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Angie Graterol C.I.: 26.498.

958 PNFCP-III

ANÁLISIS SITUACIONAL
¿Fabricar un producto o importarlo?

Aunque no exista una fórmula mágica para determinar los cosos de


producción en nuestro país, en Venezuela sale más barato importar que
fabricar, y eso se refleja en los anaqueles de los comercios que se han llenado
cada vez más de productos importados, que son vendidos a precios mucho
menor a los nacionales. No es un tema de calidad, sino de precios.

Desde productos de primera necesidad como las harinas, aceites, arroz y


azúcar, hasta otros más complementarios como el refresco y las chucherías;
es sencillo toparse con bienes importados que son significativamente más
baratos que los producidos en Venezuela. Esto no solo se puede observar en
la denominada "economía de los bodegones", sino incluso en pequeños
comercios de zonas populares.

Se está favoreciendo a productores en el extranjero que traen una cantidad


de productos al país que muchas veces ni siquiera cumplen las condiciones
de calidad. Mientras tanto los productos nacionales tienen que cumplir con una
serie de normas sanitarias que no las tienen muchos de esos productos
importados y pagar determinados impuestos.

Las exportaciones venezolanas están concentradas en 21 países, entre


ellos se encuentran: Estados Unidos, China, Colombia, Brasil, Italia, Francia,
Alemania, Chile y México. Algunos productos son materias primas
petroquímicas, langostinos, cangrejos, camarones, pescado congelado, ron,
chocolate, cacao, pieles semiprocesadas y manufacturas del sector
construcción. En nuestro país tenemos deficiencia en los servicios públicos.
Esos productos vienen de países que no tienen problemas de energía, de
nada, nosotros sí. Los transportistas muchas veces no tienen de dónde sacar
combustible para poder trasladar los productos. Es una competencia
desproporcionada.

Los otros cuatro factores que más perjudican la producción de bienes en el


país son la falta de acceso a financiamiento, la incertidumbre en el escenario
político e institucional, la precariedad de los servicios básicos (electricidad,
agua, teléfono e Internet) y la baja demanda nacional, aspecto que se ha
mantenido los últimos años como el principal problema que enfrenta el sector
manufacturero venezolano.

Adicionalmente, en la actualidad se requieren aproximadamente 3.5 dólares


para comprar lo que hace 12 meses se adquiría con un 1 dólar. Esto es lo que
popularmente ha adquirido el nombre de “inflación en dólares”.

Por otra parte la corrupción y las limitaciones impuestas por entidades


gubernamentales estarían entre las culpables adicionales al desarrollo del
fenómeno, ya que la paga de vacunas, alcabalas ilegales, y demás formas de
barreras al productor (decomisos, multas, etc.), no serían más que una
consecuencia de la misma crisis política e institucional.

Las consecuencias son difíciles de prever con exactitud, sin embargo, todo
parece indicar que los empresarios venezolanos seguirán viéndose forzados
a aislarse de la población y sus necesidades, con los productores extranjeros
ganando cada vez más relevancia dentro del país. La falta de incentivos reales
y prácticos al emprendedor local no harán más que agravar la situación.

De esta manera, los consumidores dejarán de lado los productos


elaborados en el país debido a que, por razones de estructura de costo, serán
significativamente más costosos que los elaborados en el extranjero. Esto
probablemente significará la continuación de la caída en la productividad del
emprendedor venezolano y, posiblemente, su parcial desaparición.

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