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INTRODUCCIÓN

TEMPOGRAFfA. LA ESPERA HOY Y ANTES

(( L.Jáce cinco años que estoy tramitando mi pensión ... en


1 1 1a municipalidad me dicen que perdieron mis docu-
mentos. Tuve que es p,erar muchísimo; no me querían atender.
Me tuvieron de acá para allá." Silvia estuvo media hora con-
tándome los detalles de todo el trámite, los distintos niveles
adm inistrativos -clesde el municipal hasta el nacional- por
los que tuvo que pasar, todo el esfuerzo que implicó obtener
su magra pensión : "Un tipo me dijo una cosa y después des-
apareció ... y despu és fui a la municipalidad y ahí me dijeron
que volviera en seis meses. Y después un político del barrio
me dijo qu e se iba a ocupar pero después no hizo nada y..."
Eso fue en 1995; Silvia vivía en un sec tor extremadamente
pobre de una villa miseria en el conurbano bonaerense y
yo estaba haciendo traba jo de campo etnográfico para mi
tesis de doctorado , qu e devino luego en el libro La política
de lospobres. En ese momen to mi principal interés no era el
peregrina je de Silvia por los pasillos de la burocracia estatal,
sino aqu ello que había acclerado ese proceso. Así lo dijo
Silvia: "Empecé a pa rticipar en la Unidad Básica de Andrea y
ella me dio una mano. Si alguien no muev e estas cosas [en
referencia a su pen sión), no co nseguís nada. Andrea fue muy
bue na co nmigo. Ahora si tengo un problema , la vaya ver a
ella... Tenemos qu e ser agradecidos con ella; si me pide que
vaya a un acto [del partido], yo voy".

El tes timonio d e Silvia fue uno de las decen as que uti-


licé en mi análisis ace rca del funcionamiento de las redes

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18 I PAO ENTIS DEL EsrAOO

haber hecho escuchar sus voces a lo largo de las rutas heladas


del desierto patagónico , y el tiempo que tran scurrió entre el
fin de la protesta y la satisfacción pa rcial de las demandas
de los manifestantes (o los "resultados", para usar el lenguaje
académico del estud io de los movimientos sociales), tampoco
despertaron en este caso mi interés sociológico.
Debieron transcurrir más años de trabajo de campo y de
escritura para que yo pudiera empezar a ver las co ne xio nes
empíricas y teóricas entre los relatos de espera de Silvia y
Laura, Estas conexiones empezaron a emerger poco a poco
cuando hacía el trabajo de campo para el libro Inf lama ble
(2009), que escribí con la antropóloga D ébora Swistun. En uno
de los capí!J.1l~na les de ese libro recurrimos a la imagen
mítica de ~ara describir una de las características que
definía la vida de los hab itantes de Villa Inflamabl e, una villa
miser ia altamente co nta minada. ' Igu al que e l adivino griego ,
se ven ob ligados a transformarse en "meros observadores de
acontecimientos más allá de su contr61"-CSchutz,1964: 280).
LOS'l1:ibftantes de las villas esian Sie¡;;¡;"eespera.!!!!2 -lJlle_algo
suceda. En el m;;ow~t~nemos-qu~ las vidas margin ales y
co ntami nadas de esas personas tran scurren en un tiemp o
orientaaoy manipulado por agen tes pod erosos.\ '¡ven en un
tiempo alienado, y está n ooligadós-:para decirloc o n la elo -
cuenciade lJterre Bourdieu (2000: 237), a_"~'iperar q ue todo
venga de l¿-s-o tros". Sostenemos allí que la dom~clón o pera
cuañdo unos se rinden ante el poder de otros; y se vive como
un tiempo aees peri:-esperar con i1usJ6ñ primero y luego con
imp Oieñcia g ue Otros tom en decisiones~nefecto ren dirse
antela atili;rida d de o tros. Inesp eradament e e ncontramos
muchas versio nes de la historia de Tiresias entre los habitant es
contemporáneos de las villas miseria.
Cuando estaba hac iendo las correcciones finales al ma-
nuscri to me di cuenta de que aun si la relació n partic ular y

l. En una de las num erosas versiones del mito griego , el joven Tireslas
so rprende a Atenea cuando se baña. Como castigo por haber visto a su
hija desnuda, Zeu s deja ciego al joven Tircsias pero lo co mpensa con
el d on de ver el futuro .
INTRODUCC iÓN I 19

un tanto extrema entre tiempo, comportamiento y sumisión


analizada allí es peculiar a Villa Inflamable, esta din ámica
puede se r ap licada de modo más ge nera l a otras poblaciones
desp oseídas. Empecé entonces a rep asar mis viejas notas y
progresivamente me fui dando cuenta de que había dejado
pasar fr!!8mentos.E::~va nt!:.s que mis person ajes querían que
yo escuchara: e n ciertos momentos c1av~e 'su i'ñteracción
con el EStado, las autoridades los obligaba n a soportar largas
esperas, los hacían ir y ven ir, "los pelotea ban", co mo muchos
de ellos decían.
Pasaba de las viejas notas a las nuevas y me sorprendía
un poco la cant ida d de moment os y de historias de espera
que hab ía vivido junt o a los actores, o q ue ellos record aban
durante las entrevistas, y que yo no había analizado. Comencé
a esboza r una "tempografía de la dominación ": una descripción
densa del modo en q~s dominados Qerciben la ternpora -
lidad y la espera: có mo actúan o dejan de actuar a partir de
estas pe rcepciones,y có mo estas -pe rce pciones y estas (jn)
accioñes opera n pa ra (Jes~ifiar o perpe tuar la do~.l
Para que el p~oyecto fuera más manejable, elegí concentrarme
en lugares donde los sectores pob res urbanos acude n para
solicitar servicios del Estado, co mo co las y salas de espera.
Decidí ade más revisitar mi etnografía co labora tiva en Villa
Inflamable y agregar nueva ev ide ncia, de mod o que el resul-
tado fue una combinación de revisita y reanálisis (Burawoy,
2009). Mi objetivo final era el estudio de las diversas formas
de co nexión entre la espera, el comportamiento y la sumisión.

Los resultados de esta tempografía de dos años se pre-


sent an en este libro , Pacient es del Estado, que es en más de
un sentido la continuación de una age nda de investigación
que inicié hace qui nce años co n La política de los pobres. El
principal interés teór ico y empírico de esta age nda ha sido
el funcion amiento de la do minación política en los sectores
urbanos pobres , y se cent ra en los fundamentos objetivos y
en los efectos subjetivos de esta dominación.

2. Tomo el término "te mpografla" de Eviatar Zeru bavel (979).


20 I P ACIENTES DEL EsTAOO

...
A pesar de la globalización económica y de la hegemo -
nía ne olibe ral, e l Estado, a unq ue reducido , desccntra liz..a do
y "vac iado" (Ste inrnetz, 1999; jessop, 1999; Robinson, 2008),
éonlinúasiendo un acto r clave e n la vid a <.J.e.:.J9.sdesamparados,
Tal como se ve rá a co ntinuación, e l Estado argentino es defi -
ciente y faltan recursos bás icos, pero aú n así tien e capacidades
espe cífica; Otorga acceso a la ciuda danía, brinda be neficios
sociales limitad o s pero vitales} y recu rre a la viole ncia para
con trolar el co nflicto. Cuando se trata de lo s pobres, está , en
palabras de Akhil G upta (I995: 375), profundame nte "impli-
cado hasta e n e l más mínimo as pecto d e la vida cotidiana ".
Redu cid o y fragmen tado, el Estado aporta además poderosas
repre sentacion es cu lturales. Dicho de o tro mo do, y ada ptan-
do e l text o clásico d e Gilbert j oseph y Daniel Nugen t (1994)
ace rca de los proce sos de formació n del Estado en América
Latin a , el Estado arge ntino provee el idioma seg ún el cua l
los grupossubordinados inician o no sus luch as colectivas. El
foco e mpírico de es te libro son las p rá ctica s relaciona les (~
viñcul ane l funcionamientoeotidiano del Estado con la vida
deJos su bord inados. Tal co moafirma GlJpt~~ 0995 : 378), d;~do
qu e los e ncue ntros cOifcfiarlOS co n las b urocracias estatales le
d3i1"f0iíñ3 y ma rco co ncre to a lo que se ría de Oira forma u na
abstracció n ('d Estaao')-;;;-est~~lentros so n fundam-e-;;taiCs
en- la cons trucció n cotid ia na"del Estado (ver también Gupta,
2005; Seco r, 2007).
Estas práctica s relacion ales son procesos cultu rales (Stein-
~
metz, 1999; j oseph y Nuge nt 1994). Los Estados "decla ran "
con palabras, señales y re cursos (Sayerm, 1994; Rosebe rry,
a
1994)~éen- trav~s ~e "relaciones soc iales co ncretas
y del esta blecim iento de rutinas, ritua les, e instituciones que
'funcio na n e n nosotros" (loseph y Nuge nt, 1994: 20). De
mod o que, e n lugar de se r so lo un aparato burocrático más
o meno s funcional, el Estado es además un poderoso lugar
de producción c u ltu ral y s imbólica (Yang, 2(05). Dicho (le
otrom odo, los ESta'(los "define n y c rea n ciertos tipos de
sujetos e ident ida des" (Roseberry, 1994: 357) . Lo hacen no
s1iñplemente a través de sus fue rzas policia les y militares -o
I NTRO DUCCIÓ N I 21
lo que yo llamo los "puños visibles"-, s ino tam bién a través
de "[sus) oficinas y rutinas , [sus] trámites y pap eles fiscales,
de licen cia y de regi stros" (Roseberry, 1994: 357). Así, es te
libro se suma al llamado a ir hacia un an álisis relaci on al de
los procesos políticos (Till y, 1997a; Heller y Evans, 2010) que
se enfoq~ sobre la interacción cotidiana del Estado con los
secto res urbanos pobres. - - - ---
Hace ya más d e una década qu e las ciencias sociales
recon ocen los modos de co nstrucción del Estado a través de
las prácticas cotidianas de la gent e (Yang, 2005; Gupta , 1995,
2005). Nume rosos estudios anali zan el Estado "desde el punto
de vista de las prácticas cotid ianas y de la circulación de repre-
sentacio nes " (Gup ta, 2005: 28; ver también j oseph y Nugent ,
1994; Gupta , 1995; Yang, 2005). Estos estudios nos revelan
que las fo rmas institucio na les, las estructu ras organizativas y
las ca pacida des so n muy impo rtantes, pero también que lo
que e l Estado sign ifica para la gente qu e lo habita es igual
de impo rtante. Y es tos significados se constituyen a part ir de
"archivos, órdenes, memos, estadísticas, informes , peticion es,
inspecciones , inauguraciones y transferen cias, la cotidianeidad
de los inter cambios entre las burocracias y los burócratas y los
ciudadanos ", que continúan "notablemente poco estudiados en
contraste co n el inte rés predominante qu e está puesto sobre
las maqu inaciones d e los líderes de Estado, los cambios en las
grandes políticas, los cambios de régim en , o la base de clase
de los funcio narios es tatales" (Gupta, 2005: 28).
Por lo tanto el Estado es a la vez un a es tructura abstracta
a nivel macro y un co nju nto de institud OñCS a 'nive l micro ~eJ
con las cua les los habitan tes urban os pobres interactúan de .. (
manera di recta e in mediata. En las págin as siguie ntes me voy
a'conce ntrar' en e ste segundo nivel, en el nivel de la práctica
estata l, ya qu e me e nfoco ~nJ~2.~~o~uentr.QS cotid i.í!n_QüleJ~
po bres con el Estado. Este enfoq ue del Estado , basado en el
mü estreo teórico e inte ractivo (Haney, 1996), nos va a pe rmitir
analizar los mod os e n que el Estado esta blece las relacion es
tanto de clase como de género.
Para abordar es te trab ajo, el Estado y sus diversas insti-
tucion es estará n person ificados e n los "burócratas de calle".
22 I PACIENTES DEL EsrAOO
según la famos a den omin ación de Lipsky 0 9HO: 3): es de cir,
empleados públicos que "interactúan directame nte con c iu-
dadanos ind ividuales en el transcurso de sus trabajos". j oe
Soss ( 1999: 5 1) escribe acerca de los intercamb ios entre es tos
bur ócratas y los so licitantes de AFDC (Aid l o Families untb
Dependent Cb ildren ) [Ayuda a Familias con Hijos Dependi en -
tes) e n los EE.UU. y se ñala que durante estos e ncue ntros los
burócratas "tratan de impartir a quienes llegan por prime ra
vez las expectativas y las o hligacio nes que van a constituir el
'ro l d el benefi ciario" . Su argumento subra ya la impo rtancia
de los puntos d e vista de los beneficiarios en el proceso. Esto
es válido para cualq uier tipo de intera cción entre los pobre s y
el Estado y tien e clarame nte un eco en los halla zgos de es te
estud io. Soss 0 999: 5I) afirma:

Las evaluaciones de los trámites de solicitud por parte de


los beneficiarios son políticamente significativas... Estas
evaluaciones pueden llegar a disuadir a los ciudadanos de
reclamar beneficios sociales - una forma fundamental de
acción política para muchos grupos desfavorecidos. Los
beneficiarios pueden desistir si perciben qu e el proceso
de solicitud es demasiado arduo y degradante o que sus
reclamos molestan y no tienen muchas chances de tener
éxito. Si intuyen que los beneficiarios de asistencia soc ial
sufren constantes ahusos r humillaciones, los potenciales
solicitantes quizá lleguen a la conclusión de que no hay
ayuda que pueda compensar la pertenencia a ese grupo ,

El reconocimiento de qu e a través de la inte racció n entre


los pobres y los burócrata s de calle el Estado "da lecciones
políticas y co nt ribuye a crea r expectativas políticas futuras"
(Lipsky, 1984; énfasi s del au tor) y que además soci aliza "a los
ciudadanos a ten-er -
expec tativas acerca
---_..de los se rvicios
- - del
-
g~biem52J de acced er a un lugar en la comunidad polítL~
(Lipsky 1980: 4) es parte fundamental del argumento que plan-
teo en este libro. En_ap:,rien,5'ia intrascendentes , e n !!alid ad
estas prácticas d el Estado imparten educación polít ica o cursos
intensivos diarios ace rca del funcion¡mie~to del poder -a-fos
I!'ITRODUCClÓ N I 23

sectores pobres. En el lenguaje de los investigado res de la


administración pública: "Las condiciones e n las que se realiza
la solicitud de los trámites pueden o desalentar o facilitar las
dema ndas al gobierno. Sirven además para determinar las per-
cepciones de los beneficiarios en cuanto a su propio estatus y
autoridad en relación con las instituciones y al personal estatal.
Por lo tanto, la eva luación que hacen los beneficiarios de los
trámites de solicitud son un importante indicador subjetivo
de la capacidad d e resp uesta del gobi ern o, ya que mide la
Q!!da d de la ciudadanía socia l" (Soss, 1999: 83; ver también
Lens, 2007). En el caso particula;:-de los pobres, tal como'señala
Anna Secor (2007: 41), "el Estado, en la vida cotidi ana, impli-
ca tener que correr de un.lado.a.oun.ínútilmsnle y~rar"
y_"la mejo r fQrma de acdcraLeste- ritu al ~ es- reEurrir- a-redes
de influencia person ales. Recon ocer esto, parafraseando el
análisis que ilace Seco; de las prácticas cotidianas del poder
estatal en Turquía, es hacer "una observación prosaica ". Y sin
emba rgo, afirma Secor (2007: 42), "estas historias cotidianas de
esperas que se extienden a lo largo de todo un día solo para
que luego le digan que tienes que dirigirte a otra oficina, de
'vaya hoy, venga ma ñana', de lograr algo solo si tienes algún
contacto, aporta n una visión crítica de la constitución socio
espacial cotidiana dei poder- no a pesar de sino a raíza e SU
bmmlil1üil " (énfasis del autor). Los lug;7es de espera por iO
tantobrindan una excelente oport unidad para el estudlade l
ejCrclcro-cotidianCJ odé la negaciqn de 9.erechos, tal comO
afi'ñña <:1 antrop ólogojames Holstog, _~ .2Y ~udio sobre
"ciudadanía. ipsurgente" en la periferia urbana de San Pablo.
Hclslon.-t 2008 : 15):
Dice .
'--

Pararse en la cola para solicitar servicios es una instancia


privilegiada para el estudio de actos de ciudadanía; ya
que implica la interacción-entre personas anónimas en un
espacio público que re~i;J¡;;re la negociáciÓn $..P.Q9m s,
derechos y vulnerabilidades. Claro que esta interacción es
mundana. Pero la negociación dentro del espacio público
es previsible~esrera ocIa SOCiedad moderna en la
cual los habitantes urbanos ejercensu ciudadanía con mayor
24 I P ACI ENTES DEL EsTADO

frecue ncia. La calidad de esta interacción mundana de hecho


puede ser más significativa en términos de la percepción de
uno mismo en la sociedad que las ocasionales experiencias
hero icas de ciudadanía ta les como servir en el ejército o
movilizarse en las calles o las experiencias emblemáticas
como votar y cumplir con la obligación de jurado.

