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En El misterio del mal, Giorgio Agamben intenta

comprender la renuncia del Papa Benedicto XVI. El Giorgio Agamben


filósofo observa esa decisión en su ejemplaridad, o sea,
por las consecuencias que de ella pueden extraerse
para un análisis de la situación política de las demo­
cracias en las que vivimos.
Con su “gran renuncia”, Benedicto XVI ha dado
prueba no de vileza, sino de un coraje que hoy adquie­
re un sentido y un valor ejemplares. ¿Por qué esta
decisión hoy resulta ejemplar? Porque señala la distin­
ción entre dos principios esenciales de nuestra
tradición ético-política: la legitimidad y la legalidad.
El misterio del mal
Si la crisis que está atravesando nuestra sociedad es tan
profunda y grave, es porque esta no sólo cuestiona la
legalidad de las instituciones, sino también su legitimi­ I\« ii. •11« i• > \VI y i-| lin ele los tiempos
dad. Los poderes y las instituciones hoy no se encuen­
tran deslegitimados porque han caído en la ilegalidad;
más bien es cierto lo contrario: la ilegalidad está tan
difundida y generalizada porque los poderes han
perdido toda conciencia de su legitimidad.
El intento de la Modernidad de hacer coincidir
legalidad y legitimidad, buscando asegurar por el
derecho positivo la legitimidad de un poder, es
-como resulta del indetenible proceso de decadencia
en el que han entrado nuestras instituciones demo­
cráticas- absolutamente insuficiente. Las institucio­
nes de una sociedad se mantienen vivas sólo si estos
dos principios siguen estando presentes y actúan en
ellas sin pretender coincidir jamás.

Adriana
Giorgio Agamben nació en Roma en 1942.
En su juventud asistió a los célebres seminarios
de Martin Heidegger en Le Thor. Ha dictado
cursos en diversas universidades europeas. Fue
director de programa en el Collége Internatio­
nal de Philosophie de París. Actualmente, es
profesor de Iconología en el Instituto Universi­
tario de Arquitectura de Venecia.
Entre sus libros se destacan El hombre sin
contenido (1970), Estancias: lapalabray elfantas­
ma en la cultura occidental (1977), El lenguaje y
la muerte (1982), Idea de la prosa (1985), La
comunidad que viene (1990), Homo sacer (1995),
Medios sinfin (1996), Lo que queda deAuschwitz
(1998) y El tiempo que resta (2000).
Adriana Hidalgo publicó Infancia e historia
en 2001, cuya quinta edición aumentada data de
2011, Estado de excepción (tercera edición, 2007),
Profanaciones (tercera edición, 2005), Lo abierto
(segunda edición, 2007), La potencia del
pensamiento (2007), El Reino y la Gloria (2008),
Signatura rerum (2009), Elsacramento del lengua­
je (2010), Desnudez (2011), Opus Dei (2012) y
Altísimapobreza (2013).
El misterio del mal
Giorgio Agamben

El misterio del mal


Benedicto XVI y el fin de los tiempos

Traducción de M aría Teresa D’Meza


Revisión al cuidado de Flavia Costa

II
Adriana Hidalgo editora
Agam ben, Giorgio
El m isterio del m al: Benedicto XVI y el fin de los tiempos - Ia ed.
Buenos Aires: A driana H idalgo editora, 2013
88 p.; 19x13 cm - (filosofía e historia)
Traducido por: M aría Teresa D’Meza
ISBN 978-987-1923-28-1
1. Filosofía Contem poránea. I. D ’M eza, M aría Teresa, trad. A d v e r t e n c ia
C D D 190

filosofía e historia
M ysterium in iquitatis reproduce el texto inédito de
Título original: II mistero d el male. Benedetto XVI e la fin e dei tempi
Traducción: María Teresa D’Meza
una conferencia pronunciada en Friburgo (Suiza) el 13
de noviembre de 2012, en ocasión del otorgamiento de
Editor: Fabián Lebenglik la distinción honoris causa en Teología. Los temas tratados
Diseño: Gabriela Di Giuseppe
allí se cruzan tan estrechamente con el posterior intento
Ia edición en Argentina: septiembre de 2013 de interpretación de la abdicación de Benedicto XVI (“El
1" edición en España: septiembre de 2013 misterio de la Iglesia”), que no he creído necesario solapar
© 2013 by Giorgio Agamben su proximidad moderando asonancias y repeticiones. En
Originally published by Gius. Laterza & Figli Spa, Roma-Bari efecto, ambos textos reflexionan sobre un mismo proble­
© Adriana Hidalgo editora S.A., 2013
ma, el del significado político del tema mesiánico del fin
www.adrianahidalgo.com
de los tiempos, hoy como veinte siglos atrás.
Maqueta original: Eduardo Stupía

ISBN Argentina: 978-987-1923-28-1


ISBN España: 978-84-15851-08-0

Impreso en Argentina
P rinted in Argentina
Queda hecho el depósito que indica la ley 11.723

Prohibida la reproducción parcial o total sin permiso escrito


de la editorial. Todos los derechos reservados.

El editor italiano agradece a la editorial Einaudi y a Edizioni D ehoniane Bologna


la gentileza de autorizar la reproducción de los fragmentos presentes en el “A péndice”.
E l m is te rio d e l m a l
XVI y e l f in d e l o s t i e m p o s
B e n e d ic t o
El m ist e r io d e l a Ig l e s ia
1

En estas páginas intentaremos comprender la decisión


del Papa Benedicto XVI, situándola en el contexto teo­
lógico y eclesiológico que le es propio. Y, sin embargo,
observaremos esa decisión en su ejemplaridad, o sea, pol­
las consecuencias que de ella pueden extraerse para un
análisis de la situación política de las democracias en las
que vivimos.
Estamos convencidos de que, cum pliendo la “gran
renuncia”,* Benedicto XVI ha dado prueba no de vileza
-como, según una tradición exegética nada segura, habría
escrito Dante acerca de Celestino V -, sino de un coraje
que hoy adquiere un sentido y un valor ejemplares. Las
razones esgrimidas por el Pontífice para fundamentar su
decisión, sin duda en parte verdaderas, de ninguna manera
pueden explicar un gesto que en la historia de la Iglesia
tiene un significado m uy especial. Y este gesto adquiere
todo su peso si se recuerda que el 4 de julio de 2009 Bene­
dicto XVI había depositado sobre la tumba de Celestino V
en Sulmona el palio que recibiera en el momento de su

'En italiano, “gran rifiuto” [más literalmente, “gran rechazo”], frase de la


D ivina com edia que muchos comentadores de Dante han relacionado con la
renuncia del papa Celestino V.
investidura, como prueba de que la decisión había sido legislar sobre todo, antes bien conlleva, por medio de un
meditada. Celestino V había fundamentado su abdicación exceso de legalidad formal, la pérdida de toda legitimidad
casi con las mismas palabras que Benedicto XVI, hablando sustancial. El intento de la Modernidad de hacer coincidir
de “debilidad del cuerpo” (debilitas corporis ; Benedicto legalidad y legitimidad, buscando asegurar por el derecho
XVI argumentó una disminución del “vigor del cuerpo”, positivo la legitimidad de un poder, es -com o resulta del
vigor corporis) , y de “enfermedad de la persona” (infirm itas indetenible proceso de decadencia en el que han entrado
personae)-, pero ya las fuentes antiguas nos informan que nuestras instituciones democráticas- absolutamente insu­
la verdadera causa debía buscarse en su desdén por los ficiente. Las instituciones de una sociedad se mantienen
“fraudes y simonías de la corte”. vivas sólo si estos dos principios (que en nuestra tradición
¿Por qué esta decisión hoy nos resulta ejemplar? Por­ también han recibido el nombre de derecho natural y de­
que atrae con fuerza la atención a la distinción entre dos recho positivo, de poder espiritual y poder temporal o, en
principios esenciales de nuestra tradición ético-política, Roma, de auctoritas y potestas) siguen estando presentes y
de la cual nuestras sociedades parecen haber perdido actúan en ellas sin pretender coincidir jamás.
toda conciencia: la legitim idad y la legalidad. Si la crisis
que está atravesando nuestra sociedad es tan profunda y
grave, es porque esta no sólo cuestiona la legalidad de las
instituciones, sino también su legitimidad-, no sólo, como
demasiado a menudo se repite, las reglas y las modalidades
del ejercicio del poder, sino el principio mismo que lo
funda y legitima.
Los poderes y las instituciones hoy no se encuentran des­
legitimados porque han caído en la ilegalidad; más bien es
cierto lo contrario: la ilegalidad está tan difundida y gene­
ralizada porque los poderes han perdido toda conciencia de
su legitimidad. Por eso es inútil creer que puede afrontarse
la crisis de nuestras sociedades a través de la acción -sin
duda necesaria- del poder judicial. Una crisis que golpea
la legitimidad no puede resolverse exclusivamente en el
plano del derecho. La hipertrofia del derecho, que pretende
Por eso el gesto de Benedicto XVI nos parece tan im ­
portante. Este hombre, que era el jefe de la institución que
ostenta el más antiguo y pregnante título de legitimidad,
con su gesto viene a poner en cuestión el sentido mismo
2
de este título. Frente a una curia que, olvidada por com­
pleto de su propia legitim idad, sigue obstinadamente las
razones de la economía y del poder temporal, Benedicto
Siempre que se evoca la distinción entre legitimidad y
XVI eligió usar sólo el poder espiritual, de la única manera
legalidad, es menester precisar que por ello no se entiende,
que halló posible, es decir, renunciando al ejercicio del
según una tradición que define el pensamiento así llamado
vicariato de Cristo. De esta forma, la Iglesia misma ha
reaccionario, que la legitimidad sea un principio sustancial
sido puesta en cuestión desde sus raíces.
jerárquicamente superior, del cual la legalidad jurídico-
política no sería más que un epifenómeno o un efecto.
En cambio, entendemos que legitimidad y legalidad son
las dos partes de una única máquina política, que no sólo
nunca deben aplanarse la una sobre la otra, sino que ade­
más siempre deben quedar de algún modo operantes para
que la máquina pueda funcionar. Si la Iglesia reivindica un
poder espiritual al cual el poder temporal del Imperio o de
los Estados debería seguir subordinado —como ocurrió en
la Europa medieval-, o si -como ocurrió en los Estados
totalitarios del siglo XX- la legitimidad pretende prescindir
de la legalidad, entonces la máquina política gira en el vacío
con resultados a menudo letales. Si, por otra parte -como
ha ocurrido en las democracias modernas-, el principio legi­
timador de la soberanía popular se reduce al momento elec­
toral y se resuelve en reglas procedimentales jurídicamente
prefijadas, la legitimidad corre el riesgo de desaparecer en
la legalidad y la máquina política se paraliza de igual modo.
la que el joven Ratzinger concentra su atención. “El con­
tenido esencial de la doctrina del corpus bipartitum —escri­
b e- consiste en la tesis de que el cuerpo de la Iglesia tiene
dos lados o aspectos: uno, ‘siniestro’ y otro, ‘diestro’; uno,
3 culpable y otro, bendito, que constituyen sin embargo un
solo cuerpo. Aún más fuertemente que en la dualidad de
los hijos de Abraham y de Jacob, Ticonio halla expresada
Para una comprensión más profunda del gesto de esta tesis en aquellos pasajes de las Escrituras en los que
Benedicto XVI, es preciso restituirlo al contexto teológi­ se hacen visibles no sólo los dos aspectos, sino también
co, que es el único que permite apreciar plenamente su su cohesión en un único cuerpo: fu sca sum et decora , dice
significado y, en especial, a la concepción que el propio la esposa del Cantar de los cantares (1, 4), ‘soy negra y
Papa tiene de la Iglesia. En el año 1956 el teólogo trein- bella’, es decir: la única esposa de Cristo, cuyo cuerpo es
tañero Joseph Ratzinger publica en la R evue des Étndes el de la Iglesia, tiene un lado ‘siniestro’ y uno, ‘diestro’,
augnstinienn.es un artículo titulado “Beobachtungen zum comprende en sí tanto el pecado como la gracia” (Ratzinger 1,
Kirchenbegriff des Tyconius im Liber regularu m ” [Obser­ pp. 179-180).
vaciones sobre el concepto d e Iglesia en el L iber regularum Ratzinger subraya la diferencia de esta tesis respecto de
de Ticonio]. la de Agustín, quien no obstante se inspiró en Ticonio y
Ticonio, activo en Africa en la segunda mitad del siglo en su idea de una Iglesia perm ixta de bien y de mal. “No
IV y a menudo clasificado como hereje donatista, es en hay en él (en Ticonio) esa clara antítesis entre Jerusalén
realidad un extraordinario teólogo sin el cual Agustín y Babilonia, tan característica de Agustín. Jerusalén es si­
nunca habría podido escribir su obra maestra, La ciu d ad multáneamente Babilonia, la incluye en sí misma. Ambas
de Dios. Su Liber regularum (única obra conservada, junto constituyen una sola ciudad, que tiene un lado ‘siniestro’ y
a los fragmentos de un Comentario a l Apocalipsis) contiene, otro, ‘diestro’. Ticonio no desarrolló, como Agustín, una
en efecto, bajo la forma de una serie de siete reglas para doctrina de las dos ciudades, sino la de una sola ciudad
la interpretación de las Escrituras, un verdadero tratado con dos lados” (ibíd., pp. 180-181).
de eclesiología. La consecuencia de esta tesis radical, que divide y une al
La segunda regla, que lleva por título “De Domini mismo tiempo a una Iglesia de los malvados con una Iglesia
corpore bipartito” y que tiene su correspondencia en la de los justos, consiste, según Ratzinger, en que la Iglesia es
séptima regla, “De diabolo et eius corpore”, es aquella en —hasta el Juicio final- a la vez Iglesia de Cristo e Iglesia del
G iorgio
O
Agam
O
ben

