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República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN CIVIL

MARGARITA CABELLO BLANCO


Magistrada Ponente

STC7291-2015
Radicación n.° 11001-02-03-000-2015-01037-00
(Aprobado en sesión de diez de junio de dos mil quince)

Bogotá, D. C., once (11) de junio de dos mil quince


(2015).

Decide la Corte la acción de tutela instaurada por


Alcibíades Cedeño Zuleta y Yudit Lorena Cedeño Sánchez
en frente de la Sala Civil-Familia-Laboral del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Neiva, integrada por los
magistrados Alberto Medina Tovar, María Amanda Noguera
de Viteri y Nubia Ángela Burgos Díaz, y el Juzgado Tercero
de Familia de la misma ciudad.

ANTECEDENTES

1. Los gestores, a través de apoderado judicial,


deprecan la protección de los derechos fundamentales «al
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nombre, al desarrollo libre de la personalidad, al de filiación, al de la

familia y al de la identidad, a la señora Yudit Lorena Cedeño Sánchez» ,

presuntamente vulnerados por los funcionarios accionados.

2. Arguye, el apoderado de los actores como sustento


de su reclamo, en síntesis, lo siguiente (folios 114 a 125):

2.1. La señorita Yudit Lorena Cedeño Sánchez quien


nació el 24 de septiembre de 1983, fruto de las relaciones
sentimentales entre Yeaneth Sánchez Arias y Gregorio
Cedeño Zuleta, desde el momento de su nacimiento ha
estado bajo el cuidado de la abuela materna Amalia Arias
Lozano y del esposo de ésta, Alcibíades Cedeño Zuleta,
quien a la vez, es el tío biológico de la primera.

2.2. Como Yudit Lorena siempre ha reconocido a


Alcibíades como su padre «decidieron formalizar, conforme a la ley
y mediante proceso judicial disponible, el vínculo filial que creen

compartir», y por ello, formularon juicio de adopción de mayor

de edad.

2.3. Correspondió conocer al Juzgado Tercero de


Familia de Neiva, despacho que en sentencia de 28 de
octubre de 2013 «resolvió declarar a la señorita accionante como
hija adoptiva de ALCIBÍADES CEDEÑO ZULETA, ordenó cambiar los
apellidos de la accionante por los de CEDEÑO ZULETA y suprimió el
nombre de la madre de la misma de su registro de nacimiento. En
conclusión, la señora juez de primera instancia suprimió todo vínculo
que tenía la accionante con su señora madre, cosa que nunca se pidió
en la demanda y que va en contra de los derechos fundamentales de la

accionante».
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2.4. Agrega que por lo anterior, formuló recurso de


apelación, y el Tribunal al conocer de la alzada confirmó la
decisión el 23 de octubre de 2014, argumentando para el
efecto, «que la Ley 1098 de 2006 establece como consecuencia
jurídica de la adopción, “la extinción de todo parentesco

consanguíneo”».

2.5. Censura las determinaciones precedentes, pues


en su sentir, al erradicar sin fundamento alguno el
parentesco de Cedeño Sánchez respecto de su progenitora,
incurrieron en «absoluta vía de hecho, por violación directa de la
Constitución y eventualmente el hecho de haberse decidido el presente
caso tomando una norma que si bien no ha sido expresamente
declarada como inconstitucional, al aplicarla sus efectos generan un
estado de cosas contrarias a la constitución misma, para este caso en

particular y eventualmente frente a casos similares, a futuro» (sic).

2.6. Finalmente indica el apoderado de los actores,


que «en la presente acción se vincula al señor ALCIBÍADES CEDEÑO
ZULETA como tercero interviniente, para todos los efectos del trámite de
esta acción constitucional».

3. Pide, conforme a lo relatado, «determínese por parte de


esta honorable Corte, el conjunto de medidas procesales a adoptar con
el fin de extinguir la mencionada vulneración a los derechos
fundamentales de los cuales es titular la accionante, indicando incluso
cuál debe ser el sentido del fallo de primera instancia, ordenándole a
los despachos judiciales accionados que dentro del término de ley den
cumplimiento a las mismas en las condiciones que determine el

fallador del amparo» (folio 117).

