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PRIMERA ESCUELA de ARTES del PERÚ

Presentamos en este tercer capítulo todas las actas del Centro Artístico de Are-
quipa como pruebas de que el Realismo Arequipeño sí tuvo y tiene una Escue-la:
La que dirigiera desde su inicio el muy notable don Fernando Zeballos.

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El conjunto de egresados de la Escuela de Bellas Artes del Centro Artístico incluye a las
siguientes personalidades: Luis Oldrati, Maximiliano Telésforo Vargas, Martín Chambi,
Julio César Morales Velarde, Víctor Martínez Málaga, Carlos Trujillo Olmedo, Francisco
Mostajo, Pedro Paulet Mostajo, Antonio Guzmán Valenzuela, Luis Enrique de la Cuba,
Leoncio González, Teodoro Núñez Ureta, Federico Molina Quintanilla, Luis Ricketts,
Eduardo López de Romaña, Emilio Díaz, Enrique Masías, Carlos Álvarez, Toribio Ponce,
León Alvareda, José Miguel Gutiérrez, Higinio Bustamante, Edilberto Goycochea, Enrique
Villaseñor, Manuel Figueroa, Maximiliano Delgado, entre otros…. En realidad esta
Escuela botó por lo menos ocho promociones de artistas arequipeños, muchos de los
cuales han pasado lamentablemente al olvido. Pero también muchos de ellos son
recordados en estas páginas con cariño y verdadero orgullo arequipeño.

De entre los alumnos de esta Escuela de Bellas Artes, poseemos las listas oficiales de los
años de 1901 y 1902. En 1901 aparecen los siguientes alumnos: José M. Rivero, Moisés
González, Arturo Velando, David S. Ruiz, José S. Hidalgo, Santiago Medina, Juan Valori,
Carlos E. Tejada, José Roberto Adriazola, Alberto Bellido, Carlos Chávez Velando, José
Enrique Bellido, Andrés Montesinos, Luis Núñez Cornejo, Eduardo Montesinos, Pablo
Salinas, Juan Jordán, César A. Rodríguez, Gustavo Cayllaux, Julio L. Medina, Andrés
Núñez, Antonio Tomiche, Agustín R. Paredes, Francisco Lateros, Juan G. Vargas,
Edilberto Goycochea, Germán Acosta, Carlos Arenas, Miguel Corrales, Pedro S. Paredes,
Manuel A. González, Alberto Barrionuevo, Mariano P. Cervantes, Santiago Flores, Carlos
B. Almaraz, Tomás H. Vilca, Félix R. Paredes, Ángel García, Melquíades Zevallos, Víctor
Ricalde, Jorge Farah, Máximo Paredes, Manuel Marroquín, Amadeo Tejada, Octavio
Buelin, Jorge Buelin, Julio F. Vizcarra, Patricio Rivera, Mariano Riveros, José Díaz del
Olmo, Juan Díaz del Olmo, Maximiliano Dorador, Luis Fernando Ponce, Luis Alberto
Vizcarra, Máximo Lagos, Alberto Delgado Hurtado, Luis Delgado Hurtado, Mariano
Masías, Juan M. Franco, Lino Linares, Alberto Romero, Guillermo Vilca, José Valdés,
Santiago Wasvorth, José Rufino Escudero, Alberto Yepes, Guillermo Quirós, Ernesto
Muñoz, Luis La Rosa, Manuel Velasco, Carlos Muñiz y Rodolfo Müller.

En la lista, que poseemos, del año de 1902 aparecen casi los mismos alumnos con
algunos adicionados, lo único que queremos probar con estas listas es cómo en años de
supuestas “inciertas” actividades del Centro Artístico existen, sin embargo, listas de cerca
de 60 alumnos en su Escuela de Bellas Artes. Lo que dejamos aquí fundamentado con las
divulgaciones de la Srta. Elvira Álvarez Molina es que el Centro Artístico de Arequipa tuvo
vigencia desde 1890 hasta 1942 año en que falleció don José Gabriel Álvarez, su querido
padre, a quien cuidó la Srta. Elvira con fervor de Ángel Custodio: por el cuidado y la gran
cultura con que estaba adornada la personalidad de ese Ser encantador es que dedicó su
vida a la ayuda y cuidado de su padre: actriz y declamadora poseía una memoria
prodigiosa y nos relataba la increíble afabilidad y poder de atrac-ción personal con el que
estuvo muy dotado don José G. Álvarez. Es también necesario expresar nuestro inmenso
agradecimiento por la finura, gentileza y dadivosidad de una personalidad tan culta y
refinada. Nada nos negó, nada nos impidió; por el contrario nos ofrecía en cada visita un
té de sabor inigualable acompañado de esas galletas enormes y también sabrosas que
pareciera que ahora ya no se hornean.