Anticristo: “De ello se sigue que el Anticristo pertenece a


la Iglesia, crece en ella y con ella hasta la gran discessio, que
será introducida por la revelatio definitiva” (ibíd., p. 181).

Es sobre este último punto que conviene reflexionar


para comprender las implicaciones de la lectura deTiconio
sobre la concepción -y a sea en el joven teólogo de Frisinga,
ya sea en el futuro Papa- de la esencia y del destino de la
Iglesia. Ticonio distingue, como hemos visto, una Iglesia
negra {fusca), compuesta por los malvados que forman el
cuerpo de Satanás, y una Iglesia justa {decora), compuesta
por los fieles de Cristo. En el estado actual, los dos cuerpos
de la Iglesia están inseparablemente fundidos, pero estos
se dividirán al final de los tiempos: “Este adviene desde
la pasión del Señor hasta el momento en que la Iglesia
que retiene sea quitada de en medio del misterio del mal
{mysterium fa cin oris ), a fin de que, cuando haya llegado el
momento, el impío sea revelado, como dice el Apóstol”
(Ticonio, p. 74).
El texto de la Escritura que cita Ticonio (“como dice
el Apóstol”) es el mismo al que Ratzinger alude hablando
de una “gran discessio se trata del célebre y oscuro pasaje
de la Segunda Epístola de Pablo a los Tesalonicenses, que
contiene una profecía sobre el fin de los tiempos. Lo re­
producimos aquí, en una traducción lo más fiel posible:
Os rogamos, hermanos, en cuanto a la venida de nuestro
Señor Jesucristo, y de nuestra reunión con él, que no os
dejéis turbar en vuestra mente ni asustar por inspiracio­
nes o discursos, ni por una carta que se pretende enviada
por mí, como si el día del Señor fuese inminente. Nadie 5
os engañe de ninguna manera; porque [no vendrá] si
antes no viene la apostasía y no se revela el hombre de la
anomia (ho ánthropos tés anomías), el hijo de la destruc­ El pasaje se refiere al fin de los tiempos, cuyo adveni­
ción, aquel que se opone y se levanta por sobre todo ser miento está relacionado con la acción de dos personajes,
que se llama Dios, o que es objeto de culto; hasta sentar­ el “hombre de la anomia” (o el “fuera de la ley”, ánomos)
se en el templo de Dios, mostrándose como Dios. ¿No y “aquel (o aquello) que retiene”, o sea, retrasa la venida
os acordáis de que cuando yo aún estaba entre vosotros de Cristo y el fin del mundo. Aunque Pablo parece no
os decía estas cosas? Ahora vosotros sabéis lo que retiene conocer el término Anticristo, a partir de Ireneo (y, luego,
(tó katékhon) y a su tiempo será revelado. El misterio de tanto en Hipólito, Orígenes, Tertuliano como en Agustín),
la anomia ( mystérion tés anomías, que en la Vulgata se el primer personaje fue identificado con el Anticristo de la
traduce como mysteríum iniquitatis; en la traducción de Primera Epístola de Juan. El katékhon que retiene el fin,
la que se sirve Ticonio, mysterium facinoris ) ya está en por el contrario, fue identificado por los Padres en dos
acto; sólo aquel que retiene {ho katékhon), hasta que no potencias opuestas: el Imperio romano y la propia Iglesia.
sea quitado de en medio. Y entonces el impío será reve­ La primera interpretación se remonta a Jerónim o, según
lado {ánomos, literalmente, “el sin ley”), al cual el señor el cual el Apóstol no había querido nombrar abiertamente
Jesús eliminará con su aliento y lo volverá inoperante con al Imperio, para no ser acusado de desear su ruina. La
el aparecer de su venida: aquel cuya venida es según el segunda interpretación se remonta, como hemos visto,
ser en acto de Satanás en toda potencia y signos y falsos precisamente a Ticonio, quien había identificado a la
prodigios y con todos los engaños de la injusticia para Iglesia (o, mejor, a una parte de ella, la Iglesia fu sca) con el
aquellos que se pierden porque no han acogido el amor Anticristo. Agustín, en el Libro XX de La ciu d a d de Dios, lo
de la verdad para su salvación (2 Tes 2, 1-11). sugiere discretamente sin nombrarlo: “Otros piensan -escri­
be- que las palabras del Apóstol se refieren sólo a los malva­
dos y a los'hipócritas que están en la Iglesia, hasta el momento
en que su número forme el gran pueblo del Anticristo. Sería
este el misterio del pecado, pues está oculto, y creen que
a este misterio se refiere Juan el Evangelista en su Epístola
[...] Tal como en la hora que Juan llama la última, muchos
herejes, que él llama Anticristos, salieron de la Iglesia, así
también cuando llegue el momento saldrán de ella todos
los que no pertenecen a Cristo, sino al último Anticristo,
6
que entonces será revelado” (XX, 19).
Ticonio conoce, pues, un tiempo escatológico, en el
La primera hipótesis, que identificaba el poder que
cual se cumplirá la separación de las dos Iglesias y de los
retiene con el Imperio romano, fue reivindicada en el siglo
dos pueblos: ya a finales del siglo IV, entonces, existía una
XX por un gran jurista católico, Cari Schmitt, quien veía
escuela de pensamiento que veía en la Iglesia romana, más
en la doctrina del katékhon la única posibilidad de concebir
precisamente en el carácter bipartito de su cuerpo, la causa
la historia desde un punto de vista cristiano: “La fe en un
del retraso de la parusía.
poder que retiene el fin del mundo —escribe- constituye
el único puente que puede llevar desde la parálisis escato-
lógica de todo advenimiento humano hasta una potencia
grandiosa como la del Imperio cristiano de los reyes ger­
manos” (Schmitt, p. 44). En cuanto a la segunda hipótesis,
esta ha sido retomada en nuestro tiempo por un teólogo
genial, desconocido por la Iglesia, Iván Illich. Según Illich,
el m ysterium iniquitatis del que habla el Apóstol no es
sino la corruptio optim i pessim a, o sea, la perversión de la
Iglesia que, institucionalizándose cada vez más como una
pretendida societas p erfecta , le proveyó al Estado moderno
el modelo para que tomara íntegramente a su cargo a toda
la humanidad.
Sin embargo, antes incluso, la doctrina de la Iglesia
romana en cuanto katékhon había encontrado su expre­
sión más extrema en la leyenda del Gran Inquisidor, que
Iván Karamázov relata en la novela de Dostoievski. Aquí
la Iglesia no es sólo el poder que retrasa la segunda venida
de Cristo, sino aquel que intenta excluirla definitivamente
(“Vete y no regreses nunca más”, le dice a Cristo el Gran
Inquisidor).
7