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LA RESPUESTA DE LOS ACCIONADOS

El Juzgado Tercero de Familia de Neiva, luego de


referir el trámite seguido, se opuso a la protección
manifestando que la providencia por él proferida se fundó
en las normas que gobiernan la adopción (folios 137 a 139).

El Tribunal guardó silencio.

CONSIDERACIONES

1. Derrotado el proyecto inicialmente discutido, se


presentó nueva ponencia y fue aprobada en los términos
ahora planteados.

2. La reiterada jurisprudencia constitucional ha


sostenido, en línea de principio, que este amparo no es la
senda idónea para censurar decisiones de índole judicial;
sólo, excepcionalmente, puede acudirse a esa herramienta,
en los casos en los que el funcionario adopte alguna
determinación «con ostensible desviación del sendero normado, sin
ecuanimidad y apoyado en el capricho o en la subjetividad, a tal punto

que estructure vía de hecho», y bajo los supuestos de que el

afectado concurra dentro de un término razonable a


formular la queja, y de que «no disponga de medios ordinarios y
efectivos para lograrlo» (ver entre otras, CSJ STC, 3 de mar.

2011, rad. 00329-00).

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El concepto de «vía de hecho» fue fruto de una evolución


pretoriana por parte de la Corte Constitucional, en razón de
la necesidad de que todo el ámbito jurídico debe respetar
los derechos fundamentales como base de la noción de
«Estado Social de Derecho» y la ordenación contemplada en el
artículo 4 de la Carta Política. Así hoy, bajo la aceptación de
la probabilidad que providencias desconozcan prerrogativas
esenciales, se admite por salvedad la posibilidad de
amparar esa afectación siempre y cuando se cumplan los
siguientes presupuestos: 1. Generales: «a) Que la cuestión que
se discuta resulte de evidente relevancia constitucional; b) Que se
hayan agotado todos los medios ordinarios y extraordinarios de
defensa judicial al alcance de la persona afectada, salvo que se trate
de evitar la consumación de un perjuicio iusfundamental irremediable;
c) Que se cumpla el requisito de la inmediatez; d) Cuando se trate de
una irregularidad procesal; e) Que la parte actora identifique de
manera razonable tanto los hechos que generaron la vulneración como
los derechos vulnerados y que hubiere alegado tal vulneración en el
proceso judicial siempre que esto hubiere sido posible y f) Que no se

trate de sentencia de tutela» y, 2. Especiales: «a) Defecto orgánico; b)


Defecto procedimental absoluto; c) Defecto fáctico; d) Defecto material o
sustantivo; e) Error inducido; f) Decisión sin motivación; g)
Desconocimiento del precedente y h) Violación directa de la

constitución» (C-590/2005, reiterada, entre otras, SU-


913/2009 y T-125/2012).

3. Observada la censura planteada, resulta palmario


que los reclamantes, al estimar que se obró con desprecio
de la legalidad, enfilan su inconformismo contra los fallos
proferidos en el proceso de adopción, por supuestamente

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incurrir en causales específicas de procedibilidad por


violación directa a la constitución política.

4. De acuerdo a los documentos allegados, observa la


Sala las siguientes actuaciones que atañen con la queja:

4.1. Registro civil de nacimiento de Yudit Lorena


Cedeño Sánchez (folio 38).

4.2. Declaración juramentada en la que la nombrada


otorga su consentimiento para ser adoptada por Alcibíades
Cedeño Zuleta (folio 40), que ratifica en la diligencia de
interrogatorio de parte obrante a folios 76 a 81.

4.3. Demanda en la que el apoderado judicial de los


señores Alcibíades Cedeño Zuleta, y Yudit Lorena Cedeño
Sánchez, solicita las siguientes declaraciones:

«PRIMERO.- Que se decrete a favor del señor ALCIBIADES


CEDENO ZULETA, mayor de edad, de nacionalidad colombiano,
identificado civilmente con cédula de ciudadanía N° 12.093.255 de
Neiva - Huila, la adopción de YUDIT LORENA CEDEÑO SANCHEZ,
quien es igualmente mayor de edad, identificada civilmente con cédula
de ciudadanía N° 36.314.114 de Neiva - Huila, domiciliada en esta
ciudad, teniendo en cuenta el interés y consentimiento de ambas
personas para tal finalidad, manifestado en sendos documentos que
acompañan esta demanda. SEGUNDO.- Una vez ejecutoriada la
sentencia por la cual se decreta la adopción, ordénese la inscripción de
la misma en la Notaria correspondiente, con el fin de que se tome la
nota marginal del caso en el registro civil de nacimiento de YUDIT
LORENA CEDEÑO SANCHEZ».

