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Giorgio Agamben

Stasis
La guerra civil como paradigma político

Horno sacer, II, 2

Incluye
Nora sobre la guerra, el juego y el enemigo

Traducción de Rodrigo Molina-Zavalía


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I
STASIS

1. Hay en la actualidad un consenso generalizado


acerca de la total ausencia de una doctrina de la guerra
civil, sin que esta laguna parezca preocupar demasiado a
juristas y politólogos. Roman Schnur, que ya en los aftas
ochenta formulaba este diagnóstico, añadía, sin embargo,
que la desatención hacia la guerra civil iba de la mano
con el avance de la guerra civil mundial (Schnur, pp. 121
y 156). Han transcurrido treinta afias y la observación no
ha perdido nada de su actualidad: mientras hoy parece
estar ausente la posibilidad misma de distinguir la guerra
entre los Estados de la guerra intestina, los especialistas en
el tema continúan evitando con cuidado toda mención a
una teoría de la guerra civil. Es cierto que en los últimos
años, ante el recrudecimiento de guerras que no podían ser
definidas como internacionales, se han multiplicado, sobre
todo en Estados Unidos, las publicaciones concernientes a
las así llamadas interna! wars; pero, incluso en estos casos,
el análisis no se orientaba a la interpretación del fenómeno,
sino, según una praxis cada vez más extendida, a las condi­
ciones que volvían posible una intervención internacional.
'r El paradigma del consenso, que actualmente domina tanto
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la guerra civil, ha inducid<J a algunos estudiosos a hablar
la praxis como la reoría polfttcn. no p:m:ce compatible de uncivil wars, que no parecen dirigida.s, como las guerras
con la investigación serla de un fenómeno que es al menos civiles, al control y a la transformación del sistema político,
tan antiguo como la democracia occidenral. sino a maximizar el desorden (Snow, passim). La atención
que en los años noventa los estudiosos dedicaron a estas guerras
X Existe hoy tanto una ''polemolog/11'; u,111 teoría de la evidentemente no podía conducir a una teoría de la guerra
guerra, como una "irenologia", una teoría de la paz, pero no civil, sino sólo a una doctrina del management, o sea de la
as{ una 'stasiologte", una teoría de la g,urra civil. Ya hemos gestión, de la manipulación y de la internacionalización de
mencionado cómo, según Schnur, esta /ag,ma puede relacio­ los conflictos internos.
narse con el avance de la guerra civil mundial, El concepto
de "guerra civil mundíat"fue introducido en nuestros tiempos
por Hannah Arendt en su libro On Revolution en 1963 2. Una posible razón del desinterés por la guerra civil
(al/{ la Segunda Guerra Mundial se define como ''una espe­ radica en la creciente popularidad (por lo menos hasta
cie de guerra civil desencadenada en toda la superficie de la finales de los años serenra) del concepto de revolución, que
Tierra" ­Arendt, p. JO) y por Car/ Schmitt en su Theoríe a menudo sustituye al de guerra civil, aunque sin nunca
des Partisanen, esto es, en un libro dedicado a la figura que coincidir con él. Fue Hannah Arendt, en su mencionado
marca elfinal de la concepción de la guerra del Jus publicum libro de 1963, quien formuló sin reservas la tesis de la he­
Europaeum, basada en la posibilidad de diferenciar con cla­ terogeneidad entre ambos fenómenos. "Las revoluciones
ridad entre la giurra y la paz, entre los militares y los civiles, ­escribe­ son los únicos acontecimientos políticos que nos
entre los enemigos y los criminales. Cualquiera que sea la fecha enfrentan directa e inevitablemente con el problema de un
a la que se quiera hacer remontar este final, es cierto que hoy nuevo comienzo. [ ... J Las revoluciones modernas tienen
el estado de guerra en sentid<J tradicional virtualmente ha bien poco en común con la mutatio rerum [revolución]
desaparecido. Incluso la Guerra del Golfo ­es decir, el último de la historia romana o con la stdsís, la discordia civil que
conflicto que todavía parecía presentarse como una guerra perturbó a la pólis griega. No podemos identificarlas con
entre Estados­ se combatió sin que los Estados beligerantes las metabolaí [transformaciones] de Platón, la casi natural
declarasen el estado de guerra (que para algunos de ellos, transformación de una forma de gobierno en otra, ni con
como es el caso de Italia, se habría opuesto a su Constitución la politefon anakjk/Qsis [revolución política] de Polibio, el
vigente). La generalización de un modelo de guerra que no predeterminado recurso cíclico al cual son sujetos los asun­
podía ser definido como conflicto internacional y al cual, tos humanos, debido a que estos siempre son llevados a los
sin embargo, le faltaban las tradicionales características de
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­­­­­­­­ (;l11r¡;lo Al,\,1111hc11
extremos. L1 Amlgücdad clddcn c�1.1h:1 rnuy familiarizada de Nicole Loraux, quien le dedicó a la stdsis una serie de
con el cambio político y l:1 violcntln que lo acompañaba, artículos y ensayos, recopilados en 1997 en el volumen La
pero nunca ninguno de estos le 1rn)o .rp.rrcjndo algo com­ ciudad dividida. El olvido en la memoria de Atenas, al cual
pleramcntc nuevo" (Arcnd,, p. 1 �). acostumbraba referirse como "rnon livre par excellence".
Si bien es probable que b dfferencla cutre los dos con­ En la vida de los estudiosos, como en la de los artistas,
ceptos sea c11 renlldnd puramente nominal, es cierro que también hay misterios. Es así que nunca he alcanzado a
conceurmr l:i menclón c11 d concepto de revolución, entender de modo satisfactorio por qué Loraux no incluyó
que, por algunn razón, pnrccfa­oún n una estudiosa despre­ en ese volumen un ensayo, escrito en ! 986 para una con­
juiciada como Arcndt m:i.s respetable que el de stásis, ferencia en Roma, que lleva por título "La guerre dans la
contribuyó a b marginnli·,.acl6n de los estudios acerca de famille" y que acaso sea el más importante entre los estu­
la guerra civil. dios que destinó aJ problema de la stásis. La circunstancia
es mucho más inexplicable, desde el momento en que ella
decidió publicar el ensayo, en el mismo año de aparición
3. Una reorfa de la guerra civil no se encuentra entre del libro, en un número de la revista C/io dedicado a las
los objetivos posibles de este texto. Me limitaré, más guerres civiles, como si hubiera sido consciente ­pero ha­
bien, a examinar córno esra se presenta en el pensamiento bría sido una motivación en verdad singular­ de que las
político occidental en dos momenros de su historia: en tesis desarrolladas en el ensayo sin dudas se adecuaban
los testimonios de los filósofos y de los historiadores de mejor a esa publicación por su originalidad y radicalidad
la Grecia clásica y en el pcnsamicnro de Hobbes. Los dos que aquellas ­si bien verdaderamente agudas­ propuestas
ejemplos no han sido elegidos al azar; querría sugerir que en el libro. Intentaré, de cualquier modo, resumir las
representan, por decirlo así, las dos caras de un mismo conclusiones del ensayo para luego trarar de identificar lo
paradigma político, que se manifiesta, por una parre, en que Ludwig Feuerbach llamaba la Entwicklungsfiihigkeit,
la afirmación de la necesidad de la guerra civil y, por la la capacidad de desarrollo que ellas contienen.
otra, en la necesidad de su exclusión. Que el paradigma
' sea, en realidad, único, significa que las dos necesidades
'1 opuestas mantienen entre ellas una secreta solidaridad, que 4. Otros estudiosos franceses antes que Nicole Loraux
'1 se tratará de comprender. ­querría mencionar al menos dos clásicos: Gusrave Glotz
Un análisis del problema de la guerra civil ­o stásis­ en y Fuste! de Coulanges y, después de ellos, Jean­Pierre
, la Grecia clásica no puede no comenzar con los estudios Vernant­ habían subrayado la importancia de la stdsis
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en la pólis griega. L..1 novedad del enfoque de Loraux es


que la autora sirúa inmcdinmmcutc el problema en su se refiere, como Platón escribirá en la República (470c), a
Iocus específico, este es, en b relación curre d oikos ­la lo a!l.ótrion kal othneion [ajeno y extranjero], mientras que
familia o la casa­ y la pólis, b ciudad. "l..'affairc­escribe­ para lo oikéion kai syggenés [familiar y pariente], el término
se jouera entre rrois termes: la stasis. la cité, la famille" [El apropiado es stásis. De acuerdo con la lectura que Loraux
asunto se jugará entre rrcs términos; b stdsis. la ciudad y hace de estos pasajes, Platón parece implicar que "los
la familia] (Loraux 2, p. 38). Esta idcruificación del lugar atenienses habrían conducido una guerra intestina sólo
de la guerra civil implica que desde el comienzo se rediseñe por el goce de una fiesta familiar" (Loraux 1, p. 22). La
la topografía tradicional de las relaciones cntrc la familia familia es el origen de la división y de la stdsis y, a la vez,
y la ciudad. No se trata, según el paradigma corriente, de el paradigma de la reconciliación (Platón escribirá que los
una superación de la familia en la ciudad, de lo privado griegos "combaten entre ellos como si estuvieran destina­
en lo público y de lo particular en lo general, sino de una dos a reconciliarse" ­ Rep., 471 a).
relación más ambigua y compleja, que precisamente in­
tentaremos comprender.
Loraux comienza su análisis con un pasaje del Menexenos S. Por lo tanto, la ambivalencia de la stásis es, según
plat6nico, en el cual la ambigüedad de la guerra civil se l.oraux, función de la ambigüedad del otkos con el cual
presenta en coda su evidencia. Cuando describe la stásis aquella es consustancial. La guerra civil es stdsis émphylos,
que divide a los ciudadanos de Atenas en el afio 404, Plat6n conflicto propio del phjlon, del parentesco de sangre: es
ironiza: "Nuestra guerra familiar [oiketos pólemos] fue dla hasta tal punto connatural a la familia, que ta emphyfla
conducida de cal modo que, si el destino condenara a la [liceralrnenre, "las cosas internas de la estirpe"] significa
humanidad al conflicto, nadie desearía que la propia ciu­ simplemente "guerras civiles". Para Loraux, el término
dad sufriera igualmente esta enfermedad. Desde el Pireo designa "la relación sangrienta que la ciudad, en cuanto
y desde la ciudad, ¡con qué jovialidad y con qué familia­ estirpe y, como tal, pensada en su condición de cerrada,
ridad se mezclaron entre ellos [hQs ásmenQs kai olke kai mantiene consigo misma" (Loraux 2, p. 29). Al mismo
oikeiQs al/i.lois synemelxan.1!". No sólo el verbo que Plat6n tiempo, precisamente por cuanto está en el origen de
emplea (symmeígnymz) significa tanto "mezclarse" como la stásis, la familia es también la que contiene su posible
"trenzarse en el combate, combatir", sino que la misma remedio. Vernant señala, de esa manera, que la guerra
expresión oikeios pófemos es, para un oído griego, un entre las familias a menudo se compone a través de un
oxímoron: pólemos designa de hecho la guerra externa y intercambio de mujeres, es decir, gracias a un matrimo­
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nio entre las estirpes rivales: "para los griegos tanto en el
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tejido de las relaciones sociales como en d del mundo, no hairetoí, "hermanos por sorteo". Se neutralizaba la familia
es posible separar las fuerzas del contlicro de aquellas de natural, pero, al mismo tiempo, la neutralización se rea­
la unión" (Vernanc, p. 129). lizaba mediante un símbolo por excelencia parental: la
La tragedia asimismo da testimonio del íntimo vínculo fraternidad. El oíkos, origen de las discordias civiles, se
entre la guerra civil y la familia y de b amenaza que el excluye de la ciudad merced a la producción de una fra­
Ares emphjlios (cfr. las euménides, 862­863), el Ares que ternidad postiza. La inscripción que nos han transmitido
habita en el oíkos, hace pesar sobre la ciudad. La Orestía es, estas noticias precisa que los nuevos hermanos no debían
para Loraux, la evocación de la larga cadena de asesinatos tener entre ellos parentesco familiar alguno: la fraternidad
en la casa de los Átridas y, a la vez, la conmemoración puramente política saca del juego a la fraternidad de la
de su superación por medio de la fundación del tribunal sangre y, con esta, libera a la ciudad de la stdsis émphylos;
del Areópago, que pondrá fin a la carnicería familiar. "El en el mismo gesto, sin embargo, la primera reconstituye
orden político integró a la familia en su seno. Lo que un parentesco en el plano de la pólis, hace de la ciudad una
significa que aquel está siempre virtualmente amenazado familia de un nuevo género. Platón había empleado un
por la discordia inherente al parentesco como una segunda paradigma "familiar" de este género, al sugerir que, en su
naturaleza y, también, que ya ha superado esta amenaza" república ideal, una vez que la familia natural fuera elimi­
(Vernanr, p. 39). nada a través del comunismo de las mujeres y de los bienes,
Debido a que la guerra civil es connatural a la familia cada quien vería en el otro a "un hermano o una hermana,
(vale decir, oikeíos pólemos, guerra en casa) en la misma un padre o una madre, un hijo o una hija" (Rep., 463c).
medida es ­esra es la tesis que Loraux parece sugerir­ conna­ La función ambivalente del oíkos y de la stdsis que les
tural a la ciudad, es parte integrante de la vida política de es connatural se confirma una vez más y Loraux puede en
los griegos. este punto concluir su análisis con una doble exhortación:
''Stásis/ familia/ ciudad[ ... ] estas nociones se articulan según
líneas de fuerza en las cuales la recurrencia y la superposi­
6. Al final del ensayo, Loraux analiza el caso de una ción prevalecen ampliamente sobre todo proceso continuo
pequeña ciudad griega en Sicilia, Nacone, donde, en el si­ de evolución. De aquí la paradoja y la ambivalencia, con
glo III, los ciudadanos, tras una stásis, decidieron organizar las que nos hemos encontrado en más de una oportunidad.
la reconciliación de un modo muy particular. Extrajeron Acaso pueda el historiador del parentesco encontrar en ella
al azar los nombres de los ciudadanos para dividirlos en la ocasión de reexaminar el lugar común de una irresistible
grupos de cinco, que de esta manera se volvieron ade/phoi superación del oikos por parte de la ciudad. En cuanto al

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paradigma que permite la reconciliación de aquello que


historiador de lo político. él podrá reforzar su convicción
ha dividido.
de que la reflexión griega sobre b ciudad se vuelve arnbi­
valenre, una vez que en ella se integre la stdsis: de hecho, Lo que de inmediato resulta evidente de esta exposición
el conAicto interno ya debe ser pensado como proveniente sumaria es que, mientras la presencia y la función del oíkos
efectivamente del interior del phjlon y no, como quería una
y del phjlon en la ciudad es ampliamente examinada y de
tradición demasiado cómoda, importado desde el exterior
algún modo definida, justamente la función de la stásis,
[ ... ] Es necesario tratar de pensar con los griegos la guerra en que constituía el objeto de la indagación, permanece en la
la fumilia. Es necesario suponer que la ciudad es un phjfon: sombra. Esca no es sino un "revelador" del oíkos, es decir,
de esto se desprende que la stdsis es su revelador. Es necesario se reduce al elemento del cual proviene y de cuya presencia
asumir que la ciudad es un oíkos:. en el horizonte del oíkeíos
en la ciudad no hace más que dar testimonio; su definición
pólemos se perfila, entonces, una fiesta de reconciliación. es, hasta el fin, eludida. Intentaremos, por lo tanto, exa­
Y, finalmente, admitir que entre estas dos operaciones, la minar las tesis de Loraux precisamente en esca dirección,
tensión no puede ser resuelta" (Loraux 1, pp. 61­62). buscando echar luz en este no­dicho.

