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Libro I

La Física y sus objetos. La perfección del cuerpo y el Universo (268a1 -


268b11)

La obra comienza con la enumeración de algunos de los objetos que estudia la


Física: los cuerpos (σώματα) y las magnitudes (μεγέθη), los entes dotados de
cuerpo y magnitud (las plantas, los animales, los hombres y los astros), y los
principios (ἀρχαί) de estos entes (sustrato, forma y privación, según Física, libro I).
La consideración sobre el cuerpo (σῶμα) comienza por una definición de
"continuo" como lo que se puede dividir siempre en partes a su vez divisibles, para
señalar luego que el cuerpo es aquello "divisible por todos lados", esto es, aquello
definido por tres dimensiones (entendidas como cantidades continuas divisibles),
mientras que la superficie está constituida por dos, y la longitud por una. Como de
estas dos últimas magnitudes siempre podemos pensar en un paso a otro género
de magnitud (sumando una dimensión a la longitud pasamos a superficie; y
sumando una dimensión a la superficie pasamos a un cuerpo), y por ende las
pensamos como careciendo de algo, mientras que del cuerpo no podemos pasar a
ninguna magnitud de otro género, Aristóteles señala que el cuerpo es una
magnitud perfecta y que representa una totalidad. No obstante, observa que
teniendo en cuenta que todo cuerpo está en contacto con otro cuerpo, puede ser
considerado como integrante de una multiplicidad, y por ende se le puede atribuir
una perfección sólo relativa. El todo al que pertenecen los cuerpos en cuanto
partes, en cambio, es completamente perfecto.3

El quinto elemento, dotado de movimiento circular u268b12 - 269b15

Tras formular el principio de que todos los cuerpos o magnitudes naturales son
móviles, y que la naturaleza es el principio de su movimiento, Aristóteles distingue
tres movimientos referidos al lugar (traslación - φορά) simples:

Circular, en torno al centro

Rectilíneo, que a su vez se define como

Ascendente, que se aleja del centro;

Descendente, que se acerca al centro.

Define el autor los cuerpos simples por poseer un sólo movimiento natural simple,
lo que lo conduce a postular la existencia de un cuerpo simple al que le
corresponda el movimiento circular, y que no puede ser identificado con alguno de
los elementos ya conocidos de que se componen los entes sublunares: ya que la
tierra y el agua poseen un movimiento natural descendente, mientras que el fuego
y el aire ascienden por naturaleza.

Otro argumento refuerza la idea de que el movimiento simple debe ser natural
para su correspondiente cuerpo simple. Parte del principio de que cada cosa tiene
sólo un contrario. Y si no hubiera un cuerpo simple que posea naturalmente el
movimiento circular, el cuerpo sujeto a dicho movimiento lo haría en un sentido
contrario a su movimiento natural. Ahora bien: si lo que se mueve en círculo es
fuego o aire, por ejemplo, el movimiento contrario a su naturaleza es el
descendente, y sólo este. Y si fuera agua o tierra, su movimiento contrario sería
sólo el ascendente. Es decir, teniendo en cuenta los cuerpos simples conocidos,
es imposible que a estos se les atribuya el movimiento circular forzado. Por lo
tanto, debe haber un cuerpo simple cuyo movimiento natural sea el circular.

Observa Aristóteles además, que no parece corresponder con el movimiento


eterno y continuo que vemos en el cielo, la idea de que el cuerpo simple que lo
recorre esté constantemente forzado al mismo, cuando vemos que en todas las
demás cosas, lo que se comporta al margen de lo natural se corrompe con más
facilidad. Más bien, todo parece señalar que hay un cuerpo simple que, por serle
connatural el movimiento circular, que es primero respecto de todo movimiento por
ser más perfecto, resulta también más divino y anterior que el resto de los cuerpos
simples.4

Propiedades del cuerpo dotado de movimiento circular (269b16 - 270b30)[editar]

