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EN LAS PUERTAS DEL MITO: Loros y Peces en el Arte Cerámico de la Costa del
Río Paraná.

Chapter · December 2018

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Silvia Elena Cornero


Rosario National University
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GOYA-MALABRIGO
ARQUEOLOGÍA DE UNA SOCIEDAD INDÍGENA
DEL NORESTE ARGENTINO

GUSTAVO G. POLITIS
MARIANO BONOMO
(EDITORES)

EDITORIAL UNICEN
TANDIL 2018
Politis, Gustavo
Goya-Malabrigo : arqueología de una sociedad indígena del noreste argen-
tino / Gustavo Politis ; Mariano Bonomo ; editado por Gustavo Politis ; Mariano
Bonomo. - 1a ed . - Tandil : Editorial UNICEN, 2018.
368 p. ; 24 x 17 cm.

ISBN 978-987-4901-13-2

1. Arqueología. 2. Argentina. 3. Arquitectura Aborigen . I. Bonomo, Mariano II.


Politis, Gustavo, ed. III. Bonomo, Mariano, ed. IV. Título.
CDD 930.1

© 2018 – UNCPBA
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires
Secretaría Académica. Editorial UNICEN
Pinto 399, Tandil (7000), Provincia de Buenos Aires
Tel./Fax: 0249 4422000
e–mail: c–editor@rec.unicen.edu.ar
www.editorial.unicen.edu.ar

1a edición: diciembre 2018

Responsable editorial
Lic. Gerardo Tassara

Corrección
Lic. Ramiro Tomé

Diseño de Tapa y Maquetación


D.G. Luisa Demarco

Foto de tapa
John Gabriel Stedman (1813), Narrative, of a Five Years’ Expedition, Against the Revolted
Negroes of Surinam. (2nd corrected edición), London: J. Johnson & Th. Payne (via Wikipedia)

Impreso por Docuprint


Heandel L3, Garin, Buenos Aires
Tirada: 150 ejemplares
Hecho el depósito que marca la Ley 11.723
ISBN: 978-987-4901-13-2
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

Estado actual y perspectivas de Goya-Malabrigo, una sociedad indígena del noreste argentino
Gustavo G. Politis y Mariano Bonomo 9

LA ALFARERÍA

Las exploraciones de Lilia Spinelli en los inicios de la arqueología en el nordeste argentino


Carolina V. Píccoli y Ma. Carolina Barboza 45

Formas cerámicas Goya-Malabrigo: variabilidad y tipos morfológicos


Carolina B. Silva 73

En las puertas del mito: loros y peces en el arte cerámico de la costa del río Paraná
Silvia Cornero 89

Variabilidad espacial y temporal de los cerritos del delta superior del río Paraná
Canela Castro y Carola Castiñeira Latorre 107

BIOARQUEOLOGÍA

Huesos rojos en el Delta superior del río Paraná.


El caso del sitio arqueológico Cerro Grande de la “Isla los Marinos” (Entre Ríos, Argentina)
Livia Kozameh, Nora Testa, Mabel López, Lis Mango y Jimena Cornaglia Fernández 129

Indicios de complejidad social en la entidad arqueológica Goya-Malabrigo:


los enterratorios humanos del sitio L a Palmera II (Hernandarias, departamento Paraná,
provincia de Entre Ríos, Argentina)
Carlos N. Ceruti 149

El registro mortuorio de la entidad arqueológica Goya-Malabrigo


Ma. Agustina Ramos van Raap 175

Análisis de la alimentación a partir del estudio isotópico de carbono y nitrógeno en sitios de la


entidad arqueológica Goya-Malabrigo del Delta del río Paraná
Domingo C. Salazar-García, Mariano Bonomo y Clara Scabuzzo 201
6 Índice

GOYA-MALABRIGO EN EL RÍO URUGUAY

La entidad arqueológica Goya-Malabrigo en el río Uruguay


Juan Carlos Castro 217

Distribución de sitios arqueológicos con representaciones plásticas


en el litoral oriental del río Uruguay.
Irina Capdepont Caffa 247

Contextos arqueológicos Goya-Malabrigo en la cuenca oriental del río Uruguay


José M. López Mazz 269

DESARROLLOS ACTUALES

Modelamiento de los parámetros ambientales de la distribución de Goya-Malabrigo


mediante Maxent
Gustavo G. Politis, Alejandra I. Domic, Mariano Bonomo y José M. Capriles 289

La entidad arqueológica Goya-Malabrigo y el Gran Chaco Sudamericano


Guillermo N. Lamenza, Horacio A. Calandra y Susana A. Salceda 307

Análisis de microrrestos de secuencias sedimentarias del sitio Laguna de los Gansos 1 y 2


(Delta Superior del río Paraná, Argentina)
María de los Milagros Colobig, Alejandro Fabián Zucol y Carolina B. Silva 333

Rupturas, continuidades y transformaciones de Goya-Malabrigo


a partir de la fundación de Santa Fe L a Vieja (1573-1660)
Gabriel Cocco 347
EN LAS PUERTAS DEL MITO: LOROS Y PECES
EN EL ARTE CERÁMICO DE LA COSTA DEL RÍO PARANÁ
SILVIA CORNERO1

Existe una especie de obsesión por la racionalidad,


que no permite cualquier otra posibilidad…
Rodolfo Kusch (2009)

