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Libro I
Libro I
Tras formular el principio de que todos los cuerpos o magnitudes naturales son
móviles, y que la naturaleza es el principio de su movimiento, Aristóteles distingue
tres movimientos referidos al lugar (traslación - φορά) simples:
Define el autor los cuerpos simples por poseer un sólo movimiento natural simple,
lo que lo conduce a postular la existencia de un cuerpo simple al que le
corresponda el movimiento circular, y que no puede ser identificado con alguno de
los elementos ya conocidos de que se componen los entes sublunares: ya que la
tierra y el agua poseen un movimiento natural descendente, mientras que el fuego
y el aire ascienden por naturaleza.
Otro argumento refuerza la idea de que el movimiento simple debe ser natural
para su correspondiente cuerpo simple. Parte del principio de que cada cosa tiene
sólo un contrario. Y si no hubiera un cuerpo simple que posea naturalmente el
movimiento circular, el cuerpo sujeto a dicho movimiento lo haría en un sentido
contrario a su movimiento natural. Ahora bien: si lo que se mueve en círculo es
fuego o aire, por ejemplo, el movimiento contrario a su naturaleza es el
descendente, y sólo este. Y si fuera agua o tierra, su movimiento contrario sería
sólo el ascendente. Es decir, teniendo en cuenta los cuerpos simples conocidos,
es imposible que a estos se les atribuya el movimiento circular forzado. Por lo
tanto, debe haber un cuerpo simple cuyo movimiento natural sea el circular.
El autor muestra que el cuerpo simple cuyo movimiento natural es circular solo
acusa un tipo de cambio: la traslación que lo define, en torno al centro. Otro tipo
de cambios (μεταβολή), como la generación y la corrupción, el aumento, o la
alteración, no son posibles en este cuerpo simple: porque el cambio sustancial
(generación y corrupción) supone un substrato y un contrario. Pero al no haber un
contrario del movimiento circular, tampoco puede haber un cuerpo que sea
contrario al definido por este movimiento. No puede acusar tampoco un cambio
cuantitativo (aumento o disminución) porque no posee materia del mismo género
de dónde pueda aumentar. Aristóteles dice que si el cuerpo cuyo movimiento
propio es el circular no está sujeto a cambio cuantitativo, es razonable que
pensemos que tampoco está afectado por el cambio cualitativo, esto es, la
alteración; toda vez que vemos que los cuerpos sometidos a cambios cuantitativos
(los seres vivos sujetos al crecimiento) también están determinados por la
alteración.
El capítulo IV del libro I reúne tres argumentos que apuntan a mostrar que el
movimiento circular no tiene contrario, en orden a proveer si no una certeza
completa, por lo menos una firme convicción (πίστις) a la tesis sostenida en el
capítulo anterior (270a19) que sostenía que los cuerpos celestes estaban
sustraídos de la generación y la corrupción, por lo que no pueden tener
propiedades contrarias.7 8 9
Se pueden establecer dos puntos en un arco A y B, tal que podamos pensar que
un movimiento sobre ese arco de A a B es opuesto al movimiento de B a A; pero
el filósofo señala que entre dos puntos pueden pasar infinitas circunferencias, por
lo que no hay oposición estricta, al menos en sentido geométrico.
Incluso si tomamos no un arco indeterminado, sino una semicircunferencia CD, se
puede concluir lo mismo que en el caso anterior, y en definitiva la confusión de
creer que los movimientos presentados son opuestos surge de definir el trazo
circular por dos puntos, cuando en realidad lo único que se define
geométricamente de esta manera es el la línea recta.
Si definimos dos puntos (E, F) en una circunferencia completa, tal que estos
señalan el puntos que la dividen en dos semicircunferencias (G, H) podríamos
pensar que el movimiento EF sobre la semicircunferencia G es opuesto al
movimiento FE sobre la semicircunferencia H, pero sucede que en este caso no
habría diferencias de lugar de partida y llegada, si consideramos la circunferencia
completa.
Este es el tema que más controversia ha tenido a lo largo de la historia ¿es finito o
infinito el universo? en el libro Física habíamos visto que sí lo era, pero veamos
que nos dice ahora Aristóteles.
Ahora, si los cuerpos simples son limitados, es obvio que todo lo que haya dentro
de ellos lo será también.
El movimiento circular
Aristóteles nos dice que no es posible que un cuerpo finito pueda moverse de
forma circular. Si fuera posible que un cuerpo infinito se desplazara en círculo, sus
radios(1) tendrían que ser infinitos también, lo cual lleva a considerar que existen
intervalos infinitos en estos radios. Sin embargo, esto lleva a un error puesto que
el infinito no se puede recorrer. Pensar que un movimiento se mueve infinitamente
es pensar que el lugar de desplazamiento también lo es (5).
Gravedad y ligereza
Tampoco puede ser que exista una gravedad infinita o una ligereza infinita en
cuerpos finitos. Si existe, sólo será en cuerpos infinitos.
Por otro lado, es imposible que el infinito se mueva porque necesitaría un lugar (o
una extensión) igual de infinita, lo cual no es posible porque dos infinitos se
solaparían y, posteriormente, se excluirían debido a que deben ocupar un espacio
infinito. ¡El infinito no es proporcional a una magnitud finita!
Otras de las cosas que se pregunta Aristóteles es si el infinito existe en sí mismo.
