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INDICIOS DE COMPLEJIDAD SOCIAL EN LA ENTIDAD ARQUEOLÓGICA

GOYA-MALABRIGO: LOS ENTERRATORIOS DEL SITIO LA PALMERA II


(HERNANDARIAS, DEPARTAMENTO PARANÁ, PROVINCIA DE ENTRE
RÍOS, REPÚBLICA ARGENTINA)

Carlos N. Ceruti 
RESUMEN
Se da a conocer un enterratorio secundario complejo, excavado en las décadas de 1980-
1990 en el sitio La Palmera II, en la desembocadura del arroyo Hernandarias. Se trata de
los restos parciales de un individuo cubierto por bloques de arenisca y “tosca”, con ajuar
característico Goya-Malabrigo: cuentas de collar de valvas, puntas de proyectil de
hueso, apéndices zoomorfos y una plaqueta de cobre perforada, artefacto extraño al
área. Las piezas se encontraban agrupadas, rodeadas por bloques de “tosca” , y en las
proximidades se localizó una mano izquierda articulada, y una docena de falanges
humanas dispersas en el entorno. Las características únicas de este hallazgo permiten
atribuir los restos humanos a un personaje de alto rango en la comunidad, alertando
sobre la complejidad de este tipo de sociedades, descriptas durante décadas como
bandas nómades de “cazadores-recolectores” con estructura social indiferenciada.

Palabras clave: Entidad arqueológica Goya-Malabrigo, enterratorios, complejidad


social

ABSTRACT

A complex secondary burial ground excavated in the 1980-1990s in La Palmera II site,


in the mouth of the Hernandarias stream is brought to discussion. It involves partials
remains of an individual, covered by sandstone and tufa blocks, and with a
characteristic Goya-Malabrigo funeral trousseau: shell beads, bone arrowheads,
zoomorphic appendages and a perforated copper plate, being the latter an object foreign
to this zone. The pieces were found grouping together, surrounded by tufa blocks. An
articulated left hand was found nearby, and a dozen human phalanges dispersed in the
surroundings. The unique characteristics of this finding allow attributing these human
remains to a high-status seated person within the community, thus warning about the
complexity of this type of societies, though regarded for decades as nomadic bands of
“hunters-gatherers” with an undifferentiated social structure.

Keywords: Archaeological entity Goya-Malabrigo, burial grounds, social complexity

INTRODUCCION
Desde su identificación como unidad arqueológica autónoma (“ribereños
plásticos”) por parte de Antonio Serrano (1946, 1954, 1972), la entidad arqueológica


Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas “Prof. Antonio Serrano” (Paraná, E. Ríos) – Junta
Provincial de Estudios Históricos y Centro de Estudios Hispanoamericanos de Santa Fe.
Dirección: Quintana 1829 – (3000) Santa Fe
Email: cceruti93@gmail.com
Goya-Malabrigo fue caracterizada como el registro de una sociedad de organización
simple correspondiente a cazadores-recolectores, de la que se discutía el origen y
filiación cultural, cronología y capacidad para la construcción de estructuras artificiales
(“túmulos”). En las décadas de 1970-1990 se avanzó en la determinación de su
cronología (entre 2.000 años AP y la conquista europea), la definición del hábitat, las
condiciones de residencia y la previsibilidad en el uso de recursos, estableciendo su
condición de cazadores-recolectores-pescadores con relativamente alta capacidad para
movilizarse (“canoeros”) (Lafon 1971, 1972; Caggiano 1984; Nóbile et al. 1999; Ceruti
2003).
En los últimos años se planteó una redefinición de Goya-Malabrigo, poniendo de
relieve su condición de cazadores recolectores complejos o cazadores-pescadores-
recolestores y horticultores a pequena escala- . Esta nueva visión se basa en:

recolectores pequeña

1) Su capacidad para elevar montículos artificiales (especialmente en el delta del


Paraná), compartida con otras entidades y que implica alta organización para el trabajo;
en el Paraná Medio esta característica resulta menos visible, porque preferentemente se
incrementó la altura de las geoformas sobre las que se instalaron (Ceruti 2003; Loponte
y Acosta 2016; Politis y Bonomo 2012). Algunos de estos sitios, establecidos en un
hábitat que dominaban y con recursos previsibles pudieron tener carácter semi-
sedentario, como demuestran, por ejemplo, las empalizadas descubiertas en la localidad
de Gaboto, por debajo del Fuerte de Sancti Spiritus (Cocco et al. 2016).
2) El consumo de vegetales cultivados, lo que habilita a pensar en la horticultura como
actividad complementaria con anterioridad al año 1.000 AP, antes de la llegada de los
guaraníes. Este conocimiento es muy reciente, consecuencia del avance en el desarrollo
de técnicas para el estudio de paleodietas en restos humanos y análisis de residuos
orgánicos en fragmentos de alfarería (Bonomo et al. 2011; Bonomo et al. 2016;
Loponte y Acosta 2016; Politis y Bonomo 2012; Sánchez et al. 2013; Ottalagano et al
2015; Ottalagano y Loponte 2016). Para el sitio La Palmera II, específicamente,
Colobig y Ottalagano (2016) determinaron la presencia de granos de almidón
correspondiente a calabaza (Cucurbita moschata), batata (Ipomea batatas) y
posiblemente maíz (Zea mays).
3) Establecimiento de redes de largo alcance para obtención de bienes, como metales e
instrumental lítico pulido (Ceruti 2003; Bonomo et al 2017), todo lo cual requiere un
cierto sistema organizativo de alcance regional y con carácter jerárquico.

En su trabajo de 2012 Politis y Bonomo retomaron sobre bases arqueológicas,


lingüísticas y etnográficas la tesis original de Nordenskiöld (1916), relacionando la
génesis de Goya-Malabrigo con la diáspora de los pueblos de habla arawak de las
Tierras Bajas Tropicales de América del Sur. Las similitudes entre el ethos arawak,
nuestra entidad arqueológica y el complejo chaná-timbú del siglo XVI, serían,
precisamente: “…hidrocentralidad, tecnología especializada en la explotación de los
recursos acuáticos, prácticas hortícolas, supresión de la guerra intra-étnica, redes de
intercambio pan-regionales, patrón de asentamiento aldeano, modificación de los
paisajes fluviales mediante construcciones de tierra con fines residenciales y
organización sociopolítica jerárquica”. (Politis y Bonomo 2012:38).
Un elemento importante a tener en cuenta como indicador de complejidad en la
organización social, es la existencia de sepulturas con carácter diferencial. Creemos que
nuestras excavaciones en el sito La Palmera II demuestran esta circunstancia, y así lo
indicamos en diversas publicaciones (Ceruti 1986, 1993, 2000, 2003; Ceruti y González
2007), aunque nunca -como indican Loponte y Acosta (2016)- publicamos el sitio en
detalle.
Por estas circunstancias, atendiendo a la importancia adquirida por la entidad; a
los nuevos intentos por caracterizar sus orígenes y alcances (Politis y Bonomo 2012;
Loponte y Acosta 2016); a la reubicación, excavación y datación del sitio por
Ottalagano et al (2015) y a las evidencias de consumo de cultígenos por sus habitantes
(Colobig y Ottalagano 2016), presentamos con mayor amplitud lo realizado por
nosotros hace más de 30 años, confiando que servirá para incrementar el interés
científico en la funebria, sistemas de intercambio y organización social de la entidad de
referencia, como parte del proceso de comprensión de la complejidad de las sociedades
prehispánicas del Nordeste argentino.