A pesar de que el pensamiento que encabeza este trabajo tiene algunos años, mantiene
cierta vigencia. En los últimos tiempos, otras posibilidades comenzaron a permitirse, cam-
biando no solamente las preguntas sino también las perspectivas de observación. Entre los
argumentos teóricos que han contribuido a estos cambios, se encuentra el perspectivismo
etnológico, planteado por Viveiros de Castro (2008), quien propone que, en la concepción
amerindia, no hay distinción entre humanidad y animalidad. De allí que la relación entre
humanos y otras especies de animales, desde el punto de vista indígena, es una relación social,
es decir, una relación entre sujetos. 1
El reconocimiento del otro suma al proceso de construcción de conocimiento que conlleva
implicancias epistémicas innovadoras, aunque en arqueología no siempre contamos con ese
otro, sino con objetos. Ambos, el otro y el objeto, forman colectivos ontológicamente insepa-
rables (Olsen 2011), desde donde abordar los objetos con representaciones de animales como
sujetos relacionales, de acuerdo con Laguens (2008), en tanto relaciones superadoras de la
materialidad de los objetos involucrados. Los mitos amerindios se representan en diversas
matrices materiales, como unidades iconológicas, o en complejas relaciones que constituyen
tramas argumentales. Estas unidades fueron reconocidas por Lévi-Strauss (1986) como mite-
mas, en tanto unidades estructurales mínimas con significado. Las unidades materializadas
en soportes cerámicos conforman objetos mitomórficos, con significado explícito, mediante
códigos de confección, entre el alfarero y su sociedad.
La recurrente representación de ciertos animales, confeccionados siguiendo un código
establecido de distribución de elementos primarios y naturales evidencian una ideología co-
mún, una manera de hacer que trasciende lo meramente decorativo. En este sentido, nos pro-
ponemos un acercamiento al registro como sujeto, expresivo, relacional, creado desde un có-
digo o gramática icónica, establecida desde un orden social, un principio mítico o un discurso
cosmogónico, que se plasma en un lenguaje figurativo. Para Rocchietti (2009) esta gramática,
en tanto reglas de la combinación y realización particular de los signos, importa como orden
moral. La situación gráfica es una manifestación de una razón que “realiza” una tradición
de hacer las cosas y de la práctica de significar. Godelier (1997) abona este concepto cuando

1 Universidad Nacional de Rosario, Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura, Museo


Universitario Florentino y Carlos Ameghino. E-mail: scornero@fceia.unr.edu.ar
90 En las puertas del mito: loros y peces en el arte cerámico de la costa del Río Paraná

sostiene que los objetos concretos seleccionados para condensar y hacer visibles las cosas in-
visibles son representaciones de los procesos y marcadores del orden social.
Los pueblos que habitaron la costa del río Paraná en los últimos dos milenios dejaron imá-
genes en objetos modelados en arcilla, mayormente fragmentados, cuya iconografía expone
una gran variedad de originales expresiones biomórficas, integrada por diversos animales.
Politis y Bonomo (2012) reconocen en la arcilla la materia prima para representar un mundo
simbólico donde los animales eran los referentes principales. Entre ellos, es distintiva la re-
currencia de aves, con distribuciones diferenciales de acuerdo a las regiones, Paraná medio o
bajo Paraná, entre las cuales se destacan los loros y los cóndores, respectivamente (Cornero
2017). Ambas especies, confeccionadas en arcillas, a veces figurativas, otras estilizadas, repre-
sentan cabezas cuyos cuerpos se disuelven en el cuerpo mismo de la vasija, se in-corporan al
objeto contenedor en su función, relacionando a ambos en las prácticas sociales como domés-
ticas o ceremoniales. Son sumamente escasas las piezas exentas, es decir, enteras e indepen-
dientes de cualquier objeto, atribuidas a dichos géneros (como ejemplo véase Lam. XXXI en
Badano 1957).
Muy poco conocemos sobre las culturas del Paraná y sus representaciones, de las cuales
nos valemos para acercarnos a su imaginario, su pensamiento, su concepción amerindia, en la
que posiblemente tampoco hubo distinción entre humanidad y animalidad. Ciertas especies
representadas en arcilla expresan un componente figurativo, donde se reconocen los mode-
los, idealizados desde algunos trazos que se distorsionan, sin perder el concepto anatómico,
y se funden con otra especie referenciando con sutileza la existencia de un mundo interior o
ideacional.
El comportamiento figurativo, para Leroi-Gourhan (1971), es inseparable del lenguaje
que emana de la misma aptitud para reflejar la realidad de los símbolos verbales, gestua-
les o materializados en figuras. La contribución de Boas (1927), desde la antropología
al arte simbólico, es un claro antecedente sobre el estudio de los significados, los cuales
encuentra interpretados entre los ornamentos de la imagen. Para González (1974), las
relaciones de los elementos básicos, repetidos y sus variantes pueden contribuir a aclarar
su carácter significativo. Nastri (2008) adhiere a este concepto cuando plantea que el aná-
lisis en detalle de los motivos y los temas representados y de sus variaciones en una amplia
muestra permite desarrollar hipótesis, con distintos grados de probabilidad, acerca de los
significados iconográficos e iconológicos.
Este estudio pone en escena un reconocido material cerámico: los loros, en parte inédito
y disperso a lo largo y ancho de la costa del río Paraná. Sus imágenes figurativas, evidentes
como loros y casi imperceptibles como peces, posibilitan relacionarlas entre sí y explorar el in-
cógnito silencio de sus significados, desde la representación argumental de una metamorfosis
o transformación interespecífica. Las cabezas de loros han sido durante años el ícono, acadé-
mico y popular, que caracterizó e identificó a los antiguos pueblos de las islas del río Paraná.
Ellas fueron motivo de admiración y estudio de destacados investigadores que las definieron
como apéndices zoomorfos, ornitomorfos, psitaciformes, atribuyendo su elaboración a fines
decorativos o simbólicos.
Autores como Ambrosetti (1894), Outes (1918), Torres (1911) de Aparicio (1923), Larguía
de Crouzeilles (1937), Badano (1946, 1957), Serrano (1946, 1958, 1961, 1972), Gaspary (1947,
1950, 1967), Ruggeroni (1975), Lafon (1971), Schmitz et al. (1972), González (1978), Ceruti
(1980, 1983, 2003), Caggiano (1984), Politis y Bonomo (2012), Bonomo (2012) y Ottalagano
Silvia Cornero 91

