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EPISTEMOLOGÍA EN LAS

CIENCIAS SOCIALES Y
HUMANAS
MÓDULO I

Alumna: Lic. Daniela Fernanda Gonzalez


Profesoras: Dra. Alicia Neme
Esp. María Paula Isgro

2019
ESPECILIZACIÓN EN INVESTIGACIÓN EN CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS
UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN LUIS

MÓDULO I: Epistemología en las Ciencias Sociales y Humanas

Consigna:

− Para la evaluación final del Módulo se requerirá la elaboración y


presentación de un Trabajo Final individual o grupal (dos integrantes). El
mismo consistirá en una producción escrita original que aborde algunos
de los temas centrales desarrollados en el curso, sobre la opción
epistemológica personal y del campo disciplinar.
− Realizar entrevistas (3/5) a investigadores de su disciplina con la finalidad
de recabar información sobre la temática del trabajo. La realización de
entrevistas, no tiene la finalidad de hacer un análisis pormenorizado de
las mismas, sino como fuente de información sobre el tema seleccionado
para el trabajo y el estado de situación en las prácticas concretas de
investigación.
− Presentar los resultados de forma escrita (introducción-desarrollo-
conclusión-bibliografía), según las normas de un trabajo académico
(Normas APA). La extensión del trabajo deberá oscilar entre 7 y 10
páginas, estimativamente.

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FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS
UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN LUIS

DIFICULTADES ACTUALES DE LA INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA DE


LA SUSTENTABILIDAD

Introducción

Este trabajo pretende analizar brevemente las formas que han adquirido
en la actualidad la dominación y desigualdad en el campo de investigación de la
ciencia psicológica, particularmente el caso de la Psicología de la sustentabilidad
como subárea de la Psicología ambiental y su relación con el contexto argentino
actual.

El campo de la investigación de la Psicología Argentina

La producción de conocimiento en la Ciencia Psicológica Argentina


cuenta, como todo campo, con una red de agentes que se relacionan entre sí,
de acuerdo a las posiciones jerárquicas que mantiene cada uno según las
relaciones de poder específicas y el capital (en forma y cantidad) que posea cada
investigador.

Para comprender estas relaciones es fundamental rechazar la visión


idealizada del científico como un ser abnegado que únicamente centra su interés
en el conocimiento de “la verdad”, sino que se debe entender su práctica como
una construcción social más en la que se desarrolla una lucha constante entre
los agentes, con sus propias reglas, presiones y estrategias, para obtener y/o
incrementar su capital científico.

El capital científico se trata de una especie de capital simbólico que se


traduce, sobre todo, en prestigio y reconocimiento de los propios pares y otorga
una posición de poder (dominancia) frente a los demás agentes. Serán entonces,
los dominadores quienes, a través de su autoridad científica, determinarán la
estructura del campo definida por la distribución desigual del capital; en otras
palabras, serán ellos quienes establecerán qué es ciencia, la posición
epistemológica y los métodos de investigación predominantes, las pautas de
comunicación de la ciencia, qué es relevante y qué no lo es, el lenguaje técnico,
el idioma, etc. De esta forma, los agentes dominantes se aseguran que la
estructura del campo actúe a su favor pudiendo acumular, por lo general, otras

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formas de capital: económico (mejores salarios, becas, subsidios,


financiamiento para las investigaciones, material de trabajo), social (contacto
directo con otros agentes de gran capital científico, acceso a mejores equipos de
trabajo, posibilidad de trabajar transidciplinariamente) y cultural (bienes
institucionalizados como más y mejores títulos académicos, mejor calidad
educativa, capacidad para hablar sobre ciencia, publicaciones en revista de
referato, etc.) (Bourdieu, 2001).

