Está en la página 1de 7

CITAS

Stuhlmueller, Carroll. 1972. “Evangelio según san Lucas”. En Comentario bíblico San
Jerónimo, 295-420 (tomo III, Nuevo Testamento I). Madrid: Ed. Cristiandad.
“… quién es mi prójimo: el legista quisiera que el ‘prójimo’ a que se refiere el
mandamiento quedara más definido, para asegurarse más con vistas a poseer la vida eterna.
La respuesta de Jesús mediante esta parábola implica en caso extremo: compara el fallo de
los ministros de Dios con el olvido de sí mismo que manifiesta el odiado samaritano con lo
que sus oyentes podrán entender que el mandamiento del amor no conoce límites.” (p.368)

Karris, Robert. 2004. “Evangelio de Lucas”. En Nuevo comentario bíblico San Jerónimo
Nuevo Testamento (tomo II), 133-202. Navarra: Ed. Verbo Divino.
“… prójimo: La pregunta del jurista procede de los debates sobre quién pertenece al pueblo
de Dios, y, por lo tanto, hay que amarlo como un prójimo (…) ¿quién… fue prójimo…?: La
pregunta de Jesús da la vuelta a la del jurista: No te preguntes quién pertenece al pueblo de
Dios para que merezca mi amor como prójimo suyo, sino pregunta, más bien, cuál es el
comportamiento que incumbe a un miembro del pueblo elegido por Dios (…) el samaritano
muestra que es realmente un prójimo, un miembro del pueblo de Dios, heredero de la vida
eterna.” (p.173)

Oyin, Samuel. 1999. “Lucas”. En Nuevo comentario bíblico San Jerónimo Nuevo
Testamento), 1244-1307. Navarra: Ed. Verbo Divino.
“… El escriba responde con las palabras de uno de los textos más conocidos y venerados
del AT, el shemá (…) (Dt 6, 4-5), y añade ‘y con toda tu mente y a tu prójimo como a ti
mismo’ (…) Los personajes han sido cuidadosamente elegidos el hombre asaltado y
golpeado es un judío, mientras que el que ofrece ayuda gratuita es un samaritano. Entre
estos dos grupos existía una intensa hostilidad racial. Ben Sirá describe a los samaritano
como el ‘pueblo estído’ a quien su ‘alma detesta’ (Eclo 50, 25-26). A los judío les estaba
prohibido decir ‘amén’ al final de una oración presentada por un samaritano. Al mismo
tiempo, Simón, hijo de Gamaliel, pensaba que debían ser tratados como los israelitas (Jer.
Damai VI II; Jer. Ver. vii I; Jer. Keth. 27ª). En ambos casos, los samaritanos eran
considerados ‘extraños’. El significado de la parábola en su contexto lucano, es que
precisamente ese ‘extraño’, el samaritano, da pruebas de ser prójimo. El samaritano es el
prójimo del maestro de la Ley” (p.1279)

Schökel, Luis Alonso. 1998. Biblia del Peregrino, edición de estudio (tomo III). Navarra:
Ed. Verbo Divino.
“… Prójimo en el contexto del Levítico es el israelita; el Deuteronomio reserva el título
‘hermanos’ para los israelitas (…) La tensión entre culto y ayuda al prójimo, justicia social,
es una constante en el AT, profetas, sapienciales, salmos (Is 1,10-20; Jr 7; Sal 50; Eclo 34,
18-35, 10). La relación de ‘prójimo’. El término griego (plesíon) responde a uno hebreo,
que significaba vecino (Prov. 25,17; 27, 14) o amigos (Prov 27,0; 17,17; Eclo 37, 1-6). Es
concepto de relación recíproca, que incluye dos correlativos: uno considera y trata al otro
como prójimo = amigo. Esto explica el desplazamiento de la respuesta respecto a la
pregunta: ¿quién es mi prójimo?” (p.186-187)

Pikaza, Xavier. 2007. Diccionario de la Biblia. Historia y palabra. Navarra: Ed. Verbo
Divino.
“… la parábola del Buen Samaritano constituye uno de los textos más significativos de los
evangelio. Resulta menos conocido el hecho de que esa parábola forma parte de una
conversación más amplia entre un escriba y Jesús. Jesús ha unido el mandato del amor a
Dios y del amor al prójimo es escriba cree entender quién es Dios, pero necesita saber
quién es el prójimo. Jesús responde contándole una parábola (…) el problema de fondo es,
que, según el texto base de Lv. 19,18 (donde se manda amar al prójimo), parece ser el
israelita. Pues bien, según la parábola, conforme a todo el mensaje de Jesús, prójimo es
cualquier hombre que está necesita. Más aún, verdadero prójimo es aquel que se hace
cercano al necesitado y le ayuda, sea sacerdote (aunque el sacerdote y el levita de la
parábola no son prójimos), sea samaritano. Este samaritano es el verdadero prójimo del
necesitado” (p.846)