7. Intentemos compendiar en forma de tesis los resul­ 8. En lo que se refiere al primer punto, creo que mis
tados de los análisis de Loraux:
investigaciones recientes han demostrado más allá de toda
duda que las relaciones entre el oikos y la pólis, la ZQÍ y el
1) La stdsis cuestiona anee todo el lugar común que bios que son el fundamento de la política occidental deben
concibe a la política griega como una definitiva superación ser repensadas desde el comienzo. En la Grecia clásica,
del oíkos en la pólis.
la zQf., la simple vida natural, está excluida de la pólis y
permanece confinada a la esfera del oikos. Al inicio de la
2) La sttísis o guerra civil es, en su esencia, una "guerra en Política, Aristóteles de ese modo distingue con cuidado
la familia'', que proviene del olkos y no del exterior. Precisa­ al oikónomos [el jefe de una empresa] y al despótes [el jefe
mente porque es connatural a la familia, la stdsis funge como de la familia] ­que se ocupan de la reproducción y de la
su revelador, testimonia su irreductible presencia en la polis. conservación de la vida­, del político, y critica con dureza
a quienes sostienen que la diferencia que los divide es de
3) El otkos es esencialmente ambivalente: por una par­ cantidad y no, más bien, de calidad. Y cuando, en un
te, es un factor de división y de conflictos; por la otra, el
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pasaje que se volvería canónico en la tradición política de st.isis­ le es inherente una esencial ambivalencia, por la
Occidente, define la finalidad de la pólis como comunidad cual aquella es, a la vcr.,, lo que causa la destrucción de la ciudad
perfecta, lo hace justamente oponiendo el simple hecho de y el paradigma de su recomposición en unidad. ¿Cómo
vivir [tO Zln] a la vida políticamente calificada [tO eú ztn]. explicar esta ambivalencia? Si el oikos, en cuanto contiene
Esta oposición entre "vivir" y "vivir bien" es, no obs­ en �f la discordia y la stdsis, es un elemento de disgregación
tante, al mismo tiempo una implicación del primero en política, ¿cómo puede presentarse como el modelo de la
el segundo, de la familia en la ciudad y de la zui en la vida reconciliación? ¿Y por qué la familia implica irreducti­
política. Uno de los propósitos de Homo sacer l. El poder hlemente en su interior el conflicto? ¿Por qué la guerra
soberano y la vida demuda era precisamente el de analizar civil sería un secreto de familia y de sangre, y no un arcano
las razones y las consecuencias de esca exclusión ­que es político? Quizá la situación y génesis de la stdsi.s dentro del
a la vez una inclusión­ de la vida natural en la política. oikos, que las hipótesis de Loraux parecen dar por descon­
¿Qué relaciones debemos suponer entre la zo_j_ y el oíkos, tada, deben ser verificadas y corregidas.
por una parte, y entre la pólis y el bíos, por la otra, si los Stásis (de íst,mt) designa, según el étimo, el acto de
primeros deben ser incluidos en los segundos a través de levantarse, de estar firmemente en pie [stasimós es el punto
una exclusión? En esta perspectiva, mis investigaciones de la tragedia en el cual el coro se detiene, permanece en
eran perfectamente coherentes con la exhortación de pie, y habla; stds es aquel que pronuncia de pie el juramen­
Loraux a cuestionar el lugar común "de una irresistible ro]. (Dónde "esrá" la stdsis, cuál es su lugar propio? Para
superación del otkos por parte de la ciudad". No se trata responder a estas preguntas, será preciso volver a recorrer
de una superación, sino de un complicado e irresuelto algunos de los textos que Loraux analiza para demostrar
intento de caprurar una exterioridad y de expulsar una su tesis de la situación familiar de la guerra civil, y verificar
intimidad. Pero ¿cómo entender, en este contexto, el lugar si el recorrido no permite, por el contrario, una lectura
y la función de la guerra civil? distinta de esos textos.
En primer lugar, una cita de las Leyes de Platón (IX,
869 c­d): "El hermano [adelphós, el hermano de sangre]
9. La segunda y tercera tesis en las cuales hemos com­ que, en una guerra civil, mata a su hermano en combate
pendiado las investigaciones de Loraux se presentan, bajo [ ... ] será considerado puro [catharós], como si hubiera
esta luz, más problemáticas. Según estas tesis, el lugar matado a un enemigo [polémios]; lo mismo sucederá con
original de la stdsis es el oíkos, la guerra civil es una "guerra el ciudadano que, en las mismas condiciones, mata a otro
en familia", un oíkeios pólemos. Al oíkos­y a su connatural ciudadano, y con el extranjero que mata a un extranjero".
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Al comentar este pasaje, Loraux percibe: c:n él una vez más
un testimonio de: la Íntima relación entre: stdsis y familia: se transfiere al seno de la casa en la misma medida en que
"en el desencadenamiento dc:l odio civil, c:s c:l pariente: más el vínculo familiar se distancia en facciones.
cercano a quien se mata[ ... ] familia real en la ciudad, fa­ Y es cal vez c:n este mismo sentido que puede interpre­
milia como metáfora de la ciudad" (loraux 1, p. 44). Mas tarse el singular dispositivo ideado por los ciudadanos de
lo que resulta dc:l texrc de: la lc:y propuesta por c:1 ateniense: Nacone: también aquí el efecto de la stdsis es volver indiscer­
c:n el diálogo platónico no es tanto la conexión entre: stdsis niblc:s el otkos y la pólis, el parentesco, que se disuelve en
y olkos, cuanto c:l hecho de: que la guerra civil asimila y la ciudadanía, y el vínculo político que, en los "hermanos
hace indistinguibles al hermano y al enemigo, c:l adentro por sorteo", toma la forma incongruente: de un parentesco.
y el afuera, la casa y la ciudad. En la stdsis, c:l asesinato de
aquello que es más íntimo no se diferencia del asesinato
de lo que es más ajeno. Aunque esto significa que la stdsis 10. Podemos ahora intentar responder a la pregunta
no tiene su lugar dentro de la casa, sino que constituye acerca de dónde "está" la stdsis, y de cuál es el lugar propio
ante codo un umbral de indiferencia enrrcd olkosy lapóliJ, de la guerra civil. La stdsi.s -es esta nuestra hipótesis­ no
entre el parentesco de sangre y la ciudadanía. tiene lugar ni en el oíkos ni en la pólis, ni en la familia ni
Este: nuevo desplazamiento de la stdsis hacia el límite en la ciudad: constituye: una zona de: indiferencia entre el
entre la casa y la ciudad es con6rmado por otro pasaje­en espacio impolítico de la familfa y c:1 político de la ciudad.
este caso de Tuddides­ que Loraux cica en una noca. A Al transgredir este umbral, el oíkos se politiza y, a la inver­
propósito de la sangrienta guerra civil que tuvo lugar sa, la pólis se "economiza", es decir, se reduce a olkos. Esto
en Córcira en el año 425, Tucídides escribe que la stdsis significa que, en el sistema de la política griega, la guerra civil
alcanza tal ferocidad, que "el vínculo de parc:ncesco [tO fondona como un umbral de politización o de despolitiza­
.rygg-mls] se volvió más ajeno que el de la facción política ción, a través del cual la casa u excede en ciudad, y la ciudad
[tolt etairikoú]". Loraux observa que, para expresar la mis­ se despolitiza en familia.
ma idea, la formulación inversa habría sido más natural: En la tradición del derecho griego, existe un documento
"el vínculo de la facción política se volvió más íntimo singular, que parece confirmar más allá de toda duda la
que el vínculo familiar" (Loraux 1, p. 35). En realidad, situación de la guerra civil como umbral de polithación/
una vez más lo decisivo es que la stásis confunde, en un despolitizaci6n que acabamos de proponer. Si bien es
desplazamiento doble, lo que pc:rcenc:ce al olkos y lo que es mencionado no sólo por Plutarco, Aula Gellio y Cicerón,
propio de la póli.s, lo íntimo y lo ajeno: el vínculo político sino también con particular precisión por Aristóteles (Ath.
'r Const., VIII, 5), la valoración de la stdsis que este documento

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implica les ha resultado tan desconcertante a los historiado­ .rures la pertenencia social se definía en primer lugar por
res modernos de la política que a menudo ha sido dejado de condiciones y status de distinto tipo (nobles y miembros
lado (incluso por Loraux, que pese a citarlo en el libro, no de comunidades de cuico, labriegos y mercaderes,
lo menciona en el artículo). Se trata de la ley de Salón, que padres de familia y parientes, habitantes de la ciudad y
castigaba con la atimía (es decir, con la pérdida de los dere­ del campo, señores y clientes) y, sólo en un segundo mo­
chos civiles) al ciudadano que en una guerra civil no hubiera mento, por la ciudadanía, con los derechos y deberes que
combatido por una de las dos partes (como dice Aristóteles implicaba, ahora es esca la que se convierte como tal en el
con crudeza: "aquel que, cuando la ciudad se encuentra en criterio político de la identidad social. "Nació así­escribe
una guerra civil [stasiazous{s t{.s póle12.s], no toma las armas Meier­ una identidad política específicamente griega de la
[thétai tll hópla, literalmente: "pone el escudo"] por alguna ciudadanía. La expectativa de que los ciudadanos se com­
de las dos partes, que sea castigado con la infamia [dtimos portaran como ciudadanos [bürgerlich], esto es, en sentido
einaz1 y sea excluido de la polírica [t{.s póleQs m{ metécheinJ". griego, 'políticamente', encontró una forma institucional.
(Cicerón, Epist. Ad Att., X, l, 2, al traducir capite sanxit, Esta identidad no tenía competidores dignos de nota, por
evoca oportunamente la capitis diminutio [pérdida de dere­ ejemplo, en la pertenencia a grupos constituidos a partir
chos], que corresponde a la atimia griega.) de comunidades económicas, profesionales, de trabajo, de
No tomar parte en la guerra civil equivale a ser expulsa­ religión o de otra especie [ ... ] En la medida en la cual en las
do de la pólis y confinado al otkos, a salir de la ciudad para democracias los ciudadanos se dedicaban a la vida política,
ser reducido a la condición impolítica de lo privado. Esca ellos se comprendían a sí mismos ante todo como pardci­
no significa, como es obvio, que los griegos consideraran la pes de la pólis; y la pólis se constituía a partir de eso en lo
guerra civil como un bien: pero la stdsis funciona como un cual ellos eran esencialmente solidarios, en otras palabras,
reactivo que revela el elemento político en el caso extremo, por los intereses que originariamente podían compartirse
como un umbral de polítización que determina de por sí en el orden y en la justicia ( ... ] Pólis y politeía [derecho
el carácter político o impolírico de un determinado ser. de ciudadanía], en este sentido, se definían mutuamente.
Para un grupo relativamente muy amplio de ciudadanos, la
política se vuelve así un contenido vital [Lebensinhalt] y un
11. Christian Meier demostró cómo en la Grecia del si­ interés propio [ ... ] La pólis se convierte en un ámbito entre
glo V se produce una transformación de la conceptualización los ciudadanos claramente distinto de la casa, y la polfrica,
constitucional, que se realiza por medio de lo que él llama una esfera distinta del 'reino de la necesidad' [anankaía)"
'r una "politización" [Politisierung] de la ciudadanía. Donde (Meier, p. 204).
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Según Meier, este proceso de politización de la ciudada­
nía es específicamente griego y desde Grecia se transmitió, realidad. En su condición de grado extremo de la disociación,
con alteraciones y traiciones de varios géneros, a la política !t1 guerra civil es, también desde la visión schmittiana, una
occidental. En la perspectiva que aquí nos interesa, es ne­ parte que no puede eliminarse rkl sistema político de Occidente.
cesario precisar que la politización de la que habla Mcier
debe situarse en el campo de tensiones entre el oikos y la
pólis, definido por procesos polarmente opuestos de poli­ 12. Este nexo esencial entre stdsis y política lo confirma
tización y despolitización. En este campo de tensiones, la otra institución griega, que Loraux no menciona en el
stdsis constituye un umbral, en el cual, al ser atravesado, artículo, pero a la que le dedica un capítulo importan­
la pertenencia doméstica se politiza en ciudadanía y, a la te (el sexto) en La ciudad dividida: la amnistía. En el
inversa, la ciudadanía se despolitiza en solidaridad familiar. afio 403, tras la guerra civil en Atenas que culmina con
Dado que las tensiones son, corno hemos visto, contem­ la derrota de la oligarquía de los treinta, los democráticos
poráneas, se vuelve decisivo el umbral en el cual estas se victoriosos, conducidos por Arquino, se comprometieron
transforman y se invierten, se unen o desunen. de forma solemne a "no recordar en ningún caso ( ... ] los
acontecimientos pasados" [t.Qn de pareleljthota_n mcdtni pros
X Meitr toma sustancialmente la definición schmittíana medina mn,sikdk,in (Aristóteles, Ath. Const., 39, 6)]. Es
tÚ lo político como ''ti grado de intensidad[. .. } de una aso­ decir, a no castigar en juicio los delitos cometidos durante
ciación o tÚ una disociación" (Schmitt 5). Como ti sugiere, la guerra civil. Al comentar esta decisión ­que coincide
no obstante, la tkfinición no concierne tanto a la esencia de con la invención de la amnistía­, Aristóteles escribe que
fo politíco, cuanto a la unidad política. En este sentido, como de esta manera los democráticos "actuaron del modo más
precisa Schmitt, "la unidadpolítica[. .. } designa el gradq mds político [¡,qlitikótata [ ... ] chrtsasthai1 respecto de los males
intenso de unidad, a partir del cual se determina también la pasados" (Ath. Const., 40, 2). En relación con la guerra ci­
distinción mds intensa, esto es, el reagrupamiento m amigo y vil, la amnistía es, pues, el comportamiento más conforme
enemigo. Es esta la unidad suprema [. .. ] porque decide) en a la política, Desde el punto de vista del derecho, la stdsis
su interior, puede impedir a todos los otros reagrupamientos parece definida de esa manera por dos interdictos, perfec­
opuestos la disociación hasta la extrema enemistad (es decir, tamente coherentes entre sí: por un lado, no tomar parte
/aguerra civil)" (Schmitt 1, p. 141). En verdad, si un cierto de ella es políticamente culpable, por el otro, olvidarla
dmbito se define por una pareja tÚ conceptos opuestos, ninguno cuando ha terminado es un deber político.
de los dos puede ser integralmente excluido sin comprometer su La fórmula m( mncsikdluin del juramento de amnistía
se traduce con frecuencia con "no recordar" o, asimismo,

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29
Giorgio Agamben Stasis

"no tener resentimiento, no tener malos recuerdos" (Loraux 13. Intentemos extraer algunas conclusiones provisorias
traduce: "je ne rappellerai pas les malheures"; Loraux 2, de nuestros análisis:
p. 147). El adjetivo mnfsíkakos significa de esa forma
"rencoroso, resentido", y se aplica a un hombre que 1) La stdsis no proviene del oíkos, no es una "guerra
nutre malos recuerdos. No es de ningún modo cierto, en familia", sino que forma parte de un dispositivo que
sin embargo, que lo mismo pueda valer para el verbo funciona de manera similar al estado de excepción. Así
mnesikakein, En el criptotipo que regula la formación de como en el estado de excepción la zgi, la vida natural,
compuestos verbales de esta clase en griego, el segundo c�rá incluida en el orden juridico­pclítíco a través de su
término está en género activo. Mnesikakein no significa exclusión, de modo análogo a través de la stásis el oíkos está
tanto "tener malos recuerdos", sino más bien "hacer mal politizado e incluido en la p6/is.
con la memoria, hacer un mal uso de los recuerdos". Se
traca, en este caso específico, de un término legal, que se 2) Lo que está en juego en la relación entre el oíkos y
refiere al hecho de la acusación por crímenes cometidos b p6lis es la constitución de un umbral de indiferencia en
durante la stdsis, La amnistía ateniense no es simplemente el cual lo político y lo impolítico, el afuera y el adentro,
un olvido o una remoción del pasado: es una exhorta­ coinciden. Entonces debemos concebir la política como
ción a no hacer un mal uso de la memoria. En cuanto un campo de fuerzas cuyos extremos son el oíkosy lapólis:
constituye un paradigma político coesencial a la ciudad, entre ellos la guerra civil marca el umbral en el que, al
que marca el devenir político de lo impolítico (del oíkos) transitarse, lo impolítico se politiza y lo político se "eco­
y el devenir impolítico de lo político (de la p6/is), la stdsis nomiza".
no es algo que alguna vez pueda ser olvidado o removido:
es lo inolvidable que siempre debe seguir siendo posible politizaci6n ±::; despolitización
en la ciudad y que, no obstante, no debe ser recordado a oíkos ­­­­lstárisl pólis
través de procesos judiciales y resentimientos. Justamente
lo contrario de lo que la guerra civil parece ser para los mo­ Esto significa que, tanto en la Grecia clásica como
dernos: es decir, algo que se debe tratar de hacer imposible hoy, no existe algo así como una sustancia política: la
a toda cosca y que siempre debe ser recordado a través de política es un campo incesantemente recorrido por las
procesos y acusaciones legales. corrientes de tensión entre la politización y la despolitiza­
ci6n, entre la familia y la ciudad. Entre estas polaridades
opuestas, desunidas e íntimamente ligadas, la tensión ­para

30 31
Swis
Giorgio Agambcn

l'S la forma que la guerra civil a.sume cuando la vida como tal
parafrasear la diagnosis de Lorau.x­ no puede resolverse. sr vuelve la puesta m juego de la política. Precisamente cuan­
Cuando prevalece la tensión hacia el oikos y la ciudad do /,a pólis se presenta en la figura tranquiliudora dt un
parece querer resolverse en una familia (aunque sea de un otkos ­la ''ca.sa Europa", o el mundo como espacio absoluto
tipo especial), la guerra civil funciona entonces como el de la gestión económica gWba�, entonces la stásis, que ya no
umbral en el cual las relaciones familiares se repolitiz.an; puede situarse en el umbral entre el otkcs y la pólis, se vuelve
cuando lo que prevalece, en cambio, es la tensión hacia rl paradigma dt todo conflicto y entra en la figura del terror.
la pólis y el vínculo familiar parece a8ojarse, entonces la f:l terrorismo es la "guerra civil mundial" que ataca una u
sttisis interviene para recodificar en términos políticos las otra r,ona dtl espacio planetario. No es resultado dtl azar �ue
relaciones familiares. rl 'terror" haya coincidido con el momento en el cual la vuia
La Grecia clásica es cal vez el lugar donde esta ten­ wmo tal ­la nación, es decir, el nacimiento­ se convertia en
sión encontró, por un momento, un incierto, precario rl principio dt la soberanía. La. única fonna en la que la _v�da
equilibrio. En el curso de la historia política sucesiva de ,·omo tal puede ser politizada es la incondidonalÍA. exposmón
Occidente, la tendencia a despolitizar la ciudad transfor­ 11 la muerte, es decir, la vida desnuda.
mándola en una casa o en una familia, regida por relacio­
nes de sangre y por operaciones meramente económicas, se
alternará, por el contrario, en fases simétricamente opues­
tas, en las cuales todo lo impolítico debe ser movilizado y
politizado. Conforme prevalezca una tendencia o la otra,
cambiará también la función, la dislocación y la forma de
la guerra civil; pero es probable que mientras las palabras
"familia" y "ciudad", "privado" y "público", "economía" y
"polfrlca" sigan teniendo aún un sentido lábil, la tensión
no podrá ser borrada de la escena política de Occidente.