En la audiencia general del 22 de abril de 2009, dos


meses antes de depositar su palio sobre la tumba de Celes­
tino V, Benedicto XVI volvió a evocar la figura de Ticonio
a propósito del modo en que debemos comprender “el
misterio de la Iglesia” hoy. Al hablar de Ambrosio Aut-
perto, un teólogo del siglo VIII, autor de un comentario
al Apocalipsis que se había inspirado en el de Ticonio, Be­
nedicto XVI escribe que “en su C om entario a l Apocalipsis,
Ticonio ve reflejarse sobre todo el misterio de la Iglesia. Él
había llegado a la convicción de que la Iglesia era un cuer­
po bipartito; una parte le pertenece a Cristo, pero hay otra
parte que le pertenece al diablo” (Ratzinger 2). No es en
absoluto indiferente que la tesis de Ticonio, definido como
un “gran teólogo”, reciba ahora la confirmación del obispo
de Roma. Y no se trata sólo de la tesis del cuerpo biparti­
to de la Iglesia; se trata también y antes que nada de sus
implicaciones escatológicas, es decir, de la “gran discessw\
la gran separación entre malvados y fieles -en tre la Iglesia
como cuerpo del Anticristo y la Iglesia como cuerpo de
C risto- que debe advenir con el fin de los tiempos.
Tratemos de situar entonces la decisión del Pontífice
en este contexto teológico, al cual indiscutiblem ente
pertenece. La abdicación no puede no evocar en esta
perspectiva algo así como una discessio, una separación de
la Iglesia decora respecto de la Iglesia fusca-, y, no obstante,
Benedicto XVI sabe que esta puede y debe ocurrir sólo
en el momento de la segunda venida de Cristo, que es
8
precisamente lo que la bipartición del cuerpo de la Iglesia,
actuando como katékhon, parece destinada a retrasar.
Todo aquí depende de cómo se interprete el tema
escatológico que es inseparable de la filosofía cristiana
de la historia (pero tal vez toda filosofía de la historia es
constitutivamente cristiana) y, en especial, del sentido que
se le atribuye al pasaje de la epístola paulina. Es conoci­
do, como hubo de observar alguna vez Troeltsch, que la
Iglesia ha cerrado desde hace tiempo su oficio escatológico
(Troeltsch, p. 36); pero precisamente la decisión de Bene­
dicto XVI muestra que el problema de las cosas últimas
continúa actuando subterráneamente en la historia de la
Iglesia. En efecto, la escatología no significa necesaria­
mente -com o sugiere Schmitt—una parálisis de los even­
tos históricos, en el sentido de que el fin de los tiempos
volvería inútil toda acción. Todo lo contrario, forma parte
integrante del sentido de las cosas últimas el que estas de­
ban guiar y orientar la acción en las cosas penúltimas. Es
lo que Pablo, quien siempre se refiere al tiempo mesiánico
con la expresión ho nyn kairós, el “tiempo de ahora”, no se
cansa de recordar, advirtiendo a los tesalonicenses que no
se dejen turbar por la inminencia de la parusía. Lo que
le interesa al Apóstol no es el último día, no es el fin d el
tiem po, sino el tiem po d el fin , la transformación interna
del tiempo que el evento mesiánico ha producido de una
vez y para siempre y la consiguiente transformación de la
vida de los fieles. El m ysterium iniquitatis de la Segunda
Epístola a los Tesalonicenses no es un arcano supratem-
poral cuyo único sentido es ponerle fin a la historia y a la 9
economía de la salvación: es un drama histórico ( mystérion
en griego significa “acción dramática”), que está en curso
por así decirlo en todo momento y en el que se juegan Esto significa, en el caso de la separación entre los dos
incesantemente los destinos de la humanidad, la salvación lados del cuerpo de la Iglesia, que la “gran discessio ” de la
o la ruina de los hombres. Y una de las tesis del Comentario que hablaba el joven Ratzinger no es un evento solamente
a l Apocalipsis de Ticonio, que Benedicto XVI conocía muy futuro que, como tal, debe ser separado del presente y
bien, era precisamente que las profecías del Apocalipsis no aislado en el fin de los tiempos: este es más bien algo que
se refieren al fin de los tiempos, sino a la condición de la debe orientar aq uí y ahora la conducta de todos los cris­
Iglesia en el intervalo entre la primera y la segunda venida, tianos y, en primer lugar, del Pontífice. Contrario a la tesis
o sea, en el tiempo histórico que estamos viviendo todavía. de Schmitt, el katékhon, el “poder que frena” - y a sea que
se lo identifique con la Iglesia o con el Estado-, no puede
inspirar ni diferir en modo alguno la acción histórica de
los cristianos.
Situado en el contexto que le es propio, la “gran renun­
cia” de Benedicto XVI es todo lo contrario a una remisión
al futuro cisma escatológico: esta recuerda, en cambio,
que es imposible que la Iglesia sobreviva si remite pasiva­
mente al fin de los tiempos la solución del conflicto que
despedaza su “cuerpo bipartito”. Al igual que el problema
de la legitimidad, el problema de lo que es justo y de lo
que es injusto tampoco puede ser eliminado de la vida
histórica de la Iglesia, pero debe inspirar a cada instante
la conciencia de sus decisiones en el mundo. Si, como
frecuentemente ha hecho la Iglesia, se finge ignorar la
realidad del cuerpo bipartito, la Iglesia fu sca termina por
prevalecer por sobre la Iglesia decora, y el drama escatoló­
gico pierde todo su sentido.
La decisión de Benedicto XVI sacó a la luz el misterio
10
escatológico en toda su fuerza disruptiva; pero sólo de este
modo la Iglesia, que se ha perdido en el tiempo, podrá
reencontrar la justa relación con el fin de los tiempos.
Hemos tratado de interpretar la ejemplaridad del gesto
Hay, en la Iglesia, dos elementos inconciliables y, sin
de Benedicto XVI en el contexto teológico y eclesiológico
embargo, estrechamente relacionados: la economía y la
que le es propio. Pero si este gesto nos interesa, no es por
escatología, el elemento mundano-temporal y el que se
cierto sólo en la medida en que remite a un problema
mantiene en relación con el fin del tiempo y del mundo.
interno de la Iglesia, sino más bien porque permite poner
Cuando el elemento escatológico se eclipsa en la sombra,
la atención sobre un tema genuinamente político, el de
la economía mundana se vuelve propiamente infinita, es
la justicia, que, a la par de la legitimidad, no puede ser
decir, interminable y sin objetivo. La Iglesia se encuentra,
eliminado de la praxis de nuestra sociedad. Sabemos m uy
así, frente a la siguiente paradoja: desde el punto de vista
bien que el cuerpo de nuestra sociedad política es -tan to
escatológico, debe renunciar al mundo, pero no puede
como el de la Iglesia y tal vez incluso más gravem ente-
hacerlo porque, desde el punto de vista de la economía,
bipartito, entremezclado de mal y de bien, de crimen y
es del mundo y no puede renunciar a él sin renunciar a sí
honestidad, de injusticia y justicia. Y, sin embargo, en la
misma. Pero precisamente aquí se sitúa la crisis decisiva:
praxis de las democracias modernas, este no es un proble­
porque el coraje -este nos parece el significado último del
ma político y sustancial, sino jurídico y procedimental.
mensaje de Benedicto X V I- no es sino la capacidad de
También aquí, tal como ha sucedido para el problema
mantenerse en relación con el propio fin.
de la legitimidad, el problema se resuelve en el plano de
las normas que vetan y castigan, excepto por tener que
constatar después que la bipartición del cuerpo social
se vuelve hoy cada día más profunda. En la perspectiva
de la ideología liberal hoy dominante, el paradigma del
mercado autorregulado ha sustituido al de la justicia y se
finge que es posible gobernar una sociedad cada vez más
ingobernable según criterios exclusivamente técnicos. Una
vez más, una sociedad sólo puede funcionar si la justicia
(que en la Iglesia corresponde a la escatología) no queda
como una mera idea, por completo inerte e impotente
frente al derecho y a la economía, sino que consigue hallar
su expresión política en una fuerza capaz de equilibrar el M yste r ju m in iq u it a t is
progresivo achatamiento sobre un único plano técnico- La h is t o r ia co m o m is te rio
económico de aquellos principios coordinados pero ra­
dicalmente heterogéneos —legitim idad y legalidad, poder
espiritual y poder temporal, auctoritas y potestas, justicia
y derecho- que constituyen el patrimonio más valioso de
la cultura europea.
1

El título m ysterium iniquitatis sugiere sin ambigüedad


que aquí se pondrá en cuestión una lectura del célebre
pasaje de la Segunda Epístola de Pablo a los Tesalonicenses
sobre el fin de los tiempos. He escrito “sin ambigüedad”
pues lo que ha ocurrido en nuestro tiempo es que una no­
ción genuinamente escatológica -e l m ysterium iniquitatis,
precisamente—que como tal sólo tenía sentido en su con­
texto, fue arrancada de su lugar propio y transform ada
en una noción ontológica contradictoria, o sea, en una
suerte de ontología del mal. Lo que tenía sentido sólo
como philosophia ultim a tomó de este modo el lugar de
la p rim a philosophia. Releamos íntegramente el pasaje de la
carta paulina:

Os rogamos, hermanos, en cuanto a la venida de nuestro


Señor Jesucristo, y de nuestra unión con él, que no os de­
jéis turbar en vuestra mente ni asustar por inspiraciones
o discursos, ni por una carta que se pretende enviada por
mí, como si el día del Señor fuese inm inente. Nadie os
engañe de ninguna manera; porque [no vendrá] si antes
no viene la apostasía y no se revela el hombre de la ano­
mia (ho ánthropos tés anomías), el hijo de la destrucción,
aquel que se opone y se levanta por sobre todo ser que se bien Pablo parece no conocer el término, ha sido casi
llama Dios, o que es objeto de culto; hasta sentarse en el constantemente identificado con el Anticristo de la Pri­
templo de Dios, mostrándose como Dios. ¿No os acor­ mera Epístola de Juan (2, 18). Así, la identificación fue
dáis de que cuando yo aún estaba entre vosotros os decía acogida por Hipólito, Orígenes, Tertuliano y, por último,
estas cosas? Ahora vosotros sabéis lo que retiene y a su por Agustín, para convertirse después en un lugar común,
tiempo será revelado. El misterio de la anomia (mystérion si bien estudiosos modernos la han puesto en duda. En
tes anomías, que en la Vulgata se traduce como mysterium todos estos autores, el Anticristo siempre se concibe como
iniquitatis) ya está en acto; sólo aquel que retiene, hasta un hombre de carne y hueso: un personaje histórico real,
que no sea quitado de en medio. Y entonces el impío como Nerón, o más o menos imaginario, como —según
será revelado (ánomos , literalmente, “el sin ley”), al cual Hipólito—un cierto Lateinos o Teitanos, llamado así por
el señor Jesús eliminará con su aliento y lo volverá inope­ el número de la Bestia del Apocalipsis. Como Peterson
rante con el aparecer de su venida: aquel cuya venida es ha observado oportunamente, aunque está al servicio de
según el ser en acto de Satanás en toda potencia y signos Satanás, el Anticristo es un hombre y no un demonio.
y falsos prodigios y con todos los engaños de la injusticia ¿Quién es, pues, “aquel o aquello que retiene” y que
para aquellos que se pierden porque no han acogido el debe ser quitado de en medio para que el Anticristo (más
amor de la verdad para su salvación (2 Tes 2, 1-11). precisamente según las palabras de Pablo, el “sin ley”)
pueda advenir? Desearía cederle la palabra a Agustín,
Cuando la Iglesia aún se interesaba por las cosas últimas, quien comentó este pasaje en La ciu d a d d e Dios (XX, 19).
este extraordinario pasaje había despertado especialmente Después de haber escrito que el texto en cuestión se refiere
la agudeza hermenéutica de los Padres, desde Ireneo hasta sin duda alguna a la venida del Anticristo y que, por otra
Jerónimo, pasando por Hipólito y Agustín. La atención parte, el Apóstol no quiso expresar claramente la identidad
de los intérpretes se había concentrado sobre todo en la de “aquel que retiene” porque se dirigía a destinatarios que
identificación de los dos personajes a los que Pablo llama ya estaban en conocimiento de ello, agrega: “Nosotros,
“Aquel -o aquello- que retiene” (ho katékhon, to katékhon-, que no sabemos lo que ellos sabían, deseamos conocer
en la Vulgata: Qui tenet , quid detineat ) y “el hombre de la ardientemente el pensamiento del Apóstol, pero no lo
anomia” (ho dnthropos tés anomías, literalmente, “el hombre logramos porque las palabras que él añade son todavía más
de la ausencia de ley”; en la Vulgata: hom o peccati), o sim­ oscuras. ¿Qué significa, en efecto, ‘el misterio del pecado
plemente ho ánom os (“el sin ley”; en la Vulgata: iniquus). ya está en acto, sólo aquel que retiene, hasta que no sea
Este último, a partir de Ireneo {Adv. Haereses, 7, 1), si quitado de en medio. Entonces el impío será revelado’?
la hora, que Juan llama última, muchos herejes, que él
"Confieso que no comprendo lo que dice. Sin embargo, llama Anticristos, salieron de la Iglesia, así cuando llegue
no me callaré las conjeturas de los hombres que he podido el momento saldrán de ella todos aquellos que no perte­
leer o escuchar”. necen a Cristo, sino al último Anticristo, que entonces
En este punto, Agustín reúne estas “conjeturas” en dos
será revelado”.
grupos:
“Algunos (quídam ) creen que lo que se ha dicho se
refiere al Imperio romano y que el Apóstol no quiso es­
cribirlo abiertamente {aperte scribere) para no ser acusado
de desear la ruina de ese imperio que se pretendía eterno.
Las palabras el misterio del pecado ya está en acto’ se
referirían por lo tanto a Nerón, cuyas obras se asemejan
a las del Anticristo. Algunos suponen que él resucitará y
se convertirá en el Anticristo; otros piensan que no ha
muerto, sino que ha sido secuestrado para hacer creer
en su muerte, mientras que, oculto en la flor de la edad,
será revelado a su tiempo y ocupará el trono. La gran
arrogancia de estas hipótesis no deja de sorprenderme.
Sin embargo, es posible que las palabras es necesario que
aquel que retiene sea quitado de en medio’ se refieran al
Imperio romano, como si el Apóstol dijera: es necesario
que aquel que manda sea quitado de en medio’”.
En cuanto al segundo grupo de testimonios, Agustín
los resume de este modo:
“Otros piensan que las palabras del Apóstol se refieren
tan sólo a los malvados y a los hipócritas que están en
la Iglesia, hasta el momento en que su número llegue a
formar el gran pueblo del Anticristo. Sería ese el misterio
del pecado, puesto que se oculta y creen que a ese misterio
se refiere el evangelista Juan en su epístola [...] Como en
Su Liber regularum , que se considera el más antiguo
tratado de hermenéutica sacra, tiene, en efecto, esta par­
ticularidad: que las reglas que permiten la interpretación
de las Escrituras coinciden con la doctrina (que es, en este
2 caso, una eclesiología). La segunda regla, que lleva por
título “De Domini corpore bipartito” (Sobre el cuerpo
bipartito del Señor), nos interesa aquí de manera especial.
Aunque Agustín no menciona nombres, es posible, sin Según Ticonio, el cuerpo de Cristo, o sea, la Iglesia, está
embargo, identificar a los autores a los que hace referen­ constitutivamente dividido. En referencia al versículo del
cia. Los quídam del primer grupo se dejan inscribir sin Cantar de los cantares, que Ticonio lee en una traducción
dificultad en la línea de Jerónimo, quien se ocupó de la que reza fu sca sum et decora, él distingue una Iglesia negra,
interpretación de la epístola paulina en su carta a Algasia, compuesta por el p opu lu s m alus de los malvados, que for­
entre otros escritos. Es esta interpretación la que Agustín man el cuerpo de Satanás; y una Iglesia decora, honesta,
cita, cuando dice que el Apóstol no quiso escribir abierta­ compuesta por los fieles de Cristo. En el estado actual, los
mente para no ser acusado de desear la ruina del Imperio dos cuerpos de la Iglesia se encuentran inseparablemente
romano que se pretendía eterno (Jerónimo había escrito: entremezclados, pero -d e acuerdo con la predicción del
n ec vu lt aperte d icere R om anum Im perium destruendum , Apóstol—se dividirán al final de los tiempos: “Este advie­
q u od ipsi qui im perant a etern u m p u ta n t, Jerónimo, p. 18). ne desde la pasión del Señor hasta el momento en que la
La segunda hipótesis, que identifica el katékhon con la Iglesia que retiene sea quitada de en medio del misterio
Iglesia, proviene de un autor que ejerció una influencia del mal {mysterium fa cin o ris), a fin de que, cuando haya
determinante en Agustín: Ticonio. Se trata de un perso­ llegado el momento, el impío sea revelado, como dice el
naje extraordinario, sin el cual Agustín no habría podido Apóstol” (Ticonio, p. 74).
escribir su obra maestra, La ciu d a d d e Dios, ya que fue de Ticonio piensa, entonces, un tiempo escatológico, que
él de quien extrajo tanto la idea de las dos ciudades como va desde la pasión de Cristo hasta el “misterio de la ano­
la de la Iglesia como perm ixta de bien y de mal. Pero T i­ mia”, cuando se cumple la separación del cuerpo bipartito
conio es importante también por cuanto realizó con una de la Iglesia. Esto significa que ya hacia finales del siglo IV
anticipación de quince siglos el programa benjaminiano había autores que habían identificado el katékhoyi —causa
según el cual la doctrina puede ser legítimamente enun­ del retraso de la parusía—con la propia Iglesia.
ciada sólo en la forma de la interpretación.
G iorgio
O AOgam ben

