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LOS PADECIMIENTOS DE JESÚS - LA PASIÓN DE CRISTO

LOS PADECIMIENTOS DE JESÚS - LA PASIÓN DE CRISTO.

Vamos a dar inicio a la narración de los padecimientos de Jesús, paso a paso, comenzando
desde su estadía en el Getsemaní, para que tengamos una clara percepción del costo que
tuvo nuestra salvación.

Getsemaní: Era una pequeña propiedad cercada por un huerto, entre árboles frutales y
varios arbustos, que se encontraba al pie del monte de los Olivos. El término “Getsemaní” en
sí, significa “prensa de aceite”, y aplicándolo a la vida de Jesús en Getsemaní, fue por lo que
Él pasó, su alma fue totalmente procesada, desmenuzada, para que tuviera lugar la
obediencia.

En Getsemaní, Jesús no sólo fue tentado por el diablo, también fue probado y confrontado
por Dios. En la carta a los Hebreos nos refleja este cuadro que fue difícil para Jesús.

“Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruego y súplicas con gran clamor y lágrimas al
que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo,
por lo que padeció aprendió la obediencia.” Hebreos 5:7.8.

En el caso de la tentación satánica yo resisto al diablo en fe confiando en la Palabra de Dios


y él huirá de mí; pero ¿cómo resistimos a Dios? ¿Cómo confrontar y vencer al que todo lo
puede? La oración de Jesús en el Getsemaní, consistió de dos partes:

“Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”

El “…pasa de mí esta copa”, registra el deseo de Jesús, el cual no fue escuchado por el
Padre, el “…pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”, registra el total quebrantamiento, y el
acceso de la voluntad de Jesús en obediencia al Padre.

Esta segunda etapa es la que registra el escritor de los Hebreos cuando escribe: “... fue oído
a causa de su temor reverente.” Esto fue lo que Dios escuchó de Jesús, y tomó en cuenta en
la oración, porque estaba en sus designios. Lucas 22:42. Hebreos 5:7.8.
Ser confrontado por Dios no es cosa fácil. Él, en su mayoría, te va a pedir que hagas lo que
no quieres hacer, y que dejes de hacer lo que te gusta hacer. El encuentro con Dios y su
voluntad produce grandes conflictos en el alma, que nos llevan a intensas agonías, teniendo
luchas internas que sólo nosotros podremos librar.

En lo personal, he aprendido que cuando soy confrontado por Dios, siempre tomo la mejor
decisión, ceder mi voluntad a la suya. Por mucho que me duela desprenderme de las cosas,
entiendo que nada en este mundo tiene tanto valor como el hacer la voluntad de Dios.

El Getsemaní era un lugar donde Jesús frecuentaba para orar (Lucas 21:37. Juan 18:2). En
la mayoría de los casos, Él lo hacía solo, dejaba a sus discípulos al pie del monte de los
Olivos y entraba al huerto de Getsemaní a orar.

El día que Jesús fue entregado y tomado en manos del Sanedrín, fue tan decisivo que Él no
subió solo al huerto, sino que tomó a tres de sus discípulos para que estuviesen cerca de Él,
e intercedieran con Él.

Cuando Jesús expresa: “¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?” (Mateo 26:40),
señala la necesidad que tenía de una intercesión a causa de su agonía; Él se sentía solo,
quizás un poco confundido totalmente turbado y angustiado, por todo lo que le sobrevenía.
Comenzó a sentir una agonía psíquica hasta el punto que exclamó: “Tengo una tristeza que
me está causando la muerte.” Así lo expresa el texto original. El término agonía del griego es
“Agonía”, que indica una extrema tensión emocional y angustia. Lucas 22:44.

Según algunos historiadores, Cristo oró en la forma más humillante, como lo hacía todo
judío, se postraba sobre sus pectorales y su rostro en tierra, tanto fue el sufrimiento
producido por esta agonía, que la Biblia describe su sudor “Como grandes gotas de sangre”.

