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En efecto, aquí leemos cómo Ranciére con el nombre “policía” piensa el orden
social del que venimos hablando, esto es, la “realidad” no caótica de la que participamos
(formamos parte) de una u otra forma ocupando diversos lugares, ejerciendo distintas
funciones, y relacionándonos con otres en términos de esos lugares y esas funciones
(relaciones que siempre son relaciones de poder). Lugares y funciones que incluye
incluso aquellos lugares y funciones con los que usualmente se suele identificar a la
política. Esta distribución de lugares, funciones y relaciones es a lo que refiere Ranciére
cuando habla de ‹‹la parte o la ausencia de parte de las partes››. Un punto interesante de
esta señalado por Ranciére en esta cita es el que refiere a que antes de toda distribución
de los lugares y funciones lo que hay es una determinación de cuántos lugares hay y
cómo se nombran. Por ejemplo, puede haber una policía respecto al género que tenga
sólo dos lugares, masculino y femenino, y puede haber otra policía que tenga tres,
masculino, femenino y no binario. En la primera de estas policías la noción de
desigualdad de género referiría a las relaciones (de poder, desigualitarias, muchas veces
violentas, etc.) entre dos lugares, “hombre” y “mujer”. En cambio, en la segunda de
estas dos policías la desigualdad de género se complejizaría aun y se transformaría en
una noción que no trata solamente de la relación entre los dos lugares del binario
“hombre-mujer”. Pero en ambas policías, antes de poder hablar de desigualdad de
género, esto es, de una relación entre lugares, hay una determinación de los lugares
implicados en esa relación desigual. En palabras de la última cita de Ranciere: ‹‹la
policía es primeramente un orden1 de los cuerpos que define las divisiones entre los
modos del hacer, los modos del ser y los modos del decir››.
En otro pasaje de El desacuerdo podemos leer:
‹‹…no haremos del orden policial así definido la noche donde todo vale. […].
Hay una policía menos buena y una mejor –la mejor no es, por lo demás, la que sigue el
orden supuestamente natural de las sociedades o la ciencia de los legisladores sino
aquella a la que las fracturas de la lógica igualitaria llegaron a apartar las más de las
veces de su lógica "natural"-. La policía puede procurar toda clase de bienes, y una
policía puede ser infinitamente preferible a otra. Esto no cambia su naturaleza, que es lo
único que está en cuestión aquí.›› (Ranciere J., 1996, p. 46)
En el ejemplo que dimos sobre las dos policías, una en la que en lo referido al
género había solamente dos partes, masculino y femenino, y otra en la que había… ¿tres
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Aquí incluso encontramos explícitamente que la policía es un nombre para el orden social: ‹‹la policía es
primeramente un orden…››
o indefinidas2? Como sea, podríamos decir que la segunda policía, aquella que tiene más
partes es una policía más inclusiva que reconoce un mayor número de identidades, y
que otorga, o estaría en camino de otorgar, más derechos a un mayor número de
colectivos. No obstante, ambas son policías, ambas son órdenes sociales, y por ende,
ambas implican jerarquizaciones y desigualdades. Una policía puede ser más igualitaria
que otra, sin duda, pero ninguna policía podrá nunca ser plenamente igualitaria, dado
que la vida fuera de un orden no es posible y todo orden implica desigualdades. En
términos psicoanalíticos podríamos decir que la igualdad es un objeto perdido para
siempre y, a la vez, un objeto que causa el movimiento, el cambio, la transformación.
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Aquí la cuestión es si el nombre “no binario” designa un parte o un conjunto indefinido de partes.
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En el apéndice A se muestra el porqué de esta lectura.
como formaciones hegemónicas (pero para poder entender el porqué de este nombre
deberemos esperar a que más adelante trabajemos la noción de hegemonía).
