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Desarmando La Emocion Simpatia Empatia e
Desarmando La Emocion Simpatia Empatia e
1. Idea principal.
El objetivo de esta contribución es determinar con algo de precisión los
fenómenos de la simpatía, la empatía y la identificación, que tan relevantes han
sido para ciertas tradiciones de la filosofía moral y la estética, y, sobre todo,
señalarlos como algo diferente de la emoción y el sentimiento, con los que
usualmente se confunden.
La idea fundamental que pretendo argumentar es que simpatía, empatía e
identificación son formas de relación que subyacen a ciertas emociones o
sentimientos –o que están dentro, o antes de ellos (no podemos desprendernos
de estas metáforas del espacio y el tiempo en filosofía), pero que se distinguen
de tales emociones y tales sentimientos. Constituirían una especie de nivel
formal o estructural de la vida afectiva y, como tal forma y estructura, podrían
llegar a determinar en algunos casos el sentimiento surgido. Simpatía, empatía
e identificación son mecanismos relacionados con la adhesión y la posición que
nuestra subjetividad adopta respecto a otras subjetividades. Muchos de nuestros
sentimientos, pensamientos y afecciones están motivados por tales elementos.
Pretendo también señalar que, en la vida social de nuestras sociedades
avanzadas, la importancia de estos fenómenos es mayor, algo que puede
percibirse de una manera más nítida si observamos la forma en que la cultura
industrializada, mediática y masiva fomenta estos mecanismos de adhesión y
posición, estas estructuras formales insertas en la proyección o el intercambio
afectivo entre individuos y grupos humanos. Es decir, la observación de estos
fenómenos en la actualidad nos permite contemplarlos más claramente, no
1
como sentimientos, sino como formas o estructuras que sirven de armazón a los
afectos dirigidos intencionalmente a otro. Por eso hablamos aquí de “desarmar
la emoción”, porque nuestro interés es desmontarla para observar en su interior
estos mecanismos.
También intentaré esbozar ciertos hitos de la historia del pensamiento
clásico y moderno de Occidente en los que se ha intuido de alguna manera el
carácter esquemático de estas formas de relación, así como las aportaciones
contemporáneas en las que se ha expresado esta idea de forma algo más
evidente.
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resulta simpático» no queremos significar lo mismo que cuando decimos que
«sentimos simpatía» por ese alguien. Por otra parte, la acepción médica de la
simpatía, como una especie de coordinación entre partes que no están
conectadas, tiene ciertas similitudes con la idea renacentista y también con la de
Hume.
De los tres conceptos que nos atañen, la simpatía es el que ha sido
entendido más abiertamente como sentimiento y, efectivamente, en el
fenómeno de la simpatía, como en el de la compasión, hay un momento en el
que surge un sentimiento específico –originario, diría la Fenomenología–, el
sentimiento de la simpatía. Pero el fenómeno de la simpatía no se reduce al
momento del sentimiento simpático, como tampoco el de la compasión se
reduce al del sentimiento compasivo. Tanto en una como en otra, hay un
primer momento en el que se establece una relación, una adhesión o una
implicación que entraña un conocimiento.
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la razón por la que volvemos nuestra mirada a los objetos externos y nos resulta
natural examinar con mayor atención lo contiguo o semejante a nosotros»1.
Con una visión más esquemática, Hume presenta la simpatía como la base
que permite la transformación de las experiencias ajenas en experiencias
propias, a través de un constante tráfico desde impresiones ajenas a ideas y
desde ideas a impresiones propias. Es decir, concibe la simpatía como una
forma relacional, como un factor más abstracto. Esta visión esquemática se
pierde en planteamientos posteriores como el de Scheler.
1
HUME, David, Tratado de la naturaleza humana. Edición y traducción de Félix Duque, Madrid, Tecnos, 1988; II, II,
§340, p. 470.
2
Véase SPINOZA, Baruj, Ética demostrada según el orden geométrico, ed. y trad. de Atilano Domínguez, Madrid, Trotta,
2009; III, XXI, p. 141; III, XXVII, p. 144; III, XXVII, Escolio, p. 144.
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lo que define a la piedad es el genuino sentimiento de tristeza ante el mal que
recae sobre la otra persona, como destacaron los estoicos clásicos y modernos o
Nietzsche, para que surja tal tristeza es preciso el momento de la empatía.
(Actualidad de la compasión: Nussbaum, Camps, Arteta, García-Baró, Villar).
Sin duda, las observaciones de Edith Stein sirvieron más que ninguna otra
aportación para esclarecer la naturaleza del acto de empatía dentro de los
términos de la Fenomenología. Stein diferenció con claridad la manera en que
aprehendemos el sentimiento originario del otro en una vivencia no-originaria
que, a su vez, hace surgir en nosotros un sentimiento originario diferenciable
del primero; en el caso de la compasión, por ejemplo, el sentimiento de piedad.
La empatía es para Stein, por tanto, una vivencia no-originaria, un acto de
conciencia con cierto carácter de formalidad, en tanto que no tiene contenido
propio, en tanto que puede rellenarse con cualquier contenido afectivo.
La acepción generalizada del término en nuestros días, la que es usada por
la neurociencia de las neuronas espejo, por ejemplo, es la del acceso u ocupación
intencional del interior del otro, de la conciencia del otro. Notemos que, tanto en
la definición de simpatía que hemos dado, como en la de empatía, recurrimos a
la figura de la colocación, de la posición respecto al lugar del otro. Este asunto
de la posición es un asunto formal, estructural y abstracto y es el que queremos
destacar como componente de una parte de las emociones.
5
pura operación estructural: soy aquel que tiene el mismo lugar que yo»4. Antes
había dicho: «El sujeto se identifica dolorosamente con cualquier persona (o con
cualquier personaje) que ocupe en la estructura amorosa la misma posición que
él»5.
4
BARTHES, Roland, Fragmentos de un discurso amoroso, trad. de Eduardo Molina, Madrid, Siglo XXI, 2007, p. 151.
5
Ibíd.
6
cultural6 se ha instalado en los comportamientos individuales y colectivos de
una manera más honda y extensa.
7
fidelizado (Martha Nussbaum se refiere a los políticos y los comunicacadores
como «profesionales de la simpatía»7.
7
NUSSBAUM, Martha, Paisajes del pensamiento. La inteligencia de las emociones, Barcelona, Paidós, 2008.
8
Los discursos del poder –ya se trate de la propaganda política, ya de la
comunicación mediática de la cultura industrializada– son conscientes de esta
geometría. El bipartidismo al que tiende la vida política es un síntoma claro de
ello, algo que recuerda a eso que Hegel, cuando habla en la Fenomenología del
Espíritu de la autoconciencia escéptica, llama el «altercado de adolescentes
tozudos»8. La figura del tercero, como notó Spinoza, es fundamental en toda
relación estructural porque el tercero sirve siempre para unificar al cercano:
nada une más a dos enemigos próximos que un tercer enemigo, siempre más
lejano. Así lo reconocemos en la Historia, en las Cruzadas iniciadas por Urbano
II o en la propaganda antijudía de los nazis.
Ser conscientes de esta base formal nos lleva a relativizar gran parte de
nuestros supuestos sentimientos (madridistas, culés, etc.) y pensamientos.
8
HEGEL, G. W. F., Fenomenología del espíritu, edición y trad. de M. Jiménez Redondo, Valencia, Pre-Textos, 2006; IV,
p. 312.