Cabe resaltar y tomar en cuenta, que el término utilizado para “gotas de sangre”, es
thromboi-haimatos, que indica una sangre espesa, coagulada. La historia médica registra
algunos casos, en los que la intensa agonía mental se ha visto acompañada de la
transpiración de sangre, producida por la ruptura de vasos sanguíneos como consecuencia
de la presión sanguínea por una subida de tensión.

Esta sudoración de sangre, es efecto de una reacción por la sangre que se retira del corazón
en casos de extremo pavor; al agudizarse el clímax de la agonía por el conflicto mental, la
sangre se viene en tremendo rebote hacia la periferia, haciendo saltar las plaquetas y
colándose, finalmente, a través de la epidermis, para producir así la sudoración de sangre,
conocida en términos médicos como “Hemohidrosis” o “Hematridosis”.

Sin lugar a dudas, esto, clínicamente, pasó en la vida de Jesús, hasta el punto que sólo
Lucas registra tal acontecimiento como médico (Lucas 22:44). Era tanta la agonía por la que
Jesús pasó, que en medio de ella Dios tuvo que enviar a un ángel para confortarle. El
término confortar indica: Darle ánimo a alguien que está a punto de claudicar en una misión
que se le ha encomendado. Confortar indica dar asistencia para recobrar fuerzas.

Así podemos deducir que la aflicción y la agonía de Jesús eran tan intensas, que si Dios no
envía al ángel para confortarle es posible que Jesús no hubiese podido superar la prueba.

La soledad es uno de los más grandes enemigos para alcanzar el éxito, Jesús en el
Getsemaní no pudo ser asistido por el Espíritu Santo, no tuvo apoyo de la deidad ni siquiera
sus discípulos intercedieron por Él, estaba solo en total abandono. Dios en ese momento fue
el enemigo de su voluntad al ser confrontado por Él. Jesús sabía que la mejor opción era
ceder su voluntad a la del Padre. Sólo así fue librada su alma.

La traición.

Judas fue uno de los discípulos que estuvieron con Jesús, fue en quien más confiaba, hasta
el punto que se le entregó la responsabilidad del tesoro (Juan 12:4-6) lo llamó amigo término
que en griego indica camarada, y tiene que ver con sociedad, con intimar, entrega, confianza,
bondad, uno que comparte tus cosas incluyendo tu recámara. Mateo 26:50.

La traición, cuando viene de un ser querido duele mucho más porque es un acto inesperado;
sólo los que han pasado por la traición pueden entender lo duro que fue esto para Jesús
(Salmo 41:9) y cómo esto se aunó a sus aflicciones.

El juicio de los hombres

Después de pasar por el Getsemaní y la traición de uno de sus discípulos, fue sometido al
juicio de los hombres, al momento de la aprehensión, fue llevado ante el Sumo Sacerdote,
sufriendo el escarnio y la burla de los hombres; fue golpeado en el rostro, sometiéndolo a
ciertos interrogatorios en forma despectiva. Es de señalar que esto fue durante toda la
noche. Al día siguiente en la mañana, fue llevado ante Pilatos quien lo interrogó para luego
remitirlo a Herodes, quien también lo interrogó haciendo burla de él y más tarde lo regresa a
Pilatos, sometiéndolo a una caminata que agravó su estado físico por el excesivo
agotamiento trasnochado, con sueño, con hambre, con sed. Pilatos lo toma y lo presenta al
pueblo después de mandarlo a azotar, posteriormente se decide liberar a Barrabás y
crucificar a Jesús. Mateo 26:57.68. Marcos 14:53.65. Lucas 23:1.12.

La práctica de la flagelación.

Según la ley, ante de toda crucifixión era obligatorio flagelar al reo, solamente se
exceptuaban de estas prácticas a las mujeres, a los senadores y a los soldados romanos. El
instrumento de flagelación era un látigo corto llamado “Flagrum” o “Flagelum”, con varios
apéndices o correas de cuero de distintas extensiones, a los que se amarraba al final de
cada uno, pequeñas bolas de hierro y/o huesos de oveja en forma intercalada.