Entonces, comencemos viendo que lo social es del orden de lo simbólico. Dicen
Laclau y Mouffe:
‹‹… sobredeterminación. Este es el concepto clave introducido por Althusser
[…]. El concepto procede del psicoanálisis […] Para Freud la sobredeterminación no es
cualquier proceso de «fusión» o «mezcla» […] es, por el contrario, un tipo de fusión
muy preciso, que supone formas de reenvío simbólico y una pluralidad de sentidos. El
concepto de sobredeterminación se constituye en el campo de lo simbólico, y carece de
toda significación al margen del mismo. Por consiguiente, el sentido potencial más
profundo que tiene la afirmación althusseriana de que no hay nada en lo social que no
esté sobredeterminado, es la aserción de que lo social se constituye como orden
simbólico4.›› (Laclau y Mouffe, 1987, p. 163)
La cita es clara, para Laclau y Mouffe ‹‹lo social se constituye como orden
simbólico››. Ahora bien ¿qué quiere decir esto? Al igual que el concepto de sutura, lo
mismo que el de sobredeterminación, la noción de orden simbólico es una noción
tomada del psicoanálisis. En psicoanálisis el orden simbólico es un orden del discurso,
luego, que lo social se homologue al orden simbólico quiere decir que la materialidad
con la que se constituye lo social es una materialidad discursiva. En otras palabras, lo
social es discurso. En realidad, hablando con mayor precisión debemos decir que lo
social es discursos, en plural. Esto es, lo social no es un discurso, sino que es una
multiplicidad de discursos. En el capítulo anterior vimos que lo social se vinculaba con
los diversos órdenes sociales que intentaban constituir una sociedad, pues bien, cuando
decimos que lo social es multiplicidad de discursos estamos pensando en esos órdenes
sociales. Cada uno de los órdenes sociales que constituyen lo social no son sino
discursos5 (que también se nombran como “formaciones discursivas”, “espacios
sociales”, o bien “espacios políticos”).
Pero todo este tiempo hemos estado hablando de discursos sin ver cómo definen
Laclau y Mouffe está noción. Pues veámoslo entonces:
‹‹… llamaremos articulación6 a toda práctica que establece una relación tal
entre elementos, que la identidad de éstos resulta modificada como resultado de esa
práctica. A la totalidad estructurada resultante de la práctica articulatoria la llamaremos
discurso. Llamaremos momentos a las posiciones diferenciales, en tanto aparecen
articuladas en el interior de un discurso. Llamaremos, por el contrario, elemento a toda
diferencia que no se articula discursivamente.›› (Laclau y Mouffe, 1987, pp. 176 y 177)
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Subrayado propio.
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‹‹…una estructura discursiva [un discurso] no es una entidad meramente «cognoscitiva» o
«contemplativa»; es una práctica articulatoria [subrayado de Laclau y Mouffe] que constituye y organiza
a las relaciones sociales [esto es, un discurso es un orden social].›› (Laclau y Mouffe, 1987, pp. 161)
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Los subrayados son de Laclau y Mouffe.
La cita es explícita, Laclau y Mouffe definen discurso como ‹‹la totalidad
estructurada resultante de la práctica articulatoria››, siendo una práctica articulatoria,
esto es, una articulación ‹‹toda práctica que establece una relación tal entre elementos,
que la identidad de éstos resulta modificada como resultado de esa práctica››. Notemos
el parecido de la noción de articulación así definida con la sobredeterminación definida
como lo está en la cita anterior a esta última: ‹‹[p]ara Freud la sobredeterminación […]
es, por el contrario, un tipo de fusión muy preciso, que supone formas de reenvío
simbólico y una pluralidad de sentidos››. En efecto, la relación de la que se trata en una
articulación no es sino un “reenvío simbólico” tal cual se lo piensa cuando se trata de
una sobredeterminación, esto es, es un tipo de relación en la que las identidades de los
elementos relacionados están interferidas unas con otras en constante redefinición.
Entonces, un discurso es una totalidad estructurada, ¿una totalidad estructurada
de qué? pues de significantes. En efecto, a Laclau y Mouffe les resulta potente para la
construcción de una teoría que sirva para pensar el cambio y la transformación en un
orden social dado (para esto construirán su concepto de hegemonía, por ejemplo), para
esto es potente pensar que todo lo que acaece en el orden de lo social es del orden del
significante:
‹‹Nuestro análisis rechaza la distinción entre prácticas discursivas y no
discursivas.›› (Laclau y Mouffe, 1987, p. 179)
‹‹… un supuesto que debemos rechazar: el del carácter mental7 del discurso.
