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UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL

FACULTAD DE EDUCACIÓN
LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA Y PEDAGOGÍA
DEMOCRACIA Y ESCUELA

Reseña: RANCIÈRE, J. (1996) El desacuerdo. Política y filosofía, Buenos Aires: Ediciones Nueva
Visión. Capítulo: Democracia o consenso.

Rancière en su libro, El Desacuerdo. Política y filosofía, y específicamente en el capítulo


denominado: Democracia o consenso, nos permite comprender la naturaleza contradictoria presente
en la democracia consensual. Esta contradicción está delimitada por la manera en que siempre se ha
instaurado la democracia a través de la coerción y no del consenso. En este sentido, nos describe por
medio de paradojas las características elementales de la también denominada posdemocracia,
incluyendo imperativos acerca del “triunfo de la democracia asociado al hundimiento de los sistemas
totalitarios” o de “la justicia y eficacia” y “el triunfo como régimen político” Existe pues a partir de
estas paradojas una delimitación del concepto mismo de democracia, en donde está presente incluso
una duda frente a sí misma en tanto es apropiada por discursos como el Marxismo, el Neoliberalismo,
el Socialismo, etc. Ranciere nos aproxima a la diferenciación entre una democracia formal
caracterizada por su legitimidad en la política, es decir, a través de las elecciones se legitiman
cualquier tipo de políticas y la democracia real asociada al pueblo que ejerce una soberanía y que
cumple un rol participativo en las decisiones políticas de ésta.

Esta “victoria de la democracia” se establece a partir de la práctica de lo político, es decir, el ejercicio


práctico de la democracia tiene origen en la filosofía política, no como un conjunto de instituciones o
bajo algún tipo de régimen totalitarista, sino una manera de ser lo político. En este sentido, se
propende desde el derrumbe del totalitarismo, instaurar la democracia real descrita anteriormente. En
esta democracia real también confluyen las intencionalidades individuales y colectivas en pro de la
convivencia y reivindicación del pueblo que agrupa, articula y armoniza una figura social e individual
en un contrato político que asegura la coexistencia y participación de todos. Rancière menciona que la
democracia es el único sistema que permite realizarnos como hombres, sin embargo, la crisis del
concepto de democracia como concepto popular está a la orden del día en tanto parece que las
garantías de acceso al poder del pueblo a los engranaje institucionales de la política estatal se
difumina actualmente. Para comprender está crisis el autor afirma que la democracia es igual al
pueblo y por ende, las preguntas deben girar en torno al ¿Cómo podemos buscar el mayor bien para
todos? ¿Cómo lograr que todos se sientan representados?

Este derrumbe de la democracia real implica la paradoja de instaurar una democracia pensada desde lo
real pero aplicada desde su formalidad. Esta legitimidad lejos de modificar al totalitarismo en su
naturaleza, afianza figuras institucionales, pensadas en dar resultados al progreso y desarrollo y en
últimas a las representaciones de la democracia formal. La democracia entonces pasó de ser pensada
como un método válido de organización de la sociedad a ser una democracia formal e institucional.
Inicialmente la socialdemocracia buscaba una democracia real, de contenido, en donde la política
democrática articulará las acciones, sin embargo, lo instaurado en últimas fue un sistema democrático.
Por ende, la legitimidad de esta socialdemocracia se vio implicada en formas políticas de justicia,
asociada a intencionalidades económicas de producción de riqueza, a la optimización de ganancias y
al fortalecimiento de la capacidad del sistema para procurar condiciones materiales de una comunidad.
Hoy en día esta democracia es considerada el sistema de desarrollo de una sociedad de progreso, no
obstante, aún busca la primacía del proletariado, busca una democracia consensual, en donde haya
cabida al disenso.

Ahora bien, el autor menciona que el sentido de la política es democrática, por tanto, no como se
mencionaba antes como el conjunto de instituciones, por el contrario desde formas de manifestación
que confrontan la igualdad. Allí se introduce el concepto posdemocracia, arrojando otra paradoja de la
cual Ranciere soporta su tesis de lo ambiguo de este concepto es que la actual política está soportada
en una participación del pueblo desde el litigio, como una comunidad litigiosa donde “Lo que
"libera", entonces, no es una nueva política de lo múltiple contingente, es la figura policial de una
población exactamente idéntica a la enumeración de sus parte”(Ranciere, 1992. p,132) transfigurando
su sentido a una serie de procedimientos exhaustivos , tales como: el lugar que empieza a tener lugar
en esta política posmoderna, “el interlocutor de la posdemocracia” el cual se impone como la más
razonable, aparentemente armonizando las opiniones del comunidad, es decir, en definitiva, como la
única objetivamente posible.

Colocando otra de los interrogantes sobre esta transformación al aparente del los Estados de derecho,
interpone una tensión sobre esta rama del lo jurídico, ya que desde una mirada del derecho se busca la
unidad bajo un régimen que recoja en estricto sentido todos los derechos, postulando un régimen
colectivo de la identidad del pueblo o comunidad. claramente el autor discrepa como “Actualmente,
la identidad entre democracia y Estado de derecho sirve para producir un régimen de identidad de la
comunidad consigo misma, para hacer que se desvanezca la política bajo un concepto del derecho que
la identifica con el espíritu de la comunidad.”(Ranciere, 1992. p,132). Lo aquí expuesto por Ranciere,
hace que se retome, una idea de democracia desde su lugar en la filosofía política, puesto que este
detrimento que viene en picada por la exacerbación del discurso de los derechos viene realizando unos
cambios que se viene alumbrando con políticas públicas, proyectos de ley, reformas tributarias,
alianzas geopolíticas como tratados internacionales, transformando las relaciones de los trabajadores
hasta sus mismas condiciones teniendo como efecto un “trastorno de identidad” borrado de los lugares
de encuentro con el litigio.

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