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Literatura aborigen
Ensayo
Cuando los europeos llegaron a América encontraron diversas maneras de conservar el saber entre los pueblos del conti-
nente. El conocimiento y los hechos del pasado se difundían a través de la transmisión oral, por medio de símbolos jero-
glíficos o dibujos simbólicos. El ensayista colombiano William Ospina (1954) nos presenta en este ensayo, con un tono
poético, su visión de este vasto mundo precolombino.
Poesía indígena
E
l azaroso descubrimiento del continente americano por una expedición
europea que buscaba las costas de Oriente es el hecho fundamental de la
historia moderna. Cambió por completo la noción que el Viejo Mundo
tenía de sí mismo, forzó a los hombres a una nueva concepción del espacio pla-
netario, abrió una vertiginosa época de exploraciones y conquistas, renovó las
inquietudes espirituales de la civilización, mostró cuán incomprensiva y cuán
bárbara podía ser una cultura milenaria, sacando a la luz su fondo de supersti-
ción, de repulsión y de intolerancia, mareó de aventura y codicia a muchas ge-
neraciones, puso en marcha un proceso de explotación de riquezas incalcula-
bles, sondeó las venas de la tierra y extrajo de ellas el oro sangriento, aniquiló
valerosas poblaciones y exquisitas culturas, sembró las lenguas y las religiones
europeas sobre la ceniza todavía susurrante de los dioses nativos, soltó sobre los
mares un pueblo de naves de rapiña, llenó de temas nuevos la imaginación de
los hombres, puso la palabra Calibán en labios de William Shakespeare, encen-
dió un sueño de ríos de oro en la imaginación de Luis XIV y puso a brillar los
fantasmas de El Dorado en las páginas de Voltaire, creó el planeta como hoy lo
concebimos, estimuló la idea del “buen salvaje” en Jean-Jacques Rousseau,
cambió la idea de la naturaleza e inspiró los paisajes del Romanticismo, pro du-
jo una de las obras más representativas del espíritu alemán: La relación histórica
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del viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente, realizado de 1799 a
1804; permitió que se renovara y se enriqueciera la idea de la democracia que
hoy gobierna a las naciones, y favoreció la llegada de Darwin, cuyo legado po-
dría cambiar para siempre la relación del hombre con el mundo. A ese hecho
casual y prodigioso, y de consecuencias tan imprevisibles, corresponde nuestro
origen como nación y, ciertamente, también el origen de nuestra poesía. Antes
de la llegada de la lengua castellana a este territorio, las comunidades que lo
habitaron durante casi 2000 años no habían alcanzado a desarrollar una escri-
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Literatura
tura hábil para registrar y conservar sus rituales, sus invocaciones y monumen-
tos de la expresión, de modo que de la presumiblemente rica poesía de aquellos
pueblos sólo ha logrado prevalecer lo que hoy los antropólogos rescatan de la
tradición oral de las comunidades indígenas. Por cierto, muy poco de aquel
mundo ha logrado llegar hasta nosotros.
“Shishara, Shakira, Tirira, Karouwa, Tha Kuma, Bekana, Raiayna, O´runa, Berag-
drira, Th´thumbria, Yokumbria, Akatra, Ithkwitra, Okitra, Sherina, Botruna, Buk-
warina, Barawiya, Sherowiya, Waiyana....”. Este es, transcrito al alfabeto latino,
el comienzo del primer vuelo del canto. Cada tantas palabras, un estribillo ex-
plica, detiene y matiza la enumeración. En este caso las palabras son nombres
propios que designan regiones del mundo de los u´wa, casi al modo de esas se-
cuencias que en los documentos legales definen los límites de un territorio. Pero
el canto hace mucho más que nombrar los sitios. Desde Shishara (“el horizonte
donde terminan los ríos”), pasando por diversas lagunas, cerros, cauces, regiones
de otros grupos nativos, llegando a Barawiya y Sherowiya (que son, en su orden:
“la mujer del lugar del solsticio” y “la mujer del sol”, es decir, las regiones donde
habitan estas divinidades), hasta terminar en Waiyana (que tal vez signifique
“en dirección a Guayana, en el este”), el canto comienza a narrar el vuelo sobre
este territorio de ciertas águilas migratorias que viajan desde el sur de los Estados
Unidos hasta el norte de la Argentina, y que se ven con frecuencia “en grandes
bandadas atravesando el paso de las cordilleras”.