Frente a esto, afirmaremos el carácter material de toda estructura discursiva.›› (Laclau y
Mouffe, 1987, p. 183)
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La cursiva son de Laclau y Mouffe.
corresponde el rol de ama de casa que pertenece al ámbito privado, y viceversa; lo
mismo podríamos decir de los elementos “mujer-objeto”, “hombre-sujeto”, “mujer-
sumisa”: es porque dentro del patriarcado que el hombre es el sujeto que la mujer es un
objeto, y es porque la mujer es un objeto que debe ser sumisa.
Que la formación discursiva del patriarcado lejos de ser algo meramente mental
es algo bien material se ve todos los días, basta nomás mirar los números de casos de
violencia de género.
Entonces, vimos que una formación discursiva es una totalidad estructurada.
Ahora ocupémonos de una condición fundamental de toda formación discursiva, esto es,
su condición de incompletitud. Una formación discursiva es una fijación de sentido, un
organizador de la realidad cotidiana. Siguiendo con el ejemplo de la formación
discursiva patriarcal, el discurso del patriarcado proporciona un sentido que ordena y
organiza los lugares, las funciones y las relaciones: el lugar de la mujer es el “hogar”, el
lugar del hombre es la vida pública, la función de la mujer es realizar tareas de cuidado,
la función del hombre es ser el proveedor, etc.
No obstante, dado que un supuesto fundamental sobre el que se construye la
teoría desplegada en Hegemonía y estrategia socialista es la apertura de lo social, este
supuesto impone una condición cualitativa a toda formación discursiva: su carácter de
incompleta. Esto es, si una formación discursiva es una fijación de sentido, es una
fijación parcial. En términos de Laclau y Mouffe:
‹‹La imposibilidad de fijación última del sentido implica que tiene que haber
fijaciones parciales8. […] Si lo social no consigue fijarse en las formas inteligibles e
instituidas de una sociedad9, lo social sólo existe, sin embargo, como esfuerzo por
producir ese objeto imposible. El discurso se constituye como intento […] por
constituir un centro.›› (Laclau y Mouffe, 1987, p. 191)
Aquí encontramos que la respuesta que Laclau y Mouffe dan a la pregunta que
planteamos antes de la cita está en ‹‹la construcción puntos nodales que fija
parcialmente el sentido››. Pero aquí hemos introducido una nueva noción en nuestro
recorrido, ¿qué es un punto nodal?:
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Subrayado propio.
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Subrayado de Laclau y Mouffe.
‹‹El discurso se constituye como intento por dominar el campo de la
discursividad, por detener el flujo de las diferencias, por constituir un centro. Los
puntos discursivos privilegiados de esta fijación parcial los denominaremos puntos
nodales12. (Lacan ha insistido en las fijaciones parciales a través de su concepto de
points de capito, es decir, de ciertos significantes privilegiados que fijan el sentido de la
cadena significante…›› (Laclau y Mouffe, 1987, p. 191)
Leemos aquí que, al igual que otras nociones ya presentadas, la noción de punto
nodal es una noción tomada del psicoanálisis (allí se nombran como “punto de
capitón”). Entonces, ¿qué es un punto nodal? Es un punto privilegiado que fija
(parcialmente) el sentido. Vemos que aquí el razonamiento se vuelve recursivo: ¿cómo
se fija el sentido? a través de los puntos nodales, ¿qué es un punto nodal? un punto que
fija el sentido. O bien tautológico: el sentido se fija en puntos que fijan el sentido.
Esta recursividad, esta tautología, no es sino el propio límite del discurso en su
intento de dar cuenta de la realidad. Esto mismo ocurre con toda formación discursiva.
En el fondo, toda formación discursiva, el patriarcado por ejemplo, se reduce
simplemente a algunas pocas argumentaciones recursivas y algunas otras tautologías
como las del tipo que acabamos de ver, y sobre éstas se construyen castillos de arena de
sentidos y consistencias.
Digamos algo ahora sobre la condiciones de constitución de una formación
discursiva. La cualidad de estar estructurada le viene dada por la estructura discursiva
de lo social, es sobre su cualidad de ser una totalidad sobre habría que decir algo más.
