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Carlos Cueto Fernandini

Nació el 16 de setiembre de 1913 en Ica. Estudió en el


Colegio Alemán; pero se trasladó al Colegio Nacional
Nuestra Señora de Guadalupe (1930), donde terminó la
Secundaria. Ingresó a la Universidad Mayor de San
Marcos, donde optó el grado de Dr. en Derecho (1940)
y Doctor en Letras en la Universidad Nacional de
Trujillo (1942) optó el grado de Doctor. en Filosofía.

Fue catedrático de Psicología General, Historia de la


Psicología y Metodología de la Filosofía en la Facultad
de Educación ("San Marcos") llegando a desempeñar el
Decanato y fué Catedrático de la Universidad Católica.

Cofundador con el Dr. Antonio Pinilla de la Universidad de Lima, donde fue


Catedrático y Vicerector. Participó en la creación del Instituto
Psicopedagógico Nacional, ocupando la Dirección del Departamento de
Sociología. Siguió estudios de especialización en el Teachers College de
Columbia University y la Universidad de Chicago (1944 - 1946).

Tuvo la Dirección de Educación Secundaria y Superior en el Ministerio de


Educación (1947 - 1948); fue profesor visitante en el Teachers College de la
Universidad de Nueva York (1952 - 1953) y en la Universidad de Indiana
(1953). Pasó al Departamento de Educación de la UNESCO, en París, donde
fue Jefe de los Programas de Educación aplicados en América Latina (1957 -
1958); luego dirigió el Departamento de Educación de la Organización de
Estados Americanos (1959 - 1961). Fue nombrado Director de la Biblioteca
Nacional (1962-1966).

En dos períodos (30-VII a 15-IX-1965; y 15-IV a 30-XII-1966), ejerció el


Ministerio de Educación Pública. En este portafolio, realizó la campaña
denominada "Operación Niños" dotando de bibliotecas a los colegios,
laboratorios y talleres. Creó el Servicio Social Escolar.

En su gestión, se aprobó el Reglamento General de los Consejos de


Evaluación Docente, así como el D.S. 07, que estableció el reglamento
modificatorio del Sistema de Evaluación Docente. Se expidió el D.S. Nº 78,
cuya finalidad era establecer una ayuda económica a los docentes y personal
administrativo. Entre sus publicaciones destacan: "El Colegio Universitario y
Estudios Generales", "Bases de la Universidad Peruana", "Para una Reforma
del Sistema Educativo", "Baltazar Gracián y la Idea del Hombre", "Padres,
Maestros e Hijos" .
Estuvo Casado con la señora Lily Caballero, con quien tuvo tres hijos. Muere
el 3 de noviembre de 1968.

CARLOS CUETO FERNANDINI

La producción de Cueto se divide principalmente en Filosófica y Pedagógica.

Entre las publicaciones filosóficas, mencionamos sus artículos "La polémica


Trendelenburg-Kuno Fischer" (1936), "El naturalismo frente a la
fenomenología" (1938), la Tesis "La Doctrina del Espacio y del Tiempo en
Leibniz y Kant" (1942), el folleto "El problema del origen del conocimiento
en los sistemas racionalistas" (1946), los artículos "Leibniz: la sustancia como
posibilidad" (1947), "Baltasar Gracián y la idea del hombre" (1949), "El
concepto de crisis" y la ponencia "La experiencia intencional" (1951).

De sus publicaciones pedagógicas, realzamos: "Las causas del ausentismo


escolar en Lima", "La crisis de la Educación", "Padres, maestros e hijos", y
los folletos "¿Colegio Universitario?", "¿Estudios generales?" (1946), "Bases
de la Educación Peruana" (1947 publicado autónomamente en 1970), "La
educación, semillero de los derechos del hombre" (1968).

De los trabajos filosóficos de Cueto, es menester relevar su articulo sobre


Gracián y su ponencia sobre la experiencia intencional, en la que delinea su
Antropología Filosófica. En el primero, se opone a la concepción
existencialista del ser humano como realización de posibilidades y como
historia, y señala que el hombre "es siempre, con respecto a los hechos que
constituyen su historia y su acción personal, un plus ontológico".

El ser del hombre se distingue de todos los demás seres en que es una
actividad que se hace inmediata y patentemente unidad en la reflexión del ser
sobre sí mismo, en que esta unidad se vive en sí en la representación
consciente de las experiencias pasadas, presentes y futuras y en que, en las
experiencia interna, se sorprende entrelazada en el proceso del mundo.

En la ponencia de 1951, Cueto defendía que la Psicología se constituía sobre


la base de la experiencia intencional, que es el modo peculiar de ser el hombre
en el mundo desplegando disposiciones intencionales llamadas actitudes. La
intencionalidad sería una fuerza actuante en el hombre explicativa de su ser en
el mundo, en el marco del ambiente físico, social y cultural.

En cuanto a la Educación, Cueto piensa que su finalidad esencial es la


realización y consolidación de los derechos y libertades del hombre, ya que
ella es el único medio que nos coloca en la situación de poder hacer efectivas
nuestras pretensiones jurídicas dentro de la vida social(La educación..., pp.
16-17).
La crisis de la Educación Nacional se manifiesta a través de sus deplorables
resultados, según Cueto; pero tiene profundas raíces en la concepción misma
de la educación como "forma", en la idea de que al niño hay que "formarlo"
para que sea adulto, en la intención de nuestra escuela y de nuestro plan de
estudios de modelar el espíritu del educando, según las formas propias de la
cultura adulta (La educación como forma, p.25). No obstante esta tesis, Cueto
se olvida que el problema de la Educación no es solamente pedagógico, es
también de naturaleza social. La adaptación de la educación a las necesidades
económicas requiere que se renueven algunas estructuras económicas aún
imperantes, que actúan como frenos al desarrollo de la educación (La
educación..., p. 26).