A través de es ta interacción cotidiana y mundana, los


ciudada nos puede n ex igir "respe to e igualdad", e jercer sus
"derecho s e n público y para el público," y realinear concep-
lOS de "clase, géne ro y e tnia e n el imaginar io público"; o, por
el contra rio, pued en permanecer "sumisos" e "indefensos"
(Holston, 2008: 17). Si se las es tudia adecuadament e, estas in-
teracciones de hech o están lejos de se r mundanas, y pueden
construirse corno un o bjeto soc iológico extraordinario que
coloca las expe riencias de d erechos y poder de los sujetos
e n el ce ntro de la inves tigació n. Ese es precisamente mi ob-
jetivo en este libro . Mi argumento principal es qu e, lejos de
ser una prá ctica negativa qu e implica meramente informar a
los desamparado s qu e todavía no es su turno, hacer esperar
a los pobres tiene algun os "efectos positivos posibles, aun
cuando puedan parecer marginales a primera vista" (Foucault,
1979: 23). El principal efecto positivo es la creación cotidiana
de sujetos qu e sabe n que cua ndo interactúan con las buro-
cracias estatales tien en que cu mplir pacientemente con los
requisitos arb itrarios, ambiguos y sie mpre cambia ntes que
impone el Estado, y que actúan en co nsecue ncia. De hecho
la raíz latina de la palabra "paciencia", qu e el Diccionario
de la Lengua Esp a ñola de la RAE define como "la capacidad
de padecer o so po rtar algo sin alterarse ", es /JaU: "sufrir,
soportar". En las interaccion es recurs ivas co n el Estado que
reseño en las próximas páginas, los pobres aprenden que hay
momentos en los qu e van a se r ignorados, que no los van
a atend er o que los van a posponer. Los pobres obedecen
porqu e no tienen alterna tiva; pero tal como veremos cuando
analicemos de cerca diversas esce nas de esp era, o bedece n
e n silenc io aunque no quieran porque tambi én sa be n que
no tien e se ntido protestar en público. Mi trabajo etnográfico
INTRODUCCiÓN I 25

comparativo en tres "lugares de espera" diferent es ret rata a


person as pobres qu e sabe n eor eJperi encia que para ob-
ten er la ta n necesaria "asiste ncia" (esto es, un plan social,
un se rvicio o algú n otro bien ) , tienen que demostrar que
se lo merecen es perando obedientemen te. Saben que tiene
que tien e n que ev itar causar pro blema s, y saben -muchos
me lo dije ron- qu e tienen qu e "seguir viniendo y esperar,
espe rar, espera r",
Los habita ntes urbanos pobres, aprenden a ser pacie!!!..es
del Estado, a trav és de sus frecuentes intercambios con polí-
~

ricos, burócratas y funcionarios. Dado qu e se ven recurrente-


mente forzados a cum plir y obedece r los mandatos del Estado,
10 5 habitant es pobres de las ciudades reciben a diario una sutil
lección , por lo ge nera l no ex plícita, de subordinación política.
Interpretada bajo esa luz, la espera deja de ser un "tiempo
muerto"; y hacer esperar a los pobres deviene algo más que
una mera acción "represiva". La experie ncia subjetiva de espe-
rar y la práctica cotidiana de hacer esperar a los desamparados
se transform an en fe nó menos productivos q ue requieren ser
estudiados de un modo más ex haustivo. En la línea de Michel
Foucault y Píerre Bordieu, voy a argumenta r y demostrar que
el conocimiento implícito ínternallzadopor estos pacientes del
Estado revela actos de conocimiento que so n al mismo tiempo
actos de reco nocimie nto del orde n político establecido. Por
lo tanto, la lección analítica más amp lia es que la exposición
hab itual a largas demoras modela un conj unto particular de
comportamientos sumisos en los habitantes urbanos po bres.

"Nunca esperé tanto como esta vez", dice Paula. Se refiere


al trámite de solicitud para el plan social Nuestras Familias.
"Desde marzo estoy con esto (estamos en septiembre). Tuve
que venir un montón de veces; siempre faltaba (un docu-
mento, un papel) algo." Paula le dice a su hija Nana que si
se porta bien la va a llevar a la plaza como "premio" por
haber pasado tantas horas en la sala de espe ra."Esrealmente
agotador esperar acá; yo tengo suerte po rque ella (Nana) se
porta muy bien. Cuando uno viene a desarrollo social", nos
dice Paula, "hay que estar tranquilo, ser paciente." Aunque
26 I PACIENTES DEL EsrADO

ha visto a otros beneficiarios expresar su enojo Contra los


emplead os, " Yo nunca me enojo, siempre estoy tranquila.
Acá hay que tener paciencia. Esta es una ayuda que nos da
el gobierno así que hay que tener paciencia".

Por razones qu e se ve rán con mayor claridad a medida


que el análisis progr ese, el trabajo de investigación acerca de la
espe ra de los pobres no es se ncillo. Mi estudio está anclado e n
tres espacios principales: el Registro Naciona l de las Perso nas
(RENAPER), la oficina donde los resident es argentinos legales
solicitan el Documento Nacional de Ident idad; el Ministerio
de Desarrollo Socia l de la ciuda d de Bue nos Aires; y Villa
Inflamabl e, donde junto a un eq uipo de colaboradores de
investiga ción realicé un exte nsivo trabajo de cam po etnográ-
fico. En el apéndice metodo lógico de este libro detallo estas
distintas experienc ias de trab ajo de campo y también la guía
que utilizamos par.! observar y luego entrevistar a las personas
que hacían cola en desarrollo social y e n el RENAPER. Tal
como en trabajos previos (Auyero y Swistu n, 2009), mis cola-
boradores y yo seguimos los criterios de validez normalmente
utilizados en la investigación etnográfica (Uecker, 1958; Katz,
1982), que otorgan mayor gr ado de valide z a la co nducta que
pudimos observar frente a la cond ucta qu e los entrevistados
informan que ocurrió y a los patrones de conducta narrados
por distintos observadores frente a aquellas narradas por un
solo obs ervador.
Yo personalmente o mis colabo radores fuimos testigos
directos de la mayor ía de las inte racc iones analizadas e n
las págin as que siguen. En ese se ntido, se trata de trabajo
etnográfico en el se ntido clásico del término (Geertz, 1973;
Burawoy el al. , 1991). La que sigue es un a defi nición muy
básica y co nse ns ua da de etnog ra fía de Loíc Wacqua nt
(2003b: 5): "[Es) inves tigación socia l basada en o bservació n
cerca na y en el terreno de personas e instituciones en tiem-
po y espacio real , en la cu al los investigado res se acerca n
(o integran) al fenómeno para de tec tar CóI110 y por qué
los agentes en la esce na ac túa n, piensa n y sienten de una
forma det erm inad a".
I NTRO DUCCIÓ N I 27

Los pobres "sufren la privación y la op resió n dentro de


un co ntexto es pecífico, no co mo el producto final de procesos
largos y abs tractos" (Piven y Cloward, 1978: 20). Sus expe-
rienci as concre tas en un iversos sociales específicos son los
obj etos de nuestra investigación etnográfica en este estudio.
Estas experie ncias son importantes porque los pobres en nues-
tro trab ajo no sufre n el "neo liberalismo" o la "globalización"
en un sen tido est ricto, sino en la for ma de salas de esperas
degrada das, co las incóm odas, demoras inte rmina bles y asis-
ten cia social magra y discrecional (Pive n y Clowa rd, 1978).
Acompa ñamos a nuestros sujetos en estas salas y en las colas
y a veces en sus hogares para intent ar re construir sus vision es
y ex pe riencias de la es pera .
Observamos el desarrollo de la interacción entre personas
pobres y age ntes es tatales y efectivamente "estuvimos inmer-
sos" (Schatz, 2009) en los procesos qu e investigamos, ya sea
la obtención de un ONI, la adjudicación de un plan socia l,
o la esperada relocaliz ació n de un ba rrio. En tanto testigos ,
hicim os todo lo que estuvo a nuestro alcance pa ra poder en -
tender y explica r las accio nes, pen sami entos y se ntimientos
de las partes involucrad as.
En todas las interacc iones estudiadas, al menos un a de
las partes era un agente del gobie rno: en este se ntido, hici-
mos etnogra fía política (Auye ro y joseph, 2008; Scharz, 2009).
Charles Tilly (citado en Au yero, 2(08) describe a la etnogra fía
, · como un
P.? 1!tlca --
ے~

asunto ríesgoso, intensamente socializador y muy alienante -rol


a la vez. Por un lado, el ejercicio efectivo de esta disciplina
requiere el trato cercano con actores políticos, que implica
por lo tanto el peligro de caer víctimas de sus engaños, de
convertirnos en sus rep resentantes, sus intermediarios o sus
cómplices. Por otro lado, dar noticias de modo que otros
puedan ente nde rlas implica múltiples traducciones: se trata
de traducir los relatos de participantes políticos a historias
comprensibles para el público, circunstancias locales a temas
que sean reconocibles fuera de la localidad, ex plicaciones
co ncretas de acciones específicas a relatos en los qu e
28 I P ACIENTES DEL EsTADO
personas ajenas a tales hechos puedan reconocer al menos
analogías con tipos de acciones que les resulten familiares.

Esta clara afirmación de TilIy fue para mí una motiva-


ció n y un estímulo para emprender este proyecto. Una vez
más, tal co mo ocu rrió con todas las investigaciones que he
abordado en el transcurso de lo s últimos veinte años, este
proyecto me presentaba e l desafío de enco ntra r el equ ilibrio
entre el co mpro miso y e l desapeg o, entre lo persona l y lo
sistemático, e ntre el estar allí esperando co n la gente y estar
aq uí en el entorno académico, entre las histo rias contadas en
el terre no de trab ajo y la historias qu e se cuentan al público,
y entre describir dramas pe rsonales y arribar a explicaciones
sociológicas sólidas.
Durante estos años he abordado un tipo de etnografía
política que apunta a una evaluación crítica de las fortalezas
y las limitaciones de co nce ptos soc iológicos centrales, como
por ejemplo clientelismo, poder, legitimidad , habitus, estruc-
tura movilizadora (Auyero, 2000, 2003, 2007). Mi trabajo ha
intentado mostrar las virtudes y deficiencias de estos con-
ce ptos clave dem ostrando la adecuación (o la deficiencia)
de estas herramientas conceptuales vis-a-vis una descripción
detallada de los procesos que se supone deben desc ribir. Esta
prueba de la ade cuaci ón de conce ptos frente a la realidad
empí rica identifica los riesgos qu e supo ne una aplicación sin
cues tionamientos de estos conce ptos y desp e ja el cami no
para el desa rrollo de teorías y co nce ptos más precisos q ue
aporten un mejor ajuste co n los datos empíricos. Si bie n este
tipo de etnog rafía política en muy pocos casos puede evalua r
directamente hipót esis teóricas, es esencial pa ra una valora-
ció n crítica de la capacidad de lo s conceptos organizadores
ce ntrales utilizados por aq uellos que busca n probar teorías
frente a datos em píricos :' Debería agregar que con demasia da
frecuencia esta comp robació n de la teoría se realiza sobre lo
qu e podemos de nomi na r "hechos estilizados" -descripciones

3. Agradezco aquí a Ian Roxhorough, que fue quien me señal ó la impor-


tancia de este plinto en relación con mi propio trabajo.
I NTRODUCCIÓN I 29
demasiado simplificadas gene radas a partir de conceptos y
nociones que por lo general no captan las sutilezas de los
procesos microsociológicos e n juego. Como resultado, gran
parte del trabajo macrosociológ ico en sociología política se
ap oya sobre micro funda ciones co nceptualmente débiles. En
términos generales, e l tipo de etnografía política que trabajo
(y promuevo) es una herramienta esencial que aporta una
base más sólida para el trabajo sociológico (tanto teórico
como e mpírico),
La etn ografía cue nta con he rramientas únicas para la
observación microscópica de las bases de las instituciones
políticas y de las prácticas qu e las acompañan, y funciona
además perfectament e a la hora de analizar las complejidades
cotidianas de la política (Baiocchi, 2(05) y sus significados
implícitos (Lichtenna n, 1998). La reconstrucción etnográfica
que aqu í se present a puede parecer personal, anecdótica,
banal o enfocada en la idiosincrasia de un Estado deficiente
en la periferia del sistema mundi al. Sin embargo, yo espero
qu e este o bjeto relacion al construido en un marco concreto
y a partir de lo trivial y lo cotidiano pueda ser de interés para
qu ienes están dedicad os al es tud io de la dominación de las
pobl aciones subalternas en otras épocas y otros escenarios.
•••
"Nosotros, de un vistazo", escribe j orge Luis Borges (1999:
135) en "Funes, el Mem orioso ",

percibimos tres copas en una mesa; Funes, todos los vásta-


gos y racimos y frutos que comprende una parra. Sabía las
formas de las nubes australes del amanecer del 30 de abril
de 1&12 y podía compararlas en el recuerdo con las vetas
de un libro en pasta española que solo había mirado una
vez y con las líneas de la espuma que un remo levantó en
el Río Negro la víspera de la acción del Qu ebracho,

lreneo Funes tenía una memor ia prodigiosa. Él "no solo


recordaba cada ho ja de cada árbol, de cada monte, sino cada
una de las veces qu e la había percibido o imaginado", pero
era totalment e incap az de ideas gen erales, "No solo le costaba
30 I P ACIENTES DEL EsTAOO

co mprender que el símbo lo ge nérico perro abarcara tantos


indiv iduos dispares de diversos tamañ os y diversa forma; le
mo lestaba q ue el perro de las tres y catorce (visto de perfil)
tuvie ra el mismo nombre que el per ro de las tres y cuarto
(visto de frente)". A pesar de meticulosa memoria, Funes "no
era muy capaz de pensar". Borges 0 999: 137) nos recuerda
que pensar "es olvidar diferencias, es ge neralizar, abstraer.
En el abarrotado mundo de Funes no había sino deta lles,
cas i inmediatos.
Los etn ógrafos que nos adentramos en los lugares que
este libro describe enfrentarnos un dilema similar al de Fu-
nes. Existen demasiados de talles; en el transcurso de nuestro
traba jo de campo nos vemos bomba rdea dos por demasiadas
preocupaciones inmediatas, historias, voces, sonidos y olo res
que complican nuestra visión. La situación es más grave aú n,
ya que a primera vista no parece haber nada inusual en mu-
chos de estos elementos ¿Cómo hacemos para ver?Para evitar
el destino de Ireneo Funes, el etnógra fo necesita categorías
o esquemas clasificatorios que impongan un cierto orde n y
una cierta comp rensión y que luego expliquen la suma impor-
tan cia que revisten estos acontecimientos "menorcs· que se
suceden frente a sus prop ios ojos. Para pode r ver, el etnógrafo
necesita al menos una teoría provisional. Si no partimos de
una teor ía a revisar, mejorar y recon struir, "estamos ciegos, no
podemos ver el mundo" (Burawoy, 2009). La teoría ayuda al
etnógra fo a o rganizarse y abstraerse del "mundo multiforme,
instantáneo y casi intolerablemente preciso" de Funes. De
todos los enc uentros e historias perfectamen te usuales q ue
obse rvamos e n distintos contextos, mi interés po r la relación
entre la dominació n y la manipula ción del tiempo me lle vó
a co ncentrarme en la e.!periencia relacional de la espera . A
med ida que se desarrolle mi relato el lector de bería poder
percibir cómo mi pun to de vista teórico provisorio genera, e n
palabras de Gasta n Bachelard (2006 [1 938)), el ob jeto empírico
a co mprender y ex plicar.
Este libro, sin embargo, no es un trabajo exclusivamen te
etnográ fico; analicé ade más otras fue ntes de info rmación e n
búsq ueda de "experie ncias de espera ": casos judiciales do nde
I NTRODUCCIÓN I 31
constan las maniobras políticas detrás de un incendio intencio-
nal en una villa miseria, crónicas de desalojos violentos escritas
por period istas de investigac ión, inform es de organismos de
derech os humanos acerca de casos de violen cia policial y
artículos de prensa acerca d e la intera cción de los pobres en
distintas áreas del Estado.
Observé e n diversos "lugares estratégicos de investiga-
ción " (Merton, 1987) el cumplimiento casi unánim e de los
presupuestos funda mentales del funcionami ento del Estado, o
"el silencio de la doxa (que es pera)" (Bourdieu, 1991: 5I) . El
Estado les dice a sus sujetos, implícita o explícitame nte, con
palabras o con acciones: "Espe ren, sean pacientes, y quizás ob-
tengan mi (renue nte) benevolencia". Los sujetos cumplen con
el requisito de espe rar porque está arraigado en su realidad.
Después de todo , siempre están espera ndo. En los diverso s
esce na rios de investigación que ana lizamos, la espera parece
ser "pa rte del orde n de las cosas" para los pobres. Es algo
normal, anticipado e inevitable. Están dispu estos a reconocer y
someterse a la ob ligación de esperar, precisamente porque eso
es a lo que siempre se ven expuestos. Esp erar no es un rasgo
de sus personalidades y tampoco es algo qu e "valoran" porque
tienen una apreciación distinta del tiempo, como propondría
un argumento que adh iera a la "cultura de la pobreza", sino
que es el produ cto de una estrategia de dominación exitosa .

