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REVISTA IBEROAMERICANA DE PSICOLOGÍA: CIENCIA Y TECNOLOGÍA 7(1), 115–124, JUNIO 2014

FACTORES ASOCIADOS A LA VIOLENCIA:


REVISIÓN Y POSIBILIDADES DE ABORDAJE1
CÉSAR ANDRÉS GÓMEZ ACOSTA*
FUNDACIÓN UNIVERSITARIA SANITAS, BOGOTÁ, COLOMBIA

Recibido: 4 de octubre de 2013


Aprobado: 25 de diciembre de 2013

Para citar este artículo:


Gómez, C. (2014). Factores asociados a la violencia: revisión y posibilidades de abordaje. Revista Iberoamericana de
Psicología: Ciencia y Tecnología, 7(1), 115-124.

Resumen
En este artículo se presenta un análisis de varias investigaciones relacionadas con los aspectos biológicos, psicológicos,
sociales y estructurales de la violencia en un marco integrador de acuerdo a una perspectiva bio-psico-social (factores
personales-individuales, factores del contexto social y los factores ambientales), señalando algunas maneras efectivas
que a partir de la disciplina psicológica se puede considerar tanto para la promoción del buen trato como la prevención,
la intervención y la formulación de programas integrales desde un enfoque ecológico.
Palabras clave: Violencia, factores biológicos, factores psicológicos, factores sociales

FACTORS ASSOCIATED WITH VIOLENCE:


A REVIEW AND POSSIBLE APPROACH
Abstract
In this article an analysis of several studies related to biological, psychological, social and structural aspects of violence
occurs in an integrative framework according to a perspective bio-psycho-social (personal-individual factors, social
context factors and environmental factors), noting some effective ways that from the psychological discipline can be
considered both for the promotion of good treatment as prevention, intervention, and formulation of comprehensive
programs from an ecological approach.
Key words: Violence, biological factors, psychological factors, social factors

Los comportamientos agresivos se han transforma- de cada grupo humano, así como la descripción de
do desde una función meramente adaptativa (atada quien(es) ejerce(n) la violencia y en qué circunstan-
a la supervivencia) hacia formas violentas asociadas a cias (Organización Panamericana de la Salud –OPS-,
una falta de control inhibitorio (De Boer, Caramaschi, 2002). A esto se le suma que la violencia no consiste
Natarajan, & Koolhaas, 2009), que incluye conductas únicamente en una reacción momentánea o un sín-
antisociales y oposición a las normas y valores estable- toma psicopatológico, pues necesita de toda una es-
cidos culturalmente, causando trastornos en el desa- trategia conductual (Andrés-Pueyo & Redondo, 2007).
rrollo y anormalidades psicológicas (Krug, Dahlberg, Por tanto, para calificar a un comportamiento como
Mercy, Zwi, & Lozano, 2003) que pueden ser preve- violento se deben considerar tanto las experiencias
nibles. Sin embargo, los comportamientos agresivos subjetivas de los implicados como la posibilidad de
han resultado fundamentales en la gran mayoría de las compartir una serie de características transculturales
revoluciones históricas documentadas (Dajas, 2010). que permitan su medición y comparación.
Determinar si un acto es violento o no es una tarea Ante este panorama tan complejo, Krug et al.
compleja, teniendo en cuenta las diferencias históri- (2003) clasifican la violencia en tres tipos: a) intrafa-
cas (sociales y familiares), normativas y conceptuales miliar; b) de pareja, y c) comunitaria. También se toma

1
Este artículo es producto del grupo de investigación Psychology and Health Sanitas – Fundación Universitaria Sanitas.
* Psicólogo, Especialista en Psicología Educativa y Magíster en Psicología. Docente investigador de la Fundación Universitaria
Sanitas. Correo electrónico cesagomez@unisanitas.edu.co