CARLOS CUETO FERNANDINI Y LA VERDADERA REFORMA


DE LA UNIVERSIDAD
Escribe: Eudoro Terrones Negrete

Cueto Fernandini postuló y defendió la verdadera Reforma de la Universidad como asunto


exclusivo de la Universidad, a la vez que promovió la necesidad de una filosofía integral del
conocimiento universitario como nuevo orden moral y pedagógico.

En muchos escenarios públicos manifestó que la Universidad no debería ser agencia política
sino centro de enseñanza e investigación, que debería preparar para la vida práctica, revertir
hacia la sociedad en forma de conocimiento, de doctrinas, de teorías y forjar profesionales para
la vida social con contenido comunitario.

DATOS BIOGRÁFICOS

Nació en la ciudad de Ica (PERÚ) el 1º de septiembre de 1913, y el próximo año se cumple 100
años de su nacimiento.

Sus padres  fueron Napoleón Cueto y Rosa Victoria Fernandini. Contrajo matrimonio con Lily
Caballero, en quien tuvo tres hijos.

Empezó sus estudios en los colegios Alemán y San Andrés y los terminó en el  Colegio
Nacional Nuestra Señora de Guadalupe de Lima.

En su hoja de vida registra importantes cargos: doctor en Derecho, doctor en Letras, doctor en
Filosofía con su tesis "La doctrina del espacio y el tiempo en Leibniz y en Kant" (1942); bachiller
en Derecho, con la tesis "El  régimen matrimonial  de separación de bienes y la posibilidad de
su implantación en el Perú como régimen convencional" , decano de la Facultad de Educación
de la Universidad de San Marcos, colaborador perseverante para la promulgación de la Ley de
Educación de 1940.  En 1941 obtiene el título de abogado.  En 1944  inicia sus  estudios de
especialización en el Teachers College de la Universidad de Columbia y en la Universidad de
Chicago (1944-1946).
Fue  cofundador y Vicerrector de la Universidad de Lima, director del departamento de
Sociología del Instituto Psicopedagógico Nacional (1945-49), director de Educación Secundaria
y Superior en el Ministerio de Educación (1947 - 1948), profesor visitante en el Teachers
College de la Universidad de Nueva York (1952 - 1953) y en la Universidad de Indiana (1953),
jefe de los programas de Educación aplicados en América Latina del departamento de
educación de la UNESCO (1957-1958), director del Departamento de Educación de la OEA
(1959-1961) y profesor visitante en diversas universidades norteamericanas.

Desempeñó con eficiencia los cargos de profesor en los colegios Anglo Americano y Nuestra
Señora de Guadalupe; director de la Biblioteca Nacional (1962-1966), en cuya gestión se crea
la Dirección de Bibliotecas Públicas y se reimprime el "Mercurio Peruano".

Ejerció por dos periodos las funciones de ministro de Educación Pública (1965 y1966),
habiendo desarrollado la campaña "Operación Niños", implementado a los colegios con
bibliotecas, laboratorios y talleres, creado el Servicio Social Escolar y aprobado el Reglamento
General de los Consejos de Evaluación Docente y el Decreto Supremo N° 07-MED que
modificaba el Sistema de Evaluación Docente.

Siendo Ministro de Educación, impulsó la creación de la Universidad Nacional Técnica del


Callao con cuatro Facultades: Recursos Hidrobiológicos y Pesquería; Química Industrial;
Ingeniería Naval, Industrial, Mecánica y Electricidad; Ciencias Económicas y Administrativas.
En el Perú, llevan el nombre de Carlos Cueto Fernandini varios centros educativos y colegios ;
asimismo, dos institutos de educación superior (uno, en Los Olivos (Lima) y otro en Ica).   
Cabe mención especial la Casa “Carlos Cueto Fernandini”, creada por Resolución
Ministerial Nº 0176-2005 ED, el 11 de Marzo de 2005, con el fin de promover el desarrollo de
proyectos y programas de capacitación especializada, gratuita, permanente y de calidad
para los padres de familia, dirigentes de APAFAS y miembros de CONEIS de las Instituciones
Educativas Públicas de Lima Metropolitana,  en el marco de la política de modernización de la
educación del Ministerio de Educación.
Carlos Cueto Fernandini murió en la ciudad de Lima, el 3 de noviembre de 1968, a un mes
después del Golpe de Estado perpetrado por el militar Juan Velasco Alvarado.

OBRAS PUBLICADAS

Entre sus publicaciones cabe destacar: Poemas dispares (1940), La doctrina del espacio y del
tiempo en Leibniz y Kant (1942, tesis universitaria), Bases de la Universidad Peruana (1946 y
1970), El Colegio Universitario y los Estudios Generales (1947 y 1971), Para una Reforma del
Sistema Educativo, Baltazar Gracián y la Idea del Hombre (1949), La experiencia intencional
(1951).

No menos importantes son: Padres, Maestros e Hijos, Las causas del ausentismo escolar en
Lima, La crisis de la Educación, Psicología (1965, 66, 67 y 72, texto de educación secundaria),
La educación, semillero de los derechos del hombre (1968), Pongamos en marcha las
bibliotecas escolares (1969), La educación como forma: un voto en contra (1964 y 1970), entre
otros.

BASES DE LA UNIVERSIDAD PERUANA

El régimen de la tradición prescribía que el discurso inaugural del año académico de la


universidad debería versar sobre un tema que lograra incluir a los intereses de la cultura
nacional.