Es posible observar entonces cómo esto a su vez se traduce en un acceso


desigual a bienes culturales por parte de los investigadores en tanto no debemos
olvidar que el campo científico pertenece también al ámbito educativo-
académico ya que, en Argentina y en Psicología específicamente, la mayor parte
de las investigaciones son llevadas a cabo por las universidades y/o CONICET,
y gran parte de ellas están destinadas a la obtención de títulos de grado o
posgrado (especializaciones, maestrías, doctorados y posdoctorados). En otras
palabras, las estructuras de los campos educativo y científico en Argentina están
íntimamente relacionadas por lo que no es extraño observar cómo la violencia
simbólica (en tanto arbitrariedad cultural) de uno, se reproduce en el otro a partir
de acciones pedagógicas que se instauran como disposiciones naturales que
van adquiriendo los agentes necesariamente para ingresar al campo (Bourdieu
y Passeron, 2005). Entonces, para ingresar al campo científico, los nuevos
investigadores deben aceptar, de forma más o menos consciente, el habitus que
proponen los dominadores. Es así como tales prácticas regulan la selección
social y educativa de los investigadores, la jerarquización de las disciplinas, el
acceso a los instrumentos de investigación, las publicaciones, etc. (Bourdieu,
2001).

Sin embargo, quienes ingresan al campo científico no lo hacen de forma


austera, sino que traen consigo diferentes tipos y cantidades de capitales
iniciales que serán determinantes en el éxito de su carrera científica, esto puede
ser: colegio y universidad en la que haya estudiado, contactos de profesores y
profesionales destacados, familiares ya insertos en el campo, nivel
socioeconómico familiar, etc. Este capital inicial da el piso para la acumulación
más o menos fácil y rápida del capital científico. Es por ello que, retomando lo
planteado al inicio de este apartado: no es posible concebir al campo científico

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como un espacio pacífico cuyos procesos son gestados a partir


del desinterés personal, la vocación pura y la búsqueda de la verdad por la
verdad misma; sino que debe pensarse como un espacio de lucha, con su propia
historia, relaciones de fuerza, agentes sociales, y relaciones intricadas con otros
campos como lo pueden ser el campo político y el mercado.

Actualmente, estas relaciones se han visto especialmente afectadas por


la situación de vulnerabilidad en la que caído la ciencia argentina a los efectos
de las decisiones tomadas por el Estado entre 2016 y 2019. Un ejemplo de esto
lo da Judith Naidorf (2016) cuando muestra que hacia el 2017 el presupuesto
nacional anual destinado a ciencia y tecnología cayó desde un 0,8% hasta el
0,59% lo cual impactó de forma significativamente negativa en el financiamiento
de proyectos, infraestructura y recursos humanos. Por ejemplo, en CONICET la
cantidad de ingresantes a la carrera de investigación científico durante el año
2016 se redujo en un 60% en comparación con el año 2015.

Asimismo, un artículo periodístico del diario Página 12 ha dado a conocer


los resultados que se obtubieron luego de realizar una encuesta a 600
investigadores de CONICET, universidades estatales y privadas, INTA, INTI y
otros organismos de I+D durante el mes de octubre de 2019. Se pudo observar
que 8 de cada 10 investigadores clasifican negativamente la gestión del gobierno
actual en ciencia y tecnología. Denuncian financiamientos insuficientes, bajos
salarios (pérdida del poder adquisitivo en un 42,1%) e infraestructura inadecuada
(Bonsignore, 2019). Esto afecta indudablemente el desarrollo de las ciencias
sociales en nuestro país, y dentro de ella, a la ciencia psicológica.

La Psicología ambiental y la Psicología de la Sustentabilidad

Si se tiene en cuenta que la psicología es una ciencia joven, sus líneas de


investigación en conductas pro ambientales se encuentran en muy temprano
desarrollo, cumpliéndose 45 años de existencia (Wiesenfeld & Zara, 2012).

