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Ética, mínimos y máximos

Por
Carlos Miguel Uisa León
79.878486
Ética para Pregrado
Grupo 100001_276
Presentado a
Yuri Jaaman

Universidad Nacional Abierta y a Distancia UNAD


CEAD JAG, Bogotá
ECEDU
18-Marzo-2018
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Introducción

En el contexto actual de Colombia es bastante difícil hablar de máximos y mínimos

morales cuando la moralidad se ha vuelto inmoralidad o doble moralidad, esta situación es

consecuencia de nuestra propia sociedad que premia la trampa y el atajo y ridiculiza a quien

obedece las normas y cumple las reglas, la ley del todo vale y el fin justifica los medios hace

creer que nuestra mal nombrada “malicia indígena” es una gran ventaja respecto al contexto

mundial y que solo los tontos obedecen aquellas normas impuestas para una mejor convivencia.

Pero ¿dónde inicia este tema de falta de máximos y mínimos morales? En nuestros

propios hogares y con nuestros primeros maestros – nuestros padres- quienes nos dicen que

seamos ejemplo de conducta en la sociedad pero como ejemplo nos muestran que es adecuado

colarnos en el servicio de transporte público, ellos tienen algo de responsabilidad, pero no toda,

nuestros políticos (ejemplares padres de la patria) dan lecciones de como beneficiarse de los

recursos públicos sin siquiera sonrojarse o sentirse culpables, en este punto aplica la

inmoralidad, y cuando con dedo acusador incriminan a los rivales políticos por ciertos delitos

relacionados con el ejercicio público aun cuando ellos mismo lo practican, aquí se ve la doble

moral.

Bajo ese contexto que tan fácil es que las nuevas generaciones sean rectas en su proceder

y acatamiento de las normas cuando la semilla de la corrupción está sembrada en lo mas

profundo de la política colombiana.

No existe una única moralidad, eso implica aceptar los comportamientos no negativos de

nuestros congéneres cuando así sea necesario, siempre y cuando no generen conflicto con alguna

parte de la sociedad
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Contenidos

¿Por qué la ética debe reconocer y aceptar máximos y mínimos morales?

Así como en una sociedad existen derechos de primera generación (políticos y civiles),

de segunda generación (económicos, sociales y culturales) y tercera generación (ecológicos y

a la paz) corresponden a los anteriores y en el mismo orden jerárquico, valores mínimos

como la libertad, la igualdad y la fraternidad. son estos valores mínimos los que demuestran

los intereses comunes que tiene como punto de partida el reconocimiento del individuo,

respecto a sus derechos, necesidades y definición y cumplimiento de un proyecto de vida.

Con base en lo anterior se observa que en la ética cívica ninguna sociedad puede estar por

debajo de estos estándares mínimos de ética (valga la redundancia) sin caer en la

inhumanidad. Estos valores mínimos permiten la convivencia humana y la resolución de

conflictos, mediante el uso del diálogo y la búsqueda de un consenso general para una salida

pacífica ante una situación compleja.

Hay personas que proponen que los derechos humanos sean considerados como mínimos

éticos, pero aunque la declaración de los derechos es universal en la teoría, no lo es en la

práctica, hay lugares en donde la interpretación de estos derechos es subjetiva como tal y está

afectada por la cultura del lugar, luego las exigencias morales de la comunidad cambian

respecto a la necesidad.
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Lo anterior nos lleva a otro dilema, el pluralismo cultural y las diversas moralidades

que caracterizan a las diversas sociedades, esta variedad de pensamientos hace que sea

imposible pensar en un único código moral, fungiendo como un código moral universal,

ya que entraría en conflicto con varias de las culturas que componen el todo de la

sociedad, lo que se debe buscar es un pluralismo moral que permita la coexistencia de las

diversas concepciones morales.

Respecto al pluralismo moral la autora nos indica que: “… es el conjunto de valores

y normas que comparten los miembros de una sociedad pluralista, sean cuales fueren sus

concepciones de vida buena, sus proyectos de vida feliz” (Cortina, 2001: 137). La ética

cívica (o ciudadana) es una ética de mínimos, porque independientemente de los

proyectos de vida feliz o de los modos de un buen vivir, se orienta hacia la justicia

aplicable y exigible moralmente a todos y cada uno de los ciudadanos.

El estado puede reconocer y proteger la existencia de esta ética pero no se puede

apropiar de ella para “legitimarla” públicamente dentro del organigrama del estado.

