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Cubierta: José María Cerezo

ÍNDICE

© Círo Mesa, 2004


© Editorial Biblioteca Nueva, S. L., Madrid, 2004
Almagro, 38
2801 O Madrid

ISBN: 84-9742-297-X
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CAPíTIJLO II

Historia profana

En los textos de mediados de la década de los años 40, Marx y ~.


Engels exponen con perfiles precisos las líneas generales de lo que se 1
ha llamado «la concepción marxista de la historia». Una de las tareas
teóricas fundamentales de textos como La ideología alemana y Mise-
ria de la filosofta -la carta a Annenkov de 28 de diciembre de 1846
debería considerarse un anexo importante de este último escrito- es
la articulación de un concepto diferenciado y propio de historia. La
tradición marxista recibió y encomió ese concepto como una impre-
sionante conquista científica, incluso como una conquista del «espí-
ritu científico en general», una línea interpretativa abierta temprana-
mente por la recensión de Contribución a la crítíca de la economía
polítíca, que publicó Engels en Das Volk en 1859, y continuada por
lecturas tan influyentes como la de Lenin 1• El marxismo ha tendido /
en general a justificar aquella teoría en términos de legitimidad cien- ,
tífica. Pero hay un contraste radical entre ese objetivo y el lenguaje x
que nos sale al paso en aquellos textos de mediados de los años 40.
Ese lenguaje no está precisamente dominado por el «espíritu científi-
co)) en el sentido weberiano: la primera articulación del concepto 1
marxiano de historia se realiza en el discurso de la subversión, de 1~
revolución. Ese concepto no irrumpe como una conquista científica, -'·
sino como un avance en la praxis revolucionaria. ¿De qué modo pue-