Preuss, Horst. 1999. Teología del Antiguo Testamento (volumen II). Bilbao: Ed. Desclée de
Brouwer.
“…Dentro del AT, el mandamiento (de la época del exilio) del amor al prójimo de Lv
19,18(34) es bastante aislado; y tampoco se refiere al prójimo en general, sino a los demás
miembros del propio pueblo, con la pretensión programática de mantener la cohesión de la
comunidad del tardo postexilio e impregnar su futura vida en Israel.” (p.262)
“…el AT conoce el amor a Dios (Dt 6,5) y el amor del prójimo (Lv 19,18), y plantea con
claridad la reunión de ambos en el doble mandamiento del amor. Los profetas denuncian
cuando se hace mal al prójimo (Is 3,5; Jr 5,8; 9,7; 22,13; Ez 22,12).” (p.262)

Eichrodt, Walther. 1975. Teología del Antiguo Testamento (volumen II). Madrid: Ed.
Cristiandad.
“…Si en la antigua ética popular el apoyo incondicional al “prójimo (rea‘, es decir, a otro
miembro cualquiera del pueblo de Yahvé, que en cuanto tal estaba indisolublemente
vinculado con todos los miembros de dicho pueblo) constituyó ya un pilar básico de la
moral social, la conciencia despertada ahora por los profetas, de hallarse bajo la presencia
inmediata de Dios, condujo a una concepción más profunda de los deberes que esta
vinculación nacional querida por Dios imponía a todo el que formara parte del pueblo.”
(p.330)

León-Dufour, X. 1972. Vocabulario de teología bíblica. Barcelona: Ed. Herder.


“La palabra ‘prójimo’, que traduce con bastante exactitud el término plesion corresponde
imperfectamente a la palabra hebrea rea‘, que es subyacente a este último. No debe
confundirse con la palabra ‘hermano’, aunque con frecuencia le corresponde.
Etimológicamente expresa la idea de asociarse con alguno, de entrar en su compañía. El
prójimo contrariamente al hermano, con el que está uno ligado por la relación natural, no
pertenece a la casa paterna; si mi hermano es otro yo, mi prójimo es otro que yo, otro que
para mí puede ser realmente ‘otro’, pero que puede también llegar a ser un hermano.”
(p.730)
“En los antiguos códigos no se habla de ‘hermanos’, sino de ‘otros’ (…) a pesar de esta
abertura virtual hacia el universalismo, el horizonte de la ley apenas si rebasó los límites del
pueblo de Israel.” (p.731)
“El Deuteronomio y la ley de santidad, con su conciencia más iva de la elección, confunden
‘otro’ y ‘hermano’ (lev 19,16ss) entendiendo así a los solos israelitas (17,3).” (p.731)
“Cuando el escriba preguntaba a Jesús. ‘¿Quién es mi prójimo?’ (Lc 10,29), es probable
que todavía asimilara a este prójimo con su ‘hermano’, miembro del pueblo de Israel. Jesús
va a transformar definitivamente la noción de prójimo.” (p.731)
“Finalmente, en la parábola del buen samaritano pasa Jesús a las aplicaciones prácticas (Lc
10,29.31). No me toca a mí decidir quién es mi prójimo. El hombre que se halla en apuros,
aunque sea mi enemigo, puede convertirse en mi prójimo. El amor universal conserva sí un
carácter concreto: se manifiesta para con cualquier hombre al que Dios ponga en mi
camino. (p.731)

Diccionario exegético del Nuevo Testamento (volumen II). 1ª ed. s.v. “plesion”
“sin generalización y aludiendo simplemente a las reglas de la convivencia, oi plesion (…)
puede designar a quien se tiene frente a frente en una determinada interacción...” (p.1006)
“Generalmente hay que entender rea‘ en sentido amplio como ‘semejante, prójimo’…
aunque de hecho suelen entrar en consideración sólo los compatriotas, rea‘ no se convirtió
en término técnico para designar a los miembros del pueblo de Dios.” (p.1007)
“…probablemente la pregunta formulada en Lc 10,29, la cual, por lo demás, no debe
sobrevalorarse, ya que Lucas la introduce como el deseo de complicar artificialmente la
comprensión del mandamiento y no como el ruego sincero que desee una aclaración.”
(p.1008)
“Según eso, parece que Lc 10,36 combina el sentido fundamental espacial concreto de
plesion con el objetivo ético de la manera tradicional de hablar acerca del prójimo a quien
hemos visto en situación angustiosa (en vez de ‘ver pasar de largo’, un ‘ve-sentirse
identificado con él-acudir a él-ayudarle’). Mientras que los preceptos y máximas sobre la
conducta con el prójimo se encaminan de ordinario a la renuncia a la agresión (…) aquí se
eleva a la categoría de norma una atención y dedicación más intensa hacia quien es nuestro
semejante –algo que, seguramente, no se halla de manera casual en la respuesta dada a una
pregunta sobre la vida eterna-.” (p.1008-1009)