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Literatura
culturales a los mitos narrativos de la edad de bronce griega o nórdica, sino que
tal vez pudo llevar a la humanidad a otro tipo de poesía y hacia otro tipo de ci-
vilización.
Es muy evidente en estos mitos el papel de la poesía como fundadora de una cul-
tura y de una relación con el mundo. Los u´wa sienten que pertenecen a la tie-
rra, son hijos de las águilas y de los árboles, tienen mitos para sus bosques, sus
aves, sus ríos y sus peces, y las demás criaturas que pueblan su región. Su poesía
evidencia un alto grado de refinamiento verbal, una civilización poética arraiga-
da en el mundo físico y aún no exaltada o extraviada en abstracciones. Han
nombrado minuciosamente su territorio, con nombres que no son meras como-
didades de orientación, como lo son para nosotros, sino que representan una
consagración y un vínculo. (…)
Que en nuestro mundo haya crecido alguna vez una mitología tan vinculada a la
naturaleza y tan distante de las imperiosas y despóticas fantasías de las religiones
de Oriente, tan distante de esas religiones que han tiranizado y ensangrentado al
mundo, es motivo de alegría, y también puede alentar en nosotros alguna discre-
ta esperanza.
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Literatura
El texto del poema Yuruparí apenas nos pertenece. Reflejo de un reflejo, sólo nos
es posible, a través de él, entrever algunos movimientos de seres que son apenas
nombres, en una selva de palabras. Hasta ahora las traducciones han sido más
bien transcripciones y tal vez en este caso sea más cierta que en otros la defini-
ción de Robert Frost: “Poesía es aquello que un poema pierde cuando se lo tra-
duce”. Si los indios del Vaupés vivieran en nuestro mismo universo mental, po-
dría mos sen tir la in ten si dad de los he chos y los sím bo los que el poe ma
reproduce. Pero mientras llega ese gran poeta del Vaupés, cuya lengua sea con
igual intensidad la de los indígenas y la nuestra, lo único que podemos hacer es
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Literatura
Lee y reflexiona
1. A partir del ensayo de William Ospina, responde las siguientes preguntas:
b. ¿A qué se refiere el autor cuando habla de sembrar lenguas y religiones sobre dioses nativos?
c. De acuerdo con Ospina, ¿cómo eran las comunidades indígenas que encontraron los españoles?
2. Discute, con dos compañeros(as), por qué el autor compara el Descubrimiento con el Romanticismo.
3. Escribe un texto donde argumentes por qué el Descubrimiento le ayudó a Charles Darwin a
desarrollar y formular su teoría sobre la evolución de las especies. © 2019 Educactiva S. A. S. Prohibida su reproducción.
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Literatura
Lecturas representativas
Las historias oficiales de las literaturas de América suelen caer en el error de iniciar sus estudios a partir de la con-
quista española. Sin embargo, los pueblos precolombinos venían produciendo desde siglos atrás sus creaciones verba-
les. Prueba de esto son los siguientes textos que te presentamos.
Chibchas
S
ubí a una altura.
Allí me senté.
Encontré una cruz.
Me puse a llorar.
............
Guahíbos
Paeces
Al río Cauca
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Literatura
E a, Ea, Ea...
El mar está arriba,
el mar está arriba
y la luna también.
Declaración de amor
on mis cantos
Canto de la creación
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Literatura
Lee y aplica
1. Relaciona tu lectura de los anteriores poemas indígenas con la información que encuentras en
tu libro de texto.
a. Según Ospina, estos textos “crean una mitología vinculada con la naturaleza”. ¿Cómo se
manifiesta esta mitología en los poemas leídos?
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b. William Ospina afirma que estos textos pertenecen a la tradición oral. ¿Qué rasgos orales
identificas en los poemas?
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Literatura
3. Escribe un pequeño poema a la manera de nuestros pueblos indígenas. Fíjate en sus temas, el
tono y la simbología empleados.
4. Escribe un relato, a manera de mito o leyenda, tomando como tema un aspecto de la vida mo-
derna. Sigue como modelo el siguiente texto del poeta colombiano Juan Carlos Galeano.
