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Virgen con niño atribuida a Felipe Bigarny, para el sepulcro del Obispo de Tuy (Don
Diego de Avellaneda). Se encuentra en el Museo Nacional Colegio de San Gregorio de
Valladolid.
La aparición de la escultura del Renacimiento en España y del arte renacentista en
general tuvo lugar casi un siglo después de los comienzos de este estilo en Italia.
El quattrocento no existió como tal estilo renacentista pues predominaban todavía
las formas y el gusto por el gótico. En el siglo xvi, el cinquecento italiano,
aparecieron las primeras demostraciones, como consecuencia de las relaciones
políticas y militares con Italia y bajo el mecenazgo y tutela de los reyes y de la
nobleza. La escultura renacentista se hizo presente a través de tres vías
distintas: Escultores italianos mandados llamar por los mecenas y que realizaron
sus obras en España; obras importadas, procedentes de los talleres italianos;
primera generación de artistas españoles.1
A partir del segundo tercio del siglo xvi surgieron en distintas regiones españolas
unos artistas escultores que llegaron a ser los grandes maestros de Renacimiento
español. Aunque siguieron las normas italianas, supieron dar a sus obras un
carácter puramente español, creando escuela en las distintas regiones del ámbito
nacional. El material utilizado fue el mármol y el bronce, pero sobre todo la
madera policromada y estofada. De los talleres de los grandes maestros salieron
gran cantidad de retablos, sillerías de coro, imágenes y escultura funeraria.3 4
Índice
1 Contexto histórico
2 Religión e ideología
3 Características de la escultura renacentista
4 El retablo renacentista
5 Mecenazgo
6 Primer tercio del siglo XVI
6.1 Escultores florentinos en España
6.1.1 Domenico Fancelli
6.1.2 Pietro Torrigiano
6.1.3 Jacopo Florentino
6.2 Obras importadas de Italia
6.2.1 Sepulcros marmóreos importados de Italia
6.3 Primera generación de artistas españoles. Escultura castellana
6.3.1 Vasco de la Zarza
6.3.2 Vasco de la Zarza y la escuela de Ávila
6.3.3 Juan Rodríguez
6.3.4 Felipe Vigarny
6.3.5 Bartolomé Ordóñez
6.3.6 Diego de Siloé y Juan de Balmaseda
6.4 Maestros entalladores
6.4.1 Andrés de Nájera
6.4.2 Bartolomé Fernández
6.4.3 Guillén de Holanda
6.4.4 Pedro de Guadalupe
6.4.5 Juan de Badajoz el Viejo
7 Grandes maestros del segundo tercio del siglo XVI. Escultura castellana
7.1 Alonso Berruguete
7.2 Juan de Juni
8 Escultura del Renacimiento en Andalucía
9 Escultura del Renacimiento en Aragón
9.1 Damián Forment
10 Escultura del Renacimiento en Cataluña
11 Escultura del Renacimiento en Galicia
12 Escultura del Renacimiento en Navarra
12.1 Los retablos de Navarra y sus autores
13 Escultura del Renacimiento en Valencia
14 Última etapa del Renacimiento en España
14.1 Escultura romanista en España
14.1.1 Iconografía más representada
14.1.2 Sillerías de coro
14.1.3 Sepulcros
14.2 Gaspar Becerra
14.3 Esteban Jordán
14.4 Pedro López de Gámiz
14.5 Juan de Ancheta
15 Transición del Renacimiento al Barroco
16 Notas
17 Referencias
18 Bibliografía
19 Enlaces externos
Contexto histórico
Escudo pontificio de Su Santidad el papa Calixto III, con las armas de los de Borja
o Borgia.
