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El Impasse Cartesiano
El Impasse Cartesiano
De ello tomaré la operación que Descartes realiza al elaborar su cogito, operación que
puede pensarse como de apertura y cierre a partir del tratamiento que le otorga a sus
enunciados en relación a la enunciación, lo cual es reformulado por Lacan en el
seminario XI Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. A su vez, de esta
operación se desprende una consecuencia directa en la experiencia analítica al
posibilitar la apertura a la aparición del sujeto y la instalación de la transferencia o, por
el contrario, la sutura del sujeto y la correlativa clausura de la pregunta por el saber
supuesto que se dirige a un Otro simbólico.
Enunciado y enunciación en Descartes
Ante todo vale recordar que lo novedoso de la obra de René Descartes no se acota a su
contenido (la escansión que provoca en la historia del pensamiento) sino también a la
forma de su transmisión, al ser uno de los primeros pensadores que escribió en su
lengua nativa (abandonado el latin o griego de la academia) pero, sobre todo, escribió
en primera persona, dejando expuesto permanentemente al autor de los enunciados
proferidos en los textos.
Ante ello Lacan señala de varias maneras este impasse. Acerca de lo que el cogito
elude dice en el seminario XI: “este yo pienso no puede separarse del hecho de que no
puede formularse sin decirnos, implícitamente, lo que ha olvidado”, en referencia al
propio análisis de Descartes donde él mismo señala la aporía dado que “esta
proposición es cierta cada vez que la pronuncie”, aporía que nuestro pensador intenta
resolver con la apertura hacia un otro que le garantice esa verdad, con lo cual se abre
la vía del deseo que inicialmente clausuró (¿Qué quiere Dios?), cuestión que retomaré.
En “Reseña del seminario de 1964-1965. Problemas cruciales para el psicoanálisis”
(Otros escritos) Lacan restituye el lugar de la enunciación al modificar la proposición
cartesiana agregando la puntuación que la alude “Estoy pensando: luego soy”. De esta
manera señala el intervalo que existe entre ser y pensar al cual ya se había referido
varios años antes (1957. La instancia de la letra…): “pienso donde no soy. Luego soy
donde no pienso.” Sosteniendo la referencia cartesiana concibe a la enunciación como
lo que es impensable y, en el seminario de 1968 la define en término cartesianos como
“lo que falta al sujeto para sentirse agotado por su cogito”.
Apertura a la transferencia
A partir de este impasse al que llega Descartes cuando tiene que introducir la hipótesis
de un Dios bueno que no engañe sobre aquello de lo que el Yo no puede acceder por la
razón (así aparece cierto límite a la autonomía que caracteriza al Yo cartesiano y a toda
la ciencia que se apoye en sus premisas) es posible remitirnos al segundo punto de
abordaje de la relación Descartes-psicoanálisis: el cogito como condición de posibilidad
para pensar la transferencia en tanto acto de creencia en un otro al que se le supone
un saber.