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De otra parte, en los hechos de manera reiterada se


dijo que,

«SEGUNDO.- Desde el momento de su nacimiento, fueron su


abuela materna la señora AMALIA ARIAS LOZANO y el cónyuge de
ésta, el señor ALCIBIADES CEDEÑO ZULETA, quien biológicamente es
el tío de la señorita CEDEÑO SANCHEZ, quienes se encargaron de su
manutención, crianza y cuidado, pues la madre de YUDIT LORENA
contaba para aquella época con escasos 17 años, lo que le impedía
valerse por sí misma e incluso ver por su hija recién nacida.

TERCERO.- El señor GREGORIO CEDEÑO ZULETA únicamente


reconoció corno hija su'aa la ya mencionada, pues durante toda la
existencia de aquella y hasta este momento, aquel nunca se preocupé
por su bienestar; nunca velé por su cuidado, nunca cumplió con
siquiera alguna de sus obligaciones como padre, al punto que hoy día
no existe ninguna clase de relación entre aquel y la señorita CEDEÑO.

CUARTO Desde muy pequeña, siendo su abuela materna ama


de casa, YUDIT LORENA CEDEÑO SANCHEZ estuvo al cuidado,
responsabilidad y protección del señor ALCIABIADES CEDEÑO
ZULETA. Era él quien, con el producto de su trabajo inicial como
conductor y otras labores independientes variadas, se encargaba de
suministrar todo lo necesario para la menor. Comida, juguetes,
vestuario, salud, educación, cariño y todo cuanto necesité, de manera
modesta siempre estuvo a su disposición gracias a su tío el señor
ALCIBIADES, quien ella desde muy pequeña llamó "PAPA" tal y como
lo hace hasta la fecha, pues para YUDIT su único padre siempre ha
sido y seré aquel que durante toda su vida la ha querido y la ha
cuidado como su hija, cuestión diferente a lo que puede representar su
padre biológico, quien nunca se ha preocupado siquiera por conocer de
manera mínima su estado de salud.

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QUINTO.- Durante casi la mayoría de su vida, y en particular


hasta la edad de 23 años, la señorita YUDIT LORENA CEDEÑO
SANCHEZ vivió con su abuela materna la señora AMALIA ARIAS
LOZANO y el señor ALCIBIADES CEDEÑO ZULETA (Integrantes
permanentes de su núcleo familiar), en el Barrio Santa Inés de la
ciudad de Neiva, específicamente en la carrera 6W N°31-06. (…)

(Mayúscula fija en texto original, folios 46 a 51).

4.4. Sentencia de primer grado de 28 de octubre de


2013, en la que la Jueza Tercera de Familia de Neiva,
resolvió acceder a las pretensiones decretando la adopción
de mayores de edad solicitada, por la cual el adoptante y la
adoptiva adquirieron los derechos y obligaciones de las
relaciones paterno filiales, «estableciéndose a la vez parentesco
civil entre los mismos y los parientes consanguíneos o adoptivos de
éstos, en virtud que la joven CEDEÑO ZULETA, dejará de pertenecer a
su familia biológica, se suprimirá el nombre de la madre, quedando en

blanco dicha casilla», y dispuso, en consecuencia, ordenar la

modificación del registro civil de nacimiento de la joven


Yudit Lorena Cedeño Ramírez (folios 88 a 94).

4.5. Recurso de apelación en el que en esencia se alegó


que el a quo falló extra petita vulnerando los derechos
fundamentales de la adoptiva al suprimir el vínculo
biológico existente con la madre Yeaneth Sánchez Arias, el
que en ninguna manera habían solicitado, dado que la
relación entre ellas siempre «ha sido amena» (folios 100 a 102).

