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Resumen:
1. Poemas en cuaderna vía.
1.1 El mester de clerecía.
1.2 Mester de clerecía / mester de juglaría.
1.3 Difusión; público del mester de clerecía.
2. La materia religiosa.
2.1 Gonzalo de Berceo.
3. La materia antigua.
4. La materia de Castilla: el poema de Fernán González.
Desde comienzos del siglo XIII hasta finales del siglo XIV surgen en Castilla una serie
de obras escritas, en su totalidad o en parte, en estrofas de cuatro versos de rima
consonante (tetrásticos monorrimos), de catorce sílabas con cesura tras la séptima, que
se conocen con la denominación de cuaderna vía, según el nombre que aparece en la
estrofa segunda del Libro de Alexandre:
La forma métrica de este grupo de obras (una treintena) se asocia sin grandes
dificultades al verso alejandrino francés, así llamado por ser el que se emplea en el
Roman d'Alexandre desde las reelaboraciones de Lambert le Tort y Alexandre de
Bernay: la principal diferencia existente entre el verso francés y el castellano es que el
primero consta de doce sílabas divididas en dos hemistiquios de seis, mientras que el
segundo tiene catorce sílabas en dos hemistiquios de siete, pero ésta es una diferencia
más aparente que real, pues en prosodia francesa enmudece toda sílaba posterior al
acento de intensidad, con lo que resulta una estructura aguda (oxítona o masculina), lo
que equivale en prosodia castellana (de estructura grave o paroxítona) a la adición de
una sílaba más; dada la existencia de dos hemistiquios con cesura, la adición de sílabas
se produce en cada uno de los hemistiquios, pasando el alejandrino dodecasílabo
francés a convertirse en un verso de catorce sílabas en castellano. El influjo de modos
franceses no sorprende si se tiene en cuenta la importancia de la presencia de los
comerciantes y monjes llegados de Francia desde finales del siglo XI.
Por otra parte, los orígenes de este tipo de verso y de estrofa se sitúan en la poesía
rítmica, en latín, de los goliardos, con lo que quedaría de manifiesto su base culta.
Además, el ámbito goliárdico explicaría en gran medida su difusión por el mundo
románico: en efecto, tetrásticos monorrimos de doce o catorce sílabas se encuentran
tanto en la literatura francesa (con autores como Jean Bodel, Jean de Meun o en
distintas representaciones teatrales), como en la italiana (Bonvesin de la Riva, entre
otros) o la castellana; sin embargo, hay que señalar que en los textos en latín falta la
tendencia didáctica o moralizante que se encuentra frecuentemente asociada a los
tetrásticos en las distintas literaturas románicas.
Y dado que en un documento de 1221 figura como diácono, cargo al que no se podía
acceder antes de los 25 años, se deduce que Gonzalo de Berceo nació en 1196, o
quizás antes. Como clérigo seglar se documenta en 1228, 1240, 1242 y 1246. En los
Milagros de Nuestra Señora , cita como muerto al rey Fernando III de Castilla, hecho
ocurrido en 1252. Teniendo en cuenta esta última fecha, se puede considerar que el
autor alcanzó la edad de cincuenta y seis años, por lo menos, lo que podría coincidir con
las palabras que expresa en la estr. 2 del Poema de Santa Oria:
Resulta dudosa esta referencia, pues se encuentra sólo en uno de los manuscritos
que contienen el Libro de Alexandre, copia del siglo XV, y podría tratarse de una adición
relativamente tardía, y es ajena por completo a la tradición manuscrita de las obras de
Berceo.
Vidas de santos
1. La vida de San Millán
2. La vida de Santo Domingo de Silos
3. El martirio de San Lorenzo
4. La vida de Santa Oria
Obras marianas
1. Loores de Nuestra Señora
2. Milagros de Nuestra Señora
3. El duelo que fizo la Virgen el día de la Pasión de su Hijo
Obras doctrinales o litúrgicas
1. El sacrificio de la misa
2. Signos que aparecerán antes del Juicio
3. Tres Himnos (traducción castellana de Veni Creator Spiritus, de Ave maris stella
y de Christe, qui lux es et dies).
1. La Vida de San Millán de la Cogolla está formada por 489 estrofas, de las cuales,
las 361 iniciales proceden de la elaboración de la Vita Beati Emiliani, compuesta en el
siglo VII por San Braulio de Zaragoza en honor del ermitaño Aemilianus (h. 474-574),
fundador del monasterio de San Millán. El resto de las estrofas (de la 361 a la 481) está
formado por los Votos de San Millán y por dos milagros tradicionales (estr. 482-488).
Berceo ha mantenido la estructura tripartita habitual en las hagiografías: vida del
santo, milagros realizados durante su vida, y milagros póstumos; sin embargo, llama la
atención que el poeta haya añadido un episodio -el de los Votos- al relato latino de San
Braulio: en esa adición narra cómo el conde Fernán González (h. 890-969) instituyó que
un amplio número de localidades cercanas al monasterio -y no tan cercanas- pagaran
tributos al cenobio en agradecimiento por la ayuda que S. Millán le había prestado en la
batalla de Toro.