Avanzando a partir de las consideraciones precedentes, Aristóteles define


provisionalmente lo pesado o grave (βαρύς) como lo que se acerca al centro, y lo
liviano o leve (κοῦφος) como lo que tiende a alejarse del centro. Así, lo más
pesado (τὸ βαρύτατον) es lo que tiende a situarse más abajo de todo lo que tiende
a bajar, y lo más liviano (τὸ κουφὸτατον), lo que si sitúa por encima de todo lo que
tiende a subir. El elemento dotado de movimiento circular no es ni pesado ni
liviano: aceptar esto implicaría que puede tener un movimiento rectilíneo
(ascendente o descendente), natural o antinatural. Según los postulados ya
aceptados, para cada cuerpo simple hay un movimiento simple natural, y los
movimientos rectilíneos corresponden naturalmente a los cuatro cuerpos simples
del mundo sublunar.
Si aceptamos que el quinto cuerpo simple puede padecer un movimiento
antinatural rectilíneo (ascendente o descendente), y además tenemos en cuenta el
principio que postula que lo contrario de lo antinatural es lo natural, tendríamos
que sostener que el contrario de dicho movimiento rectilíneo antinatural (el
descendente o el ascendente, respectivamente), es natural para el quinto cuerpo
simple. Sabemos que tiene un movimiento circular natural, por lo que decir que
puede sufrir un movimiento antinatural está en contradicción con la
correspondencia unívoca entre cuerpo simple y movimiento simple natural que ya
ha sido postulada.

Aristóteles descarta que lo que ha dicho para el elemento en general pueda no


valer para alguna parte del mismo, al considerar que el movimiento de toda la
tierra y de una parte de ella es el mismo, a saber, el rectilíneo descendente; y de
allí infiere que el movimiento de cualquier cuerpo compuesto responde al mismo
movimiento que afecta a sus partes.

El autor muestra que el cuerpo simple cuyo movimiento natural es circular solo
acusa un tipo de cambio: la traslación que lo define, en torno al centro. Otro tipo
de cambios (μεταβολή), como la generación y la corrupción, el aumento, o la
alteración, no son posibles en este cuerpo simple: porque el cambio sustancial
(generación y corrupción) supone un substrato y un contrario. Pero al no haber un
contrario del movimiento circular, tampoco puede haber un cuerpo que sea
contrario al definido por este movimiento. No puede acusar tampoco un cambio
cuantitativo (aumento o disminución) porque no posee materia del mismo género
de dónde pueda aumentar. Aristóteles dice que si el cuerpo cuyo movimiento
propio es el circular no está sujeto a cambio cuantitativo, es razonable que
pensemos que tampoco está afectado por el cambio cualitativo, esto es, la
alteración; toda vez que vemos que los cuerpos sometidos a cambios cuantitativos
(los seres vivos sujetos al crecimiento) también están determinados por la
alteración.

El autor asocia estos atributos a lo divino, señalando que lo que el razonamiento


ha concluido coincide con lo que parece según la opinión común, puesto que
todos los hombres asocian a lo divino con lo divino, y asignan a los dioses el lugar
más excelso, que tiene propiedades semejantes a las inferidas. También coincide
con el resultado de innumerables observaciones del cielo a lo largo de muchísimo
tiempo, que han mostrado que siempre se comporta de la misma manera, por lo
que este elemento o región superior ha sido llamado Éter (αἰθήρ) pues se mueve
eternamente (ἀεί, "siempre" y θεῖν, "correr").n 1 5 6

No existe un opuesto del movimiento circular (270b31 - 271a5)

El capítulo IV del libro I reúne tres argumentos que apuntan a mostrar que el
movimiento circular no tiene contrario, en orden a proveer si no una certeza
completa, por lo menos una firme convicción (πίστις) a la tesis sostenida en el
capítulo anterior (270a19) que sostenía que los cuerpos celestes estaban
sustraídos de la generación y la corrupción, por lo que no pueden tener
propiedades contrarias.7 8 9

El primer argumento está formulado elípticamente, por lo que cabe interpretarlo de


diferentes maneras. Aristóteles establece que los movimientos contrarios deben
ser contrarios en razón de la diferencia de los lugares de partida y de llegada.
Mientras que en el movimiento rectilíneo -el ascendente y el descendente- esta
diferencia es evidente, en el movimiento circular -propio de la bóveda celeste- esta
diferencia no existe. Esta interpretación, sostenida por Leo Elders, se
complementa con otra sostenida por Simplicio y W. K. C. Guthrie: Aristóteles
señalaría que el movimiento circular parece tener como opuesto el movimiento
rectilíneo; pero como existen dos movimiento rectilíneos opuestos en razón del
lugar, y por cada movimiento simple puede haber solo un opuesto, el movimiento
circular no puede ser el contrario del movimiento rectilíneo.10 8 9 Miguel Candel
entiende que Aristóteles afirma que el movimiento circular se opone al rectilíneo
puesto que no contiene contrarios.11

