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Desde los años 60 la enseñanza primaria se convirtió en gratuita y obligatoria, con

un 100% de asistencia a clase. En Cuba ir a la escuela es un derecho del niño que


no pueden violar ni siquiera sus padres. Tampoco hay muchas excusas porque en
la educación primaria, secundaria y superior no se paga ni un centavo de
matrícula e incluso reciben prestados los libros necesarios. Los estudiantes
universitarios del campo cuentan además con las "becas", edificios-dormitorios
pertenecientes a las universidades donde se alojan sin costo alguno.

La enseñanza superior ya ha graduado alrededor de 1.2 millones de profesionales,


de ellos unos 80 mil son médicos. Semejante número de graduados universitarios
ha provocado ciertas anomalías sociales, en primer lugar, la imposibilidad de que
la pobre economía cubana sea capaz de absorber el grueso de esa fuerza
calificada. Por otra parte, se han perdido muchos oficios y se carece de mano de
obra capacitada. Sin embargo, a pesar de todo ha sido una buena inversión, en la
actualidad el principal ingreso de divisas del país proviene del trabajo de sus
profesionales en prestación de servicios en el extranjero.

Pero no todo es color de rosas en la educación cubana, la escasez de maestros y


profesores se ha convertido en un verdadero reto para las autoridades del sector.
Según la Oficina Nacional de Estadísticas, durante los últimos 8 años han
abandonado las aulas más de 20 mil educadores, unos emigrando y otros
reubicándose en otras actividades, todos en busca de un mejor ingreso
económico. La ministra de Educación, Ena Elsa Velázquez, informó que se
cubriría el déficit con la contratación de 17 mil jubilados y con la incorporación de
1000 estudiantes de pedagogía. Las materias que tienen mayor carencia son las
Ciencias Naturales, Matemáticas, Historia e inglés.

Tras la deserción de maestros está el problema salarial y la enorme


responsabilidad y exigencia que pesa sobre ellos. El ingreso promedio está muy
por debajo de la media nacional y se les exige un nivel enorme de
dedicación, además de impartir las clases, deben prepararlas metodológicamente
y pasar cursos de autosuperación. La apertura del trabajo autónomo ha hecho que
miles de docentes emigren hacia tareas menos sacrificadas y mejor pagadas,
como por ejemplo guías de turismo, donde pueden ganar en un día lo que un
maestro recibe en un mes.

El problema salarial es general dentro de los trabajadores del estado, pero en el


caso de los educadores atenta contra una de las mayores conquistas de la
Revolución y además contra la economía nacional dado que el 75% de los
ingresos de divisas provienen del trabajo de sus profesionales en el extranjero.
Además del personal de salud repartido en 60 países, hay ingenieros en Argelia,
profesores universitarios en África subsahariana, maestros en el caribe y
entrenadores deportivos por todo el mundo. Sus científicos desarrollan novedosas
vacunas contra el cáncer de pulmón o la hepatitis y medicamentos que evitan
amputaciones a los diabéticos.

La Revolución Cubana apenas desarrolló industrias, su apuesta desde el


comienzo fue hacia la formación profesional. Hoy cuenta con una reserva
gigantesca de graduados universitarios, masters y doctores que son los que
sostienen la economía nacional. Sin embargo, esa cantera no es infinita, necesita
reproducirse y para lograrlo es imprescindible mantener en pie el sistema
educacional, algo que a la larga será imposible si continúa la deserción de
maestros. Mejorar sus salarios y condiciones de vida parece el único camino para
no matar a “la gallina de los huevos de oro”

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