La mayoría de los autores concuerda que la Psicología Ambiental es el


área de estudio de las relaciones dialécticas que se generan entre la conducta
humana y su medio físico y social (Corral Verdugo, 2009). Dentro de esta área,
la psicóloga argentina, Schelica Mozobancyk (2011) visualiza la subdisciplina de
“Psicología de la sustentabilidad”. Se trata de un cuerpo teórico-práctico que

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puede dar cuenta de los aspectos psico-socio-culturales asociados al desarrollo


sustentable. Este último es entendido como un modelo de desarrollo humano
integral y equilibrado, susceptible de ser sostenido siendo capaz de satisfacer
las necesidades presentes sin comprometer a las generaciones futuras
(Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas,
1987; Gomera Martínez, 2008).

Esta área psicológica pretende abordar la conducta humana desde un


paradigma de complejidad, completamente alejada de las ramas más antiguas
de la Psicología como la psicopatología o psicología experimental, más cercanas
a las ciencias médicas o biológicas (Wallerstein, 2007). Se trata de una
subdisciplina que intenta observar su objeto de estudio de forma
multidimensional y en interrelación con factores ambientales. Es decir, se piensa
al ser humano en una relación por la cual influye al medio en que se desenvuelve
a la vez que él mismo es influido por el medio. Es de esta manera que la
psicología de las sustentabilidad pretende pensar y abordar las problemáticas
socioambientales y ecológicas desde una perspectiva constructivista y sistémica
analizando el flujo permanente de esta relación entre las personas y la naturaleza
(Fernández Moya, 2010).

Posicionamiento actual en el campo científico argentino

La Organización de las Naciones Unidas ha lanzado diversos


comunicados donde se alerta acerca del deterioro sostenido de los ecosistemas
y llama a todos los actores sociales a comprometerse activamente antes de que
la crisis climática sea irreversible. Teniendo en cuenta la complejidad de este
desafío, las ciencias sociales deben tener un papel protagónico tanto en el
planteamiento como resolución de estas problemáticas.

Por su parte la Asociación Americana de Psicología (APA) (2019) ha


determinado:

El 25 de septiembre de 2015, las Naciones Unidas (ONU) establecieron un plan


histórico titulado "Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo
Sostenible", que fue acordado por los 193 Estados miembros de la ONU. La Agenda
incluye 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), cada uno de los cuales aborda un

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problema mundial crítico. Muchos de estos, como el cambio climático,


la pobreza, la igualdad de derechos y la educación de calidad, son directamente
relevantes para el campo de la psicología. Dado el esfuerzo que requerirá abordar los
ODS, es importante que la psicología misma se una como ciencia y profesión y se una
a otras disciplinas para alcanzar los objetivos de 2030. (par. 1)

Teniendo en cuenta estas declaraciones y observando los lineamientos


en investigación en la Psicología Argentina, es notable cómo la mayoría de los
proyectos se encuentran abocados al conocimiento y resolución de problemas
en torno al desarrollo neonatal e infantil, la educación y producción o adaptación
de técnicas de evaluación y diagnóstico desde una perspectiva cuantitativa y
neuropsciológica, dejándose de lado otros aspectos como la desigualdad social
y la crisis climática.

En Argentina, la escasez de estudios en Psicología de la Sustentabilidad


no se debe en absoluto a una falta de relevancia intrínseca de la temática de
estudio, sino a la carencia de reconocimiento por los productores de
conocimiento y principales referentes nacionales dentro de esta disciplina.

Esto se ve reflejado en las entrevistas realizadas a diferentes


profesionales e investigadores, ya que la mayor parte de ellos concuerdan que
la problemática ambiental no ocupa un lugar prioritario en la agenda científica
pese a representar una crisis humanitaria global. En dichas entrevistas se ha
señalado únicamente un equipo de investigación a nivel nacional en psicología
ambiental, siendo la principal representante de este equipo quien declara que “la
psicología ambiental es un área de vacancia en Argentina” (Mozobancyk, 2011,
p.1).