La causa primordial del movimiento renacentista en España se originó en primer
lugar por la situación de relaciones económicas y sociales con Italia que desde
hacía ya tiempo mantenía la península ibérica por sus dominios en los reinos de
Nápoles, Sicilia y Cerdeña, que se acrecentaron con la fijación de la residencia de
Alfonso V de Aragón en Nápoles y el papado de la familia de Borja o Borgia de
Calixto III (1455-1458) y Alejandro VI (1492-1503) ambos de origen valenciano. Esta
situación facilitó la vida artística con un constante intercambio de obras,
materiales y artistas con Italia que se fue acrecentado con los Reyes Católicos,
Felipe II y a los que se fueron añadiendo durante el reinado de Carlos I, aunque en
menor proporción, los procedentes de Francia, Flandes y países germánicos, que
huyendo de las guerras de religión, buscaban la prosperidad del reino español. Las
aportaciones extranjeras consiguieron enriquecer la experiencia escultórica
española hasta convertirla en la gran exuberancia del plateresco, donde la
decoración de las fachadas arquitectónicas se cubrían totalmente de elementos
escultóricos.5 Dentro del Renacimiento el plateresco es una variedad puramente
española, que se corresponde con el estilo manuelino portugués. Se llama también
estilo Reyes Católicos. Se caracteriza por mantener ciertos componentes góticos y
mudéjares dentro del hacer renacentista. Las fachadas se esculpen como si fueran
retablos y junto al almohadillado típico del Renacimiento se muestran las columnas
abalaustradas con grutescos y llenas de decoración. Proliferan los tondos o
medallones y los escudos colocados en las claves de las bóvedas y en las enjutas de
los arcos. Se trata de un género muy decorativo. 6
Religión e ideología
La piedra fue uno de los materiales empleados más habituales en las fachadas, con
un amplio repertorio ornamental de guirnaldas de frutos y follajes, volutas,
medallones y grutescos. El mármol y el bronce se utilizaron para obras exclusivas
de los grandes comitentes. El material más trabajado y más representativo en el
renacimiento español fue la madera con acabado de policromía, cuyo proceso es el de
dorado y estofado. Se recubrían con panes de oro las imágenes y los retablos que,
aunque encarecían el coste de las obras, lograban un acabado rico y llamativo que
se completaba con la aplicación de pintura de color con el que se conseguía el
parecido a diversas telas en las vestiduras; en las partes del cuerpo descubierto
se aplicaba la «encarnación», consiguiendo un color similar al de la carne. Algunos
retablos se hicieron en madera blanca, es decir, madera sin pintar, encerada o
barnizada lo mismo que las sillerías de los coros.4
El retablo renacentista
En el siglo xvi se tenía una gran admiración por los retablos existentes anteriores
realizados en estilo gótico o hispano-flamenco. Pero dado el cambio de mentalidad y
la imposición de las nuevas modas renacentistas los retablos de nueva factura se
hicieron ya con esta tendencia y muchos viejos retablos góticos fueron sustituidos
por los renacentistas. El retablo se volvió imprescindible y adquirió tal
importancia que las catedrales, conventos, iglesias y capillas particulares se
poblaron con estas obras artísticas, algunas de dimensiones extraordinarias.10
En el Renacimiento se tuvo preferencia por los retablos escultóricos frente a los
pictóricos del periodo anterior, aunque en bastantes ocasiones se conjugaron ambas
artes. Pintura y escultura necesitaban un soporte arquitectónico que serían los
ensamblajes tallados al nuevo estilo en los que trabajaron una serie de escultores-
entalladores dando forma al resultado final de la obra. Estos artistas fueron
verdaderos profesionales que conocían muy bien su oficio y las nuevas tendencias y
que en muchos casos quedaron en la sombra ante la intervención de los grandes
genios.
Los triglifos, las metopas, las cartelas, los atlantes, los niños recostados y los
modillones sustituyeron a la profusión de grutescos de la etapa anterior y las
columnas clásicas de fuste estriado sustituyeron a las abalaustradas, aunque en
muchos casos se dio una supervivencia de ornamentación en el tercio bajo de estas
nuevas columnas, a petición de los clientes, si bien el nuevo modelo de ornato ya
no es el grutesco sino el rameado (dibujo que representa ramas o ramos vegetales).
Los retablos se llenaron además de frontones curvos y triangulares, demostrando el
más puro clasicismo. Es importante destacar también la gran relevancia que cobró en
esta segunda mitad (y como consecuencia del Concilio de Trento) el espacio
destinado al Sagrario. Llegó a ser un cuerpo muy especial dentro del conjunto del
retablo, hasta el punto que en la mayoría de los casos se construyó aparte e
incluso fue lo primero en realizarse y policromarse.12
Disposición de un retablo
Se da siempre una distribución de banco, calles y cuerpos. Pero dentro de esta
división hay toda una gama de tipología y de adaptación de los espacios interiores.
También depende del tamaño que se le quiera dar.
Las calles o divisiones verticales están destinadas por lo general a recibir ciclos
temáticos de la Historia Sagrada. A veces entre estas calles puede haber divisiones
más estrechas que son las llamadas entrecalles. Era costumbre colocar en las
entrecalles esculturas de bulto redondo representando a padres de la Iglesia,
evangelistas, apóstoles o patriarcas.