En el año 1947, al restablecerse la inauguración de las actividades académicas de la


Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Carlos Cueto Fernandini participó en la ceremonia
de inicio y lo hizo con una extraordinaria disertación, cuyo texto forma parte del libro Bases de
la Universidad Peruana (Lima,1970).
En su discurso académico abordó el problema y la historia de la Universidad, la actitud ante el
pasado, los fines y las funciones de la universidad moderna, la orientación de la pedagogía
universitaria, los aspectos de la Escuela de Altos Estudios, la investigación universitaria, el
colegio universitario, el docente universitario, la reforma universitaria y el significado general de
la Universidad.

LA UNIVERSIDAD, CENTRO DE ENSEÑANZA E INVESTIGACIÓN

Reaccionando contra la tradicional intromisión de la política partidarista dentro del claustro


universitario, que lo convertía en el campo de batalla de los partidos en pugna, aseveró con
hidalguía y al calor de sus sólidas convicciones pedagógicas lo siguiente: «No debiendo ser la
universidad una agencia política, debe ser centro de investigación y de enseñanza que incite a
la acción mediante el señalamiento de las soluciones posibles de los problemas».

UNIVERSIDAD Y LIBERTADES FUNDAMENTALES

Pensaba que en la Universidad debería haber tres libertades fundamentales: libertad de


investigación, libertad de enseñanza y libertad de discusión y tolerancia para todas las ideas y
doctrinas.

“En las universidad no pueden existir distancias ideológicas ni alejamientos sociales. No puede
prevalecer una sola doctrina, cualquiera que ella sea, ni tampoco, primar una determinada
clase social ni un círculo determinado”, sentenciaba Cueto Fernandini.

UNIVERSIDAD  Y VIDA PRÁCTICA

Cueto Fernandini pensó que el propósito de la Universidad contemporánea era “formar


hombres que sirvan eficientemente a la sociedad en todas las capas sociales y en los más
variados menesteres que exige el tejido complicado de las relaciones sociales”. 

La Universidad debería preparar “para la vida práctica a sus futuros profesionales ejercitando
su intelecto en la comprensión de las ideas fundamentales que sustentan las disciplinas que
integran el currículo de cada una de las carreras liberales…”

LA CARRERA DEL DOCENTE UNIVERSITARIO

Cuerto Fernandino puntualizó que “La Universidad en el Perú para ser verdaderamente tal, ha
de hacer posible el establecimiento de la carrera del docente universitario. La Universidad debe
crear los canales por medio de los cuales se haga posible que ellos consagren íntimamente
ese esfuerzo vital a la tarea de enseñar en su seno… La Universidad sirve al país, que es una
unidad. El país tiene la obligación de servir a la Universidad”.

LA UNIVERSIDAD Y SU CONTENIDO COMUNITARIO

Reveló que “La educación universitaria no ha tenido entre nosotros, por lo menos durante la
República, fundamentos comunitarios ni vínculos de cohesión. No ha sido posible una
educación universitaria que de un modo general tipifique y aglutine en una unidad la acción
espiritual de la universidad sobre sus maestros y egresados. Sin una inspiración común que
esté en el origen de toda educación universitaria, impregnando integralmente sus
manifestaciones, no es posible una universidad… La idea suprema de nuestra filosofía
universitaria debe ser –me permito creerlo- la unificación de la universidad en núcleos básicos
fundamentales…”

Pensó que la educación “tiene que ir de la mano con los problemas económicos, de
comunicación geográfica, de reforma agraria, de salud, de integración cultural y de solidaridad
con los valores de la sociedad nueva”.
Precisó que la institución universitaria es una de las formaciones de aquello que Hegel llamó el
“espíritu objetivo”; la universidad no pertenece a un individuo particular ni a círculos particulares
de individuos;  enfatizó que “la universidad tiene un contenido comunitario en lo que respecta a
la misión que debe cumplir y a los medios como pueden ser alcanzados esos fines”.

LA UNIVERSIDAD DEBE REVERTIR HACIA LA SOCIEDAD

El talentoso y ejemplar maestro universitario explicó que “No podemos plantear el problema de
la educación ni, por ende, el problema de la universidad, en términos abstractos.... Por todo
ello, creo que la universidad es una corporación académica en la que todos sus miembros
deben conocer profundamente la vida de su tiempo. La universidad debe revertir hacia la
sociedad en forma de conocimientos, de doctrinas, de teorías. No debiendo ser la universidad
una agencia política, esta forma de contemplación, una forma que incite a la acción mediante el
señalamiento de las soluciones posibles de los problemas, constituye el camino legítimo de la
universidad”.

LOS PROBLEMAS DE LA UNIVERSIDAD

Al analizar los problemas de la Universidad, Cueto Fernandini encontró que “desde el punto de
vista externo, no existe una solución de continuidad entre la secundaria y la universidad, puesto
que, hasta ahora, los alumnos egresados de la secundaria pueden ingresar directamente en la
universidad sin pasar por ninguna institución educativa propedéutica. Esta proximidad
inmediata de la secundaria con la universidad ha sido un hecho que ha contribuido a producir
entre nosotros, tradicionalmente, una lamentable confusión y el olvido de un lugar común que
todos conocemos pero que nadie se decide a vitalizar; a saber, que la Media no es un ciclo
preparatorio para las profesiones liberales, que la Secundaria tiene un fin en sí misma y que no
es simplemente un tránsito, una vía que necesariamente ha de desembocar en la universidad. 

Explicó con fundadas razones que “La nueva ley (1947) que rige la organización académica de
San Marcos establece la institución de la Escuela Preparatoria, destinada a proporcionar al
futuro estudiante universitario los fundamentos del conocimiento y un mejor adiestramiento en
el idioma castellano y en las lenguas clásicas y modernas. Esta escuela preparatoria es
absolutamente indispensable en la perspectiva que nos ofrece el estado actual de los asuntos
educativos en el Perú”.

