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Estudios de Política Exterior S. A. is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend
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Olcay Ünver es coordinador del Programa Mundial de Evaluación del Agua de las Naciones Unidas (UN-Water).
que no tienen agua del grifo en las ciudades es mayor que a finales de la
década de los noventa. A estas cifras hay que añadir los 1.400 millones de
personas sin electricidad en sus casas, y los cerca de 1.000 millones que
sufren malnutrición. En 2010, 2.500 millones de personas no tenían instala-
ciones de higiene mejoradas. De los cerca de 1.800 millones de personas que
lograron acceder a estas instalaciones en el periodo 1990-2010, más del 60
por cien vivía en zonas urbanas que intentan hacer frente al ritmo del creci-
miento de la población. Aunque se han realizado progresos en varios ODM
relacionados con el agua en algunos países y regiones, queda mucho trabajo
pendiente, especialmente para satisfacer las necesidades de los miembros
más vulnerables de la sociedad -las mujeres y los niños- que soportan lo
más duro de la pobreza en todo el mundo.
La actual crisis económica podría ser una oportunidad para reflexionar
sobre el futuro colectivo deseado y ofrecer una mirada crítica sobre las
conexiones del agua entre países, sectores y políticas. Para ello, es funda-
mental mirar el futuro a través de un prisma hídrico con el fin de tomar
decisiones que maximicen los beneficios para las personas, el medio
ambiente y la economía mundial.
Es imprescindible que la gestión de recursos de agua dulce se aborde en
los planos local, nacional, regional e internacional. Todas las partes,
incluidos los gobiernos, las organizaciones internacionales, el sector
privado, la sociedad y el ámbito académico, deben comprometerse teniendo
en cuenta los factores sociales, económicos y medioambientales de los
recursos hídricos, y prestando especial atención a los más pobres y vulnera-
bles. Una de las tareas prioritarias de la comunidad internacional es encon-
trar la forma de transformar los compromisos en acciones concretas. No
podemos quedarnos de brazos cruzados y observar cómo los recursos de
agua dulce y sus infraestructuras se deterioran y ponen en riesgo a miles de
millones de personas y al medio ambiente. El agua dulce es esencial para
todos los objetivos de desarrollo sostenible.