varios colegios y universidades del país en 1945. En la
interpretación de los cinco casos de protesta estudiantil y en la sistematización de las huelgas
estudiantiles registradas durante el periodo de análisis, se destaca precisamente las persistencias
y cambios en los repertorios de enfrentamiento que fueron utilizados por los protagonistas.
También el análisis demuestra que la protesta estudiantil fue un hecho que se registró en distintas
ciudades del país.

Un hecho de interés es ver el creciente número de protestas estudiantiles por motivos políticos
(enfrentamientos contra o a favor de gobiernos, partidos políticos, contra la pena de muerte, etc.),
particularmente después de 1930, como resultado, posiblemente, de la mayor relevancia que
adquirió la representación del bipartidismo en el imaginario de los universitarios del país. Si bien
ese motivo –el político- existía antes de 1930, y había incidido en la suerte de las iniciativas
gremiales de los estudiantes, no tuvo la preeminencia que parece haber tenido posterior a la fecha
señalada, y que determinó la fracturación del sector estudiantil, la cual redujo a su mínima
expresión la actividad gremial, a la par que tomó mayor preeminencia la cuestión política. Se
comprende así que desde 1930, los estudiantes se hubiesen dedicado a promover la movilización
para atacar o defender las ejecuciones de las administraciones liberales, particularmente durante
los dos gobiernos de Alfonso López Pumarejo, y que se hubiesen esgrimido argumentos que
hacían referencia a la injerencia de ideologías extranjeras (comunismo) como amenazas para la

377
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

estabilidad moral del país. Los estudiantes colombianos, en efecto, incorporaron los códigos de
interpretación de la realidad que se elaboraban al interior de los partidos políticos (y de la Iglesia
Católica), lo cual explica que su comportamiento tuviera conexiones con el proceder discursivo
de la dirigencia política. Que si ocurriera, se debió, además, al impacto que tuvieron
acontecimientos mundiales notables como el triunfo y derrota de la Republica Española, el
ascenso del fascismo y el estallido de la Segunda Guerra Mundial, entre otros. Alrededor de cada
uno de estos sucesos se gestaron sentimientos de admiración o condena y se elaboraron
interpretaciones que apuntaban, generalmente, a despertar apoyos o rechazos. En el caso
colombiano esa dinámica fue marcada, y se proyectó socialmente, hasta llegar a los círculos
estudiantiles. De tal modo, su comportamiento político difícilmente podría interpretarse, al
margen de acontecimientos como los ya mencionados.

Finalmente, esta investigación se concibió como un acercamiento a la historia de los


universitarios en la primera mitad del siglo XX, reconociendo, de tal modo, que muchos aspectos
han quedado apenas esbozados aquí o no fueron contemplados. Se intentó, como se dijo al
principio, no reducir la participación de los estudiantes al plano de la política –sin desconocer
que ésta fue importante en la representación que aquellos hacían de la vida pública-, y extender
la mirada más allá del contexto bogotano, para lograr comprender de mejor forma cómo se
expresó la experiencia universitaria en Colombia. Se reconoce que esos propósitos no se
cumplieron cabalmente, debido a la dimensión del objeto (habría que pensar, no más, por
ejemplo, en la dimensión del trabajo de archivo a realizar en ciudades universitarias como
Popayán, Pasto, Cartagena y Medellín). No obstante, se quiso atraer la atención sobre un actor
social y político que ha sido descuidado por la historiografía nacional, y del que se debe hacer
más investigación, para comprenderlo en su devenir histórico, y para lograr un mejor
entendimiento de la historia social del país en el siglo XX.

ANEXOS
Anexo 1

Programa del Congreso Nacional de Estudiantes (1909)

378
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Art. 1° El Congreso Internacional de Colombia, Ecuador y Venezuela, tiene por objeto el


acercamiento de la juventud universitaria de las tres Repúblicas; tratar asuntos relacionados con
la educación, puntos científicos de interés general y promover la adhesión de los centros
estudiantiles de los tres países a la Liga de estudiantes americanos (sic), residente en Montevideo.

Art. 2° El Primer Congreso Internacional de Estudiantes de Colombia, Ecuador y Venezuela,


inaugurará sus sesiones en Bogotá, el 20 de Julio de 1910 y las clausurará el 7 de Agosto del
mismo año.

Art. 3° Serán miembros del Congreso de los estudiantes delegados por las Facultades Mayores
de los tres países.

Art. 4° En la sesión inaugural se elegirá el Comité general, compuesto de un Presidente, dos


Vicepresidentes y cuatro Secretarios, el cual dirigirá las tareas del Congreso.

Art. 5° La Junta iniciadora del Congreso dará cuenta al Comité general, en la sesión inaugural,
de los trabajos y demás antecedentes del Congreso.

Art. 6° El Congreso, en su sesión inaugural, hará un homenaje a los fundadores de la Patria.

Art. 7° El Congreso tratará en sus sesiones de los siguientes temas:

a) Conveniencia de la unificación de los programas universitarios y equivalencia de títulos


profesionales;

b) Becas y canjes de estudiantes;

c) Franquicias y privilegios para los estudiantes;

d) Intercambio de libros, tesis, revistas y periódicos;

f) Conveniencia del método de oposición o de concurso para el desempeño del Profesorado en


las Facultades;

g) Adhesión a la Liga de estudiantes de Montevideo; y

h) Organización de Congresos periódicos de los estudiantes de Colombia, Ecuador y Venezuela.

Art. 8. Los estudiantes de Colombia, Ecuador y Venezuela, por el hecho de serlo, pueden enviar
al Congreso trabajos sobre temas señalados en este programa y sobre cualesquiera otros relativos
a puntos científicos, de acuerdo con la índole del Congreso. Dichos trabajos serán admitidos
hasta el 15 de Junio de 1910. Los Delegados presentaran sus trabajos en el curso de las sesiones.

379
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Art. 9° Para el estudio de los trabajos científicos que se envíen al Congreso, este se dividirá e
tantas secciones cuantas determine el Comité general.

Art. 10° En las sesiones del Congreso se discutirán los temas generales o sean los enumerados
en el artículo séptimo de este programa; y en las sesiones de las subcomisiones, en las que no
tendrán voto sino los Delegados correspondientes, se estudiaran los trabajos científicos
presentados al Congreso.

Art. 11° Las subcomisiones nombraran un Presidente y dos Secretarios. Corresponde a las
subcomisiones determinar si los trabajos presentados al Congreso deben ser leídos o dárseles
publicidad.

Art. 12° El Congreso tendrá un órgano de publicidad”.

Fuente: La Prensa (Bogotá), febrero 27 de 1909, p. 1.

Anexo 2

Asamblea de Estudiantes (1919)

Bogotá, septiembre 16 de 1919

380
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Señor Presidente de la Asamblea de Estudiantes

La Sociedad Jurídica de la Universidad Nacional, se ha impuesto, con positivo placer, de la


instalación de esa honorable Asamblea y de la acertada elección de Dignatarios; hace votos
fervientes porque las labores del Alto Cuerpo Estudiantil sean grandemente provechosas; y, deja
constancia de que no obstante el habérsele negado –al igual que a la docta Sociedad de Medicina-
el derecho de delegación a la Asamblea, prestará, con todo entusiasmo, su contingente a esta
Corporación, de la cual espera la Republica y los Estudiantes todos, llene los vacíos que hoy
entraban el desarrollo y buena marcha de los estudios profesionales y propenda por hacer del
gremio estudiantil una entidad definida, fuerte y respetable, capaz de cooperar de manera
eficiente en el servicio de la Patria.

Consentimientos de alta consideración y sincero compañerismo, nos suscribimos del señor


Presidente, servidor muy atentos,

El Presiente

El Secretario, Eduardo Esguerra Serrano.

Fuente: Biblioteca Nacional, Fondo German Arciniegas, Documento sin foliar.

Anexo 3:

Estatutos de la Asamblea de Estudiantes (1919)

Primer Parte
Capítulo I

381
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Del fin de la Asamblea y medios de acción.

Art. 1° La Asamblea de Estudiantes residentes en Bogotá, tiene por fin la formación de una clase
estudiantil compacta, fuerte y culta, con tendencias sociales definidas en estos Estatutos, capaz
de ejercer una influencia eficaz en los destinos de la Republica y de la Raza.

Art. 2° Para realizar el fin expuesto en el artículo anterior la Asamblea empleara los medios
comprendidos en los tres números siguientes:

i. Fomentar la cultura intelectual, física, moral y artística de la juventud; intensificar el espíritu


de unión y confraternidad de los estudiantes en general; trabajar por la formación y eficacia de
Asambleas similares en los demás centros universitarios de la Republica y por la reunión de un
Congreso nacional de estudiantes; representar a los estudiantes en los conflictos que puedan
surgir entre éstos y las entidades directivas; y exaltar el principio de la Alegría como norma
suprema de vida.

II. Propender por el acercamiento de los pueblos hispanos; y

III. Emprender una labor firme de extensión universitaria y coadyuvar al adelanto moral, social
y económico de las clases populares.

Art. 3. Para poner en práctica los medios a que se refiere el artículo anterior, la Asamblea
nombrara Comisiones permanentes de Pro-acercamiento estudiantil, de Prensa y Propaganda, de
Enseñanza Primaria y Secundaria, de Enseñanza Profesional, de Educación artística, de
Deportes y Educación Física, de Club, de la Fiesta del Estudiante, de Salubridad, de Asuntos
judiciales, de Franquicias y Auxilios, de Tesorería y de Credenciales, de Pro acercamiento
internacional, de Pro extensión Universitaria, y las demás que nacieren de circunstancias
especiales.