X La forma que la guerra civil ha adoptado tn la actua­


lidad en la historia mundial es el terrorismo. Si la diagnosis
foucaultiana de la política moderna como biopolítica es
correcta, y si también lo es la genealogía que la remite a un pa­
radigma teo/.ógico­oikonómioo, entonces el terrorismo mundial
33
32
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J. __;i . .f
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2
LEVIATÁN y BEHEMOTH

He aquí una reproducción del célebre grabado del


1 rontispicio de la primera edición del libro de Thomas
1 lobbes: Leviathan, Or the Matttr, Forme, & Power of
11 Common­ Wealth Eccleciastica!/ and Civil, (impreso en
l .ondres por Andrew Crooke en The Green Dragan de la
calle Se. Paul's Church­yard, en 1651 ),
o,,
,­lle �1'1TTEK fo11,N, Se erara, como se dijo oportunamente, de la "más farno­
Í"1 �..... �A é(l.­..,.,,_,. , �.1 imagen en la historia de la filosofía política moderna''
#1¿7,,­ L:,:,;;1.L.ft,tl TfC,
(Malcolm, p. 124). Puesto que en aquellos años la litera­
..JO,­n
1 ura emblemácica había alcanzado su pleno florecimiento,

es legítimo suponer que el autor haya tenido la intención


de compendiar en una imagen roda el contenido ­o al
menos el sentido esotérico­de la obra: la "idea de la obra",
como está escrito en el grabado que Giambattista Vico
digió para el frontispicio de su Principios de ciencia nueva.
Sin embargo, a pesar de que la bibliografía sobre este em­
hlema por excelencia de la política moderna ha conocido
un acelerado crecimiento en los últimos decenios, sigue
Figura 1. Thomas Hobbcs, Lt11iathan, Londres, Crookc:, 1651. Fronrispícm
de la primera edición. siendo relativamente exigua. Corno ocurre cada vez que
una investigación se sitúa en el cruce de competencias

35
Giorgio Agamben Srasis

disciplinares diversas, los estudiosos que asumieron esta Aún en 1945, en una carta a Ernst)ünger, firmada con el
tarea parecen moverse en una especie de terra incognita, nombre del personaje de Herman Melville, Benito Cereno,
en la cual para orientarse sería necesario conjugar los re­ r­cribe:
cursos de la iconología con aquellos de la doctrina tal vez
más lábil e incierta entre todas las que son enseñadas en Este es un libro de principio a fin esotérico [ein durch
nuestras universidades: la filosofía política. El saber del que ,md durch esoterisches Buch] y su inmanente esoterismo
aquí tendremos necesidad es el de una ciencia que podría aumenta cuanto más profundamente se penetra en él.
llamarse Iconología philosophica, que quizá se inició entre ¡Suéltalo! Es mejor dejar el libro donde se encontraba
1531 (fecha de la publicación de los Emblemata de Andrea I ... ] No te adentres en los arcana, mejor espera; al menos
Alciato) y 1627 (cuando aparecen los Sinne­en minnebilden hasta que hayas sido introducido en ellos de una forma
de Jacob Cars), pero para la cual hoy nos faltan incluso los apropiada y eventualmente admitido. De lo contrario,
principios más elementales. podrías ser presa de un acceso de rabia, que resultaría
En mi intento de interpretación del emblema, trataré de nociva para tu salud, e intentar destruir algo que está
no olvidar lo que este verosímilmente era en las intenciones más allá de toda destrucción Uüngcr­Schmitt, p. 193).
de Hobbes: una puerta o un umbral que debía conducir,
si bien de modo velado, al núcleo problemático del libro. Estas consideraciones son evidentemente igual de esorérl­
Esto no significa necesariamente que yo pretenda proponer l.L.<. que el libro al cual se refieren, pero no logran comprender
una lectura esotérica del Leviathan. Carl Schmitc, a quien los arcana que presumen conocer. Toda intención esotérica
le debemos una importante monografía sobre el libro, contiene de forma inevitable una contradicción, que marca
sugiere, en efecto, en más de una ocasión que el Leviathan MJ diferenciación respecto de la mística y de la filosofía:
es un libro esotérico. "Es posible ­escribe­ que la imagen ,\i el ocultamiento es algo serio y no una broma, entonces
(del Leviatán) haya sido concebida para ocultar un signifi­ debe ser experimentado como tal y el sujeto no puede
cado misterioso y más profundo. Como todos los grandes tener la pretensión de saber lo que no puede más que
pensadores de su tiempo, Hobbes era propenso a los ignorar; si, por el contrario, es una broma, el esoterismo
velos esotéricos. Solía decir de sí mismo que a veces hacía está en este caso todavía menos justificado.
'overrures', pero revelaba sólo a medias sus pensamientos Por lo demás, es posible que justamente en el fron­
y se comportaba como esas personas que abren por un tispicio del cual nos ocupamos, Hobbes haya aludido a
segundo una ventana y luego la cierran de inmediato por algo así como un "velo esotérico". El emblema contiene
temor a las tempestades" (Schmitt 3, pp. 43­44). en su centro, en efecto, una suerte de velo o telón, en el

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Giorgio Agamben Stasis

que está escrito el título de la obra, y que en teoría sería vnarorla de la realidadproviniera del cielo y no de la Tierra,
posible elevar para ver qué hay por detrás. Schmitt no deja 1111110 en los teatros antiguos. En la actualidad, el telón por lo
de observar que "el telón que pende en el centro alude J,:/lll'r11I se abre horizontalmente a partir del centro, como una
al hecho de que muchas cosas son dichas, pero también 111rfin11 doble. No es seguro que sea lícito atribuirle un signifi­
ocultadas" (Schmitt 3, p. 170). La intención más propia 111rlo a estos cambios del movimiento del telón en elproscenio.
de una de las corrientes de la teoría política de la Edad / Jr malquter manera. el telón o el velo, que en el.frontispicio del
barroca, comenzando por el De arcanis rerum pubficarum l cviarhan oculta el centro simbólico del poder, es dominado
libri sex de Arnold Clapmar (1605) y por la Dissertatio de por dos nudos en lo alto y caería por fo tanto desde el cielo y
arcanis rerum publicarum de Christoph Besold (1614}, es 1111 desde la Tierra.

precisamente la que distingue en la estructura del poder


una cara visible y una que debe ser mantenida oculta (el
auténtico arcanum imperii [secreto del poder]). Nada más 2. No nos interesa aquí el problema del artista ­se­
lejano de la intención de Hobbes, que, como ha sido su­ ¡;10111 la mayoría de los estudiosos, se trataría de Abraham
gerido, quería asentar por primera vez la filosofía política l\11ssc­ que, siguiendo las instrucciones de Hobbes, rea­
sobre una base científica (Berns, p. 396). Si en las páginas litli la imagen. Es más interesante la existencia de una
siguientes trataremos de alzar este telón, esro no signifi­ t npia manuscrita sobre pergamino que Hobbes había
ca que pretendamos atribuirle a Hobbes una intención hecho preparar para Carlos II, en la cual la imagen del
esotérica. A menos que no quiera llamarse esotérica una lnuuispicio presenta algunas diferencias no menores, la
escritura que cuenta con lectores perspicaces, es decir, ca­ 11d.� significativa de las cuales es por cierto que aquí los
paces, como debería ser todo lector digno de este nombre, lmmbrecitos que forman el cuerpo del Leviatán no miran
de no dejar que se le escapen los detalles y las particulares h.rcia la cabeza del soberano, como en el libro, sino hacia el
modalidades de la exposición. lector, es decir, al soberano al que se destinaba el manuscrito
(figura 2). En este sentido, no hay un verdadero contraste
N Ya existía un telón en los teatros del mundo cídsico, si rntrc los dos frontispicios, porque en ambos casos los súb­
bien no caía desde arriba, sino que era elevado desde abajo, ditos dirigen sus miradas hacia el soberano (en un caso, en
como en el telón hoy llamado '(l la alemana': y se fo alojaba ln imagen; y, en el otro, realmente presente). En la parre
en un faso entre fa escena y la orquesta. No sé cuándo se co­ vupcrior del emblema, donde se encuentran la espada y el
menzó, por el contrario, a hacer caer el telón también desde briculo pastoral que el Leviatán sostiene en sus manos, se
lo alto, como si aquello que debe esconder fa escena teatral y Ice una cita en lacín de Job 41, 24: Non est potestas super

38 39
Stasis

trrrarn quae comparetur ei [No hay poder sobre la Tierra


que pueda compararse a él]. Se trata de la última parte
dd libro, cuando Dios, para acallar toda recriminaci6n
de' Job, le describe las dos terribles bestias primordiales,
lkhcmoth (en la tradición hebrea representada como
1111 roro gigantesco) y el monstruo marino, Leviatán. La

descripción del Leviatán insiste en su fuerza aterradora:


"[l'uedes tú pescar al Leviatán con el anzuelo/ y mantener
Imnc su lengua con una cuerda?[,..] En su cuello reside la
l ucrza / y delante de él se esparce el miedo [ ... ] duro como
l.t piedra es su corazón / duro como la piedra inferior del mo­
lmo. / Cuando se levanta, se aterran los fuertes/ y a causa del
c­uuendc quedan confundidos,/ La espada que lo alcanza
, 10 penetra / ni lanza, ni flecha ni jabalina: / para él el hierro
e� como paja; el bronce, como madera podrida ( ... ] Hace
oc 11crvir las profundidades como si fuera una olla, / del mar
�.t•�,l'M
'�111r,,,., 11ace un vaso de ungüento. / Detrás de sí produce una blanca
,,...((.U­J:/­'11'1 estela / y así el abismo parece cano./ Nadie sobre la Tierra
,,M t,...,.,.' puede compararse a él, / hecho para no temer a nadie./ Ve
ltJ, '
,u
iodo lo excelso inferior a él/ y es rey de todos los hijos
del orgullo" (en el latín de la Vulgata, que Hobbes parece
seguir: Non est super terram potestas, quae comparetur ei,
r¡ui factus est ut nullum timeret. ! Omne sublime videt, ipse
est rex super universos filios superbiae [No hay poder sobre
la tierra que pueda comparársele a él que logró no temer a
nadie. Ve todo desde lo alto, él es rey por sobre todos los
hijos de la soberbia]). (En el capítulo XXVIII del libro,
Hobbes se refiere explícitamente a este pasaje bíblico, y
Figura 2. Abraham Bosse, frontispicio de lhomas Hobbes, Leviathan, 1651.
Copia. sobre pergamino, British. Library, Mss. Egerron, 1910. escribe que comparó el gran poder del soberano, al cual
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41
Giorgio Agambcn Stas is
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el orgullo y las otras pasiones han forzado a los hombres a reconocen con claridad la catedral (en la P�(te':.!_,z.,quie{áa; ..
someterse, con el "Leviatán, extrayendo tal comparación , w respondiente al báculo) y la fortaleza (en laPtt:Cdere­
de los dos últimos versículos del capículo 41 de Job, donde 1 li.1, correspondiente a la espada).
Dios, tras haber establecido el gran poder del Leviatán, lo l .:1 parte inferior del frontispicio, que una suerte de
llama rey del orgullo: 'Nada hay sobre la Tierra que pueda 111.m.. o divide de la superior, contiene, en corresponden­
compararse a él. Está hecho para no temer a nadie. Ve todo t l.1 con cada uno de los brazos del gigante, una serie de
lo excelso inferior a él, y es rey de todos los hijos del or­ pr1¡11cños emblemas ­cinco por lado­ que se refieren al
gullo'", Hobbes 1). Ya tendremos ocasión de regresar sobre poder temporal (una fortaleza, una corona, un cañón,
el particular significado escatológico de estos animales, 1111.1 panoplia de estandartes y una batalla) y al eclesiástico
tanto en la tradición hebrea como en la cristiana. (1111.1 iglesia, una micra, el rayo de la excomunión, los sím-
Inmediatamente debajo de la cita latina, que de algún hulos de los silogismos lógicos y una especie de concilio).
modo constituye la empresa del emblema (en la tradición 1 11 medio de ellos, se halla el telón con el cículo del libro.
de la literatura emblemática, en la cual también este fron­
tispicio se inscribe, la imagen siempre es acompañada de
un mote o empresa), vemos una figura gigantesca, cuyo J. Una interpretación del emblema debe comenzar por
torso ­la única parte visible de su cuerpo­ está formado l,1 figura del gigante­Leviatán. Tanto se han concentrado los
por una mulricud de pequeñas figuras humanas, según t ,1 odiosos en su significado como símbolo del Estado, que
la doctrina hobbesiana del pacto que unifica la multitud 11.111 omitido plantear algunas preguntas obvias, concernien­
"en una sola y misma persona" (ibíd., XVII). El gigante u·,, por ejemplo, a su posición. ¿Dónde se sitúa el Leviatán
lleva sobre la cabeza una corona y sostiene en la mano «vpccto de los otros elementos que componen la imagen?
derecha una espada, símbolo del poder temporal, y en la En un estudio ejemplar, Reinhard Brandt intentó di­
izquierda, un báculo pastoral, símbolo del poder espiritual Lujar la parte del cuerpo del gigante oculta a la mirada,
o eclesiástico, como Hobbes prefiere decir. Hans Barion ,ihuiendo las proporciones del canon de Marco Vitruvio (es
observó que la figura es simétricamente inversa a las repre­ decir, imaginando que la cabeza corresponde a un octavo
sentaciones medievales de la Iglesia, en las cuales la mano 1k codo el cuerpo (Brandr, pp. 211­212; figura 3). El re­
derecha sostiene el báculo, y la izquierda, la espada. vuhado es una figura humana, cuyos pies parecen fluctuar
En primer plano, de modo de cubrir el resto del r­xactamente en el punto del frontispicio en el cual está
cuerpo del gigante, un paisaje de colinas, salpicado de pue­ ocriro el nombre de "Thomas Hobbes ofMalmesbury''. He
blos, desemboca en la imagen de una ciudad, en la que se dicho "fluctuar", porque no está claro sobre qué se apoyan,

42
Giorgio Agambcn

si sobre la tierra o sobre el agua. Si suponemos, como pare­


ce verosímil, que allende el paisaje de colinas se encuentra
el mar, esto concordaría a la perfección con el hecho de
que, en la tradición bíblica, mientras que el Behemoth /
es un animal terrestre, el Leviatán es un animal marino,
una suerte de enorme pez o una ballena, aunque no es
posible "pescarlo con anzuelo" (john Bramhall, que en su
malévola polémica con Hobbes sugiere que el Leviatán
del libro, "ni carne ni pez [ ... ] mezcla de un Dios, de un
hombre y de un pez", es el mismo Hobbes, afirma que "el
verdadero Leviatán es una ballena"; Bramhall,passim). La !
I
/
hipótesis de Schmict, de acuerdo con la cual la oposición

\
Behemoch­Leviatán correspondería a la fundamental opo­
sición geopolítica entre tierra y mar, encontraría así una
l: confirmación en el frontispicio.

Lo decisivo, en todo caso ­más allá de la oposición en­ /


tre cierra y mar­ es el sorprendente hecho de que el "Dios
mortal", "el hombre artificial llamado Common­wea/th
o Estado" (como Hobbes lo define en la introducción)
no habita en la ciudad, sino por fuera de ella. Su lugar
es externo no sólo respecto de las murallas de la ciudad,
sino también respecto de su territorio, en una cierra de
nadie o en el mar: comoquiera que sea, no en la ciudad.
El Common­wealth, el body po/itic, no coincide con el
cuerpo físico de la ciudad. Es esta situación anómala la
que deberemos intentar comprender. 1·1gura 3. Reinhard Brandr, dibujo supcrpuesro al frontispicio de Thomas Hobbes,
lnwthan, 1651.

44
Giorgio Agamben Srasis

4. Otra anomalía del emblema, no menos enigmática 11<·1 spcctiva, en la cual quien observa a través de un corto
que la precedente y con toda probabilidad conectada a ella, urbo vado una pintura que condene diversas figuras, no ve
es que la ciudad, a excepción de algunos guardias armados 11111guna del modo como fue pintada, sino que en cambio ve
y de tres figuras muy especiales situadas en las proximida­ 1111a única persona formada de sus partes, llevada a los ojos por
des de la catedral, de las cuales deberemos ocuparnos más , 1 corte artificial de una lente" (Maloolm, p. 125; figuras 4 y 5).
adelante, está compleramenre privada de sus habitantes. Las Se sabía perfectamente que el Leviatán era un anefacto
calles están absolutamente vacías, la ciudad está deshabitada, , omparable, como sugiere Hobbes en la introducción, a un
nadie vive en ella. Una posible explicación es que la pobla­ .nuómata o a "una máquina que se mueve por sí misma con
ción de la ciudad se haya transferido íntegramente al cuerpo rnuclles y ruedas, como un reloj"; pero lo que el estudio
del Leviatán: pero esto implicaría que no sólo el soberano, de Malcolm da a encender es que no se trata de: un meca­
sino que ni siquiera el pueblo tiene su lugar en la ciudad. utsmo, sino, más bien, de un dispositivo óptico. El cuerpo
El emblema político del frontispicio contiene, en­ g1g:mte del Leviatán formado por innumerables pequeñas
tonces, los enigmas o adivinanzas que deberemos tratar hguras no es una realidad, por ser artificial, sino una ilusión
de resolver: ¿por qué el Leviatán no habita en la ciudad? úprlca, a mere phantasm [un mero fancasma], corno polé­
¿ Y por qué la ciudad escá deshabitada? Anees de ensayar micamente lo definía Bramhall. No obstante, conforme al
una respuesta, convendrá examinar los resultados de otro � reciente prestigio que la óptica va adquiriendo en aquellos
estudio, que cuestionan la propia consistencia del hombre .1110� como paradigma cientifi.co, el artificio es eficaz porque
artificial "llamado Common­wealth o Estado". permite conferirle unidad a una multiplicidad.
Un pasaje de la carta dedicatoria de Richard Fanshave
11or su traducción del Pastor Fido de Giambattista Guarini
5. En su ensayo acerca del frontispicio del Leviathan, ( 1647), que Hobbes probablemente conocía, parece confir­
Nod Malcolm atrajo de nuevo la atención sobre un pasaje mar que justamente un mecanismo de ese cipo podría estar
de la Answer to Davenant's Preface to Gondibert, escrita en el origen del emblema de su Leviathan:
por Hobbes en el mismo período en el cual trabajaba
en el Leviathan. Hobbes, entre cuyas obras figuran dos Su Alteza puede haber visto en Pacís una pintura tan
tratados de óptica (el Tractatus de refractione de 1640 y d maravillosamente dibujada que, aunque muestra al
First Draught of the Optiques de 1646) describe aquí un observador corriente una multitud de pequeñas caras,
dispositivo óptico que, por lo que parece, a la saz6n estaba a quien la ve, en cambio, a través de una particular
de moda: "Creo que habéis visto una suerte de curiosa perspectiva, le presenta, por el contrarío, un único gran