“La educación universitaria no ha sido tema de indagación persistente entre nosotros y, en


general, tan sólo de tarde en tarde descubrimos en la historia intelectual de San Marcos
monografía sobre los fines de la universidad y sobre la pedagogía universitaria. A lo largo de su
historia, las universidades del Perú son organizaciones académicas dedicadas casi
exclusivamente a la tarea de impartir conocimientos, pero no canalizadas hacia la
consideración de la problemática de su actividad y de su misión. Son pocos, muy pocos los
estudios sobre el tema de qué sea la universidad, de cuáles sean sus fines y cuáles los
métodos de su quehacer educativo... Pero el problema universitario no ha promovido en
general una corriente ideológica en la que hayan participado con constancia grupos numerosos
de maestros”.

CRISIS DE LA UNIVERSIDAD PERUANA

Al analizar y explicar la crisis de la universidad peruana aseveró que“...Está claro que no ha


habido una suficiente preocupación sistemática por la cuestión. Gran número de monografías
que se han escrito sobre la universidad son de carácter histórico, y sólo en raras oportunidades
se ha optado por el camino de la reflexión problemática. Esta es, me parece, una de las
señales más visibles de la crisis de la universidad peruana. Nos hemos abandonado a nuestra
función con un estilo que tiene estruendosas analogías con la función burocrática. Los
contactos que los profesores hemos tenido con la universidad se han limitado a ser, por lo
general, a lo largo de nuestra tradición, contactos impuestos por los canales estrechos de los
horarios. Cada profesor ha mirado su propia asignatura y la preparación de sus alumnos para
el examen, como si su propia asignatura fuera el todo de la universidad.
Refirió que “Cada uno de nosotros ha cumplido su deber, por lo general, en el más cerrado de
los aislamientos. Pocos han sabido hasta ahora qué está enseñando el colega de la cátedra
más afín a la suya y han ignorado, asimismo, cómo la está ensayando...No ha habido personas
encargadas de revisar y coordinar constantemente los currículos de las Facultades. Los planes
de estudio han estado en vigencia durante años, en una vigencia de anquilosada rigidez. No ha
habido un Consejero de Estudiantes y las actividades pedagógicas extracurriculares han sido
prácticamente nulas”.

“No, las universidades del Perú no se han planteado las grandes y graves cuestiones que
implica la existencia de una universidad y la política pedagógica que ella debe cumplir en la
sociedad”.

UNIVERSIDADES IMPUESTAS DESDE FUERA

Cueto Fernandini dijo que “Esta circunstancia de haber sido nuestras universidades
implantaciones –y no plantaciones- impuestas desde fuera a una sociedad que había de ser
conducida por poderes extraños y remotos, ha sido una de las causas que han conspirado
contra el carácter nacional de las universidades del Perú...”

“No condenemos; expliquemos, que explicar es al cabo la misión fundamental de todas las
gentes que viven en una universidad. Ciertamente, la universidad en el Perú no ha cumplido
con aquellas tareas consubstanciales con su esencia a que aludía en los párrafos anteriores…”

FUNCIONES DE LA UNIVERSIDAD

“Una de las funciones de la universidad –precisó- es la enseñanza, el adiestramiento de sus


alumnos en los menesteres prácticos del ejercicio de las profesiones. Nadie puede disminuir la
importancia de esta finalidad. La universidad debe formar verdaderos peritos en las cuestiones
relativas a las prácticas profesionales. También aquí apunta la responsabilidad social de la
universidad, igual a la de toda institución educativa”.

UNIVERSIDAD, TÍTULO PROFESIONAL Y SOCIEDAD

 Puntualizó que “Cuando la universidad confiere un título profesional, otorga al beneficiario la


facultad de llevar a cabo una serie de actos que por su naturaleza son eminentemente sociales.
La sociedad tiene el derecho legítimo de esperar que aquel que ostenta un grado profesional se
halle profundamente imbuido de los conocimientos de su carrera. Un profesional con
conocimientos insuficientes es un peligro social, y, por tanto, un instituto de cultura superior que
expide patente de profesional o grado académico a quien no tiene probada responsabilidad
intelectual y científica para representar el alma máter, falta a los deberes que le tiene
acordados la sociedad”.

LANZAR PROFESIONALES A LA VIDA SOCIAL

Reveló que  las universidades en el Perú no han hecho otra cosa en los últimos tiempos que
“lanzar profesionales a la vida social. Este es uno de los aspectos graves de nuestra crisis”,
pero al mismo tiempo identificó diversas causas de la profesionalización intensiva que realizan
las universidades: “la ausencia de preocupación de los universitarios por la filosofía
universitaria, es una causa. Otra causa muy importante ha sido el deseo de una gran mayoría
de jóvenes de venir a la universidad con el propósito de conquistar cuanto antes y con la mayor
economía de esfuerzo, un título profesional, que es, en nuestras sociedades no solamente un
medio fácil de ganar dinero sino también una vía para alcanzar rápido prestigio y valimiento
social…”

ORIENTACIÓN DE LA PEDAGOGÍA UNIVERSITARIA

Para el doctor Carlos Cueto Fernandini, “La universidad está en la obligación de mostrar a sus
alumnos los caminos por los cuales puede continuar estudiando a lo largo de su vida, aún
cuando se encuentre lejos de su recinto físico. La vía que permite a una universidad formar el
alma máter es la educación del intelecto. Falta a su responsabilidad social la universidad que
no capacita a sus estudiantes para continuar por sí mismos en el duro ejercicio de la
adquisición de conocimientos después que han recibido su título profesional, pues un
profesional que no se mantiene en permanente contacto con la evolución de la disciplina que
sustenta su práctica puede ocasionar graves perjuicios a la sociedad”.