(2010, 2013), entre otros, generaron valiosos aportes que acompañaron los diversos paradig-
mas del pensamiento arqueológico, describiendo, sistematizando, reproduciendo en finos di-
bujos y fotografías, interpretando; y acrecentando las colecciones provenientes de los sitios
investigados.
Las preocupaciones por el mundo simbólico, espiritual y artístico se manifestaron desde
temprano en la arqueología de la región, vinculando el culto al fuego, expresiones totémicas,
o buscando en las concepciones de la muerte la relación entre loros y campanas. El trabajo
de Badano (1957) es un ejemplar catálogo interpretativo, que contribuye a un ordenamiento
inicial de la iconografía de los ribereños plásticos desde diferentes lugares. Los relevamien-
tos de colecciones de Ceruti (1983) para el proyecto de impacto ambiental de la represa del
Paraná Medio, constituye otra referencia destacable para el estudio de psitácidos de la costa
entrerriana, como así también para la revalorización de objetos indígenas en Santa Fe la Vieja
(2009). Carrara y Kurc (1988) legaron un valioso testimonio, producto de sus trabajos para
la Empresa Provincial de Agua y Energía Eléctrica en el centro norte de la costa santafesina.
En los últimos diez años, Ottalagano (2010, 2013) exploró un abordaje innovador en estudios
contextuales e integrativos, hacia la interpretación del arte cerámico, indagando sobre estilo,
identidad y simbolismo de los psitácidos de la costa entrerriana.
Basado en los antecedentes dados, este trabajo suma elementos que resultan del análisis
iconográfico, consolidando la hipótesis que vincula algunos apéndices psitaciformes al uni-
verso de representaciones simbólicas. En esta investigación, exponemos y argumentamos la
presencia de iconografía anatrópica, como psitácidos pisciformes, en la cerámica arqueológi-
ca de los pueblos del Paraná. Los clásicos loros, reconocidos como alfarería Goya-Malabrigo o
Ribereños Plásticos, constituyen, en esta muestra, una bioforma con agregados ornamentales
que resultan de la unión de peces con loros.
Como resultado del análisis realizado, se observó que más de la mitad de los loros de cerá-
mica seleccionados para este estudio constituían una estructura compuesta por dos especies,
fusionadas y anatrópicas. Somos conscientes de las limitaciones con que nos encontramos,
ya que la muestra analizada proviene en gran parte de colecciones, lo que, en algunos casos,
implica un grado de incertidumbre en la precisión de procedencia y contexto. Además, no
tenemos un conocimiento previo, hasta el momento, sobre la cosmovisión de estas poblacio-
nes, ni desde lo etnográfico, lingüístico, etnohistórico o de memoria social; no hay estudios
comparativos de la iconología asignable a la fase Las Mulas (Serrano 1972), de donde proceden
mayormente los peces loros, vinculada a la región mocoretá (Cornero y Green 2017), o de
otras entidades arqueológicas que contribuyan, como tampoco contamos con otras matrices
materiales (diseño en cestería, talla en madera, grabado en huesos, huevo o cuero, petroglifos)
o intangibles (memoria oral –solo contamos con el relato chaná de Jaime Blas–, mito, festivi-
dades alegóricas, rituales).
Para este estudio relevamos modelados psitaciformes de veintiséis museos y colecciones
particulares de las provincias de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes2. Se registraron 206 ele-
mentos, se revisó el material de colecciones, inédito y de publicaciones, provenientes de 186
lugares con referencia y de sitios arqueológicos. De acuerdo con criterios de integridad, ni-
tidez y asignación específica, fueron seleccionados y observados 164 modelados psitacifor-
mes. Se conformó una muestra de 164 elementos, de los cuales 104 resultaron contener en
una bioforma a dos especies fusionadas de loros y peces, procedentes de 37 sitios y lugares
informados por la documentación museográfica, lo que constituye el 63% de la muestra se-
92 En las puertas del mito: loros y peces en el arte cerámico de la costa del Río Paraná

leccionada. Los 60 modelados psitaciformes restantes no componían el concepto de loro-pez.


Para el análisis iconográfico de estas bioformas nos basamos en lineamientos metodológicos
presentados por Panofsky (1979), que venían siendo adecuados a otras experiencias iconológi-
cas, como vemos en Tarrago et al. (1997), Valverde Valdés (2004), Ruiz Durand (2004), entre
otros. Se sumaron los criterios propuestos por Wynveldt (2007) y Ratto y Basile (2013) para
un análisis de estructura de diseño; ésta se conforma a partir de las divisiones espaciales que
el alfarero establece y de la combinación de unidades mínimas siguiendo determinadas reglas
que configuran las representaciones. De esta forma, el análisis icónico se planteó mediante
la división espacial por segmentos y la descomposición de elementos biológicos como ojos,
opérculos, aletas y dientes, es decir, por el reconocimiento de las formas naturales y por su
relación con otros conceptos temáticos.
Seleccionamos de la muestra un elemento que expresara con mayor nitidez la forma del
loro y del pez en el modelado y grabado, como ideal de representación (figura 1). A este ele-
mento denominaremos, provisoriamente, como entidad, en tanto colectivo o colectividad
considerada como unidad. La cerámica constituye un lugar de expresión fantástica donde
un pez se transforma en loro o viceversa, o donde un loro es un pez al mismo tiempo, un ser
loro-pez, unidos, vinculados en lo sagrado, en lo sobrenatural, dado que no tiene existencia,
ni correspondencia en el mundo real. Como dice Lévi-Strauss (1986), en el mito todo puede
suceder; allí los acontecimientos no están sujetos a ninguna regla de lógica o de continuidad.
Simplemente suceden, se transforman y lo comunican. Este elemento (figura 1) se aloja en
préstamo en el Museo Parroquial de San Javier y pertenece a la colección particular de la Sra.
Ángela Lanche, vecina de la localidad de San Javier e integrante de la Comunidad Mocoví
Layix Ra Apigin.
A modo de caracterización general, podemos agregar que la muestra se compone de figu-
ras macizas y compactas, de buena confección, que exponen cierta libertad de elaboración.
Entre el material revisado, no se registraron casos de dos o más cabezas iguales o muy simila-
res. No se evidencia uso de moldes para su confección.

