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UNIVERSIDAD DE CHILE

Facultad de Ciencias Sociales


Departamento de Antropología
Cátedra: Formación de la Sociedad Chilena
Docente: Rolf Foerster
Ayudantes: Elisa Gaggero, Juan Gaminao, Diego Gilabert, María Mateluna,
Camila Ramírez, Victoria Zamorano

LOS SÍMBOLOS EN LA LUCHA POLÍTICA: ALGUNAS


REFLEXIONES SOBRE EL ESTALLIDO SOCIAL EN CHILE

David Reyes Vergara

Introducción

En el siguiente espacio se presentan algunas reflexiones elaboradas a partir de los


eventos acontecidos en Chile desde el 18 de octubre de 2019, Estallido Social que se expresó
en una multitud de manifestaciones y protestas, a lo largo y ancho del territorio. En las
protestas, se pusieron de manifiesto los problemas, violencias históricas y conflictos
acumulados en los últimos 30 años, en los que un estado vestido de discursos democráticos no
hizo más que prolongar (y profundizar) la herencia de la dictadura de Pinochet.
La desigualdad, las violencias históricas estructurales sobre las que está construido el
Estado de Chile, la privatización de todos los derechos sociales, la desconexión de las esferas
políticas respecto de la cotidianidad de los habitantes del territorio, sumados a la respuesta
represiva y asesina por parte de agentes del Estado, han sido los principales focos de discusión
de estas últimas semanas.
Las siguientes páginas tienen el objetivo a reflexionar sobre una dimensión específica
de lo que hemos vivido como personas/ciudadanos desde el comienzo del Estallido, tanto en
nuestros territorios locales como en manifestaciones públicas de carácter más central, en la
ciudad de Santiago.
En particular, interesa reflexionar sobre ciertos aspectos simbólicos del Estallido, tanto
la masificación de ciertos símbolos específicos durante estas semanas, como el rol que han
tenido ciertas expresiones artísticas y performáticas de protesta, desde Chile y algunas
proyecciones que han tenido lugar en otros contextos y territorios.
El origen de estas reflexiones está en mi propia participación como actor
territorializado, atravesado por mis propias ubicaciones en estructuras coloniales, capitalistas
y patriarcales. En ese sentido, son tan solo una de las interpretaciones posibles de lo ocurrido.
Por esta misma razón, estas reflexiones finalizan con algunas preguntas en torno al rol de las
ciencias sociales y la antropología en los grandes caminos políticos que se han abierto con la
lucha de estas últimas semanas.

Problematización

Los símbolos siempre han sido una parte importante de las manifestaciones políticas, y
representan en muchas ocasiones la condición misma de la vida social. Sin embargo, en estas
semanas, hemos visto cómo han ocurrido ciertos desplazamientos simbólicos, que nos hacen
reflexionar sobre quiénes somos, dónde estamos, y a dónde queremos ir.

A continuación, se presentan tres desplazamientos simbólicos que parecen ser


interesantes, identificando sus características principales. Luego, en el apartado Los simbolos
y las políticas, profundizaremos en algunos elementos que sugieren ser abordados
reflexivamente.

La Wenüfoye en las protestas en Santiago

Desde los primeros días del estallido en Santiago, en protestas, manifestaciones, o


simplemente transitando por la ciudad, colgada de balcones, pegadas en ventanales, llevadas
por ciclistas o automóviles, irrumpió visualmente en el paisaje urbano un símbolo particular,
que hasta antes del 18 de octubre no había gozado de un protagonismo tan masivo. Este
símbolo, la Wenüfoye, bandera adoptada por el Consejo de Todas Las Tierras el año 1992
como bandera de la nación mapuche, se ha multiplicado por la superficie de la ciudad. Aunque
de esto han dado cuenta diversos periodistas y medios de comunicación, sólo es necesario salir
a la calle o revisar las redes sociales para ver el protagonismo que ha cobrado la bandera.

Incluso en días donde las convocatorias a marchar no realizaban llamados particulares


a luchar por la causa mapuche o a demostrar apoyo al pueblo mapuche, la Wenüfoye
ciertamente ocupó y ha ocupado una posición preponderante en las manifestaciones. La gran
mayoría del tiempo, ha sido esta bandera, y no la bandera del estado de Chile, la que más ha
flameado

Cabildos, asambleas y trawün

A los pocos días del comienzo de las protestas, en un intento por darle coherencia
política al movimiento que se desató el 18 de octubre del presente año, se levantaron -en
ocasiones de manera autoconvocada, otras por municipalidades u otras instancias
institucionales- los llamados cabildos ciudadanos. En estos cabildos, mediante distintas
metodologías principalmente participativas, se discutía la contingencia y se redactaron
demandas. Mediante los cabildos se perseguía la participación ciudadana en el proceso, a pesar
de que no fueran vinculantes igualmente fueron (y son) espacios de cohesión social, en los que
confluyen ideas y experiencias.