Si es así, entones el infinito es animado ¿pero puede haber algo animado que sea
infinito? pareciera ser que no.
Aristóteles pensaba que las cosas tiene un desplazamiento natural hacia un lugar.
Y no solo eso, sino que también se desplazan a un lugar en específico; por
ejemplo, lo que sana se desplaza de la salud a la enfermedad; lo que crece de la
pequeñez a la grandeza.
Si existieran otros mundos, tendrían que existir otro tipo de movimientos para que
se diferenciara del nuestro. De otra manera, no podríamos decir que es ''otro''
mundo.
Puesto que esto se da, es factible pensar que hay dos cielos. Uno como forma
(simplemente cielo) y otro donde la materia y la forma existen (el cielo sensible).
Pero veamos en qué sentido podemos describir el cielo y como se podría aplicar a
la imposibilidad de la existencia de otros. Podemos reconocer el cielo en dos
sentidos
El cielo es lo que está a un extremo del universo y a lo más alto que se puede
encontrar.
Las cosas que están dentro de este orbe extremo debieran ser todas de cuerpo
natural y sensible. Nada fuera del podría existir. El fuego, por más que se le
extienda, llegará solamente al orbe extremos del cielo. Si llegará a existir un
cuerpo fuera del cielo, tendría que ser de forma simple o compuesta, lo que
significa que en realidad pertenecen a algo dentro del cielo, pues todos los
cuerpos simples y compuestos pertenecen a él. Es obvio que si no existe masa
fuera del universo, tampoco puede generarse fuera de él.
Esto demuestra que el cielo nunca ha sido múltiple, sino más bien sólo es uno.
Queda ahora hablar sobre la generación y perfección del universo (si es que la
tiene). Para hablar sobre esto, Aristóteles establece las cosas que normalmente se
dicen sobre esto.
El universo fue engendrado y desde ahí es eterno.
La segunda sólo habla sobre las cosas opuestas que se originan en el universo,
es decir, el cambio perpetuo que tiene el universo, pero este cambio no quiere
decir que el universo no sea eterno porque lo que se destruye (o corrompe) es su
forma y no su materia.
Estos conceptos son fundamentales para comprender los libros que vienen y
Aristóteles nos presenta la definición de cada uno.
Incorruptible: lo que no se corrompe y que unas veces existe y otra no. También
se define como lo que existe y que es imposible que no exista.
Imposible y falso
Estos dos conceptos no quieren decir lo mismo, en efecto, decir que estoy parado
cuando en verdad estoy sentado es falso, pero no imposible. En cambio, si digo
que estoy parado y sentado al mismo tiempo, entonces esto sí es imposible.
Generación y corrupción
Si hay algo que existe de manera corruptible durante un tiempo infinito, tendrá la
potencia de no existir. En efecto, todo lo que existe tiene la característica de ser
corruptible; esto trae a la imposibilidad de que algo que exista siempre sea
corruptible (pues llegaría a cesar un día). Tampoco lo que ''existe siempre'' y es
corruptible es generado porque lo corruptible proviene de lo que es generado. El
universo no cae en la denominación generado o corruptible si es eterno, debe
existir necesariamente siempre y sin generación (7).
En los capítulos VIII y IX, Aristóteles sostiene que el cosmos es uno, mediante
una prueba indirecta: argumenta que es imposible que existan múltiples.13
El de Estagira intuye que si no hay cuerpo alguno fuera del universo, tampoco
habrá fuera del mismo ni lugar, ni vacío, ni tiempo. Pues, no hay lugar (τόπος)
porque en todo lugar es posible que exista un cuerpo, y fuera del universo no sólo
no existe, sino que tampoco es posible que haya ni que llegue a haber cuerpo
alguno. Ni hay vacío (κενόν), porque aun cuando por definición en el vacío no hay,
actualmente, cuerpo alguno, es posible, sin embargo, que el mismo pueda ser
ocupado por un cuerpo, y se ha visto que, con respecto a un hipotético más allá
del universo, tal posibilidad no existe. Ni hay tiempo (χρόνος), por último, porque
éste, conforme la definición aristotélica formulada en el libro IV de la Física, es el
“número del movimiento según lo anterior y lo posterior” (ἀρισμóς κινήσεως κατά
τὸ πρòτερον καὶ ὕστερον, 219b2). Y allí donde no es posible tal diferencia, allí
donde el movimiento carece de número por ser infinito, en lugar de tiempo hay
“eternidad” (αἰών). Fuera del cielo, dice Aristóteles, no hay tiempo, sino eternidad.
Es incorrecto, por de pronto, identificar la eternidad con un “tiempo infinito”. αἰών,
cuya raíz es la misma que la del adverbio “siempre”, αιεί. Pues así como en griego
es posible hablar del αἰών de cada cual, porque esta palabra designa el fin o
término (τέλος) que abarca el tiempo íntegro de cada vida y fuera del cual nada es
según la naturaleza, así también, por la misma razón, el término último del
universo entero, el que contiene por igual el tiempo todo y la infinitud, es su αἰών,
así denominado en razón de la eternidad de su existencia (ἀπó τοῦ αιεί εᾔναι),
siendo ella “inmortal y divina” (ἀθάνατος καὶ θεῖος).24 25
Se concluye, para finalizar este noveno capítulo, con la perfección de los cuerpos
del cielo, cuyo movimiento perfecto, que debido a su naturaleza circular, es
incesante.26