En otras palabras, dado lo social como orden simbólico, como orden del discurso, una
formación social es una parte recortada en ese orden del discurso y en tanto tal “hereda”
su condición de estar estructurada como un discurso, si pensamos a lo social como una
superficie discursiva, una formación discursiva sería una porción de esa superficie que
se distingue de otras porciones donde su condición de ser una superficie le sería
heredada de parte de la superficie en la que se recorta; es su condición de recorte, de
distinción en tanto porción diferenciada la que no le viene dada de ante mano y sobre la
que hay que pensar algo más. En otras palabras ¿cómo es que en una superficie
discursiva se recorta una porción de la misma y se constituye como una totalidad
diferenciada? Por ejemplo, la formación discursiva del patriarcado es una porción del
orden discursivo de lo social que se recorta como una totalidad diferenciada, esto es, es
posible reconocer en lo social elementos que pertenecen a esa formación discursiva y
elementos que no: el elemento “mujer-ama-de-casa” es un elemento que pertenece a la
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Resaltado propio.
formación discursiva del patriarcado, el elemento “kircherista-corrupto” no le pertenece
(pertenece a otra formación discursiva, a la formación discursiva “antiperonismo”). Por
supuesto que esto elementos pueden articularse entre sí, de hecho durante el debate por
la ley de la interrupción legal del embarazo ha habido articulaciones entre el discurso
patriarcal y el discurso antiperonista (también ha habido otras articulaciones), pero de
este tipo de articulaciones (entre formaciones discursivas, entre espacios diremos en
seguida) no nos estamos ocupando aún. Primero hay que decir algo sobre el modo en
que una formación discursiva se constituye como una totalidad. Para esto leamos a
Laclau y Mouffe:
‹‹… una formación concebida como sistema relativamente estable de
diferencias […] los límites sólo existen en la medida en que un conjunto sistemático de
diferencias se recorta como totalidad respecto a algo más allá de ellas, y es solamente a
través de este recortarse que la totalidad se constituye como formación […] una
formación sólo logra significarse a sí misma —es decir, constituirse como tal—
transformando los límites en fronteras, constituyendo […] lo que está más allá de los
límites como aquello que ella no es.›› (Laclau y Mouffe, 1987, pp. 243 y 244)
La cita es clara, ‹‹una formación sólo logra significarse a sí misma [constituirse
como totalidad] constituyendo […] lo que está más allá de los límites como aquello que
ella no es››. En el caso del patriarcado podríamos pensar que es una formación
discursiva que se constituye negando a las orientaciones sexuales no heterosexuales, a
las identidades no binarias, y a las “mujeres conflictivas”, entre otras posiciones
negadas. Notemos que el patriarcado no se constituye como totalidad negando al
peronismo o a los inmigrantes de países latinoamericanos, por dar dos ejemplos de
identidades negadas por otras formaciones discursivas. Esto es lo interesante de la
propuesta de Laclau y Mouffe: la especificidad de una formación discursiva, su
identidad, su significado está constituido por aquello que niega y frente a lo cual se
constituye.
Hay otra forma en la que Laclau y Mouffe nombran a una formación discursiva:
espacio social y político13. Veámoslo en algunas citas:
‹‹Un espacio social y político relativamente unificado a través de la institución
de puntos nodales y de la constitución de identidades tendencialmente14 relacionales, es
lo que Gramsci denominará bloque histórico. El tipo de lazo que une a los distintos
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La realidad es que Laclau y Mouffe utilizan los términos “espacio social”, “espacio político”, “espacio
social político” sin dar ninguna precisión ni definición de qué entienden por las nociones que designarían
esos términos. Hay dos posibilidades: o bien, son términos que provienen de otros pensamientos, de otras
tradiciones teóricas (que al momento de hacer este trabajo monográfico desconozco) y suponen al lector
conocedor de las mismas; o bien, son términos de los que se valen para utilizar la noción de formación
discursiva en un lenguaje menos lingüístico y más del campo de la filosofía política. Dado que no he
tenido tiempo de investigar otros textos y solo me he dedicado a trabajar con Hegemonía y estrategia
socialista y El desacuerdo, he optado por la segunda de estas dos posibilidades.
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Las cursivas son de Laclau y Mouffe.
elementos del bloque histórico —no la unidad en alguna forma de a priori histórico sino
la regularidad en la dispersión— coincide con el correspondiente a nuestro concepto de
formación discursiva.›› (Laclau y Mouffe, 1987, p. 232)