Figura 1. Ideal de representación. Psitácido pisciforme de las islas de San Javier.


Museo Parroquial de San Javier.
Silvia Cornero 93

El análisis iconográfico se planteó mediante la segmentación de áreas y la descomposición


de elementos biológicos y ornamentales. La división de zonas está prácticamente dada por
los alfareros que componen estas piezas; se trata de dos sectores intencionalmente diferen-
ciales. Consideramos cinco atributos cuantificables y otros cualitativos. Entre los primeros,
relevamos los siguientes: 1. surco divisorio, 2. ubicación de los ojos, 3. presencia de opérculos,
4. representación de aletas natatorias, 5. picos dentados. Entre los cualitativos, consideramos
representación de lágrimas, piezas exentas, pinturas, rotura intencional, simetría y anatropis-
mo (tabla 1).

Tabla 1. Conteo y distribución de atributos.

n %
1 Surco divisorio 75 46
2 Ubicación de los ojos a) desplazamiento 83 51
3 Ubicación de los ojos b) línea divisoria 71 44
4 Representación de opérculos 36 22
5 Representación de aletas dorsales y/o caudales 52 32
6 Picos dentados 42 26
7 Representación de lágrimas 0 0
8 Exentas 0 0

El surco divisorio es una línea que no deja dudas de su trazo, se encuentra modelada y gra-
bada, en varios casos con doble línea, continua o en surco rítmico. Constituye un eje que di-
vide los segmentos seleccionados como unidades analíticas, pero también es principalmente
la línea que divide la cabeza del loro de su pico, y el cuerpo del pez longitudinalmente desde la
zona ventral, aislando al pez del loro. La presencia de esta línea es importante porque facilita
la intención de elaboración y lectura del pez.

Figura 2. Segmentación de áreas e indicadores relevados. Procedencia: (a) sitio


Las Mulas LP, Museo Provincial de Paraná “Antonio Serrano” y (b) Colonia Tere-
sa, San Javier, Museo Parroquial de San Javier.
94 En las puertas del mito: loros y peces en el arte cerámico de la costa del Río Paraná

En la mayoría de los casos observados, el inciso acompaña y refuerza la idea planteada por
el modelado escultórico, bordeando la forma y otorgando coherencia en la relación morfolo-
gía - decoración. Este atributo se presenta dividiendo áreas (figura 2): el pico, por un lado, y
la cabeza del loro, por el otro, en tanto que a la vez resalta el área corporal del pez, delineando
su contorno ventral.
La cabeza de las aves psitácidas es subesferoidal, incluyendo la curvatura del pico. Si traza-
mos una línea entre el punto externo o distal del pico inferior al punto de comisura de ambos
picos y proyectamos esa línea hacia el interior de la esfera cefálica, observamos que la línea
pasa por el centro del círculo de los ojos, cualquiera sea la posición de su cabeza y cualquiera
sea su género (figura 3).

Figura 3. Formas de la cabeza y desplazamiento de los ojos. Procedencia: (a, b


y d) Ias de San Javier y (c) Arroyo Largo, La Paz.

De los apéndices en estudio notamos que los ojos no fueron mayormente ubicados en la
zona anatómica (figuras 1, 2 y 3), sino desplazados hacia el borde superior, facilitando con este
desplazamiento la obtención de la forma del pez, que se define, además, en una angulación
aguda de la cabeza, en lugar de copiar el modelo somático esferoidal.
El desplazamiento de los ojos del centro anatómico hacia la parte superior es interesante,
ya que habla de un consenso de la estructura de diseño cognitivo. Otro punto a destacar es
que, en ciertas cerámicas, los ojos se ubican en el segmento del lado del pico, es decir que, en
el caso de existir de una línea divisoria entre cuerpo y pico, el ojo se ubica próximo al pico;
Silvia Cornero 95

en estas formas no se compone la figura. Estos casos son más frecuentes hacia el norte, en la
región del arroyo Malabrigo (véase figura 2).
El opérculo es una membrana que cubre y protege las branquias de los peces. En su mayo-
ría, el límite posterior del opérculo marca el límite entre la cabeza y el tronco. En los elemen-
tos observados, se encuentran representados los preopérculos, opérculos y opérculos poste-
riores, fácilmente confundibles con ornamentos y mayormente en número de tres (figuras 2a,
3d, 4, 5a y 5c.).

Figura 4. Representación de Opérculos. (a, c y d) Ias de San Javier; (b) Loma del
Tigre GA y (e) sitio Los Tiestos LP.

La representación de aletas dorsales y caudales es otra característica distintiva de estas


bioformas (figuras 1, 2, 3a, 3c, 4a y 4b). A pesar de que no todas las piezas exponen esta carac-
terística y de que en otras no es posible relevarla por las roturas, aquellas que presentan este
rasgo denotan una intencionalidad de distinción en el modelado. La tendencia en la ubicación
de las aletas dorsales es notable, dado que mayormente se localizan en el mismo lugar. Es decir
que, al igual que el desplazamiento de los ojos, la disposición de las aletas tiene consensuada
su ubicación.
El quinto atributo refiere a los picos dentados. Los loros carecen de dentición; sin embar-
go, en algunas entidades, encontramos representados con surco rítmico o con finas líneas
perpendiculares al filo del pico, incisiones que expresan bordes dentales, destacándose entre
las más representativas la figura 5b (figuras 2a, 3a, 4b, 5b-f). Estas entidades se conforman
de dos géneros divididos por un surco rítmico o continuo, unidos por los ojos. La imagen del
loro se compone de la fusión de un pez y un pico anexado a la cabeza del pez. El surco cumple
una función importante dado que divide los cuerpos y a la vez hace de línea ventral del pez.
Si el surco se extiende y se une con la línea que separa el pico del loro, logra un efecto de boca
abierta (figuras 3d, 4b, 4c, 4d, 5d y 5f).
96 En las puertas del mito: loros y peces en el arte cerámico de la costa del Río Paraná

Figura 5. Representación de picos dentados de modelados macizos.