Me parece interesante reflexionar sobre un evento particular, ocurrido en un territorio


cercano. Luego de dos o tres cabildos autoconvocados en la comuna de Lo Barnechea 1,

1
La comuna de Lo Barnechea, a pesar de ser conocida por contener varios de los barrios más acomodados del
país, es también uno de los territorios internamente más desiguales y segregados. Además de los barrios ABC1
que la han hecho conocida (La Dehesa, Los Trapenses, etc.), existe un centro histórico de la comuna, rodeado de
algunas poblaciones y campamentos. Este sector compone aproximadamente un 30% de la población de la
espacios del cual participé, surgió una discusión breve en una de las reuniones sobre de qué
manera se estaba nombrando el espacio. Diversos vecinos, de manera espontánea y sin mayor
controversia, reconocieron y consensuaron que el concepto de “cabildo” era más bien ajeno a
la realidad compartida. Luego, y sin controversia alguna, una compañera del espacio sugirió
cambiar el nombre de los cabildos por “trawün”, explicando brevemente que se trataba de un
concepto en mapuzugun, argumentando que el concepto significaba “asamblea” o “reunión”,
y que era mucho más pertinente a la realidad del pueblo de Lo Barnechea. La gran mayoría de
los participantes del espacio aceptó el cambio, considerándolo pertinente. Cabe destacar que,
si bien del espacio participan compañeros y compañeras mapuche, el espacio mismo no se
encuentra planteado como un espacio de organización en torno a alguna etnicidad en particular.

Un violador en tu camino

En el contexto del día internacional contra la violencia hacia la mujer, un colectivo


llamado Las Tesis llamó a participar en su performance Un violador en tu camino. Esta
performance es una canción recitada junto con una coreografía fácilmente replicable, de
manera tal que todas las mujeres interpeladas por lo que se dice en la canción puedan aprenderla
y participar. El objetivo de la performance fue el de denunciar no sólo la violación como
problemática hoy para las mujeres, sino también el rol que el Estado y sus instituciones juegan
como cómplices de la impunidad y como perpetradores de la violencia. La coreografía como
la letra de la canción están cargadas de simbolismos que reflejan una problemática transversal,
pero a la vez particular al contexto actual.

Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía es la frase que utilizan para
referirse a la responsabilidad del violador, el violador eres TU. No es raro escuchar o leer
comentarios que cuestionan el porqué estaba donde estaba la mujer cuando fue agredida, pero
sin hacer mención alguna al perpetrador de la agresión. El Violador Eres TU. La culpa no era
mía. El Estado y los pacos2 actúan no sólo como cómplices al no cumplir lo que se espera de
esas instituciones, sino también como perpetradores directos de esa violencia; realidad que se
muestra en la coreografía cuando se hacen sentadillas al enumerar las violencias, haciendo
referencia a los desnudamientos y apremios ilegítimos ocurridos en las comisarías desde el 18
de octubre de manera sistemática. Con esos dos puntos de la performance se ve que ésta nace
de experiencias de lo más generales y transversales a las mujeres a otras más específicas a la
realidad chilena actual.

Ese carácter dual ha permitido que la coreografía y letra sea reproducida en los más
diversos lugares, siendo traducida a una multiplicidad de idiomas y entregándole los acentos
particulares de cada vivencia específica según el territorio. Esto sin perder en absoluto la
intención original de la performance.

Los símbolos y las políticas

Teniendo estos tres desplazamientos simbólicos brevemente descritos, resulta


interesante desarrollar algunas reflexiones que han surgido en estos poco más de dos meses.

comuna. Es desde este sector, donde se vive con crudeza la desigualdad, que se levantan los cabildos, sin una
participación importante de los habitantes acomodados de la comuna.
2
Referencia popular para denominar a la policía nacional: Carabineros de Chile.
La multiplicación de los significados

Resulta interesante que durante estas semanas se haya multiplicado la Wenüfoye como
símbolo en las marchas. Aunque desde la antropología se ha considerado que los símbolos a la
vez condensan y multiplican los sentidos (Turner, 1999), nos parece relevante que en esta
ocasión el símbolo que más se ha visto presente era inicialmente un símbolo asociado a una
etnicidad en particular.