A los lados del retablo a veces van añadidas unas piezas verticales ricamente
adornadas, llamadas guardapolvos o polseras. A partir de los años 30 del siglo xvi
se fue añadiendo en cada extremo del retablo una columna de orden gigante que
recibió el nombre de pulsera (no confundir con polsera).13
Mecenazgo
Retablo de la capilla de San Miguel (encargo del banquero Gabriel Zaporta), con
escultura de Juan de Ancheta
En la segunda etapa, con el Renacimiento romanista, cuando la obra imperante por
excelencia era el retablo, los obispos fueron los principales mecenas y difusores:
Diego Sarmiento de Sotomayor fue el promotor del retablo mayor de la catedral de
Astorga (realizado por Gaspar Becerra); Francisco Pacheco de Córdoba del retablo de
la catedral de Burgos; Pedro de Lafuente (1578-1587), obispo de Pamplona, encargó a
Juan de Ancheta un retablo para la iglesia de Moneo (Burgos), de donde era oriundo;
Antonio Zapata y Cisneros (1596-1600), también obispo de Pamplona, fue promotor y
mecenas del retablo de la catedral de Pamplona (y del templete de plata para la
procesión del Corpus); Juan de Muñatones, obispo de Segorbe patrocinó el retablo de
Santa Casilda en Santa María de Briviesca (obra de Pedro López de Gámiz), que junto
con el de Astorga supuso el lanzamiento y ejemplo a seguir del retablo romanista.14
Domenico Fancelli
Artículo principal: Domenico Fancelli
Por un documento del 7 de agosto de 1508 se sabe que en ese año era vecino de
Carrara donde trabajaba como escultor, y que en esos días compró en las canteras 55
carretadas de mármol.b Otros documentos le testifican como escultor muy prestigioso
y muy relacionado con otros artistas ilustres.c16
El primer contacto de Fancelli con España fue a través del conde de Tendilla (Íñigo
López de Mendoza y Quiñones) que pasó la mayor parte de su vida en Italia. Hizo su
primer contrato para esculpir el sepulcro de Diego Hurtado de Mendoza y Quiñones
(hermano de Íñigo López de Mendoza y Quiñones), cardenal de España y arzobispo de
Sevilla, que había muerto en 1502. Se encuentra en la capilla de la Antigua, de la
catedral de Sevilla. Allí fueron trasladados los restos del cardenal en el año
1504. En el centro del zócalo está escrito un epitafio con el resumen de su vida.
En hornacinas aveneradas se encuentran las esculturas de San Pedro, San Juan, San
Isidoro, San Pablo, Santiago y San Andrés. Sobre el sepulcro está la estatua
yacente, esculpida con suaves líneas y planos.17
Pietro Torrigiano
Artículo principal: Pietro Torrigiano
Escultor italiano, de vida borrascosa y temperamento impulsivo, según Giorgio
Vasari, apareció en la ciudad española de Granada en 1521, tras una larga estancia
en Inglaterra, pasando luego a Sevilla. No está muy claro el por qué llegó hasta
España, aunque se supone que lo hizo al enterarse de la gran demanda de obras
renacentistas italianas que había en este país.21
Jacopo Florentino
Artículo principal: Jacopo Florentino
Fue el tercero de los escultores renacentistas que llegaron desde Florencia para
trabajar en España. Además de escultor llegó a ser un buen pintor, excelente
arquitecto y reconocido maestro. Vasari escribió también su biografía que no
coincide en algunos datos con los archivos y documentos españoles. Vasari asegura
que este escultor murió en Roma; debió confundirse con un hermano del artista,
Francisco, y mezclar así sus biografías. De Jacopo Florentino (o Torni), de su
estancia y muerte en España se tiene bastante noticia y documentación a través de
su propio hijo Lázaro de Velasco, que también habla de su tío, micer Francisco el
Indaco, hermano menor de Jacopo.25
Se pueden dar algunos ejemplos representativos de estas obras que llegaron desde
Italia a petición de mecenas y promotores:28
Cenotafio sin enterramiento del canónigo Baltasar del Río, obispo de Scala
(Salerno), en la catedral de Sevilla, de 1521.
La introducción de tipologías renacentistas italianas tuvieron que ver con las
importaciones de obras ejecutadas en ese país, a pesar de que fueron de diversa
índole, como medallones, retratos, incluso patios con sus columnas y portadas
palaciegas como las del castillo de la Calahorra en la provincia de Granada; el
tema de mayor importación fue el de los sepulcros.31
Entre 1493 y 1504 fue realizado el sepulcro del cardenal Pedro González de Mendoza,
para la catedral de Toledo, con una estructura de arco de triunfo de tipo romano.
