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El Concepto de Constitución

Comienzo, a redactar mi columna con esta pregunta: ¿Qué es una Constitución?, ¿En qué
consiste la verdadera esencia de una Constitución?. Por todas partes, estamos oyendo hablar
de Constitución y de problemas constitucionales.

Etimológicamente, el concepto de Constitución es de origen latino, viniendo a significar el


establecimiento de algo definitivo (constituere). Es un cuerpo de normas jurídicas
fundamentales que contienen los derechos esenciales de las personas y que determinan la
organización del Estado. Constituye la base del ordenamiento jurídico de un país.

La Constitución Política de un país es de suma importancia para la existencia del mismo.


La Carta Magna dicta la organización de un Estado, de una sociedad. Sin la existencia de
una Constitución, el Estado no se podría conformar como tal, de ahí la importancia de
analizar los aspectos más importantes de una Constitución.

Recordemos, a este respecto, que el término “Constitución” se va a adoptar en el mundo


eclesiástico con motivo de las llamadas “constituciones papales” que tendrían su posterior
reflejo en las constituciones de las diferentes órdenes religiosas.
Incluso podemos afirmar que la conceptualización del término Constitución se produce a lo
largo de todo un proceso histórico.

Normalmente suele atribuirse a los hebreos el primer concepto de Constitución, con la


existencia de una norma suprema a los gobernantes y gobernados que, a su vez, actuaba
como límite a la acción de aquéllos. Esta norma suprema se identificaba con la ley divina,
conteniendo una fuerte carga ética o moral, cuya actuación era realizada a través de
profetas.

En la antigüedad clásica va a predominar, como ya pusiera de relieve el propio Jellinek, la


idea de una Constitución en sentido material.

El concepto de Constitución ha sido tratado desde Aristóteles, en la antigua Grecia, así,


podemos ver que desde hace muchos siglos ha sido necesario para el hombre establecer la
organización de un Estado, ya que sin una Constitución, carecería de los elementos
necesarios para la supervivencia de una sociedad.
Así, en Grecia, podemos encontrar la distinción ya establecida por Aristóteles, entre
politeia, nomos y psefisma (Constitución, ley y decreto).

La primera aparece como un elemento configurado de la polis, viniendo a significar la


ordenación del Estado, la organización de sus diferentes magistraturas. Pero al propio
tiempo adquiere un cierto carácter permanente e inmutable (Isócrates), convirtiéndose en la
forma de vida – en el alma – de la polis, en el ethos de un pueblo, acentuando así su
característica de la Constitución material. Carácter permanente que, en buena medida,
también va a afectar al nomos, para quien se predica esta condición a fin de sustraerlo de
los vaivenes de la Asamblea. Finalmente, la Constitución aparecerá como una técnica de la
limitación del poder, proclamándose la igualdad de todos los hombres libres ante la ley
(isonomía). Y es que, como nos indica Loewenstein, “en un sentido ontológico, se deberá
considerar como el telos de toda constitución la creación de instituciones para limitar y
controlar el poder político. En este sentido, cada Constitución presenta una doble
significación ideológica: liberar a los destinatarios del poder del control social absoluto de
sus denominadores, y asignarles una legitima participación en el proceso del poder”.

Para Kelsen, el vocablo Constitución tiene dos sentidos, un sentido lógico – jurídico y un
sentido jurídico – positivo. La Constitución en su sentido lógico – jurídico, es la norma
fundamental o hipótesis básica; la cual no es creada conforme a un procedimiento jurídico
y, por lo tanto, no es una norma positiva, debido a que nadie la ha regulado y a que no es
producto de una estructura jurídica, sólo es un presupuesto básico. Precisamente, a partir de
esa hipótesis se va a conformar el orden jurídico, cuyo contenido está subordinado a la
norma fundamental, sobre la cual radica la validez de las normas que constituyen el sistema
jurídico.
Por su parte, una Constitución en el sentido jurídico – positivo, se sustenta en el concepto
lógico – jurídico, porque la Constitución es un supuesto que le otorga validez al sistema
jurídico en su conjunto, y en norma fundamental descansa todo el sistema jurídico. En éste
concepto la Constitución ya no es un supuesto, es una concepción de otra naturaleza, es una
norma puesta, no supuesta. La Constitución en este sentido nace como un grado
inmediatamente inferior al de la Constitución en su sentido lógico – jurídico.
Afirma el autor que la Constitución tiene un sentido material y un sentido formal. En su
sentido material está constituida por los preceptos que regulan la creación de normas
jurídicas generales y, específicamente, la creación de leyes. Además de la regulación de la
norma que crea otras normas jurídicas, así como los procedimientos de creación del orden
jurídico; también desde el punto de vista material, son las relaciones de los hombres con el
propio poder estatal y los derechos fundamentales del hombre. La Constitución en sentido
material implica pues, el contenido de una Constitución.
La Constitución en su sentido material tienen tres contenidos: el proceso de creación de las
normas jurídicas generales, las normas referentes a los órganos del Estado y sus
competencias, y las relaciones de los hombres con el control estatal.