o —más precisamente—teología de la historia (Puech, p . 35).


Por ello, un gran historiador francés pudo escribir que “el
cristianismo es una religión de historiadores [...] porque
es en la historia donde se desarrolla el eje central de la
meditación cristiana, el gran drama del pecado y de la
3
redención” (Bloch, p. 38).
Es en la perspectiva de este drama histórico donde
intentaré leer el texto paulino, desviando el foco de la
Estas interpretaciones del texto paulino se refieren
investigación, de la identificación de los dos personajes
en todos los casos a personajes o a potencias históricas y
(el katékhon y el hombre de la anomia) hacia la estructura
conciernen a eventos que se producirán en los tiempos que
misma del tiempo que está implícita en él. M i hipótesis es
preceden inmediatamente a la parusía. Es decir, que com­
que comprender qué es el m ysterium iniquitatis significa
prender el misterio de la anomia significa comprender algo
nada menos que entender la concepción paulina del tiempo
relacionado con el éskhaton , ese dramático y breve lapso
mesiánico (es decir, del tiempo histórico, si es cierto que
de la historia de la humanidad que tiene lugar en el fin de
la escatología no es sino una abreviación o un modelo en
los tiempos. Como dice claramente Pablo en 1 Cor 10-11,
miniatura de la historia de la humanidad). Para esto, deberé
en el último día ya no es posible interpretación tipológica
analizar el sintagma paulino mystérion tés anom ías (el myste­
o figural alguna, puesto que todas las figuras y todos los
rium iniquitatis de la Vulgata): ¿qué significa esta expresión
tipos habían sido concebidos para el fin de los tiempos: lo
que, según Agustín, vuelve aún más oscuros los obscura
que ahora ocurre ya no es una figura, sino el cumplimiento
verba del texto? Y, sobre todo, ¿qué significa m ystérionl
de todas las figuras, es decir, realidad histórica sin más.
La historia tal como la conocemos es un concepto
cristiano. “El cristianismo es una religión histórica no
sólo porque se funda en un personaje histórico y en even­
tos que se pretende que ocurrieron históricamente, sino
también porque le confiere al tiempo, concebido como
lineal e irreversible, un significado soteriológico. Más
aún, al vincular la historia con su propio destino, este
se interpreta y se concibe en función de una perspectiva
histórica, y elabora y lleva consigo una suerte de filosofía
la encíclica M ediator Dei. En cambio, creo que es legítimo
separar el extraordinario ejercicio de “filología teológica
realizado por Casel sobre el término m ysterium de sus
tesis sobre la liturgia. Tampoco es necesario suscribir
4 sus ideas sobre el primado de la liturgia sobre la doc­
trina para darse cuenta de que cuanto escribe sobre la
derivación del término del vocabulario de los misterios
Sobre la correcta interpretación de este vocablo, Odo helenísticos es sustancialmente exacto. Casel no hace sino
Casel —y, a continuación de él, el llamado “movimiento retomar una antigua tradición que puede remontarse a las
litúrgico’ del siglo X X - basó su proyecto de una renova­ Exercitationes d e rebus sacris (1655) de Isaac Casaubon,
ción de la Iglesia en el espíritu de la liturgia. Ya en su tesis uno de los fundadores de la filología moderna.
de doctorado, D ephilosophorum graecorum silentio mystico
(Sobre el silencio místico de los filósofos griegos, 1919),
Casel muestra que en griego mystérion no designa una doc­
trina secreta, que podría formularse en un discurso pero
que está prohibido revelar. El vocablo m ystérion indica
por el contrario una praxis, una acción o un drama en el
sentido incluso teatral del término, es decir, un conjunto
de gestos, de actos y palabras a través de los cuales una
acción o una pasión divina se realiza eficazmente en el
mundo y en el tiempo para la salvación de aquellos que
participan en ella. Por eso Clemente de Alejandría llama
a los misterios de Eleusis dram a mysticón, “drama místico”
(Clemente, p. 30), y por consiguiente define el mensaje
cristiano como un “misterio del logos” (ibíd., p. 254).
No es mi intención tomar aquí partido en el debate
eclesiológico sobre el primado de la liturgia sobre el dog­
ma o del dogma sobre la liturgia que, haciendo cuentas
con el movimiento litúrgico, intentó resolver Pío XII con
Y, ¿cuál es el contenido de ese misterio? Nosotros anun­
ciamos a Jesús crucificado, escándalo para los judíos,
locura para los gentiles” (ibíd., 1, 23).
La sabiduría de Dios se expresa, pues, en la forma de un
5
misterio, que no es otro que el drama histórico de la pasión,
o sea, un evento ocurrido realmente, que los no-iniciados
no entienden y los fieles comprenden para su salvación. En
Un análisis atento de los pasajes en los que Pablo se
el tiempo del fin, misterio e historia se identifican sin resto.
sirve del término m ysterion no sólo confirma las tesis de
Esto es aún más evidente en los tres pasajes donde mysténon
Casel, sino que permite precisarlas ulteriormente. No es
se halla junto al término oik onom ía : Col 1, 24-25, Ef 1,
este el lugar para un análisis exhaustivo de todas las apari­
9-10 y 3, 9. Relacionar, como hace Pablo en estos pasajes,
ciones del término mysterion en las epístolas paulinas (los
el misterio con la economía significa relacionar el miste­
interesados pueden encontrarlo en Agamben, pp. 35-39);
rio con la historia. Aunque en Pablo la economía aún no
aquí me limitaré a citar 1 Cor 2, 1-7: “Nosotros expre­
coincide con el misterio -com o ocurrirá más tarde en los
samos (,laloúm en , literalmente ‘hablamos’, ‘ponemos en
Padres, que desde el siglo III construirán la doctrina de la
palabras ) la sabiduría de Dios para los perfectos (teléiois ,
economía teológica, es decir, de la acción salvifica de Dios
los iniciados), la sabiduría no de este mundo ni de los
en el mundo—, hablar, como hace Pablo, de una econo­
principios de este mundo, que se volverán inoperantes;
mía del misterio” im plica que el misterio se manifiesta
expresamos la sabiduría de Dios en un misterio (lüloúmen en
en los eventos escatológicos que Pablo vive y anuncia.
m ysténoi ; en la Vulgata, loquim ur in mysterio), la sabiduría
Existe una “economía histórica” del misterio. Es por eso
que estaba oculta y que Dios había decidido antes de los
que Hipólito y Tertuliano podrán invertir sin demasiada
siglos para nuestra gloria, la sabiduría que ninguno de
dificultad el sintagma paulino “economía del misterio en
los principios de este mundo ha conocido; si la hubieran
“misterio de la economía”: misteriosa es ahora la propia
conocido, no habrían crucificado al Señor de la gloria”. Es
praxis a través de la cual Dios dispone y revela la presencia
totalmente evidente que el misterio aquí no es un secreto;
divina en el mundo de las criaturas.
este es, por el contrario, algo que se dice y se manifiesta.
No es la sabiduría de Dios, sino aquello a través de lo cual
esa sabiduría se expresa y se revela, de modo tal que —como
ocurre en los misterios—los no-iniciados no la comprenden.
tragedias griegas designa a la m áquina teatral por medio
de la cual el dios descendía sobre la escena y volvía a subir
al cielo.