46 47
t xx J.. t'X'XI
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Figuras 4 y 5. [ean­Prancols Níceron, La Perspectwe curuuse, ou Magie Catoptriqur, par la rifkxion dn m1rom plats, Cylindriques & Coniqun Dr la
artificiellr des ejfets meroalieux De í'Optique, par la vmon directr. De la Dioptriqur, par la ri.fraction da Crystaux, París, Bil!ainc, 1638, tablas 48­49.
Giorgio Agamben Stas is

retrato individual del Canciller, casi como si el pintor pnrque el pueblo quiere a través de la voluntad de un
intentara mostrar mediante una más sutil filosofía [ ... ] ,olo hombre. Los ciudadanos, es decir los súbditos, son
cómo d cuerpo político [the body politic] está compuesto l,1 multitud. En la democracia y en la aristocracia, los
de muchos cuerpos naturales y cómo cada uno de es­ .tndadanos son la multitud y la asamblea es el pueblo
tos ­en sí mismos enteros y formados de cabeza, ojos, 11 uria est populus]. También en la monarquía los súbditos
manos, etcétera­ es una cabeza, un ojo o una mano en el �,111 la multitud y, si bien esta es una paradoja [quamquam
otro cuerpo, y, además, que los hombres privados no pue­ ¡,,m,doxum sit], el rey es el pueblo [rex est populus]. Los
den conservarse si el público es destruido (ibíd,, p. 126). lg11oranres y todos aquellos que no comprenden este
punto hablan de la multitud como si ella fuera el pueblo
La unificación de la multitud de los ciudadanos en una y dicen que la ciudad [civitas] se rebeló contra el rey, lo
única persona es algo semejante a una ilusión de perspecti­ ¡¡uc es imposible, o que el pueblo quiere o no quiere lo que
va, la representatividad política es sólo una representación quieren o no quieren los súbditos rebeldes. De este modo,
óptica (pero no por esto menos eficaz). con el pretexto del pueblo, excitan a los ciudadanos en
contra de la ciudad y a la multitud, contra el pueblo"
(1 lobbes 2, XII, 8).
6. El enigma que el emblema plantea al lector es el Intentemos reflexionar acerca de esta paradoja. Esta
de una ciudad vacía de sus habitantes y de un Estado nuplica, al mismo tiempo, una cesura (multitudo/ populus:
situado por fuera de sus confines geográficos. ¿Qué puede l,1 multitud de los ciudadanos no es el pueblo) y una
corresponder, en el pensamiento político de Hobbes, a este coincidencia (rex est populus). El pueblo es soberano, a
aparente rompecabezas? condición de dividirse de sí mismo, escindiéndose en una
Es el propio Hobbes quien nos sugiere una respues­ "multitud" y en un "pueblo". Sin embargo, ¿cómo puede la
ta cuando, en el De Cive, al distinguir entre "pueblo" única cosa real ­la multitud de los cuerpos naturales, que
[populus] y "multitud" [multitudo], define como "para­ 1.111to interesaba a Hobbes (el 15 de abril de 1651, después
doja" [paradoxum] a uno de sus teoremas fundamentales. de haber terminado el Leviathan, escribe: "ahora puedo
"El pueblo­escribe en el De Cive­ es una unidad [unum volver a mi interrumpida especulación sobre los cuerpos
quidj, que posee una sola voluntad y al cual por ello naturales" ­ Hobbes 1)­ volverse una sola persona? ¿ Y
puede atribuírsele una acción propia. No puede decirse qué sucede con la multitud de los cuerpos una vez que se
lo mismo de la multitud. El pueblo reina en tocia ciudad unifica en el rey?
[populus in amni civitate ngnat]: reina induso en la monarquía,

50 5l
Giorgio Agambcn Stas is

.H En Ju comentario, Samuel Puftndo,f subraya que el uncde no sólo en una monarquía, en la cual apenas el rey
axioma hobbesiano es una paradoja: "El pueblo es, m efecto, n elegido "el pueblo ya no es una sola persona, sino una
una unidad /unum quid}, que posee una sola voluntad y al muhicud disuelta [populus non ampliu.s est persona una,
cualpuede atribuírsele una acción unitaria, algo que no puedr ,,.ti dissoluta multitudo], porque era una persona exclusi­
�ecirse de la multitud de los súbditos [. . .} incluso si la frase que v.uuente en virtud del poder soberano [summi imperil1,
stgue (populus in omni civicace regnatJ termina siendo una qm: ahora ha transferido al rey" (Hobbes 2, VII, 11). Lo
afectación uada. De hecho, 'pueblo' significa o bien toda la mismo sucede en una democracia o en una aristocracia, en
ciudad o bim la multitud de los súbditos. En elprimer sentido, l,1, cuales "apenas se constituye la asamblea, en ese mismo
lafrase resulta tautológica: 'elpueblo, es decir, la ciudad, reina urvtanre el pueblo se disuelve" (ea electa, populus simu/
en toda ciudad; en el segundo, falsa: 'el pueblo, es decir, los ,/,<,o/vitur]" (ibíd., VII, 9).
ciudadanos que no son el rt')I reinan en toda ciudad'. En lugar No se comprende el sentido de la paradoja si no se
de lo que sigue ('el pueblo reina [. . .} incluso en !a monarquía, reflexiona en torno a1 estatus de esca dissoluta multitudo
porque elpueblo quie" a través de la voluntad de un solo hom­ [ multitud disuelta], que obliga a repensar desde el prin­
b"') habrt'a sido más claro decir: 'en una ciudad monárquica, l ipio el sistema político hobbesiano. El pueblo ­el body

se considera que la ciudad haya querido lo que ha querido el p1,li1ic­ existe sólo de inmediato en el momento en el
monarca'. La paradoja 'el "JI es el pueblo' /lllud paradoxum: que nombra a "un hombre, o asamblea de hombres, que
rex est populus} no d,b, entenderte d, otro moda" (Pufendarj represente su persona" (Hobbes 1, XVII); pero este punto
Vll /1, § 14). Desde el punto de vista de un jurista, como es coincide con su fundirse en una "multitud disuelta". El
Puftndoif, la paradoja se resuelve interpretándola como una 1.11crpo político es un concepto imposible, que vive sólo en
ficuc iuris {ficción de derecho}. En Hobbes conserva m vez l.1 tensión entre la multitud y el populu.s­rex:. siempre está ya
toda su cruda.a: el soberano es vndaderammte elpueblo, por­ rn acto de disolverse en la constitución del soberano; este,
que estd constituido ­si bien mediante un artificio óptico­ por por otra parte, es únicamente una artificial person (ibíd.,
los cuerpos de los súbditos. XVI), cuya unidad es el efecto de un mecanismo óptico
o de una máscara.
Tal vez el concepto fundamental del pensamiento de
7. la respuesta a estas preguntas se encuentra en el capírulo 1 lobbes es el de "cuerpo" [body], toda su filosofiaes una me­
VII del De Cive, donde Hobbcs afirma sin medios términos ditación de corpore (y esto hace de él un pensador barroco, si
que en el instante mismo en que el pueblo elige al sobera­ lo barroco puede definirse como la unión de un cuerpo y de
no, el primero se disgrega en una multitud confusa. Esto 1m velo), pero a condición de precisar, como hace Hobbes

52 53
Giorgio Agambcn Sra.sis

en 1he Elements ofLaw, Natural and Politic, que el pueblo ,/r¡unida­pueb/.olrey­multitud disuelta es despedazado en
no tiene un cuerpo propio: "que el pueblo sea un cuerpo 110 punto y el intento de volver al estado inicial coincide
distinto [a distinct body] de aquel o aquellos que tienen la 1011 la guerra civil.
soberanía sobre él es un error" (Hobbes 3, II, XXVII, 9).
En el Leviathan, Hobbes no evoca explícitamente la
paradoja del De Cive, pero precisamente una lectura atenta
del capítulo XVIII del primero, "On the rights of sovereigns
by insrirution" [De los derechos de los soberanos por ins­
í multitud disuelta \

titución], permite precisar el estatus paradójico de la guerra civil pueblo­rey

J
multitud. Aquí Hobbes escribe que los miembros de
una multitud que con un pacto se obliga a conferir el
poder soberano a una persona "no pueden legalmente � multitud desunida
hacer un nuevo pacto entre ellos para obedecer a ningún
otro, en ningún aspecto, sin su permiso. Por lo mismo,
los que son súbditos de un monarca no pueden sin su 8. Ahora podemos comprender por qué, en el emble­
consentimienro desprenderse de la monarquía y volver a ma, el cuerpo del Leviatán no puede habitar en la ciudad,
la confusión de una multitud desunida [and return to the sino que fluctúa en una suerte de no­lugar y por qué en la
confusion of a dísunited multitude]; ni transferir la propia ciudad no hay habitantes. Es un lugar común que en
persona desde él, que los representa, hacia otro hombre u l lobbes la multitud no tiene un significado político, que
otra asamblea ... " (Hobbes 1). ella es lo que debe desaparecer para que el Estado pueda
La aparente contradicción con el dictado del De Cive se ser. Mas si nuestra lectura de la paradoja es correcta, si el
resuelve fácilmente si se distingue, como hace Hobbes, entre pueblo, que se constituyó por una multitud desunida, se
la "multitud desunida" [disunited multitude], que precede disuelve de nuevo en una multitud, entonces esta no sólo
al pacto, y la "multitud disuelta" [dissoluta multitudo], que preexiste al pueblo/rey, sino que, como multitudo dissoluta,
es posterior a él. La constitución de la paradoja populus­rex es continúa existiendo luego de este. Lo que desaparece es,
un proceso que va de una multitud y regresa a una multitud: más bien, el pueblo, que se transfirió a la persona del sobe­
pero la multitudo dissoluta, en la cual el pueblo se disuelve, rano, y por lo tanto "reina en toda ciudad", pero sin poder
no puede coincidir con la disunited multitudey pretender que habitarla. La multitud no tiene un significado político, es
puede nombrar a un nuevo soberano. El círculo multitud el elemento impolítico sobre cuya exclusión se sustenta

54 55
Giorgio Agamben
Stas is
la ci�dad; y, sin embargo, en Ja ciudad hay únicamente
mulmud, porque el pueblo está siempre fundido en el ¡w¡,uli suprema /ex]"', siente la necesidad de precisar que
soberano. En su condición de "multitud disuelta", es, "por pueblo no se entiende aquí a una persona civil, ni a
no obstante, lüeralmente irrepresentable, 0 puede ser l,1 rnisma ciudad que gobierna, sino a la multitud de los
representada sólo de forma indirecta, como ocurre en el 1 urdadanos que son gobernados [multít11do civíum qui

emblema del frontispicio. ,,g,mtur (XIII, 3)]", y que por "salud" debe entenderse
Habíamos evocado la curiosa presencia, en la ciudad 110 sólo "la simple conservación de la vida como cal, sino

;ada,. de los guardias armados y de dos personajes,


cuyas
l.1 de una vida posiblemente feliz" (Hobbes 2, XIII, 2­4).
identidades ahora es tiempo de revelar. Francesca Falk lla­ 1·1 emblema del frontispicio, al tiempo que ilustra a la
mó la aten_ci¿n sobre el hecho de que las dos figurillas que perfección el estatus paradójico de la multitud hobbesiana,
están de pie Junto a los guardias frente a la catedral llevan e, también una estafeta que anuncia el giro biopolítico que
la característica máscara con pico de los médicos de 1a rl poder soberano estaba próximo a realizar.
p�te. El detalle había sido señalado por Horst Bredckamp, Mas hay otra razón para la inclusión de los médicos
quien al respecto no había sacado ninguna consecuencia· a de la peste en el frontispicio. En su traducción de la
la inversa, Francesca Falk subraya con razón el significado l listoría M la Guerra M!Peloponao de Tuddides, Hobbes se
políti� (o bíopolüico) que los médicos adquirían durante había topado con un pasaje en el cual la peste de Atenas
una epidemia: su presencia en el emblema recuerda "la ,e definía como el origen de la anómia [ausencia de ley]
selección y la exclusión y la proximidad en la imagen entre (Hobbes traduce liuntiousness) y de la metabo/i [cransfor­
l� epidemia, la salud y la soberanía" (Falk, p. 73). � mul­ nmclón] (que Hobbes vierte como revolutíon): "And the
mud irrepresentable, similar a la masa de los apestados, ¡:reat licentiousness {anómia}, which a/so ín other kinds was
P.ut�:de ser representada sólo a través de los guardias
que
uud in the cíty, began atjirstfrom this disease. For that whích
vigilan su obediencia y los médicos que la cuidan. Habita 11 man befare woutd disumble; and not acknowledge to
en.la ciudad, pero sólo como objeto de los deberes y de los he done far voluptuousness, he durst now do free/y, steing
cuidados de aquellos que ejercen la soberanía. befare his eyes such quick rroolution, of tbe rích dying, and
Hobbes afü_ma todo esto con daridad en el capitulo mm worth nothíng, inheriting their estates" [Y el gran de­
XIII del De Czve (y en el capítulo XXX del Lroíathan) senfreno, que también de otras formas se extendió en la
donde, tras haber recordado que "codos los deberes d� ciudad, al principio comenzó con esta enfermedad. Ya que
aquellos que gobiernan están comprendidos en esta única lo que antes el hombre habría ocultado, sin reconocer que
máxima: 'la salud del pueblo es la ley suprema [salu.s se hacía por placer, ahora lo hace sin tapujos, pues tiene
ante sus ojos una rápida revolución, los ricos mueren, y

56
57
Giorgio Agambcn Srasis

hombres que no valen nada, heredan sus patrimoniosJ1 contiene, pues, una escisión interna que, dividiéndolo
(Hobbes 4, LII).
siempre en pueblo y multitud, dimos y pléthos, pobla­
De aquí la idea de que la díssoluta multitutÍ(}, que habita t ión y pueblo, popo/o grasso y popo/o minuto,1 impide
la ciudad bajo el dominio del Leviatán, pueda ser asimi­ que pueda estar integralmente presente como un todo.
lada a la masa de los apestados, que debe ser cuidada y Así, desde el punto de vista del derecho constitucional,
gobernada. Que la condición de los súbditos del Leviatán �i, por una parte, el pueblo siempre debe ser definido
sea asimilable de algún modo a la de los enfermos está im­ en sí por una homogeneidad consciente ­cualquiera que
plícito, por lo demás, en un pasaje del capítulo XXXVIII, sea su especie (étnica, religiosa, econ6mica, etcétera)­
donde, al comentar a Isafas 33, 24, Hobbes escribe que, en y. por consiguiente, está siempre presente por sí mismo;
el Reino de Dios, la condición de los habitantes es no estar por la otra, en cuanto unidad política, no puede estar
enfermos [" lbe condition o/ the saved, the inhabitant shall 1 presente salvo a través de los hombres que lo representan.
not say: I am sick" (Hobbes I )], corno si, por contraste, la Incluso si se admite ­como sucede al menos a partir de
vida de la multitud en el reino profano estuviera necesa­ la Revolución Francesa­ que el pueblo es el titular del
riamente expuesta a la peste de la disolución.
poder constituyente, es como titular de ese poder que
debe encontrarse necesariamente por fuera de toda nor­
mativa jurídico­constitucional. Por este motivo Sieyes
9. En el pensamiento de Hobbes se hace consciente podía escribir que "on doit concevoir les nations sur la
la íntima contradicción que marca el concepto quizá rerre comme des individus hors du lien social ou, comme
fundamental de la tradición política occidental; el de on l'a dír, dans l'étar de nature" [las naciones sobre la
pueblo. Se ha señalado que, en el vocabulario filosófico­ · Fierra se deben concebir como individuos por fuera del
politico de Occidente, los mismos términos que designan lazo social o, como ha sido dicho, en estado de narurale­
al pueblo como cuerpo políticamente calificado también la] y que una nación "ne doit ni peut se soumettre a des
pueden referirse a una realidad diametralmente opuesta, formes constitutionnelles" [ni debe ni puede someterse
es decir, al pueblo como multitud políticamente no a formas constitucionales]; y, sin embargo, por la mis­
calificada (Koselleck 2, p. 145). El concepto de "pueblo" ma razón, esta última tiene necesidad de representantes
(Siéyes, p. 183).
1 �
ha traduc_ido directamente del inglts pues las versiones castellanas dupo­
nibles de la Historia tÚ lagurrra ,úf Petoponeso difieren mucho de la traducción
hecha por el propio Hobbes. De aquí en adelante, las Notas del Tr.1ductor se
consignaran a pie de página. 1 "Pueblo acomodado� o burguesía y "pueblo pequeño" o plebe.

58
Giorgio Agamben
­­'1 1,
' Stasis

Es decir, el pueblo es lo absolutamente presente que, en Jo. Si \a multitud disuelta ­y no el pueblo­ es la ú�ica
cuanto tal, nunca puede estar presente y puede, por lo tanto, multitud_� el. sujeto
presencia humana en la ciudad y si la
sólo ser representado. Si, por el térmíno griego para pueblo, de la guerra civil, esto significa que la guerra civil s1�mp:e
1 d{mos, llamamos ad{mia a la ausencia de un pueblo, en­
' "V.ut:: siendo posible en el Estado. Hobbes lo admite sin
tonces el Estado hobbesiano, como todo Estado, vive en Levia�han, �ue
ninguna reticencia en el capítulo XXIX del
una condición de constante adfmia. "Ofthose things rhar weaken or tend to the d1ssolut1on
u.un d bllii:an
i ,r che Common­wealch" [De aquellas cosas que e 1
N Hobbes era perfectamente consciente de la peligrosa y u rienden a la disolución de un Estado].' En la conclusión
constitutiva ambigüedad del termino "pueblo': porque este del capítulo escribe "Por último, cuando en una �uer�,
de!de siempre contiene en sí a la multitud. En The Elements exrema o intestina, los enemigos obtienen una vtctona
of Law Natural and Politic, así ercribe que "las controoertias Est:�o
decisiva, puesto que ­debído a que las fuerzas del
que surgen a propósito d, los derechos d,/ pu,bw proceden d, la no se mantienen en el campo­ ya no existe proteccion
equivocidad del término, puesto que la palabra 'puebk/ /pcople} ,1lguna para los súbditos en su lealtad, entonces el Estado
tiene un doble significado. En un sentido, significa simplemente ,e disuelve y cada ciudadano tiene la libert�d de protegerse
una cantidad de hombres, que se diferencia según el lugar de su por los medios que su discreción le sugenrá" (Hobbes 1).
residencia, como el 'pueblo de Inglatemi o el 'pueblo de Francia: Esto implica que, mientras la guerra civil está en cu� y la
que no es sino la multitud de aquellas personas particulares que suerte de la lucha entre la multitud y el soberano codav�a_no
habitan esas regiones, sin considerar ningún contrato o pacto Guerra,c1v1l y
c�tá decidida, no hay disolución del Estado.
/contraer or covenant} enm ellos, a través de los cuales cada Common­wealth, Behemoth y Leviatán coexisten, asr coml:
la multitud disuelta coexiste con el soberano. Sólo �
cual se obliga con el resto. En otro sentido, la palabra significa c do
una perrona civil es decir, un hombre o una asamblea en cuya
guerra intestina concluye con la victoria de la mulmud, se
voluntad estd incluida e implicada la voluntad de cada uno t icne un regreso del Common­weaúh al estado �e na cu raleza,
en particular. [. . .] Por esto, aquellos que no distinguen entre y de la multitud disuelta a la mulcirud desunida.
estos dos significados, por lo general atribuyen a una multitud E.sto significa que guerra civil, Common­1;ealth_ y esta­
di=lta [a dissolvcd mulcirude] /;,, derechos quepertenecen sów do de naturaleza no coinciden sino que esran unidos en
al pueblo contenido virtualmente en el cuerpo del Estado o del una complicada relación. El estado de naturaleza, como
soberano (Hobbes 3, 11, 11, 11). Es tkcir, Hobhes ya conoce con Hobbes explica en el prefacio al De Cive, es lo que aparece
claridad la distinción entre la poblacitJn y elpueblo, que Michel
Foucault pondrd en el inicio de la biopolítica moderna.
• � 'hl'ICll Y no "Estado".
Algunas rradecconcs canellana.s conngnan rcpu
H
¡

