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Decidir si un recuerdo es verdadero o falso es un tema de gran controversia, desde el punto

de vista legal. Pero lo que esta más allá de toda controversia es el hecho de que es muy fácil
generar falsos recuerdos.

Considere, por ejemplo, estas palabras: caramelo, torta, azúcar, gusto. Manténgalas en su
mente durante algunos minutos y luego pregúntese si la palabra dulce figuraba en la lista.

Es posible que uno recuerde la presencia de la palabra dulce en esa lista. Por supuesto, es
un recuerdo falso. ¿Cuál es la diferencia entre recordar la palabra torta y recordar la palabra
dulce?

Al tratar de responder esa pregunta, varios investigadores de la Universidad de Harvard


lograron obtener algunos datos sobre el método que utiliza el cerebro para reestructurar
tantos recuerdos falsos como verdaderos.

En primer lugar, varias listas de palabras vinculadas semánticamente (como el caso antes
citado de caramelo, torta, azúcar y gusto) fueron leídas en voz alta a doce voluntarios.

Diez minutos más tarde, se mostró a los voluntarios palabras de cada una de las listas y se
les pregunto si figuraban entre aquellas que habían oído.

Mientras pensaban en la respuesta, la actividad cerebral de los voluntarios fue analizada


con aparatos de tomografía de emisión de protones (PET scan). Esta técnica detecta áreas
de mayor flujo sanguíneo relativo, que se suponen de mayor actividad mental, en este caso.

Posteriormente, se mostró a los voluntarios otra lista que contenía palabras similares, pero
no idénticas a las de las listas originales, como dulce, helado o pegajoso. Cualquier
reconocimiento de palabras en esa lista indicaba falsos recuerdos.

Nuevamente, los investigadores analizaron la actividad cerebral. Los voluntarios


reconocieron con ligera mayor facilidad las palabras que habían oído antes que las que no
habían escuchado.

Lo que llamó la atención de los científicos, sin embargo, fue la actividad cerebral registrada
en el curso de esas pruebas.

En ambas ocasiones hubo un aumento de la actividad en la región temporal medial, una


región situada en las profundidades cerebrales, que parece intervenir en la formación de los
recuerdos de eventos recientes.

Sin embargo, hubo una diferencia significativa. En la primera prueba, cuando se pidió a los
voluntarios recordar palabras que realmente habían oído, se activó otra región en la parte
región en la parte alta del lóbulo temporal, cercana a la superficie del cerebro.

Daniel Schacter, neurocientífico de Harvard, dice que esa zona cerebral parece procesar
sonidos. Su actividad podría reflejar la memoria auditiva del sonido de las palabras al ser
pronunciadas en voz alta.
Por el contrario, no existía un recuerdo de detalles sensoriales para palabras de la lista
“falsa”, debido a que a los voluntarios no se las habían leído.

Previas investigaciones han demostrado que los recuerdos verdaderos tienden a tener mayor
respaldo de detalles físicos y sensoriales que los falsos.

Una función de esa zona cerebral sería la de almacenar o recuperar asociaciones de palabras
o de sensaciones y de informarnos donde buscar las relaciones.

Mientras los voluntarios se preguntaban si previamente habían oído o no una palabra, dice
Schacter, algunas veces sus cerebros mostraban activación de la corteza cerebral frontal, el
llamado “centro de toma de decisiones”, como si estuvieran buscando frenéticamente
evidencias sensoriales.

Posiblemente se origina en la región temporal medial, que podría ser la fuente de la


predisposición humana a los falsos recuerdos.

Eso nos permite reconstruir un trozo de recuerdos. O buscar y “encontrar” recuerdos falsos,
por ser similares a otros verdaderos.

“Cuando alguien dice “si” a palabras que no figuraban originalmente en la lista, como, por
ejemplo, dulce, es porque les encuentra un aire familiar. Y lo cierto es que en la lista
figuraba la palabra azúcar” dice Shacter.

Por supuesto, los PET scan no nos pueden informar las diferencias en la actividad mental
entre un cerebro que tiene recuerdos falsos y otro que evoca algo realmente ocurrido.

Shacter asigna a su estudio características muy modestas “se trata del primer paso en tratar
de comprender la biología de los recuerdos falsos”.

Verificación de la traducción:
Miguel Dávila, neurólogo.
Fundación Santa Fe.

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