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Orientación Vocacional. La estrategia clínica.

Rodolfo Bohoslavsky

Addenda 1974

La segunda edición de un libro marca a su autor un compromiso. El de decidir dejar


que las cosas queden tal cual o modificar aquí y allá, retocando lo escrito hasta
volverlo acorde con sus actuales puntos de vista. La primera opción lo encierra en su
pasado y le aliena en la demanda actual de su producto. La segunda podría
escamotear al lector un proceso. Una tercera supera el dilema, en tanto permite una
confrontación del pasado con el presente. El libro me conformó en su momento, pero
hoy tiene la validez de sentar el acta de fundación de una perspectiva novedosa en el
campo de la orientación vocacional. Su lectura es necesaria pero no suficiente. No
reniego de este “hijo”, le observo sus omisiones, sus silencios, sus pasos en falso. A
eso tiende este... ¿epílogo?

Si luego de la lectura de este libro tiene usted una idea acabada de lo que constituye
el campo de problemas de la orientación vocacional y las técnicas psicológicas para
su abordaje clínico, desconfíe.

Este libro pretendió sintetizar un puñado de reflexiones y experiencias que –como se


indica en las Palabras iniciales- no surgieron de la práctica de una sola persona, sino
del intercambio de ideas con colegas, alumnos y pacientes. Pretendía dar cuenta de un
momento de síntesis a través de la propuesta de un marco de referencia más claro que
permitiese centrar la conceptualización de una práctica. Momento fértil precisamente
por haber permitido aquellos desarrollos críticos de la teoría y sus fundamentos, y de
la práctica y sus implicancias, que hoy, me mueven a invitarlo a sostener frente al
libro una actitud de benévolo escepticismo y activa confrontación.
En efecto, tanto la reflexión teórica como el ejercicio de la práctica de la orientación
vocacional que desde entonces he llevado a cabo, me han obligado a oponerme en
algunos casos a las ideas vertidas y a repensarlas en otros.

¿Quién si no un psicólogo abocado a la orientación vocacional puede llegar a ser


consciente de la recíproca implicancia de lo personal y lo conceptual en la
determinación de un producto legible?
Un cúmulo de situaciones que abarcan desde lo estrictamente personal –como la
revisión del maestro Bleger- hasta lo más específicamente teórico –como la revisión
crítica de los supuestos de la psicología y el psicoanálisis locales-, desde la amplitud
y aceptación creciente de la modalidad clínica en grupos profesionales, instituciones
educativas y universidades argentinas y extranjeras1, hasta nuevas demandas sociales,

1
Excepción hecha de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires, a juzgar por la indiferencia con que su órgano
oficial (la Revista Argentina de Psicología) acogió la primera edición de este libro, el primero publicado por uno de sus
asociados.
han ido enmarcando un proceso de transformación del cual no puedo dar aquí más
que sus orientaciones principales2.

a) En lo teórico, mi “vuelta a Freud” ha contribuido a subrayar el carácter


sintomal de la elección de carrera entendida como efecto sobredeterminado de la
estructura del aparato psíquico del sujeto que elige por un lado y de la estructura
social por otro.
La dinámica del deseo y la demanda social se le imponen al sujeto y lo
constituyen fundamentalmente a través de los procesos de identificación –límite
de nuestras investigaciones precedentes- de modo tal que nociones enfatizadas en
el libro como “libertad” de elección”, “autenticidad” y “madurez” exigen un
replanteo radical. Sin renunciar a los modelos “ingleses” considero hoy que desde
la nueva óptica que su inclusión piuede ser útil en el esclarecimiento y no una
forma de racionalizar un desconocimiento.
Otro tanto puedo afirmar actualmente de la filiación norteamericana de las
nociones de autonomía yoica a las que tanta confianza brindaba mi ignorancia de
las implicancias ideológicas de la Ego psychology. Hoy sobre la frase quién elige
se abre un interrogante de difícil respuesta. Si los objetos son “vocantes” y la
ideología “convoca” (interpela) al sujeto, ¿éste “elige” o más bien “vocado” desde
una insoslayable alterirdad?

b) En lo estratégico, las largas discusiones acerca de los límites entre orientación


vocacional y pedagogía por un lado y orientación vocacional y psicoterapia por
otro, me han conducido a precisar el encuadre clínico y a sopesar lo que en
orientación vocacional hace a la práctica pedagógica y psicológica. Aquella busca
una toma de conciencia en lo a la lectura de la realidad institucional (universidad,
carrera) y social (estructura de las profesiones) se refiere; ésta busca una toma de
conciencia en lo que hace a significados inconscientes de los motivos y proyectos
“personales”. Aquella tiene como contrincante la ignorancia y sus
determinaciones (educativo-familiares, ideológicas en última instancia), ésta la
represión, idealización y negación como defensas. Aquella informa en el más
amplio sentido del término, ésta esclarece. Ambas dimensiones coadyuvan en un
mismo propósito: la toma de conciencia. Son las dos acepciones del término
“conciencia” las que determinan su especificidad. El propósito u objetivo a
alcanzar es el que debe ser resguardado a toda costa aun cuando la situación
concreta del que elige o del contexto en que se programará la asistencia harán
variara las estrategias de abordaje y las técnicas a emplear.