Hoja de rota

En el primer capítulo de este libro tomo obras de ficción


clásicas como El Coronel no tiene quien le escriba, de Gabriel
García Márquez, Esperando a Godot, de Samuel Beckett, y El
Proceso, de Franz Kafka, además de la literat ura específica en
ciencias soc iales para explicar mi enfoque sobre la espera y
para form ular mis preguntas guía.
El capítulo 2 se basa en la Argentina contemporánea,
y abre con una descripción estadística de las tendencias en
los índices de pobre za y desig ualdad del país y con relatos
etnográ ficos que desc riben la vida co tidiana de los sectores
32 I PACIENTES DEL Esrxoo

urbanos pobres. Luego analizo tres modos diferentes de regu-


lar la miseria de masas: "pu ños visibles" ( represión, reclusión ,
asedio territorial , etc.); "pa tadas clandestinas" (ejercicio ilegal
de la violencia ejecutado por ac tores co nec tados con factores
de poder establecidos); y "tentáculos invisibles" (formas menos
obvias o violentas de pod er q ue logran la subo rdinación de
los pobres orde nándo les "se ntarse y esperar").
Frances Fox Piven y Rich ard Cloward 0971: XV) estudia-
ron los modos de utilización de la as ignació n de ayuda social
para regular la co nd ucta econó mica y socia l de los pob res y
escribieron qu e "los mecani smos d e asistencia se activan o
se amplían frente a las pro testas socia les q ue trae consigo el
de sempleo masivo y se suspe nden o reducen una Vez que se
restabl ece la estabilidad". El argume nto d e su trabajo clásico,
La regulación de la pobreza: lasfun cion es de bien estar públi-
co. es contundente: "Las políticas expa nsivas de ayuda están
diseñadas para co nte ner la protesta social, y las restrictivas
para reforzar las normas laborales" (Piven y Cloward, 1971:
XV). Las protestas masivas qu e traen co ns igo las reformas en
el mercado laboral se contiene n a través de programas de
asistencia qu e luego se "mantiene n vige ntes (con alteraciones)
para promover e l trabajo". En los EE.UU , estos programas - las
provisiones conocid as co mo "asistencia pública o bienestar
p úblico-v so n, según estos autores, el pr incipal recurso del
Estado para administrar la pobreza:

Cuando el desempleo masivo provoca la protesta social,


por lo general se activan o expanden los programas de
asistencia con el fin de absorber y controlar a un número
determin ado de desocupados y restau rar el orde n; luego, a
medida que la protesta se disipa, el sistema de as istencia se
contrae y expulsa a aquellos que son necesarios para poblar
el mercado laboral. Sin embargo, la asistencia social también
cumple una función reguladora del trabajo en este Estado
reducido, Un cierto número de ancianos, discapacitados,
insanos y otras personas no aptas para el mercado laboral
perman ecen en la nómina de asistencia; se los trata de un
modo muy degradante y punitivo para así inculcar en las
INTRODUCCIÓN I 33

masas trabajado ras el temor al des tino que les espera si caen
en la men dacidad y la pobreza (Piven y Cloward, 1971: 3).

Casi cua renta años despu és de la publicación de La Re-


gulacton de la Pobreza, Castiga r a los pobres (2009) de Loíc
Wacqu ant , marca un ca mbio de época en la administración de
los destitu ido s. Wacquant (2009: 14) seña la que la din ámi ca
cíclica de ex pa nsión y co ntracció n de la as istenc ia pública ha
sid o suplantada po r una "n ueoa di visión del trabajo de nomi-
na ci ány dominación de los sectores an ámalosy dependientes
de la po btacion qu e co loca a la ad ministració n de servicios
soci ales y de la justicia pen al bajo la égida de la misma filo-
so fía conduc tista y punitiva" (é nfas is original). Los programas
sociales co rrectivos y una red policial y penal extend id a son
en la actua lidad "dos compo ne ntes de un mismo aparato para
el man ejo d e la pobreza ... En la era del traba jo fragme ntado
y d iscont inu o , la reg ulació n de los hogares de clase trabaja -
dora ya no es tá a ca rgo so lo del b razo maternal y protector
del Estado de bienestar , sino qu e descansa tambi én sobre el
bra zo viril y controlado r del Estado penal" (Wacquant, 2009:
14, énfasis del auto r). Segú n Wacquant, esto significa que en
los EE.UU. la regula ción de la pobreza hoy se gestiona en
las oficinas d e asisten cia socia l y e n age ncias ele colocac ión
d e empleo pero tambi én e n co misarías, juzgados y cárce les.
Lo que Wacqu ant describe co mo un a novedad e n los
EE.UU. ha sido una ca racterística del Estado qu e perdura en
Argentina yen much os otros países latinoamericanos por lo
menos desd e mediados de la década del cuare nta. La admi-
nistración de la po breza masiva sie mpre ha sido un a tarea
conjunta de l brazo "social" y del brazo "p unitivo" del Estado .
De acuerd o co n el per íod o históri co una de estas estrategias
de domin ación ha prevalecido sobre la otra, pero siempre
han coexistido ambas en la forma qu e desc ribe Wacquant.
Podemos ada pta r es te análisis y seña lar qu e du rante el perío-
do populista la for ma dom inante de regulación era ejercida
por lo genera l e n las sedes de los s indicatos y por quienes
esta ban a ca rgo de los programas de asistencia masivos, des-
de las iniciativas de la Fundación Evita hasta los progra mas
34 I PACIENTESDEL EsrAOO

de desem pleo actu ales (G iraudy, 2007; Bianchi y Sanchis,


1988; Nava rro y Fraser, 1985) . Durante períodos autoritarios,
el trab ajo de dominación se llevó a cabo sobre todo en co-
misarías, cá rceles, con la re presión en la s calles y e n campos
de co ncentración, especia lmente durante la última dictadura
0976- 1983) (Actis el al., 2006; Partnoy, 1998; Arditti, 1999).
A pa rtir d e med iado s de los años noventa , cuando el trabajo
asala riado e mpezaba a desapa recer, el trabajo informa l se
ex pandía y la pobre za aumentaba , el Estado argentino ha in-
cre me ntado simultánea mente ambas formas de "regulación de
la pobreza". En e l ca pítulo 2 d escribo es tas formas en detalle
y relato la historia d e un individu o -creado a partir de muchas
histo rias escuchadas durante el trabajo de campo-para ilustrar
las formas de po der a las qu e se ven sometidos los pobres
en su inte racción cotidiana con el Estado. El capítulo cierra
con un esque ma d el funcion amiento de las formas menos
visibles d e pode r.
El cap ítulo 3 se inicia con la reconstru cción analítica de un
incendio intencional que revela la precari edad de las vidas de
los habitantes de las villas miseri a en la Buen os Aires co ntem-
po ránea y pone d e relieve ad emás el lugar central q ue ocupa
la es pera e n la vida de los más vulnerables . Continúa con la
historia de un a esperante ejemplar, que ta l como la Pe n élop e
de La Odisea, es un caso típico ideal de las experiencias de
es pera qu e compa rte n los pobres. Este ca pítulo está basado
en observaciones etnográficas reali zadas a lo largo de cuatro
meses y se ce ntra en el trámite de obtenc ión del docume nto
nac ional d e identidad (DNO en las o ficinas del RENA PEI{; an-
ticipa así la incertidu mbre y la arbitrariedad q ue caracterizan
las largas demoras qu e sufren co tid ianamente los desampa-
rados. Describo también los tres proceso s a los que se ven
ex puestos los pobres en su interacción con el Estado: velo,
confusión , intercalació n de de moras y apuros. El capítu lo 4
amplía so b re esto, ya que me su merjo en e l universo kafkíano
del Ministe rio de Desarrollo Social de la ciudad de Buenos
Aires. A partir de un año de tra bajo de campo etnográfico
analizo la o ficina de desarrollo social en tanto sede de una
intensa socia bilidad en medio de l desconcierto generalizado.
INTRODUCCIÓN I 35
Las exige ncias qu e el Esta do impone todo el tiempo a sus
sujetos ("siéntese y es pe re") se ven aquí claramente. Todos
los días, soste ngo, se fabrica 11 pacientes del Estado en los in-
tercambios cotid ia nos entre los agentes de bienestar social y
los pobres. Este ca pítulo an ali za los giros e imprevistos de un
ejercicio del poder casi invisible, que es efectivo precisamente
a ca usa de esta invisibilidad (Lukes, 2004).
En el capítulo 5 regreso a Villa Inflamable, donde jun-
to a la habitant e del barrio y antrop ó loga Débora Swistum
real icé un trab ajo etnográfico sobre degradaci ón medioam-
biental (Auyero y Swistun, 2009). Este capítulo se basa en
un re an álisis de la información de ca mpo previa y en nuevo
material recolectad o en 2009 y principios de 2010. Luego
de una breve presentación del caso de "espera tóxica" que
sufren los habitantes de Ezpeleta - un barrio con un número
sin precedentes d e casos de cáncer aparentemente causado
por la instalación de una planta transformadora de energfa-,
relato aco ntecimientos recientes en Villa Inflamable y analizo
las íntimas conexiones entre las expe rie ncias de espera de los
hab itantes y el mod o de e nte nder la política que comparten.
Tal co mo cua ndo llevamos a cabo nu estro trabajo de campo
origina l, veo qu e los vecin os "todavía es tán esperando" la
relocaliznción, el desalojo o la indemnización . Ellos creen que
las variantes que pued en poner fin a su espe ra están deter-
minad as por la po lítica; y no entiende n la política co mo una
actividad de la qu e el/os parti cipan o como un motor para el
cam bio colectivo, sino más bien como un a práctica ajena y
distan te que los deja en el d esampa ro .
•••
Adem ás de relatar la espe ra de lo s pobres desde la pers-
pectiva de las cie ncias soci ales, este libro tiene dos objetivos
co mp lementarios principalm ent e descripti vos: primero, la des-
cripció n etnogr áfica con el mayor detalle posible de las vidas
cotid ianas de quienes viven e n lo más bajo de la estructura
soc ial, co n co nexiones con el mercad o laboral y la vivienda
extremadamen te precarias, y en el contexto de una sociedad
qu e tod avía sufre las consecuencias de la transfo rmación neo-
liberal; y segundo, present ar un relato acerca de los modos en
36 \ P ACI ENTES DEL ESTADO

que estos habitante s des poseí dos interactúan Con un ESl<ldo


al que sup ues tame n te sus problemas deberían importarle.

El hec ho de q ue la gente pobre tenga que esperar más que


otros no implica sorp resa empírica o te órica alguna y dudo que
se justifique un análisis etno gráfico (y mu cho menos un libro)
cuyo objetivo principal sea apo rtar más evide ncia acerca de
esta p ercepción ge neral. De hecho , en muchas ocasiones en
las qu e he hablado e n público acerca del terna de este libro, me
he encontrado con miradas de asomb ro . Aparentemente, para
la mayor ía de los asistentes yo estaba abordando una cuestión
obvia (q ue la ge nte pobr e es pe m) y establecida (siempre ha
sido así). De modo que lo central pasó a ser para mí cómo
justificam os o exp licamos la aparente naturaleza eterna de
la espera de los po b res. El traba jo de Pierre Bordi eu , en su
carácter de ciencia d e la práctica y co mo crítica de la do mi-
nación, aportó muchas de las herramientas de pensamiento
que utilicé para an alizar la espera como ejercicio de poder.
La espera de los p obres tiene muchos rasgos en común con
la do minació n ma sculina . Está inscripta en las disposiciones
mentales y corporales de los dominantes (es decir, hombres,
agencias del Estado) y de los dominado s (las mujeres, los que
esperan), y precisament e porque está inscripta, ambos grupos
tienden a naturalizar o "eternizar" esta relación de domina ción .
Quien es se ven forzados a sopo rtar cotidianame nte largas
demo ras terminan viendo la espe ra como algo inevitable, se
transfo rma en un a especie de práctica habitual qu e dan por
sentada (Garfinkel, 1% 7). Sostengo por analogía (Vaughan,
2(04) qu e para poder entender y explica r cab almente po r qué
los pobres espera n y por qu é esta espera es algo "normal"
para ellos (y para mu chos autores), es necesario reco nstruir
la labor CQl ir]jJl.rza de normaítzaci án de la espera. Esto re-
qui~re un e~tud¡o ~ompleto y sistemático de las paflbras y las
acciones de los q ue esperan y de quienes los hacen esperar,
como también de las relaciones qu e establecen en el proceso.
El aná lisis q ue sigue da un paso más allá y preten de
tambié n indagar en el modo e n que esta espera (!J!) cI!lE.-
f'!,. sllbordillació1/ ~ Esto suce de, sostengo, ~ ~ espera
I NTRODUCCIÓN I 37

produce incertidu mbre y arb itrariedad. La ince rtidu mbre


y la a rb itrariedad engendran un efecto s ub jetivo específico V\
e ntre quienes necesitan al Estado para sobrev ivir: se someten PI.
e n silencio a requisitos del Estado por lo ge nera l arbitrarios. <..J
Para decirlo claramente, la domjnaci Ón e2!ítif.a.co tidiana es
eso_q ue pasa cuando aparentemente no pasa nada , cu ando
la gente "solo espera". -
- -Lo que ol5SCiViITnos e n esta espera indete rminada es por
lo tanto la reproducción dia ria d e un modo de dominación
fundad o "sobre la creación de un Estado gen e ralizado y
permanente de inseguridad" (Bourdie u, 1999: 85) que busca,
y e n gra n med ida log ra , imponer la sumisión de los pobres.
Cuando los hace espe rar, el Estado refuerza la incertidumbre
y la arbitrariedad ya presente e n la vida cotid ia na de los po-
b res. Es por esto que esperar al Estado, qu e es pre cisament e
e l actor que debería hace rse cargo de su bien estar, resulta
mucho más significativo y agravante. Hoy lo s gob ie rnos de
la reg ión proclaman un nue vo ro l del Estado, que quiere
decir, e ntre otras cosas, la reparación de injusticias previas y
la red istribució n de la riqueza . Sin e mba rgo en los distintos
niveles del Estado aq uí analizados parece es tar ocurriendo
precisamente lo contrario. En la interacción co n un Estado
qu e se prese nta púb lica mente como "interesado" por ellos,
los sedares vul nerables no de be rían tener razon es para tem er
por su futuro . Queda claro en las páginas q ue sigue n que sí
ex isten estas razones.

Leticia está sola, espera de pie al final de la sala de espera


de la oficina de desarrollo social. Es un día cálido de so l en
septiembre, temprano por la mañana. Dejó en casa a sus tres
hijos (de doce , diez y seis años): "El más grande se oc upa
de llevarlos a la esc uela. Yo ten go que pas arme la mañana
acá, hacien do los trámites para el plan Nuestras Familias
(NF)". Se levantó muy temprano esta maña na, y cuando su
hija más chica la vio preparánd ose para irse, le pidió venir
con ella: "Le dije que venía para acá: '¿Te acordás? Tene mos
que ir caminando hasta allá, esperar mucho tiempo, y volver
caminando'. Enseguida me dijo que no . La última vez que
38 I PACIENTES DEL EsTADO
vino se aburrió mucho; tenía hambre , estaba incómoda..."
Es la tercera vez que Leticia viene a es ta oficina en las úl-
timas dos se manas. "Estoy acos tumb rad a a esperar", dice,
"en toda s partes tengo que esperar. Pero lo peo r es que te
tienen de acá para allá. Esto lo hago por mis hijos; si no
fuera por e llos no estaría acá." Empezó el trámite para el NF
hace cuatro meses, "Vine hace dos se ma nas: me dijeron que
vuelva en tres días, Vine y la oficina es taba cerrada, Volví al
otro día, y me dijeron q ue no había fond os. Hoy necesito
que me pagu en." Leticia define la oficina de desarrollo social
como un lugar donde "tenés qu e esperar porqu e así son las
cosas. Ten és que venir muchas veces porque si no venís no
conseguís nada ". Leticia cree que "tod os somos iguales. no
debería haber d iferencias, pero buen o . si te n és plata todo
va más rápido .. . si no, ten és que esp erar",

Los distintos cuadros que se presentan en los capítulos


que siguen componen -eso espe ro- un úni co pa isaje. Mi in-
tención es que este pa isaje describa un intercam bio cotidiano
específico entre los pobres y el Estado ca racterizado por el
-
cercenamiento o la nega ción total de la "ciudadanía interact í-
- ~
va": el "conjunto de exp ectativas y obligaciones vaga s y difusas
pero vitales que atañen a las dernostrac ío nes interaccionales
de respeto, consideración y d ignidad d e la person a" (Colomy
y Brown, 1996: 375). En su funcio na miento cot idiano, las
agencias estatales ignoran muchas de las imposiciones de la
ciudadanía ínte raccio nal. Los distintos fun cionarios del Estado
no transmiten un mensaje de resp eto a aquellos que están
obligados a esperar, sino de infe rioridad , y la incertidumbre
y arbitrariedad de las demoras ponen de manifie sto la total
falta de consideración por la gente que espera. Al so meterlos a
esperas por lo general demasiado largas pa ra cada uno de los
servicios, los funci onarios es tatales están d e hecho diciéndoles
a los pobres que su tiemp o vale menos qu e el tiempo de los
otros y por lo tanto que e llos mismos valen menos qu e los
otros (Schwartz, 1974). Sostengo que la s uma de estas expe -
riencias de espera convence a los des poseídos de qu e tiene n
que se r "pacientes ", y po r lo tant o o bedecen al Estado , que
INTRO DUCCIÓ N I 39
implícitamen te les d em anda q ue sean su misos . Este análisi s
de la din ám ica sociocultural de la espe ra nos ayu da a ver qu e
a los pobres se lo s d efine y se los trata no co m
sino co mo pacie ntes del EstadO:--
Tal como sostiene n Patrick Heller y Pete r Evans (2010:
435), "La ciudada nía tien e siempre un ca rácter multiescalar.
Los ciudadanos no solo se definen a nivel nacional a través
de co nstituc iones y elecciones, sino también a través de la
interacció n cotidia na con el Estado lo cal ". Esta interacción
de los pobres con el a para to político local co nstituye el foco
empírico de este libro. La relación entre sujetos desposeídos
y el Estado reviste im portanci a tanto a nivel anal ítico como
teórico , ya q ue se trata de un rasgo d efinitori o del carácte r
real d e la ciudadanía y del fun cion amiento de la democracia,
y tien e impacto a su vez e n términos d e slesigua ldad (TilIy,
2006, 2007) . En la línea de Cha rles Tílly, ~20 1 2:
435) sintetiza n la rel ación entre ciuda da nía, democracia y
desigu ald ad en estos términos : "La democratización debe ser
entendida co mo una ampliac ión en la calidad d e la ciudada-
nía, qu e tien e qu e ver co n la calidad institu cionali zada de la
relación de un sujeto con el go bierno y su autoridad, qu e a su
vez exis te en pro porció n inversam ente propo rciona l al grado
de medi ación de d esiguald ad es categóricas en las rela ciones
de un su jeto con el gobierno". Como ve re mos aquí, las des-
igualdade s categóricas de clase y género arbitran la relación
entre los sujetos y el Estado y van en det rimento de l eje rcicio
de ciudadanía. En los universos socia les específicos que aquí
se~vest igan se ~ observar una desd e mocratizaci6 ñCo-
tidiana y una creciente d ~1.
Co ncl uyo con la principal implica ncia sus tantiva del