La víctima era despojada de su ropa, sus manos eran atadas hacia arriba en un poste.
Espaldas, glúteos, muslos y piernas eran flagelados por dos soldados, que colocados a
ambos lados de la persona se alternaban los azotes. Debemos tomar en cuenta que quienes
flagelaron a Jesús eran verdugos hombres especializados en la materia con una mente
cauterizada sin estado de conciencia. Ellos tiraban el látigo hasta partir el alma de una forma
indolente, el daño infligido por los azotes dependía de dónde se colocaran los verdugos.

La intención de las flagelaciones no era causar la muerte sino torturarlo para que muriera a
largo plazo en la cruz, por esta causa, el verdugo debía tener buen cuidado de no aplicar el
castigo en las zonas más vulnerables del cuerpo para lograr su propósito. No debía dirigirse
a la cabeza, estómago, ni hígado (en el costado derecho), como tampoco a los testículos ni a
los riñones. Esto indica que las flagelaciones dadas a Jesús, cayeron sobre un mismo lado
de su espalda y glúteos; además, los pedazos de metal o huesos que estaban en los
extremos del látigo, produjeron profundas contusiones y heridas hasta rasgar la carne al caer
sobre la humanidad de Jesús.

Tomando en cuenta que a Jesús no lo flagelaron los judíos, sino los romanos, podemos
deducir que no le dieron cuarenta (40) latigazos, sino ciento veinte (120), esto es, cuarenta
por tres (40x3) agregado a esto, le colocaron una corona de espinas en una de las partes
más sensibles del ser humano sobre la cabeza.
Las espinas tenían la propiedad de succionar la carne; además, golpeaban con una vara
sobre la corona, hundiendo aún más las espinas, produciendo un intenso dolor de cabeza
conocido como migraña aguda.

No conformes con esto, según lo registra Isaías 53:2, Jesús fue golpeado en el rostro por los
soldados, hasta el punto de quedar completamente desfigurado, perdiendo su hermosura y
su parecer. Isaías relata que todos los que iban a la cruz, escondían de Él su rostro, tal era el
asombro y el espanto que les producía. (Isaías 53:3.) Era tanta la desfiguración ocasionada
al rostro de Jesús, que camino al Gólgota, había mujeres que lloraban por Él, haciendo
grandes lamentos (Lucas 23:27) y el lamento era producto del asombro que les causaba el
cuadro macabro en el que Jesús se encontraba.

Camino al Gólgota.

La severidad de la flagelación a que fue sometido con su intenso dolor y la gran pérdida de
sangre, debió dejar a Jesús en un estado de pre-shok, el abuso mental y físico cometido con
Él, por parte de judíos y romanos, así como la falta de alimento, de agua cargado de sueño,
contribuyeron a debilitarlo físicamente, por lo tanto, desde el punto de vista médico, sus
condiciones físicas antes de la crucifixión debieron ser extremadamente críticas y
comprometedoras.

La costumbre en los tiempos de Jesús, era que el condenado a la pena capital relativo a la
crucifixión, debía cargar su propia cruz, desde el sitio de la flagelación hasta el de la
ejecución, fuera de los muros de la ciudad. Esto indica que Jesús caminó aproximadamente
medio kilómetro (1/2 Km.) con el madero a cuestas, cuyo peso era de 70 kilos. Según los
registros de Juan Jesús cargó la cruz por completo, Simón de Sirene, sólo le ayudó cargando
la cruz por un extremo, en la parte de atrás. Lucas 23:26. Juan 19:17.

La crucifixión

La crucifixión era el peor de los sufrimientos que pudiera padecer un hombre, y era reservada
a los esclavos, extranjeros, revolucionarios y criminales más viles; en este caso, Jesús fue
contado como uno de ellos.