Capitulo II

De las Comisiones Permanentes

Art. 4° La Comisión de Pro acercamiento estudiantil tiene por objeto iniciar y sostener un
intercambio con los estudiantes departamentales, ya por medio de publicaciones y
correspondencia, ya por visitas periódicas, ya dando los pasos conducentes a la creación y
eficacia de las Asambleas de que trata el artículo 2° del Capítulo I de la Parte Primera.

Art. 5° La Comisión de Prensa y Propaganda iniciara la fundación de una Revista, órgano de la


Asamblea, y buscará el apoyo de las demás publicaciones que se editen en el país.

382
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Art. 6° La Comisión de Enseñanza Primaria y Secundaria estudiará el mejoramiento de este ramo


de la educación, y buscará los medios para que sus conclusiones, una vez aprobadas por la
Asamblea, sean efectivas.

Art 7° La Comisión de Enseñanza Profesional, en su ramo, tendrá las mismas funciones de la de


Enseñanza Primaria y Secundaria.

Art 8° La Comisión de Educación Artística trabajará por el embellecimiento exterior e interior


de los locales escolares, especialmente en lo que se refiere a la decoración permanente o móvil
de éstos, por la difusión de las (…).

Art 9° La Comisión de Deportes y Educación Física trabajará por encauzar científicamente estas
actividades en la juventud y por organizar torneos interescolares, excursiones y todos aquellos
actos que tiendan al mejoramiento físico de la Raza.

Art 10° La Comisión de Club dará los pasos para la formación de uno que sirva de centro social
estudiantil, y elaborará el Reglamento interno de éste, que deberá presentar a la aprobación de la
Asamblea.

Art 11° La Comisión de la Fiesta del Estudiante, elaborará y realizará el programa para dicha
fiesta, el día 21 de septiembre, y recibirá del señor Ministro de Instrucción Pública y de los
Rectores las disposiciones convenientes para su mejor realización.

Art 12° La Comisión de Salubridad dirigirá una campaña activa contra las enfermedades
sociales: el alcoholismo, la morfinomanía y la propagación de los males venéreos. Con este fin
pedirá a los estudiantes de Medicina la fundación de una clínica gratuita para los estudiantes.

Art 13 La Comisión de Asuntos Judiciales estudiará el carácter judicial de todo lo relacionado


con la Asamblea y abrirá un consultorio para los estudiantes.

Art 14° La Comisión de Franquicias y Auxilios estará encargada de obtener ventajas económicas
para los estudiantes federados en todas las manifestaciones de la vida diaria.

Art. 15° La Comisión de Tesorería

Art 16° La Comisión de Credenciales estudiara los documentos que acreditan a los Delgados a
la Asamblea y los de cuantas personas traigan ante ella cualquiera representación.

Art. 17° La Comisión de Pro acercamiento Internacional laborará por un intercambio permanente
con los estudiantes de las demás naciones, especialmente con los de España y Latino América
(sic).

383
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Art. 18°. La Comisión de Por extensión Universitaria trabajará por extender el ideal universitario
a todas las demás clases sociales y en especial a las populares, conforme al programa que ella
formule.

Parte Segunda

Capitulo Único

De los Delegados a la Asamblea

Art. 19° La Asamblea estará constituida por Delegados de las distintas facultades y colegios que
funcionan en la capital de la Republica, elegidos, para periodos anuales, libre y directamente por
los estudiantes, a razón de un delegado por cada año de estudios en los establecimientos de
enseñanza profesional y de uno por cada cien estudiantes, o fracción no menor de treinta, en los
tres últimos años de los institutos de enseñanza secundaria.

Art. 20° Por medio de una reglamentación especial se determinará la manera de la elección; los
requisitos para ser elector y Delegado; las formalidades que deben tener las actas de escrutinio
y las credenciales; el tiempo y modo de acusar las elecciones; y todas aquellas circunstancias
necesarias para garantizar el derecho del sufragio y asegurar la genuina representación
estudiantil.

Parte Tercera

Capítulo I

Del funcionamiento interno de la Asamblea

Art. 21° Para su funcionamiento interno la Asamblea nombrará de su seno y para un periodo de
seis meses un Presidente, dos Vicepresidentes, y un Secretario que puede ser extraño a la
Corporación.

Art. 22° Habrá un Secretario Perpetuo cuyas funciones no cesarán hasta tanto que él presente
renuncia de su cargo o la Asamblea le pida la dimisión.

Art. 23° La Comisión de la Mesa quedará integrada por el Presidente, los Vicepresidentes, los
Secretarios y un miembro de la Comisión de Tesorería.

Art. 24° La Comisión de la Mesa representará a la Asamblea siempre que ésta estuviere en
receso.

Art. 25° La Comisión de la Mesa deberá nombrar dentro de los ocho días siguientes a su
constitución los individuos que integren las comisiones permanentes.

384
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Art. 26° La Comisión de la Mesa presentará un informe de sus trabajos al expirar su periodo.

Art. 27° El Presidente de la Asamblea convocará y presidirá las sesiones de ésta y las de la
Comisión de la Mesa, hará el orden del día, se encargará de hacer cumplir los presentes Estatutos
y tendrá la representación legal y civil de la Corporación.

Art. 28° Los Vicepresidentes en su orden harán las veces del Presidente en caso de ausencia de
éste.

Art. 29° El Secretario Perpetuo trabajará por conservar la unidad de los trabajos de la Asamblea
durante los diferentes periodos.

Art. 30° El Secretario temporal deberá llevar un libro de Actas de la Asamblea, hará las
citaciones ordenadas por el Presidente y pondrá en conocimiento del public en general y de los
estudiantes en particular, los acuerdos que así lo exigieren.

Art. 31° Las Comisiones permanents de que habla el Capitulo II, Parte Primera, estarán
integradas port res mimebros conforme se establece en el artículo 25, quienes podrán ser
removidos por resolución de la Asamblea o por decisión de la Comision de la Mesa, aprobada
por la Asamblea.

Art. 32° Las Comisiones de Tesorería y de Prensa y propaganda, rendirán informes en la primera
semana de cada mes; las de pro acercamiento Estudiantil y de Pro-extension Universitaria, en la
segunda (sic); y en la tercera la de pro-acercamiento Internacional.

Art. 33° Las Comisiones de enseñanza y secundaria, de enseñanza professional, de educación


artística, de deportes, de club, de salubridad, de asuntos judiciales, de franquicias, y de auxilios,
presentarán informes cada tres meses y en las fechas señaladas por la Presidencia.

Art. 34° Las Comisiones de Credenciales y de Fiesta del Estudiante rendirán informes a medida
que realicen sus trabajos.

Art. 35° Las Comisiones permanentes presentarán informes extraordinarios cuando así lo
estimen ellas conveniente o la Asamblea los pida.

Art. 36° En las Comisiones encargadas de estudiar asuntos relativos a una Escuela determinada,
no podrán quedar incluidos los Delegados de ésta, aunque sí son ellos consultores obligados.

Art. 37° La Asamblea para su régimen interno tendrá un reglamento acorde con el espíritu de los
presentes Estatutos.

CAPITULO II

Disposiciones varias

385
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Art. 38° La Asamblea representará a los estudiantes residentes en Bogotá, y tendrá también la
representación de los estudiantes de toda la Republica ante las demás naciones, mientras no
funcione el Congreso Nacional de Estudiantes; de sus determinaciones a este respecto se dará
cuenta inmediatamente a las Asambleas departamentales.

Art. 39° Serán miembros federados de la Asamblea los estudiantes que manifiesten su voluntad
de serlo adhiriendo a la matrícula escolar respectiva la estampilla emitida por la Corporación en
que consta tal carácter.

Los miembros federados gozarán de especiales derechos y prerrogativas.

Art. 40° Los presentes Estatutos podrán ser reformados en cualquiera de sus artículos o capítulos
mediante acuerdo discutido y aprobado en dos sesiones distintas.

Dados en Bogotá a los seis días del mes de agosto de mil novecientos veinte.

Eduardo Esguerra Serrano Presidente

Roberto Restrepo, Primer Vicepresidente

Antonio Rocha, Segundo Vicepresidente

German Arciniegas A., Secretario Perpetuo

Otto de Greiff, Secretario.

Fuente: Estatutos de la Asamblea Permanente de Estudiantes residentes en Bogotá, Águila


Nueva Editorial, Bogotá, 1920.

Anexo 4

Informe de las labores realizadas por la primera Asamblea de Estudiantes (1920)

386
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

(Leído por el Secretario Perpetuo de la institución, don German Arciniegas, en la sesión solemne
del 30 de agosto, verificada en honor de los estudiantes de la Comisión científica de la Escuela
de Minas de Medellín

Compañeros, señoras, señores:

Una coincidencia feliz hace que presentemos el informe de las labores de la primera Asamblea
a tiempo que un núcleo de estudiantes de la Escuela de Minas de Antioquia nos visita. Así nuestro
mejor deseo es el de que todo lo que de alentador y bueno dejo ella, fecunde en esos compañeros
que representan el núcleo fuerte y viril de la Republica. Nuestro solo propósito consiste en hacer
un resumen, con los puntos en donde se hizo más visible ese intento inicial, para que se vea la
necesidad de prolongarlo, con mayor vigor, indefinidamente en el tiempo.

Labores preparatorias

La idea de organizar la colectividad estudiantil era vieja aspiración de la juventud colombiana


que, a pesar de generosos y entusiastas empeños, no pudo realizarse hasta el año pasado.
Entonces una corporación a la cual vinculamos nuestros mejores recuerdos la Sociedad Voz de
la Juventud, resolvió emprender una campaña definitiva, de acuerdo con otras asociaciones
estudiantiles de mayor autoridad y nombradía, y que en otras ocasiones habían exteriorizado sus
buenos deseos por la creación de una corporación semejante.

