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VIOLENCIA OBSTÉTRICA: HACIENDO VISIBLE LO INVISIBLE

Revista de la Universidad Industrial de Santander. Salud vol. 51(2), abril-junio de 2019

Elisa Jojoa-Tobar1 ; Yuler-Darío Cuchumbe-Sánchez1 ; Jennifer-Briyith Ledesma-Rengifo1 ; María-Cristina


Muñoz-Mosquera1 ; Adriana-María Paja-Campo1 ; Juan-Pablo Suarez-Bravo1

Introducción:
La violencia obstétrica ha sido tipificada como una modalidad de violencia de
género, que hace referencia a las conductas de acción u omisión; puede ser
institucional, psicológica, simbólica o sexual.
Objetivo:
Caracterizar las diferentes modalidades de violencia obstétrica.
Metodología:
Estudio cualitativo con enfoque fenomenológico; conformado por 16 mujeres con
experiencias obstétricas menores de dos años que asistieron a los hogares de
Familia, Mujer e Infancia (FAMI) del Instituto Colombiano de bienestar familiar en
la ciudad de Popayán (Colombia) durante el 2016. Se realizaron entrevistas
estructuradas y a profundidad sobre sus experiencias en la atención institucional
del parto, en términos de toma de decisiones e información sobre procedimientos,
posición para el parto, presencia de acompañante, derecho a la intimidad,
percepciones sobre maltrato físico y psicológico.
Resultados:
El 69% de las entrevistadas reportaron alguna forma de violencia obstétrica. La
violencia institucional se registró en la mayoría de los relatos y estuvo asociada a
políticas institucionales que no satisfacen las expectativas de las gestantes en el
proceso de parto e inconformidad con la atención en salud recibida durante el
trabajo de parto; la violencia psicológica, fue percibida como falta de información y
de autonomía en la toma de decisiones en el proceso de atención, malos tratos e
impedimento a las gestantes para expresar sus sentimientos y emociones.
Conclusiones:
La mayoría de mujeres desconocen sus derechos y/o naturalizan los actos de
violencia obstétrica. Los profesionales de salud deben reconocer en su formación
y en los campos de práctica, los distintos tipos de violencia obstétrica con el fin de
diseñar mecanismos para su prevención y abolición. Se hace necesario explorar la
ocurrencia de eventos asociados a violencia sexual en el marco de la atención
obstétrica.

Violencia obstétrica, ¿cómo identificarla y qué hacer si eres víctima?

Las madres gestantes pueden llegar a ser víctimas de prácticas y actitudes por
parte del personal médico que afectan su salud física, psicológica y emocional.

En 2016, un estudio desarrollado por investigadores de la Universidad Industrial


de Santander, en el que participaron mujeres que relataron las experiencias que
vivieron en la atención de sus partos, reveló que la gran mayoría de ellas no solo
había sido víctima de violencia obstétrica, sino que las agresiones que sufrieron
pasaron desapercibidas o fueron naturalizadas por ellas a pesar de que esto las
hizo sentir incómodas, inconformes e insatisfechas durante su trabajo de parto.
 
El informe puso de manifiesto que, en ocasiones, las madres gestantes
desconocen sus derechos, no saben cómo identificar las agresiones y no están
empoderadas para tomar medidas al respecto. 
Por eso, es esencial que las mujeres en estado de embarazo conozcan qué es la
violencia obstétrica, cómo se manifiesta, y lo más importante: cómo denunciarla.
 
Para empezar, las gestantes y su núcleo familiar deben saber que, según lo
establece la Organización Mundial de la Salud (OMS), “todas las mujeres tienen
derecho a recibir el más alto nivel de cuidados en salud durante el embarazo y el
parto, lo que incluye el derecho a una atención digna, respetuosa, competente y
comprensiva”.
 