Su autoría es desconocida como también se duda si fue importado o realizado por un
escultor italiano in situ.
Vasco de la Zarza
Artículo principal: Vasco de la Zarza
Sepulcro del obispo Alonso Carrillo de Albornoz (muerto en 1364) para la capilla de
San Ildefonso en la catedral de Toledo.
Sepulcro de Alonso Fernández de Madrigal (el Tostado), en la catedral de Ávila con
decoración del trascoro, lugar donde se encuentra este monumento. Es obra de 1518.
Véase también: Sepulcro de Alonso Fernández de Madrigal
Sagrario del altar mayor de la catedral de Ávila donde muestra una gran influencia
italiana.
Retablo de la iglesia del convento de La Mejorada de Olmedo (Valladolid) en
colaboración con Berruguete. Este retablo se encuentra ahora en la capilla del
Colegio de San Gregorio (Museo de Escultura) de Valladolid.
Vasco de la Zarza y la escuela de Ávila
Al morir Vasco de la Zarza en 1524 sus discípulos y seguidores continuaron su
labor. La escuela de Ávila con este escultor al frente es quizás la que mejor
refleja la estética del plateresco español fundido con el incipiente Renacimiento.
Hubo una tendencia a cubrir las superficies llenándolas de ornamentación
plateresco-renacentista. Los discípulos de Vasco de la Zarza, representantes de la
escuela de Ávila, trabajaron en equipo y tal vez sea ésta la razón por la que
exista tal cantidad y variedad de ornamentos en sus obras.32
Juan Rodríguez
Artículo principal: Juan Rodríguez
Fue el más representativo de los discípulos de Vasco de la Zarza y el máximo
representante de la escuela de Ávila. Su obra maestra fue el retablo de la iglesia
del monasterio de El Parral de Segovia, (1528). Se trata de un retablo gigantesco
que llega a alcanzar la altura de las bóvedas, en el que se reparten escenas
bíblicas, columnas, frisos, y gran profusión de ornamentos cubriendo materialmente
toda la superficie.33 Las otras obras de encargo para esta iglesia fueron los
sepulcros de los fundadores y patronos de la capilla mayor:
Felipe Vigarny
Artículo principal: Felipe Vigarny
Trabajó en Italia junto con Diego de Siloé en el año 1517, en el retablo de mármol
dedicado a la Epifanía, en la capilla Caracciolo de San Giovanni in Carbonara
(Nápoles). Su aportación en este retablo fue el gran relieve principal, Adoración
de los Reyes, una composición equilibrada, con buena perspectiva y fino modelado.35
Fue un gran seguidor de Miguel Ángel siendo su estilo renacentista mucho más
avanzado que el de sus compañeros y así lo demostró en su obra de la sillería del
coro de la catedral de Barcelona donde destaca el Entierro de Cristo, un trabajo
realizado junto a Diego de Siloé. También realizó los relieves del trascoro de esta
misma catedral, donde descuella el relieve de Santa Eulalia ante el Magistrado
(también titulado Santa Eulalia juzgada por Daciano).36
Bartolomé Ordóñez tuvo dos encargos de cenotafios: uno fue el sepulcro de don
Felipe y doña Juana para la capilla Real de Granada.37g El otro cenotafio fue el
sepulcro del Cardenal Cisneros, para Alcalá de Henares, que Fancelli había dejado
inconcluso.h En ambos empleó un túmulo de lados verticales, rompiendo así con la
novedad de Fancelli que había introducido los túmulos en talud. Sobre ese primer
cuerpo agregó otro de menores dimensiones sobre el cual dispuso la figura yacente.
Los túmulos fueron decorados con relieves bellísimos, de la misma calidad artística
que los ejecutados anteriormente en Barcelona.38
Cuando llegó a Granada se dedicó por algún tiempo a esculpir encargos, aunque
pronto tomó las riendas de la arquitectura. Su primer trabajo como escultor fueron
las figuras de los Reyes Católicos que están junto al altar mayor de la capilla
Real y que fueron sustituidas por las anteriores que había labrado Vigarny. El
propio Siloé lo comenta así:
[...] para ir al reyno de Granada para hazer ciertos bultos en obra que complía a
sus majestades.
