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Dialnet LaPoesiaDeMarcoMartos 5613052
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Carlos Arrizabalaga
Universidad de Piura
Gran parte de su poesía tiene como tema la mujer, tratada con delicadeza
como el poema que da título a su libro Cabellera de Berenice (1990, 1992 y 1994)2 –
según el propio Marco Martos, quizás su libro más elogiado– del que extraigo
los primeros versos:
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Poemas de Marco Martos
Solitario y débil,
el buey viejo
quiere pasto tierno
y los hombres,
no muy diferentes,
somos alimento
diario de la muerte.
3En “Viento del Perú, un nuevo repaso antológico de Marco Martos”, publicado en la página
electrónica de librosperuanos.com (2014).
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Poemas de Marco Martos
del poeta se despide de color amarillo, color del vino de arroz y las espigas de
cebada y los ojos color de la miel de la mujer que alienta a continuar el camino
de la vida.
Negro como el carbón, blanco como la nieve, rojo como un tomate, verde
esmeralda, azul marino o celeste, color naranja, color plomo, color miel; los
colores reciben el nombre de las cosas porque el lenguaje nace de la realidad
misma, de la atenta observación de las cosas. Los colores tienen algo de las co-
sas.
En lenguaje mochica “fakan mirles kapak”, anotó el alemán Enrique
Brüning, servía para decir “negro como la miel”, y es que “sale muy oscura” la
miel de palo de las abejas de la costa norte que gustan de hacer sus colmenas en
la arena o los troncos de los algarrobos; no es amarilla sino negra como el toro y
el guardacaballo, que también se llamaban “fak” y “faka tsark” en la antigua
lengua de Lambayeque, así como “fakúnek” se decía en mochica al día negro en
que ha de respetarse el duelo de un difunto.
Lenguas y culturas diferentes en la inmensidad del orbe. Al otro lado del
océano el color de la miel pertenece al emperador y la muerte es blanca como la
línea “de espuma blanquísima, vena del mismo mar que acaso escribe”, dice
Martos, con que Yasunari Kawabata se despide. ¿Y acaso la poesía pueda decir-
se en todos los idiomas, sin traducirse?
Marco Martos ha permanecido esquivo de la política: “Subir y bajar la co-
rriente / no es oficio a mis huesos consagrado” decía en Casa Nuestra. Pero no
oculta su preocupación por la realidad, como en el poema Retablo, en que se
observa una lectura moral de los terribles años de la violencia terrorista. Hay
muchas sombras en la realidad que afloran en su poesía pero no lo derrotan.
Predomina en su poesía la esperanza de concordia y la memoria del cariño,
especialmente de los paisajes que han marcado su existencia. En Cabellera de
Berenice (1990) ofrece además un poema realmente hermoso, que expresa conci-
samente su amor por la patria y define muy bien su talante franco y sencillo.
Su poesía se ha calificado como emotiva y a la vez rigurosa, en una ten-
sión por lograr “versos concentrados y transparentes”. En su poesía ha practi-
cado estrofas clásicas (silva, soneto, sextina, lira), además de los versos libres,
pero siempre con un estilo muy personal y alejado de toda escuela o moda lite-
raria. Se le suele adscribir a la generación del 60, y los poetas de Hora Zero, en
la generación siguiente determinaron que él era uno de esos poetas que la nue-
va poseía debía liquidar, a lo que él responde con cierto humor que podría de-
cirles eso de que “los muertos que vos matasteis gozan de buena salud”.
La sobriedad de sus poemas y la brevedad de sus libros (muchas veces
cuadernos) calzan muy bien con su personalidad sencilla y franca, un tanto
jovial y siempre abierta a continuar una búsqueda individual de conocimiento y
belleza. La seriedad con la que afronta el quehacer poético se muestra particu-
larmente cuando recita poesía, no necesariamente de su creación. Muchos poe-
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Sus libros siempre han tenido una circulación escasa, casi entre amigos,
aunque Peisa editó en 1996 una antología de su poesía con el título Leve reino
(obra poética 1965-1996), que le permitiría ser más conocido a nivel nacional y
también fuera del país. Desde su primer poemario hasta hoy no ha dejado de
componer versos. Incluye un prólogo del autor donde califica sus creaciones
como "pequeños pájaros efímeros". En fin, editada por la Universidad de San
Marcos para los estudiantes universitarios, Dondoneo (2004) constituye una an-
tología personal donde Martos reúne 102 poemas significativos de su obra.