No debemos olvidar que Jesús no cargó una cruz como tal. La traducción Bíblica dice cruz,
pero el término que aparece del griego es “Estaurom”, lo cual indica madero. El estaurom era
clavado en forma horizontal sobre uno que estaba en forma vertical en el Gólgota cuyo
nombre era “Patibulum”; clavando el estaurom sobre el patibulum, se formaba la cruz.

Al llegar al sitio de la crucifixión, el reo era colocado sobre el madero (estaurom), tendido en
el suelo; las manos podían ser amarradas o clavadas. En el caso de Jesús, fueron clavadas.
Según algunas investigaciones, en el aspecto físico, los clavos eran generalmente colocados
con mayor frecuencia en las muñecas y no en las palmas de las manos, debido a que el peso
corporal rasgaba las manos y el cuerpo no se mantenía en la cruz.

Los clavos de hierro eran introducidos entre los huesos llamados carpo y radio o entre el
espacio de los huesos carpo y sus ligamentos, muchas veces sin quebrar los huesos (este
fue el caso de Jesús), pero produciendo un intenso dolor al atravesar los músculos,
ligamentos y nervio mediano, lo que produce parálisis de una porción de la mano,
disminución de la circulación sanguínea (isquemia) contracciones, dolorosos y calambres.

Hay que tomar en cuenta, que los clavos eran cuadrados, con la punta roma, con una
longitud aproximada de 8 a 13 cm y 1 cm de diámetro. Para clavar los pies, se hacía el apoyo
usado para esto, atravesándolos con un clavo de hierro que pasaba entre el primer y
segundo espacio metatarsiano, en el lugar justo de la unión del metatarso. Esto,
indudablemente, producía la perforación del nervio pedio (rama del tibial anterior), y las
ramificaciones profundas del tibial posterior (el plantar interno y el plantar externo), los cuales
eran dañados también por el clavo, produciendo intenso dolor y dificultad al tratar de
apoyarse.

Aunado a esto, para fijar la espalda del crucificado al madero se dislocaba las coyunturas
que están a la altura del brazo con el omóplato produciendo separación de las extremidades
causando intensos dolores, esto lo hacían fijando una de las manos al madero con un clavo,
y del otro extremo con una cuerda se ataba la otra mano por la muñeca haciendo presión en
sentido contrario halando hasta causar la dislocación.

Su respiración

El peor efecto fisio-patológico de la crucifixión iba más allá; era la marcada interferencia con
la respiración normal, especialmente en la exhalación (expulsión del aire contenido en los
pulmones). El peso del cuerpo tendiendo hacia abajo, hace que se estrechen o se contraigan
los músculos intercostales presentando dolores, calambres musculares, fatiga y dificultad al
respirar. Para evitar o amortiguar un poco el dolor, el reo tomaba la determinación de
apoyarse sobre sus piernas para mantener el cuerpo suspendido hasta que se produjera la
inhalación (toma de aire) y la exhalación (expulsión del aire). En el caso de Jesús, tuvo que
hacer lo mismo durante seis (6) horas para evitar el intenso dolor, Él no era la excepción.

Causa de su muerte

Varias fueron las causas de su muerte. Las más probables fueron: el shok hipobolémico
(falta de sangre), la asfixia, la deshidratación, las arritmias inducidas por el stress;
congestionamiento del corazón con líquido en el pericardio y en la pleura; a esto debemos
añadir las fallas cardio-respiratorias. Sin embargo, lo importante del caso no es determinar
con precisión patológica la causa de la muerte de Jesús, sino las condiciones en las cuales
murió, por quién murió, y cuál fue el costo de su muerte.

EL JUICIO DE DIOS SOBRE JESÚS

Después que Jesús pasó por el juicio de los hombres, fue sometido al Juicio de Dios. Los
Salmos 22 y 88 considerados en la teología como Mesiánicos, registran dicho
acontecimiento. En estos salmos aparecen términos que al hacer crítica de cada uno de
ellos, denotan lo serio y lo intenso que fue dicho Juicio. A continuación describo los pasajes.

