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La complejidad del cerebro también trae otras consecuencias que son poco
halagüeñas: a veces se descompone, y el problema no es que enferme sino que
no lo podemos curar. No todavía, al menos, debido justamente a su complejidad.
Es tan complicada su estructura y función que, a pesar del gran esfuerzo e
inversión internacional por estudiarlo, aún estamos lejos de conocerlo. ¿Cómo
reparar algo que no sabemos cómo funciona normalmente? Sin embargo, aquí
tenemos a nuestro cerebro y sus enfermedades. Y tenemos que enfrentarlas. Pero
un espacio como este sería insuficiente para comentar sobre todas las
consecuencias que en un individuo tienen los diversos daños cerebrales. Así que
nos centraremos solamente en algunos y en una región en particular, conocida
como cerebelo, o pequeño cerebro.
Muchas de tales funciones del cerebelo se han venido conociendo a partir de los
efectos que las lesiones provocan en este órgano, los que detallaremos más
adelante. En principio, las lesiones o alteraciones funcionales del cerebelo, o de
cualquier otra estructura neural, se deben a diversas causas. Una de ellas es la
genética, la que da lugar a alteraciones funcionales del cerebelo debido a los
genes; otra son las enfermedades que pueden ocasionar la pérdida de la función
cerebelar, y otra más es aquella ocasionada de manera controlada en los
laboratorios de investigación mediante el empleo de animales, lo que se hace con
el propósito de entender más su funcionamiento.
Alteraciones genéticas
Otros reportes de investigación han mostrado que las lesiones por accidentes, si
son tratadas adecuadamente mediante rehabilitación física, pueden desaparecer
parcial o totalmente.
El cerebelo tiene una región intermedia denominada vermis, que cuenta con diez
lóbulos; también tiene dos hemisferios: uno derecho y otro izquierdo, y en la región
profunda tiene tres pares de núcleos. Hemos citado estas particularidades para
que nuestros lectores comprendan mejor las siguientes investigaciones referidas a
estas regiones del cerebelo. Un estudio reveló que al lesionar la región central del
cerebelo de ratas, estas tuvieron problemas de locomoción. También se ha hecho
investigación con monos, los cuales tuvieron problemas motores para caminar al
recibir una lesión en el cerebelo. En otra investigación, hecha también con ratas,
los científicos dañaron el cerebelo en su parte media, o vermis, así como el núcleo
fastigial, que se encuentra en la región profunda del cerebelo, tras de lo cual hubo
una disminución en la movilidad; sin embargo, no se vieron afectadas otras
conductas, como la alimentaria.
En otro estudio, a las ratas se les quitó el cerebelo y fueron estudiadas a lo largo
de su vida y en la edad adulta, aplicándoseles varias pruebas de equilibrio. El
reporte de esa investigación mostró que todas las ratas lesionadas tuvieron
problemas cuando se les suspendió en un cable horizontal en una prueba de
equilibrio. Las ratas a las cuales se les efectuó una lesión bilateral en los
hemisferios derecho e izquierdo del cerebelo en distintas etapas de vida fueron
evaluadas en un Rota Rod1, evidenciando que las que tenían lesiones caían más
frecuentemente que las normales.
Recientes experimentos en nuestro laboratorio, hechos con ratas machos y
utilizando una técnica experimental mediante la cual se puede observar la
actividad neuronal, mostraron que sus cerebelos participan activamente cuando
olfatean a una hembra receptiva o se aparean con ella. Se encontró que en todos
los lóbulos de la vermis cerebelar hubo expresión de la actividad neuronal,
sobresaliendo el lóbulo VI. También se ha encontrado en los primates que el
cerebelo tiene un mayor nivel de oxigenación cuando huelen a una hembra
receptiva. Otros investigadores hicieron un experimento en el que estimularon
eléctricamente la piel de ratas anestesiadas y observaron la respuesta en la
vermis cerebelar. Los resultados mostraron respuestas en los lóbulos V y VI.
Todos estos experimentos han sido llevados a cabo con animales y en situaciones
controladas, mas la pregunta obligada es qué ocurre en los seres humanos. Al
efecto, se han hecho diversos experimentos. En una investigación realizada con
nueve personas se evaluó su respiración en diferentes condiciones, hallándose
que las áreas más activadas en común incluyeron los lóbulos V, VI, IX, III y VIII de
la vermis cerebelar. En otro estudio, dieciséis sujetos con buen estado de salud
recibieron estimulación eléctrica en una de las piernas; para saber si el cerebelo
percibe este tipo de estimulación se utilizaron resonancias magnéticas. Los
resultados mostraron que la actividad muscular de la pierna activa algunas áreas
del cerebelo.