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Véase MEW, 13,468-477.
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\ nista materialista» la «primera visión realmente crítica del m un- frontación entre grupos sociales irreconciliablemente enfrentados por
" do» (MEW, 3, 217). es, no sólo crítica de la realidad, sino críti- el antagonismo de sus intereses objetivos. Esta función determina el
ca real en el sentido práctico: ciencia revolucionaria 3. El «burgués- carácter crítico, negativo, del proceso a través del que se va articulan-
hombre)), por su parte, vendría a elaborar la destilación necesaria do ese concepto, y que lo hace tan resistente a cualquier definición o
según la cual él mismo, el burgués, es el único fundamento posible exposición est~tica. El cor;.cepto de historia ~e perfila primeramente ,
de toda sociedad humana: «es incapaz», leemos en Miseria de la filo- en Marx a rraves de su crínca al pensar hurgues, una de cuyas renden- '
softa, «de pensar un orden social en el que el hombre haya dejado de cías determinantes precisamente la de negar la historia misma,
ser burgués>> (MEW, 4, 555); necesita pensar su propia configuración la transitoriedad, el devenir. Lo que él y Engels afirman positivamen- ,
y sus deformidades como la esencia humana en general. La técnica te de la historia en este período aparece sobre todo como un momen- r
intel~etual fundamental de la visión burguesa de lo real consiste, se- ro de la negación de la negación burguesa de la transiroriedad. Ellos
~ g~~- Marx, en hacer de <;los productos de la sociedad burguesa esen- diferencian entre dos formas de reprimir la historia características de
Cias~te:n::tS dotadas de vida propia>> (MEW, 4, 554). Los pensamien- la época. Por un lado, la procedente de la tradición del materialismo
tos_ at?Stractos, que sólo deberían expresar por su parte el movimiento naturalista, cuyos representantes más significativos serían Feuerbach
obJetivo, se a categorías; los juicios sobre los procesos reales se y los clásicos de la economía política. Esa orientación una se-
tom~_como si pudieran ser verdaderos eternamenté. Su posición de ríe de categorías y determinaciones universales acerca de «el hombre»
dommm lleva a que «el burgués-hombre» tenga una visión congela- o la «naturaleza humana» cuya función ideológica es justificar la for-
dora de lo real, negadora de todo movimiento histórico y posibilidad ma adoptada por los individuos y la sociedad en la era burguesa. Por
d~ transformación, legitimadora de lo existente. Desde este punto de otro lado, la visión idealista de la historia. Más tarde volveremos so-
vista se comprende que la historia en sí misma, el problema de su bre la crítica marxiana a la ahistoricídad de la economía política, aho-
afirmación o su negación, se constituyera como un foco decisivo en ra voy a indicar algunas claves de su confrontación con la concepción
1~ confron:ación que plantean Marx y Engels entre ciencia doctrina- idealista de la historia. Marx y Engels reconocen que el idealismo tie-
na y Ciencia revolucionaria. El conflicto de clases vendría a dirimirse ne en cuenta el carácter cambiante de la realidad, la exis-
en el terreno teórico también bajo la forma de una lucha por la afir- tencia de transformaciones y el: papel de 'la acción. Pero creett que
mación o la negación del movimiento histórico. Aquí se combate en- transfigura el movimien.to real de tal modo que los cambios vendñán.
tre, por un lado, la visión crítica de las instituciones y las relaciones a tener su lugar y su origen en el plano de la conciencia y las ideas 5• ;
sociales como obra histórica -transitoria y revocable- resultado de Se trata, según la denominación de Marx, de mera <<historia sacra>>V
la praxis, y, por otro, la visión que niega el carácter histórico de la ob- hist9ria de la Idea y el Espíritu. Así, el combate por la historia a que
,~~ jetividad y del sujeto que la produce. Un momento de la confronta- al!fdí más arriba queda perfilado en términos de la oposición entre
ción revolucionaria que se está librando sería, pues, para Marx y En- h~~toria «sacra» y «profana)>, que es la concepción que se correspon-
gels, el combate por la historia. detía.con la conciencia teórica del «materialismo comunista» .
's:- La irrupción de la concepción materialista de la historia se en- .~fprlmerr~o-determinarite del concepto marxiano historia
tiende a sí misma, en fin, como una forma de intervenir en una con- es lá profanidad. ¿Cómo debería entenderse la historia en cuanto
«pr~ana»? Los .t:.exros de la época germinal del materialismo históri-
3 co no~recen una articulación positiva, separada y sistemática de
_ En los textos de este período, no hay rastro del problema tan discutido en la
b1bhogr~fía secundaria de la relación entre lo normativo y lo cognitivo en el discur-
la concepción profana, sino que, más bien, nos la como re-
so manCJano. Ambos elementos se dan en el mismo plano y a la vez. sultado de la crítica a la historia sacra. Pocas veces el discurso marxia-
4
Un elemento fundamental del pensamiento marxiano es la tesis del núcleo tem- no ejemplifica tan transparentemente el procedimiento dialéctico de
poral de la verdad. En el siguiente pasaje de la cana a Annenkov Marx el su- la negación determinada. Veamos cómo se perfila la noción de histo-
puesto en que se basa esa tesis, la historicidad de la teoría: <<Los en corres-
pondencia con su productividad material producen las relaciones producen
también las i~eas, las ~tegorías, esto es, la expresión abstracta, ideal, precisamente de 5 Sobre esto ironiza Marx en Miseria de 14 filosofía con las siguientes palabras:
aq~ellas relaciOnes sociales. Las categorías son eternas en tan escasa medida como las re- «El cristiano sólo conoce, contra toda lógica, una encarnación del Logos; el filósofo
laciOnes que expresan. Son productos históricos y caducos» (MEW, 4, 554). 6/12 nunca acaba de una vez por todas con las encarnaciones» (MEW, 4, 127).
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HISTORIA PROFANA

