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El proyecto
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La villa de emergencia 1-11-14 se origina en la década del ’50 cuando familias bolivianas se instalaron
en la zona, la cual se caracteriza por presentar una depresión que facilita la inundación; más tarde, en el
período 1960-1962, otros migrantes procedentes del interior de nuestro país se asentaron allí.
Actualmente la comunidad boliviana sigue siendo muy numerosa; a esta se agregaron inmigrantes
paraguayos y un importante número de peruanos. Cf. Salvatori, S. - Saraví, M. E. - Raggio, S. (s/f),
Memoria en las aulas. La política social de las topadoras. Erradicación de villas durante la última
dictadura militar. La Plata, dossier Nº 3.
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Tras la caída de Perón, en 1955, se crea la Comisión Nacional de la Vivienda que hace el primer censo
de villas miseria y encara junto con el Banco Hipotecario la construcción de una serie de barrios baratos
(casitas cuadradas de un piso, sin terraza, con patio) para reemplazar las casillas de chapa y cartón. Este
plan de vivienda, conocido como “Plan de Acción Inmediata”, dio origen a cinco barrios, entre ellos el
Rivadavia I, en el contexto del “Bañado de Flores”. Llegada la intendencia del brigadier Cacciatore, a
partir de 1976, se recategorizó al Barrio Rivadavia como “Villa 44″, para demolerlo y poner en su lugar
un playón para camiones de carga. Pocos quedaron en el Barrio Rivadavia que fue totalmente
reconstruido por sus habitantes, todavía persisten algunas de las casitas que sobrevivieron a las topadoras
militares. En 1986, la Comisión Municipal de la Vivienda construyó el Barrio Rivadavia 2 sobre la
avenida Riestra, que en el año 2006 todavía estaba en construcción. En cuanto a los complejos
habitacionales conocidos como Barrios Illia I y II, estos formaron parte también del plan habitacional
llevado a cabo durante la Presidencia de Raúl Alfonsín con fondos del FONAVI, en coordinación con la
mencionada CNV.
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En una página del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se encuentra la siguiente
definición sobre lo que se entiende por un Centro de Acción Familiar (CAF): “Conforman espacios
institucionales de promoción comunitaria en los barrios más pobres y colaboran en el desarrollo pleno e
integral de niñas, niños y adolescentes reconociendo la responsabilidad prioritaria de los padres y/o de los
miembros del grupo familiar en la crianza y el cuidado de los niños y niñas.” Actualmente uno de los
alumnos participantes de este proyecto concurre a las instalaciones del Club del Bajo Flores a desarrollar
con adolescentes actividades lúdicas, específicamente ajedrez, bajo la coordinación del CAF Nº 3.
casos carecen.4 En su mayoría quienes forman parte de los diferentes proyectos
proceden de los espacios territoriales cercanos, aunque se registraron casos de jóvenes
que provenían de barrios más alejados o del conurbano bonaerense.
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Nuestro proyecto desarrolla actualmente actividades de oralidad con los niños que participan en Pre-
CooPA, destacándose la fluidez participativa en el relato de mitos y leyendas urbanas, del contexto
comunitario y familiar.
1. El proceso de nuestra experiencia y reformulaciones: turno mañana
1.1 Reformulaciones
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El cronograma establecido por CooPA para la asignatura “Derechos Humanos” impone a los equipos
participantes un encuentro con los coordinadores del área, sin la presencia de los jóvenes, donde se
establecen directivas para el siguiente encuentro, de una hora y media de duración, en el que participan
los adolescentes.
encuentros con los jóvenes6. Estos asistentes no eran pasivos sino que cumplían un rol
doble: participaban plenamente de las actividades y además intervenían en las
respuestas de los chicos a través de comentarios y observaciones, corrigiendo las
peculiaridades lingüísticas y las ideas propuestas para la producción de historias. Al
respecto, se puede ejemplificar con una expresión enunciada por los chicos frente a una
pregunta de uno de nosotros “¿qué frase usan ustedes para decir que les gusta una
chica?”. La respuesta “te parto como un pollo” causó desagrado por parte de los
asistentes de la institución, quienes la calificaron como violenta y misógina. Podemos
destacar que nuestra intención es conocer de qué manera se posicionan los jóvenes
frente a la realidad sin que medie una intención de prejuzgar sus intervenciones. El
hecho de que no adoptemos una actitud de juicio con respecto a tales expresiones está
relacionado con la posición de no alinearnos con la normativización de conductas.
Nuestra negativa a imponer reglas que pudieran inhibir la participación de los
jóvenes forma parte de una metodología de investigación; por eso, emitir juicios
morales sobre las expresiones juveniles con las que nos encontramos implicaría ir en
detrimento del objetivo de la investigación. Asimismo, nuestro interés en no bloquear la
expresividad de los adolescentes fue consecuente con la solicitud explícita por parte de
CooPA de trabajar en la oralidad ya que se nos comentó oportunamente de manera
categórica que los chicos “no hablaban” y que esta carencia era el producto de factores
que iban desde cuestiones psicológicas hasta psicopedagógicas.