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Fundación Española de Arequipa Óleo de don José G. Álvarez

Aquí el artículo del Dr. Francisco Mostajo Miranda:

“DON JOSÉ G. ÁLVAREZ Y EL CENTRO ARTÍTICO

“Nacido en 1856, perteneció a un pueblo en el que todavía no se habían amenguado los


bríos. Por eso su altivez, su carácter y su hombría a la par que en su trabajo, fue ejemplo
de honestidad y patriotismo. De entre el obrerismo de Álvarez, surgió el artista desde muy
tempranos años. Reemplazando los juguetes con los útiles de dibujo, el Deán Juan
Gualberto Valdivia, amigo de su padre don Santiago Mostajo que era un artesano de la
Arequipa revolucionaria, lo alentó una vez con buenas palabras de estímulo.”

“En el Colegio de la Independencia recibió formación artística bajo la hábil dirección de


Enrique Villaseñor, pintor arequipeño que se distinguió por las líneas y el colorido severos.
Su aprovechamiento obtuvo el galardón de varios diplomas y de un premio especial que le
dio el Prefecto Azcárate. Después fue alumno particular de don Fernando Zeballos, que al
contrario de Villaseñor, tenía una paleta brillante, como que se había educado en Italia.
Entonces trabajó varios dibujos ornamentales para la familia Goyeneche, entre los que
obtuvieron buena apreciación dos grandes copias de obras de Miguel Ángel, hechas de
reproducciones en grabado: una en tela de “Las Cuatro Edades del Hombre” cuyo original
se encuentra en la Capilla Sixtina, y otra en papel, de “La Resurrección de la Carne”, cuyo
original se encuentra en la Capilla de Pisa.”

Fotografía de don José G. Álvarez, Patriarca de las Artes de Arequipa.

“Por su versación en el dibujo lineal Zeballos lo recomendó a la Empresa de los


Ferrocarriles del Sur, la que lo destinó a la maestranza de Mollendo primero, donde sirvió
dos años, y lo trasladó después a la maestranza central de Arequipa como jefe de la
sección de pintores. Once años estuvo al frente de este cargo, y quizás tal trabajo
cotidiano y prolongado, que lo obligaba a alternar la brocha con el pincel y a dar
preferencia a la línea de los objetos animados, ciñó su vuelo artístico. Es la dura condición
del amante de la belleza en nuestros medios, en los que el arte puro no rinde y la prosaica
necesidad impone su ley.”
Escudo del Perú, Óleo sobre Lienzo por don José G. Álvarez.

“Cuando la guerra del Pacífico, sentó plaza en el Batallón de Yanahuara Nro. 10 de la


Guardia Nacional que comandaba don Domingo Cáceres con el grado de subteniente hizo
la breve y rápida campaña de Jamata, al acercarse los chilenos a la comarca mistiana.
Amarga resultó aquella para el corazón patriota, porque a poco pudo cerciorarse el
soldado de que se trataba de una papelada de Montero, Valcárcel, Canevaro y
comparsa.”

“Dos veces estuvo para viajar a Europa, donde anhelaba ir para libertarse del trabajo
obreril de la maestranza y entregarse al perfeccionamiento entero del arte que amaba. En
la primera se lo quiso llevar don Juan Mariano de Goyeneche y Barreda, y en la segunda
iba a viajar con sus ahorros, pero en ambas ocasiones se frustró su intento. Entonces
nació en él la idea de reunir en un núcleo a los artistas del terruño; pero las circunstancias
no eran propicias para la iniciativa. Se dedicó por ese tiempo a coleccionar objetos raros y
artísticos para salvarlos de la desaparición. Entre los que llegó a reunir merecen
mencionarse dos dibujos de grandes dimensiones: el del Juicio Final de Miguel Ángel y el
del Triunfo de César. Así satisfacía su deseo no realizado de contemplar obras escogidas
de arte.”

“Álvarez siempre participó en las iniciativas cívicas, pero no en la política, a excepción del
lanzamiento de la candidatura de don Eduardo López de Romaña a la Presidencia de la
República por ser este señor a la sazón Presidente del Centro Artístico y muy amigo suyo.
Al crearse el distrito de Monserrat (Antiquilla) fue miembro de su Concejo, y como tal
trabajó decididamente en la realización de las obras con que se mejoró esa sección
urbana, conocida con el nombre de La Otra Banda y olvidada por el Municipio Central.”

“Álvarez perteneció al Centro Social Obrero, fundado por don Santiago Mostajo y ocupó
puestos en su Junta Directiva. Se cuenta entre los fundadores del Club de Tiro al Blanco
de Monserrat, del que fue primer Fiscal. Actualmente (1937) es miembro de la Sociedad
de Artes Plásticas, que ha iniciado la celebración de las Bodas de Oro del artista, cuya
ceremonia debió realizarse este año en el aniversario de la fundación española de la
ciudad, pero se ha aplazado a solicitud del propio Álvarez, quien no gusta del alago.
Entrada del domicilio de don José G. Álvarez en la calle Beaterio.