>“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?, ¿por qué estás tan lejos de mi
salvación y de las palabras de mi clamor?”. Salmo 22:1.

>“... y me has puesto en el polvo de la muerte”. Salmo 22:15.

>“Soy contado entre los que descienden al sepulcro”. Salmo 88:4.

>“Abandonado entre los muertos, como los pasados a espada que yacen en el sepulcro”.
Salmo 88:5.

>“Sobre mí reposa tu ira y me has afligido con todas tus hondas”. Saldo 88:7.

>“¿Por qué, oh Jehová, desechas mi alma? ¿Por qué escondes de mí Tu rostro?”. Salmo
88:14.
Todas estas expresiones registradas en los salmos citados considerados como Mesiánicos,
dan pie para afirmar el peso que cayó sobre Jesús a causa del Juicio de Dios.

El Evangelio de Lucas registra, que Jesús antes de morir exclama desde lo más profundo de
su alma, una expresión que denota el abandono que Jesús hace de sí hacia el Padre,
aceptando por completo el Juicio de Dios sobre Él; “Padre, en tus manos encomiendo mi
Espíritu.”Lucas 23:46.

El Juicio de Dios sobre Jesús comenzó con la imputación del estado de pecado, amputando
de Jesús el estado de justicia.

En la segunda carta que el Apóstol Pablo escribe a los Corintios dice: “Al que no conoció
pecado por nosotros lo hizo pecado,...” 2ª Corintios 5:21.

El término “Lo hizo pecado”, es un sustantivo, no un verbo que indica una acción; por
consiguiente, el pecado que entró en Jesús no lo hizo pecador lo hizo el pecado de la
humanidad, por lo tanto, Dios no juzgó en la cruz a un pecador Dios juzgó a un hombre
cargado de pecado. 2ª Corintios 5:21.

Dios no trató a Jesús como a un pecador, sino como al pecado mismo, y por causa de esto
pasó a ser maldición.

“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición...”Gálatas 3:13.

Todo el estado de pecado y el estado de maldición cayó sobre Jesús.

Isaías 53:6, dice: “...; mas Jehová cargó en Él el pecado de todos nosotros.” Jesús en la cruz
pasó a ser el germen del pecado, la raíz misma de el.

Jesús en la cruz no se llevó los pecados de la humanidad, sino el pecado de la humanidad;


es decir, Jesús no se llevó las obras de pecado sino el estado de pecado que mantenía al
hombre condenado; por causa de esto Jesús entró en el Juicio de Dios y fue hallado
culpable.

Dios mismo lo condenó por haber puesto el pecado sobre Él, y como resultado vino sobre
Jesús la muerte tanto la espiritual como la física. Isaías 53:1.12.
LAS MUERTES SOBRE JESÚS

En Génesis 2:17, Dios le dice al hombre: “Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no
comerás; porque el día que de el comieres (muriendo morirás), ciertamente morirás.”

Nuestras versiones dicen: “El día que de él comieras, ciertamente morirás”; mientras que el
texto original dice: “El día que de él comieras, muriendo morirás.”

Es decir, muriendo espiritualmente morirás físicamente. Nunca la muerte física se hubiera


apoderado de Adán si primero no se produce en él la muerte espiritual. Este es un principio
que se tuvo que dar en Jesús como el postrer Adán. En Jesús se produjo la muerte espiritual
para que posteriormente se diera la física. No estamos afirmando que el Espíritu de Jesús
murió, lo que alegamos es que Jesús murió espiritualmente.

El término muerte en griego es “Thanatos”, que significa separación. La muerte espiritual en


Jesús es la misma separación del Padre por causa del estado de pecado. Jesús sufrió un
abandono total y completo en la cruz hasta el punto que el Espíritu Santo tuvo que salir de Él.