Así, la Vida de San Millán se presenta directamente vinculada con los intereses del
monasterio: por una parte, el tema busca realzar la figura del santo y, sobre todo, poner
Parece claro que Berceo intenta ganar la devoción de su público mediante la técnica
de los juglares y con los recursos de los cantares de gesta, la literatura que ese público
conocería.
3. El Poema de Santa Oria ha llegado a nuestros días en un manuscrito del siglo XIV
(Madrid, Real Academia Española, ms. 4b) y en dos copias del siglo XVIII que se
hicieron sobre los códices medievales de las obras completas de Berceo.
La breve obra -205 estrofas-, escrita en la vejez, se organiza en torno a las tres
visiones que tuvo la santa; resulta, así, una estructura simétrica, cuyo eje se establece
en la segunda visión, en la que se aparece la Virgen a Oria y le anuncia su pronta
muerte y glorificación, que se corresponden estructuralmente al Prólogo y a la
Introducción del Poema . Se trata, pues, de una estructura equilibrada, más compleja
que la de las Vidas.
Berceo utilizó la perdida Vita Beatae Aureae del monje Munio o Nuño, confesor de la
santa; nada podemos saber acerca del tratamiento que dio a la fuente latina, que
seguramente seguiría de cerca, amplificándolo, de acuerdo con la forma habitual que
tiene Berceo de emplear la información que utiliza.
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4. Conservado incompleto (en dos mss. del s. XVIII; sólo quedan 105 estr.), también
el Martirio de San Lorenzo se inscribe entre las obras destinadas a mover la devoción
local: no lejos del monasterio emilianense -a unos 15 Kms.- se encontraba el santuario
de San Lorenzo (Vida de San Millán , estr. 3b); y en una gruta de la ladera de la
montaña en la que se yergue dicho santuario, San Millán pasó cuarenta años de su vida.
Todo ello pudo constituir el posible punto de referencia de Berceo.
En todo caso, la obra no se plantea como en las dos Vidas anteriores como un relato
biográfico, pues no comienza con el nacimiento del santo, sino que lo presenta ya en su
madurez; se trataría más bien de una auténtica "pasión", a la que faltarían los milagros
post mortem entre los que seguramente habría uno que justificaría el nombre del pico
de San Lorenzo y la construcción del santuario en él.
Se ignora la fuente de inspiración de Berceo, pero debió ser un texto próximo a la
Passio Polychronii, en la que se narrara la muerte de S. Sixto, se considera hispánico al
santo y lo vinculara a S. Vicente; pero además de los datos contenidos en la Passio, es
posible que la versión utilizada por Berceo tuviera un carácter más local, poniendo en
relación a S. Lorenzo con los montes próximos al monasterio de S. Millán, a menos que
el autor combinara dos fuentes distintas.
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2. Las 233 estrofas de que constan Los loores de Nuestra Señora se han conservado
-como otras obras de Berceo- gracias a las dos copias del siglo XVIII, realizadas
directamente sobre los manuscritos medievales; no obstante, hay que señalar que el
texto de Los loores de una de las copias dieciochescas se encuentra repartido entre
sendos fragmentos en la Abadía de Santo Domingo de Silos (Archivo de los
Benedictinos de la Congregación de Valladolid, t. 36, ff. 131r-138v, para las estrofas 1-
156) y en la Biblioteca Nacional de Madrid (ms. 13149, ff. 65r-67v, para las estrofas 157-
175 y196-233, y f. 65 bis para las estrofas 176-195). La otra copia del siglo XVIII no ha
sufrido semejante desmembración y se conserva en la Abadía de Silos (ms. 93, ff. 84v-
97v).
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Las obras litúrgicas de Berceo tienen -sin duda- el mismo propósito didáctico que el
resto de sus composiciones, a la vez que corroboran un aspecto de la formación del
poeta que ha sido puesto de relieve a lo largo de las páginas anteriores, y en especial al
tratar los Milagros: su preparación en la exégesis y comentario de textos sagrados.
2. Los signos que aparecerán ante del Juicio forman parte de una rica tradición
literaria que recoge, con matices apocalípticos, los quince signos que anunciarán la
llegada del Juicio Final; desde época temprana hay testimonios de esa tradición -
representada ya en las profecías de las Sibilas-, que aumentan en importancia a partir
del siglo XI, gracias al tratamiento que dan al tema Pedro Damián (m. 1072) y el pseudo-
Beda (¿?): el prestigio de estos dos autores difundirá los signos, que serán acogidos en
historiadores de primera magnitud, como Pedro Coméstor (Historia scholastica , entre
1169 y 1175), que a su vez les darán nuevos vuelos en latín y en las
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3. Los tres Himnos (Veni Creator Spiritus, Ave Sancta María, Tú Christe que luz eres)
son adaptación castellana en siete cuadernas cada uno de los siete dísticos del Veni
Creator Spiritus, del Ave maris stella y de los ocho pareados del Christe, qui lux es et
dies: Berceo ha procedido a la amplificación del original y a la unificación del número
total de versos de cada himno. Se conservan en la copia del siglo XVIII realizada por
Ibarreta y en el ms. 13149 de la Biblioteca Nacional de Madrid (reproduce el ms. F, de h.