Logróse (sic) reunir una Junta Organizadora en la cual estuvieron representados en un principio
la Facultad de Ingeniería, el Externado de Derecho, el Colegio del Rosario y las Sociedades
Jurídica, de Medicina, Voz de la Juventud y Rubén Darío. También concurrió a esa junta, desde
su instalación, el Representante de los estudiantes mejicanos, señor don Carlos Pellicer.

De las labores realizadas por esa junta no ha quedado relación alguna. Sabemos que sus
propósitos fueron bien mirados por el Presidente de la Republica, el Arzobispo Primado y los
Rectores de colegios y facultades. Finalmente hizo un llamamiento a los estudiantes de la capital,
en el cual se exponían las finalidades de la Asamblea, que tendría por objeto “la formación de
una clase estudiantil compacta, fuerte, culta, capaz de ejercer una acción eficaz en los destinos
de la Republica y de la Raza”. Allí mismo se convocaba a elecciones para designar los primeros
delegados.

En la Sala Santiago Samper, nos tocó, a nombre de la Junta Organizadora, declarar instalada la
primera Asamblea el 13 de septiembre del año pasado y fueron los primeros dignatarios don
Alfonso Esguerra, Presidente; primer Vicepresidente don Efraím Rozo, y segundo, don
Alejandro Bernate, representantes de las Facultades de Medicina, Ingeniería y Derecho en sus
últimos años, y don Alfonso Romero Manrique, Secretario.

387
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

El 15 de octubre de 1919, el doctor Abadía Méndez, a nombre del Gobierno y en calidad de


Ministro de instrucción Pública, dirigió la palabra a los estudiantes y abrió las sesiones públicas
de la Asamblea. En el acto solemne, verificado en el salón de Grados, ante distinguidas
personalidades del Gobierno, del Cuerpo Diplomático y de la Instrucción, ante centenares de
damas y caballeros de la más alta posición social y gran número de estudiantes, se hicieron
declaraciones de cordialidad y de sentimiento hispano y se recibieron las credenciales del
enviado de la Juventud de Méjico (sic).

Un año ha transcurrido desde entonces, año en el cual se ha tropezado con las dificultades
consiguientes a la complejidad y trascendencia de una organización estudiantil. Ello disculpa los
vacíos y deficiencias que habréis notado y que a vosotros toca colmar para honra de la Juventud
y provecho de la Patria.

Acción internacional

En el dilatado intercambio internacional en que los estudiantes deben actuar intensamente, y en


especial en orden a la confraternidad hispano-americana, tuvimos la fortuna de ser distinguidos,
antes de iniciar el movimiento de que hemos venido hablando, por los estudiantes de la república
mejicana, quienes enviaron ante nosotros a su Representante Pellicer. Cuando él llegó a Bogotá,
no había corporación suficientemente autorizada para recibir las credenciales que acreditaban su
misión y así fue decidido colaborar en la institución que iba a desarrollarse y a cuya creación
asistió, no como mero espectador, sino como constante y desinteresada energía. Dignísimo lo
llamó hace poco la primera Asamblea y esta Secretaria le consagra aquí su agradecimiento por
los servicios que entonces prestó y que él tuvo por deberes imperiosos en su afán de hispano –
americanista convencido.

Con los estudiantes del Perú, con los venezolanos y ecuatorianos, tuvo ocasión esa Asamblea de
cambiar mensajes de compañerismo, y como homenaje a Méjico se efectuó una sesión solemne
muy al principio. La conducta de la Asamblea, amistoso y cordial, cuando la cuestión del
Pacifico inquietaba al Continente, fue unánimemente aplaudida y las notas que en aquella
ocasión se pasaron hacen honor a nuestra juventud.

Y cuando la entrevista de Rumichaca, en una manifestación efectuada en esta ciudad un orador


habló a nombre de la Asamblea, que así se asociaba al acto celebrado en honor de la Republica
ecuatoriana.

Como comprendéis, toca a la Asamblea buscar la forma de establecer algo más eficiente que
haga de las relaciones entre las juventudes de América cosa distinta del simple cambio de notas
de protocolo, porque es justamente a quienes tienen alma nueva a quienes corresponde buscar
en actividades más constantes y firmes la base de una verdadera confraternidad. Hay que crear
organismos para vivificar el Continente.

388
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Acción nacional

En cuanto a la formación de una inteligencia estudiantil nacional, poco hubo de conseguirse y es


posible que durante mucho tiempo no veamos realizado el anhelo de una verdadera organización
que se extienda a toda la República. Hasta ahora llevamos unos cuantos saludos, la propaganda
benévola de la prensa y otras cosas de menor cuantía, incapaces de producir una reacción que se
traduzca en obras necesarias. Tan solo en Antioquia empieza a delinearse con firmes relieves
una Federación, que está llamada a prosperar ampliamente entre quienes ahora mismo están
diciendo de su vitalidad en una visita que nos hace honor y ofrece envidiable ejemplo.

Bien conocida es la manera como afrontó la Asamblea, mejor que ninguna otra institución, el
grave problema de la Raza que un ciudadano ejemplar ha planteado y que tan naturales
inquietudes despierta. Aquí oímos a profesores de lo más saliente de la inteligencia de la
Republica, en un torneo sin precedentes tal vez en la historia de América. Quiera Dios que la
preocupación de esos días quede en el ánimo de todos como un motivo tenaz para la acción.

Acción local

El movimiento local, naturalmente, fue más intenso.

Y así en el campo de la educación primaria y secundaria poco se hizo, en el de la profesional


debieron afrontarse graves problemas. Enérgica se mostró la Asamblea cuando en manos de un
hombre cargado de merecimientos pero agobiado de años se confió la Escuela de Derecho, que
así fatalmente iba tocándose de un frio de muerte: triunfó la Asamblea y el doctor Motta fue
substituido. Con insistencia comprometedora se demostró la anarquía que un decreto
inconveniente ponía en los estudios odontológicos, y ahora el Gobierno ha venido a dictar
medidas acordes con lo que entonces se pidió. Se obtuvo la renuncia del señor Didyme Dome,
persona incompetente y que carecía de autoridad para ocupar el puesto de Subdirector en la
Escuela de Agronomía. Se dieron los pasos preliminares para el estudio del pensum de la Escuela
de Ingeniería, que ahora es objeto de graves meditaciones en quienes mejor pueden juzgarlo.
Pero, en cambio, en el asunto de las jefaturas de clínica en la Escuela de Medicina, no se ha
obtenido una solución que satisfaga, y sólo recordamos, agradecidos, la renuncia nunca revocada
del doctor Bejarano, hecha en favor de los estudiantes y en atención a lo acordado por la primera
Asamblea.

Es de justicia recordar el reconocimiento de la Asamblea para con el Presidente de la Republica


por la manera altamente patriótica como resolvió los asuntos Motta y Didyme Dome y prometió
acoger las solicitudes que con el mismo carácter de justicia se le hicieran en lo sucesivo.

Consciente la Asamblea de sus obligaciones, como que debía velar por el decoro del gremio
estudiantil, supo alzar su voz de protesta, altivamente severa, cuando un personaje indigno de su

389
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

confianza quiso proceder en nombre de la juventud al organizar la recepción del Presidente de


la Republica, después de la entrevista de Rumichaca.

La Sociedad de Cirugía convino en poner a disposición de la Asamblea de Estudiantes, tan pronto


como se dé al servicio del público el Hospital de San José, el pabello que se debe destinar a
estudiantes pobres, que por falta de recursos no pueden ser atendidos en las casas de salud de la
ciudad, accediendo así a una petición que correspondió con largueza y llenando uno de los
mayores anhelos formulados por la corporación.

También se abrió una suscripción entre los estudiantes, en favor de los compañeros que
resultaron gravemente perjudicados en la explosión ocurrida el 14 de abril de este año. Con esta
bella acción se dio un noble rasgo de solidaridad.

Adelante!

Hemos resumido los hechos más salientes de la primera Asamblea: ellos han sido
suficientemente juzgados para que nos detengamos a reflexionar en su bondad. Justifican
plenamente nuestro optimismo, que no consiste en ver como aceptable cuánto existe sino en
tener fe en el éxito de un movimiento renovador. El más bello, el mejor sentimiento en los
jóvenes, después de la gratitud, es la inconformidad. Creemos que está tan lejos de la acción de
la Asamblea la pretensión de una loca imposición, forzando la armonía de la vida universitaria
con amenazas innobles y detestables, como la pasiva y benévola aprobación de quienes perdieron
la elasticidad de los nervios y los impulsos del corazón en su decrepitud.

La acción, dentro de elevados intentos, lejos de mezquinas pasiones, pero siempre la acción, es
nuestro propósito. El Gobierno, según el doctor Abadía Méndez al instalar la primera Asamblea,
ha visto con sumo agrado la realización de nuestros plausibles propósitos; él ofrece, -dijo,- (sic)
un apoyo decidido y muy benévolo. Más tarde el señor Presidente dijo que no estando siempre
el Gobierno al tanto de muchas cuestiones de régimen interno atendería gustoso las indicaciones
de los estudiantes. Parece natural que en la compleja vida de la escuela, sean factores
principalísimos los estudiantes y que su organización aproveche a la existencia y desarrollo del
instituto científico. No vemos, pues, por qué haya de decirse que ella será inconveniente desde
ningún punto de vista, y creemos que esta apreciación haya sido hecha por ligereza, mas no por
irreflexión.