La historia del fin (que no coincide con el fin de la


historia) se presenta entonces en Pablo como un misterio,
o sea, como un drama sagrado en el que están en juego
la salvación y la condena de los hombres, un drama que
puede verse y entenderse (como ocurre para los iniciados)
o verse y no entenderse (es el caso de los condenados).
Una de las principales objeciones que los teólogos moder­
nos le han interpuesto a la tesis de la proximidad entre
los misterios paganos y los misterios cristianos -o sea, el
carácter decididamente histórico de la religión cristiana-
queda privada así de todo fundamento: el misterio del que
habla Pablo es en sí mismo histórico, ya que la historia
de los tiempos últimos se presenta a sus ojos como un
“misterio”, como un drama místico o un “teatro” en el
que también los apóstoles desempeñan un papel (1 Cor
4, 9: “nos hemos convertido en un teatro para el siglo, los
ángeles y los hombres”). Es en esta perspectiva que debe
entenderse el frecuente recurso de los Padres a metáforas
teatrales: cuando Ignacio de Antioquía llama a la cruz
“m ekhané del retorno al cielo” y el pseudo-Atanasio la
describe como una “máquina celeste”, m ek hané ourdnia,
va de suyo que m ekhané es el término técnico que en las
7 8

¿Qué le agrega a esta concepción del misterio el myste- La estructura del tiem po escatológico -e ste es el
rium iniquitatis de la Segunda Epístola a los Tesalonicenses? mensaje de Pablo- es doble: por una parte, existe un ele­
Aquí el drama escatológico es, por así decirlo, puesto en mento retardador (el katékhon, tanto si se identifica con
escena en la forma de un conflicto o de una dialéctica entre el Imperio o con la Iglesia, en todo caso se trata de una
tres personajes: el katékhon (“aquel que retiene”), el ánomos institución) y, por la otra, un elemento decisivo (el me­
(el fuera de la ley”) y el mesías (Dios y Satanás también sías). Entre los dos se sitúa la aparición del hombre de la
son nombrados, pero quedan en el trasfondo). Aquí debe anomia (el Anticristo, según los Padres), cuya revelación,
pensarse en las indicaciones escenográficas en ese “miste­ que coincide con la salida de escena del katékhon, precipita
rio”, en el sentido teatral del término, que es el Ludus d e la confrontación final. El mesías -qu e, en Pablo, así como
Antichristo, compuesto y representado en Alemania en el en la tradición hebrea, hace inoperante la le y - inaugura
siglo XII: ‘El templo de Dios y las siete sillas reales sean una zona de anomia que coincide con el tiempo mesiá-
colocadas en la escena de este modo: en el Oriente, el tem­ nico, y de este modo libera al ánom os , al sin ley, en esto
plo de Dios; cercana a este, la sede del rey de Jerusalén y la muy parecido al cristiano (Pablo, conviene recordarlo, se
sede de la sinagoga. En Occidente, la sede del emperador define una vez hos ánom os, “como sin ley : para aquellos
romano; cercana a esta, la sede del rey de los germanos y la que son sin (o, también, fuera de la) ley, yo me he vuelto
del rey de los francos [...] De improviso, entra el Anticristo” como sin -o fuera de la - ley”, 1 Cor 9, 21). El katékhon
{Ludus, p. 4). Aquí el tiempo se hace espacio y la historia se es la potencia - e l Imperio, pero también la Iglesia, como
vuelve inmediatamente misterio, es decir, teatro. toda autoridad jurídicam ente constituida- que contrasta
y oculta la anomia que define al tiempo mesiánico y de
este modo retrasa la revelación del “misterio de la ano­
mia”. El develamiento de este misterio coincide con la
manifestación de la inoperosidad de la ley y con la esencial
ilegitim idad de todo poder en el tiempo mesiánico. (Esto
es, según toda evidencia, lo que está ocurriendo hoy ante
nuestros ojos, cuando los poderes estatales actúan abierta­
mente como fuera-de-la-ley. El ánom os no representa, en
este sentido, otra cosa que el develamiento de la anomia 9
que define hoy a todo poder constituido, dentro de la cual
Estado y terrorismo forman un sistema único).
Me percato de que yo mismo estoy haciendo conjeturas
similares a aquellas con las que Agustín estigmatizaba la
arrogancia. Será entonces, si no más prudente, sin duda
más útil que me concentre en la estructura del tiempo
escatológico que está en cuestión en la carta. Dicha estruc­
tura implica —lo hemos visto—un elemento retardador y
un elemento decisivo. El katékhon actúa como un bloqueo
y, a la vez, una dilación de la historia: el tiempo se m an­
tiene en suspenso, de modo que la crisis decisiva nunca
puede advenir. El momento en el que la dilación alcanza
su lím ite extremo coincide con la revelación del “sin ley”.
Este, de aquí su identificación con el Anticristo (anti no
significa tanto la contraposición como la semejanza), se
presenta como una falsificación de la parusía: la historia
bloqueada asume la figura del fin de la historia o, en tér­
minos modernos, de la poshistoria, en la que ya nada más
puede advenir. Se comprende mejor, en esta perspectiva,
el doble carácter del tiempo mesiánico, que muchas veces
se ha intentado definir, de un modo quizá contradicto­
rio, como un “ya” y un “no todavía”. No se trata de una
estructura temporal abstracta, sino de un drama o de un
conflicto en el que actúan fuerzas históricas absolutamente
concretas. El “no todavía” define la acción del katékhon,
de la fuerza que retiene; el “ya” se refiere a la urgencia del
elemento decisivo. Y el texto de la epístola no deja duda
en cuanto al resultado final del drama: el Señor eliminará
al ánom os con su aliento y lo volverá inoperante con el
aparecer de su venida”. 10

Estos son los actores y las peripecias del “misterio” es­


catológico que el autor de la epístola evocó con sus obscura
verba, que, una vez restituidos a su contexto dramático,
no resultan tan oscuros. Aun así, la Iglesia, que ha dejado
de lado la perspectiva escatológica que le es consustancial,
parece haber perdido toda conciencia de este contexto. El
m ysterium iniquitatis ha sido extrapolado de su contexto
escatológico, sólo en el cual podía encontrar un significado
coherente, y convertido en una estructura intemporal, que
intenta darle un eje teológico al mal y, a la vez, retrasar y
“frenar” el fin de los tiempos.
Después de las dos guerras mundiales, el escándalo
ante el horror empujó a filósofos y teólogos —basados
en el momento kenótico de Cristo—a radicar en Dios el
m ysterium , en una suerte de monstruosa, si se me permite
el término, “cacokenodicea”, una justificación del mal a
través de la kénosis, con un olvido total de su significado
escatológico. Así, la Universidad Gregoriana publicó en
el año 2002, con el título de M ysterium iniquitatis, las
actas de un congreso en las que no se citaba el texto de la
Segunda Epístola de Pablo a los Tesalonicenses. Esto no
sorprende, desde el momento en que uno de los relatores
afirmaba con candidez que “el misterio del mal es una
realidad de nuestra experiencia cotidiana, que no conse­
guimos explicar o dominar”. Lamentablemente, también
los autores que le critican a la Iglesia el abandono de la
escatología terminan por convertir el drama del fin de los 11
tiempos en una estructura ontoteológica. Se trata sin duda
de un gesto gnóstico (o, cuanto menos, tal como se ha
sugerido, semimarcionita; iMilana, p. 149) que opone no La Iglesia, al renunciar a toda experiencia escatológica
a dos divinidades, sino dos atributos de la misma divini­ de su propia acción histórica (al menos en el plano de
dad en una suerte de “ambigüedad originaria” que, sobre la praxis, ya que en cuanto a la doctrina la teología del
todo en los filósofos, se inspira en una mezcla del último siglo XX, desde Barth hasta Moltmann y Von Balthasar,
Schelling y Dostoievski. En todo caso, estos teólogos y ha retomado los temas escatológicos), ha creado por sí sola
estos filósofos, tal vez sin percatarse de ello, terminan, para el fantasma del m ysterium iniquitatis. Si quiere desemba­
retomai las palabras del Apostol, haciéndolo “sentarse [al razarse de ese espectro, es preciso que vuelva a reencontrar
mal] en el templo de Dios, m ostrándolo] como Dios”. la experiencia escatológica de su acción histórica, de toda
acción histórica, como un drama en el cual el conflicto de­
cisivo siempre está en curso. Sólo así podrá disponer de un
criterio de acción que no sea subalterno, como de hecho
es ahora, respecto de la política profana y del avance de la
ciencia y la técnica, que esta parece perseguir por doquier
intentando en vano ponerles límites. No se comprende,
en efecto, qué ocurre hoy en la Iglesia si no se ve que esta
sigue en todos los ámbitos las derivas del universo profano
que su oikonom ía ha generado.
Existen en la Iglesia dos elementos inconciliables que,
sin embargo, no dejan de cruzarse históricam ente: la
oikonomía, la acción salvífica de Dios en el mundo y en
el tiempo, y la escatología, el fin del mundo y del tiempo.
Cuando el elemento escatológico fue dejado de lado, el
desai rollo de la oik onom ia secularizada se pervirtió y se
convirtió literalmente en sin fin, es decir, sin objetivo.
Desde entonces, el misterio del mal, desplazado de su
lugar propio y erigido en estructura ontológica, le impide
a la Iglesia toda elección verdadera al mismo tiempo que
A p é n d ic e
le provee una coartada a sus ambigüedades.
Creo que sólo si se restituye el m ysterium iniq u itatis a
su contexto escatológico, una acción política puede ser de
Declaración de Celestino V
nuevo posible, tanto en la esfera teológica como en la pro­
fana. El mal no es un oscuro drama teológico que paraliza y
Ego C aelestinus Papa Q uintus m otus ex legittim is causis,
vuelve enigmática y ambigüa toda acción, sino un drama
idest causa hum ilitatis, et m elioris vitae, et coscien tia e illesae,
h istórico en el cual la decisión de cada uno está siempre
d eb ilíta te corporis, d efectu scien tiae, et m a lign ita te Plebis,
en cuestión. La teoría schmittiana, que funda la política
in firm ita te person ae, e t u t p ra eterita e con solation is possim
en un “poder que frena” no tiene ninguna base en Pablo,
reparare q u ietem ; sponte, a c lib ere ced o Papatui, et expresse
en quien el katékhon no es sino uno de los elementos del
ren u n cio loco, et D ignitati, oneri, et hon ori, et do p len a m ,
drama escatológico y no puede ser extrapolado de este. Y es
et liberam ex n u n c sacro co etu i C ardin aliu m fa cu lta tem eli-
en este drama histórico, en el cual el éskhaton, el último día,
g en d i, et p ro v id en d i duntax at C anonice u n iversali E cclesiae
coincide con el presente, con el “tiempo de ahora” paulino,
y en el cual la naturaleza bipartita del cuerpo de la Iglesia d e Pastore.
como del de todas las instituciones profanas llega por fin a
Yo, Papa Celestino V, movido por causas legítimas, o sea,
su develamiento apocalíptico; es en este drama siempre en
en razón de la humildad, de una vida mejor y para mantener
curso donde cada uno es llamado a cumplir su parte, sin
íntegra mi conciencia, a causa de la debilidad del cuerpo, de
reservas y sin ambigüedades.
la falta del conocimiento y de la maldad del pueblo, por la
enfermedad de la persona y para que pueda reencontrar la
quietud de mi consolación pasada; espontánea y libremen­
te abandono el pontificado y renuncio expresamente a la
sede, a la dignidad, a la honra y al honor y doy al sagrado
colegio de los Cardenales la plena y libre facultad de elegir
y proveer, según los cánones, a la Iglesia, de su pastor.
Declaración de Benedicto XVI D om ini nostri Iesu C hristi con fid im u s sa n cta m q u e eius
M atrem M ariam imploramus, u tp a trib u s C ardinalibus in
Fratres carissimi, eligendo novo Summo Pontífice m aterna sua bonitate assistat.
Q uod a d m e attinet etiam in fu tu ra vita orationi dedicata
Non solum p rop ter tres canonizationes a d h oc Consisto- Sanctae Ecclesiae Dei toto ex corde servire velim .
rium vos convocavi, sed etiam ut vobis decisionem m agni
m om enti p ro Ecclesiae vita com m unicem . C onseientia m ea Ex A edibus Vaticanis, d ie 10 mensis feb ru a rii MMXIII
iterum atque iterum coram D eo explorata a d cognitionem BENEDICTUS PP XVI
certam p erven i vires meas ingravescente aetate non iam aptas
esse a d m unus Petrinum aeque adm inistrandum . B ene c o ?í s -
cius sum h oc m unus secundum suam essentiam spiritualem Queridísimos hermanos,
non solum agendo et loquendo exsequi debere, sed non m inus
patiendo et orando. Attamen in m undo nostri tem poris rapidis Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres
m utationibus subiecto et quaestionibus m agni p o n d erisp ro causas de canonización, sino también para comunicaros
vita fid eip ertu rb a to a d navem Sancti P etrigu b ern an d am et una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia.
ad a n n u n tian d u m E vangelium etiam vigor quídam corporis Después de haber examinado ante Dios reiteradamente
et anim ae necessarius est, qui ultim is m ensibus in m e m odo mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad
tali minuitur, ut incapacitatem m eam a d m inisterium m ihi avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente
com m issum bene adm inistrandum agnoscere debeam . Qua- el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este minis­
prop ter bene consciusponderis huius actu splen a libertate d e­ terio, por su esencia espiritual, debe ser llevado a cabo no úni­
claro m e m inisterio Episcopi Romae, Successoris Sancti Petri, camente con obras y palabras, sino también y en no menor
m ihi p er 7nanus Cardinalium d ie 19 aprilis M M V commisso grado sufriendo y rezando. Sin embargo, en el mundo de hoy,
renuntiare ita ut a d ie 28 feb ru a rii MMXIII, hora 20', sedes sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones
Romae, sedes Sancti Petri vacet et C onclave a d eligendum de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de
novum Sum m um Pontificem ab his quibus com petit convo- San Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el
candum esse. Fratres carissimi, ex toto corde gratias ago vobis vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los
pro om ni am ore et labore, quo m ecum pon d u s m inisterii m ei últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que debo
portastis et veniam p eto p ro óm nibus defectibus meis. N unc
autem Sanctam D ei Ecclesiam curae Sum m i eius Pastoris, ' Se han corregido evidentes erratas de la versión original [Nota de la edición
italiana].
reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio Ticonio
que me fue encomendado. Por esto, muy consciente de
Los fragmentos del L íb er reg u la ru m aquí consignados fueron toma­
la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que dos de la traducción italiana al cuidado de Luisa y D aniela Leoni, en
renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San S ette reg ó le p e r la S crittu ra , Bolonia, EDB, 1997, pp. 2 9 -3 2 y 83-87.
Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el
19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero
de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Segunda regla
Pedro, quedará vacante, y deberá ser convocado, por medio El cuerpo bipartito d el Señor
de quien tiene competencias, el Cónclave para la elección del
nuevo Sumo Pontífice. Queridísimos hermanos, os doy las Aún más im portante es la regla del cuerpo bipartito
gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que del Señor y es nuestro deber examinarla con el mayor
habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido cuidado y estudiarla a lo largo de las Sagradas Escrituras.
perdón por todos mis defectos. Ahora, confiamos la Santa Como en efecto, según cuanto ha sido afirmado antes,
Iglesia de Dios al cuidado de su Sumo Pastor, nuestro Señor la razón por sí sola tiene la facultad de distinguir las re­
Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista laciones entre la cabeza y el cuerpo, así ocurre también
con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir al para cuanto atañe a las relaciones entre una y otra parte
nuevo Sumo Pontífice. Por lo que a mí respecta, también del cuerpo, entre la derecha y la izquierda, o entre la
en mi vida futura, dedicada a la plegaria, quiero servir de izquierda y la derecha.
todo corazón a la Santa Iglesia de Dios. A un único cuerpo, efectivamente, la Escritura le dice:
“Te mostraré tesoros escondidos, para que sepas que yo
Sede del Vaticano, 10 de febrero de 2013 soy el Señor [...] y te llam aré por tu nombre”. Luego
Benedicto PP XVI añade: “Pero tú no me has conocido. Yo soy el Señor, y
no hay otro Dios fuera de mí, y tú no me conocías”. Aun
admitiendo que le hable a un único cuerpo, ¿se refieren
a una sola persona las expresiones: “Te mostraré tesoros