6­0 61
Giorgio Agamben Sras is

c�a�do se considera la ciudad como si estuviera separada teológica es indudable­ es, como metodolo�a, aún me'.1os
(�tvztas {..] tanquam dissoluta comideretur [. .. ] ut qua/is recomendable que atribuirle una competencia anacrónica.
stt natura humana [. . .] recte intelligatur (para realizar una Que Hobbes era consciente de las implicaciones negativas
investigación más cuidadosa acerca de los [ ... ] Estados [ ... ] de su título está implícito, por lo demás, en el modo en
es necesario [ ... ) considerarlos como si estuviesen separa­ d que, tras haber evocado en la introducción el t�rmi�o
dos; es decir, es necesario que entendamos a derechas cuál "Leviatán" ("esta es la generación de aquel gran Leviatán ),
es la cualidad de la naturaleza humana) ­ Hobbes 2), es de inmediato añade: "o para hablar con mayor reverencia
decir, desde el punto de vista de la guerra civil; en otras l 1o speak more reverently; en la edición latina, ut dignim
palabras, el estado de naturaleza es una proyección mi­ foquar] ... " y, en el poema autobiográfico compuesto en
tológica hacia el pasado de la guerra civil; la guerra civil 1679 escribe "El libro [ ... ) conocido con su horrible nom­
es, a la inversa, una proyección del estado de naturaleza en hrc [dreadful name], Leviatán", Lo que indujo a Schmitt
la ciudad, es lo que aparece cuando se considera la ciudad ,1 sugerir que la elección de la imagen del Leviatán es un
desde el punto de vista del estado de naturaleza. producto "del humor inglés", pero que Hobbes tuvo q�e
pagar caro por su imprudente evocación de _una poten�1a
mítica: "Quienquiera que haga uso de estas imágenes vie­
11. Ha llegado el momento de reflexionar sobre la ne a encontrarse en la situación del aprendiz que invoca
elección de Hobbes del término "Leviatán" como título de poderes que ni sus manos ni sus ojos ni la común fuerza
su li�ro, una elección cuyas razones nadie ha conseguido humana pueden controlar. Corre por consiguiente el ries�o
explicar de manera satisfactoria. ¿Por qué Hobbes llamó de encontrarse no frente a un aliado, sino a un demonio
al Common­wealth, cuya teoría intentaba proveer, con el despiadado que lo entregará a la manos de sus enemigos
nombre de un monstruo que, al menos en la tradición 1 ••• ] La tradicional interpretación judía se ha vuelto contra

cristiana, había asumido connotaciones demoníacas? Se el Leviatán de Hobbes" (Schmitt 3, p. 124).


ha sugerido que Hobbes, al referirse únicamente al Libro
de Job, no habría estado plenamente al corriente de estos
significados fuertemente negativos y, por lo tanto, habría 12. La tradición que conduce a la interpretación demo­
usado cándidamente una imagen que luego le daría a sus níaca del Leviatán bíblico y la asociación iconográfica entre
adversarios mejores carras para jugar en su contra (Farneti, el Leviatán y el Anticristo fue reconstruida por Jessie Poesch Y
pp. 178­179). Atribuir ignorancia a un auror ­tanto más por Marco Bertozzi, quienes subrayan la importancia, en esta
si se trata de un autor como Hobbes, cuya competencia perspectiva, de la carca de Adso de Montier­en­Der acerca del

62 63
Giorgio Agamben

­.. ,,... .... ., "l ·, '. '


Anticristo y de las Moralia sive Expositio in Job de Gregario ,,""',e; :r,xi's ""
Magno, donde ramo el Behemoth como el Leviatán son .fil
asociados al Anticristo y a la bestia del Apocalipsis XIII.
Pero ya antes Jerónimo, en su homilía en torno al salmo
l ]le.

103 (104), escribe que "Los judíos dicen que Dios creó
un potente dragón llamado Leviatán, que vive en el '
mar" y agrega inmediatamente después "esta es la ser­ .
piente que fue aplastada en el Paraíso, que sedujo a Eva 1
y a la cual se le permitió jugar con nosotros" (Hom., 30).
Esta interpretación sardnicc­anticrfstica del Leviatán
halla su cristalización iconográfica en el Liber jloridus,
una compilación enciclopédica compuesta alrededor del
año 1120 por el monje Lambcrto de Satnc­Omer. La
analogía entre la imagen del Anticristo sentado sobre el
Leviatán y la del soberano en el frontispicio del libro de
Hobbes es tan sorprendente, que es legítimo imaginar
que Abraham Bosse y, tal vez, el mismo Hobbes, cono­
cían la miniatura. El Anticristo, con una corona regia
en la cabeza, mantiene en la mano derecha una lanza
(como el Leviatán de Hobbes una espada), mientras que
la mano izquierda realiza el gesto de la bendición (que
corresponde de algún modo como símbolo del poder
espiritual al báculo del frontispicio). Sus pies tocan el
dorso del Leviatán, representado como un dragón de
cola larga parcialmente inmerso en el agua. Arriba, la
inscripción subraya el significado escatológico tanto
del Anticristo como del monstruo: Antichristus sedens 'Andcristo
r1 ura 6. L:unbcrto de Saint­Omer, Librr F!cr1duJ, 1120 ca. El
super Leviathan serpentem diabolum signantem, bestiam g ..
�cntad o so b re e I L•�• ,•,�"
� ,...... BibliothCque Nationale de Prance, Pans.
crndelem in fine [El anticristo sentándose por sobre Leviathan

64
Giorgio Agamben Swis

quien señala una serpiente diablo, cruel bestia hacia el und Hinweise zu neuen Leviathan­Interpreracionen" [La
final] (figura 6). Reforma consumada. Comentarios y referencias sobre
nuevas interpretaciones del Leviatán), de 1965), evocando
"la espera cabalística del banquete mesiánico, en el cual
.,13. �� el p�aje que acabamos de citar, Schmitt evoca los justos se nutrirán con las carnes del Leviatán muerto"
la rradícíonal Interpretación hebrea" del Leviatán. En el (ibfd., p. 142).
c�rso. de su estudio, precisa esca alusión. Según la rradi­
c1ó� JUdeo­cabalísrica, escribe, el Leviatán
representa "la
�na.del salmo 50, 10, es decir, las naciones 14. Conociera o no esca tradición talmúdica, es cierto
paganas. La
h1sron� del mundo se presenta como una lucha de que a Hobbes la perspectiva escatológica le era por com­
aquí
las nac�ones paganas, una contra la otra. En panicular, Ja plcco familiar. Por lo demás, esta última ya estaba implícita
lucha nene lugar entre el Leviatán ­las potencias del mar­ en la tradición cristiana, en la cual el Leviatán se asociaba
y el Behemoth ­las potencias de la Tierra­ [ ... ) Lo S JU. d'105 .11 Ancicrisco, que, a parcir de Ireneo de Lyon, había sido
b
o servan cómo las naciones del mundo se exterminan unas identificado por los Padres con "el Hombre de la anemia"
a o�ras, para ellos ­los judíos­ la masacre recíproca de las del célebre excursus escatológico en la Segunda Epístola de
nac1_ones es legal y kosher: comerán las carnes de las naciones Pablo a los Tesalonicenses (2 Tes, 2, 1-12). La miniatura
asesinadas y extraerán vida de ellas" (Schmirc 3, pp. l ?­IB). del Líber .fwridus no es más que la representación icástica
. Se traca, con roda evidencia, de una fa1sificación antise­ de esta convergencia entre el Leviatán y el Anticristo, en­
mita �e una tradición talmúdica (¡no cabalística!) sobre 1 re el monstruo de los orígenes y el final de los tiempos.

el Leviatán, que Schmitt distorsiona con toda intención. Pero un tema escatológico recorre roda la tercera parte del
De acuerdo con esta tradición, que se encuentra en nu­ Lroiathan, que, bajo la rúbrica O/ a Christian Common­
merosos, pasajes del Talmud y del Midrash, en los días wealth, contiene un auténtico tratado sobre el Reino de
del Mes1�s, el Leviatán y el Behemorh, los dos monstruos Dios, tan incómodo para los lectores modernos de Hobbes,
de los ongenes, combatirán uno contra el otro y ambos que estos con frecuencia simplemente lo han ignorado.
perecerán en la lucha. Entonces los justos prepararán un En oposición a la doctrina prevalente, que tendía
banquete mesiánico, durante el cual comerán las carnes a interpretar el concepto neotescamenrario de Basileia
de¡� _dos bestias. Es probable que Schmirc conociera theoú {realeza de Dios] en sentido metafórico, Hobbes
esta
rradlcíén escatológica, a Ja cual se refiere en un artículo afirma con fuerza que el Reino de Dios significa, tamo
posterior ("Die vollendere Reformacion. Bemerkungen en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, un reino

66 67
Giorgio Agamben Stasis

político real, que, interrumpido en Israel luego de la En el capítulo XXXVIII se refuerza la idea de que se
elección de Saúl, será restaurado por Cristo al final de 1 rnta de un concepto plenamente
político, y de que la es­
los tiempos: c.rrología por consiguiente tiene en Hobbes un significado
político concreto:
Tñe Kingdom therefrm ofGod is a reai nota metaphorical
Kingdom; and so taken. not only in the O/d Tesrament, Lasrly, ming it hath bem already provtd out ofdivm eví­
but thr New: When we say. "For thine is the Kingdom, the dmt placa ofScripture, in the XXXV chapter of this book,
Power, and Glory", it is to be underssood ofGod's Kingdom, that tht Kingdom o/God is a Civil Common­wtalth, whtrt
by forct ofour Cooenant, not by tht right of God's power; God himself is Sovtrtign, by virtue fint of tht Old, and
far such a Kingdom God always hath; so that it wtrt sin ce oftht Ncw Covenant, whtrein he reigneth by bis Vicar
suptrfluous to say in our praytr, "1hy Kingdo,n come", or Litumumt; tbe same places do therefore a/Jo prove rhat
after thL coming again of our Saviour in his Majtsty �
unlm it be meant of tht mtoration of that Kingdom of an
God by Christ, which by revolt of tht Israelitts had bttn gWry lo reign actualiy and Ettmaliy. tbe Kingdom o/ God tS
interrupred in tht tkction ofSaul. Nor had it been proptr to be on Earth [Por último, viendo que ya se ha probado
to say. "Ibe ltingdom o/ Htavtn is at hand"; or to r=» por medio de diversos pasajes evidentes del.a Escriru�a,
"Thy Kingdom come': if it had sti/J continurd [Por lo en el capítulo XXXV de este libro, que el remo de Dios
rantc, el Reino de Dios es un Reino real, no metafórico. es un Esrado civil en el cual Dios mismo es Soberano,
por virtud en primer lugar del Antiguo pacto y � �
Y es así tomado, no sólo en el Antiguo Tesramento, sino es ués
en el Nuevo. Cuando decimos, "pues tuyo es el Reino, del Nuevo, y que en él reina por medio de su Vicario o
el Poder y la Gloria" debe encenderse el Reino de Dios Lugarteniente, los mismos pasajes prueban por tanto
por fuerza de nuestro Pacto, no por el derecho del po­ rambién que tras la nueva venida de nuestro Salvador en
der de Dios, pues Dios siempre tiene tal Reino, por lo su Majestad y gloria, para reinar de hecho Y por coda la
que sería superAuo decir en nuestra oración "venga tu Eternidad, el Reino de Dios tendrá lugar sobre la Tierra]
Reino", salvo refiriéndonos a la resrauración por Cristo (ibíd., XXXVI!l).
de aquel Reino de Dios que fue interrumpido en la
elección de Saúl por la revuelta de los israelitas. Ni sería Nacuralmcnte, el Reino de Dios sobre la Tierra se rea­
adecuado decir "el Reino de los cielos" está cerca, ni lizará, según Hobbes, corno según Pablo y las Escrituras,
implorar "venga tu Reino", si este continuara vigente] sólo en el momento de la Segunda Venida de Cristo y hasta
(Hobbes l, 35). entonces los análisis de los libros precedentes del Leoíathan

68 69
Giorgio Agamben
Srasls

siguen siendo válidos. Sin embargo, es imposible leer la


r 5. Es en esta perspectiva teológica que los enigmas
teoría del Estado de Hobbes como si la tercera parte del
dd frontispicio del libro pueden encontrar su sol�ci�n.
libro, que contiene los principios de lo que Hobbes llama
\i observamos una vez más la imagen del Leviatán,
�a �política cristiana" (7he Principies o/Christian
Po/itiques, muamos que curiosamente los pequeños cuerpos que
Ibfd., 32), no hubiera sido escrita. La afirmación de
\ oustiruyen el cuerpo del gigante no están p�esentes _en
Bernard Willms conforme la cual "la teología política es
,u cabeza, lo que contrasta con los paralelos 1conogr��­
el 1hibbo!e1h de la Hobbe1­faOrschung [investigación sobre lOS antiguos y modernos que Horst Bredekamp sugmó
Hobbes]" (Willms, p. 31) debe precisarse en el sentido
1•11 su investigación en torno al frontispicio, donde las
de que la teología política aparece en Hobbes en una
pequeñas figuras se concentran precisamente en la cabeza
óptica decididamente escatológica.
( 1\ rcdekamp, passim).
Como oportunamente se ha observado, Hobbes en el
Esto parece implicar que el Leviatán es literalmente la
Leviathan no sólo reduce la teología cristiana a la profecía
"cabeza" de un body politic c¡ue se forma por el pueblo de los
y a la escatología, sino c¡ue proyecta "la autoridad profé­ súbditos que, como hemos visto, no poseen un cuerpo propio,
tica en el futuro escatológico" (Pocock, p. I 73). De este
sino que existen puntualmente sólo en el cuerpo del sobera_n,o.
modo, "la política asume una dimensión mesiánica, así
l'cro esta imagen deriva directamente de la concepc1on
como el mesianismo que implica es casi brutalmente po­
paulina, presente en más pasajes de sus epístolas, confo_r•
lítico" (ibíd., p. 174). Lo que la teoría hobbesiana define
me las cuales Cristo es la cabeza [kepha!{J de la ekklt.ria,
es, de hecho, que el Reino de Dios y el Reino profano (el
es decir, de la asamblea de los fieles: "Él {Cristo) es la
Leviatán) son absolutamente aurónomos, y, no obstante,
cabeza del cuerpo de la asamblea" [he kepha/t_ toú sámatos
en la perspectiva escatológica están de alguna manera
1t.s ekkl(Jias (Col 1, 18)]: "Cristo es la cabeza, de la cual
coordinados, puesto que ambos tendrán lugar sobre 1a
todo el cuerpo, ligado y unido mediante cada articulación
Tierra y el Leviatán deberá por fuerz.a desaparecer cuando
según la actividad de cada miembro, recibe crecimiento
el Reino de Dios se realice polícicamence en el mundo.
y edificación" (Ef 4, 15­16); "el marido es la cabeza de la
El Reino de Dios, para retomar el título de un tratado
rnujer, como Cristo es la cabeza de la asamblea y salvador
de Tommaso Campanella que Hobbes podía conocer, es
del cuerpo" (Ef, 5, 2); y, finalmente, en Rm 12, 5, donde
una aurénrica Monarchia Messiae (Monarquía del Mesías],
falta la imagen de la cabeza, pero de la multitud de los
a1 mismo tiempo paradigma y término de la monarquía
profana. miembros de la comunidad se dice que "nosotros, que
somos muchos, somos en Crisco un único cuerpo, pero
uno por uno somos miembros los unos de los otros",

70
71
Giorgio Agambcn Swis

Si nuestra hipótesis es correcta, la imagen del frontis­ N Es singular que, en los Evangelios, la multitud que rodea
picio presenta la relación entre el Leviatán y los súbditos ,, Jesús nunca se presente como una entidad política­un pue­
como la contraparte profana de la relación entre Cristo y la hlo­­ sino siempre en términos de una masa o ae, una "turba ".
ekkft.sía. Sin embargo, esta imagen "cefálica" de la relación Así, en el Nuevo Testamento encontramos tres términos para
entre Cristo y la Iglesia no puede ser separada de la tesis "pueblo": pltchos (latin: mulcitudo), 31 veces; óchlos tlatm:
de la escatología paulina de acuerdo con la cual, al final de 1urba}, 131 veces; laós (latín: plebs), 142 veces (este último
los tiempos, "cuando el Hijo será sometido a aquel que ha termino se convertird, en el oocabularío posterior de la Iglesia,
sometido a Él codas las cosas", Dios "será codo en todos" ,·11 un auténtico término técnico: el pueblo de Dios como plebs
[pdnta In pásin (1 Cor 15, 28)]. La tesis en apariencia pan­ \)ei). Falta el término con valor político, dé.mos [populus],
teísta adquiere su sentido propiamente político si se la lee tomo si el acontecimiento mesiánico ya transformase desde
junto a la concepción cefálica de la relación entre Cristo siempre al pueblo en una multicudo o en una ma.sa informe.
y la ekk/tsia. En el estado actual, Cristo es la cabeza del /)e manera análoga, a /,a constitución del mortalis deus en la
cuerpo de la asamblea, pero, al final de los tiempos, en el ciudad de Hobbes, le sigue /,a simultdnea disolución del cuerpo
Reino de los cielos, ya no habrá distinción entre la cabeza ¡,olftico en una multitud. La, tesis teológico­politica de Hobbes,
y el cuerpo, porque Dios será todo en codos. Jtg,4n la cual hasta la Segunda Venida de Cristo no puede haber
Si comamos seriamente la afirmación hobbesiana según ­obre /,a Tierra ,m Reino de Dios con ualor de Common­ueaith
la cual el Reino de Dios no debe ser entendido de forma ¡,olitico, implica que hasta entonces /,a Iglesia existe sólo en
metafórica sino al pie de la letra, eso significa que al final potencia ("k,s elegidos, quienes, mientras estén en este mundo,
de los tiempos la ficción cefálica del Leviatán podría ser constituyen únicamente en potencia una Iglesia, que no estard
borrada y el pueblo, reencontrar su cuerpo. La cesura que ,·11 acto hasta que sean separados de los réprobos y se reúnan
divide el body politic­sólo visible en la ilusión óptica del rntre ellos en el Día de/Juicio"; Hobbes 2, XVII, 22).
Leviatán, aunque de hecho irreal­ y la multitud real pero
políticamente invisible, al final será colmada en la Iglesia
perfecra. Pero esto significa también que hasta entonces 16. Es este el momento de analizar el texto del Nuevo
ninguna unidad real, ningún cuerpo político es de veras Testamento en el cual la tradición concuerda en ver la
posible: el body politic puede únicamente disolverse en Jcscripción del conflicto escatológico que precede inrne­
una multitud y el Leviatán convivir hasta el final con el Jiatamence a la instauración del Reino de Dios y sin el
Behemoth, con la posibilidad de la guerra civil. cual la comprensión del pensamiento político de Hobbes
110 sería completa: la Segunda Epístola de Pablo a los