Finalmente, esta Secretaria juzga indispensable para completar la obra de la Asamblea, la


creación de una oficina de información y de Estadística, que tenga por objeto reunir toda clase
de datos a este respecto, tanto de la Republica como del exterior, y para eso os adjunta un
proyecto.

390
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Y al hacer nuestros más fervientes votos por el próspero vivir de la segunda Asamblea de
Estudiantes y por que (sic) los estudiantes de Antioquia que nos oyen triunfen con plenitud en el
movimiento de este departamento, saludamos en éstos y en aquella a la juventud organizada de
Colombia.

Fuente: Informe de las labores realizadas por la primera Asamblea de Estudiantes, Águila Negra
Editorial, Bogotá, 1920.

Anexo 5

La Asamblea de Estudiantes y el problema de la raza (1920)

391
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

La proposición que en relación con el problema de la raza tuvimos el honor de presentar a la


Asamblea de Estudiantes, y que corre publicada en el número 3088 de este diario, ha dado lugar
a que algunos amigos y condiscípulos nos pidan una explicación acerca del alcance e importancia
que ella tiene, ya que por circunstancias, ajenas, desde luego, a nuestra voluntad, el texto no
quedó suficientemente claro.

El estudio de las causas que han llevado a la actual juventud a la degeneración o decaimiento en
que se encuentra, es tarea demasiado compleja para que pueda emprenderla una agrupación de
jóvenes que, aunque se los suponga animados de la mejor voluntad, no están preparados para
trabajo de tamaña trascendencia; de ahí el que, dejando a los doctos y a los especialistas la
investigación de la influencia que el alcoholismo, el medio ambiente, y los defectos orgánicos,
fisiológicos y psíquicos hayan podido tener en él, nos hayamos limitado a pedir que este
problema se estudie en la Asamblea solamente en lo que se refiere al plan, organización y
sistemas seguidos en nuestros colegios y facultades.

Sin que pretendamos negar las afirmaciones de los maestros a quienes cita el doctor Jiménez
López en su admirable trabajo, y sin que desconozcamos, desde luego, que en el decaimiento
anotado hay una buena parte de responsabilidad de los estudiantes únicamente, creemos que la
parte que en ella corresponde a los dirigentes de la instrucción pública es muy grande para que
no se tenga en cuenta por todos los que se interesen en el estudio de los males que nos agotan y
en la busca de remedios para combatirlos.

Hemos querido que el país se informe por boca de los mismos estudiantes de la manera como se
dirige y desarrolla la instrucción secundaria y la profesional entre nosotros, para que luego
emprenda una lucha seria y comedida que de por resultado la extirpación de ese conjunto de
irregularidades y de imperfecciones de que solo tienen conocimiento exacto los jóvenes que
diariamente concurren a los establecimientos de educación.

No creemos que deben pasar inadvertidos para la opinión publica hechos tan lamentables y
perjudiciales como el que se haya puesto a la cabeza de la Facultad de Derecho a un ciudadano
tan cargado de virtudes privadas como desprovisto de las más elementales condiciones para un
empleo de esa naturaleza; porque hay que convenir en que el actual Rector no puede seguir en
ese puesto, so pena de que la Facultad deje de ser; necesitamos que el público sepa que en la
misma Facultad de Derecho no se ha abierto aun la clase de Procedimientos y que, por lo tanto,
la Facultad se verá en la necesidad de conferir diploma de abogados a muchos jóvenes que no
han estudiado este curso, cuya importancia se comprenderá cunado se sepa que era éste el que
se había reservado para sí el doctor Cadavid; es indispensable decir que en la Facultad de
Medicina hay profesores ineptos e incapaces, a quienes se sostiene allí porque gozan de gran
valía en las altas esferas oficiales, y que en la de Derecho abundan los profesores que no hacen
sino repetir, año tras año, las mismas palabras, sin traer jamás una idea nueva, una nueva

392
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

apreciación, una nueva enseñanza; y por último, queremos que el público se dé cuenta de que
una de las causas que más han contribuido a sembrar la pereza y el abandono en la actual
juventud, es la largueza con que ha procedido el Gobierno al otorgar facultad de expedir
diplomas de bachiller a todos los colegios cuyos directores han hecho esa solicitud.

Nadie negara que todo esto es una causa, y causa eficiente, de la degeneración de la juventud,
porque cuando al maestro le falta la ciencia, el interés o la apreciación y estimación de sus
discípulos, éstos, lejos de amar el estudio y de interesarse por las enseñanzas que se les dan,
sienten antipatía, hasta aversión por ellas y las posponen a cualquier pasatiempo frívolo y tonto.

Para luchar contra todo esto, que es indudablemente una causa de mucho valor en el problema
que se estudia, es para lo que ha querido la Asamblea de Estudiantes dar a conocer lo que sucede
“de puertas para adentro” en nuestra Facultad, e indicar, a la vez, los remedios que ella juzgue
apropiados, los que seguramente serán oportunos, ya que emanan de quienes están más
interesados en que las cosas no sigan así.

De esta manera es como ha querido la Asamblea contribuir al estudio del problema de la raza, al
dar su aprobación unánime a la aludida proposición.

Fuente: “¿Hay decadencia en la juventud universitaria?, El Tiempo (Bogotá), mayo 6 de 1920,


p. 1.

Anexo 6

Discurso inaugural del Congreso Estudiantil (1922)

“Señoras, Señor Rector, Señores:

393
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

La Universidad de Antioquia está de gala. Por sus entrañas benditas, genitoras de nombres que
ilustran las páginas de nuestra Historia, pasa en este momento una ráfaga de emoción que los
conmueve amorosamente, al ver congregados, bajo su sombra augusta, a los renuevos de la
gloriosa estirpe que ella ha expandido al sol de Colombia como una prolongación de caudales
de ciencia. De estos claustros amados se ha difundido la luz más brillante del trópico, y sus
resplandores iluminan aquí y allá como faros radiantes de sus inextinguibles virtudes. Destellos
de esa luz. Señores Delegados, vosotros habéis venido a poner uno como nimbo gentil en
derredor de esas cabezas venerables que recibieron las primicias de sus dones.

Nada más bello y magnifico, en los días que rememora, que este aporte generoso del Primer
Congreso Nacional de Estudiantes Universitarios. Lazo sutil y dorado con que la juventud
colombiana se asocia a los festejos de la Abuela, esta Asamblea viene a estrechar los vínculos
de adhesión y solidaridad en el vasto panorama de su obra. De los gérmenes renovadores que
ahora empujan los vientos del progreso, los Universitarios traen el polen fecundante y lo
dispersan por los centros culturales en un delicioso rumor de entusiasmos, y su actuación da la
idea de una línea armoniosa que hace resaltar más vivo el cuadro de las meditaciones hondas y
provechosas.

La Universidad de Antioquia ha querido traer a sus lares esta bella iniciativa de los estudiantes.
Inagotable su savia de bien y de bondad, sigue derramando sabidurías y cariños por las abiertas
venas del futuro, como que tal es la misión maternal, incomprendida a veces, pero siempre noble
y desinteresada. Y entendiéndolo así, ha extraído de los cenáculos estudiantiles, donde alborota
el pensamiento inquieto, un oro limpio, de ideales, para cristalizarlo en realidades tan
promisorias como este solemne acto inicial de sus fiestas centenarias.

Bien hallados estéis bajo se ejida (sic), Señores Delegados, que aquí sois los hijos muy dilectos.
Amplio campo os ofrece para la resolución de todos vuestros problemas. A la inquietud
combativa, cuando la provoca el anhelo de mejoramiento, no pueden oponerse valladares, porque
ella significa la acción creadora de grandes cosas, y nunca fue la pasiva indiferencia el embrión
de las buenas obras. Todo cuanto agita las mentes es un síntoma de energía y vitalidad, en
ocasiones benéfico y necesario para la salud de la Patria, y de ella, bien lo sabéis, sois vosotros
el orgullo y la esperanza. Os corresponde, pues, señalar aquellas vías de bonanza que es preciso
transitar en busca de la meta que vuestro espíritu ambiciona.

En todos los momentos angustiosos del corazón patriota, cuando se hace un estudio severo de lo
que ocurre, y cavila el pensamiento sobre lo que será el porvenir; en esas horas en que el ánima,
acendrando pesimismos, establece paralelos desventajosos sobre los días que fueron y los que se
viven, las miradas ansiosas se clavan en la juventud pensadora como únicos remedios contra el
mal, tal vez como buscando en la sangre nueva reservas de vigor y optimismo para la lucha
diaria. Mirad vosotros, ya que el turno os llega, en este lago dormido del presente, a ver si es
cierto que hay vacíos de fe y de patriotismo, para que los llenéis de vuestra vida intensa, y poned
a prueba esa hermosa actividad que os convierte en paladines, para que le deis a Colombia todo
cuanto ella os exige, todo cuanto estáis obligados a pagarle.

394
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Porque la vida, falta de misericordia y de caridad, arroja a un lado los altos valores de ayer,
flotáis vosotros ahora. Tributo por tributo, todo es igual en su loca carrera. Los maestros lo pagan
a la oscuridad y al olvido, cegados por los mismos luminares que encendieran; a los discípulos
se los cobra el propio sol que llevan dentro. Y cuán duro y triste debe ser pagar un tributo indigno,
a plena luz meridiana, cegados los sentidos y la razón por las pasiones y los fanatismos…! (sic).
He aquí, Señores Delegados, el cuadro de meditaciones que se os ofrece al asumir la difícil tarea
de revisar el balance de vuestros propios estudios. Dura y pesada es la misión que os impusisteis,
no por los problemas que agitan vuestro medio, sino porque la Patria sigue con cuidadosa
atención vuestras labores, y es porque de este Congreso surgirá, o el reconocimiento de vuestro
valor como elementos necesarios en el concierto nacional, o la postergación indefinida de un
empeño generoso y noble.

