Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1
epistemología, desdeñando a los antiguos compañeros de viaje como «positivistas». Sin
embargo, el programa de reducir las pretensiones de conocimiento a la ciencia y buscar
legitimaciones para lo que quedara fuera contó con el favor de mentes más empíricas como
Mach. La descripción comprehensiva, no la explicación, de los fenómenos naturales se
convirtió en la tarea de los teóricos que no buscaban ya en la filosofía los fundamentos,
sino en la utilidad de sus procedimientos empíricos preferidos. Junto con los positivistas, el
Círculo de Viena consideró antieconómica la respuesta kantiana a la cuestión de la
posibilidad de la objetividad, lo sintético a priori.
Este análisis de los conceptos normativos no los despojó de significado, sino que
dio lugar a estudios psicológicos y sociológicos de sistemas éticos; la variante formal de
Menger (Moral, decisión y organización social, 1934) influyó en la teoría de la decisión.
La tesis semiótica de que el conocimiento exigía representaciones estructuradas se
desarrolló en estrecho contacto con la investigación en fundamentos de la matemática y
dependió de la «nueva» lógica de Frege, Russell y Wittgenstein, de la que surgió la teoría
de la cuantificación. Los resultados fundamentales fueron incorporados rápidamente (no sin
controversias) y la obra de Carnap refleja el desarrollo de la concepción de la propia lógica.
En su Sintaxis lógica adoptó el «principio de tolerancia» con respecto a la cuestión de los
fundamentos de las ciencias formales: la elección de lógica (y de lenguaje) era
convencional y estaba limitada únicamente, aparte de la demanda de consistencia, por
consideraciones pragmáticas. Bastaba con enunciar con toda la exactitud posible la forma
de lenguaje propuesta y su diferencia con las alternativas: si un entramado lógico-
lingüístico como un todo representa correctamente la realidad era una pregunta sin
significado cognitivo. Pero ¿cuál era el status del principio de verificabilidad? La
sugerencia de Carnap de que representa no un descubrimiento, sino una propuesta para el
uso futuro del lenguaje científico merece ser tomada en serio, porque no sólo representa su
propio convencionalismo, sino que también amplifica el giro lingüístico del Círculo, según
el cual toda la filosofía trata de modos de representar y no de la naturaleza de la
representación. Lo que «cubrió» el Círculo de Viena es cuán convencional era la ciencia: su
verificacionismo era una propuesta para dar cabida a la creatividad de la teorización
científica sin dar cabida al idealismo.
Estos cambios fueron en parte promovidos por Neurath, cuyos propios «enunciados
protocolares» revisables hablaban, entre otras cosas, de la relación entre los observadores y
lo observado en una «jerga universal» que mezclaba expresiones de un lenguaje coloquial
fisicalistamente depurado y de lenguajes científicamente superiores («Enunciados
protocolares», 1932, traducido en: AYER [comp.], El positivismo lógico). En última
instancia estas propuestas respondían a proyectos distintos. Como todos estaban de acuerdo
en que todos los enunciados de la ciencia eran hipotéticos, la cuestión de su «fundamento»
atañía a la naturaleza misma de la filosofía del Círculo de Viena. Para Schlick la filosofía se
convirtió en la tarea de determinar el significado (inspirado por Wittgenstein); Carnap se
dedicó a ella como una reconstrucción racional de las pretensiones de conocimiento que se
ocupaba sólo de lo que Reichenbach llamaba el «contexto de justificación» (sus aspectos
lógicos, no el «contexto de descubrimiento») y Neurath sustituyó la filosofía por una
investigación naturalista, interdisciplinar y empírica de la ciencia como práctica discursiva
distintiva, abandonando la concepción ortodoxa de la unidad de la ciencia. El Círculo de
Viena no fue ni un movimiento filosófico monolítico ni necesariamente reduccionista y las
rápidas asimilaciones a la tradición del empirismo británico confunden sus luchas con la
dicotomía forma-contenido en la búsqueda de fundamentos, cuando en su lugar se
desarrollaron sofisticadas respuestas a la cuestión de los presupuestos de sus propias
4
teorías. En su momento y lugar, el Círculo fue una voz minoritaria; la dimensión
sociopolítica de sus teorías –más destacada por unos (Neurath) que por otros (Schlick)–
como renovación del pensamiento ilustrado, en última instancia en contra de la marea
emergente de la metafísica del Blut-und- Boden, está siendo reconocida paulatinamente.
Tras la celebrada «muerte» del positivismo lógico reduccionista en la década de 1960, el
Círculo de Viena histórico está reemergiendo como un objeto con muchas facetas dentro de
la historia de la filosofía analítica, revelando distintas corrientes de razonamiento que aún
son significativas para la teoría de la ciencia pospositivista.