La característica quizás más importante que define estas entidades es su anatropismo, sin
precedentes conocidos hasta el momento en el Litoral. En estos modelados se observa el loro
en posición vertical y el pez en horizontal. La figura del pez es visiblemente más sutil, es decir,
menos naturalista que la del loro, requiere de una mayor observación dado que está fusionado
en la cabeza y cuello del loro (figuras 1 y 2). En este caso, la posición es el punto de transforma-
ción, el movimiento del ángulo de observación es el sitio de mutación; el alfarero logra que, en
lo estático o rígido del soporte, haya movimiento, una destreza de diseño. El giro es el modo
en que se visibiliza una forma subyacente, el pez.
El loro requiere del pez para constituir su figura, pero el pez puede ser independiente, no
necesita del pico del loro para constituir su figura. Girando lentamente la cabeza del loro, el
pez se revela con mayor precisión. En los loros sin surco rítmico, no se distingue el pez, no hay
intención de construir la entidad, sino solamente loros. No todos los loros-peces tienen todos
los atributos expuestos, pero aún conservan el concepto. Tienen diferentes estilos decorativos,
pero permanece el tema, tal como lo notara de Aparicio (1936).
Para A. R. González (1974 y 1978), lo anatrópico adquiere su máxima expresión de origi-
nalidad e ingenio en imágenes que, a pesar de la aparente representación de un solo sujeto o
figura única, en realidad tiene un contenido doble. Se trata de dos imágenes en una, según
jueguen sus elementos constitutivos de acuerdo con la dirección en que se observe. Estos ele-
mentos loro-pez demuestran una capacidad de pasar de un concepto a otro, desde una lógica
de las transformaciones, en sentido levistraussiano, en cuyo proceso va perdiendo su catego-
ría de elemento para convertirse en función. En este caso no desaparecen, no pierden eficacia,
y permanecen en tanto se transforman (Lévi-Strauss 1986), dado que la unidad mitémica es
transformación, se constituye de la unión interespecífica, de la fusión de especies diferentes.
Silvia Cornero 97

Esta dinámica alude a lo sobrenatural, a lo imaginario, a lo mítico, propio del pensamiento


mágico. En términos de Viveiros de Castro (2013), alude también a lo humano, dado que en el
pensamiento amerindio los animales, en un tiempo, fueron humanos que se transformaron
en animales, una humanidad intrínseca y subyacente. Al decir de Lévi-Strauss (1968: 332), es
la sombra visible de una estructura lógica que se mantiene oculta.
La presencia de pintura no se ha podido cuantificar debido a que gran cantidad de piezas
habían sido lavadas. Algunos casos presentan restos de pintura en tonos anaranjados, rojos y
blancos. No se registraron incisiones que expresen lágrimas, como he observado en el caso de
otros modelados ornitomorfos de la región. Tampoco hallamos en el relevamiento elementos
exentos, o de bulto, es decir que todas las expresiones relevadas se hallaban adosadas a ob-
jetos. Estas entidades no se caracterizan por expresar abstracciones ni esquemas simétricos
rigurosos; por el contrario, muchos casos presentan asimetrías bilaterales, o trazos desproli-
jos, apurados o despreocupados por reflejar líneas con exactitud. Hay una escasa repetición
de unidades decorativas mínimas. Los trazos incisos no son elaborados con rigor geométrico.
No hay intención de los alfareros en llenar todo espacio decorativo intermedio, en el sentido
de horror vacui, como plantea González (2016) para culturas andino-amazónicas.

Figura 6. Entidades psitácido-piscifornes con felino y humanos.

Las entidades constituyen figuras reversibles, mixtas y polimórficas. Algunos pocos casos
parecerían representar ofidios (por ejemplo, figura 4c), pero no tienen suficiente sustento
anatómico, es decir que la relación de la distancia entre de la comisura de la boca a los ojos
no es proporcional al modelo somático, en el cual la línea de la boca se extiende pasando el
98 En las puertas del mito: loros y peces en el arte cerámico de la costa del Río Paraná

ojo. Cabe destacar que, entre estas entidades, se hallaron dos figuras humanas, en ambos
casos el perfil de la pieza es un psitácido pez y en la parte dorsal o superior se observa mode-
lado y grabado un rostro humano (figura 6b, c). Una proviene del sitio Los Tiestos (La Paz),
excavado primeramente por Serrano (1946) y luego por Ceruti, que lo rebautizó como sitio
Las Mulas (2003). La otra pieza (figura 6c) proviene del sitio Añapiré (La Capital), pertenece
a la colección Crouzeilles y se halla alojada en el Museo Etnográfico de Santa Fe. Otro caso
interesante lo encontramos en una entidad loro-pez que tiene adosado un felino (figura 6a).
Las especies, humanos y felinos, no se encuentran fusionadas a las entidades, no comparten
ojos, ni rasgos, como vimos anteriormente en los peces-loros, así como tampoco constituyen
formas anatrópicas. Los tres casos comparten la ubicación y la orientación.
Las imágenes recurrentes, en su conjunto, representan un vehículo de funcionalidad po-
lítico-religiosa, de acuerdo con Ruiz Durand (2004), quien reconoce que, además de sus elo-
cuentes valores documentales y arqueológicos, desde allí emiten relatos en un lenguaje visual
de códigos estéticos, rico de significaciones, con estructuras poéticas, ecológicas y geométri-
cas, de pensamientos que los sustentan.
La mayoría de los psitácidos-pisciformes observados en colecciones de alfarería se han
hallado fragmentados en la región cervical que une la cabeza con la vasija o campana; los
impactos de golpes, como veremos más adelante, exponen intencionalidad. Sin embargo, al-
gunos loros se han conservado originalmente adosados a sahumadores o incensarios, conoci-
dos como vasos campana, asociados a celebraciones ceremoniales (Frenguelli 1927; Gaspary
1945; entre otros). El uso de inciensos pudo haber integrado importantes aspectos de la vida
cotidiana como aromar, purificar, provocar estados de trance, perfumar o bien proteger cere-
monias, hogares y lugares sagrados.
Se registraron en este estudio al menos cinco modelados psitácidos bicéfalos adosados a va-
sos campana y dos unitarios1, estas piezas nos habilitan a suponer una relación recurrente entre
psitácidos y sahumadores, aunque no exclusiva, dado que también se registran cóndores, así
como también seres fantásticos que encabezan alfarerías campanuliformes (Cornero 2013).

