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EL CASO DE SANTIAGO

Santiago es un joven empresario que cuenta con su tienda de confecciones en Gamarra. El


negocio viene desde la generación de su abuelo y con mucho empeño y gracias a sus estudios
de corte y confección, Santiago ha logrado sacarlo adelante.
El giro principal del negocio es la venta de prendas deportivas, que tienen una gran demanda
entre las personas que acuden a la galería. Santiago ofrece confecciones de muy buena calidad,
con diseños atractivos y a precios razonables, atributos que le han permitido fidelizar a muchos
clientes.
Santiago tiene dos vendedores con los que trabaja desde hace dos años: Elizabeth (su prima) y
Edwin. La mayor parte del tiempo, Santiago se encarga de supervisar a las costureras, ya que
considera que es fundamental que sepan cómo elaborar los modelos innovadores que él diseña.
Además, Elizabeth y Edwin ya tienen experiencia y no hay necesidad de estar supervisándolos.
En cambio, hay varias costureras que son nuevas.
Durante el último mes, Santiago detectó que el cierre de caja de las ventas del día no cuadraba,
pero estimó que ello se debía a que no había tiempo de registrar cada venta de manera detallada,
por la gran afluencia de público, ya que se aproximaba el verano, que es cuando sus clientas
son más proclives a hacer deporte para no lucir kilos de más en la playa.
Sin embargo, la situación no mejoró, y era cada vez más la cantidad de ropa faltante. Luego de
una investigación detallada, Santiago descubrió que la diferencia se encuentra en las ventas de
Edwin, lo cual es difícil de creer porque este vendedor nunca tuvo algún antecedente negativo.
En cambio, Elizabeth si había tenido actitudes “extrañas”, pero Santiago no le dijo nada porque
es su prima y quería evitar problemas con su familia.
Santiago se encuentra en un dilema ya que Edwin es su mejor vendedor, sin embargo, no puede
pasar por alto esta falta.

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