4.6. Fallo de 23 de octubre de 2014, con que la


colegiatura enjuiciada al desatar la alzada, confirmó el fallo
proferido en primer grado (folios 24 a 27).
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4.7. Auto de 2 de diciembre del año anterior, por el


que el Tribunal denegó el recurso extraordinario de
casación, por no cumplirse los requisitos establecidos en el
artículo 366 del Código de Procedimiento Civil, con el
argumento que, «si bien la sentencia versó sobre el estado civil de
las personas, no se produjo como culminación de un proceso ordinario,

pues se dio en uno de jurisdicción ordinaria» (folio 34)

5. Establece el artículo 64 del Código de la Infancia y


la Adolescencia, Ley 1098 de 2006:

«EFECTOS JURÍDICOS DE LA ADOPCIÓN. La adopción


produce los siguientes efectos:

1.- Adoptante y adoptivo adquieren, por la adopción, los


derechos y obligaciones de padre o madre e hijo.

2. La adopción establece parentesco civil entre el adoptivo y el


adoptante, que se extiende en todas las líneas y grados a los
consanguíneos, adoptivos o afines de estos.

3. El adoptivo llevará como apellidos los de los adoptantes. En


cuanto al nombre, sólo podrá ser modificado cuando el adoptado
sea menor de tres (3) años, o consienta en ello, o el Juez
encontrare justificadas las razones de su cambio.

4. Por la adopción, el adoptivo deja de pertenecer a su


familia y se extingue todo parentesco de consanguinidad,
bajo reserva del impedimento matrimonial del ordinal 9o

del artículo  140 del Código Civil. (Destaca la Corte)

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5. Si el adoptante es el cónyuge o compañero permanente del


padre o madre de sangre del adoptivo, tales efectos no se
producirán respecto de este último, con el cual conservará los
vínculos en su familia». (Apartes subrayados declarados
EXEQUIBLES, por los cargos analizados, por la Corte
Constitucional mediante sentencia C-071-15 según comunicado
de prensa de 18 de febrero de 2015, Magistrado Ponente Dr.
Jorge Iván Palacio Palacio).

A su vez, el canon 69 que se ocupa de la adopción de


mayores de edad, determina que,

«Podrá adoptarse al mayor de edad, cuando el adoptante hubiera


tenido su cuidado personal y haber convivido bajo el mismo
techo con él, por lo menos dos años antes de que este cumpliera
los dieciocho (18) años.

La adopción de mayores de edad procede por el sólo


consentimiento entre el adoptante y el adoptivo. Para estos
eventos el proceso se adelantará ante un Juez de Familia».

6. Pese a que los accionantes censuran las


providencias adoptadas por los estrados de primer y
segundo grado respecto a su solicitud, la Sala analizará
únicamente los reparos realizados al Tribunal acusado,
porque cerró el debate planteado al desatar la apelación
propuesta contra el proveído dictado por el a quo.

7. En cuanto a lo que constituye materia de queja


constitucional, la Corporación acusada confirmó la
determinación relativa a suprimirle a la adoptiva el nombre

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de su progenitora en el registro civil de nacimiento de


aquélla, tras estimar que, «Actualmente en Colombia los mayores
de 18 años podrán ser adoptados siempre y cuando el adoptante haya
tenido a cargo el cuidado personal del adoptable y haya convivido con
él por lo menos dos años antes de que este cumpliera la mayoría de
edad, es por ello que en nuestro caso, era procedente la adopción de la
joven Yudit Lorena, empero, considera el despacho que no hay lugar a
que la relación materno-filial permanezca incólume, pues como se ha
dicho reiteradamente, la norma establece como uno de los efectos de la
adopción el siguiente: “el adoptivo deja de pertenecer a su familia y se
extingue todo parentesco de consanguinidad”, así las cosas no sería
coherente acatar lo pretendido por los demandantes en el recurso de
apelación respecto de conservar el apellido materno de la adoptada y
las relaciones filiales con su madre».

Seguidamente precisó «si bien es cierto, la demandante no


solicitó el cambio de su apellido materno, considerando que las
relaciones afectivas con su madre biológica permanecen intactas y
sólidas como la de cualquier madre e hija, no constituye ello una
causal que permita dejar sin efecto lo mencionado por la norma
respecto de la extinción de cualquier vínculo con la familia de origen, al
no configurarse este hecho como una excepción a la norma, no puede la

Sala decir que la relación materno-filial permanecerá inalterable» .