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como criterio de clasificación si la agresión se desarro- nificados con connotación denigrante) y el uso de di-
lla dentro o fuera del hogar, y si la violencia es auto- versas armas, las cuales amplifican el poder coercitivo
infligida (que incluye el suicido e intentos asociados y y la contundencia de cualquier agresión. Según Lorenz
la antoflagelación) o colectiva (la cual es desarrollada (1966) los sapiens no cuentan con mecanismos inna-
por grandes grupos por motivos sociales, políticos o tos que impidan asesinar a un individuo de su misma
económicos). Muchas de estas violencias son natura- especie, aunque este mismo autor denota que si es po-
lizadas en los entornos cotidianos, por lo que sencilla- sible aprender a “redirigir” dichos impulsos agresivos
mente no son registradas (Finkelnor & Ormrod, 2001). a través de un control social permanente para evitar
A esto se le suma, según Castro y Gómez (2010) el “estallidos incontrolables de violencia”. Ante este pun-
alto grado de subjetividad con el que se interpreta un to de vista Palacio (2003), señala que dicho modelo de
hecho violento. Lorenz es insuficiente para explicar la gran variedad de
El análisis que sigue muestra en un solo artículo conductas asociadas con las violencias, como los ges-
los factores que empíricamente se han demostrado tos y las expresiones verbales, señalando además que
asociados con la realización de conductas violentas; a pesar que los comportamientos agresivos pueden
para tal fin se ha postulado la siguiente clasificación: ser similares entre especies, pueden haber evolucio-
a) factores asociados a condiciones biológicas, b) fac- nado por sometimiento a presiones evolutivas diferen-
tores relacionados con aspectos psicológicos, y c) fac- tes. En suma, dentro de este enfoque, es importante
tores vinculados a las condiciones estructurales y del comprender la violencia analizando a profundidad el
contexto social inmediato. S e plantea la hipótesis que comportamiento tanto de los animales como el de los
estos últimos mantienen una influencia significativa en grupos humanos en un marco evolutivo mediado por
la expresión de los dos primeros tipos de factores a tra- contextos sociales.
vés de condicionar la posición socioeconómica, el ni- Continuando con las explicaciones biologicistas
vel educativo, la ocupación, el ingreso y otras variables de la violencia, las evidencias de la epigenética repor-
sociales, las cuales a su vez establecen condiciones tan que la falta del gen que codifica a los receptores
para una mayor vulnerabilidad para realizar compor- 5HT 1A y 5HT 1B del neurotransmisor serotonina se
tamientos violentos o para ser victima de los mismos relaciona con mayor impulsividad (Gil – Verona et al.,
(Braveman, Egerter, & Willams, 2011). No obstante, se 2002; Siever, 2008); también se ha documentado que
advierte que el presente documento solo aborda unos una baja expresión del gen MAO-A implica reducción
elementos de referencia de la gran cantidad de mate- del volumen en el sistema límbico, e hiper-reactividad
rial publicado en estas áreas. de la amígdala y del hipocampo durante estímulos
emocionales, condición asociada a comportamientos
Factores biológicos violentos (Meyer-Lindenberg et al., 2006). Así mismo,
Muñoz (2004) relata que varones con marcadores
Desde la etología se postula que el análisis del cromosómicos XYY (Rutter, 2000), sumado a otros
comportamiento animal puede ser relevante para la factores de tipo ambiental y social podrían explicar
comprensión de la violencia en humanos, ya que los la tendencia a ejercer conductas antisociales, mas no
mecanismos de agresión que comparten humanos y pueden explicar a profundidad los motivos que subya-
animales obedecen, en principio, a las mismas necesi- cen a dichas conductas, ya que los agentes que provo-
dades y son producto de la selección natural (Palacio, can las lesiones muchas veces manifiestan su influen-
2003). Por ejemplo herir de gravedad o matar a los cia tras años de acumulación (Gallardo-Pujol, Forero,
otros (que implican comportamientos violentos delibe- Maydeu-Olivares, & Andrés-Pueyo, 2009).
rados) reduce la capacidad de respuesta de los adver- Desde la neurofisiología se ha asociado la eficien-
sarios, permitiendo el acceso y control a los recursos cia de la recaptación de serotonina con la regulación
disponibles; dicha hipótesis es reforzada por las obser- de la emoción y reducción de los impulsos agresivos,
vaciones hechas a tribus como los Andamanes, quie- inhibiendo regiones cerebrales como el hipocam-
nes conservan estilos de vida similares a los descritos po, los núcleos de rafe y el puente periacueductual
sobre los grupos del paleolítico (Kelly, 2005). (Nelson & Trainor, 2007; Pfaff, Kavaliers, & Choleris,
Las muestras conductuales humanas de la violencia 2008); así mismo Davidson, Putnam y Larson (2000)
presentan una gran variedad de formas, ya que en esta señalan que la teoría serotonérgica ha mostrado que la
especie evolucionaron manifestaciones verbales (sig- conducta violenta está ligada a la reducción del nivel

