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Concepto del s.n.c: Está conformado por el encefalo y la médula espinal, los cuales se
desempeñan como el "centro de procesamiento" principal para todo el sistema nervioso y
controlan todas las funciones del cuerpo.
ENCEFALO: es la parte del sistema nervioso central de los vertebrados incluida en
el cráneo. Está compuesto por tres partes: prosencéfalo, mesencéfalo y rombencéfalo. Es
el centro de control del movimiento, del sueño, del hambre, de la sed y de casi todas las
actividades vitales necesarias para la supervivencia. Todas las emociones humanas,
como el amor, el odio, el miedo, la ira, la alegría y
la tristeza, están controladas por el encéfalo.
También se encarga de recibir e interpretar las
innumerables señales que le llegan desde
el organismo y el exterior.
ARTERIAS VERTEBRALES:
El polígono de Willis puede encontrarse en la parte inferior del cerebro, rodeando el heptágono
que forma estructuras como del quiasma óptico, el hipotálamo y la hipófisis. Su estructura puede
variar enormemente de una persona
a otra, hallándose que más de la
mitad de la población tiene un
estructuración de este polígono
diferente del que se considera
clásico o típico.
Como hemos dicho, el polígono de Willis es la estructura mediante la cual se interconectan las
diferentes arterias principales que irrigan el cerebro. Entre estas arterias, las principales y a partir
de las cuales se ramifican otras muchos son las siguientes (si bien existen otras muchas
ramificaciones).
Las arterias carótidas ascienden por el cuerpo hasta la cabeza, por ambos lados del cuello, para
terminar penetrando en el cráneo (momento en que pasan a llamarse carótidas internas). Una vez
dentro de él se encargaran de dotar de sangre a la parte anterior del cerebro, encargándose gran
parte del suministro de oxígeno y nutrientes a la mayor parte del encéfalo (tanto corteza como
estructuras subcorticales), para conformar junto con sus ramificaciones la parte anterior del
polígono de Willis. Posteriormente se dividirá en arterias cerebrales anterior y media, entre otras
muchas.
2. Arteria basilar
Otra de las principales arterias que irrigan el cerebro, la arteria basilar, aparece tras la unión en el
tronco cerebral de las arterias vertebrales, que se internan en la base del cráneo directamente
ascendiendo alrededor de las vértebras. Esta arteria y sus ramificaciones (las arterias cerebrales
posteriores) se encargan de aportar flujo sanguíneo al tronco del encéfalo y a las regiones
posteriores del encéfalo (incluyendo el lóbulo occipital), formando la parte posterior del polígono
de Willis.
Estamos ante dos arterias de gran importancia, ya que permiten la comunicación entre la carótida
interna y la arteria cerebral posterior de tal manera que las principales arterias cerebrales de un
mismo lado del cerebro queden conectadas entre sí.
La arteria comunicante anterior es una pequeña arteria que conecta la arteria cerebral anterior
derecha y la arteria cerebral anterior izquierda, ejerciendo de puente entre ambos hemisferios.
Parte de la bifurcación de la arteria carótida interna, esta arteria forma parte del círculo o polígono
de Willis de manera directa. Sus ramificaciones permiten irrigar áreas sensoriomotoras y el
orbitofrontal, entre otras áreas de interés.
Arteria que surge a partir de la conexión entre arteria basilar y arteria comunicante posterior.
Especialmente importante para la irrigación de las zonas inferiores y profundas de los lóbulos
temporal y occipital, ya que su acción permite aspectos relacionados con la visión
8. Arterias cerebelosas
Se trata de las arterias que contribuyen a irrigar el cerebelo, además de otras estructuras propias
del tronco del encéfalo. Podemos encontrar la cerebelosa superior, anteroinferior y
posteroinferior
9. Arterias espinales
La arteria espinal es la arteria que aporta sangre a la médula espinal, resultando de gran
importancia para el sistema nervioso autónomo y la transmisión de la información desde el
cerebro hasta los distintos órganos.
Si aparece algún tipo de obstrucción en el polígono, es posible que las áreas irrigadas se queden
sin oxígeno y mueran. Las consecuencias pueden ser múltiples, desde la muerte (si por ejemplo se
pierden los núcleos que regulan las constantes vitales) a la pérdida de funciones mentales y físicas,
sensibilidad o capacidad motora.
Otro problema que puede acontecer es el hecho de que aparezca un aneurisma (de hecho, el
polígono de Willis es uno de los principales lugares en que suelen aparecer problemáticas de este
tipo) y se termine produciendo un derrame, que puede tener consecuencias nefastas para el
sujeto afectado. Y aún si el desenlace no es fatal, es posible que pierda la visión debido a la
compresión del quiasma óptico.
LIQUIDO CEFALORRAQUIDEO
El líquido cefalorraquídeo (LCR) o líquido cerebroespinal (LCE) es un líquido incoloro que
baña el encéfalo y la médula espinal. Circula por el espacio subaracnoideo, los ventrículos
cerebrales y el conducto ependimario sumando un volumen de entre 100 y 150 mL, en
condiciones normales.1
Puede enturbiarse por la presencia
de leucocitos o la presencia de pigmentos
biliares. Numerosas enfermedades alteran
su composición y su estudio es importante
y con frecuencia determinante en
las infecciones
meníngeas, carcinomatosis y hemorragias
. También es útil en el estudio de las
enfermedades desmielinizantes
del sistema nervioso central o periférico.
CIRCULACION: La circulación del LCE comienza en los ventrículos laterales, continúa hacia
el tercer ventrículo por los agujeros de Monro (agujeros interventriculares) y luego transcurre
por el acueducto cerebral (acueducto de Silvio o mesencefálico) hasta el cuarto ventrículo.
Desde allí fluye, a través de un conjunto de orificios, uno central (agujero de Magendie) y dos
laterales (agujeros de Luschka),1 que ingresan en la cisterna magna, un gran depósito de
líquido ubicado por detrás del bulbo raquídeo y por debajo del cerebelo y hacia abajo al
conducto ependimario de la médula espinal a través del obex.
Todas las superficies ependimarias de los ventrículos y las membranas aracnoideas secretan
cantidades adicionales de líquido y una pequeña cantidad proviene del propio encéfalo, a
través de los espacios perivasculares que rodean los vasos sanguíneos que ingresan en el
encéfalo.
La cisterna magna se continúa con el espacio subaracnoideo que rodea todo el encéfalo y
la médula espinal. Luego, casi todo el LCE fluye a través de este espacio hacia el cerebro.
Desde los espacios subaracnoideos cerebrales, el líquido fluye en las múltiples vellosidades o
granulaciones aracnoideas (o de Pacchioni) que se proyectan en el gran seno venoso sagital y
otros senos venosos. Por último, se vacía en la sangre venosa a través de las superficies de
las vellosidades.
El movimiento es por pulsos, correspondiendo a las ondas de presión generadas en los vasos
sanguíneos por el latido del corazón.3 Algunos autores añaden que el flujo no es unidireccional
sino de ida y vuelta, dependiente del ciclo cardiaco de sistelis-diastolis.