Llegáis en buena hora, y el momento no puede ser más oportuno y solemne. Todo el ambiente
de estos días está impregnado de simpatía hacia vosotros, y la villa comercial y adusta abre un
paréntesis para acogerlos. Hace muy bien en tenderos los brazos, porque en el arco siempre tenso
del vivir no hay horas que iguales, por su intensidad y dulcedumbre, a esas dela mañana
estudiantil, azules y ensoñadoras como un paisaje pintado por la Hada Alegría…

Bien venidos seáis, voceros gentiles del desinterés y de la actividad, a estos claustros amados de
Colombia. Estáis en casa propia, y para darle lustre vinisteis. Ella os acoge como renuevos
imperecederos de su gloria estirpe.

En nombre de la Universidad de Antioquia y por honrosa designación de su ilustre Rector,


declarado inaugurado el Primer Congreso Nacional de Estudiantes, y hago votos sinceros porque
sus labores contribuyan a la mejora y engrandecimiento de la Patria. Octubre 8 de 1922. Joaquín
G. Ramírez”.

Fuente: “Discurso inaugural”, en Sábado (Medellín), octubre 14 de 1922, p. 806 y 807.

Anexo 7

Bases del primer Congreso Nacional de Estudiantes Universitarios (1922)

395
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Art. 1. El primer Congreso Nacional de Estudiantes Universitarios de Colombia inaugurará sus


sesiones el día 9 de octubre de 1922, y las clausurará el 20 del mismo mes;

Art. 2. Son miembros del Congreso: Los Delegados de las Facultades Universitarios que existen
en Colombia los de la Escuela Nacional de Minas y los de las Asambleas de Estudiantes
organizadas en las Capitales;

Art. 3. El número de Delegados que concurra al Congreso estará distribuido –salvo nueva
organización – así: Uno por cada facultad o por cada Centro Universitario y uno por cada
Asamblea de Estudiantes;

Art. 4. Todo estudiante colombiano, o profesional salido de las aulas seis meses antes del 9 de
octubre, puede presentar al Congreso cualquier trabajo de índole científica;

Art. 5. Los trabajos y las adhesiones a que se refiere el artículo anterior se recibirán hasta el 30
de septiembre;

Art. 6. Habrá un Comité encargado de la organización general del Congreso. Dicho Comité
recibirá los trabajos, distribuirá las secciones y el día de la instalación hará entrega de todo lo
relacionado con su labor a la Comisión de la Mesa;

Art. 7. Las conclusiones a que llegue el Congreso, en los asuntos que estudie y discuta, serán
pasados a una Comisión especial para que, con los trabajos presentados, los ordene y publique;

Art. 8. La misma Comisión traducirá dichas conclusiones en Proyectos de Leyes, Ordenanzas,


Resoluciones, Acuerdos, etc., para que por el conducto regular pase a las respectivas
Corporaciones o Autoridades, para su estudio y adopción;

Art. 9. El Congreso celebrará sesiones diarias, de 3 a 6 p.m., con el quórum reglamentario, y en


ellas tratará los temas siguientes:

a. Organización estudiantil en Colombia, con sus anexos de sindicatos, asambleas, federaciones,


etc.

b. Organización de Congresos de Estudiantes periódicos.

c. Representación de los estudiantes en los Consejos Directivos de la Enseñanza Universitaria.

d. El concepto de Universidad en sus relaciones con el Estado.

f. Organización del bachillerato.

g. Intercambio profesional entre las Facultades del País.

h. Misiones Pedagógicas al Exterior.

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

i. Actitud de los estudiantes colombianos frente a los problemas internacionales de Hispano-


América.

j. Reforma del Pensum de las Escuelas Normales, en el sentido de adaptarlo a las necesidades de
las distintas secciones del País.

Art. 10. El Congreso adoptará como reglamento interno, para sus debates, el de la Asamblea
Departamental de Antioquia, en la parte pertinente.

Art. 11. El Congreso orientará sus discusiones y conclusiones únicamente dentro de los
problemas estudiantiles, sin tocar para nada las cuestiones que se relacionan con las contiendas
de los partidos políticos del país.

Art. 12. El Congreso podrá derogar, reformar, ampliar o sustituir cualquiera disposición de este
Reglamento, pues entra entre sus facultades la de organizar las bases de los futuros que se reúnan
en Colombia.

Medellín, 26 de julio de 1922”.

Fuente: “Congreso Nacional de Estudiantes”, en Sábado (Medellín), julio 29 de 1922, p. 1.

397
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Anexo 8

Acuerdo Número 12, sobre reforma de la instrucción nacional (1924)

El segundo Congreso Nacional de Estudiantes Acuerda,

Solicitar nuevamente de las Cámaras Legislativas, del Gobierno Nacional, y de la Misión


Pedagógica, la reforma de la educación nacional sobre las bases que, acordadas en el Congreso
de Medellín y ampliadas por el Comité Ejecutivo Nacional de Estudiantes, fueron proclamadas
en la manifestación estudiantil verificada en Bogotá el 22 de septiembre de 1923.

Dichas bases de reforma son:

I. Instrucción popular. Lucha del Estado contra el analfabetismo. Gratuita y obligatoria.

II. Instrucción Primaria. Sustitución en ella de los métodos memorísticos por los de observación.

III. Creación de un Instituto Pedagógico Nacional en Bogotá y supresión de las Escuelas


Normales existentes.

IV. Instrucción Secundaria. Sustitución en ella del criterio especulativo por la orientación
práctica.

V. Establecimiento de un Bachillerato Practico, que será de dos o tres años de estudio y estará
compuesto por los cursos indispensables del bachillerato actual, con adición de otros, tales como
mecanografía, etc., que habiliten al individuo para la lucha por la vida.

Establécese (sic) el Bachillerato Nacional, que abarcará tanto el técnico como el profesional, y
el que sólo podrá ser conferido por el Ministerio de Instrucción y Salubridad Publicas, para lo
cual formara Tribunales integrados por profesores universitarios nombrados por el Ministerio de
Instrucción y Salubridad Publicas.

VI. Bachillerato general para los individuos que no hayan de seguir ninguna carrera profesional.

VII. Bachilleratos especiales para las distintas carreras profesionales, o lo que es lo mismo,
bachilleratos técnicos.

VIII. Especificación de las asignaturas de estos bachilleratos, y programa completo de cada una
de ellas, consignado en el pensum oficial obligatorio.

IX. Creación en la capital de la Republica de un Consejo Nacional de Revisión, único autorizado


para expedir diploma de bachiller a los alumnos que hayan obtenido certificado de terminación
de estudios en los colegios de Instrucción secundaria, previo examen presentado ante el mismo
Consejo.

398
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

X. Instrucción Profesional. Centralización universitaria.

XI. Creación de becas y concesión de viáticos a los estudiantes provenientes de los


Departamentos, que ingresen a la Universidad y necesiten de tales auxilios.

XII. Creación de los profesores agregados. Elección de los Rectores de las Facultades por
votación del profesorado de cada una de ellas. Designación de un rector general de la
Universidad encargado de su dirección suprema, por los cuerpos de profesores de las distintas
facultades.

XIII. Creación, para la vida económica de la Universidad, de un capítulo especial en la ley de


apropiaciones de cada año.

XIV. Educación física obligatoria, en donde posible sea, a cargo de los oficiales del ejército en
todas las Escuelas y Colegios y la Universidad Central.

XV. Mejoramiento de las condiciones del profesorado y del magisterio en general, mediante una
remuneración equitativa y decorosa.

Dado en Bogotá, a treinta y uno de julio de mil novecientos veinticuatro.

El Presidente, Napoleón Franco Pareja

El Secretario, Juan Pablo Llinás.

Fuente: I y II congresos nacionales de estudiantes: Colombia, Medellín 1922, Bogotá 1924,


Ediciones Colombia, Comité Ejecutivo Nacional de Estudiantes, Bogotá, 1926.

Anexo 9

Acuerdo Número 5 (1929)

399
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

El Tercer Congreso Nacional de Estudiantes,

Acuerda:

Acuerda:

Art. 1° Para organizar la lucha de la juventud contra el imperialismo, el comité ejecutivo nacional
se pondrá de acuerdo con la federación de estudiantes latinoamericanos y secundará sus labores.

Art. 2° Las directivas estudiantiles trabajaran continuamente para que en las escuelas primarias,
y principalmente en las clases de historia patria, se inculque a los niños el sentimiento
antiimperialista.

Art. 3° Es deber de las directivas del gremio fomentar los cursos de historia de la república, y el
procurar los libros antiimperialistas se encuentren, ocupando una sección especial, en las casas
y clubes estudiantiles.

Art. 4° Las directivas estudiantiles trabajaran ante los poderes públicos, en el sentido de que la
contratación de empréstitos no se haga con un solo país, ni se concedan como seguridades
garantías específicas.

Dado en Ibagué, a 5 de agosto de 1928

El presidente, Carlos Lleras Restrepo

El secretario, Luis A. Bravo.

Fuente: Acuerdos vigentes. Decretos del Comité Ejecutivo Nacional. Programa de la


Federación, Talleres de Ediciones Colombia, Bogotá, 1929.