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de receptores 5HIAA en el Líquido Céfalo Raquídeo abriría la posibilidad de respuestas motoras desinhibi-
(LCR). Adicionalmente se documenta que el uso de das e impulsivas.
benzodiacepinas, barbitúricos y alopregnanolona pro- Sin duda, niveles elevados de noradrenalina en la
ducen un efecto de U invertida, en donde dosis o muy amígdala provocados por el estrés asociado a eventos
pequeñas o muy altas se relacionan con baja propor- violentos son claves en los procesos de consolidación
ción de conductas agresivas (Nelson & Trainor, 2007), de memoria y en alteraciones permanentes de la reac-
así como el aumento del GABA y de su aminoácido tividad amigdalina (Roozendaal, McEwen, & Chattarji,
precursor han sido vinculados con el incremento de 2009); los sujetos con esta condición presentan dificul-
conductas agresivas (Lee & Gammie, 2009); por últi- tades en sus competencias inhibitorias conductuales
mo, se reporta que la potencialización noradrenérgica y cognitivas, potencializándose a futuro la tendencia
contribuye a una mayor movilización de glucosa y a a comportarse violentamente (Calzada, 2007); esto
un incremento de la vasoconstricción y de la respuesta también ha sido demostrado por Caspi et al. (2002),
cardíaca, lo cual aumenta la propensión a reacciones quienes encontraron que los sujetos con una versión
violentas en individuos caracterizados por una agresi- disfuncional del gen responsable de la síntesis de la
vidad impulsiva (Dajas, 2010). monoamino-oxidasa A (MAO-A), y que tuvieron una
Se ha establecido una fuerte relación entre los an- historia de maltrato frecuente en la niñez, evidencia-
drógenos y la ocurrencia de agresiones relacionadas ron una mayor tendencia a comportarse de manera
con la posibilidad de asegurar la reproducción y el agresiva en la vida adulta.
control del territorio (Gil – Verona et al., 2002; Moya- En suma, si bien hay un importante cantidad de evi-
Albiol, 2004); al respecto, Ramírez (2006) encuentra dencias empíricas que enfatizan en lo elementos ana-
que la presencia de altos niveles de testosterona en tómicos y fisiológicos asociados a la violencia, a futuro
hombres correlaciona con mayor actividad de los sis- las investigaciones en el área sugieren que incluso las
temas hipotálamo - gonadal e hipotálamo - suprarre- pautas comportamentales más sencillas están bajo un
nal, que coincide ampliamente con el aumento del complejo control neuro-hormonal en interacción mu-
comportamiento agresivo ante situaciones análogas a tua (Ramírez, 2006). Según esto, parece improbable
las ya citadas. que en un individuo una sola sustancia química (un
Por otra parte, los estudios anátomo - funcionales neurotransmisor o una hormona específica) o una es-
de PET y SPECT de asesinos predatorios en edad adul- tructura anatómica aislada sean las responsables del
ta muestran reducción de la tasa metabólica frontal desencadenamiento o modulación de cualquier com-
bilateral (Nelson & Trainor, 2007), y en la región or- portamiento violento; más aún, el propio comporta-
bitofrontal (Calzada, 2007), así como atrofia en el ló- miento agresivo puede retroalimentar la bioquímica
bulo temporal, la amígdala y el hipocampo (Barkataki, general del organismo.
Kumari, Das, Taylor, & Sharma, 2006); dichos estudios
también señalan que buena parte de los adolescentes Factores de tipo psicológico
se encuentran consolidando tanto las estructuras pre-
frontales del cerebro asociadas con los procesos de Las posturas psicológicas frente al tema postulan
autorregulación social, emocional y cognitiva (Cros- posiciones divergentes con relación a los determinan-
noc & Johnson, 2011), y las áreas relacionadas con tes de la violencia. En las líneas que siguen se intenta-
el sistema de recompensa (Oliva & Antolín, 2010), rán recopilar diferentes aproximaciones teóricas en el
siendo ambas funciones directamente implicadas en área.
la expresión del comportamiento violento. Desde una perspectiva conductual Juárez, Dueñas
La agresión impulsiva se relaciona con la falta de y Méndez (2006) señalan que los comportamientos
inhibición de la corteza orbitofrontal sobre la amíg- violentos obedecen a los estímulos antecedentes se-
dala, de forma que una disminución de la actividad leccionados por sus consecuencias, variando según la
serotonérgica correlaciona con agresión impulsiva (Al- frecuencia, la duración y la forma de presentación, tal
cázar-Córcoles, Verdejo García, Bouso-Sainz, & Besus- que si estas son positivas, se incrementa o al menos
Saldaña, 2010); en consonancia con lo anterior, Dajas se mantiene el comportamiento violento (Dodge &
(2010) propone que la disfunción prefrontal de los Schwartz, 1997); además, la ocurrencia de conductas
individuos violentos resultaría en una falla de la inhibi- violentas y las consecuencias asociadas se matizan
ción regulatoria de la activación límbica-amigdalina, y con aspectos de la víctima y del agresor como la edad,