El segundo argumento es un intento de negar que para el movimiento circular se


pueda pensar que existen movimientos opuestos en razón de los lugares de
partida y llegada, y para ello Aristóteles presenta cuatro casos:

Se pueden establecer dos puntos en un arco A y B, tal que podamos pensar que
un movimiento sobre ese arco de A a B es opuesto al movimiento de B a A; pero
el filósofo señala que entre dos puntos pueden pasar infinitas circunferencias, por
lo que no hay oposición estricta, al menos en sentido geométrico.
Incluso si tomamos no un arco indeterminado, sino una semicircunferencia CD, se
puede concluir lo mismo que en el caso anterior, y en definitiva la confusión de
creer que los movimientos presentados son opuestos surge de definir el trazo
circular por dos puntos, cuando en realidad lo único que se define
geométricamente de esta manera es el la línea recta.

Si definimos dos puntos (E, F) en una circunferencia completa, tal que estos
señalan el puntos que la dividen en dos semicircunferencias (G, H) podríamos
pensar que el movimiento EF sobre la semicircunferencia G es opuesto al
movimiento FE sobre la semicircunferencia H, pero sucede que en este caso no
habría diferencias de lugar de partida y llegada, si consideramos la circunferencia
completa.

La misma consideración anterior vale para dos movimientos que, en una


circunferencia, partan de un mismo punto determinado pero en distintas
direcciones.

El tercer argumento señala que si existieran movimientos circulares opuestos,


estos, al terminar en el mismo lugar, no tendrían propósito. Y si uno de ellos
prevaleciera, el otro sería superfluo, y esta conclusión contraría la premisa de que
Dios y la naturaleza nada hacen en vano. Es un argumento que descansa en
razones de orden teleológico.12

Finitud del universo

Este es el tema que más controversia ha tenido a lo largo de la historia ¿es finito o
infinito el universo? en el libro Física habíamos visto que sí lo era, pero veamos
que nos dice ahora Aristóteles.

No es difícil pensar en la posibilidad de que existan cuerpos infinitos o finitos. En


todo caso, hasta por lo que sabemos, todos los cuerpos o son simples o son
compuestos.

Ahora, si los cuerpos simples son limitados, es obvio que todo lo que haya dentro
de ellos lo será también.

El movimiento circular
Aristóteles nos dice que no es posible que un cuerpo finito pueda moverse de
forma circular. Si fuera posible que un cuerpo infinito se desplazara en círculo, sus
radios(1) tendrían que ser infinitos también, lo cual lleva a considerar que existen
intervalos infinitos en estos radios. Sin embargo, esto lleva a un error puesto que
el infinito no se puede recorrer. Pensar que un movimiento se mueve infinitamente
es pensar que el lugar de desplazamiento también lo es (5).

No obstante, el cielo se mueve de manera circular ¿podríamos decir que el cielo


es infinito? No hasta ahora, porque si decimos que el cielo es infinito, éste habrá
recorrido una distancia en un tiempo finito. Si el cielo fuera infinito, tendría que
recorrer una distancia igual a él, pero esto sería imposible porque dijimos que el
infinito no se puede recorrer.

Gravedad y ligereza

Es obvio suponer que si ni el movimiento circular es infinito, tampoco lo será el


movimiento rectilíneo: de arriba o hacia abajo, alejándose del centro o
acercándose al centro.

Tampoco puede ser que exista una gravedad infinita o una ligereza infinita en
cuerpos finitos. Si existe, sólo será en cuerpos infinitos.

Infinito: ¿heterogéneo o homogéneo?

Los cuerpos infinitos están constituidos por partes heterogéneas o homogéneas.

El problema está en que si son heterogéneas y limitadas en especie, entonces no


podría ser infinito. Otro problema con la heterogeneidad es que no es posible que
sean múltiples y formen todas ellas una suma y luego ser infinitas.

En cuanto a la homogeneidad, si el infinito fuera así, solo podría tener un sólo


movimiento (arriba o abajo). Lo cual no es correcto porque ya dijimos que los
movimientos rectilíneos no son infinitos. Además, las direcciones ''arriba'' y ''abajo''
tienen relación con la gravedad y levedad, lo cual tampoco es infinito.