1325), en el que se recogen dos copias del Veni Creator y del Tú Christe, y una sola del
Ave Sancta María).
3. La Materia antigua.
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facta carta anno ab origine mundi sex millesimo trecentesimo L XXXX IIII,
IIII kalendas aprilis ab Incarnatione vero millesimo centesimo LXXXXV.
Otros cálculos retrasan ligeramente la fecha, y la sitúan entre 1204 y 1207. Así, hay
que considerar que el Libro de Alexandre fue compuesto en los primeros años del siglo
XIII, lo que hace muy difícil la autoría de Berceo, que a la sazón debería tener diez años
o poco más.
El autor se ha basado en el Alexandreis de Gautier de Châtillon, elaborando el poema
latino mediante la utilización de las más variadas fuentes, orales y escritas, que le
suministran más de una tercera parte del material; así, se aprecia la huella de otras
obras sobre Alejandro Magno o sobre la Antigüedad: el Roman d'Alexandre, la Historia
de Preliis o la Ilias latina (para la larga digresión sobre la guerra de Troya).
Naturalmente, a este relevante grupo de textos habrá que añadir otros que constituyen
en gran medida el acerbo cultural del momento: la Etimologías isidorianas, Ovidio,
Catón, junto con algunos historiadores como Flavio Josefo y el biógrafo de Alejandro,
Quinto Curcio... La riqueza de fuentes es extraordinaria y manifiesta una voluntad clara
por parte del autor: relatar la historia de Alejandro sin dejar lagunas, de forma
exhaustiva, reuniendo para ello cuantos materiales tenía a su alcance y combinándolos
en un conjunto perfectamente trabado. No quiere decir esto que se trate de una
empresa colectiva -según han supuesto algunos críticos-, pues ni la envergadura de los
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Las palabras del Marqués parecen indicar que estaban compuestos en cuaderna vía,
como las demás obras citadas en el mismo párrafo. Se puede deducir, además que
serían versión de la obra de Jacques de Longuyon (Voeux du paon, anterior a 1312),
escrita en tiradas -monorrimas- de versos alejandrinos franceses, que se puso de moda
junto con otras obras similares en las fiestas de la nobleza del siglo XV.
El mismo Marqués de Santillana fue el promotor de la traducción de la Historia de
praeliis llevada a cabo por Martín de Avila a mediados de siglo (Libro de las proezas,
magníficos hechos y famosísimas obras del gran Alexandre ). Y en su biblioteca había
una versión de la obra de Quinto Curcio, realizada a través de la traducción italiana de
Pier Candido Decembrio. Era la misma biblioteca en la que se encontraba el Libro de
Alexandre castellano, que hoy se custodia en la Biblioteca Nacional de París.
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Las dos primeras estrofas incluyen abundantes materiales para una reflexión crítica:
por una parte, la preocupación por la actividad intelectual que va a llevar a cabo
(estudiar, componer), el género (romance 'narración'), la forma (nueva maestría) y el
tema, claramente de amor y aventuras; todo ello, presidido por una invocación religiosa,
indicando que se trata de una obra de provecho moral.
No miente el autor. El Libro de Apolonio presenta -como pocas obras de este
período- una constante preocupación por el mundo intelectual y un deseo claro de unir
todos los elementos citados y algunos más: el amor, o más exactamente, las relaciones
sexuales son uno de los ejes fundamentales del relato, y presentan, además, unas
características muy especiales, que se suelen atribuir al texto latino primitivo; en efecto,
no sólo hay un caso de incesto (de Antíoco y su hija) como motor de toda la trama, sino
que incluso el reencuentro de Apolonio con su hija Tarsiana también se plantea con
tintes incestuosos, aunque Apolonio evita cualquier sospecha al dar una bofetada a la
joven. Entre el episodio inicial y el reencuentro de padre e hija ha habido otras escenas
de fuerte carga erótica: un "homne malo, señor de soldaderas" compra a Tarsiana para
obligarla a ejercer la prostitución; Tarsiana logra convencer al primer cliente
(Antinágoras) para que no peque con ella... No se puede ignorar la importancia de este
primer eje.
Otro de los ejes fundamentales de la narración viene marcado por los continuos
viajes: trece travesías marítimas realiza Apolonio; Luciana y Tarsiana coinciden con el
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