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FECHA: 25/04/20023
CURSO: 1ro A
RECONOCIMIENTOS
Araceli Gilbert nació en Guayaquil el 6 de diciembre de 1913. Hija del Dr. Abel
Gilbert, fundador de la Clínica Guayaquil, y de María de Elizalde Bolognesi, es
educada en un ambiente refinado y aristocrático.
Se vinculó con movimientos progresistas y contestatarios que definieron
preocupaciones sociales e inclinaciones políticas de izquierda. Fue la pintora
ecuatoriana más importante del siglo XX; junto a Manuel Rendón, ha sido
responsable de la introducción del arte no figurativo en el Ecuador. Formó parte
de la élite intelectual guayaquileña junto a su primo, el escritor Enrique Gil
Gilbert y su esposa Alba Calderón, en la Sociedad de Escritores y Artistas
Independientes.
Realizó numerosas exposiciones en Europa y Latinoamérica. En 1960 ganó el
segundo premio en el Salón de Octubre de Guayaquil y al año siguiente ganó
el primer premio en el Salón Mariano Aguilera, en Quito.
También representó al Ecuador en la Bienal de Sao Paulo, en la Bienal de La
Habana y en la Bienal de Coltéjer en Medellín. En 1989 el gobierno le otorgó el
Premio Nacional de Cultura Eugenio Espejo. Su estilo constructivista abrió el
camino para las futuras generaciones de artistas abstractos ecuatorianos.
Murió en Quito el 17 de febrero de 1993.
Exposiciones
Alba Calderón
Alba Calderón nació el 27 de julio de 1908, en la Hacienda Vuelta Larga sobre
el río Teaone, en Esmeraldas. Su infancia estuvo marcada por algunos eventos
trágicos, como la temprana muerte de su padre, quien no sobrevivió a un
disparo en su pierna en el combate de Las Piedras de 1914, o la pérdida de
varios familiares, e incluso su hermano mayor, Enrique, por enfermedades que
en ese tiempo no tenían cura, como la viruela. Alba creció en un ambiente
donde la guerra y la enfermedad estaban siempre presentes.
Por ahí, por 1920, Alba ya se empezaba a dibujar y a recitar. Por ser
reconocida como “excelente alumna”, recibió una beca de la Municipalidad de
Esmeraldas que le permitió estudiar en el colegio mixto Normal Juan Montalvo
de Quito; tiempo después, se cambió al Manuela Cañizares, que recién se
había fundado y era solo para mujeres, pero tampoco se quedó allí. Alba
decidió entrar a la escuela de Bellas Artes, donde estudió tres años y fue
compañera de figuras del arte ecuatoriano como Piedad Paredes, Leonardo
Tejada y Germania Paz y Miño.
Según la investigadora Eulalia Vera, quien dedicó gran parte de su tesis a Alba
Calderón, la presencia de mujeres en el medio artístico de los años 30
solo fue posible en el contexto del proyecto liberal de Estado-nación, que desde
principios del Siglo XX instauró la educación laica que incluía a las mujeres.
Ese fue, según Vera, lo que hizo posible que artistas como Alba o Germania
Paz y Miño y Piedad Paredes hayan podido, en palabras de ella “integrarse a la
vida pública y productiva, en pro del mejoramiento de sus condiciones de vida”.
En 1933 conoció al escritor Enrique Gil Gilbert, por medio de Demetrio Aguilera
Malta, y se enamoró. Se casaron en Pascuales en 1934, su tía fue su madrina
de bodas, y Joaquín Gallegos Lara, su padrino. Un año después, nació su hijo
Enrique Gil Calderón.
Con Enrique, fueron una pareja de intelectuales que compartía ideales. Los dos
eran comunistas y luchaban por los derechos de los desposeídos. Ninguno
toleraba las injusticias sociales y ambos militaron en el Partido Comunista. En
palabras de ella: “Actuábamos en nuestra política del Partido y los fines de
semana salíamos al campo, en labores políticas a todo el Litoral o a pasear en
la isla Santay, Posorja o Data.”
En sus cuadros, Alba retrata a los que no habían sido retratados, al cholo y la
chola y la montubia y la india de la sierra. Ella siempre decía que su mejor
modelo era el pueblo. Ella sabía que, para pintar, hay que, principalmente,
observar; fijarse en los detalles que otros ignoran. Y aquí el gran ignorado
había sido el pueblo mismo.
La obra de una de las más brillantes artistas ecuatorianas, quedó marcada por
la desmemoria y la negligencia. Aunque Alba dejó la pintura, “cualquier cosa
que tocaran sus manos tenia calidad estética”, continúa Pimentel. Hacía cosas
simples y bellas. Por ejemplo, hubo un año que hizo un dibujo cada mes, a
manera de ilustración; confeccionaba muñecas, pintaba platos decorativos de
cerámica con motivos precolombinos, hacía algunas labores de diseño junto a
Julieth Gutiérrez. “Hasta los apliques para los uniformes de los coreutas
universitarios del conjunto que su buen gusto. Las decoraciones efímeras para
eventos de su dirección, fueron verdaderas instalaciones plásticas” dice
Rodolfo Pérez Pimentel.
Junto a Germania Paz y Miño y Piedad Paredes, Alba Calderón fue parte
indispensable del Realismo Social pictórico en Ecuador, un movimiento
artístico, que, como toda vanguardia, era muy masculino. Paradójicamente, los
que querían dar voz a los sin voz, se olvidaron de las otras voces, esas que
también contaban historias maravillosas que han permanecido en silencio. El
hecho de que la obra de Alba haya sido injustamente quemada y extraviada
parecería una metáfora de la desmemoria de la que han sido presa las mujeres
en la historia ecuatoriana.
BIBLIOGRAFIAS
https://mandragorateatro.org/alba-calderon-2/
https://www.eluniverso.com/guayaquil/2020/11/05/nota/8038384/yela-loffredo-
mujer-perfil-mujer-entregada-arte/
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mujer-perfil-mujer-entregada-arte/
https://es.wikipedia.org/wiki/Pilar_Bustos
https://mandragorateatro.org/pilar-bustos-2/