Por su parte, en Colombia, el Ministerio de Salud y Protección Social afirma que
todas y cada una de las madres gestantes tienen los siguientes derechos en el
sistema de salud:
 
 A ser tratada con respeto, de manera individual y protegiendo su derecho a
la intimidad y confidencialidad.
 A ser considerada, en su situación de alumbramiento, como persona sana,
de modo que se facilite su participación como protagonista de su propio
parto.
 A recibir atención integral, adecuada, oportuna y eficiente, de conformidad
con sus costumbres, valores y creencias.
 A recibir asistencia psicosocial cuando así lo requiera.
 A ser informada sobre la evolución de su parto, el estado de su hijo o hija y,
en general, a que se le haga partícipe de las diferentes actuaciones de los
profesionales.
 A estar acompañada por un familiar o una persona de su confianza y
elección durante el trabajo de parto, parto y postparto.
 A tener a su lado a su hijo o hija durante la permanencia en el
establecimiento sanitario, siempre que el recién nacido no requiera de
cuidados especiales.
 A ser informada, desde el embarazo, sobre los beneficios de la lactancia
materna y recibir apoyo para amamantar.
 A recibir asesoramiento e información sobre los cuidados de sí misma y del
niño o niña.
 A recibir información después del embarazo sobre los diferentes métodos
anticonceptivos que estén acordes a su condición clínica.
 A recibir, según el caso y de acuerdo con las posibilidades de existencia del
recurso, analgesia o anestesia obstétrica adecuadamente aplicada por un
médico especialista anestesiólogo para buscar una maternidad segura,
feliz, no traumática ni para la madre ni para el recién nacido.
Sin embargo, estos derechos se vulneran cuando las embarazadas son víctimas
de prácticas, comportamientos y actitudes (por acción u omisión) que ocurren en
el ambiente hospitalario y que afectan su salud física, psicológica y emocional y
que son considerados como violencia obstétrica.
 

Modalidades de la violencia obstétrica

De acuerdo con Hellen Maldonado Pinzón, asistente técnica de la Dirección de


Primera Infancia del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), es
necesario empezar a reconocer cuáles son las situaciones que vulneran a las
mujeres gestantes. Algunas de las modalidades de violencia obstétrica que se
pueden presentar son:
 
Desarrollo de controles rápidos, poco humanizados. 

Para Maldonado, la violencia obstétrica inicia cuando los profesionales de salud a


cargo de llevar los controles de las madres no resuelven todas sus dudas, ignoran
sus temores, no escuchan a la paciente, no le explican los cambios que está
afrontando y simplemente, se dedican a desarrollar una consulta médica de
manera rápida y mecánica, donde solo se registran datos cuantitativos como peso,
frecuencia cardíaca, presión arterial, etc.  

Omisión por parte del personal de salud del consentimiento informado. 

Las madres gestantes deben estar plenamente informadas de todos los


procedimientos clínicos que les realicen, incluso, para aquellos que, desde el
punto de vista médico, sean rutinarios. Cuando el personal médico no cumple este
requisito, vulnera el derecho de las madres a tomar decisiones informadas sobre
su gestación y parto.

Oposición al ingreso de un acompañante al trabajo de parto. 

Salvo que las condiciones de salud o de seguridad de la madre lo imposibiliten,


impedir el ingreso de la pareja, de un familiar o del acompañante que ella elija
como soporte emocional en el proceso de parto, también constituye una forma de
agresión.
 

Maltrato verbal y/o psicológico ante las manifestaciones de dolor de la


madre durante el trabajo de parto. 

Frases como “deje de quejarse”, “no haga tanto escándalo”, “no sea floja”, “no
grite”, etc.  demuestran insensibilidad ante el dolor por parte del personal médico y
tienden a reprimir la libre expresión de los sentimientos de la madre.  Así mismo,
expresiones que buscan generar sentimientos de culpa como “¡usted no ayuda! -
¡puje!”; “deje de quejarse y empiece a pujar, que así su hijo no va a nacer” o “si el
bebé no nace es porque usted no colabora”, también son agresiones verbales y
psicológicas que afectan la autoestima de la madre. En este sentido, la negación
de analgésicos, durante o después de la realización de un procedimiento
constituyen violencia obstétrica.
 
Reproches, críticas y comentarios inapropiados. 