Después siguió con la serie de crucifijos y con más obras para el monasterio de San
Jerónimo. Aun cuando se dedicó plenamente a la arquitectura, nunca dejó de ser
escultor y decorador dejando su trabajo en bóvedas, puertas, etc. Se dice de él que
es imposible separar al arquitecto del escultor. El taller de Siloé fue famoso en
Granada y en él trabajaron bastantes profesionales que a su muerte divulgaron su
arte por cada rincón no solo de Andalucía sino del resto de la península.41
Maestros entalladores
En la ejecución de los retablos y de las sillerías de coro intervenían distintos
artistas y cada uno tenía su cometido: escultores, entalladores, ensambladores,
pintores y doradores.44Los maestros decoradores y entalladores cuyas obras
introdujeron en los primeros años del siglo xvi el arte renacentista tuvieron gran
importancia sobre todo en la organización de retablos. Era costumbre que la obra de
un retablo se encargase a un entallador y que éste fuera el responsable de
contratar a los escultores o pintores que lo rematarían con su trabajo artístico.
En algunos casos puede verse cómo su labor arrastraba todavía un cierto goticismo
de años anteriores. El número de escultores-entalladores es bastante extenso.
Aunque no están catalogados como "genios" fueron muy buenos profesionales y sobre
todo muy buenos en el trabajo en equipo. Entre todos ellos destacan los siguientes:
Giraldo de Flugo (seguidor de Berruguete), Alonso de Esquinas el Viejo, Pedro de
Villadiego, Tomás Vázquez.
Uno de los artistas de este género que más influencia tuvo y que más colaboró con
escultores y pintores fue Andrés de Nájera. Los cuatro siguientes que van a
continuación fueron maestros muy considerados y que llegaron a tallar obras
importantes.
Andrés de Nájera
Artículo principal: Andrés de Nájera
También conocido como Andrés de San Juan, fue un escultor y maestro, figura
prácticamente ignorada y que sin embargo los historiadores de arte le consideran
como uno de los iniciadores del estilo renacentista que influyó en gran medida
entre sus contemporáneos con sus trazas y dibujos. No trabajó en solitario sino
siempre en colaboración, siendo su principal compañero Guillén de Holanda. Su
primera obra conocida es una parte de la sillería del coro de Santa María la Real
de Nájera donde desarrolló un estilo gótico final. En colaboración con Vigarny
labró la sillería del coro de la catedral de Burgos. En esta obra ya demostró su
interés y conocimiento de las formas renacentistas de la Toscana.45
Bartolomé Fernández
Guillén de Holanda
Artículo principal: Guillén de Holanda
Realizó su trabajo siempre en colaboración con otros artistas. Sus imágenes son
especialmente características por unos volúmenes muy compactos y unos amplios y
marcados pliegues. Una de sus obras más conocidas es el retablo del monasterio de
Cañas.
Pedro de Guadalupe
Artículo principal: Pedro de Guadalupe
Trabajó en Valladolid y Palencia. Fue entallador especialista en ensamblaje y talla
de ornamentación y en cuanto a formación de retablos se refiere, este artista fue
el gran introductor del Renacimiento. Se le considera escultor de transición pues
trabajó tanto la talla gótica como la renaciente, con el mérito de ser el primer
entallador en estilo renacentista, en el primer tercio del siglo XVI, cuando este
arte empezaba a introducirse en España. Es el autor del retablo del Colegio de
Santa Cruz de Valladolid. El cardenal Mendoza, mecenas de dicho colegio quiso que
el retablo se construyera a lo romano.46
Grandes maestros del segundo tercio del siglo XVI. Escultura castellana
Bartolomé Ordóñez murió joven (1520) y Diego de Siloé marchó muy pronto a trabajar
a Granada, de manera que la escuela burgalesa quedó truncada hasta la presentación
de los nuevos genios de la escultura, que tuvieron sus talleres en Valladolid. La
aparición de grandes escultores en esta ciudad dio lugar a la escuela de Valladolid
representada por Alonso Berruguete y Juan de Juni. Estos dos escultores
manifestaron con sus obras el auténtico sentir estético del Renacimiento español.
Los dos estaban fuertemente influenciados por la fuerza miguelangelesca aunque
fueron dos artistas totalmente diferentes en la manera de trabajar: Berruguete
rápido, Juan de Juni, lento. Pero ambos tienen en común el expresarse con un
acusado manierismo. Los dos crearon escuela y de sus respectivos talleres salieron
muy buenos seguidores, algunos de los cuales llegaron a alcanzar reconocida fama.48
Alonso Berruguete
Artículo principal: Alonso Berruguete
San Sebastián del retablo de la iglesia del monasterio de San Benito de Alonso
Berruguete.