Advirtió que, en sus métodos de enseñanza, las universidades han cambiado bien poco desde
la Edad Media: “Originariamente, la lección era una lectura que el maestro hacía sobre un texto
obscuro de Aristóteles o de Galeno a alumnos que difícilmente lo hubieran comprendido por sí
mismos o que no poseían libros. Le lección del magíster estaba entonces completamente
justificada en todos los casos. Modernamente, algunos profesores limitan su enseñanza
únicamente a la lección magistral…”

EL SEMINTARIO COMO MÉTODO DE ENSEÑANZA

Al analizar críticamente el problema metodológico en las universidades, Cueto Fernandini optó


por el seminario como moderno método de enseñanza universitaria: “La pedagogía más
acertada parecería estar indicada por el siguiente método: adscribir a cada una de las cátedras
un seminario, que sería el corolario obligado de las primeras. Los seminarios ponen al
educando frente a frente con los grandes y primeros problemas de cada disciplina, de modo
que en ellos se ilumina la conciencia de la realidad de esos problemas…”

EL SISTEMA DE EXÁMENES DEBERÍA CAMBIARSE

Demandó la reforma de la pedagogía universitaria y el cambio del sistema de exámenes de


ingreso a las universidades por ser éste de carácter subjetivo, memorístico y mecánico: “Los
exámenes tal como están organizados actualmente han venido así a ser una de las fuerzas
más poderosas que desvían de su derrotero natural a la educación. Los exámenes tienden a
circunscribirse a cuestiones de hecho, actos de memoria o ejecución automática de una
determinada técnica. No hay, por lo general, por otro lado, ningún criterio objetivo que permita
valorizar la capacidad real de un alumno con respecto a los demás. La calificación es el acto
subjetivo de un tribunal o de un jurado. El sistema de exámenes debería ser cambiado en
forma que pudiera apreciarse objetivamente la dinámica mental de los estudiantes, sorprendida
en el momento de la experiencia crucial en que se les pone al frente de un problema o de una
serie de problemas que requieren, para su resolución, de la aplicación de normas y principios
generales. Pero la renovación del sistema de exámenes requiere desde luego la correlativa
reforma de la pedagogía universitaria”.

UNIVERSIDAD, FILOSOFÍA INTEGRAL DEL CONOCIMIENTO UNIVERSITARIO Y


CULTURA HUMANISTA

 En la concepción de Carlos Cueto Fernandini “La universidad es una institución para toda la
sociedad y por tanto no forma CLASES. El propósito de la universidad contemporánea es
formar hombres que sirvan eficientemente a la sociedad en todas las capas sociales y en los
más variados menesteres que exige el tejido complicado de las relaciones sociales. Ella está
orientada a la vida en común de los hombres. Pero precisamente esta socialización de la
universidad y de los profesionales que egresan de su seno, precisamente esta progresiva
división de las universidades en cuerpo que tienden a desviarse de su foco de origen hace
imperiosa, ahora más que nunca, una filosofía integral del conocimiento universitario. Creo
firmemente que esta filosofía no puede conducirnos sino a la fe de que la universidad ha de
estar sustentada sobre la cultura humanista”.

REFORMA UNIVERSITARIA COMO NUEVO ORDEN MORAL Y PEDAGÓGICO

Cueto Fernandini concibe la Reforma Universitaria como un nuevo orden moral y pedagógico,
con responsabilidades de maestros y alumnos en su proyección hacia la sociedad.

 “Una reforma universitaria, -señaló-,  es el establecimiento de un nuevo orden moral y de un


nuevo orden pedagógico, y la moral y la pedagogía son, al cabo, valores mucho más profundos
que el derecho escrito. Es un nuevo orden moral, porque ella crea responsabilidades para
todos, para maestros y para alumnos. Una reforma universitaria es un nuevo esquema que la
vida debe crear. Es obra de generaciones y en la consagración a ella está la responsabilidad
moral de todos nosotros, alumnos y maestros, en todas las horas que dedicamos a la
universidad…Una reforma universitaria es también un nuevo orden pedagógico. El orden
pedagógico significa una reorientación de la universidad hacia los fines que enriquecen su
acción al ejercitarse sobre los educandos, los maestros, la ciencia y la sociedad. Ello es de
nuevo un esfuerzo que se proyecta sobre largos períodos de tiempo…”

Indicó que la universidad peruana para cumplir a cabalidad sus objetivos, principios, fines y
metas, y “sazonar su acción”, debería tener continuidad en el tiempo y no ser interrumpido cada
cierto tiempo por “interferencias deplorables”.

Precisó que “el orden universitario requiere continuidad de acción, persistencia en la


responsabilidad, proyección sobre el futuro de una misma inspiración. Para que la universidad
peruana pueda serlo en los tiempos venideros, es absolutamente indispensable, por tanto, que
su régimen no sea mutado desde sus cimientos cada cierto número de años, como ha ocurrido
hasta ahora…No es posible que la universidad pueda sazonar su acción si se ve cada cierto
número de años truncada por interferencias deplorables”.