“En 1890 Álvarez fundó el Centro Artístico de Arequipa para emprender la enseñanza de
las artes plásticas y la promoción de todas las formas de la cultura arequipeña.
Concurrieron a la primera reunión preliminar del 6 de agosto, el pintor Benigno Cáceres a
quien se le confirió el cargo de Presidente provisional; además los pintores José G.
Álvarez, Abel Martínez, Antonio Guzmán Valenzuela, Ángel Gonzales y Pedro Alvarado,
los dibujantes Manuel J. Cuadros y Benjamín Layzequilla y el calígrafo Carlos Cornejo. El
propósito del Centro se encuentra consignado en la segunda acta, con estas palabras:
“Formar una Sociedad que tienda a desarrollar y fomentar las bellas artes del dibujo, la
pintura, la escultura, la arquitectura y sus relacionadas en Arequipa... Donde existen
personas aficionadas e inteligentes en aquellas y las cuales dejan de hacer progresos por
carecer de un centro de instrucción y estímulo, perdiéndose así las dotes brillantes con
que la Providencia ha querido favorecer a los hijos de este suelo” Tuvo Álvarez efectivos
colaboradores en el poeta, fotógrafo y pintor Manuel A. Mansilla y en un obrero
inteligente: Santiago Mostajo... El mejor diploma de Álvarez está en la dicha acta
contenido en este párrafo: “El señor Abel Martínez hizo presente que el Sr. José G.
Álvarez había sido, desde hace mucho tiempo el promotor de la idea de organizar esta
Sociedad, y que debido a su empeño y constancia y asiduo trabajo, se había llegado al
pie en el que el presente se encuentra, y solicitó, en consecuencia se le diese un voto de
gracias y se lo incorporase como Vocal de la Junta Directiva.” Ambos pedidos fueron
aprobados por unanimidad.”

Q’eros de Oro del Tawantinsuyo – Perú.

“El 27 de Agosto de 1890 se estableció definitivamente el Centro Artístico de Arequipa,


nombre que le dieron los Estatutos. Su primera Junta Directiva fue esta: Presidente.-
Benigno Cáceres (pintor); Vice Presidente.- Carlos Cornejo (pintor); Vocales.- José G.
Álvarez, Abel Martínez, Juan Rodríguez (pintores) y Manuel A. Mansilla (poeta, pintor,
fotógrafo); Tesorero.- José Isaías Llerena; Secretario.- Benjamín Layzequilla (dibujante);
Pro-Secretario.- Manuel Cuadros.

“Así nació la primera agrupación de artistas que hubo en Arequipa. Cáceres no llegó a
desempeñar la Presidencia. Antes se había nombrado Director Artístico a Fernando
Zeballos. Pero en toda ocasión fue Álvarez la voluntad tesonera que servía de puntal al
simpático núcleo. Cuando el tiempo desparpajó a los socios, él y Villanueva – que fue el
último Presidente – continuaron manteniendo el sagrado fuego hasta 1931. Durante casi
medio siglo sirvió el Centro Artístico de hogar a todos los artistas del terruño y también a
los que venían de fuera: los recepcionaba y les prestaba su apoyo moral y material.
Contribuyó a la organización de varias exposiciones en Arequipa y en Lima y en cada
clausura de año se realizaba muestras de los mejores trabajos de alumnos y egresados.”
FRACISCO MOSTAJO MIRANDA.

“Muy Temprano en Chapi” Óleo del maestro Mauro Castillo Gamarra.

El arte pictórico de don José G. Álvarez tuvo como motivo central todo el imaginario de
Arequipa: desde la pequeña flor del texao, hasta los volcanes que patrocinan nuestra
querida Ciudad. Lucen en sus lienzos: retratos, paisajes, bodegones y temas históricos.
Fue también artista de ornamentaciones murales y arquitectónicas. La faceta que
presentamos aquí, por primera vez, es la de su poesía, de la que también contamos con
los originales, y la que, creemos, es un tesoro para la literatura vernácula de nuestra
región. La extraordinaria personalidad de este gran patricio se comprueba con la in-mensa
capacidad organizativa y pedagógica que desarrollara con la gesta, la fundación y el
sostenimiento de la primera Escuela de Bellas Artes del Perú.
“Pedrones con Cactus” Óleo de don José G. Álvarez.
“Muchacha Arequipeña” Óleo de don José G. Álvarez.

Don José G. Álvarez ha dejado en poder de la Municipalidad Provincial de Arequipa dos