Muchacha
U
na muchacha que se baña en un río acaba enamorándose de él.
Sus padres quieren casarla con un automóvil; mejor buscarle otro marido, quitársela a ese río.
“Puede que la relación con ese río incomode a otros en el universo”, dicen algunos.
El viento y otros más famosos se molestan; lo dicen en la radio, lo muestran por la televisión.
Se molesta el sol importante que viene con su canastita de naranjas a saludarla en las mañanas.
Se enfurece una nube que trata de meterse por su ventana para llevársela muy lejos.
Pero la muchacha desaparece, nadie sabe para dónde, en brazos de su río.
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Literatura
La narrativa posgarciamarquiana
Ensayo
Después de García Márquez, la novela urbana irrumpe en la nueva narrativa colombiana. Esta novela retrata, según
el ensayo de Helena Araújo, a un habitante de la ciudad sumergido en el anonimato y en el tedio. La vida bohemia se
convierte en una vía de escape para resistir la dureza del mundo urbano.
Después de Macondo
R
esulta evidente que a partir de los años sesenta, como herencia del boom
y su realismo mágico, la figura estelar de García Márquez tiende a crear
satélites del “macondismo”. Se trata de escritores más bien regionalistas,
para quienes la ejemplificación del mito y la concepción mágico-religiosa de la
novela llegan a ser instrumento para la capacitación de experiencias sociales bá-
sicas. En las últimas décadas, sin embargo, esta visión un tanto onírica de la reali-
dad, con su simbología popular y su tradición oral, va cediendo lugar a una nove-
lística más allegada a lo cotidiano, en la cual se pretende sobre todo interpretar
los fenómenos de la vida urbana. El proceso de urbanización que se registra en los
colombianos, según Ángel Rama, “tiene un interés adjetivo solamente si se lo
encara desde un punto de vista temático, pero es en cambio sustantivo si se lo
vincula al proceso de modernización de las formas literarias que registra activa-
mente”. Sin embargo, en la lectura de textos publicados a partir de la década del
setenta, no se puede ignorar una temática que refleja la crisis de la izquierda des-
pués de las derrotas del foquismo y la emergencia del narcotráfico y la droga. Di-
gamos que en Colombia, a partir de esos años, Mejía Vallejo, Ruiz Gómez, Fer-
nando Vallejo, novelan a Medellín, Álvarez Gardeazábal a Cali, Carlos Perozzo a
Cúcuta, Marvel Moreno a Barranquilla, Fanny Buitrago a San Andrés, Rafaél H.
Moreno-Durán, Óscar Collazos, Plinio A. Mendoza, Luis Fayad, Antonio Caba-
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llero a Bogotá.
Al abarcar ese aspecto medular del sistema clasista que es el lenguaje, estos escri-
tores quieren prescindir de su bagaje retórico y devolverle su po der de creación.
Casi siempre lo hacen en narraciones itinerantes, que promueven la interpreta-
ción de fenómenos sociales al confrontar imágenes de la vida urbana. Así la te-
matización de la existencia, enfrentada a los mecanismos del sistema, no sólo re-
vela aspectos del desequilibrio que acarrea la industrialización for zada y la
compulsión del consumo, y contiene categorías de sicologización para analizar
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Literatura
Aire de tango (1973) de Mejía Vallejo, tiene un enfoque menos sexista. Allí lo co-
loquial, lo provinciano y lo cursi crean una emulación picaresca, logrando que el
lenguaje sea parte integrante de la realidad penetrada. Se trata de un texto con-
versado (a veces cantado) durante una noche de copas y tangos en que se evoca la
vida de un “guapo” de los barrios bajos de Medellín. El narrador-interlocutor
cuenta las peripecias de su protagonista con la melancolía del desarraigo: años
atrás ha huido del campo, perseguido por las tropas del gobierno conservador.
Ahora el gobierno es liberal y sigue pasando trabajos. Por eso, seguramente, se de-
dica al alcohol y a la parranda, admirando en los “guapos” la colección de puña-
les, las chaquetas de cuero brillante, el cabello engominado. Este vestuario, que
evoca más bien el mundo lunfardo, derivará en la narrativa de Fernando Vallejo
(1942) hacia el travestismo, en un discurso autobiográfico que recuerda al Fer-
nando González de los años treinta y a esos discípulos suyos que fueron luego los
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Literatura
remedio”.