La Constitución en su sentido formal – dice Kelsen- es cierto documento solemne, un


conjunto de normas jurídicas que sólo pueden ser modificadas mediante la observancia de
prescripciones especiales, cuyo objeto es dificultar la modificación de tales normas. La
Constitución en su sentido formal es el documento legal supremo. Hay una distinción entre
las leyes ordinarias y las leyes constitucionales; es decir, existen normas para su creación y
modificación mediante un procedimiento especial, distintos a los abocados para reformar
leyes ordinarias o leyes secundarias.
Fernando Lasalle, se propuso encontrar la esencia de una Constitución, a partir del análisis
realista. Define a la Constitución como el resultado de la suma de los factores reales de
poder. Así, lo que debe plasmarse en un régimen constitucional son las aspiraciones de las
fuerzas sociales y políticas de un Estado. Manifiesta que una Constitución no será tal, si no
refleja la realidad política de un Estadio, con ello, nos quiere señalar que una Constitución
refleja la realidad. Todo régimen posee una serie de hojas de papel en el que se inscriben
los principios fundamentales que rigen el funcionamiento del Estado, en torno a los cuales
se une su población; ese documento legal supremo que estructura y señala el
funcionamiento del Estado, sólo sería una hoja de papel, si no corresponde con la realidad.
Precisa el autor que hay dos tipos de Constituciones. La Constitución real y la formal. La
primera es efectiva porque corresponde a la expresión de los factores reales de poder, y la
otra, únicamente es una hoja de papel. SI bien, no existe una Constitución que en rigor sea
perfectamente real, lo ideal es que mantengan vigencia sus principios esenciales.

Aristóteles, el gran pensador Estagirita, no solamente tuvo impacto en la filosofía y en la


metodología de la lógica y de la ética, sino también en la conformación de la ciencia
política y en la primera concepción que se tuvo de muchas definiciones políticas;
evidentemente, en su obra encontramos una tipología de la Constitución. Aristóteles aludió
técnicamente a una tipología de la Constitución, pero nunca formuló una teoría
sistematizada acerca de ella, nunca tuvo la intención de codificar de manera científica un
estudio consistente sobre la Constitución. Sin embargo, Aristóteles tuvo una visión de la
Constitución en los siguientes aspectos: a) Se puede estudiar a la Constitución como una
realidad, desde esta óptica es el acontecer de la vida de la comunidad, es la vida misma de
la sociedad y el Estado, la existencia de una comunidad armonizada u organizada
políticamente; b) La Constitución es una organización, en ese sentido se refiere a la forma
de organizar las maneras políticas de la realidad; c) Se puede estudiar a la Constitución
como lege ferenda, es decir, todo gobernante debe analizar cual es la mejor Constitución
para un Estado, las mejores formas, en virtud de las cuales, se organiza mejor el estado para
la realización de sus fines, `para realizar los fines de la comunidad.
Aristóteles, al hacer el análisis de las tipologías políticas, llega a una conclusión: ni la
monarquía, ni las oligarquías, ni las democracias son idóneas, sino que las mejores
constituciones son aquellas que son mixtas, o seas aquellas que tienen combinados
elementos aristocráticos, monárquicos y democráticos.

