Había una vez es un hermoso árbol plantado en un gran bosque,
con tronco recto y fuerte de color marrón. Sus ramas eran finas, sus hojas de color verde oscuro y sus flores muy llamativas que muchas veces se convertían en ricas frutas. En su copa había unido con dos pichoncitos y cada mañana se podía escuchar a la madre de éstos dando la bienvenida al día que comenzaba a través de su dulce canto. Este maravilloso árbol daba sombra y frescor, sus ramas brindaban asientos y cuando éstas jugaban con el viento dejaban caer sus ricas frutas al suelo las cuales servían de suculento alimento. Sin embargo, a su lado, vivía otro árbol seco, feo y pequeñito en que le miraba con mucha envidia. ¿Qué haces para estar tan bello y frondoso? Porque yo le he intentado y no he podido lograrlo – preguntó el árbol seco. -No puede ser bello y frondoso porque estas podrido de envidia y malos sentimientos en tu interior - explicó el frondoso árbol. -¿Y qué debo hacer? - Preguntó tristemente el árbol seco con lágrimas en sus dos únicas hojitas. - Debes curarte por dentro para que pueda brotar la belleza que duerme en tu interior - expuso el frondoso árbol. Entonces el árbol seco reflexionó y decidió sacar todos los malos sentimientos que le había hecho permanecer podrido y seco durante tanto tiempo. Y desde ese momento la hermosura que había dentro de él comenzó a agitarse haciendo que salieran ramas y hojas verdes, bellas flores y ricas frutas alcanzando así una gran altura. Ante este interesante acontecimiento ambos árboles lo celebraron muy felices con un cierto de ruiseñores en sus ramas y sin hicieron muy buenos amigos. (Autora: María Abreu) LA NIÑA DE LA LINDA SONRISA El día que Ana llegó al aula, todos quedamos sorprendidos de sus hermosos ojos azules, cabello castaño, y su lindo y eterna sonrisa. Sin embargo, pudimos ver que no podía caminar porque cuando entró al salón iba en silla de ruedas y el director del colegio la empujaba. Poco a poco fuimos conociendo a Ana y pudimos descubrir su gran corazón y su contagiosa alegría. Todos querían llevarla al patio, al jardín, a la tienda, al bus, a donde ella quisiera. Ella nos contó que tuvo un accidente y por eso tenía que usar sillas de ruedas. Una vez hubo un temblor muy fuerte y por rescatar a sus hermanos pequeños, le cayó una viga de madera en la espalda, eso provocó la parálisis en sus piernas. Todos sus compañeros estábamos impresionados y nos sentíamos afortunados de tener a una persona tan especial en el salón. Aprendimos que los héroes si existen y pueden estar entre nosotros. Un día, llegaron a vacunar a todos los estudiantes para prevenir la influenza A (H1N1). Todos estábamos aterrados al ver la aguja de la jeringa brillando ante nuestros ojos. La enfermera pidió un voluntario y Ana pronto levantó su mano. ¡Nadie podía creerlo! ¡Cómo era posible! Una niña que han sufrido tanto, nuevamente estaba demostrando que en la adversidad debe prevalecer el valor. Después de Ana, todos pasaron a vacunarse y nadie lloró. Autora: Jennifer Vianney Andrade (Guatemala) Adaptación