CERÁMICA MATADA

El concepto de matado es reconocido como el efecto dejado por la destrucción o rotura


intencional de vasijas, esculturas y hasta constructivos monumentales, resultado de acciones
rituales (Heras y Martínez 1992). Mediante estas acciones los objetos han sufrido roturas en
sus bases, apéndices y cuerpos, o perforaciones por percusión o desgaste. Estas prácticas se
manifestaron a lo largo de la costa del Paraná en ambos sectores, medio e inferior, atravesan-
do las diversas localidades arqueológicas. Sin embargo, no son exclusivas, ni originarias de la
región. Las cerámicas o esculturas monolíticas matadas ya fueron registradas, entre otras, en
las arqueologías de Tiwanaku y Maya (Martínez de Velasco 2012).
En nuestra región, algunos autores ya habían advertido la escasa conservación de alfarerías
completas, atribuyendo el origen de rupturas a acciones intencionales de diversas causas (de
Aparicio 1923; Gaspary 1945; Lafon 1971; Ceruti 1983). Ceruti (1983) propone que la des-
trucción de elementos muebles se corresponde con actividades ceremoniales. Basado en el
registro etnográfico, plantea como posibilidades la destrucción de los bienes del difunto, las
celebraciones de iniciación juvenil y la destrucción de objetos por traslado de campamentos
para evitar su reutilización.
Silvia Cornero 99

La primera propuesta también fue considerada por Martínez de Velasco (2012) cuando
cita a grupos étnicos de Chiapas, en los que las pertenencias de un muerto son consideradas
peligrosas y, por ende, son destruidas o enterradas con él. Si bien los hallazgos de apéndices
anatrópicos provienen de diversos contextos, no fueron intencionalmente inhumados en en-
terratorios; por lo tanto, no asociamos las rupturas a ofrendas, ni a una ritualidad funeraria.
Poco podemos decir por el momento sobre las causas que motivaron estos rituales, pero sí po-
demos acercar algunas observaciones que sumarán a la hora de nuevas interpretaciones. Las
marcas dejadas por los impactos de percusión no parecen haber sido causadas por elementos
punzantes, sino más bien redondeados (figura 7). Los golpes se concentran con reincidencia
en el área cervical o de contacto apéndice - objeto.
Apéndices provenientes de diferentes y distantes lugares presentan el mismo tipo de mar-
cas circulares con un mismo diámetro, lo cual es sugerente del uso de instrumentos similares
y de actitudes de ruptura probables de la misma práctica. Las cabezas no fueron destruidas,
pudiendo haberlo sido, se conservaron aún con improntas de golpes. No hubo voluntad de
destrucción de la entidad representada, aunque sí de la función del objeto adosado, como
sahumadores, platos o vasijas. Velásquez propone que, al matar una vasija, se está matando a
la entidad luminosa que habita en ella (citado en Martínez de Velasco 2012).

Figura 7. Cerámica matada.

La ruptura ritual y la preservación intencional de las cabezas no excluyen otras formas re-
presentadas. Se observa en humanos, cánidos, cóndores, felinos y auquénidos, entre otros. No
contamos con evidencias para descartar una intencionalidad vinculada a entidades anímicas,
o a ciclos de tiempo o de vida, pero tampoco para sostenerla. Por el momento, podemos reco-
nocer que estos objetos elaborados con fines simbólicos han sido, sin lugar a dudas, ritualiza-
dos. Estas trazas exhiben una práctica social que nos acerca un poco más al campo ideológico
y abre una perspectiva de análisis que no apunta directamente a esta entidad, sino a otras
especies representadas, incluyendo lo humano, lo no-humano y lo fantástico, que también
es golpeado y “decapitado” (Cornero 2013). Las entidades se hallaron acotadas a una franja
costera interprovincial en el tramo medio del Paraná medio (figura 8).
El tramo de procedencia se extiende por casi 200 km. Ubicamos los hallazgos extremos
entre el Puerto de Malabrigo, a la altura de la localidad de Romang al norte, y Helvecia, hacia
el sur. En este tramo, el área de mayor frecuencia de hallazgos se ubica a la altura de las loca-
lidades La Paz (Entre Ríos) y San Javier (Santa Fe), incluyendo los sitios Los Tiestos, Arroyo
100 En las puertas del mito: loros y peces en el arte cerámico de la costa del Río Paraná

Largo, Las Palmas, Isla de Álvarez, Colonia Teresa, Almacén Las Nutrias, Isla Canelón, entre
otros hallazgos con información de procedencia poco específica depositados en museos. Ma-
yormente las entidades mencionadas proceden del polígono delineado entre Colonia Teresa
- Boca del arroyo Guayquiraró, al norte, y Helvecia - Boca del arroyo Feliciano al sur, área
que se corresponde con la región habitada, en tiempos históricos, por el pueblo mocoretá
(Cornero y Green 2017). Hacia el bajo Paraná, se registraron tres casos en la región de islas
de Victoria; uno de ellos, procedente de La Balsa de los Confines, es compatible con el diseño
de los ejemplares de las islas de San Javier, pudiendo no ser local, en tanto que los otros dos,
alojados en el Museo Histórico de Victoria, presentan un diseño más estilizado, sin opércu-
los, ni surco divisorio, dificultando su reconocimiento. En términos de las clasificaciones de
Serrano (1972), podemos decir que estas entidades son mayormente compatibles a la fase Las
Mulas, de la cultura Ribereños Plásticos. En pocos casos prevalece este concepto temático en
psitaciformes de Malabrigo (5a, 5c y 6c) y Los Marinos.