2
La síntesis más acabada hasta el momento de nuevo enfoque al que he llegado puede consultarse en “Vocación y
alineación profesional”, artículo en el que doy cuenta de cómo el abordaje de los problemas de “alineación” en
estudiantes universitarios y graduados me ha conducido a replantear las articulaciones posibles entre “lo social” y “lo
personal” en la definición de la identidad vocacional y profesional sobre las bases más claras, con lo que esto implica
en cuanto a una discriminación y articulación entre las dimensiones teórico-técnica e ideológica de la práctica en este
campo de trabajo. (El artículo forma parte de un libro colectivo: Psicología argentina: hoy, Búsqueda, Buenos Aires,
1973)
c) En lo técnico instrumental se han desarrollado experiencias que ponen en
evidencia la necesidad de un empleo cada vez más sistematizado de encuadres
grupales e institucionales que atiendan con mayor eficacia a la meta de prevención
primaria.
En lo grupal tanto el pulimiento ed las técnicas operativas como la introducción
del role-playing, técnicas dramáticas y lúdicas (originarias en la práctica de
Laboratorios de Relaciones Humanas) han redundado en un acceso más fácil y
profundo a la problemática por encarar. El grupo deja de ser un instrumento a usar
tan sólo por un criterio económico y revela otras dimensiones que lo califican
como el más apto, siempre y cuando el encuadre sea preciso yu el entrenamiento
del profesional adecuado3.
El encuadre institucional parace tender a privilegiarse fundamentalmente desde
aquellas universidades que han reconocido la importancia de la orientación
vocacional o que al menos demandan “hacer algo” con los ingresante. Cabe
advertir –hasta que la experiencia sea sistematizada- sobre el peligro de que el
servicio de orientación vocacional por organizar se instaure la misma patología
institucional cuyo esclarecimiento debería tender a promover. (Ejemplo: la
orientación vocacional como curso de ingreso limitativo disfrazado de eficiencia
técnica)
Dentro de la esfera técnica debería citar la creación de recursos nuevos tanto para
el diagnóstico como para la resolución de la problemática vocacional. A los
estudios sobre el Test de Frases Incompletas iniciados en el Departamento de
Orientación Vocacional de la Universidad Provincial de Mar del Plata por la
licenciada Marta Ricchini debe agregarse un Test Desiderativo de las
Identificaciones Profesionales, aplicado hasta la fecha en forma clínica
asistemática y un repertorio de juegos que promueven la dramatización de
situaciones críticas que obstaculizan la elección.

d) En el plano ideológico, el intrincado “campo” de la orientación vocacional en


el que las dimensiones económica, educacional y familiar llegan a constituir lo
que llamé una “encrucijada vocacional”, ha conducido a una necesaria discusión
sobre las implicancias ideológicas de la teoría (¿Existe un yo libre, capaz de elegir
autónomamente? ¿Existe un paralelismo sustancial entre sociedad e individuo que
permita pretender una complementariedad necesaria entre “realización personal” e
inscripción social en la estructura productiva?... ) y de la técnica (¿Qué demandas
del sistema hallan eco en el psicólogo que pretende una elección madura, adaptada
y libre de conflicto? ¿Qué condiciona la búsqueda de la tan ansiada identidad
personal?...) que además de recabar un análisis de los componentes ideológicos de
lo que constituye el marco conceptual, referencial y operativo, hace necesario ver
cómo aquellos actúan a través del psicólogo que como profesional soporta y los
3
En este sentido el punto de partida sigue siendo lo postulado en el Capítulo V. La práctica de supervisión ha ocupado
cada más mi atención y revela obstáculos típicos en la formación de profesionales que en caso de no ser resueltos
comprometen gravemente el campo de fenómenos cuya lectura debe ser encarada y explicitada por aquellos. Hoy
propongo algo así como una “Orientación Vocacional Didáctica” sin los vicios del psicoanálisis didáctico (denunciados
por ejemplo por G. Baremblit en El concepto de realidad en psicoanálisis, Socioanálisis, Buenos Aires, 1974), en cuyo
proceso los propios condicionamientos del profesional puedan ser examinados y concientizados.
transporta. Si hoy para mí la psicología ha de constituirse en una ciencia del sujeto
y de las determinaciones que lo “sujetan” y su ejercicio apuntar a una toma de
conciencia, si la materia prima del psicólogo “orientador” es el futuro de sus
“orientados”, resulta evidente que éste no puede ser cualquier futuro (tendenciosa
neutralidad valorativa), sino uno y sólo uno: o bien el de una engañosa libertad
personal para la cual es condición sine qua non la liberación nacional y social.

Las cuatro líneas de confrontación que sintéticamente he esbozado son la matriz


de la que habría de surgir un nuevo libro. Es mi deseo que su paternidad sea en ese
sentido compartida.

Buenos Aires, mayo de 1974.

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