Finalmente, a manera de conclusión puntualizó:


«teniendo en cuenta el relato fáctico, se entiende que en el presente
proceso, nos encontramos frente a una adopción plena, la cual
constituye un nuevo estado civil que es irrevocable, donde se le confiere
al adoptado los apellidos del adoptante y los mismos derechos,
obligaciones y parentesco que la filiación sanguínea; en ese orden, se
entiende que la adopción plena extingue los vínculos jurídicos con la
familia de origen del adoptado, siendo así, la Sala considera que la

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joven adoptada en adelante deberá llamarse YUDIT LORENA CEDEÑO


ZULETA y se desvinculará de cualquier forma con su familia de origen»

7.1. De la transcripción presentada, e


independientemente que la Corte la prohíje en su totalidad
por no ser este el escenario idóneo para lo propio, emerge
diáfana la inviabilidad de la protección extraordinaria
exigida, en la medida en que no está demostrada la
presencia del defecto enrostrado, por cuanto la exposición
de los motivos decisorios al efecto manifestados se guarecen
en tópicos que regulan el preciso tema abordado en el litigio
planteado, la sentencia se observa coherente no solo con las
pretensiones en que se fundó la demanda, sino que
determinó conforme a lo estipulado en el numeral 4º del
artículo 64 del Código de la Infancia y la Adolescencia (Ley
1098 de 2006), que la consecuencia de la adopción que
había sido peticionada, constituye la extinción de cualquier
vínculo de consanguinidad con la familia de origen, sin que
pueda pretenderse por esta vía excepcional que la relación
con la madre deba permanecer incólume, tanto más si
sobre tal aspecto nada se dijo en el libelo, y siendo así las
cosas, no merece reproche desde la óptica ius fundamental
la decisión que ahora se ataca, para que deba proceder la
inaplazable intervención del juez de amparo.

De todos modos, resalta la Sala que acceder a lo aquí


pretendido por los accionantes, implicaría el
desconocimiento del derecho al debido proceso, puesto que,
se itera, los interesados en su «demanda de adopción» nunca
deprecaron lo que ahora alegan por vía de tutela, por lo que

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acceder a dicha reclamación que solo fue alegada en la


apelación, hubiera implicado el vicio de incongruencia en el
fallo al ordenarse una «adopción» diversa a la pedida.

Sobre la importancia de la congruencia de las


sentencias, la jurisprudencia constitucional ha advertido
que «un elemento esencial de la validez de las providencias judiciales
tiene que ver con la necesaria congruencia que debe existir entre la
parte resolutiva y la parte motiva, así como entre los elementos fácticos
obrantes en el expediente y las consideraciones jurídicas que se
elaboran a su alrededor. Entonces, si la validez de la sentencia y la
legitimidad de sus decisiones se encuentran en la motivación, es lógico
concluir que la incongruencia entre la decisión y la motivación

desconoce el debido proceso constitucional» (Corte Constitucional

Auto 234 de 8 de julio de 2009).

8. De acuerdo con lo discurrido, no se otorgará la


salvaguarda impetrada.

DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, en Sala de Casación Civil, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley, NIEGA
la tutela solicitada.

Comuníquese telegráficamente lo resuelto en esta


providencia a los interesados y, en caso de no ser
impugnada, oportunamente envíese el expediente a la Corte
Constitucional para su eventual revisión.

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Notifíquese

LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA


(Presidente de Sala)

MARGARITA CABELLO BLANCO

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

FERNANDO GIRALDO GUTIÉRREZ

ARIEL SALAZAR RAMÍREZ

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SALVAMENTO DE VOTO

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Con el debido respeto para la Sala, debo separarme


de la posición mayoritaria, porque se subestimó el concepto
de adopción entre mayores de edad, al respaldarse sin
argumentos dinamizantes para el derecho de familia, la
extinción del vínculo de consanguinidad de la tutelante con
su progenitora.

No obstante, pese a discutirse el alcance de las


prerrogativas fundamentales tales como tener un nombre e
identidad, entre otras, originadas del prohijamiento1 de
crianza, como la relación filial de hecho originada entre la
persona que acogió como hijo suyo a quien no lo es
biológica ni civilmente, antes de que éste cumpliera los
dieciocho años de edad, se ha perdido una oportunidad

1
El vocablo “prohijamiento” proviene del latín “pro” (por) y “filius” (hijo), que significa “tener
por hijo”.

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histórica, para precisar la magnitud o extensión de ese lazo,


frente al ordenamiento nacional e internacional, y ante
todo, para sopesar las reglas derivadas de la adopción, en
particular cuando el adoptado mayor de edad pierde todo
vínculo de sangre con sus ascendientes genéticos conforme
lo estable el numeral 2º de la regla regla 64 del Código de la
Infancia y la Adolescencia (Ley 1098 de 2006).