Figura 8. Localización de hallazgos de peces loros.


Silvia Cornero 101

Los materiales provenientes de excavaciones sistemáticas en sitios cuentan, en algunos ca-


sos, con cronologías asociadas. En la tabla 2 se observa en tonos graduales la convergencia
cronológica, aumentando hacia tonos más oscuros las mayores probabilidades de asociación
cronológica. Contamos con 37 entidades (expresadas en la tabla 2 en números blancos) pro-
venientes de cuatro sitios y dos lugares de referencia: Balsa de los Confines (Cornero 2014)
e Islas de Victoria (Politis y Bonomo 2012) con diferentes rangos de fechados, indicados en
escala de grises. Se potencia, por solapamiento, la posibilidad de procedencia entre el 900 y el
1000 AP (Cornero 2016; Ceruti 2003; Ottalagano et al. 2015).
El sitio arqueológico La Lechuza, compatible con la face Malabrigo de Serrano (1972), pre-
senta una nueva datación radiocarbónica, realizada sobre un enterratorio humano primario
(E-36), cuyo resultado aportó una antigüedad de 890 ± 60 años AP (Rango de 1σ: cal AD 1152:
cal AD 1266) (LATyR LP3306). Esta antigüedad es compatible con el rango de mayor expecta-
tiva cronológica, dada por el solapamiento obtenido de todos los fechados.

Tabla 2. Perfil cronológico. Cantidad de entidades con cronología asociada

La A° El Balsa
LTC, CG
Sitio/ Lechuza Largo I Arenal 1 / Los Tiestos La Palmera II Confines
Procedencia / San / La La Paz ER / La Paz ER / La Paz
Javier Paz ER Rosario - Victoria
Ceruti
Politis y
Referencia Cornero Ceruti Ottalagano (2003) Ottalagano Cornero
Bonomo
bibliográfica (2016) (2003) (2015) Cornero et al. (2015) (2014)
(2012)
(2017)
n entidades 2 3 2 21 1 1 2
Años AP
300
400
500
600
700
800
900
1000
1100
1200
1300
1400
1500
1600
1700
1800

EN LAS PUERTAS DEL MITO

Dado que dos o más especies fusionadas en el mismo cuerpo no existen en el mundo real,
las entidades presentadas en este trabajo nos introducen en el universo sagrado como expre-
102 En las puertas del mito: loros y peces en el arte cerámico de la costa del Río Paraná

siones de lo sobrenatural, revelando una estructura de cohabitación, o transformación, que no


se presenta evidente y que expresa una realidad inexplicable de la vida que, al mismo tiempo,
nos introduce en la dimensión del mito. Para diferenciar estas entidades de modelados bio-
mórficos psitaciformes o pisciformes, proponemos el concepto de entidades mitomórficas,
dado que comparten signos visuales subyacentes integrados en torno a la representación y
transformación de formas naturales. Se destacan los peces-loros por su mayor representativi-
dad. Ambos comparten la forma o silueta modelada, la cabeza y los ojos, es decir que ambas
especies están fundidas en un mismo elemento, reconocibles según el ángulo de observación,
inexistentes en la naturaleza y alusivas, por lo tanto, a pasajes mitológicos. Estas representa-
ciones son imágenes simbólicas, producidas en una extensa región ecogeográfica y perdura-
bles en un tiempo, aún impreciso, pero asociado al último milenio. Son recurrentes y varían
en gran medida sin perder su estructura básica. Exponen, entre los loros y los peces, una
relación de transformación, consubstanciación, transustanciación, metamorfosis o zoofagia,
dado que, en algunos casos, pareciera que los peces tienen abiertas las mandíbulas y de ellas
sale o entra algo sin forma definida, que es, a la vez, el pico del loro. Aún no podemos agregar
más sobre su relación. Lévi-Strauss (1986) plantea que, si los mitos tienen un sentido, éste no
puede depender de los elementos aislados que entran en su composición, sino de la manera en
que estos elementos se encuentran combinados.
Sin dudas, los loros y los peces en América han protagonizado y continúan haciéndolo cientos
de mitos, recopilados por una extensa e intensa bibliografía, cuya cita no cabría en este texto. Sin
embargo, no hemos encontrado relatos alusivos a la relación directa entre loros-peces, o persona-
jes, protectores o deidades asociables a esta entidad pez-loro, pez-loro-humano o pez-loro-felino.
Si bien no desconocemos el alcance o escala social o cosmogónica de la entidad arqueoló-
gica, podemos decir, en cambio, que constituye un sistema de relación interespecífico, que se
evidencia desde una estructura intrínseca y permanece a través de diferentes diseños. La va-
riación de formas y ornamentos mantiene el concepto más allá de la distancia, las localidades
arqueológicas y el tiempo.
No entramos por las puertas del mito; esta vez nos quedamos en el umbral de las interpre-
taciones míticas, de las fronteras disciplinarias, epistémicas, ontológicas, en la búsqueda del
sentido del significado que parece incomprensible y resulta tan atractivo. Podemos suponer
una humanidad intrínseca en estas entidades; por ahora hallamos una imagen que podría
reproducir la conciliación entre la tensión de contrarios (Jung 1998, en Beuchot 2015) o com-
plementarios, un pasaje de lo metafórico a lo ideacional, nada menos.
Nos acercamos un poco más a estos loros-peces, que siempre estuvieron allí, sin cambiar
las preguntas, sólo la perspectiva de la mirada a la materialidad, que, como dice González
Ruibal (2012), se puede convertir en una vía de acceso a un conocimiento que está vedado a la
palabra y a la expresión consciente. Si bien estos objetos nos abren las puertas de una dimen-
sión aún desconocida, donde los loros no son tan loros y a las roturas no las hizo el tiempo,
sabemos que evidencian prácticas rituales y conmemoran mitos relacionales con su orden
ontológico, que constituye un acercamiento al pensamiento originario de los pueblos de la
costa del Paraná durante el último milenio.