Por otro lado, es imposible que el infinito se mueva porque necesitaría un lugar (o
una extensión) igual de infinita, lo cual no es posible porque dos infinitos se
solaparían y, posteriormente, se excluirían debido a que deben ocupar un espacio
infinito. ¡El infinito no es proporcional a una magnitud finita!
Otras de las cosas que se pregunta Aristóteles es si el infinito existe en sí mismo.
Si es así, entones el infinito es animado ¿pero puede haber algo animado que sea
infinito? pareciera ser que no.

Teniendo en cuenta todo esto, podemos afirmar que el universo no es infinito.

La unicidad del cielo

Todos los objetos se encuentran ya sea en movimiento o en reposo de manera


natural o forzada. ¿Cómo sería la naturaleza o el movimiento en otro cielo (o
mundo)? Pues todos los cuerpos de un mundo deben tener la misma naturaleza.

Ahora, si la naturaleza de dicho mundo (o mundos) es igual a la de nuestro mundo


(movimientos de arriba, abajo, natural o antinatural), entonces el fuego de nuestro
mundo se dirigiría al centro en vez de alejarse; la tierra se elevaría ya que se
dirigiría al centro del otro mundo.

El desplazamiento de los cuerpos

Aristóteles pensaba que las cosas tiene un desplazamiento natural hacia un lugar.
Y no solo eso, sino que también se desplazan a un lugar en específico; por
ejemplo, lo que sana se desplaza de la salud a la enfermedad; lo que crece de la
pequeñez a la grandeza.

El desplazamiento de estos cuerpos no puede ser infinito ni en peso ni en


velocidad. Si lo fueran, tendrían que detenerse una vez que lleguen al centro
(porque es ahí donde se dirigen) lo que demostraría que no son infinitas porque
tienen un detenimiento (o límite). Además la velocidad de la caída de un cuerpo es
proporcional a su peso (6), es decir, una piedra de gran tamaño cae más rápido
que una de menor tamaño.

Si existieran otros mundos, tendrían que existir otro tipo de movimientos para que
se diferenciara del nuestro. De otra manera, no podríamos decir que es ''otro''
mundo.

Imposibilidad de otros cielos (o mundos)


A pesar que se ha demostrado que no pueden existir múltiples mundos, alguien
puede cuestionarlo diciendo de que la materia y la forma pueden existir múltiples
cosas.

De hecho, puede pensarse que la materia y la forma pueden existir


separadamente. Por ejemplo, una cosa es decir la forma de la esfera y otra es
decir la esfera de bronce. La primera nombra el ser de la esfera, mientras que la
otra nombra el conjunto entre materia y forma que a la vez representa la
sensibilidad de dicho objeto.

Puesto que esto se da, es factible pensar que hay dos cielos. Uno como forma
(simplemente cielo) y otro donde la materia y la forma existen (el cielo sensible).

Pero veamos en qué sentido podemos describir el cielo y como se podría aplicar a
la imposibilidad de la existencia de otros. Podemos reconocer el cielo en dos
sentidos

El cielo es lo que está a un extremo del universo y a lo más alto que se puede
encontrar.

También llamamos cielo a la periferia donde se ubican la luna, el sol y las


estrellas.

Por último, llamamos cielo a la totalidad del mundo.

Las cosas que están dentro de este orbe extremo debieran ser todas de cuerpo
natural y sensible. Nada fuera del podría existir. El fuego, por más que se le
extienda, llegará solamente al orbe extremos del cielo. Si llegará a existir un
cuerpo fuera del cielo, tendría que ser de forma simple o compuesta, lo que
significa que en realidad pertenecen a algo dentro del cielo, pues todos los
cuerpos simples y compuestos pertenecen a él. Es obvio que si no existe masa
fuera del universo, tampoco puede generarse fuera de él.

Esto demuestra que el cielo nunca ha sido múltiple, sino más bien sólo es uno.

Ingenerabilidad e incorruptibilidad del mundo

Queda ahora hablar sobre la generación y perfección del universo (si es que la
tiene). Para hablar sobre esto, Aristóteles establece las cosas que normalmente se
dicen sobre esto.
El universo fue engendrado y desde ahí es eterno.

El universo fue engendrado y es corruptible.

El universo fue engendrado y puede destruirse.

La primera de estas es imposible. En efecto, lo que es eterno no tiene ni principio


ni final ¿cómo puede ser engendrado entonces? Pues no lo es.