Fig. 1. Ubicación de los sitios La Palmera I, II, III y IV-V. A la izquierda, río Paraná. A
la derecha, confluencia de los arroyos Hernandarias y Las Cruces

MATERIALES Y MÉTODOS

El sitio La Palmera II está a 31°12’4.00” S y 59°58’8.61” O, en la llanura


aluvial del Arroyo Hernandarias, próximo a su desembocadura en el Paraná (Figura 1).
Se encuentra a 3,5 km al NE del centro de la Villa de Hernandarias, dentro de la
antigua estancia “Los Patos”, otorgada a sí mismo y a sus herederos por D. Juan de
Garay. Se trata de un pequeño médano edafizado a 22 msnm (3 m por encima de la
altura media del río Paraná) con barranca viva sobre este último y un declive suave en la
pendiente opuesta, rodeado de colinas de loess de edad pleistocénica (Formación
Tezanos Pinto). El retroceso de barranca desde el abandono del sitio, 1.000 años atrás,
debe estimarse en más de un centenar de metros.
Entre 1983 y 1991, en ocasión de nuestras intervenciones, La Palmera II estaba
cubierto por vegetación de carácter mixto,  con especies locales como timbó
(Enterolobium contortisiliquum), aromo (Acacia sp.) y  exóticas: naranjo (Citrus
sinensis), morera (Morus sp.), paraíso (Melia azedarach) y duraznero (Prunus sp.)
plantadas entre fines del siglo XIX y comienzos del XX. Las depresiones que lo rodean
presentaban bosque en galería alternando con chilcales de Baccharis sp., que se
extendían hasta el arroyo Hernandarias, 500 m al NE.
El sitio fue excavado como parte de proyectos relacionados con la represa
hidroeléctrica del Paraná Medio, ejecutados por el Museo de Ciencias Naturales y
Antropológicas “Prof. Antonio Serrano” de Paraná (Pcia. de Entre Ríos) bajo la
dirección del autor, por convenio entre la Secretaría de Cultura y Educación de Entre
Ríos con Agua y Energía Eléctrica, Sociedad del Estado. Las tareas de relevamiento
geológico y geomorfológico estuvieron a cargo del Dr. Martín H. Iriondo, investigador
de CONICET-FICH (UNL). Todos los materiales recuperados se encuentran
depositados en el Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas “Prof. Antonio
Serrano” de Paraná. Por tratarse de trabajos de Arqueología de Rescate, que debían
cubrir un área muy amplia en un tiempo acotado, el material excavado (incluyendo los
restos humanos) solamente se estudió en forma parcial, por lo que casi toda la
información vertida en la presente comunicación proviene del registro de campo: Ceruti
1983, 1985 a y b, 1991 (ms.) y Echegoy 1991 (ms.).Las fotografías y dibujos, salvo la
Figura 3, elaborada por el Departamento Técnico de Agua y Energía Eléctrica son del
autor. Los mapas de las Figuras 1 y 11, en base a Google Earth 2016.
En 1983 se inició la excavación de la cuadrícula C1 de 2x2 m según niveles
artificiales de 0,10 m, alcanzando las capas fértiles una profundidad de 0,45-0,50 m.
Tras destaparse parcialmente la cubierta del Enterratorio N° 1 (que en un principio
sospechamos fuera un piso), se abrió la C2 de 1x1 m y luego la trinchera T1 de 2x1 m,
completando los 7 m2. Por convención denominamos “Cuadrícula” (C) a toda unidad de
excavación con paredes verticales y planta cuadrada, y “Trinchera” (T) a las de planta
rectangular, cualquiera sean sus dimensiones. La excavación de trincheras tenía como
objeto la unión de cuadrículas, obteniendo de esta forma una superficie más extensa por
eliminación de los bordes. La totalidad del sedimento se pasó por una zaranda trabajada
mediante agua con malla de 50 mm Seguro? Es demasiado grande la malla. No sera de
5 mm? Por favor chequear y confirmar, activada por una bomba aspirante-impelente
con motor Villa a explosión incorporado.

malla 5 mm

En 1985 comprobamos que parte de las paredes de la excavación se habían


derrumbado por causas naturales, y un sector había sido revuelto por pobladores locales;
se lo excavó sin estratigrafía, y luego se abrieron la C3 y T2 (6 m 2) según niveles
artificiales de 0,10 m.
En 1991 se abrió la C4 a 1,50 m al E de la C3, y la C5 inmediatamente al N, con
un borde de 0,60 m entre ambas. Luego se demarcaron las trincheras T3 y T4 hasta
alcanzar la zona de derrumbes, totalizando 25 m2 de excavación. En esa campaña
buscamos ajustar los procedimientos de  destape, atendiendo tanto a la estratigrafía
geológica como a  la arqueológica.  La primera es muy simple, con solo  dos estratos:
uno antropogénico, con sedimentos relativamente blandos,  y  otro natural, que
constituye el piso original de ocupación, sumamente compacto, sobre el que se instaló la
entidad cultural Cancha de Luisa (Ceruti 2003; Ceruti y González 2007), y constituyó el
límite de penetración para los enterratorios Goya-Malabrigo (Figura 2).

Figura 2. Ubicación de las unidades de excavación en el sitio La Palmera II.


Los enterratorios se indican como Ent. N° 1, 2 y 3.

En ausencia de niveles naturales se excavó siguiendo niveles artificiales de 0,05 m.


Para cada profundización se dividió la superficie de excavación en cuatro cuadrantes,
atacando simultáneamente  los opuestos en  diagonal. Los materiales localizados en
cada profundización  se retiraron cuando  no resultaban  significativos (fragmentos
cerámicos, fragmentos de hueso, valvas, elementos  de  origen europeo) para no
dificultar  el proceso de excavación,  pero se los reemplazó con varillas de  madera con
un color convencional para cada grupo. Los  elementos   que  podían  resultar
significativos  para determinar diferencias  funcionales entre  los  sectores excavados  se
dejaron "in situ" hasta terminar la excavación del cuadrante. Tampoco  fueron
removidos, hasta concluir  cada  nivel,  los  elementos que quedaban  incrustados en las
paredes  de  la unidad de excavación, para control de la estratigrafía. El alto  grado de
humedad  de los sedimentos imposibilitó el uso  de cualquier tipo de pinceles o cepillos

Figura 3. Trinchera 3, Capa 4 en proceso de excavación.

Al  terminar la excavación de cada nivel de 0,10 m (unión de dos


profundizaciones de 0,05 m),  se realizó  un  mapeo  de  la planta de  cuadrícula. En la
mayor parte del área excavada, al llegar a los 0,50-0,60 m se encontró el techo de la
Formación Feliciano, muy duro, que únicamente se pudo remover con martillo y
barreta. Esta superficie, que presentaba depresiones conteniendo elementos que
evidenciaban la actividad de los antiguos pobladores, constituía el primer piso de
ocupación y por debajo los sedimentos eran arqueológicamente estériles