I
análisis que presento aquí. Podríamos afirmar, parafrasean -
do el aná lisis qu e rea liza Sha ron Hay (2003) ace rca de las
madre s que recib ían asistenc ia socia l en los EE.UU. du rante
el períod o de reforma soc ial, que si lo q ue el Estado desea
realment e es incluir a los ben eficiarios de as istencia soc ial, a
los ha bita ntes de las villas mise ria y a los ex tranjeros legales
co mo ciudadanos ac tivos -csto es, co n plena participa ción
en la socied ad- no tie ne mu cho se ntido qu e los haga es perar
40 I PACIFNTES DEL EsrADO

en las zonas de incertidumbre y a rbitrariedad que de scribe


este libro. Si, por el contrario, la inte nc ión real del Estado es
la creación de sujetos que no hagan o ír su voz , que "sepa n",
porque lo ap renden en la práctica, qu e deben ser pacientes,
ento nces la incert idumbre y la arbitrariedad que dominan los
unive rsos espaciales y tempora les qu e se es tudian a continua-
ción pueden ser un camino muy efec tivo.
4. EL MINISTERIO DE DESARROLLO SOCIAL

~ acuerdo con documentos oficiales del Gobierno de la


.l.Jciudad de Buen os Aires (Ciudad Autónoma de Bue nos
Aires, 2008), el Ministerio de DesarroIlo Soc ial administra la
gestión de doce programas sociales. Sin embargo, la mayoría
de las personas que observamos y entrevista mos allí espera-
ban una decisión o un pago co rrespondiente a uno d e tres
programas de transferencia de e fectivo: Nuestras Famili as,
Tick et Social y subsidio para vivienda , Esta oficina atiende
a ciud adan os arge ntino s y a extranjeros documentados, po r
lo ge nera l inmigrantes bolivianos, paraguayos y perua nos .
No existen restricciones de ciuda danía pa ra accede r a estos
plan es, siempre que los beneficiarios certifique n la residencia
en la ciudad de Buenos Aires.
La sala de espera en Desarrol lo Social se parece mucho a
la vida co tid iana en tantos barrios pobres de la ciudad ; es un
univers o donde conviven argen tinos e inmigra ntes de países
vecinos e n lo que Erving Goffman (1961) llamaría una "inte-
racción focal ízada " (un conjunto d e individuos en un flujo de
acción co mú n, y que se relacionan entre sí e n término s de
ese flujo). Por sobre todas las cosas, sin embargo, la sa la de
espera es un mundo de mujeres y niños que necesita n ayuda
urgente, y que viven en "estado de emergencia" (Ehre nreich,
2001). Much as de las mujeres están solas a ca rgo de sus h ijos,
o reciben ayuda de sus familias pero no de los padres d e sus
hijos. De hech o, mu chas de estas mujeres mencionaban el
abandono por parte de los padres de sus niños como la razón
princi pal por la que "te rminaban "solicitando uno o más p lanes

121
122 1 PACIENTESDEL EsrADO

sociales; otra de las razones frecuentes era la enfermedad


propia o de sus pa rejas. Como era de esperar, las personas
q ue solicitan subs id io para vivienda vienen a Desarrollo So-
cial luego de habe r sido desalojadas. Ya mencionamos que
muchos de ellos reciben informació n acerca del subsidio para
vivienda a través d e perso nal del Estado en el momento en
que están siendo desalojados de casas ocupadas ilegalme nte
o de propiedades que alquilaban y no podían pagar.
Tal co mo las o ficinas que analizó Sharon Hays (2003: 85)
e n Flat B roke toitb Children, el Ministerio de Desarro llo Social
de la ciudad de Buen os Aires se caracte riza po r la "ubicui-
dad de los niños". Y tal como describe Hays, el paisaje está
dominado por "los llantos de niños con hambre, o cansados,
o tristes, o enojados, la risa y las voces de niños que juegan,
la 'molestia' de niños con los que uno trop ieza, niños que
buscan con qué entretenerse y niños q ue piden que los alcen
en brazos" . Los niños corren o gatean po r el piso suc io, y
las madres alimentan y cambian a sus niños en público, ya
que no hay dónde hacerlo en privado (ve r figuras 4 y 5). Así
capta una de nuestra s primeras notas el paisaje huma no de
la sala de espera:

La mayoría de la gente viene con alguien, en algunos casos


con toda la familia, como el grupo familiar de cinco personas
que estaba sentado al final de la sala. Padre, madre, e hija
mayor (unos siete años) tomaban mate y comían galletitas.
La hija menor, un a nena de dos años, se sentaba y se paraba
todo el tiempo, pero su madre no la dejaba ir muy lejos.
El hijo del medio jugaba en un rincón tirando una figurita
de cartón. Cada vez que la figurita pegaba en algún lado
el nene gritaba "¡Gol!" como si fuera la primera vez... Los
niños gritan, caminan, corren, gatean, rolan entre la basura
del piso: juegan . Un nene de unos nueve años que vino
con su padre salta por todos lados da ndo patadas y golpes
imaginarios, y exclama "¡Pfiúl" cada vez que alcanza a sus
enemigos imaginarios con sus golpes . La pequeña niña a
mi lado, si nad ie la detiene, levanta basura del piso y se
la lleva con curiosidad a la boca... un niño de unos cinco
4. EL M IN ISfERIO DE D ESARRO LLO SocIAL 1123
a ños jugaba co nten to en el patio exterior con otras nenas
un poco más gra ndes q ue él - niñas co n uniforme que
ven ían directamente de la esc uela- hasta que su padre lo
fue a buscar. El nen e se pu so a llorar cua nd o llamaron a su
padre al mostrad o r. Otro ne ne se reía a carcajadas con su
p adre, que jugaba con él y lo ca rgaba so bre sus hombros.

3. La espera en el Ministerio de Desarrollo Social. Cortesía de Agustín


Burbano de Lara.

4. Un bebé gatea entre la basura en el p iso de la sala de espera del


Ministerio dc Desarrollo Social. Cortesía de Nadia Finck.

El re velad o r rela to etnog r áfico d e Megan Co mfort (2008:


50) acerca de la "eterna e incierta" espera d e las es posas, no-
vias, madres y familiares de lo s reclu so s e n e l á re a de espera
d e la Prisión Esta tal de Sa n Q ue ntin describe casi literalmente
124 1 P ACIENTES DEL EsrADO

la disposic ión ge ne ral de los cue rpos d ent ro de la sala de


espera del Ministerio de Desarrollo Social:

Personas adultas, sentadas o de pie.. . caminan, se inquietan,


se mueven, mientras sus niños se retuercen, gritan,se quejan
y lloran . Mujeres embarazadas se acomodan Como pueden
en los bancos angostos, sostienen sus panzas con sus manos
porque no se pueden reclinar lo suficiente como pam aliviar
la espalda del peso... Las madres preparan mamaderas y
cambian pañales como pueden, sin agua limpia, superficies
sanitarias ni cambiadores... la acústica [de la sala] amplifica
cada grito, chillido, berrinche, cada reto reverbera y las vi-
sitas tratan de acallar esta cacofonía co rno pueden mientras
tiemblan de frío y las vence el cansancio (Comfon, 2008: 45).

La descripción de Comfort también nos hace poner aten-


ción sobre las condiciones generales e n las que tra nscurre
la espera. La sala de espe ra en el Ministerio de Desa rrollo
Social tiene unos nuev e metros de ancho, no más de veinte
metros de largo y cuenta so lo co n cua re nta y ocho asientos
de plástico, incluyendo los cuatro o cinco q ue siempre están
rotos , para atender a una población qu e e xcede largamente
ese número. Por lo tanto , muchas veces, so bre todo a la ma-
ñana , los cientos de beneficiarios y solicita ntes que circulan
diariamente por la oficina tienen que es pe rar durante horas
parados, recostados contra la pared o se ntados en el piso.
Las ventanas aItas no permiten qu e e ntre luz natural; la luz
proviene de tubos blancos fluore scentes. La sala no cuenta
con un sistema de ventilación apropiado, tampoco funciona la
calefacción ni hay a ire acondicionado (solo funcionan dos de
los seis ventiladores de techo). En invierno hace much ísimo
frío por la mañana y e n verano el calor es insoportable. Es,
en palabras de muchos funcio narios co n los que habl amos,
"un lugar horrible".
Cuando llega e l horario de cierre de la oficina (por lo
general las 4 de la tarde), el piso de la sala de espera está
lleno de restos de comida, botellas, se rvilletas usadas, restos
de gaseosa, y hasta elementos como hisopos usados . A veces
4. El. M INISTERIO DE D ESARROLLO Sooxi \ 125

enco ntramos tambié n vó mito y pañales sucios. Sin emba rgo,


nun ca vimos pe rsonal de limpieza e n todas las horas que pa-
samos allí. Cuando han transcurrid o algunas horas, los baños
tambi én están sucios, y nunca había jabón n i papel higiénico.

14 de septiembre d e 2009: Hay huellas de barro en el piso.


Una cáscara de banana se pudre bajo un asiento, entre restos
de mayonesa. Hay un bollo de papel higiénico en el lugar
donde vomitó un niño . Sorbetes, papeles de caramelo, cajas
de panchos con papas fritas, bolsas de papel. La basura se
concentra en la parte de atrás de la sala. En los pasillos solo
hay papeles . Hay restos de co mida, bebidas y envolto rios
junto a los asientos de atrás y al final de la sala.
16 de septie mbre de 2009: Hay más basura bajo los asientos
que al final de la sala. Entre las columnas encuentro una
botella de agua sabo rizada, un gajo de mandarina , papeles
de carame lo, carame los, yerba. En la parte de atrás además
de basura y restos de comida hay barro y el piso está sucio .

El sitio temporal: sociabilidad en medio


de la incertidumbre

En su ya clásico trabajo Bana na Time, Donald Roy (1959)


describe a un g rupo de trabajadores que desarrollan una serie
de juegos pa ra sob rellevar la "bestial y formidable monotonía"
qu e prevale cía en la fábrica donde trabajaban. Como Roy y
sus co mpañeros de trabajo, los beneficiarios so ciales también
se e nfrentan a una "bestia". En casi todas las entrevistas que
realizamos y en innumerables conversa ciones informales en las
que participamos y que esc uchamos, los ben eficiarios actuales
y los solicita ntes se refier en al tedi oso tiemp o de espera en
términos de la frustración que les provoca. Los breves frag-
ment os de notas que sigue n resume n este fastidio compartido:

l "de octubrede 2008: Una madre le grita a su hija de cuatro


años que corre por ahí: "Diana, por favor, quedare quieta,
tenemos que esperar". Llaman su número. Vuelve y dice en
126 1 P ACIFNTES DEL ESTADO

voz alta sin dirigirse a nadie en particular: "Ah, no, no puede


ser, no puede ser... ¿¡Qué vamos a hacer tantas horas ac áñ",
30 de octubre de 2009: Una chica de dieciocho años le dice
(llorando) a su madre: "Odio este lugar... estoy cansada
de venir acá, odio como nos tratan, las cosas que tenemos
que hacer......

Muchos beneficiarios actua les o so licitantes vienen con sus


niños . También viene n con sus vecinos o inician intercambios
informa les en la sala de espera. Traen comida y la comparten
a la ho ra del desayuno o del almuerzo , y muchas veces ob-
servamos mujeres compartie ndo la comida y el cuidado de los
niños. En un espacio domi nado por innumerables urgencias
relacionadas al acceso a los alimentos y a la vivienda y por la
confusión y la incertidumb re con respecto al fund onarniento
de los planes socia les, los intercamb ios informales permiten
la circulación de información ace rca de co medores populares,
de la dispon ibilidad y costos del alojamiento en la ciudad, los
trámites que hay que hacer para cada plan social específico,
las dificultades qu e implica obtener ta l o cual documento, y
temas q ue tienen q ue ver co n otros planes sociales que otorga
el gobierno de la ciudad o e l gobierno nacional (po r ejemplo,
qué plan fue cancela do, po r lo general de manera abrupta; qué
plan está aceptando solicitudes, etc.), Si bien estos intercambios
no se d esarrollan de manera regular, tal como e n el GISO que
desc ribe Roy (yo no identifiq ué nada parecido a un "tiempo
bana na", un "tiempo du razno" o un "tiempo gaseosa"), son
para los beneficiarios una manera de evita r el tedio y la fatiga,
su "hermana melliza", en términos de Roy. A través de estos
intercambios también se difunde inform almente info rmació n
sobre los req uisitos formales del Estado.
Mientras esperan, los be ne ficiarios se mantienen ocupa-
dos. Juegan con sus niños, da n de come r y cambian los pañales
a los más peq ue ños, caminan, salen a fumar, compran comida
en el kiosco y negocian co n sus hijos precios y porcion es,
juegan con el cel ular y a veces leen e l diario, por lo general
los que se reparten gratis en el subte yen los kioscos. En o tras
palabras, se trata de una es pera activa y relacional.
4. EL M INISTERIO DE D fSARR OLLO SocIAL 1127

Junto con los intercambios informales que caracterizan


este espa cio, alguien que viene por primera vez percibe
clarament e la de sorganización de la sala de espera y los
cambios repentinos con los que se encuentran los que allí
llegan . "Hagamos una cosa", grita un empleado desde atrás
del mostrador: "¡Dos filas! ". "To dos contra la pared", ordena
otro . Nuestras notas están llenas de expresiones como las que
siguen, que provienen también desde el mostrador: "A ver. . .
los que tien en número ... por favor tomen asiento" (en el mo-
mento que registram os esto , no hay asientos disponibles). "Ya
los vam os a llamar, pero tomen asiento ." "¡¡Silencio por favor!!
Todos los que están para Nuestras Familias, por acá ... " "¡Por
favor todos contra la pared!" "No sé [cuando le van a pagar).
Vuelva en cuatro, cinco, seis días para ver cuándo le toca."

1• de octubre de 2008: Una mujer sale del mostrador; gri-


tando con tono de maestra, dice: "A ver si nos ordenamos
un poco. Losque están por Nuestras Familias, acá. El resto,
co ntra la pared. Los van a llamar por apellido". Después de
eso se forma una larga fila en e! medio de la sala. Treinta
minutos más tarde, la fila se desarma. Hoy todo es un caos.
La sala de espera está desorgan izada y todo es co nfuso no
so lo para los que vienen por primera vez sino para los que
ya conocen el lugar.
11 de septiembre de 2008: Hoy funcionan dos pantallas
indicadoras de turn o. Una muestra el número 52, la otra
el 47. Un hombre llama el número 92 desde el mostrador.
Hay una cola de gente que es pera frente a la puerta (y a los
guardias de seguridad) que separan la sala de espera de las
oficinas. Además, hay otra cola en la puerta de entrada del
ed ificio. Hay cinco "zonas de espera" diferentes aunque no
delimitadas en una misma sala.
25 de septiembre de 2009: Hay más ruido en la sala. Hay
algunas personas más, algunas paradas , pero el área de!
mostrador está casi vacía. La familia que está sentada a mi
derecha observa el número 58 en la pantalla. Tienen el nú-
mero 60 y tienen en la mano un formulario completo cuyo
título es "Referencia". La mujer a mi izquierda tiene el mismo
128 1 PAOENTESDEL EsrADO

papel en la mano pe ro tien e el núme ro 143. Tiene un bebé


de un mes e n sus brazos, El bebé se despierta y empieza a
llorar; ella le da la teta . Transcurren veinte minutos, el bebé
se vuel ve a do rmir y ella ve que la familia qu e estaba a mi
derecha y que tenía el mismo pap el vue lve y se sie nta a mi
lado ; me pregu nta "Mire, el mío d ice 143 pero la pa ntalla
solo tien e dos números". La mujer a mi derecha que acaba
de volver le dice con mucha seguridad, "sí, sí, and á, andá , los
que importan so n los dos últimos números, el resto no im-
porta ". "¿Nadie te explicó?", le p regunto . "¡No, yo no sabía!"
1 de octu bre de 2009: Un hombre mira la pantalla - su turn o
ya había pasad o, ten ía el 558 y la pantalla mostraba el <\ 63
(así tal cual, co n el es pacio) ; el hom bre no sabía que se ma-
nejan solo con los últimos do s núm eros. Para asegurarme le
pregunto a la mujer qu e está a mi derecha y ella me lo co n-
firma, "Sí, este ya pasó , so n so lo los últimos dos núme ros".

A los problemas té cn icos se les suman los erro res hu-


ma nos. Registramos vari os cas os de p rogr am ación d e turnos
para días en los que la oficina está cerrada . A co ntinua ció n
dos ejemplos que afectaban a la misma pe rson a.