72 73
!
,,
11,
Giorgio Agamben .11 Sras is

Tesalonicenses. En esta carta, Pablo, al hablarles a los tesa­ con el Anticristo de la Primera Epístola de Juan (2, 18),
lonicenses de la Parusía del Señor, describe el drama esca­ el primero, según una tradición que Agustín comenta
tológico como un conflicto que ve por una parte al Mesías ,1 mpliamentc en el De civitate Dei,'­ había sido identificado

y, por la otra, a dos personajes que él llama "el hombre de la con el Imperio romano. A esta tradición se refiere Schmitt,
anomia" [ho dnthropos tés anomías, literalmente "el hombre quien ve en la doctrina del katékhu.n la única posibilidad de
de !a ausencia de ley"] y "aquel que retiene" [hO katékhQn]: concebir la historia desde una visión cristiana: "La fe en un
poder que retiene el fin del mundo ­escribe­ constituye el
Nadie os engañe de ninguna manera; porque no vendrá si único puente que puede conducir desde la parálisis escato­
ames no viene la apostasía y no se revela el hombre de la lógica de todo acontecimiento humano hacia una potencia
anomia [hb dnthopos tés anomfat], el hijo de la destrucción, grandiosa como aquella del imperio cristiano de los reyes
aquel que se opone y se levanta por sobre todo ser que se �crmánicos" (Schmitt 4, p. 44). Y es en esta tradición
llama Díos, o que es objeto de culto; hasta sentarse en el "karekhónrica" que ubica la teoría hobbesiana del Estado.
templo de Dios, mostrándose como Dios. ¿No os acor­
dáis de que cuando yo aún estaba entre vosotros os decía
estas cosas? Ahora vosotros sabéis lo que retiene y a su 17. Entonces está fuera de duda que, al llamar al
tiempo será revelado. E1 misterio de la anomia [mystén'on Common­wealth con un nombre ­Leviatán­ que en sus
tis anomlas, que en la Vulgata se traduce como mysterium tiempos todavía era sinónimo de Anticristo, Hobbcs era
iniquitatisJ ya está en acto; hasta que sea quitado de en consciente de situar su concepción del Estado en una pers­
medio aquel que retiene. Y entonces el impío será revelado pectiva decididamente escatológica (la alusión, en el pasaje
[dnomos, litcralmenre, "d sin ley"], al cual el Señor Jesús antes citado del De Cive, X:Vll, 22, a una separación de los
eliminará con su aliento (2 Tes 2, 1­8). buenos de los réprobos en la Iglesia, contiene una remisión
implícita a la Segunda Epístola a los Tesalonicenses). Y pre­
Cuando la Iglesia aún no había cerrado su puerta cisamente aquí la interpretación schmittiana del Leviathan
escatológica, la identificación de los dos personajes en muestra su insuficiencia. No es por casualidad que en el
cuestión, "aquel que retiene" [hb katékhQn] y "el hombre de Leviathan, donde se encuentran más de cincuenta citas
la anornia", había requerido de modo especial del acumen del corpus paulino, Hobbes nunca mencione directamente
hermenéutico de los Padres, desde lreneo hasta Jerónimo la Segunda Epístola a los Tesalonicenses. En la "política
y desde Hipólito hasta Ticonio y Agustín. Mientras que
había concordancia en identificar al segundo personaje
• Trad. esp.: San Agustín, Ciudad de Dios. Madrid, BAC, 2013.

74 75
Giorgio Agamben Sta.sis

cristiana" de Hobbes, el Estado en modo alguno puede "Theologisch­politisches Fragment". También para él el
tener la función de un poder que frena y retiene el final Reino tiene sentido sólo como éschaton y no como ele­
de los tiempos y, en efecto, nunca es presentado desde mento histórico ("desde un punto de vista histórico, el
esta perspectiva; por el contrario, el final de los tiempos Reino de Dios no es el objetivo, sino la meca"); y asimismo
puede advenir ­como en la tradición de las Escrituras que para Benjamin, la esfera de la política profana es absolu­
Hobbes reivindica tal vez irónicamente contra una Iglesia tamente autónoma respecto del Reino. No obstante, para
que parece haberla olvidado­ a cada instante, y el Estado Benjamin como para Hobbes, la política profa.na no tiene,
no sólo no obra como un katékhQn, sino que anees bien en relación con el Reino, ninguna función katekhóntica:
coincide con la misma bestia escatológica que debe ser por el contrario, lejos de frenar el advenimiento, ella es,
aniquilada al final de los tiempos. escribe Benjamin, "una categoría de su más silencioso
Es conocida la tesis de Schmitt conforme la cual los .
acercamiento ",
conceptos políticos son conceptos teológicos secularizados. Por su naturaleza, el Estado­Leviatán, que debe asegu­
Esta tesis deber ser precisada en el sentido de que hoy son rarles la seguridad [safo.iy] y la satisfacción [contentments
secularizados esencialmente conceptos escatológicos (pién­ oflife] a los súbditos, es también lo que precipita el final
sese en la centralidad del concepto de "crisis", es decir, del de los tiempos. La alternativa formulada por John Barclay
t�rmino fundamental de la escatología cristiana, el Juicio en su novela Argenis como justificación del absolutismo
Final ­ Koselleck 1). La política contemporánea se funda, ("o dar al pueblo su libertad o bien proveer su paz", cfr.
en este sentido, en una secularización de la escatología. Kosclleck 2, p. 20) queda necesariamente irresuelta. Hobbes
Nada hay más ajeno al pensamiento de Hobbes, que deja conocía el pasaje de la Primera Epístola a los Tesalonicenses
a la escatología su concreción y su propia situación. A la (5, 3; la epístola se cica en el Leviathan ­ Hobbes 1, XLIV)
política hobbesiana la define no la confusión de lo esca­ en el cual "la paz y la seguridad" [eirfnt kai aspháleia] coin­
tológico con lo político, sino una relación singular entre ciden con el advenimiento catastrófico del Día del Señor
dos poderes autónomos. El reino del Leviatán y el Reino ("Cuando digan paz y seguridad, entonces repentinamente
de Dios son dos realidades políticas autónomas, que jamás los golpeará la ruina''). Por esto el Behemorh es inseparable
deben confundirse. Sin embargo, están escarológicamenre del Leviatán y, según la tradición talmúdica evocada por
conectadas, en el sentido de que el primero deberá necesa­ Schmitt, al final de los tiempos "Behemorh will, with its
riamente desaparecer cuando el segundo se realice. horns, pull Leviathan clown and rend it, and Leviarhan
� escatología hobbesiana presenta aquí una especial will, with its fins, pull Behemorh clown and pierce it
afinidad con aquella que Walter Benjamin articula en el through" [El Behemorh, con sus cuernos, derribará al

76 77
Giorgio Agambcn

Leviatán y lo desgarrará, y el leviatán, con sus aletas, derri­


bará al Behemorh y lo atravesará] (Midrash sobre el Le­
vítico, Shemini XIII; l 14 b 20­24; cfr. Strack y Bi!lerbeck,
p. 1163; Drewer, p. 152). Sólo en ese momento podrán
los justos sentarse en el banquete mesiánico liberados para BIBLIOGRAFÍA
siempre de los vínculos de 1a ley: "Y los sabios dijeron: '¿esta
faena respeta el ritual? ¿No se nos ha enseñado que cada
quien puede faenar, y que puede faenar en todo tiempo y
Agamben, Giorgio, Horno sacer: li potere sovrano e la
con todo instrumento, pero no con una segadora, con una mula vita, Turín, Einaudi, 2005; trad. case: Homo sacer:
sierra, con los dientes o con las uñas, porque estas sofocan?' /·1 poder soberano y la vida demuda, Buenos Aires, Adriana
El rabino Abin b. Kahana dijo: "[ ... J una nueva Torá saldrá
de mí" (ibíd.). 11;dalgo, 2017.
Es quizá por una ironía de la suene que el Leviathan Arendt, Hannah, On rwolution, Nueva York, Viking
­este texto tan denso y, acaso, irónicamente escatológico­ l'rcss, I 965; trad. it.: Su/la ríooluzione, Milán, Edi:úoni
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84
85
NOTA SOBRE LA GUERRA, EL JUEGO
Y EL ENEMIGO
1. La definición schmirtiana de lo político a través de
la oposición amigo/enemigo (en la cual la preeminencia,
como Schmitt deja entender, le corresponde al enemigo)
ha sido discutida y parafraseada tan a menudo que ha
terminado rransformándose de forma progresiva, según
las palabras de Julian Freund, en una "banalidad supe­
rior" [banalité supérieure], que es aceptada o rechazada
sin que la coherencia de sus implicaciones lógicas haya
sido sometida a un análisis riguroso. Es decisiva, en par­
ticular, la implicación entre la enemistad y la guerra, que
permanece apresada en un círculo vicioso que Schmicc,
si bien era verosímilmente consciente de su existencia, se
esforzó por disimular. Leo Scrauss, quien en su recensión
de Der Begriffdes Politischen (1932) había observado que
la posibilidad de la guerra "no sólo constituye lo político
como tal", sino que representa su prueba en codo sentido
determinanre, porque­en palabras de Schrnitt­ se mantie­
ne en relación "de modo específico con la posibilidad real
de la eliminación física", de ello no había sacado, empero,
consecuencia alguna en cuanto a la presunta primacía de la
categoría de enemigo, que de esa manera era cuestionada
por enrero.
Nos proponemos aquí, por tanto, releer las páginas
de EL concepto de lo político en las que Schmitt elabora
su definición del enemigo como "criterio de lo político

89
Giorgio Agamben Nota sobre la guerra, d juego y d enemigo

[Kriterium des Politischen]" a la luz de la relación consti­ 2. No es sorprendente, por lo tanto, que una terminolo­
tutiva­al mismo tiempo evidente y oculta, resueltamente gía bélica haga su aparición tan pronto como Schmitt inten­
afirmada, y denegada con la misma tenacidad­ entre ta precisar el concepto de enemigo. Comienza por distinguir
enemistad y guerra. A decir verdad, que la enemistad se el enemigo privado [inimicus, echthros] del enemigo público
encuentre tan íntimamente ligada a la guerra como para [hostis, polemios]. Enemigo, en este último sentido ­el único
confundirse y casi identificarse con ella, se sugiere ya des­ que se trata en el ensayo­ "es sólo un conjunto de hombres
de el propio exergo que da inicio al prefacio añadido a la que, al menos eventualmente, es decir, según una posibili­
reedición del texto en 1963. En la cita de la Cillierkronik dad real, combare [eventuel4 dh. der rea/en Miiglichkeitnach
(''Aristóteles expresa lo que dicen y piensan los sabios y kdmpfonde] y que se opone a otro conjunto de hombres de
esto es, que la amistad y la guerra son causa de creación la misma naturaleza" (Schmitt 1, p. 111). De inmediato se
y de destrucción" ­ Schmitt 1, p. 72), el término "guerra" especifica que las nociones de "batalla" y de "guerra" son
ocupa exactamente el lugar en el cual debería encontrarse aquí igualmente originarias que la de "enemistad":
la palabra "enemistad". La estrategia ­no queda claro si
irónica y consciente o inconsciente y denegatoria­ es aquí En el concepto de político está incluida la eventualidad, en
la misma que nos volvemos a encontrar en la argumenta­ el terreno de la realidad, de una batalla [&mpfasJ. Este térmi­
ción del ensayo así como en los escritos sucesivos: la guerra no debe emplearse independientemente de todos los cambios
constituye de hecho lo político y, no obstante, el concepto casuales o que dependan dd desarrollo histórico de la técnica
primario y determinante sigue siendo el de "enemistad". militar y de las armas. La guerra es lucha armada entre unida­
des políticas organizadas, la guerra civil es lucha armada
X Günter Maschke ha demostrado que Schmitt extrajo su dentro de una unidad organizada (que precisamente por
definición de lo pofltico del Discurso político al rey Felipe este motivo se está volviendo problemática). La esencia dd con­
III al comienzo de su reinado (1598), de Ea/tasar Álamos cepto de arma reside en el hecho de que es un instrumento de
de Barrientos (su afirmación según la cual "lo político es la matanza flsica entre hombres. Como d término de "enemigo",
distinción entre el amigo y e! enemigo" se habla vuelto prover­ también el de "lucha'' debe ser entendido aquí en el sentido
bial en fa España del siglo XVII), y del teórico indio Kautilia de una absoluta originariedad[ ... ] Los conceptos de "amigo",
(circa 300 A. C.), a quien había leído en fa traducción ale­ "enemigo" y "lucha" adquieren su significado real del hecho
mana de JJ Meyer. de que se mantienen en relación de modo específico con la
posibilidad real de la eliminaci6n fisica [aufdie rede Moglichkeit
de,phy.<uhm Iotung'¡ (ibid., pp. 115­116; ed. m., p. 20).

90 91
Gtcrgío Agamben
No1:1. sobre b guerra, d juego y el enemigo

. Si, en est� sentido, es la guerra lo que determina el "sig­


mficado real de la enemistad, la cooriginariedad de los dos de la guerra, y la enemistad no tiene otro contenido que
términos, sin embargo, es desmentida de inmediato: "la esta posibilidad.
guerr� es consecuencia de la hostilidad, puesto que esta es
negación absoluta de cualquier otro ser. La guerra es sólo la 1/ Hablando d, '4 "posibilidad reai" d, una lucha, Schmitt
realización extrema de la hostilidad" {ibíd.). Esta no define retoma la definición tÚ la guerra de Hugo Grocio, que distingue
el contenido de la enemistad, sino que constituye sólo su entrt la guerra como acrio y la. guerra como scarus: "De ordi­ '
1

presupuesto: "la guerra no es por consiguiente propósito nario se designa con el tinnino "guerra" no una acción, sino 11
� meta, ni incluso únicamente contenido de la política, un estado; de suerte que la. guemz es el estado tÚ los individuos '

sm� s� !resupuesto [ Vorawsetwng] siempre presente como que resuelven sus contiendas por la faerr,a''. Grocio refiere a un 1
;
poslbllidad real, que determina de modo particular el pasaje d, Fiúln d, Akjandría (De specíal. legib., JI) ,n el cual
pensamiento y la acción del hombre, provocando así un el enemigo es definido m relación con la. gum­a, precisando, no
comportamiento político especifico" (ibíd., p. 117). La al obstante, que 'Se consideran enemigos no sólo aquellos que nos
menos aparente contradicción entre "es consecuencia" y atacan actualmente por mar o por tierra, sino tambiin aquellos
"presupuesto,, , que parece que organkan los medios de ataque contra nuestros puertos o
implicar una precedencia no
p�día por c!e�to escapársele a Schmitt, que la subraya a.:ices nuestras murallas, aunque todavla no nos hayan agredido''.
bien al _escribir en bastardilla el término "presupuesto"; en Cita, además, '4 distinción d, Servio entre '4 guerm ("elperiodo
cualquier caso, el rango primario de la guerra en la deci­ de tiempo durante el cual se atd ocupado en los preparativos tÚ
sión de la enemistad se reafirma poco después: "Todavía los actos tÚ hostilidad") y la batalla ("que se dice del momento
hoy, el caso de guerra es el 'caso decisivo' [der Ernstfa/1, en que efectivamente se a[,"de"). Es significativo que Hobbes,
el caso de emergencia, literalmente el 'caso serio']. Puede quien no podla desconocer el libro de Grocio, mencione la dis­
decirse que aquí, como en otros casos, precisamente el tinción en el momento de definir la condición del hombre en el
caso de excepción tiene una importancia particularmente estado de naturaleza como 'guemt de todo homb" contra todo
decisiva, capaz de revelar el meollo del asunto. En efecto, hombre: puesto qm la guerra no consiste únicamente en batallas
sólo en la lucha real se manifiesta la consecuencia extrema o en actos de combate, sino en un período en el cual la voluntad
del reagrupamiento político de amigo y enemigo. Es desde de di.sputar en batalla es suficientemente conocida" (úviatdn,
esta posíbílídad extrema que la vida del hombre adquiere L cap. XIII). No se trata, sin embargo, tÚ la posibilidad abs­
su tensión espcdficamente política" (ibíd., p. I I 8). El ca­ tracta. de un combate, sino, como Schmitt se toma el trabajo
rácter "político" de la vida humana deriva de la posibilidad de subrayar, de una posibilidad ''real� que se traduce, pues, en
una condición de hostilidad reconocible como tal

