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‘TEMA A LA VIRGEN MARÍA DURANTE EL MES DE MAYO

Día 6
María en el Nacimiento de Jesús (Lc. 2, 1-20).
“Encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”

Comentario: contemplemos a María, sumida en oración mientras que, como Custodia


Viviente, lleva en su seno al Santo de los Santos, al Salvador del mundo. ¡Qué
extraordinaria mujer, envuelta en su manto de humidad, velando con suma discreción su
belleza indescriptible de Madre que gesta a su Creador! Sólo el Dios de la Promesa
pudo conducirla por aquellos caminos, que la llevarían a Belén, en medio de la más
absoluta incertidumbre, durante el frío invierno. La Santa de Dios, junto con su casto
esposo José, buscaba afanosamente un albergue para Dios que quería habitar en medio
de su pueblo. La Virgen dio a luz en las afueras del poblado, tal vez en una gruta entre
las rocas y colocó a su bebé en un pesebre rodeándolo con los más delicados cuidados
que una madre puede prodigar. Después vinieron los pastores, primeros testigos de un
gozo que sólo conocían los ángeles. María presenta a Jesús, “Dios con nosotros”.

Texto bíblico:
“En aquellos días, el emperador Augusto promulgó un decreto ordenando que se
hiciera un censo de los habitantes del imperio. Éste censo fue el primero que se hizo
durante el mandato de Quirino, gobernador de Siria. Todos iban a inscribirse a su
ciudad de origen. También José, por ser de la descendencia y familia de David, subió
desde Galilea, desde la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que se llama
Belén, para inscribirse con María, su esposa que estaba encinta. Mientras estaban en
Belén le llegó a María el tiempo del parto, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió
en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada.

Había en aquellos campos unos pastores que pasaban la noche en pleno campo
cuidando sus rebaños por turnos. Un ángel del Señor se les presentó, y la gloria del
Señor los envolvió con su luz. Entonces sintieron mucho miedo, pero el ángel les dijo:

-No teman, pues les anuncio una gran alegría, que lo será para ustedes y para todo el
pueblo: Les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Mesías, el
Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado
en un pesebre.

Y de repente se reunieron con el ángel muchos otros ángeles del cielo que alababan a
Dios diciendo: ¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que gozan
de su amor!

Cuando los ángeles regresaron al cielo, los pastores se decían unos a otro: -Vamos a
Belén a ver eso que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado-.

Fueron de prisa y encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre. Al


verlo, contaron lo que el ángel les había dicho de este niño. Y cuantos escuchaban lo
que decían los pastores, se quedaban admirados, María, por su parte, conservaba
todos estos recuerdos y los meditaba en su corazón. Los pastores regresaron
glorificando y alabando a Dios porque todo lo que había visto y oído era tal como les
habían dicho” (Lc. 2, 1-20).
Pensamiento Eclesial
1. Jesús es el Mesías prometido a Israel: el ángel anunció a los pastores el
nacimiento de Jesús como el del Mesías prometido a Israel. “Os ha nacido hoy,
en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor”. Desde el principio
Él es “a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo”, concebido como
“santo” en el seno virginal de María. José fue llamado por Dios para “tomar
consigo a María su esposa” encinta “del que fue engendrado en ella por el
Espíritu Santo” para que Jesús “llamado Cristo” nazca de la esposa de José de la
descendencia mesiánica de David (Mt. 1, 16).

2. Debemos continuar en nosotros los Misterios de Jesús: todo lo que Cristo


vivió hace que podamos vivirlo en Él y que Él lo viva en nosotros. “El Hijo de
Dios con su encarnación se ha unido en cierto modo con todo hombre”. Estamos
llamados a no ser más que una sola cosa con Él; nos hace comulgar, en cuanto
miembros de su Cuerpo, en lo que Él vivió en su carne por nosotros y como
modelo nuestro: debemos continuar y cumplir en nosotros los estados y
Misterios de Jesús, y pedirle con frecuencia que los realice y lleve a plenitud en
nosotros y en toda su Iglesia… Porque el Hijo de Dios tiene el designio de hacer
participar y de extender y continuar sus Misterios en nosotros y en toda su
Iglesia por las gracias que Él quiere comunicarnos y por los efectos que quiere
obrar en nosotros gracias a estos Misterios. Y por este medio quiere cumplirlos
en nosotros.

3. La virginidad de María manifiesta la iniciativa absoluta de Dios en la


Encarnación: la virginidad de María manifiesta la iniciativa absoluta de Dios en
la Encarnación. Jesús no tiene como Padre más que a Dios. “La naturaleza
humana que ha tomado no le ha alejado jamás de su Padre”, consubstancial con
su Padre en la divinidad, consubstancial con su Madre en nuestra humanidad,
pero propiamente Hijo de Dios en sus dos naturalezas”.

4. En la pobreza se manifiesta la gloria del cielo: Jesús nació en la humildad de


un establo, de una familia pobre, unos sencillos pastores son los primeros
testigos del acontecimiento. En esta pobreza se manifiesta la gloria del cielo. La
Iglesia no se cansa de cantar la gloria de esa noche:

“hoy la Virgen da a luz al Transcendente, y la tierra ofrece una cueva al


Inaccesible. Los Magos caminan con la estrella, porque ha nacido por nosotros,
Niño pequeñito, el Dios de antes de los siglos”.

Compromiso para la vida.


Todas las escenas del nacimiento de Jesús, habla claramente de la humildad, de
la sencillez, de la pobreza, de la confianza, en la Providencia Divina. Son esas las
virtudes que debo esforzarme por realizar en la vida. El tiempo especial de la Navidad,
en el cual se celebra el acontecimiento del nacimiento del Salvador, debe ser aun en
medio de la alegría y el gozo, un tiempo de sobriedad, de preocupación por lo más
pobres. El derroche, la ostentación y el egoísmo son contrarios al espíritu de la Navidad
y de la vida cristiana.
Oración.
Gracias, Padre de Amor, por la encarnación de tu Hijo Jesús y por su
nacimiento en medio de un pesebre, llenando de gozo a María, a José y a los pastores.
Gracias, porque en tu designio de amor te has manifestado primeramente a los
humildes. Dame la disposición que tuvo María para servirte siempre, sin importar cuan
incomprensibles parezcan a primera vista, tus planes. Que pueda descubrir en la
simplicidad de las cosas tu presencia silenciosa y discreta.

Florecilla del día 6: María, Madre, que formaste a la familia de Nazaret: enséñame a
hacer más cariñoso el ambiente familiar.
Te ofrezco: tener algún detalle de cariño con los de mi familia.

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