RESULTADOS
El perfil geológico general de la localidad de Hernandarias (Iriondo 1981)
presenta, del piso al techo, las siguientes formaciones geológicas aflorantes:
Formación Ituzaingó: arenas cuarzosas finas teñidas de ocre amarillento a rojo oscuro
por procesos epigenéticos. Depositada por el Paraná entre el Plioceno y el Cuaternario,
con estratificación fina a mediana y fauna fósil estuárica y continental. Equivalente a
las “arenas puelches” de otros autores. Indica ambientes más cálidos y húmedos que los
actuales.
Formación  Alvear: predominio de limos gruesos y arenas finas de colores claros, con
abundantes concreciones de manganeso y precipitados de carbonato de calcio en forma
de tabiques y masas redondeadas. En muchos lugares la concentración es tanta que
formó una caliza utilizada para la extracción de cal. Edad: Pleistoceno Inferior.
Localmente sin fósiles.
Formación  Hernandarias: limos arcillosos  y  arcillas motmorilloníticas grises, verdes
y marrones depositadas en ambientes lacustres, palustres y de barreal durante el
Pleistoceno Medio. Con eflorescencias yesíferas explotadas industrialmente. Contiene
los cauces correspondientes a la red hídrica actual de Entre Ríos. Localmente sin fósiles.
Corresponde a una cuenca con desagüe centrípeto, formada bajo clima frío y árido.
Formación Arroyo Feliciano: sedimentos de cauce y pantanos, bien seleccionados, con
paleocauces colmatados de tamaño dos a cuatro veces mayores que los actuales. Con
yacimientos fosilíferos abundantes, predominantemente de edad mamífero Lujanense.
Formada bajo clima cálido, más húmedo que el actual.
Formación  Tezanos Pinto: loess pampeano depositado a fines del Pleistoceno (hasta
10.000-8.000 años atrás) bajo clima árido. Se trata de limos pulverulentos castaño
amarillentos, de origen eólico, con abundantes concreciones de carbonato de calcio en
forma de muñecas o nódulos (“tosca”). En la zona cubre en forma de manto un relieve
preexistente de colinas redondeadas. Contiene fauna fósil abundante de edad mamífero
Lujanense, principalmente mastodontes, gliptodontes y megatéridos.
En el sitio La Palmera II no aflora la Formación Ituzaingó; las formaciones
Alvear y Hernandarias fueron erosionadas o no se depositaron, y el sedimento que
contiene los materiales arqueológicos (arena soplada desde el cauce en el Pleistoceno
Final y Holoceno) se encuentra en discordancia sobre la Formación Arroyo Feliciano,
que hacia el E presenta un relieve de colinas cubiertas por el loess de la Formación
Tezanos Pinto. Llama la atención la presencia, entre los sedimentos fértiles, de nódulos
aislados de arenisca con matriz carbonática de hasta 0,50 m diámetro (“tosca calcárea”),
algunos de ellos friables, originados en la descomposición de la Formación Alvear,
aflorante 400 m al SO. Su presencia es de difícil explicación salvo por transporte
antrópico.
Campaña 1983
En la esquina SO de la C1, entre los 0,10 y 0,40 m de profundidad, afloró una
estructura de 1,20 x 0,60 m (0,72 m2), constituida por bloques de arenisca. Para
descubrirla totalmente se excavaron la C2 y T1. Tenía orientación NNE-SSO, y la
integraban 11 bloques de arenisca silicificada (Hocsman 2015), el mayor de 0,40 x 0,20
x 0,15 m y alrededor de 40 kg de peso; y cuatro nódulos de arenisca friable, procedentes
de la Formación Ituzaingó. Dado que la misma no aflora en el sitio, debieron traerse de
unos 2,5 km aguas abajo (antigua explotación de yeso de Aebi), o 15 km aguas arriba
(margen E de la Laguna Blanca, en la desembocadura del arroyo Feliciano), lo que
implica un esfuerzo considerable y el uso de un medio de locomoción, presumiblemente
canoa.
En asociación directa, distribuidos entre los bloques, y a 0,30 m de profundidad,
había 15 fragmentos cerámicos lisos; 4 núcleos y 3 lascas de arenisca; y 1 pendiente de
cobre parcialmente cubierto por el bloque de mayor tamaño. Este objeto suntuario es
una placa subrectangular de 3 x 4,5 cm 0,30x0,45 m, con los bordes redondeados, que
sobre el eje mayor presenta dos perforaciones (una en cada extremo) efectuadas por
rotación. Una de ellas afectó el borde, por lo que a un costado se realizó otra más
pequeña. En 1987 la Ing. Nora Prata, del SECEGRIN (Servicio Centralizado de
Grandes Instrumentos- CONICET) realizó un análisis metalográfico sobre la superficie
y un sector pulido a espejo de la plaqueta, utilizando microscopio electrónico de barrido
conectado con un espectrómetro de fluorescencia de rayos X EDAX, con los siguientes
resultados: cobre casi puro (Cu): 99,9%, con trazas de plata (Ag) y arsénico (Sn)
(Figura 4).

Figura 4. Plaqueta de cobre. C1, nivel 3 (0,20-0-30 m). Dimensiones: 3 x 4,5 cm


0,30x0,45 m

Debajo del bloque mayor de la estructura, casi en contacto con la plaqueta, se


recuperaron restos humanos (Enterratorio N° 1) en muy mal estado de conservación: 2
vértebras y 1 fragmento de hueso plano, posiblemente de pelvis (Figura 5).
En la base de la estructura y a los costados, había concentraciones de material
arqueológico constituido por ecofactos (bloques de tosca carbonática de hasta 0,25 m
de diámetro); restos óseos de animales (peces de pequeño tamaño y Myocastor coypus);
abundantes artefactos característicos de la entidad Goya-Malabrigo y otros de filiación
dudosa, tal vez de la entidad Cancha de Luisa reutilizados:

Cerámica especialmente fragmentos lisos, pero también pintados de rojo y bordes


incisos. Se contabilizaron 2 apéndices recortados, 2 recortados engrosados y 1 macizo
con decoración incisa.

Material lítico: núcleos y lascas con o sin filo, de arenisca silicificada.

Artefactos óseos: 1 cabezal de arpón con perforación en la superficie anterior; y 1 base


de “bastón de mando” en cuerno de cérvido (Figura 6).

Figura 5. Cubierta del Enterratorio N° 1. Los restos humanos estaban debajo del bloque
de mayor tamaño, junto a la plaqueta de cobre
En el borde E de la C1 había un conjunto de valvas de Diplodon sp., separadas
pero sin evidencias de modificación antrópica. En la T1, al costado de la estructura, se
recuperaron 3 dientes humanos, 1 apéndice macizo (cabeza de felino), 1 fragmento
cerámico con decoración de surco rítmico y 1 punta hueca de hueso con la extremidad
curva, del tipo que Serrano (1946, 1972) denominó “en lengüeta de pájaro”, frecuente
en el Paraná Medio pero que no hemos visto ilustrado en publicaciones del Paraná
Inferior (Loponte 2008; Buc 2012). Por debajo de los 0,60 m de profundidad, los
sedimentos eran estériles.

Figura 6. Ubicación de los materiales arqueológicos en relación con el Enterratorio N° 1

Campaña 1985

Próximo a la pared O de la C3, se localizó un paquete funerario (Enterratorio N°


2) (Figura 6), y en el ángulo SE el Enterratorio N° 3 (Figura 7 y 8). El primero, ubicado
entre los 0,30 y 0,40 m de profundidad, medía 0,42x0,25x010 m y constaba de 3 capas
integradas por costillas y huesos largos fragmentados, 2 hemimandíbulas y fragmentos
de 3 cráneos pertenecientes a distintos individuos, en muy mal estado de conservación
(se destruían al tocarlos). En asociación directa se localizaron:

Cerámica: fragmentos lisos y pintados de rojo; y 1 borde recortado.

Lítico: 2 bloques de arenisca partidos.

Figura 7. Enterratorio N° 2.

Por debajo, 1 apéndice recortado (silueta) representando la cabeza de un felino, y 1


fragmento cerámico grueso, con fondo cóncavo y base en pedestal, extraño al área (no
pertenece a los contextos locales).
El Enterratorio N° 3 consistía en el entierro primario de una mano izquierda
completa, seccionada en la articulación de la muñeca, aislada, con el dorso hacia arriba
y rodeada de bloques de arenisca y tosca. Estaba casi a la misma profundidad de los
restantes enterratorios (0,40-0,50 m) y con la misma orientación (NNE-SSO). Al
costado tenía 1 bloque alargado de arenisca, y 1 representación cerámica ornitomorfa de
cuerpo completo ubicada en la base.
En las proximidades había fragmentos cerámicos, 1 bloque partido de arenisca, 1
“cola” de campana, el ápice de 1 punta de proyectil de hueso y 3 nódulos de manganeso
cubiertos con un tiesto (Figura 8 y 9).