Kart Loeweinstein, gran constitucionalista, es uno de los grandes realistas del estudio del
Derecho Constitucional en la época contemporánea. Plantea que en toda sociedad existe
una Constitución real u ontológica. Una Constitución ontológica es el ser de cada sociedad,
es la cultura social real, son las formas de conducta reconocidas, son los principios políticos
en los que se basa toda comunidad, y que se formaliza en una Constitución escrita.

George Burdeau, para este autor, una Constitución es el status del poder político
convertido en instituciones estatales. La Constitución es la institucionalización del poder.
La Constitución de un Estado, dice Maurice Hauriou, es el conjunto de reglas relativas a
su gobierno, y a la vida comun, considerados desde el pinto de vista de la existencia misma
de la comunidad.

Según Palma, “Corso de diritto constituzionale”, “la Constitución es el conjunto de leyes y


de usos que hacen de una sociedad hermana un cuerpo político, con voluntad y con acción
propios para conservarse y para vivir”.

Toda Constitución es la Ley Suprema por jerarquía en un Estado legalmente constituido,


mediante la cual se determinar los órganos de gobierno en forma normativa y se delimitan
las atribuciones de éstos en relación con la sociedad en que rige y con los derechos de la
personalidad humana.

La Constitución, ha dicho Romagnosi, “es una ley que el pueblo impone a sus gobernantes,
para protegerse contra el despotismo”.
El Juez Marshall, en el celebre caso de Madison Vs. Marbury, en 1803, en los Estados
Unidos de Norteamérica, declaró en famosa sentencia lo siguiente:
” La Constitución es una ley suprema, inmodificable por los procedimientos ordinarios: o
bien está comprendido en el mismo rango junto con los actos legislativos corrientes, y
puede ser alterada cuantas veces desee hacerlo el Poder Legislativo: si la primera
alternativa es cierta, los actos legislativos contrarios a la Constitución no son leyes; y si la
cierta es la segunda, entonces la Constitución no es más que una tentativa absurda hecha
por el pueblo en la esperanza de limitar algo que su propia naturaleza es ilimitable.
Ciertamente todos aquellos que han hecho Constituciones escritas las concibieron como
leyes supremas y fundamentales de la Nación; y por consiguiente, la teoría de todo
gobierno de Constitución escrita ha de ser que las leyes contrarias a la Constitución son
nulos. Esta teoría es parte esencial de toda Constitución escrita, y será considerado por este
Tribunal como uno de los principios básicos de nuestra sociedad”.

Jorge Carpizo, señala que una Constitución es un juego dialéctico entre el ser y el deber
ser, la Constitución de un país es dinámica, es un duelo permanente entre el ser y el deber
ser, un duelo permanente entre la norma y la realidad. La norma puede ir más allá de la
realidad, forzar a ésta para lograr que se adecue a ella, pero con un límite: que no trate de
violentar esa realidad en nada que infrinja la dignidad, la libertad y la igualdad humana.
Precisa el autor, que la Constitución puede ser contemplada desde dos ángulos, como una
Constitución material y una Constitución formal. La Constitución material será el contenido
de derechos que tenemos los hombres frente al Estado, esa organización, atribuciones y
competencias están en la Constitución, es el contenido mismo de la Constitución. Desde el
punto de vista formal, es el documento donde están estas normas constitucionales, las
cuales solamente se pueden modificar por un procedimiento especial.

Antes de concluir resulta pertinente formular un par de precisiones adicionales, la


Constitución es una especie de superrey, de norma normarum, que ocupa el vértice de la
pirámide normativa. Y ello por dos razones: una, por que su propio establecimiento y
procedimiento de reforma suponen la existencia de una serie de requisitos que no cumplen
las demás disposiciones normativas; y , otra, porque sirve de parámetro, a través del control
de la constitucionalidad de las leyes, de las demás normas jurídicas. Es decir, la idea de
norma conlleva, necesariamente, la idea de sanción, pero también debemos preguntarnos
por la validez de las normas, criterio éste que se convierte en definidor de las mimas.

Espero que el presente documento haya sido de su interés y, de ser así, imagínense lo
atractivo que será comparar la regulación del referido tema en otras legislaciones; tema que
por su extensión, merece ser tratado en un próximo artículo.

Fabiola Gómez Valdizan.


12 de Octubre de 2011.

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