Anexo 10

Carta del Vicepresidente del Centro Departamental de Estudiantes (1929)

400
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Bogotá, agosto 26 de 1929


Señor Director de 8 de Junio
Muy apreciado amigo:
En uno de los últimos números de tu Revista, mis compañeros del Centro Departamental me
exigen que concrete los cargos que formulé en mi artículo sobre “La crisis moral de la
Federación”. Ante todo debo decirte que le he dado grande importancia a los Centros de Acción
Departamental por considerar que es esta una gran fuerza moral que puede aprovechar la
Federación, pero en modo alguno debe interpretarse mi actitud como un ataque a la Federación
de Estudiantes, a la cual he vinculado lo mejor de mis energías.

Creo que toda reforma debe llevarse a término siempre que su conveniencia para el gremio sea
manifiesta y que con ella la institución no corra ningún peligro. Considero igualmente que debe
cerrarse el paso a toda reforma tendiente a supeditar la organización estudiantil a los poderes
civil y eclesiástico, porque de esta manera encallaría el ideal máximo de los estudiantes, la
autonomía universitaria, inconcebible sin la autonomía de la Federación.

Me abstengo de concretar públicamente los cargos por ser estos personalísimos, pero lo haré con
muchísimo gusto en la próxima sesión del centro Departamental.

Esta nueva actitud mía podrá parecer extraña, pero no lo es en realidad si se tiene en cuenta que
hay estudiantes enemigos de la Federación que están listos a conocer sus lados flacos, no para
robustecerlos sino para precipitar su ruina. En el fondo no hay otra cosa que una deficiencia de
carácter personal que puede remediarse rompiendo la indiferencia con que el gremio ha mirado
la escogencia de los que deben representarlo.

Desinterés, celo y entusiasmo en los que dirigen; control moral y espíritu de solidaridad y la
crisis se solucionará sin necesidad de sacudidas muy peligrosas.

Con lo más vivo de mi afecto quedo cordialmente tuyo, Antonio Vicente Arenas”.
Fuente: 8 de Junio (Bogotá), agosto 29 de 1929, p. 400.

Anexo 11
Manifiesto de las directivas estudiantiles de Bogotá a los estudiantes del país (1929)

401
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Compañeros:

Las directivas estudiantiles de Bogotá, seriamente preocupadas por la delicada situación a que
está llegando el país por el caos político, administrativo y económico, hacen un llamamiento a
todos los estudiantes colombianos para que redoblen sus esfuerzos de organización alrededor de
la Federación Nacional de Estudiantes a fin de que la juventud colombiana, compacta,
reciamente organizada y consciente de sus responsabilidades y deberes sociales, pueda
desempeñar en estos momentos critices (sic) la misión que le corresponde.

La juventud no puede contemplar con indiferencia una situación como la actual, en que todo el
país desespera de angustia ante una inquietante incertidumbre y ante la ausencia de derroteros
comprensivos y precisos en las principales actividades nacionales, consecuencia de la falta de
preparación, del relajamiento del espíritu cívico y de la desmoralización e irresponsabilidad en
la administración pública. La responsabilidad más o menos mediata de la conducción de los
destinos de la nación y el instinto que a todos nos inclina hacia la protección del patrimonio que
nos legaron nuestros antepasados, sobre el cual fincamos nuestro porvenir, nos conducen
necesariamente a un contacto con los problemas que confronta el país.

Consideran las directivas estudiantiles que las horas de prueba imponen mayores obligaciones a
todos los miembros de la colectividad y que los actuales momentos no permiten actitudes pasivas
o contemplativas de un gremio como el nuestro, que es nervio y esperanza de la nación. Y esa
esperanza y la fe que el país tiene en su juventud nos obliga a una agitación, a una agitación sana,
agitación de estudio, de preparación, de penetración de los problemas vitales de la nación, de
intervención activa y constructiva y de solidaridad gremial para que unidos aseguremos el éxito
de la tarea que debemos realizar prontamente y a la cual debemos dedicar todos nuestros
esfuerzos y energías con resolución y firmeza, y con todo el entusiasmo de espíritu que
corresponde a su juventud que quiere asegurarle a la patria días de grandeza espiritual, moral y
material.

“Estudio, entusiasmo y federación”.

Comité Ejecutivo Nacional de Estudiantes: Mario Aramburo, Manuel Antonio Arboleda, Luis
Alberto Bravo, Diego Luis Córdoba, Hernando Echeverri, Miguel López Pumarejo, Bernardo
Mejía.

Centro Departamental de Estudiantes: Isabel Montaña Camacho, Antonio Vicente Arenas, Pedro
Alejandro Cortes, Mauricio Guerra, Ernesto Molano Castro, Santos M. Pinzón, Efraín Vásquez”.

Fuente: “Manifiesto de las directivas estudiantiles de Bogotá a los estudiantes del país”, 8 de
Junio (Bogotá), agosto 29 de 1929, p. 415.

402
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Anexo 12

Manifiesto de la fracción de estudiantes revolucionarios en el Federación Colombiana de


Estudiantes (1932)

A nuestra redacción ha llegado el manifiesto de los universitarios comunistas dirigido a los


estudiantes de todo el país. Gustosos lo publicamos por ser suficiente para definir de una vez por

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

siempre la enorme diferencia y la distancia estelar que hay entre la corriente de izquierdas que
hoy se agita dentro de la Universidad y la fracción de estudiantes comunistas.

A los Estudiantes de todo el país

Compañeros:

Próximamente se verificaran las elecciones para Delegados al V Congreso Nacional de


Estudiantes. El Comité de Frente Único de estudiantes revolucionarios acordó el siguiente
programa, por el cual han de luchar nuestros representantes en el Legislativo estudiantil. Os
pedimos que luchéis con nosotros por el triunfo de la lista de Delegados que defenderán sin
vacilaciones y sin cobardías ‘uniristas-centromarxistas’ los intereses de las masas laboriosas y
del estudiantado. La crisis económica estremece los propios fundamentos de la organización
económico-social de las naciones capitalistas, particularmente de los países de América Latina.
Semejante definitivo desbarajuste se proyecta directamente sobre las condiciones materiales de
la inmensa mayoría del estudiantado.

El imperialismo refuerza su dominación en nuestro país, su sistema de producción ENCIENDE


CONFLICTOS EN LAS FORNTERAS. El barómetro político indica la proximidad de una
vigorosa tempestad revolucionaria.

Los estudiantes colombianos no hemos sabido hasta hoy ocupar el puesto de combate que nos
corresponde en la lucha por la revolución agraria anti-imperialista. El estudiantado de los otros
países de la América Latina ejercido (sic) un gran papel histórico, actuando como un
destacamento de avanzada, cuando pelea hombro a hombro con la clase obrera y las clases
trabajadoras, como en la revolución cubana1.

Entre nosotros ha prosperado la idea de la ‘neutralidad’ estudiantil, de la consagración unilateral


a las disciplinas técnicas, del desdén aristocrático por las luchas sociales. Ahora, cuando el
estudiantado palpa sobre si las consecuencias de inestabilidad económica social, semejante
formula pasiva comienza a ser arrinconada.

La Reforma Universitaria

En torno de la Reforma Universitaria nos ha tocado soportar un esporádico clamor electorero.


Se alaga al estudiantado con la vaguedad de formulaciones inofensivas, que de colmarse, en nada
cambiaran el CARÁCTER FEUDAL de nuestra Universidad colombiana. Para nosotros la
Universidad y la enseñanza están marcadas fatalmente con el sello ideológico de las clases
dominantes. Para cambiar el carácter feudal de nuestra Universidad se necesita la subversión

1
La expresión “revolución cubana”, consignada en el documento, hace referencia al proceso político que provocó
la caída del Presidente de Cuba, Gerardo Machado en agosto de 1933, producto de la intervención militar.

404
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

total de la estructura económica del país. Únicamente rompiendo los moldes actuales se abolirá
el carácter de monopolio de la educación, limpiándose el campo para la auténtica transformación
revolucionaria de la Universidad.

Pero entre tanto nuestra acción debe encauzarse en la lucha contra determinados aspectos
esencialmente regresivos de la enseñanza: contra las TRABAS QUE IMPONEN EL
CONCORDATO; por la libertad de cátedra; por la efectiva autonomía universitaria; contra los
reglamentos despóticos; POR LAS REIVINDICAICONES PARCIALES DE CADA
FACULTAD Y ESTABLECIMEINTO DE SEGUNDA ENSEÑANZA.

La lucha anti-imperialista

Cuando abocamos la lucha contra la penetración imperialista no queremos resolver un tema


sentimental. La lucha anti-imperialista se plantea perentoriamente ligada a la lucha por la defensa
de los interese económicos de las masas trabajadoras y del estudiantado. En el campo económico
la penetración imperialista no trae ningún progreso, pues se afirma sólidamente reforzando las
condiciones feudales de explotación. Los profecionales (sic) colombianos se ven acorralados por
los llamados ‘técnicos extranjeros’ y encuentran un campo de acción cada vez más estrecho.

El imperialismo libra una campaña tenaz de descredito contra los profecionales (sic)
colombianos, propalando el tópico de su ‘incapacidad técnica’ imponiendo ciertos y
determinados estudios. Por todos los poros de la vida nacional se introduce la dominación rapaz
del imperialismo, al amparo incondicional de las clases dominantes, y de sus gobiernos.

En esta forma la lucha anti imperialista cobra cada vez más (…) extensión más grande. El
estudiantado ha de jugar su papel histórico en la lucha antiimperalista, por la completa
independencia nacional. Rechazamos los ensueños literarios que colocan al estudiantado como
la capa decisiva, como el dirigente en la lucha anti-imperialista. Reconocemos que solamente
bajo la hegemonía de la clase obrera, fuerza motriz en la lucha revolucionaria, ligando la batalla
anti-imperialista contra la dominación del feudalismo en el campo, puede llevarse a término
cabal la revolución cabal.