Natural de Paredes de Nava, fue hijo del afamado y ya consagrado pintor Pedro
Berruguete. Tuvo una buena formación italiana (Florencia y Roma) tanto en pintura
como en escultura. Berruguete inició en España su gran obra escultórica con el
retablo que le encargaron para la iglesia del monasterio de La Mejorada cerca de
Olmedo (Valladolid). El monasterio ya no existe pero el retablo se custodia en el
altar de la capilla del Museo Nacional de Escultura.
Isidro de Villoldo fue un discípulo directo que colaboró con el maestro en sus
últimas obras en Toledo: coro de la catedral y sepulcro del cardenal Tavera. Su
gran obra es el retablo de alabastro para la sacristía de la catedral de Ávila,
ejecutada entre 1549 y 1553. Todo el retablo está profusamente adornado con motivos
plateresco-renacentista. Villoldo demostró en esta obra un gran sentido
escenográfico y un gran conocimiento para representar la profundidad. Este escultor
llevó su arte y sus experiencias a Andalucía donde dejó una gran muestra de
esculturas.55
Juan de Juni
Artículo principal: Juan de Juni
San Juan Bautista de Juan de Juni, obra procedente del desaparecido convento de San
Benito (Valladolid).
Juan de Juni, junto con Berruguete fue el gran maestro del Renacimiento español
dentro de la escuela castellana. Su manera de trabajar era totalmente opuesta a la
de Berruguete. Juan de Juni era lento, demostrando en sus obras el estudio
realizado y cuidando al máximo las composiciones y las figuras de ropaje abultado y
con grandes pliegues. Su estilo refleja el doble influjo de lo francés con el norte
de Italia donde se educó y donde debió aprender el tema de los Entierros. Dominó
distintas técnicas en distintos materiales: madera, barro y mármol. Su obra se
caracteriza por los violentos escorzos y las siluetas helicoidales (influencia del
manierismo romano), abriendo la puerta al barroco venidero. Juni trabajó en Burgos,
en Salamanca y finalmente en Valladolid, donde creó escuela. Fue en esta ciudad
donde esculpió su obra representativa: Santo Entierro, para la capilla de fray
Antonio de Guevara en el desaparecido convento de San Francisco. En Valladolid tuvo
su gran taller y en esta ciudad murió, siendo enterrado en el convento de monjas de
Santa Catalina.56
Castilla exportó su escuela y sus escultores sobre todo a Sevilla que se convirtió
en un foco renacentista muy importante. En Granada trabajó con éxito Bartolomé
Ordóñez en los cenotafios de don Felipe y doña Juana para la capilla Real. El
burgalés Diego de Siloé acudió a Granada en 1528 requerido por el duque de Sessa
afincándose en esta ciudad como arquitecto dedicando parte de su tiempo en esculpir
encargos. Uno de sus mejores trabajos como escultor fueron las figuras de los Reyes
Católicos que están junto al altar mayor de la capilla Real. El taller de Siloé fue
muy acreditado en la ciudad de Granada.
Por los años en que Torrigiano trabajaba en Sevilla y que se importaban desde
Italia los lujosos sepulcros de mármol (entre 1517 y 1526), iniciaba su carrera el
escultor de origen nórdico Miguel Perrin.57 Era un escultor con reminiscencias
góticas en sus fondos paisajísticos, en consonancia con su origen nórdico y
formación francesa. La mayor parte de su trabajo la dejó en la catedral de Sevilla
y muchas obras fueron hechas en barro cocido siguiendo la tradición sevillana:
Relieve de la Adoración de los Reyes, Entrada de Jesús en Jerusalén, estatuas de
las dos portadas orientales, relieves y estatuas de la Puerta del Perdón. También
en Sevilla hizo el San Jerónimo del Panteón de los duques de Osuna (también en
barro cocido).
En el primer tercio del siglo xvi destacó en Aragón la figura de Gil Morlanes el
Viejo, natural de Daroca, que había comenzado su carrera como escultor en pleno
arte gótico y cuyos méritos le otorgaron desde 1493 el título de “Escultor de
Fernando el Católico”.
Los tres grandes escultores renacentistas fueron Damián Forment, Joly y Juan de
Moreto. Con ellos terminó la primera etapa de escultura aragonesa renacentista. El
periodo siguiente no aportó grandes figuras. En los últimos años del siglo xvi
comenzó el lento proceso de cambio hacia la escultura romanista con la figura de
Juan de Ancheta.