Figura 8. Enterratorio N° 3 (mano izquierda articulada). Junto a la mano, abajo,


figura ornitomorfa completa, de bulto. Arriba, junto a los dos bloques mayores, una
“cola” de campana en cerámica.

Figura 9. Entierro N° 3, detalle de excavación. La flecha indica la mano articulada.


Del resto de la cuadrícula y el sector removido se extrajeron numerosos
elementos generalmente asociados a Goya-Malabrigo: fragmentos cerámicos lisos,
pintados, incisos y con agujeros de suspensión; 1 esfera pequeña de cerámica; apéndices
zoomorfos macizos y recortados; 1 hornillo de pipa; bordes incisos y ondeados; 1
extremidad de cuerno de Mazama sp.; 1 cabezal de arpón fragmentado; 2 puntas de
hueso muy pequeñas, quizás parte de anzuelos compuestos; instrumentos líticos, y 1
fragmento de madera silicificada (frecuente en la Formación Ituzaingó).
Los materiales no se presentaban dispersos, sino formando conjuntos que
integraban también valvas de pelecípodos y bloques de arenisca. A 0,30 m de
profundidad se excavó la representación de 1 cabeza humana naturalista, con tatuajes,
vincha con plumas, indicación de peinado y posiblemente nariguera, pintada de rojo
(Figura 10).
En la T2, entre los 0,30 y 0,40 m de profundidad, se localizó el piso de
ocupación Goya-Malabrigo, en un sector no alterado por los enterratorios. Estaba
formado por una concentración de bloques de arenisca cuarcítica, arenisca no
consolidada, tosca, nódulos de CO3Ca pulverulento, fragmentos cerámicos, huesos de
peces y valvas de Diplodon sp., dispuestos en forma horizontal o a 45° respecto al suelo
actual. Contenía 4 fragmentos cerámicos con borde inciso, 1 apéndice con decoración
de surco rítmico; 1 asa modelada zoomorfa, 2 masas amorfas de pasta cerámica
aplastadas, y lascas de cuarcita. Todos los materiales desaparecían bruscamente al llegar
a los 0,45 m de profundidad.

Figura 10. Cabecita antropomorfa en cerámica, con vincha de plumas y


nariguera, quizás representación naturalista del personaje sepultado.
C3, nivel 3 (0,20-0,30 m)

En algunos sectores de la C3, entre los 0,50 y 0,60 m de profundidad, se localizó


un segundo piso de ocupación, correspondiente a la entidad arqueológica Cancha de
Luisa (Ceruti 2003), caracterizada por la presencia de cerámica lisa (predominante) o
con decoración punteada y pintada de rojo o rojo-anaranjado, sin apéndices biomorfos;
con asas planas, labios incisos u ondeados, orificios de suspensión y material lítico
(núcleos, nódulos y lascas) de arenisca cuarcítica color blanco o amarillento. Los
artefactos y ecofactos de este piso de ocupación estaban depositados en una superficie
arcillosa de color gris con estructuras poliédricas, sumamente compacta pero plástica en
el momento de la ocupación, ya que los elementos apoyados dejaron un negativo
visible. Por debajo aparecían las arcillas verdes de la Formación Arroyo Feliciano.
No se encontraron estructuras (fogones, pisos consolidados) ni diferenciaciones
en el sedimento que pudieran indicar con cierta precisión el límite de los dos niveles de
ocupación: solamente una mayor concentración de materiales. Somos conscientes que
una diferenciación Goya-Malabrigo y Cancha de Luisa únicamente en base a la
tipología cerámica puede originar confusiones, ya que si bien Goya-Malabrigo   posee
determinados atributos que  le son  propios  (las "alfarerías gruesas" y los apéndices
biomorfos) comparte con Cancha de  Luisa muchos  rasgos  idénticos o similares (grado
y tipo  de cocción; color; componentes de la pasta; presencia de pintura roja). Y en otros
aspectos (porcentaje de fragmentos con decoración  incisa, especialmente la de surco
rítmico), sus diferencias parecen ser de grado, porcentuales, más que de fondo (Ceruti
2003).
Pero aparte de la cerámica, existen  dos indicadores  principales  que en otros
sitios son casi exclusivos de  una  u otra  entidad: la presencia de artefactos elaborados
en hueso o cuerno de cérvido ("bastones de mando", punzones,  puntas de proyectil de
diverso tipo) en Goya-Malabrigo; y una industria lítica abundante aunque con tipología
poco variada, elaborada en areniscas  cuarcíticas amarillentas o blanquecinas en Cancha
de Luisa.  Lamentablemente en el sitio La Palmera II esta última característica aparece
desvirtuada, ya que Goya-Malabrigo usó esta materia prima para rodear o cubrir sus
muertos, e incluso pudo reutilizar con este fin artefactos o ecofactos localizados en el
nivel de ocupación Cancha de Luisa al excavar las fosas sepulcrales.

Campaña 1991

La excavación realizada en 1991 (C4, C5, T3 y T4), con técnica más cuidadosa
que en las dos campañas anteriores, confirmó, a nuestro entender, la existencia de dos
ocupaciones sucesivas: la más antigua Cancha de Luisa y la más moderna Goya-
Malabrigo, cuyos enterratorios alteraron los niveles Cancha de Luisa. La Palmera II, por
tanto, sería un sitio bicomponente y de actividades múltiples, cuya secuencia de
ocupación sería la siguiente: la más antigua (Cancha de Luisa) comprendía los niveles 5
y 6 (0,40-0,60 m de profundidad), visibles especialmente al E del sitio. Los materiales
se depositaron uniformemente sobre toda la superficie, pero como el piso de ocupación
presentaba algunas depresiones, parte de los materiales aparecían hasta los 0,90 m de
profundidad. Posteriormente, el centro y O del sitio fue ocupado nuevamente, ahora por
Goya-Malabrigo: niveles 2 a 4 (0,10-0,40 m de profundidad), quien realizó
inhumaciones que alteraron parcialmente los niveles Cancha de Luisa.
Dado que los materiales extraídos no fueron estudiados en detalle, solamente
expondremos la distribución espacial y descripción sumaria de los mismos a partir de
los datos de excavación:

Ocupación Goya-Malabrigo (niveles 0,10-0,40 m).

Si bien la presencia de material lítico trabajado sobre areniscas cuarcíticas


(especialmente las de grano mediano y color blanco o amarillento) era constante en
todos los niveles de excavación, a partir de los 0,40 m de profundidad (techo de la
ocupación Cancha de Luisa) el mismo era más frecuente y de elaboración más
cuidadosa.
En el nivel 3 (0,20-0,30 m) se advertía una distribución diferencial del material
arqueológico, más notoria en la C4 y T3, donde había un círculo de 2 m de diámetro
con el centro vacío, conformado por bloques y rodados de tosca y arenisca deleznable
de tamaño pequeño a mediano, material lítico en arenisca silicificada y fragmentos
cerámicos. Descripción del material recuperado:

Cerámica: abundante, predominando la lisa y en secundariamente la pintada de color


rojo (en ocasiones combinada con incisiones). Existían fragmentos pintados de blanco,
difíciles de distinguir a simple vista. Se contabilizaron 19 fragmentos incisos
(punteados, de surco rítmico, de línea, a veces combinados); y 3 fragmentos cepillados.
Eran frecuentes los labios incisos y bordes recortados (25), con pocos orificios de
suspensión (4). Había 12 apéndices zoomorfos entre macizos, recortados y engrosados,
a veces pintados o incisos (29 si contamos los que penetraron en los niveles Cancha de
Luisa), entre los que se pueden identificar 15 aves y 4 mamíferos; en menor medida
apéndices no biomórficos (7): mamelones modelados, 1 cilindro modelado y apéndices
recortados planos. Se localizaron numerosos trozos de pasta (65 en toda la excavación),
amorfos o redondeados, generalmente con improntas o impresiones digitales,
considerados residuos de la confección de alfarería. Se recuperó 1 anillo de pasta, 1
esfera y 1 miniatura (recipiente abierto casi completo). En el nivel de 0,30-0,40 m
prácticamente no había cerámica incisa: casi todo el material cerámico era liso o pintado
de rojo, siendo muy abundantes los fragmentos de color naranja rojizo, de paredes finas
y frecuentemente engobados. Los fragmentos de este último tipo son frecuentes en los
niveles inferiores del sitio La Palmera V (Cancha de Luisa), y lo consideramos
característico de dicha entidad. Dado que en los niveles superiores de La Palmera II
(0,10-0,30 m) apareció un único fragmento, es probable que el nivel de 0,30-0,40 m
contenga materiales mezclados procedentes tanto de la ocupación Goya-Malabrigo
como de Cancha de Luisa.