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el sexo, la personalidad, la percepción del soporte so- Desde una perspectiva patogénica de la salud men-
cial y emocional, y las características situacionales pre- tal, situaciones como los trastornos de ansiedad y de
sentes en la manifestación de una conducta violenta depresión, una pobre autoestima, el déficit de aten-
(Juárez, 2003). ción-hiperactividad, la impulsividad, la toma de ries-
Por otro lado, desde el cognoscitivismo se postu- gos, las percepciones y razonamientos inapropiados,
lan guiones “violentos” aprendidos en la niñez que así como una mayor inestabilidad emocional han sido
median la interacción entre los factores biológicos, el relacionados con conductas violentas (Mestre, Sam-
entorno físico y el contexto social (Huesmann, Moise- per, & Frías, 2002). Además, es evidente que los indivi-
Titus, Podolsky, & Eron, 2003; Huesmann & Taylor, duos violentos muestran un deterioro cognitivo signi-
2006); según este modelo, las personas violentas pre- ficativo en atención, memoria y funciones ejecutivas,
sentan retrasos de desarrollo (evidenciado en la veloci- que explica su dificultad para monitorear y controlar
dad de procesamiento de información social, la efica- su conducta de una manera adecuada (Arias & Ostros-
cia de la codificación, pocas habilidades de búsqueda ky-Solís, 2008). Sin embargo, Hoaken, Shaughnessy y
heurística, entre otras competencias), y se perciben Pihl, (2003) sugieren que en lugar de la impulsividad,
con baja auto-eficacia para ejecutar comportamientos son las dificultades para procesar la información social
pro-sociales; también sugiere que estos sujetos proba- las que pueden estar afectando la relación entre fun-
blemente han codificado un mayor número de guio- ciones ejecutivas y actos violentos.
nes agresivos e interpretan las señales ambiguas como Adicionalmente, los desórdenes de personalidad
hostiles; así, la interpretación de los sucesos ocurridos, descritos en los manuales diagnósticos CIE -10 (Orga-
la autoeficacia percibida para responder agresivamen- nización Mundial de la Salud -OMS- , 1992) y DSM
te en determinada situación, y la comparación de IV revisado (American Psychiatric Association, 2002)
potenciales respuestas frente a los estándares auto- como el trastorno de personalidad oposicionista - de-
rreguladores, son importantes para la solución de un safiante (Arroyave, 2012), y el trastorno disocial (Vi-
problema usando la mediación del conflicto o usando dal, Acosta, & Galindo, 2004), así como los trastornos
la violencia. paranoide, esquizoide, esquizotípico, antisocial, límite,