obras de la Fundación Española de la Ciudad y sus familiares ostentan una fundación
Incaica de Arequipa. En un artículo de 1923 don José Luis Villanueva dice: “José G.
Álvarez, el decano discípulo de Zeballos, pintor de instinto y decorador de profesión,
cuando quiere se descuelga de los andamios en los que hace labor decorativa, más o
menos clásica o modernista, y regresa al caballete en que empezó su carrera y nos traza
ya un paisaje de estilo castizo, ya una erudita fundación de Arequipa, con gran copia y
concurso de frailes y de guerreros, de abogados y escribanos, ya un retrato sobrio y
equilibrado, que no se anda por abstrusas psicologías, pero que sabe dar parecido, oh!
Un parecido tan prosaico como se quiera, pero que convence como una fotografía.
Mientras tuvo vida don José G. Álvarez constituyó el fuego generoso para todo lo que sea
arte, civismo, bien del obrero y gloria de Arequipa. Falleció el año de 1942 a los 86 años.
Años en los que formaría a una pléyade de pintores de los que todos tuvieron también la
experiencia de salir al campo a pintar con el Patriarca de las artes arequipeñas y con don
Fernando Zeballos”. Entre ellos estuvieron Antonio Guzmán Valenzuela, Teodoro Núñez
Ureta, Manuel Domingo Pantigoso, Julio Morales Velarde, Maximiliano Delgado,
Maximiliano Telésforo Vargas, Enrique Masías, Carlos Álvarez, Federico Molina
Quintanilla, Ángel Gonzáles, Carlos Trujillo Olmedo, Víctor Martínez Málaga, Eusebio
Aranibar Velásquez, Cristina Rodríguez Soto, Manuel Alzamora Zamalloa, Casimiro
Cuadros, Luis de la Cuba, Luis Oldrati, Bartolomé Álvarez, José Benavidez Garate, Pedro
León Oviedo, Gaspar Monteagudo, Víctor Mendívil, Migdóneo Castillo, José Uría Málaga,
Jorge Sotelo Aspilcueta, Manuel Morales Guzmán, Jorge Gómez Núñez y otros.
Fotografía de “Dama Recostada” Óleo de Carlos Baca-Flor.
“Las Fruteras” Óleo sobre Lienzo de Jorge Vinatea Reinoso.

“Cargador Indígena” Acuarela de Jorge Vinatea Reinoso.


“Paisaje en Azul” Óleo de don Carlos Álvarez Molina.

“Huambo: Interiores de don Adán” Acuarela de don Carlos Álvarez Molina.

De la eminencia, arquitecto, artista y sabio que fue don José Luis Villanueva vamos a
recurrir nuevamente a lo que escribió sobre él Francisco Mostajo Miranda:
Bellísimo adorno pre-inca en forma de disco. Antiguo Perú.

“JOSÉ LUIS VILLANUEVA DÁVILA

“Nació en 1872 y cursó sus estudios primarios bajo la dirección de su padre, que era
bastante versado en matemáticas, y los secundarios en el Colegio que dirigía el pedagogo
Víctor Bailly. Se dirigió a Lima a seguir la carrera de ingeniero, más los apremios de la
vida y su tendencia artística, tan connatural en Villanueva, no le permitieron sujetarse al
régimen de la escuela superior. Trabajó en Lima ahincadamente sin descuidar su
formación cultural, científica y literaria. Las bellas artes fueron las que lo atrajeron desde
muy temprano con imperativo irresistible.”
“Templo” Acuarela de don José Luis Villanueva.

“Cuando regresó a Arequipa estaba preparado para serias labores científicas. Por largos
años sirvió en la Empresa de los Ferrocarriles del Sur. Pero dotado de una sensibilidad
exquisita y susceptible, cuando se creía herido en lo mínimo, no vacilaba en despreciar
millones e irse serenamente al hambre. Así sucedió un día cualquiera, ironizado en la
empresa en la que servía, y les botó el puesto a los “gringos”. Desde entonces para
Villanueva fue ardua la lucha por la vida, pero la libró noblemente, sin rebajarse jamás,
conservando la pulcritud de su espíritu hasta el último momento de su penosa y libre
existencia. Esa manera de ser le multiplicó los sufrimientos y lo llevó al aislamiento sin ser
misántropo. Su existencia fue como un verso triste: no hubo siquiera mano de mujer que
se la alisara. Sensibilidad tan fina buscó sus desahogos en el arte, y Villanueva fue pintor
y escultor. Sobresalió en varias exposiciones y aun realizando un intenso trabajo
escultórico y pictórico, participó en algunas nobles filantropías. Fue también arquitecto en
el mejor sentido de la palabra, que no es el de albañil ni el de ingeniero, sino el de un
artista de las viviendas y de todas las construcciones. Obtuvo los títulos oficiales de
Arquitecto y de Ingeniero a través de cursos por correspondencia. Como escultor nos ha
dejado el monumento de los próceres arequipeños de la Independencia (monumento
ubicado en el Óvalos de San Lázaro) que es el único monumento artístico de la ciudad a
excepción del monumento del obispo Goyeneche, obra española.”