2 de octubre de 2008. Una mujer me pregunta si sé si el lunes


es feriado. Le dijeron que vue lva el lunes (el 12 de octubre
es feriado en Argentina). Le co ntesto q ue si le dije ron que
vuelva el lunes es porque no es feriad o. Doy por se ntado
que no dan tu rnos impos ibles. La mujer me corrige y me
dice qu e la última vez le dieron tumo para un domingo.
Después me doy cuenta de que tení a razón . Le dieron mal
el turno: el lunes es feriado .

El d iálogo a conti n uación revela q ue las co mplicacio nes


y los errores so n una pr esen cia constante en los intercambios
entre los pobres y el Estado y prefigura algunas de las cuestio-
nes de las próximas páginas. Ana llegó a la oficina a las 8:30
de la mañana del 9 de no viembre de 2009. La e ntre vistamos
al mediodía:
4. EL MINISTERIO DE D ESARROLLO SocIAL 1 129

EN11{1~VI STAD OR : ¿Ya sa b és s i te van a ate nde r hoyo si


ten és qu e seguir es pe ra ndo?
ANA: No. Me d ieron fec ha pa ra e l 12 de diciembre [ni Ana
ni el e ntrev istado r se di e ron c ue nta en ese momento que
12 de dicie mbre cae ría sábado y la oficina estaría cerrada}.
E: ¿Turno pa ra qué?
A: Para una entrevista co n la asistente social.
E: ¿Vas a e mpezar el trámite pronto?
A: No, ya recibí los se is pagos por vivienda . Pero quiero
ped ir q ue me 10 ren ueven.
E: ¿Cuándo recibiste el último pag o?
A: En no vi embre. Cobr é los dos últimos pagos juntos porque
el mes ante rior no había cobrado.
E: ¿Y qué necesit ás para la ren ovación?
A: Una entrevista co n la asistente socia l.
E: ¿iY te d iero n turn o p ara la e ntrev ista e n dici embre!?
A: Sí, po r eso vine ho y, quiero ver si una am iga mía que
vino a habl a r hoy pu ede pedir qu e me atiendan (su amiga
está sentada adelante],
E: ¿Y có mo se supo ne qu e vas a pagar hasta que salga la
ren ovació n?
A: Y no sé, porqu e me diero n fecha para mediados de
d iciembre . Si me aprueban, quizás me otorga n el subsidio,
y si me lo o torgan, va a se r mu cho desp ués d e fin de año.
E: ¿Cómo vas a hace r pa ra paga r el alqu ile r todo este tiempo?
A: Y no sé, ya se verá.

L1 sala de espera es un lugar donde "no se sabe muy bien"


qué h ace r, qué es pera r, cuá nto tiempo esp erar. El hecho de
que la gente acudiera a no sotros como fuente de informacíón
todo e l tiem po , igual qu e e n la cola del RENAPEH, es una vez
má s un bue n indicador de la incertidumbre reinante.

19 de a~o.~l() de 2009: Un jove n d e unos veintisiete años


se sienta a mi lado y ( mirando una de las co las de espera)
me pregunta . "¿Esta pa ra qué es, e h?". Le co ntesto, "Para
sol icitar y recibir su bsidios por alime ntos, po r madre solte-
ra, o subsi d ios para vivienda". Ento nces, más confundido,
130 I P ACIENTES DEL EsTAOO

me pregunta, "Pero también es para hombres, ¿no?". "Sí.sí,


también, pa ra todos", le contesto.

El diálogo qu e sigue sintetiza muchas de las conversa-


cio nes que tuve con beneficiarios y so licitantes y capta la
ince rtidumb re y la confusión qu e caracteriza la interacción
e ntre los pobres y el Estado . Claud ia es pera hace cuatro hora s
cuando la encontramos a principios de noviembre de 2009,
pero pronto de scubrimos qu e su espe ra co menzó mucho más
atrás en el tiempo:

ENTREVISTADOR: ¿Por qué plan vinistc?


CLAUDIA: Por Nuestra s Familias.
E: ¿Hoy es día de cobro?
C: No sé, todavía no me pagan.
E: ¿Todavía no te otorgaron el plan?
C: No. Pero una amiga que empezó el trám íte conmigo. el
mismo día, ya cobró dos veces . Y a mí me dicen qu e el
mío no está.
E: ¿Cuánto hace que viniste por primera vcz?
C: Empecé el trámite el 23 de julio, lo hicimos juntas. Nos
dijeron que más o menos en sesenta días nos iban a dar
una respuesta, y ya pasaron más de sesenta d ías, así que ...
E: Más de cien días en realidad .. .
C: Sí, más de tres meses.

Incluso fun cionarios que trabajan en otras agencias de


asiste ncia social reconocen que los plazos y los trámites e n el
ministerio son terriblemente confusos. Esto no s dijo Susa na,
una trab ajadora social de Buenos Aires Presente (BAP) co n
años de experiencia:

ENTREVISTADOR: ¿Por qué es todo tan co nfuso en el mi-


nisterio?
SUSANA: Yo no sé ...
E: ¡Lo mismo nos dicen los beneficiarios!
S: Es que a veces nosotros estam os como los beneficiarios,
no entendemos por qu é a veces las cosas se hacen de una
4. EL M INISTERIO DE D ESARRO LLO Socrxi, 1131
forma y otras veces de otra forma. [Pero) la gente espera
porque quizás ... hay mucha desesperanza en esa espe ra, es
como si pensaran "No sé si a mí me lo van a dar".

Lo s camb io s d iscrecion ales d e pro cedimiento, plazos,


ca nt idad y mo nto de las cuotas , so n regla general. Estos cam-
bios a rbitrarios pueden se r m ás o menos relevantes, tal como
lo pone de man ifiesto la progresión d e tres relatos diferentes

14 de septiem bre de 2009 : Hoy los e mpleado s "o rganiza ron"


a las personas de mod o diferente al jueves de la semana
pasada. Ese d ía la es pera transcu rri ó en su totalidad en el
interior de la oficina; ho y hay un policía qu e va dejando
entrar a grupos de personas a medida qu e sale la gente que
está dentro d el lugar. No soy la ún ica pe rsona sorprendida
por tener que esperar afue ra cuando hace tanto frío. La
mu je r que se po ne e n la cola detrá s de mí co nversa con
una vecina. Unos minut os antes se habían reco nocid o de
vereda a ve reda -"¡ VOS s ie mpre a pu rada!", le dijo una mujer
a la otra. Cuando la mujer regresó tomé nota del siguiente
fragme nto de su co nversación
PRIMERA MUJER(fuera d e la cola]: ¿Siempre es así?[Mientras
dice esto se frota las manos por el frío.l
SEGUNDA MUJER (en la co la]: No. Ella [otra mujer detrás
de ella en la co la] vino e l viernes y dice qu e no era así. Me
parece [que es asf cuando hay muc ha ge nte , es eso.

17 de septiem bre de 2009: Conversación e n la co la en la


pue rta de Desarrollo Socia l: "Toda vía no abrieron". "Qué
raro, otras veces vine a las 8:30 (de la mañana) y ya estaban
ate ndiendo." "Pero yo vi po r la ve nta na que ad entro hay
gente , hasta ge nte parada ." "No, so lo d ejan e ntrar a las ma-
dres con ni ños en brazos para que pu edan es pera r se ntadas."
"Se ñor, ¿qué se d ice e n la cola, está n atendi en do?" "No, no
sé, nadie sabe ."

7 de diciembre de 2009: Blanca es beneficiaria del subsidi o


para vivien da . No pudo ve nir el día qu e tenía qu e cobrar
1321 PACIENTES DEL EsrADO

y vino hoya reprograrnarlo, Ella no tiene quejas en cua nto


a la atención en la sede de Desarrollo Social, pero aun así
cuando habla describe la discrecionalídad del beneficio.
ENTREVISTADOH: ¿Los pago s se hicieron a tiempo hasta
ahora?
Bl.At'lCA: Sí, a tiempo . .. la atención y el servicio son buenos
acá. Lo que pasa es que no paga n por mes, pagan cada
dos meses. Pagan cada dos meses, pero a tiem po. Lo que
pasa es que no hay una fecha fija para cobrar pero te dan
un período y durante ese período hay que venir a cobrar,
te dicen , por ejemplo, "Se va a pagar entre el 16 Yel 25", y
eso quiere decir que se cobra uno de esos oías .
E: Lo que se cobra acá es una ayuda , no es que si un día el
pago no está te van a desa lojar. ..
B: No, porque yo ya sé, uno Y.I sabe que es así, así co mo
ha}' cabrás pue de ser que mañana no cobres. Hoy está y
maña na no . No se puede depender de l gobierno, nu nca,
hoy tienen una política y mañana la cambian.
E: Entonces ten és claro que no se puede depender de esto ...
B: Sí, no se pue de. Si dependés de esto estás muerto.

Tanto los coord inadores del EAP como lo s trabajadores


sociales admite n q ue "la discrecion alídad es la reg la". A
con tinuación se re producen sus o piniones acerca del fu n-
cionamiento d el Min iste rio d e Desar rollo Socia l. El le ctor
no debe perde r de vis ta q ue estas eva luaciones pro vienen
de agen tes es ta ta les que inte ractúan con ese minis terio
cotidianamente:

"Los plazos [de los programas] están estipulados pero no


se cumplen:

"Van estirando los p lazos y se comen un mes, y los benefi-


ciarios no se dan cue nta de que el plan no los cubre todos
los meses".

"[En referencia al caso de Villa Cartón q ue ya desc ribimos!


Aveces en situaciones de emergencia como esa se otorga el
4. EL M INISTERIO DE D ESARRO LLO Socrxt, 1133
subsidio a los afectados en el mom ento . Y de spués, cuando
van a cobrar la segu nda cuota, les informa n cuáles son los
requisitos. Ahí los beneficiarios descubren que no pueden
acceder a un subsi dio para vivienda si no tienen DNI. Y
pierden el subsid io."

Nuestras observac io nes y las entrevistas con agentes


estatales y con beneficia rios y solicitante s revelan el poder
dis crecional e n el Ministerio de Desarrollo Social. Sin embar-
go , e n contraste con el universo que describen los analistas
de las burocrac ias es tata les en EE.UU. (Watkins- Hayes, 2009 ;
Soss, 1999; Lipsky, 198 0), es ta discreción en la adjudicación
de beneficios no parece d erivar principalmente de la natura-
leza de la bu rocra cia d e ca lle, sino más bien de "arriba" -es
decir, del mundo de la "política". Escuche mos nuevamente a
los coordinadores del BAP Y a los trabaj adores sociales; ellos
describe n un mu ndo e n el qu e las considera ciones presupues-
taria s está n p or sobre todas las demás decisiones políticas, lo
cual no nos sorprende en modo alguno:

"Cuando hay más fondos, los plazos se acortan. Cuando


hay dinero el subsidio se paga e n un día. Varía mucho por
la cuestió n del presupuesto."

"Cambian los totales segú n el presupue sto, y la cantidad de


cuotas tamb i én cambia."

Lo que resul ta no tabl e , sin embargo, es que el origen de


la discrecionalidad está también e n la esfera "política", que
para los agentes esta tales es un mundo que está más allá de
su alc an ce - lo ven co mo un mundo de acuerdos oscuros e
intereses particulares .

"Cuando se realiza el desalojo lde un lugar donde tendrá


lugar un aconteci miento oficial], se les da dine ro a las pe rso-
nas desalojadas au nq ue no estén inscriptas e n ningún plan
social para que evacúe n el lugar de inmediato."
134 1 PACIENrES DEL EsrADO

"De repente hay fond os paro un programa, de re pente no


hay. Cuando se produ ce un desalojo masivo que se decide
por cuestiones políticas, aparecen los fondos. y el subsidio
se otorga en el momento del desalojo, sin requ isitos."

"Antes de las elecciones, se otorgan subsidios en el acto, sin


tener en cuenta los requisitos."

En la percepción de los burócrata s de calle, las elecciones


y los desalojos sirven para acelerar la espera de los pobr es.
y así se lo comunican a los be ne ficiarios: "Les decimos a los
beneficiarios: '¡Aproveche n, pid an el su bsidio, se ace rcan
las elecciones!". Si bien la informació n disp onibl e ace rca
de la distribu ció n men sual de los beneficios no revela una
co rrelación marcada entre las eleccio nes e n e l go bierno de la
ciudad y la distribució n de recu rsos, resu lta rele vante qu e los
trabajadores socia les que interactúan cotidianame nte co n los
pobres crea n q ue esto es así. I En el caso de los desalojos, la
inform ación disponible es aún más escasa, ya que no existe
u na base de datos de desalojos. Sin e mbargo, mis entrevistas
co n funcio narios estatales y nue stras obse rvacio nes y e ntre-
vistas con be neficiarios parecen confi rmar el diagnóstico de
los agentes del BAP en cuanto a q ue los desal ojos realmente
promueven la adjudicación en el acto y sin regulacion es de
recursos estatales.
El conjunto de las entrevistas co n agentes estatales y nues-
tras observaciones en el terreno confirm an la declaración de
un coo rdinador de l BAP en cuanto a que "la discrecionalidad
es la regla", pe ro señalan además un problem a más amplio.
Los problemas sociales cróni cos tales como la falta de vivien-
da , los asentamientos precarios y el hambre se consideran
habitualmente una emergencia tanto soc ial co mo política . Las
decisiones ad-hoc rigen la mayor parte de la asignació n de
recursos, y tienen que ver primero y fundamentalmente con

l. Ver resultados ele ctorales en la ciuda d de Buenos Aires en el Ministerio


del Interior, <www .rnininte rior.gov.ar>. El re parto mensual de be neficios
e n la ciudad de Buenos Aires , se pued e ve r en Ciudad Autóno ma de
Buenos Aires , <www.buenosaires.gov.ar >.
4 . E L MI NISTERIO DE D ESARROI.LO Socio, 1 135

consideracio nes políticas tales como la organización de un acto


polít ico al qu e va a as istir el jefe de gobierno de la ciud ad o
un d esalojo mu y "visible". Las eme rge ncias so n, obviamente,
un "te rreno inestable para la co nstrucción política" (Lips ky y
Smith, 1989).
Como re sultado de es ta falta d e un protocolo claro, a
los be neficiario s "los pelot ean "... Hay un constante "mano-
seo". para usa r los propios término s de los trabajadores del
BAP. Los términos qu e utilizan lo s agentes estatales: pat eo,
peloteo , man oseo, p re sentan una imagen donde los pobres
aparecen co mo objetos mani pulables más qu e co mo sujetos
con voluntad p ropia.
Para decirl o de o tro mod o, el modus operandi en la
sede de Desa rrollo Soc ial es t á definido por la arbitrariedad.
A veces las pe rsonas tienen qu e es perar largas horas, a veces
no. A veces les paga n, a veces no . La reprogramación de los
pagos es un hecho recu rre nte. Una trabajadora soci al del BAP,
cuyos beneficiarios han sido reprogramados al menos dos
veces en el transcurso de los últimos tres meses, lo expresa
de es te mod o : "Si el año es electo ral, se destina muchísimo
din e ro a planes sociales antes y despu és de las elecciones.
Despu és vien e la repro gramaci ón, tratar de patea r las cosas
todo lo qu e se pueda . d e modo qu e la gente desista .. . y para
que los qu e quedan, si tien en suerte , pasen al próximo año
[pre supu estariol ".
Le preguntamos a Ana, beneficiaria del subsidio para
vivienda , có mo hizo para pagar e l alquiler el mes qu e no
cobró a tiem po el subs id io. Nos di jo lo siguiente: "Le pregun-
té a la p ropiet ar ia si podía pagarl e más adela nte porque se
estaba dem orando el pago del su bs idio. No me hizo ningún
problema , sabe que pu ede co nfiar e n mí, que nunca la estafé
y qu e siempre cumplí. siempre pago a tiempo". Pero no todo
el mundo tiene la sue rte q ue tiene Ana. j onathan, un joven
de ve inte años que vive co n su novia de d iecinueve en un
cu arto de hotel , nos dice q ue cua ndo el pago se atrasa "hay
qu e arreglar con el propiet ario... y no pod és decirle todo el
tiempo 'el pago está d emorado . le pago el alquiler en do s
semanas'. Me tengo qu e mover todo el tiempo (para buscar otro
136 1 PACIENTES DEL EsrAOO

lugar para alquilad". Registramos muchas historias de desalojo


ca usados por la falta de pago del subs idio para vivien da por
pa rte del Estado. Estela es amig a de Ana y llega a la sa la de
es pe ra a las 9:30 de la mañana:

ENTREVISTADOR: Son casi las doce del mediodía. Hace


más de dos horas que estás acá, ¿tenés turno con la asis-
tente social?
ESTELA: Sí...Estoy en una situación de emergencia, y si no
me renuevan el subsidio, quedo en la calle. Lo que pasa es
que cuando vine por primera vez yo ya debía tres meses
de alquiler, todavía estoy debiendo, por eso me ec haron
del lugar.
A: ¿Te desalojaron? ¿Cuánto hace?
E: Me desalojaron hace menos de un mes . Tengo tres hijos
chiq uitos y me echaron.
A: ¿Y qué hiciste?
E: ¿La primera noche? Dormimos en la puerta del Ho spital
Piñero. La noche siguiente llamé a un refugio y me dije-
ran que no podían recibirme porque esa noche hab ía un
desalojo, así que volví a dormir ahí en el hospital.