El propio Bandura (2001) postula en su teoría cogni- narcisista, histriónico, dependiente y sádico (Esbec &
tiva-social que las personas responden de manera agre- Echeburúa, 2010), han correlacionado positivamente
siva de la misma manera que adquieren otras formas con alta tendencia a la violencia.
de comportamiento social, es decir, probablemente Desde la psicología social, la violencia es consi-
han sido víctimas desde la niñez de hechos concretos derada como un conjunto de expresiones agresivas
de violencia (Cuevas & Castro, 2009), aprendiendo a condicionadas por aspectos históricos, sociales y
responder de manera violenta ante eventos nocivos o culturales, incluyendo desde las violencias colectivas
frustrantes (Buvinic, Morrison, & Orlando, 2005; Esté- hasta violencias relacionadas con las autolesiones
vez, Martínez, Moreno, & Musitu, 2006; Fondo de las y el suicidio (Durkheim, 1990). Según Domènech y
Naciones Unidas para la Infancia –UNICEF-, 2006); o Iñiguez (2002), cualquier acto violento se ubica ne-
vicariamente mediante la observación de modelos pa- cesariamente en el contexto de interacciones interper-
rentales o provenientes de los medios masivos de co- sonales e intergrupales, obedeciendo siempre a unas
municación (como buena parte de los dibujos anima- atribuciones coercitivas en el ejercicio del poder, a
dos, las películas de acción, los videos musicales y los unos significados construidos socio-históricamente, a
videojuegos de entretenimiento), en los que al incurrir una valoración subjetiva de los actores implicados y a
en actos agresivos se obtienen recompensas positi- unas consecuencias tanto esperadas como imprevis-
vas y se evitan consecuencias adversas; los niños con tas. Esta postura exige una comprensión de todos los
una fuerte predisposición agresiva tienden a ser más discursos que convergen en determinada situación,
influenciables a la reproducción de tales conductas, en una dinámica procesual, muchas veces progresiva,
en la medida en que se identifican con los personajes donde la agresión física es uno de los eslabones de
que ejercen violencia (Holtz et al., 2011; Huesmann, una cadena precedida por las desigualdades y amena-
Moise-Titus, Podolsky, & Eron, 2003); así, el compor- zas que inevitablemente redundan en consecuencias
tamiento violento permanece bajo el control tanto de para victimarios y víctimas. En ese orden, una historia
las consecuencias ambientales y sociales, como de los transversalizada por relaciones de dominación y des-
procesos internos de autorregulación. igualdad configura arquetipos dispuestos a actuar vio-