La segunda sólo habla sobre las cosas opuestas que se originan en el universo,
es decir, el cambio perpetuo que tiene el universo, pero este cambio no quiere
decir que el universo no sea eterno porque lo que se destruye (o corrompe) es su
forma y no su materia.

La tercera es imposible puesto que si lo uno existe antes de haber sido


engendrado, sus componentes quedarán a pesar de la destrucción que ocurra. Es
decir, si el universo se destruye, quedará lo que engendró al universo.

Ingenerado, generado, corruptible e incorruptible

Estos conceptos son fundamentales para comprender los libros que vienen y
Aristóteles nos presenta la definición de cada uno.

Ingenerado: lo que existe actualmente, pero que no ha existido antes. También se


le puede llamar a las cosas que pueden generarse o no ha sido generadas.

Generado: lo que previamente no existe, pero luego existe. Pasar de lo inexistente


a lo existente.

Corruptible: cuando una cosa existente ya no existe o puede no existir. Lo que se


destruye o cambia es corruptible.

Incorruptible: lo que no se corrompe y que unas veces existe y otra no. También
se define como lo que existe y que es imposible que no exista.

En realidad es bastante fácil de entender, puede complicarse al hablar de


posibilidades e imposibilidades pero ahora lo veremos.
El universo generable e incorruptible

Para hablar de lo posible e imposible debemos tomar en cuenta el factor tiempo,


ya que la posibilidad de existencia se da en un tramo de tiempo.

Imposible y falso

Estos dos conceptos no quieren decir lo mismo, en efecto, decir que estoy parado
cuando en verdad estoy sentado es falso, pero no imposible. En cambio, si digo
que estoy parado y sentado al mismo tiempo, entonces esto sí es imposible.

Generación y corrupción

Si hay algo que existe de manera corruptible durante un tiempo infinito, tendrá la
potencia de no existir. En efecto, todo lo que existe tiene la característica de ser
corruptible; esto trae a la imposibilidad de que algo que exista siempre sea
corruptible (pues llegaría a cesar un día). Tampoco lo que ''existe siempre'' y es
corruptible es generado porque lo corruptible proviene de lo que es generado. El
universo no cae en la denominación generado o corruptible si es eterno, debe
existir necesariamente siempre y sin generación (7).

La unicidad del cosmos (176a18 – 279b3)

En los capítulos VIII y IX, Aristóteles sostiene que el cosmos es uno, mediante
una prueba indirecta: argumenta que es imposible que existan múltiples.13

El capítulo VIII contiene la prueba de la unicidad o singularidad del cosmos


(276b4-21). Previamente ofrece la explicación relativa a dos supuestos sobre los
que descansa (276a22-b4), y posteriormente se responda a tres objeciones
posibles al argumento (276b22-277a12).14

Primeramente, Aristóteles advierte la oposición del movimiento natural con el


movimiento por la fuerza. Las cosas se hallan en reposo (μένω) o en movimiento
(κινεῖται), por naturaleza (φύσιν) o forzadamente (βία).15
Aristóteles ejemplifica lo naturalmente estático y naturalmente dinámico y lo
forzadamente estático y forzadamente dinámico con el más pesado de los
elementos. Dirá, pues, que si la tierra se desplaza de manera forzada desde allá
hasta aquí, al centro, se desplazará desde aquí hasta allá por naturaleza; y si la
tierra venida desde allí permanece aquí sin violencia, también se desplazará hacia
aquí por naturaleza.16

En camino a la demostración de la imposibilidad de otro mundo, se afirmará que,


al igual que en este mundo, alguna de las cosas del “otro mundo”, por naturaleza,
tiene que alejarse del centro (μέσoν) y otra acercarse al centro.17 Es natural que
las partículas de tierra del otro mundo se desplacen hacia este centro, y también
que se desplace hacia esta extremidad el fuego de allá. Pero esto es imposible:
pues si así ocurriera, necesariamente se desplazaría hacia arriba la tierra en su
propio mundo. En efecto, o bien no hay que sostener que la naturaleza de los
cuerpos simples sea la misma en todos los diversos mundos, o bien, si así lo
afirmamos, hay que hacer únicos el centro y la periferia; pero si esto es así, es
imposible que exista más de un mundo.18