una pti~era distinción entre histona y naturaleza. Claro que esa con- sentido, la actividad productiva humana no sería sin más una acción
dición'ho implica un sustraerse de las condiciones del mundo sensi- adaptativa asimilada insti?tivamente, sino u_n ~orr:~ortamiento g~e
ble, sino quees~h misma una condición sensible. Marx y Engels no se realiza bajo una determmada forma de sooalizacion y en conexwn
entienden Já praxis como una fuerza mediadora referida finalmente a con ésta9. En La ideología alemana leemos: «Se muestra ya desde el
sí misma, ~ino como una capacidad y una necesidad asentada en la principio un nexo [material] de los hombres entre sí que está condi-
vida corporal de los individuos, cuya actividad se ejerce sobre objetos cionado por las necesidades y el modo de producción y que es tan
independientes de ella que se le enfrentan. Praxis y corporalidad, una viejo como el hombre mismo -un nexo que toma siempre nuevas
cosa entendida a través de la otra y viceversa, son los puntos de par- formas y muestra por tanto una" historia''» (MEW, 3, 30). Así pues,
tida del concepto de historia profana que nos propone la dialéctica la producción de la v~da a~?pta difer~ntes_ formas concret~ de reali-
materialista. Esa historia es la de unos individuos cuyo proceso de zación con cuya modificaoon se modifica Igualmente la sooedad y la
vida real los confronta con la necesidad de producir y reproducir su naturaleza interna y externa. Puesto que la producción requiere la ac-
vida . .E:a vida de los hombres es «histórica» porque realizan la exigen- ción combinada de los individuos y con su cambio se cambian las re-
cia material de producir y reproducir su vida a través de una activi- laciones sociales, en esa medida el imperativo de la producción expli-
dad, el trabajo, que modifica y hace variar tanto las necesidades de los ca que los hombres tengamos historia.
individuos como el medio natural y las relaciones sociales. Así, en el Las primeras articulaciones que nos ofrecen Marx y Engels de la
materialismo histórico la «producción» se convierte en punto de par- relación entre producción e historia emergen en el contexto de la for-
tida y condición de toda «praxis». Los conceptos de «actividad» y mulación de un materialismo diferenciado del tradicional. En ese
«praxis» son entendidos a partir del de trabajo: en eso no se equivoca marco debe comprenderse su insistencia er.. acentuar el momento
·.la interpretación ql!e quiere integrar a Marx en algo así como un «pa- subjetivo de la praxis, un énfasis que puede dar lugar a malentendi-
radigma de la producciqn». dos. Tomadas aisladamente, algunas expresiones de La ideología ale- ,¡
Una p~im~ra· aproximación a a noción de historia profana nos mana pueden dar pie a la interpretación de que la producción sería
y-ha conducid a la de trabajo, el ncepto que con mayor co_!!lpleji- algo parecido a una mediación absoluta, como si ocupara el lugar
~c:!_~ difere ciación ' Ona cosa tiene que llevar a la otra concedido al espíritu por Hegel, con cuya noción de trabajo conecta-
porque, co leem a ideología alemana, «los hombres tienen ron positivamente Marx y Engels. En este punto es importante fijar
historia porque tienen que producir su vida» (MEW, 3, 30). Con los elementos radicalmente materialistas de un concepto de historia
esto no se afirma el hecho elemental de que debamos estar en condi- que hace de la producción la condición de posibilidad del acontecer
ciones de vivir para «hacer historia» (MEW, 3, 28) o cualquier otra mismo. Ese concepto contiene la tesis de que sólo los individuos cor-
cosa, sino que somos históricos en virtud de la producción de la vida; porales vivos pueden ocupar la posición del sujeto real. La produc-
no se trata de que tengamos, por así decirlo, que comer para luego ción no debe hipostasiarse como un principio separable e indepen-
poder actuar, sino que el imperativo de la producción nos conforma diente de la existencia material concreta de los individuos de carne y
como seres cuya relación con el medio natural y social es «práctico- hueso que trabajan. Por una parte, la materialidad de su existencia es
sensible». En virtud de esto, somos seres históricos y no sólo especie. lo que obliga a los hombres a producir sus medios de vida; por otra,
La interconexión entre producción e historia que plantea la dialécti-
ca materialista indica su radical distanciamiento respecto a las repre-
9
sen_taciones esencialistas acerca de la «naturaleza humana», represen- Marx explica el caráccer social de la producción en el siguieme pasaje del pri-
mer borrador de «<mroducción general» a los Manuscritos de 1857-1858: «El hom-
taciOnes que tienen aún un eco repetido en el discurso del joven
bre es, en el semido liceral de las palabras, un "zoon policikon", no sólo un animal
Marx. Los textos germinales del materialismo histórico denuncian social, sino un animal que sólo puede particularizarse en la sociedad. La producción
toda concepción de los hombres como seres genéricos naturales, del particular paniculacizado fuera de la sociedad [... ] es algo can absurdo como un
co_mo ejempla_res de una esencia a partir de cuyos atributos pueda ex- desarrollo del lenguaje sin individuos que vivan unos con ocros y hablen unos con
plicarse la sooedad. Nos presentan más bien como individuos inte- ocros [... ] Cuando, por canco, se habla de producción se habla siempre de la produc-
ción en un nivel decerminado de desarrollo social, de la producción de individuos
grados en unas relaciones sociales que, según la manera cambiante de sociales» (MEW, 13, 616). Véase, cambién, sobre esco «Anocaciones marginales so-
realizar el imperativo de la producción, manifiestan su vida. 8/12En ese bre "Manual de economía polícica", de A. Wagner, MEW, 19, 362 y sigs.