“Villanueva es el único crítico de arte que ha tenido Arequipa. De instinto y de cultura, de


fineza en la percepción y de seriedad en el juicio. Él enseñó cómo se debe juzgar a una
obra de arte. Después de él no ha habido otro en Arequipa. Hizo un trabajo del arte
colonial muy serio. Se contó Villanueva entre los socios más importantes del Centro
Artístico prestándole hasta la desaparición del núcleo sus esfuerzos desinteresados: lo
presidió dos veces y en la última se extinguió con él la simpática asociación. Colaboró
artística y literariamente en “Arequipa Ilustrada” que por breve tiempo sirvió de órgano a
dicha sociedad, y que fue la primera revista con litografías en Arequipa. También colaboró
artísticamente en “Ilustración Arequipeña” que administró el Dr. Francisco Mostajo. El 15
de enero de 1931 fundó con el Sr. José M. Minaya “GERMINAL”, muy buena Revista de la
que lamentablemente aparecieron solo cinco números.”
“Cultivó Villanueva las letras, su prosa fue fina y clara, fluida y sencilla, algo francesa.
Igualmente publicó varios artículos científicos. Su amor por las letras y las ciencias lo llevó
a fundar con César Atahualpa Rodríguez Olcay, el segundo ATENEO que ha habido en
Arequipa y que fue presidido por el Dr. Wagner. Su labor en él como secretario fue
sostenida y en la revista CULTURA se publicaron trabajos suyos. Villanueva fue pues una
bella inteligencia asociada a una sensibilidad exquisita. Murió el 13 de marzo de 1932.”
FRANCISCO MOSTAJO MIRANDA.

Tejido de Manto Paracas que aun hoy sorprende al Mundo, Ica – Perú.
Monumento a los Próceres Arequipeños de la Independencia del Perú – Obra del
Arquitecto, Ingeniero, Escultor, Pintor, Científico y Sabio don José Luis Villanueva Dávila.

El Arquitecto y Científico José Luis Villanueva en su Atelier.


Detalle del Monumento a los Próceres Arequipeños de la Independencia.

Obra del Arquitecto José Luis Villanueva Dávila.

Aquí veamos el único escrito que dejó don José G. Álvarez sobre don Fernando Zeballos:

“FERNANDO ZEBALLOS

“En el número 36 de la calle de Jerusalén, después de atravesar un patio y de subir una


empinada escalera fue donde conocí por primera vez a don Fernando Zeballos, hará de
esto unos diez años. Allí era su estudio: un cuartucho destartalado y estrecho pero lleno
de luz.”
Quero Policromado del Tawantinsuyo.

“Retrato del Deán Juan Gualberto Valdivia” por don Fernando Zeballos “El Viejo”

“Y gran satisfacción la mía al ver allí reunidas verdaderas obras de arte: dibujos,
acuarelas, grabados de artistas eminentes. Obras todas que tan vivamente contrastan con
las oleografías en boga: frías y monótonas, horripilantes a fuerza de vulgaridad.”

“Y allí también pude ver muebles antiguos de la época del Renacimiento, tapices
venecianos con heráldicas cifras y aristocráticas coronas; al lado de una preciosa
cinceladura de aventajado discípulo de Cellini, una crátera griega del tiempo de Pericles, y
junto con una lámpara romana de bronce extraída de Pompeya algún enigmático utensilio
de los Incas y de los aztecas.”

“¿Qué hacían allí todas esas cosas?

“Preciso es tener un corazón de verdadero artista para resignarse a conservar tan


preciosos cachivaches en el rincón más antiartístico del mundo y exponer objetos de
ilustre abolengo a la profanación de miradas indoctas, olímpicamente desdeñosas.”
“Zeballos, que después de respirar el aire de Italia, Francia y España, de haber estudiado
a Murillo, Poussin, y Miguel Ángel, de haber recorrido las más célebres galerías del
mundo, bebiendo en la fuente, regresó a su patria impelido por la invencible nostalgia, ha
sufrido uno de los más rudos golpes que puede sufrir un artista. Se ha visto reducido al
ingrato oficio de pintar retratos por cuarenta soles, no siempre pagados y las más de las
veces, injustamente criticados, rehechos dos o tres veces, para poder vivir.”

“¡Adiós sueños ambiciosos de los primeros años, sueños de gloria, hermosos lienzos
históricos dignos de decorar suntuosos palacios de París o Roma, quedaos allá, flotando
en los aires de los museos, en el Louvre, en el Prado, en las Lagunas Pontinas o en las
risueñas y sin iguales playas del Vesubio, que el Atlántico es una faja aisladora para toda
manifestación un poco alta del espíritu!”

“Este contraste, esta lucha entre el cariño al terruño y el amor al arte, estos dos deseos
antagónicos de irse y de quedarse son matantes para un temperamento artístico,
enervan, anulan... Alteran cuando menos el carácter y en este caso son harto dis-
culpables las genialidades y los accesos de mal humor, que en Zeballos, entre parén-
tesis, son insignificantes.”

“Pero no vaya a creerse por lo que he dicho que Zeballos no hizo otra cosa que retratos.
Son éstos su principal fuente de recursos, aunque no de emociones. ¡Vaya Usted a
encontrarlas en 60 veces sobre 100 antiestéticas fisonomías burguesas rayanas en lo
grotesco, cuando no en lo deforme y en cuyos ojos se buscaría en vano aquella chispa
espiritual de la inteligencia y del carácter que embellece las cabezas más incorrectas!”