Tras el estallido, la presencia mayoritaria de la Wenüfoye nos hace reflexionar sobre el


rol de los símbolos y su descolonización en el camino hacia otra forma de hacer política. En
una columna reciente, sobre el mismo tema, Fernando Pairicán nos dice:

¿Qué ve la sociedad chilena en [la Wenüfoye]? Tal vez mayor democracia y resistencia.
Pero también, como dijo Jorge Weke, miembro del Consejo de Todas las Tierras para
ese tiempo y actualmente werken del Parlamento de Koz Koz, ve un símbolo de
liberación, de autorreconocimiento, de creer en la unidad dentro de la diversidad, de
respetar, de valorar cada frente de lucha, de valorar cada aporte que hace el mapuche
donde sea que se encuentre. (Pairicán, 2019)

En ese sentido, en estos días se ha demostrado que al menos las personas que se
manifiestan en Santiago, tanto en los lugares emblemáticos de centro (la Alameda, Plaza de la
Dignidad, etc.) como en los diferentes y múltiples territorios, se sienten de alguna manera
conectadas con esa lucha por la liberación, el autorreconocimiento. Si inicialmente el símbolo
podía significar todos estos elementos condensados en un campo específico de significado (el
ser mapuche), tras el estallido hemos visto cómo se han multiplicado los significados y los
campos, ampliándose a algo mucho más abstracto y omnipresente.

Si antes quizás era posible imaginar con algo de pesimismo una “sociedad chilena”
indiferente ante las luchas del pueblo mapuche, desprendida, este desplazamiento simbólico
nos hace al menos reimaginar y volver a pensar en la relación que construyen todos los días los
participantes de esta “sociedad chilena” con aquello que la lucha mapuche implica y significa.
De cierta forma, este paso a la descolonización de los símbolos de lucha nos llama a reconocer
en esa “sociedad chilena” una relación profunda, simbólicamente simétrica con el mundo
mapuche, que las personas no sienten necesariamente en términos de alteridad.

Cómo pensarnos políticamente

En encuentro de las ideas, ad-portas de los cambios sustanciales y a la espera de una


nueva constitución, se nos presenta la necesidad de pensar maneras distintas de hacer el mundo.
La reapertura de un debate sobre cómo habitarse y habitar el mundo, reivindica la lucha contra
un Estado opresor y elitista, que cronológicamente ha presentado mutaciones experimentales
alrededor del mundo guiadas por políticas opresoras, pero que ahora, en su reconstrucción,
necesita volver a mutar desde el pueblo. Es en este espacio de reflexión donde la comunidad
se hace protagonista del relato, y tal como en el desarrollo de un cabildo que decide ser
rebautizado como trawün por sus participantes, la resignificación, según la experiencia de cada
ser, se transforma en una presentación de la identidad política del pueblo, que ahora en una
dimensión demográfica mayor, es consciente de una lucha en contra de la imposición histórica
de los conceptos que respaldaron la opresión del Estado y sus distintas fases.

Parece ser interesante esta resignificación porque una vez más lleva la descolonización
a un campo que es a la vez simbólico y político. En el fondo, creemos que la breve pregunta
hecha por una participante de un cabildo, por “cómo estamos llamándonos”, contiene en sí la
pregunta más expansiva y fundamental, por cómo es la manera en que nos pensamos
políticamente. Desprenderse de nominaciones percibidas como coloniales o burguesas, en un
contexto de híper-desigualdad como lo es Chile, pone la atención sobre cómo las violencias
históricas se han manifestado en el campo de las relaciones sociales interpersonales,
inmiscuyéndose la colonialidad en todas las dimensiones de la vida cotidiana.

Enmarcar a nivel sudamericano lo ocurrido en estos últimos meses, se hace primordial


al entender el funcionamiento de la globalización, y de cómo Latinoamérica a través de los ojos
del sistema capitalista siempre ha sido bosquejada como un pueblo al sur de Estados Unidos,
y que por lo tanto las políticas económicas ligadas a las potencias siempre terminan dando
coletazos hacia esta vasta y compleja región. No debemos olvidar que, con la excusa de una
guerra comercial entre China y EEUU, las economías de los países latinoamericanos se han ido
adaptando al esquema impuesto por estas potencias, y que a la vez reflejan una vez más la
recalcada herencia colonial, que resulta ser la viva imagen de la dicotomía: dominado-
dominador. En medio de una guerra comercial, también cabe destacar la crisis medioambiental
ha detonado en el inconsciente colectivo, la necesidad de mirar hacia el pasado y encontrar
aquellas aristas que han permitido ocasionar el daño a nuestro entorno, asumiendo como
humanos el rol de violadores hacia/con la naturaleza.