Fitzmyer, Joseph. 1986. El evangelio según Lucas (volumen III). Madrid: Ed. Cristiandad.
“A tu prójimo como a ti mismo. El segundo elemento de la respuesta, en íntima vinculación
con el primero y formando una indisoluble unidad, es una cita de Lv 19,18b. La redacción
de Lucas reproduce literalmente el texto de la versión de los LXX. (…) Hay que sentir por
el prójimo el mismo aprecio e interés que se tiene con uno mismo. En el precepto del
Levítico, el ‘prójimo’ está en paralelo con los ‘hijos de tu pueblo’, es decir, con ‘tus
conciudadanos’ israelitas. Más adelante, ese mismo pasaje del Levítico amplía el mandato
del amor al que ‘se establezca entre vosotros como emigrantes’ (ger): ‘le amarás como ti
mismo’ (Lv 19,34; cf. Dt 10,19); pero no incluye a los goyim (= ‘paganos’).” (p.273)
“El mensaje de la narración queda sintetizado en la respuesta que da el jurista. ‘Prójimo’ es
todo necesitado que encontremos en nuestro camino, todo aquel que pueda ser objeto de
nuestra compasión y de nuestros desvelos, por encima incluso de nuestro vínculos étnicos
de nuestras convicciones religiosas”. (p.279)
“Pero el sentido de la palabra ‘prójimo’ en la pregunta del jurista difiere considerablemente
del significado de ese mismo término en el ‘ejemplo’ propuesto por Jesús (…) ‘el doctor de
la ley (sic) pregunta por la definición del concepto ‘prójimo’ en un enunciado como el de la
ley, que manda ‘amar al prójimo como a uno mismo’. Tanto en la cita del Pentateuco como
en la pregunta del doctor, el ‘prójimo’ es el destinatario de un acto de misericordia.”
(p.279)
“No se puede negar que la parábola da, indirectamente, cierta respuesta a la pregunta
planteada; tu prójimo es precisamente ese necesitado que te encuentras en tu camino. Pero,
de hecho, la narración da un significado distinto al término ‘prójimo’; en el sentido más
exacto ‘prójimo’ es el que muestra benevolencia y ‘cordialidad’ con respecto a otros”
(p.279)
“El principio fundamental de la cuestión es que mientras la mera proximidad no produce
amor, el amor produce una próxima ‘cordialidad’ (…) En realidad, la parábola –o el
‘ejemplo’- no da ninguna definición de ‘prójimo’, ya que un planteamiento de pura
casuística es totalmente inadecuado. El amor no puede definir su objeto.” (p.280)
“¿Quién es mi prójimo? Las implicaciones de una pregunta formulada así: ¿Hasta dónde
abarca la línea de demarcación que incluye a mi prójimo? El ‘ejemplo’ que Jesús propone
amplía los límites establecidos por Lv 19,16.33-34”. (p283)
“¿Qué te parece? ¿Cuál de estos tres se hizo prójimo del que cayó en manos de los
bandidos? La traducción podría ser también: ‘¿Cuál de estos tres parece que se hizo
prójimo?’ Esta contrarréplica de Jesús al jurista cambia el sentido originario de la
pregunta.” (p.288)

Orígenes. Homilías sobre el Evangelio de Lucas, 34,2.


“Enseña el Señor que el hombre que descendía fue prójimo sólo para aquel que quería
guardar los mandamientos y prepararse a ser prójimo de todo aquel que necesite ayuda.
Esto es lo que se encuentra al final de la parábola: ‘¿Cuál de estos tres te parece que fue el
prójimo del que cayó en manos de los ladrones?’. Ni el sacerdote ni el levita fueron su
prójimo, sino que su prójimo fue, conforme a la respuesta del doctor de la Ley: ‘El que tuvo
misericordia con él’. Por eso el Salvador añade: ‘Vete y haz tú lo mismo’.”

Jerónimo. Tratado sobre los salmos, 14


“Hay quienes creen que su prójimo es su hermano o su vecino o su pariente político o
carnal. Pero en el Evangelio el Señor nos enseña una parábola en la que se habla de aquel
hombre que descendía desde Jerusalén a Jericó (…) Por lo tanto, todo hombre es nuestro
prójimo y no debemos obrar mal contra nadie. Más si consideramos como prójimos sólo a
nuestros hermanos y parientes, ¿nos es lícito el hacer mal a los extraños? Lejos de nuestra
mente dicha idea. Todos somos prójimos mutuamente, pues todos tenemos un único y
mismo Padre.”