“Sus emociones de artista las encuentra Zeballos, cuando no tiene la suerte de que
alguna de las hermosas hijas del Misti le envíe su fotografía o cuando no puede trazar los
rasgos inteligentes de algunas de nuestras conciudadanas distinguidas, en el paisaje o en
la historia.”

“Descuella sobre todo en el primero “et pour cause” tiene el modelo en su delante; nuestra
alegre campiña, al paso que para el asunto histórico le hacen falta los trajes, los
documentos, el modelo vivo.”
“Los paisajes, a mi juicio, nada tienen que envidiar a muchísimos de más allá del
Atlántico. Su paleta es rica en matices y nadie excederá fácilmente a Zeballos en rendir
los difíciles tonos del terreno, la transparencia del cielo y las infinitas tintas que partiendo
del rojo y acabando en el violeta dan la sensación del verde. Sus paisajes son
magistrales, sin hipérbole.”

Paisaje de Sabandia, Óleo de don Antonio Guzmán Valenzuela.

“En historia y en género Zeballos se manifiesta aficionado al amor, a lo erótico, “Romeo y


Julieta”, “Fausto y Margarita”, “Luis XIV y La Valliere”, “Dante y Beatriz” amén de las
amenas y nocturnas escenas amatorias de capa y espada que han pasado muchas veces
por su caballete.”

“En la actualidad Zeballos tiene su estudio en la calle de la Prefectura. Allí trabaja todo el
día en medio de sus más queridas “joyas” aquellas de las que nunca ha querido
deshacerse: una magnífica copia del retrato de Enrique IV de Velázquez y otro cuadro
soberbio de Alonso Cano, que le recuerdan sus años de academia. Tiene dibujos y
bocetos originales de Watteau, de José Balaca y del ilustre Fortuny amigo y compañero
en Roma.”

“Su colección de aguas fuertes y tallas dulces entre las que hay algunas de Rembrandt,
de Tiépolo y de Alberto Durero y que él vigila con el ojo avaro de un coleccionista, es
probablemente la mejor de Sud América.”

“Allí van frecuentemente estos pocos destornillados que se aventuran de pensar en arte
en estos países de prosa, allí se fuma, se departe alegremente sobre cosas bellas y ¿por
qué no decirlo también? se murmuran algunas cosas con acritud de la olímpica indolencia
con que gobiernos y corporaciones miran o no miran el arte que tanto con-tribuye a
civilizar, pulir y ennoblecer a las naciones.” JOSÉ G. ÁLVAREZ.

Máscara Funeraria de Oro procedente de Chimú, Perú Antiguo.

Entre las bellezas de las pinturas de don Fernando Zeballos podemos describir algunas
de ellas: Hermosos paisajes, dibujos muy afinados, gustaba mucho de lo que aquí se
denominó el “romanticismo tardío”, es decir pintaba Ruinas primorosas, trozos de gran-
des esculturas, retratos muy perfectos, acuarelas ligeras, livianas, dulces, transparentes
sus proyectos para obras de historia los realizaba con dibujos acuarelados, o témperas.
Personalidad de gusto muy exigente pero de maneras, muchas veces coléricas, airadas,
de allí que lo apodaron como “El Viejo”.
Don Francisco Mostajo, en “El Pueblo” del 15 de agosto de 1940 dice: “El color en nuestra
comarca de sol, sin otro claroscuro que el del crepúsculo vesperal, en que se recoge una
impresión religiosa, también ha tenido sus enamorados que pugnaron con numen, para
que, en el lienzo tuviera la llama de la vida que en la naturaleza o en la humanidad. Y el
alma romántica de Arequipa se encarna en dos pintores: Fernando Zeballos, en las viejas
generaciones, y Enrique Masías en las nuevas. Zeballos, como formado en Italia, como
compañero de Fortuny, como amigo de los Bécquer, el dibujante y el poeta, tiene la
destreza del colorido de los países en los que hay escuela… En sus “cielos” está su alma
arequipeña; en sus “ruinas” su raíz indígena, en sus temas de Shakespeare o Goethe, su
romanticismo, en sus paisajes su triunfo.”

FRANCISCO MOSTAJO MIRANDA.

Don José G. Álvarez sentado con don Santiago Mostajo. Atrás parado don

Carlos Álvarez Molina. Adelante sentada la Srta. Elvira Álvarez Molina.


Retrato de Francisco Mostajo Miranda, Óleo de Víctor Martínez Málaga.

Francisco Mostajo fue desde muy joven socio activo del Centro Artístico de Arequipa,
abogado y uno de los más conspicuos arequipeñistas. Dejó importantes trabajos de
poesía, derecho, historia, sociología, periodismo y literatura sobre nuestra ciudad de
Arequipa.
Fotografía de doña Julia Falcón de Baca-Flor de muy avanzada edad.

“Un Dios Griego” – Acuarela de don Fernando Zeballos.