Tras nuestra presentación, ocurrida una semana antes del inicio de las
actividades, comenzamos con el taller. El primer encuentro tuvo lugar el día 16 de abril
de 2012. Este se caracterizó por la dificultad en entablar el vínculo y la incomprensión
de los fines del proyecto, no solo por parte de los chicos sino también de las
coordinadoras de la institución que asistían al encuentro. La preocupación por parte de
los jóvenes se debía a la posibilidad de que fuéramos policías o psicólogos, ya que
asociaron nuestras preguntas y el registro escrito con prácticas propias de estos oficios;
particularmente identificaron a uno de los integrantes masculinos del grupo con el rol de
policía y a las integrantes femeninas con el de psicólogas, es decir, nos enfrentamos a la
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Por razones de fuerza mayor, ante las refacciones que se están realizando en el salón de usos múltiples,
debimos cambiar a la biblioteca, un lugar muy estrecho que impide la circulación alrededor de una mesa
grande donde se ubican los jóvenes.
primera representación identitaria ligada al concepto de autoridad con rol de control y
castigo.7
La pregunta “¿para qué sirve esto?” se repitió a lo largo de los encuentros sin
que nuestras respuestas lograran satisfacer a quienes cuestionaban. La institución, por
otra parte, en reiteradas oportunidades nos exigió que adaptáramos nuestros encuentros
al formato de una clase, en particular, pidiéndonos un ‘cierre’ al final de cada encuentro
e intentando amoldar nuestras actividades a una formalidad de tipo escolar.
Comprendimos entonces que nuestra participación en la currícula “Derechos Humanos”
implicaba nuestra aceptación a dictar determinados contenidos que, sin embargo, nunca
nos fueron explicitados de antemano. La pregunta por parte los chicos respecto de la
finalidad de nuestras propuestas estaba motivada, entre otras cosas, por el hecho de que
nuestras actividades no correspondían, exactamente, con la asignatura “Derechos
Humanos”, es decir, con el lugar que nos había dado la institución. Desde el UBANEX,
intentamos mantener una postura que no reprodujera la estructura áulica más clásica con
el objetivo de no “reducir todo sistema escolar a un mismo modelo de funcionamiento,
ya que se llega a un círculo vicioso.” (BOURDIEU, P. y PASSERON; 10: 1977)
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Es evidente entre los jóvenes la función que ha cumplido la sociedad en la construcción de
representaciones sobre ellos mismos, las que, involuntariamente ellos mismos ayudan a sostener. Estas
representaciones coinciden, a nuestro entender con la existencia de “anatomías” punitivas, según Michel
FOUCAULT (1975 / 2008 / 2010), Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, Buenos Aires, Siglo
XXI, p. 117: “En el punto de partida se puede colocar, por lo tanto, el proyecto político de la exacta
división en zonas y rastrillado de los ilegalismos, el de la generalizar la función punitiva y el de delimitar,
para controlarlo, el poder de castigar.” A partir de aquí, señala el filósofo francés, el delincuente es
enemigo de todos y es perseguido por haber transgredido el pacto convirtiéndose en monstruo, anormal,
enfermo y, en consecuencia, objeto de investigación y tratamiento.
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Podría calificarse nuestra segunda intervención en la comunidad de CooPA como narrativa, discursiva,
disertadora. Cf. FREIRE, Paulo (1970 / 2002 / 2008) Pedagogía del oprimido, Buenos Aires, Siglo XXI,
p. 71.
chicos durante el primer encuentro: “entonces, todos somos heroicos”. El joven, no
obstante, negó, luego, ser el autor de tal afirmación.
Por otra parte, resultó trascendente en esa ocasión la observación de unos chicos
sobre la fotografía de Agustín Tosco, uno de los modelos heroicos que utilizamos. Ante
la pregunta de uno de los integrantes del proyecto si la fotografía transmitía cualidades
heroicas, tales como inteligencia y compromiso, la respuesta obtenida fue que se trataba
de una pose, con lo cual advertimos que nuestras historias no gozaban de credibilidad ni
eran representativas de su propia condición, tan ajenas como ficticias.
A esto se sumó otro comentario de parte uno de los chicos emitido una semana
después: “todos los de Derechos Humanos tienen los ojos celestes”. Ante la
contundencia de la observación, nos vimos obligados a interrogarnos sobre su
significación y cuál era la representación que ellos tenían de nosotros. Advertimos que
el tipo de heroicidad propuesta –el héroe trabajador- no solo no había encontrado
representatividad entre los chicos, sino que había contribuido a la proyección de otra
deformación identitaria sobre nosotros: quienes impartíamos el taller de Derechos
Humanos compartíamos un rasgo fenotípico foráneo a ellos. A los ojos de los chicos,
portábamos una mirada extranjera que, a su vez, podía ser extranjerizante en la medida
en que los interpeláramos a través de modelos heroicos a los cuales ellos debían
someterse.