Lítico: A) en arenisca cuarcítica blanca y amarillenta, predominaban las lascas (713),


algunas con retoques o muescas, y las esquirlas (718); además se contabilizaron 2
lascas nucleiformes, 1 artefacto bifacial sobre lasca grande y otro partido, y 2
raspadores chicos sobre lasca, 1 de ellos semilunar. Había 17 núcleos, 3 de ellos
piramidales agotados y 1 mediano, formatizado y con retoques alternos. Se
contabilizaron 68 bloques, la mayoría no formatizados, y algunos partidos o con
lascados u otras señales de utilización. B) en arenisca silicificada de color rojo, 13
bloques, algunos partidos, y una concreción esferoidal. C) en ópalo, tal vez procedente
del Río Uruguay, 2 lascas y 6 bloques pequeños agotados. D) en madera silicificada, 6
núcleos. Además, se localizó 1 fragmento de tosca ramificada, varios bloques y rodados
de tosca (algunos de ellos deleznables), y 1 cono pequeño de arenisca, tal vez el relleno
de un cuerno de cérvido fosilizado.

Hueso: 16 restos óseos de mamífero sin modificar (3 de un ejemplar grande, tal vez un
cérvido); 21 restos de mamífero cortados o marcados; 1 extremidad de cuerno de
Mazama sp; 1 hueso largo de mamífero seccionado en los dos extremos; 7 dientes de
coypo (Myocastor coypus); y gran cantidad de huesos de peces, muy chicos y
fragmentados. En zaranda se ubicaron cuentas de collar recortadas en valvas de
molusco. Los instrumentos localizados fueron: 1 perforador en diáfisis de mamífero, y 1
punta hueca “en lengüeta de pájaro”. Finalmente se recuperaron 7 falanges humanas
aisladas (1 de ellas una falange ungueal teñida de rojo), 1 molar temporario y 2 piezas
dentarias definitivas, fragmentadas.

Ocupación Cancha de Luisa (niveles 0,40-0,90 m).

Como indicamos precedentemente, la superficie natural que servía de piso a la


ocupación Cancha de Luisa, muy dura, no era uniforme sino que presentaba relieves. En
el sector N de la T3 y el E de la C5, en especial, se localizaron depresiones rellenas con
sedimentos más blandos en las que se encontró material lítico y cerámico, escaso pero
de gran tamaño y buena elaboración. En el límite entre la T3 y C4, entre los 0,30 y 0,50
m se ubicó una pila de bloques de arenisca cuarcítica sin trabajar.
En el cuadrante SE de la C5 a 0,80 m de profundidad, se observaba una
concentración elíptica formada por bloques de tosca friable, arenisca blanca deleznable,
e instrumental lítico. Había muchas valvas (fundamentalmente de Pelecípodos), algunos
fragmentos cerámicos y escasos restos de subsistencia. Era evidente la relación de las
valvas con los bloques de arenisca; algunas estaban cubiertas por bloques, y uno 1, al
menos, colocada sobre fragmentos cerámicos. En el centro del elipse había un1
fragmento de plato recortado con decoración en surco rítmico y una 1 punta de proyectil
de hueso, posiblemente depositados en el fondo de una excavación practicada por los
integrantes de Goya-Malabrigo. En el borde del cuadrante se encontró la representación
ornito-antropomorfa pintada de rojo. En el cuadrante NE de la misma cuadrícula, había
un1 apéndice ornitomorfo y restos humanos aislados, entre ellos un omóplato.
Descripción del material localizado:

Cerámica: predominantemente lisa, en menor proporción pintada de rojo o de blanco.


Un fragmento con engobe rojo interno. Además, se recuperaron 11 masas amorfas y 4
esferitas macizas. Por su posición y características, algunos elementos recuperados en el
nivel de ocupación Cancha de Luisa indicaban la presencia de pozos practicados desde
el nivel superior (Goya-Malabrigo): fragmentos incisos de surco rítmico (4); bordes y
labios recortados, a veces incisos (24); 1 borde con perforación; fragmentos cepillados
(3); 1 fuente pequeña, fragmentada, con forma de rombo o rectángulo; apéndices
zoomorfos (5) y mamelonares (1). Uno de los apéndices modelados, especialmente
llamativo, localizado en la C5 nivel 7 (0,60-0,70 m) representa una cabeza ornito-
antropomorfa (búho-hombre) pintada de rojo y con motivos incisos de surco rítmico.

Lítico: A) Como en la ocupación anterior, también predominaban las lascas (288) y las
esquirlas (199) en arenisca cuarcítica blanca y amarillenta, pero había más elementos
formateados. Se recuperaron lascas nucleiformes (6); lascas grandes y medianas con
retoques bifaciales (3); y raspadores sobre lasca (3). Se contabilizaron 17 núcleos (uno 1
de ellos grande, piramidal); 2 raspadores sobre núcleo; un1 artefacto nucleiforme
mediano con filo bifacial; uno1 grande, reutilizado como percutor; un1 artefacto bifacial
pequeño sobre rodado y 29 bloques (algunos partidos). B) en arenisca silicificada de
color rojo: 3 lascas; un1 artefacto monofacial y otro bifacial sobre rodado; 5 núcleos;
una1 concreción subesférica; 2 esferas chicas y 3 bloques (uno 1 de ellos de
aproximadamente 1 kg de peso). C) en anfibolita color rojo, un1 núcleo. D) en madera
silicificada, 12 núcleos, 3 de ellos agotados y 1 tronco fosilizado mediano sin modificar.
Además, se recuperó u 1 fragmento de “tosca” arborescente, varios bloques y 1
concreción subelipsoide de arenisca roja deleznable.

Hueso: 13 restos óseos sin modificar (entre ellos una1 falange y 2 huesos articulados de
mamífero) y 13 huesos cortados y con marcas. Entre los que pueden ser identificados,
había 1 diente de cérvido; 3 hemimandíbulas y 2 dientes de tuco tuco (Ctenomys sp.); 2
mandíbulas, un1 omóplato y 4 dientes de coypo. Se localizaron 14 restos humanos
aislados (2 molares temporarios y 3 piezas dentarias adultas, 2 fragmentos de huesos
largos cortados y con marcas, 5 falanges -1 ungueal- y un 1 fragmento de omóplato). Un
único artefacto óseo: punta lanceolada plana, pulida, con canal central natural,
fragmentada. En el último nivel (0,80-0,90 m) se localizó un 1 pendiente perforado en
valva de molusco.

