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¿El Concilio Vaticano II es un “conciliábulo”?

Los detractores del Concilio Vaticano II suelen afirmar con mucha frecuencia que este
último Concilio ecuménico fue en realidad un conciliábulo (sínodo no autorizado), sin
embargo no existe absolutamente ninguna evidencia magisterial que afirme tal cosa. ¿Por
qué decimos esto? Porque resulta que, a lo largo de la historia de la Iglesia, todos los
concilios o sínodos que han sido calificados como “conciliábulos” o con algún otro adjetivo
peyorativo es porque el mismo Magisterio eclesiástico (el Papa, y también los Obispos en
comunión con él) les ha adjudicado esos títulos por haberlos considerado ilícitos e
inválidos, de modo que para llamar o considerar de esa manera a un concilio debemos
justificarlo con el Magisterio eclesiástico y no con nuestros meros prejuicios.
Por ejemplo, el latrocinio de Éfeso (II Concilio de Éfeso), celebrado en el año 449, es
conocido así porque así lo llamó el Papa León Magno; el concilio trullano (quinisexto) del
año 692 es considerado “synodus erratica” porque no fue reconocido por el Papa Sergio I;
el concilio de Hiera, celebrado en el año 752, es considerado conciliábulo porque fue
condenado por el II Concilio de Nicea; el Concilio de Constantinopla celebrado por Focio
de Constantinopla en los años 879-880 no es reconocido por la Iglesia porque ni el Papa
Juan VIII ni sus sucesores lo consideraron como ecuménico, sino que el que se reconoció
como ecuménico fue el celebrado contra Focio en los años 869-870; el concilio de Basilea
que se quedó en Basilea después de que el Papa Eugenio IV lo trasladara a Ferrara y de ahí
a Florencia, fue considerado conciliábulo por el Concilio de Florencia en el año 1439; el
concilio de Pisa del año 1511 fue condenado como conciliábulo por el V Concilio de
Letrán; el concilio de Pistoya del año 1786 fue condenado y rechazado en 1794 por el
Papa Pío VI, etc., pero el Concilio Vaticano II, ¿por quién fue considerado conciliábulo?
¿Por los laicos? ¡¡Seamos serios!!
El Magisterio eclesiástico jamás ha considerado al Concilio Vaticano II como un
conciliábulo, sino que al contrario, todos los Sumos Pontífices le han reconocido como un
Concilio válido y legítimo, y por eso a los cismáticos no les queda de otra más que afirmar
que tales Pontífices son “antipapas”, pues de reconocerlos como auténticos sucesores de
Pedro se verían obligados a aceptarlo, pero lastimosamente puede más su soberbia que su
humildad, soberbia por la cual ellos mismos, autoergiéndose como su propio magisterio
privado, deciden deliberadamente calificar como “conciliábulo” a un Concilio ecuménico
válido y legítimo.
Esa actitud no habla más que de absurdos prejuicios irracionales.
El Concilio Vaticano II, al ser un Concilio ecuménico aceptado y reconocido por el
Magisterio eclesiástico, es verdaderamente válido y legítimo, y por esa razón debemos
aceptarlo dándole el asentimiento que le es propio

ARTICULO PROPIEDAD DE LA PAGINA TRADIMODA LEFEVACANTE.

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