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En Las babas del diablo, Cortázar nos presenta a un narrador en primera persona
que se debate ante las limitaciones de la lengua escrita para narrar el hecho que
quiere relatar. Luego, cambia a un narrador en tercera persona para contarnos la
historia del traductor-fotógrafo franco chileno, Roberto Michel. A lo largo del relato
el narrador alternará la primera y tercera persona para darnos a entender que
Roberto Michel es él mismo, que no encuentra en las palabras la forma correcta de
expresión. También combina la narración de los hechos con la descripción del cielo
y las nubes que ve desde la ventana de su estudio.
Roberto Michel vive en París, un día, sale con su cámara a hacer fotografías en una
placita en la isla Quai de Bourbon. Allí ve a una mujer, posiblemente una prostituta,
que acosa a un jovencito asustado. Michel mira el hecho a través del lente de su
cámara, enfrentándose al dilema de si debe intervenir o mantenerse al margen
para obtener la fotografía. Finalmente, toma la foto, lo que distrae a la mujer y
permite que el muchacho escape.
La narración avanza con juegos temporales, por ejemplo, inicia con un flashback al
momento en el que el Ojo y el narrador vivían en México. Se nos revela que el
fotógrafo era homosexual y que trabajaba como periodista para distintos diarios.
Luego, el narrador se anticipa en el tiempo cuando dice que el Ojo “hablaba de los
indios de la India, de esa India que tan importante iba a ser para él en el futuro”
(p.68).
Años después los dos personajes se reencuentran en una calle de Berlín y charlan
en una plaza cercana. El diálogo entre los dos da paso a la voz del Ojo, quien
cuenta lo que le había sucedido en un viaje a la India: Con la doble misión de hacer
un reportaje fotográfico y de registrar visualmente “el barrio de las putas” (Bolaño,
2002: p.1) llega a ese país. En una ciudad descubre una red de pederastia que
trafica con niños castrados por un culto religioso. Al igual que el personaje de
Cortázar, el Ojo se enfrenta al debate ético de sacar una fotografía o intervenir.
Pero a diferencia de Michel, el Ojo toma la fotografía, actúa: rescata a los niños y
mata a sus captores, se enfrenta con valor a esa violencia de la que no se puede
escapar. El fotógrafo confiesa que ese día se convirtió en “madre” (p.70) y obra en
consecuencia llevándose a los pequeños a vivir con él. Finalmente, los niños
mueren y el Ojo se siente impotente, no puede dejar de llorar:
En estos dos textos, vemos que existe una reflexión sobre el papel de la obra de
arte frente a la realidad. En el caso del cuento de Cortázar, el acto de creación
(tomar la foto) modifica el entorno; sin embargo, es un efecto momentáneo,
limitado, insuficiente, que deja al artista frustrado, impotente y al margen de toda
posibilidad de transformar el mundo.
BIBLIOGRAFÍA
Bolaño, Roberto, (2000), “El Ojo Silva”, Letras Libres: Madrid.
------ (2003), “Los mitos de Cthulhu”, El gaucho insufrible, Anagrama:
Barcelona.
Bril, Valeria, (2003), “Roberto Bolaño, el escritor reducido a su verdadero
tamaño”, Crítica, revista latinoamericana de ensayo: Santiago de Chile.
Cortázar, Julio, (2000), “Las babas del diablo”, Ceremonias, Seix Barral:
Buenos Aires.
Paz Soldán Edmundo (ed.). (2008) “Roberto Bolaño, Literatura y
apocalipsis”, Bolaño Salvaje, Candaya: Barcelona.