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lentamente contra las personas o contra sí mismo, en cente, predisponiéndolo a asumir conductas violentas.
tanto dicha agresión sea una forma legitimada social- De igual manera, se presume que las instituciones
mente (Bautista, 2010). educativas donde existe una organización precaria,
La psicología social también critica la visión “pa- con alta rotación docente y con poca participación
tologicista” que se ancla en la descripción clínica de de los padres en el proceso educativo suelen registrar
anormalidades relacionadas con la violencia (como las mayores niveles de violencia en sus estudiantes (Justi-
descritas arriba), argumentando que la gran mayoría cia et al., 2006). Aspectos como los modelos negati-
de actos violentos son cometidos por personas fun- vos del profesorado, las expectativas del estudiantado
cionales en los contextos en los que se desenvuelven particularmente bajas o muy altas e insatisfechas, un
y que se comportan normalmente de manera amable sistema de solución de conflictos inadecuado y una
en la cotidianidad, pero que ante determinadas ideo- enseñanza no motivadora para los alumnos pueden in-
logías con las que los sujetos se identifican, como son cidir en unos vínculos débiles de parte del joven hacia
los imaginarios que se construyen alrededor de las la institución, aumentando la probabilidad de la apari-
percepciones sobre peligrosidad, exclusión o injusticia ción de conductas violentas (Gómez et al., 2007). Así
(Martín-Baró, 2003), ó las creencias y prejuicios esta- mismo, muchas veces no se incurre en una confronta-
blecidos frente a los diferentes grupos sociales, ejecu- ción directa, sino que se envía a la contraparte varios
tan comportamientos violentos de toda clase. mensajes con un elevado contenido de violencia sim-
bólica (Sato, 2010).
Factores del contexto social inmediato Se admite además la importancia de factores como
la unión de individuos en pandillas que acogen a ni-
En los ámbitos donde crecen los niños y los ado- ños, adolescentes y jóvenes que huyen de sus casas
lescentes se ha naturalizado la violencia y los medios buscando protección e identificación, grupos que re-
coercitivos, punitivos y agresivos en la interacción curren continuamente a la violencia para conseguir
como una forma de disciplinar, de defenderse y de sus objetivos, y que valoran positivamente la conducta
poner límites (Potocnjak, Berger, & Tomicic, 2011), en violenta de sus miembros (Moya-Albiol, 2004).
relación con las variables políticas, históricas y cultura- Ahora, con relación al género se encuentra que los
les; según Chaux (2003), la mayoría de niños y adoles- varones se muestran más proclives a comportarse de
centes que no aprenden a resolver conflictos de mane- manera violenta, ya que existen elementos mediado-
ra pacífica se inclinan hacia el aislamiento y evitación res de esta tendencia como los rezagos del patriarca-
de situaciones sociales (asumiendo una condición de lismo (Salas-Menotti, 2008) para inculcar el respeto y
vulnerabilidad), o buscan la forma de imponer sus ob- el restablecimiento de la autoridad masculina en los
jetivos sin importar el mecanismo (en calidad de posi- hogares (García, 2008), aspecto que concuerda am-
bles victimarios). pliamente con los registros de violencia intrafamiliar e
El ejercicio de conductas antisociales está determi- interpersonal colombianos (Instituto Nacional de Me-
nado por la interacción de las características intrínse- dicina Legal y Ciencias Forenses, 2012), e internacio-
cas del individuo con las influencias provenientes de nales (Krug et al., 2003). Sin embargo, es posible que
los diferentes grupos humanos. En consonancia con las mujeres actualmente muestren niveles crecientes
ello, la familia es quizás el mayor proveedor de mo- de comportamiento violento (Gómez, 2012), fenóme-
delos conductuales violentos (Muñoz, 2004), en tanto no que puede estar asociado a una forma de proteger-
dichas familias presenten fallas en el establecimiento se y de reafirmar sus derechos, con plena legitimación
de pautas de comportamiento, bajo nivel de interac- en los contextos sociales en los que ellas se desenvuel-
ciones positivas, pobre supervisión parental y ejerci- ven (Torres, 2009).
cio de la autoridad inadecuado (coercitivo o inconsis-
tente), todas situaciones relacionadas con déficits en Factores estructurales
habilidades sociales y de resolución de conflictos, así
como un manejo emocional inadecuado (Estévez, et En los análisis de la situación en salud se concluye
al., 2006); la calidad de las relaciones es fundamental, que la ocurrencia de un acto violento es solo “la punta
ya que la percepción de falta de apoyo, y la ausencia del iceberg”, pues más allá de esto existen unos de-
de comunicación asertiva influyen negativamente en terminantes que se manifiestan (muchas veces de ma-
las relaciones que posteriormente establece el adoles- nera negativa) en la salud mental de la población. La