92
93
Giorgio Agambcn Nota sobre la guerra, el juego y el enemigo

3. Schmitt tenía canta conciencia del carácter proble­ así como la enemistad pre­supone ­es decir, pone­ la
mático de la relación entre la enemistad y la guerra, que guerra, de igual forma la guerra pre­supone ­es decir,
sintió la necesidad de volver sobre el tema en 1938 en un pone­ la enemistad. El concepto de "enemigo" no es en
artículo que lleva el título "Über das Verh3.lmis zwischen modo alguno primario: sólo es primaria la relación de
den Begriffen van Krieg und Feind" ("Sobre la relación presuposición recíproca entre los dos términos. Guerra y
entre los concept0s de guerra y de enemigo"] (significati­ enemistad permanecen tan estrechamente entrelazados,
vamente incluido como corolario en la reedición de 1963 que de ninguna manera es posible separarlos. La doctrina
de El concepto de lo político). El artículo comienza con la schmiuiana de la política es, en realidad y en la misma
resis perentoria: "enemigo es hoy el concepto primario medida, una doctrina de la guerra.
[der primiire Begrifl] (en relación al concepto de guerra)"
(Schmirt 2, p 598). En la tentativa de brindar una prueba H También en rlartículo dr 1937, "Totakr Feind, totakr
de ello, Schmitt emplea, sin citar a Gracia, la antigua pero Krieg, totakr Staat" el intento de definir la guerra a través
aparentemente insoslayable distinción entre "guerra como de la enemistad choca con las mismas contradicciones. Si, por
acción" y "guerra como status". Mientras que en la guerra una parte, Schmitt puedr en efecto comenzar escribiendo que
como acción, es decir, en lo vivo de las batallas y de las "el meollo de la cuestión estd en la guerra /lm Kricge sreckr
hostilidades, "un enemigo como adversario y contraparte der Kern der Dinge}" (Schmitr 3, p. 482), por la orra precisa
está tan inmediatamente presente y visible que no riene dt inmediato que "la guerra total recibe su sentido sólo a tra­
necesidad de ser presupuesto", en la guerra como estado vés de la enemistad total" (ibíd., pp. 482­483). Sin ,mbargo,
el enemigo permanece presente aunque cesen los com­ la afirmación no se prueba en modo alguno y es acaso por este
bates de modo que "aquí la enemistad es el presupuesto motivo que Schmitt siente la necesidad dr concluir reafirman­
[¼,raussetzung] manifiesta del estado de guerra" (ibíd.). do la primada de la enemistad sobre la gurrra: "Guerra y
Al invertir de este modo la definición del capítulo 3 enemistadpertenecen a la historia de los pueblos. El peor mal
del ensayo, Schmitt no podía dejar de advertir que estaba nace, no obstante, cuando, como en /aguerra en 1915­1918,
reivindicando de alguna manera la circularidad de la rela­ la enemistad se drsarrolla de la gurrra, en vtz de que, como
ción entre las dos nociones: la guerra es el presupuesto de sería justo y sensato, una preexistente, inmutabk, pura y total
la enemistad y la enemistad es el presupuesto de la guerra. enemistad coruluzca alju ido divino de una guerra total" (ibid,
El hecho de que el término "presupuesto" esté escrito en p. 485). La mención dr un "juicio divino" [Gottesurteil]
ambos casos en bastardilla implicará con verosimilitud revela la conciencia de que, si se prescinde de la gurrra, no
una remisión a la lógica hegeliana de la presuposición: hay en última instancia otro criterio para definir al enemigo.

95
Nota sobre la guerra, el juego y el enemigo
Giorgio Ag:a.mbcn

por el status civilis, para Schmirt coincide con la condi­


La guerra es verdaderamente la suprema ordalía que decide ción política del hombre. El hombre es peligroso porque
de una vez para siempre las categorías de lo político. puede matar en una guerra, pero puede hacerlo porque es
peligroso por naturaleza. El estado de naturaleza define
la peligrosidad del hombre, pero esta es también el único
4. La circularidad es un carácter constante de la ar­ contenido del estado político.
gumentación del ensayo. Vuelve ranro en la definición Una circularidad consciente, si bien no se declara como
de la relación entre el Estado y lo político como en la de tal, deja de ser viciosa. Todo demuestra que forma parte de
la relación ­a la cual se dedica el importante capítulo ?­ una estrategia, en la cual la política y la guerra, el Estado
entre estado de naturaleza y política. Si el axioma con
y la política, el status natura/is y el status civilis se_ presupo­
que comienza el ensayo reza: "El concepto de Estado nen y se constituyen recíprocamente. E� esencial_ para el
presupone el de lo político" (Schmitc 1, p. 101), es decir autor que la guerra se mantuviese en Intima relación con
la posibilidad de provocar la eliminación física, puede la política, la cual se definía de este modo a _cr:vés de l_a
decirse con igual legitimidad que lo político presupone posibilidad de matar. En este sentido es decisiva la tests
el Estado, desde el momento en que, como argumenta el de que "Los conceptos de 'amigo', 'enemigo' y 'luch� ad­
capítulo 5, al Estado en cuanto "unidad política decisiva" quieren su significado real del hecho de que s� �­ant1enen
le pertenece el ius belli, esto es, "la posibilidad de exigir de en relación de modo específico con la posibilidad real
quienes pertenecen al propio pueblo la disposición amo­ de la eliminación física". (p. 116). La oposición amigo/
rir y a matar" (ibíd., p. 129). Por otra parte, la capacidad
enemigo no es sino un eufemismo destinado a cubrir con
de matar en una guerra, que define lo político, reposa a
palabras menos fuertes lo que la apostilla a la edición de
su vez en un "estado de naturaleza" [Naturzusuind] (ibíd., 1932 define como la res dura de lo político. Una crítica a
p. 144; ed. or., p. 47), en el cual el hombre se presenta la concepción schmittiana de lo político no puede por lo
como un ser fundamencalmence "malo" (base]. "Todas las tanto conformarse con denunciar su circularidad, que logra
teorías políticas en sentido propio presuponen al hombre
capturar y articular dentro de sí las oposiciones_ fundadoras
como 'malo', vale decir, lo consideran un ser extremada­ de las cuales tenía necesidad; la crítica debería interrogarse
mente problemático, más aún, 'peligroso' [gefahrliches]" más bien sobre lo que ha quedado por fuera, esto es, sobre
(ibid., p. 146; ed. or., p. 49). Como ya habla señalado cuanto debía ser excluido a cualquier costo del ámbito de
Leo Strauss (trad. fr.: p. 196), Schmitt vuelve a darle va­ lo político.
lor al status natura/is hobbesiano, pero mientras que para
Hobbes este era algo que debía ser abolido y sustituido

97
%
Giorgio Agamben Nota sobre la guerra, el juego y el enemigo

N Al definir la político a travis d, la posibilidad d, provocar ("El día en el que siquiera la simple eventualidad de una
la eliminación foica, Schmitt no hacía otra cosa que retomar distinción entre amigo y enemigo desaparezca, entonces
una tradición que, para t4 remitía directamente a Hobbes y al habría una sola concepción del mundo, una cultura, una
mutual fear {temor reciproco} que dmva d,/ hecho d, que todos civilización [Zivilisation1, una economía, una moral, un
los hombres son iguales en cuanto a la posibilidad de matar derecho, un arte, un divertimento [ Unterhaltung], etcétera,
("Son iguales quienes poseen cosas iguales. Quienes poseen lo qzu no contaminados por la política [politikreine}, pero ya no ha­
hay de mJ.s grande y terrible, es decir, tronchar la vida, poseen bría política ni Estado") (Schmitt 1, p. 138; ed. or., p. 42).
cosas iguales. Todos los hombres son por W tanto naturalmente y agrega a continuación: "Hemos destacado el �érmmo
iguales" (Hobbes l 3). Mis investigaciones han demostrado, sin 'divertimento', porque Schmitt hace todo lo posible por
embargo, que !.a producción de una. vida a la que se puede dar hacerlo casi desaparecer en una enumeración de ocupa­
muerte­una vida sacra•� constituye desde el comienzo el um­ ciones serias; en particular el 'etcécera' que sigue después
bral d,I edificio jurídico­político d, Occidente. La estrategia d, del término impide ver que 'divertimento' es en verdad
Schmitt se diferencia, en esta perrpectiva, sólo por la voluntad el último miembro de la serie, su finis u/timus. Lo que
de subordinar este hecho primario a un concepto de enemistad, Schmitt quiere hacer comprender es esto: los adv�rsarios
que incluso recibe de aquel tu contenido esencial de lo polícico pueden decir lo que quieran, pueden mvocar
para justificar sus proyectos, las más altas .aspiracio.nes de
\os hombres, su buena fe no escá en cuestión; admitamos
5. Scrauss brinda en su recensión un valioso indicio que la ideología, la cultura, etcétera no son necesariamente
para una indagación sobre las razones no dichas de la divertimentos, pero pueden, sin embargo, cransf�rmarse
estrategia schmittiana. Según Scrauss, la razón última de en eso. Al contrario, es imposible asociar la polínca Y el
la de6nición schminiana de lo político reside en la volun­ Estado con el divertimento, la política y el Estado son
tad de negar por codos los medios toda concepción de la Ja única garantía que impide que el mundo se vuelva un
sociedad humana que se base en la exclusión de la guerra. mundo de divertimentos y de distracciones, un mundo
"Schmin no rechaza este ideal por utópico ] ... ] simplemen­ carente de seriedad" (Srrauss, p. 152).
te se horroriza ante él. Que no muestre sus sentimientos En la interpretación de Scrauss, el problema de Schmitt
de modo moralizante, sino que por el contrario intente se resume en la contraposición entre la "seriedad" de lo
ocultarlos, no hace sino darle más fuena a su polémica" político y el "divertimento" al que se reduce una sociedad
(Scrauss, p. 151). En este punto, Strauss cita el pasaje del despolitizada. "Se comprende entonces por qué Schmitt
ensayo en el cual Schmitt revela su verdadera intención rechaza el ideal del pacifismo (y, más fundamentalmente

98 99
Nota sobre la guerra, el juego y el enemigo
Giorgio Agambcn
6. Raramente sucede que un autor confirme y autorice
todavía, el de la civilización) y por qué afirma lo político. una interpretación de la que había sido objeto. Es lo que
Afirma lo político porque considera que la seriedad de sucedió con el pasaje de la recensión de Strauss que acaba­
la vida humana está amenazada cuando lo polírico está mos de examinar. En la recdición de 1963, exactamente
amenazado" (ibíd., p. 153). treinta y un años después de que Strauss publicara sus
Resta preguntarse­cosa que Strauss omite hacer­ por qué "Observaciones", Schmitt añade a su ensayo una nota que
la seriedad de la vida debe consistir esencialmente en la ex­ reza: "En su recensión de 1932 ( ... ] Leo Strauss se detiene
posición a una amenaza de muerte violema. Como Schmitt en d término 'divertimentd. Lleva razón. El término, en
escribe algunas páginas ames, con una claridad que no efecto, no es apropiado y corresponde a la etapa, a la s:zón
actuali�ad
deja dudas al respecto: incompleta, en que se hallaba mi reflexión. En la
diría 'juego' (Spit� para así expresar con mayor énfasis �l
Un mundo en el cual definitivamente se ha dejado concepto opuesto a seriedad' (ibíd., p. 138). Luego de remi­
de lado y destruido la posibilidad de una lucha de tir al libro de 1956, Hamkt oda H,kuba. Der Einbruch d,r
este tipo, un globo terrestre definitivamente paci­ Zeít in das Spitl, la nota continúa distinguiendo entre una
ficado, será un mundo ya sin la disrinción entre clase de juego que deja abierta la posibilidad de_ un antago­
amigo y enemigo y, en consecuencia, un mundo nismo aunque sólo sea convencional, entre los Jugadores, Y
sin política. En él podrá haber contraposiciones y otro e� el cual, como ocurre en la teoría matemática de los
contradicciones muy interesantes, competencias e juegos, "amistad y hostilidad simplemente se contabilizan Y
intrigas de todo tipo, pero seguramente no habrá sucede como en el juego de ajedrez, en el que el contraste
ninguna contraposición sobre cuya base se pudiese entre las piezas blancas y las piezas negras ya no tiene nada
requerir a los hombres el sacrificio de su propia vida y que ver con la amistad y la hostilidad". .
pudiese autorizarlos a derramar sangre y a matar a otros En Hamlet o Hicuba, libro al que remite la nota,
hombres (Schmitt l, p. 118). Schmitt, retomando la distinción benjaminiana entre
Trautrspitly tragedia, evoca de manera crítica, si bien con
Una vez más, la irrenunciable seriedad de lo político aparente distanciamiento, la difusión del paradigma del
consiste en la producción de una vida que puede ser juego en la cultura de aquellos años! �em��stra conoc�r
matada. Sólo es verdaderamente serio [Ernst] el "caso de sus implicaciones filosóficas y reológicas: Es_ necesario
guerra" [Ernstfam, distinguir ­escnbe­ entre Trauertpíel y tragedia, Y man­
tenerlos separados, de modo que la especificidad de la

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Giorgio Agamben Nota sobre la guerra, el juego y d enemigo

tragedia no se pierda y la seriedad de lo auténticamente 7. •Por qué era tan importante para Schmitt la exclu­
trágico no desaparezca. Hoy hay una amplia filosofía y sión Je1 paradigma del juego? En esca ocasión el propio
hasta una teología de lo lúdico. Siempre ha habido tam­ Schmitt nos da un indicio, precisamente en el comienzo
bién una verdadera piedad que se considera a sí misma y su del artículo de l 938, "Über das Verh:iltnis zwischen den
existencia sobre la Tierra como dependiente de Dios, como Begriffen von Krieg und Feind". Tras haber enunciado el
un juego de Dios [ ... ] Siguiendo a los cabalistas, Lucero teorema según el cual "el concepto de enemigo es hoy el
habló del juego que Dios juega durante muchas horas al concepto primario en relación al concepto d e guerra" , evo­
día con el Leviatán [ ... ] El pensamiento de que Dios juega ca una serie de fenómenos correlacionados para los cuales
con nosotros nos puede elevar hasta una teodicea optimista el teorema no es válido: "Esto no vale ­escribe­ para la
o arrojarnos en el abismo de una irónica desesperación O de justa, la guerra de gabinetes o el duelo o para especies de
un agnosticismo sin fondo. Todo, desde la obra de Dios guerra similares sólo 'agonales' [nur 'agonalt' Kriesgsartenl
omnipotente y omnisciente hasta el actuar de las creacuras (Schmict 2, p. 598)". Hay, pues, guerras que no son tales
irracionales o no, puede remitirse a la esfera del juego. y que deben excluirse de la política, porque de otro modo
Ante tanta ambigüedad, nos detenemos en el hecho de podrían cuestionar la definición que Schmitt dio de esta.
�ue, .ª1 menos para nosotros, pobres hombres, el juego En 1938 había aparecido la última obra importante de
implica la negación de la seriedad". Johan Hui:únga, Horno ludens, que se proponía restituir
La contraposición entre lo serio y lo lúdicos como al juego su centralidad en la historia de. la cu�cura � de
criterio de lo político no podría ser más clara. La política considerar la sociedad humana sub speae ludt. El libro
que se basa en la oposición amigo/enemigo en ningún caso contenía dos capítulos que nos interesan de modo par­
p.uede ser Spiel; por esto, toda concepción que piense la ticular y que no podían no atraer la atención de Schmiu:
vida de los hombres en la dimensión del juego, por más el cuarto, dedicado a "Juego y derecho" y sobre codo el
que esté filosófica, teológica o estéticamente fundada, debe quinto ''El juego y la guerra" [Spiel und 1:rieg]. Hui�inga
ser desrerrada de la política. se detiene en especial en el significado y la 1mportanc1a del
término griego agón, sobre el cual yaJacob Burckhard, un
autor muy familiar para Schmitt, no sólo había llam�do
la atención, sino que incluso había acuñado el térmmo
' Cabe aclarar que e� '.talia�o e:I �djc:tivo lÍOíOS(J, que: Aga.mbcn emplea aquí
r que traduzco con ludlco , denva del latln iocosus, y ene de i= (broma
¡uego). El adjetivo italiano conserva en si agi,xo (Juego), al igual que .jocoso; ¡Kabintttkritgen el original alcmin, concepto que sc: opone a totakr l:"�• Y
en c:ucell�o. Remito al análisis filológico que Johan Hui:tingahacc al respecto que implica que los fines y recursos movilizados para la guerra son resrríngidos
en el capuulo II de la obra que Agambcn círa en el próximo pacigrafo. y visibles p.ira los a<lversvios.