NOTAS

1. Campana simple: Museo de Helvecia y Museo Etnográfico de Santa Fe (zona Coronda).


Campana bicéfala: Arroyo Arenal IV (en Ottalagano 2013), Islas de San Javier (en Gas-
Silvia Cornero 103

pary 1945), Laguna del Cristal (en Museo de Reconquista), Alejandra (Museo Regional
de Alejandra) y sitio Los Tiestos Col. Serrano (en Museo Universidad de Córdoba).
2. Los materiales proceden de los departamentos General Obligado (GO), Garay (GA),
San Javier (SJa), San Justo (SJu), La Capital (LC), San Jerónimo (SJe), y Rosario (Rs) de la
provincia de Santa Fe (SF); de La Paz (LP), Victoria (Vct) provincia de Entre Ríos (ER)
y Goya (Gy) de la provincia de Corrientes (Ctes). Se estudiaron las siguientes coleccio-
nes: Crouzeilles (LC), Carrara - Kurc (GO y GA), Zapata Gollán (SJa y SJe), Fernando
Mantaras (varios), Ruggeroni (GO), Serrano (LP), Ceruti (LP) alojadas en museos y de
las colecciones particulares como las de las comunidades Mocovíes de San Javier, de
la Sra. Ángela Lanche, de Helvecia Santos Sañudo, de la Sra. M. C. Petéan de Gómez
Iriondo de San Javier y de Calchaquí. Museos de las localidades de San José del Rincón,
Barrancas, Monte Vera, Santa Rosa de Calchines, Alejandra (MRA), Santa Fe (MESF),
Reconquista, Cayastá, Calchaquí, Romang (MR), Victoria (MV), Paraná (MP), Jesús
María, Córdoba. Asimismo, se integraron los elementos fotografiados y dibujados in-
éditos (Ceruti 1983; Carrara y Kurc 1988) y otros que fueron publicados en trabajos
de investigación. Se incluyen los registros procedentes de los sitios Arroyo Aguilar, La
Lechuza y El Camping.

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AGRADECIMIENTOS

Por todo el apoyo recibido y a quienes debemos, en gran parte, que este trabajo haya sido
posible agradecemos a colegas y amigos. A la memoria de Perita Rivoira, a Guido Tourn, Raúl
Lovato, Silvia Bidut, familia Rivoira, Pachano Sosa, Mario Giménez y Negro Vega de Alejan-
dra; Andrés Kees, Cristian Liebrecht, Primi Sager y Héctor Soneyro de Romang. A Leticia
Martinazzo y Evelyn de San Antonio de Obligado; Agustín Rodrigo de Calchaquí; a Ángela
Lanche, comunidad Mocoví Layix Ra Apigin, a la comunidad Mocoví de Colonia Francesa,
Sergio Capocetti, María Celia Petéan de Iriondo, Fernando Chiariotti, Eladio Lovato, Néstor
Lanche de la comunidad Mocoví 21 de Abril, Irma Wagner, Estela Mendoza, Rafael Ortiz,
Mario Migno, Facundo Torrieri, Illi Pichardo, Lisandro Requena y Cristian Almude de San
Javier; Elmer Garrone, Norma Papini y comunidad Mocoví de Santos Sañudo de Helvecia. A
la memoria de Mario Lartiga de Cayastá, Luis María Calvo, Gabriel Cocco, Carlos Ceruti y
Aldo Green de Santa Fe; a María Teresa Carrara, Nelly de Grandis, Ana María Rocchietti, Fa-
bián Lettieri, Paula del Río, Monona Maldonado, Oscar Pavanetto, Hugo Matiozzi, Georgina
Vaiana y Carolina Bruno de Rosario; a Juan Castro y Gisela Bahler de Paraná; a Jorge Calvet,
Jorge Mestre y Adriana Del Popolo de Barrancas; Fernando Roggero de Coronda; Norma
Maciá y Gerardo Fabricio de Crespo; a Andrés Pautasso de Córdoba; Armando Bandeo y Sra.
de Avellaneda; Dora Salteño, César Coria, Alfredo Salteño y comunidad Aim Mokoilek de
Colonia Dolores; Mauricio Sandoval del Museo de San Justo y Villa Saralegui; Carlos Eche-
106 En las puertas del mito: loros y peces en el arte cerámico de la costa del Río Paraná

goy y Elina Cricco de Reconquista; Claudio González de Victoria, a Nelso Lenarduzzi y Belén
Domínguez de Jesús María; Gabriela de San José del Rincón, Museo de Santa Rosa de Calchi-
nes y Centro Cultural de Saladero Cabal. A Roberto Aquilano de la Secretaría de Ciencia y
Tecnología de la provincia de Santa Fe.
Por el apoyo financiero recibido agradecemos a la Secretaría de Estado, Ciencia, Tecnolo-
gía e Innovación de Santa Fe, Programa 2: Fortalecimiento de las Capacidades del Sistema de
Investigación y desarrollo, Provincia de Santa Fe. 2.4. Apoyo a la Actividad de Científicos Di-
vulgadores. Proyecto Arte Originario y Arqueología del Centro Norte de Santa Fe. Homenaje
a los Pueblos Originarios 2013.
A los evaluadores Javier Nastri, anónimo y Mariano Bonomo por sus contribuciones a mi
trabajo. A Gustavo Politis y a Mariano Bonomo por invitarme a participar de este libro, y muy
especialmente a Lucía Rangone por haberme acompañado a lo largo de esta investigación.
Este trabajo se enmarca en el Proyecto Arqueología del Paraná Medio: Emplazamientos y
Poblaciones (SeCyT ING482, Universidad Nacional de Rosario).

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