Damián Forment
Su primera obra importante fue el retablo mayor del Pilar de Zaragoza en 1509, que
había sido encargado anteriormente a Miguel Gilbert, que murió antes de poder
comenzar la obra. Su parte arquitectónica de entablamento es todavía gótica salvo
en el banco donde sus formas son renacentistas. En esta parte baja del retablo se
hallan los medallones esculpidos con los rostros de Damián Forment y su esposa,
obra del propio Forment. Otra de sus grandes obras fue el retablo para el
monasterio de Poblet donde el maestro muestra ya un pleno dominio del renacimiento
y donde el gótico está totalmente ausente.
En la primera mitad del siglo xvi salieron a la luz las primeras esculturas
renacentistas, frecuentemente rodeadas de marcos góticos. La arquitectura de los
retablos donde se ubicarán las imágenes renacentistas se componen de columnas de
fuste estriado, y la zona inferior decorada con medallones y grutescos.
Como gran ejemplo del Renacimiento en Galicia se pueden mostrar las estatuas de la
fachada de San Martín Pinario del escultor Mateo López.61
En el periodo romanista hubo una gran actividad. En Orense trabajó a partir de 1587
Juan de Angés el Mozo, escultor leonés afincado en Galicia y seguidor de Juan de
Juni, seguido por Gregorio Español que hizo un buen trabajo en el retablo mayor de
la iglesia de Santa María de Castro Caldelas (Orense). Este periodo alcanzó los
primeros años del siglo xvii.
Capilla de Gabriel Zaporta de la Seo de Zaragoza, esculpida hacia 1575 por Juan de
Ancheta.
La primera etapa del Renacimiento en Navarra tuvo gran influencia castellana a
través de los maestros riojanos relacionados con Burgos y Valladolid que recordaban
bastante el estilo de Berruguete. También es de tener en cuenta la influencia
aragonesa con reminiscencias de la obra de Forment y Yoly. Pero sobre todo hubo una
gran abundancia de autores franceses muy influenciados por el italianismo y que
pronto supieron adaptarse al carácter español.
La primera escuela del Renacimiento navarro fue a mitad del siglo xvi y su
representante es Jorge de Flandes que hizo los retablos de Santa María la Real de
Sangüesa y de Orcoyen. Después de esta primera etapa en que abundan los adornos y
relieves platerescos surge el Renacimiento romanista cuya figura principal es Juan
de Ancheta; este escultor estuvo afincado en Pamplona y tuvo su taller en la calle
de la Navarrería, muy cerca de la catedral.
En el último cuarto del siglo xvi tiene lugar la propagación del romanismo. Navarra
será quien lleve este estilo por tierras de La Rioja, Aragón, Burgos y País Vasco
de la mano del escultor Juan de Ancheta. Años más tarde se introdujo en Navarra la
tendencia clasicista implantada por las obras de El Escorial, por mediación del
obispo Antonio Zapata que encargó la adaptación de la traza escurialense en el
retablo de la catedral de Pamplona. A partir de esta obra los retablos de la
escuela navarra se harán siguiendo esta composición de traza clasicista y escultura
romanista.64
Los principales mecenas y promotores de esta segunda etapa fueron los obispos, y
las obras requeridas fueron principalmente los retablos. En las bibliotecas
diocesanas se guardaban como verdaderos tesoros los tratados de arquitectura
italianos, especialmente los de Sebastiano Serlio. Existían también en estas
bibliotecas y en manos de los propios artistas obras teóricas de Vignola, Vitrubio,
Leon Battista Alberti y Palladio. Algunos escultores tenían en su poder estampas de
maestros italianos, de Durero y de otros maestros antiguos. Es sabido que Pedro
López de Gámiz dejó a su muerte dos libros de estampas.66 Becerra tenía una serie
de dibujos sobre el Juicio Final de Miguel Ángel, realizados por él, y que después
pasaron a manos de Esteban Jordán, de los Bolduque y del pintor riojano Pedro Ruiz
de Cenzano.67
Los temas escultóricos llamados a causar más impresión fueron el Cristo atado a la
columna (o flagelación), la Piedad (uno de los favoritos de Juan de Juni), el
Resucitado (cuyo prototipo vuelve a ser Miguel Ángel, esta vez con el ejemplo del
Cristo de Santa María sopra Minerva de Roma),n y sobre todo la Crucifixión, tema
muy divulgado, siguiendo el modelo del Cristo muerto, con la cabeza inclinada, tres
clavos y una buena anatomía de bellas proporciones. En cuanto a la tradicional
imagen de la Virgen con el Niño se representó como una verdadera matrona romana
siguiendo los modelos de Sansovino y Miguel Ángel especialmente.69
Los temas de los profetas, los santos y sus martirios, las Virtudes, fueron
representados a la manera romanista con inspiración de los desnudos y Sibilas de la
capilla Sixtina y también con inspiración de otros esquemas italianos como los
dibujos que se conocían de Baccio Bandinelli.