LA VERDADERA REFORMA DE LA UNIVERSIDAD ES ASUNTO EXCLUSIVO DE LA


UNIVERSIDAD

Sobre los intentos de reforma de la universidad peruana Carlos Cueto Fernandino  piensa que
“La verdadera reforma universitaria no ha de venir, en el Perú, de ninguna ley dictada por el
Estado. La verdadera reforma de la universidad ha de ser asunto exclusivo de la universidad y
su creación privativa de decenios. Ella ha de ser una formación interior. Es indispensable para
alcanzarla, que la universidad goce de una auténtica autonomía y, por tanto, de la facultad de
dictarse su propia ley y de ajustarla constantemente desde dentro a los dictámenes de su
esencia. El Estado tiene desde luego el derecho de promulgar una carta para la universidad:
pero esa carta debe reducirse a la declaración de unos pocos determinados principios de
política universitaria…”

COMISIÓN DE HOMENAJE AL CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE CUETO FERNANDINI

Carlos Cueto Fernandini, fue un destacado maestro universitario, político y filósofo


peruano,  cuya biografía, pensamiento y sabias enseñanzas merecen ser recordadas con
respeto, admiración y gratitud. 

Por estas y otras razones, bien merecido sería que el Ministerio de Educación o el Congreso de
la República nominaran una comisión multisectorial o multipartidaria para rendir el homenaje
histórico que por justicia le corresponde, al cumplir el año 2013 los 100 años de su nacimiento.

(1) Publicado en el Diario DEL PAÍS  de Lima-Perú, el día viernes 14 de diciembre de 2012,
páginas 8 y 9.

¿Y quién fue Carlos Cueto Fernandini?


Este año se cumple un siglo de su nacimiento y sin embargo, pocos editoriales o artículos se
han escrito reseñando su gesta educativa y política. Su nombre, que actualmente identifica a
dos importantes colegios (uno en el distrito de Los Olivos en Lima y otro en Ica, su ciudad
natal), también ha sido utilizado por promociones y distritos para algunas de sus calles. Padre
de uno de nuestros novelistas contemporáneos más activos y reconocidos -nos referimos
a Alonso Cueto– tuvo una trayectoria brillante como docente, carrera que ejerció en paralelo
con la abogacía, la psicología y la filosofía, sus otros intereses. Conozcamos, en esta nueva
entrega de nuestra serie biográfica, a don Carlos Cueto Fernandini.
Carlos Cueto Fernandini (Ica, Perú, 1 de setiembre de 1913 – Lima, 3 de noviembre de 1968),
fue un educador y filósofo peruano, catedrático de la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, de la que llegó a ser el segundo Decano de su Facultad de Educación. Fue vicerrector
de la Universidad de Lima. Colaboró en la promulgación de la Ley de Educación de 1940.
Asimismo, enseñó en diversas universidades norteamericanas y fue funcionario internacional
de la UNESCO y la OEA, por lo que llegó a ser muy conocido fuera del país. En el Perú fue
Director de la Biblioteca Nacional, de 1962 a 1966, y Ministro de Educación Pública, entre 1965
y 1966.
Pertenecía a una familia modesta, que vivía del negocio de abarrotes, pero al irles mal tuvieron
que emigrar a Lima. Carlos inició sus estudios escolares en el Colegio Alemán, en el Colegio
San Andrés y los culminó en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe, donde cursó el
último año de Secundaria (1930).
Ingresó a San Marcos en 1936 y en ella optó el grado de Bachiller en Derecho con la tesis El
régimen matrimonial de separación de bienes y la posibilidad de su implantación en el Perú
como régimen convencional. Se recibió como Abogado en junio de 1941. Después, en la
Universidad de Trujillo se graduó como Bachiller en Letras y Doctor en Filosofía, en mérito de
su tesis La doctrina del espacio y el tiempo en Leibniz y en Kant (1942).
Simultáneamente a su formación universitaria se inició en la docencia escolar como profesor
del Liceo Tacna, en donde dictó las asignaturas de Castellano y Literatura (1933). También fue
maestro de los colegios Anglo Americano (1934-37) y Guadalupe (1934-44). En 1942 se
incorporó al cuerpo docente de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en las cátedras
de Psicología General e Historia de la Psicología.

En 1944 obtuvo una licencia para realizar estudios de especialización en el Teachers College
de la Universidad de Columbia y en la Universidad de Chicago. Creada la Facultad de
Educación en San Marcos, en 1946, inició en ella el dictado de la asignatura de Mediciones
Mentales y Educacionales, y ejerció su Decanato, de 1948 a 1956. Ocupó también la Jefatura
del Departamento de Sociología de la Educación del Instituto Psicopedagógico Nacional (1945-
49) y la Dirección de Educación Secundaria y Superior en el Ministerio de Educación Pública
(1947-48).

En 1952, con 39 años de edad, regresó a Estados Unidos para seguir estudiando cuestiones
educativas y fue profesor visitante en el Teachers College de la Universidad de Columbia y en
la Universidad de Indiana. De 1957 a 1958 trabajó en el Departamento de Educación de la
UNESCO, en París, como Director de Proyectos de los Programas de Educación para América
Latina. De 1959 a 1961 dirigió el Departamento de Educación de la OEA y, más adelante, fue
miembro del Directorio del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación, con sede
en París, y del Comité de Asesores Técnicos de la Oficina Iberoamericana de Educación en
Madrid.

De vuelta en el Perú, fue solicitado para dictar cursos de su especialidad en la Universidad de


Lima (1962), en la cual asumió posteriormente el vicerrectorado (1968). Fue también
catedrático de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Fue nombrado Director de la
Biblioteca Nacional del Perú, cargo que ejerció del 8 de agosto de 1962 al 14 de octubre de
1966, y en el que inició un amplio programa de difusión de Bibliotecas Populares. Dispuso
también la reedición facsimilar del famoso Mercurio Peruano, publicación de la época colonial
que tuvo mucha influencia en la formación del concepto de la patria peruana (en 12 volúmenes,
1964-66).
Por su labor en el campo de la Educación Peruana y su reconocida sapiencia, el primer
Gobierno de Fernando Belaunde Terry lo nombró Ministro de Educación Pública, que ejerció en
dos períodos: del 30 de julio al 15 de septiembre de 1965, y del 15 de abril al 30 de diciembre
de 1966.