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Literatura
Lee y reflexiona
a. De acuerdo con los primeros párrafos de este ensayo, ¿qué elementos maneja la novela urbana?
c. ¿Con qué autor y con cuál novela comienzan a aparecer como temas los sicarios y el narcotráfico?
d. ¿Qué importancia tiene para la autora la novela Sin remedio, de Antonio Caballero?
2. Reúnete con dos compañeros(as) para que identifiquen los tipos de novela que propone Helena
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3. Consulta acerca de las últimas generaciones de novelistas en Colombia: Jorge Franco, Juan Car-
los Botero, Santiago Gamboa, Mario Mendoza, Héctor Abad Faciolince, Enrique Serrano. ¿Qué
los une y qué los diferencia? Comenta sobre sus temas, estilos e influencias.
4. Escribe un diálogo entre dos personajes que se encuentran en la esquina de una tumultuosa ciu-
dad. Intenta, a partir de ese diálogo, construir un argumento para una novela urbana.
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Literatura
Lecturas representativas
Con la novela Sin Remedio se inaugura la narrativa urbana en Colombia. Después de Macondo vendrá la “Gran
urbe”, representada por la ciudad de Bogotá. Ciudad odiada y amada por muchos; ciudad desbordada para el imaginario
del ciudadano común; “ciudad horrible” para Antonio Caballero.
Sin remedio
II
B
ogotá es una ciudad horrible. Cecilia lo había dejado sin un centavo para
un taxi. ¿Qué iba a decirle a Fina? Mi amor, se me hizo tarde. No: era cul-
pa de Fina. Dejar que Fina se hiciera cargo de su cuerpo y su alma rendi-
dos de cansancio, beber agua por litros, lavarse el olor perfumado del cuerpo de
Cecilia, dormir. Despertar muchas horas más tarde con todo listo y limpio, con
los dedos frescos de Fina sobre sus ojos febricitantes de guayabo. Se hizo tarde, mi
amor, y no había taxis. Me encontré con unos poetas en el bar, el Amparo, el Re-
fugio, el Oasis, y después maté a uno. Eso: maté a un hombre, y después, tú ya sa-
bes, la policía, etcétera. ¿Que a qué huelo? Ah, sí: a puta, mi amor. Es que me
metieron en una celda con putas, en la comisaría. Había una, Cecilia, que me
contó una historia triste. Y después me robó, puta hijueputa. Iba imaginando pre-
guntas y respuestas, disculpas y detalles, con el rostro contraído con la lluvia co-
mo un puño cerrado. La lluvia le iba lavando el perfume de Cecilia, de la ropa,
del cuerpo. La lluvia, la implacable lluvia, las ráfagas violentas y casi horizontales
de la lluvia. Cómo luchar contra la lluvia.
Rosario Tijeras
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U
no siempre se pregunta dónde anda Dios cuando alguien muere. No sé
qué voy a hacer con todas las preguntas que aparecerán a partir de aho-
ra, ni qué voy a hacer con este amor que no me ha servido para nada.
Tampoco sé qué voy a hacer con tu cuerpo, Rosario.
—Lo siento, pero necesitamos esta sala— Me dijo alguien con frialdad.
Tengo que dejarla, mirarla por última vez y dejarla, la última vez que estoy con
ella, la última que cojo su mano, la última, eso es lo que duele. No quisiera irme
sin besarla, la última vez, el último beso del último de la fila. Ya no puedo, ya es
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Literatura
Lee y aplica
1. De acuerdo con los fragmentos de las novelas que acabas de leer, responde:
2. Relaciona estos textos con lo expuesto en el ensayo de la escritora Helena Araújo. ¿Qué rasgos
comunes de la novela moderna en Colombia se identifican en estos fragmentos?
3. De acuerdo con lo que se explica en tu libro de texto, acerca de la nueva novela en Colombia,
¿qué símbolos recurrentes encuentras en estos dos fragmentos?
4. Escribe un texto, en tu cuaderno, sobre la figura del sicario como héroe o antihéroe y su rela-
ción con el fenómeno de las mafias en Colombia.
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