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La Educación Superior en la OMC

La Educación Superior en la OMC

María Angélica Sabatier189

La agenda de las universidades en el marco de la internacionalización


de la educación superior. La omnipresencia del GATS y sus implicancias
para el sector
En Abril del 2002 se realizó en Porto Alegre la IIIª Cumbre de Rectores de
Universidades Públicas. El tema general de la fue Universidad Publica: Edu-
cación y Desarrollo, tratado por cuatro grupos de trabajo estructurados sobre
ejes como “Formación para el Mundo del Trabajo”, “Ciudadanía, Cultura,
Etica e Inclusión Social”, “Desarrollo Social y Económico” y “Cooperación
Internacional para el Desarrollo”.
Sin embargo, la cuestión que sin duda centralizó la atención de los partici-
pantes fue la propuesta de inclusión de la enseñanza superior entre los “servi-
cios comerciales” reglamentados por la Organización Mundial del Comercio en
el marco del Acuerdo General sobre Comercio de Servicios (AGCS/GATS)1
El antecedente principal que debe citarse en este sentido es el Acuerdo
General de Comercio de Servicios (conocido por su sigla inglesa GATS) cele-
brado en Abril de 1994 por los Estados Miembro de la Organización Mundial de
Comercio, que tiene por objetivo la liberación del comercio de todo tipo de
servicio.
Este acuerdo tiene una única excepción, a saber: estarían fuera del área de
los servicios comerciales regulados por la OMC aquellos que fuesen provistos
en el ejercicio de la autoridad gubernamental y en ese marco no fuesen ofreci-
dos sobre una base comercial, ni permitiesen la competición con uno o más
proveedores de servicios. Sin embargo, en 1998, a través de un documento de
circulación restringida la Secretaría de la OMC defendía la tesis según la cual a
partir de que los gobiernos permiten la existencia de proveedores privados de
educación, aceptan el principio de que la educación superior puede ser tratada
como un servicio comercial y en consecuencia debe ser regulada en el marco de
la OMC.
Así, entonces, en 1999 la OMC define los servicios que vienen a ser regula-
dos por el AGCS incluyendo a la educación y a partir del 2000 la misma organi-
zación lanza negociaciones para la liberación de los servicios educativos.
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Asesora de la Secretaría de Políticas Universitarias.
1
«La enseñanza comercial como servicio comercial:¿Desafío o amenaza?» Wrana María
Panizzi, Rectora de la UFRGS, Porto Alegre, Julio 2002.

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Previamente, organizaciones universitarias de los Estados Unidos y Europa


se pronuncian en contra de la propuesta de la OMC; más recientemente, en
febrero del 2002, en el Foro Social de Porto Alegre, los participantes de una
Jornada sobre Ciencia y Tecnología, un instrumento para la paz en el siglo
XXI, adoptaron una resolución proponiendo un pacto global que asegure los
principios de acción aprobados por la Conferencia Mundial sobre Enseñanza
Superior realizada por la UNESCO en 1998, y la exclusión de la enseñanza
superior del AGCS.
Es necesario tener presente que más de ciento ochenta países reunidos en
París en el 1998 aprobaron la Declaración Mundial sobre la Educación Supe-
rior en el Siglo XXI: Visión y Acción, donde de manera inequívoca, se definía
a la educación superior como un servicio público e indicaban que esta debía ser
la base de las orientaciones de largo plazo en cuanto a objetivos y necesidades
sociales, incluyendo el respecto a las culturas y la protección del medio am-
biente. La aceptación de la propuesta de la OMC es contradictoria con la Decla-
ración de París y en este marco lo poco que resta de soberanía de los estados
nacionales puede evaporarse.
No es sólo la educación sino las comunicaciones, el medio ambiente, los
servicios financieros, los servicios de salud, culturales y de turismo, los de
transporte, en suma todo lo que pueda ser definido como un servicio tendrían
sus decisiones formalizadas por la OMC. Aceptada la propuesta de la OMC,
cualquier Estado que no cumpla con los compromisos firmados dentro de la
OMC en el sector de la educación superior puede ser condenado a pagar
indemnizaciones a los empresarios e industrias de educación que se conside-
ren perjudicados y estará sujeto a represalias de los países proveedores de
enseñanza, en particular de la enseñanza por internet.
En este contexto la comunidad académica iberoamericana se debe movilizar
proactivamente. Partiendo de la base que el AGCS se va consolidando gradual-
mente, debe definirse una estrategia clara que neutralice el intento de comercia-
lizar la educación superior y que adopte a la vez una actitud transformativa que
posibilite captar las ventajas de las nuevas tecnologías, dando cuenta a la
sociedad de sus acciones a través de procesos objetivos y transparentes de
evaluación y acreditación y buscando perfeccionar su calidad con un incre-
mento de pertinencia, democratizando el acceso y funcionamiento y participan-
do activamente de los debates y negociaciones que se encaran en torno a estas
cuestiones.
La internacionalización de la educación superior no es un fenómeno nuevo
y está atravesada por una serie de factores que obligan a construir una agenda
que incluya definiciones urgentes, decisiones prioritarias y por sobre todo un