En los posteriores encuentros nuestros esfuerzos estuvieron puestos en la
desarticulación de tal mecanismo interpelatorio para que los chicos pudieran desplegar
sus representaciones identitarias. Además de interpretar las dos observaciones, tuvimos
en cuenta el silencio de los restantes chicos durante el segundo encuentro. Los asistentes
de CooPA calificaron este comportamiento como positivo. Sin embargo, a nuestro
entender, era efecto del rol de autoridad de control –“policías y psicólogos”- que habían
construido sobre nosotros en el primer encuentro.
Los coordinadores de la institución destacaron la actitud de respeto que habían
tenido los chicos durante la exposición de nuestros héroes trabajadores. Tomamos
conciencia, entonces, de que nuestra exposición había funcionado como un homenaje a
aquellos trabajadores ya muertos que nosotros identificábamos como héroes. Los
chicos, no obstante, solo habían participado del ritual como espectadores pasivos
respetuosos. Fue necesario en los siguientes encuentros desterrar el carácter tanático. El
respeto silencioso, a los fines de la investigación, resultaba contraproducente. En su
lugar, comenzamos a planificar actividades lúdicas sobre aspectos de mayor vitalidad,
tales como los gustos musicales, las películas, las historias y los miedos de la infancia.
Los jóvenes involucrados dieron rienda suelta a los temores ante el castigo de los
adultos (“miedo al cinto”), la presencia de los aparecidos que pueblan sus noches, el
gusto por los filmes de terror y actividad paranormal –particularmente entre los varones-
y los de romances, a la manera de “Titanic” –entre las adolescentes-. Cabe señalar que
ante el requerimiento de quiénes son los protagonistas del film de Cameron, la respuesta
conclusiva fue que solo lo era el personaje femenino, porque “los héroes / protagonistas
no mueren”, conclusión que observamos repetida en otros encuentros.
Finalmente, como parte de la construcción del vínculo y de la identificación con
nuestro proyecto, planteamos a las autoridades de CooPA la posibilidad de que los
chicos conocieran el territorio y las instalaciones en las que ejercemos nuestras tareas
como docentes y estudiantes, en consecuencia el 3 de septiembre llevamos a cabo un
encuentro en la Facultad de Filosofía y Letras.
La extensión universitaria busca, entre otras cosas, acercar la Universidad a
aquellos lugares en donde se vislumbra como lejana. Para construir dicha proximidad,
sin embargo, no alcanza con hacer confluir los espacios físicos universitarios y
comunitarios puesto que sobre ellos se han configurado limitaciones sociales. En
palabras de Bourdieu:
Una vez que la tapa estuvo casi concluida, comenzamos a trabajar con las
restantes partes del libro. Una de las chicas ofreció sus dibujos para la contratapa y
alcanzó a esbozar las palabras que los acompañarían. Cuando le preguntamos cuál creía
que era el objetivo del libro, ella nos dijo que “serviría para cambiar la imagen que
tienen de los chicos, porque piensan que los pibes de acá son todos chorros”. Ella se
comprometió con nosotros a traernos al próximo encuentro unos dibujos que pensaba
hacer para el libro. Le preguntó a la profesora de la institución, quien les daba clases los
días restantes de la semana, si podían utilizar un poco de ese tiempo para poder concluir
con la tapa del libro. La respuesta fue negativa: no le permitió seguir con la actividad
que deseaba realizar argumentando que debía priorizar la evaluación de final de
cuatrimestre. Este episodio corroboró aquello que pensábamos sobre las prácticas
normativas de CooPA. Al tener como objetivos principales que los chichos puedan
aprender un oficio y reinsertarse en el sistema educativo oficial, las voces de los jóvenes
y las problemáticas que los atraviesan quedan en segundo plano. La institución limita
sus motivaciones para guiarlos hacia un fin que considera más importante, más
trascendental. El pragmatismo que caracteriza a CooPA produce una desvinculación de
los intereses institucionales con las problemáticas y las aspiraciones de los chicos, lo
cual genera apatía y deserción. ¿Acaso no es mucho más importante, teniendo en cuenta
que CooPA es una institución de educación no formal, el entusiasmo de los chicos y sus
deseos de realizar prácticas motivadoras que la autoridad del programa y la imposición
de una evaluación? ¿De qué tipo de educación popular estamos hablando? Las lágrimas
de alegría de los chicos al imaginar el contacto con la tapa que había diseñado, todo el
trabajo que hacían por iniciativa propia en su casa, toda su energía para sacar adelante el
proyecto, todo eso no valía más que una evaluación pautada a principio de año.
Finalmente, ése fue nuestro último encuentro.