La participación del conglomerado estudiantil en el movimiento revolucionario se enfila


principalmente hacia la lucha anti-imperialista. Queremos reforzar el carácter ani-imperialista
de la FEDERACION COLOMBIANA DE ESTUDIANTES, exigiendo terminantemente de sus
directivas la adhesión a la ‘Liga Anti-Imperialista’ y el cumplimiento de los deberes estatutarios
que la obligan a la acción activa contra el imperialismo.

De la lucha contra el imperialismo se deduce consecuencialmente la lucha contra las guerras


imperialistas. Las próximas guerras a que estamos enfrentados con Venezuela y el Perú, fruto de
los choques imperialistas, son aprovechadas por los gobiernos de los tres países para darle una

405
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

solución capitalista a la crisis. Estamos abiertamente contra las guerras imperialis (sic) con
Venezuela y Perú, y denunciamos ante las masas trabajadoras y ante el estudiantado, la masacre
que preparan los imperialismos, por intermedio de sus lacayos de sus lacayos Olaya Herrera,
Benavides y Gómez, en las fronteras peruano-colombiana y colombo-venezolana. La
preparación de la guerra, así como el aislamiento para aplastar el movimiento revolucionario,
conducen al país a su máxima militarización. Han sido víctimas del militarismo no solo los
campesinos y obreros, sino también los estudiantes. Entre los estudiantes recordamos el muy
reciente atentado cometido en la persona del compañero Antonio García, quien fue
violentamente reclutado en Popayán.

Los estudiantes de Medicina han sido obligados a hacer un curso militar; también los de
Ingeniería y próximamente lo serán los de Derecho. Estamos a punto que la Universidad sea
convertida en cuartel por el gobierno Olaya Herrera como fue convertida en cuartel la de San
Marcos, en el Perú por el verdugo Sánchez Cerro.

Como inmediatas medidas concretas para la lucha contra la guerra, proponemos al estudiantado
revolucionario el nombramiento de Comités de lucha contra LA GUERRA en todas las
facultades y colegios, los que nombraran a su vez un delegado que los represente en el Comité
Central de lucha contra la guerra. Pedimos que un 60 por ciento del presupuesto de guerra sea
dedicado a la instrucción pública.

La lucha contra las guerras imperialistas implica la defensa de la Unión Soviética que, además
de ser el más vigoroso sostén de la paz mundial, es amenazada, en forma cada vez más descarada,
por los imperialismos, que desean conquistar el mercado de 160 millones de habitantes, sus
materias primas, y no ven con buenos ojos el ejemplo de la construcción socialista que la clase
obrera de la URSS está dando las clases trabajadoras de la tierra. Denunciamos ante las masas
trabajadoras y ante el estudiantado, las calumnias que el gobierno de Olaya Herrera está
propalando en la escuela militar y en los cuarteles contra la URSS. Esta campaña nos demuestra
que también los burgueses y latifundistas colombianos participarán en la guerra imperialista
contra la patria de los trabajadores. Exigimos que la Federación Colombiana de Estudiantes
adhiera a la asociación Amigos de Rusia.

Consideramos que cualesquiera plataformas, como la del frente unido “unirista – marxista –
liberal” que acepte la lucha contra el imperialismo y acoja descarada o veladamente la defensa
de la “patria burguesa” adolece de la más violenta contradicción y denuncia el oportunismo más
crudo de esas asociaciones seudo-revoluconarias. Hacemos un llamado a los estudiantes
consecuentes y sinceros de la UNIR y del grupo marxista para que abandonen a sus cobardes
jefes Gaitán, Bernal y Garzón, y luchen por el triunfo de nuestra plataforma que es la única
consecuentemente revolucionaria.

406
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

La Federación Colombiana de Estudiantes ha sido hasta ahora un organismo formal desligado


de los anhelos estudiantiles. Ha sido un organismo jerárquico dentro de la masa estudiantil, en
él no encuentra esta la manera de imponer sus inquietudes ideológicas, ni de ejercer sus derechos.
La Federación Colombiana de Estudiantes no podrá ser por más tiempo un organismo
responsable solamente de organizar fiestas. Debe ser la representación efectiva de las masas
estudiantiles de la república. Debe trazar orientaciones precisas al estudiantado, encauzar
prácticamente sus luchas. Luchemos por una reforma fundamental de sus estatutos, que permita
un acercamiento y una colaboración constante entre sus directivas y la masa estudiantil; que lleve
a la práctica la nombrada iniciativa de las cooperativas estudiantiles. La Federación Nacional de
Estudiantes en muchas actuaciones se ha definido como un organismo colaborador de la
reacción. Otras actuaciones acreditan la posibilidad de orientar por cauces revolucionarios la
política estudiantil dentro de los cuadros de ese organismo.

Llamamos a los estudiantes de todo el país para el reforzamiento de nuestra campaña. Nos
dirigimos al estudiantado en general, oprimido por las trabas feudales de la enseñanza.

Estudian… (sic)

Cerremos filas en torno a nuestro programa. Nuestra actitud hará que los grupos reaccionarios
de la Universidad y de los seudo-revolucionarios (marxistas, uniristas) se compacten del otro
lado, polarizando así las fuerzas que en este cruce histórico se disputan el campo: LAS
FUERZAS DE LA REVOLUCION Y LA CONTRA-REVOLUCION. Los estudiantes deben
definir rotundamente su participación en esta lucha, ya que las agudizadas condiciones históricas
no toleran el fantasma de la “neutralidad”, ni de las posiciones intermedias, ni de las vacilaciones.

Las reivindicaciones inmediatas de los diferentes colegios y facultades por las que han de luchar
nuestros delegados al V Congreso Nacional de Estudiantes, serán acordadas por los diferentes
grupos de estudiantes revolucionarios de los distintos planteles.

Fuente: Federación (Bogotá), abril 20 de 1932, p. 1 y 4.

Anexo 13

El momento histórico de la universidad (1932)

A nadie se le escapa que la Universidad Colombiana padece actualmente la más intensa crisis
espiritual. Mientras sus hermanas de América se agitan al compás del momento registrando los

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

acontecimientos económicos y sociales, la nuestra adormecida y desorientada, prosigue el regazo


de las plegarias liricas haciendo del adjetivo el pontífice máximo de la expresión doctrinal.

La ya desesperante vigencia, del feudalismo (sic) en la vida económica de la republica alienta


todavía sus reflejos culturales a través de los claustros asfixiados por las normas escolásticas,
cuyas concepciones metafísicas sujetan la ciencia el arte y la literatura al inexorable tutelaje de
un dogma.

La contradicción notoria entre este sistema y la realidad dinámica de la vida social


contemporánea constituye el eje central sobre el cual gira dislocada la juventud colombiana,
indiferente al ritma de la historia.

Sobra decir, como este orden de cosas existente, no se modificará con movimientos esporádicos,
sacudidos de un jacobinismo antañero y ridículo que explica la deficiencia de nuestros métodos
educacionistas por la influencia religiosa en la universidad, ignorando que ella es apenas el
reflejo de las condiciones materiales que aún persisten en el panorama de nuestra vida nacional.

Y esta la causa de que nuestra juventud persista en su concepto errado de la revolución, siendo
para los unos irreverencia o desacato y para los otros, problema que no se resuelve sino al empuje
de un torrente de frases anticlericales sin concretar jamás el contenido de una autentica
transformación.

Quienes concebimos las manifestaciones espirituales de un pueblo como reflejo necesario de su


andamiaje económico juzgamos que las revoluciones instruccionistas solo se obtendrán con los
simientos (sic) colectivos que impondrán una nueva manera de pensar y un nuevo método de
educar.

Este criterio científico ha llevado a todos los estudiantes de los países que como el nuestro
encuentran el obstáculo de su emancipación en el muro de la mano implacable de los
imperialismos absorbentes, a participar activamente en las grandes jornadas de las masas
oprimidas que son las únicas que se identifican en sus aspiraciones con los trabajadores del
pensamiento y de la idea.

En el repertorio de esas grandes batallas democráticas, Colombia solo incluye contadas


participaciones de un alcance transitorio en el tiempo de sus reivindicaciones estudiantiles.

El mayor movimiento que se registra entre nosotros es el tan ponderado 8 de junio que culminó
en realizaciones adjetivas, terminando con inmoralidad de gobiernos, pero sin tocar la esencia
del poder estatal respaldado por regímenes económicos opresores.

408
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

La Universidad lejos de continuar malgastando energías en rebeliones desorganizadas y estériles,


debe alistarse en falanges poderosas para penetrar en el campo mismo de la realidad nacional,
pulsando sus problemas y dándoles una solución definitiva.

Es preciso destruir la indiferencia en que vive el estudiantado con respecto al vaivén de la vida
colectiva para que en las páginas de la historia de la juventud pueda reclamar su puesto de
avanzada.

Para eso es necesario un vasto movimiento de organización de todos sus elementos en bloques
federativos que representen y gestionen auténticamente sus propios intereses.

El primer paso en la reforma estudiantil lo da el acercamiento entusiasta y vigoroso de aquellos


que siendo capaces de romper con los prejuicios se empinan sobre el fortín de sus convicciones
ideológicas para crear su conciencia de clase universitaria”.

Fuente: Federación (Bogotá), abril 20 de 1932, p. 2.