De este valioso documento y de las acuarelas firmadas por don Fernando Zeballos
tenemos la información de que fue él el padre de la escuela de acuarelistas en Arequipa.
Por textos escritos por el doctor Francisco Mostajo Miranda también conocemos del gran
dominio que en la técnica de pintura al óleo dejó este gran artista y del cumplimiento de
sus funciones como primero y más importante Director de la Escuela de Bellas Artes que
desde su fundación en 1890 el Centro Artístico de Arequipa mantuviera oficialmente hasta
1932 y que en los hechos este centro de formación artística se extinguiera con el
fallecimiento de don José G. Álvarez en 1942. Es evidente el estilo minucioso y detallista
de las acuarelas de Zeballos que mostramos en estas páginas.

“Escena Europea” Acuarela de don José G. Álvarez sobre Grabado.

FEDERICO TORRRICO.- Nació en Arequipa en 1820. Vivió de niño en Chile y luego en


Europa hasta 1944 en que regresó a Lima e ingresó a la Academia de Ignacio Merino.
Viaja nuevamente a Chile para arreglar la herencia de su esposa en 1862, y va por dos
veces más a Europa, donde su padre, expresidente del Perú, es entonces Ministro de
nuestro país. En 1877 vuelve a Lima y la Municipalidad lo nombra Director de la Nueva
Academia de Arte, que reemplaza a la de Merino ya cerrada. En este período escribe,
pinta y hace un periodismo combativo y liberal. Fue amigo de Francisco Lazo y de todos
los escritores de su tiempo y fue el primero que hizo crítica de arte en el Perú: enseñando
pintando y escribiendo; murió en 1878.

CARLOS JIMÉNEZ.- Uno de los artistas olvidados del siglo XIX. Nació en Arequipa y
estudió en Lima y en Europa. Vivió por temporadas en el Perú, dentro de la bohemia de
fin de siglo. En 1870 tenía su estudio en Lima. En 1893 ganó un premio internacional de
pintura. Al comenzar el siglo XX vuelve a París y desaparece para siempre. Admirables
fueron sus “Marinas” e “Interiores”, de dibujo muy fino y seguro.

LUIS ENRIQUE DE LA CUBA.- Nacido en Arequipa: pintor y músico, primer violín de


Alomías Robles, profesor de dibujo en colegios y escuelas nacionales, especializado en el
paisaje. Temperamento reposado y de buen corazón. Pintó su bohemia en pequeños
cuadros: amorosamente ejecutados, en los que sorprenden los trozos del campo y sus
senderos, arboledas, montañas, en una obra que fue repartida en las casas de sus
amigos y parientes. Profesor oficial de dibujo, sostuvo además por su cuenta una
Academia Particular de Pintura.

“Rostro de la Amada” Pastel sobre Cartulina Marrón por Migdóneo Castillo.


PEDRO LEÓN OVIEDO.- Pintor y Escultor. Fue un artista multiforme y versátil, en el
sentido inglés de la palabra: de día trabajaba tesonudamente como pintor, en el barro
como escultor, en la talla y el barro como decorador; por la noche atendía con ternura de
padre, con solicitudes de perfecto hombre de negocios: dulces y refrescos, acompañado
por una estruendosa pianola en la esquina del Portal de San Agustín.

BARTLOMÉ ÁLVAREZ.- Profesor de escultura en el “Centro Artístico”. Don José Luis


Villanueva dice de él: “Modela, pule, repule y vuelve a pulir imágenes de santidad para las
parroquias y conventos que entusiasmarían al catalán Bellver. Como profesor de
modelado en el “Centro Artístico” ha formado muy buenos discípulos y una bella estatua
suya de la Virgen de Chapi decoraba la plazoleta del Convento de La Merced.”

NATALICIO DELGADO REY.- Escultor. Alumno de Bartolomé Álvarez. Nació en Arequipa.


Estudió dos años en Italia. En Buenos Aires se desempeñó como profesor de escultura en
la Escuela Nacional. Ganó un Premio en Turín y otro en Roma. En la exposición
celebrada el 17 de agosto en Turín ganó el Primer Premio con un Grupo Escultórico
representando a Tacna y Arica, y en la Real Academia de Roma fue aprobada una
escultura suya. Desde joven fue ya una gloria artística.

JOSÉ BENAVIDES GÁRATE.- Apodado “El Ñato”. Nació en Arequipa, muy buen dibu-
jante, uno de los mejores afichistas y artista satírico del Perú. Trabajó con la revista “La
Semana” como caricaturista. Sus creaciones “alegóricas” y publicitarias tuvieron un gran
nivel.

ANTONIO GUZMÁN VALENZUELA.- Discípulo del prestigioso Fernando Zeballos, realizó


importantes trabajos al óleo y a la acuarela.

GASPAR MONTEAGUDO.- Nació en Arequipa. Fue otro talento sin escuela. Autodi-dacto:
pintó paisajes arequipeños a la acuarela muy buenos. En Lima conoció el éxito, pero
pronto se perdió en la bohemia.