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accionar continuo afín de garantizar la soberanía de las naciones y la autono-


mía de las instituciones, tendiendo a una cooperación solidaria en lugar de a
una competencia desigual. Esta cooperación solidaria puede encontrar terreno
fértil en muchas de las acciones que se llevan adelante en bloques regionales
como el Mercosur y en las relaciones de este con otros bloques como el de la
Unión Europea.
Las siguientes cuestiones son sólo algunas de las variables de una compleja
situación en la que se van consolidando hechos sin que una verdadera política
de sistema pueda contrarrestar las desviaciones o situaciones no deseadas
para nuestras sociedades:
• la transferibilidad de créditos
• el reconocimiento de títulos de grado
• las titulaciones conjuntas tanto en el grado como en el posgrado
• la reciprocidad en los procesos de acreditación de grado y posgrado
• la acreditación de las ofertas educativas a distancia
• los procesos de migración de los profesores e investigadores hacia otros
países que ofrecen mejores condiciones de trabajo y remuneración
• la movilidad de los estudiantes de grado y posgrado
• las políticas hacia instituciones que se radican en nuestros países para ofre-
cer formaciones que pueden tener escasa pertinencia social aunque demues-
tren alta calidad académica.

Las universidades saben que el debate académico y la investigación cientí-


fica no reconocen fronteras, pero a partir de la iniciativa de la OMC saben
también que están frente a un desafío de otra naturaleza.
No están en cuestión la formación de redes de investigación, la
movilidad docente y estudiantil y otras formas de intercambio científico y cul-
tural siempre valorizadas por las instituciones universitarias como medios legí-
timos de cooperación; lo que está en juego es el destino mismo del conocimien-
to como patrimonio social y de la educación como bien público.
También está en juego la importancia de la investigación para la enseñanza
superior y el papel que juegan las universidades en el desarrollo social y eco-
nómico de los pueblos en la afirmación de las identidades culturales.
El rol del Estado, debilitado en el marco de los acuerdos internacionales,
sólo puede ser reforzado por un sostenido debate proactivo de todas las cues-
tiones que giran en torno a una internacionalización del quehacer científico y
académico al que se vincula con la comercialización globalizada de la educa-
ción y el saber.
Esta delicada frontera requiere de una decidida acción de las universidades

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en el reconocimiento de que no es excluyéndose del debate y la acción como


podrán contrarrestar el inevitable avance de formas de comercialización de la
educación superior que se imponen de la mano del dominio tecnológico y
financiero de las naciones más poderosas.

Algunas consideraciones muy breves sobre el GATS


De modo sumarísmo, la comercialización de servicios de educación superior
incluye :
• la captación de estudiantes internacionales,
• el establecimiento de campos universitarios en el extranjero,
• la prestación de servicios con franquicia,
• el aprendizaje en línea.

Las formas de suministro definidas son:

Forma de Suministro según el GATS


1. Suministro más allá de las fronteras
educación a distancia
aprendizaje electrónico
universidades virtuales
2. Consumo en el extranjero
estudiantes que van a otro país a estudiar
3. Presencia Comercial
sede local o campos satélite
instituciones gemelas
acuerdos de franquicia con instituciones locales
4. Presencia de Personas Naturales
profesores, maestros, investigadores trabajando en el extranjero

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Las categorías de servicios definidas en el marco del GATS son:

Categoría Actividades educativas incluidas Notas


de servicio en cada categoría
educativo
Educación • preescolar y otros servicios de educación
Primaria primaria
(CPC 921) • no incluye servicios de guardería
Educación • secundaria superior general
Secundaria • secundaria técnica y vocacional
(CPC 922) • también incluye servicios técnicos y
profesionales para discapacitados
Educación • servicios educativos técnicos y vocacionales • los tipos de educación (i.e.,
Superior de post-secundaria negocios, estudios liberales,
(CPC 923) • otros servicios de educación superior arte, ciencia) no están
conducentes a título universitario o su especificados
equivalente • se asume que están
cubiertos todos los
programas de capacitación y
educación post-secundaria
Educación • cubre la educación para adultos fuera del • se necesita mayor
para adultos sistema educativo regular definición
(CPC 924)
Otra • cubre todos los demás servicios educativos • requiere claridad, re
Educación no clasificados en otra parte cobertura y diferenciación
(CPC 929) de otras categorías
• excluye servicios educativos relacionados • por ejemplo: ¿se cubren los
con recreación servicios educativos y de
evaluación de lengua? ¿los
de captación de estudiantes?
¿los de medición de la
calidad?