El interés por entender una descolonización de nuestra relación con la naturaleza, se


centra en el respeto hacia con nuestro entorno, y de cómo las devastadoras acciones
extractivistas han despojado de nuestra identidad, la empatía hacia lo que estuvo antes que
nosotros. Con urgencia se revela la necesidad de estudiar y comprender el glosario de conceptos
dentro de la descolonización, para así identificarse políticamente a través de un pensamiento
que revoque las practicas deshumanizadoras y desnaturalizadoras, herencias del racismo y el
colonialismo arrasante.

Cabros, esto no prendió

Con esas palabras el ex presidente de Metro, Clemente Pérez, le bajaba el perfil a las
evasiones que llevaban un par de días realizando estudiantes secundarios. Pero prendió, prendió
y “nadie” lo veía venir. De la misma manera, cuando ya se preveía un cese en las
manifestaciones apareció el fenómeno de Las Tesis, que con una performance abierta lograron
reunir a millones de mujeres en muchas partes del mundo en la misma melodía y baile.
Consiguieron confluir la especificidad con la transversalidad de la violencia hacia las mujeres,
de manera tal que convocara a miles y cada una cargando experiencias y vivencias particulares
que pueden verse reflejadas en este actuar colectivo de la performance.

De manera similar a como ocurre con la Wenüfoye, en la performance de Las Tesis se


condensan a la vez que se multiplican los sentidos (Turner, 1999), permitiendo la amplísima e
inesperada convocatoria.

Es en los cuerpos donde sentimos como operan las diferentes formas de violencia y esas
formas son distintas en los distintos cuerpos. La violencia hacia las mujeres opera de diferentes
maneras en distintos contextos. No es el mismo patriarcado el colonial europeo en América, o
el que vemos en la India, o el ejercido en Europa. Aun así, todos esos cuerpos y sentires,
víctimas de la misma violencia operacionalizada de diferentes maneras, del mismo patriarcado
entroncado (Paredes, 2017) con diferentes estructuras, se encuentran en un canto que es lo
suficientemente maleable para recoger la especificidad, pero no tanto como para que se diluya
en una generalidad que no significa nada. El canto logra significar todo, pero sin que eso se
convierta en un no significar nada.

En cada espacio, cada comunidad y mujer, los marcos interpretativos cambian acorde
a la experiencia específica. Eso es exactamente lo que ocurre con Las Tesis. Se realizan acentos
y se cambian frases que se adaptan a esos marcos, se interpreta tanto la realidad como esta
performance según la propia historicidad. La performance busca ser un reflejo de una realidad
que es también interpretada y atravesada por múltiples factores que atraviesan a cada cuerpo
de una manera específica.

Comentarios de cierre

A casi tres meses del 18 de octubre, hemos escuchado y repetido palabras que ya forman
parte de la identidad del movimiento. Las demandas del pueblo han enarbolado un sinfín de
cuestionamientos a una historia que se ha demostrado violenta y desequilibrada para con este
sector de la sociedad. Resulta irrisorio que cierta parte de la ciudadanía aún se sienta
sorprendida ante lo que a nivel global se ha denominado como un despertar, que se responde
en la plenitud de la rebelión contra el patriarcado -por más vieja que parezca la palabra- y a
través de los frágiles argumentos de validación bosquejados por la institucionalidad en crisis.
Impacta, además, el relato que compara el presente con la dictadura cívico-militar, que da
cuenta de una cruda espera de un Chile que ha vivido una transición a la democracia inacabada,
bajo el esculpido lema: No son 30 pesos, son 30 años.

De este contexto no pueden desligarse las ciencias sociales, que en su existencia


institucional han formado parte íntegra del sistema, a veces siendo cómplice de las violencias,
a veces intentando ser una presión efectiva por detener el avance del neoliberalismo. Sin
embargo, no podemos finalizar estas reflexiones sin ponernos a nosotros bajo el lente: como
personas que han participado de las ciencias sociales en general, y de la antropología en
particular, tenemos una posición específica a la hora de observar(nos).

De una u otra forma sentimos un impulso por avanzar hacia formas de aprender y hacer
antropología que construyan saberes y herramientas que no sean perpetradoras ni cómplices de
la violencia, sino al contrario: saberes y herramientas que permitan la construcción de proyectos
políticos capaces de avanzar hacia la autonomía y la justicia. Para eso es necesario seguir
identificando las raíces coloniales, patriarcales y capitalistas de nuestra propia disciplina,
siendo insistentes en recordar algo que a estas alturas puede parecer evidente pero que sigue
siendo un problema y lo seguirá siendo por mucho tiempo más: nuestra propia epistemología,
actualmente, no se piensa a sí misma en un marco de simetría respecto a saberes que no sean
científicos, ni eurocéntricos, ni androcéntricos. Y hasta que no caminemos de manera
comprometida y efectiva hacia desjerarquizar, despatriarcalizar y descolonizar nuestros
propios lentes, seguirá nuestra disciplina siendo cómplice, una vez más.