Anexo 14

Discurso para Elvira primera (1949)

Honorable auditorio:

409
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Antes de proclamar oficialmente el nombre de Elvira Vergara, para reina de los estudiantes,
queremos sentar un precedente ante la opinión pública. Hemos entendido este certamen como
una función exclusiva de la inteligencia. A este poderoso gremio que nos respalda no hemos
ofrecido nada distinto de los méritos de las virtudes personales de una mujer distinguidísima.
Pero quienes están con nosotros, quienes formamos este cálido nudo social en la jubilosa fiesta
del espíritu que estamos conformando, no hemos venido con el propósito, exclusivo de imponer
un nombre, sino con la voluntad irrevocable de imponer un estado de alma. Si hemos de tocas el
alto límite de este certamen, estaremos satisfechos por haberlo logrado, como por la conciencia
de haber llegado a él mediante un limpio proceso de dinámica mental. La voluntad de los dioses
no podría estar de nuestro lado, no podría ser propicia a nuestra soberana si antes de que cante
el gallo en la madrugada de la victoria negásemos siquiera una vez el nombre de la inteligencia.

Y porque creemos sin reservas que éste es el espíritu común de quienes participamos, desde
campos virtualmente opuestos en el presente debate, hemos resuelto participar en él y hacemos
personeros de una candidatura diáfana.

Venimos a proclamar a Elvira Vergara para reina de los estudiantes en nombre de una selecta
oligarquía espiritual. Reclamamos para ella el sitio inicial en una dinastía de palabras frutales y
la facultad de ejercitas, desde su alta monarquía, todas las virtudes olvidadas: la virtud de
encender una estrella en el norte de los navegantes; de mecer la campana con sincero dolor por
los muertos; la de amar al prójimo por sus necesidades y no por su generosidad; la de creer en la
rosa por ser rosa y no por la certeza de sus espinas; la de criar el cordero por su mansedumbre y
no por la calidad de su lana; la de esperar la tarde por la pulsación del lucero y no por el reposo
del trabajo diario; la de partir el pan en rebanadas de amor y no en rebanadas de transacción; la
de amar al agua por su espejo y no por su servidumbre; la de criar las aves con espíritu de
protección y no con propósito de subsistencia; la de cultivar la fruta por su color y no por su
sabor; la de abrir la puerta para que entre el visitante y no pata mostrar el interior de la casa; la
de arar la tierra para sembrar y no para justificar el alquiler de los bueyes; la de cantar a la vida
para exaltar su belleza y no para espantar a la muerte. El ejercicio de todas estas virtudes las
reclamamos para Elvira porque sobre ellas estará edificado su poderío.

Y esta es la monarquía que reclamamos para ella: la del estudiante simbólico, sin tiempo y sin
espacio, síntesis de un conglomerado social. Reclamamos la monarquía del Estudiante, con
mayúscula romántica, considerado como célula continente de todas las calidades humanas, cifra
paradójica de artes y oficios, suma de geografía heterogénea, puerto donde una noche de borrasca
se encontraron y confundieron todas las razas de la Tierra. No el estudiante convencional y
literario, sino su símbolo intemporal. El que fue herrero para martillar la muerte de la bestia
satánica en la espada de San Jorge y el que fue carpintero para fabricar la nave en que el diablo
salió a perseguir el ángel por los mares del paraíso. El guerrero en su corcel trotante y el monje
que le dio llave por dentro a su conciencia. Francisco, el amigo de los pájaros, adiestrando los

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

animales del Señor, y Agustín, el africano, tambaleándose entre el cielo y el infierno. Porque
estamos reclamando para Elvira la monarquía del estudiante humano.

Y a estos nombres llamamos por testigo de su proclamación: invocamos la memoria de los


grandes muertos, la de los grandes estudiantes históricos, para que desciendan sobre el instante
y den testimonio de este acto. Que levanten la piedra sepulcral, blanca en polvo milenario, y
vengan todos, fabricados en substancias eternas a ocupar el sitio que les corresponda.

Llamamos como testigos de esta proclamación solemne, a Cristóbal Colón, por quien la Tierra
fue redonda y familiar para todos los hombres; a Erasmo, estudiante de Rotterdam, custodiado
por el arcángel de la locura; a Dante, viajero del infierno; a Virgilio, con su vanguardia de bueyes
florales, y a Marcos, con su vanguardia de leones; a Euclides, a Ptolomeo griego y a Apolonio
con sus rosales de geometría, y a Thales de Mileto, inventor de la línea recta; David, cantor, con
el arpa de Dios entre los brazos, y a Tubal Caín, descubridor de la música en las espadas; a
Moisés, con su vara de virtud y sus códigos eternos; a Esculapio, a Hipócrates y a Galeno, con
los párpados abiertos frente a la muerte; y otra vez a Cristóbal Colón, inventor de América, y a
Miguel de Cervantes, inventor de España; a Ricardo Corazón de León con su corazón de León;
a Felipe II, contemplativo y tremendo; a Ignacio de Loyola, vasco y formidable, derrotando las
legiones satánicas, y a Lenin, cobrizo y genial, de pie sobre la revolución.

Desciendan sus espíritus sobre nosotros y den testimonio universal para todos los siglos de estas
palabras últimas: Elvira Primera, soberana de la inteligencia.

Fuente: El Universal (Cartagena), julio 5 de 1949.

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

Archivos y bibliotecas

Biblioteca Nacional de Colombia, Bogotá (Fondo German Arciniegas, Hemeroteca)

Biblioteca Luis Ángel Arango, (Hemeroteca, Sala Raros y Curiosos), Bogotá

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

Biblioteca de la Fundación Gilberto Álzate Avendaño (Hemeroteca), Bogotá

Ministerio de Cultura y Patrimonio, Quito (Ecuador)

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Juventud (Santiago de Chile), 1919

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Revista de Derecho y Ciencias Políticas. Órgano de la Sociedad Jurídica de la Universidad del


Cauca (Popayán) 1919, 1920

Revista de Matemáticas e Ingeniería. Órgano de los Estudiantes de la Facultad (Bogotá), 1910

Revista Jurídica (Medellín), 1903

Revista Jurídica. Órgano de la Sociedad Jurídica de la Universidad Nacional (Bogotá), 1908,


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Revista Universitaria. Órgano de la Universidad de Cartagena, (Cartagena) 1918

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Credencial Historia (Bogotá), 2002, 2007

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Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México (México), 2014

Estudios Marxistas (Bogotá), 1984


Historia Crítica (Bogotá), 2009

Historia y Memoria (Tunja), 2011

Historia y Sociedad (Medellín), 2012

Hojas Universitarias (Bogotá), 1989

Memoria y Sociedad, (Bogotá), 1995, 2016


Palobra (Cartagena), 2000, 2011
Perfiles educativos (México), 2012

Revista Amauta (Barranquilla), 2010, 2014


Repertorio Boyacense (Tunja), 2001

Revista de Investigación Educativa (Veracruz), 2005

Revista Historia de la Educación en Latinoamérica (Tunja), 2002, 2006, 2008, 2009


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Guillermo Valencia, Discursos, Tomo III, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1974.

“Discurso en el senado acerca de la misión pedagógica alemana, pronunciado en la sesión del 4


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Bogotá, 1974.

“Discurso en el senado sobre la reforma de instrucción pública y defensa de la autonomía


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Tomo III, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1974.

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en Guillermo Valencia, Discursos, Tomo III, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1974.

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Material audiovisual

Carnavales estudiantiles de Bogotá, 1925: documento audiovisual de gran calidad, que recrea la
celebración del carnaval estudiantil de 1925 en Bogotá. Las imágenes permiten evidenciar la
dimensión social que tenían estas celebraciones en la ciudad. (Duración: 9 minutos, 49
segundos). https://www.youtube.com/watch?v=qLJHMxA5VGs

8 de junio de 1929: documento elaborado por la firma Acevedo e Hijos, en el que se recrean los
hechos del 8 de junio de 1929 en Bogotá, con imágenes que fueron grabadas durante el desarrollo
de los acontecimientos. El documento fue restaurado y editado por la Fundación Patrimonio
Fílmico Colombiano, sin que, al parecer, se hubiese podido recuperar el material completo.
Como documento histórico tiene un enorme valor, al reunir imágenes de la agitación en las calles
de la ciudad, originada por la destitución del alcalde Luis A. Cuervo. Se puede observar, por
ejemplo, la presencia de algunos dirigentes hablando ante las multitudes desde los balcones de
algunos edificios (sobresale el joven Jorge Eliecer Gaitán, por ejemplo), la presencia de los
estudiantes en las calles y el sepelio del estudiante Gonzalo Bravo Pérez. (Duración: 6 minutos,
7 segundos). https://www.youtube.com/watch?v=-R1JmYfQ24g

Bogotá en pie, 1929: documento de menor duración que hace parte de la producción comentada
anteriormente, 8 de junio, aunque reúne algunas imágenes que en ésta no aparecen. (Duración:
2 minutos, 29 segundos). https://www.youtube.com/watch?v=Ia5Hc-HSNA8

Direcciones electrónicas consultadas

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APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LOS UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA 1908-1954

http://132.248.192.241/~perfiles/sistema_ojs/index.php/perfiles/about/submissions#onlineSub
missions

https://www.uv.mx/cpue/num1/inves/estudiantes.htm

http://www.cecies.org/articulo.asp?id=488

http://www.reformadel18.unc.ar/privates%0R.pdf.
http://www.cartagenadeindiasweb.com/cartagena_notas_esperanza.html
http://revistacontestarte.com/la-musica-del-carnaval-estudiantil-de-los-anos-20-y-30/

file:///C:/Users/Jose%20Diaz/Downloads/10294-35504-1-SM.pdf

https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=19431

http://rcientificas.uninorte.edu.co/index.php/memorias/article/viewArticle/3214/4892

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