Uno de sus últimos libros, Aunque es de noche es un conjunto de poemas
que contienen la vertiente espiritual de Martos, en que se vincula precisamente
con la tradición religiosa cristiana. Verdaderamente se trata de una búsqueda
de Dios en la palabra poética, a través de la razón y la belleza. Parte del libro
contiene también “una meditación sobre las religiones que siendo diferentes y
muchas veces opuestas históricamente, suponen una misma apetencia de lo
divino que acompaña a buena parte de la humanidad”. En los últimos años ha
incursionado también en el cuento con El monje de Praga (2003).
En el ámbito intelectual le han interesado en primer lugar los poetas pe-
ruanos del siglo XX, comenzando por César Vallejo, al que dedicó su tesis doc-
toral en 1974: "La poesía amorosa de César Vallejo en Los heraldos negros y
Trilce", además del estudio, en coautoría con Elsa Villanueva: Las palabras de
Trilce (1989), y finalmente Poética de César Vallejo (Lima, Cátedra, 2014). En Mar-
tos destaca la preocupación por lo que hay de tradicional y de original en la
obra del poeta de Huamachuco. En la entrevista mencionada Martos afirma:
5 http://www.resonancias.org/ns/content.php?id=287&style=1
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Poemas de Marco Martos
gía de Marco Martos, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 2004.
9 “Reflexiones sobre Cervantes, Quijote y Sancho”, en Boletín de la Academia Peruana de la
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los poetas que mejor han sabido entender a la literatura peruana como entron-
cada en una larga tradición que se renueva no solamente porque proviene de
Juan Ruiz, Fray Luis de León o Quevedo, tanto como del simbolismo de Rim-
baud o Baudelaire y de otras muchas fuentes.
Su obra se ha publicado recientemente en otras dos antologías: Viento del
Perú. Antología personal. Poesía 1965-2013 (2014) y Obra reunida. Poesía junta
(2012). También ha publicado en un libro un conjunto de sus artículos y refle-
xiones: En las fronteras de la poesía Ensayos literarios (2012).
El 5 de mayo de 2005 fue elegido Presidente de la Academia Peruana de la
Lengua (en el año 2014 le sucedió en el cargo Ricardo Silva), y en su discurso de
recepción trazó algunas de las líneas fundamentales con que dio un gran im-
pulso esta antigua institución: la organización de reuniones académicas de Le-
xicografía y Lexicología, una página electrónica para la Academia con reseña de
los miembros de la institución y donde puedan tener cabida artículos y consul-
tas sobre peruanismos. Así también realizó ediciones de las actas de los congre-
sos y promovió un equipo para la elaboración de un gran Diccionario de
peruanismos (se acaba de publicar en abril de 2016), para el que llegó a contar
con doce lexicógrafos bajo la dirección del peruanista español Julio Calvo, que
llevó a cabo el proyecto pese a obstáculos y deserciones hasta el final.
Gracias a esta reciente notoriedad Marco Martos ha concedido entrevistas
a periódicos y revistas, ha acudido a cuantos certámenes y congresos le han
invitado para hablar de la lengua que hablamos y estimamos, ha llevado la pa-
labra del Perú a las ondas de la radio y a los auditorios de muy diversos países
de habla hispana y también, muy especialmente, a los jóvenes estudiantes, para
conversar amicalmente sobre el idioma, los escritores, la poesía y los poetas que
conoce y recita quizás como ningún otro profesor del Perú.
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Poemas de Marco Martos
Triunfo
De los ruidos,
de los golpes,
de tranvías,
del fondo de mis pelos,
como un triunfo aflora
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Pareja
Como hablando francés
a quien entiende castellano,
o como balbuceando castellano
a una oreja italiana,
o como gritando italiano
en una plaza de Lisboa,
o como leyendo portugués
en un congreso rumano,
así permanecimos nosotros,
duros para lenguas extrañas,
juntos sin embargo durante un día,
un mes, un siglo de pesadilla o sueño.