El debate de la sociedad civil demanda el reconocimiento de la crisis neoliberal, que


guarda en sus raíces las principales fracturas opresivas para con el pueblo latinoamericano.
Para entenderlo, se hace necesario evocar hacia un pasado precolombino que gestó sus luchas
en base a sus propias problemáticas, pero que vieron mutiladas con la preponderancia del
colonialismo. Un colonialismo que impulsa una sistematización del racismo y que bifurca el
desarrollo de nuestra historia modificada, a tal punto de casi omitir la herencia de la
ancestralidad; un colonialismo que permite un entronque patriarcal, fundiendo tradiciones que
ejercen una violencia geométrica (Viveros, 2016) sobre las mujeres, ya que “las
relaciones sociales generan experiencias que no pueden ser divididas secuencialmente porque
se coproducen mutuamente” (p. 8).

Los roles impuestos y las relaciones desiguales del colonialismo y el patriarcado, han
otorgado finalmente a la memoria histórica la imagen conceptual del yugo, que reproduce la
dicotomía del dominador-dominado, dominador-dominada. Dentro de este margen, la
alienación de la sociedad ha desestimado la autonomía del pensamiento, dejando así en
desventaja el redescubrimiento de una identidad que ha sido despojada. Este conjunto de
acciones, históricamente han atendido a una lógica deshumanizadora, y que, de forma
inaplazable, está siendo ahora criticada y emplazada por los mismos sujetos históricos que
viven esa violencia: sea a través de un pensamiento decolonial o antipatriarcal, la lucha ha
cobrado una multiplicidad de aristas, para enfrentar una multiplicidad de violencias. En este
sentido, los ideales-tipo que Araujo (2016) identifica en su libro El miedo a los subordinados:
una teoría de la autoridad, clarifica la historias de las políticas institucionales chilenas a través
de un análisis retrospectivo ciertamente tangencial: existe una constante, el miedo a los
subordinados, por lo que, la desconfianza con respecto a quienes deben acatar las órdenes, y
de cuya obediencia depende el mantenimiento del orden y la estabilidad del status quo, es lo
que empuja a quienes realizan el ejercicio de mando a tomar una postura autoritaria (Lorca,
2016). La persistencia de un plano autoritario vivenciado en Chile durante toda su historia
republicana (y con mayor fuerza en estos meses), situación simbolizada de diversas formas y
cristalizadas en numerosas resistencias, hacen que una de las mayores batallas que tenemos en
el corto plazo sea el periodo que se inaugura en marzo del presente 2020. Ante el próximo
plebiscito que deja en manos de la ciudadanía la capacidad de revocar la actual Constitución
redactada en dictadura, y también sobre el método para la realización de una nueva, el llamado
es a no bajar los brazos, y continuar hasta que la dignidad se haga costumbre.

Referencias

Araujo, K. (2016). El miedo a los subordinados: una teoría de la autoridad. LOM ediciones.

Cabnal, L. (2016). ENTREVISTA | Lorena Cabnal, feminista comunitaria indígena maya-


xinka. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=1Wo-JK4Uddk&t=223s

Lorca, A. (2016). El miedo a los subordinados. Una teoría de la autoridad, de Kathya Araujo.
Revista de Historia y Geografía N.º 34 / 2016 • 189 - 193

Pairicán, F. (2019, 4 de noviembre). La bandera Mapuche y la batalla por los símbolos. Ciper
Chile. Recuperado de https://ciperchile.cl/2019/11/04/la-bandera-mapuche-y-la-batalla-por-
los-simbolos/

Paredes, J. (2017). El feminismo comunitario. La creación de un pensamiento propio. Corpus


7 (1). Recuperado de https://journals.openedition.org/corpusarchivos/1835

Turner, V. (1999). La selva de los símbolos. Siglo Veintiuno: Madrid, España.

Viveros, M. (2016). La interseccionalidad: una aproximación situada a la dominación. Debate


Feminista, 52, pp. 1-17. Recuperado de https://ac.els-cdn.com/S0188947816300603/1-s2.0-
S0188947816300603main.pdf?_tid=dbcbbbca9f214a7d9ccdc4862a3b0547&acdnat=1545008
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