102 103
Giorgio Agambcn Nota sobre la guerra, el juego y d enemigo

d�
"'agonal" precisamente para definir al hombre griego. A por lado en Barletta), con el acuerdo de que la victoria
través de una gran variedad de ejemplos­que comprenden pu
uno de ellos significaría la victoria�� c_o�o el � � Aquí
b ?·
obviamente también los fenómenos evocados por Schmitt la lucha agonal se aproxima a ese JUICIO de Dios con el
en el artículo citado, como el torneo, el duelo y todos los cual Schmitt, en el arcículo de 1937' (Schmitt �) define
demás casos definidos genéricamente como "guerras ago­ la guerra total. La ordalía o el Gottesurttil es precisamente
nales" ­, Huízinga demuestra que el agón, en Grecia como ese fenómeno en d cual una guerra adopta ¡� for�a de
en cualquier orca parte donde se haya dado, "presenta por un juego perfectamente serio, en el qu� la vicrona o la
lo tanto codas las características formales del juego y su derroca en un combate ricualizado consmuyen la prueba
función perrenecc casi integralmente a la esfera de la fiesta, de la voluntad divina.
que es una esfera del juego" (Huizinga, p. 37). Lo que la La conclusión sugerida por Huizinga es que la guerra,
investigación de Huizinga demuestra es que los conAictos en su forma originaria, puede ser considerada como un
aspecto esencr·a1 d e
agonales no constituyen en modo alguno una excepción la función agonística -y por lo canto
fu • 6
o un fenómeno marginal, sino que revelan constituir en l 'dica­de una sociedad dada. "El combate, como ne,. n
el mundo clásico y todavía hasta el siglo XVl un fenó­ ,:ltural
presupone siempre reglas que lo limitan y exige
meno de canea importancia que nos fuerza a cuestionar sea reconocido, al menos hasta cierto punto, el
que le
las divisiones habituales entre lo jurídico, lo religioso y lo carácter de juego" (ibíd., p. 89).
político, para entrar en una esfera en la cual el paradigma
del juego se convierte en el paradigma primario. No se x En ,/ libro de I 956 Hamlet o Hécuba, Schmitt "'_º'ª d,
traca sólo de Scheinkiimpfi, como la justa medieval, sino manera polimica, aunque sin nombrarlo, el libro de_ Huizt,?Kª·
de todos aquellos casos, como la guerra librada en el siglo Y no so, lo aluditnM a la difusión en aquellos anos de una
,_ ¡ J• " •
VII A.C. entre las dos ciudades griegas, Calcis y Ererria, la ,_ o"• y hasta una teología de w údíco , sino so bre
vasta jitosopa ¡•¡· . lic
guerra entre vándalos y alanos en España, el Combate de todo en la decidida afirmación según la cua e JU� imp a
los Treinta en Bretaña en 135 I o, aún en 1503, el Desafío la negación de lo serio", y en la remisión por medio de ur::i
de Barlecta, en los cuales una guerra coma la forma de un nota a un articulo de Rüdiger Altmann donde se lee que se
combate rítualizado mediante una serie precisa de pres­ comprende qui es eljuego sólo tras _haber aprendido_ qui es lo
cripciones y prohibiciones que evocan irresistiblemente serio': La. alusión a Huizinga es evidente. En el cap:;,�� su
las reglas de un juego. En los dos últimos casos citados, libro dedicado a la expresión lingüística deljuego, uizm�a,
el enfrentamiento entre los pueblos es sustituido por un luego de un atento examen dd vocabulario tkljuego en ��nas,
combate entre dos grupos de caballeros (crece caballeros lenguas indoeuropeas, en efecto escribía: ''el concepto de Jutgo

104 105
Giorgio Agambcn Nota sobre la guerra, el juego y el enemigo

parece ser primario respecto de su opuesto. La necesidad de un los Schánkdmpfe [batallas fingidas] y de los Kampfipiele
término abarcadorpara expresar el 'no­juego' debe de haber sido de los que se había ocupado tempranamente Usener en
más bien dibi/y las muchas expresiones para 'seriedad' son sólo un artículo de 1904 (Usener, pp. 435­447), en los cuales,
un intento secundario porparte del lenguaje afin de inventar un más que de un verdadero combate, se trataba, como en
concepto opuesto a Juq,o' [. . .] Los dos términos no tienen el mismo el ritual armado celebrado por los macedonios en el mes
valor: juego es positivo, seriedad es negativo. El significado de de Xandikós, de un "simulacro lúdico de una batalla"
'serio' se agota en la negadón de juego" (ibid., p. 44). [simulacro /udrico pugnae] (Tito Livio, XL 9, 10). Las
guerras que Brelich examina ­como aquella entre Calcis
y Eretria o entre Argos y Esparta­ son auténticas guerras,
8. En 1961, un alumno de Kerényi ydeAltheim, Angelo que implican combates y derramamiento de sangre y,
Brelich, publica en Bonn un volumen que lleva por título sin embargo, presentan características absolutamente
Guerre, agoni e cu/ti nella Grecia arcaica [ Guerras, agones y inexplicables dentro de la concepción de guerra a la cual
cultos en la Grecia arcaica]. Ya en 1932, en un libro titula­ estamos habituados. Ante todo, las ciudades en cuestión
do Staatsfarm und Po/itik, que había suscitado una amplia (esto es cierro, en particular, para Calcís y Eretria) no son
discusión y que difícilmente pudo haberle pasado inad­ de ninguna manera enemigas, sino que ames bien están
vertido a Schmitt, Hans Schaefer afirmaba resueltamente ligadas por antiguas relaciones de amistad, que siguen
el carácter agonístico de las guerras en la Grecia arcaica. siendo tales a pesar de la regular repetición de la guerra
Contraponía en este sentido al potemos el agón, en el cual a partir de tiempos míticos y legendarios. Sorprende
el combare no tenía otro propósito que la excelencia de la además que el objeto de la disputa sea siempre el mismo
areté caballeresca y podía por tanto implicar una limitación (en el caso citado, la pequeña llanura llamada Lelanron
de las armas ofensivas y la renuncia a la persecución de los pedion) y que no haya, para las poderosas ciudades que
enemigos y a la captura de prisioneros. Tres años más tar­ combaten, ningún interés económico o estratégico. Las
de, el libro de Vlcror Ehrenberg Ost und West, retomando fuentes nos informan luego que los adversarios acuerdan
el término acuñado por Burkhardt, dedicaba al rema un solemnemente (deposicando, como en el caso citado, una
capítulo con el título "Das Agonale". estela en el templo de Artemisa en Amarinto) excluir el
El libro de Brelich, que obviamente menciona estos uso de determinadas armas (por ejemplo, los arcos y las
antecedentes, es de particular interés porque se trata de hondas) o, como en la batalla decisiva entre Argos Y
la primera monografía enteramente dedicada al problema Esparta, que quienes combatieran fueran sólo trescientos
de las guerras agonales en Grecia. Brelich toma distancia de hombres por lado.

106 107
Nota sobre la guerra, el juego y el enemigo
Giorgio Agamben
Con la gradual alteración de las condiciones sociales, �ul­
Del hecho de que este tipo de combate comporte evi­ turales y religiosas y, en modo particular, con la formación
dentes elementos míticos y cultuales resulta que aquí se de la ciudad­Esrndo y de una religión politeísta y, por lo
trata de algo así como un combate ritual, que pertenece canto, con la desaparición de las auténticas iniciaciones,
más a la esfera de la religión que a la de la política. En también d carácter de las guerras de origen iniciático
los casos que Brelich examina, aparecen curiosamente el sufrirá profundas mmsformacioncs, aunque consc�a.rán
corte de los cabellos (o dejarlos crecer sin cortarlos) y durante siglos su carácter tradicional; en ellas es�a:3'� im­
el travestimicnto de los combatientes con ropas femeni­ plicados ya no sólo los jóvenes en edad de
neo­1mcta�os,
nas, prácticas que se reiteran con frecuencia en los ricos de sino codos los ciudadanos aptos para las armas; las rruras
pasaje o de iniciación. Además, los combates están ligados expansionistas de ciertas ciudades­Estado, los rencores
al culto de una divinidad (Artemisa Amarisia o Apolo suscitados por las pérdidas demasiado graves en los com­
Pitio en los dos casos en los que nos hemos detenido), de bates precedentes transformarán las contiendas rituales en
modo que el agón se presenta de algún modo como equi­ pollcico" (Brclich, P· 84).
guerras generales con trasfondo
valente a la celebración de un rito. De aquí la hipótesis o
la "situación tipo", que Brelich sugiere como conclusión Se reconoce aquí ­verificada en el caso específico de
de su investigación: dos tribus o dos ciudades, asentadas Grecia­ la hipótesis de Huizinga: las guerras, al menos en
en localidades vecinas y en relación amistosa una con la su núcleo más antiguo pertenecen a la esfera del juego Y•
otra, llegan a un acuerdo para instituir periódicamente evolucionado h_istóricamente en otr�
por más que hayan
un combare entre los jóvenes que en cada una de ellas necesario volver a situarlas dentro..de este
d.1recciones , es .
han terminado la carrera iniciática, marcando así el pasaje . iere comprenderse su función ongmana.
para d.,gma s1 qu '
hacia la edad adulta. No sólo las formas, sino también la
fecha y el objeto de la contienda se determinan por con­ 8 Un caso paradigmdtico de guerra agonal es e� célebre
episodio dtl combate entre los Horacios y /.os Curacíos. Una
vención: limitación de las armas y del número de com­
batientes, articulación según una cronología periódica, atenta lectura de las fuentes muestra que lo que aquí se �es­
como ocurre para las fiestas o para los ricos de iniciación tiona es la institución misma de la guerra como una re�lidad
y, por último, fijación, como objeto de la contienda, de lada ­o, como escribió Georges Dumézil, que dedicó un
regu L "<, ·· "El
una localidad considerada sacra por su posición de límite estudio ejemplar al episodio­ de Ul rncion guerr�ra .
Hostílio, es en efec10 descripto por
o por el hecho de estar en el centro del agón ritual, Es de tercer rey d.,• Roma • Tulo l
este paradigma arcaico que derivarían las guerras que nos las fuentes como "quien fundó todo el sistema militar y e arte
son familiares:

109

' º'
Giorgio Agamben Nota sobre la guerra, el juego y el enemigo

de la guerra" (Dumézil pp. 16­ 17) o, en palabras de Orosio, entre las cuales no existe ninguna enemistad Los Horacios y
militaris rei institutor (antes de él, de hecho, las guerras eran los Curacios no se matan porque son enemigos, ni son enemi­
más bien rapiñas violentas conducidas con engaiio, como gos porque pueden matarse: combaten a muerte por una razón
aquellas con los Sabinos). puramente agonal, en este sentido "por juego".
Convencido de que 'ffl el ocio la ciudad envejecía" {Sne!,cere
[ ..• J civiratem otio}, Tu/o Hostilio "por todas partes buscaba
pretextos para provocar una guerra" (Tito Livio, 1, 23) )1 9. Se comprende, entonces, la razón por la cual la exclu­
finalmente, lo encuentra con Alba. Aquí en las foentes todo sión del juego eraran importante para Schmitt. Las guerras
se complica: no sólo no queda claro cuál de las dos ciudades, agonales decididamente ponen en tela de juicio la relación
Roma o Alba, foe la que declaró la guerra, sino que sus pue­ circular entre enemistad y guerra que define lo político. Si
blos, romanos y albanos, estaban hasta tal punto ligados por es posible una guerra sin enemistad (y, en última instancia,
relaciones de amistad y de sangre (ambos descendían de los sin "eliminación física" o en la cual el asesinato no sirve
troyanos), que la guerra entre ellos se volvía algo así como una para definir lo político, sino, como la eliminación de un
guerra civil [civili simillimum bello, prope incer parentes trebejo en el juego de ajedrez, sólo para decidir el resulta­
na rosque/ (ib!d.). Esta guerra civil no es combatida, sin em­ do del agón), lo que desaparece es precisamente el criterio
bargo, por el conjunto de los ciudadanos, sino por dos grupos que permite discernir entre la "seriedad" de lo político y
de tres hermanos gemelos [trigemini fratres}, iguales en edad el impolítico "divertimento".
y valor. Tanto se trata de una contraposición puramente Los estudios más recientes no sólo parecen confirmar
agonal, que Tito Livio refiere que todav!a en sus tiempos no la posibilidad de guerras semejantes, sino que muestran
estaba claro a qué pueblo pertenecfan unos y otros [utrius antes bien que ese era el carácter originario de las guerras
populi Horarll, urrius Curiatii fuerinc/ y que él habla en el mundo clásico. [ean­Pierre Vernant observó que, en
elegido a los Horacios como representantes de Roma casi a un estadio más antiguo, la guerra no se presenta en Grecia
su arbitrio [ur inclinat animus}. Se establecen de consuno como una institución que sirve para resolver los conflictos
el tiempo y el lugar [tempus et locus convenir] y además entre los Estados, sino, más bien, como "un aspecto más entre
se cierra un pacto formal [Foedus}, de acuerdo con el cual el los intercambios interfamiliares, como una de las formas
pueblo vencedor "ejercerd el mando sobre el otro con buena que puede adoptar el comercio entre grupos humanos, al
paz" [alteri popuio cum bona pace imperitaret}. mismo tiempo asociados y opuestos" (Vernant, p. 11).
Lo esencial aquí es que, en el momento mismo de su insti­ Vernant subraya así la ambigüedad del término griego
tución, la guerra tiene la forma de un agón entre dos partes, xenosy del latino hostis (que Schmitt se había cuidado de no

110 111
Giorgio Agamben
Nota sobre la guerra, el juego y el enemigo
mencionar): estos designan tanto al extranjero y al
enemigo
cuanto al_ �uésped que es acogido en la casa para establecer de competición organizada, que no se dirige al aniquila­
una relación duradera de amistad. La misma ambigüedad miento de la realidad social y religiosa del adversario, "la
vuelve a encontrarse en el término griego othneios guerra clásica es un agón" (ibíd., p. 21). "Esta muestra un
. ífi 1 . , que
si�m ca e extranjero y el extraño y, a la vez, la relación de parentesco con los Grandes Juegos panhelénicos, donde
alianza entre familias (con este término Eurípides define la rivalidad, siguiendo un escenario en muchos aspectos
el e.st_arus �e Alcestis en la casa del marido). la guerra y el análogo, se ejerce de: modo pacífico. Quienes toman parte
°:�mmomo parecen tener, en esta perspectiva, una fun­ en los juegos se enfrentan en nombre de las mismas ciu­
cion complementaria: el matrimonio pone fin a la guerra dades que se disputan en la guerra. La identidad de los
y transforma a los dos grupos rivales en aliados unidos p protagonistas, la homología de estructura entre las dos ins­
la relación de philotes, como si el conflicto mirara a la cons­ tituciones conforman casi las dos caras, alternativamente
trucc'.ó� de una alianza, y el enemigo estuviera destinado a exhibidas, de un mismo fenómeno social: toda operación
constituirse como amigo (es así que Platón escribe q "Lo
. ue s militar debe suspenderse durante todo el tiempo en el que
griegos com b aten entre: ellos como si estuvieran destinad transcurre la celebración de los Juegos. Entre los combares
·¡­ " ­&pública, 471a).
a reconcmarse os
ficticios que confieren una forma ritualizada a la agresivi­
Vernanr muestra cómo roda una serie de prácticas dad interior de un grupo, los concursos que oponen entre
�gonales,_ que subsisten durante roda la historia ellos los distintos elementos de una comunidad ciudadana,
griega,
�an tesnmonio de esca íntima solidaridad entre el con­ los Grandes Juegos que reúnen a todas las ciudades griegas
flicto y la asociación [ ... ] como si los vínculos sociales se en una misma competición, y, por último, la guerra, hay
�strecharan a lo largo de las mismas líneas trazadas por el suficiente continuidad para que el pasaje pueda en ocasio­
Juego de las rivalidades" (Vernant, pp. 12l­l23). Analiza nes suceder desde una forma hacia la otra" (ibíd.). En este
e_n_es�a perspectiva las variadas formas de "combates fic­ sentido es particularmente instructiva la guerra entre los
rrcros ' pero que en realidad a menudo son sanguinarios megáricos, de quienes nos informa Plutarco en una de
como las Iirobollas de Trecén y Eleusis, la batalla entre lo; las Cuestiones griegas para explicar el origen del término
efebos espartanos en el Plaranistas y la lucha entre Janro doruxenos, "huésped de la lanza". Esta guerra entre las cin­
Melanto (el "rubio" y el "moreno"), que los atenienses c/­ co aldeas en las que estaban divididas las poblaciones me­
!e�r�b�n en el rito otoñal de las Apaturias, en las cuales
la gáricas se combaría, escribe Plutarco, "de modo doméstico
m1c1ac1ón �élica parece ir a la par de la integración social. y como entre parientes [emeros kaí syggenikos]" (Plutarco,
La conclusión a la que arriba Vernanr es que, en su forma 17). Quien capturaba a un prisionero lo llevaba a su casa
y, tras haber dividido con él la sal y la comida, lo enviaba
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Giorgio Agambcn Noca sobre la guerra, el juego y el enemigo

libre a casa, a cambio de un rescate que podía aceptar sólo integra en su propio universo político ese mundo de la guerra que
después de haberlo liberado. "A aquel que había pagado la leyenda heroica exaltaba separdndolo de la vida ordinaria"
el rescate
. se lo. tenía en gran consideración y segu'1a sien
. do (Vernant, p. 19). La guerra deviene de este modo una faneión de
am1�0 para siempre [phi/os, que implicaba la pertenencia /a pólls como tal. sustraída aljuego de las relaciones entre gru-
al mismo grupo familiar] de quien lo había capturado y pos cultuales y clases de edad. Puede decirse que la politización
�ar esto era llamado no doria/otos (prisionero de la lanza)' de la guma va de la mano de /,a politización de la identidad
smo doruxmos, huésped de la lanza". La función social ciudadana descripta por Christian Meier para la Atenas del
de 1� guerras agonales es aquí evidente: se trata de crear siglo V (cfr. Stasis, pp. 26-28). De cualquier manera, con ,1
relaciones de alianza y de philia entre grupos aumento de las dimensiones de la ciudady, en particular, gracias
'd . que no se
c_on�t eran enemigos, sino más bien xenoi en el doble al desarrollo de la guerra naval, la guerra tendió necesariamente
significado del término: extranjeros y huéspedes. Podemos a constituirse como una actividad separada., que tenia sus finali­
entonces prop�ner la hipótesis ­opuesra a la de Schmitt­ dades y sus medios particulares y requería de especialistas a todos
:1
de que e? ongen la guerra era un aspecto de la función los niveles e incluso de mercenarios. El modelo agonal, no obstan­
agonal­Iúdlca, consustancial con la convivencia entre los te, nunca fue completamente borrado, porque "las ciudades en
�ombre�, a través de la cual se construyen relaciones de conflicto no buscaban tanto aniquilar al adversario y destruir
integración y de philia entre grupos extraños o e 1 su ejército como hacerlos reconocer, en el curso ,ú una prueba
dl · ,neseno
e a misma comunidad, entre distintas ciases de edad. La regulada como un torneo, la superioridad de la fuerza del otro
gue�ra c��o nosotros la conocemos es, por el contrario, [ . .} el tratado de paz deberd alfin consagrar este superior poder
el dispositivo a través del cual la función agonal­Iúdica es de kracein, del cual una de las dos partes habrá dado muestra en
capturada por el Estado y dirigida a otros fines. el campo de batalla" (ibid., p. 18). El modo en que este modelo
ha sido progresivamente suprimido en la historia moderna de
X Los estudios contenidos en el volumen dirigido por Occidente, hasta llegar a los conflictos actuales, en los cuales toda
Vt­rnant muestran de qué modo lafanción de la regla agonal se halla ausente y el enemigo asume la figura del
Grecta· transforma progresivamente en guerra en
criminal y del inhumano, es un problema que no entra en los
se_ correspondencia con
la evolución. de. la ciudad­Estado " pnmer
­ · un . momento en este límit.es de esta nota, que únicamente se proponía mostrar que
proceso coincide con la reforma política alrededor del siglo la definición schmittiana de la política a través de la enemistad
v7 A.C Al extender al conjunto de lospequeflospro,p.' . y la guerra resulta contradictoria, puesto que en realidad tiene
d'
quepo �an =r: . ie anos
como hoplitas los privilegios militares
de la ansrocracia, 'la ciudad absorbe lafa naon ., guerrera e
como objetivo excluir una distinta y mds antigua. concepción
de la guerra, cuyos rasgos esenciales hemos procurado delinear.

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