No podía el Espíritu Santo quedarse en un ser en el estado de pecado en el que se


encontraba Jesús, Fue tanta la separación que las tinieblas cubrieron toda la tierra (Mateo
27:45), cumpliendo así el principio que afirma y establece que no hay comunión entre la luz y
las tinieblas (Juan 1:5. 2ª Corintios 6:14) lo que indica que siendo Dios Luz y no habiendo
tinieblas en Él no estaba presente en ese momento 1ª Juan 1:5.

“... Dios es luz, y no hay ninguna tiniebla en Él.”

Esta muerte espiritual trajo como consecuencia la muerte física, la Biblia tiene registro del
estado de muerte en el que Jesús cayó.

En Isaías 53:9 encontramos: “y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue
en su muerte...” Más adelante, el verso 12 dice: “..., y con los fuertes repartirá despojos; por
cuanto derramó su vida hasta la muerte...”

Hechos 2:24 nos dice: “Al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era
imposible que fuese retenido por ella.”
En Hechos 3:15 vemos: “Y matasteis al autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los
muertos...”

Hechos 13:30 nos revela que “Dios le levantó de los muertos”

En Romanos 6:9, encontramos: “Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos,
ya no muere; la muerte no se enseñoreará más con Él.”

Filipenses 2:8, nos dice: “... haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”

En Hebreos 2:9, encontramos: “Pero vemos a Aquél que fue hecho un poco menor que los
ángeles, a Jesús, coronado de Gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte,
para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.”

El término “gustase”, es un verbo del griego Gevomai, que indica tener experiencia muy
personal, haber pasado por ella, sufriendo las consecuencias, identificándose en el caso.

En Hebreos 2:14, se nos dice: “Así que, por cuanto los hijos participan de carne y sangre, Él
también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de
la muerte; esto es, al diablo.”

Hebreos 5:7. “Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruego y súplicas con gran clamor
y lágrimas, al que le podría librar de la muerte...”

Apocalipsis 1:17.19. “... no temas, Yo Soy el primero y el último. El que vivo, y estuve muerto;
mas he aquí que vivo por los siglos de los

siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.”

En 1ª Corintios 15:21, dice que por medio de un hombre entró la muerte; esto es Adán, y por
medio de otro entró la vida; esto es Cristo.

Lo lógico del caso es: para que la muerte entrase por Adán éste tenía que estar vivo, porque
¿cómo puede la muerte matar al que está muerto? En el mismo caso se da con Jesús, para
que la vida entrase por Cristo, este tenía que estar muerto, porque ¿cómo puede la vida
darle vida al que está vivo?
En conclusión a este tópico, queda demostrado, por todos los medios, que Jesús probó y
experimentó las dos muertes; tanto la espiritual como la física.

LAS ENFERMEDADES SOBRE JESÚS

En Isaías 53:4 se nos dice: “Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades...”

El llevar nuestras enfermedades, no se debe tomar desde el punto de vista literal como si
Dios hubiese puesto sobre Jesús todas las enfermedades. Cuando hacemos un análisis
etimológico del término “heridas” que aparece en 1ª Pedro 2:24, y “llagas” que aparece en
Isaías 53:5 en un sentido figurado, se refiere al golpe del Juicio Divino que cayó sobre Jesús
por su obra vicaria, y que por cuyo juicio fue hallado culpable, pasando la inocencia a
nosotros, y por causa de esa inocencia le fue quitado a la enfermedad el derecho legal que
tenía sobre nosotros por la trasgresión de Adán.

Toda enfermedad que venga sobre el cuerpo de un hijo de Dios viene a usurpar un lugar que
no le pertenece. Este es el sentido que se le da en Mateo 8:17 cuando Jesús sanaba a los
enfermos y libertaba a los endemoniados.

El escritor cita a Isaías 53:4 alegando proféticamente en un acto presente, que la raza
humana tendría acceso a la sanidad y a disfrutar de perfecta salud al depositar su fe en
Jesús como el Mediador, como el Sumo

Pontífice, como el Vicario de Dios. Toda persona que haya aceptado a Jesús como su
Salvador, tiene derecho a la sanidad o a vivir en perfecta salud; Él nos dejó ese legado.