Otros autores como Wiesenfeld & Zara (2012), sostienen que en nuestro
país, si bien es posible observar un leve incremento del interés en el área, el
desarrollo de la psicología ambiental continúa siendo muy limitado en
comparación con otros países latinoamericanos como Brasil, México o Colombia.
Incluso, la Dra. en Sociología Maristella Svampa afirma que “en los últimos años
se ha instalado una agenda antiambiental por parte de los gobiernos” y esto es
visible tanto en el campo legal, como el económico, el social y el científico.

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Esta falta de reconocimiento valorativo del Estado Argentino (y de la


comunidad en general) retroalimenta el desinterés por el estudio de estas
problemáticas y la disminución de las diferentes formas de capital que podría
retener (económico, cultural, social y simbólico). De esta forma, el propio campo
fomenta la desigualdad de capitales y asigna a esta temática un posicionamiento
científico de escasa o nula relevancia, en otras palabras, tanto los Estados como
los principales referentes científicos de la Argentina intentan, a través de
diferentes estrategias, conservar el status quo de forma tal que la estructura del
campo continúe actuando a su favor. Es así que, los jóvenes investigadores,
para poder ingresar al campo científico, debemos adecuarnos a los habitus
dominantes, sobre todo en lo referente a las temáticas predominantes,
orientadas, por lo general a la supremacía de saberes funcionales al capitalismo,
como lo son la neuropsicología y el desarrollo de técnicas de diagnóstico
estandarizadas. Estas últimas cuentan actualmente con el monopolio de
autoridad científica, siendo reconocidas no solo en el campo de la psicología sino
también en medicina y en tecnología.

Entre las estrategias de dominación más concretas y visibles es posible


encontrar el desfinanciamiento de proyectos que promuevan conductas
proambientales y la quita de capital simbólico en tanto reconocimiento de la
relevancia de un tema de investigación por parte de la comunidad científica. De
esta forma, es posible graficar esta situación en una de las entrevistas
analizadas: “Escucho que se habla de que si cuidas el ambiente sos cuidadoso
y si no sos un descuidado pero como que son detalles menores, entra como
dentro de un espacio muy sectorizado, un tema como más moral.”

Incluso, a nivel económico, la psicología ambiental cuenta con escasos


recursos ya que, al presentarse como el estudio de las conductas
proambientales, no presenta materialidad monetaria en ninguno de sus
aspectos. Esto es, el estudio de la conducta es, en general, abstracto (aspecto
que se le reprocha a la psicología y a las ciencias sociales desde su nacimiento)
(Shutz, 1995). Asimismo, las conductas proambientales tienen como centro la
valoración de la naturaleza en sí misma, más allá de su valor económico pensado

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desde una lógica capitalista (Bourdieu, 2007). En este


caso, tanto las conductas proambientales como su estudio necesitan contar con
gran capital simbólico y cultural para poder lograr mayor jerarquía y posicionarse
como un área de estudio de interés en el campo científico.

Entonces surge la pregunta acerca de ¿qué estrategias deberían utilizar


los psicólogos ambientales para poder lograr una reestructuración favorable del
campo científico en la que las temáticas concernientes a la psicología de la
sustentabilidad ganaran capital científico? Teniendo en cuenta que otras
disciplinas ya se ocupan de esta problemática, la psicología ambiental podría
apoyarse en sus estudios científicos (cómo ya lo ha hecho en repetidas
ocasiones) para legitimar la validez de sus resultados. Asimismo, debe justificar
a partir de hechos concretos, priorizando la observación y experimentación, la
relevancia de su objeto de estudio abandonando (cuanto antes mejor) su
posicionamiento de sumisión y señalando las consecuencias negativas en todas
las áreas sociales que tendría la indiferencia hacia las problemáticas
ambientales. También podría potenciar su capital simbólico apoyándose en los
movimientos sociales juveniles que actualmente se encuentran protagonizando
luchas a favor de la protección del medio ambiente y hacer crecer la comunidad
de psicólogos ambientales en las diferentes instituciones académicas (Bourdieu,
1994, 2001). Simultáneamente, esta rama de la psicología debe apoyar estas
luchas, ser crítica y exigir a los gobiernos leyes más rígidas y amplias que
protejan los recursos naturales en general. Asimismo, esta área debe utilizar a
su favor la globalidad y la transversalidad de la crisis climática.