Procedencia del material lítico

La mayor parte del material lítico localizado en sitios de la costa entrerriana del
Paraná Medio está trabajado sobre areniscas locales, aunque éstas no son homogéneas
en cuanto a edad, aspecto o calidad. Todas son producto de la consolidación con
cemento carbonático o silíceo de arenas fluviales medianas finamente estratificadas de
la Formación Ituzaingó, acarreadas por el río Paraná desde el Macizo de Brasilia a partir
del Plioceno, y pueden o no contener óxido de hierro epigénico (hematita), que las tiñe
de tonos amarillentos, azafrán o rojo oscuro, a veces veteadas. Las más utilizadas fueron
las areniscas silíceas. Regionalmente existen arenas de origen marino (Formación
Paraná), pero se las encuentra 95 km al SO, aguas abajo de la ciudad de Paraná.
En el sitio La Palmera II la Formación Ituzaingó no aflora, pero sí lo hace aguas
arriba y abajo del mismo. Desde la Toma Vieja, un poco al N de la ciudad de Paraná
hasta el sitio La Palmera V, cercanas al piso de la formación se pueden localizar lajas y
concreciones tabulares de arenisca de color rojizo a morado de diversos tamaños,
originadas posiblemente en la acción de una antigua freática, que conforman en algunos
sectores un nivel casi continuo.
Asociadas a estas lajas suelen verse concreciones esféricas formadas por
acreción, con granos de arena cementados en torno a un objeto extraño, por ejemplo un
canto rodado. Estas bochas toman la forma y aspecto de bolas de boleadora, incluso con
el surco perimetral cuando el núcleo original se depositó entre dos estratos, llevando
fácilmente a confusión cuando están aisladas. En las proximidades de la Isla Chapetón,
52 km aguas abajo, se las encuentra en conjuntos de varias decenas, e incluso hemos
localizado bloques tabulares de arenisca con estas concreciones cementadas encima. En
el sitio La Palmera II excavamos una, y Ottalagano (et al 2015 op. cit., Figura 5-13)
ilustra otra.
En la base de la Formación Ituzaingó, en el contacto con la Formación Paraná,
marina, se pueden encontrar estratos con fósiles opalizados (“conglomerado osífero”),
originados en bancos de rodados acarreados y depositados por el Paraná a comienzos de
su historia. Estos bancos constituyen un muestrario de la fauna estuárica del Plioceno,
integrada fundamentalmente por peces y reptiles y en menor medida mamíferos. En
nuestras excavaciones extrajimos una articulación de radio de aleta de corvina, que por
efecto de la erosión presenta el aspecto de un pequeño corazón opalizado. El yacimiento
más cercano se encuentra en la desembocadura del arroyo El Chilcal, en Cerrito, 45 km
al SO. De estos bancos y de los niveles próximos a la antigua freática provienen
también los fragmentos de madera fósil.
Las areniscas blanquecinas o amarillentas se extrajeron, probablemente, de la
margen E de la laguna La Blanca, en la desembocadura del arroyo Feliciano, 15 km al
NE. Se presentan en forma masiva, conformando bloques de diferentes colores y
calidades (Hocsman, 2015op. cit.), muchas veces veteados. En la margen opuesta,
próximo a la desembocadura de la laguna en el arroyo Feliciano, se encuentran dos
sitios Goya-Malabrigo inéditos, con un gran taller lítico de 400 m de longitud en la
costa de la laguna, aunque en este caso se prefirieron las areniscas de color violáceo.
Como indicamos precedentemente, los nódulos de arenisca con matriz
carbonática, friable o consolidada, se originaron en la descomposición de la Formación
Alvear, que aflora 400 m al SO y lo mismo puede decirse de las concreciones de
manganeso. Otras rocas presentes en el sitio indican una procedencia más lejana: los
rodados de cuarcita y los núcleos de jaspe y ópalo proceden casi con seguridad del río
Uruguay (hay sitios Goya-Malabrigo, inéditos, hasta la cuenca media del Guayquiraró),
entre 190 y 200 km al E, pero para el cristal de cuarzo (componente de las pegmatitas) y
la anfibolita, una roca metamórfica, hay que pensar en las Sierras Chicas de la provincia
de Córdoba, 400 km al O.
La relación de Goya-Malabrigo con las rocas es distinta en cada yacimiento,
aunque nunca existió una verdadera industria lítica, prefiriendo el hueso, el cuerno de
cérvidos y posiblemente la madera para la elaboración del instrumental de caza y pesca.
Hay sitios donde el material lítico es muy escaso o nulo; otros, como Arroyo Largo I
(ms.), en la isla Curuzú Chalí, en que es tan abundante como la cerámica, y finalmente
tenemos el taller de la laguna Blanca (ms.) al que se trasladaron numerosos bloques y
nódulos desde la costa E de la laguna. En ambos casos hubo selección de la materia
prima, prefiriéndose las areniscas de grano mediano a grueso de color rojo oscuro, a
veces veteadas de negro.

DISCUSION Y CONCLUSIONES

El actual establecimiento “La Palmera”, fue poblado desde al menos 1.500 años
atrás. En poco más de un km de costa, desde la denominada “Ensenada de La Palmera”
hasta la desembocadura del arroyo Hernandarias, se ubican cuatro sitios de distintas
características y edades:

 La Palmera IV y V (en realidad, un solo sitio cortado por un zanjón colmatado)


correspondiente a la entidad arqueológica Cancha de Luisa. La Palmera V,
excavado por nosotros, es uno de los sitios más profundos de la provincia de
Entre Ríos, con 1,20 m de niveles fértiles. Está ubicado en el borde S de la
Ensenada de La Palmera, a 31 m sobre el nivel del mar. Una muestra de carbón
del nivel de 0,60-0,70 m fue fechada por LATyR (LP 905) en 640±70 años 14C
AP, que por calibración a años calendario con 1 sigma y 68% de posibilidades
da 531-652 años AP (1298-1419 d.C.). Dado que no se localizaron enterratorios
ni otro factor de perturbación en los sedimentos, estimamos que el sitio pudo ser
ocupado a partir del año 500 d.C.
 La Palmera I, 250 m al NE, con enterratorios Goya-Malabrigo extendidos y una
vivienda rural conocida como “La Casa de la Palmera”, construida hacia 1867.
Está a 40 m de la barranca del Paraná, a 30 m sobre el nivel del mar, y a 10 m de
altura sobre el nivel de creciente generalizada.
 La Palmera III, en la ladera de una lomada de loess que domina la llanura
aluvial, frente a la desembocadura del arroyo Las Piedras en el Hernandarias, a
850 m al NE del anterior. Está a 19 m de altura sobre el nivel del mar y a 300 m
de la costa del río Paraná. Superficialmente se recuperaron materiales Goya-
Malabrigo e hispano-indígena (fragmentos cerámicos con engobe rojo, bases
planas y tejas de posible fabricación local). Probablemente se trató de una
reducción, responsable del cuidado de la estancia “Los Patos” de Juan de Garay
(luego de Hernandarias de Saavedra).
 La Palmera II, el sitio que nos ocupa, bicomponente (Cancha de Luisa y Goya-
Malabrigo), de actividades múltiples con enterratorios Goya-Malabrigo de
características peculiares. Igual que La Palmera IV se encuentra sobre el Paraná,
pero a 22 sobre el nivel del mar, y solamente es alcanzado por las crecientes
extraordinarias.