EL DESCENSO AL INFIERNO

Para poder tener mayor comprensión de esto, debemos estudiar la doctrina del infierno. Hay
tres términos en el griego para definir el infierno:

>Hades
>Tartaru:
>Geenna o Ge-Hinom

Pasemos a describir cada uno:


Hades: Región de los espíritus de los muertos perdidos, incluyendo los muertos
bienaventurados en los tiempos anteriores a la ascensión de Cristo.

El Hades, en la actualidad, es un estado intermedio entre la muerte y la condenación en el


Gehena. Lucas 16:23

Tartaru: Traducido como infierno en 2ª Pedro 2:4. Está constituido por las prisiones de
oscuridad, lugar donde fueron arrojados los ángeles caídos, para ser reservados al juicio.
Este lugar sólo es habitado por los ángeles caídos.

Geenna o Ge-Hinom: Este término se usa para describir el lugar donde van a ser lanzados
los seres que están en el Hades, después del Juicio (Apocalipsis 20:13), denominado el
Juicio del Gran Trono Blanco (Apocalipsis 20:11-15). También serán lanzados en el, la Bestia
y el Falso profeta (Apocalipsis 19:20) y junto con ellos el diablo (Apocalipsis 20:10).

Este lugar es el de tormento eterno (Apocalipsis 20:10) este es el lugar al que Jesús describe
como el fuego que nunca se apaga y el gusano que nunca muere. Marcos 9:44-48.

De estos tres lugares Jesús descendió fue al Hades. Pero debemos destacar que el Hades
se dividía en dos departamentos o secciones: la parte superior llamada “El Seno de
Abraham”, y la parte inferior llamada “El lugar de tormento”. Lucas 16:19.31.
De estas dos secciones del Hades, Jesús estuvo en el lugar de tormento; Pablo es claro en
el asunto, cuando en la carta a los Efesios nos dice: “Y eso de que subió, ¿qué es, sino que
también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra?” Efesios 4:9.

Si hacemos crítica de los términos mencionados en el pasaje, Pablo dice que Jesús
descendió a las partes “más bajas de la tierra”, no dijo a las partes bajas; esto indica que
Jesús descendió a la parte inferior del Hades, que es el lugar de tormento. Jesús tenía que
descender a ese lugar porque es el sitio que nos pertenecía a nosotros; Él ocupó nuestro
lugar en todos los aspectos. Sin lugar a dudas fue atormentado tres días y tres noches según
lo descrito en el libro de Jonás capítulo 2 del verso 1 al 10 y lo es corroborado por el
Evangelio de Lucas capítulo 16 verso 23.

EL ASCENSO DEL INFIERNO


Al tercer día Dios levantó a Jesús de entre los muertos, ¿cómo Dios hizo esto? ¿De qué se
valió Dios para hacerlo?

Dios debía tener un argumento legal para poder levantar a Jesús de los muertos. Para darle
vida primero tuvo que impartir justicia sobre Jesús porque la vida viene como producto de la
justicia. En el caso de Jesús, Dios utilizó la ley para justificarlo por el cumplimiento de ella.
Pablo, en ningún momento negó que la ley podía justificar al hombre, lo que alegó es que no
había hombre que cumpliese la ley para ser justificado por ella, pero Jesús fue la excepción,
Él cumpliendo la ley a perfección fue justificado por ella.

La Biblia declara que “…no se halló pecado en Él” (1ª Pedro 2:22). Por causa de la justicia
que vino por el cumplimiento de la ley, Jesús fue vivificado en el espíritu y de esta forma
venció a la muerte, venció al pecado, venció al Hades, venció al diablo; y se levantó como el
Sumo Sacerdote entró en el verdadero Lugar Santísimo selló el nuevo pacto y le dio acceso
a la dispensación de la gracia y nos dio libre acceso al Trono de Dios.

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