" Existe traducción castellana: Libro d e Lis regias, Madrid, Ciudad Nueva, Colec­
ción Fuentes Patrísticas vol. 23, 2009. Para la traducción de los pasajes bíblicos, se
confrontaron diferentes ediciones castellanas existentes de las Escrituras [N. deT.:,
escondidos, para que sepas que yo soy el Señor Dios, por Isaías afirma: “Antes tus padres y sus príncipes come­
amor de mi siervo Jacob y: Pero tú no me has conoci- tieron vilezas contra mí, y tus príncipes profanaron mi
do ? ¿Tal vez Jacob no aceptó lo que Dios prometió? ¿O santuario, por eso entregué a Jacob a la muerte y a Israel
pueden referirse a una sola persona las expresiones: “Pero a las injurias. Ahora escúchame, Jacob, siervo mío, y tú,
tú no me has conocido” y “tú no me conocías”? “Tú no Israel, por mí elegido”. Dios ha entregado a ese Jacob a la
me conocías” se refiere en efecto a quien ahora conoce; muerte y a ese Israel que él no había elegido, a las injurias.
no me has conocido se refiere en cambio a quien, aun Y también: “Yo te forme como mi siervo, eres mío,
habiendo sido llamado a conocer y siendo visiblemente del Israel, no me olvides. Yo disipé como una nube tus in i­
mismo cuerpo, se acerca, con sus labios a Dios ctpero su quidades y tus pecados. Vuelve a mí, y yo te redimiré .
corazón está lejos” de él. A este se dirige diciendo: “Pero ¿Quizá Dios ha disipado los pecados de aquel a quien le
tú no me has conocido”. dice: “Eres mío”, y le recuerda que no lo olvide al mismo
Y también: Conduciré a los ciegos por caminos que al que le dice: “Vuelve a mí”? ¿Pueden acaso los pecados
no conocen, los guiaré por senderos inexplorados; ante ser disipados antes de que el hombre regrese al Señor?
ellos convertiré en luz las tinieblas, y allanaré los lugares Y también: “Puesto que sé que tú serás de veras repro­
escabrosos. Cumpliré estas promesas y no los abandonaré. bado; por mi nombre te mostraré mi gloria y te pasaré mis
Pero ellos han retrocedido . Aquellos a quienes les dijo: riquezas”. ¿A aquel que es reprobado Dios le muestra su
No los abandonaré , ¿son tal vez los mismos que “han gloria y a él le entrega sus riquezas?
retrocedido” o tal vez sólo son una parte de ellos? Y también: “No un príncipe, no un ángel, sino él mis­
Y también, el Señor le dice a Jacob: No temas, porque mo los rescató, los levantó y los llevó sobre sus espaldas
yo estoy contigo. Desde Oriente conduciré a tu estirpe y todos los días del pasado. Pero ellos se rebelaron y contiis-
desde Occidente los congregaré. ‘Dámelos’, diré al Sep­ taron al Espíritu Santo”. Pero ¿cuándo aquellos a quienes
tentrión, y al mediodía: No los retengas; traedme a mis él llevó “sobre sus espaldas todos los días del pasado [...]
hijos de esas lejanas tierras y a mis hijas, de ese confín de se rebelaron y contristaron al Espíritu Santo ?
la tierra . Todos aquellos por los que ha sido invocado mi Luego Dios manifiestamente promete a un único cuer­
nombre. Porque para gloria mía los he creado, formado po la estabilidad y la destrucción, diciendo: Jerusalen,
y cumplido, y he creado a un pueblo ciego, y los ojos de ciudad opulenta, una tienda que no será movida a otra
aquellos son igualmente ciegos y sordos son sus oídos”. parte, ni sus estacas jamás podrán ser arrancadas ni se
¿Ciegos y sordos son acaso los mismos que Dios ha creado romperán sus cuerdas . Inmediatamente después, añade.
para su Gloria? “Se han aflojado tus cuerdas pues tu mástil ya no es fuerte,
G iorgio
O A ogam ben