Los trabajadores sociales y los coord inadores del BAP


reconocen que las demoras en los pago s so n una d e las
principales causas por las cuales las personas sin estabilidad
lab oral no pueden asegurarse la vivienda por demasiado
tiempo: "La gente se queda en la calle porqu e el subs idio
se atrasa"; "La gente vuelve a vivir en la calle porqu e De sa-
rrollo Social no les paga a tiempo"; "Es un horror, imag ínate
lo difícil que es encontrar un hotel , empeza r de nuevo . .. y
que tres meses después te dejen de pagar por cues tio nes
presupuestarías".
Las demoras y los cambios discrecional es, el "pelo teo",
según las palabras del coordinador del BAP, tien en conse-
cuencias o bjetivas. Alguna s graves, co mo c ua ndo la ge nte es
desalojada de los hoteles por falta de pago; o tras menores pero
igualmente agra vantes, co mo la pérdida de horas de trabaj o,
tener que dejar niño s solos en casa , o perder el almuerzo en
4. El. M INISTERIO DE DESARROLLO SocIAL \ 137

e l comedor popu lar a ca usa de las largas horas de es pe ra y de


todas las veces que tien en que volv er al Ministerio de Desarro-
llo Social. Tal como señalan Frances Piven y Richard Cloward
(1971) en su estud io acerca del reparto de bienestar social
en los EE.UU. , las ca ncelaciones y los cambios discrecionales
desgastan y des alientan a la ge nte, que por lo tanto desiste de
solicitar o tros be neficios que formalmente le corresponden.
Así lo expresó Cebelina, ben eficiaria del Nuestras Famil ias:
"Lo qu e b usca n es q ue te sientas mal y no vuelvas". Los frag-
menta s a co ntinuación revelan claramente esto:

CAROLINA: [Hace tres hora s qu e estoy acá ] y ya no llego al


comedor popular. Al medi<X1ía dejan de atender [si quer és
comer] ten és que llegar más temprano .
ENTHEVISTA DOR: ¿Y solo te presentaste para el Nuestras
Familias? ¿Sabías que acá te pueden ayudar con leche y
pañales para tu hijo?
C: Sí, ya sé, pero no puedo . No me anoté en ese plan por-
que... esto es tiempo, y no puedo pedir permiso todos los
días para venir acá ... Para co nseguir un plan hay que estar
acá, ir de acá para allá todo el tiempo . Yo necesito trabajar,
no tengo tiempo para pedir más subsidios.
Dos trabajadoras sociales del BAP, que co mo dijimos, inte-
ractúa n con el Ministerio de Bien estar Social cotidianamente
ya que aco mpañan a las person as sin hogar a solicitar el
suhsidio para vivienda, hablan con sinceridad y sintetizan
una experiencia demasiado habitual: " La gente se cansa, es
como un maltrato co nstante . No solo durante la entrevista,
no es solo esta espera, es el maltrato. Cuand o la situación de
una person a es a priori peor que la de cualquier otra persona,
todo eso se intensifica. Tien en que espera r dos horas para
que los atiendan, tien en que es pe rar dos meses para recibir
el subsidio, Los empleados les dicen una cosa y después
les dicen otra cosa [acerca de los requisitos]. T<X1as estas
cosas los ponen mal; uno supone que debería se r mucho
más simple, porque en realidad no les están solucionando
la vida. Es un subs idio temporario que implica una ayuda,
por lo tanto tendría que ser algo extremadamente simple
138 1P AC IENTES DEL E srAOO

que no complique las cosas. [En Desarrollo Social)existe la


idea de que como so n pobres, tienen que esperar. .."
"Obtener un subsidio es tortuoso. El proceso genera un
tremendo agotam iento en la gente. ir de oficina en oficina,
recitar el problema que tienen tres veces. F~,> todo muy
desgastante."

El resu ltado má s amplio de todas es tas demoras y toda


esta discrecionalidad es un proc eso en apariencia co ntra-
dictorio de pérd ida de derechos y captura burocrática. Por
un lado, existe una co nsta nte redu cción o cancelació n de
beneficios que tie ne lugar e n "oscuros y ocultos es pac ios de
de cisión" (Lípsky , 1984: 3), un ejem plo de esto es, tal como
lo describió un age nte estatal, cua ndo el Estado "se come" los
subsi dios; el patrón de "no todos los meses" que men cionan
los be nefic iarios es otra instancia en el mismo se ntido . Por
otro lado, cuando les pide a los beneficiarios que vuelvan
otro día a preguntar -una orden que alg uien que necesita
ayuda no está en condiciones de desobedecer- el Estado
efectivamente ata a los pobres a la misma institución qu e les
quita beneficios y poder.

Esta objetiva d eso rgan ización e ind iferen cia buroc ráti-
ca encue ntra su co rrelato subjetivo e n la experiencia de la
ince rtidu mbre y la confusió n. Friedrich Enge ls (1973 118441:
139) describió al proletariad o inglés del siglo XIX como una
clase qu e "ignora toda seg uridad e n la ex istencia", un a clase
"sujeta a todos los aza res". Los que es pe ra n e n el Ministerio
de Desar rollo Socia l se ajustan a es ta descripción . Sus vidas,
como lo hemos visto, están perm anent em ente "al borde" o en
medio del desastre . Los aca ba n de desalojar o está n a punto
de desalojarlos, se quedaron sin trabajo , están gravemente
e nfermos , las mujeres han sido recientement e abandonadas
junto a tres o más hijos por sus es posos y no cuenta n con
una fuente estable de ingresos para sus hogares , o es tán
en una instancia que combina varias de estas situaciones.
Cuando ingresan a la sala de espera de Desarrollo Social,
esa inseguridad persiste.
4. EL M INISTERIO DE D ESARROLLO SocIAL 1139

Muchas de las d escripciones de la espera que escu-


chamos tie nen su eco en la d escripción que hace Engels
de vidas le jan as en tiempo y es pacio: "Nos pelotean". Esta
simpl e declaración ca p ta la incertidumbre y la arbitrariedad
qu e dominan la experie ncia de la espera. La gran mayoría de
nuestros sujetos tien e claro cuá ndo tienen que venir C'cuamo
más temprano mejor") a Desarrollo Social. Sin embargo, nadie
sabe cuá ndo se va a ir. Noemí se sienta e n uno de los pocos
as ientos libres y se lamenta: "Le dije a mi marido: 'Me vaya
Desarrollo Social... no sé a qué hora vuelvo ". Los fragmentos
de la nota y la entrevista que sig ue n profundizan acerca de
la confusión y los errores, las demoras interminables, la indi-
feren cia buroc rática y el co ns ig uiente peloteo al qu e quedan
su jetos los desamparados. Podríamos fácilmente interpretar
esta s interaccio nes como instancias de lo qu e Jeffry Prottas
(1979) de nom inó: "ritu ales públicos de degradación":

11 de nouiembre: La gente ocupa la mitad de la sala . Hoy


los pagos comenzaron más temp rano que lo habitual. Entro
en contacto con Mabel y enseg uida empeza mos a hablar
de su "situación".
MABEL: En la cola ya me lo advirtieron, porque le pregunt é
a una mujer qué es lo que tengo que hacer y ella me dijo:
"A cá le (Jan a pelotear".
EN1l{EVISTAOO R: ¿Qué te pasó?
M: Me dieron un formulario eq uivocado. Esperé una hora
solo para que me d ijeran que no me po d ían atender y que
tenía que pedir otro formulario. [Cuenta en detalle lo que
le dijeron y adónde la rnanda ron.l
E: ¿Con quién hab laste?
M: Con ese hombre que está ahí, no le importa nada [me
señala un joven de no más de veinticinco años, tiene puesta
una remera gris].
E: ¿No le importa nada? ¿Te trató mal?
M: Sí, mal. Le d i el formu lario y cuando vio que estaba
mal me lo tiró de vuelta así [hace el ges to de tirar un papel
imaginario hacia el lugar de l mostrado r donde ella estaba
parada].
140 I P ACl ENTFSDEL EsrADO

En ese mo me n to una empleada se ac erca a la sa la pa ra


llamar a un gru po de gente .
E: ¿La escuchaste? No sé que dijo .. .
M: Na da, está llamando a la gente q ue tien e formulario rosa-
do. Los están arriando. [Se refie re al mod o e n que las mu jeres
e m p iezan a esperar de pie, for ma nd o una fila desordenada
cerca del sector d e la mesa d e info rmes , e n dirección a la
e ntrada del ed íficio.l
E: ¿Arriando?
M: Pero mire cómo lo s amontonan a todos ahí.
E: ¿Usted tie ne turno ? No qu iero qu e se le pase el turno po r
hablar co nmigo.
M [Saca el DNI de su cartera y se fija e n el tu rno]: Sí, sí, ya
me falta poc o . Me jor me pa ro ahí para estar atenta .
E: Ok, vaya. Pe ro , Mabel, yo me tengo q ue queda r u na hora
más , así qu e b úsquerne cuando sa lga así me cue nta co mo
le fue, ¿O K?
M: OK, sí, sí.
E: ¡Suerte!
Mabel caminó e n direcció n al mostrador. Su co nve rsación
con el empleado se p rolo ngó u n mom e nto . Yo había dej ado
de observarla para toma r nota s, la volví a mirar cua ndo ella
me tocó la espalda con un d ed o. "No me quisie ron ate n-
der", m e d ice . "¿Po r q ué ? ¿Qu é le d ijeron?" "Q ue para entrar
en el plan Nuestras Familias ne ces ito u na referen cia de un
asiste n te social." "¿Pe ro no vino justamente a pe d ir u n tu rno
co n un asiste nte social?" "Pe ro no me quisieron atender.. ."
...Mabel se d espidió , no me dijo s i volvería y yo tampoco
se lo pregunté . Estaba desilus ionad a. La única ce rteza que
le quedó fue la qu e le tran smit ieron los otros be neficia rios
en la sala de es p e ra: ho y la pelotearon ."

2. Es interesante cómo los solicitantes de AFDC en los EE.UU. co mparten


una percep ci ón similar de la Agencia de Bienestar Social. "Luego de hacer
una serie de analogías para ilustrar c ómo se sentía durante la etapa de
espera, A1issa se quedó con esta metáfora: 'Ellos son los vaque ros, y uno es
la vaca... uno se siente como ganado o como empujado .. . Esta gente [en
referencia a los burócratas vaquerosl te dice 'Yolos estoy ayudando. Esto
es para ustedes. Así que quédense quietos y hagan la cola" (Soss, 1999: 61).
4. E L MI NISTERIO D E D ESARROLLO Socio. 1 141

El intercambi o anterio r también pone en relieve la exis-


tencia de dos tipos principales de espera ntos: los que saben
a qu é atenerse ("Acá hay que tener pacien cia") y los que
no, y esto tiene que ver con la cantid ad de horas que hayan
pasad o e n la sa la de es pera . Los qu e vien en por primera vez,
como Mabel, es t án inqu ieto s e impa cientes. Buscan certezas
y creen que hay reglas y protocolos claramente establecidos.
Otros - la mayo ría- "sabe n" lo que les espera cuando vienen a
esta o ficina; saben que much o de lo que sucede es puro azar
y que es t án a merced de los agentes del Estado, y ~I veces así
se lo hacen sabe r a los que recién se inician .
La incertidumbre acerca del tiempo qu e van a pasar en la
oficina se comb ina con la incertidumbre acerca d el resultado.
Más de la mitad (64%) de las 89 personas que entrevista mos
no saben si 1'(// / a recibir el beneficio que vin ieron a solicitar
o cuándo lo va n (J recibir. Esta incertidumbre no varía de
acuerdo con los planes, es decir, es lo mismo si se trata un
subsidio para vivienda o para alimentos, tampoco tiene que
ver con el estado de ciudada nía del so licitante. El "no saber"
se distribu ye de igual manera e ntre ci udadanos argentinos y
extran je ros. Las reglas, las regulacion es y los beneficios especí-
ficos de cada programa social no parecen incidir sobre el nivel
de co noc imiento que las personas parecen tener acerca de
sus reclamos. Este dato , sin em bargo, no nos dice demasiado
acerca del fe nómeno soc iológico más interesante, es decir, el
proceso prolongado o la red qu e los pobres tienen que atrave -
sar cada vez que necesitan ayud a urgen/e. La conversación que
sigue tiene lugar mient ras Sofía e Hilda esperan la resolución
de dos planes socia les diferentes. Sus dudas, sus sentimientos
y el propio result ado de sus so licitudes son un claro ejemplo
de lo qu e yo llamaría, siguiendo a Pierre Bourdieu (2000) , un
«deso rden instituido". Tal co mo se verá a continuación aquí,
este clesord en se presenta al solicitante como el resultado de
los dictad os arbitrarios de una computado ra.

11 de diciemb re de 2008: Sofía, de unos treinta años, se


mudó a Argentina desde Paraguay en 1999. Vino por primera
vez cuando la desalojaron del departamento qu e alquilaba.
142 1 PA ClENTIS DEL EsrAlXJ

Hilda tien e 28 años y vino desd e Paraguay en 1998. Cuando


su marido la dejó, se quedó sin d inero para paga r en alq ui-
ler; estaba a punt o de se r desalojada cuan do un asiste nte
social de su barrio le dijo qu e viniera a Desarrollo Social.
Con dos hijos pequeñ os, se le hace difícil e ncontrar un lugar
para vivir: "los hoteles no te acept an co n niños ", me d ice.
repitiendo lo que esc uchamos muchas veces de boca de
madres pobres que crían a sus hijos solas.
Hace cua renta minutos que Sofía e Hilda esperan cuando
me acerco a ellas. Sofía se refie re a la duraci ón de la espe ra
desde e l primer mom ento: "Acá pod és estar tres o cua tro
horas ". "¿Por qué?". pregunto. "Eso es justamente lo q ue nos
gustaría saber: ¿po r qu é tenem os que esperar tanto? Desp ués.
te dicen que no hay fondo s y que ten és qu e volver otro
día ." Sofía empezó el trámite para el Nuestras Familias hace
cinco meses. Recibió su primer cheq ue esta semana, pero
esperaba recibir tres veces más de lo que recibió. "Ya me
suspendieron los pagos tres veces. Sup uestame nte hoy me
pagan." También es beneficia ria del Subsidio Habitacional,
pero dice que "no le están pagando. No sé que pasa". Lla-
man a Sofía desde el mostrador. Se va. Igual que Sofía, Hilda
tampoco sabe si va a recibir su cheque o en q ué mo mento
lo va a recibir: "El ano pasado, no me paga ron. Me dijeron
"No podemos hacer nada.. .. esto es así" .
Sofía vuelve y me dice qu e otn\ vez le suspend ieron el
pago. "Me dijeron qu e vuelva el 30 de diciembre . Estoy
esperando desde julio . No sé qu é vamos a hacer. Eso es lo
que me da bronca:
Luego hablamos de los papeles que se necesitan y las dos
dicen que es "d emas iado difícil": "Siempre te ponen una
excusa ... Te piden un papel , despu és te lo piden otra vez
y otra vez , y ten és que volver a las 5 de la mañana ... Ahora
atiende n rápido, pero no hay fondos."
Las d os han estado en esta oficina muc has veces . y mu-
chas ve ces las han "reprog ramado'': ese es el térm ino que
usan los agentes estatales y los ben eficiarios para describir
las d emoras en los pagos. Aho ra es e l turno de Hilda . Va
hacia e l mostrador y vuelve enseguid a. A ella ta mbién la
4. E L M INISTERIO DE D ESARROLLO SocIAL 1 143

"reprogramaron". "Me d ijeron qu e solo me queda un pago.


En principio iban a se r cua tro, pero ahora es solo uno. No
sé por qué. Eso es lo qu e dice la computadora."