Iconografía
Virgen con Niño del retablo de Santa María la Mayor (Soria), atribuido a Gaspar
Becerra.
Sillerías de coro
Las sillerías de esta segunda época ya no se caracterizan por los adornos de
grutescos ni por los temas mitológicos. Se talla todo el santoral pero con
austeridad y elegancia. Galicia es la gran protagonista en este tema, con obras
magníficas como la sillería de la catedral de Orense de Juan de Angers y Diego
Solís (1587) o la de Santiago de Compostela de Juan Dávila y Gregorio Español hecha
en 1599 para sustituir la anterior románica labrada en piedra por el Maestro Mateo.
(Esta sillería fue trasladada a la tribuna alta de San Martín Pinario tras un
proceso de restauración.)71
Sepulcros
Gaspar Becerra
Artículo principal: Gaspar Becerra
Con Gaspar Becerra entró de lleno la renovación artística del último Renacimiento.
En Italia tuvo la oportunidad de tratar y colaborar con Giorgio Vasari y Daniele da
Volterra, lo que le proporcionó un conocimiento y un aprendizaje de primera mano de
las obras de Miguel Ángel y sus seguidores, es decir, la esencia del romanismo-
manierista.p Becerra aprendió no solo en las obras de Miguel Ángel; otros grandes
artistas italianos influyeron también en su estilo y en el de la escultura hispana:
Francesco Rustici, Baccio Bandinelli, Jacopo Sansovino, Sebastiano del Piombo,
entre otros.
Esteban Jordán
Artículo principal: Esteban Jordán
López de Gámiz puso en esta obra lo mejor de sus conocimientos artísticos. La talla
de las cabezas, los cabellos y las barbas son de un gran virtuosismo así como el
tratamiento de los paños. Aunque ésta fue su obra cumbre, realizó trabajos en el
monasterio de Santa María la Real de Vileña así como en Briviesca, Zambrana, Ircio,
Ezcaray y Valluércanes. Sus colaboradores y seguidores introdujeron los nuevos
modelos del romanismo en el País Vasco, Navarra y la Rioja, siendo el más
representativo Juan de Ancheta.
Juan de Ancheta
Artículo principal: Juan de Ancheta
Estudió en Italia y se formó profesionalmente en Valladolid donde tuvo la
oportunidad de conocer a los escultores Esteban Jordán, Gaspar Becerra y Juan de
Juni. En esta ciudad aprendió a compaginar la demostración de misticismo español
con las enseñanzas puramente renacentistas aprendidas en Italia.
San Juan Bautista de Alonso Cano, escultor nacido en Granada. Museo Nacional de
Escultura. La obra fue contratada en 1634 para el retablo mayor de la iglesia de
Villana de San Juan de la Palma.
Tras los elementos clasicistas y manierista-romanistas del siglo xvi, entró e
imperó desde comienzos del siglo xvii, con gran éxito en España, el arte llamado
barroco. Sus antecedentes hay que buscarlos en pleno Renacimiento cuando el
Concilio de Trento y sus mandatos influyeron de manera activa en la espiritualidad
y religiosidad del mundo católico. Estos fenómenos fueron calando en el arte de la
escultura que finalmente llegó a expresar el sentir realista del pueblo. La
escultura barroca fue casi exclusivamente religiosa respondiendo a un sentido
ascético de la vida frente a la escultura renacentista que respondía a un sentido
místico. Las imágenes religiosas pasaron de ser un símbolo venerado en la intimidad
de un templo a ser un símbolo itinerante incluso dentro de las propias iglesias, en
los hogares y en las calles. Fue entonces cuando surgió la imagen procesional.
A lo largo de la segunda mitad del siglo xvi el ejemplo italiano a seguir había
sido Miguel Ángel. Entrado el siglo xvii fue Bernini el escultor que más llamó la
atención y cuya influencia se extendió hasta finales del siglo xviii.
La escuela de Valladolid fue decayendo a finales del siglo xvi hasta que de nuevo
apareció el genio de un escultor: Gregorio Fernández que impuso su personalidad
dentro de la nueva tendencia barroca. Por otro lado, en Andalucía surgió un foco
bien diferenciado con artistas de primera magnitud que darían vida a la escultura
del barroco andaluz.
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