Es primordial vigilar que la ética de mínimos sea un todo observable, no que

sea fragmentada para obtener un consenso fáctico para la resolución de conflictos de

una manera pragmática, con lo cual lo único que se consigue es un reduccionismo

procedimental.

Es la educación el terreno fértil donde se pueden sembrar las ideas acerca de la

necesidad de compartir valores mínimos que permitan la tranquila convivencia de las

diversas creencias políticas, culturales, sociales, religiosas y demás.


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Para el contexto colombiano sería adecuado el observar una ética cívica instaurada

desde las aulas educativas, teniendo como base la búsqueda de un conceso general de

coexistencia multicultural apoyado por equipos interdisciplinarios que le permitan a los

individuos la oportunidad de aprender de sus propios congéneres, encontrando elementos en

común dentro de su desarrollo personal y enriqueciendo el aprendizaje gracias a la variedad

de saberes adquiridos, en este momento histórico estamos observando como gracias a la

diáspora venezolana nuestra cultura colombiana se ha venido enriqueciendo gracias a ese

intercambio cultural con los hermanos venezolanos, acá es donde se observa la necesidad de

una ética cívica, que permita una coexistencia tranquila para con estas personas.

¿Qué relación pueden tener la ética del discurso con la ética ciudadana? Esta pregunta

aunque simple tiene toda la relevancia del caso, es la comunicación aquella llave que permite

realizar un consenso motivado racionalmente, teniendo en cuenta los principios de sinceridad,

inclusión, reciprocidad y publicidad, los cuales no pueden ser impuestos u obligados.

La filosofía hace parte de las nuevas herramientas de resolución de conflictos

mediante el uso de las éticas aplicadas, pero el riesgo que se corre es que las soluciones

alcanzadas solo beneficien a las personas afectadas y no al universo de la población. Por lo

tanto se puede presentar el problema que la ética del discurso sea muy buena en la parte

teórica y muy difícil de aplicar en la vida real.

La autora afirma que la ética del discurso brinda las bases necesarias para para una

moral cívica dialógica, reconociendo la importancia de la comunicación racional denotr de lo

cual cabe la afirmación “nosotros argumentamos” sobre el “yo pienso” con lo cual la opinión

general trasciende al pensamiento personal.


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Uno de los problemas que se pueden generar dentro de las éticas consensuadas

es la posibilidad que existe de que alguna de las personas la pueda manipular para

obtener beneficios personales por ello la autora afirma que: “Moralidad y eticidad son

dos lados irrenunciables de una moral de las personas como interlocutores válidos”

(Cortina, 1997b: 132).


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Conclusiones

Las campañas políticas y los políticos pocas veces han sido ejemplo de moralidad y en

los candidatos a políticos vemos muy poco de ética, actualmente el país está atravesando muchos

problemas de diversa índole, entre ellos problemas internos (corrupción, narcotráfico, violencia,

desigualdad social, etc.) y externos (diáspora venezolana, TLC mal negociados, bajos precios del

petróleo, etc.)

El colombiano se ha acostumbrado a debatir estos temas desde las redes sociales y a no

apersonarse de la situación, el país se ha polarizado entre dos corrientes ideológicas que han

impedido un adecuado consenso para iniciar la búsqueda de soluciones a estos conflictos. Parte

del problema es que una de las corrientes ideológicas es la mayor culpable de uno de los temas

(corrupción) y por lo mismo sabotea cualquiera de las intenciones que puedan surgir desde la

izquierda para arreglar ese tema, por así decirlo le conviene mantener ese “status quo”.

En este momento se hace necesario para el futuro del país llegar a un acuerdo de

máximos y mínimos morales que permitan la resolución de este tipo de situaciones que coloquen

límites a los beneficios obtenidos por una élite en detrimento de la justicia social.

Se hace necesario acudir a la ética del discurso para lograr un consenso en torno a la

problemática arriba establecida y con lo cual se pueda incluir a la mayor cantidad de personas

afectas con esta situación que hace que se mantenga un agujero negro que absorbe todos los

recursos y dineros del país.

Pero sobretodo se hace necesario que todos lo habitantes hagamos control moral a las

instituciones que administran la nación, de nada sirve hacer los mejores y mas adecuados

consensos si no se ejerce un estricto control sobre estos buscando el respectivo complimiento.


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Referencias

Esquivel Estrada, N. (2006). Ética cívica: Una alternativa más para la educación. Tiempo de
Educar, 7 (13), 31-66.

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