Otra herramienta importante con la que se cuenta es la reciente sanción


nacional de la Emergencia Climática y Ecológica del 17 de julio de 2019
(Himitian, 2019) por la cual se debe dar prioridad (política y económica) a los
proyectos orientados a la conservación del medio ambiente.

Finalmente, es importante que esta disciplina pueda generar guías de


modificación de conductas que resulten prácticas y funcionales a los objetivos
de conservación de los ecosistemas, que puedan ser sostenidas en el tiempo y
susceptibles de ser aplicadas en esta era posmoderna.

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Conclusiones

Si bien, la psicología de la sustentabilidad es un área de estudio que ha


ido creciendo a lo largo de las últimas cuatro décadas, aún es un campo joven
posicionado en un lugar de escasa autoridad científica. Simultáneamente,
teniendo en cuenta la crisis climática actual, esta área tiene una gran
responsabilidad sobre el estudio y educación de la relación que establecen las
personas y el medio ambiente.

Es así que este lineamiento se ve obligado a asumir un posicionamiento


de subversión dentro del campo de la ciencia psicológica ya que su estructura lo
posiciona en un lugar desfavorable respecto a otros saberes debido a la falta de
posesión de capital científico y a la desigualdad que esto genera, sobre todo
teniendo en cuenta la realidad socio-político-económica por la que está
atravesando la ciencia argentina.

Por lo tanto, es fundamental continuar trabajando y desplegar diversas


estrategias para demostrar su relevancia ante las situaciones actuales que
apremian a las personas a tomar medidas y nuevas modalidades de conducta
para lograr formas de desarrollo más sostenibles.

Referencias bibliográficas

Bonsignore, C. (2019, 25 de octubre). Los científicos le ponen un plazo al


gobierno. Página 12. Recuperado de:
http//www.pagina12.com.ar/227250-los-cientificos-le-ponen-un-plazo-al-
gobierno

Bourdieu, P. (1994). El campo científico. Redes: revista de estudios sociales de


la ciencia, 1(2), 129-160.

Bourdieu, P. (2001). El oficio de científico. Barcelona: Editorial Anagrama

Bourdieu P. & Passeron, J. C. (2005). La Reproducción. Elementos de una teoría


del sistema de enseñanza. México: Fontomara

Bourdieu, P. (2007). El sentido práctico. Buenos Aires: Siglo XXI

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Corral Verdugo, V. (2009). Psicología de la sustentabilidad: un análisis de lo que


nos hace pro-ecológicos y pro-sociales. México: Editorial Trillas

Fernández Moya, J. (2010). En busca de resultados. Mendoza: Editorial de la


Universidad del Aconcagua.

Gomera Martínez, A. (2008). La conciencia ambiental como herramienta para la


educación ambiental: conclusiones y reflexiones de un estudio en el
ámbito universitario. Centro Nacional de Educación Ambiental, 1-8.

Himitian, E. (2019, 18 de julio). La Argentina declaró la emergencia climática y


ecológica. La Nación. Recuperado de:
https://www.lanacion.com.ar/sociedad/argentina-declaro-emergencia-
climatica-
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Mozobancyk, S. (2011). Problemas ambientales y psicología ambiental.


Reflexiones para la construcción de una psicología de la sustentabilidad
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Naidorf, J. & Perrota, D. (2016). La cultura académica argentina frente al cambio


de ciclo. Revista del IICE, 39, 45-66. Recuperado de:
https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/78318

Organización de Naciones Unidas, Comisión Mundial de Medio Ambiente y


Desarrollo (1987). Nuestro futuro común. Madrid: Alianza Editorial.