En 1967, Carlos Cueto Fernandini fue candidato a Diputado de Lima por Acción Popular en las
elecciones complementarias para elegir al sucesor del fallecido literato y Diputado
acciopopulista Ciro Alegría, pues la vigente Constitución Política de 1933 no preveía ante esta
circunstancia el obligatorio reemplazo por un correligionario suyo (lo que posteriormente sería
subsanado por la Constitución Política de 1979).

En cuanto a la educación, Cueto Fernandini postuló que su finalidad esencial es la realización y


consolidación de los derechos y libertades del hombre, ya que ella es el único medio que nos
coloca en la situación de poder hacer efectivas nuestras pretensiones jurídicas dentro de la
vida social (La educación como forma: un voto en contra, pp. 16-17). Según Cueto, la crisis de
la educación nacional se manifiesta a través de sus deplorables resultados; pero tiene
profundas raíces en la concepción misma de la educación como “forma”, en la idea de que al
niño hay que “formarlo” para que sea adulto, en la intención de nuestra escuela y de nuestro
plan de estudios de modelar el espíritu del educando según las formas propias de la cultura
adulta (La educación como forma: un voto en contra, p. 25). No obstante esta tesis, Cueto no
olvida que el problema de la educación no es solamente pedagógico, es también de naturaleza
social. La adaptación de la educación a las necesidades económicas requiere, por tanto, que
se renueven algunas estructuras económicas aún imperantes y que actúan como frenos al
desarrollo de la educación (La educación como forma: un voto en contra, p. 26).
Carlos Cueto Fernandini falleció prematuramente cuando recién había cumplido los 55 años de
edad, un mes después del golpe de Estado de 1968.

Entre sus principales obras podemos mencionar: Poemas dispares (1940), Bases de la


Universidad Peruana (1946 y 1970), La educación como forma: un voto en contra (1964,
publicado en forma independiente en 1970), La educación, semillero de los derechos del
hombre (1968), Pongamos en marcha las Bibliotecas Escolares (1969), Psicología (1965,
1966, 1967 y 1972) para la Educación Secundaria.

ACTUALIDAD
Homenaje a Carlos Cueto Fernandini
Asociación Guadalupana realizará reconocimiento a exalumno con motivo de
conmemorarse el 101ª de su nacimiento.
Publicado
 hace 6 años 

el
 16 de septiembre de 2014

Por
 Diario UNO


La promoción G-69 del Primer Colegio Nacional de la República de Nuestra


Señora de Guadalupe, realizará hoy una ceremonia en homenaje al doctor
Carlos Cueto Fernandini, al conmemorarse el 101º aniversario de su
nacimiento. El evento se realizará en el local de la asociación, en la avenida
España 1398, Cercado de Lima.

A la ceremonia asistirán la señora Lilly Caballero de Cueto, su viuda,


acompañada de su hijo, el gran escritor Alonso Cueto Caballero; así como
destacados exalumnos como el doctor Mario Amoretti Pachas, decano del
Colegio de Abogados, miembros del Congreso, los directores de los Institutos
Educativos Tecnológicos que llevan su nombre de los distritos de Comas y Los
Olivos; entre otros.

Cueto Fernandini nació en Ica el 16 de setiembre de 1913. Fue alumno del


Colegio Guadalupe donde terminó su secundaria en el año 1930. Estudió en la
Universidad de San Marcos, incorporándose al cuerpo docente en 1942,
llegando a ser el segundo decano de su Facultad de Educación.
Simultáneamente a su formación universitaria se inició en la docencia escolar
como profesor del Liceo Tacna, (1933), colegio Anglo Americano (1934-37) y
Guadalupe (1934-44).

Colaboró en la promulgación de la Ley de Educación de 1940 y enseñó en


diversas universidades norteamericanas. Fue funcionario internacional de la
UNESCO y la OEA, ocupando los más altos cargos para proyectos de América
Latina, por lo que llegó a ser muy conocido fuera del Perú. En Lima fue director
de la Biblioteca Nacional, de 1962 a 1966, en el que inició un amplio programa
de difusión de bibliotecas populares.
RECONOCIMIENTOS
Recibió las Palmas Magisteriales, otorgada por el Ministerio de Educación del
Perú y las Palmas Académicas otorgada por el Gobierno de Francia. Fue
ministro de Educación Pública, cargo que ejerció en dos períodos: del 30 de
julio al 15 de septiembre de 1965, y del 15 de abril al 30 de diciembre de 1966.
En los últimos años de su vida dictó el curso de Historia de la Pedagogía en la
Universidad Católica del Perú – PUCP. Carlos Cueto Fernandini falleció
prematuramente cuando recién había cumplido los 55 años de edad, en Ica, el
3 de noviembre de 1968.

Carlos Cueto Fernandini, por


Luis Millones
“Mi trabajo, aparentando modestia, se titulaba ‘Introducción
al estudio de las idolatrías’, pero estaba convencido de que
abría un terreno apenas explorado por los investigadores”.
"Don Carlos siempre estaba vestido de manera muy formal y de alguna forma me intimidaba,
pero me sobrepuse a ello y, luego de concluir mi perorata, callé bruscamente esperando su
respuesta". (Ilustración: Giovanni Tazza)