La cuestión resulta relevante en hipótesis como la


presente, cuando una persona mayor de edad, prohijada de
hecho con antelación en su niñez y adolescencia, es
destinataria de la adopción por parte de un varón mayor de
edad, quien la cuidó, la asistió y la trató como su hija,
fungiendo como su padre sin serlo; evento en el cual, al
mismo tiempo la adoptada no renuncia a su filiación
materna, y por consiguiente, al respectivo grado de
parentesco ni tiene interés expreso en hacerlo; por el
contrario, altivamente rechaza que su madre consanguínea
sea esfumada de su registro civil.

El presente debate corresponde a un verdadero


problema fundamental de estirpe constitucional relativo a la
obtención de un nuevo vínculo parental, sin alterar para
nada la filiación materna, supuesto no previsto en los
artículos 64 y 69 de la Ley 1098 de 2006, pero que la
judicatura debe resolver necesariamente a la luz de las
premisas superiores, conservando la filiación materna y
otorgando la adopción por línea paterna, sin extinguir el
derecho a la madre consanguínea.

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La Corte Suprema en su Sala de Casación Civil es el


órgano por excelencia que por su función nomofiláctica
investida por voluntad propia del propio constituyente, hace
más de una centuria, revitaliza el contenido de las normas
sustanciales, sin importar, como ocurre en el presente caso,
que la controversia provenga de una acción de tutela,
porque el litigio sometido ahora en sede constitucional, no
es asunto frente al cual proceda la casación. Por otra parte,
tampoco puede aducirse que pueda ser agitado en sede de
revisión extraordinaria, por cuanto el punto que constituye
el quid jurídico, escapa a cualquiera de las causales
previstas por el legislador para el pertinente pleito
rescindente, al tratarse de un problema, eminentemente
iuris in iudicando, que involucra neurales derechos
fundamentales, de puro juicio ante la integridad del
ordenamiento en punto a la reclamación del adoptado para
no perder su nexos sanguíneos con su progenitora en un
Estado constitucional y social de derecho. En consecuencia,
el auxilio, en esta ocasión resulta idóneo para abordar el
análisis de la denunciada infracción iusfundamental.

La adopción entre mayores de edad2 ofrece una


solución para aquellos que buscan modificar su apellido por
el de quien los crió sin ser su padre o madre genético,

2
En líneas generales, la Sala de Casación Civil ha definido la adopción como “(…) un instituto
que, como pocos, hunde sus raíces en la ancestral memoria de la humanidad, la cual, por
diversas razones que van desde lo religioso, hasta lo político, pasando por las económicas o las
estrictamente familiares y sociales, le dio carta de naturaleza a un nuevo tipo de parentesco,
lato sensu: el civil, de suyo distinto de los de consanguinidad y afinidad, pero que, por una
ficción legal, hace las veces de aquel, pues el adoptado, para todos los efectos establecidos en
la ley moderna, se considera que desciende del mismo tronco o raíz (…)” (Sentencia de
casación de 3 de noviembre de 2004, rad. Nº 19440).

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originando, por regla general, un cambio en la filiación, esto


es, la desvinculación definitiva de los lazos de
consanguinidad, salvo lo indicado en el numeral 5º de la
regla 64 de la Ley 1098 de 2006, el cual prevé:

“(…) [S]i el adoptante es el cónyuge o compañero permanente


del padre o madre de sangre del adoptivo, tales efectos no se
producirán respecto de este último, con el cual conservará los
vínculos en su familia (…)”.

Por supuesto, en éste caso, el adoptante no es el


cónyuge o compañero permanente del padre o madre de
sangre de la adoptiva, pero sí es el tío biológico, esto es,
tercer grado de consanguinidad en línea colateral y
compañero de su abuela materna.