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violencia no es ajena a los determinantes estructurales, Algunas respuestas de la Disciplina Psicológica diri-
pues toma diversas formas de expresión de acuerdo gidas a la violencia interpersonal
con los lugares, las situaciones y los sujetos implicados.
Por esto, para comprender cualquier comportamiento Reconociendo que la violencia es una problemá-
violento en general, se parte de las interacciones exis- tica transdisciplinaria, sin duda la psicología puede
tentes entre individuos (con sus particularidades bioló- desempeñar un importante papel en la prevención y
gicas y psicológicas) en un contexto producto de las en la intervención tanto de las víctimas como de los
condiciones estructurales de la historia y la sociedad victimarios (Andrés - Pueyo & Redondo, 2007); a nivel
(López, 2006). preventivo, desde una perspectiva neuropsicológica
Es durante la evolución de las civilizaciones y so- se señala que la realización de evaluaciones de niños
ciedades que (paradójicamente) a través del uso del y adolescentes en riesgo de conducta delictiva permi-
lenguaje y de las armas se pone límites a los impulsos tirían un diagnóstico temprano de déficits en CI verbal
agresivos para garantizar el respeto a la vida y bienes- y funciones ejecutivas, variables que están estrecha-
tar de los grupos. Son ejemplos de ello civilizaciones mente ligadas a diversos problemas de conducta anti-
como la griega o la romana que protegen a sus ciuda- social en la adultez (Causadias, Zapata, Barb, Sánchez,
danos a partir de la divulgación y ejercicio de los de- & Britton, 2010).
rechos del conquistado, las religiones judeo- cristianas En el mismo marco preventivo, y de acuerdo con
(priorizando el sentimiento de culpa en el comporta- Diaz-Aguado (1999) es necesario insistir en la creación
miento humano como método de control) y la revolu- de condiciones locales para la desnaturalización de la
ción francesa (donde se declara la libertad e igualdad violencia, rompiendo la transmisión intergeneracional
en derechos y deberes de cada individuo), entre otros de este flagelo a través de la creación y mantenimiento
movimientos históricos. Pero dichos ejemplos tienen de sistemas de protección y desarrollo de una identi-
en común que dependen más del contexto social e dad tolerante (que incluya la aceptación de diferencias
histórico (De Waal, 2000), que de patrones filogenéti- de sexo, credo, religión, raza o afiliación política, entre
cos de la especie. otras), de la potenciación de la censura social de todo
Factores como un sentimiento hedonista cuya acto violento y de la facilitación de los mecanismos
fuente del placer basada en la satisfacción de condi- pacíficos de solución de conflictos. Esto puede llevar-
ciones materiales con un mínimo costo, ignorando se a cabo a partir de programas basados en los su-
la prevalencia de los intereses comunitarios (Gallo, puestos de la investigación-acción como los referidos
2012), la anomia (entendida como el deterioro de los por García (2003), o los programas preceed-proceed
lazos sociales, de acuerdo con Parales, (2008), la ig- como los utilizados por Flórez-Alarcón (2002); García,
norancia de la corrupción, la legitimación de la ilega- Owen y Flórez (2005) y Caballo, Calderero, Carrillo,
lidad, la reducción de la participación ciudadana, el Salazar y Irurtia (2011) que promocionan y refuerzan
deterioro del sujeto político, y la impredecibilidad de la ocurrencia de conductas prosociales y la resolución
los contextos sociales, hacen que ciertos actores se adecuada de conflictos.
sientan excluidos y se comporten violentamente como En el ámbito terapéutico conviene el desarrollo de
protesta ante el no acceso a derechos que se supone intervenciones psicoeducativas cuyo énfasis es la re-
están garantizados por los Estados (García & Guerre- ducción del riesgo asociado a las conductas delictivas
ro, 2012). Esta situación se agudiza debido a lo que evidenciadas (Redondo & Andrés-Pueyo, 2007). De
algunos autores (Bauman, 2002; Luciani, 2010) iden- acuerdo con Andrews y Bonta (2006), las intervencio-
tifican como la debacle de las instituciones que carac- nes psicológicas han pretendido incidir en la reduc-
terizaron históricamente la modernidad (la familia, la ción en alguna de los siguientes factores de riesgo:
democracia, la escuela y el trabajo), convergiendo en a) las cogniciones antisociales, b) las redes y vínculos
una “crisis de sentido”, donde para muchos Estados es prodelictivos, c) la historia individual, y d) los rasgos de
difícil garantizar los derechos mínimos de las personas, personalidad antisocial. Dicho abordaje se logra con la
y donde se invisibilizan las formas de violencia con formación de competencias sociales, involucrando el
argumentos basados en valores ideológicos como la reforzamiento positivo y el moldeamiento de conduc-
protección, la seguridad, el amor y la responsabilidad tas deseables, la extinción de hábitos desadaptativos,
(Castro & Gómez, 2010). la enseñanza de conductas alternativas, el estableci-
miento de contratos conductuales y el entrenamiento