Era el inicio del año académico de 1965, y yo empezaba a dar


clases en la Universidad de Lima. Mi mayor preocupación era
graduarme de doctor en Letras, para lo que había redactado el
texto con mayor número de páginas que había escrito en mi
corta vida. Acostumbrado a redactar artículos para periódicos o
revistas, el rango de mis escritos no pasaba de las 30 páginas.
Incluso por la naturaleza de las publicaciones, algunas apenas
cubrían una página, trabajosamente escrita en las antiguas
máquinas mecánicas que nunca llegué a dominar.
Mi trabajo, aparentando modestia, se titulaba “Introducción al
estudio de las idolatrías”, pero estaba convencido de que abría
un terreno apenas explorado por los investigadores, intentando
explicar las múltiples caras del catolicismo peruano, que
resultaba del abrazo conflictivo con las religiones indígenas. El
trabajo había sido madurado en el Archivo de Indias, a donde
llegué con una beca, apenas suficiente, del Instituto de Cultura
Hispánica, que conseguí gracias a los buenos oficios de Instituto
Riva-Agüero y una generosa carta de Guillermo Lohmann
Villena.
Pensando en las personas que podrían hacer un juicio sobre mi
tesis, preferí no recurrir a los docentes que conocía de San
Marcos y de la Católica. Buscaba una opinión ajena a los jurados
y no necesariamente de la especialidad de historia, porque
apuntaba, sin saberlo, a un análisis antropológico. No había
visto muchas veces de cerca a don Carlos Cueto Fernandini
pero, siendo joven aún, su prestigio ya lo había hecho notorio en
San Marcos, donde llegó a ser decano de la Facultad de
Educación. Me dijeron que había estudiado filosofía y que no
era historiador, pero lo había seguido en sus presentaciones
públicas dentro y fuera de la universidad y me parecía que
encajaba en lo que yo pensaba que debía ser un humanista.
Mi tesis tampoco era voluminosa. No llegaba a las 100 páginas,
en hojas del tamaño que ahora llamamos A4. La idea básica era
una interpretación del resultado de los siglos de evangelización
cristiana, impuestos sobre una población cuya propuesta
religiosa, conducta social, vida familiar y visiones del pasado y
futuro no tenían nada en común con los españoles del siglo XVI
o los peruanos de nuestros días, cuya población, especialmente
la urbana, seguía siendo ajena a la de origen indígena.
Conviene recordar que en esos años (los sesenta) apenas eran
tres o cuatro ciudades las que sobrepasaban los 100.000
habitantes, aunque ya se había desatado el proceso migratorio
que caracterizó a esa década. Creo que Lima, el Callao y
Arequipa debieron ser las más pobladas.
En mi tesis sostenía que aun en esa relación contradictoria de
tradiciones, desde muy temprano se habían dado intercambios,
préstamos e interpretaciones que nos hacían saber que en algún
momento de la Colonia, entre fines del siglo XVII o comienzos
del siglo XVIII, se habían conformado estructuras estables de
esta combinación de factores religiosos. El resultado sería una
religión popular peruana, que podría tener características
generales distinguibles a lo largo del país, a pesar de las obvias
variantes que podrían nacer de las regiones con características
peculiares debido a su ecología, lengua, historia local, etc., entre
otros factores.
Lo interrumpí en el camino a una de sus clases y, sin dejar de
hablar, le expliqué de un tirón mi preocupación. Don Carlos
siempre estaba vestido de manera muy formal y de alguna
forma me intimidaba, pero me sobrepuse a ello y, luego de
concluir mi perorata, callé bruscamente esperando su respuesta.
Me escuchó con paciencia y me dijo que al día siguiente nos
reuniríamos para darle tiempo para leer mi texto.
Así fue. Llegó puntual a la hora acordada y me dijo algo que no
podré olvidar: “Creo que ya sabes que tus argumentos no
podrán ser rebatidos por el jurado, no necesitas consejos o
aclaraciones sobre tus interpretaciones históricas y sociológicas.
La defensa del grado será una celebración, sobre la que tampoco
tienes especial interés. No es eso lo que esperas de mis
comentarios. Quieres saber si tu trabajo está bien escrito”.
No lo había pensado, pero Cueto tenía razón. Siendo un
infatigable lector de la prosa literaria, estaba enamorado del
manejo de las palabras, no por mis intrascendentes artículos en
un par de diarios locales, que me ayudaban a cubrir mi
presupuesto, sino porque me entusiasmaba la magia que puede
desprenderse de un texto bien escrito.
“Tu trabajo ha sido redactado con demasiadas ideas, que no
podrían ser digeridas por un lector de cultura media. Eso no
quiere decir que esté mal escrito. Convencerás sin problemas a
tus examinadores o a cualquier especialista que te lea. Lo que
debes entender es que el libro que resulte de esta investigación y
de las posteriores lo harás para personas que no son
historiadores, porque tú tienes escondida en algún rincón del
alma la voluntad de ser escritor y debes sacarla de allí para
poner tu pluma al servicio de tus ideas, para que te lea un
público mucho más grande”.
No volví a tener una charla con él. Al menos no una tan
detenida como esa. Pero lo visité cuando ocupaba la dirección
de la Biblioteca Nacional. Yo salía de un problema complicado
al abandonar las tareas en una universidad nueva, que no llegó
a durar mucho tiempo. Volví a transmitirle mis inquietudes y
me aconsejó que me tomase un tiempo antes de asumir otro
cargo. Así lo hice y me refugié en el Cusco (año 1966), amparado
por el hermano Óscar (Dr. Noé Zevallos) en la Escuela Normal
de La Salle, en Urubamba.
No dejé de seguir con interés su trayectoria profesional, que lo
llevó al vicerrectorado de la Universidad de Lima y a una
olvidable campaña política para ser parlamentario, que
felizmente estuvo condenada al fracaso pues nos hubiese
quitado de la vida intelectual a un hombre muy valioso. Su
muerte, dos años más tarde, me dolió en el alma. Pese a nuestra
corta relación, me queda claro que cada una de sus palabras ha
seguido pesando en mi vida, como piedras preciosas.

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