Shutz, A. (1995). El problema de la realidad social. Buenos Aires: Amorrortu

Wallerstein, I. (2007). Abrir las ciencias sociales. México: Siglo Veintiuno

Wiesenfeld, E., & Zara, H. (2012). La psicología ambiental latinoamericana en la


primera década del milenio. Un análisis crítico. Athenea Digital, 12(1).

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129-155. Recuperado de:


http://bases.biblioteca.uca.edu.ar:2079/ehost/pdfviewer/pdfviewer?vid=0
&sid=cfd3e474-06f2-421e-8afd-53e205224968%40sdc-v-sessmgr03

Anexo

Entrevista 1

1. Profesión: Lic. en Psicología (docente-investigadora Universidad del


Aconcagua, Pontificia Universidad Católica Argentina, Universidad del
Mendoza).
2. Femenino: femenino
3. Edad: 47 años
4. ¿Conoce proyectos de investigación en el área de Psicología
ambiental en Argentina? ¿Qué posicionamiento considera que tiene
esta área dentro del campo científico?

“La verdad es que no… pero recuerdo que hubo una tesis, la tenía agendada
y la borré, que era un estudio. Es lo único que yo conozco a nivel local. Creo que
la alumna se llamaba Estefanía y era de esta universidad (Universidad del
Aconcagua).

Es lo único que yo he escuchado, pero igual tampoco es un tema que yo lea


mucho. De todas formas en las universidades escucho hablar de ecología,
conciencia ambiental pero no de psicología ambiental. Lo escucho en charlas
con colegas, esto de la concientización o cuando leed diarios o noticias, sobre
tomar conciencia sobre el cuidado del ambiente pero nunca encarado desde la
psicología, y muchos menos desde la investigación.

Escucho que se habla de que si cuidas el ambiente sos cuidadoso y si no sos


un descuidado pero como que son detalles menores, entra como dentro de un
espacio muy sectorizado, un tema como más moral.”

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Entrevista 2

1. Profesión: Dra. en Psicología (docente-investigadora Universidad del


Aconcagua, INCHEUSA-CONICET Mendoza)
2. Femenino: femenino
3. Edad: 42 años
4. ¿Conoce proyectos de investigación en el área de Psicología
ambiental en Argentina? ¿Qué posicionamiento considera que tiene
esta área dentro del campo científico?
“No, no conozco ningún proyecto. Aunque no sé por qué me da la sensación
de hay gente que probablemente lo trabaja pero no tengo a alguien específico.
Por lo menos en nuestro equipo no hay nadie… bueno tenemos al Juan
Manuel que trabaja iluminación y que, en algún punto tiene algo que ver… si bien
él trabaja con una variable de la naturaleza que es la luz, pero a veces es luz
natural y luz artificial.
Por ahí los grupos que sé que están trabajando mucho eso son de otras
ramas, no tanto desde la psicología que por ahí sí, en el CCT, hay muchos
grupos que hacen por ejemplo, viviendas ecológicas, no sé, hornos ecológicos,
pero no sé, de psicología me parece que no, y me parece re interesante para
poder trabajarlo.”
Entrevista 3

1. Profesión: Dr. en Psicología (docente-investigadora Pontificia


Universidad Católica Argentina, INCHEUSA-CONICET Mendoza)
2. Femenino: masculino
3. Edad: 34 años
4. ¿Conoce proyectos de investigación en el área de Psicología
ambiental en Argentina? ¿Qué posicionamiento considera que tiene
esta área dentro del campo científico?
“Sí, conozco un equipo de investigación en la UBA (Universidad de Buenos
Aires) que hace algunos años viene estudiando el tema de conductas
proambientales. A ver, déjame que me fije porque esta persona tenía un nombre
raro (busca en el celular). Te deletreo el nombre: Schelica Mozobancyk. Esta
mujer tiene varios trabajos, algunos los ha presentado en los congresos de la
AACP (Asociación para el Avance de la Ciencia Psicológica), habría que mirar
los programas. De todas formas eso es todo lo que conozco.