Los beneficiarios sociales que d escribe Sharon Hays (2003:


7) se qu ejan so b re tod o de las dificultades para obtener ayuda
soc ial, y, tal como algunos de los beneficiarios que conocimos,
se ña lan la "e no rme ca ntid ad de regulaciones ridículas que
ha cen sus ya mise rables vidas aun má s de sgraciadas". Hays
de scribe c1 u nive rso de la reforma social en los EE.UU. como
un lugar de confusió n, malentendidos y frustra ciones a raíz de
toda s las reglas, los requerimientos, procedimientos y sancio-
nes; esas descripcion es tien en sus paralel os en el Ministerio de
Desa rrollo Socia l de la ciudad en Buenos Aires. Sin embargo,
para gente co mo Sofía, Hilda , y tanto s otros, los problemas
prin cipales no son tant o el papeleo o lo s requerimientos, sino
más bien la impreoisi hilida d del proc eso. Algunos se qu ejan
de lo s "trámites co mplicados", pero lo que e n realidad fasti-
dia a la mayo ría es la larga es pe ra y sus resultados inciertos.
Isa be l, 23 años, q ue emigró d esde Perú hace dos años y está
espera ndo los pagos del plan Nues tras Familias , lo expresó
co n precisión: "Nunca sabes cu ándo te van a pagar".
Más de la mitad de nu estros en trevistad os tomaron la
experiencia ele la espera en lUI bospital público como punto
de compara ció n co n la oficin a ele as istencia social. Si bien
tod os es tuviero n de acuerdo e n qu e la es pe ra en un hospital
es "te rrible", "ho rrib le", y todos señalan qu e "siempre" hay
qu e esperar, también sa be n , co mo di ce Isabel , que en un
hospital "te van a atender sí o sí". Todos coincide n en que
las co las so n largas en ambos casos C'te pod és pasar un día
ente ro e n el hosp ital"); los tiempos de es pera e n ambos casos
exige n capacidad de resistencia y se renidad ("todos sabemos
cómo es"; "no hay nada que podamos hace r"). La es pera en
el hospit al es, para la mayo ría, "más dramática", porque por lo
general va n al hospital cuand o están muy enfermos o cuand o
sus hijos necesi ta n atenció n inm ediat a . En ca mbio, "aq uí len
Des arrollo Socia l) la espe ra es indecisa ". La declaraci ón de
Isabel sinte tiza bien la arb itra riedad de todo el proceso : "Creo
144 1 P AO ENTES DEL ESTADO

que me van a pagar. .. para Nav idad, qu e es cuando ocurren


los milagros".
Corno ya se dijo, la ince rtid umbre no está restringida a los
que no son ciudadanos arge ntinos ni a la eta pa de ad misió n,
sino que caracteriza el func ionamiento ge neral del ministerio.
Noerní es una ciudadana argentina de 55 años, y nos cuenta
que está en la ofic ina "porq ue por un e rror ad ministrativo
me demoraron el pago un a se mana . .. más las tres o cuatro
ho ras que tengo qu e esperar acá". Aparentemente , los errores
no son el único o rige n de los pagos intermitent es. Según la
expe riencia de Noerní, y la de la mayoría de los beneficiarios
que entrevistamos, el azar es algo que está inco rpo rado en
los plan es sociales de la c iudad de Buenos Aires . Dicho de
otro mod o , una vez que los beneficiarios son aceptados, los
pagos pu eden ser suspendidos o demorados por razones que
ellos de sconocen: "Si los propietarios del hotel no nos tuvieran
piedad, nos echarían porque .. . bueno , nadie te dice cuándo
te van a pagar. Ellos (los e mpleados del ministerial te dicen
qu e te van a pagar el 5 y te pagan el 14". Noern i también es
beneficiaria de otro plan social, un programa de transferencia
de efecti vo que es igual de aleatorio: "Todos los meses te de -
positan dinero en tu cue nta . Buen o, es una manera de decir.
A veces es cada cuarenta d ías. ¿iSabés la vergüenza que te da
ir al supe rmerca do , hacer una comp ra y despu és tener que
dejar tocio en la caja porqu e la tarjeta [social]no tiene fondos!?".
"Te dicen una cosa y después te dicen otra ", di ce Rosa,
eno jada. Tiene 45 años, está so licita ndo un subsidio para
vivienda, y nos cuenta lo que pasa en esta oficina. Hablamos
du rant e una 110m y Rosa terminó llorando, decía : "Soy una
persona adulta , y me dicen [venga] mañana, [venga) mañana ,
[venga] mañana". Qui zás el ejemplo más claro de la incerti-
dumbre q ue se vive sea la innumerable cantidad de veces
qu e escuchamos a los beneficiarios preg untarse entre sí (y
a nosot ros): "¿Sa be si pagan ho y?". O tal vez la frase que se
escucha ba en voz alta muchas veces: "Acá nadie sabe nada ".
Junto con estas percepciones de incertidumbre y confu-
sión, la mayoría de los beneficiarios social es exp resan senti-
mientos de desaliento y futilidad. Est os sentimie ntos tienen
4. EL MINISfERIO DE D ESARROLLO Scx::IAL 1145

una razón de se r, q ue no está en e l "sistema d e valores " de


los pobres)' tampoco es un rasgo "cultural" p ermanente . El
sentimiento de abati m iento e inutilidad está determinado por
un con texto es pecífico ("acá te sentís impote nte") y d eriva
de la impos ibilidad de incidir e n el funcionamiento del Mi-
niste rio de Desarro llo Social C'No hay mucho qu e uno pueda
hacer, hay que esperar"). Albert Bandura 0 98 2: 140) escribe
ace rca del meca nismo de autoeficac ía en la agencia humana
y d istingue dos fuentes percibidas de la inutilidad: "Las per-
so nas abandona n el inte nto porque tienen serias dudas de
poder hacer lo que se les solicita. O quizás es tán seguros de
su capaci dad pe ro aba ndonan porque supone n que a pesar
de sus esfuerzos no van a consegu ir resultados debído a la
falta de respuesta, el sesgo negati vo, o la punibilidad del en-
torn o" (énfasis de l autor). Los beneficiarios soc iales no tienen
dem asiadas o pciones; no puede n "salir", para usar la fam osa
expresión de Albert Hirsc hman . De mod o que continúa n in-
tent an do, continúa n viniendo . No "expresan" demasiado su
descontento, como veremos en más detalle a continuación,
ya que su sentido de agencia está impregnado por la inefica-
cia percibida. Sencillame nte no creen que la p rotesta p ueda
provocar un cambio. Podríamos e ntonces establecer, e n los
términos de la teoría socia l cognitiva, que el propio funciona-
miento incierto y arbitrario del Ministerio de Desarrollo Social
produ ce, para deci rlo co n Band ura (1982 : 140), una "futilidad
(percibida) basada en resultados".

El fetichismo del beneficio

El diálogo a cont inuació n, qu e registramos cuando bus -


cábamos autorizació n para realizar nuestro traba jo de campo,
describe un intercambio típico entre un age nte estatal y un
solicita nte. El interca mb io es típ ico en el sentido de qu e el
agente tenía un trato cordial pero e l resultad o del trámite era
incierto . Es típico ade más en la desperso na lización extre ma,
ya qu e el siste ma informático se presenta co mo el responsable
de la rcprogramació n de los pagos. Ningún actor humano se
146 1 PACIENTES DEL EsrAOO

hace resp onsable de las demora s y las suspensiones. Más allá


de la ge stión amable del caso por parte del age nte estatal, las
razones de la reprogramación nun ca se develan . Dado que
el único qu e en realid ad "sabe" cuándo se va a realizar el
pago es la comp utador a (o "el s iste ma"), no hay lugar para
reclamos ni negociaciones, 1...'1 reprograrn ac i ón es automática
y no se puede apelar.

18 de septiembre de 2008:
AGENTE ESTATAL (AE) [en referencia al programa Nuestras
Familias): ¿Alguna vez lo cobró?
BENEFICIARIO (B): No, porque nació mi bebé }' no pude
venir porque era muy chiquito...
AE [interrumpe]: Usted es G ut i érrez, ¿no?
B [afirma con la cabezal
AE: Usted nunca cobró.. , El sistema reprograma los pagos,
Tiene que volver el 2 de octubre, En esa fecha tendría que
tener dos pagos listos para el cobro . Por el momento está
todo suspendido, pero venga de tod os modos...

La razón por la que ci to este intercambio q ue parece


tan trivial es el hecho de qu e las de moras en el pago tod o el
tiempo se justificaban en t érminos de los pronunciamientos
de la computadora. Los pagos se "re prog raman", y los bene-
ficiarios también . "A usted lo reprograrna ron ", les dicen los
age ntes a los beneficiarios. "Me reprogramar on ", repetían los
sujetos . De este modo, el "ve lo místico " (Marx, 1887: 84) del
programa informático termina por e nmascarar fas políticas
sociales . La administración real de ben eficios permanece como
un "se creto , oculta bajo las aparentes fluctuaciones" (Marx,
1887: 77) de un s iste ma inform ático . L'1S relaciones soc iales
y políticas entre los ciudadanos y el Estado en la base del
bienestar social asumen "una forma fa ntástica" qu e se reduce
a una relación entre un che q ue y una co mputadora. Los frag-
mentos que siguen ilustran cómo el fetiche del beneficio queda
suspendido en la duda y la co nfusió n d urante el período e n
el cual el benefi ciario recibe un plan socia l.
4. EL MINISTERIO DE D ESARROLLO SocIAL 1147

18 de septiemb re de 2008: El age nte estata l mira la pan talla


d e la co mputadora y habla (sin m irar ) al benefi ciario: "Su
pró xima fecha de cobro es el 9 de octubre . Le pagaron
se p tiembre. Agosto está at rasado y todavía no está rep rogra -
mado . Para que lo reprograrnen, venga el nueve. Le van a
pa g ar octubre y lo reprogramamos ese día ". El beneficiario
as ie nte y se va.
ENTREVISTADOR: ¿Y cómo supo que existía este lugar?
aLI NDA: Por u nos conocidos que me dijeron: "Andá que
ahí te van a ayudar".
E: ¿Y cuá nto hace qu e e m pezó el trámite pam Nuestras
Fam ilias?
O : Hace mu ch o ya .. . sí, ya pa só bastante tiempo. Un día
me dijeron que venga y c uando vine me dijeron que no
cob raba , que todavía no es ta ba aprobado, que vuelva en tres
se manas. Volví y me dijeron que no estaba en el sistema. Me
d ije ron q ue el trámite todavía no estaba en la co m putadora,
ot ra vez me dij eron que no me iban a pagar, que vuelva ,
y así. . . Otra vez vine y me dijeron que ya estaba pero q ue
ten ía q ue volve r para co nfirmar la fecha de pago ...
E: Entonces vino tres veces so lo para saber si ya la habían
aceptado . ..
O : ¡Tres veces . .. no! Más, muchas veces más.
E: ¿Cuá ndo vino por primera vez?
O : La primera ve z fue el año pasado, pero hice el trámite
y solo me pagaron do s ve ces, después e mpezó o tro año y
me dijeron qu e tenía que volver a reno varlo .
E: ¿Lo ren o vó?
O: No .. .
E: ¿Y por qué le dijeron que tenía qu e renovarlo?
O: No sé, po rq ue solo m e pagaron dos veces y so n se is
cuotas .
ENT REVISTADO R: ¿Cuánto hace que empezaste el trámite
para Nuestras Familias?
NANCY: Hace mu cho . El lo de julio empecé el trámite. Y hoy
[prin cipios de di ciembre] es la prim era vez que vaya cobrar.
E: ¿Desde julio hasta hoy?
N: Sí.
148 1 P ACIENTES DEL ESTADO

E: ¿Y qué explicaciones te dieron por no haberte pagad o


antes?
N: Primero me dijeron qu e no estaba en el sistema , que
tenía que vo lver la semana siguie nte . Volví y co mo todavía
no esta ba en el sistema me dijeron que vuelva la semana
siguiente , o a fin de mes.
E: ¿Siempre te decían eso?
N: Después me dijeron que me había n aprobado pero que
no me podían dar un a fecha p orqu e no estaba hecho el
depósito . Esos hombres [los emp leados en el mostrador) me
dijeron "No sé por q ué, yo no tengo nada qu e ver, el din ero
no llega porq ue no se hizo e l depósito".
E: ¿Cuántas veces por mes viniste?
N: Como mínimo tres. A veces también los llamaba por
teléfon o. Hay un núme ro de teléfono dond e se puede pre-
guntar, ¿vio? Llam é y me dijeron "No seño ra, usted no está
en el sistema" .
E: ¿Y nunca protestaste?
N: Protestar, protestar . .. no . Pero sí les pregunt é cómo algu-
nas mujeres q ue yo conocía habían em pezado el trámite en
sept iembre u octubre y ya habían co brado y yo, que empecé
en julio, todavía no había recibido nada ...
E: [interrumpe]... ¿Y te contestaron?
N: ... Lo qu e ya le dije , me dijeron q ue el dep ósito no está,
que me a probaro n pero que el d inero no llegó .. .

En mu chas otras notas reg istra mos también agente s


estatales qu e les dice n a los benefi cia rios cosas co mo estas:
"Está tod o atrasado .. . está todo sus pe ndi do , tiene qu e venir
y preguntar la sema na que viene ". Estos intercambios discur-
sivos, qu e podríamos llam ar pronunc iami entos, presentan a
la distribu ción de plan es sociales co mo un a "co sa misteri os a "
(sim ilar a la mercancía d e Marx ); pe ro describen adem ás las
demandas qu e el Estado hace a los solicitantes. Continúe n
viniendo, es lo q ue los e m p lea dos implícita o ex p lícitame nte
les d icen a lo s be neficiarios . Ni nosotros ni ust ed es sabemos
cuá n do van a re cibir el pago , pe ro tie ne n q ue segu ir viniendo.
El Estado, a trav és de sus voceros au to rizados, les dice a los
4. E L MINISTERIO DE DESARROLW SocIAL 1 149

pobres que si quieren una resolución favorable a sus reclamos,


tienen que espe rar. ¿Cuánto tiempo? Eso nunca se los dicen.
Dos eje mplos más , qu e nosotros y los beneficiarios escucha-
mos infinidad de veces, alcan zan para describir los constantes
aplazamientos y retrasos, un verdadero ejercicio de poder al
que se ven so metidos de forma cotidiana los beneficiarios de
programas sociales: "Hoy está todo atrasado, tiene que volver
la se ma na que vien e para ver si hay alguna novedad"; "Su
próxim a fecha de co bro es el 25 de noviembre. Ese día tiene
que venir sí o sí porqu e le van a pagar septiembre. Después
veremos... ".

Siéntese y espere

Los pobres vu elven a esta misma sede para preguntar por


un mismo plan soc ial o por los mismos pagos adeudados varias
veces e n e l transcurso de un año. La mayoría de las personas
con las que hablamos nos dijeron que habían venido más de
una vez para reclamar por un mismo plan o para saber si una
misma cuota ya es taba lista. Dados los cambios discrecionales
que ya he mos descripto, la recurrente "reprogramación", y
las Constantes demoras y can celaciones, los clientes tienen
que venir a la oficina regularmente. Los beneficiarios son por
lo tamo visitantes frecuentes de la sala de espera. Dada esta
exposición recursiva y la particular relación con el Estado que
se implanta e n el co razón y la mente de los pobres, la sede
de Desa rrollo Social debe pensarse no simplemente en tanto
institución "p rocesadora de personas" (Hasenfeld, 1972), sino
como un mecanismo que "cambia a las personas" (verCornfort,
2008); esto es, co mo un con junto de patrones de interacción
con efectos subjetivos concretos.
A dife ren cia de otros lugares donde la mala informac ión
y la incertidumbre generan un "proceso de negociación" en-
tre aq ue llos que sa ben y aq uellos qu e no sabe n (Goffman ,
1961 ; Roth, 19(3), la sala de espe ra se define como un área
de obedie ncia, un universo do nde uno "se sienta y espera"
en lugar de intentar nego ciar co n o protestar contra las
150 I PA CIENTES DEL EsrAOO

autoridades de Desarrollo Social. Ante la pregunta, más de


un te rcio de nuestros entrevistado s respond en co n co me nta-
rios negativos acerca de los age ntes de Desar rollo Social. La
mayo ría de ellos se quejan de algún maltrato . Sin e mba rgo,
en el transcu rso regular de la espera estas qu ejas se silencian.
Solo e n tres opo rtunidades du rante nuestros doce meses de
trabajo de campo observamos bene ficiarios dirigiéndose a los
empleados co n quejas e n voz alta.
Jorge recibe un plan Nuestras Familias y e n este momen-
to es tá so licitando el subsid io para vivienda. Usa el mismo
lenguaje que tantos otros en su situació n cuando describe las
largas es peras que implican ambos planes . Cuando le pregun-
tam os qué hace frente a las demora s , nos dio un a respuesta
co noc ida : lo qu e otro ben eficiario definió co mo "pregunto,
nada más, la verda d es que no me quejo". El Estado les dice
a las personas co mo Jorge qu e , dado qu e sufren necesidades,
su tiempo no tien e valor. Van a ten er qu e esperar, lo cua l sig-
nifica soportar largas dem oras y tolerar malos tratos. Jorge y
la ma yoría de las personas co n las qu e interactuamos acatan
las órdenes del Estado , ya qu e co nsidera n qu e si realm ente
necesitan ayuda tien en qu e tolerar el mal trato y los tiempos
largos e imprevisibles qu e impone el Estado .

ENTREVISTADOH: ¿Qué hace cuando el pag o se demora?


JOHGE: Nada . Espero. No hago lío 1Ii esc ándalo, porqu e lo
necesito y después de todo ellos son los qu e me van a pa-
gar. Y la verdad es q ue es duro, uno no debería dejar que
eso pase ... Hasta conozco gente que no qu iere la ayuda
porque no les gusta có mo los tratan ; (dicen) "No, no, ya fui
dos meses, ahí le tratan mal, no quiero saber más nada de
ese lugar". Pero es así, si necesit ás ayuda ten és que espera r."

Los beneficiarios y solicitantes no se refieren a sí mismos


como "pac ientes" en ninguna de las oc henta y nu eve e nt re-
vistas qu e realizam os. Solo María usó el término "pac ien te"
para referirse a las personas co mo ella. Aunque la palabra
apare ce esa úni ca vez, describe muy bien el proceso que la
mayo ría (si no tod os) tiene qu e atravesar.
4. EL M INISTERIO DE D ESARRO LLO SoaAL 1151

MARíA: Dem oran en ate nde rte. No te escuchan, están ahí


pe ro no te escuchan.
ENTREVISTADOR: ¿No te prestan atención?
M: No sé si es porque están desayunando, hasta las 10
desayunan , toman mate , [comen) galletitas; hablan mucho
e ntre ellos.
E: ¿Y qué hacés pa ra qu e te atiendan?
M: Nada, espero hasta qu e me atienden.
E: ¿Te qu ed ás es pe rando hasta que te atienden, nada más?
M : Es que ten és que es perar.
E: De ladas las veces que estuviste, ¿te acord ás si alguna
vez alguien provocó algú n desord en?
M : Una vez, sí [se ríe un poco]... co n una asistente social.
E: ¿Qué pa só?
1\1: No sé bien , pero un a paciente se estaba peleando a los
gritos con la asistente social, hasta qu e le dijo algo que no
le gustó y se fueron a las manos.
E: ¿Qué pa ciente, un pe rsona enferma?
~I : No, II1UI paciente d e acá, una mujer que esperaba.