VÍCTOR MENDÍVIL.- Arequipeño, nació en 1906, admirable caricaturista y retratista so-


cial de gran prestigio. Tuvo una infancia y juventud muy azarosa: fue deportista y
boxeador. Exhibió en Puno, Cusco y finalmente conquistó Lima realizando retratos en los
que “beneficiaba” generosamente a sus modelos. Pintando acuarelas, óleos y pasteles
conoció el éxito. En julio de 1975 murió en Lima afectado de una penosa enfermedad.

MAXIMILIANO DELGADO FEIJÓ.- Nació el 16 de setiembre de 1875 y falleció en 1960.


Sus padres fueron don Manuel Delgado Vargas y doña Tadea Feijó y Córdova. Realizó
sus estudios secundarios en el Colegio del Padre Duhamel. Fue discípulo de Fernando
Zeballos y alumno del Centro Artístico de Arequipa. Tuvo seis hijos: uno de ellos Jorge
Delgado, pianista, que fuera director de la Escuela Superior de Música de Arequipa y de
la Orquesta Sinfónica de la misma. Don Max Delgado fue profesor del Colegio de la
Independencia por 35 años en los que enseñó dibujo, caligrafía y música. Como virtuoso
del piano y del violín llegó don Max a ser Director de la entonces Filarmónica de Arequipa
antecesora de la actual Orquesta Sinfónica. Tuvo su residencia en Tingo, entre sus ami-
gos se encontró el famoso médico Jacobo Dickson Hunter y fue conocido por su labor
docente como “El Pavo Delgado”. La Pintura de Delgado es muy fina, tuvimos la dicha de
observar varias de ellas: estilizada a lo italiano, sin embargo el maestro nunca dio a
conocer su pintura, la conservan sus familiares directos.

MANUEL DOMINGO PANTIGOSO.- Arequipeño, autodidacto. En este trabajo se mues-


tran un óleo del retrato de Víctor Martínez Málaga y un hermoso dibujo con la inscripción
“La Cantuta”, fue muy activo pero como artista poco ingenioso.

ENRIQUE MASÍAS.- Nació el año de 1897. Se le conoce más como arequipeño. Huérfano
de padres: fue criado por sus tías las señoritas Grimanesa y Narcisa Masías Puertas,
quienes fomentaron su vocación artística. A los 17 años se inició como fotógrafo llegando
a alcanzar premios en el Sur y en la Capital del Perú; fue elogiado por Teófilo Castillo.
Luego se dedica de lleno a la pintura, bajo la dirección de don José G. Álvarez, llegando,
con su muy singular personalidad también a un arte pictórico tan vibrante que le abrieron
las puertas de muchos lugares. Fue muy amigo de Carlos Álvarez Molina con quien
desarrollaron una pintura muy fuerte y decidida. El año de 1918 expone fotografías en los
Salones de Arte de Max T. Vargas y en el 25 de noviembre del mismo año viaja con
Pedro León Oviedo a “La Paz” presentando allí fotografía artística y óleos. Regresa al
Perú y entre 1919 y 1923 viaja por Mollendo, Ica, Pisco, Chincha Alta, Lima, Trujillo,
Chiclayo, Piura, Catacaos, Paita, Cusco, Sicuani y Puno donde conservan hermosos
cuadros de Masías. Luego entre los años de 1923 y 1926 recorre Ecuador, Colombia,
Venezuela, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y La Habana; regresando de
nuevo al Perú y permanece 6 meses. A mediados de 1927 viaja a Puno invitado por la
Municipalidad Provincial y luego viaja a Bolivia, Argentina y Brasil, donde el 21 de
diciembre de 1927 fallece, en circunstancias poco claras.

CARLOS ÁLVARES MOLINA.- Hijo de don José G. Álvarez, de vena artística familiar y de
quien guardamos acuarelas y óleos; muy amigo de Enrique Masías. Con el que
desarrollaron una intensa bohemia y aventura artística. El destino los unió y en los pocos
años que pintaron el destino también los haría grandes.

LUIS OLDRATI.- Arequipeño, de familia acomodada. Donó al Concejo Provincial un


enorme terreno en el que se hacían las corridas de toros en el Centro de Arequipa. Sus
cuadros favoritos fueron floreros con abundantes rosas. Como hombre de buena posición
económica realizó buena y variada pintura: algunas familias no nos permitieron tomar
fotografías a sus obras. Dominó la pintura al Óleo.

“Retrato de don Fernando Zeballos” Acuarela por Carlos Álvarez Molina.

POEMAS DE JOSÉ GABRIEL ÁLVAREZ SOTOMAYOR


Aquí veamos el primer poema escrito por don José Gabriel Álvarez a la flor arequipeña
más significativa, que fue elogiado por el Dr. Enrique Azálgara Ballón, y que en nuestro
criterio este visionario artista arequipeño es una revelación como poeta: pues el conjunto
de esta poesía fue encontrada por nosotros en un cuaderno empastado, de ese tipo de
cuadernos muy antiguos, en el que también hay algunas reflexiones sobre Filosofía:
Sócrates, Platón y Aristóteles. Sus poemas versan así:

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