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HisTORIA PROFANA 41
une la estructura teleológica con el carácter social, puede compren- las generaciones, que son por su parte resultado de la historia, se en-
derse el fundamento material a partir del cual explica Marx que sea-
mos seres históricos. Desde la perspectiva social total, la realización a
~uentran en ell_a en,la posición d~l here~ero. Como se a[lrn:~ en una
lacónica y precrsa formula de La zdeologta alemana, «los mdrvtduos se
través del trabajo del imperativo de la reproducción de la vida, que hacen unos a otros física y espiritualmente, pero no se hacen a sí mis-
incluye la anticipación y la previsión, hace posible el «plustrabajo)) y mos» (MEW, 3, 37). Como vemos, desde la perspectiva del trabajo,
el <<plusproducto», esto es, una producción que va más allá lo ne- la historia, la peculiar movilidad y continuidad de la historia puede
cesario para la mera autoconservación física, producción en la que se entenderse desde elementos materiales y ellos mismos históricos: Y en
basa la división del trabajo social y la posibilidad del despliegue de la esto precisamente se asienta la posibilidad de concebirla como «his-
actividad cognitiva «pura)) que retroactúa sobre la capacidad produc- toria profana». El complejo conceptual en torno a la noción de P:q-/
tiva del trabajo social. La inteligencia práctica inherente al trabajo in- ducción, permite, en fin, a Marx y Engels ofrecer una alrernanv\:í
cluye los designios de no perder la capacidad productiva adquirida y teórica radical a la concepción burguesa de historia, tanto a su repre-
dyampliarla en lo posible. El concepto marxiano de trabajo contie- sión por el materialismo naturalista como a su sacralización por el
ne, pues, tanto l rencia-dinámica.ala..ttªI1§[()rmación de lo dado
idealismo.
/Y la _ . raóón-dclaiíaflltaleza, como la referenCi'i:Ca la-COJ!tinuidad ·Qué es, pues, la historia desde una perspectiva profana, desde la
· ... ptre generacio!l,es, esto es, la justificación de la hist?ricidad. -~-~ corp~ralidad y el trabajo? En La ideología alemana se nos responde
La afirmacwn por Marx y Engel~ la profamdaei de la hrs~~\
ia se basa en el concepto de trabajo. Este no sólo permite explicada :
· igad de~ hombre mismo_ y de la sociedad, sino que, al_~W
//~~-- - --
a esa preg~n.t~f'f~3inlieptes palabras:
~=~ 1
1
nos ver el-Cfes~"E~ctdad hum~-~qs:.p.roduc-tf'""ccJmo base
t/'"r.a historia no es otr/cosa que la secuencia d~ generac~ones partí-
/\ culares, ,d·e· 1~ <;L!Je{a~a una explota los matenales, capitales,, fuer-
del desarrollo del ind.rviauoy·acfii:raacíóiíés sociales, también per- : ~ctrvas dommados por todas las precedentes, de ah1 que,
mite entender el sentido inmanente del desarrollo histórico: el au- por tanto, cada generación continúe por una parte la actividad
mento de la fuerzi.productiva del trabajo o, si se quiere, de la capaci- heredada bajo circunstancias totalmente cambiadas y, por otra,
dad de dominio delonatural por la especie. A partir de la necesidad modifique las viejas circunstancias con una actividad totalmente
humana de producir sus medios de vida, la realidad de la especie se cambiada (MEW, 3, 45).
ilumina como una realidad constitutivamente histórica, determinada
por el nivel de d~sarrollo alcanzado por la fuerza productiva del tra- La dialéctica entre «praxis» y «circunstancias» expresa ahí el jue-
bajo: «Vivimos», escribe Marx en Miseria de la filosofla, «en medio de go que constituye el desarrollo histórico entre cambio y continuidad,
un movimiento constante de acrecentamiento de la fuerza producti- entre la elaboración práctica del ser-en-sí objetivado y la asimilación
va, de destrucción de relaciones sociales, de formación de ideas; ina- por transmisión y herencia de la praxis dada. M~.xpli.<;:ª-!:_'iQroceso
movible es sólo la abstracción del movimiento: "mors inmortalís"» 12 histórico a partir del concepto de trabajo, MarX: y Engels nos ofrecen
(MEW, 4, 130). Dentro de ese movimiento incesante, los individuos u!l.a.-reírrterp~Pfáerica y materirutsra;<<pj{fla», _<!el
coneepto ttadicional de hist5na unrversal. En la 9t!:ta a ~ffi'
nos encontramos con tr-siguiam:explkacron-cl.e a'qlleiTadialéctica
y el Espíritu, anticipan también un trozo de lo que Horkheimer y Adorno llamaron entre «praxis» y «circunstancias)):
«dialéctica de la ilustración,. En Marx, proceso de trabajo y dominio (de la natura-
leza interna y externa, así como de la organización social de la producción sobre los
individuos) forman un continuo, de modo que la razón no es separable de técnica, Los hombres no eligen libremente sus fuerzas productivas, que
organización y poder. El problema que esa tesis crítica plantea, un problema que la son la base de su historia entera, pues cada fuerza de trabajo es una
historia del siglo xx pondrá con toda su agudeza ante Horkheimer y Adorno, es fuerza heredada, el producto de una actividad anterior[ ... ] Gra-
cómo podría pensarse una razón emancipada de su genético con el domi- cias al simple hecho de que cada nueva generación encuentra
nio, una razón que no queme lo que ilumina y se oponga al principio mismo del las fuerzas productivas adquiridas por la vieja generación,
poder. de la que se sirve como material bruto para nueva producción,
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Los editores de la MEW nos recuerdan que la expresión «muerte inmortal» la surge una interconexión en la historia de los hombres, surge la his-
toma Marx de De rerum natura de Lucrecio. 10/12 toria de la humanidad, que es tanto más historia de la humanidad
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lado, al desvelarnos el plustrabajo como condición material del desa-