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en habilidades sociales, así como técnicas de reestruc- continúen haciendo investigaciones que brinden ma-
turación cognitiva, resolución de problemas, regula- yor soporte empírico acerca de cómo convergen los
ción de la ira, reinterpretación de situaciones sociales, factores citados para que se presente o se inhiban los
entrenamiento en relajación y afrontamiento (Redon- comportamientos violentos.
do, 2007). Por otra parte, la Psicología y sus diferentes vertien-
Por último, el psicólogo puede (y debe) coadyu- tes deben contribuir en la prevención e intervención
var en la creación de políticas públicas que desde una ante las diferentes formas de violencias identificadas,
perspectiva ecológica se enfoquen hacia la transfor- así como en la creación de escenarios posibles de
mación de las condiciones que enmarcan los procesos construcción de paz (Vaca & Rodríguez, 2009); tanto
de subjetivación (Parales, 2010), contemplando los as- en el primer como en el segundo encargo, es clave en-
pectos biológicos, cognitivos, conductuales y sociales tender que, a pesar que existan algunos determinantes
frente a la prevención e intervención de la violencia. biológicos que predisponen a la especie a conductas
Sin duda, en dicha construcción se debe analizar el agresivas, los seres humanos se caracterizan por su ca-
papel de cada uno de los actores (incluyendo al pro- pacidad de aprendizaje, característica que indudable-
pio profesional), construir el problema relacionando mente se puede aprovechar para la construcción de
el nivel de estructuración del mismo, su valor político sujetos, familias y sociedades agentes de la paz (Díaz-
para el contexto social abordado, y revisar qué tanto Aguado, 1999). En ese orden, la psicología debe con-
la resolución de dicho problema puede arrastrar alter- templar estrategias costo-efectivas de promoción de
nativas de resolución de problemáticas adyacentes, conductas prosociales y de prevención de conductas
proyectando aspectos como los cálculos de viabilidad, violentas como las comentadas que involucren aspec-
la evaluación de la efectividad, y la articulación cohe- tos como el incremento en la capacidad de definición
rente entre las acciones propias del proyecto y las de y comprensión de un problema (tanto para casos in-
otras instancias, de manera que afecten a las estructu- dividuales como de comunidades), las consecuencias
ras sociales, el sistema de creencias y los medios de que representaría una reacción violenta y la imple-
comunicación masiva que permiten o hasta incitan (en mentación de estrategias adecuadas para su resolu-
tanto macrosistemas) la conducta violenta en general. ción (Clarke, 2006), la intervención individual y grupal
de víctimas y victimarios (preferiblemente basadas en
Conclusiones protocolos teórica y empíricamente validados), y una
fuerte contribución en la elaboración, postulación, eje-
En lo revisado hasta aquí existe consenso frente a cución y evaluación de propuestas para el estableci-
que el comportamiento violento es generado por fac- miento de políticas públicas dirigidas específicamente
tores biológicos, psicológicos y sociales que interac- a la atención integral de la violencia.
túan simultáneamente, aun cuando no se ha podido
establecer cuál es el peso específico de cada grupo de Referencias
factores (Díaz, De la Peña, Suarez, & Palacios, 2004).
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