La necesidad de definir una política sectorial proactiva


El organismo responsable de las negociaciones por la parte argentina en la
OMC es el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto,
cuyos funcionarios han estado siempre en contacto con las autoridades de
este Ministerio, asegurando una participación del área competente en materia
de educación superior en las discusiones acerca de los caminos a seguir.
En nuestro caso y hasta el momento no ha habido ningun compromiso ni
pedidos de concesiones formulados con respecto a servicios de enseñanza,
pero se percibe una sensibilidad particular en las instituciones universitarias
frente a estos temas y como país miembro, en algún momento la Argentina

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deberá encarar negociaciones y definir posiciones que, es deseable, respon-


dan a una política del sistema y los intereses genuinos del sector.
Estamos ante un instrumento que incide de manera compleja y discutible
sobre la educación superior. Afianzar la postura de la educación superior como
bien social no implica negar la existencia de corrientes de comercialización de
vieja data en el seno del sector.
Las opiniones sobre los riesgos y beneficios están divididas, si no polariza-
das. Difieren dentro y fuera de los países y el nuestro no es seguramente la
excepción. Razonar y actuar desde esta polarización puede resultar letal a los
intereses de la educación en general y de la educación superior en particular.
Como país debemos asumir el muy serio reto de encontrar un equilibrio
entre las oportunidades y los compromisos de liberalización del comercio para
“exportar” servicios de educación superior, con el posible impacto -relaciona-
do con los mismos compromisos- de la “importación” de servicios educativos.
Se debe conocer, entonces, muy bien, qué queremos “exportar” y qué necesita-
mos “importar”.
No es una tarea fácil. Se puede tender a ser liberal al considerar las oportuni-
dades de exportación, y más proteccionista al analizar las implicaciones de
importar. Lo único cierto en este panorama es la necesidad de que el sector
educativo se movilice respecto de estas inquietudes, analice los pro y los
contra y realice las pertinentes consultas con todas las partes interesadas.
Al mismo tiempo, es necesario ser proactivo y estratégico en relación con la
posición que adopte el gobierno en las negociaciones en la etapa de solicitud
/ oferta del GATS. Esto obviamente implica una comunicación estrecha con las
instancias y organismos responsables de la educación en el propio país. Un
Comité Permanente de Concertación entre el Ministerio de Educación Ciencia y
Tecnología y la Cancillería Argentina sería el primer paso en este sentido.
Es igualmente relevante no perder de vista la necesidad de tener enfoques y
marcos internacionales para la regulación de proveedores, el reaseguro de la
calidad y el reconocimiento de calificaciones.
El afianzamiento de los procesos de evaluación y acreditación es determi-
nante en este punto. El trabajo conjunto de la CONEAU y la SPU sobre estas
cuestiones deberá ampliarse y afianzarse continuamente, dado que la posición
prevalente es promover acuerdos vis a vis entre instituciones universitarias
argentinas y extranjeras como ya se mencionó, de modo que aparecen en esce-
na los acuerdos entre agencias acreditadoras y evaluadores de Argentina y los
otros países.
En el mismo sentido, aparecen la revisión permanente de la normativa y la
adopción sistemática de dispositivos de reaseguro de la calidad y pertinencia

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de la educación a distancia. La educación a distancia se ha visto posibilitada


por las nuevas tecnologías pero desde hace tiempo, aun con soportes tecno-
lógicos tradicionales, la formación superior ha sido un blanco de instituciones
y organizaciones que han venido operando en el país en forma previa al GATS
y por fuera de los dispositivos de reaseguro de la calidad.
Finalmente, resulta imperioso elaborar una agenda que dé cuenta de las
preocupaciones y expectativas de los distintos actores, que posibilite el debate
y la adopción de consensos, que permita adoptar una posición nacional que no
sufra cambios inesperados ni siga caminos erráticos, que se asiente en los
acuerdos logrados en los bloques regionales –como el Mercosur- para lograr
así fortalezas incrementales y que establezca una coherencia entre los proce-
sos regionales y los de carácter global, disminuyendo el desequilibrio entre
países centrales y países periféricos.
Es importante no exagerar el impacto del GATS. La comercialización de la
educación ya existía, mucho antes, dentro y fuera de la esfera de los acuerdos
comerciales. No obstante, también es crucial no subestimar las implicaciones
potenciales -riesgos y oportunidades- de este acuerdo.
Nuestro país ha mantenido históricamente una política de educación en
general, y de educación superior en particular, sustentada por principios muy
caros a la sociedad argentina, entre los que la gratuidad, la igualdad de oportu-
nidades y la búsqueda de la equidad ocupan un lugar primordial; estos valores
se discuten en la búsqueda de una resignificación permanente a la luz de los
distintos procesos sociales que inciden sobre el acceso y la permanencia en la
educación superior. Mantener esta discusión aislada del impacto de los proce-
sos de internacionalización, de la creciente comercialización de servicios edu-
cativos y de la progresiva pero indefectible ingerencia de las nuevas tecnolo-
gías de comunicación e información implica analizar una situación caduca.

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