Briglia, Mario. Misterio de misericordia: el Buen Samaritano (Lucas 10, 25-37). Teología:
revista de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina, n° 46
(1985): 137-187
“… Posiblemente la pregunta del legista en Lc 10,29 (…) haya que leerla en este contexto
de discusiones acerca del concepto de prójimo. Nuestro legista seguramente, como la
mayoría de los entendidos en la ley del tiempo de Jesús, pensaría en un concepto limitado;
su pregunta se refiere entonces a los límites del amor al prójimo dentro de la comunidad
nacional” (p.846)

Miguez, Nestor. La parábola del Buen Samaritano. Contexto, sujeto e interpretación.


Cuadernos de Teología, n° 27 (1985): 65-78
“…El prójimo (plesion), en su origen semántico, se refiere a una relación de proximidad
definida en contraposición al extraño, el lejano, lo extranjero. Su uso en el Antiguo
Testamento no sólo presupone a alguien cercano, sino también a un hombre libre, un igual,
miembro del pueblo del Pacto. Esto puede verse, por ejemplo, en el último de los diez
mandamientos, sobre no codiciar a la esposa de su prójimo o sus esclavos. El mandamiento
se refiere a ellos, pero se dirige solamente al varón libre. La esposa y los esclavos, no
obstante su proximidad física, no son considerados prójimos, por no ser personas plenas,
libres. Se los menciona como objetos de respeto por ser parte de las posesiones del prójimo,
varón y libre. "¿Quién es mi prójimo?", entonces, es una pregunta sobre quien es digno de
ser considerado tal, y apunta a poner los límites al mandamiento de amor. En términos
actuales, si existen, y si existen cuáles son, las subjetividades válidas, reconocibles. La
pregunta es, entonces, a quién estoy obligado a amar, y a quién puedo considerar fuera del
deber de esta relación. Por otro lado la pregunta implica la posibilidad de una definición
teórica de una relación de amor, al hacer una definición puramente abstracta del otro objeto
de ese amor. La discusión se transforma en un punto de materia legal, y la ley se vuelve el
centro de la discusión, mientras se oculta al prójimo real en la teoría de una definición
legal.” (p.69-70)
“El propósito del legista en su segunda pregunta es "teorizar" al prójimo, hacerlo abstracto.
Jesús contesta "concretando" al prójimo a través de un relato, lo que hoy llamamos la
parábola del buen samaritano. El prójimo, dice, no es una cuestión de definición legal. No
puede definirse el amor como una relación abstracta a un otro abstracto, ni siquiera a nivel
emocional, sino que tiene que ver con la manera en que nosotros nos comportamos hacia
aquellos en necesidad. El prójimo, su realidad e identidad, se percibe en la vida, en las
historias de la vida. De allí que la respuesta sea un relato, y no una sentencia de sabiduría o
una definición legal, al modo de lo que esperaba el letrado.” (p.70)
“Algunos ya han sido señalados en el estudio del texto: la invalidación de una comprensión
ortodoxa de la fe sin un ejercicio práxico de amor hacia quienes sufren en la necesidad; el
engaño de un "prójimo" universal como un producto de una definición abstracta frente a la
realidad concreta de la necesidad de los dolientes, del pobre, o despreciado, aquéllos
excluidos que han sido "abandonados a la orilla del camino"; la necesidad de crear una
relación de compañerismo que va más allá de la idea de deber como la manera de establecer
esa relación, que puede llamarse "una projimidad amorosa" que hace de la demanda de
justicia algo posible.” (p.77)
Bedoya, Diego. Un acercamiento exegético a la parábola del samaritano misericordioso (Lc
10, 25-37). Cuestiones Teológicas, n° 82 (2007): 401-421
“Prójimo es, literalmente, el que hace misericordia con el otro; el que hace lo propio de
Dios con el hermano solo y desamparado actuando de modo divino con quien está tirado en
el camino. Dicha actuación permite dar al necesitado lo que se ha recibido de Dios (su
misericordia), siendo así para el prójimo epifanía divina experimentada en la ayuda y
generosidad. Y sólo cuando lo divino fluye a través de lo humano, entonces ya el pecado
(tema puesto en contraste en esta investigación) se supera porque sólo Dios actúa en la
persona y aquello que era su negación se vuelve su afirmación más rotunda. Cuando a un
ser humano se le “parte el corazón” por el otro, es cuando, paradójicamente, más integrado
lo tiene por la experiencia de Dios. Ya no es el egoísmo ni la autosuficiencia las que
dividen el corazón, sino el salir al encuentro de quienes sufren para rescatarlos y ser Dios
con ellos. Cuando más se dé el corazón en el camino de la vida, más se tiene corazón desde
la lógica del Evangelio.” (p.417-418)

También podría gustarte