De acuerdo con los investigadores de la Universidad Industrial de Santander, las


víctimas de esta modalidad de violencia obstétrica suelen ser en mayor medida las
madres adolescentes, a quienes se les reprimen sentimientos de dolor, angustia y
miedo mediante comentarios tendientes a reprochar su embarazo a temprana
edad. Aquí entran frases como “¿quién la mandó a abrir las piernas? Ahora,
¡aguántese!”, “¡qué irresponsable! Usted no sabe lo que le espera” o “esto le pasa
por ponerse de brincona”.
 
Violación de la privacidad.  

No garantizar condiciones adecuadas de privacidad, en especial cuando se


realizan tactos o exploraciones vaginales.
 
Partos inducidos y cesáreas innecesarias. 

El suministro injustificado de medicamentos, la acelerada inducción del parto


natural de bajo riesgo o la realización de cesáreas innecesarias, sin pleno
consentimiento de las mujeres, son otra forma de violencia. También lo es el
hecho de obligar a las madres a dar a luz en la posición que le resulta más
cómoda al personal médico, aun cuando ella manifieste su deseo de hacerlo de
otra forma.
 
Desatención y abandono. 

Negar o demorar una atención oportuna en agencias obstétricas, ignorar las


preguntas de las madres gestantes durante el proceso de parto y posparto,
dejarlas solas largos periodos de tiempo y regresar tan solo para tomar las
lecturas de los monitores sin interactuar con ellas, son conductas que incrementan
el miedo y la ansiedad de las gestantes y, por lo tanto, son una forma de violencia.

Materiales y métodos

Para llevar a cabo esta investigación se realizó un estudio cualitativo con enfoque
fenomenológico. La población estuvo conformada por 16 madres de niños
menores de dos años que asistieron a los hogares de la Asociación 31 de marzo
pertenecientes al programa FAMI del ICBF durante el I semestre del 2016;
considerando que, al tener una experiencia obstétrica reciente, la información
obtenida sería mucho más fidedigna y cargada de más detalles que serían
relevantes para la investigación. Por otra parte, los hogares FAMI tienen dentro de
su población sujeto, mujeres gestantes y lactantes con niños hasta de dos años, lo
que posibilitó el encuentro con esta población. Las técnicas de recolección
utilizadas incluyeron una entrevista estructurada, para la identificación de los
aspectos sociodemográficos y una entrevista a profundidad para la recolección de
las experiencias vividas en el proceso de trabajo de parto, parto y puerperio y la
obtención de datos relacionados con las modalidades de violencia obstétrica
percibida en la entidad de salud.
Resultados y discusión

Un 12% de las participantes tenían entre 15 a 19 años, 57% de 20 a 25, 19% de


26 a 35 y 12% eran mayores de 36 años. Respecto al nivel educativo, el 31%
cursó el bachillerato; el mismo porcentaje afirmó no haber culminado la primaría.
De la información sociodemográfica, es de resaltar que el 63% de las informantes
refirió tener un hijo; con relación a la ocupación, la mayoría manifestó ser ama de
casa.
De las 23 entrevistas realizadas en el 69,5% se evidenció una o más formas de
violencia obstétrica, lo que implica que este evento resulta ser muy frecuente y
evidencia la vulneración de los derechos humanos de las mujeres, así como de
sus derechos sexuales y reproductivos.

El aspecto central de la investigación parte de la comprensión del concepto de la


violencia obstétrica como el conjunto de prácticas, comportamientos y actitudes
que afectan a la gestante de modo negativo en el desarrollo de su trabajo de
parto, parto y puerperio. Las diferentes modalidades de violencia obstétrica fueron
sistematizadas en un mapa con las categorías y subcategorías consideradas para
el estudio tal como lo muestra la siguiente figura.
Conclusiones

Aunque la violencia obstétrica puede presentarse en cualquier tipo de mujer sin


importar su condición socioeconómica o educativa, la mayoría de entrevistadas
tenían un nivel educativo bajo, condición supone un nivel de empoderamiento
también bajo que contribuya a la exigencia de derechos.