rrollo histórico, la visión profana nos enseña la historia acontecida
como realmente es, tan irracional, prehistórica e inhumana: una re-
batiña en tomo al plusproducto. En esa descripción late normativa-
mente la finalidad de una organización humana consciente del traba-
jo y del plustrabajo. En fin, del concepto de historia profana se extrae
una última consecuencia práctica: la posibilidad misma de la praxis
\ transformadora. Si los individuos corporales vivos somos los únicos
· sujetos posibles de la historia, entonces las puertas pueden abrirse,
todo puede cambiar, no estamos condenados a resignamos a sopor-
tar «toda la vieja basura» de la esclavitud sin fin .
. .· El contenido de la profanidad constituye un presupuesto teórico
/constante de todos los intentos posteriores de Marx por concebir la
historia. Claro que los textos que nos ofrece en la época de la crítica
de la economía política tienen otra configuración, un aroma que ya
no es el de la inmediatez revolucionaria -ingenua, si se quiere-
que desprenden los textos que nos explican por primera vez el con-
cepto de «historia profana». La recensión de Engels que mencionaba
al principio sitúa -muy plausiblemente-la fuente de esos cambios
en la experiencia del fracaso de la revolución de 1848-1849, fracaso
que habría traído para Marx la exigencia y la oportunidad de «un tra-
bajo científico y un estudio tranquilo de años» (MEW, 13, 471).
to de otra manera: frente al enfebrecimiento revolucionario y expre-
sivo de los textos entre 1845 y 1849, la experiencia del fracaso deja
en los escritos que Marx produjo en la segunda parte del siglo la som-
bra de la búsqueda de legitimación científica y de la necesidad de en-
tender el fracaso mismo. En fin, con el malograrse de la primera po-
sibilidad revolucionaria se perdió en Marx una- cierta disposición
espiritual que nunca intentó recuperar. En el lugar de lo que se per-
dió aparece una insistencia mayor en el peso del momento objetivo y
e ,necesidad del esclarecimiento teórico. No obstante, la ciencia
que Marx persiguió y practicó continuó entendiéndose a sí misma
como ciencia revolucionaria. Y la intención subversiva fue siempre
inherente al concepto marxiano de historia.

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