La Palmera II es un sitio complejo. La ocupación Cancha de Luisa (Ceruti 2003)


es visible en los niveles 4 a 9 (0,40-0,90 m), a partir de un piso natural con depresiones
de poca profundidad. Esta ubicación es coherente con lo observado en otros sitios
próximos, inéditos, en que casi no hay presencia Goya-Malabrigo: La Palmera V y los
ubicados en Paso del Gallego (Arroyo Hernandarias I, II y III), sobre el arroyo
Hernandarias, 1,3 km al SO (inéditos).
Posteriormente se produjo la ocupación Goya-Malabrigo, que se superpuso
parcialmente a la anterior y se extendió hacia el O, practicando inhumaciones y pozos
donde depositó materiales hasta los 0,90 m de profundidad, alterando los niveles
ocupados por Cancha de Luisa, reutilizando diversos elementos o cubriendo las
sepulturas con sedimentos que contenían artefactos líticos y fragmentos cerámicos. En
estos procesos de perturbación deben contemplarse también algunos mecanismos
secundarios (grietas y pisoteo), ejemplo de los cuales es la presencia de semillas de
paraíso (Melia azedarach) hasta los 0,50 m de profundidad.
Ottalagano (Ottalagano et al. 2015) relocalizó el sitio La Palmera II, y fechó con
14
C un entierro secundario extraído a 20 m de nuestra excavación: 1056 +47 años AP
para los restos humanos y 1032 +47 años AP para restos de Myocastor coypus.
Considerando estos fechados y el del sitio La Palmera V, podríamos estimar que la
ocupación Cancha de Luisa se produjo entre los años 900 y 1000 anos AP, y la Goya-

años

Malabrigo a partir del 1000 AP. En cuanto a la duración de cada una, nuestros datos no
son coincidentes: la presencia de microlascas y esquirlas abundantes a todo lo largo de
la secuencia, indicaría períodos de actividad prolongada. Esta situación, no obstante, es
contradictoria con la escasez de restos de subsistencia, consistentes en tortuga, yacaré,
coypo, peces pequeños, moluscos (fundamentalmente Ampullaria sp.), viracho
(Mazama sp.), ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotomus) que hacen pensar en un
estacionamiento transitorio de ambas entidades, especialmente Goya-Malabrigo, que
habría tenido como objetivo definido practicar las inhumaciones. Consideramos que la
presencia de microlascas y esquirlas es, en gran medida, consecuencia de la fragilidad
de la materia prima disponible, que se astilla con facilidad y altera de esa forma los
registros.
Al sitio La Palmera II los ocupantes Goya-Malabrigo transportaron, desde 400 m
a 50 km de distancia, materiales líticos diversos (tosca; arenisca deleznable; y bloques,
lajas y nódulos de arenisca cuarcítica consolidada, roja o amarillenta) para cubrir o
acomodar sus muertos. Parte de ese material pudo fragmentarse accidentalmente antes
de colocarlo, pero también se produjeron y utilizaron diversos artefactos, y
eventualmente se reutilizaron otros abandonados por Cancha de Luisa. Hay que tener en
cuenta que la elaboración del lítico recuperado (lascas con filo natural, núcleos, bloques
partidos) no requiere de habilidades especiales: se lo puede producir mediante el
estallido de los nódulos al golpearlos uno contra otro o sobre un yunque. En la
actualidad, incluso, es común encontrar bloques partidos de esa forma por los
pescadores, con producción de lascas y esquirlas diversas para fines variados:
elaboración de piedras de afilar, anclas y lastre de embarcaciones, o construcción de
fogones, que se pueden confundir con material arqueológico.
Hasta donde conocemos, Goya-Malabrigo elaboró una relación compleja con la
muerte. Se han encontrado enterratorios primarios y secundarios en sitios de actividades
múltiples, y también en sectores circunscriptos específicos (“cementerios”). Los
primarios se presentan preferentemente decúbito dorsal (en menor medida decúbito
ventral), con los miembros estirados, a veces con una o ambas manos sobre la pelvis y
orientación generalmente SO-NE; en algunas oportunidades fueron sepultados
individuos a los que faltaban partes anatómicas: por ejemplo sin cráneo o sin los pies,
pero no sabemos si fueron mutilados ritualmente o si se trata de víctimas de un ataque.
Los secundarios (“paquetes funerarios”) pueden contener restos de uno o más
individuos de distintas edades, indicando transporte por parte de los deudos, y suelen
presentar marcas y cortes debidos a prácticas de esqueletización, a veces muy
profundas, y otro tipo de alteraciones, como fracturas y astillamientos.
Tanto unos como otros pueden presentar ajuar funerario; estar cubiertos por
fragmentos cerámicos y huesos de animales; coloreados con ocre o presentarse
absolutamente privados de acompañamiento fúnebre. En los sitios en que se combinan
enterratorios y otras actividades, o en los sitios multicomponentes, es difícil precisar qué
elementos están asociados al cadáver, y cuáles son consecuencia de perturbaciones
producidas al excavar la fosa funeraria, depositando encima los mismos sedimentos con
contenido cultural más antiguo (Ceruti 1980, Ceruti y Cornero 2001).
En el caso que nos ocupa, estaríamos ante una situación particular. No nos
quedan dudas en cuanto a la filiación Goya-Malabrigo de los enterratorios. Así lo
indican los numerosos elementos característicos asociados (apéndices zoomorfos y
antropomorfos; artefactos de hueso) depositados en fosos cavados al efecto o en
depresiones naturales; por otra parte el mapeo por separado de los fragmentos
cerámicos, bloques líticos y valvas de pelecípodos recuperados indican que la cerámica
presenta distribución relativamente uniforme (aunque los mejores ejemplares están en
relación directa con los restos humanos), mientras que los bloques y artefactos líticos
forman conjuntos con las valvas y los restantes artefactos, sirviendo de base para su
depositación, o conformando círculos o elipses sobre una superficie común.
Analizando los mismos, se plantea un interrogante: a) o bien Goya-Malabrigo
realizó varios entierros independientes en diversos momentos (al menos cuatro,
incluyendo el excavado por Ottalagano y colaboradores, uno de los cuales es una mano
articulada con ajuar); b) se efectuó un único enterratorio muy complejo; o, c) estamos
ante una combinación de las dos situaciones anteriores.
Atendiendo a los elementos de juicio disponibles, consideramos que Goya-
Malabrigo realizó el entierro simultáneo de dos paquetes funerarios, uno de ellos
complejo, con ajuar y posiblemente sacrificios rituales. El centro de la ceremonia se
desarrolló en torno a los restos reducidos de un personaje que se cubrieron con piedras y
al que se le ofrecieron diversas ofrendas, dispuestas en conjuntos y rodeadas por
material lítico y fragmentos cerámicos, o depositados sobre pilas o lechos de piedras:
instrumentos de hueso; cuentas de collar de valvas; y fragmentos cerámicos, incluyendo
apéndices antropomorfos y ornitomorfos. Junto a los restos, en lugar preferente, se
depositó el único elemento metálico: una plaqueta de cobre perforada. A menos de 3 m
al E se colocó un segundo entierro secundario y a 4 m, en una misma línea y a la misma
profundidad, una mano izquierda seccionada, rodeada de piedras y con ajuar fúnebre. El
entierro secundario excavado por Ottalagano podría formar parte de otro
episodio.Llama asimismo la atención el hallazgo de 8 piezas dentarias humanas
(definitivas y de leche) y 12 falanges humanas aisladas, incluso en sectores donde no
había otros restos. Cabe la posibilidad de que las mismas también correspondan a
ofrendas mortuorias, como las consignadas en las crónicas para los grupos indígenas del
Río de La Plata (Díaz de Guzmán 1969).
Si bien hasta el presente no se ha descripto un caso similar, la aparición de uno
solo ya implicaría una diferencia cualitativa. No debemos olvidar las referencias
etnohistóricas relativas a jefes regionalmente prestigiados entre los timbúes: no
solamente Corundá, conocido y conocedor de lo que ocurría entre Santiago del Estero y
la desembocadura del Carcarañá (Piossek Prebisch 1986), sino también Cheraguazú,
regalado y luego asesinado por los hombres de D. Pedro de Mendoza, que proporcionó
esclavos guaraníes a Ayolas, y estaba perfectamente al tanto de la potencialidad de los
carios de Asunción (Schmidl 1944). Como no se cansaba de repetir en sus clases
Alberto Rex González, “…el que no sabe lo que busca, no interpreta lo que encuentra”
(González 2000): el método de excavación empleado décadas atrás facilitaba el
descubrimiento de individuos aislados, y no se prestaba atención a la presencia de
conjuntos particulares que podrían ser el resultado de un mismo acontecimiento
histórico (combates, epidemias o entierro de jefes). Quizás haya llegado el momento de
mirar con otros ojos algunos entierros múltiples descriptos habitualmente como
“cementerios”, sobre todo cuando los restos parecen presentar cierta coherencia
organizativa, como ocurre, por ejemplo, con el sitio Arroyo Aguilar 2, con sus entierros
primarios y secundarios dispuestos en círculo y a una misma profundidad (Echegoy
1994).
Para finalizar, queremos referirnos con cierta detención a la plaqueta de cobre
descubierta en La Palmera II: las áreas más cercanas donde se localizan
simultáneamente yacimientos de cobre, plata y arsénico son las Sierras Grandes de
Córdoba, y la Sierra de Famatina, en La Rioja (Angelelli 1984). Cuando Sebastián
Gaboto llegó a la boca del Carcarañá, advirtió que los querandíes, “vecinos del pie de la
sierra” poseían adornos de metal (“plumajes”):