De las diferentes modalidades de violencia obstétrica, en la investigación se


evidenciaron todas las variaciones de este tipo de violencia, predominando la
psicológica e institucional; sin embargo, uno de los hallazgos más alarmantes en
la investigación, es el caso de la violencia sexual en la atención obstétrica. Frente
a estas situaciones, la mayoría de mujeres no denuncia, pues desconocen sus
derechos o no están en condiciones de exigirlos y/o naturalizan los actos de
violencia obstétrica.

Los resultados de esta investigación son un llamado a la acción a las entidades de


gobierno, a las instituciones de salud, a la academia y a las organizaciones
sociales y de mujeres, para eliminar cualquier tipo de violencia en el proceso de
atención del trabajo de parto y parto, para construir un diálogo horizontal entre la
gestante y el personal de salud y favorecer el ejercicio de la ciudadanía
reproductiva en la prestación de los servicios.

El personal de salud debe reconocer en su formación las distintas modalidades de


violencia obstétrica con el fin de: diseñar mecanismos para su prevención, sanción
y abolición; aportar a la construcción de un marco jurídico que castigue
ejemplarmente toda forma de violencia obstétrica, tal como existe en México,
Venezuela y Argentina; divulgar los derechos de las gestante, su
autoconocimiento y su autoconfianza entorno a las dinámicas fisiológicas,
emocionales y espirituales en el trabajo de parto, parto y puerperio y promover la
paternidad activa.

Corresponde a los profesionales de enfermería liderar iniciativas que permitan a


las gestantes, escoger libremente la persona que acompaña el trabajo de parto y
parto y la forma de parir, además de garantizar el respeto por la “hora sagrada”
(contacto piel a piel en la primera hora de vida) y el arrastre al pecho.
Recientemente el Ministerio de Salud y Protección Social emitió la circular 000016
de 2017, la cual busca el fortalecimiento de acciones que garanticen la atención
segura, digna y adecuada de las maternas en las instituciones de salud a lo largo
de todo el territorio Nacional, se espera que su aplicación contribuya a eliminar
esta forma de violencia contra las mujeres y sus hijos por nacer.

De acuerdo con Catalina Valencia, ginecobstetra y presidenta de la Asociación


Antioqueña de Medicina Materno Fetal, este tipo de agresiones impiden que las
mujeres gocen de un parto humanizado y vivan una experiencia positiva con
relación a su sexualidad.
 
Aunque la especialista reconoce que el término es “incómodo” para la comunidad
médica, también admite que “la violencia obstétrica existe y debe ser eliminada”.
Por ello, recomienda a las madres gestantes no solo exigir un trato cordial y
respetuoso sino también una comunicación eficaz y oportuna por parte de los
profesionales de salud. “Los médicos estamos en la obligación de resolver todas
las inquietudes de las pacientes, debemos orientarlas, darles el conocimiento que
necesitan para afrontar esta etapa de cambios y explicarles todo lo que ocurre en
el proceso de gestación y parto. Por lo tanto, si la paciente está bien informada y
es bien atendida, no se va a sentir violentada. Al contrario, va a estar segura y
tranquila”, afirma Valencia.

¿Cómo denunciar?
 
Conforme lo señala el Ministerio de Salud, una mujer que no reciba el trato digno,
respetuoso y competente que merece en su proceso de embarazo, parto y
posparto y perciba que le han sido vulnerados sus derechos como gestante,
puede interponer sus peticiones, quejas y reclamos ante la institución prestadora
de salud la cual está obligada a recoger y resolver sus inconformidades tal y como
lo contempla el Sistema Obligatorio de Garantía de Calidad en Salud (SOGCS). 
Además, “la ciudadanía puede canalizar sus quejas y reclamos a las secretarías
locales y departamentales de salud o a la Superintendencia Nacional de Salud”,
puntualiza el ministerio.

REFERENCIA:
https://www.icbf.gov.co/ser-papas/que-es-la-violencia-obstetrica-y-que-hacer-si-
eres-victima
file:///C:/Users/USUARIO/Downloads/9537-Texto%20del%20art%C3%ADculo-
52689-3-10-20200602.pdf

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