Me parece un campo de trabajo que hay que explotarlo porque no hay mucho
y hace falta, que sé yo, está bueno. Igual si me llego a enterar de algo más te
aviso. Habría que ver en Córdoba que hay.”

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Entrevista 4

Por último quisiera agregar una entrevista realizada a la Dra. Maristella


Svampa por la Asamblea Popular por el Agua en Mendoza, el día 28 de agosto
en el marco de la lucha contra el fracking en la provincia.

1. Profesión: Dra. en Sociología (CONICET-Universidad Nacional de la


Plata)
2. Femenino: femenino
3. ¿Cómo ve la situación hoy del medio ambiente en Argentina y en
América Latina? ¿Qué peligros se enfrentan hoy y cómo se mueven
los movimientos sociales frente a esto?
“Buenos días a todos y a todas, antes que nada, muy contenta de estar aquí
recién llegada a Mendoza y bueno, muy contenta de poder acompañar esta lucha
por la defensa del agua, por la defensa del ambiente en un momento muy
preocupante para América Latina y la Argentina en particular.
En América Latina lo estamos por los incendios en la Amazonía, tanto del
lado brasileño como también en el lado Boliviano, muy ligado a la expansión de
la frontera agropecuaria, esto es, muy ligado a la multiplicación de proyectos de
desarrollo insustentable. No se olviden que, en los últimos años se ha instalado
una agenda antiambiental por parte de los gobiernos que apunta a flexibilizar las
leyes de protección que hemos ganado con tanto esfuerzo, desde la Ley
Nacional de Glaciares, la Ley 7722 aquí en Mendoza, sus equivalentes en otras
provincias argentinas que prohíben la megamineria, las ordenanzas antifracking
que encontramos en distintas localidades.
Estamos ante un gobierno que hasta el último día busca impulsar la expasión
de modelos de desarrollo insustentable. Hoy nos acabamos de enterar que, por
suerte el gobierno frenó un decreto en favor de la ley de semillas, esto es, en
favor de las multinacionales como Monsanto. Esto es lo que ha prevalecido en
los últimos años, tenemos una gran tarea dentro de las organizaciones,
movimientos sociales e intelectuales que apoyamos la defensa del ambiente, de
volver con todo a sostener estas leyes que promueven la protección de los
territorios y promover nuevas leyes también porque nuestros territorios están
más amenazados que nunca. Amenazados por el fracking, amenazados por la
megamienría, por las fumigaciones con agrotóxicos en distintos territorios del
país de la mano de la soja.
En fin, es muy muy preocupante la situación, por suerte contamos con un
activo militante importante que viene trabajando hace más de 10, 12 años en
estas temáticas y Mendoza sin duda es la ilustración más acabada de este
modelo de lucha.”
Bueno, y un mensaje para los vecinos de los barrios, para las mujeres,
los hombres que viven a diario esta problemática.

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Bueno, mi mensaje es: la problemática ambiental no es un


tema parcial, hay que tener una perspectiva integral de lo que es la problemática
ambiental porque atraviesa como eje transversal todos los grandes temas, no es
una cuestión de clases acomodadas o de sectores ricos, afecta a todos y muy
particularmente a los sectores vulnerables. Ya sea por la falta de agua como
puede ser el estrés hídirco, los impactos de la explotación petrolera en la salud,
en los territorios, siempre afecta, en primer lugar a los más pobres. En los barrios
tenemos que estar más alerta que nunca a ese falso discurso que pretende
asociar la lucha o la defensa del ambiente con la de los sectores más
acomodados. Somos todos, el conjunto del pueblo y en particular los más
vulnerables, los más afectados por estas políticas de destrucción de los
ecosistemas.”

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