El artículo 69 ídem regula lo concerniente a la


adopción de adultos, estableciendo:

“(…) [P]odrá adoptarse al mayor de edad, cuando el adoptante


hubiera tenido su cuidado personal y haber convivido bajo el
mismo techo con él, por lo menos dos años antes de que este
cumpliera los dieciocho (18) años.

La adopción de mayores de edad procede por el sólo


consentimiento entre el adoptante y el adoptivo. Para estos
eventos el proceso se adelantará ante un Juez de Familia (…)”.

De la anterior disposición jurídica se infieren los


siguientes requisitos sine qua non para conceder tal
prerrogativa:

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(i) El adoptante debe haber tenido bajo su custodia y


cuidado al adoptivo por lo menos dos años antes de
que éste cumpliera los 18 años;
(ii) El adoptante y el adoptivo deben haber compartido
el mismo techo en el lapso de tiempo arriba indicado;

(iii) Tanto el adoptante como el adoptivo tienen que


manifestar su voluntad frente al procedimiento de
adopción; y

(iv) Adelantar el proceso ante un Juez de Familia.

Bajo esa perspectiva, se itera, la adopción de mayores


de edad se erige como el acto a través del cual se consolida
para el derecho una relación de facto como el prohijamiento
de crianza, logrando el reconocimiento de determinadas
prerrogativas y obligaciones entre quienes impartieron un
trato afectivo a otro respecto del cual ocupó para aquéllos el
lugar de un hijo, sin existir un vínculo sanguíneo o civil.

En ese contexto la sentencia de la que me separo,


debió amparar los derechos reclamados con pábulo en el
interés superior de garantizar la unidad familiar de la
tutelante, porque si bien la consecuencia primordial de la
adopción contemplada en el numeral 4º del precepto 643 del
Código de la Infancia y la Adolescencia constituye la
supresión de todo vínculo de consanguinidad del adoptivo
con sus progenitores, ninguna consideración expuso sobre
3
“(…) Por la adopción, el adoptivo deja de pertenecer a su familia y se extingue todo parentesco
de consanguinidad, bajo reserva del impedimento matrimonial del ordinal 9º del artículo 140
del Código Civil (…)”.

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si ello es procedente tratándose de adopción plena singular,


bien paterna, ya materna, conservando el otro vínculo
biológico, y sin morigerar los efectos de tal disposición a la
luz del artículo 42 Superior, relativo al derecho de toda
persona a tener una familia, lo cual por extensión se
entiende a tener un padre y una madre, desconociendo que
la verdadera intención de Yudit Lorena Cedeño Sánchez era
ser adoptada exclusivamente por vía paterna y no materna,
esto es, por parte de su tío Alcibíades Cedeño Zuleta,
esposo de su abuela4, quien se hizo cargo de sus cuidados
personales cuando aquélla era menor, supliendo la
ausencia de su procreador, más no de su progenitora.

En segundo término, porque de aceptarse la


aplicación irrestricta de los señalados efectos jurídicos de la
adopción, dado su carácter irrevocable, la Corporación
querellada no vislumbró las consecuencias negativas
derivadas de esa determinación respecto de Yeaneth
Sánchez Arias, madre de Yudit Lorena Cedeño Sánchez,
pues se le condenó en ausencia, por cuanto en el plenario
no aparece que se le haya citado para defender la
maternidad y los derechos anejos, como la eventual
posibilidad de disponer de las prerrogativas que todo
ascendiente tiene frente a sus hijos mayores de edad, como
heredar5 o reclamar alimentos6.

4
Debe destacarse que el adoptante en declaración rendida en el plenario materia de esta
controversia declaró tener vínculo matrimonial vigente con la señora Amalia Arias, abuela
materna de la adoptiva (fl. 72, cdno 1.).
5
El artículo 1046 del Código Civil señala como segundo orden hereditario a “los
ascendientes” del difunto.
6
El numeral 2º de la regla 411 ídem establece que se deben los alimentos “a los
ascendientes”.

20
Radicación n.° 11001-02-03-000-2015-01037-00

Además del problema sustancial en torno a los


efectos de adopciones singulares, que no simples, al rompe,
según se acaba de considerar en lo precedente, de tajo
esquilmó el derecho de defensa de la progenitora de la
adoptada, al vaciarse, sin fórmula de juicio, su vínculo
materno, a contrapelo de los ruegos de la hija.

Dejo así salvado mi voto.

Fecha, ut supra

LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA

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