se han plegado tus velas, no se alzará la insignia hasta que


habla de un único cuerpo de diferente mérito entre los que
no sea abandonada a la perdición”.
han sido antepuestos a un oficio, diciendo: “Beato aquel
También el cuerpo del Señor es mostrado como bipartito
siervo que el patrón a su retorno hallara actuando así”. Y
en un texto brevísimo: “Soy negra y bella”. No sea que la
a propósito de él, afirma: “Pero si en cambio ese siervo es
Iglesia, “que no tiene mancha ni arruga”, Iglesia que el Señor
disoluto, el Señor lo dividirá en dos partes”. ¿Debemos
ha purificado para sí con su sangre, sea “negra” en una parte
entender que Dios dividirá o que separará en dos partes
suya si no en la siniestra, a causa de la cual “el nombre de
todo “el cuerpo”? Por lo tanto, no todo, sino “una parte
Dios es blasfemado entre las gentes”. En cuanto al resto,
suya pondrá entre los hipócritas”, en efecto, en el único
es toda bella, como dice: “Eres toda bella, amiga mía, en
siervo entiende todo el cuerpo.
ti no hay mancha”. El texto efectivamente explica por qué
Por eso, en relación con este misterio, es necesario com­
razón ella es “negra y bella”: “Como la tienda de Cedar,
prender a lo largo de todas las Escrituras cuándo Dios dice si
como los pabellones de Salomón”. Presenta dos tiendas, una
a partir de los méritos está destinado a perecer Israel completo
real y otra servil, sin embargo, ambas son de la estirpe de
o su herencia execrable. El Apóstol en efecto aclara in extenso ,
Abraham: Cedar, en efecto, es hijo de Ismael. Pero en otro
sobre todo en la Epístola a los Romanos, que debe referirse
pasaje la Iglesia se lamenta de la larga permanencia con este
a una parte lo que se dice a propósito de todo el cuerpo:
Cedar, es decir, con el siervo de Abraham, y dice: “Ay de
“¿Qué dice de Israel? Todo el día le he tendido mis brazos a
mí, m uy larga ha sido mi peregrinación, he habitado entre
un pueblo desobediente”. Para hacer más evidente aún que
las tiendas de Cedar, mucho ha peregrinado mi alma. Entre
se hablaba de una parte, el texto afirma: “Pregunto: ¿acaso
quienes odiaban la paz yo estaba por la paz, pero cuando
Dios habría repudiado a su pueblo, que él eligió desde el
hablaba de ella, ellos querían la guerra”. No podemos decir
principio?”. Después de haber explicado cuál es el verdadero
sin embargo que la tienda de Cedar esté por fuera de la Igle­
significado de dicha expresión, del mismo modo aclara que
sia. Un mismo texto habla de la tienda de Cedar y de la de
un solo cuerpo puede ser bueno y malo, y dice: “En cuanto
Salomón, por lo que afirma: “Soy negra y bella”. La Iglesia
al Evangelio, ellos son enemigos para ventaja vuestra, pero en
en efecto no es “negra” en los que están por fuera de ella.
cuanto a la elección, son amados a causa de los padres”. ¿Los
Con respecto a tal misterio, el Señor habla en el Apo­
mismos que son amados también son entonces enemigos o
calipsis de siete ángeles -es decir, de la Iglesia septiforme-,
ambas expresiones pueden referirse a Caifás?
mostrándolos a veces como santos y custodios de los
Así el Señor en todas las Escrituras da fe de cómo un
preceptos y a veces como culpables de muchos crímenes y
único cuerpo de la descendencia de Abraham crece en
merecedores de penitencias. También en el Evangelio Dios
todos, se hace vigoroso y perece.
S éptim a R egla El rey de Babilonia simboliza a todos los reyes y a todos
El diab lo y su cu erp o los pueblos: uno solo, en efecto, es el cuerpo.
Retomemos el texto, que dice: “¿Por qué cayó del cielo
Puede hablarse brevemente de la relación que existe entre Lucifer, hijo de la aurora? ¿Fue enviado a la tierra, él, que
el diablo y su cuerpo si se considera también a este propósito enviaba mensajeros a todos los pueblos? Y sin embargo
lo que se ha dicho respecto del Señor y su cuerpo. pensabas: Subiré al cielo, junto a las estrellas de Dios
En efecto, también en este caso el pasaje de la cabeza levantaré el trono’”.
al cuerpo puede distinguirse con la razón, como leemos El diablo no se promete a sí mismo subir al cielo, en
en Isaías a propósito del Rey de Babilonia: “¿Por qué cayó efecto no espera que pueda subir al cielo, lleno de luz,
del cielo Lucifer, hijo de la aurora? ¿Fue enviado a la tie­ aquel que no pudo evitar precipitarse.
rra, él, que enviaba mensajeros a todos los pueblos? Y sin El hombre no puede esperar mucho mas. Sin embaigo,
embargo pensabas: ‘Subiré al cielo, junto a las estrellas de Isaías dice que se habla de un hombre: ¿Es este el hombre
Dios levantaré el trono, habitaré en el monte alto, sobre que estremece la tierra [...]?”. Pero, aparte de este motivo
los altos montes del norte. Subiré a las regiones superiores por el cual ni el diablo ni el hombre pueden esperar poder
de las nubes, y sere igual al Altísimo . En cambio, ¡ahora te ascender al cielo y, levantando su trono junto a las estrellas
precipitarás hacia el infierno, a las profundidades del abismo! de Dios, convertirse en similares a él, asimismo la propia
Quienes te vean te observarán atentos, y dirán: ¿Es este el Escritura insta a buscar otro motivo. En efecto, incluso
hombre que estremece la tierra, que hace temblar al Rey, si lograra levantar el trono junto a las estrellas de Dios,
que reduce el mundo a un desierto, que asóla sus ciuda­ ¿cómo podrá habitar en el monte alto, por encim a de
des, que no les abre la cárcel a sus prisioneros? Todos los otros montes del Septentrión o en las regiones superiores
reyes de los pueblos dormirán con honor, cada hombre en de las nubes, para volverse igual al Altísimo? El Altísimo
su morada. Tú, en cambio, eres echado a los montes, como en efecto no tiene un trono de ese tipo.
un muerto despreciable, rodeado de los asesinados, muertos Ahora bien, el texto llama cielo a la Iglesia, como vere­
por la espada que descienden a los infiernos. Así como un mos en la continuación de la Escritura; es de ese cielo de
traje manchado de sangre no es mundo, tampoco tú lo serás, donde cae Lucifer, estrella de la mañana. Lucifer en efecto
porque has arruinado mi país, has asesinado a mi pueblo. es bipartito, y de él una parte es santa, como afirma el Señor
No serás eternamente descendencia del inicuo. Prepara la acerca de sí mismo y de su cuerpo en el Apocalipsis: Yo soy
masacre de tus hijos por causa de la iniquidad de tu padre, la raíz del linaje de David, la estrella radiante de la mañana
de modo que no surjan más”. [...] el esposo y la esposa”. Y también: “Al vencedor [...] le
daré la estrella de la mañana’ , es decir, haré que se vuelva es­ “Habitaré en el monte alto, sobre los altos montes del
trella de la mañana como Cristo, a quien hemos escuchado. norte. Subiré a las regiones superiores de las nubes, y seré
Por el contrario, una parte de Lucifer, o sea, el cuerpo igual al Altísimo”. El “monte alto” representa al pueblo
adverso que es el diablo, indicado en Isaías como “los soberbio; “los montes altos” son los individuos soberbios
reyes y el pueblo”, cae del cielo y se estampa en la tierra. que, reunidos, forman un monte, es decir, el cuerpo del
A estos reyes les dice la Sabiduría: “Escuchad, ¡oh, reyes!, diablo. Dice la Escritura que son muchos los montes
y tratad de comprender; aprended, gobernantes de los malos: “se hunden los montes en el fondo del mar”. Y
confines de la tierra. Prestad oído, vosotros que domináis también: “se estremecieron los montes, se sacudieron a
a las multitudes y estáis orgullosos de vuestros numerosos causa de la furia de Dios”.
pueblos. Vuestra soberanía proviene del Señor, vuestra Sin embargo, a veces también el cuerpo de Dios, es
potencia, del Altísimo, el cual examinará vuestras obras decir, la Iglesia, se define como un monte y son llamados
y escudriñará vuestros propósitos; puesto que, siendo singularm ente montes aquellos que forman la Iglesia,
ministros de su reino, no habéis gobernado con rectitud según está escrito: “El Señor me ha consagrado rey de
ni habéis observado la ley”. Sion, su santo monte; anunciaré los decretos del Señor”.
El rey de Babilonia significa, pues, todo el cuerpo, Y también: “Destruiré Asiria en mi tierra, la aplastaré en
pero, según las circunstancias, comprenderemos a qué mi monte”. Y también: “Las montañas y las colinas lleven
parte del cuerpo hace referencia el texto de la Escritura. paz a tu pueblo”. Y también: “Los montes saltaron cual
Las palabras: Lucifer ha caído del cielo” pueden referirse carneros; cual corderillos de un rebaño, las colinas”. Dios
al cuerpo en su totalidad; la expresión: “Subiré al cielo, mismo tiene su trono en el M onte Sion, en los montes de
junto a las estrellas de Dios levantaré el trono” se refiere Israel y en sus nubes santas, que son la Iglesia, según lo
en cambio a la cabeza y a los grandes, que piensan que que está escrito: “Tema al Señor la tierra entera, porque
podrán dominar las estrellas de Dios, es decir, a los santos, él ha surgido de entre sus nubes santas”. Y también: “Y
mientras que los que los dominan son los más pequeños, mandaré a las nubes que no lluevan gotas sobre ella”. Y:
como está escrito: “El mayor servirá al menor”. A Esaú, a “Nubes y oscuridad a su alrededor”. Luego, respecto de
los malos hermanos, así les habla el Señor por intermedio su morada en el Monte Sion, dice: “Conoceréis que yo
del profeta Abdías: Ha exaltado su morada, diciendo soy el Señor vuestro Dios, que tengo mi morada en Sion,
en su corazón: ¿Quién podrá derribarme a tierra?’. Aun mi monte santo”.
cuando te elevaras cual águila y entre las estrellas pusieras También el diablo tiene su trono en el monte, pero en
tu nido, desde allí arriba te haré caer’, dice el Señor”. el Monte Seir, que representa a Esaú, o sea, a los malos
hermanos; este es el monte que Dios maldice por medio
a mediodía será de noche, como dice Isaías: “Esperaban
de Ezequiel, y dice: Con júbilo de toda la tierra te redu­
la luz y he aquí las tinieblas; el esplendor, pero debieron
ciré a una desolación , puesto que ese monte manifiesta
caminar en la oscuridad. Palparán como ciegos las paredes
su enemistad hacia Jacob. Esa es la montaña y esos son los
y caminarán a tientas como si no tuvieran ojos; tropezarán
montes del Septentrión: en ellos el diablo tiene su trono, y
a mediodía cual si fuera de noche”. Y también: “el sol se
es como si gobernara en las nubes del cielo; por eso se dice
similar al Altísimo. pondrá a mediodía, y se oscurecerá la tierra en pleno día”.
Y también: “En vez de visiones, tendréis noche; en vez de
Son dos las partes de la Iglesia; una es la del Austro,
revelaciones, tendréis tinieblas. El sol se pondrá sobre tales
es decir, el Meridión; la otra es la del Aquilón, es decir,
profetas, y el día se volverá oscuro para ellos”.
el Septentrión. El Señor habita en la parte meridional,’
Dios amenaza a este pueblo desde el M eridión, cuando
como está escrito: dónde llevas a pacer al rebaño, dónde
a través de Ezequiel apostrofa a Tiro, diciendo: “el viento
te encuentias al mediodía . El diablo, en cambio, está en
del meridión te quebrantó”. Si bien es cierto que le permi­
la parte septentrional, como le dice el Señor a su pueblo:
te al viento abatirse amenazador, cuando dice: “Levántate,
“Y arrojaré lejos de vosotros a aquel que viene del Sep­
¡oh, Aquilón!, y ven tú, ¡oh, Austro!, a soplar en mi jardín,
tentrión y lo echaré a una tierra yerma”; es decir, con los
y espárzanse mis aromas”, al espíritu malvado se opone el
suyos, echaré su vanguardia hacia el mar primero y su
Espíritu Santo que sopla en el jardín del Señor, de modo
retaguardia, hacia el mar últim o’, que representan a los
que se esparzan sus aromas, el olor de la suavidad divina.
pueblos de Oriente y Occidente. A semejanza de la Iglesia
Dios, además, por medio de Ezequiel, afirma que con­
ha sido creado este mundo en el cual el sol, al salir, no
ducirá hacia su pueblo a una parte de aquellos malvados
tiene un camino propio si no a través del Austro, es decir,
procedentes de los sobrevivientes de ese pueblo. Y este es el
el Meridión, y, recorrida la parte austral, avanza invisible
misterio de la iniquidad: “Heme aquí contra ti, ¡oh, Gog!,
volviendo a su lugar. Así nuestro Señor Jesucristo, sol
príncipe y cabeza de Mosoc y de Túbal. Yo te encontraré
eterno, recorre su parte, que por eso también es llam ada
y te llevaré a los lejanos confines del Septentrión, te haré
Meridión. Él no surge en el Septentrión, o sea, por la parte
subir a los montes de Israel. Y destrozaré el arco que tienes
adversa, como dirán los malos cuando lleguen al juicio:
en tu mano izquierda, y haré que caigan de tu mano de­
“No nos ha alumbrado la luz de la justicia, ni para noso­
recha las saetas. Haré que caigas en los montes de Israel”.
tros ha salido el sol”. “Para vosotros, en cambio, los que
Todo lo dicho por intermedio del profeta Isaías se
hacen culto a mi nombre, asomará con rayos benéficos el
cumple en la Iglesia a partir del momento de la pasión del
sol de la justicia”, como está escrito. Para los malos incluso
Señor, hasta que la Iglesia no se aleja de en medio de este
misterio de la iniquidad. Esta impide ahora la manifesta­ Agustín de Hipona
ción de la impiedad, que, sin embargo, a su tiempo será
revelada, como dice el Apóstol: “Ahora vosotros sabéis lo En D e c iv ita te D ei, san A gustín dedica algunas páginas al com enta­
rio directo de los versículos de la Segunda Epístola a los Tesalonicenses
que impide su manifestación, que ocurrirá a su tiempo. El
a la que hem os hecho referencia en nuestras reflexiones. A quí les
misterio de la iniquidad ya está en acto, pero es necesario proponem os su lectura en la trad ucció n de C ario C aren a en La c itta
que sea quitado de en medio el que hasta ahora lo retiene. d i D io, T urín , E in au d i-G allim ard , 1 99 2 , pp. 9 8 7 -9 9 0 .
Sólo entonces el impío será revelado”.
También en Jeremías leemos que los pecadores de Israel
se han reunido en el Septentrión, según lo que declara el
Señor: Anda y grita en alta voz estas palabras en dirección La ciu d a d d e Dios
al Septentrión, y di: ¡Vuelve a mí, Israel!, dice el Señor”. Libro XX, capítulo 19
El M endion, al contrario, es la parte del Señor, según está
escrito en Job: “De la parte meridiana germinará tu vida”. Me veo obligado a omitir muchas afirmaciones sobie
El Septentrión es la parte del diablo, no obstante, ambas este último juicio divino que están presentes en los libros
partes están presentes en el mundo entero. evangélicos y en las epístolas de los Apóstoles, para no exten­
der demasiado este volumen; pero en modo alguno puede
omitirse lo que el Apóstol Pablo escribe a los tesalonicenses:

Os rogamos, hermanos -d ic e -, por la venida de nuestro


Señor Jesucristo y por nuestra reunión con él, que no os
agitéis en vuestra mente, ni os atemoricéis por inspira­
ción, ni por palabra, ni por carta alguna que sea exhibida
como mía, cual si el día del Señor fuera ya inminente.
Que nadie os engañe en modo alguno. Antes habrá de
venir el Desertor, y se manifestará el Hombre del pecado,
el Hijo de la perdición, el Adversario, que se levantara por
sobre todo lo que es llamado Dios o que es objeto de culto,

^ x ^ ^ d ^ i ó ^ i l a n a : La andadde Dios; Vida de San Agustín, Madrid,


BAC Selecciones, 2009 [N. de Ej.
de suerte que llegará a sentarse en el templo de Dios, sólo al cabecilla, sino todo lo que en cierto modo es su cuer­
presentándose a si mismo como Dios. ;I\(o os acordáis de po, o sea, la masa de los hombres que le pertenecen, junto
c]ue cuando yo estaba todavía entre vosotros os decía estas con su propia cabeza. Ademas, piensan que seria quiza mas
cosas? Sabéis vosotros lo que ahora lo retiene, para que sea correcto decir como está en el texto griego: d e suerte que lle­
revelado a su tiempo. El misterio de la iniquidad ya está gará a sentarse p o r tem plo de Dios, y no: en el tem plo d e Dios,
en obra. Sólo si Aquel que ahora lo retiene se mantiene cual si fuera él el templo de Dios, o sea, la Iglesia. También
reteniéndolo hasta su remoción, entonces el inicuo será nosotros decimos: Se sienta por amigo, o sea, como amigo,
revelado. El Señor Jesús lo suprimirá con su aliento y lo ni faltan otras expresiones corrientes de este tipo.
hará desaparecer con el fulgor de su venida; mientras, la En cuanto a las palabras: Sabéis vosotros lo qu e ahora
venida del Inicuo ocurrirá conforme a los métodos de lo retiene —o sea, qué lo retarda, cual es la causa que lo
Satanás, con todo tipo de portentos y señales y prodigios dem ora-, para que sea revelado a su tiem po, al decir sa­
mentirosos, y con toda suerte de engaños usados por la béis dejó de expresarse abiertamente puesto que, dijo, ya
iniquidad para seducir a aquellos que se están perdiendo sabían. Por lo tanto, nosotros, ignorantes de lo que ellos
porque no acogieron el amor de la verdad para salvarse. Y sabían, intentamos y no conseguimos llegar, con todos
por esto Dios volverá activo en ellos el engaño, para que nuestros esfuerzos, al pensamiento del Apóstol: mucho
crean en la mentira y sean juzgados todos aquellos que no menos cuando la frase siguiente oscurece ulteriormente
creyeron en la verdad sino que aceptaron la iniquidad. su pensamiento. En verdad, ¿qué quiere decir: El m isterio
d e la Í7iiq u id a d ya está en obra. Sólo si A quel que ahora lo
No hay duda de que el Apóstol Pablo se refiere aquí al YCtiCYlC S€ ?Y lC l7ltÍ6Y l€ T 6 t € 7 lÍ 6 7 ld o lo h US t i l SU YCYYIOCÍOYI, CfltOYlCCS
Anticristo y dice que el día del juicio, al que llama el día d el e l Í7íicuo será revelado ? Confieso que no sé absolutamente
Señor , no llegará sino después de la venida de aquel a quien qué quiere decir. Sin embargo, no dejare de referir algunas
define como el Desertor, desertor evidentemente del Señor suposiciones que he podido escuchar o leer.
Dios. Si este es un título que puede dárseles justamente a H ay quienes piensan en una referencia al Imperio
todos los impíos, ¡con tanta más razón a él! En qué templo romano; por lo tanto, el Apostol Pablo se abstuvo de
habrá de sentarse, no está claro; tal vez sobre las ruinas del expresarse claramente para no incurrir en una acusación
templo construido por el rey Salomón, o en la Iglesia. En de vilipendio por augurarle el mal al Imperio romano,
efecto, el Apóstol no habría definido como templo d e Dios que todos pronosticaban eterno. También las palabias:
el templo de un ídolo o de un demonio. Por eso algunos El m isterio d e la in iq u ida d y a está en obra habrían querido
afirman que en este pasaje debe entenderse por Anticristo no referirse a Nerón, cuyas acciones ya parecían semejantes
a las del Anticristo; por lo cual hay quienes suponen que que vendrá e l Anticristo, he aq u í que ahora m uchos se han
este resurgirá y será el Anticristo, pero otros creen que ni hecho A nticristos; p o r lo cu a l sabem os que es la últim a hora.
siquiera fue asesinado sino en cambio ocultado para hacer D e entre nosotros han salido, p ero no eran d e los nuestros. Si
creer en su muerte mientras que estaba vivo y oculto en hubieran sido d e los nuestros, sin duda habrían p erm a n ecid o
la flor de la edad que tenía en el momento de su supuesto con nosotros. Por lo tanto, antes del fin, en la que Juan
asesinato, hasta que sea revelado a su tiem po y restituido llama la últim a hora , muchos herejes salieron de en medio
a su trono. Pero a mí, la presunción de quien hace estas de la Iglesia, y estos muchos son, para él, Anticristos; así,
suposiciones me sorprende por su enormidad. según estos intérpretes, saldrán entonces de la Iglesia todos
De las otras palabras del Apóstol: Sólo si Aquel que ahora aquellos que no pertenecerán a Cristo sino a ese último
lo retiene se m antiene reteniéndolo hasta su rem oción , no es Anticristo; y entonces se producirá su revelación.
insensato creer que sean dichas precisamente del Imperio En esta variedad de conjeturas sobre las oscuras pala­
romano, como si se dijera: “Sólo si aquel que ahora manda bras del Apóstol, sin embargo, nadie duda que ha dicho
mandara hasta su remoción”, o sea, hasta su eliminación. esto: Cristo no vendrá a ju z ga r a los vivos y a los m uertos
Entonces e l inicuo será revelado es una designación del An­ sino después de que haya venido su adversario, el A nti­
ticristo que nadie ha puesto en duda. En cambio, de las cristo, a seducir a aquellos que están muertos de alma, si
palabras: Sabéis vosotros lo que ahora lo retiene y El m isterio bien su seducción depende del juicio de Dios, por ahora
d e la iniquidad está en obra , otros piensan que se refieren oculto. La venida d el Inicuo -se d ice- ocurrirá con form e a
exclusivamente a los malvados y a los falsos miembros de la los m étodos d e Satanás, con todo tipo d e p orten tos y señales y
Iglesia, que se harán tan numerosos que llegarán a consti­ p rod igios mentirosos, y con toda suerte d e engaños usados p o r
tuir una masa ingente para el Anticristo; ese sería el misterio la in iq u id a d para sed u cir a aquellos que se están perdien d o.
d e la iniquidad , por cuanto evidentemente está oculto; y Entonces en efecto Satanás se desatará y por medio del
el Apóstol exhortaría a los fieles a persistir tenazmente en Anticristo y con todas sus capacidades obrará prodigios
la fe que profesan, con las palabras: Sólo si A quel que ahora estrepitosos aunque falsos. Las dudas suelen referirse al
lo retiene se m antiene reteniéndolo hasta su rem oción, o sea, motivo por el cual estos son definidos como señales y
hasta que el misterio de la iniquidad, que estaba oculto, prod igios mentirosos-, porque engañará los sentidos de los
salga de en medio de la Iglesia. En efecto, estos piensan hombres con falsas apariencias, haciendo ver cosas que en
que también tiene que ver con este mismo misterio el pa­ realidad no cumple; o porque los suyos serán auténticos
saje de la epístola de Juan el Evangelista en la que se dice: prodigios pero inducirán a mentir a quien crea que su
Hijos míos, es la últim a hora, y así com o habéis escuchado origen no puede ser más que divino, ignorando cuál es
la habilidad del diablo, tanto más investido de un poder
que nunca poseyó. Cuando cayó fuego del cielo y de un
solo golpe aniquiló la numerosa servidumbre del santo
Job con sus vastos rebaños, y la violencia del torbellino se
B ib l io g r a f ía
abatió sobre la casa y la destruyó y mató a sus hijos, esas
no fueron sólo apariencias, sino obras de Satanás, al cual
Dios le había concedido ese poder.
Agamben: Agamben, Giorgio, II Regno e la Gloria, p er
El motivo por el cual aquí son definidos como señales
una genealogía teologica d ell’e conom ia e delgovern o, Vicenza,
y prod igios m entirosos se verá mejor cuando ocurran. De
Neri Pozza, 2007; trad. cast.: El Reino y la Gloria. Una
cualquier modo, por estas señales y estos prodigios serán
gen ealogía teológica d e la econom ía y d el go b iern o , Buenos
seducidos aquellos que merezcan serlo, porque -com o dice
el Apóstol- no acogieron el am or d e la verdad para salvarse. Aires, Adriana Hidalgo Editora, 2008.
Y no dudó el Apóstol en añadir estas palabras: Yp o r esto
Bloch: Bloch, Marc, A pologiepou r l ’h istoire ou le m étier
Dios volverá activo en ellos e l engaño, para que crean en la
m entira. Dios lo volverá activo por cuanto le permitirá al d ’h istorien (1949), París, A. Colin, 1993; trad. it .-.Apología
Diablo cumplir estas obras, con un veredicto justo por su della storia o m estiere di storico, Turín, Einaudi, 1950; trad.
cast.: A pología para la historia o el oficio d e historiador,
parte, aunque el diablo actúe con intención inicua y m al­
vada. Y se agrega, para que sean juzgados todos aquellos que México, FCE/INAH, 2001.
no creyeron en la verdad sino que aceptaron la iniquidad. Por
Casel: Casel, Odo, D ephilosophorum graecorum silentio
lo tanto, a continuación de la seducción, sufrirán el juicio.
A continuación del juicio, serán seducidos para aquellos
m ystico, Giessen, Verlag von Alfred Toepelmann, 1919.
juicios de Dios misteriosamente justos y justamente miste­
Clemente: Clemente de Alejandría, The Exhortation to
riosos con los que juzgó sin cesar desde el pecado original
the Greeks, G.B. Butterworth (ed.), Cambridge-London,
a las criaturas racionales; por el contrario, a continuación
Loeb Classical Library, 1948; trad. cast.: E lprotréptico,
de su seducción, serán juzgados en el último y manifiesto
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1972, pp. 15-29.
Advertencia ............................................................................... 5

I. El misterio de la Iglesia....................................................... 9
II. Mysterium iniquitatis. La historia como misterio ...... 33

Apéndice ................................................................................... 59
Declaración de Celestino V ................................................. 59
Declaración de Benedicto X V I .......................................... 60
Ticonio ..................................................................................... 63
Agustín de H ip o n a................................................................ 75

Bibliografía.............................................................................. 81
Esta edición se terminó de imprimir en Artes Gráficas del Sur,
Alte. Solier 2450, Avellaneda, Pcia. de Buenos Aires,
en el mes de agosto de 2013.

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