Todo lo recuerdo,
todo lo confundo,
todo lo olvido.
Sequedad
¿me perdonas?
Matacaballo
El mar es verde
y el palo de la balsa
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Poemas de Marco Martos
amarillo en el agua,
blanco con el sol.
Las muchachas
que recogen el pescado
o las que vienen de Piura
tienen genes vicús,
míralo en esa piel bruna,
ni trigueña ni negra,
dorada por el sol.
El muelle desvencijado
tiene veinte años
y más viejo parece,
nacido con el mar.
Aquí vine con mi padre
siendo adulto ya,
comimos aquí guitarra,
hablamos de El Chilcal,
del pequeño ídolo negro
de Narihualá,
del cementerio de Chusís.
Aquí vengo ahora
con mi hija
y le enseño lo que sé:
las ballenas de la Antártida
llegan a Paita,
a las frías y azules
aguas de la infancia,
a Matacaballo jamás,
las rayas salen a la orilla
con la marea baja,
picadura de raya,
duele, duele;
en las arenas de Piura
algarrobo o tamarindo,
zapote siempre habrá.
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Carlos Arrizabalaga
Aquí vengo
con mi hija
y mañana
ella con su hijo tal vez.
Matacaballo. El sol.
Luna de Paita
Cuando clarea el cielo y se apaga la luna,
el plomo del mar traspasa las farolas del malecón,
atraviesa la delgada bruma del día que principia,
cruza los vidrios del ventanal y anida
en los ojos insomnes del niño en el alféizar.
Los trajes descoloridos, colgados
en la percha, semejan guerreros silenciosos
aguardando en la penumbra. Una voz enfurruñada
dice algo y al rato otra vez la sombra inquieta,
trepada en el alféizar, atisba a los viandantes
que hacen la jornada: pescadores descalzos,
soñolientos transeúntes que caminan
hacia el muelle donde embarcan las reses
y el sol que nace detrás de los cerros
y tiñe las aguas de oro y de rosa.
Inacabable es el día hasta que aparezca la luna
para ambular desde Pueblo Nuevo hasta La Punta
recogiendo brillantes caracoles,
estrellas de mar hieráticas por siempre,
historias de aparecidos, de Francis Drake
y de mujeres. Y mientras el mar se torna
verde y azul, pareciera que este tiempo
suspendido está libre de la muerte.
El Perú
No es éste tu país
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Poemas de Marco Martos
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Recuerdo el gesto valiente,
tu caminar tan sereno,
tu vigor,
tus saludos a la gente,
tu manera de ser bueno,
tu rigor.
Bajo el sol del mediodía,
sombra de los algarrobos,
nos hablabas,
tu suave, serena guía,
provocaba los arrobos;
y cantabas.
2
Es un enorme misterio
que tanta gente te quiera,
que me pida
que escriba de ti muy serio,
que dure nuestra madera,
nuestra vida.
hago lo que puedo, algo
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de lo que tú me enseñaste
con tu ejemplo,
y nunca jamás me salgo
de aquello que tú forjaste
en el templo.
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Poemas de Marco Martos
Retablo
En un tiempo viví en Ayacucho,
rincón de muertos que lo llaman.
Salí de allí, por azar, en 1970,
diez años antes del comienzo
de la hecatombe.
Vi la miseria con mis propios ojos
en el Parque Sucre, San Juan Bautista.
Acuchimay, en el mercado,
y penetrando por las rendijas
a las mismas casas de los ricos,
mendigando. Algunos
de mis conocidos de esos años
están muertos o en prisión
o andan por el mundo
como kamikazes locos
matando y dejándose matar
por los soldados.
No hablo de los jefes. De ellos no hablo.
Conocí a un niño que murió
en la isla El Frontón en 1986, siendo hombre,
con trescientos de los suyos, asesinado.
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Penumbra
La luz de la lámpara ilumina
el centro de la habitación y forma
un círculo en medio de las sombras.
Hay una zona de penumbra
donde se dibuja el perfil del hombre,
sentado frente a la máquina de escribir.
Un ventilador corta la noche del verano
y hace un ruido imperceptible
como el de un insecto sabio
que convive con gente
que no lo quiere.
El individuo permanece quieto.
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De Dondoneo (2004).
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