La ausencia general de co nflicto e n el marco de Jo que


para nosotros co m o observadores es un proceso muy an-
gustiant e no debe entenderse co mo pa sividad por parte de
los beneficiarios y so licita ntes de plan es soc iales . De hecho,
co ntamos co n bast ante evidenc ia e n contrario. Las personas
desamparadas intentan acti vamente so lucionar sus problemas
y crean estrategi as de acue rd o co n eso.' El fragmento de nota
qu e sigue sinte tiza es tas maniobras co ns tantes :

25 de septiembre de 2009: Cebelina y Claudia fueron los que


me jor disposición tuvieron para ayuda rme en mi primer día ,
antes de qu e yo pudie ra describir el propósito de mi visita.
Carlos me preguntó si yo estab a ahí por un su bsidio para
vivienda e inmedi atamente em pezó a enume rarme tod os
los req uisitos y el trámite que tenía qu e hacer. "Mire, para

3. Ver en Gorha n (2009) un ejemplo de resolución activa po r parte de


cartoneros .
152 1 P AO ENfES DEl ESTADO

solicitar el subsidio tiene que de mostrar que no tiene dónde


viviro que no puede pagar el lugar que alq uila. Una vez que
completa el formulario. al día siguiente una mujer lo visita
para corroborar lo que usted declaró . Si lo aprueban, ya
está. .. ¿Usted alquila? Traiga un recibo de pago .. . si puede
hable con la propietaria para que ponga un poco más de lo
que en realidad paga ... No le dan más de 450 pesos durante
seis meses, pero lo puede prorrogar po r cuatro meses más.
El pago no alcanza, pero ayuda, completa con un peso de
acá, un peso de allá".

1..1 resolu ción ac tiva de p robl e mas no d ebe si n emb ar-


go co nfu nd irse co n resiste ncia al du ro proceso d e es pera.'
No enco ntramos n i transcripc iones oc ultas (SCOlt, 1990) ni
oposición ac tiva a la co ncepció n domin a nte del tiempo en la
se de de Desarrollo Social. Ocasio nalmente la gen te protesta
e implícitam ente afirma que la o ficina debería funcionar de
otra man era, y responsabilizan por las demoras a e mpleados
"vagos" que "se toman demasiado s recreo s", a los "que no les
importa nada", "que no quiere n trab ajar" y "que desayunan
hasta las 10 de la mañana", p ara citar las expresiones más
co munes. Otra s veces, no res ponsabilizan a los emp leados
"vagos" s ino a aquellos que en re alidad no me recen la ayuda
social, a aquellas personas que, para citar un a afi rmación que
es cuchamos mucha s veces, "no la necesitan porque tienen un
negocio, o un trabajo ". Muchos op inan que estos be neficiarios
"que no mer ecen " la ayu da, "los que no la necesitan pero
viene n y cobra n" sob reca rgan las nómin as y lo s hacen es perar
más. Como tod o acto en el que se responsabiliza a alguien,
est e también invoca un está ndar d e justicia (Tilly, 2008) . Así
lo dice Milagro s (cu ya historia ab re el capítulo anter ior): "Acá
hay gente qu e no ne cesita. Eso no es justo . Tienen su propio
negocio". La declaración es rel evant e no porque describa la
población beneficiari a de prog ramas sociales que es tud iamos
(no tenemos evidencia qu e ava le a aquellos que creen que

4. Ver un ejemplo de "p acientes resis tentes" en Mulcahy. Parry y Glover


(2010).
4. E L MINISfERlO DE D ESARROLLO SooAL 1153

entre los ben eficiarios hay mucha gente con ingresos altos
y es tab les), sino porqu e se ña la el auto-entendim iento de la
población beneficiaria (Bruba ker y Cooper, 2000) y un lím ite
simbólico(Lamo nt y Molnar, 2002) que organiza la experiencia
de la espera. La mayoría de las personas con las qu e hablamos
y que observamos se piensan a sí mismas como una población
"neces itada". Vienen a la oficina de asistencia social no porque
las asista el "de rec ho " -en cientos de pág inas de nota s y en-
trevistas, la palabra "derecho " no aparece una so la vez-, sino
porque lo "necesitan". Los qu e no necesitan asistencia pero
solicitan y ob tienen ayuda soc ial, los que "se aprovechan",
son vistos como los causantes de las largas espe ras.
"Es una ayuda", escuc ha mos mucha s veces. Así es como
entienden los be neficiarios "necesitados " los subsid ios qu e se
les oto rgan; un a vez más, no como un "de recho", sino co mo
"ayuda" o "asistencia". "Y, a veces te ayudan y a veces no",
dicen a menudo. "Los que necesitan " vienen a Desarrollo So-
cial y se encue ntran con la de sorgani zación y desinformación
genera l que ya describimos, a las qu e se suman las demoras
interm inables y también la repentina prisa qu e generan los
días de cobro so rpresa; por lo tanto ap renden de inmedi ato
que es te es un es pacio don de hay que obedecer. Aprenden
que si quie ren un subsidio tienen qu e cumplir con los de-
seos y d ictados arbitrarios e incierto s de empleados estatales
y de máqu inas. Saben qu e tienen qu e mantenerse alertas y
cumplir con el fu ncionamiento discrecional de es ta oficina.
Así lo exp resó Ramiro, qu e hacía tres largas horas espe raba
recostado contra la pared: "Acá no te podés qu ejar, si te
quej ás, te mandan de vuelta a tu casa .. . Así que acá hay qu e
quedarse tranquil o". Muchos otros nos decían: "Acá hay que
tener paciencia ... hay que armarse de paciencia". Milagros hizo
una buena síntes is cua ndo nos dijo "Acá yo no dije nada "; es
decir, no expresó su descont ent o . La co mparación recurrent e
que hacen los be neficiarios e ntre la espera en los hospitales
públicos y el tiem po que pasa n en esta sede cobra entonces
pleno significado . En ambos lugares tien en que aguantar en
silencio y actua r no como ciudad anos con derechos, sino
como pacientes del Estado.
154 1 P ACIENTESDEL EsrADO

El anális is de la espera es un a tarea difícil por dos rnzones.


La primera es que hay poca actividad que o bservar y registrar;
y seg undo, y fundamenta lmente, la espera - y sobre todo la
espera de q uienes son materia l y simbó licamente desposeí-
dos- está inves tida de la "objetividad de un sen tido común,
un conse nso práctico , dóxico , del sen tido de las prácticas"
(Bourdieu, 2001: 33), muy simila r a la dominación masculina.
Todos -íncluldos los empleados esta tales, traba jadores sociales
y los propi os desposeídos- co nciben la es pera de los pobres
como algo obvio e ine vitable . Algunos beneficiarios incluso
pien san que es neces aria: "Si q ue r és que te otorguen el be-
neficio, tenés que es pera r".
El funcionamient o cot idiano de esta o ficina y las afirma-
cio nes apare nteme nte co nvenciona les que realiza n de man era
co njunta - a unque cas i nun ca coope rativa- los empl eados
estatales y los ben eficiarios, definen lo qu e pod ríamos llamar
la doxa del bienestar (Bourdieu, 1998). Se trata de un acuerdo
básico, y e n gran medid a incontestado, ace rca de las pre-
suposiciones fundam ental es de la distribución de b ienestar
social: Sea paciente, espere , y quizás el Estado le alargue un
beneficio. Las suge rencias ("Vuelva mañana y veremos qué
podemos hacer"), los mand atos C'Usted ha sido rep rogra-
rnado") y los llamados al orde n C'Todos ustedes, pónganse
en fila contra la pared ") podrían por lo tanto ser ente ndidos
co mo expresion es de violencia simbólica. Estas expres iones
ejercen un pod er qu e se man ifiesta a través de los actos de
co nocimiento y recon ocimient o práctico por parte de los
dominados. La gente en la sa la de espe ra sabe qu e tiene
que volver varias veces para obte ner una respu esta p ositiva,
sabe que tienen que de mostrar e nte reza y valor a los agentes
estatales, y sabe que tien e que es perar porqu e, tal como lo
dice de modo tan elocuente Mario, que es pe ra la resolución
de un subs idio para vivienda, "e n este país, la espera es un
clásico, un o vive en la espera".
4. EL M INISTERIO DE D 5ARROLLO SocIAL \ 155

La pa ciente femenina

La estructuracíán del género C1I el Ministerio de Desarrollo


Social

No rita na ció e n Paraguay y vive en Buenos Aires ha ce


más d e d iez años. Su testimonio expone la falta de seriedad y
la im p rev isib ilidad de la o ficina de Desarrollo Social y también
el e fec to de d esgaste que producen las largas esperas. Sin
embargo . un a ve z q ue ubicamos su relato en e l contexto d e
las políti cas sociales ex iste ntes (los programas, sus objetivos
y la pobl ación a la que está n dirigidos), emerge una nueva
dimensión cla ve, la del género. Norita recibía el subsidio para
vivien d a hasta qu e d e pronto d ejaron de depositarle los pagos.

ENTREVISTADOR: ¿Y por qué dejaron de pagarte?


NOIUfA: No sé . Me ac red itaron dos pagos y des pués me
empezaron a poner trabas. Un día me d ijeron que el pago
para extran jeros todavía no se había resuelto.
E: ¿Y qu é hiciste pam sa be r si te iban a pag ar o no y en
qué fccha?
N: Ah , después te hacen venir todas las se manas a pregun-
tar, porque acá nadi e te llama para decir "ya está el pago".
E: ¿Y cómo hiciste pa ra llegar a fin de mes en medio de
tod a esa ince rtidu mbre?
N: No, por sue rte yo no de pendo d e esto. Mi marido trabaja
y yo tambi én. Mirá, si depend és de esto para vivir, terminas
en la cal/e... Es una ayuda, me sirve, pero no dependo de
esto, gracias a Dios. Si no , estaría en la calle.
E: ¿Y qué hiciste cua ndo te dijeron qu e no te iban a segu ir
pagando?
N: NU:lCa me d ijeron que no me iban a pag ar más, solo que
todavía no estaba resuelt o el pago para extranjeros. Vine un
montón de veces. Seguí viniendo du rante d os meses, ha sta
que rre cansé. Después me inscribí p ara el Nuestras Familias.

La sala d e espera es cla rame nte un es pacio dominado por


muje res, Y' esto no nos sorp re nde . Los cuatro planes sociales
156 1 P ACIENTESDEL EsrADO

principales están dirigidos a la mujer, ya sea de modo explí-


cito a través de una restricció n forma l qu e limita el acceso al
program a solo a las muje re s, o impl ícitamente , ya que en la
práctica los ben eficios se otorgan e n su mayor parte a muje-
res. En o tras palab ras, el paciente del Estado qu e se crea en
el área de Desarrollo Socia l es prin cipalmente una paciente
femenina. ¿Cuáles son las implican cias de este he cho?
El lenguaje del Ministerio de Desarrollo Social en sus
publicaciones o ficiales" es neutral e n términos de género, y
habla de los esfue rzos en pos de "incluir... ciudadanos ex-
cluidos" y de "as istir" y "p ro mo ver socia lmente" a las familias
e indi viduos "más vulnera bles", Sin e mbargo, la "población
meta" de sus programas focalizados es en su gran mayoría
femenina. A parti r de no viembre de 2009, por e jemplo, el
89.3% de los beneficiarios del programa de transferen cia de
efectivo Ciudada nía Porte ña son mujeres," El Ticket Social,
otro prog rama de transferencia de efectivo qu e otorga un
cheque mensual de 100 pesos por mes co n e l qu e se pueden
comp rar alime ntos y productos sanita rios y de limp ieza , es tá
restringido a las mujeres.
La mayoría de las person as junto a las cuales espe ramos
aguardaban resoluciones o pagos de o tros dos programas
(Nues tras Familia y el Subs id io Habítacional ) administrados
por la Dirección Ge neral de Asistencia Inmediata, aunque tal
como observamos, nada es "inmed iato " e n el funcionamiento
de esta dep endencia. Si bien es tán formalmente abi ertos para
todos, estos dos pro gramas también se enfocan principalmente
en la mujer. Uno de los o bjetivos del subsidio habita cional
es brindar asistencia a las familias qu e es tán e n s ituación de
calle -o sin hogar, para usar un término menos e ufemístico- a
través del "fortaleci miento del ingreso familiar" qu e se destina

5. Ver, por ejemp lo, Ministerio d e Desarrollo Social, "Guía de servicios


sociales 2009", <hu p :lleslatico. hucnosa irc s.go v.ar/ a re as/ des_socia ll
fortalj soccivil/guia; vcrsion_web.pdí>.
6. "Mo nitoreo dcl programa ciudadan ía porte ña", <hnp:/ /cstatico2.bucno s
aircs.gov.ar/arcas/des_social/c"a luación_p rogramas/ informcs _condicio-
nes_vida / lnform c_Monitorco_Novicmbrc_2009 .pdí>.
4. EL M IN ISTERIO DE D ESARRO LLO SocIAL 1157

a la vivienda. " Si bien la población meta del beneficio es "la


familia", el primer req uisito tiene qu e ver con la composición
del hogar, y se da es pec ial consideración a las "familias cuyas
cabeza de hoga r son mujeres". Aunque no está explícitamente
escrito e n los doc ume ntos oficiales, una pr eponderancia del
género simila r afec ta al plan Nuestras Familias. Uno de sus
objetivos es "el fortalecimien to de los grupos familiares " que
están en "situaciones vuln erabl es" o en "riesgo de no poder
satisfacer sus necesid ad es básicas." En la práctica, sin embar-
go, nuevamente su meta principal so n las mujeres. Esto nos
dijo un funcionario d e Desarrollo Social: "Es difícil para los
hombres ob te ne r subsidios. Porque existe la idea de que si
un hombre está en eda d de traba jar, tiene que trabajar. Las
madres reciben más beneficios". Esta concepción de género
se ve más reforzada a ún por las políticas del ministerio hacia
los ho mbres. En la sección de la guía de servicios soc iales del
ministerio qu e describe los "objetivos estratég icos" para 2010,
leemos que el ministerio procura: "1. Increm entar la inclusión
soc ial y fortalece r la igualdad d e o portunidad es para los gru-
pos más vulnerables; 2. Aumen tar el empleo entre los padres
vulnerables" [énfa sis mío). En el prim er punto, las políticas
del ministerio prestarán "especi al atención" al problema de
violencia contra las mujer es a trav és de "conferencias, talleres,
terapi a y seminarios" . En el seg undo punt o, se "dup licará el
núm ero de pa santías laborales para padres vulnerables".
Tal como det e ctam os en la sa la de espe ra y vemos ahora
expresado en documentos oficiales, el bienestar social se es-
tructura alrededor d e las mujeres. Para ellas, e l Estado provee
beneficios soc iales limitados y discr ecional es como refugios,
alimentos y protecc ió n contra la vio lencia. Para los hombres,
pro cura prove er acce so al pleno e mpleo. Esto representa un
patró n de gé ne ro qu e reprodu ce la bifurcación entre hom-
bre s trabajadores indepe ndientes y mujeres no trabajadoras
depe nd ientes dent ro del Estado de bienestar (Paternan, 1988;

7. Tod as las citas pro vienen de descripciones utilizadas en la "Guía de


servicios sociales 2009", pu blicada por el Ministerio de Desarrollo Social
(citada más arriba).
158 1 P AO ENfES DEL EsrAOO

Orloff, 1993; Fraser, 1989; Gordo n, 1990a; Haney, 1996). Los


hom bres son conce bidos como su jetos que depende n del
mercado laboral, mientras que se construye a las mujeres en
tanto be neficiarias sumisas del Estado.
Los planes soc iales ade más estruct uran relaciones de
gé nero de otro modo. Si ada ptamos el tra bajo de fe ministas
soc ialistas acerca de la imposición por pa rte del Estado del
orden social patriarcal (Go rdo n, 1990a, 1990b), podemos tam-
bién argumentar qu e el Estado -yen particular el Ministerio de
Desarrollo Social- p romu eve la dep enden cia de las mujeres.
Cuando impide el acceso a los refugios y otorga planes so-
ciales insuficient es, e l Estado de manera implícita obliga a las
mujeres a vincularse con un hombre sostén de familia que les
pueda brinda r o un techo o fuentes de ingreso más estables.
La declaración de Norita y tant as otras qu e escuchamos ace rca
de la insuficiencia y la falta de fiabilidad de los fondos sociales
C'No podés depender de es to"; "Si dependiera de esto estaría
[viviendo) en la calle", "Si dep end és de es to, estás muerto ")
cobran ahora un significad o adicional. El Estado parece decir
a las mujeres no solo que tienen que ser pacientes, sino qu e
si dependen de los fondos sociales pa ra llegar a fin de mes
también tienen qu e dep ender de sus maridos o parejas para
obtener techo y co mida. A nivel de la prá ctica del bienestar,
por lo tanto , el Estado sos tiene el patriarcado privado -la
dependencia de cada mujer de un hombre.
Vemos entonces que a nivel de la práctica cotidiana, el
Estado hace algo más qu e simplemente reproducir un tipo
particul ar de relación con los pobres. El trabajo diari o del Es-
tado está estructurado alrededor de las diferencias de género
y a la vez estructu ra la jerarquía de gé ne ro (ve r Mink, 1990;
Nelson, 1990).8

8. 0, e n palabras de Ann Orloff 0999: 323): "La po lítica social tiene un a


impo rtancia simbólica en la defensa o el debil itamiento del orde n de
género.. . El Estado es fundamenta l en cuanto a las relaciones de género,
los supuestos ideológicos y culturales institucionalizados en los programas
estatales configuran las relaciones de género y demás relaciones sociales".

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