"...vinieron  ciertos indios de la nación de los querandíes, ... vecinos del pie de la
sierra … los cuales … les  mostraron ciertos plumajes   que  traían  en  la cabeza,
hechos,  a su parecer deste declarante, de   oro  bajo  e buena  plata, e que este
declarante se quisiera ir con ellos  con la  gente que tenía presta e les rogó que lo
hobiesen   por   bien, los   cuales no quisieron, porque decían que no podrían sufrir
el trabajo del camino, porque en ocho jornadas no fallarían agua;  y este
declarante les dijo que como ellos venían, que  así  irían ellos,  los cuales dijeron
que ellos se sufrían dos o   tres  días sin beber e cuando bebían era sangre de
venados que mataban   para este  efecto..." (Sebastián Gaboto, en Medina 1908, II:
159; Astiz y Tomé 1987).

Los querandíes obtenían sus adornos de los “indios barbados”, los


comechingones de las serranías cordobesas, que tampoco tenían metalurgia. Las
crónicas mencionan, además de los “plumajes”, otros ornamentos metálicos: adornos
de lana con “varillas largas de metales, y al cabo de ellas como cucharas” y “cuchillos”
(Relación Anónima, atribuida a D. Gerónimo Luis de Cabrera); “collares de oro”
(Crónica de Bibar); “plumas de cobre…brazaletes y patenas” (Pedro Sotelo de Narváez)
(Berberián 1987; Gentile Lafaille 2014). La Relación Anónima indica que la obtención
de estas piezas era “de rescate”, vale decir, por intercambio o trueque, posiblemente,
como afirma Catalina Michieli (1985:41) con:

“… la  zona  vinculada   con  los yacimientos auríferos del norte de la provincia de


San Juan o   de la  provincia de La Rioja, especialmente la zona de Famatina,  en la
cual existen altas cumbres nevadas y evidencias  arqueológicas de trabajos mineros
por parte de los indígenas. Esta zona  estaba poblada  por indígenas de habla cacana
que quizás fueron los  que proveían de metales a los comechingones".
Y si los comechingones de la época de la conquista no tenían metalurgia, menos
aún la tendrían los habitantes de Córdoba de 1000 años atrás, lo que nos deja una única
fuente de procedencia: como afirma Michieli, los Nevados del Famatina, a más de 700
km de distancia de La Palmera II, con minas de explotación prehispánica y metalurgia
de oro, plata, cobre y bronce estanífero desde el 700 d.C, plenamente vigente en el
Aguada Tardío del 1.000 AP (González y Gluzman 2007; Callegari y Jacob 2012;
Callegari et al. 2015) y en Sanagasta (Guraieb et al. 2014).
Desde hace más de 20 años (Ceruti 1999) sostenemos, siguiendo a Gaboto, que
la llegada de elementos suntuarios (metales, malaquita) y utilitarios (hachas de cuello,
boleadoras) desde el Noroeste argentino al Litoral paranaense se produce por
intermediación, criterio con el que coinciden también Laguens y Bonnin (2009) y
Bonomo et al. (2017) para el delta. Y planteamos también –y lo seguimos sosteniendo-
que hace 1000 años esta relación, este camino, no se hacía siguiendo el Carcarañá,
como los querandíes, sino a través del sistema de lagunas de la llanura central. Los
protagonistas fundamentales, en este caso, fueron los cazadores-recolectores de la
entidad arqueológica que, para Santa Fe, hemos denominado Esperanza, cuyos
indicadores principales son los “hornitos de tierra cocida” o “botijas”.
En la Figura 11 se ha esbozado este “camino de los hornos”, que vincula las
fuentes de la metalurgia del cobre con el río Paraná. A la izquierda (Elemento 3), sitios
Aguada denominados La Cuestecilla y Rincón del Toro, en las proximidades de la mina
“La Mejicana” (Sierra de Famatina); el bolsón de Chilecito y la “puerta” hacia los llanos
de La Rioja, constituída por los sitios Ischigualasto y El Chiflón. En el centro (Elemento
1) los sitios con hornitos de Catuna en La Rioja (Martín, 2006), El Ranchito (Laguens y
Bonnin 2009) y Lagunilla del Plata (Nores et al.) en Córdoba. A la derecha, en Santa
Fe, sitios Esperanza con materiales Goya-Malabrigo: San Cristóbal I, María Luisa II,
Laguna Larga I, Laguna del Cristal III, Laguna del Plata III y V, y en el extremo
izquierdo, La Palmera II (Entre Ríos). La extensión del camino es superior a los 700
km, pero admite tramos de 100 a 180 km, relativamente fáciles para corredores
expertos, durante un período más húmedo que la Pequeña Edad de Hielo, con la que
tuvieron que lidiar los querandíes (Ceruti 2006).

Figura 11. Posible ruta de llegada de la plaqueta de cobre.

AGRADECIMIENTOS
A CONICET; Secretaría de Cultura de Entre Ríos; Agua y Energía Eléctrica Soc. del
Estado y Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas “Prof. Antonio Serrano”, que
autorizaron y financiaron los trabajos. A la Municipalidad de Hernandarias, que
proporcionó apoyo logístico. Al personal del Museo “Antonio Serrano” (Lic. Eva
Vitarelli, Museól. Andrés Petric, Sres. Julio Peña y Jorge Flores) y personal local
contratado al efecto que intervino en las excavaciones. A los integrantes de Agua y
Energía Eléctrica que prestaron apoyo logístico. Al Prof. Carlos Echegoy, del Museo
Arqueológico y Paleontológico Municipal de Reconquista y la Prof. Nora E. Matassi,
del Museo Regional y Archivo Histórico de Venado Tuerto, que participaron en calidad
de invitados. A la Ing. Nora Prata y SECEGRIN-CONICET, que realizaron el análisis
metalográfico de la plaqueta de cobre. A los Sres. Luporini, De Mattei y flia.,
propietarios en distintos momentos del establecimiento La Palmera y personal de la
misma. Al Dr. Juan C. Echeverría y flia., quienes facilitaron en todo momento el
trabajo. A Roberto J. Ceruti, que tradujo el Abstract. Finalmente, y muy especialmente
al Dr. Martín H. Iriondo, con quien compartimos el trabajo de campo y orientó el
estudio geológico y geomorfológico del sitio.

BIBLIOGRAFIA

Angelelli, V.
1984. Yacimientos metalíferos de la República Argentina I, CIC (Comisión de
Investigaciones Científicas de la provincia de Buenos Aires), La Plata.

Astiz, M.E. y A. Tomé


1987. Localización y descripción de Sancti Spiritus (1529). Cuadernos del INA, 12:203-
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