Cualquier porción de un elemento de alguno de los hipotéticos mundos que


separemos del resto para ver hacia dónde se mueve. La duda que podría
planteársenos es: ¿se acercará a (o alejará de) este centro o hará lo propio
respecto de aquel otro? Por ser homogénea con las demás partes del elemento a
que pertenece, tanto las de este mundo como las de otros, debería
simultáneamente, a cercarse a (o alejarse de) este y todos los demás centros, lo
cual es obviamente imposible. Todo lo que cambia, cambia en otro; todo lo que se
mueve, se mueve a otro lugar; por tanto, el fuego y la tierra no se desplazarán
hasta el infinito, sino hacia los opuestos (no-fuego y no-tierra). Se oponen según el
lugar el arriba y el abajo, de modo que éstos serán los límites de la traslación.19

Una prueba de que no es posible deslazarse hasta el infinito es que la tierra,


cuanto más cerca está del centro, más rápido se desplaza, y lo mismo el fuego
cuanto más arriba. Pero si fuera infinito el movimiento, también sería infinita la
velocidad, y si la velocidad, también el peso y la ligereza. Se contemplan aquí dos
principios básicos de la dinámica, uno por el que la velocidad de caída es
directamente proporcional al peso, y otro por el que dicha velocidad es
directamente proporcional a la distancia recorrida en dirección al lugar natural.20
Para finalizar el capítulo octavo, Aristóteles expone la naturaleza del cosmos como
una suerte tríadica compuesta por tres lugares y tres elementos naturales. Es
evidente que el cielo es necesariamente único. Al ser tres los elementos
corpóreos, tres serán los lugares de cada uno: debajo, en torno al centro; el
extremo, que se desplaza en círculo; y el que se halla entre estos dos.21

El capítulo nueve consta, en primer lugar, de una aclaración semántica sobre el


vocablo que contiene el título de la obra, luego, de la imposibilidad de la no
existencia del vacío y del tiempo, y por último sobre la perfección de los cuerpos
celestes.22

Se procede por delimitar el significado de "cielo" (οὐρανός, ouranós). Los tres


sentidos atribuidos por el autor al vocablo son: 1. La envoltura u orbe más externa
del mundo (donde se hallan las estrellas fijas); 2. Los cuerpos en contacto
inmediato con dicho orbe (los astros); y 3. El universo en su conjunto.23

El de Estagira intuye que si no hay cuerpo alguno fuera del universo, tampoco
habrá fuera del mismo ni lugar, ni vacío, ni tiempo. Pues, no hay lugar (τόπος)
porque en todo lugar es posible que exista un cuerpo, y fuera del universo no sólo
no existe, sino que tampoco es posible que haya ni que llegue a haber cuerpo
alguno. Ni hay vacío (κενόν), porque aun cuando por definición en el vacío no hay,
actualmente, cuerpo alguno, es posible, sin embargo, que el mismo pueda ser
ocupado por un cuerpo, y se ha visto que, con respecto a un hipotético más allá
del universo, tal posibilidad no existe. Ni hay tiempo (χρόνος), por último, porque
éste, conforme la definición aristotélica formulada en el libro IV de la Física, es el
“número del movimiento según lo anterior y lo posterior” (ἀρισμóς κινήσεως κατά
τὸ πρòτερον καὶ ὕστερον, 219b2). Y allí donde no es posible tal diferencia, allí
donde el movimiento carece de número por ser infinito, en lugar de tiempo hay
“eternidad” (αἰών). Fuera del cielo, dice Aristóteles, no hay tiempo, sino eternidad.
Es incorrecto, por de pronto, identificar la eternidad con un “tiempo infinito”. αἰών,
cuya raíz es la misma que la del adverbio “siempre”, αιεί. Pues así como en griego
es posible hablar del αἰών de cada cual, porque esta palabra designa el fin o
término (τέλος) que abarca el tiempo íntegro de cada vida y fuera del cual nada es
según la naturaleza, así también, por la misma razón, el término último del
universo entero, el que contiene por igual el tiempo todo y la infinitud, es su αἰών,
así denominado en razón de la eternidad de su existencia (ἀπó τοῦ αιεί εᾔναι),
siendo ella “inmortal y divina” (ἀθάνατος καὶ θεῖος).24 25
Se concluye, para finalizar este noveno capítulo, con la perfección de los cuerpos
del cielo, cuyo movimiento perfecto, que debido a su naturaleza circular, es
incesante.26

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